Hizo el noviciado en el convento franciscano de Cuenca, donde posteriormente profesaría hasta su muerte en 1599 con 32 años. Había nacido en Las Pedroñeras. Se encargaba del trabajo duro en el convento, trayendo madera con dos bueyes para cierta obra que se hizo en el edificio. Aun así, ayunaba todos los días con pan, agua y algunas yerbas; todo lo demás se lo daba a los pobres. Hombre de grandes virtudes, sería enterrado en el convento franciscano de Cuenca, donde hoy se levanta la iglesia de San Esteban. El padre Huélamo recogerá brevemente su vida en los franciscanos insignes de la provincia de Cartagena
Wednesday, September 17, 2025
Las Pedroñeras, según Tomás López (1787)
En las informaciones recogidas en Las Pedroñeras por Tomás López en 1787, se evaluaban en 522 los fallecidos los años 1785 y 1786, casi 300 niños de ese montante. Las tercianas y el tabardillo debió causar estragos en el obispado de Cuenca esos años, aunque los infantes, se nos dice, que murieron de viruelas. Era Las Pedroñeras un pueblo en expansión que había duplicado los vecinos de dos siglos antes y contaba con seiscientos cincuenta vecinos, alrededor de 2500 habitantes. En el desarrollo de la villa actuaba favorablemente el nuevo camino real que se construía y que iba hasta Alicante, Cartagena y Murcia.
No se sabía de su fundación o fundador, pero según el cura Juan Gabaldón y Cárcel era pueblo antiguo. Lo ubicaba, con razón, como aldea de Alarcón en 1280, para pasar a depender del marqués de Villena en 1445 como aldea de Belmonte, aunque erraba la cita cuando decía que el 24 de septiembre de 1479 don Jorge Manrique la recibió como villa de realengo a favor de los Reyes Católicos. Es evidente de que la fecha es errada, pues don Jorge Manrique llevaba cinco meses muerto. Entonces, ¿por qué el error? Las Pedroñeras, realmente, fue visitada por don Jorge Manrique el 28 o 29 de enero para someterla a la corona real. La fecha de 24 de septiembre quizás tenga su razón de ser en la tregua de octubre de 1479 entre el marqués de Villena y los Reyes Católicos y la necesidad de justificar que la villa estaba sometida antes de esa tregua de cara a justificar su separación del marquesado de Villena en el pleito posterior y las ambigüedades creadas por el acuerdo de uno de marzo de 1480.
El término de Las Pedroñeras se extendía por tres leguas de oriente a poniente y cinco leguas de norte a sur. En la geografía urbana de Las Pedroñeras destacaba la iglesia de la Asunción. No se conocía patrón en la villa, pero había gran devoción por Nuestra Señora del Rosario, "sita en su altar tan antiguo que en tiempos de Pío Quinto ya estaba instituido". Dentro de la población había cuatro ermitas: el Santísimo Cristo de la Humildad, Santa Ana, Santa Lucía y San Sebastián. Además había una capilla a la orilla de la villa y hacia el norte para colocar los pasos de Semana Santa y, doscientos pasos hacia el poniente, la ermita de Santa Catalina mártir.
Las Pedroñeras englobaba en su término dos antiguos despoblados: Robredillo de Záncara y Martín Vieco. Robredillo se mantenía como parroquia con su cura propio para la iglesia bajo la advocación de María Magdalena, si bien residía en Valladolid, era perceptor del beneficio curado de la misma. En Robredillo, además había una ermita de Santo Domingo de la Calzada.
El paisaje rural de Las Pedroñeras estaba dominado por la laguna de Taray, con abundancia de peces y pencas. El término de Las Pedroñeras es recorrido por el río Záncara, que nace en Villarejo de las Peñuelas y desemboca en el Guadiana. En el camino de La Alberca hay puente de piedra y yeso sobre dicho río. En el término del Robredillo y hasta llegar desde Santiago de la Torre muelen siete molinos y un batán; cerca del segundo molino y al pie de un cerro hay una fuente de agua dulce, que sale de dos piedras y derrama en dicho río. Al norte de la villa, y no más allá de ciento cincuenta pasos, hay tres molinos de viento. Hay un monte de mata parda lindante con los términos de Villarrobledo, Las Mesas y El Provencio.
