El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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Sunday, June 1, 2025

reclutamiento de 1552

 En 1552 hay noticias de un reclutamiento obligatorio de hombres. Iniesta aporta 28 soldados; Villanueva de la Jara necesita arcabuces para la gente con la que ha de servir

AGS, GIM LEG 48, 185 y 186


Villanueva de la Jara se querella criminalmente de Lope de Cotán y Pedro de Orduña, capitán y alférez de una de las compañías del coronel Francisco de Benavides por ciertos capítulos y agravios (año 1558)

AGS, GIM, LEG 68, 198

Friday, May 30, 2025

Galeotes, héroes y la Armada Invencible

 El capitán Toribio de Caizedo levanta una compañía de soldados en los corregimientos de las diecisiete villas y de las nueve villas (1 de enero de 1588Archivo General de Simancas, GYM,LEG,229, 108)

Se describe cómo se reclutaban los galeotes para remar en las galeras. En este caso, dos presos de San Clemente son enviados a galeras al puerto de Cartagena, pero allí no son admitidos y devueltos a la cárcel de San Clemente. Los galeotes habían sido enviados por el corregidor Pedro de Castilla, el que escribe al Consejo de Guerra para ver qué hacer con ellos es Melchor Pérez de Torres, su sucesor como corregidor. Se decide que los forzados se envíen a Málaga o Gibraltar o Puerto de Santa María, pues hace dos años que no llegan las galeras a Cartagena. sus nombres Hernando Verdejo y Esteban Bustamante (Archivo General de Simancas, GYM,LEG,225, 193, a 4 de julio de 1588)


El establecimiento del corregimiento de las 17 villas el 20 de noviembre, recordó a las villas la finalidad militar de su establecimiento: el dos de enero de 1587, las villas se reúnen y acuerdan aportar cien soldados, para responder a la petición del rey del seis de diciembre anterior. El reclutamiento se mueve en la vieja tradición: los soldados se aportarán por dos meses y la expedición correrá a costa de los propios de las villas. Pero el siete de julio de 1588, el corregidor nuevo vuelve a ofrecer los cien soldados (Archivo General de Simancas, para entonces la Armada Invencible ya había partido para Inglaterra. (GYM,LEG,225, 290, a 7 de julio de 1588). Desde el Consejo de Guerra le contestarán que únicamente se quiere saber la gente de a pie y a caballo dispuesta para la guerra (GYM,LEG,231, 318, a 17 de julio de 1588)

La junta de dos de enero, según se nos dice en otro documento, empezó a reunirse un día antes, el de Año Nuevo. Las diecisiete villas andaban muy disconformes con las levas anteriores, con molestias y vejaciones. Ahora, se decide contar con los concejos de las villas, que envían a San Clemente dos regidores procuradores. Aquella reunión de Año Nuevo de 1587 debió ser muy tensa, con el corregidor Pedro de Castilla intentando convencer a unos regidores reacios a reclutar hombres, cuyo destino para la invasión de Inglaterra seguramente desconocían (leuantar y lleuar a la gente fuese a seruir con ella a la parte que v. mag. mandase). Pedro de Castilla propondrá el modelo andaluz: soldados aportados y costeados por las villas, pero las diecisiete villas del corregimiento de San Clemente imponen un límite de soldados, cien y en una campaña limitada a dos meses; más soldados o más duración, los gastos correrán a cargo de la Corona, pues las villas están cargadas con censos. Hay que tener en cuenta que las villas, ya embarcadas en préstamos, suman en este momento nuevos censos para la compra de trigo para alimentar a su vecindario (GYM,LEG,196, 13 y 14, a 5 de enero de 1587). 

La carta que envía el corregidor Pedro de Castilla al Consejo de Guerra, con fecha 5 de enero de 1587, viene precedida por otra de dos procuradores de la junta de las villas el Año Nuevo, en la que insisten es estado lastimero de las villas por las malas cosechas y la langosta y, temerosas de la acción de capitanes foráneos en la leva, piden que sea un capitán de la zona, don Alonso Ruiz de Alarcón, el que levante la compañía de cien soldados. Por correspondencia posterior sabemos que esta compañía no estaba levantada cuando la Armada Invencible naufraga en las costas inglesas, mientras se seguían con los intentos de levantar la citada compañía.

Si el corregimiento de las diecisiete villas no participó con compañías propias en la jornada de Inglaterra y la Armada Invencible, sí que contribuyó con soldados integrados en los Tercios. Uno de ellos, es el jareño Alonso López. Y es que si hay héroe digno de recordarse es este joven. Muerto su padre y quedando viuda su madre Catalina López, el joven Alonso buscó en la aventura militar la escapatoria de un hogar familiar apenas sostenido por la ayuda de su tío Gaspar Martínez y de un pueblo azotado por el gran catarro de 1580 y las malas cosechas de 1584. Llevado por la necesidad más que por la búsqueda de gloria acabó enrolándose en el Tercio de Nápoles. Nunca pasó por su cabeza las aventuras que le tocaron vivir cuando su compañía de 124 hombres fue enrolada en 1588 para la desastrosa aventura de la mal llamada Armada Invencible; la jornada de Inglaterra es cómo comúnmente la llamaban los coetáneos. Al mando de su capitán Gonzalo Monroy, los 124 soldados fueron embarcados en el navío la Anunciada de Bertendona. Desbaratada la nave por los "elementos", el barco intentó lo imposible bordear el mas islas británicas por el norte y regresar a España. Serán su tío y su madre los que hablen por el joven Alonso López, postrado y gravemente enfermo en la cama del domicilio familiar de Villanueva de la Jara. La Anunciada había conseguido hacer escala en las costas irlandesas, desde donde se había dirigido rumbo sur hacia España, llegando al puerto de Castro Urdiales.

casa de Catalina López dónde halló al dicho Alonso López en una cama al parecer muy malo el qual ante el dicho señor alcalde dixo que él fue soldado del capitán don Gonzalo Monroy y fue con él en la jornada que su magestad mandó hacer a Ynglaterra y que desembarcó en un paraje porque su nave donde él y su capitán yban quedó perdida hacia el puerto de Yrlanda y desembarcó en Castro Urdiales donde saltó en tierra muy enfermo y ansí a vendio de en ospital en ospital de limosna hasta a esta villa

 No había nadie para recibirlos ni contar su gesta. Cada uno de los soldados supervivientes emprendió el camino hacia el hogar familiar y Alonso lo haría hacia Villanueva de la Jara. Andando varios días por Castilla, de pueblo en pueblo, auxiliado por los hospitales de las villas que le dieron alimento y limosna, Alonso llegaría como un pordiosero hambriento a su hogar familiar. No tendría tiempo para descansar, a comienzos de 1589 el corregidor del partido de San Clemente transmite a los pueblos una cédula real por la que el rey exige bajo multas de quinientos ducados que los soldados que han abandonado sus compañías tras el desastre se reincorporen a sus unidades. El único soldado que encontrará el corregidor en su partido será el joven Alonso, que manifestó estar presto, si el señor le da salud. El soldado se vio obligado a un examen médico. Los dos médicos de la villa, licenciado Anguix y doctor Bravo visitaron al médico, que declararon que el joven estaba con calenturas, con la cara y los pies hinchados y con el mal francés según el doctor Bravo, es decir, nuestro héroe había contraído la sífilis. El corregidor ordenará siguiendo instrucciones del Consejo de Guerra que el joven permaneciera en su casa tomada como cárcel hasta su restablecimiento e incorporación a su compañía.

Archivo General de Simancas, GYM,LEG,269, 94

La Corona temía un ataque de Inglaterra, como ocurriría, al ver las costas del Atlántico desguarnecidas. Las compañías de los presidios de Portugal se habían vuelto a casa y los barcos que habían sobrevivido al desastre del mes de julio estaban fondeados en los puertos del Cantábrico

Saturday, March 29, 2025

El clérigo Rodrigo Sánchez de Luna, pasajero de Indias de Villanueva de la Jara

 El 9 de julio de 1617, domingo, y en la plaza de Villanueva de la Jara, se anunciaba la muerte en Indias del presbítero Rodrigo Sánchez de Luna. Sus bienes estaban depositados en la Casa de Contratación de Sevilla y se buscaban herederos que los reclamasen. La misma requisitoria sería leída en la iglesia durante la misa mayor por el sacristán a ruego del doctor Pedro Hervías, cura propio de la villa. El clérigo Rodrigo había muerte en las Indias, en la provincia de Charcas, donde había emigrado treinta años antes, mientras que su hermano Juan Sánchez permanecía en Villanueva de la Jara ejerciendo el oficio de zapatero.

