El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
Showing posts with label Villanueva de la Jara. Show all posts
Showing posts with label Villanueva de la Jara. Show all posts

Wednesday, October 15, 2025

CAPILLAS DE ENTERRAMIENTO FAMILIAR EN VILLANUEVA DE LA JARA

 CONVENTO DE SAN FRANCISCO

  • Capilla de los Alcocer, enfrente de la capilla de los Clemente
  • Capilla de Santo Tomás, fundada por Tomás Clemente, alférez mayor de Villanueva de la Jara, por testamento de 27 de septiembre de 1581, colateral de la parte de la epístola. Nombra como primer patrón a su hijo Andrés Clemente. y capilla de San Julián fundada por Leonisio Clemente.  Los Clemente, patrones del convento de San Francisco de Villanueva de la Jara. Se constituieron en esta Iglesia del Convento de Ntro. Padre San Francisco y capillas que en su crucero hay de San Julián Obispo de Cuenca y de Santo Tomás Apóstol, afectas las primeras al vínculo fundado por el licenciado don Dionisio Clemente y la segunda el que dotó el licenciado don Thomás Clemente... Antonio Clemente de Aróstegui, patrón de las dichas capillas, en las quales hay quatro retablos de madera dorada. Dos en la dicha de Sto. Thomas, que el uno es de Santa Silveria, y otros dos en la de San Julián, que el otro es el del Ángel de la Guarda, y reconocidos todos, se vio que el estremo de los citados retablos de San Julián y Sto. Thomás está puesto el escudo de armas de la nobleza de la casa de estos señores clementes, con esta forma: a mano derecha del dicho escudo, ay una esquadra bajo della una pera, y sobre esta dos estrellas y a la izquierda un pino con dos ardas en su tronco y dos perros siguiéndolas, cuyo escudo está cubierto por un morrión mirando a la derecha. Asimismo se reconoció que en el altar de Sta. Silveria está una urna dorada con cristales y dentro los huesos de dicha Santa (regalo de Benedicto XIV a Alfonso Clemente, embajador en Nápoles)
    AHN. OM CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 1980. p. 283-285

IGLESIA MAYOR 

  • Capilla de San Ildefonso, mandada hacer por Lorente López de Tébar el año 1582, junto a las gradas del altar mayor
  • Sin capilla, pero con sepultura junto a las gradas del altar mayor están los Moragones, Ortegas y Cañavates
  • Del primero de los Gómez, Martín, llamado el hijodalgo del Cañavate, sabemos que procedía de este lugar y cómo la fortuna le acompañó una vez establecido en Villanueva de la Jara. Su procedencia de Cañavate viene confirmada por las Relaciones Topográficas de Felipe II, donde nos aparecen varios hidalgos ejecutoriados con el apellido Gómez.
    auía sido vezino de la dicha villa de Vilanueua de la Xara e auía viuido en la dicha villa  con su casa pobladea e familia bienes e hazienda e que auía sido un hombre muy honrrado e principal en la dicha villa de Villanueua de la Xara e que como tal hombre principal auía dexado una capellanía en la yglesia parrochial de la dicha villa de Villanueva de la Xara a la mano derecha de la dicha yglesia que desçían la capilla de Sancta Catalina

    La capilla de Santa Catalina también se la conocía por la capilla de Martín Gómez. La fundación conjunta por Martín Gómez y Martín Gómez Prieto de esta capellanía tiene por fecha el 30 de junio de 1477 

  • En las Relaciones Topográficas de 1575 se dice que la iglesia de Villanueva de la Jara, de Santa María, se edifica de nuevo y se edifican nuevas capillas colaterales, una privada y el resto de la Iglesia
IGLESIA DE SAN BARTOLOMÉ EN TARAZONA DE LA MANCHA
  • Capilla de Nuestra Señora del Rosario, fundada en 1648 por  don Alonso Garrido y doña Catalina Clemente Arostegui
Clemente de Arostegui y Cañavate de la Cueva Garrido y Martínez Moragón, AlfonsoArchivo Histórico Nacional, ESTADO-CARLOS_III,Exp.2


Tuesday, October 14, 2025

ESCUDO DE ARMAS DE LOS CAÑAVATE

 En la de los Cañavates (casa) están puestas sus armas que se componen de un escudo de alto a abajo: en la parte derecha en campo de oro una águila negra con cabeza y corona de oro, volante, desplegadas las alas, con el pico abierto inclinado hacia abajo, y en la siniestra campo azul con estrellas de oro, todo cercado con una orla roja con ocho castillos; y sobre dicho escudo un yelmo o morrión de una faja retorcida y sale de él un águila con su corona (Clemente de Arostegui y Cañavate de la Cueva Garrido y Martínez Moragón, AlfonsoArchivo Histórico Nacional, ESTADO-CARLOS_III,Exp.2)


NO se conoce ejecutoria familiar que justifique escudo de armas

Tuesday, October 7, 2025

EL conflicto de la primera instancia en Villanueva de la Jara

Don Diego de Mendoza y Mudarra, corregidor de las diecisiete villas, y su alcalde mayor, Fernando de Vera, provocaron fuertes enfrentamientos con las villas al intentar saltarse los privilegios de primera instancia que las villas disponían. Conocemos el caso de Villarrobledo, pero contemporáneo fue el caso de Villanueva de la Jara, cuyas elecciones de septiembre de 1607 dieron lugar a un grave conflicto con los oficiales del concejo jareño encerrados en la cárcel. El mandato del corregidor Diego López de Mendoza y Mudarra fue largo, comenzando en 1603 hasta 1609(?), y estuvo repleto de enfrentamientos con las villas. Le tocó vivir en unos años que fueron de los más duros por las crisis de carestía de esos años, que derivaron en profundas crisis políticas, y lidiar con unas élites locales a las que tuvo que destituir de sus cargos concejiles en varias ocasiones. Entre los cesados se citan Miguel González, Juan de las Cuevas Zapata, Pedro Montoya 

En el caso de Villanueva de la Jara se trataba de apartar a familias tradicionales (Ruipérez, Utiel, González, Valera, Saiz de Pozoseco o Bravo) con la incorporación de nuevos oficiales con intereses en la Jara pero residencia fuera de ella, como Juan de Alarcón. Una vez más, el motivo de intervención de la justicia de San Clemente fue motivada por la irregular administración del pósito. El doctor Fernando de Vera, alcalde mayor, ordenó la prisión como electores del mayordomo del pósito de Agustín de Utiel y Martín López de Valera. El citado mayordomo era  Pedro de Monteagudo. El alcalde mayor se presentaba como garante del bien común: quietud de aquella república y el aprovechamiento de los pobres e pósito. Los problemas eran de abastecimiento por la profunda crisis de carestías iniciada en 1604 y que afectaba, en especial, al lugar de Casasimarro, donde los problemas de alimentación de la población se habían agravado.

Villanueva de la Jara había acudido previamente a la Chancillería de Granada, pidiendo se mandase un escribano receptor para hacer cumplir la real provisión que recordaba la primera instancia de la que gozaba la villa. La real provisión fue presentada al alcalde mayor, pero éste, en vez de besarla y ponerla sobre su cabeza en gesto de acatamiento, se la metió en el pecho. La elección de oficios se haría ante el alcalde mayor y un escribano de San Clemente que le acompañaba, Miguel Sevillano, contraviniendo los privilegios locales que daban al escribano del ayuntamiento el derecho a levantar acta, así como al escribano real mandado desde Granada para testimoniar el cumplimiento de lo mandado por el alto tribunal granadino.

Había un conflicto de jurisdicciones. El corregidor de San Clemente Diego López Mendoza y Mudarra, junto a su alcalde mayor el doctor Fernando de Vera, intentaban imponer una política de control de abastos en los pueblos, inspeccionando los pósitos de las villas. En esta labor entraban en colisión con las oligarquías locales que controlaban tanto las regidurías perpetuas como los cargos añales de alcaldes. Si el corregidor y su alcalde mayor actuaban por mandado del Consejo Real, las villas acudían a la Chancillería de Granada en defensa de sus jurisdicciones propias. En el fondo, la corona trataba de imponer una política centralizadora, sería lo que se llama un estado absoluto, o, al menos intentarlo. Pero estas políticas centralizadoras no sólo fracasaron por la oposición de la periferia, sino también, en el interior de Castilla, por una fuerte oposición de las élites locales. Los conflictos más importantes, en esta época, fueron los del corregidor de San Clemente con ciertos regidores y familias de Villarrobledo y Villanueva de la Jara, pero sabemos de múltiples enfrentamientos en el resto de los pueblos. El centro de las disputas eran los pósitos y el comercio de granos. El corregidor Mendoza y Mudarra se refería a sus opositores como "los que comen de los pósitos", denunciando las irregularidades continuas en la compra de granos y el desfalco de sus caudales. Debemos tener en cuenta que la compra de trigo por las villas para alimentar su población alcanzaba la cifra de treinta y seis reales la fanega, cuando la tasa de granos estaba en doce reales. Sólo ciento cincuenta años después, proceso inflacionario por medio, se alcanzarían esas cifras, en los momentos de motines.

La visión que tenía el doctor Vera de Villanueva de la Jara era muy diferente a la que tenían sus familias tradicionales. Los que no respetaban las ordenanzas propias eran los jareños, pues un grupo reducidos de familias monopolizaban los cargos añales, saltándose la norma por la que se debían dejar tres años huecos para alcaldes y dos para regidores electos, es decir, una misma persona no podía ocupar los cargos de forma repetitiva en esos periodos. Además se exigía llevar dos años de vecindad y con casa y mujer en la villa. Los dardos iban contra varios regidores, y, en concreto, contra el doctor Bravo que monopolizaba el cargo de alcalde ordinario. Este monopolio de los oficios se traducía en la gestión irregular del pósito, que se remontaba a diecisiete años atrás, es decir, desde 1590: De diez y ocho mil que tiene de caudal el dicho pósito tomados a censo e hallado solo trescientos reales en dinero y ducientas fanegas de trigo e todo lo demás repartido en alcances de mayordomos y en poder de regidores y alcaldes y otras personas perdidas y quebradas.

