El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

martes, 14 de agosto de 2018

Los términos de las villas del corregimiento de San Clemente

Esta es una entrada abierta. Se trata de dar una visión de los términos municipales de las 17 villas del corregimiento de San Clemente. Las imágenes están extraídas del Catastro de Ensenada, elaborado entre 1750 y 1754,  y de los mapas corográficos elaborados por Tomás López en 1787

Son croquis y corografías posteriores en doscientos años al momento que nosotros estudiamos. Por tanto la realidad del siglo XVI ya está muy distorsionada, pues numerosas aldeas ya están segregadas de sus villas madres y el inmenso territorio que Alarcón aun conservó tras la concordia de 1480 está muy cercenado. Si algunas villas como San Clemente o su aldea de Vara de Rey vieron fijados sus términos con la concesión del villazgo en 1445, otras como Villanueva de la Jara, El Peral, Motilla o Barchín vieron delimitados sus fronteras por el amojonamiento hecho por el enviado real licenciado González Molina en 1480. En la parte oriental del corregimiento de las 17 villas, la gran beneficiaria en los amojonamientos tras la guerra del Marquesado fue Las Pedroñeras, que consiguió revocar las concesiones del capitán Jorge Manrique a favor de La Alberca.

Fosman y Medina, Gregorio (fl. 1653-1713) Chorographia del Obispado de Cuenca Que dedica, y ofrece al Yllmo. Sor. Mi Sor. D. Alonso Antonio Des. Martin, Obispo de esta Diocesis del Consejo de su Magd. El Ldo. Bartholome Ferrer Pertussa cura de la Villa de Olmeda y anejos natural de este obispado Gregorius Fosman et Medina Matritensis faciebat Matriti 1692.
BNE. MV/7 http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000035362


Términos actuales de los pueblos del corregimiento de las 17 villas o de San Clemente






Visión de parte de Cuenca en el mapa de 1787 de Tomás López







San Clemente


Término de San Clemente, incluye San Clemente, Perona, Casas de Fernando Alonso, Casas de los Pinos y Casas de Haro. Lindante al este con Vara de Rey y La Roda, al mediodía con Villarrobledo y por el poniente con los términos de El Provencio y Santiago de la Torre, por el norte aunque es cierto que alindaba con los términos de  El Provecio y Las Pedroñeras por haberse introducido y usurpado alguna parte alinda con los términos de la villa de la Alberca, Santa María, Alarcón, Cañavate, Villar de Cantos y Atalaya. El título de villa le fue concedido por don Juan Pacheco, maestre de Santiago y marqués de Villena, en 1445. Hasta 1537 poseyó como aldea Vara de Rey
Término de Villar de Cantos, perteneciente a San Clemente hasta 1626 y desde esa fecha señorío de don Rodrigo de Ortega.
Se acabaría integrando en el término de Vara de Rey 
Término de Santiago de la Torre. Mayorazgo de los Castillo Portocarrero de Santa María del Campo y desde 1603 mayorazgo de los Pacheco de San Clemente, en cuyo término se integraría en el siglo XIX



Vara de Rey


Término de Vara de Rey. Lindante a oriente con Sisante, Villargordo, y el río Júcar, al sur con Fuensanta, La Roda y San Clemente, a poniente con San Clemente y Villar de Cantos. Al norte con la Atalaya y Tébar. Se separa de San Clemente en 1537, consiguiendo el título de villa. Tenía varias aldeas, las más importantes Sisante y Casas de Guijarro, también otras nacidas a inicios o mediados del siglo XVI como Pozoamargo y Casas de Benítez


Término de Sisante. Se separa de Vara de Rey en 1653 , consiguiendo el villazgo
Corografía de Sisante

Casas de Guijarro. Se separa de Vara de Rey en 1736, consiguiendo el título de villa




Motilla del Palancar



Término de Motilla del Palancar, incluye Gabaldón


Término de Gabaldón, aldea de Motilla del Palancar. Gabaldón nos aparece al menos fiscalmente como entidad propia, desde comienzos del siglo XV. Quizás por eso se ha querido ver que en algún momento gozó del título de villa. Pero no es así, Gabaldón salió arruinada y despoblada de las guerras del Marquesado. Objeto de disputas entre Barchín y Motilla, sería integrada como aldea en esta última. Por haber un camino mejor se dice en las relaciones topográficas; en nuestra opinión, por haber sido repoblada por renteros motillanos desde fines del siglo XV



Mapa corográfico de Gabaldón




Villanueva de la Jara



Término de Villanueva de la Jara. Para entender mejor su trazado reproducimos lo que nos dice el Catastro de Ensenada: linda al saliente con el término de Villagarcía y ensancha de Alarcón, al mediodía del dicho Villagarcía y el del Quintanar del Rey, poniente con el río Júcar, término de Casasimarro y el de Alarcón y norte los términos de Pozoseco y El Peral. El término de Villanueva de la Jara, tras el villazgo de 1476 era muy extenso, comprendía además de la propia Villanueva, los términos de Pozoseco, Rubielos, Casasimarro, Quintanar, Tarazona, Madrigueras o Gil García. Sin embargo tal extensión era irreal, pues los términos de estos lugares (y Villalgordo de Júcar) eran propios de la villa de Alarcón que los mantuvo después de la concordia de 1480. Para entender la intromisión de Alarcón en los términos de Villanueva es fundamental analizar el mapa inferior de los términos de Alarcón
Término de Alarcón, en un momento que no recoge algunas de sus granjas como Gascas o Tébar y deja entrever sus dehesas del sur, insertas en el término de Villanueva de la Jara: confronta dicho término por Levante con los términos de Gabaldón, Pozoseco y la Motilla, por poniente con el de Tébar, y Sisante por el Sur con el de Villalgordo y Río Júcar y por el norte con el de Barchín y la Olmedilla


Término de Pozoseco, lindante con El Peral, Villanueva de la Jara y Alarcón


Término de Casasimarro. lindante al levante con Quintanar, al poniente con el río Júcar, al norte con Villanueva de la Jara, y por el sur con término de Alarcón. Desgajada como villa de Villanueva de la Jara en 1653, año en el que obtiene el villazgo


Corografía de Casasimarro


Término de Rubielos Altos. Lindante por Levante con Pozoseco, por el poniente con el río Júcar y Batán Viejo, por el sur con Villanueva de la Jara, por el norte con una casa vieja de campo propiedad de la Marquesa de Valera, sita de la Fuente de la Mora y al otro lado con la cañadade Valdemorillo



