El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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Saturday, December 13, 2025

La Hacienda municipal de Quintanar del Rey en el Antiguo Régimen

 En 1748, Quintanar pide  adehesar o cerrar su corto término, expuestos como estaban sus sembrados, viñas y olivos a la entrada de los vecinos de Villanueva de la Jara y Villalgordo del Júcar. Quintanar ese año era una villa arruinada, endeudada con los censos contraídos y sin apenas bienes propios, sus salas capitulares estaban arruinadas, su cárcel "inhabitable"; había ensanchado su dehesa carnicera para el ganado de abastos con un juez de baldíos en 1741, pero de modo insuficiente para sus necesidades. A diferencia de Villanueva de la Jara que mantenía cerrado su término, Quintanar con el villazgo no había conseguido cerrar los suyos, siendo invadidos por los ganados de los pueblos limítrofes con el consiguiente daño. Ahora se pedía cerrar los términos e incrementar los terrenos de su dehesa carnicera, según lo había señalado su juez de baldíos. La reparación de las casas capitulares y, sobre todo, de la cárcel se evaluaba en 3126 reales. 

La villa todavía seguía arrastrando deudas del último tercio del siglo XVI. Así, el marqués de Cilleruelo era a la altura de 1748 de un censo de dos mil ducados, el llamado el censo del villazgo para eximir a Quintanar de Villanueva de la Jara en 1564. En 1748 se estaban debiendo siete mil reales de réditos impagados.

El convento de religiosas dominicas de Santa Catalina de Sena de la villa de Madrid había prestado en siete de junio de1578 dos mil ducados  a la villa de Quintanar a catorce el millar, es decir, un interés próximo al siete por ciento y obligándose a pagar en dos plazos anuales unos réditos de 53571 maravedíes. Con el préstamo se pretendía comprar pan para constituir un pósito para garantizar siembras y alimentar a la villa. La villa había hipotecado sus bienes propios: las casas capitulares y ayuntamiento, las casas de carnicerías, una casa de horno de pan cocer, camino de Villanueva de la Jara, otra casa de horno en la calle de los Donates, linde de Mari Tébar, otra casa de horno de pan cocer llamada del Chico, linde de casas de Isabel Cuartera y Juan Serrano, la casa de horno llamada de la Rambla, linde de casas de Juan Serrano y la calle Real, una dehesa de boyal para el abasto de carnicería en el camino del Batanejo y el monte que está allí, un pinar y una dehesa nueva que está en el camino que va a Villanueva de la Jara, la renta de la almotacenía y la renta de la correduría arrendada. Además, numerosos vecinos habían hipotecado bienes particulares para conseguir los préstamos. A la altura de 1712, aún no se habían redimido mil ducados del citado censo de 1578 y que en 1748 las monjas exigían el pago de los intereses adeudados (1986 reales).

En cuatro de julio de 1584, año calamitoso y de carestías, la villa se vio obligada a tomar otro censo de dos mil ducados para alimentar a su población y proveer de trigo a sus labradores para sembrar. Las condiciones eran no hacer esas comprar el trigo en las doce leguas alrededor de Madrid. Entonces el concejo y varios vecinos respondieron con sus bienes, valorados en alrededor de 40000 ducados, como garantía del préstamo solicitado. Era una pequeña minoría de ricos del pueblo. El dinero se pidió prestado a Isén de Torres

En 1629, y ante una Corona arruinada por las guerras de Italia, Quintanar del Rey ofreció a la Corona 1300 ducados; la villa obtendría licencia real para conseguir los 1300 ducados a censo de ese donativo. El dinero para la ocasión lo prestó el regidor Martín Parreño Roldán el 16 de diciembre y el ayuntamiento de Quintanar del Rey se comprometió a pagar quinientos cincuenta reales anuales de réditos, estos réditos irán directamente a pagar una memoria pía fundada en la iglesia por doña Lucía de Tébar. Ese año los bienes propios eran similares a los de 1578, aunque se habían incrementado un poco. Los reproducimos de nuevo, pues nos acercan a la realidad del pueblo en 1629: las casas del ayuntamiento y cárcel linde de ellas, en la plaza del pueblo, que lindaban con casas de Juan de Oñate Talaya y Pedro el Royo, las casas de carnicerías del pueblo, lindantes con el mesón de Ambrosio Bastante y casas de Diego Bastante (¿Bustamante?), el horno de la Rambla, lindante con casas de Felipe Oñate Simarro, el horno Nuevo, lindante con casas de Martín de Alarcón y dos calles públicas, el horno del camino de Villanueva, linde con casas del cura licenciado Juan de Alarcón, la dehesa como se sale de esta villa al lugar de Casimarro, molino de los Nuevos, la Losa y el Batanejo, la dehesa del Pinar que está inmediata a esta villa y cerca del camino que va a la Jara, la renta de la correduría y mojonería, la rena de la almotacenía, la renta del estanco de aceite y saladura, dos oficios de procuradores de causas y la renta de ellos. Se debían de réditos en 1748, 2178 reales

Un censo con capital de 21000 reales a favor de la capellanía fundada por Juan Baquero Peralta, tomado el ocho de octubre de 1729. Además la villa tenía otros tres censos contraídos sin licencia real, El primero de 700 ducados a favor de Alonso Jiménez de los Herreros; el segundo de mil ducados a favor de doña Josefa Espinosa y Mota, vecina de la villa de Alcázar, y el tercero de 16000 reales a favor de la capellanía que posee don Julián Picazo, vecino de Tarazona. Estos tres últimos censos, se habían dejado de pagar los réditos y habían sido tomados en épocas de carestía para alimentar a la población.

Por el Consejo de Castilla se emitiría  provisión real sobre la conveniencia de cerrar los términos de Quintanar y ampliar su dehesa el 16 de diciembre de 1748. Las villas de Tarazona y Villagarcía del Llano parecían tener pretensiones iguales a Quintanar. No obstante, y no le faltaba razón, Villalgordo denunciaba que Quintanar se había adentrado en tierras y término de Alarcón, derribando mojones, e incorporando a su propio término lo que antaño era suelo comunero para todos los pueblos. El caso de Villalgordo era un problema de escasez de término, pero en el caso de Villanueva de la Jara, que también se oponía, era un veto de sus ganados a pastar en tierras antaño comunales y condenarlos a la trashumancia en tierras de Murcia o Andalucía; era, asimismo, el reconocimiento de que Villanueva de la Jara quedaba reducida a los términos definidos en 1481, mientras que Tarazona, Alarcón y Villagarcía del Llano se repartían los términos de Alarcón y sobre los que ya no tenía jurisdicción de hecho en estos parajes. En favor de Quintanar hay que decir que Villanueva de la Jara había cerrado anteriormente sus términos para obtener ingresos para pagar el sueldo del oficio de corregidor propio obtenido, quizás ese había sido el motivo pretextado por Tarazona para cerrar sus términos también.

PROPIOS DE QUINTANAR EN 1745 (los propios importan de 3570 reales a poco más de 4000 según los años)

  • La dehesa que llaman Abanilla-Torquilla
  • Ensancha de la casa de Félix, compartida con Tarazona de la Mancha
  • Dehesa Pinar
  • El cuarto fiel de medidor, Almotacenía y Correduría
  • Tres hornos de pan cocer concejiles, en los caminos de Villanueva, Iniesta y Madrigueras
  • 48 reales que anualmente paga Quiteria Aparicio por una casa que se le dio a censo
GASTOS DEL AYUNTAMIENTO EN 1746
  • 600 reales al ministro ordinario
  • 440 reales al corregidor y al alcalde mayor de San Clemente
  • 150 reales al predicador de cuaresma
  • 60 reales al maestro de niños
  • 80 reales al  médico por alquiler de casa
  • 33 reales al mayordomo de propios
  • Una arroba de aceite a la persona que cuida el reloj
  • 60 reales al correo que lleva el correo de San Cemente a Quintanar
  • 32 reales a los tenientes de curas por las rogativas, los días tres y ocho de mayo
  • 30 reales de limosna a la casa santa de Jerusalén
  • Papel sellado, pago de veredas
  • Mojoneras y reconocimientos del término, 
  • Reparos de edificios municipales: ayuntamiento, cárcel, carnicerías, tienda
  • Derechos de escrituras de rentas
  • Alimentación de presidiarios y su conducción
  • Niños expósitos
El saldo negativo de las cuentas municipales es de 796 reales y 24 mrs.

TIERRAS QUE SE PRETENDÍAN ADEHESAR EN 1748 y CERRAR EL TÉRMINO
  • Dos cuartos de dehesa que se llaman Redonda y Lantiscar, confinando con Villagarcía, 600 reales anuales
  • Tierra que confina con Villanueva de la Jara, 200 reales
  • La Hoya del Pino, que confina con Casasimarro y Villalgordo, antigua dehesa de Quintanar, 250 reales
  • Casa Gabaldón y monte de don Juan, que lindan con Villalgordo, 300 reales
  • Casa de Teresa y Matosa, que lindan con Tarazona, 600 reales
    AHN, CONSEJOS, 35372, EXP. 1

Monday, November 24, 2025

La milicia general del Reino en 1590-1591

 Aunque los antecedentes venían de la década de 1560, el 25 de marzo de 1590 hubo otro intento de establecer una milicia general del Reino, que será recordado nuevamente el 20 de enero de 1591. únicamente contestarán tres villas de las diecisete del corregimiento de San Clemente: La propia villa de San Clemente, Motilla del Palancar, Las Pedroñeras y Quintanar de la Orden.


En San Clemente se asentarán tres soldados de milicia:, según refejaba el escribano Francisco de Astudillo:  Cristóbal Rosillo, hijo de Juan Rosillo, Miguel Moreno, hijo de Miguel Moreno, vecinos de San Clemente, y Juan de la Vara, hijo de Pedro de la Vara, vecino de Alarcón.

El alistamiento de Motilla se lleva a efecto por decisión del ayuntamiento de 15 de abril de 1590, el alcalde Luis de Vacas Alarcón, el regidor Lope Navarro y el diputado Tomás Tendero. Se hizo efectivo al domigo siguiente, tal como se describe: en acabándose la misa mayor, quando la gente salía de la yglesia, en la plaça pública desta villa, en presencia de mucha gente y en alta e inteligibles voces por voz de Juan del Poço pregonero público. Posteriormente, se pregonó la cédula e instrucción en Gabaldón, en su plaza pública. Motilla ya hará saber que no está condiciones de poder armar a los diez soldados que piensa reclutar, por lo que pide licencia para echar sisa sobre los mantenimientos, dada la escasez de sus propios. Cuando se intenta un nuevo reclutamiento en 1591, no habrá ningún voluntario.