Rodrigo Sánchez de Luna había dejado sus bienes a su hermano Juan o a sus herederos. Quienes se presentarían a recoger la herencia serían los nietos de Juan: los hermanos Francisco Sánchez, Miguel Sánchez y Roque García. Eran hijos de Roque García Sánchez y de María Granera. El presbítero Rodrigo se había marchado a Indias en la segunda mitad de la década de 1580. Desde allí había enviado dinero a su hermano Juan, casado con María Herrera, unos 500 reales.

La estancia de Rodrigo Sánchez de Luna en Indias había sido corta, pues había fallecido el 13 de abril 1595 apenas ocho años después de haber embarcado a Indias. Había muerto en Copachuncho, jurisdicción del partido de Mizque, en la provincia de Charcas. El clérigo poseía bienes, una casa, en San Bernardo de Tarija, ciudad, entonces villa, fundada en 1574 por don Luis Fuentes de Vargas, apenas trece años antes de la llegada del clérigo desde Villanueva de la Jara, y en una zona que estaban plantando los primeros viñedos, muestra de la reciente repoblación. En Tarija, el núcleo de la vida de la nueva villa era el convento de San Agustín, fundado un año después de la nueva villa por frailes dominicos, destinados a la evangelización de los indios chiriguanos. El pase a Indias de Rodrigo Sánchez de Luna es deudor de la necesidad de evangelización de una zona de reciente colonización. De hecho, las casas de nuestro presbítero estaban junto al nuevo convento, así como dos solares, y poseía un pedazo de tierra junto al fundador de la villa Luis de Fuentes, que cederá a la iglesia mayor de la villa, la de la Concepción. Es más, junto a estas casas estaban en construcción otras en una villa, en la llamada calle real, que se reconocía todavía de poca vecindad. La evangelización se estaba haciendo desde la ciudad de La Plata, sede de un arzobispado y distante dos mil kilómetros. La zona estaba en pleno crecimiento económico y desarrollo demográfico por la explotación del centro minero de Potosí, a más de trescientos kilómetros. Era una tierra de oportunidades, allí hará fortuna, también, el sanclementino Pedro González Galindo. Aun no pudiendo valorar su incidencia de forma global, no cabe duda que la repatriación de capitales de estos indianos, en vida o ya difuntos, contribuyeron a un pequeño esplendor de la Mancha conquense en las dos primera décadas del siglo XVII y a mitigar las carencias de las dos últimas décadas del siglo XVI.

El clérigo Rodrigo Sánchez había llegado a Indias ya con más de cincuenta años, pues a su muerte en 1595 contaba con sesenta, arriba o abajo, y había dejado en su testamento aparte de las casas un ajuar de vestimentas de calidad, una cubertería de plata, anillos de oro y esmeraldas y algunos libros religiosos, entre ellos, los últimos decretos del Concilio de Trento. Perl el clérigo era un hombre de mundo y se había labrado su fortuna con la venta de caballos a los pobladores que llegaban a la nueva villa. algunos de los cuales no había acabado de pagar a la muerte de Rodrigo. Señales de una sociedad nueva como lo era que no había escribano alguno para dar fe del testamento del clérigo.

Rodrigo Sánchez de Luna dejará como albacea de sus bienes al vicario Juan Cano Paredes. La subasta posterior de estos bienes suponía una mengua en los bienes legados. En total, 2857 pesos y seis tomines de plata, a los que había que descontar los gastos de subastas y venta de bienes, 2231 pesos y cuatro tomines, para resultar un suma total de 626 pesos y dos tomines más los bienes en especie, pero el proceso se alargó muchos más años y la herencia, entre posturas, ejecutores, probanzas de jueces y otras cosas fue menguando hasta los 754 pesos. A la Casa de Contratación llegaron 108180 maravedíes, algo mas de la mitad, que sin costas, fletes y averías se quedaron en 453 pesos y seis tomines de a ocho y que fue a recoger en nombre de los nietos el sanclementino Fernando de Alarcón Fajardo


Probanza de testigos de julio de 1617

Martín Granero, vº de Villanueva de la Jara, 

Antonio Martínez Beltrán, vº de San Clemente

Alonos Manzano, vº de San Clemente

Alonso de Tébar, vº de Villanueva de la Jara


Archivo General de Indias, CONTRATACION,331A,N.2,R.8

Friday, March 14, 2025

El vínculo de las Escobosas

 En 1644, las Escobosas aún eran término y jurisdicción de Alarcón, aunque la propiedad de las tierras era motivo de conflictos entre los Tendero de Tarazona y los López de Tébar de Villanueva de la Jara. Las partes en conflicto eran Fernando Tendero, en nombre de su mujer Francisca de Blesa, por una parte, y doña Ana López de Tébar, viuda de Ginés González, y madre del regidor Pedro González, que a su vez estaba casado con la hermana del alcalde Pedro de Monteagudo. 

Ya Ginés González había sido regidor perpetuo de la villa de Villanueva de la Jara. Las alianzas familiares en este momento eran tendentes al mantenimiento de la riqueza familiar y su transmisión. Tales eran los matrimonios entre los Tébar y los González y, ahora, en una segunda generación, entre los Monteagudo y los González (matrimonios de Pedro Monteagudo y Pedro González con sus respectivas hermanas). Entre las personas vinculadas que dominaban, por riqueza e influencia, la vida en Villanueva de la Jara ese año de 1644, además de los susodichos: Juan Ferrer, Juan de la Osa y Llorente López de Tébar.

El contencioso venía por la heredad de las Escobosas, En 1605, antes de morir, María Granero había fundado vínculo y mayorazgo en dicha heredad a favor de su marido Ginés González, usufructuario y primer patrono de las Escobosas, si bien esto quedaba supeditado a un arreglo familiar. Se esperaba casar a una prima hermana de María Granero de Córdoba, llamada Juliana Blesa, con Alonso González, hermano de Ginés, y los hijos del matrimonio habían de heredar el mayorazgo a la muerte de Ginés González ( o a falta de estos, los hijos de Antonio de Córdoba. Ese compromiso sería roto por Ginés González, que había casado en segundas nupcias con Ana López de Tébar y que en su testamento había dejado a esta como patrona del vínculo fundado por su primera mujer.

Fernando Tendero, en el pleito que nos aparece inconcluso, demandará al hijo de Ana López de Tébar, Pedro López de Tébar, por estar administrando y beneficiándose el vinculo. 


ACHGR, C 2791-3

Creemos que el principal propietario de las Escobosas era, a finales del siglo XVI, Agustín Valera, alférez mayor de la villa y casado con Catalina Pardo. Por un censo de 1595, sabemos las propiedades de Agustín Valera, además de las casas de Villanueva de la Jara, valoradas en 1000 ducados. Estas propiedades se concentraban en las Escobosas y por las lindes sabemos de otros propietarios que allí también tenían propiedades:

  • Mil almudes de tierras trigales y cebadales, incluidos pozo, era y casa, lindantes con heredad de Ginés González, alcalde ordinario de la Jara ese año, y con tierras de Antón Martínez, vecino de Quintanar del Rey y de Garci Donate, vecino de la Jara, y de Antón Granero, vecino de Iniesta. Su valor 2500 ducados. La casa de las Escobosas era de entidad, con jaraíz, bodega, cabellerizas y aposentos.
  • Viñas, alrededor de diez mil vides, lindantes con viñas y olivar de Ginés González. Su valor 200000 mrs. (alrededor de 533 ducados). Los testigos valoran cada vil a tres cuartillos de plata.
El censo se tomará por 300 ducados al final con el bachiller Miota, un clérigo y vecino de Cuenca.
Las lindes muestran otros propietarios, los Granero y los González, que luego vemos implicados en el pleito supra. Los testigos le asignaban a Agustín Valera otros bienes por valor de dos mil ducados.

(esta última información me ha sido facilitada por Julia Toledo, de la información de testigos llevada a cabo por el alcalde ordinario Ginés González para tomar a censo de 400 ducados por Agustín Valera en 1595, del AHPCu)

Agustín Valera tuvo varios hijos: el licenciado Alonso Valera, Martín López de Valera, alférez mayor de la villa, Agustín de Valera el mozo, Juana de Tébar y Ana de Valera. Todos ellos tomarán un nuevo censo del bachiller Miota por valor de cien ducados en 26 de mayo de 1599.