Término de Rubielos Bajos. Lindante. Por el norte con Villanueva de la Jara, por el poniente con Alarcón,


Término de Gil García o Villagarcía. Antigua aldea de Villanueva de la Jara. Lindante a oriente con Alarcón, a poniente con Quintanar, a mediodía con Tarazona y Alarcón, y al norte con El Peral y Villanueva de la Jara



Término de Villalgordo del Júcar. Creemos que la referencia que se hace en términos de la época a la dehesa de Villalgordo se refiere al otro lugar deominado del Marquesado. Alarcón recuperó en 1526 la dehesa de Villalgordo concedida a Hernando del Castillo por el marqués de Villena. Los Castillo mantuvieron la dehesa de La Losa, de donde eran señores pero se reconocía un derecho de propiedad eminente a la villa de Alarcón a la que tenían que pagar un censo de 3000 mrs, anuales.

Corografía de Villalgordo del Júcar. Se hizo villa en 1672, por concesión de Mariana de Austria, desgajándose de Villanueva de la Jara
Esta villa dista quince leguas mirando al norte de la ciudad de Cuenca, capital de este obispado e intendencia y de la villa de San Clemente, que es cabeza de este partido se halla separado cinco leguas al poniente, dos lugares confinantes son por el saliente Tarazona y el Quintanar del Rey, cada una a la distancia de dos leguas y a la mitad se hallan las caserías de las Escobosas, despoblado y que únicamente sirven en el día para habitación de los labradores en las temporadas que se ocupan en este sitio. Mirando al norte y a la distancia de dos leguas y media está el Picazo por las márgenes del río Júcar y subiendo el dicho río a los tres cuartos de él molino de seis piedras que llaman el Batanejo con una huerta y arboleda bien frondosa y más arriba como legua y media hay otra rueda de molino de cuatro piedras que dicen de los Nuevos. Por el poniente están las casas de Benítez y Casas de Guijarro cada una distante una gran legua y finalmente al mediodía y distante dos leguas se halla la Roda y a la de una está Fuensanta y en medio del camino mira a esta, están las casas del Carmen que son de la jurisdicción de Vara del Rey, en estas casas como a doscientos pasos se mira la cueva do hizo ejemplar penitencia en hábito de hombre la venerable doña Catalina Cardona de la casa de este nombre por los años de 1560 y la que fundó en el mismo sitio un convento del Carmen descalzo en tiempo de Santa Teresa, el cual después se trasladó y se halla en Villanueva de la Jara, lo está igualemente el cuerpo de esta Venerable.

El término y jurisdicción de esta villa se extiende del mediodía al norte legua y media y de saliente a poniente una legua,

Quintanar del Rey o del Marquesado



Término de Quintanar. Lindante a oriente con el de Villagarcía, al mediodía con el de Villanueva de la Jara, al poniente con las villas de Alarcón y Casasimarro y al norte con el de Villanueva de la Jara. Obtiene el villazgo en 1561, hasta entonces había sido aldea de Villanueva de la Jara




Tarazona de la Mancha


Término de Tarazona de la Mancha. Lindante al oriente con la Ensancha de Alarcón, a poniente y mediodía con el Júcar, que divide los términos de Fuensanta, La Roda, La Gineta y Albacete, y al norte con Villagarcía, Villalgordo, Quintanar y Alarcón. Antigua aldea de Villanueva de la Jara que obtiene privilegio de villazgo el 11 de octubre de 1564
Término de Madrigueras. Lindante a oriente con Mahora y a norte, poniente y sur con Alarcón, con el paraje nombrado la Ensancha



Mapa corográfico de Tarazona de la Mancha



Barchín del Hoyo



Término de Barchín del Hoyo. Lindante a poniente con Alarcón y Buenache; Solera y Gabaldón al oriente, al mediodía Alarcon, al norte Piqueras y Chumillas. Tenía a Valverdejo por aldea, aunque Alarcón conservó la propiedad sobre la dehesa. En algún momento se constituyeron núcleos de población menores en Navodres y Alcool. Navodrés ya nos aparece como poblado en las cuentas del Rey Sancho a finales del siglo XIII


El Peral


Término de El Peral. Lindante con Iniesta al poniente, al sur Villagarcía y Villanueva de la Jara, al poniente Alarcón, Pozoseco y Villanueva de la Jara, al norte Motilla.

Cañavate


Término de Cañavate. Lindante con al este con Atalaya, Alarcón y Tébar, al sur con San Clemente, al oeste con Santa María del Campo, y al norte con Honrubia. Sus aldeas eran Atalaya del Cañavate y Cañadajuncosa. La primera pasaría a jurisdicción señorial. El antiguo núcleo de Torralba estaba en manos de los Pacheco de Belmonte


Término de Atalaya. Era villa de realengo, pero el marqués de Villena, que ya tenía 18 casas de vecinos decidió comprar la aldea. Lindante al este con Tébar, al norte con Cañavate y al sur con Vara de Rey




Transcripción del texto
Planta orixinal de la villa de Atalaia, jurisdicción que era de la villa de S. Clemente, que de su magestad ha comprado el Sr. marqués de Villena, duque de Escalona, etc. toda la qual suma y monta 28906182 varas quadradas que hacen una legua un sexto de legua legal con más 781182 varas= en la qual medida el dicho sr. marqués pretendió que sólo se le midiese lo que pertenecía a su Md. por decir que la maior parte del término suio de lo qual hiço ynformación y mandó que después de aberlo medido se midiese con la dha. distinción como en los autos consta y en esta planta lo colorado es lo realengo que tubo 13275682 varas quadradas y la verde es del dho. sr. marqués y tubo 15630500 varas como más largo consta en la declaración y auto que consta presentó en Madrid a 14 de julio de 638
Luis Carduchi (rúbrica)
AGS. DIRECCIÓN GENERAL DEL TESORO. Inventario nº 24, 00671, 01. Planta de la villa de Atalaya de Cañavate por Luis Carducci. m. 1657


