El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
Mostrando entradas con la etiqueta Villanueva de la Jara. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Villanueva de la Jara. Mostrar todas las entradas

viernes, 27 de diciembre de 2024

Gaspar Méndez de Liébana contra el concejo jareño

 El regidor Andrés Alarcón y Rosales, ese año 1645, había pasado una grave enfermedad, una angina especie de garrotillo, decía el médico de Villanueva de la Jara. Seis veces había sido sangrado. Era buena justificación para escapar de las pesquisas del receptor enviado por la Chancillería de Granada, distante cincuenta y nueve leguas, a instancia de Gaspar Méndez de Liébana. Quien no pudo recibir al receptor granadino fue el alcalde Pedro Clemente, que ese día tenía un asunto arduo. Se trataba del ajusticiamiento de dos reos condenados a pena de muerte, sin que sepamos su delito. El pueblo vivía cierta indefinición en su gobierno, con permanencia de viejas familias: Francisco de Espinosa era el otro alcalde y Martín Cañavate ocupaba la escribanía del ayuntamiento, mientras que la tenencia del oficio de alférez mayor la detentaba Agustín de Valera por esta familia. Pedro González de Tébar, Antonio López Cardos continuaba las sagas como regidores perpetuos pero nuevos nombres aparecían en el ayuntamiento, tales Martín Cañada de Toledo y otros, nuevos ricos, se consolidaban en el gobierno de la villa, era el caso de Sebastián Donate o Diego García Donate. Viejos nombres de vecinos se repetían como Giraldo de Borgoño o Juan Sáez de Pozoseco, mientras que otros llegados de fuera, como Juan de Lerma, ejercía de sombrerero ajeno a los nubarrones que se anunciaban para los negocios.

El receptor dado lo espinoso del asunto a tratar no fue bien recibido en Villanueva de la Jara, alojado en la posada de la plaza del pueblo, no había camas disponibles para él, por lo que se le derivó a la casa del procurador síndico. Ese año de 1645, pululaban por el pueblo varios recaudadores de rentas enviados desde San Clemente para soportar el esfuerzo militar de la monarquía. El receptor granadino llamado Francisco Ramírez estaría poco en el pueblo, se daría por pagado con noventa reales y se iría. No todos pagaron, Pedro Clemente alegó no poseer bienes y que todos eran de su madre Ana de Tébar. El pueblo había cerrado filas contra el licenciado Gaspar Méndez de Liébana, administrador de propios y para los vecinos un extranjero y un castillero, que por meterse donde no le llamaban había recibido lo suyo de un matón paniaguado de las élites jareñas: el mulato Francisco Leal.

Gaspar Méndez de Liébana había presentado una querella criminal contra el mulato Francisco Leal, esclavo, y sus dueños el regidor don Andrés de Alarcón Rosales y su mujer Catalina Prieto. La querella se había hecho extensiva al regidor Juan Prieto Cuadrado, don Pedro Clemente y Gregorio García, alcaldes ordinarios, Pedro Remírez, escribano del ayuntamiento, y Juan Marcilla. A todos ellos acusaba de servirse de los bienes propios del concejo en su beneficio propio y el haber chocado con ellos por intentar una administración limpia de estos bienes. Aunque la querella venía motivada por un hecho puntual: el nueve de septiembre de 1640, el hijo de Gaspar, Sebastián Ignacio había ido a comprar a la carnicería pública, allí fue injuriado por el esclavo Francisco Leal que le arrojó dos cuernos en presencia de muchos vecinos para mayor escándalo. Es más, por la noche, el esclavo se había presentado en casa de Sebastián Ignacio, armado con una carabina y con intención de matarlo. La afrenta la había ejecutado el esclavo, pero Gaspar veía detrás a los oficiales del concejo. 

Los ánimos se enconaron en el proceso sumario que se abrió después para averiguar los hechos. Uno de los testigos favorables a Gaspar, Francisco Pastor Garnica había sido insultado por Catalina Prieto y había sido golpeado por un criado de esta llamado Francisco Fino, que, con un puñal, lo había intentado matar. El asunto se había enredado, cuando fue preso Pedro Ramírez, escribano y tío de Catalina Prieto, por malversación en el arrendamiento de la escribanía del concejo. El escribano sería soltado de la cárcel por el alcalde Pedro Clemente, mientas Gaspar Méndez se veía obligado a abandonar el pueblo ante las amenazas, pues sus enemigos rezaban responsos delante de sus casas. Detrás de este vodevil se escondía un problema más grave: las necesidades financieras de la Corona para sostener la guerra exigía más recursos y había una élite, que trampeando con los bienes propios no estaba a ceder el aprovechamiento particular que los mismos hacía. Gaspar Méndez de Liébana acusaba a los oficiales querellados de haberse quedado con seis mil reales.

ACHGR, C 9875  8

domingo, 20 de octubre de 2024

Villanueva de la Jara contra el alcalde mayor Quintano

 La llegada del alcalde mayor del partido de San Clemente, junto al escribano Bartolomé Celada, no fue bien recibida en Villanueva de la Jara el nueve de agosto de 1619. El cabildo jareño se reunió en su ayuntamiento para denunciar la intromisión de la justicia del corregimiento en un tema de denunciaciones, pues iba contra los privilegios de primera instancia de la villa. Por entonces, el cabildo se reunía en el escritorio de las casas del cabido, por hallarse el ayuntamiento en ruina. No se amilanó el alcalde que ordenó la prisión de los oficiales jareños en el edificio de su ayuntamiento. El licenciado Quintano debía ser un hombre de armas tomar, pues, enfrentado a los regidores, defendió su derecho a presidir el ayuntamiento y, enojado y en cólera, había dicho ciertas palabras injuriosas al doctor Bravo Hervías y el bachiller Ortega, abogados de la villa. El motivo de disputa era el intento de Tomás Quintano de entender en las denunciaciones contra vecinos de la Jara por daños en el campo, el intento de los regidores por hacer valer sus privilegios (defensa de la jurisdicción civil y criminal y que cualquier auto del alcalde mayor debía pasar ante el escribano del ayuntamiento jareño) fue respondido por el alcalde mayor poniendo cuatro guardas y multando a cada regidor con quinientos maravedíes y prohibiendo que se reuniese el concejo sin su licencia bajo multa de 50000 maravedíes. El concejo jareño protestaría ante la Chancillería de Granada, pero la respuesta del alcalde mayor Quintano declararía en contumacia y rebeldía a los regidores, tras comparar el valor de los privilegios y ejecutoira de la villa con el precio de cuatro caracoles. El once de mayo de 1620 la situación se agravó: el concejo intento reunirse esa tarde, lo hacía en un escritorio de la plaza, pues la sala del ayuntamiento está tan arruinada respecto de ser el edificio tan antiguo y estar con tres vigas grandes apuntalada. Los escritorios se encontraban en la parte baja del actual edificio, mientras que la sala de reuniones lo era en el primer piso, que es la que presentaba un aspecto de ruina.

Exagerado o no, los regidores jareños vieron su prisión en el ayuntamiento con temor ante el temor de que el edificio se hundiera, pues su estado era completamente ruinoso. Por esa razón fueron alojados en casa de Giraldo Borgoño, habilitada como prisión improvisada. Desde allí, los regidores fueron llamados uno por uno a la posada del alcalde mayor, que residía en la calle del licenciado Jiménez, un presbítero que no debió salir muy bien en su convivencia con el alcalde mayor. El trato que debió ser muy vejatorio, provocó la reacción del alcalde ordinario e hidalgo Juan Ferrer y del regidor Bernardo Alcocer, un anciano del que se decía que el licenciado Quintano no había respetado sus canas. La defensa de los privilegios de la villa fueron planteadas por el abogado Juan de Ortega y el doctor Bravo Hervía, pagando el primero sus haceres con la prisión junto al resto del los regidores. Las actuaciones del alcalde mayor fueron sentidas como humillación por los jareños, a su decir, una villa de más de mil vecinos, con cuatro aldeas dependientes y mucha gente principal e hidalgos, esos que faltaban el siglo de antes. Y es que Villanueva de la Jara se iba aristocratizando y cada día aceptaba menos la intervención del corregidor de San Clemente o el alcalde mayor en sus asuntos. Tan criticados como el alcalde mayor eran los escribanos Bartolomé Celada y Cristóbal Aguado, acusados de entender en todos los negocios con los derechos y aranceles correspondientes a costa de los escribanos locales.


Ayuntamiento de 3 de junio de 1620

Juan Prieto y don Juan Ferrer, alcaldes ordinarios

Martín López de Valera, alférez mayor

Pedro de Ruipérez, Ginés González, Gilardo Borgoño, Francisco de Garay, doctor Bravo, Miguel de Oñate, Martín Zomeño, Juan de la Motilla y Lucio Pardo, regidores

Testigos, 3 de junio de 1620

Miguel García Olmeda, labrador, 73 años

Juan Sánchez de Ruipérez, labrador, 52 años

Licenciado Andrés Jiménez Muñoz, presbítero, 28 años.

