El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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domingo, 18 de febrero de 2024

El alcaide Alonso de Montoya, un belmonteño al servicio del marqués de Villena

 

Jerónimo Montoya, antes de llegar a Monreal, un arrabal de Belmonte, había vivido durante veinte años en Castillo de Garcimuñoz; en 1540 ya llevaba cuarenta años establecido en Monreal y desde hacía un año había establecido su morada en Belmonte. Su padre Alonso de Montoya era conocido por el alcaide y el abuelo Alvar Martínez era vecino de Belmonte, donde tenía sus casas que hacia 1540 ocupaba el chantre Álvaro de Montoya. El abuelo, el bachiller Alvar Martínez estaba casado con Elvira Sánchez ; además del alcaide Alonso, el matrimonio había tenido otro hijo de nombre Gonzalo. El alcaide Alonso de Montoya había casado con Inés Álvarez del Rubio. El alcaide Alonso de Montoya había tenido varias tenencias de fortalezas, entre ellas, el alcázar de Segovia, Maderuelo y Riopal en tiempos de Enrique IV y posteriormente había participado en las guerras de Granada. Morirá hacia 1515. A fecha de hoy no hemos encontrado la relación de estos Montoya con los de Vara de Rey.

El alcaide Alonso de Montoya era declarado partidario del marqués de Villena en la guerra de Sucesión castellana, teniendo el cargo de visitador de las velas y honras que se hacían en la fortaleza de Belmonte. Incluso se decía que había descubierto una traición contra el marqués de Villena para entregar la fortaleza de Belmonte: "vio presos en la cárcel desta dicha villa dos honbres que eran velas y estaban en una torre de salas de la dicha villa e oyó dezir y fue público en ella que andando el dicho alcayde Alonso de Montoya una noche vesytando las dichas velas e rondas a cavallo por baxo que oyó que uno de los susodichos presos estavan cantando "no es hora la mi señora no es hora" e que el dicho alcayde Alonso de Montoya miró en ello e sospechando de alguna traición que oviese en la dicha villa que los avía preso y echado en la dicha cárcel y que estavan presos por ello e después supo este testigo e oyó dezir públicamente que los dichos dos honbres que heran velas y avían dicho lo que tenían dicho avían confesado en un tormento que les avían dado cómo tenían vendido la dicha villa de Belmonte a Villaescusa de Haro que hera del Maestrazgo e que avía dicho aquello de no es hora por respeto de que no viniesen e por razón de ello se hiziese justicia dellos y este testigo los vio desquartizados e hazer quartos e puestos en los caminos".

El alcaide Alonso Montoya era contemporáneo de varios personajes conocidos por nosotros, vecinos de Castillo de Garcimuñoz: el comendador Tristán Ruiz de Molina, el escribano de cuentas Andrés Jiménez y el hidalgo Andrés Alarcón.

En Belmonte era sabido que al estar sometido al fuero de Sevilla todos sus vecinos, hidalgos o no, pagaban los impuestos. El propio marqués de Villena pagaba por unas casas que tenía en Belmonte y por algunos de sus escuderos: el comendador de Estremera, Luis Manuel y Alfonso Manuel y por el maestre Juan. Pero desde la década de 1520, la situación cambió y los belmonteños dejaron de pagar impuestos; el importe de estos se sacaba de los propios de la villa. No obstante, se contaba la anécdota que el alcaide Alonso había ido hasta Escalona a protestar al marqués su derecho a no pagar impuestos, con amenaza de irse a vivir a otro lugar, y el marqués lo había liberado de la obligación de contribuir.

Así, los símbolos de hidalguía en Belmonte eran otros, como el derecho de asiento principal en la capilla mayor, "a la mano derecha de cómo se entraba en ella". Los Montoya belmonteños tenían una capilla principal en la colegiata de San Bartolomé, la de Nuestra Señora: "a la mano derecha del altar mayor, fecho de madera y quando el maestre don Juan Pacheco tornó a rehedificar la yglesia y capilla mayor fue menester derribar la capilla de los susodichos y por respeto de derribarlo les dexó lo hueco de la dicha capilla de Nuestra Señora para tres enterramientos para todos ellos y ansy estauan los dichos enterramientos que no pagauan a la yglesia derecho ninguno de corronpimientos ni enlucimientos que heran derechos de la yglesia y era capilla y enterramientos muy antigua de más de cien años y ansy parescía por los libros de la yglesia".


Testigos

Juan Díaz de Baños, canónigo de la colegiata de Belmonte, hijodalgo, 65 años

Juan Pérez de Monreal, hidalgo de Belmonte

Pedro Ruiz de Agudo, del estado de los labradores en Belmonte, 75 años

Diego Martínez, clérigo beneficiado de la Moraleja y capellán perpetuo de la iglesia del Castillo de Garcimuñoz

Pedro López de Alarcón, hidalgo de Castillo de Garcimuñoz

DOCUMENTOS PROBATORIOS QUE SE APORTAR

Homenaje de Alonso Montoya a don Diego López Pacheco, conde de Santisteban, señor del Infantadgo y mayordomo del rey nuestro señor, como alcaide de la fortaleza de Maderuelo. En Arévalo, a  28 de marzo de 1470

Homenaje de Alonso de Montoya a don Diego López Pacheco, marqués de Villena y conde de Santisteban y mayordomo del Rey,  como alcaide de la fortaleza de Riopal. En San Clemente, a 19 de enero de 1473


LOS VEINTICUATRO DE CASTILLO DE GARCIMUÑOZ

"El dicho Jerónimo de Montoya vivió y moró en la dicha villa del Castillo de Garcimuñoz, fue elegido el año de noventa e uno a ser veynte quattro de la dicha villa e residió e residió en el oficio asta el año de quinientos e treze años que los dichos oficios se deshizieron, en el tienpo que fue veynte e quatro que hera el que avía dicho le vio entrar en suertes de alcalde e regidor e ser alcalde e regidor e fiel executor en los quales oficios no entravan pecheros salvo hijosdalgo como lo hera el dicho Jerónimo de Montoya e los otros que tenían los dichos oficios y quando salían elegidos los tales oficiales de veynte quatros nonbravan aquellos dos regidores de labradores pecheros que usavan de los los oficios con los tales hijosdalgos lo qual vio usar y guardar hasta que el marqués los quitó e se tomó en sí los oficios"


ACHGR, HIDALGUÍAS, 301-15-36,  Ejecutoria de hidalguía de 6 de diciembre de 1541



Los Montoya de San Clemente

 Hernando de Montoya era hijo de Hernando de Araque, vecino de Villalgordo del Marquesado. Los Araque eran naturales de Villalgordo del Marquesado. Allí se conofían tres generaciones: Hernando Araque que era hijo de Alonso Hernández de Araque y Juana Piñan, y nieto de otro Alonso Hernández de Araque. En Villalgordo se pagaba una contribución especial a los señores de la villa, don Luis Pacheco y su hijo don Juan. Era el llamado rediezmo:

"de quince hanegas de pan trigo y cebada y centeno de todo lo que cogían después de dezmado una hanega lo que se pagaba por la tazmía y este servicio lo pagaban los ombres llanos pecheros de la dicha villa". 