Santa María del Campo Rus



Término de Santa María del Campo Rus. Lindante con Honrubia al oriente, poniente la Alberca, al sur San Clemente y al norte Castillo de Garcimuñoz. Desde 1428 señorío del doctor Pedro González del Castillo, junto a Santiago el Quebrado o de la Torre, comprada a Rodrigo Rodríguez de Avilés. Los Castillo Portocarrero conservarían el señorío hasta 1579 en que la permutan por Fermoselle. Desde esa fecha hasta 1608 permanece bajo jurisdicción real, pero en 1608 es vendida a Diego Fernando Ruiz de Alarcón

La Alberca del Záncara


Término de Alberca de Záncara. Lindante a saliente con Santa María del Campo y San Clemente, a mediodía con San Clemente y el Provencio, a poniente Las Pedroñeras, al norte Villaescusa de Haro y Santa María del Campo: Jorge Manrique le concedió un término mayor con el Amarguillo, Martín Ovieco y Robredillo de Zancara, pero no sería respetado tras la concordia de 1480


Las Pedroñeras



Término de Las Pedroñeras. Lindante al oriente con su agregado el Robledillo de Záncara,  al sur con Villarrobledo y El Provencio, al oeste con Las Mesas y El Pedernoso, y al norte con Belmonte y Villaescusa




Término de Robredillo de Záncara, junto a Martín Ovieco agregado a Las Pedroñeras


Corografía de Las Pedroñeras




El Pedernoso



Término de El Pedernoso. Lindante al oriente con Las Pedroñeras, al oriente con Santa María de los Llanos, al sur con Las Mesas y al norte con Belmonte y Monreal


Mapa corográfico de El Pedernoso


Las Mesas



Término de Las Mesas. Lindante a oriente con Las Pedroñeras, al sur con Villarrobledo, al poniente con Souéllamos y al norte con Santa María de los Llanos y El Pedernoso.
Corografía del término de Las Mesas


Villarrobledo



Término de Villarrobledo. Perteneciente a la antigua tierra de Alcaraz
Tomás López 1765



Iniesta




Corografía de Iniesta




La Puebla de San Salvador

Graja de Iniesta
Castillejo de Iniesta
El Herrumblar


Ledaña



Minglanilla



Término de Minglanilla. Lindante por saliente con Requena y Villargordo, partiendo el río Cabriel, por poniente La Graja y La Puebla, al sur Villargordo e Iniesta, y al norte La Pesquera. Antigua aldea de Iniesta, se separa de la misma en 1564, aunque no hay constatación del privilegio en ese año y el siguiente tiene lugar el amojonamiento.







Fernando Caballón y el concejo de Vara de Rey (1480)

Vara de Rey en 1480 se quiso dotar de un horno de pan cocer. En lo que era práctica habitual hizo repartir entre sus vecinos los veinticinco mil maravedíes que valía su construcción. Es aquí donde llegaron los conflictos con Fernando Caballón, que se pretendía hidalgo y exento de pechos. La cuestión acabó llegando al Consejo Real de Castilla. Previamente Fernando Caballón había obtenido ejecutoria favorable de la Sala de los Hidalgos de Valladolid. En virtud de ella, y del nombramiento de un juez ejecutor llamado Diego de Astudillo, pudo hacer ejecución de bienes contra varios vecinos, que es de temer, que como oficiales habían hecho el repartimiento. Estos vecinos solicitaron que la ejecución favorable a Fernando de Caballón se hiciera sobre el citado horno, pero bien por la tardanza bien por desacuerdo la ejecución se hizo sobre los bienes de los oficiales del concejo. En total, mil cabezas de ganado, propiedad de Antón López, Juan de Moratalla y Miguel Sánchez el Ramo. Fernando Caballón las señaló con su hierro las cabezas de ganado y posteriormente las vendió. El Consejo Real obligaría a Fernando Caballón a devolver las prendas tomadas y daños causados. La decisión del Consejo Real. 20 de marzo de 1480, es apenas medio mes posterior a la firma de la concordia entre los RRCC y el marqués de Villena. El gobernador Pedro de Vaca fue encomendado de hacer restituir los bienes embargados a los vecinos de Vara de Rey.



Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 148003, 125. Sobre prendas tomadas a vecinos de Vara del Rey por Diego de Astudillo. 20 de marzo de 1480

lunes, 13 de agosto de 2018

Las rutas de la trashumancia de ganados mayores entre Alarcón e Iniesta

Era 1557 y la villa de Alarcón andaba metida en pleitos con don Rodrigo Pacheco y su padre Francisco, señores de la villa de Minaya. Los alcaldes alarconeros habían ordenado derribar el molino que en el lugar llamado la Hocecilla, junto a la ribera del Júcar, intentaban edificar los Pacheco. No era el único litigio, pues Alarcón que tenía dehesas diseminadas en su amplio término, mantenía contenciosos con Juan de Villena por la dehesa de Pozoseco y con Juan Zapata por la dehesa de Villar de Mingo Pérez.

Estos pleitos nos sitúan en otro contencioso que preocupaba tanto o más al concejo de Alarcón y que enseguida encomendó a sus procuradores este nuevo asunto. Sin duda la apropiación de facto de las dehesas de Alarcón por ciertos poderosos como Juan de Villena, caso de Pozoseco, y Juan Zapata Castañeda, caso de Villar de Mingo Pérez, fue el detonante del conflicto por el aprovechamiento de los bienes comunales del antiguo suelo de Alarcón. En el nuevo pleito que surgió se discutía la reciprocidad que pedía la villa de Alarcón para que sus ganados pudieran pastar la yerbas y beber la aguas de los abrevaderos en el término de la villa de Iniesta, tal como los vecinos de Iniesta usaban en el término de Alarcón. Las probanzas de testigos fueron aportadas por ambas partes, pero si Alarcón contó con el apoyo de los motillanos e incluso con el de moradores de las aldeas de Iniesta, partes interesadas en el asunto, Iniesta tuvo que buscar los testigos en las aldeas de Jorquera, donde desde comienzos de siglo la migración de iniestense había contribuido a poblar como moradores o renteros estas aldeas de señorío, tales como Mahora o Cenizate. El doce de septiembre de 1559, después de una sentencia favorable del doctor Marquina, alcalde mayor del Marquesado de Villena, el concejo de Alarcón obtuvo amparo del alto tribunal granadino para seguir disfrutando de los aprovechamientos comunales de Alarcón, en tanto que se dictara sentencia definitiva.