La producción agraria de Las Pedroñeras es la siguiente:
- 20000 fanegas de trigo
- 8000 fanegas de cebada
- 7000 fanegas de centeno
- 7500 fanegas de avena
- 120 fanegas de garbanzos
- 130 fanegas de guijas
- 20000 arrobas de vino
- 1500 libras de azafrán tostado
- 200 arrobas de aceite
Monday, July 14, 2025
Papeles varios de Las Pedroñeras
Francisco Gómez es nombrado depositario general del ayuntamiento de Las Pedroñeras en 1577 por dos vidas, eso hace posible que su hijo Pedro le sustituya en el cargo el 26 de enero de 1579- Este reninciará al cargo en favor de Francisco de la Plaza, que, a su vez, en 1600, se lo devuelve al dicho Pedro Gómez.
AGS. CCA. CED. 158-178
El oficio de alférez mayor en Las Pedroñeras se establece el 21 de septiembre de 1559 y es concedido a García de Montoya para él y para sus sucesores. García de Montoya renunciará al título en favor de Hernando de Araque en 1577, el cual renunciará al oficio en 1579 de nuevo en García de Montoya.
AGS, CCA, CED. 159-203
En 1590, García de Montoya renuncia en favor de su hijo Juan de Montoya, que el diez de marzo de 1592 renuncia el oficio de alférez en favor de Alonso de la Plaza y sus hijos.
AGS, CCA. CED. 162-1078
En su testamento, Alonso de la Plaza devuelve el título a los Montoya, que se los pasarán a Diego de Nieva y Gallego el año 1595, que a su vez renunciará a él para cederlo a Jusepe de Montoya, hijo de García de Montoya
AGS, CCA. CED. 166-171 y 169-856
Año 1600, un molino harinero en el río Záncara que pertenecía al mayorazgo de Juan Ponce de León es vendido a don Alonso de Pacheco en 1000 ducados. Alonso Pacheco ha comprado el donadío de Santiago de la Torre unos años antes.
AGS. CCA. CED. 172-895
El molino citado pertenecía al mayorazgo fundado por Juan y Luis de Belmonte, tesoreros de la colegiata de Belmonte y contaba con varias tierras de pan llevar en el término de Belmonte, el molino harinero del río Záncara en Las Pedroñeras y seis aranzadas de viña. Ese año de 1600 Juan Ponce de León heredero del mayorazgo y señor de Polvoranca vende esas tierras
AGS, CCA. CED. 175-115
Las Pedroñeras tenía fama de pueblo pendenciero. He aquí dos relatos. En 1650, con motivo de las elección de oficiales de la cofradía de la Sangre de Cristo, hubo una pendencia entre Marcos Izquierdo y Pedro Villena, aunque la cosa no pasó de palabras. Dos años después, para San Lorenzo, la pendencia, más grave se dio en las carnicerías, cuando Pedro Montoya, abastecedor de la carne, mató un carnero y fue recriminado por el regidor Marcos Izquierdo. la cosa ase agravó porque Sebastián y Francisco Martínez echaron manos a sus espadas, agrediendo a Pedro Montoya y Juan Montoya su hermano y de la pendencia salieron heridos Pedro Montoya y Fernando de Haro. Ese mismo año de 1652, don Alonso y don José de Montoya. Juan Alonso de Porras y Miguel Chillón hirieron con armas de fuego a Rafael Martínez y a don Fernando de Haro.
Las penas comunes en estos casos eran de doscientos azotes, dos años de destierro y cuatro años de galeras, pero los agredidos, en conciertos económicos, perdonaban. Los condenados eran un tal Gabón y el regidor Marcos Izquierdo, aunque el peor parado, por el cumplimiento de la pena en su mitad, fue Miguel Chillón, condenado a seis años en el Peñón de Alhucemas.
