El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

miércoles, 9 de marzo de 2016

El Peral y Juan Simarro hacia 1630 (III)

La sumaria del proceso contra Juan Simarro estaba concluida el 24 de septiembre de 1630, dos días después, dada su incomparecencia ante el Santo Oficio, era declarado en rebeldía y ordenada su prisión. El 28 de octubre, Juan Simarro se encontraba preso en la cárcel de familiares del Santo Oficio. Contaba entonces con 36 años, era el prototipo de labrador rico con tierras e intereses en varios pueblos de la comarca, aunque el núcleo de su hacienda estaba en el lugar llamado Casas de María Simarro. Consciente de la enemistad que le creaba su posición económica intentó defenderse con aquellos que mantenían una relación de dependencia de él. Buscó la exclusión de sus enemigos, recusando al comisario del Santo Oficio de Motilla, licenciado Mateo de Bobadilla, que había hecho las diligencias previas, y limitando el número de acusadores a los que el fiscal Alonso de Vallejo podía echar mano, reducido a los antiguos enemigos.

Las nuevas declaraciones de testigos durante el mes de noviembre corrieron a cargo del comisario del Santo Oficio de Iniesta, el licenciado José de Tórtola. Los contrarios a Juan Simarro ratificaron su anterior declaración. Fueron escasos los nuevos testimonios acusatorios, entre ellos el herrero Francisco de Villora y el labrador Benito Jiménez, que culparon al acusado de haberlos engañado para falsificar papeles en la causa contra Francisco Valverde. En la falsificación también había participado un hermano de Juan Simarro, llamado Ginés Cabronero.

La información de testigos presentada por Juan Simarro, al que se le había permitido asistir a los interrogatorios, contaría con el apoyo del común de los labradores de El Peral: Alonso de Beleña, Francisco Leal, los hermanos Andrés y Martín García Lázaro, Gil de Alarcón, Juan de la Jara o Juan Leal, y algunos de los regidores que le debían su oficio como Juan García; otros desempeñaba oficios de zapateros como Juan de Agraz. Los acusadores pasaban a ser acusados: se servían de los oficios añales para su provecho propio, la deuda impagada por Francisco Valverde se había cargado sobre los vecinos, los más de ocho mil ducados de deuda de la villa, lejos de redimirse, eran excusa para que algunos principales adehesaran en provecho propio las tierras del concejo, Juan Simarro había sido humillado y encarcelado unos meses antes por Pedro López de Espinosa, librándose de su prisión sólo gracias a la intervención del corregidor de San Clemente

que lleuó a la cárcel preso al dicho juan simarro asido y le echó una cadena y le asió al cepo y saue que el dicho alcalde no le quiso soltar aunque traxo mandamiento de san clemente para que lo soltaran asta que vino un alguacil de san clemente para soltarlo

La elección de oficios por suertes escondía el monopolio de seis o siete vecinos en el disfrute de los cargos de forma rotatoria; el interés privado en el uso de los oficios se manifestaba en la pesada carga del censo que soportaba la villa, en el aniquilamiento de los propios y rentas de la villa y en la desaparición del pósito.

Las pasiones enfrentadas de los testigos mostraban una sociedad rural muy desigual, donde Juan Simarro, sin duda tan codicioso como los demás, había sabido ganarse el favor del común. Este hombre, al que los testigos definían como de cuerpo pequeño, había sabido sacar provecho personal del odio que generaban los seis o siete vecinos principales del pueblo. Además, las posiciones estaban especialmente enconadas ese año, después de un verano que había sido muy estéril en la cosecha de frutos. Juan Simarro, en su papel de víctima, reconocía  no disponer de numerario para pagar las costas del proceso; mientras desde el inicio del proceso, su mujer. Bárbara García, y su hermano, el presbítero Tomás, se habían hecho cargo de las labores de vendimia y sementera en las tierras familiares de Casas de María Simarro.

Para julio de 1631, la sentencia de los Inquisidores de Cuenca ya estaba preparada, pero Juan Simarro no tenía, ocupado como estaba en la cosecha, intención de presentarse; pedía dos meses de plazo para recomponer una hacienda quebrada por la mala cosecha del año anterior. Después de hacer oídos sordos a un nuevo requerimiento y desafiar la excomunión a que se le condenaba, se ordenó su prisión el 8 de octubre. Para detenerle, se desplazará hasta El Peral de nuevo el alguacil inquisitorial Blas Sánchez, pero Juan Simarro está sobre aviso. El alguacil iniciará un periplo que, de El Peral, le llevará a San Clemente, a la entrada del pueblo, a la altura de la ermita de San Cristóbal, encuentra al huido que escapa después de amenazarle con una escopeta; en su persecución llega a Sisante, los molinos del Júcar y Villanueva de la Jara, donde el prófugo tiene amigos y parientes. Vuelta a El Peral, donde el alguacil auxiliado por el licenciado Tresjuncos y Pedro López de Espinosa, logra reunir treinta hombres para apresar al fugitivo, que previamente ha vuelto a amenazar con su escopeta al licenciado Tresjuncos y a Gabriel de Luján, pero no lo encuentran en su casa. Se secuestran diversos bienes que poseen en el pueblo, cien fanegas de trigo y objetos personales de su ajuar, así como un carro y un par de mulas. Se procede a la subasta de lo bienes por orden de Blas Sánchez que se ha alojado en el mesón del pueblo. El alguacil se volverá de vacío a la ciudad de Cuenca, pero poco después Juan Simarro es detenido en las viñas de su propiedad, cerca de la ermita de San Cosme y San Damián, tras un rifirrafe con el licenciado Tresjuncos y Gabriel Luján, alcaldes ordinario y de la hermandad en ese momento. Será conducido por cuatro hombres a Cuenca, pero en el lugar de Gabaldón, con ayuda de su hermano Ginés y su cuñado, intentará sin éxito librarse de sus captores a pedradas. Finalmente se ordenará que sea conducido a Cuenca por el alguacil mayor del Santo Oficio Gonzalo Guerra de la Vega. Allí se le tomará de nuevo declaración el 29 de octubre; desafiante negará los cargos. A su natural rebeldía, se une la confianza de que está suficientemente protegido. El arresto que se determina es simple obligación de no abandonar la ciudad de Cuenca. Juan Simarro, de hecho, ha llegado por su propio pie a Cuenca, pues en el mismo lugar de Gabaldón ha contado con la colaboración del Alonso de Zamora, familiar del Santo Oficio en ese pueblo. Incluso su hermano Ginés Cabronero, que por el incidente de las pedradas ha sido conducido a la cárcel de Motilla, cuenta con la complicidad del alcalde Lucas Navarro para quedar libre.


                                                                                       (continuará)


AHN. INQUISICION. 1925, Exp. 7. Proceso Criminal contra Juan Simarro, familiar de la Inquisición de El Peral, 1630-1634

martes, 8 de marzo de 2016

El Peral y Juan Simarro hacia 1630 (II)


Tras la crisis de comienzos del seiscientos, El Peral, al igual que otras villas, había recurrido al crédito para afrontar las penurias de sus vecinos y las nuevas cargas fiscales. El resultado era un concejo ahogado por deudas de más de ocho mil ducados. El pago de los intereses incidía directamente en el aprovechamiento de los propios, destinados ahora al pago de la deuda y de las nuevas imposiciones; medida que entraba en colisión con algunas familias acomodadas del pueblo, habituadas a usar y abusar de los mismos en beneficio propio y que no querían dejar escapar los beneficios de las licencias reales para su arrendamiento. La elección de oficios adquiría un papel nodal en este juego de intereses. Los defensores de los cargos añales, es decir, regidores elegidos anualmente por San Miguel, presentaban este sistema como el gobierno ideal de la república en defensa del bien común. Por contra, la compra de regimiento perpetuos y la instauración de un ayuntamiento cerrado era la expresión de la claudicación a los intereses oligárquicos. Juan Simarro y sus hermanos, llegados al pueblo hacia 1610 desde Villanueva de la Jara eran pues el más vivo retrato del gobierno al servicio de las oligarquías. Pero esto era simplificar demasiado la realidad del pueblo. Los acusadores, como veremos, no eran pobres aldeanos, sino los vecinos principales, que se habían visto alejados del control del pueblo por la presencia de este advenedizo llamado Juan Simarro. Además el contencioso tenía una veste jurisdiccional; mientras algunos vecinos del pueblo defendían la resolución de los conflictos dentro del pueblo, defendiendo la primera instancia de su justicia ordinaria, Juan Simarro actuaba como el caballo de Troya del corregidor de San Clemente. De hecho, no dudaba en denunciar a sus vecinos, ante la justicia de la cabeza de partido, cuando sus convecinos se apropiaban indebidamente de los propios de la villa, presentándose cínicamente como defensor del bien común. Ni qué decir tiene que las desgracias de sus paisanos redundaba en su provecho personal.