En el contencioso había bastante de oportunismo y otro tanto de razón histórica. Iniesta, al igual que otras villas, intentaba cerrar sus términos y acabar con los usos comunes, sometiendo los aprovechamientos de pastos y aguas a la previa concesión de licencia por el concejo. Se aplicaban ordenanzas propias, según las cuales las caballeros de sierra podía prendar el ganado foráneo que entrara en sus tierras, tanto del suelo de Alarcón (Motilla, El Peral y Villanueva de la Jara) como del suelo de Cuenca (Enguídanos y Campillo de Altobuey). Para ello jugaba con la confusión histórica. Iniesta, aquella que es en Montaragón, pertenecía a la tierra de Cuenca por concesión de Alfonso X el Sabio en 1255



pero las disputas políticas desde la época de don Juan Manuel habían colocado a Iniesta en el terreno de intereses del Marquesado de Villena. En este carácter singular, se apoyaba Iniesta para defender una costumbre inmemorial y unas ordenanzas antiquísimas, que no especificaba, que le otorgaban el derecho a prendar una de cada cinco reses de ganado que pastara sus términos sin licencia concejil. Tal derecho fue aplicado de modo intermitente desde inicios del siglo XV. En la plaza mayor del pueblo se guardaban en un corral o quintanar (que de aquí viene la palabra y no de granja o alquería) las reses quintadas. De esta contradicción de estar en litigio entre dos tierras distintas participaba Juan de Monteagudo, caballero de sierra de Iniesta de 49 años, que defendía a ultranza los términos propios de Iniesta para a continuación declarar el carácter ocasional con el que se habían aplicado penas a los ganados del suelo de Alarcón.

La villa de Iniesta fue incapaz de defender su singularidad respecto al resto de las villas del suelo de Alarcón. Contó en las probanzas con el apoyo de vecinos de los pueblos comarcanos del suelo de Cuenca, pero cuando la villa de Alarcón exigió a los oficiales iniestenses que juraran públicamente que tenían derechos inmemoriales que los apartaban de los aprovechamientos comunes del suelo de Alarcón no lo hicieron. Este hecho fue determinante para que el doctor Marquina, alcalde mayor del Marquesado de Villena, dictara en San Clemente el uno de septiembre de 1557 sentencia favorable a los intereses de Alarcón
Fallo la parte del concejo de la villa de Alarcón aver provado lo que convino provar y la parte de la villa de Yniesta no aver provado sus execiones según y como le convino en cuya consequencia que devo de rrestituyr y rrestituyo poner y pongo en la posesión a los vezinos de la villa de Alarcón según y como estavan antes e al tienpo que por la dicha villa de Yniesta fueron despoxados de la posesión uso e costunbre de los vezinos de la dicha villa de Alarcón thenían de goçar de los dichos términos de la villa de Yniesta con sus ganados e alimañas mayores de comer las yerbas y beber las aguas de los dichos términos y en la dicha posesión no les perturben ni enquieten so pena por cada una vez de cien mill mrs. para la cámara de su magestad e declaro pertenezerles el dicho derecho y gozar los dichos términos los vezinos de la dicha villa de Alarcón según y cómo lo puedan gozar los vezinos de la dicha villa de Yniesta so la qual dicha pena mando al concejo justicia rregimiento de la dicha villa de Yniesta y cavalleros de sierra y guardas della que luego como esta mi sentencia les sea notificada buelban y rrestituyan y hagan bolber a los vezinos de las dicha villa de Alarcón qualesquier prendas que les ayan tomado por rrazón de lo susodicho libremente e sin costas e de aquí adelante no les puedan ni consientan prendar gozando en los dichos términos según dicho es y no hago condenación de costas contra ninguna de las partes salvo que cada una pare las hechas por su parte y por esta mi sentencia difinitiva ansí lo pronuncio y mando juzgando el dotor Marquina

El pleito se había iniciado a instancias de Juan de Castañeda, vecino de la villa de Alarcón, que, dada la vecindad de su hermano Pedro en Iniesta y los antecedentes familiares, tenía intereses económicos en la villa de Iniesta, más allá de los pretendidos derechos consuetudinarios alegados al libre pasto. Juan Castañeda se quejaba de los alcaldes de Iniesta, parte interesada en el asunto, según nos decía. Su decisión de no dejar pastar a sus ciento veinte vacas le había supuesto una pérdida de doscientos ducados y el embargo de diez vacas. Prueba de que la justicia de Iniesta había actuado torticeramente era que los motillanos, como antigua aldea de Alarcón, mantenían su derecho a pastar en el suelo de Iniesta. La diferencia de los Castañeda con el bachiller Merchante, alcalde de Iniesta, no debían ser nimias, pero se nos escapan. El caso es que el negocio de las vacas de la familia Castañeda, herederos de Pedro del Castillo, alcaide de Ves, les venía no tanto del padre, Pedro de Castañeda, sino de la madre Catalina Páez, un apellido de gran significación y raigambre en la villa de Alarcón y que ahora parece perderse.

Hoy, habituados como estamos al negocio lanar, nos parece extraño la cría de manadas de vacas en estos lugares, pero las carnicerías de las villas estaban bien provistas de la carne de vacuno. Y si no que se lo digan a Hernando de Montoya, que en 1553 vio como se iniciaba un conflicto que casi le cuesta la vida por no respetar el derecho consuetudinario de los regidores sanclementinos a llevarse la mejor parte del animal cuando se sacrificaba una res. Además, la crianza de vacas era determinante para proveer de bueyes a la agricultura. Las manadas de vacas también participaban de sus circuitos de trashumancia, por limitados que fueran. Bartolomé de Barriga, hatero de las vacas de Catalina Páez, como su padre Alonso Ballestero, llevaba las vacas al término de Iniesta a herbajar, por los lugares de Cueva de la Higuera, Consolación, Villalpardo, Mortanchinos y Casa Tejero. Del negocio de las vacas vivían vecinos de otros lugares como el barchinero Alonso de Gascón, el motillano Martín, hijo de Miguel Sainz o Juan Ballestero de Alarcón, que se dedicaban al pastoreo de al servicio de propietarios de ganado vacuno como el regidor Juan Zapata de Castañeda o sus parientes los Castañeda. Su labor era herbajar a la vuelta de San Miguel, aunque es más creíble que el paso a herbajar a Iniesta se produjera después de Todos los Santos o en diciembre, con las vacas en invierno en los pastos de Iniesta, donde la estancia se alargaba cinco meses, hasta que las vacas parían y se separaban los terneros en verano. Estos pastores hablaban de su trabajo y andanzas como si los mojones no existieran, solían ser bien recibidos en la villa de Iniesta. Incluso se proveían de la harina necesaria para el pan, sal, sebo o abarcas en casa del regidor perpetuo Juan Zapata. Por eso nos es difícil explicar el giro de mala vecindad que se produjo entre alarconeros e iniestenses a finales de 1556.