Domingo Jiménez, vive de su hacienda, 52 años

Pedro Montoya, hidalgo que vive de su hacienda, 62 años

Licenciado Bartolomé García, presbítero y teniente de cura de la iglesia mayor, 35 años

Juan de la Roda, hortelano y teniente de alguacil mayor, 52 años

Pedro Ramírez, escribano del número, 34 años

Juan Martínez, residente en Villanueva, clérigo. 29 años

Elvira Cana, soltera, 50 años

Andrés García Valera, maestro de sastre, 64 años

Gaspar Prieto, notario y familiar del Santo Oficio, 40 años

Martín Ferrer, hidalgo que vive de su hacienda. 58 años

Andrés Hernández, alguacil. 60 años


García de Buedo, escribano del ayuntamiento e hidalgo

Licenciado Juan de Ortega, abogado de la villa


ACHGR, PLEITOS, C 9583-37


martes, 9 de julio de 2024

LAS DEUDAS DE VILLANUEVA DE LA JARA EN 1639

 

En 1639, las arcas municipales de Villanueva de la Jara estaban exhaustas y sus bienes propios embargados. El esfuerzo militar de la monarquía de los austrias se traducía en constantes donativos y una presión fiscal constante sobre los pueblos. Villanueva de la Jara no era una excepción. Para hacer frente a los pagos, la villa había acudido a préstamos; no había ni grandes préstamos ni grandes prestamistas pero sí una suma amplia de acreedores que había arruinado a la villa. Lo llamativo eran los prestamistas, amén de algunas familias ricas de Cuenca, aparecían dos conventos, el de Santa Clara de Villanueva de la Jara y el de monjas de la orden de San Agustín de Requena, y tampoco faltaban varios labradores ricos de Quintanar del Rey.
Más allá de la naturaleza de los prestamistas, el problema era el mismo: Villanueva de la Jara llegaba a la década de 1640 con sus propios embargados, cuando lo peor de la crisis militar estaba por llegar. Al pueblo llegaban ejecutores para exigir el pago de los préstamos, obligando a la villa a una ordenación de su deuda que facilitara un gradual pago de sus deudas y su alargamiento en el tiempo. Era una bola de nieve que se agrandaba, pues los impagos iban acompañados de renegociaciones con nuevos intereses y la acumulación de pagos de los salarios de ejecutores y diligencieros que acudían a la villa.
Villanueva de la Jara como cualquier otro cabildo tenía sus gastos ordinarios para facilitar la vida en el pueblo, que ahora se veían comprometidos. A los obligados pagos a los oficios de gobierno y administración local se unían otros propios de la época, tales como pagar a los músicos que acompañaban el Santísimo Sacramento para visitar a los enfermos o el mantenimiento de fiestas de tradición antigua, como la Cruz de Mayo, en la que se hacía una procesión hasta Pozoseco y allí se daba caridad de pan, vino y queso a los pobres, todo ello pagado por el concejo jareño. Villanueva no quería renunciar al derroche de sus octavas del Corpus ni otras fiestas, y, quisiera o no, se veía obligada a gastos para la reparación de sus dos molinos y once hornos de pan.
El estado de la villa comenzaba a ser lastimoso. La torre del reloj, la que es aneja al ayuntamiento de la villa y que hacia 1500 había levantado el cantero Pedro de Oma, estaba por aquel entonces rematada por un chapitel, pero amenazaba ruina y la villa no sabía de donde sacar los seiscientos ducados para evitar que se desplomara.

Antonio Poblete un viejo de ochenta años recordaba que la villa había servido a la Corona con cinco donativos por valor de mil ducados cada uno. Hasta Villanueva de la Jara llegaba el nombre del responsable de las exacciones, Gilimón de la Mota, contador Mayor de Cuentas de Felipe IV y uno de sus más eficientes ministros.

Prestamistas del concejo de Villanueva de la Jara en 1637
  • Convento de Santa Clara de Villanueva de la Jara
  • Convento de agustinianas de Requena: 2500 ducados
  • Don Francisco Gómez de Sandoval de la orden de Santiago, como marido de doña Magdalena Román Y Ortega, vecino y regidor de la ciudad de Cuenca
  • Doña Ana de la Cadena, viuda y vecina de Cuenca
  • Melchor Granero de Heredia, vecino de Alarcón.
  • Juan de Oñate Parreño, vecino de Quintanar del Rey
  • Pascual Caíz, vecino de Quintanar
Concejo de 10 de enero1638
  • Pedro López de Tébar y don Martín Ferrer, alcaldes ordinarios
  • Andrés Clemente, Pedro González de Tébar, Jorge Gabaldón, Antonio López Cardos, el licenciado Juan de Pobletey Tébar, Gregorio García, Alonso Ruipérez, Juan Cano Carretero, don Andrés Pardo, Andrés de Jura Clemente, Alonso Cañavate, Martín Saiz, don Andrés de Alarcón Rosales, Juan ... Cardos, regidores

Gastos del concejo de Villanueva de la Jara en 1637

  1. Pago del salario del corregidor de San Clemente: 17500 mrs.
  2. Salario del alférez de la villa: 2400 mrs.
  3. Salario de 29 regidores perpetuos a 500 mrs. cada uno: 14500 mrs.
  4. Salario del alcaide de la cárcel: 14000 mrs.
  5. Salario de la persona que rige el reloj: 6000 mrs.
  6. Salario del portero del ayuntamiento: 4500 mrs.
  7. Salario del pregonero: 9000 mrs.
  8. Salario de la persona que toca el órgano: 6000 mrs.
  9. Salario del sacristán que toca las oraciones y a las ánimas del Purgatorio por las noches: 3000 mrs.
  10. Limosna al convento de San Francisco y a Nuestra Señora de las Nieves por los sermones de Cuaresma: 100 reales (3400 mrs.)
  11. Salario a los músicos de voces y chirimías, que asisten en la iglesia parroquial: 20000 mrs.
  12. Al que toca el bajón: 6000 mrs.
  13. A los músicos que tocan las chirimías para acompañar al Santísimo Sacramento para visitar a los enfermos: 6000 mrs.
  14. Por la procesión el día de la Cruz de Mayo a Nuestra Señora de Pozoseco ( a una legua de la villa) y la caridad de pan, vino y queso que se da a los pobres: 15000 mrs.
  15. Media anata de lo que procede de las rentas de la escribanía, correduría y almotacenía; la décima del año 37 y seis anteriores: 92301 mrs. (13180 mrs. al año)
  16. Salario del mayordomo de los propios: 8000 mrs.
  17. Por cada raposa que se mata en el término: 100 mrs. y de matar lobos y traer las camadas la yuda de costa. Suma todo: 200 reales (6800 mrs.)
  18. De la bula de Santa Cruzada que se lleva a Cuenca, cabeza del obispado: 6800 mrs.
  19. De la fiesta del Corpus Cristi y su octava: 20000 mrs.
  20. Del reparo de las dos casas de molinos harineros: 200 ducados (75000 mrs.)
  21. Del reparo de los once hornos existentes en la villa y aldeas de su jurisdicción: 600 ducados (225000 mrs.)
  22. Por reparar la torre del reloj, que se hunde el chapitel si no se repara en breve: 600 ducados (225000 mrs.)
  23. Del pago de las órdenes enviadas por su majestad y el corregidor y sus oficiales: cien ducados (37500 mrs.)
  24. Por llevar los soldados que su majestad reparte para los presidios, vestirlos y darles de comer hasta que llegan a la villa de San Clemente, donde se recogen las tropas que tocan al corregimiento: 100 ducados (37500mrs.)
  25. Del salario del escribano y contador por tomar las cuentas de propios: 100 reales (3400 mrs.)
  26. Por pagar los portes y llevar el dinero de las pensiones de los censos a la ciudad de Cuenca, villas de Alarcón y Requena, el Quintanar: 330 reales (11220 mrs)
  27. Papel sellado, reparos de puentes, caminos, cárcel y sala del ayuntamiento: 50 ducados (10200 mrs.)
ACHGR. PLEITOS CIVILES, C 9819-19

domingo, 5 de mayo de 2024

Baltasar Prieto, pasajero de Indias de Villanueva de la Jara

 Con la flota de 1643, llegarán procedentes de Nueva España a Sevilla, 400 pesos dejados por Baltasar Prieto, natural de Villanueva de la Jara y fallecido en Nueva España, y puestos a disposición de sus herederos. El finado no había hecho testamento, pero tenía un hermano en Quintanar del Rey: Juan Prieto, cirujano.


Archivo General de Indias, CONTRATACION,5581,N.100

El legado de Ángela Ortiz a las carmelitas de Villanueva de la Jara

 En testamento redactado en 1615 en Perú por Ángela Ortiz, mujer de Álvaro Ruiz de Navamuel de los Ríos dice así en una de sus cláusulas:

"Yten mando a Elvira de Santangelo profesa en Villanueva de la Jara, en el convento de Santa Ana de carmelitas descalzas un cáliz de plata que está en poder de Diego Fernández Aceitun y que se le haga una cruz de plata y dos candeleros de plata y cien ducados de a once reales para un frontal y encargo se le envíen en la prmera flota"

5 de marzo de 1616, carta de poder del convento de monjas de Santa Ana de Villanueva de la Jara

Mariana de la Concepción, priora, y Francisca de San Elipe, su priora, Lucía de Santa Ana y Catalina del Espíritu Santo, clavarias.