¿CÓMO SE LE NEGÓ EL EJERCICIO DE LA JUSTICIA A ALARCÓN EN SU TÉRMINO?

Sobre el tema ya hemos hablado. A pesar de lo que se pueda pensar, tras el fin de la guerra del Marquesado en 1480, Alarcón mantuvo un amplio territorio al sur de Villanueva de la Jara y hasta la ribera del Júcar. El territorio jurisdiccional de Villanueva de la Jara no iba más allá del alfoz limitado de la propia villa y del territorio de las casas ocupadas por sus aldeas como Tarazona o Quintanar. El término de estas aldeas se amplió algo con las exenciones y villazgos de la década de 1560, pero Alarcón siguió conservando un amplio territorio (y no renunció al amputado).
No obstante, la intromisión de la justicia jareña en lo que consideraba "hinterland" propio fue en aumento, en la medida de que los implicados eran sus vecinos. No hemos de olvidar que, una vez que Alarcón fue perdiendo el monopolio ganadero de sus dehesas sureñas, los colonos jareños y de sus aldeas ocuparon su espacio y labraron los campos. Los conflictos, esta vez, entre los propios jareños se sucedieron por el control de la tierra o disputas de ámbito civil y penal y la justicia ordinaria comenzó a intervenir de forma regular sin esperar a los jueces de Alarcón. En los pleitos, nos aparece una nueva fórmula: "en término y jurisdicción de la villa de Alarcón, (y la justicia de Villanueva de la Jara) a prevención". Esta fórmula jurídica, usada en el antiguo derecho, venía a significar que la justicia de los alcaldes ordinarias de la Jara (o de sus aldeas) tomaban para sí un asunto competencia de otros órganos judiciales (los alcaldes de Alarcón), que a partir de ese momento dejaba de ser competentes. La motivación: los interesados o encausados eran vecinos de la Jara. Así, Villanueva de la Jara fueron, primero, extendiendo sus propiedades en tierras de Alarcón y, luego, arrogándose la privacidad de la competencia de los pleitos en ese territorio.



Friday, December 27, 2024

Gaspar Méndez de Liébana contra el concejo jareño

 El regidor Andrés Alarcón y Rosales, ese año 1645, había pasado una grave enfermedad, una angina especie de garrotillo, decía el médico de Villanueva de la Jara. Seis veces había sido sangrado. Era buena justificación para escapar de las pesquisas del receptor enviado por la Chancillería de Granada, distante cincuenta y nueve leguas, a instancia de Gaspar Méndez de Liébana. Quien no pudo recibir al receptor granadino fue el alcalde Pedro Clemente, que ese día tenía un asunto arduo. Se trataba del ajusticiamiento de dos reos condenados a pena de muerte, sin que sepamos su delito. El pueblo vivía cierta indefinición en su gobierno, con permanencia de viejas familias: Francisco de Espinosa era el otro alcalde y Martín Cañavate ocupaba la escribanía del ayuntamiento, mientras que la tenencia del oficio de alférez mayor la detentaba Agustín de Valera por esta familia. Pedro González de Tébar, Antonio López Cardos continuaba las sagas como regidores perpetuos pero nuevos nombres aparecían en el ayuntamiento, tales Martín Cañada de Toledo y otros, nuevos ricos, se consolidaban en el gobierno de la villa, era el caso de Sebastián Donate o Diego García Donate. Viejos nombres de vecinos se repetían como Giraldo de Borgoño o Juan Sáez de Pozoseco, mientras que otros llegados de fuera, como Juan de Lerma, ejercía de sombrerero ajeno a los nubarrones que se anunciaban para los negocios.

El receptor dado lo espinoso del asunto a tratar no fue bien recibido en Villanueva de la Jara, alojado en la posada de la plaza del pueblo, no había camas disponibles para él, por lo que se le derivó a la casa del procurador síndico. Ese año de 1645, pululaban por el pueblo varios recaudadores de rentas enviados desde San Clemente para soportar el esfuerzo militar de la monarquía. El receptor granadino llamado Francisco Ramírez estaría poco en el pueblo, se daría por pagado con noventa reales y se iría. No todos pagaron, Pedro Clemente alegó no poseer bienes y que todos eran de su madre Ana de Tébar. El pueblo había cerrado filas contra el licenciado Gaspar Méndez de Liébana, administrador de propios y para los vecinos un extranjero y un castillero, que por meterse donde no le llamaban había recibido lo suyo de un matón paniaguado de las élites jareñas: el mulato Francisco Leal.

Gaspar Méndez de Liébana había presentado una querella criminal contra el mulato Francisco Leal, esclavo, y sus dueños el regidor don Andrés de Alarcón Rosales y su mujer Catalina Prieto. La querella se había hecho extensiva al regidor Juan Prieto Cuadrado, don Pedro Clemente y Gregorio García, alcaldes ordinarios, Pedro Remírez, escribano del ayuntamiento, y Juan Marcilla. A todos ellos acusaba de servirse de los bienes propios del concejo en su beneficio propio y el haber chocado con ellos por intentar una administración limpia de estos bienes. Aunque la querella venía motivada por un hecho puntual: el nueve de septiembre de 1640, el hijo de Gaspar, Sebastián Ignacio había ido a comprar a la carnicería pública, allí fue injuriado por el esclavo Francisco Leal que le arrojó dos cuernos en presencia de muchos vecinos para mayor escándalo. Es más, por la noche, el esclavo se había presentado en casa de Sebastián Ignacio, armado con una carabina y con intención de matarlo. La afrenta la había ejecutado el esclavo, pero Gaspar veía detrás a los oficiales del concejo. 

Los ánimos se enconaron en el proceso sumario que se abrió después para averiguar los hechos. Uno de los testigos favorables a Gaspar, Francisco Pastor Garnica había sido insultado por Catalina Prieto y había sido golpeado por un criado de esta llamado Francisco Fino, que, con un puñal, lo había intentado matar. El asunto se había enredado, cuando fue preso Pedro Ramírez, escribano y tío de Catalina Prieto, por malversación en el arrendamiento de la escribanía del concejo. El escribano sería soltado de la cárcel por el alcalde Pedro Clemente, mientas Gaspar Méndez se veía obligado a abandonar el pueblo ante las amenazas, pues sus enemigos rezaban responsos delante de sus casas. Detrás de este vodevil se escondía un problema más grave: las necesidades financieras de la Corona para sostener la guerra exigía más recursos y había una élite, que trampeando con los bienes propios no estaba a ceder el aprovechamiento particular que los mismos hacía. Gaspar Méndez de Liébana acusaba a los oficiales querellados de haberse quedado con seis mil reales.

ACHGR, C 9875  8

Sunday, October 20, 2024

Villanueva de la Jara contra el alcalde mayor Quintano

 La llegada del alcalde mayor del partido de San Clemente, junto al escribano Bartolomé Celada, no fue bien recibida en Villanueva de la Jara el nueve de agosto de 1619. El cabildo jareño se reunió en su ayuntamiento para denunciar la intromisión de la justicia del corregimiento en un tema de denunciaciones, pues iba contra los privilegios de primera instancia de la villa. Por entonces, el cabildo se reunía en el escritorio de las casas del cabido, por hallarse el ayuntamiento en ruina. No se amilanó el alcalde que ordenó la prisión de los oficiales jareños en el edificio de su ayuntamiento. El licenciado Quintano debía ser un hombre de armas tomar, pues, enfrentado a los regidores, defendió su derecho a presidir el ayuntamiento y, enojado y en cólera, había dicho ciertas palabras injuriosas al doctor Bravo Hervías y el bachiller Ortega, abogados de la villa. El motivo de disputa era el intento de Tomás Quintano de entender en las denunciaciones contra vecinos de la Jara por daños en el campo, el intento de los regidores por hacer valer sus privilegios (defensa de la jurisdicción civil y criminal y que cualquier auto del alcalde mayor debía pasar ante el escribano del ayuntamiento jareño) fue respondido por el alcalde mayor poniendo cuatro guardas y multando a cada regidor con quinientos maravedíes y prohibiendo que se reuniese el concejo sin su licencia bajo multa de 50000 maravedíes. El concejo jareño protestaría ante la Chancillería de Granada, pero la respuesta del alcalde mayor Quintano declararía en contumacia y rebeldía a los regidores, tras comparar el valor de los privilegios y ejecutoira de la villa con el precio de cuatro caracoles. El once de mayo de 1620 la situación se agravó: el concejo intento reunirse esa tarde, lo hacía en un escritorio de la plaza, pues la sala del ayuntamiento está tan arruinada respecto de ser el edificio tan antiguo y estar con tres vigas grandes apuntalada. Los escritorios se encontraban en la parte baja del actual edificio, mientras que la sala de reuniones lo era en el primer piso, que es la que presentaba un aspecto de ruina.