Los conflictos por el control de los oficios municipales era viejo. El Peral también había participado en la compra de regimientos perpetuos, pero el sistema no había cuajado y con la muerte de sus propietarios los oficios se habían consumido definitivamente hacia 1588. Sólo la presencia de Juan Simarro y sus hermanos había vuelto a la actualidad los regimientos perpetuos, que se volvieron a implantar en 1618. Aunque con escaso éxito, pues la villa puso pleito y lo ganó consiguiendo la retirada de estos oficios. No cejaría Juan Simarro en su empeño, pero esta vez, se haría con la vara de alguacil mayor del pueblo, puesta a servicio del corregidor de San Clemente. El paso siguiente lo daría en 1629, cuando puso el dinero necesario para comprar de nuevo cinco regimientos perpetuos, dejándolos en manos de allegados. Como tantos otros, se haría con un oficio de familiar de la Inquisición como mejor garantía de su persona.

Pero sus enemigos eran muchos y transcendían del pueblo. Es más, las primeras acusaciones contra Juan Simarro no vinieron del pueblo; su creciente poder no era bien visto en los pueblos aledaños. La denuncia directa vino de un familiar lejano, vecino de Villanueva de la Jara. Pronto se sumarían vecinos significados de otras villas, que aparecían como testigos de cargo, apoyando un nuevo memorial presentado por Andrés de Luján y Frías, también vecino de Villanueva. Se sumaron a la acusación en Villanueva de la Jara, el cura doctor Pedro de Hervías, y, en Iniesta, el doctor Cantero, encabezando una panoplia de autoridades y vecinos principales

En Villanueva con el dotor Pedro de Ervías, cura desta villa, y con Gaspar Prieto, Martín Ferrer, don Juan Ferrer, don Juan Prieto, el licenciado Alonso Hortega, el licenciado Pedro Gamir y el licenciado Pedro García Navarro y toda la rresta del lugar, en la Motilla el cura el licenciado Diego García, los alcaldes, el regidor Benito Martínez y toda la rresta del lugar, en Iniesta el dotor Cantero con toda la rresta del lugar, en el Campillo Alonso de Frías, Julián Martínez, Cristóbal Obejero, y toda la rresta del lugar

Cuando el cura de Motilla y comisario del Santo Oficio, el licenciado Mateo Fernández de Bobadilla, fue enviado a El Peral a recibir los testimonios de la sumaria conteniendo las acusaciones contra Juan Simarro, no faltó ninguno de sus enemigos a la cita, entre ellos, todos los vecinos más notorios de la villa: Álvaro Monedero, alcalde por los hombres buenos, Pedro López de Espinosa, alcalde por los hijosdalgo, el regidor perpetuo Alonso García Moreno, el licenciado Isidro Monedero y Gracia, teniente de cura, el licenciado Ginés de Tresjuncos, Gabriel de Luján y Frías, Francisco de Valverde, Pedro Jiménez, Francisco de Valverde el mozo, alguacil mayor, Andrés Monedero, regidor perpetuo, Benito Jiménez, familiar del Santo Oficio, Alonso Gómez, Andrés de Luján y Frías, vecino de Villanueva de la Jara.

Era Juan Simarro un hombre desvergonzado, conocido por sus bravuconadas. En alguna ocasión que no se había salido con la suya, había amenazado con abrasar el lugar y echarle fuego y hacerles a algunos vecinos desta dicha villa consumir las haciendas. En las declaraciones de estos testigos no faltaron los insultos a Juan Simarro, presentado como un mal criado y persona inquieta que los trae a todos revueltos, para mayor vergüenza de su hermano, el presbítero Tomás Simarro, reprendido públicamente por el obispo:

por fomentar estas disensiones y pleitos le quitó el seruicio de la iglesia desta dicha villa el señor obispo don Andrés Pacheco y sobre fomentar estas causas se le causaron al dicho licenciado Simarro (Tomás) muchos pleitos en la audiencia episcopal y le llebaron preso y le bio este declarante al dicho señor obispo reprehenderle públicamente con mucha aspereça

Hasta los dos regidores perpetuos, que supuestamente le debían su puesto, declararon en su contra, habiendo sido forzados a aceptar su cargo. El resto de declaraciones era una suma de agravios; testigos perjudicados por las denuncias de Juan Simarro, que tenía especial habilidad para implicar a la justicia de San Clemente y otras villas contra sus vecinos. A Francisco de Valverde, preso hasta en diez ocasiones en San Clemente, le había arruinado la hacienda, le acusaba de apropiarse indebidamente, como depositario que era, de diecinueve mil cuatrocientos reales procedentes del arrendamiento de las dehesas y destinado a redimir un censo tomado por la villa, y también de talar las dehesas del pueblo. Los pleitos que tenía que afrontar en San Clemente le habían costado 150 ducados. Inútilmente se excusaba con la devaluación que había sufrido el dinero custodiado, afectado por una de tantas rebajas de moneda o devaluaciones de los Austrias. A Pedro López de Espinosa, que había intentado advocar su causa como alcalde ordinario, lo había denunciado ante la justicia de Vara de Rey por talar leña en esa villa, pagando con sus huesos en la cárcel y sufriendo una multa de 60 reales. Ginés de Tresjuncos, que se había significado doce años antes en la supresión de los oficios de regidores perpetuos, le acusaba de perder 500 ducados de su hacienda por las denuncias sufridas de Juan. Por último, eran especialmente agrias las acusaciones de los hermanos Luján y Frías, acusados por Juan Simarro de taladores, que hacían hincapié en la falta de virtudes y honestidad de Juan Simarro para ser comisario del Santo Oficio; a su falta de decoro, incluido su intento de enredarlo con una tal María Motilla, se añadía el intento de acusarle de palabras heréticas, pues en cierta ocasión había jurado por el alma de Christo.

  

                                                                           (continuará)




AHN. INQUISICION. 1925, Exp. 7. Proceso Criminal contra Juan Simarro, familiar de la Inquisición de El Peral, 1630-1634

jueves, 3 de marzo de 2016

El Peral y Juan Simarro hacia 1630

El Peral hacia 1630 era una población pequeña, pero orgullosa de su antigüedad; apenas si llegaba al centenar y medio de vecinos, población que mantenía desde el último cuarto del siglo XVI. Las Relaciones Topográficas, que le concedían 160 vecinos (aunque un memorial, próximo en el tiempo, de 1572 reducía esa cifra en veinte vecinos), nos hablan del parentesco y procedencia de un tronco común de los vecinos como causa de sus limitaciones demográficas. Quizás fuera una afirmación exagerada, pero un pueblo donde todos se conocían estaba poco dispuesto a reconocer las diferencias de riqueza entre sus vecinos. Eso no quita para que viviera como el resto de los pueblos un cierto proceso de patrimonialización de los oficios desde mediados del siglo XVI con la venta de los regimientos perpetuos y la concentración del poder local. Pero la aventura del ayuntamiento cerrado duró poco y hacia 1590 se habían consumido los oficios de regidores perpetuos, volviéndose a la elección por suertes. Pero, al igual que la cabeza del corregimiento, la villa de San Clemente, pasada la crisis de 1600, el pueblo experimentó un renacer que duraría dos décadas, antes que se empezara a vislumbrar la crisis en los años treinta, que conduciría al cataclismo de los años cuarenta y a que el pueblo viera su población reducida a 53 vecinos. Con ese pequeño renacer nuevas familias se encumbraron en el  pueblo, que de la mano de su riqueza impondrían su voluntad; fue entonces cuando esta pequeña comunidad empezó a quebrarse. El odio pronto se cebaría con una familia de recién llegados: los hermanos Simarro. El alcalde ordinario de la villa por el estado de los hijosdalgo, Gabriel Luján Frías, sabía recoger el sentimiento del común del pueblo:

saue por auer sido muchas veces alcalde y aber tenido otros oficios de aiuntamiento en esta villa ser muy dañoso a el buen gouierno della el auer regimientos perpetuos en ella y lo saue y le consta que abrá quarenta años poco más o menos (la declaración es de 1630) que en esta villa auía oficios de regidores perpetuos y por ser dañosos y de gran perjuicio a la república todo el común se juntó y los consumieron= y abrá doce años poco más o menos que el dicho juan simarro y sus hermanos y sus cuñados tornaron a traer comprados cinco oficios de reximiento y por las atrocidades que con ellos acían y pleitos que se lebantauan por este testigo muchas veces a el pueblo a pique de perderse por las pesadumbres y agravios que acían todo el pueblo se tornó a conbocar y bolbieron a consumirlos y los consumieron con pleito que esta billa tubo con ellos= y saue que quando estubo en esta tierra el oidor menchior molina que abrá poco más de un año fue el dicho juan simarro en sus seguimientos asta que asentó con el dicho oidor quatro oficios de regimientos y saue que el susodicho no a tomado ningún oficio de los dichos en su caueça aunque se saue públicamente tiene gastado en ello mucho dinero por lo quel es público en esta villa no pretende más de destruir las haciendas de los vecinos della como dicen muchos



                                                                    (continuará)

Parte 2ª
Parte 3ª
Parte 4ª

AHN. INQUISICION. 1925, Exp. 7. Proceso Criminal contra Juan Simarro, familiar de la Inquisición de El Peral, 1630-1634, fol. 61

martes, 1 de marzo de 2016

Don Juan López Cantero: la hacienda de un comisario de la Inquisición de Iniesta

En la partición de bienes de 22 de abril de 1658 de los bienes de don Juan López Cantero, comisario del Santo Oficio, llevada a cabo dos años después de su muerte, se había llegado a un acuerdo entre el clérigo Juan Risueño Alfaro, declarado heredero universal, y don Pedro López Cantero. El acuerdo incluía,  muy a pesar de los dos beneficiarios del testamento, el respeto a la decisión del finado de reservar 16.000 ducados de la herencia a su hija menor Catalina Espinosa Cantero, habida de su relación con Quiteria Herreros Castellanos. Sin duda que la intención de don Juan hubiera sido reconocer como su heredero al primogénito habido con dicha Quiteria, pero la muerte temprana del niño y el proceso inquisitorial sufrido había quebrantado esta línea, viéndose obligado a buscar la solución del presbítero.

