En las arcas del archivo de Alcaraz se encontraba su fuero
original, en pergamino. No constaban fecha, ni día ni mes ni año, pero sí una
confirmación del rey Alfonso X, de un fuero ya otorgado por su bisabuelo, acompañada
del amojonamiento de la Tierra de Alcaraz. Era un amojonamiento anterior a la
sentencia de Sancho de Lanclares, hombre de confianza de don Juan Manuel, de
1318, dictada en San Clemente y que cercenaría los términos de Alcaraz en favor
de Alarcón, dando lugar al nacimiento de dos nuevas pueblas, El Provencio y Minaya,
para consolidar el nuevo espacio ganado a favor de la fortaleza de Alarcón.
El fuero confirmado fue romanceado por orden del rey
Alfonso X a Millán Pérez Ayllón. El amojonamiento de Alcaraz mencionado se
hacía eco del equilibrio de fuerzas existentes en la zona. Se reconocía grandes
contiendas sobre los términos con las órdenes de Santiago y de San Juan y con
los concejos de Alarcón y de Chinchilla y el reconocimiento del rey sabio a Alcaraz
por su apoyo en sus disputas con los reyes de Aragón y Granada. El
amojonamiento fue un acuerdo entre los diversos intereses del reino y los
hombres que lo encarnaban, en un reinado donde la autoridad regia estaba en
cuestión. Alfonso X reconocía la complejidad de ese acuerdo:
“e yo sobre esto ove un acuerdo con el ynfante don Manuel
mi hermano e con don Gutierre Hernández e con don Pelay Hernández maestre de la
orden de Santiago e con don Enrrique Pérez mi rrepostero mayor e con don
Alfonso García adelantado mayor del Rreyno de Murçia e del Andaluzía e con
caballeros e otros omes buenos e de Alcaraz e de Alarcón e de Chinchilla
sabidores de la tierra”.
La extensa de mojones y su enumeración nos interesa a
nosotros en su parte norte, pues los mojones determinados entonces serían
reivindicados por villas como El Provencio para definir sus propios términos
frente a San Clemente (Atalayuela de Majara Hollín) y la reivindicación de la
mencionada villa y otras como la de Santiago de la Torre de su pertenencia al
suelo de Alcaraz y no al de Alarcón, ya entrado el siglo XVI. En la misma ambigüedad
se apoyarán otras villas como Minaya para defender términos propios (el pozo de
Minaya) y, aunque no lo podemos asegurar la villa de Las Mesas (Peñarrubia de
las Mesas o Las Rubias tal como se la recordará el viejo nombre en las
Relaciones Topográficas). Todas ellas tomarán como referencia el fuero romanceado
de Alcaraz y su amojonamiento anejo, que para la parte norte era este:
“en la Peñarrubia de las Mesas dende adelante da en la enzina
de los Ballesteros a la cabeça del Pinarejo e al atalaya e la Blanquylla dende
adelante al rrío Záncara encima de las labores del Quebrado término de Alcaraz,
e dende al adelante al atalayuela de Majara Hollín e en su derecho como va al
pozo del Arenal e el Pozo Mojón e dende adelante al Pozoseco en el villar de
Guillamón e dende adelante va por el camino derecho al pozo de Minaya mojón e
dende adelante anda en derredor todo el llano e va a la cabeça de la Espartosa
que dizen de la Coscoxa e dende adelante a la Espartosilla Fondonera e deste
mojón adelante parte términos Alcaraz con Chinchilla”.
Es en este amojonamiento en el que se apoyará El
Provencio en sus pleitos con San Clemente para hacerse con las tierras de Majara
Hollín y expulsar a los sanclementinos del culto compartido en la ermita de
Santa Catalina (¿posible origen real del culto de Rus, que sustituye al perdido
santuario de Santa Catalina?), en el que se apoyará don Antonio Portocarrero
para en 1541 para denunciar la intromisión de Las Pedroñeras en las labores del
Qubrado, es decir, su donadío de Santiago el Quebrado o de la Torre, y en el
que se apoyará Minaya para desplazar sus mojones frente a San Clemente, en la
imprecisión de la ubicación de Minaya, para los sanclementinos un pozo ubicado
junto a la población que era para ellos simple cortijo (entiéndase fortaleza de
tierra) y para los minayeros pozo de pastores más al norte.
La sentencia de Sancho Jiménez de Lanclares, en la medida que
arrebataba una porción de tierra a Alcaraz, decantaría estas poblaciones hacia
el suelo de Alarcón y su devenir histórico, y por herencia al de la provincia
de Cuenca.
(Véase “Alcaraz y su Tierra en el siglo XIII” de Aurelio
Pretel sobre la evolución histórica de esta Tierra y “El Año Mil Quinientos de
la Mancha Conquense” de Ignacio de la Rosa Ferrer, para el nacimiento de los
espacios propios de El Provencio y Minaya)