El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

lunes, 21 de enero de 2019

El saqueo de La Alberca de Záncara (1479)



Era julio de 1502 y el concejo de La Alberca mostraba su preocupación porque las mercedes y privilegios otorgados por el capitán don Jorge Manrique se perdieran. Los privilegios habían sido concedidos en una escritura en papel, que pasados los años ya mostraba signos de rasgaduras y deterioro. Obtendría el tan preciado pergamino, que perpetuara sus libertades para siempre, un cinco de julio de 1502. 

No era tanto el mantenimiento de viejos privilegios lo que acuciaba a La Alberca, cuyos términos donados por don Jorge Manrique, ya habían sido puestos en duda por sus vecinos de Las Pedroñeras, sino la llegada de nuevos vecinos llegados desde mil quinientos de tierras de señorío, de la Santa María del Campo de los Castillo Portocarrero, y a los que se pretendía hacer pechar por los bienes dejados en sus hogares de origen. Contra tal pretensión de los Castillo Portocarrero, La Alberca obtuvo provisión favorable de 10 de junio de 1502. Se rescataba uno de los capítulos dados por Jorge Manrique, referente a que no pechasen aquellos que acudieran a morar a la villa de La Alberca.
otrosy su merçed nos otorgue en nombre de los dichos señores rreyes nuestros señores a qualequier personas barones e mujeres que su vinieren avesindar e viuir a este dicho lugar de otras qualesquier partes e lugares e villas que no serán de la corona rreal que estos tales sean francos los byenes que dexaren en las tales villas e lugares donde se fueren e no pechen ni paguen por ellos ni sus pechos rreales ni conçegiles saluo este dicho lugar donde se biuiere siendo villa por sy.

La reducción de la villa de La Alberca a la Corona, fue hecha por sus moradores como capitulación con el capitán real. Jorge Manrique y los oficiales del concejo de La Alberca se reunieron un viernes, veintinueve de enero de 1479. La reducción a la Corona tuvo como contrapartidas que la aldea de La Alberca se eximiera de la villa de Alarcón, para convertirse en villa con jurisdicción propia y el otorgamiento de unos distritos tal como fueron configurados en las demarcaciones fiscales de 1442, que dejaban en poder de La Alberca, El Amarguillo y El Robredillo, y la dehesa de la Vaqueriza
e al tienpo que al dicho don Juan Pacheco maestre que fue de Santiago echó a la villa de Velmonte las Pedroñeras e el Pedernoso e otros que heran de la jurediçión de la dicha villa de Alarcón quitó como dicho es al dicho lugar del Alverca el dicho término de Robredillo e la dicha dehesa con un carrascal que se dize la Vaquerisa e el dicho término de Santo Domingo el qual contra su voluntad e consentimiento de dicha villa de Alarcón e de dicho lugar del Alverca e por temor de su grandesa e señorío que tenía en ser todo suyo como por estar....osaron rreclamar sobrello y paresçe claramente por los lybros de los rrepartimientos del común de la dicha villa de Alarcón de los quales dichos libros sy nesçesarios fasemos presentación de cómo el dicho lugar del Alverca pechava por los dichos términos e les pertenesçían segund paresçía por vn capítulo de los dichos libros de los dichos rrepartimientos que fue fecho de los dichos rregidores e procuradores de lo dicho confirmado de sus nonbres e signada de escriuano público la qual dicha cláusula e capítulo dize así: el Alverca con Santo Domingo e con el Amarguillo e con el Robredillo e de Záncara syete ochavos e medio el qual dicho rrepartimiento e libros fueron fechos en Montalvanejo lugar e juresdiçión de dicha villa de Alarcón en quince días del mes de abril año del nasçimiento de nuestro saluador ihesucristo de myll e quatroçientos e quarenta e dos años Pedro Rodrigues notario e por ante Miguel Sánches Manuel e Alonso Sanches de Mena e Juan de Sobrino veçino de Villarejo de Fuentes e Gil Lopes veçino de Fuenrrabía especialmente para ello llamados e ayuntados por ende pues que por los dichos libros paresçen pertenesçerles los dichos términos e dehesa e carrascal que le pedían por merçed que gelo mandase rrestituyr
 La Alberca recuperaba, momentáneamente, estos dos lugares, que don Juan Pacheco había agregado a su villa de Belmonte, junto a la aldea de Las Pedroñeras
E otrosy por quanto antiguamente el dicho lugar del Alverca tenya términos e pechavan e contribuyan por Santo Domingo con el Amarguillo e por el Robredillo de Záncara con sus términos los quales dichos lugares e términos anexos al dicho lugar del Alberca don Juan Pacheco maestre que fue de Santiago padre del dicho marqués los quitó e apartó del dicho lugar del Alverca e los echó e aplicó a la vylla de Belmonte e asy después acá se los tiene que nos los mande tornar e rrestituyr e confyrmar los dichos anexos con sus términos
Junto a estas contrapartidas tenía lugar la concesión de un horno, el llamado de la Poya; símbolo de la emancipación de la jurisdicción señorial
Otrosy por quanto el dicho conçejo de dicho lugar tiene un forno de coçer pan el qual se arrienda en cada un año a algunos vecinos e moradores del dicho lugar por faser daño al conçejo faser ornos en sus casas para cozer e para en la rrenta del dicho conçejo no se menoscabe que en nonbre de los dichos señores rreyes les otorgue e si nesçesario es de faser la dicha merçed de nueuo que ningund veçino ni persona alguna del dicho logar no pueda faser orno en su casa so pena de dos myll maravedís e questos les pueda leuar el dicho conçejo por cada vegada que asy lo fisiere saluo que vaya a coçer al horno del dicho conçejo
La premura de la villa de La Alberca en rendir obediencia a la Corona fue vista como traición por el marqués don Diego López Pacheco. Los capitanes del marqués, en 1479, quemarían, saquearían y destruirían la villa, en tanta manera, que quedó pérdida e destruyda por muchos tienpos. La villa prácticamente se despobló hasta que a fines de siglo los vecinos retornaron a ella. La quema de La Alberca, la conducción de sus hombres, descalzos, con los pies ensangrentados, hasta Castillo de Garcimuñoz para ser ahorcados y la intercesión ante el marqués de los clérigos que salieron con cruces pidiendo el perdón de los hombres de La Alberca, quedó en la memoria de sus habitantes como un agravio humillante
e que después de quedar la dicha villa del Aluerca rrobada e quemada e destruyda el dicho marqués o su gente por su mandado con sus capitanes una noche se levaron presos e puestos en una treylla a todos los honbres que pudieron e a la sasón fallaron en la dicha villa levándolos descalços e quasy desnudos a los quales levaron a la villa del Castillo de Garcimuñoz y en llegando los mandó ahorcar el dicho marqués e de fecho les querían ahorcar e ahorcaran saluo por muchos clérigos e rreligiosos que salieron con cruzes e se pusyeron en rruego por ellos al dicho marqués el qual por este rruego les mandó poner presos en su fortalesa donde estovieron muchos días e que algunos dellos todavía murieran sy no se soltaran como se soltaron e fueron fuyendo
Para dar fe de estos hechos, a la altura de enero de 1503, quedaban vivos dos protagonistas de estos hechos, rivales en la pasada guerra y ahora vecinos de la villa de San Clemente: Diego de Abengoza  y Juan López Rosillo.

