El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

jueves, 29 de marzo de 2018

De los Llerena de Alcaraz a los Guedeja de San Clemente (I)

                                   


El 10 de abril de 1537 el bachiller Juan Guedeja demanda al concejo de San Clemente para ver reconocida su condición hidalga. La naturaleza hidalga de la familia había sido concedida al bisabuelo Ruy González de Llerena, por el rey Juan II, y transmitida hereditariamente a sus sucesores: el abuelo, Juan de Llerena, y al padre, Ambrosio de Llerena. Ante la Chancillería de Granada se presentó el bachiller, luego licenciado, Juan Guedeja con el privilegio de su bisabuelo. No estaba dispuesto a reconocer esa condición noble, que, por boca de su procurador, manifestó que el bachiller era un extranjero en el pueblo: un vecino de la ciudad de Alcaraz, donde debía permanecer empadronado si quería mantener su condición nobiliaria, pues su casamiento con una sanclementina ni le concedía la vecindad ni mucho menos la hidalguía en un pueblo poco propenso a las cartas de hidalguías. Además, el momento no era el más propicio, pues los hidalgos pleiteaban por el acceso a la mitad de los oficios concejiles. Exigencia que solo verían reconocida dos años después.

A las razones políticas del momento se unían otras de carácter personal: se tenía al bachiller Juan Guedeja por descendiente de padre bastardo. Pero el bachiller Guedeja, a diferencia del concejo de San Clemente aportó las pruebas que le daban la razón. Entre ellas, la ejecutoria de su bisabuelo Ruy González de Llerena, otorgada por el rey Juan II. Encabezaba la ejecutoria el escudo de armas de la familia
una carta de previllegio e confirmaçión del señor Rrey don Juan de gloriosa memoria que santa gloria aya escripta en pargamino de cuero e firmada de su rreal nonbre e sellada con su rreal sello de plomo pendiente en filos de seda e colores e al fin del dicho previllegio estaban pintado en el escudo de sus armas rreales de castillos e leones con dos círculos de letras de oro e colores e al prinçipio del dicho previllegio estaba un escudo de armas con el canpo la mitad azul e la mitad dorado y dentro una venera 

Ejecutoria de Ruy González de Llerena  de 6 de marzo de 1447 (traslado de 1540)
 La ejecutoria de Ruy González de Llerena es un tratado de filosofía política de la época: entre la teoría del Reino como un cuerpo místico y los deseos absolutistas de un rey atenazado por la realidad de sus limitaciones y dependencias. El Rey se presenta como el corazón, alma del Reino, que con la impartición de justicia da vida y mantiene unido al cuerpo, que es el Reino
que el rrey es señor puesto en la tierra en lugar de Dios para cunplir la justiçia e dar a cada uno su derecho, por ende es corazón e alma del pueblo, que así como el alma está en el corazón del ome e por ella vive el cuerpo e se mantiene así en el rrey está la justiçia que es vida e mantenimiento del pueblo de su señoría e otrosi como el corazón es uno e por el rresçiben todos los otros mienbros unidad para ser cuerpo bien así todos los del rreygno maguer sean muchos porque el rrey es e debe ser uno deben de ser todos uno con él para lo servir e ayudar en las cosas que a de hazer
El Rey también como cabeza que dirige al Reino representado por el cuerpo
el rrey es cabeza del rreyno porque asi como en la cabeça nasçen todos los sentidos porque se mandan todos los miembros del cuerpo bien así por el mandamiento que nasçe del rrey que es ser e cabeça de todos los del rreygno se deben mandar e guiar e obedeçer e grande es el derecho del poderío del rrey que todas las leyes e los derechos tiene so sí porque el su poderío no ha de los omes más de Dios cuyo lugar tiene en todas las cosas prinçipalmente pertenesçe amar e honrrar e guardar sus pueblos
Esa dependencia de los servicios de sus vasallos es lo que llevaron a conceder el título de hidalgo a Ruy González de Llerena, escribano de cámara y contador de la casa del príncipe Enrique. Ruy González de Llerena acompañó al futuro Enrique IV por todo el territorio peninsular en las luchas intestinas que desangraban al Reino
acatando los muchos e buenos e continos seruiçios que vos Rruy González de Llerena mi escribano de cámara e contador e secretario del prínçipe don Enrrique mi muy caro e mi muy amado fijo me abedes fecho así en el tienpo del dicho prínçipe mi fijo procuraba mi libertad e yo estaba opreso en las villas de Tordesyllas e de Portyllo e fuystes con él en mi seruiçio çerca de la villa de Pampliega con vuestros caballos y armas en el rrecuentro que uvo con el rrey de Navarra e con sus secaçys e que fueron desbaratados algunos de la conpañía del dicho rrey de Navarra y después asimismo estovistes con el dicho prínçipe mi fijo en el conbate y entrada que yo fize de la villa de Peñafiel e ansimismo de la entrada que el dicho prínçipe mi fijo fizo de la villa de Rroa que estaban rrebeladas e alçadas contra mí e después fuystes al Rreyno de Murçia e Marquesado de Villena e al Maestrazgo de Calatrava y en el tomamiento y apoderamiento de todo ello que el dicho prínçipe mi fijo e con el don Álvaro de Luna, maestre de Santiago y mi condestable de Castilla hizieron con mis poderes e después fuystes en la conpañía del dicho prínçipe mi fijo en la batalla que yo ove con los dichos rrey de Navarra e ynfante don Enrrique su hermano en el rreal de sobre Olmedo donde por la graçia de Dios nuestro señor yo e el dicho prínçipe mi fijo ovimos vitoria e los dichos rreyes de Navarra e ynfante don Enrrique su hermano fueron vençidos e desbaratados e fueron arrancados del canpo
Tras lo cual, venía la concesión de la hidalguía para Ruy González de Llerena y sus descendientes y de un escudo de armas familiar
seades e sean fijosdalgo notorios de solar conoçido e devengar quinientos sueldos según fuero e costunbre de España,... e que podades traer e trayades un escudo la mitad dorado y la otra mitad azul y en medio una venera las quales vos do e otorgo por armas e ynsignias e que vos llamedes del apellido que agora vos llamades
La ejecutoria, dada en la villa de Valladolid, tiene por fecha el seis de marzo de 1447, era un reconocimiento, más que a los servicios prestados, al mérito personal, pues los buenos se fazen por ellos mejores rresçibiendo galardones e rremuneraçiones. La ejecutoria se concede en un momento de euforia de la Corona, tras la victoria de Olmedo en 1445 sobre los infantes de Aragón, el poder incontestable del condestable don Álvaro de Luna, seis años antes de su conocido infortunio. En la ejecutoria es de destacar la secuencia de todos los grandes del Reino confirmando la voluntad real. Entre ellos, una figura de gran porvenir: Juan Pacheco, mayordomo del príncipe don Enrique. La fortuna de Ruy González de Llerena iría ligada a don Juan Pacheco, I marqués de Villena, de quien sería secretario, tras serlo del príncipe Enrique.


Confirmantes de la Ejecutoria de hidalguía de Ruy González de Llerena

Ruy González de Llerena había nacido en la ciudad de Alcaraz, a decir de los testigos, aunque parece más probable que llegara de Extremadura, tal como delata su apellido, con algún corregidor de la ciudad. Había ocupado los principales cargos municipales, como el de alcalde ordinario por el estado noble y procurador universal de la ciudad. Sus hijos el licenciado Juan, Diego y Alonso fueron regidores. El licenciado Juan Llerena había estudiado Leyes en la Universidad de Salamanca. Allí conoció a una salmantina de la que se enamoraría; con cuarenta años volvió a su ciudad natal, acompañado de esta mujer, llamada Catalina Guedeja, de veinticinco años, y el pequeño Ambrosio, fruto de la relación entre ambos, padre de nuestro protagonista. En concubinato vivieron el licenciado Juan y Catalina Guedeja, hasta que las presiones familiares y vecinales forzaron al licenciado Llerena a contraer matrimonio con Leonor de la familia alacaraceña de los Guerrero. El hijo Ambrosio cayó en la condición de bastardo. La madre Catalina de Guedeja se vería repudiada por segunda vez, cuando el licenciado Llerena casó de nuevo
el dicho liçençiado como ombre soltero se casó primera vez con la Guerrera que auía dicho e fallesçida se casó segunda con Bernaldina de Villena
Ambrosio de Llerena casaría con Catalina Gómez. Conocemos un poco mejor la vida de los Llerena por una criada llamada Catalina Sánchez. Esta mujer era natural de Ayna; con cinco años había entrado a servir en casa de Ruy González de Llerena, al que había visto enterrar en Santo Domingo. En una situación privilegiada, Catalina vio el discurrir de la vida de la familia Llerena. La familia Llerena, una vez muerto Ruy, se organizaba en torno a la viuda Mayor González de Teruel, judía conversa y hereje confesa, cuyos huesos serían desenterrados en 1504, para ser quemados. Fue la viuda quien acogió a Catalina Guedeja y quien permitió una relación de concubinato con su hijo Juan. En casa de la viuda y bajo su protección se crió el bastardo Ambrosio y otra hija habida de la relación entre Juan y Catalina. La buena suerte de Catalina Guedeja duró dos años, hasta que el licenciado Juan Llerena casó con Leonor Guerrero. Bruscamente el trato de Catalina Guedeja como señora de la casa se quebró
que un negro que tenía la madre del dicho liçençiado le llevaba la falda y entonçes no se llevaban faldas sino a personas de muchos mereçimientos
Catalina Guedeja fue obligada por su amante y sus hermanos a tomar los hábitos como monja, desterrada a casa de un pariente de la familia en Chinchilla, acabaría tomando dichos hábitos en el monasterio de Santa Clara de la ciudad de Alcaraz, de la orden de Santo Domingo. Parece que los lazos entre Mayor González de Montiel y la Guedeja continuaron muy vivos, tanto por las visitas continuas de la viuda al convento como porque ésta procuró dar una educación esmerada a sus nietos bastardos, dejándolos a cargo de un  preceptor llamado Montesino. La despreciada Catalina Guedeja encontraría su vocación en el convento, donde permaneció siete u ocho años, trasladándose posteriormente al convento de la orden en Sevilla, donde sería priora, y participando en la reforma de otro convento de la orden en Jérez de la Frontera, donde murió. En este carácter itinerante de la monja debieron ser determinantes sin duda las pesquisas inquisitoriales contra su protectora Mayor González de Montiel.

Pero la suerte de la familia Llerena había cambiado ya antes. Su apoyo al marqués de Villena en las guerras por la sucesión al trono de Castilla fue castigada con la pérdida de bienes e favor de la familia Reolid. Para entonces Ruy había fallecido; la desgraciada suerte la padecieron sus hijos Juan, Alonso, Diego, Rodrigo y Francisco. En especial, Diego y Francisco comprometidos con el marqués y que vieron confiscados sus heredamientos de Povedilla. Aunque pronto supieron acertadamente cambiar de bando, asegurar su fidelidad a la Corona y recuperar sus bienes (1). La fortuna cambiaría de nuevo a finales de siglo, cuando la familia sufrió los embates de la Inquisición, siendo procesada la madre, Mayor González de Montiel, que vería expropiada la propiedad de Pinilla. Es posible que muriera durante el proceso. En cualquier caso, sus huesos exhumados serían quemados (2).