Archivo General de Indias, CONTRATACION,325,N.4,R.3

Fray Alonso de Aguilar, dominico

 Fray de Alonso de Aguilar, natural de Villanueva de la Jara, teólogo de tercer año, embarca con 22 años a las Filipinas, junto a otros 19 dominicos, encabezados por el comisario de la orden fray Jacinto Calvo. La licencia se concede el 22 de mayo de 1625.

Archivo General de Indias, FILIPINAS,80,N.103

domingo, 3 de marzo de 2024

JOSÉ DE HARO CASTAÑEDA Y FERRER

 

GENEALOGÍA DE DON JOSÉ DE HARO CASTAÑEDA Y FERRER (bautizado el 5 de mayo de 1666 en Villanueva de la Jara)

PADRES

Antonio de Haro y Castañeda, vecino de Chinchilla, y Ana Isidora Ferrer, natural de Villanueva de la Jara

TÍAS POR PARTE DE PADRE

Francisca de Haro (madre de Fernando Antonio Núñez y Robres, caballero de la orden de Montesa) y Magdalena de Haro (madre de Marcos Enríquez, caballero de la orden de Montesa)

ABUELOS PATERNOS

Diego López de Haro y María Castañeda, naturales de Alarcón, y residentes en Motilla

ABUELOS MATERNOS

Juan Ferrer, natural de Villanueva de la Jara, y Francisca Rosillo Ruiz de Alarcón, natural de Palomares de Campo (hija de Gaspar Rosillo, natural de San Clemente y sobrina de Francisco de Alarcón, obispo de Pamplona y Córdoba, del linaje de los señores de Valera de Arriba)

Partida de Bautismo de Juan Ferrer

Villanueva de la Jara, 27 de febrero de 1587, hijo de Martín Ferrer y Ana de la Osa

En la iglesia de Santa María de Alarcón se encontraban los libros sacramentales del resto de iglesias de la villa de Alarcón: Santísima Trinidad, San Juan, Santo Domingo, Santiago y la propia iglesia de Santa María. Los libros habían sido trasladados allí desde el resto de iglesias. En 1654, la iglesia de la Santísima Trinidad sufre un incendio en el que se pierden los libros de Bautismo. El incendio afecta a la sacristía y archivo parroquial.

Diego López de Haro había sido bautizado en la parroquia de la Trinidad, donde se bautizaban los hombres principales de Alarcón; los bautizados en esta iglesia tenían el privilegio de antelación para las becas del Colegio de Cuenca del Monte Olivete de Salamanca. Don Diego de Haro vivía en la calle de los Caballeros, perteneciente a la parroquia de Santa María; los Haro tenían en la puerta de su casa y los cuartos de las mismas, sus armas en los escudos. Los Haro de Alarcón tenían su enterramiento ("sepultura sumptuosa") en el presbiterio de la iglesia de San Juan


Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_MONTESA,Exp.243

La Memoria de Pedro de Montagudo

 El vínculo fundado por Pedro de Monteagudo en Villanueva de la Jara lo conocemos por el pleito entre Juan de Alarcón Prieto y Cristóbal de Alarcón en 1664. Aunque el pleito, que ya venía con otro descendiente de Pedro Monteagudo y del mismo nombre en 1660. 

Pedro Monteagudo era el cuarto abuelo de Juan de Alarcón y, aunque el pleito venía por una heredad en la vega y unas casas, el hecho de que cincuenta hombres estuvieran recogiendo la cosecha de Juan de Alarcón en 1670 da testimonio de la envergadura de la hacienda. El mayorazgo había sido fundado por Pedro de Monteagudo y Catalina Ruipérez; pero, ¿existía tal mayorazgo? En realidad, de los bienes vinculados ahora en litigio estaba en una memoria y obra pía de hacía más de cien años  fundada por Catalina Ruipérez, sobre los que se pretendía fundación de mayorazgo por una escritura de 22 de junio de 1559 y que eran capítulos matrimoniales al casar la hija de los fundadores de la memoria, Catalina Monteagudo con do Diego Flórez Carrillo, vecino de Cuenca. A dicha memoria se aplicarían en 1572 las casas de morada en Villanueva de la Jara, en las llamadas cuatro calles, lindantes con otras de Pedro López de Tébar, así como una huerta en la vega de la villa. Los bienes estaban cargados con censo enfitéutico de 20 ducados.


Archivo Histórico Nacional, CONSEJOS,23836,Exp.4

lunes, 25 de diciembre de 2023

LOS CLEMENTE Y EL CONVENTO FRANCISCANO DE VILLANUEVA DE LA JARA

 Capillas en el convento de San Francisco del Nombre de Jesús en Villanueva de la Jara, sitas en el crucero

  • Capilla de San Julián, obispo de Cuenca. Afecta al vínculo fundado por el licenciado Dionisio Clemente. Dos retablos de madera dorada.  Uno de San Juliá y otro del Ángel de la Guarda
  • Capilla de Santo Tomás apóstol. Afecta al vínculo fundado por el licenciado Tomás Clemente. Hay dos retablos de madera dorada. Uno es de Santa Silveria y el otro de Santo Tomás
Sobre los retablos de Santo Tomás y San Julián están los escudos con las armas familiares: a mano derecha de dicho escudo hay una escuadra y debajo de ella una pera y sobre esta dos estrellas. Y a la mano izquierda un pino con dos ardas en su tronco y dos perros siguiéndolas, cuyo escudo está cubierto de un morrión mirando a la derecha.

Asimismo se reconoció que en el altar de Santa Silveria está una urna dorada con cristales y dentro los huesos de dicha santa.

Clemente de Arostegui y Herrera y Calomarde, Antonio José

Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_SANTIAGO,Exp.1980

domingo, 26 de noviembre de 2023

Villanueva de la Jara en 1639: una villa apretada y afligida

 En 1639, Villanueva de la Jara seguía el mismo camino que el resto de villas del corregimiento de San Clemente: el de quiebra de su hacienda municipal y el de la ruina económica de la propia villa. Los prohombres de su ayuntamiento, con apellidos que marcarán el devenir del pueblo en el siglo XVII (López de Tébar, Ferrer, Clemente, Ruipérez o Cañavate), reconocían que las deudas de la villa ascendían a 16000 ducados y que los prestamistas tenían su vecindad en Cuenca, Requena y Quintanar del Rey. Lo que no se decía era la vinculación familiar y comunidad de intereses de los miembros del concejo con esos prestamistas.

El origen de la ruina estaba fuera, en las necesidades militares de la Corona, y el reclutamiento, esta vez forzado, de hombres y recaudación de dineros para la llamada dotación de presidios. Los presidios eran plazas fuertes, donde se ubicaban soldados, que como arietes, ahora defensivos de la amplia geografía del imperio español en Europa, mantenían a salvo España del enemigo exterior. Las tornas habían cambiado para el todopoderoso Imperio y ahora se temía por la llegada de la guerra al suelo patrio. Ya en 1598 se había formado una milicia general de Reino, un primer y potencial ejército peninsular que debía defender con miles de hombres, reclutados en cualquier momento, el territorio peninsular de los ataques extranjeros. Aunque en el primer tercio del siglo XVII, la preocupación estuvo en la costa mediterránea y los ataques berberiscos, en la década de los treinta se decidió apuntalar los presidios africanos con nuevos hombres y, poco después, ante el peligro francés, se buscaron nuevos destinos para los reclutas en Huesca y el norte de Cataluña o plazas como Fuenterrabía, eso que hoy llaman Hondarribi, y que, entonces, se hizo famosa el año 1637, por un reclutamiento en toda Castilla de hombres para levantar el cerco francés. Si alguna vez ha existido un sentimiento patrio de España fue en aquella ocasión, especialmente después de la victoria contra los franceses, bien es verdad, que los soldados reclutados no sabían que, tras ser embarcados en Cartagena, su destino era Vascongadas. De estos reclutamientos tendremos ocasión de hablar, pues fueron muy crueles: jugaban las rencillas para deshacerse de vecinos del pueblo no queridos o poco asentados, junto a foráneos y gente rahez. La tragedia es que el común no llegó a ver que los próximos reclutas serían los labradores mientras araban sus campos.
Pero hasta que llegó el cataclismo de la década de los cuarenta y la guerra catalana, los hombres y los pueblos vivían ajenos a un futuro catastrófico que se avecinaba. Villanueva de la Jara no era diferente a otros pueblos. Una minoría enriquecida se estaba haciendo con el poder. El acaparamiento de tierras iba acompañado de su participación en los proyectos monárquicos que exigían cada vez más dinero. La Corona vendía todo, y ese todo era lo que los pueblos habían tenido como propio. Lo compraban las élites del pueblo: la almotacenía o correduría (pues estos impuestos municipales iban a sus bolsillos, en gran parte) o el oficio concejil de alguacil mayor, y pagaban los vecinos con nuevas sisas y repartimientos de tributos. Es ahora, cuando las viejas familias, que han adquirido una proyección regional, así los López de Tébar con enlaces familiares con los Ferrer en Requena, los Ruipérez presentes en las viejas aldeas jareñas de Tarazona y Quintanar o los Clemente, que de las aldeas dan el salto a Cuenca, adquieren esa notoriedad que ya no han abandonado hasta el presente. Su ascenso social va parejo a la ruina de los pueblos.