Dicho impuesto había sido establecido por la condesa de Hellín, que había quitado un pecho anterior para establecer un nuevo rediezmo de una fanega por cada once cosechadas. Este rediezmo luego sería reducido a la quinceava parte.

La relación de los Montoya con los Araque viene por el matrimonio del mencionado Hernando de Araque con Violante Montoya. La mujer había muerto en el parto de Hernando de Montoya. La genealogía de la madre es conocida, era hija de Hernando de Montoya que era vecino de Vara de Rey y como hecho notorio se recordaba que había tenido la tenencia de la fortaleza de Requena con los RRCC. El primer progenitor de la familia era también Hernando de Montoya, del que hemos hablado en ocasiones anteriores.



Testigos de la probanza de 1541

Juan de Villanueva, morador en la Puebla de los Frailes, aldea de Castillo de Garcimuñoz

Juan de Luz, hijodalgo de Villagordo

Juan Hernández Cobo, vecino de Castillo de Garcimuñoz, 80 años.

Juan de la Osa, pechero de Pinarejo, se había trasladado desde la Puebla de los Frailes, donde su padre tenía heredad

Juan de Cuenca, morador en Pinarejo, antes morador en La Puebla de los Frailes, lo que nos lleva a pensar que Pinarejo recibió en la década de 1520 y en la de 1530 vecinos de este lugar

Diego de Liébana, hijodalgo de Villalgordo

Pedro del Castillo, el paje, de 76 años, hijodalgo  natural de Castillo de Garcimuñoz. Su hermano Rodrigo del Castillo vivía en Villalgordo

ACHGR, HIDALGUÍAS, 301-15-8. EJECUTORIA DE 14 DE FEBRERO DE 1541

domingo, 31 de diciembre de 2023

Pedro de Montoya, hidalgo de Villar del Águila

 Los intentos de Pedro Montoya, vecino de Villar del Águila, por conseguir ejecutoria de hidalguía chocaron con el concejo de ese lugar en 1590. Pedro de Montoya era hijo de Felipe Montoya, que se había avecindado en Villar del Águila y antes había sido vecino de Palomares y Villanueva de los Escuderos. La madre era Catalina Hernández de Castro, natural y vecina de Villar del Águila e hija de un hidalgo, Rodrigo de Castro. 

El abuelo era Francisco Montoya, vecino de Villanueva de los Escuderos, casado con María de Villanueva. Francisco había llegado a esta localidad desde su pueblo: Vara de Rey y Pozo Amargo. Francisco seguía el camino de la diáspora de otros miembros del linaje, que desde Vara de Rey, se habían extendido por otras villas de la región: San Clemente, EL Cañavate, La Alberca, Las Pedroñeras, Belmonte, Villarrobledo, Montalbo o Casasimarro.

Pedro de Montoya decía estar emparentado con los Montoya de Villarrobledo, Diego y Martín, que habían conseguido ejecutoria de hidalguía frente a este concejo. Había casado dos veces, la primera en Altarejos y la segunda en Villar del Águila. Pedro de Montoya se había reservado asiento principal junto al altar mayor de la iglesia de Villar del Águila y reservarse correspondiente sepultura, había ejercido del oficio de regidor, de alcalde de la hermandad por los hijosdalgo y cualesquier símbolo que diera carta de naturaleza a su hidalguía y fuera manifestación de poder ante sus convecinos. Su vida social se ajustaba a su condición y pronto entablaron amistad con los hidalgos de las tierras de Huete y Cuenca, mientras adornaban sus casas de paños, escudos y armas. ¿Qué distinguía a estos nobles de sus vecinos? Ellos mismos nos lo dicen: "vestidos negros de paño y seda, criados y criadas y negros que les servían en plata labrada de jarras y tazas, candeleros, saleros y jícaras y otras cosas para el servicio de sus personas y habían tenido y tenían paños franceses y reposteros con sus armas colgadas en sus casas y lanceras con sus lanzas y otros aderezos y cosas de casas principales, las cuales cosas en el dicho lugar de Villar del Águila no las tenían los pecheros, aunque fueran ricos". En misa, Pedro de Montoya tenía un escaño privilegiado, "entre él y el altar no se ponía nadie", nos dirá un vecino. A  los Montoya, por su sangre nobiliaria se los rifaban los labradores ricos. Pedro Montoya había casado en Villar del Águila con la hija de un labrador rico llamado Julián Martínez, que para hacer posible el matrimonio, había entregado como dote de su hija cuatro mil ducados. Julián Martínez tenía la riqueza y ahora buscaba el reconocimiento social: la hidalguía con el casamiento de su hija y el poder con su hijo, que era conventual de la orden de Santiago en Uclés, antes de dar el paso a ser capellán del rey Felipe II.

Nos atrae la figura del abuelo Francisco de Montoya, pues queremos ver en él  una aventura fallida de nueva repoblación de un lugar. Francisco de Montoya, salido de Vara de Rey, se había instalado en las llamadas Casas de Pascual López, próximas a Villar del Saz de don Guillén, aunque pronto había escapado de su aislamiento en el campo para irse a vivir y casar en Villanueva de los Escuderos. La narración de la figura de Francisco de Montoya por sus contemporáneos no deja de ser panegírica. Físicamente, "hombre de buen cuerpo y de buen talle ahidalgado y de gran valor"; en cuanto a su riqueza, no dejaba lugar a dudas: hombre muy rico, con doce manadas de ganados, vacas y yeguas.