Exagerado o no, los regidores jareños vieron su prisión en el ayuntamiento con temor ante el temor de que el edificio se hundiera, pues su estado era completamente ruinoso. Por esa razón fueron alojados en casa de Giraldo Borgoño, habilitada como prisión improvisada. Desde allí, los regidores fueron llamados uno por uno a la posada del alcalde mayor, que residía en la calle del licenciado Jiménez, un presbítero que no debió salir muy bien en su convivencia con el alcalde mayor. El trato que debió ser muy vejatorio, provocó la reacción del alcalde ordinario e hidalgo Juan Ferrer y del regidor Bernardo Alcocer, un anciano del que se decía que el licenciado Quintano no había respetado sus canas. La defensa de los privilegios de la villa fueron planteadas por el abogado Juan de Ortega y el doctor Bravo Hervía, pagando el primero sus haceres con la prisión junto al resto del los regidores. Las actuaciones del alcalde mayor fueron sentidas como humillación por los jareños, a su decir, una villa de más de mil vecinos, con cuatro aldeas dependientes y mucha gente principal e hidalgos, esos que faltaban el siglo de antes. Y es que Villanueva de la Jara se iba aristocratizando y cada día aceptaba menos la intervención del corregidor de San Clemente o el alcalde mayor en sus asuntos. Tan criticados como el alcalde mayor eran los escribanos Bartolomé Celada y Cristóbal Aguado, acusados de entender en todos los negocios con los derechos y aranceles correspondientes a costa de los escribanos locales.


Ayuntamiento de 3 de junio de 1620

Juan Prieto y don Juan Ferrer, alcaldes ordinarios

Martín López de Valera, alférez mayor

Pedro de Ruipérez, Ginés González, Gilardo Borgoño, Francisco de Garay, doctor Bravo, Miguel de Oñate, Martín Zomeño, Juan de la Motilla y Lucio Pardo, regidores

Testigos, 3 de junio de 1620

Miguel García Olmeda, labrador, 73 años

Juan Sánchez de Ruipérez, labrador, 52 años

Licenciado Andrés Jiménez Muñoz, presbítero, 28 años.

Domingo Jiménez, vive de su hacienda, 52 años

Pedro Montoya, hidalgo que vive de su hacienda, 62 años

Licenciado Bartolomé García, presbítero y teniente de cura de la iglesia mayor, 35 años

Juan de la Roda, hortelano y teniente de alguacil mayor, 52 años

Pedro Ramírez, escribano del número, 34 años

Juan Martínez, residente en Villanueva, clérigo. 29 años

Elvira Cana, soltera, 50 años

Andrés García Valera, maestro de sastre, 64 años

Gaspar Prieto, notario y familiar del Santo Oficio, 40 años

Martín Ferrer, hidalgo que vive de su hacienda. 58 años

Andrés Hernández, alguacil. 60 años


García de Buedo, escribano del ayuntamiento e hidalgo

Licenciado Juan de Ortega, abogado de la villa


ACHGR, PLEITOS, C 9583-37


Tuesday, July 9, 2024

LAS DEUDAS DE VILLANUEVA DE LA JARA EN 1639

 

En 1639, las arcas municipales de Villanueva de la Jara estaban exhaustas y sus bienes propios embargados. El esfuerzo militar de la monarquía de los austrias se traducía en constantes donativos y una presión fiscal constante sobre los pueblos. Villanueva de la Jara no era una excepción. Para hacer frente a los pagos, la villa había acudido a préstamos; no había ni grandes préstamos ni grandes prestamistas pero sí una suma amplia de acreedores que había arruinado a la villa. Lo llamativo eran los prestamistas, amén de algunas familias ricas de Cuenca, aparecían dos conventos, el de Santa Clara de Villanueva de la Jara y el de monjas de la orden de San Agustín de Requena, y tampoco faltaban varios labradores ricos de Quintanar del Rey.
Más allá de la naturaleza de los prestamistas, el problema era el mismo: Villanueva de la Jara llegaba a la década de 1640 con sus propios embargados, cuando lo peor de la crisis militar estaba por llegar. Al pueblo llegaban ejecutores para exigir el pago de los préstamos, obligando a la villa a una ordenación de su deuda que facilitara un gradual pago de sus deudas y su alargamiento en el tiempo. Era una bola de nieve que se agrandaba, pues los impagos iban acompañados de renegociaciones con nuevos intereses y la acumulación de pagos de los salarios de ejecutores y diligencieros que acudían a la villa.
Villanueva de la Jara como cualquier otro cabildo tenía sus gastos ordinarios para facilitar la vida en el pueblo, que ahora se veían comprometidos. A los obligados pagos a los oficios de gobierno y administración local se unían otros propios de la época, tales como pagar a los músicos que acompañaban el Santísimo Sacramento para visitar a los enfermos o el mantenimiento de fiestas de tradición antigua, como la Cruz de Mayo, en la que se hacía una procesión hasta Pozoseco y allí se daba caridad de pan, vino y queso a los pobres, todo ello pagado por el concejo jareño. Villanueva no quería renunciar al derroche de sus octavas del Corpus ni otras fiestas, y, quisiera o no, se veía obligada a gastos para la reparación de sus dos molinos y once hornos de pan.
El estado de la villa comenzaba a ser lastimoso. La torre del reloj, la que es aneja al ayuntamiento de la villa y que hacia 1500 había levantado el cantero Pedro de Oma, estaba por aquel entonces rematada por un chapitel, pero amenazaba ruina y la villa no sabía de donde sacar los seiscientos ducados para evitar que se desplomara.

Antonio Poblete un viejo de ochenta años recordaba que la villa había servido a la Corona con cinco donativos por valor de mil ducados cada uno. Hasta Villanueva de la Jara llegaba el nombre del responsable de las exacciones, Gilimón de la Mota, contador Mayor de Cuentas de Felipe IV y uno de sus más eficientes ministros.

Prestamistas del concejo de Villanueva de la Jara en 1637
  • Convento de Santa Clara de Villanueva de la Jara
  • Convento de agustinianas de Requena: 2500 ducados
  • Don Francisco Gómez de Sandoval de la orden de Santiago, como marido de doña Magdalena Román Y Ortega, vecino y regidor de la ciudad de Cuenca
  • Doña Ana de la Cadena, viuda y vecina de Cuenca
  • Melchor Granero de Heredia, vecino de Alarcón.
  • Juan de Oñate Parreño, vecino de Quintanar del Rey
  • Pascual Caíz, vecino de Quintanar
Concejo de 10 de enero1638
  • Pedro López de Tébar y don Martín Ferrer, alcaldes ordinarios
  • Andrés Clemente, Pedro González de Tébar, Jorge Gabaldón, Antonio López Cardos, el licenciado Juan de Pobletey Tébar, Gregorio García, Alonso Ruipérez, Juan Cano Carretero, don Andrés Pardo, Andrés de Jura Clemente, Alonso Cañavate, Martín Saiz, don Andrés de Alarcón Rosales, Juan ... Cardos, regidores