El concejo jareño se defendió, querellándose contra el corregidor Mendoza Mudarra y los dos escribanos que habían entendido en su comisión (Miguel Sevillano y Cristóbal de Aguado, entre los encausados también aparece el escribano Francisco Rodríguez), pero las opiniones eran muy dispares en Villanueva de la Jara. Cuando en 1608 toma posesión como mayordomo del pósito Francisco Cardos, heredará del antiguo mayordomo un alcance de setenta mil reales en su contra. Lo peor era la situación de la villa, donde se reconoce que el año 1607 se había pasado hambre. Fue para evitar una hambruna anunciada que la justicia del corregimiento había tomado medidas extraordinarias de confiscaciones que habían entrado en colisión con las minorías rectoras locales. Estas medidas fueron acompañadas de otras más duras contra los regidores. Se había mandado ejecutor por el consejo de Hacienda que había puesto en la cárcel a los regidores jareños, pero las complicidades jugaban más. Con la complicidad de Juan Sánchez Ruipérez, alcalde ordinario ese año, los regidores se habían escapado de la cárcel y retraído a la iglesia, donde se les había puesto guardas de nuevo por el ejecutor, pero una vez ausente los regidores estaban libres y paseando por las calles del pueblo. El ejecutor de nuevo los había apresado, pero los nuevos alcaldes elegidos en septiembre, el doctor Bravo de Hervías y Pedro de Cuevas Zapata los habían vuelto a soltar. La muerte del ejecutor Domingo López, que era como se llamaba, había supuesto el envío de nuevo ejecutor, pero esta vez los oficiales jareños lo sobornaron, pagándole siete mil reales con dinero sacado del pósito. Es entonces cuando se comete al corregidor Mendoza y Mudarra la intervención del pósito de Villanueva de la Jara por comisión de 29 de marzo de 1608. Si ya la intromisión del alcalde mayor de San Clemente en la elección de 29 de septiembre de 1607 había generado un conflicto, ahora la intervención del corregidor supone una declaración de guerra total, pues acusará a los regidores jareños de un desfalco de 18000 ducados. El concejo de Villanueva de la Jara acudirá a la Chancillería de Granada que ordenará el 13 de abril de 1608 vaya a la villa a hacer información sobre los hechos.

Las acciones del corregidor fueron contra un grupo señalado de regidores y alcaldes, Andrés Sánchez de Pozoseco, Agustín de Utiel, el doctor Bravo y Ginés de Enguídanos, que viendo venir las acciones del corregidor se refugiaron en la iglesia de los franciscanos de la villa. Las actuaciones del corregidor iniciadas el 21 de abril se habían prorrogado sesenta días, pero a finales de junio pedía nueva prórroga pues apenas si se habían tomado cuentas de 6 años del pósito y cuatro de los propios, de los 17 años que se pretendía. Sus enemigos no se quedaron con los brazos cruzados y denunciaron al corregidor al la Chancillería de Granada que llamó a su presencia al corregidor, pero éste alego una enfermedad para no acudir. Entre las actuaciones del corregidor que habían causado malestar estaban el apresamiento del antiguo mayordomo del pósito, Pedro de Monteagudo, por un alcance de 36000 reales (aunque la acusación hablaba de 60000). 

Los jareños, que gozaban de mejores relaciones que el corregidor en la Chancillería de Granada habían conseguido que ésta se pronunciase el 28 de julio de 1608 nuevamente contra el corregidor y exigiese su presencia en el tribunal granadino a rendir cuentas en el plazo de ocho días y fianza de 150 ducados. El corregidor de nuevo se negaba a presentarse, pidiendo un plazo más largo y una rebaja de la fianza. Su petición era rechazada el cinco de agosto y se mandaba al escribano Juan Bautista de Cárdenas para tomar confesión al corregidor. A Diego Mendoza y Mudarra, pues diligencias parecidas estaba practicando la villa de Villarrobledo contra él.

 Por las preguntas del cuestionario del escribano Juan Bautista de Cárdenas podemos rehacer los hechos, aunque sea en la visión de los jareños:

1.- El corregidor Mendoza Mudarra mandó al alcalde mayor doctor Fernando de Vera en los días previos a San Miguel de 1607 para prender a los oficiales que no eran de su gusto para la elección de oficios y que no pudieran asistir al ayuntamiento de ese día.

2.- El concejo de Villanueva de la Jara se querella ante la Chancillería de Granada y gana provisión para que la elección de oficios se hiciese ante un receptor del alto tribunal y con presencia de todos los oficiales con derecho a voto. El alcalde mayor se niega a obedecer la provisión, se queda con el original y apresa a los oficiales que le requieren para que la cumpla.

3.- El concejo de Villanueva se vuelve a querellar ante la Chancillería e Granada que expide sobrecarta para que se cumpla la anterior y, en virtud de la cual, se procede a la elección de oficios el siete de noviembre de 1607, ante el receptor de Granada Francisco Díaz Bermúdez. Se eligen como alcaldes Pedro de la Cueva Montoya y el doctor Bravo Hervías y como alguacil mayor Juan Saiz de Pozoseco

4.- Los alcaldes encarcelan a Pedro de Monteagudo, mayordomo del pósito el año anterior, por una deuda de 50000 reales (otros elevaban el alcance a sesenta o setenta mil reales), así como a su fiador Miguel de Mondéjar. Se acusa al corregidor de parcialidad por soltarlo.

5.- El corregidor en marzo de 1608 quita las varas de justicia y despoja de sus oficios a los elegidos en noviembre de 1607, otorgando los oficios a Andrés de Alarcón, Pedro de Tébar (sin ser vecinos de Villanueva) y a Miguel Jiménez, arrendador de alcabalas. Dos días antes ha soltado de la cárcel a Pedro de Monteagudo y a Miguel de Mondéjar. Los hechos acontecen en la semana de Ramos. Los nuevos oficios se enseñorean de la plaza de Villanueva, paseándose armados e imponiendo su voluntad

6.- El corregidor procede a maltratar y meter en prisión a los cargos electos de noviembre y a cuantos regidores se le oponen, quitándoles las varas de justicia. El doctor Bravo se refugia en la iglesia de los franciscanos para evitar ser encarcelado. El corregidor hará todo lo posible por apresarlo y cuando marcha de la villa hacia Motilla dejará al alguacil Hernando Morales con el cometido de apresarlo.

7.- El corregidor hace autos con escribano forasteros a la villa, contraviniendo la primera instancia, para quitar las varas de justicia

8.- Se acusa al corregidor de maltrato a los receptores enviados desde Granada, en particular, a Pedro Bernal.

9.- Se acusa al corregidor de intromisión continúa en la elección de oficios para imponer gente de su parcialidad. Otra acusaciones se refieren a los excesivos salarios llevados y sacar dinero del arca de tres llaves, para pagarlos; así, cien ducados. Un caso es mencionado para demostrar el no respeto de la primera instancia. En un asunto de venta de un paño, el regidor Miguel Sánchez de Mondéjar es acusado por el mercader Juan Fernández de Salazar y es llevado preso a Iniesta, donde está el alcalde mayor, después de ser humillado en la plaza de Villanueva de la Jara.

Y estas fueron las contestaciones del corregidor Diego Mendoza Mudarra

1.- Desde el 15 de agosto estaba en Madrid, allí recibe, en su posada de la calle Carretas, al regidor jareño Bernardo Alcocer que le pide que escriba una carta para el alcalde mayor con el fin de la intervención en la elección de oficios, respetando la ejecutoria de la villa eligiendo personas que fuesen del servicio de Dios e de su magestad e del bien de los pobres. Posteriormente el corregidor pasa a Valladolid

2 y 3.- No se hallaba presente y no puede decir, pues estuvo ausente desde el quince de agosto hasta comienzos de enero de 1608 que fue llamado a Villarrobledo para la elección de oficios.

4.- Es cierto que soltó al mayordomo Pedro de Monteagudo a honra de las Pascuas (un indulto en Semana Santa), pero pasados los días feriados lo volvió a prender y está encarcelado hasta la fecha.

5.- Es cierto que quitó las varas de alcalde y alguacil a Pedro de Cuevas y Juan Saiz de Pozoseco por no ser vecinos de la villa y la vara de alcalde al doctor Bravo Hervías por haber ocupado cargo hacía año y medio. Los nuevos oficiales son vecinos de la villa desde hace cinco años al menos y se remite a los libros de vecindad y no tiene constancia que Miguel Jiménez sea recaudador

6.- Se remite en los malos tratos a los papeles de prisiones y dice que tenía razones pues los regidores habían usurpado los bienes de los propios y el pósito, dice que al llegar a Villanueva solo halló 23 fanegas de trigo y doscientos reales. En sus actuaciones el corregidor dice responder a las comisiones otorgadas por el Consejo Real.

7.- Se remite a los autos para ver los escribanos ante los que han pasado

8.- Niega malos tratos a los receptores de Granada

9.- Los regidores son perpetuos y por tanto poco puede intervenir. Reconoce haber suspendido de oficio a los alcaldes Juan de Cuevas Zapata y Miguel González, habrá dos años por haber sacado del pósito 400 ducados y no devolverlos.

En esta guerra, que más que bandos hemos de ver como intromisión del corregidor y el poder central en el poder concejil de Villanueva de la Jara, el hombre a batir era el doctor Bravo Hervías, los nuevos alcaldes nombrados eran enemigos suyos y, de hecho, anduvieron con sus parciales armados por la plaza de la villa dispuestos a matar al doctor y a quien se les opusiera, al igual que eran enemigos Francisco Cardos, nuevo mayordomo del pósito, y el nuevo ejecutor Hernando de Morales. Además, el corregidor o el alcalde mayor posaban en casa de Francisco Cardos. El modo de proceder del corregidor llevaba al conflicto, pues no dejaba resquicio para el entendimiento, así mandó prender en la cárcel al escribano Gaspar Prieto por requerirle con las provisiones del tribunal granadino y por negarse a la actuación de los escribanos foráneos. Era el corregidor un funcionario ejemplar al servicio del "absolutismo" del Consejo real; sus palabras lo delatan: que si los señores del Consejo lo mandaban enorabuena, que botaua a Dios que allí se auía de batir el cobre. En estos intentos de imponer una política centralizadora frente a los poderes locales, el corregidor contaba con los escribanos como Miguel Sevillano, Cristóbal Aguado o Francisco Rodríguez, o incluso con el villarrobletano Diego Muñoz de la Calera, escribano de comisiones del marquesado de Villena, pero éste llevaba un doble juego: lo que negaba a Villanueva de la Jara, su exención jurisdiccional, lo quería, y defendía en Madrid, para Villarrobledo.