El padre del bachiller Juan Guedeja, Ambrosio, abandonaría la ciudad de Alcaraz al casarse con Catalina Sánchez; aunque parece que luego volvió de nuevo a la ciudad hasta la muerte de su mujer. El bachiller, luego licenciado, Guedeja abandonaría el hogar familiar de Alcaraz para casarse en San Clemente, donde se asentaría. Allí daría el salto; de procurador de la villa pasaría a relator del Consejo Real. Pero la presencia de los Guedeja en estas tierras sobrepasaba la fortuita llegada de una madre deshonrada por el estudiante Juan de Llerena y sus herederos. En Belmonte, protegidos por el marqués de Villena, se establecían otros familiares de los Guedeja, llegados de Salamanca, que hacía de la capilla de la Purificación de la Colegiata su capilla familiar. Su estudio lo desarrollaremos más adelante.

Capilla de la Purificación de la Colegiata de la villa de Belmonte, fundación de su racionero y mayordomo don Jerónimo de Guedeja hacia 1560 (trazada por Esteban Jamete)




(1) PRETEL MARÍN, Aurelio: Los judeoconversos de Alcaraz entre los siglos XVI y XVII: Llerenas y Barreras, Álvarez y Toledos, Vandelviras, Sabucos y Parejas ante la Inquisición. Asociación cultural Alcaraz. Siglo XXI. 2017. Obra imprescindible para el estudio de las minorías conversas en Alcaraz y de los Llerena, en particular.
(2) PRETEL MARÍN, Aurelio: op. cit. pp 37 y ss.

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. HIDALGUÍAS. Ejecutoria de Hidalguía de Juan Guedeja González de Llerena. 1540. Signatura antigua301-14-2


Anexo: testigos de Alcaraz a favor de Juan Guedeja

Pedro de Penilla, portero del ayuntamiento de la ciudad de Alcaraz, hidalgo de 85 años
Cristóbal López , pechero de 55 o 60 años, vive cabo el monasterio de Santa Clara
Catalina Sánchez, mujer de Juan Sánchez Peral, moradores de Ayna, aldea de Alcaraz, 70 años
Jerónimo de Segura, hidalgo, 66 años, juez en çiertos pueblos e alcayde en Baños (de la Encina, Jaén)
Diego Cantarero, pechero de 87 años
Sancho Palomo, pechero de 80 años
Fernando de Vígara, hombre hijodalgo del Arrabal de la ciudad de Alcaraz

domingo, 25 de marzo de 2018

La familia Resa, de Alconchel de la Estrella


Escudo en lo que fue casa de los Resa en la villa de San Clemente (Foto, Laura Mainar). El escudo se encuentra en la calle Cruz Cerrada 11; la casa, propiedad de los Manzanares en el siglo XVIII, fue morada anterior del regidor don Pedro Pacheco Guzmán y su mujer doña Isabel de Resa. Era la casa familiar de los Resa, ... y aunque este testigo no se acuerda de conocer a Doña Isabel de Resa, sabe muy bien de cierto fue mujer legítima de Don Pedro Pacheco y que cuando se casaron la dieron en parte de dote la casa de Resa, en término de dicha villa, a mano izquierda del camino de Santiago... y vivió en la Calle Cruz Cerrada en las casas que poseen Pedro de Manzanares y Francisco Escobar (BNE, Ms. 13092. Genealogía de los Pacheco de Minaya)

Antonio Rosillo conocía bien a Diego de Resa, pues estaba casado con su madre, aunque el hijo no era natural del matrimonio. El niño tenía tres años cuando Antonio Rosillo y la viuda María de Haro se casaron, la fecha de la boda fue hacia 1503 o 1504. Así contaba Antonio Rosillo su matrimonio con la viuda
que este testigo se avía ydo a casar desde la dicha villa (de San Clemente) a Alconchel con la dicha su madre (de Diego Resa) y vivió en ella dos años en temporadas, estando allá la dicha su muger y este testigo en San Clemente, yendo allá en temporadas los dichos dos años e que conosçió a Françisco de Resa padre del que litiga de vista e abla, que le avía visto en Alconchel e le avía visto este testigo solo una vez pasando de camyno e le abraçó por amystad y entonçes supo como hera hijo de Alonso de Resa e marido de la muger deste testigo e después que lo avía visto e ablado desde a pocos días, creya que un año o dos falleçió y este testigo se casó con la dicha su muger y hera de edad de poco más de veynte años e que ansy mesmo conosçió a Alonso de Resa, abuelo del que litiga e a su muger viéndolos e tratándolos en el dicho lugar de Alconchel que hera a çinco leguas de San Clemente
Vista de Alconchel. Ruinas del Castillo al fondo.
Imagen tomada del blog: http://www.elarteencuenca.es/blog/

El bisabuelo, también de Alconchel, era Juan de Resa. Dejó tres hijos, Alonso, que siguió en Alconchel, y otros dos hijos que marcharon a Villalgordo y Montalbanejo. El abuelo, Alonso de Resa estaba casado con Catalina Pinarejo, mujer natural de la aldea del mismo nombre y criada de Garci Hernández de Tébar, morador en Montalbanejo. Del matrimonio había nacido un hijo llamado Francisco de Resa que casaría con María de Haro, hija del hidalgo Alonso de Haro, establecido en Alconchel. Antonio Rosillo casaría con la viuda María de Haro, que por entonces, hacia 1503, tenía ya dos hijos de su primer matrimonio: Diego de Resa y Alonso de Haro. Ambos se criarían con su padrastro y su madre; Diego permanecería en San Clemente y Alonso de Haro se avecindaría en Montalbanejo.

Locuaz en la información sobre los Resa es el hidalgo Rodrigo de Luz, hidalgo de setenta y dos años, vecino de Villalgordo del Marquesado, distante una legua de Alconchel, donde además tenía una heredad. Rodrigo conocía a a todos los vecinos de Alconchel, hacia 1530 un pueblo pequeño de cincuenta vecinos, y en especial, al abuelo de Diego, Alonso de Resa, que jugaba a los dardos en Villalgordo, y que había muerto de pestilencia con cincuenta y seis años (hacia 1509, aunque debemos poner en cuarentena esta fecha, tanto como su edad). Como otros testigos,conocía a los Resa como familia hidalga, asentada en Alconchel y con hacienda de hazas trigales y viñas, desde el bisabuelo Juan de Resa. Pero a este último ya no se le conocían parientes. Es aquí, donde Rodrigo de Luz nos aporta un supuesto origen familiar en Valdeganga y Beteta
e que el dicho Juan de Resa no lo avía conoçido nyngunos hermanos ni parientes e que avía unos que se deçían los rresas vezinos de Beteta e Valdeganga e que aquellos avían estado e estavan allá
No obstante, otro testigo, García de Pinedo, de ochenta y seis años, atestiguaba que era cierto que una de las ramas familiares estaba extendida por la Sierra conquense, pero que el hogar familiar y casa solar radicaba en la aldea de Sotoca
e que avía oydo dezir que aquellos rresas tenían otros parientes en la sierra de Quenca e que avía oydo dezir a personas que no se acordaba que avían sido y heran hidalgos e que estaban en posesión dello e que Garçi Hernández de Tébar y el bachiller Resa avía oydo deçir que avían sydo y eran sus parientes no sabía en qué grado y sy de barón e que no les conoçió otros parientes que este testigo se acordase e que avía oydo dezir que la generaçyón del que litigaba avía sido de un lugar que se deçía Sotoca, que hera haçia Torralba e que avía oydo deçir a personas, que no se acordaba, que venían de camyno e deçían que heran de aquella parte de açia Sotoca e que en él tenían parientes los rresas

Ermita de San Roque. Sotoca


Asentados en Alconchel, los Resa habían hecho de este pequeño pueblo su solar, desde allí se habían extendido por Villalgordo, Montalbanejo, Villanueva de Alcorón, y posteriormente, Villaescusa de Haro. En las gradas de la iglesia del lugar de Alconchel estaban enterrados Juan y su hijo Alonso. Juan de Resa había tenido tres hijos: el mencionado Alonso (abuelo del sanclementino Diego), Diego de Resa, avecindado en Montalbanejo, y Juan de Resa, que se avecindó en Villalgordo del Marquesado. Rodrigo de Luz, como otros testigos, insistía en que la única tacha familiar había sido el matrimonio del abuelo Alonso con una pechera, Catalina Pinarejo (la criada de Garci Hernández de Tébar). No eran guerreros estos Resa, pues no habían participado en la guerra de Granada, aunque sí habían hecho valer sus derechos para no pagar los servicios extraordinarios establecidos por los Reyes Católicos con motivo de tal guerra.

La veracidad de los testimonios sobre los Resa es creíble, pues corresponde a vecinos de pueblos pequeños y próximos donde se conocían todos. Así lo aseguraba García Pinedo, un pechero de Montalbanejo, que conocía uno por uno a los setenta vecinos de su pueblo en 1530, pero también a los vecinos de Alconchel. Según Juan Ruiz de Requena, Alconchel era una aldea de apenas catorce vecinos hacia 1500, aunque lo que más destacable es la permeabilidad entre los pueblos de la zona: las haciendas de los vecinos se reparten indistintamente entre Alconchel, Villalgordo o Montalbanejo,distante una legua, e incluso en Villaescusa de Haro, distante dos leguas. Así, las propiedades familiares rompen los límites que los señoríos imponían.

Diego de Resa vería reconocida su hidalguía por sentencia de la Chancillería de Granada de 19 de abril de 1532. De la fecha de la carta ejecutoria, solo conocemos el día, 1 de febrero; hemos de suponer que el año es 1533. Unos cuarenta años después, Francisco de Resa Haro, hijo de Alonso de Haro y sobrino de Diego, se había mudado a Villaescusa de Haro; ante el concejo de esta villa, apelando de nuevo a la Chancillería de Granada, intenta ver reconocida su hidalguía. Por entonces, la carta ejecutoria familia anda en poder de un nieto de Diego Resa, llamado también Francisco, era el único heredero que quedaba de Diego, un hombre casado apenas hacía dos años, en 1572, y muy ocupado en sus labores del campo. La ejecutoria se la había dado su abuela, Isabel López, viuda de Diego de Resa, ambos se habían casado en 1521. Estos Resa acabarían enlazando, con el tiempo, con los Pacheco en la villa de San Clemente. El apellido familiar acabaría desapareciendo. La integración en la villa de San Clemente no fue fácil, amparados por la protección del padrastro de Diego, Antonio Rosillo, vieron, sin embargo, como hidalgos viejos de la villa, tal que Antón García, de setenta años en 1531, los aceptaban a regañadientes en el reducido grupo de hidalgos sanclementinos de la primera mitad de siglo.