Gastos del concejo de Villanueva de la Jara en 1637

  1. Pago del salario del corregidor de San Clemente: 17500 mrs.
  2. Salario del alférez de la villa: 2400 mrs.
  3. Salario de 29 regidores perpetuos a 500 mrs. cada uno: 14500 mrs.
  4. Salario del alcaide de la cárcel: 14000 mrs.
  5. Salario de la persona que rige el reloj: 6000 mrs.
  6. Salario del portero del ayuntamiento: 4500 mrs.
  7. Salario del pregonero: 9000 mrs.
  8. Salario de la persona que toca el órgano: 6000 mrs.
  9. Salario del sacristán que toca las oraciones y a las ánimas del Purgatorio por las noches: 3000 mrs.
  10. Limosna al convento de San Francisco y a Nuestra Señora de las Nieves por los sermones de Cuaresma: 100 reales (3400 mrs.)
  11. Salario a los músicos de voces y chirimías, que asisten en la iglesia parroquial: 20000 mrs.
  12. Al que toca el bajón: 6000 mrs.
  13. A los músicos que tocan las chirimías para acompañar al Santísimo Sacramento para visitar a los enfermos: 6000 mrs.
  14. Por la procesión el día de la Cruz de Mayo a Nuestra Señora de Pozoseco ( a una legua de la villa) y la caridad de pan, vino y queso que se da a los pobres: 15000 mrs.
  15. Media anata de lo que procede de las rentas de la escribanía, correduría y almotacenía; la décima del año 37 y seis anteriores: 92301 mrs. (13180 mrs. al año)
  16. Salario del mayordomo de los propios: 8000 mrs.
  17. Por cada raposa que se mata en el término: 100 mrs. y de matar lobos y traer las camadas la yuda de costa. Suma todo: 200 reales (6800 mrs.)
  18. De la bula de Santa Cruzada que se lleva a Cuenca, cabeza del obispado: 6800 mrs.
  19. De la fiesta del Corpus Cristi y su octava: 20000 mrs.
  20. Del reparo de las dos casas de molinos harineros: 200 ducados (75000 mrs.)
  21. Del reparo de los once hornos existentes en la villa y aldeas de su jurisdicción: 600 ducados (225000 mrs.)
  22. Por reparar la torre del reloj, que se hunde el chapitel si no se repara en breve: 600 ducados (225000 mrs.)
  23. Del pago de las órdenes enviadas por su majestad y el corregidor y sus oficiales: cien ducados (37500 mrs.)
  24. Por llevar los soldados que su majestad reparte para los presidios, vestirlos y darles de comer hasta que llegan a la villa de San Clemente, donde se recogen las tropas que tocan al corregimiento: 100 ducados (37500mrs.)
  25. Del salario del escribano y contador por tomar las cuentas de propios: 100 reales (3400 mrs.)
  26. Por pagar los portes y llevar el dinero de las pensiones de los censos a la ciudad de Cuenca, villas de Alarcón y Requena, el Quintanar: 330 reales (11220 mrs)
  27. Papel sellado, reparos de puentes, caminos, cárcel y sala del ayuntamiento: 50 ducados (10200 mrs.)
ACHGR. PLEITOS CIVILES, C 9819-19

Sunday, May 5, 2024

Baltasar Prieto, pasajero de Indias de Villanueva de la Jara

 Con la flota de 1643, llegarán procedentes de Nueva España a Sevilla, 400 pesos dejados por Baltasar Prieto, natural de Villanueva de la Jara y fallecido en Nueva España, y puestos a disposición de sus herederos. El finado no había hecho testamento, pero tenía un hermano en Quintanar del Rey: Juan Prieto, cirujano.


Archivo General de Indias, CONTRATACION,5581,N.100

El legado de Ángela Ortiz a las carmelitas de Villanueva de la Jara

 En testamento redactado en 1615 en Perú por Ángela Ortiz, mujer de Álvaro Ruiz de Navamuel de los Ríos dice así en una de sus cláusulas:

"Yten mando a Elvira de Santangelo profesa en Villanueva de la Jara, en el convento de Santa Ana de carmelitas descalzas un cáliz de plata que está en poder de Diego Fernández Aceitun y que se le haga una cruz de plata y dos candeleros de plata y cien ducados de a once reales para un frontal y encargo se le envíen en la prmera flota"

5 de marzo de 1616, carta de poder del convento de monjas de Santa Ana de Villanueva de la Jara

Mariana de la Concepción, priora, y Francisca de San Elipe, su priora, Lucía de Santa Ana y Catalina del Espíritu Santo, clavarias.


Archivo General de Indias, CONTRATACION,325,N.4,R.3

Fray Alonso de Aguilar, dominico

 Fray de Alonso de Aguilar, natural de Villanueva de la Jara, teólogo de tercer año, embarca con 22 años a las Filipinas, junto a otros 19 dominicos, encabezados por el comisario de la orden fray Jacinto Calvo. La licencia se concede el 22 de mayo de 1625.

Archivo General de Indias, FILIPINAS,80,N.103

Sunday, March 3, 2024

JOSÉ DE HARO CASTAÑEDA Y FERRER

 

GENEALOGÍA DE DON JOSÉ DE HARO CASTAÑEDA Y FERRER (bautizado el 5 de mayo de 1666 en Villanueva de la Jara)

PADRES

Antonio de Haro y Castañeda, vecino de Chinchilla, y Ana Isidora Ferrer, natural de Villanueva de la Jara

TÍAS POR PARTE DE PADRE

Francisca de Haro (madre de Fernando Antonio Núñez y Robres, caballero de la orden de Montesa) y Magdalena de Haro (madre de Marcos Enríquez, caballero de la orden de Montesa)

ABUELOS PATERNOS

Diego López de Haro y María Castañeda, naturales de Alarcón, y residentes en Motilla

ABUELOS MATERNOS

Juan Ferrer, natural de Villanueva de la Jara, y Francisca Rosillo Ruiz de Alarcón, natural de Palomares de Campo (hija de Gaspar Rosillo, natural de San Clemente y sobrina de Francisco de Alarcón, obispo de Pamplona y Córdoba, del linaje de los señores de Valera de Arriba)

Partida de Bautismo de Juan Ferrer

Villanueva de la Jara, 27 de febrero de 1587, hijo de Martín Ferrer y Ana de la Osa

En la iglesia de Santa María de Alarcón se encontraban los libros sacramentales del resto de iglesias de la villa de Alarcón: Santísima Trinidad, San Juan, Santo Domingo, Santiago y la propia iglesia de Santa María. Los libros habían sido trasladados allí desde el resto de iglesias. En 1654, la iglesia de la Santísima Trinidad sufre un incendio en el que se pierden los libros de Bautismo. El incendio afecta a la sacristía y archivo parroquial.

Diego López de Haro había sido bautizado en la parroquia de la Trinidad, donde se bautizaban los hombres principales de Alarcón; los bautizados en esta iglesia tenían el privilegio de antelación para las becas del Colegio de Cuenca del Monte Olivete de Salamanca. Don Diego de Haro vivía en la calle de los Caballeros, perteneciente a la parroquia de Santa María; los Haro tenían en la puerta de su casa y los cuartos de las mismas, sus armas en los escudos. Los Haro de Alarcón tenían su enterramiento ("sepultura sumptuosa") en el presbiterio de la iglesia de San Juan


Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_MONTESA,Exp.243

La Memoria de Pedro de Montagudo

 El vínculo fundado por Pedro de Monteagudo en Villanueva de la Jara lo conocemos por el pleito entre Juan de Alarcón Prieto y Cristóbal de Alarcón en 1664. Aunque el pleito, que ya venía con otro descendiente de Pedro Monteagudo y del mismo nombre en 1660. 

Pedro Monteagudo era el cuarto abuelo de Juan de Alarcón y, aunque el pleito venía por una heredad en la vega y unas casas, el hecho de que cincuenta hombres estuvieran recogiendo la cosecha de Juan de Alarcón en 1670 da testimonio de la envergadura de la hacienda. El mayorazgo había sido fundado por Pedro de Monteagudo y Catalina Ruipérez; pero, ¿existía tal mayorazgo? En realidad, de los bienes vinculados ahora en litigio estaba en una memoria y obra pía de hacía más de cien años  fundada por Catalina Ruipérez, sobre los que se pretendía fundación de mayorazgo por una escritura de 22 de junio de 1559 y que eran capítulos matrimoniales al casar la hija de los fundadores de la memoria, Catalina Monteagudo con do Diego Flórez Carrillo, vecino de Cuenca. A dicha memoria se aplicarían en 1572 las casas de morada en Villanueva de la Jara, en las llamadas cuatro calles, lindantes con otras de Pedro López de Tébar, así como una huerta en la vega de la villa. Los bienes estaban cargados con censo enfitéutico de 20 ducados.


Archivo Histórico Nacional, CONSEJOS,23836,Exp.4

Monday, December 25, 2023

LOS CLEMENTE Y EL CONVENTO FRANCISCANO DE VILLANUEVA DE LA JARA

 Capillas en el convento de San Francisco del Nombre de Jesús en Villanueva de la Jara, sitas en el crucero

  • Capilla de San Julián, obispo de Cuenca. Afecta al vínculo fundado por el licenciado Dionisio Clemente. Dos retablos de madera dorada.  Uno de San Juliá y otro del Ángel de la Guarda
  • Capilla de Santo Tomás apóstol. Afecta al vínculo fundado por el licenciado Tomás Clemente. Hay dos retablos de madera dorada. Uno es de Santa Silveria y el otro de Santo Tomás
Sobre los retablos de Santo Tomás y San Julián están los escudos con las armas familiares: a mano derecha de dicho escudo hay una escuadra y debajo de ella una pera y sobre esta dos estrellas. Y a la mano izquierda un pino con dos ardas en su tronco y dos perros siguiéndolas, cuyo escudo está cubierto de un morrión mirando a la derecha.

