Hoy podemos ver como una de los palacios más señeros de la arquitectura civil de Vara de Rey el palacio de los marqueses de Valdeguerrero, pero en 1703 el concejo vararreyense andaba a la gresca con el marqués, pues sus bienes propios y dehesas se encontraban embargados para pagar unos réditos de trescientos mil reales adeudados al marqués. No obstante, los conflictos entre villa y marqués venían por otros contenciosos y tenían su causa en la herencia recibida por los Vladeguerrero de sus ascendientes los Ortega. En el mayorazgo de los Valdeguerrero era parte sustancial de su hacienda la villa de Villar de Cantos. Don Rodrigo de Ortega había comprado el señorío y jurisdicción de esta aldea en 1626; su intento de hacer lo propio con Vara de Rey llevaría a los Ortega, y luego los Valdeguerrero, a largos pleitos, y, en lo que a nosotros nos interesa, a la integración de Villar de Cantos en Vara de Rey, dada la confusión entre hacienda y jurisdicción que había traído la venta del pequeño pueblo. Era tal el dominio de los Valdeguerrero que se apropiaron de todo, obligando a Vara de Rey a recordar que había bienes de uso común que por muy poderoso que fuera el noble no se podía apropiar. En el caso de las dehesas, Vara de Rey contó con un aliado inesperado, La Roda, que solía traer hasta aquí sus ganados, aunque el conflicto vino por los caminos. El marqués de Valdeguerrero había entrado en los caminos, estrechándolos y ocupando su espacio con la siembra de cereales. Hábilmente, Vara de Rey vio en estos caminos la razón de sus derechos. Los caminos ahora estaba muy transitados, pero dadas las obstrucciones del marqués, difícilmente cabían dos carretas que cruzaran sus caminos. El concejo de Vara de Rey recuperó la vieja figura de las veredas de ganados para exigir un ancho de los caminos de hasta cincuenta varas. La vara era medida que equivalía a poco más de 0.8 metros. Era tan celoso el ayuntamiento de Vara de Rey que guardaba en su archivo un croquis de los caminos que salían del pueblo de Villar de Cantos: eran el camino viejo de San Clemente, el de Minaya, el de Pozo Amargo y el de Tébar.
El caso es que mientras el marqués exigía a los de Vara de Rey cuatrocientos ducados por haber entrado en sus sembrados, plantados en medio de los caminos usurpados; Vara de Rey hacía de un viejo derecho secular, el tránsito por las cañadas, y de la confusión de jurisdicciones, traída por las ventas a señorío de 1626, la oportunidad para hacer de Villar de Cantos su aldea propia. La pequeña aldea rompía sus lazos definitivamente con San Clemente para pasar a Vara de Rey. Los Valdeguerrero habían englutido Villar de Cantos, pero se les había atragantado Vara de Rey.
En enero de 1702, los que habían provocado al marqués de Valdeguerrero habían sido dos ganaderos de Vara de Rey, que habían abierto una vereda en el camino de El Cañavate y en medio de los cebadales, propiedad del marqués. El poder del marqués de Valdeguerrero, don Gabriel de Ortega Guerrero, en Villar de Cantos era incontestable, fundado en la propiedad de la tierra: cuatro mil fanegas, vinculados a un mayorazgo por su antecesor Rodrigo de Ortega. Sus campos lo inundaban todo, comiéndose los caminos. Un hecho vino a desafiar ese poder y fue que dos ganaderos de la dicha villa decidieron abrir un camino para sus ganados en medio de los cebadales del marqués y en dirección de El Cañavate. A partir de ahí vino el contencioso. Defendía el marqués quizás con razón que el camino abierto nunca había sido vereda, mientras que los servidores del marqués aun dándole la razón, reconocían la vieja existencia de un carril para paso de una carreta, que de El Cañavate iba hasta Pozo Amargo. Así nos lo decía un hornero:
1.- EL CAMINO VIEJO DE SAN CLEMENTE, SALIENDO DE VILLAR DE CANTOS
Este camino tenía cuarenta varas de ancho desde el pozo de la Higuera, prosiguiendo el ancho hasta cincuenta varas y las doscientas cincuenta varas que hay de camino van en disminución, quedando en veinte varas de ancho y ciento cincuenta varas de resto que hay hasta la villa de Villar de Cantos tiene de ancho veinticinco varas. Reconocido por la mano izquierda que se ha hecho por Vara de Rey, empezando desde el pozo de la Higuera, trescientas varas en adelante, hay de ensanche quince varas, prosiguiendo el dicho camino y medido ciento cincuenta varas, por la dicha mano izquierda en cincuenta de ellas, hay de ensancha tres varas y en las cien no hay ensanche alguno. Y empezando por la mano derecha del día camino, en las primeras cincuenta varas de él no hay ensanche alguno y prosiguiendo cien varas hay de ensanche cuatro varas y en las trescientas restantes hasta donde la dicha villa llegó, en doscientas de ellas hay quince varas
2.- EL CAMINO DE MINAYA
Dijeron haber medido el ancho de dicho camino y por la salida del lugar tiene de ancho catorce varas hasta doscientos pasos, y lo restante, que son trescientas cincuenta varas, tiene de ancho veinticuatro varas, y reconociendo por la mano derecha saliendo de dicho lugar, doscientas varas, en ellas hay de ensancha ocho varas y prosiguiendo por dicha mano derecha en cincuenta varas no hay ensancha alguna y prosiguiendo otras cincuenta varas hay de ensancha ocho varas y lo restante de dicha mano derecha hasta donde llega la dicha villa no hay ensancha alguna; y reconociendo por la mano izquierda saliendo del dicho lugar hasta el sitio donde llega la dicha villa en todo el distrito a lo último distrito de doscientas varas, hay de ensancha catorce varas
3.- EL CAMINO VIEJO DE TÉBAR
Dijeron tener el dicho camino de ancho treinta y cinco varas, manteniéndose dicho ancho doscientas cincuenta varas, y prosiguiendo dicho camino ochenta varas, tiene de ancho treinta varas y prosiguiendo dicho camino otras ochenta varas que es hasta donde llegó dicha villa tiene de ancho treinta y cinco varas. Por la mano derecha tiene de ensancha dicho camino diez varas, manteniendo las referidas hasta doscientas cincuenta varas camino adelante y prosiguiendo dicho camino por dicha mano en cien varas no hay ensancha alguna y prosiguiendo otras ochenta varas esta tienen de ensancha siete varas y desde el sitio hasta donde llegó la dicha villa que son ochenta varas tiene de ensancha ocho varas. Y por la mano izquierda en trescientas cincuenta varas consecutivas no hay ensancha y en las ciento sesenta varas restantes hasta donde llegó dicha villa en las ochenta de ellas hay siete varas de ensancha y en las otras ninguna
4.- CAMINO VIEJO DEL CAÑAVATE
Dijeron que desde la salida del lugar hasta donde llega la dicha villa hay quinientas y cincuenta varas de largo. Las doscientas de ellas tienen un ancho de seis varas, las cincuenta, veinticinco varas de ancho y las trescientas restantes, ocho varas de ancho que es el camino viejo. Y de ensancha por la mano derecha, dieciséis varas, manteniéndose dicha ensancha doscientas varas camino adelante, cincuenta varas prosiguiendo consecutivamente, tiene de ensancha nueva varas y las trescientas restantes tienen de ensancha dieciocho varas, y por la izquierda doscientas varas tienen de ensanche cinco varas, y consecutivamente cincuenta varas no tienen ensancha alguna, y las trescientas varas restantes tienen de ensancha cuatro varas
ACHGR, PLEITOS CIVILES, C-10359-1
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