viernes, 26 de abril de 2024
LAS CARMELITAS DESCALZAS ENTRE VALERA Y SAN CLEMENTE
miércoles, 24 de abril de 2024
El duque del Infantado y las rentas reales de Iniesta
La enajenación de las rentas reales y tercias de la villa de Iniesta a favor del duque del Infantado había tenido lugar con Felipe IV, cuando por real provisión del Consejo de Hacienda de 18 de noviembre de 1661 se dio la posesión de las alcabalas y tercia a don Rodrigo de Sandoval Silva y Mendoza, duque de Pastrana y del Infantado. El montante de esas rentas, según encabezamiento, era de 1020000 maravedíes. Por nueva carta de 23 de diciembre de 1662 se le prorrogó al duque la posesión de dichas rentas para los años 1663 y 1664.
La posesión se prorrogaría dos años más, pero esta vez la fórmula elegida no sería la del encabezamiento sino la administración directa, que le facultaba para imponer un gravamen del diez por ciento sobre las transacciones. El duque se comprometía a pagar a la tesorería del partido de San Clemente de 18000 maravedíes para desempeñar los juros y la Hacienda a anunciaba que no volvería a enajenar esas rentas.
BNE. MSS/11150. Libro de gastos de la despensa de la Casa del Infantado, en el año de 1635. Real Provisión de Carlos II, prorrogando al Duque de Pastrana y del Infantado la administración y cobro de las alcabalas y tercias de la Villa de Iniesta, los años de 1665 y 1666. Madrid, 22 de septiembre de 1666 (h. 75-76)
¿Quién paga las iglesias?
Llegado el siglo XVII, las iglesias levantadas o reformadas en los últimos años del Cuatrocientos y en el Quinientos necesitaban de nuevos reparos o edificación de nuevos elementos. Pensadas para sociedades campesinas tradicionales y con escaso número de vecinos, el crecimiento demográfico de primera mitad del siglo XVI las había dejado pequeñas. Una de estas iglesias era la de Tarazona de la Mancha, que junto a las de Almonacid del Marquesado, Belinchón y la de Santo Domingo de la ciudad de Cuenca estaban inmersas en obras de reforma. El problema era quién pagaba los gastos. Las alegrías del siglo XVI habían desaparecido y los concejos no estaban dispuestos a asumir los gastos con sus propios ni con repartimientos a sus vecinos. Se pretendían levantar nuevas torres monumentales en consonancia con unos pueblos que adquirían personalidad propia, pero, ¿de dónde sacar el dinero? El obispado de Cuenca respondió enseguida: ni curas ni cabildos habían de pagar de los beneficios de sus curatos como pretendían los concejos. Las argumentaciones eran que la Iglesia había cedido un tercio de sus rentas decimales a la Corona, y que los parroquianos, antaño, ya habían realizado ese esfuerzo antaño. La justificación doctrinal se encontraba en los escritos de los papas Simplicio y Gelasio (allá por los años 471 y 494): eran los lugares quienes levantaban sus iglesias y a ellos les correspondía la reedificación.