Las intromisiones del corregidor iban acompañadas de lo que consideraban los jareños vejaciones, pues al ir acompañado de un séquito, se confiscaba lo necesario para su manutención y acomodo durante sus comisiones para tomar cuentas de los pósitos, que duraban diez o doce días. Así, en cierta ocasión se confiscaron veinte camas, que fueron llevadas a la casa de Francisco Cardos, posada del corregidor. Entre San Clemente y Villanueva de la Jara existía esa rivalidad de los pueblos comarcanos. Los sanclementinos se mofaban de Villanueva de la Jara  y sus privilegios, que creemos correspondían a reales ejecutorias de la Chancillería de Granada o a privilegios de primera instancia, alegados para defender su jurisdicción frente a las intromisiones del corregidor de San Clemente: que iban a San Clemente con la doradilla y la bajuela (o bayuela). El barbero Benito López nos describía ambas ejecutorias: los escriuanos (de San Clemente) les tienen puestos nombres, a la una la bajuela y a la otra la doradilla, porque la una tiene cubierta baja y la otra tiene una cubierta colorada con unas rosillas de oro. Es probable que uno de estos privilegios fueran concedidos por la emperatriz Isabel de Portugal el año 1534, cuando Villanueva fue parte de su señorío, pues sabemos (y transcribimos en su momento) esta documento, que sería traído a colación en las disputas entre Villanueva de la Jara y su antigua aldea de Quintanar del Marquesado.

La relación entre ambas villas era de odio y se confundían las actuaciones del corregidor y alcalde mayor de San Clemente como si fueran propios de los vecinos de esta última villa. Razones había, pues un regidor de Villanueva de la Jara, Miguel Sánchez de Mondéjar, después de deshonrarlo en la plaza pública ante sus vecinos, fue obligado a andar con grilletes hasta Iniesta, donde estaba el alcalde mayor Fernando de Vera. De éste se decía que quería destruir Villanueva de la Jara, pues en diciembre de 1607 había ido hasta Mahora, donde se hallaba un alcalde entregador para que impusiera a los vecinos de Villanueva de la Jara hasta dos mil ducados de condenaciones.  Y al corregidor se le atribuían estas palabras proferidas en Motilla: voto a Cristo que he de destruir Villanueva de la Jara. Al receptor Pedro Bernal lo había llevado preso hasta Madrid, en un gesto que hemos de ver un intento de primacía del Consejo Real sobre la Chancillería de Granada

Entre los jareños destacados enemigos de la justicia sanclementina, los había que dieron la cara en el proceso contra el corregidor Mendoza Mudarra. Uno de ellos era Pedro Clemente Arostegui, un mozo soltero e hijo del regidor Andrés Clemente que narraba los hechos y a su modo de ver la parcialidad del corregidor de San Clemente, apoyando a Pedro Monteagudo y su cuñado Miguel Mondéjar frente a los alcaldes doctor Bravo, Cuevas y el alguacil Saiz de Pozoseco. Lo que señalaba, al fin y al cabo, unas diferencias de bandos en Villanueva en la que los Clemente habían tomado partido por los segundos. Eran familiar que se cerraban a la presencia de nuevos aspirantes al poder; así, Andrés de Alarcón, que se decía tenía casa y familia en Buenache o Pedro de Tébar Mondéjar (era hermano de Miguel), morador en Cañada Ancha (un enclave de Alarcón, residual de lo que fue su alfoz y en medio de la Jara y sus antiguas aldeas).

El ambiente en Villanueva de la Jara estaba muy enrarecido. Pedro de Monteagudo recién liberado andaba retraído de iglesia en iglesia y en los cambios de templo iba con una escopeta dispuesto a disparar a quien lo prendiera para meterlo en la cárcel, de donde había escapado tras pegarle con un mástil de grillos a la mujer del alcaide, refugiándose después en la iglesia mayor, junto a otros huidos, como Antón López de Castillo, recaudador de alcabalas, o Juan de Ergueta, acusado por una mujer, hasta que sus aventuras acabaron por intervención y apresamiento por el corregidor. Otros testigos hablan que por las calles andaba un condenado a muerte acusado del asesinato de cuatro o cinco personas y otro delincuente condenado a galeras. Pero la cárcel de Pedro de Monteagudo tampoco fue bien vista, pues fue llevado a San Clemente, saltándose las ejecutorias de Villanueva, como escandaloso debió resultar el apresamiento del receptor granadino Pedro Bernal, que fue llevado a la cárcel de la corte en Madrid, donde estuvo tres meses, perdiendo seiscientos ducados en su apresamiento. La villa estaba revuelta con tales amaños... y escandalizada tras haber deshecho la última elección sin saber qué camino buscar.

La Chancillería de Granada era vista por los pueblos como un alto tribunal que defendía sus privilegios frente a las intromisiones de la monarquía polisinodial de los austrias. La llegada del receptor granadino Gaspar Mínguez junto a su criado Gabriel de Torres a Villanueva de la Jara en la noche del 29 de abril de 1608 fue vista como un libertador de la villa frente al corregidor sanclementino Diego Mendoza Mudarra, que, en palabras repetidas una y otra vez por los jareños, la quería destruir. En la percepción de la situación de la oligarquía de los jareños, la villa, al no respetarse sus privilegios de primera instancia, estaba alborotada. Como era habitual, el corregidor intentaba conseguir el apoyo de algunos vecinos para imponer la política del Consejo Real, que no era otra que el control de los granos para alimentar a la población y evitar situaciones pasadas de riesgo de hambre o que ese hambre fuera real, como debió ocurrir en pueblos tales como Casasimarro u Honrubia en 1607. La situación no era nueva, en la década de 1580, y en especial tras la desastrosa cosecha de 1584, ya se registraron las cámaras y graneros de los particulares (catas, en la jerga de la época) para evitar el acaparamiento de trigo. Ahora, una generación después, el remedio buscado entonces, la creación de nuevos pósitos para regular el abasto de granos, evitando la irregularidad de las cosechas, se había mostrado como un fracaso. Los pósitos eran almacenes de granos para prevenir la escasez y una especie de depósito bancario con caudal suficiente para la compra de granos si llegaba la ocasión. Prestaban además grano a los labradores para la siembra, que era devuelto con un pequeño interés en el momento de recogida la cosecha para el quince de agosto. Pero la realidad era que los especuladores se presentaban en las mismas eras para comprar el trigo para luego venderlo a precios más altos. Muestra de la situación es la sucesión de quejas de los frailes franciscanos, que tenían por costumbre acudir a las eras para pedir la llamada limosna del pan y que ahora no hallaban trigo para su sustento. Estos especuladores eran llamados en la época "los que comen de los pósitos", pues reteniendo el grano en sus cámaras, provocaban el alza desmesurada de los precios. 

Al llegar Gaspar Mínguez a Villanueva de la Jara, el día, 29, se dirige en primer lugar al convento de San Francisco, donde están retraídos el doctor Bravo Hervías, Agustín Utiel, Andrés Sánchez y el alcalde mayor Juan Sánchez. El receptor pretendía recoger una información de testigos en contestación a 22 preguntas, solicitada por los retraídos y que era una acusación contra el corregidor, su alcalde mayor, los escribanos de San Clemente y el ejecutor del pósito Morales, pero además la probanza iba contra los enemigos en la propia villa de Villanueva de la Jara: Pedro de Monteagudo Francisco Cardos, Miguel Mondéjar, Pedro de Tébar, Andrés de Alarcón el viejo y su nieto Juan de Alarcón, Juan del Barrio Córdoba y Francisco de Villena. En lo inmediato se acusaba al corregidor de quitar las varas de justicia a los elegidos en noviembre de 1607, pero las acusaciones se retrotraían a los últimos cinco años, con continuos incumplimiento de la ejecutoria de primera instancia que la villa tenía. La defensa de la primera instancia de la villa la encabezó el alcalde doctor Bravo Hervías, que contó con el apoyo y testimonio de familias de peso como los Clemente y otras recientes en el panorama político jareño como los Cuevas, vecinos dispuestos a declarar contra el corregidor y su alcalde mayor. El doctor Bravo encabezaba una facción que iba más allá de los elegidos en noviembre de 1607 y que recogía el poder de grandes familias el 21 de agosto de 1606: Miguel Sánchez de Mondéjar, Pedro López de Tébar, Juan Gacía de Ruipérez, Lorenzo Borgoño, Ginés González, Francisco Granero y el mismo doctor Bravo, todos ellos regidores perpetuos de la villa.





Grupo de oficiales jareños opuestos al corregidor, según carta de poder de 14 de septiembre de 1607

Juan Sánchez de Ruipérez, Martín López de Valera, Agustín de Utiel, Gabriel Martínez, Andrés Sánchez, Ginés González, Pedro de Ruipérez y Francisco de Garay


Testigos contra el corregidor de San Clemente

Benito López, barbero, de San Clemente

Pedro Clemente Arostegui, mozo soltero

Alonso Saiz de Pozoseco, 33 años

Albaladejo, arrendador de la correduría. 40 años

Lucas Solera, ha sido alguacil y es hombre del campo

Juan de Cuevas Zapata, hidalgo, 36 años. hidalgo de ejecutoria (es hijo de Diego Cuevas Montoya, ejecutoria de 1595, ganada por su madre en Las Pedroñeras, en nombre de su hijo)

Francisco Martínez, 

Miguel Sánchez de Mondéjar, vive de su hacienda y de unas viñas, 30 años

Pedro de Cuevas Montoya, hidalgo. 40 años

Andrés Clemente, no se define como hidalgo

...Sáez del Pozoseco

Pedro Montoya, 50 años, vive de su hacienda

ACHGR, C 736-5  El doctor Bravo y consortes contra el corregidor Diego Mendoza y Mudarra. 1607-1608



Monday, October 6, 2025

Los Cuevas, entre Tarazona y Las Pedroñeras

 La defensa de la hidalguía de Diego de Cuevas Montoya correspondió a su viuda Isabel Ruiz Zapata, que defendió la condición hidalga de sus hijos Juan de Cuevas Zapata, Pedro de Cuevas, Diego de Cuevas, Francisco de Cuevas, Isabel Zapata, Juana Zapata y Antonia Montoya.