AGS. CCA. CED. 226- 1170 a 1173 y 230-310
Saturday, May 31, 2025
Los antecedentes de la milicia general del Reino
Nos debemos remontar a 25 de marzo de 1590 para encontrar una primera comunicación del Consejo de Guerra sobre el establecimiento de una milicia general del Reino. La misiva real no encontró respuesta de las diecisiete villas del corregimiento, por lo que se vuelve a repetir el 27 de enero de 1591, con nulo éxito.
Se venía de un modelo de reclutamiento en los años ochenta que seguía la vieja tradición de capitanes colocando bandera para formar compañías, pero que, en un contexto de crisis y de necesidades de la Corona, había derivado en reclutamientos compulsivos, presentados como vejaciones, excesos y desórdenes que llevaron a la Corona a castigos ejemplarizantes con algunos capitanes. Sin embargo, el fracaso de la jornada de Inglaterra, las amenazas ya sobre territorio peninsular condujo a al idea de crear una milicia general del Reino compuesta por 60000 infantes destinados a "la defensa destos Reynos y ofensas de nuestros enemigos". Los pueblos deberían llevar un registro de los hombres casados o solteros de 18 a 44 años y proveer de armas a su costa a los miembros de esta futura milicia. Las compañías formadas serían mitad de piqueros y mitad de arcabuceros. Los milicianos gozarían de ciertas preeminencias y obligaciones detalladas en una instrucción de 25 de marzo de 1590 y de quince puntos: exención de huéspedes, uso de armas, no ejecución por deudas, no sometimiento a vergüenzas o castigos. Los soldados se organizarían en escuadras de veinticinco a las órdenes de un cabo y los gastos hasta embarcar en puerto correrían a cargo de los concejos. De las diecisiete villas que formaban el corregimiento de San Clemente, en La Alberca se pregonó el domingo de Ramos, quince de abril, públicamente, en su plaza la orden real e instrucción para el alistamiento de hombres, tal como recogía el escribano: "no se asentó ninguno ni a parescido ninguno a a descir que quiere asentarse ni alistarse en la dicha milicia". En Motilla, el pregón también se hizo el domingo de Ramos, en la plaza y a la salida de la iglesia y después en el lugar de Gabaldón; su ayuntamiento tomó en serio la real cédula y dio unas instrucciones propias para formar la milicia en el pueblo: formación de escuadra en cuanto hubiera diez soldados y medidas para armarlos con nuevas sisas, pero no se procedió a alistar soldados. El único soldado de estos alistamientos de 1590 nos aparece en Quintanar del Rey, donde el 21 de abril se alistó Hernán López, ya en la treintena de edad.
A la falta de voluntariedad para el enrolamiento se unía la deserción de soldados de sus compañías en territorio peninsular, como se reconocerá de nuevo el 22 de diciembre de 1591.
Archivo General de Simancas, GYM,LEG,283, 339
El segundo intento de formar una milicia del Reino, a finales de enero de 1591, dio algunos frutos en las grandes villas. En San Clemente, el uno de abril se asentaron como soldados Cristóbal Rosillo, Miguel Moreno y un joven de Alarcón llamado Pedro de la Vara. En Motilla, tras el pregón de diecisiete de febrero no se alistó nadie. En Las Pedroñeras, dado el pregón el nueve de febrero se asentó un único soldado, Juan Sánchez. En el Quintanar se recordó el soldado alistado en 1590.