El núcleo de la herencia de don Juan López Cantero lo constituía el mayorazgo fundado por sus padres el doctor Pedro López Cantero, que había fallecido en 1635, y Catalina Espinosa. A decir de los vecinos, a la altura de 1651 el valor de estos bienes era de alrededor de 80.000 ducados, aunque el coste del proceso inquisitorial y desventuras de don Juan en los últimos años de vida habían reducido su valor a menos de la mitad. El mismo Juan López Cantero se quejaba de haber consumido 1.000 ducados de su fortuna en apenas tres meses de proceso. El sucesor natural del mayorazgo hubiera sido el nieto del doctor Pedro y sobrino de don Juan, llamado Miguel López Cantero, pero este joven capitán de milicias había muerto luchando en la guerra de Cataluña,  a comienzos de los cuarenta, cuando se movilizó su compañía de milicias por el superintendente Rodrigo de Santelices. Desde entonces la herencia basculó entre los deseos del célibe don Juan de tener sucesión, aún a costa de romper su voto religioso de castidad, y la ambición de su primo hermano por suceder, en nombre de su hijo Juan, en el mayorazgo.

La solución adoptada de legar los bienes a un clérigo, el presbítero Juan Risueño Alfaro, teniente de la parroquia enfrentado con el vicario doctor Suárez, era el último intento de don Juan de evitar que su herencia cayera en manos de su primo, al fin y al cabo, uno más entre los acusadores que lo habían llevado a las cárceles inquisitoriales. El patrimonio que legó dividido en tres partes da idea de la riqueza y poder de este hombre. Reproducimos a continuación los bienes legados en la partición de bienes que se hizo en 1658, en la que se garantizaba la sucesión de los bienes del mayorazgo (cuyo origen estaba en las propiedades del doctor Zapata) en la persona de Juan López Cantero, el hijo del primo hermano Pedro, pero los bienes no vinculados se repartían entre Catalina Espinosa, la gran beneficiaria, que consolidaría su patrimonio en torno a la aldea de Villarta, y Juan Risueño Alfaro, declarado heredero único y universal, pero con el cometido de disponer de una parte de los bienes con los que hacer frente a las numerosas deudas dejadas, casi 11.000 ducados.

Bienes correspondientes a Juan López Cantero, hijo de Pedro López Cantero Serrano, por valor de 86.372 reales:
  • Casas principales en esta villa con las armas de los Zapata, que están en la calle que baxa a la puente el Rudíaz desde la plaça y otras casas que están alinde dellas a la parte de abaxo
  • La mitad de dos ruedas de molino harineros que están en Vadocañas orilla del río Cabriel con mitad de güertos olibar y todo lo demás anexo
  • La casa y corral con su tina para enzerrar ganado que dicen de don Diego Zapata con la heredad della que son docientos y treinta almudes trigales
  • La heredad de la espartosilla y de la paxarilla y la que está en el pinar del camino abaxo que va de Villaharta hasta Villalpardo y el que va de la dicha aldea alcadoço, que son trescientos y noventa y siete almudes trigales
  • La haça de catorce almudes zeuadales en la cañada desta villa en la parte del Canto Redondo
  • Otra haça en la dicha cañada alinde de la bereda de Santa Quiteria que cruza a la cañadilla el Sacristán de veinte almudes ceuadales y doce trigales en las Caueçadas
  • Otra haza de diez almudes zeuadales en la dicha cañada a la parte de arriua de Santa Quiteria alinde de don Juan Sánchez Márquez
  • Una caueçada que ay orilla del camino de la Graxa
  • Otra haça de diez almudes zeuadales en la dicha cañada a la parte de arriua junto a Jabarcón
  • Otra haça de seis almudes zeuadales en la cañada a espaldas del Coso con la casa que está alinde della que hera de Pedro Zapata
  • Otra haça junto a el Lauaxo de San Agustín de dos almudes zeuadales
  • Otras casas de morada en esta villa en la calle que baxa de la plaçuela de don Pedro de Espinosa que heran del señor Juan López Cantero con otras casas alinde de las de suso a la parte de arriua que heran de Pedro Núñez
  • La mitad del Mirador que está en la plaça desta villa en la calle que baxa a la plaçuela de don Pedro de Espinosa que está frontero de zierço
  • Un oliuar en la casa Gil Fernández de ziento y ochenta oliuos
  • Un oficio de regimiento desta villa que está perpetuo que al presente está en caueça de don Pedro López Cantero Abenzar
  • La bara de alguazil mayor de la Inquisición para esta villa por dos vidas que está en caueça de don Miguel López Cantero y la exerció el dicho don Pedro López Cantero
  • Un zenso de tres mill y quinientos y ochenta y un reales de principal contra don Juan Zapata
  • Otro censo contra don Eugenio de Zúñiga y doña María Çapata de principal de seiscientos y un reales
  • Otro zenso contra Juan Montes de Porres y Catalina García su muger de principal de ducientos ducados
  • Otro censo contra Juan García Cabañero y su muger de las cassas de mari simarra de setecientos y setenta reales de principal.
  • Otro censo contra Pedro Martínez y su muger vezino de Enguídanos de principal de seiscientos reales
  • Otro zenso contra Pedro Domínguez de ciento y sesenta reales de principal 
  • Otro zenso contra Juan de Burgos y su muger de principal de trescientos y veinte reales
  • Otro zenso contra Miguel Ruiz y Francisco Laplaça de Zeniçate de quatrocientos y quarenta reales de principal son quarocientos y quarenta y cinco reales de principal
  • Otro zenso contra Alonso López Campillo y Ana de Ruescas su muger de mill y ducientos y setenta y dos reales de principal
  • Otro zenso contra Marco López y su muger  del Herrumblar de trescientos y ocho reales de principal
  • Otro zenso contra Benito Pardo y su muger de docientos reales de principal
  • Otro zenso contra Benito Lucas y su muger de principal de mill y cien reales
  •  Otro zenso contra Francisco Aluarez de Villaharta de principal de quatrocientos reales 
  • Otro zenso contra Ursola de Torres viuda de Seuastián García de principal de ducientos y quarenta y siete reales
  • Asimismo agregamos al dicho mayorazgo para en pagamento de los dichos ochenta y seis mill y trescientos y setenta y dos reales que a de aber la mitad de la capilla de Santa Ana sita en la parrochial desta villa en la forma questá= y la mitad de una haça de catorce almudes zeuadales en la cañada desta villa que está entre la güerta de los árboles y la puente de los frailes en tres mill y trescientos y quarenta reales la qual dicha mitad de haça a de quedar y la dexamos unida a la dicha mitad de capilla con la mitad de cargas de misas y mitad de reparos= y porque según consta del testamento del doctor Pedro López Cantero aber una haça de quatro almudes agregada al a dicha capilla la qual es de poco valor y tenerla dotada en dos mill marevedís de renta y para que esté con más seguridad y se cumpla con tenerla reparada y con la dicha carga señalamos y asignamos para la dicha mitad de carga y reparos de la dicha capilla la mitad de la dicha haça ... azemos al dicho mayorazgo de la mitad de la capilla que dicen de San Diego sita en el convento de San Francisco desta villa que está primera a el lado de la epístola en trescientos reales
Bienes correspondientes al legado de Catalina Espinosa Cantero, hija menor de don Juan López Cantero, por valor de 16.000 ducados