Juan de Cuevas casado con Teresa Montoya, vecinos de Almendros. Tienen por hijos a Pedro de Cuevas, que se va a vivir a Las Pedroñeras, y Francisco de Montoya, que se va a vivir a Tarazona. Francisco de Montoya casará con Catalina de Escobar; del matrimonio nacerá Diego de Cuevas Montoya, casado con la referida Isabel Ruiz Zapata. EL matrimonio vivió entre Villanueva, Villalgordo y Tarazona, donde tenían casas y hacienda. Es de presuponer que, al quedar viuda Isabel, buscara la protección de sus hijos en la familia de las Pedroñeras, si bien los Cuevas están ocupando cargos concejiles en la primera década del seiscientos en Villanueva de la Jara


Testigos en 1590

Gonzalo de Valsalobre, hidalgo de Almendros, 80 años

Bachiller Ginés González, vecino de Villanueva de la Jara, 62 años. Hijo de Bartolo González fallecido hacia 1575-1580 con 80 años; su suegro es Lorencio Borgoño, de la misma edad que su padre


ACHGR, sign. ant. 301-87-24. Ejecutoria de hidalguía de los Cuevas de Las Pedroñeras

Thursday, September 18, 2025

CONVENTO DE SANTA CLARA DE VILLANUEVA DE LA JARA

 El convento de clarisas de Villanueva de la Jara fue fundado en 1578. Se fundó a solicitud y con la hacienda de los hermanos Pedro Monteagudo y María Sánchez. Como eran viudos, el primero tomó el hábito de San Francisco y la segunda el de Santa Clara. María junto a dos sobrinas e hijas de Pedro serían las primeras monjas profesas del nuevo convento de la Jara. De las dos hermanas destacó por su virtud Teresa de Monteagudo, "religiosa de sencillez columbina y de muy singular paciencia". Celosa en el ejercicio de la religión, cuando el resto de monjas decían prima rezada en el coro alto, ella se separaba sola en el coro bajo para decir prima con mayor solemnidad. Tenía el don de derramar abundantes lágrimas en recuerdo de la Pasión y muerte de Cristo. Nos recordaba la monja que "en las monjas aya diversidad de color en el hábito, como en las de Santa Clara pardo, en las de San Benito negro, en las de San Bernardo blanco, en las de la Concepción blanco y azul, pero, llegado el velo, en todas es negro", en señal de luto por la muerte de Cristo.

Otra hermana destacable por su virtud fue Catalina Evangelista, monja de "grande abstinencia, disciplina y cilicio". Su corta vida se desarrolló entre dolores de estómago y gota artética durante ocho años: "era como un vivo retrato de Job". Murió a los treinta años, rodeada de sus compañeras, mientras cantaban el salmo "In te Domine speravi".

Por último destacar la corta vida de Catalina de Sena. Entró en el convento con diez años, para morir a los dieciocho. "Esta religiosa niña fue llevada y vendimiada en agraz". Sentada en la cama y con la mano en una mejilla, una religiosa le dijo: "niña, creo que te mueres". A lo que respondió. "pues si me muero cántenme el credo".

El convento de monjas de Santa Clara tenía fama por su obediencia, pero esta fama se la había ganado tras una insubordinación previa de sus monjas. Al parecer, su petición fue dirigida al Sumo Pontífice, sin que sepamos si la causa fue la búsqueda de una reformación hacia mayor espiritualidad o simple deseo de libertad, pues el cronista nos dice que ha de ser Dios quien lo juzgue. La rebelión fue dirigida por dos monjas cuyo nombre no se dice, y que platicando una tarde comunicaron su decisión de abandonar la regla al resto de sus compañeras, conminándolas a hacer lo mismo y amenazándolas de ahogar a aquellas que no las siguieran. Fuera la sinceridad de la amenaza tal o no lo fuera, el caso es que las monjas padecieron el castigo divino y murieron en los siete días siguientes de la enfermedad del garrotillo, un mal que afectaba al tracto respiratorio y provocaba la muerte por ahogamiento, "tomando en ellas Dios castigo y venganza". La primera no fue consciente de su muerte, pero la segunda sí, después de que aquella ya difunta se le apareciera para comunicarle un lacónico "Dios quiere que mueras". En su agonía, recomendó obediencia a sus prelados y superiores y reconoció la inobediencia como causa de su muerte. Desde ese momento, el convento de Vilanueva de la Jara fue modelo de obediencia a sus superiores



BNE, B 20 FRA (RESERVADO), fols. 128-130

Hystoria de las personas illustres y notables en santidad, de la santa Prouincia de Carthagena, de la orden de nuestro Seraphico Padre San Francisco, que hasta ahora no estan puestas en escriptura alguna desde el año de mil y quinientos, hasta el presente de seyscientos y diez y siete [Texto impreso] / compuesta y ordenada por fray Melchior de Huelamo... de la mesma Orden... ; recopilada por mandado del Reuerrendissimo señor Don fray Francisco de Sossa Obispo de Osma... ; escriuese la vida y muerte santa del sieruo de Dios fray Martin de Carrascosa, sepultado en san Francisco de Cuenca

Autor

Huélamo, Melchor de (O.F.M.)




Friday, July 25, 2025

EL TESORO DE VILLANUEVA DE LA JARA

 El descubrimiento casual de tesoros en los campos de labranza fue algo normal en el pasado. Lo que eran involuntarias excavaciones arqueológicas, ya entonces, generaban pleitos sobre la propiedad de los descubrimientos. Algo de esto ocurrió en 1568, cuando en Villanueva de la Jara se descubrió un tesoro de oro y plata escondidos en el interior de una tinaja, sobre cuyos bienes el "Estado" hizo valer su propiedad. 

Al parecer, y casualmente, entre ciertas personas se descubrió una tinaja soterrada, probablemente un enterramiento, al enterarse el regidor Llorente López de Tébar del descubrimiento se arrogó su propiedad por decir que estaban en tierras suyas. Con nocturnidad, y acompañado de tres o cuatro personas, el regidor desenterró la tinaja llena de oro, plata y otras cosas de valor y la llevó a su casa donde la guardó secretamente. Los verdaderos descubridores del tesoro, denunciarían a Llorente López de Tébar ante el Consejo Real que se arrogó la propiedad por estar bajo tierra. Probablemente, el descubrimiento fuera en Casas Ferrer, por entonces propiedad familiar de los López de Tébar; aunque lo único que se nos dice un año después es que las tierras estaban en término de Alarcón y que el descubrimiento correspondía a dos criados del regidor: Juan García y Alonso de la Roda.

Que en el término de Villanueua de la Jara en ese marquesado entre ciertas personas se descubrió y halló una tinaja soterrada y estándola descubriendo llegó un Lloreynte López vezino y regidor de la dicha villa que dixo ser suyo el sitio de donde se halló y no consintió que se acauase de descubrir y con engaño diziendo que volverían todos otros días a acauar de descubrir la dicha tinaja el dicho Lloreynte López secretamente y de noche con tres o quatro personas fue y sacó la dicha tinaja en la qual se a entendido auía plata y oro y otras cosas de valor la qual se llevó a su casa y la soterró y encubrió y encubre sin manifestar cosa alguna y por esta causa y no lo auer registrado pertenesce a nos todo ello

30 de abril de 1568

En 1572, el Consejo real seguía reclamando el tesoro

AGS. CCA. CED. 148, 224 y 149, 394

Wednesday, July 23, 2025

El patronazgo de los Luján Frías

 Domingo de Luján Frías poseía un patronazgo en Monreal, que tenía vinculada una haza cebadal de 22 almudes, apreciada en 54000 maravedíes. Dicho patronazgo estaba cargada con catorce misas rezadas y una cantada. Además por estar cruzada por un río, este haza tenía un coste de limpieza de 50 reales anuales, que con las misas subía a setenta u ochenta reales. Ahora, Domingo Luján pide licencia para poder vender ese haza por estar a más de doce leguas de su hogar familiar. 16 de septiembre de 1636

AGS, CCA. CED. 349-652

Gil García, 1610: el fin de la doble jurisdicción

 Por un problema con las escribanías, sabemos de la solución a la jurisdicción compartida del lugar entre Villanueva de la Jara y el lugar de Gil García. Hasta el año 1611, se nombraba un escribano por provisión real y el otro escribano era nombramiento del concejo de Alarcón. A comienzos de 1611, el 21 de enero, se nos dirá textualmente: "por aberse adjudicado ahora a nuestra cámara real el dicho lugar con su jurisdicción por pleyto que se a tratado en la dicha villa". La Corona se arrogará la propiedad de la escribanía que había pertenecido a Alarcón, pero con la intención de venderla al mejor postor y obtener ingresos.


AGS, CCA. CED. 341-568

Un Borgoño, un soldado "malgré lui"

 Los Borgoño eran una de las familias principales de Villanueva de la Jara ya desde el siglo XV. Pero uno de sus miembros, Lorencio Borgoño, en 1564 se vio envuelto en un turbio asunto que acabó en injurias al gobernador del marquesado de Villena y en la inevitable reacción de éste, que no fue otra que cien azotes y diez de condena en galeras como remero sin sueldo. Tal vez, los conflictos de 1564, tengan que ver con los problemas, que acabaron en sangre, entre los Clemente y otros principales, tal vez, con las tensiones por los villazgos de Tarazona y Quintanar, pero no lo sabemos.