Archivo General de Simancas, GYM,LEG, 339, 157-160
*********************************
Concejo de La Alberca 14 de abril de 1590
Alfonso de Palacios y Miguel de Valladolid, alcaldes ordinarios
Nofre de Valladolid, Miguel Rubio, Hernando de Montoya y Martín Galindo, regidores
Pascual Sánchez, alguacil mayor
Martín López de León, diputado
******************************
Concejo de Quintanar del Rey de 8 de febrero de 1591
Pedro de Ruipérez y Diego García, alcaldes ordinarios
Benito de Ruipérez, Isidro de Ruipérez, Miguel Pastor, regidores perpetuos
Sunday, February 25, 2024
El capitan Miguel Aulestia Cabeza de Vaca, vecino de Las Pedroñeras
El capitán Miguel Aulestia Cabeza de Vaca y Lorenzana había llegado en 1706 a Las Pedroñeras para casarse con Isabel de Gabaldón y Cuevas Montoya. Miguel Aulestia había recibido de Felipe V el título de capitán de milicias del estado de Belmonte en 1704, a propuesta del duque de Escalona.
Miguel Aulestia Cabeza de Vaca era hijo de Manuel Cabeza de Vaca, caballero de la orden de Santiago, y Josefa María de Lorenzana Inestrosa, señora de los lugars de Par de Maza y Tombrío de Arriba, en Villalón, Tierra de Campos. Miguel era nieto de Martín de Aulestia, originario de Aulestia en el señorío de Vizcaya, casado con Brianda Cabeza de Vaca Mogrovejo, hija de los señroes de Villa Hamete en Tierra de Campos.
Ayuntamiento de 26 de marzo de 1706
Alcaldes ordinarios: Juan de Carrascosa Galindo y Cristóbal Remírez de Resa
Alférez mayor: Francisco Magnes Guerrero, alférez mayor de la villa y abogado de los Reales Consejos
Regidores: Cebrián Gómez Galindo y Diego de Mena Patiño
Alcalde provincial: don Luis Triviño Quesada
Alguacil mayor: Alfonso de Haro Ortiz
EXPEDIENTE DE RECIBIMIENTO DE ESTADO CONOCIDO DE MIGUEL DE AULESTIA CABEZA DE VACA, VECINO DE LAS PEDROÑERAS. C14816-017ArchivoArchivo de la Real Chancillería de Granada
Saturday, December 2, 2023
Las Pedroñeras vs. La Alberca
Llegado el siglo XVIII y el año 1727, los conflictos entre Las Pedroñeras y La Alberca continuaban en torno a la delimitación de términos. Los sitios en litigio eran los molinos del río Záncara, el sitio de la venta de Santo Domingo y Fuente del Záncara.
Los alberqueños tenían muy claro cuáles eran los límites y confines con Las Pedroñeras y así expresaban que los confines con sus vecinos iban desde el sitio que llamaban el Cahozo, viniendo del molino de Angostura, donde se partía el camino que baja a Santa María del Campo y venía a La Alberca, partiendo jurisdicción entre La Alberca y Las Pedroñeras y Villaescusa de Haro, siguiendo por deslinde con Las Pedroñeras el carril y camino llamado de las Carretas, confinando a la parte derecha con la dehesa de la Vacariza hasta dar al río Záncara, puente y ermita de Santo Domingo. Curiosamente, las principales beneficiarias del paso del puento eran las monjas dominicas del convento de Santa Catalina de Sena, en Belmonte, que cobraban por el paso de los ganados un derecho de borra y asadura. Sobre la posible ubicación de la ermita de Santo Domingo nos decía un testigo: " el camino y carril que llaman de las carretas hasta dar vistas a la ermita y puente de Santo Domingo que se aparta una senda a la derecha y sigue hasta dicha puente
No obstante, los alberqueños, en sus propias palabras, decían que se habían dejado perder una legua de término frente a sus vecinos: desde el pozo que llaman Ramos hasta el cerro Perdigón, dando vuelta al molino del Castillo, partiendo términos de La Alberca con la aldea del Robredillo, aldea a la que reconocían como lugar de Las Pedroñeras. De hecho, la memoria de los hombres todavía recordaba a la aldea de Robredillo como tal, pero ya se había olvidado la vieja aldea de Santo Domingo el Amarguillo, cuyos vecinos, según leyenda, habían muerto por beber el agua donde había caído una salamanquesa.