Antecedentes los hubo. Finalizada la guerra del Marquesado, Iniesta intentó cerrar sus términos, pero Alarcón le ganó la partida con una ejecutoria que le era favorable. En los años veinte, el conflicto de los de Iniesta vino con los de Motilla, pero de nuevo perdió. Y es que el gobierno de Iniesta no era homogéneo: el regidor Juan Ruiz de la Almarcha era favorable al libre aprovechamiento de pastos entre los suelos de dos tierras diferentes, la de Cuenca y la de Alarcón, pues los iniestenses eran los principales beneficiarios. Así, los moradores de La Puebla, como Benito Gil o Pedro López, se dedicaban a la crianza de yeguas. Solo que esa realidad de amplios pastos fue cambiando en la medida que el espacio común del suelo de Alarcón se fue adehesando: primero el suelo común de las villas eximidas, luego el propio término de Alarcón, arrendado y explotado por los vecinos de las nuevas poblaciones que crecían junto a sus mojones. Pero los términos tardaron en cerrarse, pues la costumbre podía más. Iniestenses y motillanos sabía perfectamente que los mojones entre ambas estaban junto a las casas de Juan Parra y el Talayón y que la cañada Calera actuaba como frontera natural, pero el trasiego de personas y bestias hacía de tales fronteras un espacio permeable. Y sin embargo esa pretendida libertad de tránsito no podía olvidar los mojones de cal y canto con los que Iniesta había delimitado su territorio.

El contencioso se había iniciado en diciembre de 1556, cuando las vacas de Juan Castañeda y otros alarconeros fueron sorprendidas pastando en Vadocañas, en la Rambla de Iniesta. Juan Castañeda sería denunciado ante los alcaldes de Iniesta, el bachiller Merchante y Francisco Espinosa, y sus vacas quintadas según las ordenanzas de la villa, es decir, se prendieron por la justicia egelestana de cada cinco vacas una. Pero el gobierno local de Iniesta distaba de ser homogéneo, Juan de Castañeda, delegó su defensa en Juan Granero. Los Granero y los Castañeda tenían intereses económicos y lazos familiares en Iniesta desde antaño y en el caso de los Granero, representación municipal, de la mano del regidor Antón Granero. Aunque pronto, llevadas a cabo las primeras diligencias, Juan Castañeda pidió que los autos se trasladarán ante el juez Marquina, alcalde mayor del Marquesado de Villena. El contencioso se enquistó un poco más, cuando le fueron prendadas veinte vacas a otro ganadero de Gascas, Jerónimo Pacheco. Para mayor escarnio también le fueron prendados tres o cuatro toros, los cuales fueron corridos para diversión de los iniestenses y uno de ellos, en práctica no habitual en la época, muerto.

El pleito se trasladó así a San Clemente, entendiendo directamente en el mismo, el citado Licenciado Marquina y el gobernador Día Sánchez de Carvajal. En el pleito se personó en defensa de sus privilegios inmemoriales la villa de Alarcón y se trajeron a colación las sentencias favorables del la villa de Motilla para aprovechar los pastos de Iniesta. El conflicto jurídico adquiría una veste regional. Coincidía además con un reciente contencioso entre el gobernador y las villas por el intento de la justicia del Marquesado de entender en primera instancia en los pleitos. Perdida dicha pretensión, ahora se intentaba conocer del pleito de los pastos de Iniesta en apelación. Pero era una solución muy enrevesada. Alarcón, villa de señorío, no pertenecía a la gobernación e Iniesta había sido obligada a remitir los autos originales de la denuncia de Juan Castañeda al alcalde mayor de San Clemente. Era una fórmula jurídica, la de la apelación, que distaba de la más común para estos casos: la comisión judicial con término de plazo.

Antes de la denuncia contra Juan Castañeda, la villa de Iniesta había permitido el pasto de vacas y yeguas en sus términos. Así lo aseguraba Juan de Villena, regidor perpetuo de Villanueva de la Jara, que no tenía razones para mentir, pues se hallaba inmerso en un contencioso con el concejo de Alarcón por la dehesa de Pozoseco. A su decir, vecinos de Alarcón y de otros lugares pastaban  en término de Iniesta, tal hacían las vacas de Jerónimo Pacheco o del clérigo Pedro Pérez, moradores en Gascas, de Pascual García, morador en el término de Olmillos, y de Catalina Páez o las yeguas de Ortega Sevilla o Juan de Ruipérez, vecinos de Alarcón,y en reciprocidad las yeguas de los iniestenses Correa o Pedro de Mondéjar pastaban en los términos de Alarcón. Tenemos noticias de cómo el pastoreo de vacas y las rutas de trashumancia estaban especialmente desarrollados en la pequeña aldea de Gascas, granja de la villa de Alarcón. Allí, además de Jerónimo Pacheco o el clérigo Pedro Pérez, era común que otros vecinos tuvieran vacadas. Ese era el caso de Alonso de Ruipérez, aunque las vacas poseídas no llegaran a las dos decenas. Por tal razón, las juntaba con las vacas de un vecino de Motilla, llamado Álvaro el Rubio, hasta llegar a un número de cuarenta y enviarlas por el mes de noviembre a pastar a los prados de Iniesta, guiadas por el pastor motillano Cristóbal Martínez de Cortijo  hasta finales de marzo, aunque lo normal era que la estancia en los prados de Iniesta se prolongara más allá en el tiempo, hasta finales de mayo. Los caminos de la trashumancia no siempre se detenían en Iniesta, las vacadas iban más allá. A veces pastaban en las salinas de Iniesta, Minglanilla, y desde allí se encaminaban a Requena y Valencia, punto final donde las vacas seguramente eran vendidas para el abasto de carne.