Villanueva de la Jara para hacer frente a sus deudas tuvo que consignar bienes y rentas para pagarlas en virtud de un decreto de 13 de octubre de 1636. Se decía que el concejo de la villa estaba muy apretado y de día en día se iba apretando más y sus oficiales estaban afligidos por no tener ni un real con que pagar. Era tal la presión de los acreedores, que la villa pedía que los pagos se graduaran en el tiempo para hacerlos efectivos y se nombrara un administrador para llevar las cuentas del concejo. Los gastos se habían multiplicado en los últimos años: la compra del privilegio de almotacenía y correduría había supuesto dos mil trescientos ducados, mientras que los donativos otorgados a la Corona ascendían a cinco mil ducados. En esta situación, Villanueva pidió una consolidación de su deuda, es decir, una graduación en los pagos y el nombramiento de un administrador que evitara las vejaciones y constantes gastos añadidos que le suponía el envío constante de ejecutores por los acreedores.

Entre los dineros tomados prestados a censo estaba un censo de 2500 ducados tomados en Requena al convento de monjas de la recolección de San José de la orden de San Agustín. Otros censualistas eran el convento de monjas de Santa Clara de Villanueva de la Jara, don Francisco Gómez de Sandoval, caballero de Santiago, como marido de doña María Román y Ortega, vecinos de Cuenca y regidor, doña Ana de la Cadena, viuda y vecina de Cuenca, don Melchor Granero de Heredia, vecino de Alarcón, Juan de Oñate Parreño, vecino de Quintanar del Rey, y Pascual Caiz, vecino de Quinatanar y de Villanueva de la Jara.

GASTOS ANUALES DEL CONCEJO DE VILLANUEVA DE LA JARA en 1637
  • Salario del corregidor de San Clemente: 17500 maravedíes
  • Salario del oficio de alférez mayor de la villa: 2500 mrs.
  • Salario de veintinueve regidores perpetuos a 500 maravedíes cada uno: 14500 mrs.
  • Salario de alcaide de la cárcel: 14000 mrs.
  • Salario de la persona que rige el reloj: 6000 mrs.
  • Salario del portero del ayuntamiento: 4500 mrs.
  • Salario del pregonero: 9000 mrs.
  • Salario del organista: 6000 mrs.
  • Salario del sacristán que toca las oraciones y a las ánimas del Purgatorio de noche: 3000 mrs.
  • Limosna que se da cada año a los conventos de San Francisco y de Nuestra Señora de las Nieves por los sermones de Cuaresma: cien reales (3400 mrs.)
  • Salario a los músicos de voces y chirimías que asisten a la iglesia parroquial de la dicha villa: 20000 mrs.
  • Salario del que toca el "uajín": 6000 mrs.
  • A los músicos que asisten con chirimías y van tocando delante del Santísimo Sacramento cuando se lleva a los enfermos: 6000 mrs.
  • Para la procesión del día de la Cruz de mayo hasta Nuestra Señora de Pozoseco, a una legua de Villanueva, y del pan, vino y queso que se da a los pobres: 15000 mrs.
  • La media anata de lo que procede en cada un año de las rentas de la escribanía, de la correduría y de la almotacenía del año 1637, se mando cobrar la décima del dicho año, y los seis antecedentes: 92301 mrs., 13180 mrs. al año
  • El salario del mayordomo de los propios: 8000 mrs.
  • Por cada raposa que se mata, 100 mrs. y de los lobos que se traen muertos, de ayuda de costa y por recoger la camada de los lobeznos: 200 reales (6800 mrs.)
  • De llevar la recaudación de la bula de la cruzada hasta la ciudad de Cuenca: 200 reales (6800 mrs.)
  • Gastos de la fiesta del Santísimo Sacramento del Corpus Christi y su octava: 20000 mrs.
  • De los gastos necesarios para reparar las dos casas de molinos: 200 ducados (75000 mrs)
  • De los gastos necesarios para reparar los once hornos en la villa y lugares de su jurisdicción, algunos de ellos hundidos: 600 ducados (225000 mrs.)
  • De los gastos necesarios para reparar la torre que tiene un reloj, con riesgo de hundimiento del chapitel: 600 ducados (225000 mrs.). Según algún testigo, los gastos podían llegar a mil ducados
  • Por los gastos de despachos para la guerra y otros ordinarios enviados por el corregidor de San Clemente: 100 ducados (37500 mrs.)
  • Por llevar los soldados de presidios a la villa de San Clemente y vestirlos y darles de comer hasta que parten de San Clemente: cien ducados (37500 mrs.)
  • Salarios del escribano y contador por tomar las cuentas de propios: 3400 mrs.
  • Del pago de las pensiones de los censos y llevar los dineros a Alarcón, Cuenca, Requena y Quintanar: 330 reales (11220 mrs.)
  • Gastos de papel sellado: 10200 mrs.
  • Reparación de la cárcel, sala del concejo, puentes y caminos: 50 ducados (18750 mrs.)

Ayuntamiento de Villanueva de la Jara de 10 de enero de 1638

Pedro López de Tébar y don Martín Ferrer, alcaldes ordinarios
Andrés Clemente, Pedro González de Tébar, Jorge Gabaldón, Antonio López Cardos, el licenciado Juan de Poblete y Tébar, Gregorio García, Alonso de Ruipérez, Juan Cano Carretero, don Andrés Pardo, Andrés de Gura Clemente, Pedro Monteagudo Cañavate, Alonso Cañavate, Martín Saiz, don Andrés de Alarcón Rosales, Juan Prieto y Juan Ortín Cardos

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, PLEITOS CIVILES, C-9819-19

sábado, 4 de noviembre de 2023

Monteagudos y Flores (los)

 Catalina de Monteagudo era viuda de Diego Flores Carrillo. Diego Procedía del lugar de Olmedilla de Eliz, era hijo de Juan Flores y Catalina Carrillo. El abuelo Diego Flores procedía del lugar de Zarzuela, con fama de rico y doce manadas de ganados, había casado dos veces, la primera con Francisca Enríquez y la segunda con Beatriz Carrillo. Del padre Juan Flores se conocía que había muerto de un saetazo en Olmedilla. 

Del abuelo Diego Flores tenía un hermano, Jorge Flores, que vivía en Torrecillas, con fama de rico. Un hermano del padre, Juan Flores, llamado también Jorge, al parecer había ganado ejecutoria de hidalguía en Zarzuela.


ENTRE LA MANCHA Y LA ALCARRIA: LOS CARRILLO
El apellido Carrillo llega al sur de Cuenca de la mano de los Ruiz de Alarcón, cuando Martín Ruiz de Alarcón, señor de Valverde, Talayuelas y las Veguillas, casa con María Alonso Carrillo, hija de Gómez Carrillo y Urraca Albornoz. Sabemos de un Hernán Carrillo que vende los molinos Nuevos al señor de Minaya Rodrigo Pacheco en 1453 y que a continuación fija su residencia en Olmedilla de Éliz junto a su mujer María Torquemada.
Nos interesa especialmente esta vinculación entre la Mancha y la Alcarria. Consideramos que este asentamiento de los Carrillo en Olmedilla de Éliz supone la ocupación de nuevo de un lugar que había quedado despoblado en los umbrales del siglo XIV al XV. Es más, tenemos conocimiento de asentamiento de nuevos pobladores en Olmedilla, desde el lugar de Arrancacepas en la mitad del siglo XV. Poblamiento un tanto salvaje con hombres de Arrancacepas raptando mujeres en pueblos vecinos para formar nuevas familias en Olmedilla de Éliz. Este poblamiento desde Arrancacepas también se dio en el lugar de Castillo de Albaráñez, aunque aquí se retrasó a la época posterior a 1480, cuando acabó la guerra. El impulsor del nuevo poblamiento de Castillo de Albaráñez sería la familia Moreno, declarados isabelinos, sexmeros y luchadores contra las injerencias nobiliarias en la zona.
El caso es que Olmedilla de Éliz prometía ser finca de una rama familiar de los Carrillo, pero algo se torció en los años finales del siglo XV. La falta de sucesión masculina debió contribuir a ello, pues que Catalina Carrillo casa con Juan Flores hacia 1500. La llegada de los Flores a Olmedilla de Éliz supone al aparición de un nuevo apellido, procedente de un lugar próximo de Cuenca, la aldea de Zarzuela (y asentado también en Torrecillas). Los Flores eran grandes poseedores de ganados, olvidando pronto el lugar de Olmedilla para establecer su residencia en Cuenca; contribuye a este hecho otro accidental: la muerte de Juan Carrillo de un saetazo en Olmedilla, en oscuras circunstancias. El hijo de Juan, Diego Flores será preso del infortunio. Un primer enlace matrimonial con los Enríquez fracasa por la muerte de su mujer Francisca; el segundo matrimonio será con Catalina de Monteagudo, de Villanueva de la Jara, otra familia que extinguirá el apellido por falta de varón y dilapidará la fortuna en fundaciones conventuales en Villanueva de la Jara. Entretanto el apellido Carrillo, se establecerá de nuevo en el señorío de Valera de Yuso vía matrimonial con los Inestrosa, pero de nuevo desaparecerá a comienzos del siglo XVII, no sin haber dejado antes otra fundación conventual: la carmelita descalza a cargo de Luisa Carrillo, auténtica fundadora de las carmelitas en Valera, más que la venerable so Ana de San Agustín.
Idas y venidas entre la Mancha y la Alcarria que no llegan a consolidar alianzas que se traduzcan en la forja de grandes patrimonios. Y unos apuntes para completar algún día


ACHGR, HIDALGUÍAS, SIGN. ANT. 301-84-10

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Ferrer de Plegamans (Requena y Villanueva de la Jara)

 Basta que una genealogía sea suficientemente completa y exhaustiva para tener dudas de ella. La genealogía de Pedro y Martín Ferrer, presentes en Villanueva de la Jara a comienzos de siglo XVII, lo era y se remontaba hasta los orígenes de la familia en Tarragona, tal como acudieron a la justicia el año 1609.