Archivo de la Real Chancillería de Granada. HIDALGUÍAS. Caja 4498, Pieza 9. Real Ejecutoria de hidalguía de Diego de Resa, vecino de San Clemente. 1531. (Signatura antigua: 304-526-2)

jueves, 22 de marzo de 2018

Francisco Sedeño, un hidalgo segoviano al servicio de Jorge Manrique

Francisco Sedeño había llegado a San Clemente con gente de guarnición en la capitanía de don Jorge Manrique en tiempos de la guerra del Marquesado. Era pues un defensor de la causa de la Reina Isabel. La presencia de Jorge Manrique en la villa de San Clemente era recordada todavía en 1493, por Garci Martínez Ángel, un anciano de sesenta y cinco años, que recordaba cómo el capitán real se había hospedado en la casa aledaña de un vecino suyo
que conosçe al dicho Françisco Sedeño desde que vino con la gente de don Jorge Manrrique a la dicha villa de San Clemente, que posó en casa de Juan Gallego
Francisco se acabaría quedando en la villa de San Clemente, casando con una hija de Pedro Sánchez de Bailén, llamada Catalina Sánchez. De familia hidalga de Arévalo, no fue recibido como tal hidalgo, siendo empadronado con los pecheros por los alcaldes Juan López Tendero y Alonso López Rosillo. Sin embargo, Francisco Sedeño hizo valer su hidalguía públicamente en la plaza del pueblo ante el alcalde Juan López Tendero que le pedía pagara los pechos, discutiendo la naturaleza hidalga de Francisco
que todos los hidalgos desta villa an de se mostrar como lo son
La respuesta de Sedeño fue clara y altanera
do graçias a Dios por ello e quando caso se ofresca  e esos señores lo hizieren saber yo se lo mostraré de manera que sepan que soy de los buenos hidalgos desta tierra e de donde nasçí
Tal actitud se traducía que, cuando los recaudadores de impuestos topaban con su casa, la dejaban por casa de hidalgo.

Francisco Sedeño era hijo del bachiller Hernán González Sedeño, morador en el lugar de Marugán, y después en el de Cobos, casado con doña Catalina González, hija del abad don Juan de Parraces. Del matrimonio nacieron cuatro hijos: Juan de Ludeña, Hernando Sedeño, Martín de Cuéllar y Francisco Sedeño. Su abuelo era Lope González de Mesa, vecino de la ciudad de Segovia, donde llegó a ser alcalde, y casó con una hija de un tal Sedeño, vecino de Arévalo, llamada Mencía Vázquez de Arévalo, de condición nobiliaria. En la familia había hechos militares, aparte de Francisco Sedeño, enrolado en la capitanía de Jorge Manrique, el padre, el bachiller Hernán González, había acudido a un llamamiento de hidalgos para la guerra en tiempos del rey Enrique IV. En la batalla había recibido una herida en la cara. La hacienda familiar era de importancia, el abuelo Lope tenía heredades en Tierra de Segovia y en Arévalo
e que tenía hazienda e muchas heredades en Martín Muñoz de las Posadas e en Espinosa e en otros lugares de tierra de Arévalo e de Segovia
Francisco Sedeño vería reconocida su hidalguía el 9 de marzo de 1493. Años después, en 1522, sus hijos pidieron confirmación de la ejecutoria. Eran Hernando Sedeño, Juan de Ludeña, Martín de Cuéllar, Lope González de Arévalo, Gabriel de Espinosa y Ana González. Les fue expedida ejecutoria por la Chancillería de Valladolid con fecha 12 de mayo de 1522.
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Archivo de la Real Chancillería de Granada. HIDALGUÍAS. Caja 4942, Pieza 6. Real Provisión ejecutoria de hialguía de Francisco Sedeño. 9 de marzo de 1493

Archivo de la Real Chancillería de Granada. HIDALGUÍAS. Caja 4942, Pieza 6. SEDEÑO, Hernando y Gabriel de Espinosa, Juan de Ludeña, Martin de Cuellar, Lope González de Arévalo y Ana Gonzalez, hermanos, 12 de mayo de 1522





Testigos de la villa de San Clemente en 1493


Garci Martínez Ángel, pechero de 65 años
Juan López Tendero, pechero de 56 años
Juan González de Medina, cura de San Clemente
Martín López el rico,
El bachiller Sexmero,
Juan Merchante el viejo

Testigos de 12 de mayo de 1522

Pedro Ruiz de Segovia, alcalde ordinario
Garci Martínez Ángel
Pedro de Alarcón
Martín del Campo
Juan Rosillo
Sancho Rodríguez, escribano

miércoles, 21 de marzo de 2018

Hidalgos de Tierra de Campos en la villa de San Clemente: Los Ruiz de Villamediana y los de la Fuente

MARTÍN RUIZ DE VILLAMEDIANA: EL HIDALGO CONVERTIDO A MERCADER QUE FUNDÓ EL CONVENTO DE CLARISAS DE SAN CLEMENTE

Hasta la Chancillería de Granada fue don Antonio Ruiz de Villamediana el año de 1545 en busca de una ejecutoria que reconociera la hidalguía que le negaba el ayuntamiento de San Clemente. Buscó el testimonio de los grandes hombres de la villa, que lo habían sido todo en la primera mitad de siglo, pero a decir de sus enemigos eran hombres ya viejos y cansados. Alonso Pacheco Guzmán, hermano del difunto señor de Minaya, era un anciano de setenta y cinco años, doliente de la hijada; Juan de Caballón,  de apellido hidalgo y de Castillo de Garcimuñoz había asentado hacienda como agricultor, contaba con ochenta años, era un anciano derrengado que apenas se tenía en pie; Pedro de la Fuente, antiguo escribano de sesenta y cinco años, o Miguel Sáiz Sevillano, que será padre de escribanos y de sesenta y cinco años, eran personas que apenas salían del pueblo ni siquiera de su casa; Francisco de Olivares o Pedro de Albelda contaban con setenta años, hombres ya muy mayores para testificar en Granada. Claro que, curiosamente, quien tachaba a estos testigos era Antonio de la Fuente, de sesenta y dos años, humillado en su pretensión de hidalguía por el concejo sanclementino.

Ese año también pleiteaba por su hidalguía Alonso de Valenzuela, que vio como sus testigos eran tachados de viejos e impedidos. En este caso, estaban Antonio Rosillo y Hernán Vázquez de Haro el viejo, los dos de setenta y siete años, viejos y pesados, gotosos tal como también se decía, o Alonso González de Origüela, de setenta y cinco años, un hombre quebrado por la perlesía. Parecía como si toda una generación que había levantado la villa desde la nada o se había aprovechado del pueblo para sus ambiciones personales era ahora condenada al desván de la memoria olvidada de la villa de San Clemente. Sin embargo, eran estos hombres ancianos y desvencijados los que podían dar fe de la llegada de tierras lejanas de hombres desarraigados en busca de fortuna. Algunos eran hombres con un pasado familiar glorioso, pero en San Clemente de comienzos del quinientos valía poco el apellido y todo se fiaba al mérito personal.

Cuarenta años después las cosas había cambiado radicalmente. La venta de regidurías perpetuas desde 1543 había dejado en papel mojado la exclusión que sufrían los hidalgos para acceder a los oficios concejiles. Al igual que Alonso Valenzuela o Antonio Ruiz de Villamediana, Juan Granero también acudió a la Chancillería de Granada y asimismo recusó a varios testigos, quizás alguno de ellos todavía recordará la revocación de la hidalguía concedida a Antón Sánchez Granero.

Pero treinta años, en 1512 los hidalgos sanclementinos ya intentaron que su reconocida condición hidalga se viera reflejada en la reserva de la mitad de los oficios públicos y conseguir así su acceso al poder. No lo consiguieron, aunque entre los que no cejaron en el empeño y yendo contra las leyes pecheras de la villa sanclementina destaca Martín Ruiz de Villamediana, que sorprendentemente aparece, sin que tengamos explicación racional, como alcalde de los hijosdalgo en la villa de San Clemente el año de 1517 (tal vez, porque su verdadero cargo era alcalde de la hermandad). Cuatro años antes, un veintiuno de julio de 1513, presentaba demanda ante la Chancillería de Granada para ver reconocida su nobleza, heredada de padre y abuelo y demostrada en las guerras. Cinco meses antes, los regidores Alonso Manzano, Juan López, Pedro Sánchez de Origüela y Pascual Simón lo habían inscrito en el padrón de pecheros (el único que había, pues en San Clemente nunca hubo libro de hidalgos), obligándole a pagar las diez centenas, un tributo concejil de diez reales, como hombre postero que era. Que el concejo sanclementino no permitía veleidades hidalgas quedó demostrado cuando el jurado y mayordomo del concejo, Alonso de las Mesas, acompañado de escribano y alguacil, se presentó en el domicilio de Martín Ruiz de Villamediana para embargarle una alfombra. La escena, en el domicilio de Martín, fue ejemplo del tesón y orgullo que podía mostrar un hidalgo, consciente de su naturaleza. Ante el escribano, alguacil y mayordomo reafirmó su condición hidalga y su negativa a pechar, antes perpetuar su libertad e posesión. Amenazó con quejarse de los regidores ante la reina Juana. El era un mandado, le respondió el jurado Alonso de Mesas, o dinero o prendas. Acabaron por llevarse la mencionada alfombra, ante un desafiante Martín que pidió al escribano traslado de los hechos. Con dicho testimonio se presentó en el ayuntamiento un diez de julio para anunciarles su decisión de defender sus derechos ante la Reina. Juan de Olivares y Benito García, alcaldes aquel año, le respondieron que si era hidalgo mostrase el privilegio de tal.

No tardaría Martín Ruiz de Villamediana en presentarse ante el concejo sanclementino con una carta real citatoria, con sello de placa de las armas de la reina Juana (las mismas de los escudos laterales del edificio del actual ayuntamiento)


Sello de placa con las armas de la Reina Juana. Año 1513
                                     

Escudo bajo la torre del Ayuntamiento de San Clemente
                                       
Para el veintiocho de agosto los regidores sanclementinos deciden personarse con procurador en el pleito para frenar las pretensiones del pretendiente. Martín Ruiz de Villamediana había llegado como muchos otros con el cambio del siglo. Había llegado a la Mancha no a guerrear, sino traído por la necesidad de buscar hogar familiar propio y las amplias oportunidades que estas tierras ofrecían. El calificativo de postero indicaba su reciente llegada. Pero alcanzada una posición social exigió ver reconocida su nobleza. La disparidad de pareceres entre el pretendiente y el concejo sanclementino se trató de esclarecer con la probanza de testigos que la Chancillería de Granada ordenó el 28 de septiembre. El primero de febrero de 1514 la Chancillería reconocía por hidalgo a Martín Ruiz de Villamediana e imponía silencio perpetuo al concejo de San Clemente. El día nueve de febrero, Martín obtenía ejecutoria con sello de plomo pendiente de hilos de seda.

¿Quién era este hombre que se pretendía hidalgo de solar conocido y posesión? Martín Ruiz de Villamediana había llegado de Tierra de Campos. Sus orígenes se repartían entre la villa de Tiedra y la de Tordehumos. El abuelo de Martín, Lope Ruiz, era vecino de la villa de Tiedra, donde había muerto hacia 1475; veinte años después en el mismo lugar había fallecido su padre Diego Ruiz. En el hogar paternal de Tiedra vivió Martín, hasta que joven se desplazó a Tordehumos, donde casó con la hija de un mercader, llamada Constanza Ruiz, allí vivió durante diez años. De Tordehumos saldría en busca de nueva oportunidades hacia San Clemente. Era el año de 1502.

Castillo de Tordehumos

El abuelo de Martín, Lope Ruiz, había llegado a Tiedra siendo un niño, acompañaba a su madre viuda y a otros dos hermanos. Llegados en la pobreza más extrema, la madre sin embargo supo litigar y ganar la hidalguía para sus hijos de su difunto marido, un tal Cristóbal, según aseguraba un vecino de San Cebrián de Mazote, llamado Alonso de la Rosa. Esa hidalguía fue la que salvó a la familia, pues fue el reclamo para que un rico del pueblo, llamado Diego Alonso de la Rosa, casara a su hija única María con Lope Ruiz. Del matrimonio de ambos, nació Diego Ruiz, que casó con una vecina de Urueña, Catalina Sánchez, y se rodeó de los símbolos de un buen hidalgo: poseía dos caballos y era asistido por un escudero. Diego era un caballero auténtico, partícipe de la vida militar como alférez del maestre de Calatrava.