Las divergencias por los términos alcanzaban a los nombres de los lugares. Así la fuente del Cabalgador para los pedroñeros era la fuente del Caballo para los alberqueños. El problema era la calidad del agua; la fuente del Caballo, internada en el término de La Alberca, tenía fama de tener "la mejor agua que se halla en esta tierra". Ahora esta fuente era pretendida por los pedroñeros, que intencionadamente querían apodar esta fuente con el sobrenombre del Cabalgador. En realidad, la fuente del Cabalgador era la conocida como fuente del Záncara, en el límite antiguo entre ambas villas y a una legua de la anterior. Los más viejos recordaban que el nombre de fuente del Cabalgador venía "por nacer al pie de una peña mediana capaz para que desde ella se pudiera montar qualquier cabalgadura".
Por el contrario, los alberqueños no tenían reparo en reconocer que la ermita de Santo Domingo estaba al otro lado del puente. Hasta la ermita llegaban pedroñeros y alberqueños en procesión, celebrando conjuntamente y, a decir de los de La Alberca, respetando las jurisdicciones marcadas por los mojones:
"y auiendo concurrido dichas justizias (de La Alberca) a una prozesión que se azía a la hermita de Santo Domingo que está inmediata a dicha puente de la parte de allá del río para pasar las desta villa dexaban las varas a esta parte y ofreziéndose que las de Pedroñeras viniesen a ella dexaban las suias a el lado de la ermita"
Pero los alberqueños no olvidaban los términos concedidos por don Jorge Manrique en enero de 1479. Los límites de su villa eran los que confinaban con Belmonte: "que en lo antiguo llegaba la jurisdizión desta villa al zerro Perdigón confinando con el del Robredillo desde el pozo Ramos por donde confinaba con Belmonte y por el molino del Castillo, donde se conservan tres cruces en una piedra de su fábrica en señal de división de términos". Así expresaba Juan Peñaranda los derechos de La Alberca:
"Si primer mojón en el sitio que llaman el Caozo en la punta que está a la falda del monte de este nombre, y parte las jurisdziones desta dicha villa, la de Villaescusa de Haro y la de las Pedroñeras, con quien se sigue este pleito y en el dicho sitio se apartan los caminos de Santa María del Campo y el que viene a esta villa y desde el sigue el deslinde con este término y el de Pedroñeras por el carril y camino que llaman de las Carretas hasta dar vista a la puente del río Záncara y hermita de Santo Domingo que abrá una legua con poca diferencia desde donde se aparta una senda a la derecha dexando el dicho carril que continua el dicho deslinde y confines de los dos referidos términos asta la misma puente que se a tenido siempre por mojón desta jurisdicción y cuia razón por concesiones muy antiguas y confirmadas por todos los señores reyes hasta el señor don Phelipe Quinto que Dios guarde de cobrar en este término diferentes derechos y entre ellos el de la borra y asadura de los ganados de los vezinos y forasteros al real convento y relixiosas de Santa Catalina de Sena que reside en la villa de Belmonte, los que en su nombre an tenido poder para esta administrazión, lo an cobrado luego que an entrado dentro de dichos límites sin embarazo alguno y entre los que lo an pagado an sido los ganados de los señores de las Pedroñeras... que en tiempo que se azía una fiesta en la hermita del señor Santo Domingo que queda zitada, donde solían concurrir las justizias de una y otra villa para entrar la de las Pedroñeras a la parte dacá de la puente dexaban las varas, y lo mesmo suzedía para pasar la desta a la parte dallá"
Los testigos de Las Pedroñeras defendieron unos mojones diferentes que les asignaban la legua en discordia: desde el mojón que llamaron de Peñalba y está junto al monte de Santiago en la división de su jurisdizión con la desta villa siguiendo las cumbres a la vista del río Záncara y a su derecha vertientes a dicho río hasta el zerrico Rubio que se compone de mata parta y rubia y desde él a otro que le llaman el cerro Abubillo y desde este mirando a Matacabras a la fuente del Caualgador que aora llaman del Caballero, que dixo ser el último que traía deslinde con dicha villa de la Alberca y que desde él entraua la de Villaescusa". Llama la atención la generalidad con que se describen los últimos mojones. Las Pedroñeras se arrogó el derecho sobre estas