Martín y Pedro Ferrer eran hijos de Pedro Ferrer el mayor y Ana López, a su vez hijo de Martín Ferrer y Juana Martínez Pedrón. Este Martín Ferrer era hijo de otro Pedro Ferrer e Isabel López. Todos ellos eran naturales de Requena, pero, a partir de aquí, había que buscar los ascendientes fuera de esta localidad. El ultimo Pedro Ferrer citado era hijo de Juan Ferrer y Elvira de Pedrón y nieto de Antonio Juan Ferrer y Beatriz de Plegamans

Antonio Juan Ferrer procedía de la casa solar y castillo fuerte llamada de Rausel en el Campo de Tarragona, Su hijo Juan había abandonado la casa solar por "ciertos bandos y pesadumbres" y se había ido a vivir a la villa de Siete Aguas, en el Reino de Valencia, donde se había casado con la mencionada Elvira de Pedrón. Eran conocidos por entonces como los "ferreres del Rausel". Este Juan había huido de Tarragona por estar inculpado en la muerte de un caballero. 

Según los testigos la casa fuerte del Rausel destacaba por su prestancia. Hacia 1609 era señor Jusepe Ferrer de Luna y Plegamans "en la antigüedad de la traza del castillo fuerte y torreonado del Rausel, el qual era de los de más ostentación de toda la tierra y además de estar dentro y fuera rodeado de escudos de amas antiquísimas, la dicha casa estaba dentro muy llena de despoxos como eran paveses, adargas, armaduras de cauallos, ballestas antiguas, todo con la traça de los tiempos antiguos de la conquista y avía oydo decir este dicho testigo y visto en papeles antiguos del dicho castillo cómo avía sido cerca de quinientos años a por uno de los condes de Barcelona en ocasión de la guerra y sitio de Bauço a uno de los antecesores del dicho señor de Rausel que lo era sin averse nunca vendido, alienado ni traspasado". "Y que quando se había traído la reliquia santa del braço de Santa Tecla de Armenia a la dicha cibdad que debía de auer trecientos años fueron los señores del dicho Rausel de los caualleros que más se señalaron y avían onrrado en la dicha xornada". Los Ferrer se jactaban de su hidalguía mostrando las armas de su escudo familiar en sus casas principales: "y avían traído sus armas en sus reposteros y portadas de sus casas que eran unas herraduras y unas rosas". La familia intentaba mantener la vieja tradición militar. Así, el último de la saga, el licenciado Pedro Ferrer, nombrado capitán para "la xente de guerra que se avía hecho para el rebato de los moriscos", coincidiendo con su expulsión el año 1609.

Hacia 1595, tanto Pedro Ferrer el viejo como su hijo Pedro entran en conflicto con el concejo de Requena. Ese año, Martín Ferrer ya estaba afincado en Villanueva de la Jara, donde había casado en segundas nupcias. Los conflictos de los "ferreres" en Requena habían sucedido al intentar acceder a los oficios concejiles, alegando el derecho de los hidalgos a ocupar la mitad de los oficios. Pedro Ferrer, padre e hijo fueron incapaces de presentar ejecutoria de hidalguía, y es de pensar que los conflictos con el concejo de Requena les llevará a asentar su morada en Villanueva. Pedro el viejo había casado dos veces; la primera, con Ana López de Tébar (la hermana del capitán Llorente López de Tébar e hija de un regidor y familiar del Santo Oficio del mismo nombre), hacia 1555, de cuyo matrimonio había nacido Martín y el licenciado Pedro, y la segunda vez, con Ana Carrillo, de cuyo matrimonio habían nacido Pedro Ferrer Carrillo y Ana Ferrer Carrillo. Su hijo Martín había ido a casarse en Villanueva de la Jara hacia 1583, pero habiendo enviudado había vuelto a Requena. Posteriormente casaría por segunda vez, volviendo a Villanueva de la Jara. Su hermano Pedro se había casado en 1595 en Valencia con Catalina Pedrón de la Cárcel (1), probablemente después de entrar en colisión con el concejo de Requena por  la hidalguía, aunque un tiempo después se había asentado en Requena. La presencia de los Ferrer en Villanueva de la Jara es anterior, pues ya el padre en su primer matrimonio con una mujer en Cuenca y se había asentado en un primer momento en esa villa antes de volver a Requena. Esa primera mujer era una de las mujeres más ricas y de los linajes más principales de Villanueva de la Jara: Ana López de Tébar. Los López de Tébar, uno de los pilares de la república pechera de Villanueva de la Jara, olvidaba la vieja constitución que declaraba a la villa como enemiga de hidalgos para abrir la puerta a las ambiciones familiares del ennoblecimiento. El matrimonio había vuelto luego a Requena hasta que Pedro el viejo enviudó. Del matrimonio habían nacido Martín y el licenciado Pedro. Martín había casado dos veces, ambas en Villanueva de la Jara. Uno de estos matrimonios es con Ana de la Osa, según las investigaciones de Julia Toledo Y Sebastián Hernández. La primera hacia 1583 y la segunda hacia 1600. Tras el primer matrimonio había vuelto con su mujer a Requena, pero con el segundo había fijado su residencia en Villanueva de la Jara, aunque no abandonó la vecindad en Requena, donde pasaba gran parte del años al cuidado de sus numerosos ganados. Su hermano Pedro había casado en Valencia para volver a instalarse en Requena.

Entre Requena y Villanueva de la Jara, distantes trece leguas, se movían los Ferrer. Requena era una villa que apenas si llegaba a los mil vecinos, mientras que Villanueva de la Jara rondaba los mil cien, es decir ambas villas se movían en torno a los cinco mil habitantes. A pesar de lo cual, de Requena se decía que "era lugar corto adonde todo se sabía". Los Ferrer buscaban consolidar la riqueza en este mundo donde nada era ajeno y se sabía de la hacienda de los López de Tébar en Villanueva y también buscaban el reconocimiento social. En Requena ejercían como familiares del Santo Oficio del Tribunal de Cuenca (oficio que también desempeñaría Martín Ferrer en Villanueva y que ya había desempeñado el suegro de su padre, Llorente López de Tébar), un paso previo en su reconocimiento de hidalguía. Para conseguir la ejecutoria, jugaban con la confusión de vecindades. Si el concejo de Requena se oponía al reconocimiento de su hidalguía, en Villanueva, ahora el ambiente era más favorable por el interés particular de algunas familias de ver ese mismo reconocimiento. Los estudios de Julia Toledo y Sebastián Hernández sobre la familia jareña de los Saiz de Pozoseco nos describen un entramado de alianzas familiares, que hacen recaer gran parte de la fortuna de esta familia, a la que conocemos de tiempos de la guerra del Marquesado, en otra familia jareña no menos antigua los López de Tébar, y el posterior ennoblecimiento de estos viejos linajes pecheros con los Ferrer de Requena. Es un caso similar a los Clemente, o al menos lo creemos a día de hoy, a los que tenemos por pecheros y que buscarán el reconocimiento personal y la hidalguía con la alianza familiar con una familia vasca: los Arostegui, presentes en Villanueva de la Jara desde el segundo tercio del siglo XVI. Los Clemente habían consolidado su riqueza con alianzas de sangre y económica con los Villanueva y Carrasco de Albacete y buscado su reconocimiento social con el apoyo a la obra franciscana en la Jara y la reserva de dos capillas del convento de los frailes menores a la familia.