En Las Pedroñeras, el ayuntamiento se reunió el nueve de febrero de 1591 en la sala alta del cabildo con los alcaldes García de Montoya y Sebastián Martínez y los regidores Juan de Mena Ortiz y Alonso Martínez. Únicamente se alistó un soldado de milicia, Juan Sánchez, a pesar de que se incidió en las libertades y franquezas que gozarían los nuevos soldados.

En Quintanar del Rey (o simplemente Quintanar, como la llama su escribano), el ayuntamiento se reunió el nueve de febrero de 1591 con sus alcaldes Pedro de Ruipérez y Diego García y sus regidores perpetuos Benito de Ruipérez, Isidro de Ruipérez y Miguel Pastor para dar cuenta que el año anterior ya se había asentado un soldado de milicia llamado Hernando López. El concejo parecía orgulloso de destinar este vecino a las armas y así lo hizo saber, definiéndolo como hombre honrado, hombre alto, de buena gracia, barbimoreno y de hasta treinta años.

Es de creer que en el resto de las villas no se asentó soldado alguno o no hicieron caso a las órdenes del corregidor. En cualquier caso, el intento de establecer la milicia del Reino en los años 1590-1591 se saldó en un fracaso


AGS, GYM, LEG. 339, 157-160

Saturday, September 6, 2025

Quintanar del Rey, según Tomás López

 ¿QUINTANAR DEL REY O QUINTANAR DEL MARQUESADO?

Quintanar del Rey es pueblo que ha cambiado de nombre a lo largo de su historia. En el cuestionario de 1787 de Tomás López se nos dice que su nombre original era Quintanarejos, posteriormente es llamado Quintanar del Marquesado, por estar integrado en el marquesado de Villena (luego gobernación de lo reducido del Marquesado de Villena), hasta que por su fidelidad en la Guerra de Sucesión Felipe V, en 1705, le da el nombre actual de Quintanar del Rey.
Cómo pueblo surge en las décadas de 1460 o 1470 en término de Alarcón. Los contemporáneos decían que su primer desarrollo fue impulsado por el propio rey Fernando el Católico para debilitar al marqués de Villena. Con los amojonamientos del licenciado Molina en 1481 pasa a ser aldea de Villanueva de la Jara, pero la jurisdicción de esta villa queda reducida a las casas existentes, los campos que rodeaban eran de Alarcón. Luego viene el villazgo de 1564, que amplía su término y le conceden jurisdicción propia. Para entonces, Quintanar ya lleva dos décadas levantando nueva iglesia, abandonando la ermita que había como templo parroquial hasta entonces.
El origen del nombre se quiere ver en una quintana o casa de labor, si bien, en nuestra opinión, es plausible que el nombre esté relacionado con el derecho a quintar ganados foráneos que se introducían en suelo de Alarcón y según recogía su fuero.

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Este pueblo se componía de antiguo solo de algunas caserías u entonces se denominaba Quintanarejos; después ascendiendo su vecindario por 542 obtuvo gracia de villa realenga por concesión de Felipe 2º en su cédula despachada en Escorial a 5 de febrero y desde entonces ya después se llamó Quinatanar del Marquesado de Villena (falso), hasta que en el año 1705 por su fidelidad al rey Felipe V se empezó a llamar Quintanar del Rey

Por concordia hecho entre esta villa y la de Villagarcía a consecuencia de voto hecho en tiempo de gran seca concurren los cabidos de las dos a celebrar las festividades de sus respectivos patronos: esto es los de Villagarcía el día de San Marcos y los de Quintanar a Villagarcía el día de San Miguel a 8 de mayo.

La iglesia es parroquial sin anejo alguno y pertenece a la abadía de Cañavate, al arciprestaazgo de .... al arcedianato de Alarcón y está dedicada a San Marcos evangelista desde que se trasladó al sitio que hoy ocupa pues en lo antiguo estuvo en la hermita de la Concepción con advocación de San Gregorio. En dicha parroquia hay tres capillas de patronato particular

BNE, MSS. 7298 (604-607)

Saturday, May 31, 2025

Los antecedentes de la milicia general del Reino

 Nos debemos remontar a 25 de marzo de 1590 para encontrar una primera comunicación del Consejo de Guerra sobre el establecimiento de una milicia general del Reino. La misiva real no encontró respuesta de las diecisiete villas del corregimiento, por lo que se vuelve a repetir el 27 de enero de 1591, con nulo éxito.

Se venía de un modelo de reclutamiento en los años ochenta que seguía la vieja tradición de capitanes colocando bandera para formar compañías, pero que, en un contexto de crisis y de necesidades de la Corona, había derivado en reclutamientos compulsivos, presentados como vejaciones, excesos y desórdenes que llevaron a la Corona a castigos ejemplarizantes con algunos capitanes. Sin embargo, el fracaso de la jornada de Inglaterra, las amenazas ya sobre territorio peninsular condujo a al idea de crear una milicia general del Reino compuesta por 60000 infantes destinados a "la defensa destos Reynos y ofensas de nuestros enemigos". Los pueblos deberían llevar un registro de los hombres casados o solteros  de 18 a 44 años y proveer de armas a su costa a los miembros de esta futura milicia. Las compañías formadas serían mitad de piqueros y mitad de arcabuceros. Los milicianos gozarían de ciertas preeminencias y obligaciones detalladas en una instrucción de 25 de marzo de 1590 y de quince puntos: exención de huéspedes, uso de armas, no ejecución por deudas, no sometimiento a vergüenzas o castigos. Los soldados se organizarían en escuadras de veinticinco a las órdenes de un cabo y los gastos hasta embarcar en puerto correrían a cargo de los concejos. De las diecisiete villas que formaban el corregimiento de San Clemente, en La Alberca se pregonó  el domingo de Ramos, quince de abril, públicamente, en su plaza la orden real e instrucción para el alistamiento de hombres, tal como recogía el escribano: "no se asentó ninguno ni a parescido ninguno a a descir que quiere asentarse ni alistarse en la dicha milicia". En Motilla, el pregón también se hizo el domingo de Ramos, en la plaza y a la salida de la iglesia y después en el lugar de Gabaldón; su ayuntamiento tomó en serio la real cédula y dio unas instrucciones propias para formar la milicia en el pueblo: formación de escuadra en cuanto hubiera diez soldados y medidas para armarlos con nuevas sisas, pero no se procedió a alistar soldados. El único soldado de estos alistamientos de 1590 nos aparece en Quintanar del Rey, donde el 21 de abril se alistó Hernán López, ya en la treintena de edad.

A la falta de voluntariedad para el enrolamiento se unía la deserción de soldados de sus compañías en territorio peninsular, como se reconocerá de nuevo el 22 de diciembre de 1591.


Archivo General de Simancas, GYM,LEG,283, 339

El segundo intento de formar una milicia del Reino, a finales de enero de 1591, dio algunos frutos en las grandes villas. En San Clemente, el uno de abril se asentaron como soldados Cristóbal Rosillo, Miguel Moreno y un joven de Alarcón llamado Pedro de la Vara. En Motilla, tras el pregón de diecisiete de febrero no se alistó nadie. En Las Pedroñeras, dado el pregón el nueve de febrero se asentó un único soldado, Juan Sánchez. En el Quintanar se recordó el soldado alistado en 1590.

Archivo General de Simancas, GYM,LEG, 339, 157-160

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Concejo de La Alberca 14 de abril de 1590

Alfonso de Palacios y Miguel de Valladolid, alcaldes ordinarios

Nofre de Valladolid, Miguel Rubio, Hernando de Montoya y Martín Galindo, regidores

Pascual Sánchez, alguacil mayor

Martín López de León, diputado

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Concejo de Quintanar del Rey de 8 de febrero de 1591

Pedro de Ruipérez y Diego García, alcaldes ordinarios

Benito de Ruipérez, Isidro de Ruipérez, Miguel Pastor, regidores perpetuos

Sunday, May 5, 2024

Baltasar Prieto, pasajero de Indias de Villanueva de la Jara

 Con la flota de 1643, llegarán procedentes de Nueva España a Sevilla, 400 pesos dejados por Baltasar Prieto, natural de Villanueva de la Jara y fallecido en Nueva España, y puestos a disposición de sus herederos. El finado no había hecho testamento, pero tenía un hermano en Quintanar del Rey: Juan Prieto, cirujano.


Archivo General de Indias, CONTRATACION,5581,N.100

Saturday, January 6, 2024

Quintanar del Rey y el poder de los Ruipérez

 El Quintanar del Rey de mediados del siglo XVII se movía entre Oñates y Ruipérez, que acaparaban los oficios concejiles de la villa. Aunque no siempre los matrimonios eran los queridos. Una Ruipérez, María se había casado con un foráneo, Juan Ruiz de Bujanda. Un extranjero mal aceptado por la familia y menos cuando pretendió y consiguió en 1626 la posesión de los vínculos y mayorazgos fundados por Juan Sáez de Ruipérez y María Gómez su mujer y Diego Pérez de Oviedo. Juan de Bujanda acabaría preso por las intrigas de Juan de Ruipérez, hombre poderoso y regidor. El derecho sobre los bienes vinculados no significó la posesión efectiva, por lo que en 1644 se envío desde Granada un receptor para que Juan Bujanda pudiera tomar posesión del mayorazgo. Juan Ruipérez no solo no lo aceptó sino que agredió y apresó al receptor enviado y al mismo Juan Bujanda.

El 26 de noviembre de 1644 llega desde Granada el receptor Francisco Gómez Izquierdo para hacer efectiva a favor de Juan Ruiz de Bujanda y su mujer María Ruipérez o María Pérez de Oviedo los bienes del patronato fundado por Juan Sáez de Ruipérez y su mujer. La heredera de ese patronato era María Ruipérez Oviedo. El receptor granadino, fiel al mandato de la Chancillería, que ordenaba la reposición de los bienes del patronato y sus frutos, desde la muerte del primer poseedor, a favor de Bujanda, mandó que se soltará de la prisión a Bujanda al tiempo que procedía contra Juan Ruipérez, regidor perpetuo de Quintanar, y Ana Carretera. La situación se enrevesó porque un receptor era eso: el que recibía los actos, pero la justicia recaía en el alcalde Pedro Cuartero Oñate, por comisión del alcalde ordinario de la villa ausente. Con la ayuda de otro próximo a los Ruipérez, el licenciado Juan Cuevas, el receptor Francisco Gómez pasó de acusador a acusado de ocultar alrededor de dieciocho de las cuarenta páginas de los autos del proceso que portaba y puesto en prisión con grillos, junto a Juan Ruiz de Bujanda. El licenciado Juan Cuevas Arostegui era un experto en derecho, hasta tal punto que deslegitimó al receptor granadino, aduciendo que su comisión se limitaba a otro menester en Vara de Rey y Pozo Amargo y que por tanto estaba cometiendo un delito por no entregar los autos de un asunto para el que no tenía comisión. De hecho, Cuevas se pasó leyendo desde las dos de la tarde hasta la noche para acabar determinando que faltaban varias hojas. Para dirimir las diferencias se buscó la casa del cura Juan Alarcón y Tébar, pero el encuentro, pensado para una solución pacífica acabó con amenazas veladas entre el licenciado Cuevas y el receptor granadino.