Si alguien conocía bien a Martín Ruiz de Villamediana era Antonio de la Fuente, nacido hacia 1484, el cual había emprendido junto a sus hermanos el viaje para asentarse en San Clemente, acompañado de Martín. Había coincidido en Tordehumos y hasta el fallecimiento de Martín, en 1523, en la villa de San Clemente. Antonio de la Fuente había vivido en Tordehumos al servicio y en casa del suegro de Martín Ruiz, un tal Rodrigo Sánchez. Nos queda en la oscuridad aquel viaje. Sabemos que los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente traían con ellos a su madre ciega, aunque luego lo negaran en el pleito de hidalguía de 1526. Martín Ruiz de Villamediana venía con su mujer Constanza y sus hijos. Si la necesidad podía ser causa de la emigración de los hermanos de la Fuente, no parecen tal los motivos de la llegada de Martín, con fama de rico ya en origen. Unos y otros haría gran fortuna en la villa de San Clemente. Seguimos con la duda cuando llegaron a la villa de San Clemente. Solo podemos hacer conjeturas con las declaraciones de testigos. Antonio de la Fuente declaraba en 1546 conocer a Antonio Ruiz de Villamediana desde hacía cuarenta y cinco años en Tordehumos. Allí había Martín vivido con su mujer durante un periodo de siete a diez años, es decir, haciendo cuentas, la llegada a San Clemente fue en el periodo de 1500 a 1510. Periodo demasiado amplio e incierto, sobre todo, si pensamos que detrás de todas estas conjeturas lo que se esconde es nuestro anhelo de certificar el nacimiento de Constantino Ponce de la Fuente.

Para mayor desgracia nuestra, la probanza de testigos de Antonio Ruiz de Villamediana, a comienzos de 1546, se desarrolla en un hervidero de pasiones y conflictos en la villa de San Clemente. La inquina que debían guardar a Antonio algunos regidores era mucha. Entre ellos, los regidores Cristóbal de Tébar y Francisco Jiménez o el alcalde bachiller Avilés. Si añadimos el resto de cargos municipales, los regidores Hernando del Castillo Toledo, Alonso García o Francisco de los Herreros, comprenderemos que bastantes disputas existían entre ellos como para ceder el poder que detentaban a esos otros de la Fuente y Ruiz de Villamediana, a los que habían cortado las alas y ambiciones hacía veinte años. El clan de los zamoranos tenían vedado el acceso al poder, pero contaban con el apoyo de varios hidalgos que en esos vaivenes de la política sanclementina se decantaban por unos u otros según la oportunidad. Bien se preocupó el concejo de evitar la declaración de estos testigos, coetáneos del fallecido Martín Ruiz de Villamediana; hombres ancianos que por su misma vejez podían decir cosas inconvenientes. Viejos pero hombres respetados: Pedro de la Fuente, escribano (el hombre que hizo de reclamo para el viaje de los inmigrantes de Tierra de Campos), Alonso Pacheco o Hernán Vázquez de Haro o simplemente dos labradores, Miguel Sánchez Sevillano, hombre muy respetado en el pueblo, y Juan de Caballón, pechero por las circunstancias, pero cuyo apellido era rancio y de abolengo.

Los Ruiz de Villamediana era una familia que sobraba en el San Clemente de mediados de siglo. En ese mundo de rivalidades, donde los hijos habían asentado el poder que los padres les habían dejado con la forja de sus fortunas y hacienda, la mayor arma arrojadiza de unos y otros era asomarse al gaznate del vecino a oler o no oler el resuello a tocino y acusar al adversario de sangre judía. Los Ruiz de Villamediana, a diferencia de sus vecinos, podían mostrar sus indiscutibles credenciales como caballeros y cristianos viejos. Viejos cristianos y piadosos, pues entre las mandas testamentarias de Martín Ruiz de Villamediana estaba la fundación de un convento de clarisas en 1523.

A pesar de las oposiciones de los regidores, Antonio Ruiz de Villamediana sacó adelante su probanza de testigos, que de impedidos, gotosos y viejos dementes pasaron a recuperar su condición de hombres respetados, y con algunos años menos de los que decían sus delatores. En tal circunstancia, parece que fue decisivo el apoyo de Antonio Ruiz de Villamediana recibió de un hombre llamado Juan Guerra, alcalde de la hermandad por el estado pechero aquel año de 1546. Hombre respetado, y cómo no, zamorano, que posiblemente había llegado con otro parroquiano llamado Francisco Fernández, destinado a procrear la estirpe más rica del pueblo y la más odiada: los Astudillo.

Hernán Vázquez de Haro fue el primero en declarar un ocho de marzo de 1546, tenía alrededor de sesenta y cuatro años (sus enemigos le daban trece años más). No podía ser imparcial, pues una hija de su cuñado estaba casada con Antonio Ruiz. Declaraba que el patrimonio de los Ruiz de Villamediana era el de cualquier otro hombre de la villa: ganados y granjerías, pero en mucha cantidad. Como hidalgos, los Villamediana se paseaban a caballo por la villa, a la que a su decir, habían llegado hacía cincuenta años (¿antes de 1500, pues?). Martín Ruiz de Villamediana había fallecido con más de cincuenta años, sesenta según otros, dejando viuda a Constanza, que había sobrevivido casi veinte años más a su marido, refugiada, como beata, en el convento de clarisas que la familia había fundado. Martín Ruiz de Villamediana había formado parte del colegio de cuatro electores que nombraba cada año para San Miguel, en la capilla de los Herreros de la iglesia de Santiago, alcalde de la hermandad por el estado de los hijosdalgo, cargo que él mismo había desempeñado en muchas ocasiones. Su condición de elector y elegido la había heredado su hijo Antonio, que además, aprovechando que los hidalgos habían visto reconocido por provisión real hacia 1540 su derecho a ocupar uno de los dos cargos de alcalde ordinario, había sido elegido en el periodo de 1543 a 1544 como alcalde por los hidalgos. Demasiada ambición para no estar en la mirada de sus rivales.

Alonso Pacheco se presentó como un hidalgo, pues era hijo y pariente de los señores de Minaya,  de sesenta y cinco años. Contaba cómo Martín Ruiz había procurado dar una buena educación a su hijo Antonio, llevándole a la escuela en San Clemente (el estudio de gramática que se fundó en 1495) y, posteriormente, prosiguiendo los estudios en Belmonte. Martín también buscó buen casamiento para su hijo Antonio, enlazándole matrimonialmente con una hija de Antonio de los Herreros. Alonso Pacheco fue capaz de darnos la fecha exacta de la llegada de Martín Ruiz de Villamediana a San Clemente: el año de 1498, aunque para desdecirse poco después y asegurar que había tratado con él durante veintiocho años, es decir retrotrayendo la llegada al año 1495. Fechas ambas inciertas. Por entonces, ya no había guerras. Y es que Martín Ruiz de Villamediana no llegó como militar sino como mercader de paños y sedas. Instalándose en la villa y poniendo tienda propia. Eso explica el gran caudal que había hecho, más bien incrementado, en tan poco tiempo, invertido después en ganados y viñas. El labrador Miguel Sánchez Sevillano, que recordaba la venida de Martín a la villa, le acompañó a la compra de ganados. Alonso Pacheco daba como fecha de fallecimiento de Martín el año de 1523, a los sesenta años. Martín. pues, era un mercader, pero que nunca olvidó los signos de distinción de su hidalguía. Hombre que paseaba a caballo por la villa y que poseía varios criados. Martín ya había llegado como hombre rico a San Clemente y con criados; éstos eran los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente.

Castillo de Tiedra, lugar de origen de los Ruiz de Villamediana

En una sociedad abierta como la de San Clemente, ¿cómo diferenciar un hidalgo de un pechero? Es evidente que el signo incontestable era la ejecutoria de hidalguía. No todos podían sobrellevar el coste de un juicio en la Chancillería de Granada. De ahí el interés en visibilizar esa hidalguía en la presencia en el colegio de electores de alcaldes de la hermandad y, en estos tiempos en los que, tal como diría Miguel Perona, cien años después, el carnicero, concediendo las libranzas de refacción de la sisa, todavía no despachaba sus propias cartas ejecutorias, el interés de los pretendiente a hidalgos se dilucidaba en el momento del repartimiento de la alcabala, un impuesto universal a pagar por todos, nobles o pecheros. El concejo se reunía para nombrar seis pecheros que redactaban un padrón de pecheros para el repartimiento de la alcabala entre los vecinos. Poco después lo hacían dos hidalgos que formaban un padrón propio y decidían el modo de pago y la cuantía. Este padrón se tomaba como base para la exención del servicio ordinario y la expedición de cédulas para no pagar la sisa de la carne. Por supuesto que la villa de San Clemente nunca reconoció estos padrones de hidalgos, pero tampoco se enfrentó claramente a ellos, en la medida, que por el hecho de pagar impuestos reales, los hidalgos eran coaccionados en cualquier momento para pagar los pechos concejiles. Parece que esa autonomía de los hidalgos para repartir sus impuestos, fue aprovechada por el concejo sanclementino en 1514 para exigir una contribución a los nobles con motivo de la construcción del molino del Concejo, en el vado del Fresno.