No hay que negar cierta democracia en la aplicación de la justicia en aquellos tiempos, pues igual podía acabar en galeras un malhechor, un vagabundo o un regidor delincuente, algo común, como sabemos por Santa María del Campo, si se enfrentaban a la justicia del marquesado. La condena de Lorencio Borgoño debió ser una afrenta para él y un escándalo en el pueblo: sacado de la cárcel, en un burro como era el caso, sería llevado delante el rollo de la villa, para recibir los cien azotes. Vuelto a prisión, su destino era esperar a que dos alguaciles le acompañaran al puerto de Cartagena, donde comenzaría su pena como galeote, pero si la justicia era igual para todos, su ejecución no. Lorencio Borgoño, escaparía de la cárcel, con la ayuda y connivencia de familiares y vecinos del pueblo. Libre, no tenía muchas opciones, más bien, una. Enrolarse en una de las compañías militares que se levantaban en la zona y donde nadie preguntaba por el pasado. Lorencio pasaría a los Tercios de Italia, para volver a España de nuevo cinco años después con los soldados desplazados por don Juan de Austria desde Italia para reprimir la rebelión de los moriscos de las Alpujarras. De nuevo, regreso a Italia, hasta que en algún momento añora su tierra. Creemos que en 1586 ya se encuentra en su pueblo, desde donde pide al Consejo Real el perdón, que le será concedido por sus servicios militares y, seguramente, previo pago económico.

AGS, CCA. CED. 160-230

3 de septiembre de 1586

Tuesday, July 15, 2025

El usurero de Villanueva de la Jara y la capilla de San Isidro de Madrid

 Juan  de la Osa de Tébar, vecino de Villanueva de la Jara era un usurero. Un revendedor de granos, un especulador, diríamos hoy. El año 1660, aprovechando la esterilidad de esos tiempos, había comprado grandes cantidades de trigo y otros granos y los había revendido a precios excesivos en su pueblo de la Jara, pero también en otros comarcanos como Casasimarro, El Peral, Tarazona o Quintanar. Sometido a juicio por el corregidor de San Clemente, Bernardino de Quiñones y Pimentel, fue declarado en sentencia de ejemplarizante de 27 de noviembre de 1660 como usurero y revendedor de granos y condenado a servir dos años en el ejército de Extremadura, y luego a otros dos años de destierro de aquellos pueblos donde había vendido el trigo. Tanto como esa condena le debió doler el perdimiento de 1594 fanegas de trigo, 613 de cebada y 36 de fanega; la mitad de estos granos para los pobres de las villas donde había estafado y la otra mitad como multas para la hacienda real.

Pero Juan de la Osa era un truhan y pronto renegoció su situación penal y personal, luciendo de buen cristiano. Para evitar las penas, ofreció un pago de 12000 reales, 7600 reales de ellos para la capilla de San Isidro que se estaba levantando por aquel entonces adosada a la iglesia de San Andrés. Los 4400 reales restantes irían a los hospitales del Reino.


23 de agosto de 1661

AGS. CCA. CED. 237-197

Sunday, June 1, 2025

reclutamiento de 1552

 En 1552 hay noticias de un reclutamiento obligatorio de hombres. Iniesta aporta 28 soldados; Villanueva de la Jara necesita arcabuces para la gente con la que ha de servir

AGS, GIM LEG 48, 185 y 186


Villanueva de la Jara se querella criminalmente de Lope de Cotán y Pedro de Orduña, capitán y alférez de una de las compañías del coronel Francisco de Benavides por ciertos capítulos y agravios (año 1558)

AGS, GIM, LEG 68, 198

Friday, May 30, 2025

Galeotes, héroes y la Armada Invencible

 El capitán Toribio de Caizedo levanta una compañía de soldados en los corregimientos de las diecisiete villas y de las nueve villas (1 de enero de 1588Archivo General de Simancas, GYM,LEG,229, 108)

Se describe cómo se reclutaban los galeotes para remar en las galeras. En este caso, dos presos de San Clemente son enviados a galeras al puerto de Cartagena, pero allí no son admitidos y devueltos a la cárcel de San Clemente. Los galeotes habían sido enviados por el corregidor Pedro de Castilla, el que escribe al Consejo de Guerra para ver qué hacer con ellos es Melchor Pérez de Torres, su sucesor como corregidor. Se decide que los forzados se envíen a Málaga o Gibraltar o Puerto de Santa María, pues hace dos años que no llegan las galeras a Cartagena. sus nombres Hernando Verdejo y Esteban Bustamante (Archivo General de Simancas, GYM,LEG,225, 193, a 4 de julio de 1588)


El establecimiento del corregimiento de las 17 villas el 20 de noviembre, recordó a las villas la finalidad militar de su establecimiento: el dos de enero de 1587, las villas se reúnen y acuerdan aportar cien soldados, para responder a la petición del rey del seis de diciembre anterior. El reclutamiento se mueve en la vieja tradición: los soldados se aportarán por dos meses y la expedición correrá a costa de los propios de las villas. Pero el siete de julio de 1588, el corregidor nuevo vuelve a ofrecer los cien soldados (Archivo General de Simancas, para entonces la Armada Invencible ya había partido para Inglaterra. (GYM,LEG,225, 290, a 7 de julio de 1588). Desde el Consejo de Guerra le contestarán que únicamente se quiere saber la gente de a pie y a caballo dispuesta para la guerra (GYM,LEG,231, 318, a 17 de julio de 1588)

La junta de dos de enero, según se nos dice en otro documento, empezó a reunirse un día antes, el de Año Nuevo. Las diecisiete villas andaban muy disconformes con las levas anteriores, con molestias y vejaciones. Ahora, se decide contar con los concejos de las villas, que envían a San Clemente dos regidores procuradores. Aquella reunión de Año Nuevo de 1587 debió ser muy tensa, con el corregidor Pedro de Castilla intentando convencer a unos regidores reacios a reclutar hombres, cuyo destino para la invasión de Inglaterra seguramente desconocían (leuantar y lleuar a la gente fuese a seruir con ella a la parte que v. mag. mandase). Pedro de Castilla propondrá el modelo andaluz: soldados aportados y costeados por las villas, pero las diecisiete villas del corregimiento de San Clemente imponen un límite de soldados, cien y en una campaña limitada a dos meses; más soldados o más duración, los gastos correrán a cargo de la Corona, pues las villas están cargadas con censos. Hay que tener en cuenta que las villas, ya embarcadas en préstamos, suman en este momento nuevos censos para la compra de trigo para alimentar a su vecindario (GYM,LEG,196, 13 y 14, a 5 de enero de 1587). 

La carta que envía el corregidor Pedro de Castilla al Consejo de Guerra, con fecha 5 de enero de 1587, viene precedida por otra de dos procuradores de la junta de las villas el Año Nuevo, en la que insisten es estado lastimero de las villas por las malas cosechas y la langosta y, temerosas de la acción de capitanes foráneos en la leva, piden que sea un capitán de la zona, don Alonso Ruiz de Alarcón, el que levante la compañía de cien soldados. Por correspondencia posterior sabemos que esta compañía no estaba levantada cuando la Armada Invencible naufraga en las costas inglesas, mientras se seguían con los intentos de levantar la citada compañía.

Si el corregimiento de las diecisiete villas no participó con compañías propias en la jornada de Inglaterra y la Armada Invencible, sí que contribuyó con soldados integrados en los Tercios. Uno de ellos, es el jareño Alonso López. Y es que si hay héroe digno de recordarse es este joven. Muerto su padre y quedando viuda su madre Catalina López, el joven Alonso buscó en la aventura militar la escapatoria de un hogar familiar apenas sostenido por la ayuda de su tío Gaspar Martínez y de un pueblo azotado por el gran catarro de 1580 y las malas cosechas de 1584. Llevado por la necesidad más que por la búsqueda de gloria acabó enrolándose en el Tercio de Nápoles. Nunca pasó por su cabeza las aventuras que le tocaron vivir cuando su compañía de 124 hombres fue enrolada en 1588 para la desastrosa aventura de la mal llamada Armada Invencible; la jornada de Inglaterra es cómo comúnmente la llamaban los coetáneos. Al mando de su capitán Gonzalo Monroy, los 124 soldados fueron embarcados en el navío la Anunciada de Bertendona. Desbaratada la nave por los "elementos", el barco intentó lo imposible bordear el mas islas británicas por el norte y regresar a España. Serán su tío y su madre los que hablen por el joven Alonso López, postrado y gravemente enfermo en la cama del domicilio familiar de Villanueva de la Jara. La Anunciada había conseguido hacer escala en las costas irlandesas, desde donde se había dirigido rumbo sur hacia España, llegando al puerto de Castro Urdiales.

casa de Catalina López dónde halló al dicho Alonso López en una cama al parecer muy malo el qual ante el dicho señor alcalde dixo que él fue soldado del capitán don Gonzalo Monroy y fue con él en la jornada que su magestad mandó hacer a Ynglaterra y que desembarcó en un paraje porque su nave donde él y su capitán yban quedó perdida hacia el puerto de Yrlanda y desembarcó en Castro Urdiales donde saltó en tierra muy enfermo y ansí a vendio de en ospital en ospital de limosna hasta a esta villa

 No había nadie para recibirlos ni contar su gesta. Cada uno de los soldados supervivientes emprendió el camino hacia el hogar familiar y Alonso lo haría hacia Villanueva de la Jara. Andando varios días por Castilla, de pueblo en pueblo, auxiliado por los hospitales de las villas que le dieron alimento y limosna, Alonso llegaría como un pordiosero hambriento a su hogar familiar. No tendría tiempo para descansar, a comienzos de 1589 el corregidor del partido de San Clemente transmite a los pueblos una cédula real por la que el rey exige bajo multas de quinientos ducados que los soldados que han abandonado sus compañías tras el desastre se reincorporen a sus unidades. El único soldado que encontrará el corregidor en su partido será el joven Alonso, que manifestó estar presto, si el señor le da salud. El soldado se vio obligado a un examen médico. Los dos médicos de la villa, licenciado Anguix y doctor Bravo visitaron al médico, que declararon que el joven estaba con calenturas, con la cara y los pies hinchados y con el mal francés según el doctor Bravo, es decir, nuestro héroe había contraído la sífilis. El corregidor ordenará siguiendo instrucciones del Consejo de Guerra que el joven permaneciera en su casa tomada como cárcel hasta su restablecimiento e incorporación a su compañía.