La detención del receptor fue novelesca, a la entrada del mesón donde se hospedaba y entre forcejeos del alcalde Pedro Cuartero y Juan Ruipérez, mientras el receptor recordaba su papel de oficial real y su inviolabilidad, que poco parecía preocuparle a sus enemigos. Aún así, el receptor granadino no perdió los papeles, es decir ni el comportamiento que exigía su oficio ni los papeles de su escribanía, que recogió de su habitación, tras pedir permiso, y de la que salió con su sombrero y gesto de gallardía. Bien es cierto que salió con la boca ensangrentada, una mano chorreando sangre y la sotana de negro luto desgarrada por el pecho y que al entrar en la cárcel recibió unos cuantos empujones por negarse a entregar sus papeles. Al parecer, uno de los dos alcaldes del pueblo, Martín Oñate Arroyo, que había cedido su vara en Pedro Cuartero, entendió la afrenta y problemática que era apresar a un receptor de la Chancillería de Granada, decidiendo soltar de la prisión a Bujanda y al receptor. Pero el receptor se negó a salir de la cárcel. Un alcalde no era nadie para decidir su soltura de prisión, decisión que solo podía corresponder a la Chancillería de Granada. Con razón la respuesta que obtuvo del receptor cuando antes le habían puesto los grillos era para tomársela como amenaza: "tráteme usted como hombre de bien y mire que estoy enfermo de gota y que puede venir por lo que hace riesgos". El alcaide le contestó: "otros más honrados, los han tenido".  Se pusieron varios guardianes para vigilar a los presos, llamándonos la atención el apodo de uno de ellos, Pedro Ruipérez "el desabrido". El rigor de la justicia quintanareña contra el receptor granadino se entiende por el interés que en el asunto tenía Juan Ruipérez y el papel de comparsas que en torno a él jugaban los oficiales de justicia. Los odios podían más que la razón: el hecho de que tanto Bujanda como el receptor granadino fueran encadenados respondía a la rabia de verlos tranquilamente a los naipes en la cárcel, lo cual era, por otra parte, lo más normal en aquellos tiempos. Es más, la soltura del receptor granadino de la cárcel solo se produjo cuando la Chancillería mandó nuevo receptor, acompañado de alguacil con vara de justicia, y vino acompañada de la prisión del hombre de confianza de Juan Ruipérez, el licenciado Cuevas Arostegui (un abogado de Villanueva de la Jara), hasta que, aquel en gesto de desafío, lo mando soltar de la cárcel al guardián, que no era otro que Alonso, el hijo de Juan Ruipérez, que ostentaba el título de alguacil mayor de Quintanar. Bien es verdad que la estancia del licenciado Cuevas en la cárcel fue bastante buena, salía a comer a casa de su guardián Alonso y juntos jugaban a las tablas en la cárcel. Mientras que el liberado y los Ruipérez se paseaban y pavoneaban por la plaza del pueblo, el receptor daba por finalidad su estancia en Quintanar para dar cuenta en Granada. 

Son ralas las noticias que tenemos del Quintanar de 1645. La vida se desarrollaba en su plaza, se nos habla de un hospital viejo, dándonos a entender que existía otro más reciente. En la misma plaza estaba el mesón de Pedro Sáez, donde se alojaban viajeros o los receptores que aquí describimos. Su cárcel, en una esquina de la plaza, que conocemos como habitación de mala muerte hacia 1590, es ahora más segura, con grillos para presos y un alcaide, Pedro Montoya; aunque es cierto que los presos, salvo si están encadenados, suelen perder el tiempo jugando a los naipes y a las tablas con sus carceleros . Si en 1575, Quintanar se nos presenta como un pueblo de labradores, para reconocer a continuación que la mayoría trabajan a jornal, en 1645 no vemos una sociedad tan simple. Creemos que en las Relaciones Topográficas no se está diciendo toda la verdad o se exagera la pobreza, al fin y al cabo, estos cuestionarios tenían una finalidad fiscal y las mentiras hemos de verlas como piadosas. Tres años antes, la sociedad quintanareña se define como una comunidad de labradores desencabalgados. Setenta años después, el trabajo a jornal debe ser común, pero, a pesar de que estamos viendo los peores años del siglo, con reclutamientos forzosos a Cataluña, el deseo de independencia parece muy vivo. No olvidemos que es en estos años, cuando los quintanareños disputan tierras con los tarazoneros, una muestra de que el pueblo aún tenía impulso. En 1645, desde luego, vemos una y otra vez esa denuncia de las personas poderosas que dominan el pueblo, lanzando los dardos directamente contra Juan Ruipérez y su hijo Alonso, pero ante nuestros ojos pasa una sociedad compleja de labradores, mesoneros, cerrajeros, abogados, herreros, maestros zapateros de obra prima ... es decir, una sociedad compleja en la que la desigualdad es la norma, pero los estratos profesionales eran muy comunes. Si bien lo que nos llama la atención eran esas personas que se "sustentan de su trabajo" o dedicadas a "hacer los caminos". Unos y otros parecen tener cierta independencia personal y no dudan en testificar contra los poderosos del pueblo. Por la misma época, sabemos de carreteros quintanareños que transportan comediantes de Murcia a San Clemente, pero no creemos ver a carreteros como los de Almodóvar del Pinar, sino a simple aventureros que se dedican a empleos varios, desde transporte de cualquier cosa y por cualquier medio a recaderos de servicios pagados. Un grupo de hombres que huyen de la tierra, porque no la tienen y porque huyen de un trabajo servil a jornal. Estos hombres son odiados por los Ruipérez, pues escapan a sus redes clientelares. Es el caso de nuestro protagonista, Juan Ruiz de Bujanda, un advenedizo que ha tenido la fortuna de casarse con una Ruipérez y al que se ve como un pobre que ambiciona la riqueza de esta familia,... con razón.

En Quintanar del Rey, en 1645, que por esa moda de cambiar el nombre de los pueblos había cambiado el suyo Quintanar del Marquesado por el de Quintanar del Rey, era un pueblo desconocido. Otros pueblos habían cambiado el nombre como Vala de Rey, que ahora, tras el intento de escindirlo de realengo, se llamaba Vara de Rey. En el caso de Quintanar del Rey daba igual, era un pueblo del que no se tenían noticias en Granada. Por eso, cuando Juan de Bujanda fue hasta Granada para quejarse de su cuñado Juan Ruipérez, que lo tenía preso en la cárcel por disputarle su hacienda, y consiguió que se despachará un receptor para entender en el asunto, el receptor designado Francisco de Rojas Orense se equivocó de pueblo y apareció en Quintanar de la Orden. Allí le dijeron que había otro Quintanar a veinte leguas que no sabían bien cómo se llamaba si del Rey o del Río o de Tarazona. Por fin el quince de enero de 1645, Francisco de Rojas, en compañía del alguacil Luis de Ávila llegaría al pueblo que él llamaba Quintanar de Tarazona. Su llegada, un domingo de noche no debió agradar al escribano. Al día siguiente, por la mañana Rojas, al tiempo que ordenaba soltar de prisión a Juan de Bujanda pedía que se le pagaran sus salarios del camino


ACHGR. PLEITOS CIVILES, C 9868-16

Sunday, December 24, 2023

Quintanar del Rey vs. Tarazona

El litigio entre Tarazona y Quintanar versaba sobre el aprovechamiento de varias dehesas: la Torquilla, Hoya Trascasas, Vadoluengo, la Ensancha de la Hoya de Gil García, el Humilladero, Casa de la Parreña, y Pozo Llorente. La acusación venía de los vecinos de Quintanar, que acusaban a los de Tarazona hacer varias dehesas sobre suelos que los quintanareños consideraban que eran tierras que ellos labraban; limitando el desarrollo agrario de Quintanar.

Hasta donde sabemos hubo una facultad real en 1629 que otorgaba a los tarazoneros la privacidad para explotar estas dehesas (creemos que hay una primera facultad real de 1606) y que al parecer iba contra una transacción entre Quintanar y Tarazona, fechada en mayo de 1615. Una nueva concordia de 1640 intentó compartir la explotación de las dehesas por ambos pueblos, fijando unas condiciones muy definidas: por la qual la dicha villa de Taraçona dexó a la de Quintanar el uso y aprovechamiento de las dichas dehesas de la Torquilla, Casa de las Parreña, Poço Llorente, Umilladero, y Hoya Gil García y Vadoluengo para que las goçasen por tiempo de seis años con declaración y calidad que en quanto a la dehesa de Vadoluengo y la Hoya Gil García y Umilladero las habían de goçar las dichas villas por mitad en quanto a arrendar la yerba en esta manera, los dichos seis años en esta manera: la dicha villa de Taraçona habrá de arrendar para sí los tres años primeros la dicha dehesa de Vadoluengo y la villa de Quintanar la Hoya de Gil García y Umilladero los dichos tres años primeros y los tres años últimos por el contrario la dicha villa de Quintanar había de goçar la dehesa de Vadoluengo la villa de Taraçona la Hoya de Gil García.

El acuerdo no salió gratis a Quintanar del Rey, que debió pagar a Tarazona de la Mancha, dos mil cien ducados. Pero el acuerdo mostraba algo más: esas dehesas estaban en el suelo y término de Alarcón, villa que había perdido el control de sus tierras sureñas y que ahora explotaban privativamente los dos primeros pueblos. Antaño, Alarcón exigía a cada vecino que deseará pastar con sus ganados en sus términos una borrega al año; así hasta el año referido de 1615 en el que Tarazona consigue facultad real para explotar privativamente las dehesas y los vecinos de Quintanar se ven obligados a conciertos individuales con el concejo tarazonero con aprovechamientos comunes.