Otro de los testigos fue el escribano Pedro de la Fuente, hombre pechero de sesenta y cinco años. Pedro de la Fuente era de la familia zamorana de la Fuente. A diferencia de Antonio o Cristóbal, no se había preocupado de su condición hidalga, pues le procuraba más beneficios el ejercicio del oficio mecánico de su escribanía. Por él sabemos que Martín era factor de su futuro suegro Rodrigo Sánchez en el negocio de mercader de telas y sedas. Esto nos hace de Martín un hombre viajero, tal vez en el vecino Portugal (¡el cristiano viejo en contacto con las comunidades judías del país vecino!), donde buscaba los contactos para proveer de mercancías y contactos al negocio de su suegro, pero también en el resto de la Península y por supuesto en las sociedades manchegas que ahora tomaban impulso, convirtiéndose en mercado a conquistar. Sobre la complejidad de los negocios de su suegro solo podemos asegurar que trataba con cierta compañía de otros mercaderes. Pedro de la Fuente nos desvela definitivamente la llegada de los de la Fuente y Ruiz de Villamediana a San Clemente. Era el año de 1502
e que en el año de quinientos e dos este testigo vido que el dicho Martín Rroyz se vino a la dicha villa de San Clemeynte con la dicha Constança Rroyz su muger y con hijos y venido a la dicha villa compró la casa que de presente tiene el dicho Antonio Rroyz  e le vido que vivió en la dicha villa de mercadurías teniendo tienda de paños e sedas e de ganados e viñas e otras grangerías, porque quando vino a la dicha villa truxo cabdal para ello y con su muger este testigo tuvo conversaçión e trato dende que vinyeron fasta que fallesçió que fue en el año de veynte e tres años e que entonces serya de edad de sesenta años. 
Pedro de la Fuente ya vivía en San Clemente donde ejercía como escribano, fue él quien sirvió como lazo de unión con sus dos hermanos, Cristóbal y Antonio, criados de Martín Ruiz de Villamediana, para que todos ellos acudieran a la villa de San Clemente. La razón pudiera ser la unión no consentida de Martín con Constanza, por el padre de la mujer, Rodrigo Sánchez, que veía con muy malos ojos cómo su fortuna podía acabar en manos de su factor, un hombre ya viejo, treinta y cinco años, cuando decide casarse con Constanza hacia 1498. Pero de la declaración de Pedro es difícil deducirlo
supo e fue público que el dicho Martín Rroyz se avía casado a ley e bendiçión con la dicha Constança Rroyz su muger en la dicha villa de Tordehumos e lo oyó dezir a Antonio de la Fuente e Christóbal de la Fuente sus hermanos naturales de la çibdad de Çamora criados que fueron del dicho Martín Rroyz e vinieron con él desde la dicha villa de Tordehumos a la dicha villa de San Clemeynte e a Françisco Rroyz e a otros parientes del dicho Martin Rroyz e a un bachiller hermano de la dicha Costança Rroyz que les oyo dezir que hellos los avían visto velar e casar e que al tienpo que fallesçió el dicho Rrodrigo Sánchez de Tordehumos padre de la dicha Costança Rroyz e suegro del dicho Martín Rroyz paresçió ante este testigo como escriuano que a la sazón hera de la dicha villa la dicha Costança Rroyz dio poder al dicho Martín Rroyz su marido para que fuese a cobrar la herencia que le pertenesçía de dicho su padre e vido que lo truxo e cobró
Quien realmente nos da una información definitiva de Martín Ruiz de Villamediana es el labrador y antiguo regidor Juan de Caballón, de setenta años en 1546, que por vivir al lado de la casa de Martín conocía todos sus secretos. Entre esos secretos estaba un turbio asunto: la muerte del hijo del bachiller Rodríguez en que Antonio, el hijo de Martín, se vio implicado. La familia Rodríguez era de origen judía y los Ruiz se lo recordaron, pero aquellos acusaron a éstos de moros. No era la primera vez que se recurría a esta acusación para desprestigiar a alguien. Las averiguaciones no fueron más allá. Juan Caballón nos desveló el pasado de Martín y confirmó los motivos de su venida a la villa de San Clemente. Martín ya conocía la villa de San Clemente de mozo, pues la había visitado en compañía de su futuro suegro, Rodrigo Sánchez. Era su criado, actuando como factor para las compras y ventas, en San Clemente compraba la lana de los ganados de la villa y vendía telas
e lo conosçió que venía con el dicho Rrodrigo Sánchez a la dicha villa de San Clemente a tratar en paños e lanas e lo traya por su criado más tienpo avrá de sesenta años (al finalizar las guerras del Marquesado)
Por Juan Caballón sabemos que la compañía comercial de Rodrigo Sánchez estaba formada por tres socios; el citado, Alonso de Palacios y Andrés de Dueñas. Martín, enamorado de la hija de Rodrigo, acabó mal con su amo y presumiblemente con la moza preñada; tal eventualidad pudo ser el desencadenante de la venida de Martín a San Clemente, aunque no lo creemos pues convivió tres o cuatro años en Tordehumos, o simplemente la decisión pudo estar marcada por las posibilidades de negocio que ofrecía una zona en expansión que conocía bien. De hecho, los desencuentros con su amo acabaron en colaboración. Martín Ruiz de Villamediana llegó así a una tierra que conocía, donde su suegro era respetado como mercader de prestigio y donde tenía el terreno abonado para establecerse independientemente con su propio negocio
el dicho Martín Rroyz se avía casado por amores con una hija del dicho Rrodrigo Sánchez su amo y que avía estado muy mal con él sobre lo susodicho e que después lo perdonó e ovo por bien su casamiento e que después avrá quarenta e quatro años (en 1502) poco más o menos que el dicho Martín Rroyz se vino a la dicha villa de San Clemeynte e truxo consigo a la dicha Costança Rroyz su muger y venidos como su suegro le fazía cara e favoresçia le fiaban en la tierra todo lo que quería e puso tienda de paños en la dicha villa 
Así Martín Ruiz de Villamediana llegó a San Clemente con su mujer Constanza y dos criados, unos jovenzuelos, los hermanos de la Fuente, Antonio de dieciocho años y Cristóbal, del que desconocemos la edad. En San Clemente les esperaba el hermano mayor Pedro de la Fuente, escribano del concejo, que ya tenía residencia en la villa. Pedro apenas si llevaba unos meses en la villa de San Clemente, pues el 18 de noviembre había sido nombrado por la Corona como escribano de esa villa. Tenía veintidós años. El traslado de ese documento se nos ha conservado en el Registro General del Sello de Simancas

Signo concedido a Pedro de la Fuente como escribano de la villa de San Clemente
(Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 150111, 27)
La figura de Pedro de la Fuente ha pasado demasiado inadvertida hasta ahora. Quizás nuestra visión de él cambie, si apostamos que estamos ante el padre de uno de los mayores intelectuales del siglo XVI: el doctor Constantino Ponce de la Fuente.

Con Martín Ruiz de Villamediana llegó su mujer y en brazos de Costanza iba su hijo recién nacido, Antonio, que según otros ya tenía cuatro o cinco años. A la larga él es quien recibirá la herencia familiar. Además de las casas principales, heredó el patronazgo de la capilla familiar del Descendimiento de la Cruz del monasterio de San Francisco y una sustanciosa hacienda que no podemos cuantificar, formada por ganados, viñas, esclavos y la propia tienda familiar. Atrás, en la villa de Tiedra, manteniendo el linaje familiar quedaron sus hermanos Sebastián, Diego, Pedro y Gregorio. Diego defendería los intereses de su hermano en la Chancillería de Valladolid. Antonio Ruiz de Villamediana entroncaría con una de las familias principales del pueblo, al casar con Teresa, hija de Antonio de los Herreros. Decía Antonio Rosillo, un hidalgo de ochenta años en 1546, que el dicho Antonio de los Herreros nunca hubiera dado su hija a un converso, para justificar la naturaleza de cristiano viejo de Antonio Ruiz y su padre. Del matrimonio de Antonio y Teresa nació el bachiller Alonso Ruiz de Villamediana.

A la sombra de los Ruiz de Villamediana otros hicieron fortuna. Además de los hermanos de la Fuente, destaca la figura de Miguel Sánchez Sevillano, un labrador que compraba y vendía ganados para los Villamediana y que acabó instalándose en su casa, donde durante seis años devino en administrador de sus negocios. En su día analizamos la figura de Clemén Saíz Sevillano como antecesor de los Sevillano, hoy estamos tentados de ver en Miguel, nombre repetido una y otra vez, el patriarca de esta famosa familia de escribanos sanclementinos.

El principal legado, sin embargo, por el que se conoce a Martín Ruiz de Villamediana no es por sus dotes como mercader ni por su hidalguía, sino la fundación del convento de monjas clarisas de la Asunción de la villa de San Clemente. Tal hecho los recogió el Padre Ortega en 1740
A este tiempo, murió un Hombre Noble, natural de la misma Villa de San Clemente, llamado Martín Ruiz de Villamediana: y en su testamento, que otorgó el día ocho del mes de octubre, del año de 1523 dexó determinado,que una Casa, muy capaz, que él avía heredado de un deudo suyo, y al presente, servía de Hospital, para recoger los pobres, ésta se convirtiesse en un Monasterio de nuestra Orden: añadiendo que si el Monasterio, fuesse de Santa Clara, dexaba también, de su misma hacienda, para ayudar a formarle veinte mil maravedís, y si fuesse de la Tercera Orden, diez mil (BNE, 2/1127-2/1129. ORTEGA, Pablo Manuel. Chrónica de la Santa Provincia de Cartagena, de la Regular Observancia de N. S. P. S. Francisco. Volumen I. Libros III y IV. Entre 1740 y 1753. Pp.  165)
La fundación necesitaría de refundación medio siglo después para mantener un convento un tanto desvencijado. Que la andadura del convento fuera tan tortuosa en sus principios se debió a la rivalidad entre la Melchora, una rica hacendada viuda, poco dispuesta a someterse a reglas y la fuerte personalidad de Sor Ana Sánchez empeñada en imponer el orden en la pequeña congregación. La historia de los primeros pasos la describió detalladamente el Padre Ortega (ver ANEXO I)


LOS HERMANOS DE LA FUENTE Y EL ORIGEN ZAMORANO DEL DOCTOR CONSTANTINO PONCE DE LA FUENTE


Con Martín Ruiz de Villamediana llegaron a San Clemente dos hermanos con su madre ciega. Eran los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente, criados de Martín al que ayudaban en su oficio de mercader. Ya hemos hablado de ellos y cómo les esperaba su hermano Pedro, escribano en la villa de San Clemente. Queremos iniciar un primer acercamiento desde las pruebas de limpieza de sangre del biznieto de Antonio, un militar llamado Francisco de la Fuente Zapata, que también era natural de San Clemente. En una prodigiosa carrera militar había llegado a ocupar el cargo de castellano de Pavía. Ahora, poco antes de que prendiera la guerra de Mantua con los franceses, el sanclementino se dirigió al Consejo de Órdenes para la obtención de un hábito de la Orden de Santiago que reconociera sus méritos militares y su ascendencia hidalga. Hasta ciento nueve testigos fueron examinados, aunque no todos, en una sociedad tan dividida, declararon a favor de la nobleza del pretendiente.



Iglesia de San Esteban en Fuente el Carnero (Zamora), aldea de procedencia de la familia de la Fuente


No era extraño, pues aunque los de la Fuente remontaban su hidalguía a una ejecutoria de la Chancillería de Granada de 7 de diciembre de 1526 (ya en 1522 habían sido llamados a la guerra como hidalgos), la oposición que ya entonces presentó el concejo de la villa fue muy pertinaz. Los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente eran hijos de inmigrantes, como tantos otros, en la sociedad sanclementina de principios del quinientos, procedentes de Zamora, en un momento de renacimiento demográfico y económico de la villa. La obtención de carta de naturaleza nobiliaria iba paralela a su enriquecimiento personal, hasta cuatro mil ducados se les reconocía de patrimonio, que por supuesto, estaban interesados en evadir con su hidalguía en el pago de pechos. No parecía dispuesto a admitirlo el concejo de San Clemente que entabló un interminable pleito de más de dos décadas hasta obtener sentencia favorable en 1547 y confirmación en 1550. Entretanto, los hermanos, celosos de su patrimonio, habían huido a Santa María del Campo (1).

La inquina que había mostrado el concejo de San Clemente por no admitir hidalgos, había desaparecido a comienzos del siglo XVII. Si en los cuarenta del siglo anterior los procuradores de San Clemente habían ido hasta Fuente el Carnero, pequeña localidad zamorana, para demostrar que los antecesores de los de la Fuente eran pecheros (tan solo un miembro de la familia, el abuelo, que había servido como criado a un hidalgo llamado Pedro Ledesma, comendador de la Orden de Santiago en la encomienda de Peñausende, parecía no darles la razón); ahora en 1629, se reconocía la existencia en Fuente el Carnero de
unos fuentes ixosdalgo con poca distinción en la nobleça más que no pecharon y éstos abrá poco más o menos cien años que salieron.
Pero para esa fecha la casa familiar estaba en ruinas y el último miembro de la familia había muerto hacía 34 años.