  • Primeramente las casas principales que están en esta villa junto a la plaça mayor con la mesa de trucos que está fixada en ella y un güerto y un granero que está frontero de la dicha casa y la hera que está en las de San Agustín y el cebadal arrimado a ella
  • Dos casas de molinos arineros que son dos ruedas que están en la rambla de Yniesta que llaman los molinos de cabronero con sus güertos y casas y lo anexo a ello y la casa nueva que está en medio de los dos molinos
  • Otra casa de molinos arineros de una rueda más abaxo en la dicha rambla que llaman el molino de Coba con todo lo a ellos anexo
  • Oro molino de fabricar poluora con su casa junto a el que está en la dicha rambla con todo lo a ellos anexo que está a la parte de abaxo
  • Una haça de diez y seis almudes zevadales en la cañada baxo de los güertos nuevos arrimado a la bereda del molinillo
  • Otra haça bajo del sitio que llaman el taxón de Diego de Cubas de ocho almudes ceuadales en la dicha cañada
  • Otra haça más arriba en la dicha cañada de otros diez almudes zeuadales
  • Otra haça más arriba en la dicha cañada a la par del hito de diez y ocho almudes zeuadales
  • Otra haça a la par de las Peñas de Palmero de ocho almudes zeuadales
  • Otra haça que llaman de las culebras a la par de la herilla de Crespo de quatro almudes zeuadales
  • Otra haça en la cañada del angostillo a espaldas de Santa Ana de tres almudes zeuadales
  • Otra haça baxo de la puente del Rudiaz de veinte almudes zeuadales
  • Otra haça en la dicha  cañada a parte de arriba de la puente del Rudiaz de ocho almudes zeuadales
  • Otra haça en la dicha cañada a la par de la güerta de los árboles de treinta almudes zeuadales desde la azequia a el camino
  • La haça y rehoyo que dicen de la buelta en la cañadilla del sacristán a la parte de arriba del camino de la Puebla que tiene zinquenta almudes zeuadales con el corral que se hiço nuebo y la parte del poço de la casa berdejo y todas las haças que están en la dicha cañadilla y el rehoyo que dicen de juan garcía  u las haças de la caueça el perro y el rehoyo de Zapata y el que está encima del camino del Retamal el ballejo de Santa Catalina con las demás tierras que están en estas labores y los ballejos del zerro la cueba que heran de Francisco Muñoz por lo que son ziento y sesenta almudes trigales y zeuadales de más de los cinquenta almudes de la buelta
  • Las casas de morada que están en la aldea de Villaharta con un zercado alinde de la hera y poço corrales para encerrar ganado y mil arrouas de vaxillos enpotrados lagar y adereços y dos viñas en las de la dicha aldea que son diez mill vides que la una le llaman la zerrada orilla del camino que sale a Villalpardo y la otra está orilla del camino que sale a Villalpardo y la otra está orilla del camino que ba desta villa a la dicha aldea
  • Una huerta orilla de la rambla de Villaharta con una fuente para regarla y un zercado que está junto a la iglesia
  • La heredad de Villaharta que dicen las oyas del camino arriua que se lleua de Villaharta a Villalpardo y Alcadoço con las tierras de Mingolario que son trescientos y noventa y seis almudes y mº trigales
  • Los rehoyos que están en la cañadilla luenga desde el camino de Villaharta hasta el camino de Villalpardo con las tierras que ay por allí azerca que son nobenta y un almudes trigales
  • Una huerta de ortaliça que está en esta villa alinde del camino de San Roque con su carga de tres mill marauedís que tiene de zenso cada un año en fabor del concexo desta villa que llaman la güerta del rey
  • tra casa que está junto a la dicha güerta en la esquina del camino que sale San Roque
  • Un poço para enzerrar niebe junto a la hermita de San Antón
  • La mitad del mirador que está en la plaça mayor desta villa en frente del norte
  • Un oficio de regimiento desta villa que está perpetuado con facultad perpetua para entrar en las elecciones que al presente está en caueça de don Pedro López Cantero Serrano
  • Otro oficio de regimiento desta villa perpetuado que estaba en caueça de don Fernando de Espinosa
  • La mitad de otro oficio de regimiento renunciable que al presente está en caueça de Martín Ximénez
  • Los oros que heran para la dicha menor que importan docientos y nobenta y tres reales y medio
  • Una carta de zenso contra Alonso García Garrido del Cadoço de principal de cinquenta y seis ducados paga a diez y seis de nobiembre
  • Otro zenso de principal de docientos y treinta y un reales contra Juan González del Herrumblar y su muger plaço a cinco de septiembre
  • (siguen diversas cláusulas sobre molinos y oficio de regimiento en litigio)


Bienes correspondientes a Juan Risueño Alfaro por valor de 64.447 reales

  • Primeramente la heredad de la Calera con su casa corral y poço y lo demás a ella anexo que son ziento y setenta y dos almudes trigales poco más o menos en la cañada y fuera de ella
  • La mitad de las ruedas de molinos arineros que están en dos vadocañas orilla del río Cabriel con la mitad de las güertas y lo demás a ello anexo
  • La casa de morada que está en la calle de la buarda
  • Las tres casas que están en Varronuebo todas juntas
  • La casa que está en la calle de los Rubios con el solar junto a ella
  • La casa y escritorios que están en la plaça desta villa entre los dos mesones
  • El rehoyo de camino de Madrigueras con el bancal que está allí junto y el que está orilla del camino de la casilla de cárcel
  • La haça de zinco almudes trigales en la hoya la oliua con la carga de una misa que tiene
  • El bancal que está junto al poço de cauallón y el que está camino de la que está de zinco almudes
  • La haça de seis almudes zeuadales que está en la escolta camino del Castillejo
  • Un zenso de principal de quinientos ducados contra don Francisco de Espinosa Ferrer de Villanueva de la Xara
  • Otro zenso contra Alonso Valiente y su muger de la Graxa de quarenta ducados de principal
  • Otro zenso contra Alonso García Armero y su muger de principal de quarenta ducados
  • Otro zenso contra Diego de Perona y su muger de principal de trescientos y sesenta reales
  • Otro zenso contra Julián de Yniesta Gaualdón y Andrés Merchante y Pedro López Cantero vecinos de Ledaña de principal de mil y quinientos reales
  • Otro zenso contra Agustín Pérez y su muger de Villaharta de quatrocientos y sesenta y dos reales de principal
  • Otro censo contra Miguel de Ambrona y Andrés Martínez su yerno vezinos de la Gineta de principal de seiscientos y sesenta reales
  • La deuda que deben don Gabriel de Xaraua y doña María Çapata su muger de tes mill y setenta y dos reales
  • La deuda que deue don Alonso de Cañauate vezino de Villanueva de la Xara de nouecientos reales
  • La deuda d¡que debe Alonso López Campillo y su muger de los corridos del zenso de mill y docientos y setenta dos reales
  • El oñiuar de quarenta oliuas camino de Villaharta
  • La mitad de un oficio de regimiento desta villa renunciable al presente está en caueça de Martín Ximénez
  • La mitad de otro oficio de regimiento desta villa renunciable que está en caueça de Juan García Marco
  • En bienes muebles de más de los de la hojuela de deudas nuebe mill ochocientos y ochenta y nuebe reales
  • Y declaramos tocar y pertenecer al dicho heredero el pagar todas las deudas ansí las que oy ay como las que salieren ziertas que asta aora parecen son ochenta y quatro mill y quatro cientos setenta y siete reales y veinte y seis maravedís según la hojuela y memorial que de ellas ay y se a echo por ante el presente escriuano que está en los autos
  • Por último se concede la otra mitad de la capilla de Santa Ana, con un haza agregada de catorce almudes

AHN. INQUISICION, 4535, Exp. 6. Pleito civil de Pedro López Cantero Serrano. 1660-1661

domingo, 28 de febrero de 2016

Don Juan López Cantero: comisario de la Inquisición de Iniesta (III)

La declaración  de testigos a favor de Juan López Cantero es un testimonio del control que ejercía sobre la vida municipal. Pero ese control estaba empezando a quebrarse por la crisis que estaba sufriendo la sociedad hispana en la coyuntura de mediados del siglo XVII. La guerra de Cataluña y el reclutamiento de soldados estaba dislocando las comunidades locales. Desde 1598 existía una milicia de soldados, reorganizada en 1610, 1625 y 1636; era un cuerpo inoperativo de vecinos armados que gozaban de ciertas preeminencias y no sabían nada de la guerra. Pero la última reforma de 1636, que constituyó cuatro compañías en el corregimiento de San Clemente, ya tenía como finalidad su preparación para la guerra. El reclutamiento forzoso de hombres llegó con las levas forzosas de Rodrigo Santaelices en 1640 y 1641. Iniesta debió aportar los milicianos de la compañía de Miguel López Cantero, capitán de la villa de Iniesta y sobrino de nuestro protagonista, que acabaría muriendo en la guerra. En total fueron 55 hombres los pedidos a Iniesta y su tierra; la mayoría desertaron. Pero el esfuerzo reclutador de la Monarquía era continuado y en las campañas siguientes se pidió un contingente anual de seis a ocho mozos a la villa. Allí estaba don Juan López Cantero, excusando del servicio militar a los vecinos de la villa, intentando mantener brazos para la labranza de la tierra y reclutando a foráneos. Su casa se había convertido en hospicio de huérfanos de guerra y doña Catalina Espinosa, su anciana madre, en virtuosa amparadora de pobres.