El caso de Martín era curioso. Casó dos veces y las dos en Villanueva de la Jara. Desconocemos quién fue la primera mujer, con la que vivió diez años en Villanueva, pero sí sabemos que viudo, volvió a casar en segundas nupcias con Ana de la Osa. El apellido de la Osa lo conocemos desde la guerra del Marquesado, como una de las familias que adquirieron protagonismo contra el marqués de Villena, pero somos incapaces de seguirles la pista durante el siglo XVI, hasta que nos aparecen como una de las principales familias poseedoras de ganados en San Clemente. Curiosamente, Martín, que aunque casado en Villanueva prefería la residencia en Requena, es citado con un gran ganadero. Recibiendo la herencia de los López de Tébar, los Ferrer asentarán su patrimonio en Villanueva de la Jara, en torno a las llamadas Casas de Ferrer, que será la nueva denominación de la alquería de Pie de Asnos (2). Martín tuvo un camino tortuoso para ver reconocida su hidalguía. De hecho, fue empadronado con los pecheros tanto en Villanueva de la Jara en los años 1585 a 1602 como en Requena en los años 1603 a 1605, como lo sería su hermano en esta última villa en los años que iban de 1601 a 1611. De hecho, la familia había sido tratada como pechera en los padrones que se conservaban en Requena desde la década de 1550. A pesar de todo, los Ferrer obtendrán sentencia de hidalguía el 29 de mayo de 1612. La carta ejecutoria sería el 20 de diciembre de ese año. Los Ferrer serían aceptados como hidalgos en el ayuntamiento de Requena de 10 de enero de 1603(3)


Documentos presentados por los Ferrer para su pelito de hidalguía:

  • Capitulaciones matrimoniales de Antonio Juan Ferrer y Beatriz de Plegamans
  • Testamento de Antonio Juan Ferrer por la que declaraba que la casa solariega de Rausel era inalienable hasta la cuarta generación
  • Dote otorgada por Antonio Juan Ferrer a Beatriz de Plegamans
  • Capitulaciones matrimoniales de Juan Ferrer y Elvira Pedrón
  • Declaración de Miguel de Montalguy y Soldevilla de los títulos dados a un ascendiente de la familia por los condes de Barcelona del castillo de Rausel, tras la batalla del Bauço

(1) AHN. ORDENES MILITARES, SANTIAGO, Exp. 3056. Vicente Ferrer de Plegamans.

(2) Sobre la propiedad de Casas Ferrer, esto es lo que nos dicen Julia Toledo y Sebastián Hernández, al recaer la herencia de los Ferrer de Plegamans en los Haro por el matrimonio de Ana Isidora Ferrer de Plegamans con Diego López de Haro Ludueña (capitulaciones matrimoniales de 2 de noviembre de 1650: "La madre declaró que la novia aportaría al matrimonio aparte de diversos bienes libres raíces muebles que le tocaron de la hijuela de su padre el mayorazgo cuyo principal se componía de la heredad de PIES DE ASNOS a la que había sido añadido varios bienes por Martín, su abuelo y primer poseedor del mayorazgo, y Juan Ferrer de Plegamans de la Ossa su padre, todos estos bienes valían de 14.000 ducados. Esta heredad fue dada en herencia a Martín Ferrer de Plegamans López de Tébar, que fue hijo de Ana López de Tébar y Pedro Ferrer de Plegamans, por su tío Pedro López de Tébar marido de María Saiz Tébar de Pozoseco, verdadera propietaria, que dejó encargado a su marido que fundar a un patronato con la heredad Pies de Asnos-Casa Ferrer- que dejó a Martín por ser hijo de Ana la hermana de Pedro"

(3) Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_SANTIAGO,Mod.229

SOBRE LOS FERRER DE PLEGAMANS VER LOS ESTUDIOS DE VALENTIN CASCO FERNÁNDEZ: http://valentincasco.blogspot.com/

ACHGR, HIDALGUÍAS, SIGN. ANT. 301-102-35








martes, 6 de diciembre de 2022

Los Gómez de Espinosa de Iniesta

 Martín Gómez de Espinosa y Pedro de Espinosa su hermano


El pleito de los Espinosa con el concejo de Iniesta por su hidalguía se remonta a 1525. El doctor Martín Gómez de Espinosa, alcalde de casa y corte y Pedro de Espinosa eran hijos de Pedro de Espinosa y Catalina Gómez, casados en Villanueva de la Jara. Catalina Gómez era hija de Martín Gómez el hidalgo, el único que había en Villanueva en el siglo XV, fundador de capilla en la iglesia parroquial. El abuelo era Ruy Gómez de Espinosa, supuestamente de Espinosa de los Monteros estaba casado con Mari Ruiz; los viejos del lugar lo recordaban como un escribano. El matrimonio había tenido dos hijos: Pedro, vecino de Villanueva de la Jara y Alarcón, y Juan, vecino de El Peral. De este último hermano descendía Andrés de Espinosa, que fue a vivir a Iniesta también y obtuvo su hidalguía en la Chancillería de Ciudad Real.

De Pedro de Espinosa, padre, se sabía que, hacía cincuenta años atrás (a contar desde 1528), vivía en Villanueva de la Jara, y que luego fue a la guerra (del Marquesado) para andar a continuación de un lugar para otro (como caballero de sierra de Alarcón). De él se decía que era un escudero al servicio de don Juan Pacheco, que mantenía dos caballos. Al acabar la guerra, a pesar de provisión real para que los hombres de los Pacheco pudieran volver a Villanueva de la Jara, la realidad que Pedro de Espinosa no pudo aguantar las presiones del bando almagrado y se vio obligado a salir de Villanueva y a vender su hacienda. Solamente volvería a Villanueva de la Jara antes de morir. Pedro de Espinosa murió joven y sus hijos menores estuvieron, con la hacienda del finado, bajo la tutela de Diego Mondéjar.

Los Espinosa llegan a Iniesta a principios de siglo. Antes ha llegado su primo hermano Andrés, procedente de El Peral.




Testigos de la probanza de 1528

Pascual Parra, caballero armado y hombre exento, 75 años

Juan Simarro, morador en Madrigueras, vecino de Villanueva de la Jara. 55 años

Alonso García de Castillejo, vecino de Iniesta, 60 años

Pedro Hernández de la Jara, vecino de Villanueva de la Jara, hidalgo, 80 años. Natural del Iniesta

Juan Gil, vecino de Villanueva de la Jara, 57 años

Martín de la Cárcel, vecino de Iniesta. 59 años. Su abuelo, Juan de Lodeña, fue encarcelado en la casa de Pedro de Espinosa, siendo el muchacho.

Mateo de Cañaveras, vecino de Villanueva de la Jara, hidalgo de 65 año

Alonso García, escribano y vecino de Villanueva de la Jara, 60 años



303-352-13

domingo, 4 de diciembre de 2022

Los hidalgos de Villanueva de la Jara

 Villanueva de la Jara solo reconocía un hidalgo en el censo de población de 1591. Peor un año antes varios vecinos se intitulaban como tales y pedían la reserva de la mitad de los oficios del concejo para el estado de los hidalgos. Eran Melchor Hervías Barba, Francisco Granero de Heredia, Pedro de Flores Monteagudo, Martín Ferrer, Andrés de Alarcón de Olaso y Pedro de Montoya. Apellidos importados de otros lugares, pero que el 27 de enero de 1590 habían presentado una petición ante la Chancillería de Granada para reservar al estado noble la mitad de los oficios del concejo.

Los hidalgos pedían también preeminencia en el derecho de asiento. La contestación del concejo de Villanueva de la Jara fue clara: esas pretensiones iban en contra del uso y costumbre de la villa, tanto en la elección como en el derecho de asiento que correspondía al primer alcalde salido en suertes.

La Chancillería de Granada fallaría a favor de los hidalgos y su derecho a reserva de la mitad de los oficios por sentencia de 28 de octubre de 1590, confirmada el cinco de enero de 1591