Archivo General de Simancas, GYM,LEG,269, 94

La Corona temía un ataque de Inglaterra, como ocurriría, al ver las costas del Atlántico desguarnecidas. Las compañías de los presidios de Portugal se habían vuelto a casa y los barcos que habían sobrevivido al desastre del mes de julio estaban fondeados en los puertos del Cantábrico

Saturday, March 29, 2025

El clérigo Rodrigo Sánchez de Luna, pasajero de Indias de Villanueva de la Jara

 El 9 de julio de 1617, domingo, y en la plaza de Villanueva de la Jara, se anunciaba la muerte en Indias del presbítero Rodrigo Sánchez de Luna. Sus bienes estaban depositados en la Casa de Contratación de Sevilla y se buscaban herederos que los reclamasen. La misma requisitoria sería leída en la iglesia durante la misa mayor por el sacristán a ruego del doctor Pedro Hervías, cura propio de la villa. El clérigo Rodrigo había muerte en las Indias, en la provincia de Charcas, donde había emigrado treinta años antes, mientras que su hermano Juan Sánchez permanecía en Villanueva de la Jara ejerciendo el oficio de zapatero.

Rodrigo Sánchez de Luna había dejado sus bienes a su hermano Juan o a sus herederos. Quienes se presentarían a recoger la herencia serían los nietos de Juan: los hermanos Francisco Sánchez, Miguel Sánchez y Roque García. Eran hijos de Roque García Sánchez y de María Granera. El presbítero Rodrigo se había marchado a Indias en la segunda mitad de la década de 1580. Desde allí había enviado dinero a su hermano Juan, casado con María Herrera, unos 500 reales.

La estancia de Rodrigo Sánchez de Luna en Indias había sido corta, pues había fallecido el 13 de abril 1595 apenas ocho años después de haber embarcado a Indias. Había muerto en Copachuncho, jurisdicción del partido de Mizque, en la provincia de Charcas. El clérigo poseía bienes, una casa, en San Bernardo de Tarija, ciudad, entonces villa, fundada en 1574 por don Luis Fuentes de Vargas, apenas trece años antes de la llegada del clérigo desde Villanueva de la Jara, y en una zona que estaban plantando los primeros viñedos, muestra de la reciente repoblación. En Tarija, el núcleo de la vida de la nueva villa era el convento de San Agustín, fundado un año después de la nueva villa por frailes dominicos, destinados a la evangelización de los indios chiriguanos. El pase a Indias de Rodrigo Sánchez de Luna es deudor de la necesidad de evangelización de una zona de reciente colonización. De hecho, las casas de nuestro presbítero estaban junto al nuevo convento, así como dos solares, y poseía un pedazo de tierra junto al fundador de la villa Luis de Fuentes, que cederá a la iglesia mayor de la villa, la de la Concepción. Es más, junto a estas casas estaban en construcción otras en una villa, en la llamada calle real, que se reconocía todavía de poca vecindad. La evangelización se estaba haciendo desde la ciudad de La Plata, sede de un arzobispado y distante dos mil kilómetros. La zona estaba en pleno crecimiento económico y desarrollo demográfico por la explotación del centro minero de Potosí, a más de trescientos kilómetros. Era una tierra de oportunidades, allí hará fortuna, también, el sanclementino Pedro González Galindo. Aun no pudiendo valorar su incidencia de forma global, no cabe duda que la repatriación de capitales de estos indianos, en vida o ya difuntos, contribuyeron a un pequeño esplendor de la Mancha conquense en las dos primera décadas del siglo XVII y a mitigar las carencias de las dos últimas décadas del siglo XVI.

El clérigo Rodrigo Sánchez había llegado a Indias ya con más de cincuenta años, pues a su muerte en 1595 contaba con sesenta, arriba o abajo, y había dejado en su testamento aparte de las casas un ajuar de vestimentas de calidad, una cubertería de plata, anillos de oro y esmeraldas y algunos libros religiosos, entre ellos, los últimos decretos del Concilio de Trento. Perl el clérigo era un hombre de mundo y se había labrado su fortuna con la venta de caballos a los pobladores que llegaban a la nueva villa. algunos de los cuales no había acabado de pagar a la muerte de Rodrigo. Señales de una sociedad nueva como lo era que no había escribano alguno para dar fe del testamento del clérigo.

Rodrigo Sánchez de Luna dejará como albacea de sus bienes al vicario Juan Cano Paredes. La subasta posterior de estos bienes suponía una mengua en los bienes legados. En total, 2857 pesos y seis tomines de plata, a los que había que descontar los gastos de subastas y venta de bienes, 2231 pesos y cuatro tomines, para resultar un suma total de 626 pesos y dos tomines más los bienes en especie, pero el proceso se alargó muchos más años y la herencia, entre posturas, ejecutores, probanzas de jueces y otras cosas fue menguando hasta los 754 pesos. A la Casa de Contratación llegaron 108180 maravedíes, algo mas de la mitad, que sin costas, fletes y averías se quedaron en 453 pesos y seis tomines de a ocho y que fue a recoger en nombre de los nietos el sanclementino Fernando de Alarcón Fajardo


Probanza de testigos de julio de 1617

Martín Granero, vº de Villanueva de la Jara, 

Antonio Martínez Beltrán, vº de San Clemente

Alonos Manzano, vº de San Clemente

Alonso de Tébar, vº de Villanueva de la Jara


Archivo General de Indias, CONTRATACION,331A,N.2,R.8

Friday, March 14, 2025

El vínculo de las Escobosas

 En 1644, las Escobosas aún eran término y jurisdicción de Alarcón, aunque la propiedad de las tierras era motivo de conflictos entre los Tendero de Tarazona y los López de Tébar de Villanueva de la Jara. Las partes en conflicto eran Fernando Tendero, en nombre de su mujer Francisca de Blesa, por una parte, y doña Ana López de Tébar, viuda de Ginés González, y madre del regidor Pedro González, que a su vez estaba casado con la hermana del alcalde Pedro de Monteagudo. 

Ya Ginés González había sido regidor perpetuo de la villa de Villanueva de la Jara. Las alianzas familiares en este momento eran tendentes al mantenimiento de la riqueza familiar y su transmisión. Tales eran los matrimonios entre los Tébar y los González y, ahora, en una segunda generación, entre los Monteagudo y los González (matrimonios de Pedro Monteagudo y Pedro González con sus respectivas hermanas). Entre las personas vinculadas que dominaban, por riqueza e influencia, la vida en Villanueva de la Jara ese año de 1644, además de los susodichos: Juan Ferrer, Juan de la Osa y Llorente López de Tébar.

El contencioso venía por la heredad de las Escobosas, En 1605, antes de morir, María Granero había fundado vínculo y mayorazgo en dicha heredad a favor de su marido Ginés González, usufructuario y primer patrono de las Escobosas, si bien esto quedaba supeditado a un arreglo familiar. Se esperaba casar a una prima hermana de María Granero de Córdoba, llamada Juliana Blesa, con Alonso González, hermano de Ginés, y los hijos del matrimonio habían de heredar el mayorazgo a la muerte de Ginés González ( o a falta de estos, los hijos de Antonio de Córdoba. Ese compromiso sería roto por Ginés González, que había casado en segundas nupcias con Ana López de Tébar y que en su testamento había dejado a esta como patrona del vínculo fundado por su primera mujer.

Fernando Tendero, en el pleito que nos aparece inconcluso, demandará al hijo de Ana López de Tébar, Pedro López de Tébar, por estar administrando y beneficiándose el vinculo. 


ACHGR, C 2791-3

Creemos que el principal propietario de las Escobosas era, a finales del siglo XVI, Agustín Valera, alférez mayor de la villa y casado con Catalina Pardo. Por un censo de 1595, sabemos las propiedades de Agustín Valera, además de las casas de Villanueva de la Jara, valoradas en 1000 ducados. Estas propiedades se concentraban en las Escobosas y por las lindes sabemos de otros propietarios que allí también tenían propiedades:

  • Mil almudes de tierras trigales y cebadales, incluidos pozo, era y casa, lindantes con heredad de Ginés González, alcalde ordinario de la Jara ese año, y con tierras de Antón Martínez, vecino de Quintanar del Rey y de Garci Donate, vecino de la Jara, y de Antón Granero, vecino de Iniesta. Su valor 2500 ducados. La casa de las Escobosas era de entidad, con jaraíz, bodega, cabellerizas y aposentos.
  • Viñas, alrededor de diez mil vides, lindantes con viñas y olivar de Ginés González. Su valor 200000 mrs. (alrededor de 533 ducados). Los testigos valoran cada vil a tres cuartillos de plata.
El censo se tomará por 300 ducados al final con el bachiller Miota, un clérigo y vecino de Cuenca.
Las lindes muestran otros propietarios, los Granero y los González, que luego vemos implicados en el pleito supra. Los testigos le asignaban a Agustín Valera otros bienes por valor de dos mil ducados.

(esta última información me ha sido facilitada por Julia Toledo, de la información de testigos llevada a cabo por el alcalde ordinario Ginés González para tomar a censo de 400 ducados por Agustín Valera en 1595, del AHPCu)

Agustín Valera tuvo varios hijos: el licenciado Alonso Valera, Martín López de Valera, alférez mayor de la villa, Agustín de Valera el mozo, Juana de Tébar y Ana de Valera. Todos ellos tomarán un nuevo censo del bachiller Miota por valor de cien ducados en 26 de mayo de 1599.

¿CÓMO SE LE NEGÓ EL EJERCICIO DE LA JUSTICIA A ALARCÓN EN SU TÉRMINO?