Don Juan López Cantero era el hombre de los intereses de la Monarquía en la villa de Iniesta, como lo era Francisco de Astudillo Villamediana en San Clemente. Esa fue la causa de la ruina de ambos. Para 1646, la Monarquía estableció la llamada composición de milicias, se trataba de sustituir la aportación de hombres para la guerra por dinero. Se entraba en una nueva escalada contributiva que, ejecutada por la nueva figura de los superintendentes de milicias o de rentas, dejaría exhaustos a los pueblos. Pero ese año de 1646 fue de transición, dándose opción a las villas de optar entre la contribución de hombres o la de dinero. Por necesidad o por obligación se optó por la primera, en tanto que don Juan López Cantero intentaba hacer de la redención al servicio militar un negocio con la concesión de préstamos a los reclutados para eximirse. Así, de momento se reclutaron hombres. El sargento mayor Francisco de Torres, por entonces en Villanueva de la Jara, pidió a Iniesta de 6 a 8 hombres; fueron enviados cuatro, conducidos hasta esa villa por el alcalde Julián de la Cárcel Contreras. Pero el sargento mayor pidió uno más, pues esperaba al menos cinco. Deprisa y corriendo se intentó enrolar un nuevo soldado por el alcalde que había quedado en Iniesta, Alonso Martínez del Peral el menor. La obligación legal para el reclutamiento era echar mano de los padrones de soldados de milicia, celosamente guardados por los concejos y por cuyo acceso imploraba Francisco de Torres. Uno de los inscritos en ese padrón era Alonso Jiménez, el malogrado novio de Quiteria Herreros, futura madre de los hijos de don Juan López Cantero. Sobre la forma, o lo poco que se guardaban las formas, en el reclutamiento de soldados tenemos el testimonio del licenciado Alonso Castellanos:

en cumplimiento de las órdenes de su magestad porque hauiendo venido una para que se sacase cierta cantidad de soldados hauiéndolos remitido a don Francisco de Torres sargento mayor a la villa de Villanueva de la Xara por hauer faltado uno despachó segunda con todo apremio lo qual comunicó con este testigo Alonso Martínez del Peral el menor alcalde ordinario que entonces era y diciéndole que no tenía remedio y que para escusar de molestia i bejación a la villa era forçoso remitir el soldado que faltaua y así que al punto saliese por el lugar y prendiese al primero que encontrase y lo remitiese y el dicho alcalde en esta conformidad salió a buscarlo y yendo con el cuidado desta diligencia encontró en una calle al dicho Alonso ximénez que benía con su açada de cauar de las viñas y así lo prendió siendo ya de noche y muy de madrugada al día siguiente lo remitió al dicho sargento mayor.
(testimonio del licenciado Alonso Castellanos, fol, 67 rº)

El incidente del reclutamiento del soldado Alonso Jiménez sería recordado cinco años después. En su origen estaba el deseo de Juan López Cantero hacia su novia, Quiteria Herreros, joven de diecisiete años, y la apropiación de la misma como un bien más de su hacienda. El problema es que la muchacha puesta en depósito en casa del doctor Suárez le fue arrebatada a éste para ser llevada a casa de don Juan de donde no saldría hasta ser llevada cinco años después al convento de la Encarnación de Albacete, tras dejar dos hijos en custodia de López Cantero. Tal agravio se sumaba a otros muchos que levantarían un clima de rencor y odio hacia nuestro protagonista. Don Juan mantenía una independencia total del vicario con un espacio propio en la Iglesia en torno a capilla de Santa Ana, propiedad de su familia, que curiosamente sería la más afectada por el incendio; había hecho de la ermita y hospital de San Miguel un espacio reservado para uso privativo de su madre; se había enemistado con su primo hermano, Pedro López Cantero Serrano, por la herencia familiar, y había encontrado la oposición de algunos vecinos principales: a Sebastián de Vega y Juan Ibáñez, con pretensiones hidalgas, les había forzado a empadronarse con los pecheros, a Juan Valverde Núñez, Asensio Villanueva, Alonso Cano y Benito Martínez del Peral les había obligado a hospedar a compañías de soldados con sus capitanes y soldados, Juan de Olmeda y el citado Benito Martínez del Peral tenían deudas y cuentas pendientes con el comisario, Juan Rabadán había sido preso por volver a la villa sin respetar el cordón sanitario que se había establecido con motivo de la peste de 1648. Este cúmulo de agravios había creado en la villa un frente contrario a López Cantero. Al frente de la revuelta se situaba el doctor Suárez que ora en la sacristía de la Iglesia ora en los campos o domicilios particulares no dejaba de intrigar:

que los émulos y enemigos de dicho don Juan son el doctor don Alonso Suárez, vicario desta villa, Juan Rabadán Gutiérrez, Juan de Valverde Marzo, Juan de Valverde Núñez, Benito Martínez del Peral, y Alonso Martínez del Peral el mayor, y Asensio López Villanueva, Antonio López, don Sebastián de Vega, Juan Ibáñez, Benito Pajarón, ... y que el dicho vicario lo es por causa de que el dicho don Juan Cantero no ba como los demás clérigos asistiéndole delante del cabildo va desde la iglesia a su casa ni le acompaña en los actos públicos, y que dicha enemistad es tan cierta que a quatro años le tiene ojeriça , y e conoce que a este testigo le dijo abrá como seis días don Pedro López Cantero Serrano, primo hermano del dicho don Juan Cantero, estando con su primo disgustado le llegó a decir el doctor Suárez que si quería que se capitulase a dicho don Juan Cantero en el Consejo Supremo de Ynquisición que él lo haría
(testimonio de Julián de la Cárcel Contreras, fol. 61 rº)


Las declaraciones de testigos en Iniesta acabaron el cuatro de mayo de 1651, mientras don Juan López Cantero seguía, en palabras que ocultaban la dura realidad, hospedado en un mesón de Cuenca esperando una resolución del Inquisidor. Pero tuvo que esperar a la ya referida toma de declaración del doctor Suárez que también se hallaba en la ciudad y a las conclusiones finales del fiscal Vallejo que llegarían el día 13. En ellas, el fiscal mantenía todas y cada una de las acusaciones y pedía el máximo rigor en las penas. La sentencia condenatoria del Inquisidor Jacinto Sevilla, no obstante, fue mucho más benigna de lo deseado por el fiscal:

fallamos atento los méritos del dicho prozeso que debemos mandar y mandamos que el dicho licenciado Juan López Cantero procure continuar las funciones sacerdotales diciendo missa por lo menos los días principales y preciándose de acudir al coro y ebitar el escándalo que de lo contrario se sigue= y por la culpa que resulta se le condena en las costas deste prozeso y en quatro mill marauedís para gastos deste Santo Oficio

Pero aún le quedaba un rosario de apelaciones que viviría como auténtico calvario. La sentencia confirmada por el Consejo de la Suprema el 6 de julio de 1651, debió ser nuevamente ratificada seis años después. Para entonces,  el licenciado Juan López Cantero se había dejado cinco años de su vida y hacienda en las cárceles inquisitoriales, que él nos hacía pasar por posada o mesón. Lo de dejarse la vida es algo más que una metáfora, pues murió el doce de julio del año 1655. Antes le había precedido su madre. Dejó como único y universal heredero a su procurador en los juicios, el presbítero Juan Risueño Alfaro. No lo aceptaría Pedro López Cantero Serrano, primo hermano de don Juan, que emprendería una batalla legal por el mayorazgo fundado por sus tíos Pedro y Catalina. En el reparto de los bienes del mayorazgo también sería parte una niña, llamada Catalina Espinosa como la abuela; era la hija natural de don Juan y la monja Quiteria; el otro hijo creemos que había fallecido. Esa intención de don Juan, de reconocer a sus hijos naturales, quizás fuera el detonante de todo el proceso inquisitorial.


AHN. INQUISICIÓN. 1927, Exp. 10. Proceso criminal contra Juan López Cantero, comisario del Santo Oficio de Iniesta por vida escandalosa y amancebamiento. 1651-1657



Don Juan López Cantero: comisario de la Inquisición de Iniesta (II)


Desde el 14 abril de 1651, don Juan López Cantero se hallaba en Cuenca, instalado en una posada, que decía él y que no era sino cárcel inquisitorial . Allí ha acudido en cumplimiento de orden del Inquisidor de Cuenca, que le ha conminado a dejar Iniesta en el plazo de una hora y presentarse en Cuenca inmediatamente. Don Juan López Cantero, desde su posada, asiste durante dos semanas al interminable paso de los días, pero sus continuas peticiones para que se le escuche caen en saco roto. Por fin el 19 de abril es recibido por el Inquisidor Jacinto Sevilla, pero acudía como reo inculpado.