 Francisco de Montoya era uno de los siete hijos de Hernando de Montoya, el progenitor de la familia en Vara de Rey, que con sus siete hijos daría lugar a varias ramas familiares en diversos pueblos de toda la Mancha conquense. Hernando estaba casado con Constanza García de Peñaranda. Entre los siete hermanos, destacaba la figura de Diego de Montoya, al que debemos tener por fundador y "hacedor" del pueblo de Pozo Amargo. Diego debía ser una figura principal en toda la comarca y muy respetado. De él se decía que era hijodalgo principal y rico, pero, sobre todo, buen cristiano. Pozo Amargo, fundación de la familia Montoya hacia el año 1500, era famoso entonces por estar dotado de un hospital, que debían ser simples casas de la familia al servicio de todo aquel que las necesitara: "que a todos los pobres que iban al dicho lugar de Poçoamargo si llegaban a mediodía les daban de comer y a los que llegaban a la tarde les daban de cenar y los recogían y daban posada aquella noche y de almorzar otro día". La descripción por pueril que nos parezca, nos da a entender que el nacimiento de Pozo Amargo, además de hacienda de los Montoya, tiene su razón de ser en un lugar de paso y descanso para viajeros, que, por el antiguo camino murciano, o romano, se dirigía al camino real principal que desde Toledo iba a Cartagena y Murcia. Este camino que se quiere ver como antigua calzada romana y que posteriores testimonios no llegan a diferenciar si camino o vereda, es evidente que se había mantenido vivo por el tránsito de los ganados en la época medieval.En torno al benefactor Diego de Montoya, casado con Catalina Alonso de Palacios, nacería Pozo Amargo, aunque la continuidad del linaje en la villa sería vía femenina con la hija de Diego y Catalina, Catalina Montoya, que casaría hacia 1520 con García de Buedo. Así, Buedo sería el apellido predominante en Pozo Amargo, mientras que dos hermanos de Catalina Montoya, Diego y Martín marcharían a Villarrobledo.

Poco a poco, vamos conociendo a estos siete hermanos que darían lugar a otros tantos linajes. Del último que tenemos noticias es Alonso, que se establece en La Parrilla. Los Montoya, por lo menos hasta mitad de siglo fueron capaces de mantener la solidaridad familiar. Las noticias que tenemos es que mantenían una fluida correspondencia epistolar entre ellos, acudían, con sus criados y caballos, y perfectamente aderezados, a las bodas de sus deudos y demás hechos con notoriedad social, y procuraban dotarse de capillas principales en las iglesias para su enterramiento. Francisco de Montoya se hizo con una capilla en la iglesia de Villanueva de los Escuderos, donde sería enterrado tanto él como su hijo Felipe: "(Francisco de Montoya) había hecho y labrado una capilla  muy principal en la parte del Evangelio, cerca del altar mayor y de la sacristía, en medio della y del altar y en ella estaba el susodicho y su hijo Felipe enterrados y en la dicha capilla estaba el escudo de las armas de los Montoyas y los tenían dos grifos, uno de una parte y otro de otra y no se acordaba de las armas que estaban en el dicho escudo y que las armas que les parescía había unas paneras (se debían corresponder con las diez panelas conocidas de los Montoya). Otro testigo sí nos describe al detalle el escudo y las armas de los Montoya: "y encima del entierro tenía el escudo de las armas de los montoyas que eran diez corazones y un cordón de San Francisco alrrededor". ¿Cuándo incorporan los Montoya el cordón de San Francisco a su escudo?¿la acción hospitalaria de uno de los Montoya, Diego, el fundador de Pozo Amargo, está ligado al franciscanismo llegado en 1503 a San Clemente?. preguntas sin respuestas, pero que algún día quizás conozcamos. Otro símbolo de los Montoya en Villanueva de los Escuderos eran sus casas: "que començó a labrar unas casas muy grandes e principales y de cantería en el dicho lugar de Villanueva de los Escuderos, que si se acabasen parescerían casas de señor". Los Montoya gozaban de prestigio militar; un nieto de Francisco de Montoya e hijo de un tío de la familia, hermano de Felipe y llamado Pedro, había sido ayo de los pajes de don Juan de Austria y participado en la batalla de Lepanto, donde había muerto.


ACHGR. HIDALGUÍAS, 301-86-14. Pedro de Montoya, vecino de Villar del Águila. Ejecutoria de 31 de marzo de 1594

lunes, 2 de enero de 2023

Los Montoya de La Alberca de Záncara

  En 1551, Hernando de Montoya protesta ante el concejo de La Alberca por habersele repartido pechos. Enfrente tiene al alcalde García Martínez, Ginés García, alguacil mayor, Alvar García de Peñaranda, regidor, y Luis Carreño, diputado. No parecieron impresionarse los oficiales que le espetaron a la cara que fuera con su petición a los alcaldes de los hijosdalgo de Granada. Para dar fe de lo sucedido, allí estaba el escribano Juan de Garnica y los testigos Luis Galindo y Francisco Portillo.

A Hernando Montoya se le habían repartido diez centenas de 18 maravedíes cada una. Además de Hernando de Montoya había otros hidalgos en la villa: Hernando de Alarcón, Andrés de Villanueva Vizcarra y Roque de Alarcón, aunque parece que solo el primero continuó con el pleito. EL concejo de La Alberca alegó que los Montoya habían sido criados del marqués de Villena y consiguió paralizar el proceso ante un Hernando de Montoya advenedizo a La Alberca y sin testigos favorables. Ni siquiera le valió su intento de recuperar la ejecutoria de hidalguía que Pedro de Montoya, vecino de Villarrobledo, había obtenido en 1543


ACHGR, HIDALGUÍAS, 302-278-11

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Hernando de Montoya era hijo de Juan de Montoya y Urraca Saiz. Sus primeros años habían pasado en Vara de Rey, hasta que falleció su madre; el padre Juan casó por segunda vez en Las Pedroñeras en donde se afincaría la familia, adquiriendo bienes en esta villa y en la vecina de La Alberca. Hernando casaría en La Alberca.