tierras limítrofes alegando que hacía seis años el provisor de Cuenca había considerado estas tierras como pertenecientes a la iglesia de Robredillo, bien es verdad que los alberqueños "se fueron y sin su intervención se executó" el auto del representante judicial del obispado. Otros derechos que alegaban los pedroñeros es que los molinos del Záncara (el Concejo y la Angostura) nunca habían pertenecido a La Alberca ni la ermita de Santo Domingo tampoco, pero esto lo reconocían también los alberqueños. El enfrentamiento entre ambas villas fue tal que los alberqueños se negaron a que se pusieran los mojones al gusto de los pedroñeros y amenazaron a estos "a que las asaduras desta villa avían de quedar colgadas de los chaparros primero que se quitase un pie de tierra". Al parecer el nombre de Matacabras tenía su razón de ser.
Algún testigo pedroñero arriesgaba más, defendiendo la dehesa Vacariza como propia y detallando los mojones que desde la fuente Cabalgador (ahora del Caballero) iba derecho a Matacabras y a la huesa del Judío. Pero los alberqueños no aceptaban estos mojones, aunque algún pedroñero quisiera ver como señal o hito una cruz cincelada en la fuente del Caballero. Muestra de las diferencias es que se intentó un compromiso entre ambos pueblos. Por Las Pedroñeras estaban su alférez mayor Francisco Magnes Guerrero y por La Alberca don Álvaro de Montoya. Allí en tierra de nadie, el alberqueño pronunciaría graves palabras: "que por cada tierra que se quitase a la villa de la Alberca se avía de dexar cada uno un ala del hígado y que visto lo determinado y la mucha gente que traía tuvieron a bien los de otra villa retirarse".
Para los pedroñeros los límites entre ambas villas no era el río Záncara sino las "cumbres" donde se situaba una venta, la de Santo Domingo, al lado del puente. Es más, los pedroñeros alegaban que el término en disputa era históricamente perteneciente al despoblado de Robredillo. Cierto o no, el caso es que Las Pedroñeras hacían pagar los tributos reales al ventero en su villa y ponían aranceles para el gobierno de la misma. Del mismo modo, los pedroñeros se habían arrogado un derecho sobre los molinos junto al río Záncara, obligados a pagar tres fanegas de trigo "de los bancales que a cada molino tocan". Las Pedroñeras alegaba viejas costumbres para fundar derechos históricos: así, el levantamiento por su justicia de un cadáver muerto violentamente o los ya tradicionales de embargos, como se recordaba en el año 1693, cuando fueron prendadas cuatro cabras y descuartizadas en la carnicería de la villa.
Quien sí sabía los mojones para defender los intereses de Las Pedroñeras era Diego Montoya: "el señalamiento del término que se le dio en lo primitivo al término de Robredillo y consta en los apeos siguientes executorias que tiene ganadas esta villa que dicho moxón está de la otra parte de dicho molino del Castillo en la cumbre enmedio de los caminos que van a San Clemente de dicho molino y el que viene para dicha cumbre desde Villar de Enzina a Santiago diez y ocho pasos deste y treinta del otro, los quales les parece a este testigo que son los que tiene por sí medidos en un apeo que se executó el año noventa y nueve con la villa de San Clemente, que es con quien alinda y desde allí se prosigue dicho deslinde por dichas cumbres asta llegar a un zerro que está en medio de los dos caminos el qual va desde la venta de Santo Domingo y el que va desde ella a la Alberca que es un cerro pequeño y alto con la falda Rubial y la cumbre Cascaja, desde el qual se rexistra la hermita de Santo Domingo y este moxón parte términos San Clemente, el Aberca y esta villa, desde dicho moxón mirando algo a la derecha del norte asta llegar a dos zerros que son el remate de la cañada de Pedro Bacarizo y en el de la derecha azia la Alberca y más alto está otro mojón que alinda solo con término del Alberca y est a villa y desde allí mirando azia el mismo paraxe de la derecha de norte enzima de una fuente que en la diferencia de papeles que van mencionados en unos se llama del Caualgador y en otros del Cauallero, que según la explicación de lo antiguo viene a ser todo uno, como doce o catorce pasos de dicha fuente a otro moxón que estaba señalado en un hito con una cruz la que tiene entendido a sus mayores la hizo con un pico y peto de azadón un abuelo".