Los términos de Iniesta y de Alarcón, aunque hoy nos parezca extraño, entonces eran colindantes. Pues el término de Alarcón, además de extenderse varias leguas río Júcar abajo, se desparramaba por numerosas dehesas como Pozoseco, Villagordo, Galapagar y por un significado término de tierras que desde Jorquera llegaban hasta los términos de El Peral y que lindaban con los mojones de Iniesta
los términos e mojones de Alarcón e que sabe que confinaban con los mojones de la villa de Yniesta desde el término de la villa del Peral hasta el término de Xorquera que será hasta tres leguas poco más o menos
El lugar de confluencia entre los términos de Alarcón e Iniesta era la dehesa del Villar de Mingo Pérez. Francisco Villena, hombre principal de Villanueva de la Jara tenía una heredad en el paraje de los Atochosos. término de Alarcón, en el vértice superior de la dehesa de Mingo Pérez. Desde allí veía pasar camino de Iniesta los ganados mayores por la cañada del Halcón. La familia vio venir los conflictos y se deshizo de la heredad, que vendió a un fulano Polo. Los intereses de la familia se centrarían en torno a Pozoseco, también en término de Alarcón. Quizás los Villena se deshicieron de su heredad en el mismo momento que Villanueva de la Jara ganó ejecutoria para cerrar sus términos frente a la villa de Iniesta.

Hoy vemos a Alarcón, desligado de sus aldeas, reducidos sus términos alrededor del promontorio, sobre el que se levanta su fortaleza, pero en el siglo XVI, aun a pesar de la concordia de 1480, los términos de Alarcón se extendían por el sur y este varias leguas, siendo limítrofes de Jorquera, Motilla, Iniesta, El Peral, Villanueva de la Jara, Barchín, Piqueras, Solera o Buenache. Antón Monedero, nos describe cómo los términos de Alarcón confinaban con los de Iniesta
donde el camyno que va de la villa de Villanueva de la Jara a la villa de Yniesta adonde llega el camyno al dicho término de Yniesta y dene allí hazia abaxo van juntos los dichos términos de Alarcón y de Yniesta hasta llegar por la dehesa del Villar de Mingo Pérez al término de la villa de Xorquera y por aquí a visto que se juntan los dichos términos como dicho tiene de suso y dende el dicho camyno de Villanueva hazia esta villa de la Motilla vienen los términos de la villa del Peral y de la villa de la Motilla juntos hasta el Talayón grande que se juntan los términos con el término de la villa del Campillo
Aquellos hombres del siglo XVI  tenían un sentido cíclico de la vida. Les era difícil situar en el tiempo los propios acontecimientos vitales. Solamente los hechos que rompían esa monotonía les servían de referencia para ordenar el pasado. Uno de estos acontecimientos fue el cerco de Salses, en el otoño de 1503, durante la guerra del Rosellón que enfrentó a España y Francia. El propio Fernando el Católico intervino en persona; a la jornada real fueron llamados los hidalgos y con ellos los infantes. El motillano Benito García, hijo de Bernal García, aún recordaba la salida de los soldados de las villas manchegas y cómo ya Iniesta había aprovechado la salida para la guerra de los caballeros de Alarcón para cerrar sus términos a los vecinos de la villa de Motilla. A comienzos del siglo ya estaba muy desarrollado la cría de ganado vacuno y yeguar. Pedro Castañeda, el padre de Juan y marido de Catalina Páez, ya disponía de una vacada; Juan Jiménez, vecino de Buenache de Alarcón, andaba con sus yeguas en los pastos de Iniesta; Pascual García, morador de Olmillos, aldea de Alarcón, hacía lo propios con las pocas vacas, unas quince, que tenía. Pero la justicia de Iniesta, a pesar del vacío provocado por la salida para la guerra de los caballeros de Alarcón, dirigió sus miras contra los vecinos de Motilla, que poseían pequeñas vacadas que entraban libremente a los términos colindantes de Iniesta. Entre los prendados estuvo el mencionado Benito García, por esa época un zagal de diecisiete años. Pero ni Antón García, el hijo del mítico Mingo Juan y alcalde ordinario de Iniesta en aquella época se atrevió a penar a los ganados vacunos de los motillanos y los dejó en libertad.

La única limitación que encontraban los ganados de la tierra de Alarcón en los términos de Iniesta era un breve período de tiempo desde el día de Corpus Christi hasta el de Santiago, en el que se acotaba el término. Las diferencias entre los favorables y contrarios a acotar el término de Iniesta eran pronunciadas. Ya en 1503, con motivo del incidente con los ganaderos motillanos, Miguel Cabronero, regidor de Iniesta, pidió el establecimiento de penas para los ganados intrusos. En la propia Iniesta había intereses encontrados, pues muchos de sus vecinos y sus familiares tenían sus haciendas fuera de la villa. Uno de ellos debió ser Onofre Martínez, que dio una patada al regidor en la plaza pública y en presencia de sus vecinos. Se acudió en busca de consejo, dio su parecer el doctor Espinosa, que determinó por buena la libertad de aprovechamiento de pastos.

Curiosamente ningún vecino de Iniesta trajo a colación que su suelo formaba parte de la tierra de Cuenca. La élite iniestense con intereses económicos en todo el Marquesado miraban al sur más que al norte. Tuvo que ser un vecino de El Peral, Álvaro de Velena, que declaró de oficio, quien señalara la diferenciación de las dos tierras. No obstante, a continuación reconocía la comunidad de pastos. ¿Cuándo se produjo esta indiferenciación de tierras y aprovechamientos comunes? No hay una fecha fija o la desconocemos. Los testigos refieren dicho aprovechamiento a tiempo inmemorial, lo que coincide con la expresión que nos trae a colación ORTUÑO MOLINA, desde memoria de ome que no es contraria (1). Esa libertad de pastos de los iniestenses era extensible a los pastos de Jorquera. Ya acabada la guerra del Marquesado, comenzaron las roturaciones y con ellas quedó patente las limitaciones de los términos de Iniesta para el cultivo, cuyos habitantes buscaron las tierras de las vecinas Alarcón y Jorquera. Si en el segundo caso, parece que había un derecho previo a la roturación a cambio de un censo enfitéutico, dicho derecho no existía para las tierras de Alarcón, por estar Iniesta excluida de su fuero. En un caso y en otro los conflictos llegaron con el marqués Diego López Pacheco que consideraba a los iniestenses que roturaban ya la tierra de Jorquera ya la tierra de Alarcón como renteros, obligándoles a pagar un canon (un derecho de terrazgo ya establecido por su padre). La sentencia de 1526 negó tal derecho aunque obligó a los iniestenses a pagar un canon al concejo de Alarcón (2). Por supuesto, hablamos de tierras llecas o baldías y no de las comunales, pero la diferencia entre unas y otras se borraba ante el impulso de unas roturaciones que no paraban ante obstáculos legales. Es más, creemos que la diferenciación entre tierras baldías y concejiles, señalada por VASSBERG (3), es una creación posterior en un siglo que responde a motivos fiscales.