Asimismo se reconoció que en el altar de Santa Silveria está una urna dorada con cristales y dentro los huesos de dicha santa.

Clemente de Arostegui y Herrera y Calomarde, Antonio José

Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_SANTIAGO,Exp.1980

Sunday, November 26, 2023

Villanueva de la Jara en 1639: una villa apretada y afligida

 En 1639, Villanueva de la Jara seguía el mismo camino que el resto de villas del corregimiento de San Clemente: el de quiebra de su hacienda municipal y el de la ruina económica de la propia villa. Los prohombres de su ayuntamiento, con apellidos que marcarán el devenir del pueblo en el siglo XVII (López de Tébar, Ferrer, Clemente, Ruipérez o Cañavate), reconocían que las deudas de la villa ascendían a 16000 ducados y que los prestamistas tenían su vecindad en Cuenca, Requena y Quintanar del Rey. Lo que no se decía era la vinculación familiar y comunidad de intereses de los miembros del concejo con esos prestamistas.

El origen de la ruina estaba fuera, en las necesidades militares de la Corona, y el reclutamiento, esta vez forzado, de hombres y recaudación de dineros para la llamada dotación de presidios. Los presidios eran plazas fuertes, donde se ubicaban soldados, que como arietes, ahora defensivos de la amplia geografía del imperio español en Europa, mantenían a salvo España del enemigo exterior. Las tornas habían cambiado para el todopoderoso Imperio y ahora se temía por la llegada de la guerra al suelo patrio. Ya en 1598 se había formado una milicia general de Reino, un primer y potencial ejército peninsular que debía defender con miles de hombres, reclutados en cualquier momento, el territorio peninsular de los ataques extranjeros. Aunque en el primer tercio del siglo XVII, la preocupación estuvo en la costa mediterránea y los ataques berberiscos, en la década de los treinta se decidió apuntalar los presidios africanos con nuevos hombres y, poco después, ante el peligro francés, se buscaron nuevos destinos para los reclutas en Huesca y el norte de Cataluña o plazas como Fuenterrabía, eso que hoy llaman Hondarribi, y que, entonces, se hizo famosa el año 1637, por un reclutamiento en toda Castilla de hombres para levantar el cerco francés. Si alguna vez ha existido un sentimiento patrio de España fue en aquella ocasión, especialmente después de la victoria contra los franceses, bien es verdad, que los soldados reclutados no sabían que, tras ser embarcados en Cartagena, su destino era Vascongadas. De estos reclutamientos tendremos ocasión de hablar, pues fueron muy crueles: jugaban las rencillas para deshacerse de vecinos del pueblo no queridos o poco asentados, junto a foráneos y gente rahez. La tragedia es que el común no llegó a ver que los próximos reclutas serían los labradores mientras araban sus campos.
Pero hasta que llegó el cataclismo de la década de los cuarenta y la guerra catalana, los hombres y los pueblos vivían ajenos a un futuro catastrófico que se avecinaba. Villanueva de la Jara no era diferente a otros pueblos. Una minoría enriquecida se estaba haciendo con el poder. El acaparamiento de tierras iba acompañado de su participación en los proyectos monárquicos que exigían cada vez más dinero. La Corona vendía todo, y ese todo era lo que los pueblos habían tenido como propio. Lo compraban las élites del pueblo: la almotacenía o correduría (pues estos impuestos municipales iban a sus bolsillos, en gran parte) o el oficio concejil de alguacil mayor, y pagaban los vecinos con nuevas sisas y repartimientos de tributos. Es ahora, cuando las viejas familias, que han adquirido una proyección regional, así los López de Tébar con enlaces familiares con los Ferrer en Requena, los Ruipérez presentes en las viejas aldeas jareñas de Tarazona y Quintanar o los Clemente, que de las aldeas dan el salto a Cuenca, adquieren esa notoriedad que ya no han abandonado hasta el presente. Su ascenso social va parejo a la ruina de los pueblos.

Villanueva de la Jara para hacer frente a sus deudas tuvo que consignar bienes y rentas para pagarlas en virtud de un decreto de 13 de octubre de 1636. Se decía que el concejo de la villa estaba muy apretado y de día en día se iba apretando más y sus oficiales estaban afligidos por no tener ni un real con que pagar. Era tal la presión de los acreedores, que la villa pedía que los pagos se graduaran en el tiempo para hacerlos efectivos y se nombrara un administrador para llevar las cuentas del concejo. Los gastos se habían multiplicado en los últimos años: la compra del privilegio de almotacenía y correduría había supuesto dos mil trescientos ducados, mientras que los donativos otorgados a la Corona ascendían a cinco mil ducados. En esta situación, Villanueva pidió una consolidación de su deuda, es decir, una graduación en los pagos y el nombramiento de un administrador que evitara las vejaciones y constantes gastos añadidos que le suponía el envío constante de ejecutores por los acreedores.

Entre los dineros tomados prestados a censo estaba un censo de 2500 ducados tomados en Requena al convento de monjas de la recolección de San José de la orden de San Agustín. Otros censualistas eran el convento de monjas de Santa Clara de Villanueva de la Jara, don Francisco Gómez de Sandoval, caballero de Santiago, como marido de doña María Román y Ortega, vecinos de Cuenca y regidor, doña Ana de la Cadena, viuda y vecina de Cuenca, don Melchor Granero de Heredia, vecino de Alarcón, Juan de Oñate Parreño, vecino de Quintanar del Rey, y Pascual Caiz, vecino de Quinatanar y de Villanueva de la Jara.

GASTOS ANUALES DEL CONCEJO DE VILLANUEVA DE LA JARA en 1637
  • Salario del corregidor de San Clemente: 17500 maravedíes
  • Salario del oficio de alférez mayor de la villa: 2500 mrs.
  • Salario de veintinueve regidores perpetuos a 500 maravedíes cada uno: 14500 mrs.
  • Salario de alcaide de la cárcel: 14000 mrs.
  • Salario de la persona que rige el reloj: 6000 mrs.
  • Salario del portero del ayuntamiento: 4500 mrs.
  • Salario del pregonero: 9000 mrs.
  • Salario del organista: 6000 mrs.
  • Salario del sacristán que toca las oraciones y a las ánimas del Purgatorio de noche: 3000 mrs.
  • Limosna que se da cada año a los conventos de San Francisco y de Nuestra Señora de las Nieves por los sermones de Cuaresma: cien reales (3400 mrs.)
  • Salario a los músicos de voces y chirimías que asisten a la iglesia parroquial de la dicha villa: 20000 mrs.
  • Salario del que toca el "uajín": 6000 mrs.
  • A los músicos que asisten con chirimías y van tocando delante del Santísimo Sacramento cuando se lleva a los enfermos: 6000 mrs.
  • Para la procesión del día de la Cruz de mayo hasta Nuestra Señora de Pozoseco, a una legua de Villanueva, y del pan, vino y queso que se da a los pobres: 15000 mrs.
  • La media anata de lo que procede en cada un año de las rentas de la escribanía, de la correduría y de la almotacenía del año 1637, se mando cobrar la décima del dicho año, y los seis antecedentes: 92301 mrs., 13180 mrs. al año
  • El salario del mayordomo de los propios: 8000 mrs.
  • Por cada raposa que se mata, 100 mrs. y de los lobos que se traen muertos, de ayuda de costa y por recoger la camada de los lobeznos: 200 reales (6800 mrs.)
  • De llevar la recaudación de la bula de la cruzada hasta la ciudad de Cuenca: 200 reales (6800 mrs.)
  • Gastos de la fiesta del Santísimo Sacramento del Corpus Christi y su octava: 20000 mrs.
  • De los gastos necesarios para reparar las dos casas de molinos: 200 ducados (75000 mrs)
  • De los gastos necesarios para reparar los once hornos en la villa y lugares de su jurisdicción, algunos de ellos hundidos: 600 ducados (225000 mrs.)
  • De los gastos necesarios para reparar la torre que tiene un reloj, con riesgo de hundimiento del chapitel: 600 ducados (225000 mrs.). Según algún testigo, los gastos podían llegar a mil ducados
  • Por los gastos de despachos para la guerra y otros ordinarios enviados por el corregidor de San Clemente: 100 ducados (37500 mrs.)
  • Por llevar los soldados de presidios a la villa de San Clemente y vestirlos y darles de comer hasta que parten de San Clemente: cien ducados (37500 mrs.)
  • Salarios del escribano y contador por tomar las cuentas de propios: 3400 mrs.
  • Del pago de las pensiones de los censos y llevar los dineros a Alarcón, Cuenca, Requena y Quintanar: 330 reales (11220 mrs.)
  • Gastos de papel sellado: 10200 mrs.
  • Reparación de la cárcel, sala del concejo, puentes y caminos: 50 ducados (18750 mrs.)