No obstante, las pretensiones de Las Pedroñeras serían negadas por vecinos de Villar de la Encina, pastores, que se sumaron a las tesis de La Alberca, y que hacían llevar los límites de la punta de Alcahozo y el molino de la Angostura hasta el molino del Castillo con referencia al camino de las Carretas y la vereda de Ganados que confluían el el puente y ermita de Santo Domingo, donde las monjas de Santa Catalina de Sena, gozaban del derecho de borra y asadura.
ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. PLEITOS CIVILES, C-10413-4
Thursday, February 2, 2023
LA CAZA EN LAS PEDROÑERAS
Cazar conejos salía caro, y si no, que se lo digan a Felipe Sánchez, un vecino de Las Pedroñeras que se internó en el término de este pueblo y cazó un conejo, siendo prendado, enviado a la cárcel de San Clemente y viendo embargadas cien fanegas de cebada, después de negarse a pagar seis mil maravedíes por el conejo. La caza según marcaban las ordenanzas, y las leyes del Reino, estaba permitida con perros y hurones, siempre que no se usaran redes, y en el tiempo que se alzara la veda.
Sunday, February 20, 2022
Las Pedroñeras, año 1552, según el Manuscrito del Escorial
La villa de las Pedroñeras de lo reduzido del Marquesado tiene 357 veçinos
Está encabeçada por sus alcavalas en 86000 mrs.
Rentas año de 552
Arrendose el alcavala del viento y portadgo y heredades en 29500 mrs
Arrendose el alcavala de la tienda en 2625 mrs.
Arrendose la carniçería en 17250 mrs.
Montaron las dichas rentas 49365 mrs.
Repartieronse por los veçinos 39815 mrs.
El año de 553 valieron las dichas rentas 51170 mrs.
A veçinos 36094 mrs.
El año de 554 valieron las dichas rentas 50970 mrs.
A veçinos 32400 mrs.
Del pescado se lleva la mitad del alcavala y de almonedas e rayzes a real del millar
No ay razón de ganançias generales
RBME, L-I-19, fol. 345 vº
Wednesday, December 8, 2021
Los León de Belmonte o el nacimiento de una economía parasitaria en la Mancha conquense
En 1583, aunque el partido de Villarejo de Fuentes era un distrito fiscal propio, ese año estaba integrado en el partido de las alcabalas y tercias de la ciudad de Cuenca, cuya tesorería estaba en posesión de Alonso de Pareja. Integradas en el partido de Villarejo de Fuentes estaban las villas de Las Pedroñeras y Las Mesas, que, con el tiempo, mediado el siglo XVII se integrarían en la Tesorería de rentas reales del Marquesado de Villena.
Es probable que las tesorerías de rentas reales se establecieran en todo el Reino de Castilla hacia 1580, sabemos de tal hecho en el marquesado de Villena. El tesorero podía nombrar ejecutores para cobrar los plazos o tercios de dichas rentas anuales por las villas. Los ejecutores eran una lacra para los pueblos, pues las costas de sus comisiones llegaban a los cinco o seis mil maravedíes. En este caso, el distrito de rentas reales de Villarejo de Fuentes queda incluido en la Tesorería de Cuenca. Auxiliando al tesorero hay un escribano de rentas reales, en el caso de Cuenca, Pedro Velázquez, que contaba cincuenta años en 1583. La Tesorería de rentas reales es heredera de una organización más compleja de otra anterior en la que había un receptor, encargado de recibir la rentas de los encabezamientos, y que desde 1577, al menos, recaía también en Alonso de Pareja.