achgr, hidalguías, 301-91-1



PROBANZAS DE TESTIGOS DE 1552

Juan Pintor, clérigo, vecino de Vara de Rey

Concejo de La Alberca de 1551, 11 de noviembre

García Martínez y Alonso Esteban, alcaldes ordinarios

Ginés Gallego, alguacil mayor

Cristóbal Martínez y Alonso Gómez, regidores y Luis Barreno diputado

Concejo de La Alberca, 18 de enero de 1552

García Martínez y Alonso Esteban, alcaldes ordinarios

Juan Granero, alguacil

Cristóbal Ruiz, Alvar García de Peñaranda, Alonso Gómez, regidores

Luis Carreño, Andrés Ruiz Rubio, Andrés Martínez Grande y Juan Martínez Grande, diputados

domingo, 1 de enero de 2023

Los Montoya de Las Pedroñeras

 A la altura de 1568, el concejo de Las Pedroñeras se quejaba de esos hidalgos que habían llegado recientemente al pueblo y se habían hecho una posición social comprando las tierras de los pecheros y, alegando su hidalguía, se negaban a participar en los repartimientos concejiles. Los dardos envenenados iban contra García Montoya y sus hermanos. Las Pedroñeras alegó tener privilegios en sus archivos para obligar a estos hidalgos pagar tributos, pero tal vez simplemente fueran acuerdos municipales a los que se había plegado Juan, el padre de los Montoya, una vez llegado al pueblo.

En cualquier caso, a los Montoya de Las Pedroñeras no se les exigió carta ejecutoria de hidalguía. Muy pronto conseguirían hacerse con el protagonismo en la vida concejil, por mano de García de Montoya, que en 1575, en las Relaciones Topográficas, ya ha adquirido y comprado el oficio de alférez de la villa


Concejo de Las Pedroñeras 1566

Gregorio García y Antón García, alcaldes

Juan Martínez Grande, Pedro Manes, regidores

Martín de Campos, Blas Ortiz, Francisco Díaz, diputados

ACHGR, HIDALGUÍAS, 304, 591-341 y 593-55

sábado, 31 de diciembre de 2022

Los Montoya de Casasimarro

 Francisco de Montoya y su hijo Pedro defendieron su hidalguía a partir de 1589. Francisco era nieto de Diego Pacheco y Catalina Alonso de Palacios, moradores de Pozoamargo e hijo de Pedro de Montoya y Francisca de Valera, moradores de Pozoamargo. El bisabuelo era Hernando de Montoya, casado con Constanza García.

El litigante Francisco de Montoya se había casado con Isabel de Olmeda. Francisco había nacido de legítimo matrimonio, aunque los testigos aseguraban que su padre Pedro de Montoya había dejado preñada a su futura mujer Francisca de Valera, una belmonteña, criada en casa de sus padres, siendo virgen y soltera en un acceso carnal fruto de los ardores juveniles. 

Los hermanos de Pedro que aparece aquí, son Diego Y Martín que se establecen en Villarrobledo.

Nos interesa la vida de Pedro de Montoya, el padre de Francisco, pues se vio envuelto en una pendencia de la familia Montoya con los Arnedo en Vara de Rey, el resultado fue varias muertes. Pedro de Montoya se tuvo que ausentar de Vara de Rey; se casaría en Iniesta con una hija del doctor Espinosa, Juana García de Espinosa, para volver a Pozo Amargo. Mientras a la criada Francisca de Valera se le buscaba un casamiento, el pequeño Francisca se criaba con los abuelos y el nuevo matrimonio de Pedro y Juana tenía seis hijos.


Testigos probanza de 1589

Juan Lozano, clérigo, 80 años, morador en Casasimarro, clérigo

Benito López, 74 años, morador en Casasimarro

Alonso de Sepúlveda el viejo, 86 años, vecino de Vara de Rey

miércoles, 24 de agosto de 2022

Alonso de Montoya y Salazar

El dicho don Alonso de Montoya y Salazar en la tierna edad que tiene ha descubierto muy grande yngenio y es muy estudioso y siempre ha conocido en él mui gran virtud apacible condizón trato y cortesía y éste es muy bien visto y amado en esta villa y se dize que el benefizio simple que possehe en la villa de Yniesta es de mucha consideración como también lo es la legítima que terna de sus padres y en esta villa que es de dos mill vezinos hay siete familiares del Santo Oficio y comisario y notario



Así definía Francisco de Oviedo (que no dudaba en presentarse como hombre principal y rico de la villa de San Clemente) al joven de diecinueve años Alonso de Montoya y Salazar, estudiante de manteo y sotana en la universidad de Alcalá y pretendiente a una familiatura del Santo Oficio en la villa de San Clemente.

En San Clemente había ese año de 1626 siete familiaturas de la Santa Inquisición. Las familiaturas recaían en personas principales de la villa, que solían detentar regidurías en el ayuntamiento de la villa. Así Diego López de Iranzo de cuarenta y seis años, regidor perpetuo, Pascual Pérez de Lerín, de condición hidalga, o también Diego de Ortega (al igual que su padre Miguel). Ser familiar era en reconocimiento de limpieza de sangre. No es extraño que personajes, como Pedro González Galindo, dudoso cristiano viejo, adquiriera uno de estos títulos y, lo presentara, junto al derecho de portar armas, en el ayuntamiento de la villa en 1628. 

(del expediente del AHN de Francisco de Astudillo Villamediana)


martes, 10 de julio de 2018

El linaje de los Montoya, de Vara de Rey

Escudo de los Montoya en Pozoamargo
El distintivo familiar son las diez panelas,
rodeadas del cordón franciscano (primer cuartel)



Los testigos más ancianos conocían a Hernando de Montoya desde hacía setenta y cinco años. Hernando, junto a su padre Juan Montoya, había morado en tres villas del Marquesado: Vara de Rey, La Alberca y Las Pedroñeras

Hernando de Montoya, cuarenta años había establecido su casa en La Alberca, donde se había casado. Allí disponía de su hacienda y tierras de labor, los veinticinco años que estuvo casado y los siguientes quince que permanecía viudo. Tenía buena hacienda de labor de pan y ganados. Su padre Juan de Montoya era natural de Vara de Rey. Pueblo que es presentado como pueblo pequeño de menos de ochenta vecinos*. Hacía setenta y tres años que se había casado, viviendo con su mujer Urraca Saiz diez años en esa aldea, hasta que se desplazó a vivir a La Alberca. Allí estuvieron catorce años hasta que se volvió a vivir a Vara de Rey. Allí permaneció otros ocho años hasta que viudo marchó a Las Pedroñeras donde casó por segunda vez, Juan Montoya había pasado dieciocho años de su vida casado en Vara de Rey, catorce en La Alberca, distante tres leguas, y nueve años en la villa de Las Pedroñeras, distante cinco leguas. Esa itinerancia y mal acomodo a cualquier lugar son los responsables de que los Montoya nos aparezcan diseminados por todas las poblaciones del sur de Cuenca.