Sobre el tema ya hemos hablado. A pesar de lo que se pueda pensar, tras el fin de la guerra del Marquesado en 1480, Alarcón mantuvo un amplio territorio al sur de Villanueva de la Jara y hasta la ribera del Júcar. El territorio jurisdiccional de Villanueva de la Jara no iba más allá del alfoz limitado de la propia villa y del territorio de las casas ocupadas por sus aldeas como Tarazona o Quintanar. El término de estas aldeas se amplió algo con las exenciones y villazgos de la década de 1560, pero Alarcón siguió conservando un amplio territorio (y no renunció al amputado).
No obstante, la intromisión de la justicia jareña en lo que consideraba "hinterland" propio fue en aumento, en la medida de que los implicados eran sus vecinos. No hemos de olvidar que, una vez que Alarcón fue perdiendo el monopolio ganadero de sus dehesas sureñas, los colonos jareños y de sus aldeas ocuparon su espacio y labraron los campos. Los conflictos, esta vez, entre los propios jareños se sucedieron por el control de la tierra o disputas de ámbito civil y penal y la justicia ordinaria comenzó a intervenir de forma regular sin esperar a los jueces de Alarcón. En los pleitos, nos aparece una nueva fórmula: "en término y jurisdicción de la villa de Alarcón, (y la justicia de Villanueva de la Jara) a prevención". Esta fórmula jurídica, usada en el antiguo derecho, venía a significar que la justicia de los alcaldes ordinarias de la Jara (o de sus aldeas) tomaban para sí un asunto competencia de otros órganos judiciales (los alcaldes de Alarcón), que a partir de ese momento dejaba de ser competentes. La motivación: los interesados o encausados eran vecinos de la Jara. Así, Villanueva de la Jara fueron, primero, extendiendo sus propiedades en tierras de Alarcón y, luego, arrogándose la privacidad de la competencia de los pleitos en ese territorio.



Friday, December 27, 2024

Gaspar Méndez de Liébana contra el concejo jareño

 El regidor Andrés Alarcón y Rosales, ese año 1645, había pasado una grave enfermedad, una angina especie de garrotillo, decía el médico de Villanueva de la Jara. Seis veces había sido sangrado. Era buena justificación para escapar de las pesquisas del receptor enviado por la Chancillería de Granada, distante cincuenta y nueve leguas, a instancia de Gaspar Méndez de Liébana. Quien no pudo recibir al receptor granadino fue el alcalde Pedro Clemente, que ese día tenía un asunto arduo. Se trataba del ajusticiamiento de dos reos condenados a pena de muerte, sin que sepamos su delito. El pueblo vivía cierta indefinición en su gobierno, con permanencia de viejas familias: Francisco de Espinosa era el otro alcalde y Martín Cañavate ocupaba la escribanía del ayuntamiento, mientras que la tenencia del oficio de alférez mayor la detentaba Agustín de Valera por esta familia. Pedro González de Tébar, Antonio López Cardos continuaba las sagas como regidores perpetuos pero nuevos nombres aparecían en el ayuntamiento, tales Martín Cañada de Toledo y otros, nuevos ricos, se consolidaban en el gobierno de la villa, era el caso de Sebastián Donate o Diego García Donate. Viejos nombres de vecinos se repetían como Giraldo de Borgoño o Juan Sáez de Pozoseco, mientras que otros llegados de fuera, como Juan de Lerma, ejercía de sombrerero ajeno a los nubarrones que se anunciaban para los negocios.

El receptor dado lo espinoso del asunto a tratar no fue bien recibido en Villanueva de la Jara, alojado en la posada de la plaza del pueblo, no había camas disponibles para él, por lo que se le derivó a la casa del procurador síndico. Ese año de 1645, pululaban por el pueblo varios recaudadores de rentas enviados desde San Clemente para soportar el esfuerzo militar de la monarquía. El receptor granadino llamado Francisco Ramírez estaría poco en el pueblo, se daría por pagado con noventa reales y se iría. No todos pagaron, Pedro Clemente alegó no poseer bienes y que todos eran de su madre Ana de Tébar. El pueblo había cerrado filas contra el licenciado Gaspar Méndez de Liébana, administrador de propios y para los vecinos un extranjero y un castillero, que por meterse donde no le llamaban había recibido lo suyo de un matón paniaguado de las élites jareñas: el mulato Francisco Leal.

Gaspar Méndez de Liébana había presentado una querella criminal contra el mulato Francisco Leal, esclavo, y sus dueños el regidor don Andrés de Alarcón Rosales y su mujer Catalina Prieto. La querella se había hecho extensiva al regidor Juan Prieto Cuadrado, don Pedro Clemente y Gregorio García, alcaldes ordinarios, Pedro Remírez, escribano del ayuntamiento, y Juan Marcilla. A todos ellos acusaba de servirse de los bienes propios del concejo en su beneficio propio y el haber chocado con ellos por intentar una administración limpia de estos bienes. Aunque la querella venía motivada por un hecho puntual: el nueve de septiembre de 1640, el hijo de Gaspar, Sebastián Ignacio había ido a comprar a la carnicería pública, allí fue injuriado por el esclavo Francisco Leal que le arrojó dos cuernos en presencia de muchos vecinos para mayor escándalo. Es más, por la noche, el esclavo se había presentado en casa de Sebastián Ignacio, armado con una carabina y con intención de matarlo. La afrenta la había ejecutado el esclavo, pero Gaspar veía detrás a los oficiales del concejo. 

Los ánimos se enconaron en el proceso sumario que se abrió después para averiguar los hechos. Uno de los testigos favorables a Gaspar, Francisco Pastor Garnica había sido insultado por Catalina Prieto y había sido golpeado por un criado de esta llamado Francisco Fino, que, con un puñal, lo había intentado matar. El asunto se había enredado, cuando fue preso Pedro Ramírez, escribano y tío de Catalina Prieto, por malversación en el arrendamiento de la escribanía del concejo. El escribano sería soltado de la cárcel por el alcalde Pedro Clemente, mientas Gaspar Méndez se veía obligado a abandonar el pueblo ante las amenazas, pues sus enemigos rezaban responsos delante de sus casas. Detrás de este vodevil se escondía un problema más grave: las necesidades financieras de la Corona para sostener la guerra exigía más recursos y había una élite, que trampeando con los bienes propios no estaba a ceder el aprovechamiento particular que los mismos hacía. Gaspar Méndez de Liébana acusaba a los oficiales querellados de haberse quedado con seis mil reales.

ACHGR, C 9875  8

Sunday, October 20, 2024

Villanueva de la Jara contra el alcalde mayor Quintano

 La llegada del alcalde mayor del partido de San Clemente, junto al escribano Bartolomé Celada, no fue bien recibida en Villanueva de la Jara el nueve de agosto de 1619. El cabildo jareño se reunió en su ayuntamiento para denunciar la intromisión de la justicia del corregimiento en un tema de denunciaciones, pues iba contra los privilegios de primera instancia de la villa. Por entonces, el cabildo se reunía en el escritorio de las casas del cabido, por hallarse el ayuntamiento en ruina. No se amilanó el alcalde que ordenó la prisión de los oficiales jareños en el edificio de su ayuntamiento. El licenciado Quintano debía ser un hombre de armas tomar, pues, enfrentado a los regidores, defendió su derecho a presidir el ayuntamiento y, enojado y en cólera, había dicho ciertas palabras injuriosas al doctor Bravo Hervías y el bachiller Ortega, abogados de la villa. El motivo de disputa era el intento de Tomás Quintano de entender en las denunciaciones contra vecinos de la Jara por daños en el campo, el intento de los regidores por hacer valer sus privilegios (defensa de la jurisdicción civil y criminal y que cualquier auto del alcalde mayor debía pasar ante el escribano del ayuntamiento jareño) fue respondido por el alcalde mayor poniendo cuatro guardas y multando a cada regidor con quinientos maravedíes y prohibiendo que se reuniese el concejo sin su licencia bajo multa de 50000 maravedíes. El concejo jareño protestaría ante la Chancillería de Granada, pero la respuesta del alcalde mayor Quintano declararía en contumacia y rebeldía a los regidores, tras comparar el valor de los privilegios y ejecutoira de la villa con el precio de cuatro caracoles. El once de mayo de 1620 la situación se agravó: el concejo intento reunirse esa tarde, lo hacía en un escritorio de la plaza, pues la sala del ayuntamiento está tan arruinada respecto de ser el edificio tan antiguo y estar con tres vigas grandes apuntalada. Los escritorios se encontraban en la parte baja del actual edificio, mientras que la sala de reuniones lo era en el primer piso, que es la que presentaba un aspecto de ruina.

Exagerado o no, los regidores jareños vieron su prisión en el ayuntamiento con temor ante el temor de que el edificio se hundiera, pues su estado era completamente ruinoso. Por esa razón fueron alojados en casa de Giraldo Borgoño, habilitada como prisión improvisada. Desde allí, los regidores fueron llamados uno por uno a la posada del alcalde mayor, que residía en la calle del licenciado Jiménez, un presbítero que no debió salir muy bien en su convivencia con el alcalde mayor. El trato que debió ser muy vejatorio, provocó la reacción del alcalde ordinario e hidalgo Juan Ferrer y del regidor Bernardo Alcocer, un anciano del que se decía que el licenciado Quintano no había respetado sus canas. La defensa de los privilegios de la villa fueron planteadas por el abogado Juan de Ortega y el doctor Bravo Hervía, pagando el primero sus haceres con la prisión junto al resto del los regidores. Las actuaciones del alcalde mayor fueron sentidas como humillación por los jareños, a su decir, una villa de más de mil vecinos, con cuatro aldeas dependientes y mucha gente principal e hidalgos, esos que faltaban el siglo de antes. Y es que Villanueva de la Jara se iba aristocratizando y cada día aceptaba menos la intervención del corregidor de San Clemente o el alcalde mayor en sus asuntos. Tan criticados como el alcalde mayor eran los escribanos Bartolomé Celada y Cristóbal Aguado, acusados de entender en todos los negocios con los derechos y aranceles correspondientes a costa de los escribanos locales.


Ayuntamiento de 3 de junio de 1620

Juan Prieto y don Juan Ferrer, alcaldes ordinarios

Martín López de Valera, alférez mayor

Pedro de Ruipérez, Ginés González, Gilardo Borgoño, Francisco de Garay, doctor Bravo, Miguel de Oñate, Martín Zomeño, Juan de la Motilla y Lucio Pardo, regidores

Testigos, 3 de junio de 1620

Miguel García Olmeda, labrador, 73 años

Juan Sánchez de Ruipérez, labrador, 52 años

Licenciado Andrés Jiménez Muñoz, presbítero, 28 años.