En el pleito posterior que se inició el procurador del obispado de Cuenca no se mordió la lengua a la hora de decir que "es de advertir que las fábricas no llevan parte alguna en los dichos Obispados, ni alguna de ellos de los dichos diezmos, sino de los dichos interesados in darles un grano de pan, de manera que de sus bolsas hacen los dichos gastos sus parroquianos". El Obispado pasó a continuación a detallar, sin pudor alguno, lo que los vecinos de los pueblos habían gastado en reparar cada una de sus iglesias en los últimos veinte o treinta años:
- La Roda: cien mil reales
- Minaya: treinta mil reales
- El Provencio: treinta y dos mil reales
- Olmeda de las Valeras: treinta y tres mil reales
- Alarcón: tres iglesias, ciento cincuenta y cuatro mil reales
- Almodóvar: treinta mil reales
- Honrubia veintidós mil reales
- Alconchel: veintidós mil reales
- Las Pedroñeras: ochenta mil reales
- Belinchón: ochenta y cuatro mil reales (se había empezado a edificar nueva iglesia, 37 años antes a costa de sus vecinos)
- El Acebrón: treinta mil reales
- Palomares: ochenta mil reales
- Torrejoncillo: veinticinco mil reales
- Horcajada: ochenta mil reales
- Olmedilla: treinta mil reales
- Loranca: sesenta mil reales
- Vellisca: cincuenta mil reales
- Barajas: veintiséis mil reales
- Mazarulleque: veinte mil reales
- Alcázar: setenta mil reales
- Valdecolmenas: veinte mil reales
- Garcinaharro: ochenta mil reales
- Las Cuevas; noventa mil reales
- Culebras: dieciséis mil reales
- Gascueña: cuarenta y cuatro mil reales
- La Ventosa: treinta y seis mil reales
- Villar de Domingo García: doce mil reales
- Sisante: ciento ochenta mil reales
- Cañaveras: cien mil reales
- Cuenca, San Salvador: ciento cincuenta mil reales
- Cuenca, San Pedro: diez mil reales
BNE. PORCONES/191(13). Por el Dean y Cabildo de la Santa Iglesia de Cuenca, por lo que le toca, y en nombre de los curas y beneficiados interesados en los frutos decimales de las Iglesias parrochiales de Almonacir del Marquesado, Belinchon, y Taraçona de dicho obispado, y de la de santo Domingo parrochial de dicha ciudad, y en nombre de todos los otros curas y beneficiados de todo el dicho obispado. Con las fabricas de dichas quatro Iglesias parrochiales, y sus Mayordomos, y Concejos de las dichas villas, y con las demas de todo el dicho obispado. Sobre las reedificaciones de dichas quatro Iglesias, y sus reparos y de las demas de dicho obispado
martes, 23 de abril de 2024
Catalina de Cardona
En una posesión llamada El Carmen por haber sido antiguamente de los Padres Carmelitas Descalzos, como se dirá, y ahora es de este convento por justos títulos de propiedad. Vivió y murió una Venerable muger llamada la Santa Madre Doña Catalina de Cardona, de la nobilísima casa de los duques de Cardona, criada y estimada en Palacio en tiempo del Emperador Carlos V, la qual saliendo de él y del bullicio de la Corte, como otro Arsenio, por revelación particular de Dios, se vino a este lugar desierto y lleno de muchas espesuras, distante media legua corta del sitio donde está fundado este convento de Nuestra Señora del Remedio, y como dos tiros de escopeta del río Xúcar, donde excediendo las grandes penitencias y rigores de los Antonios, Macarios, Hilariones, y de otros padres del Yermo vivió muchos años en una cueva, vestida con el santo hábito de Carmelita Descalzo, por no ser vista ni conocida de nadie: tal era su humildad, en cuyo exercicio de virtud tan elevada solo pretendía anonadarse al mundo, y ser conocida de su Criador, y de hecho de nadie fue vista en muchos años, ni sabía nadie donde estaba, más que un Santo sacerdote que la traxo, natural de la villa de Vara de Rey, quien le administraba secretamente los Santos Sacramentos. Luego que fue descubierta y conocida, fundó una casa de Carmelitas Descalzos, que la dexaron después, para trasladarse a Villanueva de la Xara, y ahora en posesión de este convento de Nuestra Señora del Remedio, como ya se ha dicho. Escribió la vida de esta muger el Ilmo. Sr. don Fr. Diego de Yepes, obispo de Tarazona y confesor que fue de la Santa Madre Santa Teresa de Jesús. Acudió esta sierva de Dios, después de haber sido conocida y descubierta, desde aquella cueva donde vivía a este nuestro convento, donde con gran devoción y ternura oía misa. la administraban los Santos Sacramentos y se mantenía de las limosnas que recogía, como consta de los testimonios de personas muy ancianas y fidedignas, que la conocieron y comunicaron. Por último murió santamente, como vivió, y su cuerpo se lo llevaron consigo los Padres Carmelitas Descalzos, quando se trasladaron a Villanueva de la Xara, donde está y es tenido en mucha veneración.