Ayuntamiento de Villanueva de la Jara de 10 de enero de 1638

Pedro López de Tébar y don Martín Ferrer, alcaldes ordinarios
Andrés Clemente, Pedro González de Tébar, Jorge Gabaldón, Antonio López Cardos, el licenciado Juan de Poblete y Tébar, Gregorio García, Alonso de Ruipérez, Juan Cano Carretero, don Andrés Pardo, Andrés de Gura Clemente, Pedro Monteagudo Cañavate, Alonso Cañavate, Martín Saiz, don Andrés de Alarcón Rosales, Juan Prieto y Juan Ortín Cardos

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, PLEITOS CIVILES, C-9819-19

Saturday, November 4, 2023

Monteagudos y Flores (los)

 Catalina de Monteagudo era viuda de Diego Flores Carrillo. Diego Procedía del lugar de Olmedilla de Eliz, era hijo de Juan Flores y Catalina Carrillo. El abuelo Diego Flores procedía del lugar de Zarzuela, con fama de rico y doce manadas de ganados, había casado dos veces, la primera con Francisca Enríquez y la segunda con Beatriz Carrillo. Del padre Juan Flores se conocía que había muerto de un saetazo en Olmedilla. 

Del abuelo Diego Flores tenía un hermano, Jorge Flores, que vivía en Torrecillas, con fama de rico. Un hermano del padre, Juan Flores, llamado también Jorge, al parecer había ganado ejecutoria de hidalguía en Zarzuela.


ENTRE LA MANCHA Y LA ALCARRIA: LOS CARRILLO
El apellido Carrillo llega al sur de Cuenca de la mano de los Ruiz de Alarcón, cuando Martín Ruiz de Alarcón, señor de Valverde, Talayuelas y las Veguillas, casa con María Alonso Carrillo, hija de Gómez Carrillo y Urraca Albornoz. Sabemos de un Hernán Carrillo que vende los molinos Nuevos al señor de Minaya Rodrigo Pacheco en 1453 y que a continuación fija su residencia en Olmedilla de Éliz junto a su mujer María Torquemada.
Nos interesa especialmente esta vinculación entre la Mancha y la Alcarria. Consideramos que este asentamiento de los Carrillo en Olmedilla de Éliz supone la ocupación de nuevo de un lugar que había quedado despoblado en los umbrales del siglo XIV al XV. Es más, tenemos conocimiento de asentamiento de nuevos pobladores en Olmedilla, desde el lugar de Arrancacepas en la mitad del siglo XV. Poblamiento un tanto salvaje con hombres de Arrancacepas raptando mujeres en pueblos vecinos para formar nuevas familias en Olmedilla de Éliz. Este poblamiento desde Arrancacepas también se dio en el lugar de Castillo de Albaráñez, aunque aquí se retrasó a la época posterior a 1480, cuando acabó la guerra. El impulsor del nuevo poblamiento de Castillo de Albaráñez sería la familia Moreno, declarados isabelinos, sexmeros y luchadores contra las injerencias nobiliarias en la zona.
El caso es que Olmedilla de Éliz prometía ser finca de una rama familiar de los Carrillo, pero algo se torció en los años finales del siglo XV. La falta de sucesión masculina debió contribuir a ello, pues que Catalina Carrillo casa con Juan Flores hacia 1500. La llegada de los Flores a Olmedilla de Éliz supone al aparición de un nuevo apellido, procedente de un lugar próximo de Cuenca, la aldea de Zarzuela (y asentado también en Torrecillas). Los Flores eran grandes poseedores de ganados, olvidando pronto el lugar de Olmedilla para establecer su residencia en Cuenca; contribuye a este hecho otro accidental: la muerte de Juan Carrillo de un saetazo en Olmedilla, en oscuras circunstancias. El hijo de Juan, Diego Flores será preso del infortunio. Un primer enlace matrimonial con los Enríquez fracasa por la muerte de su mujer Francisca; el segundo matrimonio será con Catalina de Monteagudo, de Villanueva de la Jara, otra familia que extinguirá el apellido por falta de varón y dilapidará la fortuna en fundaciones conventuales en Villanueva de la Jara. Entretanto el apellido Carrillo, se establecerá de nuevo en el señorío de Valera de Yuso vía matrimonial con los Inestrosa, pero de nuevo desaparecerá a comienzos del siglo XVII, no sin haber dejado antes otra fundación conventual: la carmelita descalza a cargo de Luisa Carrillo, auténtica fundadora de las carmelitas en Valera, más que la venerable so Ana de San Agustín.
Idas y venidas entre la Mancha y la Alcarria que no llegan a consolidar alianzas que se traduzcan en la forja de grandes patrimonios. Y unos apuntes para completar algún día


ACHGR, HIDALGUÍAS, SIGN. ANT. 301-84-10

Wednesday, November 1, 2023

Ferrer de Plegamans (Requena y Villanueva de la Jara)

 Basta que una genealogía sea suficientemente completa y exhaustiva para tener dudas de ella. La genealogía de Pedro y Martín Ferrer, presentes en Villanueva de la Jara a comienzos de siglo XVII, lo era y se remontaba hasta los orígenes de la familia en Tarragona, tal como acudieron a la justicia el año 1609.

Martín y Pedro Ferrer eran hijos de Pedro Ferrer el mayor y Ana López, a su vez hijo de Martín Ferrer y Juana Martínez Pedrón. Este Martín Ferrer era hijo de otro Pedro Ferrer e Isabel López. Todos ellos eran naturales de Requena, pero, a partir de aquí, había que buscar los ascendientes fuera de esta localidad. El ultimo Pedro Ferrer citado era hijo de Juan Ferrer y Elvira de Pedrón y nieto de Antonio Juan Ferrer y Beatriz de Plegamans

Antonio Juan Ferrer procedía de la casa solar y castillo fuerte llamada de Rausel en el Campo de Tarragona, Su hijo Juan había abandonado la casa solar por "ciertos bandos y pesadumbres" y se había ido a vivir a la villa de Siete Aguas, en el Reino de Valencia, donde se había casado con la mencionada Elvira de Pedrón. Eran conocidos por entonces como los "ferreres del Rausel". Este Juan había huido de Tarragona por estar inculpado en la muerte de un caballero. 

Según los testigos la casa fuerte del Rausel destacaba por su prestancia. Hacia 1609 era señor Jusepe Ferrer de Luna y Plegamans "en la antigüedad de la traza del castillo fuerte y torreonado del Rausel, el qual era de los de más ostentación de toda la tierra y además de estar dentro y fuera rodeado de escudos de amas antiquísimas, la dicha casa estaba dentro muy llena de despoxos como eran paveses, adargas, armaduras de cauallos, ballestas antiguas, todo con la traça de los tiempos antiguos de la conquista y avía oydo decir este dicho testigo y visto en papeles antiguos del dicho castillo cómo avía sido cerca de quinientos años a por uno de los condes de Barcelona en ocasión de la guerra y sitio de Bauço a uno de los antecesores del dicho señor de Rausel que lo era sin averse nunca vendido, alienado ni traspasado". "Y que quando se había traído la reliquia santa del braço de Santa Tecla de Armenia a la dicha cibdad que debía de auer trecientos años fueron los señores del dicho Rausel de los caualleros que más se señalaron y avían onrrado en la dicha xornada". Los Ferrer se jactaban de su hidalguía mostrando las armas de su escudo familiar en sus casas principales: "y avían traído sus armas en sus reposteros y portadas de sus casas que eran unas herraduras y unas rosas". La familia intentaba mantener la vieja tradición militar. Así, el último de la saga, el licenciado Pedro Ferrer, nombrado capitán para "la xente de guerra que se avía hecho para el rebato de los moriscos", coincidiendo con su expulsión el año 1609.