Miguel Gallego, que con trece años había marchado desde San Clemente a Vara de Rey, había conocido al progenitor del familia: el abuelo Hernando de Montoya, quizás más orgulloso de su hidalguía que sus descendientes, pues se paseaba por Vara de Rey e traya su persona en ábito de ome hijodalgo. Otro testigo recordaba verlo muy viejo paseando por las calles de Vara de Rey con un palo bordón y vivir en la casa que luego heredaría su nieto Luis de Arnedo. Hernando el abuelo estaba casado con Constanza García y había fallecido hacía cincuenta años. Tenía dos hermanos, Diego y Alonso, que vivían en San Clemente. Uno de ellos, creemos que Alonso, fue alcaide de Manzanares.

El abuelo Hernando Montoya tuvo varios hijos. El conocido Juan Montoya, otro llamado Pedro, casado con una sobrina del alcaide de Alarcón, uno más llamado Diego que de Vara de Rey se trasladó a vivir a Pozoamargo (el fundador de Pozoamargo, que según Sandoval llegó desde Minaya), y otros cuatro hijos llamado Lope, Alonso, Francisco y Hernando.

Su hijo Juan de Montoya se había casado con Urraca Saiz, moradora del lugar de Víllora, donde se había celebrado la boda, lugar que era aldea de la ciudad de Chinchilla. Con ella vivió en La Alberca y se mudo a Vara de Rey cuando falleció su padre y al enviudar casó en Pedroñeras, donde había fallecido hacía 38 años

Pedro de Montoya tuvo tres hijos, de nombres Hernando, Villamediana, que vivieron en Vara de Rey, y otro último llamado Pedro de Montoya, que de Vara de Rey pasó a La Alberca y dejó, a su vez, tres hijos: primero de ellos llamado Pedro, que se movió entre Villarrobledo y Vara de Rey, y dos más llamados Alonso y Antonio.

La sucesión de Diego de Montoya, su establecimiento en Pozoamargo y su enlace con los Buedo es conocida gracias al estudio de SANDOVAL. Aunque la descendencia de Diego fue muy prolífica y marcaría el devenir de los Montoya en toda la zona. Tuvo en total siete hijos: Alonso de Montoya, clérigo de misa; Martín y Diego, casados en Villarrobledo; Hernando de Montoya, casado en Minaya; Juan de Montoya, casado en San Clemente (que era alcalde en 1553, herido en los graves altercados de la villa de julio de ese año); Gaspar y Pedro, casados en Pozoamargo.

El cuarto hijo de Hernando de Montoya, llamado Lope de Montoya se marchó a vivir a Valverde. Otros hijos fueron  Alonso de Montoya, casado en la Parrilla, Francisco de Montoya casado en Villanueva de los Escuderos y Hernando de Montoya, casado en la villa de Alarcón y con un hijo llamado Hernando, que marchó a casar a Las Pedroñeras.

Aquí nos interesa la sucesión de Juan de Montoya, que tuvo tres hijos con Urraca Saiz. El mayor de ellos era Hernando, de cuyo periplo por las villas de Vara de Rey, La Alberca y Las Pedroñeras, ya hemos hablado. El mediano García de Vizvarra, casado en Pedroñeras, que dejó dos hijos y una hija. El tercero era Cristóbal de Montoya, casado en Montalbanejo.

Es difícil encontrar los orígenes remotos de los Montoya, las probanzas hacen referencia a un Hernando Montoya anterior, alcaide de Manzanares, cuyo único hijo varón lo mataron (¿en la guerra?). Hernando de Montoya el viejo tenía unos ochenta años cuando murió (habían pasado cincuenta años desde la probanza). Los testigos no aciertan a aseverar si era natural de Vara de Rey o había llegado de fuera como tantos otros. Aunque uno de los testigos aseguraba que una hermana de Hernando, llamada Juana Díaz era natural de Vara de Rey. En cualquier caso, parece que estamos ante una generación que posiblemente sea anterior o coetánea al Maestre Juan Pacheco, quizás su presencia en la zona sea anterior. Creemos que el hermano de Hernando, de nombre Diego (muerto hacía sesenta años), nos aparece presente en el momento que Hernando del Soto, representante de Juan Pacheco, toma posesión de la villa de San Clemente en 1445 y como procurador de la villa de San Clemente para solicitar en 1476 que la villa ni fuera enajenada de la Corona real. De Hernando de Montoya sabemos que era muy respetado por sus vecinos, que todavía le recordaban ya viejo de ochenta años vestido con su zamarro y su capa de cáñamo, paseando por la villa de Vara de Rey.

La probanza se desarrolla ante Rodrigo de Angulo, alcalde ordinario de Vara de Rey, en 1539?

Miguel Gallego, hombre llano pechero de 89 años, labrador y morador de Vara de Rey vecino de la villa de San Clemente
Diego González, labrador, vecino de Vara de Rey y morador de Sisante, 82 años
Diego Escudero, natural de Chinchilla y vecino de Vala de Rey y morador en Sisante, labrador,82 años
Fabián de Gabaldón. vecino de Vara de Rey, labrador, 66 años. Hijo de Hernán Sánchez de Gabaldón


*La aseveración de 80 vecinos para Vara de Rey debe referirse a comienzos de siglo. En 1528, Vara de Rey disponía de 156 vecinos pecheros


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA- HIDALGUÍAS, Hernando de Montoya, vecino de Vara de Rey, Signatura antigua, 303-388-4  

domingo, 13 de mayo de 2018

Los Abengoza

Jerónimo de Montoya Abengoza era uno de los hidalgos que el 28 de febrero de 1531 demandados por el concejo de San Clemente para que exhibieran sus cartas ejecutorias de hidalguía. Jerónimo era hijo de Diego de Abengoça, natural del Castillo de Garcimuñoz, y que se había mudado de joven a la villa de San Clemente para casar con Teresa, una hija de Alonso Montoya. Diego murió pasado el año 1510. Era hijo de Nuño de Abengoça, vecino del Castillo y con hacienda en Villalgordo. casado con Leonor de Céspedes. Nuño Abengoça estaba al servicio del maestre de Santiago, don Juan Pacheco, ocupando algún tiempo el cargo de alcaide de Villena.