Compendio historico de la maravillosa aparicion de la devotisima imagen de Nuestra Señora [Texto impreso] :que con el titulo del Remedio de Fuensanta se venera en el convento, que en la villa del mismo nombre en el Obispado de Cuenca tienen los religiosos de Trinitarios Calzados, en el qual para excitar la piedad y devocion de los fieles se refieren algunos prodigios que ha obrado el Altísimo, con los que han invocado el Patrocinio de la Señora en esta su imágen milagrosa / dalo a luz el P. Fr. Francisco Ruiz ...
martes, 16 de abril de 2024
LOS SUÁREZ DE FIGUEROA DE SAN CLEMENTE
En 1653, el archivo del concejo de Cuenca estaba desprovisto de toda solemnidad, contrastando con el valor de los documentos que conservaba; Cuando Pedro Suárez de Figueroa, acude a las viejas casas del ayuntamiento de Cuenca, acompañado del escribano y varios regidores, para acceder al lugar donde ha de encontrar varios padrones de hijosdalgo de la década de 1530, ha de subir a una cuadra (o sala) en la cual había un archivo de madera grande a modo de escritorio cerrado con tres candados, los cuales se abrían con diferentes llaves "y habiendo abierto dejó caer una tapa y luego sacó tres libros". Se buscaba un libro de hidalgos de Cuenca del año 1535, pero la sorpresa sería mayúscula cuando se vieron manipulados y sobrescritos varios nombres en los márgenes, en medio de las dos columnas y entre renglones, añadidos a los viejos hidalgos, y es que el paso de los años había aumentado el número de aspirantes a la hidalguía y las corruptelas y complicidades por hacer un hueco a los abuelos de los advenedizos también. Ya, cuando hacia 1543, Francisco de Becerril hubo de consultar esos padrones se hallaron veinte nombres sospechosos, ahora cien años después, el listado era un revoltijo de nombres de hidalguía poco creíble.
SUÁREZ DE FIGUEROA, José: natural de Castillo de Garcimuñoz, llega a San Clemente para contraer matrimonio
con doña Ana de Montoya. Era hijo de Pedro Suárez de Figueroa, natural de
Cuenca, y Mariana del Castillo y Anaya, vecina de Castillo de Garcimuñoz. Vería
negada su hidalguía. El padre, Pedro Suárez de Figueroa nunca había sido
aceptado en Castillo de Garcimuñoz, si había desempeñado oficios concejiles en
esa villa había sido por favores del marqués y de don Gaspar Montemayor
(mayordomo del marqués). Sus enemigos definían a don Pedro como quebrado de
color porque descendía de mulatos, persona además soberbia, no bien
acondicionada y no bien querida en Castillo de Garcimuñoz. La realidad era que
el abuelo se llamaba Diego Suárez del Castillo y la abuela, Luisa Cherino de Loaysa.
El abuelo tampoco salía bien parado, pues portaba el apellido Suárez, que se
asociaba a unos sastres de Cuenca con oficio en Carretería y originarios de
Valdecabras, aunque parece que la acusación no era compartida por todos. No
faltaba quien dijera que el añadido Figueroa no sabía de donde venía.