El todopoderoso don Juan López Cantero se defenderá inocente y torpemente. Este presbítero, nacido en 1596 y ordenado de epístola desde 1621, después de haber estudiado gramática en Belmonte y Villarejo, reconocía dejar a un lado sus obligaciones sacerdotales y la de decir misa, pues era hombre ocupado en la administración de su hacienda. No hacía en su proceder sino lo que hacían otros que con menos cumplen. Mezclando tiempos y lugares intentaba demostrar que no estaba en los momentos y lugares más comprometedores, pero no dejaba de reconocer su flaqueza por las mujeres y, en concreto, su incontinencia con Quiteria Herreros con la que reconocía haber engendrado dos hijos. Conscientes de su pecado, ella expiaba sus pecados en un convento en Albacete, él manteniendo en su casa a los dos hijos.

Si en algo parece intachable Juan López Cantero es en la acción de gobierno, que, por cierto, no ejercía directamente. Poseedor de cinco regimientos vinculados al mayorazgo fundado por sus padres, los mismos se hallaban en manos de familiares y próximos: Pedro López Cantero Serrano, Pedro López Cantero Atienza, Juan Ruiz Jara, el doctor Manuel Martínez y Pedro Pérez Serrano. Como muestra de buen gobierno de la república se aportaba que en doce años sólo dos pleitos habían sido apelados al corregidor de San Clemente.

La débil defensa que de sí mismo hizo don Juan López Cantero, dejó el camino libre al fiscal Juan de Vallejo para pedir el 20 de abril las máximas penas contra su persona y sus bienes. Sólo entonces pareció entender el acusado la gravedad de las acusaciones y la precariedad de su situación; respondiendo con memoriales negando los hechos y las irregularidades de un procedimiento del que desconocía los acusadores y los autos de la sumaria que le condenaban. Iniciará su defensa alegando su indefensión en un proceso, cuya instrucción han llevado con probada malicia el comisario inquisitorial Alonso Sánchez de la Fuente y el notario Juan de Mohorte. Aunque no conseguirá parar el proceso, el Inquisidor Apostólico de Cuenca Jacinto de Sevilla ordenará nuevas averiguaciones en Iniesta, donde se iniciarán nuevos interrogatorios comisionando al licenciado Juan Martínez de Villamayor y al notario Luis Maestro Caja. Al final, y por ausencia del primero, las averiguaciones corresponderán al notario y al comisario de Motilla del Palancar, Tomás Tendero, que iniciaran la toma de testigos el primero de mayo. Pero para entonces Juan López Cantero, a través de su madre, ha preparado su defensa, ganándose la voluntad de los acusadores.

Los testigos tibios de la primera declaración no dudarán en cambiar su versión. El licenciado Miguel Mateo nos presentará a don Juan como el hijo modélico de doña Catalina Espinosa, viuda virtuosa, acogedora de pobres y huérfanos en su casa, y al propio encausado como hombre honesto que

vive con mucha justificación y como un cartujo dando muy buen exemplo

Pero la exaltación de la madre iba más allá de sus virtudes. Viuda del doctor Pedro López Cantero había sabido mantener y administrar sus bienes y hacienda, vinculados a un mayorazgo, incluidos cinco oficios de regimiento arrendados a otros tantos vecinos. Hemos de sospechar que ante un Juan ausente, sería la madre quien defendiera el honor familiar. Las declaraciones fueron corroboradas por el alcalde ordinario Alonso Martínez del Peral, también fluctuante en sus opiniones, que aportó el modo cómo se había hecho el reclutamiento para la guerra de Cataluña. Unos años antes, un conocido por nosotros, el Sargento Mayor Francisco de Torres andaba desplazándose por las villas para reclutar soldados. En Iniesta se había personado para reclutar seis u ocho, para ello contó con la ayuda de la justicia del lugar, que finalmente le había dado cuatro o cinco jovenzuelos de los que menos falta hacían en la villa. Igualmente tibio en su declaración fueron Juan Valverde Marzo, el regidor Pedro Pérez Salvador, Juan Ibáñez, Juan de Valverde Núñez y Benito Pajarón. Sólo fue recalcitrante a modificar su anterior declaración Asensio López Villanueva, que ratificó de forma escueta y tajante su anterior declaración; el vicario de la villa prefirió ausentarse a la ciudad de Cuenca.

El doctor Alonso Suarez era consultor del Santo Oficio, visitador general del obispado de Cuenca y vicario de la villa de Iniesta. Su testimonio, del que sacó traslado el notario Maestro Caja, había sido determinante para inculpar en el primer momento al licenciado don Juan López Cantero. Ahora se le tomará de nuevo, el diez de mayo, declaración; pero esta vez en Cuenca, alejado de su pueblo y por ende libre de toda presión o coacción. Para desgracia del acusado, ratificará cada una y todas las acusaciones. El vicario, al que hemos de suponer de gran rigor en materia de costumbres se convertirá en azote fustigador de los excesos del acusado.

No obstante don Juan López Cantero contaba con muchas complicidades en el pueblo o, al menos, conservaba suficiente poder para defenderse. En la presentación de testigos a su favor que hizo el licenciado Juan Risueño Alfaro, teniente del vicario, estaban la mayoría de principales, oficiales públicos e hidalgos de la villa, incluso alguno de los acusadores: Julián de la Cárcel Contreras, alcalde ordinario por el estado noble, Pedro Ponce de Guzmán, el licenciado Alonso Castellano, abogado de la villa y regidor, el licenciado Alonso Lucas, abogado y teniente mayor del vicario, Alonso Ponce de León, regidor y familiar del Santo Oficio, Alonso Martínez del Peral el mozo, familiar del Santo Oficio, Alonso Jiménez, el licenciado Pedro Blasco, presbítero, Miguel Mateo Rabadán, escribano, el doctor Manuel Martínez, regidor y médico de la villa, Juan Ruiz Jara, regidor, y el licenciado Martín de Cubas, presbítero. Acompañando a la relación de testigos presentó una relación de servicios hechos a la villa de Iniesta que no deberían caer en el olvido. En su casa se habían alojado a su costa corregidores y alcaldes mayores de San Clemente y Cuenca, jueces, administradores de rentas y sargentos mayores. De un modo u otro, él controlaba la administración de justicia, la leva de soldados y la recaudación de impuestos. Nadie como él había contribuido a la reconstrucción de la Iglesia, abrasada unos años antes, y su embellecimiento, corriendo con la mitad de los gastos y dotándola con un órgano de ocho mil reales. La propia villa le debía quince mil reales y dependía de él para el abasto de carnes en años de necesidad como el de 1649. Tal benefactor público tenía demasiados apoyos para ser presa fácil de la Inquisición.



AHN. INQUISICIÓN. 1927, Exp. 10. Proceso criminal contra Juan López Cantero, comisario del Santo Oficio de Iniesta por vida escandalosa y amancebamiento. 1651-1657

viernes, 26 de febrero de 2016

Don Juan López Cantero: comisario de la Inquisición de Iniesta (I)

El licenciado Juan López Cantero, comisario del Santo Oficio en la villa de Iniesta, no parecía tener mucho apego a su profesión religiosa; a pesar de haberse ordenado sacerdote 28 años antes, no hacía uso de su misión pastoral más allá de la rutinaria misa anual del jueves santo. El resto del año vivía muy profanamente y bastante alejado de la rectitud moral que exigía su oficio. Ya desde su misma ordenación vivía amancebado con una mujer casada, situación que se prolongó durante 16 años hasta la muerte de la mujer. El engañado viudo tuvo que soportar una nueva humillación cuando el cura se llevó a su casa a las hijas del matrimonio. Su desenfreno y lujuria le arrastró a compartir esta mujer con otras dos: una joven, de cuyo novio, cual si fuese despechado rey David con Urías, dio cuenta, enviándolo a la guerra de Cataluña, del que falsamente se decía que había muerto, quizás para ocultar su deshonra. Su hartazgo, una vez satisfechos sus apetitos, y hacerse con los dos hijos habidos de la relación, le había llevado a meter a la pobre mujer de monja en un convento. Pronto buscaría la sustituta en una mesonera del pueblo.

Este desenfreno en su vida personal tenía su parangón en el dominio de la vida del pueblo. Su riqueza era desmesurada, tenía una hacienda valorada en 80.000 ducados; su fortuna le garantizaba una posición de preponderancia, denunciada por uno de sus acusadores, siendo propietario de cuatro regidurías perpetuas, con que tiene tiranizada la República y está hecho dueño absoluto de la tierra.