ACHGR, HIDALGUÍAS, 343-320

domingo, 16 de octubre de 2022

Rompimiento de tierras en Villanueva de la Jara

 Ya hemos hablado del imparable impulso roturador de tierras de Villanueva de la Jara en sus aldeas del sur, y, también, de colonos jareños en el lugar de El Picazo, desde muy temprano, pero el salto al otro lado de la ribera del Júcar por los jareños fue mucho más intenso de lo que podamos imaginar. En fechas tan tempranas como 1517, el concejo de San Clemente compra un haza a un jareño para ampliar las instalaciones de sus molinos del Concejo, junto a la ribera del Júcar, pero es en la década de 1560, amprándose en vacíos legales y el apoyo tácito de la Corona a la ocupación de tierras llecas y baldías, cuando los jareños se lanzan a un rompimiento abrupto de las tierras de Vara de Rey y sus aldeas con su labrantío y ocupación por vía de la usurpación. El paso del Júcar por los jareños fue visto por los vararreyenses como agresión. Si el conflicto se presentó como incumplimiento de las ordenanzas locales, pronto se pidió la intervención de la justicia del Marquesado y su alguacil mayor para pedir la reintegración de las tierras ocupadas. De los testimonios se desprende que eran tierras de nueva labranza, sitas y paralelas al río Júcar, y que, probablemente, el concejo de Vara de Rey temiera un conflicto con la Mesta, pues, además de tierras llecas del municipio, las usurpaciones afectaban a zonas transitadas por ganados mesteños. En el rompimiento de tierras participaron jareños, pero también vararreyenses. La actitud de la justicia de Vara de Rey fue pregonar por el pueblo las ordenanzas y las penas que incurrían los infractores, pero Vara de Rey se veía impotente para poner frenes a roturaciones de tierras que iban desde los veinte a los cuarenta almudes, y que se estaban comiendo tierras marginales y escabrosas que por la toponimia nos indican lo poco aptas que debían ser para el cultivo. En la falda del cerro de la Perra, Alonso García de Villalba, vararreyense labró diez almudes, y otros veinte almudes en la fuente de la de Tébar; Pedro de Ruipérez, morador en Quintanar estaba roturando tierras, treinta almudes, en los jarales del camino de los molinos del Concejo; Juan de Caballón, vecino de Villanueva de la Jara, treinta almudes al lado del anterior; Perálvarez, vecino de El Picazo, diez almudes; Ginés de Enguídanos, de la Jara, cincuenta almudes, y su yerno Álvaro de Morales, que vivía en El Picazo, cuarenta almudes. La lista se completaba con otros nombres: Damián Pérez, de El Picazo, Isidro Ruipérez, de Quintanar, o los jareños Daroca el de la Puente y Ginés de Madrid . Muestra de que el rompimiento, un movimiento de tenaza de los jareños, labradores de El Picazo a Quintanar dispuestos a hacerse con las tierras orientales del término de Sisante, estaba socavando la autoridad de las justicias de Vara de Rey, es que esta villa pidió la intervención directa de la justicia del Marquesado para prender a los infractores, dada su impotencia ante la generalidad del movimiento. Hasta Vara del Rey se desplazó el alcalde mayor Esteban de Molina, asentando sus estrados judiciales en la plaza del pueblo y ordenando la detención de los jareños y sus consortes de El Picazo, en un multitudinario acto, que se extendió el 15 al 20 de diciembre de 1565, al que acudió la mayor parte de la vecindad de Vara de Rey y su aldea Sisante, cuyos agricultores no debían ser ajenos al movimiento de ocupación de tierras. Es más, en sesión plenaria anterior, las grandes familias que dominaban el ayuntamiento hicieron declaración solemne con las penas que podían incurrir los que infringiesen las ordenanzas municipales y la pragmática sobre conservación de montes. La sentencia del alcalde mayor impondría penas altas de doce a quince mil maravedíes, que los jareños apelaron a la Chancillería de Granada. Pero más interesante que el proceso es la declaración de los regidores y oficiales vararreyenses, pues de la falta de tierra se desprende la confrontación de intereses en juego, intereses ganaderos incluidos.


Concejo de Villanueva de la Jara 18 de noviembre de 1565

Sebastián Navarro y Alonso de Cañavate, alcaldes ordinarios.

Agustín de Valera, Hernando de Utiel, Juan de Villena, Andrés Saiz del Pozoseco, y Antonio de Córdoba, regidores perpetuos

Pedro de Monteagudo, alguacil mayor

Concejo de Villanueva de la Jara de 27 de febrero de 1564

Juan de Cuevas, alcalde ordinario

Agustín de Valera, Juan de Caballón, Fernando de Utiel y Juan de Villena, regidores perpetuos

Concejo de Villanueva de la Jara de 5 de octubre de 1565

Alonso del Cañavate y Sebastián Navarro, alcaldes ordinarios

Llorente López de Tébar, Hernando de Utiel, Juan de Villena, Benito del Cañavate, regidores perpetuos

Pedro de Monteagudo y el bachiller Clemente, alguaciles mayores

domingo, 4 de septiembre de 2022

HIDALGUÍA DE JULIÁN GÓMEZ, VECINO DE VARA DE REY

 

Diego y Julián Gómez eran hijos de Martín Gómez eran hijos de Martín Gómez y Teresa Ramón, todos ellos de Vara de Rey,( aunque Martín era natural de Villanueva de la Jara) y nietos de Garcí Gómez, vecino de Villanueva de la Jara . El bisabuelo era Martín Gómez el hidalgo, conocido como el de El Cañavate por ser natural de allí.

García Gómez había fallecido hacia 1515, estaba casado con María Alvarez de Villaseñor

García Gómez tenía un hermano llamado Juan Gómez (probablemente entallador, del que tenemos noticias en Belmonte haciendo un retablo)

Martín Gómez el hijodalgo del Cañavate: "Martín Goméz hidalgo el viejo bisaguelo de los que litigauan auía sido veçino  de la dicha villa de Villanueua de la Xara e que auía vivido en ella con su casa familia bienes e Hazienda e que auía sido un hombre muy honrado e muy prinçipal en la dicha villa de Villanueua de la Xara e que como tal hombre prinçipal auía dexado una capellanía en la yglesia parrochial de la dicha villa de Villanueua a la mano derecha que desçían la capilla de Santa Catalina"

"y auía hecho una capilla y enterramiento en la dicha villa de Villanueua de la Xara que deçían la capilla de Santa Catalina que deçía se auía de deçir la capilla de Martín Gómez el hijodalgo"

"auía dexado en la dicha villa de Villanueua de la Xara un ospital para pobres y una capilla que estaba en la yglesia de la dicha villa que desçían de Santa Catalina"

Diego y Julián se habían casado y vivían en Sisante.


Testigos de la probanza de 1577


Juan de Higueras, labrador de Villanueva de la Jara

Alonso Sepúlveda, hidalgo de Vara de Rey, 86 años

Bachiller Francisco González, vecino pechero de Villanueva de la Jara, 75 años

Juan de Jávega, labrador hombre pechero, vecino de Vara de Rey, 65 años

Pedro Alonso de Palacios, hidalgo de Vara de Rey, 63 años

Alonso Cardos, labrador de Vara de Rey, 78 años


SENTENCIA  DE 27 DE JULIO DE 1582 Y EJECUTORIA DE 1 DE AGOSTO DE 1583

ACHGR, HIDALGUÍAS, 301-69-34

lunes, 25 de abril de 2022

Quintanar del Marquesado vs. Villanueva de la Jara por hornos

 La concesión del villazgo a Quintanar del Marquesado, hoy del Rey, y su separación de Villanueva de la Jara no fue amistosa. La villa madre, obligada a reconocer el villazgo de su lugar, ganado a golpe de ducados, pretendió que los hornos de pan cocer de Quintanar eran parte de los propios del concejo de Villanueva de la Jara y por tanto no enajenables con la compra del villazgo.

Quintanar se había eximido de Villanueva de la Jara en 1561 y los hornos en litigio eran cinco: el viejo que dicen de la Plaza, otros dos hornos viejos que están juntos en un solar y otros dos nuevos que dicen estaban comenzados, cuando el Quintanar se hizo villa. Quintanar alegaba que los hornos estaban en su propio término y en solares cedidos por sus vecinos, que aportaron sus dineros también. Quedaba la duda del horno viejo, que probablemente pertenecía a Villanueva de la Jara cuando se le reconocieron términos y pleiteó con Alarcón por su propiedad, pero los de Quintanar alegaban que dicho horno había sido demolido y edificado de nuevo, con motivo del ensanchamiento de la plaza. En cuanto a los otros hornos, los dos viejos restantes, según Quintanar, se habían vuelto a edificar tras haberse quemado, y los dos nuevos, según su parecer, se habían construido ya con el villazgo. 

Los fundamentos de derecho de Villanueva eran los siguientes:

  • Los hornos estaban en término de Villanueva de la Jara, pues el lugar de Quintanar era parte integrante de él
  • Los hornos se edificaron a su propia costa, como podía demostrar por algunos libramientos de su mayordomo
  • Se conservaban escrituras de arrendamiento de los años 1544 a 1561, dadas por el concejo de Villanueva como propios suyos que eran
  • Cuando Villanueva de la Jara se eximió de Alarcón le fueron dados los hornos de la villa y sus aldeas
Los fundamentos de derecho de Quintanar del Marquesado eran los siguientes:
  • El solar del horno viejo en la plaza lo dio Domingo Sánchez, vecino del Quintanar y costeado por sus vecinos; en ese momento derribado
  • Los otros dos que se quemaron El Quintanar los ha vuelto a edificar en solares de Hernán Roldán, vecino de ese lugar, se costeó con las rentas del horno viejo y un repartimiento entre los moradores de Quintanar
  • Los dos hornos nuevos se comenzaron antes que Quintanar se hizo villa y se acabaron con un repartimiento entre los vecinos una vez hecha villa.
Además, los vecinos de Quintanar alegaban que habían edificado con sus propias manos los hornos y llevado con sus carretas las piedras y madera

Allegationes iuris [Manuscrito]: [compendio de documentos legales referidos a pleitos celebrados en el S. XVI], fols. 500-503
BIBLIOTECA DIGITAL DEL PATRIMONIO CULTURAL DE EXTREMADURA

jueves, 10 de febrero de 2022

Villanueva de la Jara, año 1552, según el Manuscrito del Escorial

                                Villanueva de la Xara


La villa de Villanueva de la Xara y sus aldeas tiene 772 veçinos y 40 clérigos.

Está encabeçada por sus alcavalas en 516.000 mrs.