Sobre las razones de los apellidos: "Diego Juárez del Castillo y sus hijos litigan y no gozan, son hijos del comendador Pedro Juárez del Castillo, hermano de Tomás Juárez del Castillo, que fueron presos por la inquisición; eximióse por comendador de Santiago y tiene la cruz y no era comendador y cruzó pleito sobre ello y como casó con hermana del primer marqués de Moya, con su favor y el de los regidores lo asentaron"... "descienden de Hernán Juárez del Castillo (en los padrones de 1456), y tiene este testigo memoria de sus descendientes del bachiller Castillo que son originarios de Huete, (y los de Huete) tienen por capilla la de Santa Elena (y los de Cuenca) tienen capilla en San Miguel"
ACHGR, HIDALGUÍAS, sign. ant. 304-540-20, Denegatoria, año 1653
domingo, 14 de abril de 2024
Perona y las luchas jurisdiccionales
San Clemente vivió durante trescientos años de los sucesos de 1624. Aquel año se decidió quién mandaba en San Clemente y ese no podía ser otro que Rodrigo de Ortega, dos años después I señor de Villar de Cantos. Don Rodrigo ya había afianzado su posición económica en 1609, lanzándose como carroñero a por los bienes de Martín de Buedo, un vararreyense arruinado en la administración de la Tesorería de rentas reales y la quiebra de las finanzas unos años antes que se llevó por delante a algunos banqueros genoveses. Tierras, casas y esclavos fueron a manos de Rodrigo de Ortega. Pero el poder político en San Clemente lo tenía don Juan Pacheco Guzmán, alférez mayor de la villa, que lo había ejercido con manos férreas durante decenas de años. Ahora era un anciano al que únicamente le quedaban dos años de vida. Su hijo Rodrigo Pacheco andaba más preocupado de su nueva posición por casamiento con una Mendoza de Guadalajara que por sus posesiones en Perona. Era la oportunidad de Rodrigo de Ortega y no la desaprovecharía. Con trúhanes y escopeta en mano iba don Rodrigo imponiendo su voluntad en el pueblo, con amenazas e imposiciones. Ya solo le faltaba usurpar tierras en su solar de Villar de Cantos; apeos y deslindes andaban en el archivo de la villa, pero don Rodrigo no dudaría en asaltar el archivo de la villa una noche sobre la una y robar los papeles que eran los obstáculos legales a sus ambiciones.
Don Juan Pacheco Guzmán se intitulaba señor de Valera, La Losa y los heredamientos de Perona y Sotuélamos. El valor de Perona se estimaba en cien mil ducados en 1624. Perona había sido concedida por don Diego López Pacheco al bisabuelo de Elvira Cimbrón (mujer de Juan Pacheco Guzmán), el alcaide de Alarcón Hernando del Castillo un cuatro de enero de 1475. Por entonces, en un concejo abierto de San Clemente, la villa renunció a la jurisdicción de Perona, daba fe de tal hecho el escribano Juan González de Origüela, próximo a la familia Castillo. La escritura de donación de Perona a Hernando del Castillo se conservaba en el archivo de San Clemente, acompañada de la escritura de consentimiento de la villa en el referido concejo abierto. Esa cédula de donación sería robada por Rodrigo de Ortega el mayor, Fernando de Vera y Miguel Sevillano (y probablemente el regidor Melchor de Tébar), accediendo a horas nocturnas al archivo de la villa y rompiendo a continuación la mencionada cédula de donación. El robo debió acaecer por el año 1611 o 1612, siendo corregidor Alonso de Carbajal. El propio Fernando de Vera sacó varios papeles en las faltriqueras de los calzones. Los dos primeros serían encarcelados en el ayuntamiento y Miguel Sevillano en la cárcel pública. Los apresados, tras enviar procuradores a Madrid, serían soltados por orden del presidente del Consejo de Castilla, tras, al parecer, alegar que lo que estaban buscando era los privilegios de primera instancia de la villa para justificar la permanencia de los oficios de alcaldes ordinarios suprimidos. El corregidor protestaría la soltura de prisión y recurriría de nuevo al Consejo de Castilla, que en decisión salomónica ordenó soltar a los encausados bajo fianza.