Concejo de Quintanar del Rey 1657

Don Alonso Ruipérez Montoya y Alonso de Oñate, escribano, alcaldes ordinarios

Francisco Sánchez Parreño, don Pedro de Oñate, don Antonio López Parreño, Pedro Serrano Picazo, Juan Mateo de Ruipérez, don Alonso de Mondéjar, don Bernardo de Oñate, Marcos Félix de Oñate, regidores´


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. PLEITOS CIVILES. C-9988-5

Monday, April 25, 2022

Quintanar del Marquesado vs. Villanueva de la Jara por hornos

 La concesión del villazgo a Quintanar del Marquesado, hoy del Rey, y su separación de Villanueva de la Jara no fue amistosa. La villa madre, obligada a reconocer el villazgo de su lugar, ganado a golpe de ducados, pretendió que los hornos de pan cocer de Quintanar eran parte de los propios del concejo de Villanueva de la Jara y por tanto no enajenables con la compra del villazgo.

Quintanar se había eximido de Villanueva de la Jara en 1561 y los hornos en litigio eran cinco: el viejo que dicen de la Plaza, otros dos hornos viejos que están juntos en un solar y otros dos nuevos que dicen estaban comenzados, cuando el Quintanar se hizo villa. Quintanar alegaba que los hornos estaban en su propio término y en solares cedidos por sus vecinos, que aportaron sus dineros también. Quedaba la duda del horno viejo, que probablemente pertenecía a Villanueva de la Jara cuando se le reconocieron términos y pleiteó con Alarcón por su propiedad, pero los de Quintanar alegaban que dicho horno había sido demolido y edificado de nuevo, con motivo del ensanchamiento de la plaza. En cuanto a los otros hornos, los dos viejos restantes, según Quintanar, se habían vuelto a edificar tras haberse quemado, y los dos nuevos, según su parecer, se habían construido ya con el villazgo. 

Los fundamentos de derecho de Villanueva eran los siguientes:

  • Los hornos estaban en término de Villanueva de la Jara, pues el lugar de Quintanar era parte integrante de él
  • Los hornos se edificaron a su propia costa, como podía demostrar por algunos libramientos de su mayordomo
  • Se conservaban escrituras de arrendamiento de los años 1544 a 1561, dadas por el concejo de Villanueva como propios suyos que eran
  • Cuando Villanueva de la Jara se eximió de Alarcón le fueron dados los hornos de la villa y sus aldeas
Los fundamentos de derecho de Quintanar del Marquesado eran los siguientes:
  • El solar del horno viejo en la plaza lo dio Domingo Sánchez, vecino del Quintanar y costeado por sus vecinos; en ese momento derribado
  • Los otros dos que se quemaron El Quintanar los ha vuelto a edificar en solares de Hernán Roldán, vecino de ese lugar, se costeó con las rentas del horno viejo y un repartimiento entre los moradores de Quintanar
  • Los dos hornos nuevos se comenzaron antes que Quintanar se hizo villa y se acabaron con un repartimiento entre los vecinos una vez hecha villa.
Además, los vecinos de Quintanar alegaban que habían edificado con sus propias manos los hornos y llevado con sus carretas las piedras y madera

Allegationes iuris [Manuscrito]: [compendio de documentos legales referidos a pleitos celebrados en el S. XVI], fols. 500-503
BIBLIOTECA DIGITAL DEL PATRIMONIO CULTURAL DE EXTREMADURA

Thursday, April 23, 2020

Los terzuelos de las iglesias de Tarazona, Quintanar y Casasimarro (aldeas de Villanueva de la Jara)

En 1529, el clérigo Alonso Picazo llevaba la representación de las iglesias de San Bartolomé, San Marco y San Juan de Tarazona de la Mancha, Quintanar del Marquesado y Casasimarro, respectivamente, en nombre de sus mayordomos: Alonso García de Torralba, que acabaría asumiendo la procuraduría, Pedro García el viejo y Alonso López. En aquellos momentos, Benito Cuartero era el mayordomo de la iglesia de Santa María de Villanueva de la Jaral la iglesia matriz de la que dependían las mencionadas.

Para resolver el caso se designaron como jueces eclesiásticos a Juan de Barajas, Alonso de Arboleda, que se inhibió, y Miguel de Velasco, canónigos de la catedral de Cuenca, que citaron a Alonso del Picazo a exponer sus quejas en la capilla nueva del chantre García de Villarreal, o de los Apóstoles, en la Catedral de Cuenca. Era entonces obispo de Cuenca Diego Ramírez de Villaescusa, capellán mayor de la Reina y del Consejo Real.

El doce de diciembre de 1529, Bernardo de Andújar, obispo de Tagaste (un claro caso de oficio eclesiástico in partibus infidelium), visitador del obispado de Cuenca, junto a Pedro García Torralba, notario apostólico, se encontraban en Cañavate, en su obligada visita de las iglesias del Obispado de Cuenca. Poco antes habían visitado las iglesias de Tarazona, Quintanar y Casasimarro, enzarzadas en pleito con la iglesia de Santa María de Villanueva de la Jara, por su participación en las rentas decimales de las iglesias de sus aldeas. El pleito duraba ya siete años, había costado a cada una de las partes trescientos ducados, y su consecuencia era que las iglesias de las tres aldeas jareñas estaban comenzadas pero inacabadas, sin los ornamentos necesarios para el culto divino

viendo como las dichas yglesias tienen mucha nesçesidad de acabarse de hazer porque están prinçipiadas e no acabadas e caresçen e caresçen de rrelicarios e sagrarios para donde esté el Santísimo Sacramento, porque asy visitando lo hallo en lugares indecentes en unas arquillas muy pobres e las dichas yglesias caresçen de ornamentos, misales e caliçes e otras cosas para el culto divino.
El 20 de noviembre de 1529, el obispo de Tagaste había visitado la iglesia de Santa María de Villanueva de la Jara, destituyendo a su mayordomo Miguel Mateo, y nombrando, en su lugar, a Benito Cuartero. Del cese, se desprende que el visitado no quedó muy complacido con las cuentas o, más bien, que aceptó la posición jareña de  no compartir las rentas decimales de su iglesia con las nuevas parroquias surgidas al sur. De hecho, el nombramiento de Benito Cuartero estuvo tutelado por los alcaldes del lugar, Juan Tabernero y Juan de la Cosa, y el regidor Juan Saiz Carretero, y el nominado se aprestó a ceder poderes a un notable jareño, Francisco Zamora. Es de suponer, que más allá del litigio entre pueblos o parroquias, el verdadero conflicto se daba entre notables de familias, cuyos apellidos nos aparecen al final del poder otorgado como testigos: Martín de Buedo, Ginés de Ruipérez, Leonisio Clemente o Llorente López de Tébar.

El entendimiento del pleito correspondió al provisor del obispado de Cuenca, Pedro Hernández del Águila, que el 20 de diciembre de 1529 estaba esperando, en la capilla de los Apóstoles o de Todos los Santos (que así era conocida también), la llegada del procurador de las iglesias de las aldeas jareñas. Dando fe del encuentro se encontraba el cantero vasco Pedro de Albiz, signo de que la obra de esta capilla nueva seguía inacabada. Pedro de Albiz se había trasladado cuatro años antes a la ciudad de Cuenca para casarse con Catalina López, tras un periplo constructor por La Mancha conquense del que apenas tenemos noticias.

Ese año de 1529, los terzuelos o parte decimal de las iglesias de las aldeas de Villanueva de la Jara estaban en poder de vecinos de Villanueva, Iniesta o Jorquera, con intereses comunes en los términos de aldeas de la Jara y origen familiar en esta villa: Pedro Monteagudo, Ana Ruipérez, viuda de Alonso García, Mari Gómez, viuda de Juan Ruipérez, Juan y Diego Suárez, Diego de Mondéjar, Lorencio de Chaves y Lorencio Borgoño. Una cantidad indeterminada de pan candeal, cebada y centeno, que los jueces apostólicos decidieron dejar en secuestro la mitad en manos de Miguel Mateo, el cesado mayordomo de Villanueva de la Jara, y la otra mitad en manos de tres notables: Juan de Mondéjar, el viejo, morador de Tarazona; Tomás de Mondéjar, morador de Quintanar, y Juan de la Casa, vecino de Casasimarro. La obligación de entregar este pan se hizo bajo pena de excomunión. Una vez en manos de los secuestradores nombrados la idea era vender el trigo, aprovechando el alto precio alcanzado: dos reales la fanega. El conflicto real era pues entre labradores las aldeas y grandes hacendados que se estaban apropiando las rentas decimales pagados por los pequeños propietarios ante unas iglesias locales débiles.

Solamente tendremos conciencia del conflicto si partimos de la carta de poder otorgada al clérigo Alonso Picazo por los moradores de las aldeas jareñas, con fecha treinta de noviembre de 1529. En esta carta, y encabezada con el nombre de Juan Mondéjar, se relacionaban, de modo indiferenciado, los vecinos de Quintanar del Marquesado y Tarazona de la Mancha que habían decidido plantar cara a los Ruipérez: Alonso de Escobar el viejo, Montoya, Pedro Tendero, Juan Serrano el viejo, Miguel de Honrubia, Alonso Benítez, Pedro Tornero, Juan de Cuenca, Mateo Toledano, Bernabé Bueno, Juan Llorente, Martín Fajardo, Martín Risueño, Juan de Gualda, Juan de Aroca, Antón Martínez, Francisco Ruiz, Miguel Simarro, Juan Tabernero el mozo, Gil Moraga, Diego Tabernero, Andrés de Solera, Francisco de Toledo, Antón Cuartero, Andrés Soriano, Alonso Rabadán, Juan Guilleme, Bernabé Sánchez, Pedro Martínez, Alonso de Mondéjar, Miguel de Mohorte, Francisco de Perona, Martín Simarro, Juan Rabadán, Gaspar de Mondéjar, Alonso el Conde, Benito Picazo, Miguel Martínez, Juan Picazo de Martín Picazo, Luis García, Francisco López, Juan Gómez, Pedro Gabaldón, Alonso Barriga, Hernán Picazo, Martín Sánchez, Benito Picazo de Benito Picazo, Benito Tendero, Pascual Sánchez de Pozoseco, Mateo de Cañaveras, Martín de Segovia clérigo, Salvador de Moya clérigo, Diego de Mondéjar, alcalde, Juan Parreño, García Donate, Juan de Aparicio, Juan Peinado, Hernán Simarro, Juan Donate, Alonso de Sanmartín, Alonso Fraile, Melchor Muñoz, Juan de Sanmartín, Miguel de Mondéjar, Pedro de Tébar, Juan Cabañero, Juan de Mondéjar, sobrino de Mingo Sánchez, Martín Escribano, Hernando de Buendía, Benito Serrano el viejo, Benito Serrano el mozo, Juan de Moya el mozo, Alonso el Tucho, Francisco Ruiz el viejo, Martín Sánchez del Atalaya, Cristóbal de Buendía el mozo, Francisco de Mondéjar, Pedro García Serrano, Isidro García, Pedro de Oñate, Juan López de Gabaldón, Andrés Jaime, Alonso Escribano, Helipe Sánchez, Herrán Pérez, Sebastián Pastor, Juan López de Fuentes, Benito Pérez, Rodrigo Pérez, Alonso Gutiérrez, Benito Picazo, Juan Pardo Francisco del Pozo, Pedro Martínez de la Puerta, Pascual Clemeinte, Juan de Minaya, Juan Parreño el mozo, Matías de Tébar, Rodrigo de Tébar el mozo, Pedro Cuevas, Juan de Mondéjar, García de Mondéjar, Pascual Sánchez del Atalaya, Tomás de Buendía, Alonso de Tébar, Miguel Zomeño, Alonso Luzón, Alonso de Rupérez, Diego de Rupérez, Pedro Sánchez de Gabaldón. Se añadían como testigos a la relación: Francisco de Mondéjar, clérigo, y Miguel de Mondéjar, alcalde, Juan de Mondéjar el mozo, Pedro Lucas, Juan Martínez el viejo, Alonso Serrano, Miguel López y Amador López y suscribía la carta Pedro García de Torralba, notario apostólico Era la respuesta de una amalgama de vecinos, hijos y nietos de los primeros pobladores de los pueblos, junto a otros llegados de diferentes lugares con el renacimiento económico de comienzos de siglo, a la sentencia del visitador eclesiástico, el obispo de Tagaste, que había cedido los terzuelos de las aldeas a Villanueva, decisión confirmada por el corregidor Jerónimo Álvarez de Sotomayor. Era asimismo, por más que un apellido y otro aparezca diluido o en alguno de sus miembros con intereses comunes y alianzas matrimoniales, el revivir de un viejo conflicto de bandos: los Mondéjar, viejos aliados de la causa isabelina, y los Ruipérez, antiguos seguidores del marqués de Villena y el alcaide de Alarcón. La disputa ahora, sin referencias políticas, era económica. Los Mondéjar ponían voz a una masa de propietarios campesinos frente a los intentos de consolidar la gran propiedad por los Ruipérez; gran propiedad a la que no eran ajenos los Mondéjar, que poseían la dehesa del Val de Parral al sur. En este juego, los Ruipérez contaban con la complicidad de los Clemente y los López de Tébar.