Rentas año de 552

  • Arrendose el alcavala de las carniçerías de villa y tierra en 131000 mrs.
  • Arrendose el alcavala del viento en 34000 mrs.
  • No se arriendan en esta villa otras rentas todo lo demás se reparte por los veçinos. Repartimiento de veçinos, 355780 mrs.
Condiciones con que arrienda la villa
  • Que ha de aver un día a la semana que es el miércoles mercado franco para que no se lleve ninguna alcavala
  • En cada año de aver çinco días de feria franca que comiençen a quatro de agosto
  • Que los veçinos de la villa y su tierra no paguen alcavalas de bienes raízes
  • Que el arrendador de carniçería no pueda llevar de las coranbres más de 1 del millar
  • Que qualquier veçino de las villas y sus aldeas pueda vender todas las carnes frescas y saladas del ganado que se le muriere syn pagar alcavalas dello
  • Que qualquier veçino de la villa y su jurediçión pueda vender hasta quatro puercos que los aya criado y çevada en su casa seis meses en carne fresca syn pagar alcavala dello
  • Que qualquier veçino de la villa y su jurediçión pueda vender en carne fresca qualquier buei de su labor syn pagar alcavala y que no pueda vender sin que primero lo aya tenido tres meses en su poder
Que en quanto a las ganançias generales no sabían hasta aora  que las oviese no se las avían dado, acordaron que suviesen para costas de un pleito ymportante que traen con el duque de Escalona

                                                                     Terçias

Tiénelas por encabeçamiento en 115000 mrs.

                                                      Año de 552
  • El año 552 cupo a las dichas terçias de trigo 307 fanegas y de ruvión 406 fanegas y de candeal 249 fanegas y de çevada 443 y de çenteno 43 fanegas, que son por todas 962 fanegas de trigo y de çevada y çenteno 486 fanegas
  • De vino 152 arrouas
  • Tiene Rodrigo de Dueñas 300 fanegas de trigo de situado
                                                     Año de 553
  • El dicho año ovo en las dichas terçias 719 fanegas de trigo con ruvión y candeal y 509 fanegas de çevada y çenteno
  • Ovo de vino çiento y quarenta y quatro arrouas
                                                    Año de 554
  • ovo el dicho año 516 fanegas de todo trigo y 426 fanegas de çevada y çenteno
  • Ovo de vino 130 arrouas 
RBME, Ms. L-I-19, fols. 123 vº y 124 rº y vº


sábado, 31 de julio de 2021

Bienes propios de Villanueva de la Jara y propiedades de vecinos (1571)

 

Censo de 1500 ducados tomados al mercader de Cuenca Juan de Moya para el abasto de panaderías. Tomado del mercader Juan de Moya en 1571 (seis de agosto)

 

Bienes propios hipotecados de Villanueva de la Jara (mil ducados anuales)

·        Casas de morada que son del ayuntamiento y alindan de la una parte con casas de Francisco López de Tébar y de la otra parte con casas de Pedro López de Tébar, su hermano,  y por las otras partes con las calles públicas

·        Molinos harineros de seis ruedas. Con su caz y socaz, llamados de los Nuevos en la ribera del río Júcar. Rentan 500 ducados anualmente.

·        Seis hornos de pan cocer: en la calle del camino de Iniesta, de la Concepción, el de Pedro García, el del camino de San Sebastián, el de las casas de Andrés Bravo y el que está cerca de las casas de Juan Poblete

·        Dos hornos de pan cocer en Casasimarro

·        Dos hornos de pan cocer en el lugar de Gil García

·        Un horno de pan cocer en el lugar de Madrigueras

·        Heredamientos de tierras de pan llevar de más de tres yuntas en la ribera del Júcar, término de Alarcón. En el sitio denominado Presa Lagante. Renta veinte ducados

·        Un sitio de molinos harineros y edificio de casas en el Vado del Parral, ribera del Júcar. Dichos molinos los tiene en compañía de la ciudad de Chinchilla y herederos de Francisco del Castillo.

·        Escribanía pública de la villa.  Se arrienda por doscientos ducados

·        Rentas de la almotacenía y corredurías

·        Censos y bienes que la villa tiene dados a censo

Bienes de los regidores hipotecados.

 Julián Alcócer, que posee casas en Villanueva, 1100 vides en la cañadilla de don García y casas, heredamiento y viñas en Campillo de Altobuey.

Juan García de Olmeda: Casas en Villanueva de la Jara, alindes de Pedro Clemente y María Brava. Seis mil vides en los Rubielos, alinde de Julián de Enguídanos y Cristóbal Lozano, cien almudes en las labranzas de los Rubielos (término de la Jara). Hacienda valorada en mil quinientos ducados.

Ginés Rubio: Casas principales en Villanueva de la Jara, alindes de Julián de Córdoba y Alonso López. Cinco mil vides y trescientas olivas en el Rubial, alindes del bachiller González y Juan de Palacios. Valoradas en mil ducados.

Agustín de Valera:  mil quinientos almudes y nueve mil viñas con árboles y viñas en los términos de las Escobosas, todo en una pieza, jurisdicción de Alarcón, alindes con tierras de Francisco de Ruipérez, Antón Martínez, Juan Sánchez de Ruipérez y Antón Granero. Valoradas en cuatro mil ducados.

Fernando de Utiel: Un majuelo de seis mil vides y cuatrocientas olivas en el camino de Alarcón, alinde de Julián González y Pedro López de Tébar, y quinientos almudes de tierras en las labranzas de esta villa y de El Peral, en la Burrueca, alinde de tierras de Lorenzo Borgoño y herederos de Alonso Saiz de Pozoseco y el camino real que va de esta villa a La Motilla. Unas casas principales. Valoradas en dos mil ducados.

Juan de Villena: Unas casas principales en Villanueva de la Jara, alindes de Brígida de Villena y el licenciado Laredo. Un molino de aceite alinde de Juan López y Pedro de Monteagudo mayor. Doscientos almudes de tierra en la hoya de la Moheda, alinde de majuelo de Tomás Clemente, Lope García y el camino real. Valoradas en dos mil ducados.

Benito del Cañavate: Casas principales en Villanueva de la Jara, alindes de Julián de Alcócer y herederos de Pedro Pardo. Doscientos almudes de tierra en la aldea que dicen Casas de María Simarra, alinde de Pedro de Monteagudo, Juan López, Alonso de Ruipérez, y un majuelo de siete mil quinientas vides y quinientas olivas, alinde de Pedro de Arostegui y Alonso García. Valoradas en mil ducados.

Gregorio Clemente:  Unas casas principales en la villa de Albacete, alinde de casas de Alonso de la Jara y la viuda de Cristóbal Carrasco. Un cercado de dos mil vides con un palomar, alindan con Benito Molina y Benito Quesada y el camino real. Otra viña de dos mil vides en término de la dicha villa de Albacete en el pago nuevo. Valoradas en mil ducados.

Andrés Sánchez del Pozoseco: unas casas principales en la villa, alinde de herederos de Spínola y herederos de Amador García. Cuatro mil vides y algunas olivas, alinde de Gallardo Borgoño y herederos de Tomás García. Valoradas en quinientos ducados.

Antonio de Córdoba: Casas principales en esta villa, herederos de Sebastián García y Miguel Saiz Barriga. Un majuelo de ocho mil vides en las Escobosas, alinde de Agustín Valera por todas partes. Valoradas en quinientos ducados.

Llorente López de Tébar: casas principales, alinde de Pedro de Monteagudo mayor y Pedro de Aroca. Una heredad de quinientos almudes en Villar de Mingo Pérez, alinde de la dehesa de Alarcón y la mojonera y término de Jorquera. Valoradas en dos mil ducados.

Mateo García: Unas casas principales en la villa, alinde de Pedro de Monteagudo y Benito Gómez. Doce mil vides con quinientas olivas, alinde de Gerardo Borgoño y el camino real que va hacia la Motilla y cien almudes de tierras en el alto del Pozoseco. Valoradas en mil ducados.

Juan López de Gaspar López: unas casas en Villanueva. Un haza cebadal de trece almudes en la Cañada y otros cincuenta almudes de tierras en la Muela. Valoradas en cuatrocientos ducados.

Juan Gómez de Barchín: Unas casas alinde del bachiller Pardo y Juan López. Valoradas en cien ducados. Doscientos ducados de valor.

Antón López del Castillo: Unas casas de morada en la villa y cuatro mil vides en los vallejos de Lope García, alinde de montes llecos.

 

 

 

Concejo de Villanueva de la Jara agosto de 1571

Alcaldes ordinarios: Juan García del Olmeda y Ginés Rubio

Regidores perpetuos: Agustín de Valera, Hernando de Utiel, Lorente López, Mateo García, Juan de Villena, Benito de Cañavate, Gregorio Clemente, Andrés Sánchez del Pozoseco, Antonio de Córdoba y Julián de Alcocer

Alguaciles mayores: Juan Gómez de Barchín, Antón López del Castillo.

Juan López: fiel ejecutor

 

La carta de censo de bienes los debo al documento original aportado por Julia Toledo

 

AHPCU, PROTOCOLOS, BARTOLOMÉ JIMÉNEZ, fols. 308-339