La proyección social de los Abengoça debía mucho de sus servicios a los marqueses de Villena. Rodrigo de Luz recordaba a un joven Jerónimo de Montoya Abengoça en la casa de Alarcón de Diego López Pacheco, pero también se acordaba del padre Diego de Abengoça, que poseía una tierra de labor en Villar de Cantos, junto a la de su hermano, Alonso de Luz, el cual había heredado una heredad en Villar de Cantos por su matrimonio con la hija de Ruy Saez de Ortega el mozo.
y estando ya casado el dicho Diego de Abengoça este testigo (Rodrigo de Luz), thenía un hermano en la dicha villa de Sant Clemeynte  casado que se dezía Alonso de Luz y thenía una lavor de pan en una granja que se dezía Villar de Cantos y en ella este testigo avía estado algunas vezes yendo a ver a su hermano y vido como el dicho Diego de Abengoça assimismo thenía allí lavor y entonçes lo avía tornado a tratar y comunicar y lo avía tratado y comunicado con amystad y lo mismo en la dicha villa de Sant Clemeynte por tienpo de quatro o çinco años en tenporadas y que quando el dicho Diego de Abengoça se casó este testigo estaua en Villalgordo porque se avía venido desde Alarcón y desde entonçes este testigo estaua y rresidía en Villalgordo
Pero Rodrigo Luz, que a pesar de su residencia temporal en Alarcón, se declaraba natural de Villalgordo, había conocido con quince años  (hacia 1470) al abuelo de los Abengoça, Nuño, que desde Villena había llegado hasta el lugar de Villalgordo para establecer su morada, aprovechando las heredades aportadas por su mujer Leonor, natural de este pueblo.
el qual (Nuño de Abengoça) venía de Villena con su mujer y casa poblada  y traya consigo dos honbres de pie y una mula y un cauallo, el qual se vino al dicho lugar de Villargordo a poner lavor de pan y en él avía tomado casa porque hera de su mujer y çierta heredad adonde quería començar a labrar 
No se conoce la procedencia de Nuño de Abengoça, pero sí que su ascenso social debe mucho a su servicio al maestre de Santiago don Juan Pacheco, tal como recordaba en su ancianidad más de setenta años después Tristán Molina, caballero de la orden de Santiago
que el dicho Nuño Abengoça avía seydo ayo del dicho don Juan Pacheco que después fue maestre de Santiago y que vido este testigo siendo paje del dicho marqués que el dicho Nuño Abengoça entraua en la cámara del dicho marqués como persona privada con él 
Nuño Abengoza alternó su residencia en Villalgordo con su cargo de alcaide de Villena. El matrimonio duro poco, Pues Rodrigo Luz recordaba que hacía ya 60 años que Nuño había fallecido con apenas cincuenta años de edad en el lugar de Villalgordo, desde donde fue llevado su cuerpo a enterrar al Castillo de Garcimuñoz. Cuando fallece, su mujer Leonor de Espinosa se vuelve a casar; esa vez con un criado del marqués de Villena, un tal Espinosa.

Isabel Rubia, criada de los marqueses de Villena, conocía bien a los Abengoza. A Diego de Abengoza lo recordaba con quince años como trinchante de don Juan Pacheco.  Isabel Rubia estaba al servicio de la marquesa de Villena, doña María de Portocarrero; con ella y con el marqués, Isabel se desplazaba por las villas de Belmonte, Castillo, Villena o San Clemente (que por entonces ya era lugar de residencia continuada de María Portocarrero). Junto a ellos iba Nuño Abengoza, que era maestresala en la corte del maestre de don Juan Pacheco, hasta que fue nombrado alcaide de Villena por un periodo de tres o cuatro años. A Nuño se le conocía un hermano de nombre Alonso, al servicio del marqués de Villena, hasta que casado marchó al reino de Aragón. ¿Cual era el origen de los Abengoza? Isabel Rubia recordaba que la naturaleza del padre de Nuño, un tal García, era Villaverde, sin determinar más. Este tal García ya había detentado el cargo de alcaide de Villena

Los hijos de Nuño fueron el citado Diego y otro conocido por Céspedes. Diego Abengoza estableció su residencia en San Clemente. Posiblemente tras vender su hacienda en Villalgordo y el Castillo, aunque algún testigo remonta esa enajenación a Nuño. Casado con Teresa Montoya, tuvo tres hijos; Jerónimo, Nuño, que vivió en Villar de Cantos algún tiempo y luego se mudó a Vara de Rey, García, en Vara de Rey, y una hija llamada Luisa.

Jerónimo Montoya tenía su casa en San Clemente, en medio de dos pecheros Francisco Aguado y Francisco Rosillo (aunque éste hubiera podido renunciar a su hidalguía para participar en los oficios concejiles). El 20 de octubre de 1545 obtenía carta ejecutoria de hidalguía, trece años después que la Chancillería de Granada reconociera dicha hidalguía por sentencia de 22 de abril de 1532.



Probanza de testigos de 1531


Ortega del Castillo, vecino de Castillo de Garcimuñoz, libre de pechos, 74 años. Suegro de Sancho López de los Herreros

Rodrigo de Luz, hombre hijodalgo, vecino de Villalgordo que es de Juan Pacheco, 78 años
Tristán de Molina, caballero de la orden de Santiago, vecino de Castillo de Garcimuñoz, de 88 años
Isabel Rubia, vecina de San Clemente, viuda de Juan Chinchilla, de más de 80 años
Alvar Ruiz del Castillo, escribano de San Clemente, 74 años
Alonso Álvarez de Rebe, vecino de San Clemente, 84 años
Sancho Rodríguez, vecino pechero de San Clemente, 62 años
Antón García, el viejo, hidalgo de San Clemente, 70 años. Llega a San Clemente desde Iniesta en 1493

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, HIDALGUÍAS. Ejecutoria de hidalguía de Jerónimo Montoya de Abengoza. 1545. Signatura antigua. 301-17-22


La crueldad de la justicia en el siglo XVI



Descuartizamiento de Damiens, regicida, en 1757


Es poco lo que sabemos del pleito entre María de Cáceres, viuda de Diego de Abengoça, tutora de sus hijos y acusadora de don Manuel de Calatayud, señor de El Provencio, y de su hijo Manuel, y de sus criadosel comendador Hernando Camargo y Gabriel Murillo. Desgraciadamente no contamos con las probanzas de testigos, tan solo con las sentencias dadas por el juez de comisión licenciado Zaballos y los jueces de la Chancillería de Valladolid.