Pero las redes de influencias iban más allá el siete de diciembre de 1529 el clérigo Picazo se presenta ante el canónigo de la catedral de Cuenca Alfonso Arboleda con una bula de conquesto del Papa Clemente VII de septiembre de 1529, que las aldeas jareñas habían ganado gracias a la intermediación Nicolás de Hungría, al que luego veremos más adelante disfrutando el beneficio curado de la iglesia de Motilla del Palancar.  Nicolas de Hungría era sobrino del banquero Antonio Taborlán, que a la sazón estaba en Roma, gracias a cuya mediación se consiguió el breve pontificio. Así nos lo cuenta Nicolás de Hungría:
"por las muchas guerras, mortandad que pasó en Roma y en Ytalia por mar e por tierra con el rey de Francia e con Romanos, por manera que los bancos estaban çerrados y no abía quien respondiese fasta que abrá quinze meses que el despachante que tiene en Roma el dicho Antonio Taborlán, su tío, banquero con el banco que tornaron a Roma y entonces enviaron a que viniese el dicho breve"
La bula nombraba como jueces apostólicos a Alfonso de Arboleda, Juan de Barajas y Miguel Velasco, todos ellos canónigos de la catedral de Cuenca, para entender en el pleito de las iglesias jareñas y la iglesia matriz de Villanueva. Un conflicto que se extendía desde hacía siete años, y que ahora las aldeas pretendían reabrir con el breve papal favorable. Para ellos se pretendía hacer información de cómo el breve no había podido llegar antes a España por las guerras padecidas en la península italiana y el saco de Roma. Confirmarían este hecho los citados Antonio de Taborlán, Nicolás de Hungría y el prior y canónigo Juan de Barreda. Este canónigo había conseguido el canonicato de la catedral de Cuenca en la corte romana del Papa Clemente VII, pero, por la situación de guerra, había quedado allí aislado dos años hasta que se echó a la mar, con la mala fortuna que fue preso de los turcos y tuvo que pagar un rescate para su liberación. Los jueces eclesiásticos, como hemos visto, se decantarían por las iglesias de las aldeas jareñas, pero las penas de excomunión impuestas a los Ruipérez no parece que les atemorizaran demasiado.

Las dos viudas, Ana de Ruipérez y María Gómez, que representaban los intereses de la familia Ruipérez en Tarazona y Quintanar del Marquesado, respectivamente, no aceptarían la expropiación eclesiástica de los terzuelos. Reunidas en la casa de Pedro Ruipérez, en Quintanar del Marquesado, dieron su poder cumplido a Alonso Ruipérez y Francisco de Zamora, el viejo, para que prosiguieran el pleito en apelación ante cualesquier jueces civiles o eclesiásticos. Era el veinte de enero de 1530; presentes como testigos estaban Andrés Jiménez y Miguel Sánchez del Atalaya; por las viudas, analfabetas, firmó Pedro Ruipérez. El escribano que suscribía el poder era Sebastián Clemente. El pleito sería llevado a la Chancillería de Granada.

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Copia de bula de Clemente VII, concediendo a las iglesias de San Bartolomé de Tarazona, de San Marco de Quintanar del Rey y San Juan de Casasimarro los terzuelos de los diezmos recogidos en sus términos y que se pretendía arrogar la iglesia de Santa María de Villanueva de la Jara (año 1529, es copia de bula escrita en pergamino con "bulla de plomo pendiente en cordones de cáñamo blancos expedida en forma de conquesto").
Aparte del valor del documento, es tanto o más importante cómo se consigue la bula, pues muestra la cercana relación de estas tierras de Cuenca con la corte papal en Roma. Desde el saco de Roma de 1527, las relaciones, cartas e intercambios con Roma se habían interrumpido; eran tiempos de guerras, hambres y pestilencias en la que Roma estaba "desbaratada". Sin embargo, las pequeñas aldeas de Tarazona, Quintanar, Casasimarro contaban en su afán por obtener el apoyo del Papado frente a la Iglesia de Villanueva de la Jara con la ayuda de Nicolás de Hungría (a quien luego veremos disfrutando del beneficio curado de la iglesia de Motilla del Palancar).
Nicolas de Hungría era sobrino del banquero Antonio Taborlán, que a la sazón estaba en Roma, gracias a cuya mediación se consiguió el breve pontificio. Así nos lo cuenta Nicolás de Hungría:
"por las muchas guerras, mortandad que pasó en Roma y en Ytalia por mar e por tierra con el rey de Francia e con Romanos, por manera que los bancos estaban çerrados y no abía quien respondiese fasta que abrá quinze meses que el despachante que tiene en Roma el dicho Antonio Taborlán, su tío, banquero con el banco que tornaron a Roma y entonces enviaron a que viniese el dicho breve"

ACHGR, PLEITOS, 1914-4

Tuesday, July 16, 2019

Los mayorazgos y hacienda de los Ruipérez de Villanueva de la Jara

  Esta relación de los mayorazgos de los Ruipérez ha sido posible gracias al estudio previo de este documento del AHN por Sebastián Hernández y Julia Toledo. Va esta pequeña aportación precedida de una pregunta ¿cuál fue el origen de la fortuna de los Ruipérez? Lo desconocemos, aunque sabemos de la cercanía de la familia al bando del Marqués de Villena y al alcaide de Alarcón, Hernando del Castillo, en el último cuarto del siglo XV. Y va también precedida de una recomendación, para entender el estudio de las familias jareñas y de todo el valle del Valdemembra es necesario conocer los estudios de Sebastián y Julia, los autores citados, y la consulta de su blog, cuyo enlace dejamos







Herencia testamentaria de Catalina Solera, viuda de Pedro Ruipérez,vecino de Quintanar, y madre de Alonso de Ruipérez difunto, de 12 de mayo de 1576


Pide ser sepultada en la iglesia de San Marcos de Quintanar, en la sepultura que tiene cerca del púlpito. Deja limosnas para la iglesia nueva de Quintanar, para que se dore el Sagrario, a la cofradía del Santísimo Sacramento y a las ermitas de Santa Lucía y de la Concepción. Dispone del patronazgo fundado por su hijo difunto Alonso Ruipérez , que cede a su muerte a su otro hijo Pedro Ruipérez, que se constituye en patrón de los siguientes bienes y los tiene por vía de mayorazgo


  • Casas principales de la villa de Quintanar, linde de los herederos de Juan Sánchez Serrano y de Aparicio de Almansa difuntos, 
  • Un cebadal en la Cañadilla de la Membrilla, en el término de Alarcón. linde de la casa que va camino de Alonso Martínez difunto y linde de haza de Martín Parreño, y de herederos de Juan Gómez de Barchín que cabe 16 almudes
  • Un cebadal en la cañadilla Carrasca Morena de siete almudes a la parte que va a la casa de Martín Donate el sordo y linde de haza de Benita de Monteagudo
  • Una haza cebadal en la Bahanilla de catorce almudes, linde con herederos de Martín Donate el sordo y Pedro Donate
  • Haza cebadal de siete almudes en la cañada en la Angostura, que linda con el camino que va a Tarazona y tierras de Juan de Gabaldón y Alonso López
  • Haza de cuatro almudes bajo de la Angostura, que linda con haza de Francisco Gómez y de Diego Pérez de Oviedo
  • Haza en la Matosa de 40 almudes trigales que lindan con hazas de Martín Parreño y de Alonso García el rico difunto y de Gabriel de Buendía y viña de Amador Cuartero
  • Haza en los bancales de Carrasca Morena, diez almudes de cebada, linde de Juan de Gabaldón, de Antón Martínez y de Martín Pérez
  • Haza cebadal de diez almudes en la cañadilla de don Gil, linde de viñas de Ginés López y Mari García y de Pedro Clemeinte
  • Cuatro almudes en la cañada orilla del camino de Tarazona, linde de hazas de Ginés López y Francisco Donate
El 14 de mayo de 1580 se anula la concesión del patronato a Pedro de Ruipérez y se concede el patronazgo a su nieto Andrés de Ruipérez, excluyendo a su otro nieto Pedro Ruipérez, hijo del anterior patrón. Además se incorporan los siguientes bienes:
  • La mitad de una era de trillar pan con la mitad del cebadal que está junto a la ermita de Santa Lucía





Vínculo y patronato de legos, instituido por Alonso de Ruipérez el viejo, vecino de Villanueva de la Jara,  4 de noviembre de 1594


Tras saldar cuentas con Juan Gómez de Pozoseco, Jerónimo Espínola (un genovés) y Tomás Clemente, instituye un vínculo con los siguientes bienes