El memorial que incluía las acusaciones invitaba a que se tomara declaración a vecinos principales del pueblo. Las declaraciones se sucedieron, desde el día dos, a comienzos de marzo de 1651, a cargo del licenciado Alonso Sánchez de la Fuente, comisario del Santo Oficio y del notario Juan de Montesinos. No todos se atrevieron a declarar contra López Cantero. El regidor Pedro Sánchez Salvador obvió los temas más espinosos. Diego de Cubas era primo suyo y evitó cualquier declaración acusatoria. Pero otros fueron más atrevidos. Asensio López Villanueva cargó contra el comisario, ratificando cada una de las acusaciones, escaso celo sacerdotal y vida mujeriega, e incorporando otras nuevas:

y que abiendo muerto la mujer casada de quién decía se llebó a su casa el dicho don Juan Cantero dos ijas que dejó la dicha difunta y después de algunos años murió la una en casa del dicho don Juan Cantero y la otra después de algunos días  de la muerte de la dicha se la bolbió al dicho su padre y ésta a estado con el dicho su padre y un ermano clérigo que tiene asta agora que abrá un mes poco más o menos que el dicho don Juan Cantero se la bolbió a llebar a su casa donde está de presente=
y en quanto a que tubiese amistad el dicho don Juan Cantero con otras dos mujeres con casa aparte antes que muriese la mujer casada arriba referida= dixo este declarante no lo sabe
Al tercero capítulo dixo este declarante que lo que sabe que es público y notorio que el dicho don Juan López Cantero que abrá ocho años poco más o menos tubo amistad con Isabel Martínez mujer soltera y se decía ser natural de la villa de Moya con la qual ubo nota y escándalo de que trataba torpemente con ella y que la tenía casa aparte en la qual en la qual la trataba y comunicaba con mucha murmuración y le parece este testigo que abrá siete años poco más o menos que la envió a Granada donde murió y ansimismo save que después de aber inbiado la dicha mujer a Granada tubo amistad el dicho don Juan Cantero con otra mujer soltera natural de esta villa que se llama Quiteria Errero  en la qual tubo dos ijos que tendrán la niña cuatro o cinco años y el niño tres o quatro años poco más o menos los quales tiene en su casa el dicho don Juan Cantero criándolos y alimentándolos y sabe abrá dos años que metió monja a la dicha Quiteria Errero en un convento de Albacete y en quanto a la amistad que se dice tener en  un mesón este declarante dixo no saber nada

La declaración más esperada era la del doctor Alonso Suárez, consultor del Santo Oficio y vicario perpetuo de la villa. Sin duda por la autoridad moral e institucional de su testimonio. No lo haría hasta el día siguiente, tres de marzo, después de ser requerido con insistencia. Centró sus acusaciones en la displicencia en el ejercicio de sus obligaciones religiosas por Juan López Cantero y obviando manifestarse sobre otras relaciones, sí que lo hizo en la relación mantenida por el acusado con Quiteria Herrera

una mujer vezina desta villa se salió de casa de sus padres y bino ante el dicho bicario pidiendo por marido a un ijo de vezino de dicha villa y el dicho vicario la puso en depósito en casa de Benito de Peñarrubia Texero y después supo y fue público que a la persona que pidió a esta mujer la echaron a la guerra y se dixo públicamente que lo iço el dicho don Juan Cantero con mano poderosa sólo a título de que no se casase con la dicha mujer con quien el dicho don Juan Cantero estuvo amancebado con mucha nota y escándalo

Juan de Valverde Núñez, Alonso Martínez del Peral, a la sazón alcalde ordinario, y el licenciado Miguel Mateo ratificarían las acusaciones. El último nos aporta la noticia curiosa que unos años antes se había quemado la iglesia parroquial. Del mismo sentido fueron los testimonios de otros principales de la villa como Benito Pajarón, Juan de Valverde Marzo y Juan Ibáñez, pero sólo el último se atrevió a denunciar, a diferencia de los testigos anteriores que no pasaban de la insinuación, el poder despótico que don Juan López Cantero ejercía en la villa

que el dicho don Juan Cantero es hombre rico y muy poderoso y que a todos los tiene supeditados y debajo de su voluntad y que en esta villa no se ace más de lo que el quiere por ser tan poderoso y que tiene quatro o cinco rregimientos con los quales y otros que tiene de su bando ace lo que quiere en el ayuntamiento nombrado por alcaldes y otros oficios a quellos de quien él tiene gusto que lo sean

Así tras las acusaciones morales aparecía ahora un trasfondo de rivalidad política y lucha banderiza. Pero el pesquisidor no consiguió una acusación concreta contra la actuación política de Juan Cantero. Es más cuando intento extender sus averiguaciones visitando las casas de cuarenta vecinos del pueblo, no obtuvo más que murmuraciones, pero ni un testimonio escrito. El temor que despertaba don Juan Cantero sólo tenía parangón con su poder. El pesquisidor licenciado Alonso Sánchez de la Fuente no dudaría en zanjar sus averiguaciones en Iniesta y remitir los autos al Tribunal de la Inquisición de Cuenca. Hasta esta ciudad, y viendo que el proceso se escapaba de su control en la villa de Iniesta, se fue don Juan López Cantero para defender su inocencia y presentarse como víctima de un complot urdido por los principales de su pueblo y algunos comisarios de la Inquisición. Pero la necesidad obligaba.


                                                            (continuará)

AHN. INQUISICIÓN. 1927, Exp. 10. Proceso criminal contra Juan López Cantero, comisario del Santo Oficio de Iniesta por vida escandalosa y amancebamiento. 1651-1657

martes, 23 de febrero de 2016

Molinos de la ribera del Júcar

Como curiosidad aportamos, del año 1531, una carta de venta de una haza de tierra en la ribera del Júcar de un vecino de Villanueva de la Jara al concejo de San Clemente. Dicha tierra era colindante a los molinos que la villa había construido apenas quince años antes en el vado del Frasno, junto a los molinos de la Losa, propiedad de Alonso del Castillo, con el que se había llegado a un compromiso para su construcción y aprovechamiento.


Sepan quantos esta carta de vendida e rrobra vieren como yo juan lópez barbero vezino que soy de la villa de villanueva de la xara otorgo e conozco por esta presente carta que vendí e vendo a vos el honrado conçejo justiçia rregimiento ofiçiales e omes buenos de la villa de sant clemente es a saber una haça que yo tengo e poseo en la rribera de xúcar desta parte del dicho rrío de hasta catorze almudadas de trigo que a por sulqueros (lindes) haça  de alonso lópez del prado vezino de la dicha villa de villanueva por la una parte e con el camino que va dende la puente desta villa de villanueva questá en el dicho rrío de xúcar a los molinos nuevos que el conçejo desta dicha villa tiene en el dicho rrío e con tierras de diego lópez granero vezino de la villa de alarcón questá la dicha haça en el término de la dicha villa de alarcón, la qual dicha haça de suso por mi declarada e deslindada vos la vendí e vendo con todas sus entradas e salidas usos e costumbres e derecho que hoy día ha e de fecho e de derecho puede e deve aver agora y en todo tienpo e por siempre jamás e por presçio e quantía nonbrada de quatro mill y ochenta maravedís yo el dicho juan lópez me tengo e otorgo por bien contento e pagado y entregado a toda mi voluntad e sin contradiçión alguna por cuanto yo los rreçibí de vos chistóval merchante vezino de la villa de sant clemente y en nonbre de vos el dicho conçejo e pasaron de su poder al mío llana e rrealmente ... fecha y otorgada fue esta carta de vendida e rrobra en la dicha villa de villanueva de la xara a seys días del mes de novienbre año del nasçimiento de nuestro señor e salvador ihesucristo de mill e quinientos e treynta e un años a lo que fueron testigos presentes pedro de monteagudo e alonso martínez moragón e pedro deredia criado del dicho pedro de monteagudo vecinos de la dicha villa


AMSC. AYUNTAMIENTO. Leg. 50/22

TORRENTE PEREZ, Diego: Documentos para la Historia de San Clemente. Tomo II. Madrid. 1975, pp.226-230

Donativo de San Clemente para la Guerra de Italia (1629)


Después de 1625, el llamado por John H. Elliott el annus mirabilis de la Monarquía Hispánica, llegará a partir de 1628 la llamada Guerra de Sucesión de Mantua, que supondrá el punto de inflexión que marque el inicio de una serie de reveses que conducirán al fin del poderío militar y de la llamada, tal como lo hace el texto, la rreputación de las armas de su magestad, Aquí la Monarquía necesitada y acosada en el sitio de Casal, pide, por voz del Consejo de Guerra, ayuda urgente al concejo de San Clemente y villas de su partido; consciente de la imposibilidad de reclutar los 200 soldados que se piden con la suficiente premura, solicitará un nuevo donativo a caballeros y particulares de ese distrito. Paralelamente al declinar de las armas, la villa de San Clemente asistirá a su decadencia propia, después de haber sorteado la crisis de cambio de siglo e incluso haber experimentado un pequeño renacer. Tal vez algún día contemos con más documentación que nos ayuden a conocer mejor las noticias parcas que disponemos hoy de la bandera colocada en la plaza de la villa para el reclutamiento de soldados o el alojamiento en los mesones de la villa de soldados heridos, repatriados de Italia, a finales de los años veinte.