Es en este contexto de apropiación de tierras sin cultivar del suelo de Alarcón en el que se deben entender las limitaciones al libre movimiento de ganados entre las villas. Si en el último cuarto de siglo XV los conflictos son entre las villas de realengo y los derechos señoriales pretendidos por los Pacheco, esta dualidad se superará desde principios del siglo XVI. El conflicto es entonces entre las propias villas. Ya no se trata de establecer derechos de terrazgo señoriales o cánones concejiles sobre una roturación controlada de los ejidos. Ahora la roturación desbocada ha hecho desaparecer el monte de uso comunal. Los nuevos espacios agrarios se han conquistado a costa de las dehesas de Alarcón, que debe buscar en otros términos las yerbas y aguas que no encuentra ni en sus términos ni en su suelo.

Antigua era la crianza de vacas. En el negocio estaba metido desde los primeros tiempos el alcaide de Alarcón, Hernando del Castillo, y su hijo Diego, que ya llevaban a herbajar a sus vacas en invierno a los pastos de Iniesta, en el paraje de Fuente Vicente, como tantos otros. Aunque fueron los Castañedas quienes hicieron del ganado vacuno un negocio familiar muy provechoso. El negocio compartido con los Páez, y asegurado por el enlace matrimonial entre Pedro Castañeda y Catalina Paéz, pasó a los hijos y al yerno, un tal Ludeña. Las vacas de los Castañeda pasaban a Iniesta, pero no se detenían aquí, pues algunas vacas pasaban hasta el término de Requena,

por estar más ancho e alcançar por aquella parte pinares e tierra lleca e que no ay tantas labores como las partes que amojonan las dichas villas de Alarcón e Yniesta


Esa extensión de las tierras de labor era la causa de los pleitos. La roturación de las dehesas de Alarcón estaba acabando con los bienes comunales del suelo de Alarcón. Pero los campos de labor eran ante todo viñedos. El buey, que comía en las dehesas, aún pervivió labrando los campos de cereales, pero se hizo completamente innecesario en los majuelos de viñas. La mula sustituyó al buey e irrumpió violentamente en los campos de la Mancha de Montearagón desde comienzos de siglo. Bueyes, y vacas, pasaron al olvido, y con ellos, los aprovechamientos comunes del suelo de Alaracón. La mula no se alimentaba de yerbas, sino de granos. El cambio fue muy rápido allí donde el viñedo era el principal  cultivo. Más lento don pervivió el cereal. Caso paradigmático de lo último es el caso de Quintanar del Marquesado que a la altura de 1570 todavía labraba con los bueyes. Pero Quintanar no tenía apenas término propio, dos terceras partes de las tierras de labranza se extendían sobre el suelo de Alarcón, en la llamada dehesa de Galapagar. Pero la partida estaba perdida para los bueyes y la apuesta de los Castañeda por los bueyes es previsible que causa de su ruina: en la labor, la mula desplazó al buey; en el abasto de carnes, la oveja a la vaca.

Por aquel comienzos de siglo, se estaba imponiendo en la comarca la posesión de yeguas para la crianza de mulas, que comienzan a sustituir a los bueyes en el campo. Mateo López, Alonso Armero el viejo o Juan Garrido, vecinos de Motilla se dedicaban a ello. En Iniesta, poseían yeguas Juan de la Parra, Juan de las Heras o Martín de Segovia, hijo del citado Alonso Armero, que se internaban con ellas en la cañada de la Calera e incluso hasta Gabaldón y el abrevadero de Fuente el Collado y en el Pozo de los Frailes, en término de Alarcón. Mateo Lucas llevaba sus yeguas desde Iniesta por la cañada de la Calera hasta la propia villa de La Motilla, donde les daba de beber en el Pozo de Arriba, antes de dirigirse a las Masegosas. La crianza de yeguas era ya práctica habitual en la zona desde antes de la guerra del Marquesado. Alonso Córdoba recordaba cómo su padre de igual nombre y su tío Juan Rico, vecinos de El Peral, le contaban que sus abuelos, ya naturales de esa villa cuando era aldea de Alarcón, poseían yeguadas. Por la misma época, Alonso Saiz de Valverde tenía cien yeguas en Motilla y un número sin determinar Antón de Castañeda. Alonso de Herrero el viejo, al igual que otros vecinos de Iniesta, tenían en menor número yeguas; con ellas iban a pastar hasta los confines del término de Alarcón en La Almarcha. El motillano Diego de Gabaldón llevaba con quince años, hacia 1495, a beber las yeguas al Pozo de Castillejo, la futura aldea de Iniesta. La crianza de mulas tuvo en la aldea de Gabaldón un centro de temprana crianza: el padre de Diego Gabaldón. Alvar López o Alonso Armero se dedicaban a ello.

La posesión de yeguas fue oportunidad de riqueza y fuente de negocio para los vecinos más despiertos. El desarrollo de la mula para la labranza, especialmente con el desarrollo de los viñedos, debió renacer desde comienzos del siglo. Las yeguas ya no se usaban para la crianza de caballos con fines militare sino que echadas al garañón procreaban acémilas para la agricultura. En la crianza de mulas estaban todos los pueblos interesados. Hacia 1500 nadie parecía interesado en poner cortapisas a las recuas que del suelo de Alarcón a Iniesta se movían libremente. Los motillanos, así nos lo contaba Alonso Pastor de sesenta años, veían pasar por medio del pueblo a los alarconeros con sus mulas en noviembre, hacia la primavera veían pasar a los garañones. Siguiendo la Cañada de Calera se introducían en términos de Iniesta, un año después, las yeguas preñadas el año anterior y las mulas recién nacidas al final de la primavera volvían a sus pueblos de origen. La trashumancia de las yeguas también tenía un sentido inverso, de Iniesta al suelo de Alarcón. Así lo recordaba Pascual Pérez de Marquina, cuyas yeguas en compañía de las de Juan Correa accedían a los pastos alarconeros.