  • Haza cebadal de nueve almudes, en la Vega, en el camino que va de Villanueva de la Jara a El Peral, junto a haza de la capellanía de Martín Gómez y Julián de Ruipérez
  • Una era junto a la ermita del señor San Idelfonso y linde de haza del Hospital
Con carga de tres misas perpetuamente, una cantada y dos rezadas


Vínculo y patronato de legos fundado por Benita Ruipérez, viuda de Juan Saenz de Pozoseco, vecina de Villanueva de la Jara, por testamento de 3 de noviembre de 1594

  • (Tierras de la Moheda, cedidas a su sobrino Julián Ruipérez, no vinculadas al patronato; se venden otras tierras en Quintanar)
  • Una haza, no vinculada la patronato, a favor del convento de Nuestra Señora del Carmen, en la Vega y linde con huerta de dicho convento
  • Un haza de veinte almudes, no vinculada a patronato, cedida a su sobrino Juan de Ruipérez, en lo hondo de la Cañada, lide con la Cabezada, con tierras de Martín Saiz Barriga y haza de la capellanía de Andrés López clérigo
  • Una haza en la Vega, linde huerta de Martín González, y otra haza donde dicen el palomar de Valera, camino de Pozoseco, linda con Agustín de Valera; las dos hazas de diez almudes de cebada
  • Media casa familiar integrada en el hogar familiar de su hermano Alonso Ruipérez
Carga de una misa cantada el día de San Idelfonso y cede cincuenta ducados al cabildo de la Limpia Concepción

Vínculo y patronato de legos fundado por Alonso de Ruipérez el mayor, vecino de Villanueva de la Jara, por testamento de 17 de septiembre de 1599

  • Una viña con su casa, que son más de dos mil vides, linde de viña de su tía Juana Navarro y en del Camino Real
  • En el llano de la Balsa y Vallejo y alrededor de la dicha viña, 28 almudes de tierras trigales
  • Al lado de la anterior, 4 almudes de tierra trigal
  • Otra tierra trigal a la mano derecha de la Balsa, la Cañadilla arriba, que es de 84 almudes que linda con el dicho camino e montes llecos y Millán García

Carga de tres misas, una cantada el día de Nuestra Señora de Agosto, y otras dos rezadas el día de Nuestra Señora de las Nieves y de Marzo. 

Pide ser enterrado en la capilla fundada por su abuelo Martín López de Tébar

Segundo vínculo y patronato de legos fundado por Alonso de Ruipérez el mayor, vecino de Villanueva de la Jara, por testamento de 16 de septiembre de 1599

  • Tres almudes de tierra en el alto del Villar, linde de Giraldo Borgoño y herederos de Francisco García y Simón López
  • Una haza trigal de 23 almudes en la hoya el Blancar, linde de herederos de Diego García y Juan de Sancho y el camino que va desde villa a casas de Ginés García
  • Una haza trigal de veintinueve almudes, junto a la casa de Simón Martínez, linde del mencionado y Tomás Clemente y camino que va a la casa de Simón Martínez
  • Una haza trigal de treinta almudes, linde del vallejo de los Bravos y la capellanía de Santana y herederos de Damián Peinado

Carga de dos misas, la una el día de San Martín y la otra el día de Nuestra Señora de las Candelas

Tercer vínculo y patronato de legos fundado por Alonso de Ruipérez el mayor, vecino de Villanueva de la Jara, por testamento de 16 de septiembre de 1599

  • Casas de morada en la calle Ancha, linde de Damián Peinado y Sebastián Martínez y dos calles públicas
  • Ocho almudes de tierra cebadal en la Vega. camino del Quintanar, linde con capellanía de Juan Tabernero
  • Siete almudes de tierra cebadal en la Cañada, cerca del majuelo de Villodre, linde del haza del Pie y de Catalina Monteagudo, y del camino de Quintanar
  • Cuatro almudes trigales en la Cabezada que linda con los Llecos
  • Huerta de arboleda en la Vega con la viña que en ella hay, que linda con huerta con Juan Saiz de Pozoseco
  • Tierra de 35 almudes trigales, linde herederos de Francisco García y Asensio Gómez
  • Sesenta almudes, que son veinte almudes en el Aguililla a la otra parte del camino que va de El Peral a la casa de Mari Simarro, linde con Sebastián Gómez y la Navarra
  • 25 almudes de tierra cebadal en las Eras Altas, linde con Olivares de Juan García del Olmeda
  • Cinco almudes cebadales en el Vallejo de Iniesta 
  • Tres almudes cebadales arriba de Santa Lucía, linde del camino de La Motilla y viña de Julián de Alcócer 
  • Dos almudes cebadales bajo de Santa Lucía, junto al camino de El Peral
  • Catorce almudes de tierra trigal, a la mano derecha del Calderón, linde de Pedro López de Tébar
  • 66 almudes de tierra trigales linde del camino que va de El Peral a las Casas de Mari Simarra, linde de herederos de Juana Navarro y Clemente Pardo
  • Diez almudes trigales bajo del carril que va bajo el arroyo a la parte de la casa de Sebastián Gómez, que linda con Jorge de Minaya y Martín Monedero y herederos de Miguel Ruipérez
  • 17 almudes trigales que ahora son cebadales en el vallejo de Vara de Rey, linde de herederos de Cosme García y camino que va a Gil García
  • Diez almudes trigales a la mano derecha del Aguililla 
  • Siete almudes trigales más abajo del camino del Palancarejo, linde del dicho camino, de Juan Mateo y Agustín Valera
  • Cuatro almudes de tierra trigal en la rada de Diego Simón, linde de Pedro Jiménez, Pedro García de Lope García
  • Cinco almudes de tierra trigal, a la izquierda del camino de los Tamarales y linde de herederos de Martín de Navalón, Miguel Martínez y Jorge de Minaya
  • Cuatro almudes de tierra trigal, junto al camino del Palancarejo, linde Juan de Mateo y Diego de Tresjuncos
  • 33 almudes de tierras cebadales y trigales en los Villares
  • Cuatro almudes trigales, linde del camino que va de El Peral a Gil García, linde de la de Contreras
  • Cinco almudes de la mano izquierda del camino de El Peral a Gil García, linde Catalina Monteagudo y la de Contreras
  • Ochenta almudes de tierra trigal a la mano derecha de la casa de Pedro Clemente y de la de Felipe García
  • Cuatro almudes entre el camino de Iniesta y el carril que va a la casa de Pedro Clemente, linde de herederos de Francisco García de Lope García
  • Seis almudes de tierra trigal en el lavajo los Salegones, linde de herederos de Juan de Engra (?) y el camino de EL Peral y el carril que va a los Villares
  • Ocho almudes de tierra cebadal en la cañada arriba de huerta de Francisco Cardos que linda con el camino de Quintanar

Vínculo y patronato de legos fundado por Martín de Ruipérez, vecino de Villanueva de la Jara, por testamento de 22 de enero de 1586

  • Unas parte de la casa que tengo en las casas de mi padre, linde de Julián Ruipérez mi hermano
  • 14 almudes de tierras trigales en la Moheda, linde de Tomás Clemente y de Juan Saiz de Pozoseco
  • Ocho almudes más adelante, linde de Giraldo Borgoño y Julián Ruipérez, su hermano
  • 27 almudes de tierra trigales  a la par del majuelo de Miguel Saiz de Honrubia, linde de Alonso Ruipérez y herederos y de Pedro Donate
  • Siete almudes y medio en la Cañadilla de la Olmeda, linde de Bartolomé Río
  • Once almudes de tierras plantadas de olivas en el camino de la Casasimarro y Benito García castrador
  • Cinco almudes junto a los anteriores, linde de Catalina Monteagudo
  • Seis almudes de tierras cebadales en la Vega a la par de la Cabezuela, linde de herederos de Alonso de Villena
  • Cinco almudes cebadales en la dicha cañada, linde de Alonso Ruipérez y herederos de Alonso Villena, y el cordel del Pobre
  • Siete almudes en el vallejo los Bravos, linde de Julián de Ruipérez y su hermana
  • Tres o cuatro almudes de tierra trigales junto a la casa de Alonso de Ruipérez, su abuelo, linde de Francisco Cardos y Juan López de Martín López
  • La mitad del pedazo de la hoya del Asno, que linda con las monjas de Santa Clara
  • Cuatro almudes de tierras cebadales bajo del Quintanar hacia Pozo Llorente, linde de herederos de Ana García, viuda de Esteban Espila
  • Una cañada de hasta mil viñas en la cañada de las Leguas, linde de Julián de Ruipérez 
Con carga de dos misas rezadas cada año y limosna de un real a las Ánimas del Purgatorio en el día de San Idelfonso

Vínculo y patronato de legos fundado por Juan Sanz de Ruipérez, vecino de Quintanar del Marquesado


Juan Sanz de Ruipérez había fundado mayorazgo en la villa de Quintanar. Los bienes integrantes de dicho mayorazgo eran unas casas junto a la ermita de la Concepción y unos cebadales junto a la Puente, sujetas a una misa cada mes y perpetua.  Disponemos de descripción de 1702 de los bienes que componían este mayorazgo
  • Casas desde la esquina que está al callejón del Sol de Mediodía, lindantes con casas de Martín de Iniesta y el licenciado Ignacio de Tovar con todo el corral y pajar que alinda con dicho callejón y los susodichos subcesores la puerta que diuide la parte de los corrales de las bodegas y puertas falsas y la cozina de los mozos que da fuera; la casa incorporaba una cueva.
  • Casas, huerta y cebadal de junto a Santa Lucía, viña y bancal de Carrasca Morena





Árbol de los Ruipérez de Villanueva de la Jara

Archivo Histórico Nacional,CONSEJOS,35175,Exp.2 - 222 - Imagen Núm: 222 / 676


Archivo Histórico Nacional, CONSEJOS, 35175, Exp. 2.  Pleito Antonio Cardós, presbítero y vecino de Villanueva de la Jara (Cuenca), contra Diego Rodríguez Ruipérez, vecino de Tobarra (Albacete) sobre la tenuta y posesión de los vínculos y mayorazgos fundados por Alonso de Ruipérez que vacaron por muerte de María de Ruipérez. Ante el escribano de cámara, José Gómez de Lasalde.