La conseruación de los súditos desta corona y que biban en paz y justicia es una de las cosas que más desea el consejo (de Guerra), pues demás de ser la principal de su obligación el amor grande que su magestad les tiene solícita procurarlo= el consexo a tenido noticia del estado de las cosas de ytalia el aprieto grande en que se alla don gonçalo de córdoua en el cerco y sitio de casal quán aventura él asta la rreputación de las armas de su magestad y la obligación precisa de acudir al socorro y quan exausto y consumido está su rreal patrimonio por auerle siempre empleado en la defensa de la rreligión y de la quietud pública y aunque la ocasión presente pudiera mouer a su magestad a nueuos tributos por no aflijir sus vasallos no usa deste medio sino rrepresentarles el aprieto en que se alla y quán preciso es su rremedio que considerándole el consexo a seruido a su magestad con docientos soldados pagados por un año menos lo que durare la guerra y a acordado auisar a esa villa para que con el celo que siempre tiene junte el ayuntamiento trate y confiera con quantos soldados podrá seruir a su magestad para el tiempo que durare esta ocasión y rreconociendo algún ynconbiniente por la dilación que será necesaria para levantar la gente de guerra con que sirviere por estar este rreyno con alguna falta della el sueldo y costa que ubieren de hacer ymbiaréis a esta parte de adonde se rremitirá a la parte que su magestad mandare y daréis noticia desta carta a los caballeros y particulares desa villa y su distrito para que acudan en ocasión tan del seruicio de Dios y de su magestad seguridad común y particular de cada uno= el consexo fía de vos que con el celo que siempre auéis tenido acudiréis a ello y queda advertido de sinificar a su magestad el amor y fidilidad con que os auéis mostrado, madrid y março 31 de 1629
                        (once rúbricas de miembros del Consejo de Guerra)
                                       don fernando de vallejo (rúbrica)


AMSC. AYUNTAMIENTO. Leg. 34/10

sábado, 20 de febrero de 2016

Don Rodrigo de Ortega: la usurpación como origen de la riqueza familiar (III)

Pozoamargo
Las tierras obtenidas por Rodrigo de Ortega en la almoneda de junio de 1613 a costa de Martín de Buedo alcanzarán un valor en el remate de 2400 ducados; prácticamente, la mitad de su valor real. Buedo Gomendio se reservaba la posibilidad de recuperar esas tierras si saldaba su deuda en el plazo de dos años. No obstante, Rodrigo Ortega no parecía muy dispuesto a ceder su nueva adquisición, cuya superficie había incrementado moviendo en su favor los mojones con las tierras colindantes que aún conservaba el tesorero. Es más solicitará a la justicia de San Clemente, que se la dará en 1614, la posesión y plena propiedad de esas tierras, convirtiendo una garantía o derecho de ocupación temporal en definitivo. Negándose a cualquier trato con el tesorero dispuesto a pagar el valor de las tierras en el remate:

...el dicho Rodrigo de Hortega contrabiniendo a el dicho trato y callando la verdad dél pidió posesión de las dichas tierras ante la justicia de la dicha villa de San Clemente y se le dio despoxando a mi parte de la que se tenía por estar yndefenso y en la cárcel y ser la parte contraria persona poderosa y demás del dicho despoxo cobró  de mi parte más de trecientas fanegas de trigo y cebada de las rentas de la dicha heredad los dichos años...

Pero para 1620, Rodrigo Ortega ya tenía muy consolidado su poder y es hombre protegido en la misma Corte, donde el Consejo de Hacienda solicitará a la Chancillería de Granada, que se inhiba del caso y le remita los autos, los cuales serán enviados a Madrid el 15 de junio de 1620. Martin Buedo, vecino de Vara del Rey, se sentirá  a partir de ese momento más preocupado por su propia seguridad que por su hacienda, pidiendo amparo ante el rey para evitar las represalias de Rodrigo de Ortega, en cuyas manos está la justicia ordinaria del pueblo que es vecino.

El valor de las tierras adquiridas por don Rodrigo y su ubicación se puede ver en la transcripción del siguiente memorial presentado por Martín Buedo. Como hecho a destacar, estas mismas tierras en algunos casos procedían de tierras comunales, objeto de rapiña por los poderosos. El total de tierras que pasaban de las manos de Martín de  Buedo a Rodrigo de Ortega ascendía a más de 1600 almudes; vía expolio la cantidad duplicaba la adjudicada en venta judicial. Sobre este patrimonio, don Rodrigo Ortega y su mujer Ana Rosillo Gabaldón fundarían el mayorazgo, que heredarían los marqueses de Valdeguerrero.

Memoria de la eredad y aças que don rodrigo de ortega tiene de mi martín de buedo es la siguiente-

-primeramente quinientos almudes de tierras trigales y cebadales donde dicen la calabera y rubiales que es y están en la oya la cierba y en sancha que son tierras que se adeesaron por pleyto sean desecho y por concierto se desicieron que la villa de vala de rey y roda y san clemente y doña ana ortiz truxeron en raçón que se desiciesen, el tal pleito se trató en esta corte que pasa ante Gaspar del adarbe escribano de cámara della como co(n)stará por el dicho pleito los cuales están un pedaço alinde de aças de erederos de diego de montoya espinosa y el camino de san clemente que ba al molino y otro pedaço alinde del dicho don rodrigo de ortega y al mismo camino y otro pedaço en la boca los rubiales xunto a las biñas.
-más otro pedaço de ciento y beynte almudes de tierras trigales a do dicen los olmillos alinde de rodrigo de ángulo y a una parte y otra de camino de poçoamargo que ba por la sierra y biñuelas
-más otros cincuenta almudes a la mano dizquierda del dicho camino de poçoamargo a la mano dizquierda dél
-más a do dicen el poço de xinés de andúxar treynta almudes alinde de Fernando de gabaldón y el camino de la cañada el abad  a la mano derecha como se ba a ella
-más diez almudes camino de san clemente alinde de madrigal y del camino dicho trigales
-más camino del orado blanco beynte almudes trigales alinde de los erederos de ortega de angulo
-más en los seros beynte almudes trigales y cebadales alinde de fernando díaz y don rodrigo de ortega
-más seys almudes de cebadal con una era a do dicen la era de francisco de alarcón alinde del camino que ba a la naba
-más seys almudes de cebadal a do dicen el rebentón alinde del camino que ba a la cañada sisante digo ocho almudes
-más cincuenta y seys almudes de cebadales en seys pedaços en la bega de bala de rei
-más a do dicen el corral de gonçales doce almudes de cebadal
-más camino de rus en dos pedaços quince almudes de cebadales
-más otros seys almudes con una era do dicen la era de diego de buedo
-más otros beynte almudes de cebadales a do dicen los corrales de madrigal
-más diez almudes camino de rus trigales
-más otros doce almudes camino de minaya trigales
-más los ciento y tres almudes de alonso de xabega en cuatro pedaços
-más treynta almudes en texarexos alinde de pedro de buedo y el camino de texarexos
-más diez almudes en do dicen el nacimiento del agua en la naba alinde del dicho rodrigo de ortega
-más beynte y cinco almudes en claro de en medio alinde del dicho don rodrigo trigales
-más otros beynte almudes en claro de la güerta alinde de erederos de pedro lópez
-más otros beynte almudes trigales a do dicen la royça
-más deciséis almudes a do dicen el gilillo alinde de fernando de gabaldón
-más ochenta almudes de trigales en el prado de las forcas alinde de don rodrigo de ortega
-más cinquenta almudes donde dicen los pedregales a una parte y otra del campo de texarexos
-más trecientos almudes donde dicen la oya perona cebadales en una aça que era de mi padre y otra de la de felipe balero y otra de la de lionardo de cuéllar y otro de mari de xabega y otro de fernán saiz y otro de encima las penas y otro de francisco royz con una era xunto a ellos
-más en el portillexo beynte almudes trigales xunto al camino del cañabate
-más otros beynte almudes donde dicen el corral de fernando de sebilla que eran de fernán sayz
-más a do dicen el pago beynte almudes de cebadal en dos pedaços
-más encima el pago treynta almudes de cebadales que eran de mi padre y francisco de alarcón
-más otros treynta almudes de cebadal en la oya perona que eran de alonso ximénez alinde de madrigal
-más otro cebadal de cuatro almudes en la cuesta escurridera
-más un cercado de cuatro almudes de cebadal en medio el lugar
                                                              martín de buedo gomendio (rúbrica)


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ Caja 2854, pieza 6. Martín de Buedo Gomendio contra Rodrigo Ortega sobre propiedad de tierras en Cañada del Abad. 1620, fols. 12 y 13