Bautista García Monteagudo nos narraba así los hechos: que tratando esta dicha villa de San Clemente de ysimirse de los corregidores y comprar la primera ynstancia privativa para que con alcaldes ordinarios se gobernase y que los dichos corregidores solo conociesen en grado de apelación, se comunicó este caso por persona de esta villa con García Maço de la Vega y Tomás Angulo secretario de Cámara y de la Reina, los quales comunicaron el caso con el señor presidente don Juan de Acuña que entonces era y le dieron orden a don Fernando de Vera para que viniese a esta villa y sacase del archivo della los papeles que obiese necesarios para la esempción de la primera instancia, el qual vino y lo comunicó con sus amigos y los que trataban el caso por ser tan necesario en el secreto por ser en él como era el corregidor ynteresado, que entonces era don Alonso de Carbajal que si lo entendía lo había de perturbar, tomaron acuerdo y las llaves del dicho archivo y luego don Rodrigo de Ortega como regidor y don Fernando de Vera como hombre que trataba del negocio enviado por los dichos secretarios y Miguel Sevillano como escribano del ayuntamiento, y teniendo noticia dello el dicho Alonso de Carbajal corregidor acudió al dicho archivo donde halló a los dichos don Rodrigo don Ortega y don Fernando de Vera y don Miguel Sevillano a los quales les miró muy apretadamente y les tomó las llaves sin haber halladoles otra cosa y los aprisionó rigurosamente dexánolos muy apretados con guardas sin dexarles entrar la comida ni comer con nadie, mirando a los que entraban con ella si entrban algún papel o lo recibían y vista la prisión tan rigurosa como el dicho corregidor se partió a dar quenta aello al consejo este testigo juntamente con el dotor Tébar cura desta villa asimismo fueorn a tratar de la soltura en el dicho consejo y abiendo dando quenta del caso al dicho don Alonso de Carbajal y dando petición pidiendo soltura por parte de los dichos presos, llamaron al dicho don Alonso y le mandaron conociese el caso, remitiéndoselo a la qual remisión este testigo acudió al señor don Juan de Acuña presidente juntamente con el dicho Garci Maço de la Vega quxándose de que el caso se obiese remitido a el enemigo, respondió váyanse con Dios que no se an de desautoriçar los corregidores que ya el consejo le ordenó lo que abía de hacer con los presos y lo mismo respondió el señor don Diego de Ayala y el señor Álvaro de Benavides y en esta conformidad este testigo fue a hablar con el dicho don Alonso para saber quando abía de ser su venida a San Clemente porque tenía muy grandes esperanças de que abía de soltar los dichos presos, el qual le respindió a este testigo que le era forçozo detenerse allí ocho días más y le pidió este testigo le hiciesen de escribir al doctor Vázquez su alcalde mayor aliviase la prisión a los dichos presos, el qual le dio una carta y con ella se vino este testigo a esta villa y en ella la dio al doctor Vázquez y luego vista les quitó las guardas y prisiones a los dichos presos y les abrió la puerta para que les comunicasen, y pasados los ocho días vino el dicho don Alonso Carbajal y sin quitarse las espuelas mando a Cristóbal Aguado escribano del ayuntamiento fuese luego a soltar a los presos y luego in continente fue y los soltó y vinieron a dar las gracias al dicho corregidor.
En el archivo de San Clemente se guardaban otros documentos importantes hoy desaparecidos, entre ellos destaca el poder que dieron los Reyes Católicos a don Jorge Manrique para hacer la guerra al marqués de Villena, nombrándole capitán y fechado el 31 de diciembre de 1478. El documento nos ratifica en lo que ya pensábamos, don Jorge Manrique presentaría en San Clemente la carta real, suscrita por el secretario de los Reyes Católicos, Fernando Álvarez de Toledo, y establecería su residencia en esta villa, alejado del campamento de Santa María del Campo.
Perona, desde 1480 había estado en jurisdicción de San Clemente. Hernando del Castillo que ya había perdido la escribanía de Chinchilla, también perderá la jurisdicción de Perona, pues su cesión había tenido lugar después de la muerte del rey Enrique IV (el 4 de enero de 1475), a pesar de intentar poner nuevamente horca, que sería derribada en represalia por los sanclementinos. Perona quedará bajo la jurisdicción de San Clemente que pondrá en alguna ocasión (no parece que la cosa tuviera continuidad), un alcalde pedáneo y dos regidores. El alcalde pedáneo intervendrá en asuntos de menos de sesenta maravedíes y en aquellos relacionados con las ordenanzas agropecuarias. Por aquella época, San Clemente ya empezaba a ser una pieza importante en el tablero; de hecho con motivo de su reducción a la corona real y capitulación, estuvo presente Pedro Fajardo, adelantado mayor del Reino de Murcia, siendo San Clemente y sus aldeas de las primeras que se redujeron a la corona real.