Saturday, February 9, 2019

El Corregimiento de las diecisiete villas, una administración bajo el signo de la corrupción (IV)

Ginés de Vala de Rey, arrendador del voto de Santiago en
Quintanar del Marquesado
La villa de Vara de Rey veía a Martín Alfonso de Buedo, vecino de la villa y tesorero del Marquesado de Villena, como figura en alza. Se acusaba al corregidor Antonio Pérez de Torres de parcialidad con él y con su padre Martín de Buedo. Especial odio les tenía a ambos Francisco González, regidor de Vara de Rey, y otro regidor llamado Rodrigo López, preso veinte días en San Clemente por negarse a entregar la ejecutoria de las mojoneras de las villas de San Clemente y Vara de Rey. Era un grupo de hombres, que junto a otros como Felipe Valero, Alonso de Jávega habían detentado el poder y ahora empezaban a perderlo. Los alcaldes ordinarios de la villa eran desaforados al sustanciarse los juicios en San Clemente. 

Las críticas más graves  contra el corregidor Antonio Pérez de Torres y la familia Buedo fueron proferidas por Alonso de Jávega. Iban dirigidas contra Diego de Buedo, tío de Martín Alfonso de Buedo, y hermano de Martín de Buedo. El hermano de Alonso, Gil Sanz de Jávaga, había recibido en depósito dos mil reales del derecho de tanteo de una venta de una heredad a Juan de Madrigal. Pedro de Andújar, alcalde ordinario, ordenó el depósito en poder del mayordomo Diego López de Andújar, pero el dinero se esfumó una vez formalizada la venta al removerse el deposito por orden de Diego de Buedo para destinarse al pago de un censo contraído contra el caudal del pósito. Aparte de la estafa, el corregidor se arrogó una causa que pertenecía al siguiente alcalde vararreyense Diego de Gabaldón para endosar la deuda de dos mil reales al concejo de Vara de Rey y exonerando a Diego de Buedo. Tan enrevesado asunto escondía, hombre de paja incluido, la venta de la regiduría perpetua de Diego de Buedo a favor del mencionado Gil Sanz de Jávega y el arrepentimiento de esta venta para intentar ceder la regiduría a favor de Hernán Pérez de Oviedo. En esta lucha por el poder había sido determinante la intervención a favor de los hidalgos, Buedo y Oviedo, del alguacil del corregimiento Juan de la Torre. La familia Buedo dominaría, con el control de la Tesorería de rentas reales, y su hacienda agraria de Pozoamargo, la política municipal de Vara de Rey y tendría una gran influencia en San Clemente en el período que va de 1580 hasta la muerte de Alfonso Martín de Buedo en 1605 y la posterior bancarrota de la Hacienda de 1607.

En el caso mencionado de las mojoneras, el conflicto había surgido por la apropiación de un trozo de término de Vara de Rey por el concejo de San Clemente. El corregidor dio la razón a San Clemente y llevó a la cárcel de San Clemente al regidor Rodrigo López por no entregar la ejecutoria original de la delimitación de términos; finalmente, Vara del Rey obtendría la restitución del término arrebatado, acudiendo al Consejo Real, que mandó un juez de comisión, el licenciado Núñez de Chabes, para entender en el pleito y que acabaría dando la razón a los vararreyenses. Aunque es erróneo pensar en un concejo vararreyense unido en la defensa de los intereses de la villa frente a un enemigo, la familia Buedo, y la parcialidad del corregidor. Los Buedo tenían solidas alianzas familiares con los Montoya; contra el regidor Pedro de Montoya Vizcarra y otro regidor Alonso Ruiz de Alarcón, además alférez de la villa, iban las críticas y acusaciones de talar los pinos del monte del Azaraque, situado en las actuales tierras de Casas Benítez. Este Alonso Ruiz de Alarcón, del que desconocemos su presencia como vecino de Vara de Rey, debía contar con el favor del corregidor, pues salía indemne de juicios por deudas con un vecino de la villa llamado Pedro López de Espinosa.

Las depredaciones de los ganados de los regidores vararreyenses se llevaban a cabo en el pinar de Azaraque, ya por entonces una dehesa, pues la mayoría de los pinos habían sido talados. Las acusaciones venían de los tres molineros de los molinos inmediatos al pinar y junto al río: La Losa, Los Nuevos y El Batanejo. Allí los ganados de Pedro Montoya Vizcarra, el capitán Martín de Buedo Montoya, Salvador de Buedo y Martín de Buedo Gomendio pastaban libremente ante los ojos de los guardas de sierra de Vara de Rey. No faltaban los ganados de algún otro regidor, como un Jávega, cuyas casas no muy lejos de allí había dado lugar a un embrión de aldea, llamada Las Talayas. El surgimiento de nuevos núcleos, como se citan en la Relaciones Topográficas, por la roturación de las dehesas era algo común. En algún caso, los núcleos surgían alrededor de los molinos como las Casas de Juan López en los molinos de EL Batanejo.

Sobre la fortuna que podía hacer un simple alguacil de corregimiento en las comisiones para la toma de cuentas de propios y del pósito encargadas por el corregidor, es paradigmático el caso de Diego de Agüero. La toma de cuentas de los años 1591 y 1592, supusieron para el alguacil, ya acusado en otras villas de llevar salarios de trescientos maravedíes frente a los doscientos estipulados, unos salarios de 2002 maravedíes por la toma de cuenta de propios al mayordomo Alonso López de Andújar, de San Miguel de 1590 a 1591, en los tres días de su comisión; añadir a ello, otros dos mil maravedíes por la toma de cuentas del pósito en 1592 al mayordomo Diego de Honrubia. El que acusaba era el escribano del concejo Martín Gómez.

En Quintanar del Marquesado los enfrentamientos del corregidor venían con Ginés Vala de Rey. Si la acción gubernativa del corregidor en la localidad era encomiada por el escribano Francisco Serrano, el alcalde de la hermandad Francisco Sainz o el regidor Juan Gómez, no era este el parecer general de la villa. Las primeras denuncias las destapó un principal como Onofre Martínez, acusando al alférez mayor de la villa, Alonso Martínez Donate de participar en sobornos junto al alguacil Diego de Agüero en la toma de cuentas. El caso de este Onofre es digno de mención; personaje que ya conocemos en otros desaguisados, sabemos de él que era boticario. Onofre no parecía muy contento con la inspección que sufrió su botica por el alguacil Cristóbal Mendoza y un vecino de Santa María del Campo, llamado Miguel López cirujano, ni con los dos mil maravedíes que se llevaron de la inspección en un proceso bastante irregular y del que no quedaba papel alguno. El boticario solo contaba en su denuncia con lo que pudieran aportar en su testimonio oral el escribano Francisco Serrano, el médico licenciado Pedro López y el cirujano Francisco de León.

Aunque el que denunciaba la rapiña e inoperancia de la burocracia sanclementina era el escribano Pedro el Royo, acusando a alguaciles como Diego de Alfaro o Alonso de la Fuente Zapata de acudir para San Miguel a la elección de oficios, únicamente para llevarse un salario de cuatro o seis ducados en presencias fugaces por la villa de Quintanar. Como en otras villas, eran los alguaciles los que visitaban las villas; de los corregidores, apenas si sabía nada. El primer corregidor de las diecisiete villas, llamado Pedro de Castilla, había pasado sin pena ni gloria por el partido; Melchor Pérez de Torres, al menos, había visitado las villas, Quintanar le acogió para el día de Todos los Santos de 1488, pero su hijo no había dado señales de vida por el pueblo.

La ausencia de los corregidores de las villas tal vez era precaución. Si tomamos como ejemplo el caso de Quintanar, vemos un pueblo entero que se negaba a pagar las rentas reales al cogedor de las mismas. Éste, llamado, Martín Gómez reconocía que los vecinos deudores de las alcabalas eran un total de cuatrocientos. Por esta razón, Antonio Pérez de Torres evitaba su presencia en Quintanar, que quedaba a expensas de las actuaciones de alguaciles como el ya reiterativo e insaciable Diego de Agüero. Sus actuaciones eran denunciadas por Ginés de Vala de Rey, ya no solo por contravenir la común provisión del salario diario de doscientos maravedíes, sino porque el alguacil, además de llevarse cuatrocientos salarios diarios, solía recibir sendos pares de gallinas o capones por arreglar las cuentas de la villa en casa de Juan Parreño Talaya. Ginés de Vala de Rey no era un testigo cualquiera, arrendador del voto de Santiago, conocía bien su comarca y era bien conocido en ella; no solo las tierras de las aldeas antiguas de Villanueva al sur, también comarcas como la de Motilla del Palancar. Sabía de un hecho ocurrido allí por Juan Sainz Moreno, alcalde ordinario de Motilla, cuando unos arrieros se vieron obligados a pagar una imposición de ochenta reales a los alguaciles del corregimiento, añadida a la que ya habían pagado en los puertos secos de Valencia por las mercaderías que de aquel Reino traían; dieciocho reales llevaba otro alguacil en Tarazona por una comisión contra Martín Sánchez de Talaya.

Pero las denuncias de Ginés de Vala de Rey afectaban a sí mismo. Ginés de Vala de Rey había ganado paulina de Su Santidad para actuar contra los deudores del voto de Santiago, del que era arrendador. Los deudores eran moradores del lugar de Gil García; hasta allí se desplazaron Gines de Vala de Rey y su amigo Martín Sánchez de Talaya, tras entregar la paulina al sacristán de Gil García, esta admonitoria contra los deudores fue leída en la iglesia de Gil García. El intento de ejecución de deudores por Ginés de Vala de Rey y su amigo debió ser visto como una intromisión eclesiástica en las competencias propias de la justicia civil del corregimiento; el alguacil Francisco de Cárdenas metería en prisión a Gines de Vala de Rey y procedió del mismo modo contra Martín Sánchez de Talaya, arrendador de alcabalas por haber colaborado en la publicación de la paulina. El calvario que sufrieron los dos amigos fue sangría de maravedíes en salarios a los alguaciles Francisco Cárdenas y su sobrino Francisco de Santiago. El asunto acabaría en la Chancillería de Granada.

La villa de Quintanar andaba en pleitos con la de Tarazona por haber hecho esta villa una dehesa para pagar el nuevo servicio de millones, dentro de los arbitrios que la Comisión del Reino concedió para el pago de este servicio.  En realidad, Tarazona había adehesado dos términos, la Torquilla, en disputas con Quintanar, y la Cardosa, hacia la parte de Madrigueras. El caso es que el corregidor Antonio Pérez de Torres entendió en este asunto que no era de su competencia, según ambas villas para expoliarlas con gastos judiciales de cien ducados. Aparte de las quejas comunes, la cuestión es que las decisiones del corregidor, hasta ser contradichas por el Consejo, fueron favorables a los pastores de Quintanar que seguían pastando en la dehesa de las Torquillas, en algunos casos, protegiendo a los pastores con cuatro hombres armados con arcabuces. Otras veces la colisión de intereses era entre las necesidades fiscales de la Corona y el obligado abasto de la villa. El corregidor decidió dejar en depósito para su embargo con destino a la recaudación del servicio de millones los dos mil reales del arca de tres llaves del pósito de Tarazona, sin embargo el dinero fue utilizado para comprar trigo en las villas de Montalbo, Villar de Cañas y Carcelén y hacer pan cocido para gasto de sus vecinos. El corregidor Antonio Pérez de Torres respondería condenando a los oficiales tarazoneros a multas de cinco mil maravedíes a cada uno y llevándolos presos a Ineista y Villanueva de la Jara.