Desconocemos cual era la raíz de las diferencias entre el señor de El Provencio y el hidalgo sanclementino Diego de Abengoza. Pero estando don Diego de Abengoça en Toledo fue llamado allá por el año 1564 a la posada donde se alojaba don Manuel de Calatayud. Allí se inició una trifulca que acabaría con la muerte de Don Diego. Asesinato premeditado y planeado previamente por don Manuel de Calatayud y sus dos criados para la viuda de Diego de Abengoza; muerte dada en defensa propia, en palabras de Hernando Camargo, que se limitó a acudir en defensa de su señor ante un Diego de Abengoza agresor. No obstante, tal como se recoge en las diligencias practicadas por el licenciado Zaballos, la razón parece estar de parte de la viuda


estando el dicho diego de abengoçar en la dicha çibdad de toledo el dicho don manuel le auía enbiado a llamar por engaño y ansí auía ido a su posada y estando en ella él e los demás que con él estaban theniéndolo ya acordado sobre acuerdo y caso pensado auían arremetido a él y asídole de los pechos y con una daga dádole muchos golpes e cuchilladas así por el cuerpo como por la cabeça
Diego de Abengoça, que malherido acudió a su posada, acabó muriendo a los quince días.

La sentencia del juez de comisión licenciado Diego Zaballos en 1565 fue durísima para los dos criados del señor de Calatayud, no tanto para don Manuel, que se vio libre en todo el proceso. La dureza de las penas se expresaban en las vergüenzas públicas de unos reos paseados por las calles principales de Toledo, mientras que el pregonero en altas voces manifestaba su delito, para ser llevados hasta la horca y rollo de justicia situados junto a la puerta toledana de la Bisagra. Allí serían clavadas las cabezas de Hernando Camargo y Gabriel Morillo y la mano del primero; el cuerpo del segundo sería descuartizado en cuatro cuartos, que clavados en cuatro palos, serían expuestos a la vista de los que accedían por los caminos principales a la ciudad de Toledo. La crueldad, sin llegar a los extremos que nos describe Foucault en Vigilar y castigar de los suplicios sufridos por el regicida francés Damiens en 1757, es muestra de una justicia ejemplarizante


en el pleito criminal que ante mi pende entre partes de la una autora acusante mari lópez de cáceres viuda muger que fue de diego de abengoçar difunto veçino que fue de la dicha villa de san clemente como madre y tutora de nuño y diego y maría de abengoçar menores sus hijos e hija del dicho diego de abengoçar y melchor de rrojas su procurador en su nonbre y ernando camargo preso en la carçel rreal de la çibdad de toledo y matía de la fuente su procurador en su nonbre rreo acusado de la otra fallo que por la culpa que contra el dicho hernando camargo rresulta deste proçeso que le debo condenar y condeno a que de la carçel donde está sea sacado en un asno de albarda atado pies y manos y con una soga a la garganta sea llebado por las calles públicas desta çibdad con boz de pregonero que manyfieste su delito al canpo a la puerta de bisagra y al rollo y orca donde se açen semejantes justiçias y dél el dicho hernando camargo sea aorcado asta que naturalmente muera y después de muerto mando que le corten la cabeça y la pongan y se enclabe en el dicho rrollo y orca y mando que ninguna persona de ningún estado y condizión que sea la quite so pena de muerte e perdimiento de todos bienes... y ansi mesmo mando que le corten la mano derecha la qual se enclabe en la dicha orca y rollo y no se quite della so la dicha pena más le condeno en perdimiento de todos sus bienes
... por la culpa que contra el dicho gauriel de morillo rresulta deste proçeso que debo condenar y condeno a que de la carçel donde está preso sea sacado caballero en un asno de albarda atados pies y manos y con una soga a la garganta con boz de pregonero que manyfieste su delito sea llebado por las calles públicas acostunbradas de la dicha çibdad al canpo a la puerta de bisagra al rrollo y orca donde se haçen semejantes justiçias y della el dicho grauiel de morillo sea ahorcado de la garganta hasta que naturalmente y después de muerto mando que sea echo quartos y cada quarto se ponga en un camino prinçipal en un palo alto y ninguna persona sea osado de los quitar so pena de muerte e perdimiento de bienes ... e la cabeça del dicho grauiel de morillo sea puesta y enclabada en el dicho rrollo y orca y ninguna persona la quite so la dicha pena
pronunçiada por el dicho juez de comysión en la çibdad de toledo a treçe días del mes de nobienbre del año pasado de mill y quinientos y sesenta y çinco años
La sentencia apelada, sería mitigada en parte por los jueces de la Corte y Chancillería de Valladolid. Hernando Camargo y Gabriel Morillo serían condenado a seis años de galeras, sirviendo de soldados, y en pena cada uno de quinientos ducados para indemnizar a la mujer e hijos de Diego Abengoza. La pena sería rebajada de nuevo en agosto de 1568, aunque en este caso solamente para Gabriel Morillo (sin que tengamos noticia de nueva apelación por parte de Hernando Camargo), a tres años de destierro en las cinco leguas del término y jurisdicción de Toledo y en pena de cien ducados para la viuda e hijos de Diego Abengoza, así como 63.220 maravedíes de costas judiciales. En la disminución de las penas intervino sin duda don Manuel de Calatayud, que en todo momento eludió el proceso.





Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, REGISTRO DE EJECUTORIAS, CAJA 1148, 43. Ejecutoria del pleito litigado por María de Cáceres, viuda de Diego de Abengoza y sus hijos, vecinos de San Clemente (Cuenca), con Manuel de Calatayud, señor de El Provencio (Cuenca), Gabriel Morillo, vecino de la dicha villa, preso en la cárcel pública de Toledo y consortes, sobre el asesinato de Diego de Abengoza. 1568

domingo, 18 de febrero de 2018

Alonso Montoya y Salazar, familiar del Santo Oficio

Era el año 1625, cuando el comisario de la Inquisición de San Clemente inició las averiguaciones de limpieza de sangre del joven Alonso Montoya y Salazar para la concesión del título de familiar del Santo Oficio. Alonso, que era natural de San Clemente, con diecinueve años era estudiante de manteo y beneficiado en la Universidad de Alcalá. A pesar de su corta edad, gozaba de un beneficio en la villa de Iniesta valorado en mil ducados. San Clemente, con sus aldeas, era por entonces una población de dos mil vecinos, que contaba con siete familiares del Santo Oficio y, en ella, don Alonso Montoya, disponía de una buena hacienda, de la legítima heredada de su padre. Y es que San Clemente vivía una época de esplendor, que para nada atisbaba la crisis inmediata que en los años posteriores provocaría la ruina de la villa.