Los hermanos de la Fuente, acompañados de su madre ciega, habían llegado a San Clemente en el cambio del siglo, en torno a 1500. No eran los únicos zamoranos que habían llegado a la villa. Un tal, Francisco Fernández del Maestro, el ascendiente de los Astudillo, lo había hecho veinticinco años después, procedente de San Martín de Terroso. Es más, el primer de la Fuente, de nombre Antonio, parece que había llegado acompañando a Martín Ruiz de Villamediana, también zamorano, que fundará con el tiempo el convento de las clarisas. Los de la Fuente ya ejercían como hidalgos a comienzos del siglo XVII. Los viejos resquemores de los sanclementinos, muy vivos contra los Astudillo, habían desaparecido hacia esta familia. Tan solo un testigo de los ciento nueve se atrevió a recordar cómo la ejecutoria de Granada de 1526 había sido contradicha por sentencia posterior de 1547. Ahora los de la Fuente habían dejado de pagar las sisas de la carne, símbolo, por la vía de los hechos, de naturaleza nobiliaria en la villa de San Clemente; el padre del pretendiente, Antonio, llegó a formar parte del pequeño colegio de cuatro electores para la elección de alcalde de la hermandad, y un hermano suyo y su sobrino, avecindados en la cercana Olías, gozaban de la condición hidalga. Además la familia había ingresado de antiguo en la Cofradía de la Madre de Dios, otro modo de llamar a la cofradía de la Natividad o de Nuestra Señora de Septiembre, para la que se exigía limpieza de sangre. El abuelo Antonio de la Fuente figuraba como cofrade ya en 1531.

Menos discutible parecía el origen de los Zapata, apellido materno y de rancio abolengo. Pero en San Clemente había una total ignorancia de esta familia. A decir de los testigos, no sabían quienes eran o no querían saberlo. Sin embargo en los padrones de alcabalas de la villa de 1586 ya nos aparecen varios zapatas. En la tradición oral, la familia Zapata se asociaba a El Provencio. En la tradición de la propia familia también. Era un apellido que venía por vía materna y que ahora a fines del siglo XVI se había recuperado. Alonso Sánchez de Calatayud, señor de El Provencio, había llegado acompañado de una criada llamada Teresa Zapata, que casó con otro criado del señor llamado Fernán Martínez. Su hijo Diego Martín estableció residencia en San Clemente y su descendiente Alonso la mantuvo, a diferencia de los otros dos hijos Francisco y María que casaron en Cuenca. Una hija de Alonso, llamada Bárbara, sería la madre de nuestro pretendiente al hábito de Santiago, Francisco de la Fuente Zapata. Pero los zapatas era una familia inclasificable en San Clemente, que por su insignificancia estaba rodeada de confusión. No se le conocían cargos concejiles en el pasado, el apellido ya aparecía mezclado con el de la Fuente, pero como pecheros, y para colmo el nombre de Alonso Zapata, padre de Bárbara, se confundía intencionadamente por la propia familia, con otro Alonso Zapata, que ahora pasaba por bisabuelo, y que no había pagado pechos reales, aunque sí concejiles a comienzos del quinientos. Se aportaba como testimonio una copia de ejecutoria de Pedro Valenzuela en la que el tal Alonso Zapata aparecía como testigo, intitulándose hijodalgo que se dixo ser y una relación de hidalgos de 1501. En suma, ni la familia parecía acordarse de su ascendencia troncal.

Pero los méritos propios de Francisco de la Fuente Zapata, ya un anciano de alrededor de 66 años, eran apabullantes. Su carrera militar traspasaba la fama de los estrechos límites de la villa, donde nadie discutía su fama de cristiano viejo y valerosísimo soldado en Flandes. La carta de presentación de su hidalguía la hizo el comisario de la Inquisición Pedro de Cuenca, que bien procuró entroncarle con familias notorias del pueblo como los Oma, los Garnica o los Zomeño y con la familia Simón, con pedigrí de cristianos viejos por ser cofrades de Nuestra Señora de Septiembre y deudos de los Ángel, familia cuyos miembros ocupaban diversos cargos como familiares y notarios en el Santo Oficio
sus hechos lo han dado a conocer no solo en esta villa pero en los Reynos de España y Flandes ha estado y está muy conocido, ... Francisco de Zapata Çomeño soldado que fue en Flandes y a Pedro Garnica Çapata y Antonio de Oma sus primos.
Todavía se recordaban las casas familiares de los de la Fuente, sitas enfrente de la Plaza Mayor del pueblo, aunque en 1628 eran anejas y pertenecían al convento de la Santísima Trinidad. Una muestra de ser familia principal. En ayuda del parentesco limpio de la familia vino Martín Ruiz de Villamediana, que reconocía por deudos suyos a los de la Fuente de antiguo y que habían llegado con su bisabuelo Martín, el fundador de las clarisas, a comienzos de siglo desde Tierra de Campos, lugar de procedencia de ambas familias. No era tan fácil defender la sangre noble de los Zapata, aunque en el pueblo se decía que una familiar, Catalina de Perona Zapata, guardaba ejecutoria de hidalguía, la distinción parece le venía de poseer el apellido Serna, hermana como era de un capitán de guerra de la villa con este apellido. Pero en San Clemente no había zapatas por línea varonil y difícilmente se les podía relacionar con una familia de abolengo con raíces en Iniesta y que también se había asentado en Villanueva de la Jara y las Pedroñeras. Así los testigos venían a reconocer que si algo de hidalguía existía en la sangre de las venas del pretendiente por vía materna, procedía de la abuela Catalina de Valera, que ese sí que era apellido de resonancias hidalgas y a cuyo hermano Diego se tenía por tal.

Francisco de la Fuente y Zapata había dejado San Clemente nada más alcanzada la mocedad, para ir a la guerra en busca de fortuna. Sin duda de la mano de su tío Francisco de la Fuente Zomeño, soldado en Flandes, que se hizo cargo del mozalbete, que con apenas dos años de edad había quedado huérfano de su padre Antonio. Su hermano mayor de nombre Antonio, acompañado de otro hermano menor, había ido en busca de fortuna a Toledo, llevándose la ejecutoria de hidalguía familiar. Francisco, buen soldado en las guerras de Flandes, llegaría a capitán de caballos y luego de corazas, comisario general de la caballería de Milán, antes de ocupar el cargo de castellano de Pavía.

Quien mejor podía dar razón de los antecedentes familiares del pretendientes era Miguel Carrascosa, con noventa años, uno de los hombres más viejos de la villa. Su longevidad le venía de familia, su padre había fallecido con 94 años y su abuelo con cien, o eso decía. Aportó con su testimonio lo que en su larga vida había visto, que no era otra cosa que los de la Fuente se habían comportado como hidalgos y los Zapata como pecheros. También era muy creíble la opinión del teniente de cura Juan Bautista del Castillo, que manejaba los libros de bautismo. No le constaba que hubiera relación entre Bárbara Zapata, madre del pretendiente, y un tal Alonso Zapata, anterior en el tiempo y con fama de hidalgo. Pero el mismo teniente de cura reconocía que los libros de bautismo sólo se conservaban desde 1580 por haberse llevado los libros anteriores una riada del río Rus, custodiados como estaban en casa del mayordomo de la iglesia que vivía en el barrio de Roma. También se reconocía que la Iglesia de Santiago era la única dedicada a los bautismos, hasta que se decidió en 1612 que dos parroquias más ayudaran en este sacramento.

Sí es claro que la familia de la Fuente en todo momento intentó que pasara inadvertido uno de los miembros más insignes del linaje: el doctor Constantino de la Fuente, que a la historia ha pasado por un error del historiador Llorente en la transcripción de su nombre latino como Constantino Ponce de la Fuente. Sabemos que nació hacia 1502 o 1505 y que murió 58 años después en Sevilla. Estudiante en Alcalá, se trasladó en 1533 a Sevilla, donde se doctoró en Teología. Su protestantismo declarado, interrumpió una carrera que le llevaba al arzobispado de Sevilla, cuando era ya canónigo magistral, abocándole a ser condenado por la Inquisición y sus huesos desenterrados para ser quemados en auto de fe en Sevilla un 22 de diciembre de 1560. Pero si la familia de la Fuente ocultaba a este hombre, su memoria pervivía en la lejana aldea zamorana de Fuente el Carnero, de donde procedía la familia. Los aldeanos apenas si se acordaban de los familiares que abandonaron la aldea allá por inicios del siglo XVI, pero recordaban la memoria de este hereje por un sermón de un monje bernardo:
que abrá quarenta años que predicando en la iglesia deste lugar un monge bernardo día de santo Tomé dixo alabando el auditorio y lugar que bien correspondía el auditorio con una persona que auía salido deste pueblo para San Clemente que se llamaua fulano de la Fuente el qual auía hecho una fuente y un carnero que auía en ella y que este tal no era persona de como quiera porque auía sido confesor y misionero del emperador Carlos Quinto
Encerrado en la prisión de Triana en agosto de 1558, se enfrentó al juicio inquisitorial hoy desaparecido y que nos impide saber si nos encontramos ante un luterano o simplemente ante un erasmista, víctima del rigor de la Inquisición por cortar de raíz los focos luteranos en España. Sabemos que ese carácter cínico, que mantuvo en la duda a los inquisidores a la hora de condenar sus ideas, lo llevó también al extremo en su vida personal; siendo recluido por la Inquisición, no se inhibió lo más mínimo para decir aquello de quisiéranme quemar estos señores, pero me hallan muy verde. Predicador real del Emperador desde 1548, recorrió en los años sucesivos Italia, Alemania, Flandes o Inglaterra en compañía del príncipe Felipe. Gran predicador, intelectual, políglota y autor de obras que acabaron en el Índice de libros prohibidos era ante todo un hombre de principios firmes, que supo manifestar en la contestación a sus acusadores de la Inquisición: "Reconozco mi letra y, por tanto, confieso que yo he escrito todas estas cosas las cuales también manifiesto sinceramente que son verdaderas. Y no tenéis por qué esforzaros más en buscar contra mí otros testimonios: aquí tenéis ya una confesión clara y amplia de mi opinión, actuad en consecuencia y haced de mí lo que mejor os parezca.".

Sevilla en el siglo XVI. Hoefnagel (detalle del castillo de la Inquisición en Triana)


Se da por bueno su nacimiento en San Clemente, aunque en la fecha se difiere (¿1502 o 1505?), al igual que la de su muerte,pero no hay constatación de este hecho. Es más los datos que ahora aportamos nos llevan a creer que era uno de los hijos de Pedro de la Fuente que llegó en noviembre de 1501 como escribano un poco antes que sus hermanos a la villa de San Clemente (2). A fuerza de repetirlo se ha sentenciado que el doctor Constantino era un converso, pero sus paisanos de Fuente el Carnero consideraban a la familia como cristiana vieja. Es más no se conocía de conversos en la aldea zamorana. Antonio de la Fuente y su hermano Cristóbal llegarían a San Clemente en compañía del también zamorano (hoy diríamos vallisoletano, en cualquier caso de Tierra de Campos) Martín Ruiz de Villamediana, cuya condición de cristiano viejo nadie discutía. La afirmación de que Constantino era converso se funda en su contundente declaración contra los estatutos de pureza de sangre al ser propuesto como canónigo para la catedral de Toledo y en nada más
Respondió él, sin pararse a deliberar, que les quedaba muy agradecido por haberle juzgado digno de tanta honra, ...Pero, que los huesos de sus padres y abuelos descansaban sepultados ya hacía muchos años y que él no quería admitir ningún cargo, por ocasión del cual, se turbase aquel reposo
Para nosotros no es una afirmación que ponga en duda su limpieza de sangre, sino más bien una reafirmación de orgullo personal del derecho a los cargos por los méritos propios de cada cual.