El acotamiento de dos dehesas por la villa de Tarazona entró, además, en conflicto con la villa de Alarcón, pues las tierras cercadas eran propios históricos de esta villa: una, cerca de Villalgordo, donde dicen los Pozos de la Cañada hasta la Cardosa, y la otra en el término de Pozo LLorente y la Abanilla. Alarcón pidió la restitución de sus términos y lo consiguió por provisión de dos de mayo de 1591. Curiosamente, la villa de Alarcón no otorgaba más término a Tarazona que aquel de los canales y goteras adentro. Se contradecía así la confesión que la propia villa de Tarazona había hecho en las Relaciones Topográficas en que pretendía por derecho de villazgo habérsele concedido una legua de término hacia el oeste y media legua hacia el norte y este, amén de toda la tierra que hasta el río Júcar se extendía por el sur, obviando que el propio villazgo de 1564 reconocía el derecho de Alarcón a usar de su derecho y jurisdicción como hasta entonces lo había usado y fijaba los límites en los mojones que ya se habían establecido en 1483 por el licenciado González Molina y que Tarazona se había cuidado de derribar. La villa de Tarazona no reconoció estos límites y recurrió a Granada la propiedad de las dehesas de Alarcón, que ahora consideraba suyas. Mientras decidía la Chancillería, Tarazona hubo de acotar las ya referidas dehesas de las Torquillas, en disputa con Quintanar, y la de la Cardosa, esta vez en dirección hacia Madrigueras.

En Tarazona era importante la opinión de Dionisio Clemente, vecino de Villanueva de la Jara pero que gozaba del ejercicio de una regiduría en aquella villa. Era hombre de confianza del corregidor, pero no por ello dejó denunciar la arbitrariedad y cohechos del alguacil Diego de Agüero y la injusticia del embargo de los sesenta mil maravedíes del pósito de Tarazona, decisión que había quebrantado la paz social en el pueblo y causado gran alboroto. Denunciaba Dionisio Clemente cómo no todo era opresión real para esquilmar al pueblo con el servicio de millones, pues la concesión de arbitrios y arrendamiento de dehesas eran excusas para que los regidores hicieran uso de estos bienes en beneficio propio. Así, denunciaba cómo se los regidores Diego Tabernero, Luis Caballero y Francisco Cépedes habían utilizado a García Picazo para concederle el arrendamiento de una dehesa a muy bajo precio para que los ganados de los regidores pastaran libremente en los pastos adehesados. La almoneda de la dehesa se había hecho en el mesón que el alférez Juan Mondéjar tenía en la plaza pública. La realidad era que los tarazoneros habían comprado su libertad y villazgo de los jareños a costa de endeudar a la villa; no era extraño que los tres regidores mencionados y el alférez Juan Mondéjar anduvieran por las calles de Tarazona pidiendo  a los vecinos aportaciones de veinte a treinta reales para pagar los réditos de los censos tomados para comprar le villazgo. Las aportaciones de veinte a cincuenta reales sumaron hasta ciento cincuenta ducados, repartidos entre cincuenta y seis vecinos, y es que en la villa el año 1591 había tres ejecutores para cobrar las deudas de los censos del villazgo, cuyo tenedor era Urgenio Conejero. El repartimiento, entendido como préstamo, se cargaría a costa de los propios del concejo. El caso es que las denuncias de Dionisio Clemente, que había contribuido con cincuenta reales, ante el juez de residencia Gudiel .acabarían con los oficiales del concejo de Tarazona en prisión

Dionisio Clemente, regidor de Tarazona y
vecino de Villanueva de la Jara


Wednesday, October 31, 2018

Los Pérez de Oviedo Valdés, de La Roda y Pozo Amargo a Quintanar del Marquesado



Doña María de Ruipérez, vecina de Quintanar del Marquesado, era viuda de Diego Pérez de Oviedo, y madre de Diego Pérez de Oviedo Valdés, Hernán Pérez de Oviedo Valdés, Jerónimo Pérez de Oviedo Valdés y doña María de Montoya.  El 1 de mayo de 1585, presenta petición ante la Chancillería de Granada para hacer valer la hidalguía de sus hijos y difunto marido.

El proceso de hidalguía de los Pérez de Oviedo fue parejo a su intento de acceder a los oficios concejiles. Consiguieron ejecutoria en mayo de 1585 para que dichos oficios se partieran a mitad entre pecheros e hidalgos, justo en un momento en que solo había cuatro hidalgos en Quintanar: los propios hermanos Pérez de Oviedo y otro hidalgo llamado Hernando de Alarcón. Aprovechando esta ejecutoria favorable, uno de los hermanos, Hernán, se había hecho en 1587 con el cargo de alcalde ordinario por el estado noble, y otro hermano, Gerónimo, con el cargo de alcalde de la hermandad por el estado noble también. Los hermanos Pérez Valdes se encontraron con la oposición del concejo quintanareño, como hemos visto en otro lugar (El acceso a los oficios concejiles en Quintanar del Marquesado y Motilla del Palancar). Sus aliados en el pueblo fueron pocos. Entre ellos destaca la familia de los Simarro y de los Vara de Rey. Pascual Martínez, nieto de Ginés de Vara de Rey, defendió la hidalguía de los Pérez de Oviedo
lo abía oydo decir a otros sus mayores e más ancianos en especial a Hernán Simarro el viejo que hera difunto que pudo aber que falleció doce años y quando falleció sería de hedad de ochenta años y vecino de la dicha villa que si agora fuera vivo fuera de hedad de noventa y dos años y a Ginés de Bala de Rey, abuelo deste dicho testigo que fue vecino deste testigo y de la dicha villa y que pudo aber que falleció trece años y quando falleció sería de edad de ochenta años que si fuera vivo fuera de hedad de noventa y tres años y a otras sus personas de su hedad y de su tiempo que todos fueron personas honrradas y de muncha fee y crédito a los quales algunos años antes que falleciesen tratando en conversaciones de linajes e hidalguías decían y afirmaban aber conocido a los dichos padre y abuelo y bisabuelo de los que litigaban y que a todos los susodichos los abían tenido y tuvieron por hombres hijosdalgo notorios

El origen de los Pérez de Oviedo estaba en la villa de La Roda. De allí procedían Juan Pérez de Oviedo Valdés y su mujer María de Villanueva. Su hijo Diego Pérez de Oviedo casaría con Catalina Peralta, vecina y de familia hidalga de Vara de Rey, lugar donde estableció el matrimonio. En Pozo Amargo se establecería el hijo de Diego y Catalina, llamado también Diego Pérez de Oviedo, al casarse con María de Montoya. Hablamos de una fecha cercana a 1535. El establecimiento de los Pérez de Oviedo en Pozo Amargo debió ser coetáneo al establecimiento de los Montoya. Los testimonios de los testigos nos hablan de Pozo Amargo como un lugar poblado ya en 1520 y cómo ya el primero de los Pérez de Oviedo se dejaba ver por el lugar.

Del matrimonio de Diego y María de Montoya nacería el tercero de la saga llamado también Diego, que se establecería en Quintanar del Rey al casar hacia 1565 con citada vecina del lugar llamada María Ruipérez, procedente de una de las principales familias de Villanueva de la Jara. Del matrimonio nacerían los litigantes aquí tratados. 

La hidalguía de los Pérez de Oviedo venía del rebisabuelo de La Roda. Aunque la familia remontaba sus orígenes a Vizcaya, algunos testigos como Mateo de Arbal, hacían proceder el linaje de las Asturias de Oviedo, tal como denunciaba el apellido. Sus descendientes, asentados en Pozo Amargo, colocaron en sus casas de morada las armas familiares
y abía bisto las casas donde bibieron el padre y abuelo y bisabuelo del dicho Hernán Pérez de Oviedo y sus hermanos que litigaban donde asimismo los que litigaban bibían que era en el dicho lugar de Poço Amargo las quales eran muy antiguas porque fueron del rrebisabuelo de los que litigaban según este testigo abía oydo decir de su mismo nombre y apellido en las puertas de las quales tenían dibujadas y esculpidas sus armas por ynsinia de su nobleça que era un escudo con un león y un braço armado y un dragón y un pino y a la parte de arriba dos ángeles y una cruz... y que los susodichos en la yglesia del dicho lugar de Poço Amargo tenían una capilla y enterramiento principal
Escudo de la casa Valdés en Pozo Amargo. En el cuartel superior izquierdo se aprecian las armas de los Pérez de Oviedo. Véase las similitudes con el escudo Montenebroso de La Roda


Escudo de Montenebroso, La Roda;  con las armas de los Pérez de Oviedo
http://www.turismolaroda.com/rutas/la-ruta-de-los-escudos/

El rebisabuelo Juan había sido alcaide del castillo de Cartagena. El abuelo había participado en la jornada de Perpiñán en 1543, llamado por el emperador Carlos, aunque los hombres se habían vuelto antes de combatir. Casi tres décadas después había participado en la represión de la rebelión de la Alpujarras, como alférez mayor de la gente de a caballo, al servicio de don Rodrigo de Benavides, hermano del conde de Santisteban

La sentencia de la Chancillería de Granada, reconociendo la hidalguía de los Pérez de Oviedo, es de 4 de octubre de 1589, confirmada en grado de revista el 4 de enero de 1592. La ejecutoria de hidalguía es de 21 de marzo de 1597.


Testigos. Probanza de 1587

Juan Escribano, vecino de Vara de Rey, pechero de 77 años
Alonso de Sepúlveda el viejo, hidalgo, vecino de Vara de Rey, de 104 años
Alonso López Templado, vecino de La Roda, pechero, 70 años
Mateo de Arbal, vecino de La Roda, pechero de 80 años
Pascual Martínez, vecino de Quintanar, pechero, 61 años, nieto de Ginés de Vala de Rey, nacido hacia 1495 y fallecido hacia 1475 con 80 años.
Juan Domínguez, vecino de Quintanar, pechero de 80 años




ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. HIDALGUÍAS. Signatura antigua: 301-89-29. Hernán y Jerónimo Pérez de Oviedo Valdés, vecinos del Quintanar, Ejecutoria de 21 de marzo de 1597