Domingo Jiménez, vive de su hacienda, 52 años

Pedro Montoya, hidalgo que vive de su hacienda, 62 años

Licenciado Bartolomé García, presbítero y teniente de cura de la iglesia mayor, 35 años

Juan de la Roda, hortelano y teniente de alguacil mayor, 52 años

Pedro Ramírez, escribano del número, 34 años

Juan Martínez, residente en Villanueva, clérigo. 29 años

Elvira Cana, soltera, 50 años

Andrés García Valera, maestro de sastre, 64 años

Gaspar Prieto, notario y familiar del Santo Oficio, 40 años

Martín Ferrer, hidalgo que vive de su hacienda. 58 años

Andrés Hernández, alguacil. 60 años


García de Buedo, escribano del ayuntamiento e hidalgo

Licenciado Juan de Ortega, abogado de la villa


ACHGR, PLEITOS, C 9583-37


Tuesday, July 9, 2024

LAS DEUDAS DE VILLANUEVA DE LA JARA EN 1639

 

En 1639, las arcas municipales de Villanueva de la Jara estaban exhaustas y sus bienes propios embargados. El esfuerzo militar de la monarquía de los austrias se traducía en constantes donativos y una presión fiscal constante sobre los pueblos. Villanueva de la Jara no era una excepción. Para hacer frente a los pagos, la villa había acudido a préstamos; no había ni grandes préstamos ni grandes prestamistas pero sí una suma amplia de acreedores que había arruinado a la villa. Lo llamativo eran los prestamistas, amén de algunas familias ricas de Cuenca, aparecían dos conventos, el de Santa Clara de Villanueva de la Jara y el de monjas de la orden de San Agustín de Requena, y tampoco faltaban varios labradores ricos de Quintanar del Rey.
Más allá de la naturaleza de los prestamistas, el problema era el mismo: Villanueva de la Jara llegaba a la década de 1640 con sus propios embargados, cuando lo peor de la crisis militar estaba por llegar. Al pueblo llegaban ejecutores para exigir el pago de los préstamos, obligando a la villa a una ordenación de su deuda que facilitara un gradual pago de sus deudas y su alargamiento en el tiempo. Era una bola de nieve que se agrandaba, pues los impagos iban acompañados de renegociaciones con nuevos intereses y la acumulación de pagos de los salarios de ejecutores y diligencieros que acudían a la villa.
Villanueva de la Jara como cualquier otro cabildo tenía sus gastos ordinarios para facilitar la vida en el pueblo, que ahora se veían comprometidos. A los obligados pagos a los oficios de gobierno y administración local se unían otros propios de la época, tales como pagar a los músicos que acompañaban el Santísimo Sacramento para visitar a los enfermos o el mantenimiento de fiestas de tradición antigua, como la Cruz de Mayo, en la que se hacía una procesión hasta Pozoseco y allí se daba caridad de pan, vino y queso a los pobres, todo ello pagado por el concejo jareño. Villanueva no quería renunciar al derroche de sus octavas del Corpus ni otras fiestas, y, quisiera o no, se veía obligada a gastos para la reparación de sus dos molinos y once hornos de pan.
El estado de la villa comenzaba a ser lastimoso. La torre del reloj, la que es aneja al ayuntamiento de la villa y que hacia 1500 había levantado el cantero Pedro de Oma, estaba por aquel entonces rematada por un chapitel, pero amenazaba ruina y la villa no sabía de donde sacar los seiscientos ducados para evitar que se desplomara.

Antonio Poblete un viejo de ochenta años recordaba que la villa había servido a la Corona con cinco donativos por valor de mil ducados cada uno. Hasta Villanueva de la Jara llegaba el nombre del responsable de las exacciones, Gilimón de la Mota, contador Mayor de Cuentas de Felipe IV y uno de sus más eficientes ministros.

Prestamistas del concejo de Villanueva de la Jara en 1637
  • Convento de Santa Clara de Villanueva de la Jara
  • Convento de agustinianas de Requena: 2500 ducados
  • Don Francisco Gómez de Sandoval de la orden de Santiago, como marido de doña Magdalena Román Y Ortega, vecino y regidor de la ciudad de Cuenca
  • Doña Ana de la Cadena, viuda y vecina de Cuenca
  • Melchor Granero de Heredia, vecino de Alarcón.
  • Juan de Oñate Parreño, vecino de Quintanar del Rey
  • Pascual Caíz, vecino de Quintanar
Concejo de 10 de enero1638
  • Pedro López de Tébar y don Martín Ferrer, alcaldes ordinarios
  • Andrés Clemente, Pedro González de Tébar, Jorge Gabaldón, Antonio López Cardos, el licenciado Juan de Pobletey Tébar, Gregorio García, Alonso Ruipérez, Juan Cano Carretero, don Andrés Pardo, Andrés de Jura Clemente, Alonso Cañavate, Martín Saiz, don Andrés de Alarcón Rosales, Juan ... Cardos, regidores

Gastos del concejo de Villanueva de la Jara en 1637

  1. Pago del salario del corregidor de San Clemente: 17500 mrs.
  2. Salario del alférez de la villa: 2400 mrs.
  3. Salario de 29 regidores perpetuos a 500 mrs. cada uno: 14500 mrs.
  4. Salario del alcaide de la cárcel: 14000 mrs.
  5. Salario de la persona que rige el reloj: 6000 mrs.
  6. Salario del portero del ayuntamiento: 4500 mrs.
  7. Salario del pregonero: 9000 mrs.
  8. Salario de la persona que toca el órgano: 6000 mrs.
  9. Salario del sacristán que toca las oraciones y a las ánimas del Purgatorio por las noches: 3000 mrs.
  10. Limosna al convento de San Francisco y a Nuestra Señora de las Nieves por los sermones de Cuaresma: 100 reales (3400 mrs.)
  11. Salario a los músicos de voces y chirimías, que asisten en la iglesia parroquial: 20000 mrs.
  12. Al que toca el bajón: 6000 mrs.
  13. A los músicos que tocan las chirimías para acompañar al Santísimo Sacramento para visitar a los enfermos: 6000 mrs.
  14. Por la procesión el día de la Cruz de Mayo a Nuestra Señora de Pozoseco ( a una legua de la villa) y la caridad de pan, vino y queso que se da a los pobres: 15000 mrs.
  15. Media anata de lo que procede de las rentas de la escribanía, correduría y almotacenía; la décima del año 37 y seis anteriores: 92301 mrs. (13180 mrs. al año)
  16. Salario del mayordomo de los propios: 8000 mrs.
  17. Por cada raposa que se mata en el término: 100 mrs. y de matar lobos y traer las camadas la yuda de costa. Suma todo: 200 reales (6800 mrs.)
  18. De la bula de Santa Cruzada que se lleva a Cuenca, cabeza del obispado: 6800 mrs.
  19. De la fiesta del Corpus Cristi y su octava: 20000 mrs.
  20. Del reparo de las dos casas de molinos harineros: 200 ducados (75000 mrs.)
  21. Del reparo de los once hornos existentes en la villa y aldeas de su jurisdicción: 600 ducados (225000 mrs.)
  22. Por reparar la torre del reloj, que se hunde el chapitel si no se repara en breve: 600 ducados (225000 mrs.)
  23. Del pago de las órdenes enviadas por su majestad y el corregidor y sus oficiales: cien ducados (37500 mrs.)
  24. Por llevar los soldados que su majestad reparte para los presidios, vestirlos y darles de comer hasta que llegan a la villa de San Clemente, donde se recogen las tropas que tocan al corregimiento: 100 ducados (37500mrs.)
  25. Del salario del escribano y contador por tomar las cuentas de propios: 100 reales (3400 mrs.)
  26. Por pagar los portes y llevar el dinero de las pensiones de los censos a la ciudad de Cuenca, villas de Alarcón y Requena, el Quintanar: 330 reales (11220 mrs)
  27. Papel sellado, reparos de puentes, caminos, cárcel y sala del ayuntamiento: 50 ducados (10200 mrs.)
ACHGR. PLEITOS CIVILES, C 9819-19

Sunday, May 5, 2024

Baltasar Prieto, pasajero de Indias de Villanueva de la Jara

 Con la flota de 1643, llegarán procedentes de Nueva España a Sevilla, 400 pesos dejados por Baltasar Prieto, natural de Villanueva de la Jara y fallecido en Nueva España, y puestos a disposición de sus herederos. El finado no había hecho testamento, pero tenía un hermano en Quintanar del Rey: Juan Prieto, cirujano.


Archivo General de Indias, CONTRATACION,5581,N.100

El legado de Ángela Ortiz a las carmelitas de Villanueva de la Jara

 En testamento redactado en 1615 en Perú por Ángela Ortiz, mujer de Álvaro Ruiz de Navamuel de los Ríos dice así en una de sus cláusulas:

"Yten mando a Elvira de Santangelo profesa en Villanueva de la Jara, en el convento de Santa Ana de carmelitas descalzas un cáliz de plata que está en poder de Diego Fernández Aceitun y que se le haga una cruz de plata y dos candeleros de plata y cien ducados de a once reales para un frontal y encargo se le envíen en la prmera flota"

5 de marzo de 1616, carta de poder del convento de monjas de Santa Ana de Villanueva de la Jara

Mariana de la Concepción, priora, y Francisca de San Elipe, su priora, Lucía de Santa Ana y Catalina del Espíritu Santo, clavarias.


Archivo General de Indias, CONTRATACION,325,N.4,R.3

Fray Alonso de Aguilar, dominico

 Fray de Alonso de Aguilar, natural de Villanueva de la Jara, teólogo de tercer año, embarca con 22 años a las Filipinas, junto a otros 19 dominicos, encabezados por el comisario de la orden fray Jacinto Calvo. La licencia se concede el 22 de mayo de 1625.

Archivo General de Indias, FILIPINAS,80,N.103