La crianza de mulas fue tan rápida como el mismo proceso roturador. Nos es difícil comprenderlo en la actualidad, pero la plantación de viñas y la introducción de mulas fue un fenómeno revolucionario que cambió los paisajes y las sociedades de la primera mitad del quinientos. Fue necesario un tercer factor, la voluntad de los hombres. Esa voluntad la tenían todos, pero los hombres de la llanura tenían el futuro de su lado. Los bueyes de Alarcón, al igual que su fortaleza, pasaron a ser un recuerdo del pasado.


Testigos presentados por Alarcón en mayo de 1557

Juan de Villena, regidor perpetuo de Villanueva de la Jara. 54 años. Tenía, legado de su padre Francisco, un heredamiento en los Atochosos, término de Alarcón, en el límite de Iniesta, aunque la ha vendido en favor de un fulano Polo
Martín de Espinosa, vecino de Iniesta. 46 años, primo hermano de Francisco de Espinosa, alcalde de Iniesta, y cuñado de Juan García, regidor de Iniesta. Martín Espinosa está casado con hermana de Juan de Castañeda, María, ambos hijos de Pedro y de Catalina Páez.
Bartolomé Barriga, vecino de Alarcón, 46 años
Alonso Ballestero, 32 años, vecino de Alarcón
Martín García, morador en Gascas, labrador de 35 años
Alonso de Olmeda, 65 años, caballero de sierra de Alarcón, hijo de Alonso de Olmeda, natural de Iniesta
Martín de Miguel Sainz el mozo, vecino de Motilla, 20 años
Juan Ballestero, 35 años
Benito Ballestero, 20 años
Martín Gascón, vecino de Barchín, hijo de Alonso Gascón, de 16 años
Diego López de Flomesta, vecino de Alarcón, 72 años
Juan Martínez de la Caxa
Pedro de Ruipérez, vecino de Alarcón, 43 años

Testigos de probanza en Motilla de Palancar de abril de 1557 ante los alcaldes de esta villa, Hernando de los Paños y Miguel de la Casa

Benito García de Bernal García, vecino de Motilla, 67 años
Alonso de Córdoba, escribano de la Motilla, 60 años, hijo de Alonso de Córdoba, el viejo, vecino de El Peral
Juan Guerrero, vecino de Motilla, más de setenta años, procedente de El Peral
Juan Tendero, vecino de Motilla, 70 años
Juan de Valverde el viejo, vecino de La Motilla, 70 años, pariente en tercer grado de Benito García, regidor perpetuo de Iniesta. Hijo de Miguel Saiz de Valverde y nieto de Alonso Saiz de Valverde.
Antón  de Bonilla, el viejo, vecino de La Motilla, 80 años
Antón Monedero, vecino de Motilla, 68 años. Pariente de Benito García en tercer grado
Juan Ponce, vecino de Iniesta, 70 años
Juan García Tejero, vecino de Iniesta, 80 años?
Pedro de Zafrilla, vecino de Iniesta, setenta años
Alvaro el Rubio, vecino de La Motilla
Cristóbal Martínez de Cortijo, vecino de Motilla
Herrán Marco, vecino de La Motilla, 60 años
Antón Guilleme, vecino de La Motilla, 85 años
Juan Salvador, vecino de La Motilla, 53 años
Antón Armero, vecino de La Motilla,
Alonso Pastor, vecino de La Motilla, 60 años
Mateo López, vecino de La Motilla, 65 años
Pascual Pérez de Marquina, vecino de Iniesta, 80 años
Benito Pérez de Marquina, vecino de Iniesta, 50 años
Pedro López, morador en La Puebla y vecino de Iniesta, 40 años
Benito Gil, morador de La Puebla y vecino de Iniesta, 70 años
Diego de Gabaldón el viejo, vecino de La Motilla, 77 años


Probanza de Iniesta, mayo de 1557

Alonso Garrido, morador de Mahora y vecino de Jorquera, 55 años
Francisco de Correa, vecino de Madrigueras de Villanueva de la Jara, 50 años
Jorge Martínez, morador en Madrigueras y vecino de Villanueva de la Jara, 62 años
Antón García, vecino de Mahora, 50 años
Juan de Mislata, morador de Mahora, 80 años
Varios vecinos de Cenizate
Mateo Lucas, vecino de Iniesta, 57 años
Juan de Monteagudo, vecino de Iniesta, 49 años
Bartolomé de Sabuquillo, vecino de Campillo,

Probanza de Alarcón de octubre de 1558

Francisco de Olmeda, vecino de Villanueva de la Jara, 64 años
Juan de Villena, regidor de Villanueva de la Jara. más de 50 años
Juan de la Olmeda el viejo, vecino de Iniesta, 85 años
Gil Martínez de Jábaga, vecino de Iniesta, 60 años
Diego de Alarcón, clérigo de El Peral, 75 años
Álvaro de Velena, vecino de El Peral, 70 años
Diego de Gabaldón, vecino del lugar de Gabaldón, 78 años
Juan Martínez, morador del lugar de Gabaldón, 66 años
Antón Armero, morador de Gabaldón, 45 años
Juan de Jábaga, vecino de Barchín, 68 años


Estructura del gobierno de la villa de Alarcón

Un gobernador y justicia mayor de la villa, en nombre del Marqués
Cuatro alcaldes ordinarios
Un juez
Dos regidores
Almotacén
Dos diputados

Gobierno de Alarcón en 1558

Juan de Castañeda, Alonso Olmeda, García Vizcarra, Francisco de Cañaveras, alcaldes ordinarios
Melchor Granero, juez
Juan Granero Iniesta y Lope de Llanos, regidores
Gabriel de Castañeda y Gil Martínez, diputados




Regidores perpetuos de Iniesta en 1557

Miguel Cabronero
Benito García
Juan Zapata de Catañeda
Antón Granero
Francisco de Lorca
Francisco de las Casas
Alonso López
Juan García de Ibáñez Gil


(1) ORTUÑO MOLINA, J.: Realengo y señorío en el Marquesado de Villena. Real Academia de Alfonso X el Sabio. Murcia. 2005. p. 233
(2) Ibídem, pp. 256 y ss.
(3) VASSBERG, D.: Tierra y sociedad en Castilla. Barcelona. Crítica, 1987. pp. 17-18

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. PLEITOS.  (AChGr). 01RACH/ caja 987- expediente 2. Pleito entre Alarcón y Juan de Castañeda contra la villa de Iniesta por el libre aprovechamiento de términos. 1557-1559