Los apellidos Montoya y Caballón (así como otros procedentes de Cuenca, tales como Chirino o Salazar) daban un pedigrí indiscutible al pretendiente de cristiano viejo y naturaleza nobiliaria. Sus familiares ocupaban cargos en el Santo Oficio. Su primo hermano don Diego Montoya y Salazar era caballero del hábito de San Juan y familiar del Santo Oficio. Ya unos primos hermanos de su abuelo, el capitán Montoya, eran familiares del Santo Oficio: Juan de Montoya Espinosa, de la villa de Minaya, y Juan de Montoya y Córdoba de la de San Clemente. El joven Alonso prometía, a su riqueza e hidalguía sumaba un gran ingenio. A decir del escribano Miguel Sevillano era
cauallero mui cuerdo, modesto y modigerado, de quien se prometen grandes esperanzas, por sus letras, buen ingenio y virtud
El joven Alonso se había quedado huérfano de padre muy joven y había que tenido que mostrar su valía. Pero en el San Clemente de 1625 importaba tanto o más la etiqueta que el ingenio y la valía. Así lo manifestaba un prohombre de la villa, don Miguel de los Herreros, regidor perpetuo, capitán de la milicia y reconocido abogada en la Chancillería. Recordaba con orgullo, y como un signo de distinción, como andaba con don Pedro de Montoya, padre del pretendiente, a caballo por la villa y jugaban a juegos de caballero: las cañas y sortija. Juegos que poco tenían que ver con otros más populares y extendidos en la villa, como los naipes o las tablas, en los que se ejercitaban diestros los portugueses conversos existentes en la villa, auténticos minadores de la moral en la villa.

El joven Alonso Montoya sería beneficiado el 26 de enero de 1626 con el título de familiar del Santo Oficio


Genealogía de Alonso Montoya Salazar

Padres

Pedro de Montoya, natural de San Clemente y Mariana Chirino Salazar, natural de Cuenca e hija de Luis Chirino de Salazar (hijo de Hernando Chirino de Salazar y doña Isabel de Montemayor, vecina de Valdemorillo) y Juana de Cetina (hija de Diego de Cetina, procurador a Cortes, y Catalina de Chinchilla) y hermana del Padre Hernando de Salazar de la Compañía de Jesús y calificador de la Suprema. Los abuelos maternos vivieron en Chillarón

Abuelos paternos

Capitán Pedro de Montoya, natural de San Clemente, regidor perpetuo y elector de los alcaldes ordinarios por los hijosdalgo,  y Ana Fernández Cobos, natural de Castillo de Garcimuñoz e hija de Alonso Fernández Cobos, regidor de esa villa, y doña María de Chinchilla

Bisabuelos paternos,

 Juan de Montoya, natural de San Clemente, e Isabel de Caballón, natural de San Clemente 



Relación de testigos de San Clemente

Cristóbal Ángel de Olivares, notario del Santo Oficio, 40 años
Pascual Pérez de Lerín, hidalgo, familiar del Santo Oficio, 53 años
Miguel López de Perona Rosillo, regidor perpetuo, 70 años
Licenciado Alonso de Ávalos, notario del Santo Oficio, correo mayor de San Clemente y beneficiado de la de Móstoles. 40 años
Miguel Sánchez Sevillano, hombre honrado que vive de su hacienda, 60 años.
Alonso de Moya Fuente, persona honrada y rica que vive de su hacienda, 76 años
Francisco de Oviedo, hombre principal y rico, 54 años
Alonso de Iniesta Romero, 76 años
Pedro Sánchez Carnicero, hombre rico y principal, 60 años
Licenciado don Miguel de los Herreros, abogado de la Real Chancillería de Granada y regidor perpetuo de la villa de San Clemente y capitán de la milicia del partido. 68 años.
Antonio Martínez de Meca, hombre honrado que vive de su hazienda, más de setenta años
Diego López de Iranzo, regidor perpetuo de la villa, familiar del Santo Oficio, 46 años

Relación de testigos de Castillo de Garcimuñoz

Licenciado Andrés del Castillo Espinosa, cura reservatario de la iglesia parroquial de la Puerta y Beneficiado de la de Alaminos de la diócesis de Sigüenza. 66 años
Alonso Cejalbo y Alarcón, cura propio de Castillo de Garcimuñoz y vicario arcipreste de ella. 65 años
Licenciado Pedro Piñán de Salazar, cura reservatario de Almonacid del Marquesado, 77 años
Licenciado Pedro Belmonte, presbítero, 79 años
Juan de Lara Proaño, hidalgo, 54 años
Cristóbal Quiralte, escribano del ayuntamiento, 44 años
Antonio Melgarejo, hidalgo, 48 años
Licenciado Cristóbal Merchante Caballón, abogado y asesor de la villa del Castillo de Garcimuñoz, 58 años
Gregorio de Torrijos, 56 años
Martín Melero, alguacil y alcaide de la cárcel, 57 años
Licenciado Juan Bautista de Araque y Liébana, 56 años
Luis Martínez Peragua, notario del Santo Oficio, 71 años

Relación de testigos de Cuenca

Julián Parejano, clérigo, 62 años
Diego Ramírez de Cañizares, hidalgo, 66 años
Julián Arias Conde, hidalgo, 52 años
Juan Muñoz Requena, alcaide, bajo cuya mano está el archivo, 54 años
Juan Astorga Platero, 72 años
Donisén de Villarreal, 60 años
Francisco del Pozo, clérigo, 60 años
Pedro Martínez Joyero, 60 años
Licenciado Pedro Valle de Castro, clérigo, 69 años
Julián de Novela, alguacil de la tierra, 66 años
Jusepe Hidalgo de Sotoca, hidalgo, 64 años
Martín García Montero, 69 años


Archivo Histórico Nacional, INQUISICIÓN, 1374, Exp. 19 Información genealógica de Alonso Montoya y Salazar, 1625