Diego de Abengoza, criado de del Diego López Pacheco, había participado en la destrucción, quema y saqueo de La Alberca. Recordaba como después de quemada la villa por el marqués, había llegado hasta ella para llevarse presos a los hombres. Sin embargo Diego de Abengoza recalcaba la clemencia del marqués a la hora de perdonar la vida a los presos. Diego de Abengoza fue partícipe en el saqueo o, al menos en la segunda incursión al mando del capitán Pedro de Baeza, que, de noche, había apresado, según él, hasta treinta hombres para llevarlos maltratados, descalzos y semidesnudos a la villa de Castillo de Garcimuñoz.

Juan López Rosillo, el reductor del marquesado de Villena, y que se definía como tratador en los acontecimientos, daba fe cómo treinta lanceros del marqués habían quemado La Alberca. Igualmente, Juan López Rosillo estaba junto a Jorge Manrique en el momento que dio sus privilegios a La Alberca. Pedro Sáiz Carpintero había participado en el saqueo de la villa a las órdenes de un capitán de don Diego López Pacheco llamado Beltrán.

Ese mismo año de 1503, todavía vivían algunos de los alberqueños que estuvieron a punto de ser ahorcados un cuarto de siglo antes. Algunos, más afortunados, como Lázaro Martínez de la Fuente, fueron testigos visuales directos de lo sucedido, aseverando que los alberqueños iban entraillados, atados con sogas del cuello. Otros como Alonso López de Rus, Cristóbal López o Juan Romero estaban entre los que se salvaron de la horca. Un total de quince hombres, según el testimonio del segundo. Otros como Juan Rebenero habían participado en la operación de castigo. Y alguno, como maese Pedro Bueno, había visto llegar a los alberqueños con los pies desollados, trece o catorce hombres, desde su casa de Castillo de Garcimuñoz, junto a la puerta del Pozo. La supuesta clemencia del marqués que nos relata Diego de Abengoza no parece que se presentara a la ocasión. Si algo enfrío la ira del marqués fue la procesión de religiosos tras sus cruces, pidiendo el perdón para los presos. De la determinación del marqués por ahorcarlos daba testimonio un presente
vido como los mandava el marqués ahorcar e vido los asnos que los trayan aparejados e los dogales sino fuera por los clérigos e otras personas que le rrogaron e que cree que los ahorcara
Los presos, redimidos de la horca, fueron obligados a trabajar en las cavas con cormas en los pies (una especie de cepo de madera, que les impedía moverse libremente).

No todos fueron gestos de ingratitud con los presos de La Alberca. Un médico del Castillo, maestre Luis, curó los pies ensangrentados de los alberqueños. Aunque la actitud más meritoria fue la de dos clérigos, gracias a cuya intercesión los condenados salvaron la vida
y el dicho marqués los mandava ahorcar sy no fuera por Fernán Sánchez de Alualadexo e por Sancho Garçía de Abad que se hincaron de rrodillas en la yglesia del marqués dándole paz y que a rruego destos no los ahorcó y que los perdonó 


Concejo de La Alberca de 19 de marzo de 1502, en la iglesia de Santa María


Pedro López y Juan Sánchez Grande, alcaldes ordinarios
Miguel Sánchez de Piqueras, teniente de alguacil de Bartolomé López de las Mesas, alguacil mayor de la villa
Juan López de Rus o Gonzalo Sánchez diputados
Gil López, Peristeban, Antón Martínez, Gil Martínez Gallego, Cristóbal López
Procurador, Gil Martínez Gallego


Fuente: AGS, CR, leg. 89, fols. 5-II, 5-VI, Proceso entre la villa de La Alberca, en el marquesado de Villena, y el concejo de Santa María del Campo. 1502-1503

ORTUÑO MOLINA, Jorge: Realengo y señorío en el Marquesado de Villena. Real Academia Alfonso X el Sabio. Murcia, 2005, p. 39

2 comentarios:

  1. Interesante."El gran Marqués de Villena y sus escaramuzas" Trato de investigar la vida de este hombre al máximo, intentando contrastar la información que hay de él. Es un personaje de la Historia de Castilla, por el que siento gran curiosidad. Saludos

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