EL VALOR DEL AGUA EN PERONA
sábado, 13 de abril de 2024
LA VIRGEN DE RUS Y LOS ORTEGA
El "éxito" de la virgen de Rus fue parejo al éxito de los Ortega. En 1524, don Juan Pacheco Guzmán y su mujer Elvira Cimbrón andaban en pleitos con Rodrigo de Ortega y su hijo por deslindar los términos de sus "fincas", Perona y Villar de Cantos y hacerse con la jurisdicción de estas dos pequeñas aldeas, desgajándolas de San Clemente. No era extraño ver a criados de uno y otro desenvainando las espadas en la posada existente a la entrada del pueblo en la calle Feria o soltándose insultos como ese que debía ser el más común el de "perro", acompañados de los calificativos de moda, bien "moro" (aplicado a los Ortega) bien "judío" (aplicado a los Pacheco). Pero entre Perona y Villar de Cantos estaba la ermita de Rus. Es curioso pero las primeras noticias que tenemos de la Virgen de Rus van ligadas a las disputas entre don Juan Pacheco Guzmán, alférez mayor de la villa de San Clemente, y don Rodrigo Ortega, futuro señor de Villar de Cantos desde 1626.
Tanto los Pacheco como los Ortega luchaban por hacer de sus aldeas los centros espirituales de la villa de San Clemente. Doña Elvira Cimbrón, mujer de Juan Pacheco y señora, por herencia, de Perona, se había llevado hasta la pequeña iglesia de este lugar el cuerpo incorrupto de la madre Remón, franciscana vararreyense de la Tercera Orden y beata con fama de santidad. Se equivocó, soplaban en estos tiempos otros aires, que no eran modelos pasados de ascetismos y espiritualidad interior. Anduvieron más vivos los Ortega que supieron ver en la Virgen de Rus y su culto la esperanza para asentar su dominio social. Don Rodrigo de Ortega supo unir el culto a esta imagen con del deseo del pueblo sanclementino de mantener bajo su jurisdicción la aldea de Perona, conseguida ya desde 1480 y símbolo del orgullo de una villa de realengo que se negaba a cualquier intromisión señorial. Una villa que no supo ver ese dominio señorial de los Ortega y sus sucesores los Valdeguerrero.
El culto a la Virgen de Rus llevaba poco tiempo. Fontes quiere ver su origen en la "traída" por los sanclementinos de su imagen desde la ermita de Rus hasta San Clemente para librarlos de la peste el año 1600, pero, en ese momento, la Virgen de Rus ya tenía fama de milagrera, aunque es cierto que nos es imposible sondear en el tiempo atrás y que, por los datos aportados por don Abel López, el inicio de la procesión tiene por fecha aceptada el año 1619. Sobre el uso de la Virgen de Rus, puesta al servicio de los Ortega, valgan estas palabras, en 1624, de un vecino de San Clemente, un herrero y albéitar, un fulano Jareño, que por entonces el apellido era de labradores ricos en El Cañavate y poco apreciado en San Clemente: "un fulano Jareño dijo que estando en la ermita de Nuestra Señora de Rus, el día que se lleva en procesión la dicha imagen había visto tratar del pleito de la jurisdicción de Perona a ciertas personas que no le dijo quienes eran y que habían dicho que si la villa salía con el pleito habían de hacer grandes fiestas de toros y juego de cañas y si por el contrario sucedía que habían de enviar las mujeres a Sevilla" y ellos habían de andar
LA APARICIÓN DE SAN CLEMENTE A LA HISTORIA: 1294
ROIZ, Martín: junto a Ferrán Pérez, ambos vecinos de Alarcón fueron designados cogedores para los maravedíes de los escusados de los caballeros de Alarcón que fueron con don Juan Manuel al Reino de Murcia. Era el año 1294 y la tierra de Alarcón se divide en dos distritos con los pueblos correspondientes: es la primera vez que aparece San Clemente para la Historia, por detrás de Rus, ambos con un repartimiento de 600 maravedíes. El documento aparece en las cuentas del Rey don Sancho, una copia del siglo XVIII del documento original de finales de siglo XIII.
Libro de diferentes cuentas de entrada y distribución de las Rentas Reales, y gastos de la Casa Real en el reinado de Don Sancho IV. Años 1293 1294 [Manuscrito]
BREVES RESEÑAS SOBRE DON JORGE MANRIQUE Y LA VILLA DE SAN CLEMENTE
Reducir la presencia de Jorge Manrique a Uclés, Santa María del Campo Rus y Castillo de Garcimuñoz es simplificar demasiado la Historia.