¿Cuándo llegaron los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente a la villa de San Clemente? En el año de 1502, acompañando como criados a  Diego Ruiz de Villamediana, aunque parece, por testimonios posteriores, que eran familia, así lo aseveraba el propio Pedro de la Fuente, que había llegado unos meses antes como escribano. En 1502, Pedro tenía 22 años, Antonio tres menos y desconocemos la edad de Cristóbal. Teniendo en cuenta estas edades, y los testimonios aseverando que los casamientos de Antonio y Cristóbal son posteriores, es casi seguro que el padre de Constantino Ponce de la Fuente, fuera el escribano Pedro de la Fuente. Todos ellos procedían de un lugar próximo a Zamora, Fuente el Carnero. El abuelo de Antonio y Cristóbal de la Fuente era Benito de la Fuente, parece que alcaide de la fortaleza de Peñausende, y criado al servicio de Pedro de Ledesma, que era Montero Mayor del rey Enrique IV en los años finales de su reinado, y comendador santiaguista de la encomienda de Peñausende a partir de 1468.

Las probanzas de testigos del expediente de limpieza de sangre de Francisco de la Fuente Zapata están muy lejanas en el tiempo a la llegada de los hermanos de la Fuente y sus afirmaciones son muy dudosas o erróneas. Según sus testimonios, no creíbles por el siglo largo transcurrido, el primero que llegó a San Clemente fue Francisco, padre de Antonio y Cristóbal, de los cuales tenemos una primera noticia en 1522, cuando son llamados a la guerra por el señor de Valverde y Hontecillas. Se afirma erróneamente que el padre Francisco de la Fuente llegó con Martín Ruiz de Villamediana, y acompañado de otros familiares entre los que iba su madre ciega. La primera noticia que tenemos de Martín Ruiz de Villamediana en el Archivo de San Clemente es de 1512, cuando es de suponer que ya desde unos años antes ha entablado pleito con otros catorce nobles de la villa por su derecho a ejercer los oficios concejiles. Tanto Antonio como Cristóbal aparecen como naturales de la villa de San Clemente, es decir nacidos en el pueblo. Hoy sabemos que no es así.  Llegaron siendo dos mozos al servicio de Martín Ruiz de Villamediana, que por entonces ejercía de mercader con tienda propia. El detalle de llegar con una madre ciega puede ser conmovedor pero es falsa, pues, como veremos, la madre permaneció en Zamora. En las propias informaciones de testigos pedidas por la villa de San Clemente hacia 1547 se nos dice que eran pecheros cuando llegaron a la villa y que solamente al abuelo se le conocía un servicio a favor del citado comendador Pedro de Ledesma, que le permitió dejar de pechar en su aldea.

Las informaciones de testigos nos aportan datos vagos. El testimonio de Martín Ruiz de Villamediana afirmaba que
el bisagüelo que se llamó Antonio de la Fuente el qual vino a esta villa a biuir con el bisagüelo deste testigo que se llamaua Martín Ruiz de Villamediana y esto consta por la executoria que tiene este testigo (del año 1513) ... y a oído decir que eran algo deudos y que el dicho Antonio de la Fuente uino de Tierra de Campos de la uilla de Tiedra Tor de Humos y Zamora (las villas de Tiedra y Tordehumos, actualmente en Valladolid)
Martín Ruiz de Villamediana posiblemente se estaba refiriendo a la localidad origen de su bisabuelo. Los testimonios dados por los naturales de Fuente el Carnero jugaban más con el recuerdo de sus antepasados que con datos fidedignos. Sí tenían reciente el sermón del monje bernardo, que se refirió a un de la Fuente que había llegado a ser confesor del Emperador, pero nadie estaba interesado en rescatar a estas alturas la memoria del doctor Constantino de la Fuente, condenado por la Inquisición; ni el pueblo, con fama de limpio, ni un pretendiente al hábito de Santiago.

Los aldeanos de Fuente el Carnero tenían reciente también en la memoria la relación de un clérigo llamado Francisco del Pozo, muerto a los 94 años, que decía que antaño hubo unos de la Fuente al servicio de Pedro Ledesma y que se fueron de la aldea llevándose a su madre ciega. La relación que hace mención indirecta al doctor Constantino de la Fuente viene dada por dos testigos. Uno de ellos ya referido y otro llamado Martín de Tébar el viejo, que nos dice
que oió a un fraile bernardo que no sabe si murió predicando en esta aldea en la iglesia della que auía salido deste lugar gente mui honrrada y particularmente un fulano de la Fuente, un descendiente del qual estuvo para ser arçobispo de Seuilla
La salida de los de la Fuente viene relatada así por un aldeano de Fuente el Carnero
que de aquí abían salido unos Fuentes y que llebaron una madre ciega que tenían y que los dichos Fuentes sirbieron a unos caballeros Ledesmas que tenían aquí casa y los dichos Fuentes también cerca de la de los dichos señores Ledesmas, los quales se serbían de jente hijadalgo y así se serbieron de los dichos Fuentes los quales se fueron a bibir hacia la Mancha y fueron con un fulano Ruiz de Billamediana y se quedaron por allá
Sobre el origen de los hermanos de la Fuente, Antonio y Cristóbal (y también Pedro, el escribano) tenemos datos más cercanos en su expediente de hidalguía de 1526, que se nos conserva en la Chancillería de Granada. Todos ellos eran hijos de Francisco de la Fuente y Beatriz Gutiérrez, vecinos de Zamora. Francisco era vecino de Zamora, de mozo estuvo al servicio del comendador Pedro de Ledesma, con armas y caballo, hasta que se casó con Beatriz Rodríguez, con quien estuvo casado más de veintitrés años. Francisco de la Fuente fue asimismo alcaide de la fortaleza de Peñausende; falleció en torno al cambio de suglo. Francisco era hijo de Benito de la Fuente, que vivía en Fuente el Carnero, en Tierra de Zamora,  a cuatro leguas de la ciudad, y que según Cristóbal Almeida era quien servía como escudero al comendador de Pedro de Ledesma (le sucedió su hijo Francisco como paje y luego escudero del comendador). Benito murió luchando en una batalla el año de 1479. También su hijo llegó a luchar en la llamada guerra de Ponferrada.

Los hermanos de la Fuente obtendrían carta ejecutoria de hidalguía el siete de diciembre de 1526. Aunque un miembro de la segunda generación, Francisco, tuvo que litigar de nuevo por su hidalguía. Siéndole negada.

Hoy solo hemos pretendido hacer una aproximación a este linaje de los de la Fuente, que, procedentes de Zamora, dieron a la villa de San Clemente dos de sus hijos más ilustres: el soldado Francisco de la Fuente Zapata y el predicador doctor Constantino de la Fuente. Esta última figura es la más señera y la más atrayente, si es hereje, gran hereje será, había dicho de él Carlos V desde su retiro de Yuste. A pesar de que don Marcelino Menéndez Pelayo denunciará la tierra de Cuenca como tierra fecunda de herejes, iluminados, fanáticos y extravagantes personajes de todo género, hoy la olvidada historia de esta tierra echa de menos a estos hombres singulares y atrevidos que proyectaron el nombre de Cuenca en el orbe universal.
(1) TORRENTE PÉREZ, Diego: Documentos para la historia de San Clemente. Tomo II. 1975, p. 73
(2) En 1501 nos aparece un Pedro de la Fuente, vecino de San Clemente, y nombrado como escribano del número de la villa.RGS, LEG, 150111, 27




ANEXO I. Fundación del Monasterio de Religiosas de la Tercera Orden de Penitencia de N. P. S. Francisco, de la Villa de San Clemente (también llamado de las clarisas o de la Asunción)




Convento de Nuestra Señora de la Asunción



La Fundación de este Monasterio de Religiosas Terceras, de N. P. S. Francisco, de la villa de San Clemente, la pone el R. P. Laguna, con mucha claridad, por aver tratado, y comunicado, á muchas Religiosas, que conocieron a las mismas Fundadoras; y passó en esta forma. Una Muger principal, vecina de este Pueblo, llamada la Melchora ( no sé si por nombre, apellido, ó cognominación), quedó Viuda, sin Hijos, y con una competente hacienda. Movida de aquellos primeros fervores, que suelen traer, solamente la apariencia, y sobreescrito de desengaño, y viene á ser efecto de un sentimiento natural, determinó, vestir el Ábito penitente de la Tercera Orden, de N. P. S. Francisco, y consagrar, su hacienda, á Dios, convirtiendo su Casa, en un Monasterio de dicha Orden. Comunicó, estos intentos, con el M. R. P. Fr. Pedro de Limpias, Provincial, que era, en la ocasión, de esta Provincia: y éste, prudente, y Doctíssimo Prelado, presumiendo, que su vocación era perfecta, le alabó mucho la resolución, de abandonar, de aquel modo, las aparentes delicias del mundo, aspirando a las inamissibles, y verdaderas, del Cielo. Vistióle, pues el Ábito de dicha Orden Tercera; y poco después, a otras dos Mugeres, que se le juntaron, y les llamaban las Toledanas: y supuestas las precissas diligencias, que corrieron á la dispossición de este Doctor Prelado, admitió baxo de su amparo, régimen y obediencia, dicha Fundación; porque assí fueron desde el principio, los intentos de esta Muger.

Para que dicha Fundación, se fuesse anivelando á la vida Regular, determinó. el mismo Prelado, que passasse, del Monasterio de Villanueva de los Infantes, que era del mismo Instituto, una Religiosa, de mucha virtud, y especialíssimo Don de govierno, llamada Sor Ana Sánchez; de la que á su tiempo, escriviremos, con alguna extensión. A esta Religiosa, nombró, el mismo Provincial, por Madre, y Prelada, del nuevo Monasterio, para que le governasse, y fuesse instruyendo, en las regulares Leyes, aquellas nuevas Racionales Plantas, para que, á su tiempo, diessen maravillosos frutos de virtudes. Aquí fue, donde se conoció aver sido muy bastarda la vocación de la referida Viuda: pues sintiendo, con notable extremo, el que no la huviessen nombrado á ella, por Prelada de la nueva Comunidad, cometió una baxeza, muy extraña de una Muger de sus prendas. Hechó, ignominiosamente, de dicha su Casa, a la referida Religiosa, Sor Ana Sánchez, como a algunas otras virtuosas Mugeres, que ya se le avían juntado, con ánimo de seguir aquella Santa Vida. Viendo el Guardián, que era, del Convento de N. P. San Francisco, de la misma Villa de San Clemente, que este desayre, no se quedaba en aquellas pobres Beatas, sí que se encaminaba, y dirigía, principalmente, a su Prelado Provincial, tomó la mano en el desempeño, explicándose éste, en dos diligencias, ayrosamente desenfadadas. La primera, fué quitarle el Ábito de la Orden á la dicha Viuda, con no menor ignominia, que ella, avía quitado la habitación, a aquellas pobres Religiosas. Y la segunda, buscarles una decente Casa, donde se mantuviessen, hasta que, por los Prelados Superiores, se tomassen otras providencias.