Hacia 1595, tanto Pedro Ferrer el viejo como su hijo Pedro entran en conflicto con el concejo de Requena. Ese año, Martín Ferrer ya estaba afincado en Villanueva de la Jara, donde había casado en segundas nupcias. Los conflictos de los "ferreres" en Requena habían sucedido al intentar acceder a los oficios concejiles, alegando el derecho de los hidalgos a ocupar la mitad de los oficios. Pedro Ferrer, padre e hijo fueron incapaces de presentar ejecutoria de hidalguía, y es de pensar que los conflictos con el concejo de Requena les llevará a asentar su morada en Villanueva. Pedro el viejo había casado dos veces; la primera, con Ana López de Tébar (la hermana del capitán Llorente López de Tébar e hija de un regidor y familiar del Santo Oficio del mismo nombre), hacia 1555, de cuyo matrimonio había nacido Martín y el licenciado Pedro, y la segunda vez, con Ana Carrillo, de cuyo matrimonio habían nacido Pedro Ferrer Carrillo y Ana Ferrer Carrillo. Su hijo Martín había ido a casarse en Villanueva de la Jara hacia 1583, pero habiendo enviudado había vuelto a Requena. Posteriormente casaría por segunda vez, volviendo a Villanueva de la Jara. Su hermano Pedro se había casado en 1595 en Valencia con Catalina Pedrón de la Cárcel (1), probablemente después de entrar en colisión con el concejo de Requena por  la hidalguía, aunque un tiempo después se había asentado en Requena. La presencia de los Ferrer en Villanueva de la Jara es anterior, pues ya el padre en su primer matrimonio con una mujer en Cuenca y se había asentado en un primer momento en esa villa antes de volver a Requena. Esa primera mujer era una de las mujeres más ricas y de los linajes más principales de Villanueva de la Jara: Ana López de Tébar. Los López de Tébar, uno de los pilares de la república pechera de Villanueva de la Jara, olvidaba la vieja constitución que declaraba a la villa como enemiga de hidalgos para abrir la puerta a las ambiciones familiares del ennoblecimiento. El matrimonio había vuelto luego a Requena hasta que Pedro el viejo enviudó. Del matrimonio habían nacido Martín y el licenciado Pedro. Martín había casado dos veces, ambas en Villanueva de la Jara. Uno de estos matrimonios es con Ana de la Osa, según las investigaciones de Julia Toledo Y Sebastián Hernández. La primera hacia 1583 y la segunda hacia 1600. Tras el primer matrimonio había vuelto con su mujer a Requena, pero con el segundo había fijado su residencia en Villanueva de la Jara, aunque no abandonó la vecindad en Requena, donde pasaba gran parte del años al cuidado de sus numerosos ganados. Su hermano Pedro había casado en Valencia para volver a instalarse en Requena.

Entre Requena y Villanueva de la Jara, distantes trece leguas, se movían los Ferrer. Requena era una villa que apenas si llegaba a los mil vecinos, mientras que Villanueva de la Jara rondaba los mil cien, es decir ambas villas se movían en torno a los cinco mil habitantes. A pesar de lo cual, de Requena se decía que "era lugar corto adonde todo se sabía". Los Ferrer buscaban consolidar la riqueza en este mundo donde nada era ajeno y se sabía de la hacienda de los López de Tébar en Villanueva y también buscaban el reconocimiento social. En Requena ejercían como familiares del Santo Oficio del Tribunal de Cuenca (oficio que también desempeñaría Martín Ferrer en Villanueva y que ya había desempeñado el suegro de su padre, Llorente López de Tébar), un paso previo en su reconocimiento de hidalguía. Para conseguir la ejecutoria, jugaban con la confusión de vecindades. Si el concejo de Requena se oponía al reconocimiento de su hidalguía, en Villanueva, ahora el ambiente era más favorable por el interés particular de algunas familias de ver ese mismo reconocimiento. Los estudios de Julia Toledo y Sebastián Hernández sobre la familia jareña de los Saiz de Pozoseco nos describen un entramado de alianzas familiares, que hacen recaer gran parte de la fortuna de esta familia, a la que conocemos de tiempos de la guerra del Marquesado, en otra familia jareña no menos antigua los López de Tébar, y el posterior ennoblecimiento de estos viejos linajes pecheros con los Ferrer de Requena. Es un caso similar a los Clemente, o al menos lo creemos a día de hoy, a los que tenemos por pecheros y que buscarán el reconocimiento personal y la hidalguía con la alianza familiar con una familia vasca: los Arostegui, presentes en Villanueva de la Jara desde el segundo tercio del siglo XVI. Los Clemente habían consolidado su riqueza con alianzas de sangre y económica con los Villanueva y Carrasco de Albacete y buscado su reconocimiento social con el apoyo a la obra franciscana en la Jara y la reserva de dos capillas del convento de los frailes menores a la familia.

El caso de Martín era curioso. Casó dos veces y las dos en Villanueva de la Jara. Desconocemos quién fue la primera mujer, con la que vivió diez años en Villanueva, pero sí sabemos que viudo, volvió a casar en segundas nupcias con Ana de la Osa. El apellido de la Osa lo conocemos desde la guerra del Marquesado, como una de las familias que adquirieron protagonismo contra el marqués de Villena, pero somos incapaces de seguirles la pista durante el siglo XVI, hasta que nos aparecen como una de las principales familias poseedoras de ganados en San Clemente. Curiosamente, Martín, que aunque casado en Villanueva prefería la residencia en Requena, es citado con un gran ganadero. Recibiendo la herencia de los López de Tébar, los Ferrer asentarán su patrimonio en Villanueva de la Jara, en torno a las llamadas Casas de Ferrer, que será la nueva denominación de la alquería de Pie de Asnos (2). Martín tuvo un camino tortuoso para ver reconocida su hidalguía. De hecho, fue empadronado con los pecheros tanto en Villanueva de la Jara en los años 1585 a 1602 como en Requena en los años 1603 a 1605, como lo sería su hermano en esta última villa en los años que iban de 1601 a 1611. De hecho, la familia había sido tratada como pechera en los padrones que se conservaban en Requena desde la década de 1550. A pesar de todo, los Ferrer obtendrán sentencia de hidalguía el 29 de mayo de 1612. La carta ejecutoria sería el 20 de diciembre de ese año. Los Ferrer serían aceptados como hidalgos en el ayuntamiento de Requena de 10 de enero de 1603(3)


Documentos presentados por los Ferrer para su pelito de hidalguía:

  • Capitulaciones matrimoniales de Antonio Juan Ferrer y Beatriz de Plegamans
  • Testamento de Antonio Juan Ferrer por la que declaraba que la casa solariega de Rausel era inalienable hasta la cuarta generación
  • Dote otorgada por Antonio Juan Ferrer a Beatriz de Plegamans
  • Capitulaciones matrimoniales de Juan Ferrer y Elvira Pedrón
  • Declaración de Miguel de Montalguy y Soldevilla de los títulos dados a un ascendiente de la familia por los condes de Barcelona del castillo de Rausel, tras la batalla del Bauço

(1) AHN. ORDENES MILITARES, SANTIAGO, Exp. 3056. Vicente Ferrer de Plegamans.

(2) Sobre la propiedad de Casas Ferrer, esto es lo que nos dicen Julia Toledo y Sebastián Hernández, al recaer la herencia de los Ferrer de Plegamans en los Haro por el matrimonio de Ana Isidora Ferrer de Plegamans con Diego López de Haro Ludueña (capitulaciones matrimoniales de 2 de noviembre de 1650: "La madre declaró que la novia aportaría al matrimonio aparte de diversos bienes libres raíces muebles que le tocaron de la hijuela de su padre el mayorazgo cuyo principal se componía de la heredad de PIES DE ASNOS a la que había sido añadido varios bienes por Martín, su abuelo y primer poseedor del mayorazgo, y Juan Ferrer de Plegamans de la Ossa su padre, todos estos bienes valían de 14.000 ducados. Esta heredad fue dada en herencia a Martín Ferrer de Plegamans López de Tébar, que fue hijo de Ana López de Tébar y Pedro Ferrer de Plegamans, por su tío Pedro López de Tébar marido de María Saiz Tébar de Pozoseco, verdadera propietaria, que dejó encargado a su marido que fundar a un patronato con la heredad Pies de Asnos-Casa Ferrer- que dejó a Martín por ser hijo de Ana la hermana de Pedro"

(3) Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_SANTIAGO,Mod.229

SOBRE LOS FERRER DE PLEGAMANS VER LOS ESTUDIOS DE VALENTIN CASCO FERNÁNDEZ: http://valentincasco.blogspot.com/

ACHGR, HIDALGUÍAS, SIGN. ANT. 301-102-35