A este tiempo, murió un Hombre Noble, natural de la misma Villa de San Clemente, llamado Martín Ruiz de Villamediana: y en su testamento, que otorgó el día ocho del mes de octubre, del año de 1523 dexó determinado,que una Casa, muy capaz, que él avía heredado de un deudo suyo, y al presente, servía de Hospital, para recoger los pobres, ésta se convirtiesse en un Monasterio de nuestra Orden: añadiendo que si el Monasterio, fuesse de Santa Clara, dexaba también, de su misma hacienda, para ayudar a formarle veinte mil maravedís, y si fuesse de la Tercera Orden, diez mil. Como las referidas Beatas, se hallaban sin Casa, para su habitación determinaron, con parecer de los Prelados, admitir esta limosna, y aplicarse a poner, dicha Casa, en forma de Monasterio; lo que se consiguió, con ayuda, de algunas otras devotas Personas, y por la buena disposición, de la dicha Religiosa, Sor Ana Sánchez. Estuvo, esta Venerable Muger, governando este monasterio 20 años; en los quales padeció, indecibles trabajos, los más de ellos, ocasionados de la la repulsa de la dicha Melchora, la que, para esto, no olvido al Monasterio, ni á sus Habitadoras. Passados los dichos 20 años, se bolvió esta Religiosa, á su Monasterio de Infantes, en el qual acabó la carrera de esta mortal vida, con grandes créditos de Santidad, como bolveremos a escrivir, con más dilatada pluma, conformándonos al orden chronológico. La antigüedad de este Monasterio de S. Clemente, señalan, y determinan, assí el Illmo. Señor Gonzaga, como el R. P. Laguna, á este año referido, de 1523, en el qual otorgó su Testamento, el dicho Cavallero Villamediana; pero ciertamente, me parecía a mí, devérsele dicha antigüedad, desde el año, en que el M. R. P. Provincial, de esta Provincia, admitió, dicho Ministerio, á su obediencia: y á lo menos, desde que entró en él, la referida Religiosa, Sor Ana Sánchez.

Passados algunos años, vino este Monasterio, de San Clemente, á una notable, y lastimosa pobreza; á cuyo tiempo una Señora, muy principal, llamada Doña Isabel de Pedrola, hija del Comendador Tristán Ruiz de Molina, y, de doña Catalina Suárez, vecinos de la Villa del Castillo de Garcimuñoz; aviendo quedado Viuda, de un Hombre Noble, llamado Rodrigo Pacheco, vecino de la villa del Cañavate, despreciando quanto el mundo aprecia, se retiró a este Monasterio, a poner fin el curso de su vida mortal. Llevó esta Señora, consigo, como unos doce, ó catorce mil ducados, en diversas possessiones: y con esto, pudo repararse el Monasterio, y assimismo dar principio á la Iglesia, que aún no la tenían. Estas Religiosas o Beatas, como no guardaban clausura, por este tiempo, passaban todas, en Comunidad, al Convento de N. P. S. Francisco, que está muy cercano: y allí, recibían los Santos Sacramentos; y las que murieron, hasta aquel tiempo, se enterraron en nuestra Iglesia. Por esta razón, aviendo muerto la dicha Doña Isabel de Pedrola, antes que se finalizase la dicha Iglesia de dicho Monasterio, dexo dispuesto, que fuesse depositado antes que se finalizasse la Iglesia de dicho Monasterio, dexó dispuesto, que fuesse depositado, su cuerpo, en la de nuestro Convento, y finalizada la nueva de su Monasterio, se trasladasse á ella, como con efecto, se executó, el día 23 de Abril, del año de 1606. En el de 1586 siendo Provincial de esta Provincia, el M. R. P. Fr. Juan Malo, tomaron, estas Beatas, el Velo, y assimismo, hicieron el voto de clausura. El Título de este Monasterio, es la Assumpción de N. Señora: y suelen habitarle, ordinariamente, unas 30 Religiosas, aunque el tiempo, y otras circunstancias, varían este número.


BNE, 2/1127-2/1129. ORTEGA, Pablo Manuel. Chrónica de la Santa Provincia de Cartagena, de la Regular Observancia de N. S. P. S. Francisco. Volumen I. Libros III y IV. Entre 1740 y 1753. Pp. 163 a 165




ANEXO II.- Documentos sobre la hidalguía de Zapata y de la Fuente en el Archivo de San Clemente (ya desaparecidos en su mayor parte)

Las elecciones que aportamos además de mostrar la condición hidalga o pechera de los hermanos de la Fuente, detallan la primera elección de oficios a mitad entre pecheros e hidalgos por primera vez el 29 de septiembre de 1536 y el establecimiento de un nuevo modo de proceder a la elección de dichos oficios concejiles desde septiembre de 1549, según ejecutoria del emperador Carlos V

Año 1501: este dicho sábado ix de otubre i(mil)di años los dichos señores del ayuntamiento mandaron que por quanto aquí en esta dicha villa ay algunas personas que se escusan por fixosdalgo esentos lo qual no tienen probado e si algunos dellos pueden gozar de las tales libertades será en los pechos rreales e no en los gastos de el conzejo por nuevamente libertados por ende que se nombren aquí todos los que de tal calidad son e los ponga los rregidores que aora son por ante su escriuano en el libro de la partida e de sus rrepartimientos los quales son los siguientes = y fueron señalados quinze personas y entre ellos ay un nombre que dize= Alonso de Çapata

Año 1536: a los veinte y nueve de setiembre de mill y quinientos y treinta y seis años la dicha justiçia y rregimiento se juntó a hazer eleczión de los ofizios de alcaldes hordinarios e alguazil y rregidores mayor que en aquel tiempo se nombraban= y por el corregidor que a la sazón era les fue propuesto nombrassen hijosdalgo a quien dar la mitad de los ofizios y los dichos ofiziales no vinieron en ello diziendo estaban en costumbre los tuviesen los buenos hombres pecheros por cuya causa el dicho corregidor mandó traer ante sí el libro de rrepartimiento de alcabala donde dixo estar escripto los hijosdalgo y por tales sacó y hizo poner en la dicha eleczión diez y seis personas por el dicho estado y entre ellos aun hombre que se dize Antonio de la Fuente.

Año 1549: en virtud de la executoria de su magestad pareze se dio nueva forma a la dicha eleczión (para el 29 de septiembre) mandándose nombrase para los dichos ofizios de alcaldes ordinarios y alguazil mayor diez y seis personas, las quatro de los hijosdalgo y los otro doze pecheros y que entre todos diez y seis se hechase en suertes para los dichos ofizios y en esta conformidad fue hecho el dicho nombramiento en el qual por el estado de los hijosdalgo pareze ay un nombre que dize= Antonio de la Fuente

Las sucesivas elecciones que aparecen después, a partir del año 1553, los de la Fuente ya aparecen en todas ellas como pecheros.

ANEXO III: Los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente son llamados a la guerra como hijosdalgo. 1522

Yo George Rruyz de Alarcón, señor de las villas de Valverde e Hontezillas, capitán de toda la gente de cavallo e de pie de todo el Marquesado de Villena por sus magestades etc, digo por la presente que por quanto Antonio de la Fuente e Christóval de la Fuente su hermano veçinos de la villa de Sant Clemente fijosdealgo fueron señalados pareçer con sus armas e cavallos en seruiçio de sus magestades en el exérçito que yo por su mandado lievo deste dicho marquesado sobre las civdad de Xátiva e villa de Alzira a las rreduzir e a llamar en su seruiçio e me los do el conçejo de la dicha villa e partieron della con mi capitán e dieron al capitán Capitán Granada que en su nonbre e lugar vaya e sirvan en esta jornada e yo soy contento por sí persona tal pareçiendo que les libro al dicho camino e mandó que los ayan por bien seruido e no molesten sobre ello, fecho en Sant Clemente a xxiiii de setienbre de i(mil)dxxii años

ANEXO IV: los de la Fuente como cofrades de Nuestra Señora de Septiembre

Yo Diego de Llanos escribano por el rrey nuestro señor y público del número de la villa de san clemente i ayuntamiento della certifico que oy ago fee a los señores que este vieren como ayer trece del presente juntamente con pablo de cuenca vezino y rregidor perpetuo vecino desta dicha villa, mayordomo de la cofradía de nuestra señora de la conzepción y natividad della y con el licenciado pedro de cuenca comisario del santo oficio de la Inquisición de cuenca en esta dicha villa y christóual ángel oliuares notario del dicho santo ofizio cofrades de la dicha cofradía fuimos al colexio de la compañía de jesús desta villa donde tiene sus archivos el dicho cavildo y cofradía haviendo havierto las llaues dellos con asistenzia de los señores don fernando rruiz de alarcón cauallero de la horden de santiago señor de las villas de santa maría del campo valera de arriua la torre i paxarilla i el lizenciado don francisco de la rrocha presvítero de la horden de santiago conventual en su convento de la ziudad de león rresidentes en esta villa por su mandado se vieron los libros de la dicha cofradía donde están escriptos y sentados los cofrades antiguos della particularmente el del año de mil y quinientos y treinta y uno y en cada uno dellos se hallaron de los nombres y apellidos = de fuente = simón y valera = rrecividas por cofrades las personas siguientes

libro de nuestra señora de la conzepción y natividad de septiembre que comenzó en el año de mil y quinientos y treinta y un años = antonio de la fuente = jorxe simón = diego simón el viexo = diego de valera = francisco de la fuente = franzisco simón = antonio de la fuente =

matrícula de los cofrades vibos pasados del libro más viexo que éste en el año de mil quinientos y sesenta años
= antonio de la fuente simón = diego simón el viejo = diego de valera = francisco de la fuente pallares = francisco de la fuente comeño = el lizenciado antonio de la fuente sin pitanza por ser letrado de cavildo =

los quales dichos nombres de los dichos cofrades están escritos y sentados en los dichos libros en diferentes foxas ... y doy fee que la dicha cofradía está fundada baxo el estatuto de limpieza y que para rrezivir los cofrades della se hazían por mandado de los ofiziales de la dicha cofradía informaziones de limpieza como pareze de muchas dellas que están en el dicho archivo



ANEXO V.- Genealogía de la familia de la Fuente


Pretendiente al hábito de Santiago (año 1628)


Francisco de la Fuente Zapata, castellano de Pavía, natural de San Clemente. Nacido hacia 1560


Padres


Antonio de la Fuente Simón y Bárbara Zapata, naturales y vecinos de San Clemente


Abuelos paternos


Antonio de la Fuente y María Simón, hermana de Jorge Simón, vecinos y naturales de San Clemente


Abuelos maternos


Mauricio Zapata y Catalina de Valera, hermana de Diego de Valera, vecinos y naturales de San Clemente


Bisabuelo paterno


Antonio de la Fuente, vecino de San Clemente y originario de Fuente del Carnero, aldea a tres leguas de la ciudad de Zamora


Bisabuelo Materno


Alonso de Zapata, vecino y natural de San Clemente (genealogía dudosa, presentada por Cristóbal de la Fuente, sobrino del pretendiente)


FUENTES.

Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_SANTIAGO, Exp. 3178 Fuente y Zapata, Francisco de la. 1629
Archivo de la Real Chancillería de Granada. HIDALGUÍAS. Caja 4995, Pieza 4. Probanza de Antonio Ruiz de Villamediana. 1646 (Signatura antigua: 303-488-4)
Archivo de la Real Chancillería de Granada. HIDALGUÍAS. Caja 4498, Pieza 9. Real Ejecutoria de hidalguía de Antonio y Cristóbal de la Fuente. 1526. (Signatura antigua: 301-6-9)