Ese año de 1583 llegó hasta Las Mesas y Las Pedroñeras el juez ejecutor Salcedo de Avendaño, acompañado del escribano Antonio Benavente, para garantizar más el cobro por la corona de las rentas reales que el pago de los situados sobre esas rentas y saber a quiñen correspondía el pago de los juros situados sobre esas rentas. Salcedo Avendaño era juez de residencia para tomar las cuentas de los tesoreros de rentas reales, cogiendo varios partidos, además del de Cuenca, e de Soria, el de Aranda o el de Sepúlveda. Tanto Las Pedroñeras como Las Mesas tenían encabezadas sus rentas, la primera por 420000 maravedíes, la segunda, por 225000 maravedíes. Ambas villas tenían al tesorero de Cuenca por un delincuente, y como tal fue acreedor de una querella criminal por apropiarse de los maravedíes de los impuestos de esta villas que deberían ir al pago de los situados sobre esas rentas. El tesorero, y parece que esta es la versión más cierta, aunque no toda la parte de la verdad, por su parte, decía haber descubierto una cuantía muy significativa de desvío en las cuentas, y procurado cobrar la diferencia que era favorable a la hacienda real. Al fin y al cabo el nombramiento de tesoreros en 1580 responde a esta realidad de fraude a la Hacienda real. En torno a Alonso de Pareja, se unían una serie de intereses financieros de antiguas familias conversas que apoyaron en el pleito como testigos al tesorero: Pedro Velázquez, Bartolomé Castillo, Diego Pérez de Teruel, Para averiguar la verdad fue nombrado el juez de comisión Salcedo Avendaño que condenó al tesorero el 22 de junio de 1583. Seis días después el tesorero apelaría esta decisión.
La razón de las disputas era donde debían cobrar los dueños de juros las rentas de sus situados sobre las rentas reales de las villas, si allí donde residía la tesorería de rentas reales o en los mismos pueblos. El equívoco estaba en las mismas cartas de receptorías que no lo aclaraban, aunque a decir del procurador del tesorero se debían cobrar en las mismas villas, tal como indicaba el cuaderno de alcabalas en su capítulo 144.
Juros situados sobre las alcabalas de Las Pedroñeras y renta anual
- Juan de León, vecino de Belmonte (los capellanes en su nombre) por dos privilegios: 40250 maravedíes
- Doña Ana de Aguilera, por ella su yerno Antonio de Rejas, por un privilegio: 30000 maravedíes
- Don Pedro de Mendoza, arcediano de Huete (en su nombre, Cristóbal Jiménez), por un privilegio: 23000 maravedíes
Juros situados sobre las alcabalas de Las Mesas y renta anual
- Doña Ana de Aguilera, 28000 ducados
- Don Pedro de Mendoza, 24000 ducados
- 24000 mrs. en las alcabalas de Valera de Yuso
- 10000 mrs. en las alcabalas de la Olmeda de las Valeras
- 10000 mrs. en las alcabalas de Buenache de Alarcón
- 20000 mrs. en las alcabalas de Monteagudo
- 15000 mrs. en las alcabalas de Paracuellos
- 14000 mrs. en las alcabalas de Villanueva de los Escuderos
- 6000 mrs. en las alcabalas de Navalón
- 30000 mrs. en las alcabalas de Villarejo de Fuentes
- 10000 mrs. en las alcabalas de El Pedernoso
- 24000 mrs. en las alcabalas de Las Mesas
- 33000 mrs. en las alcabalas de La Alberca
- 33000 mrs. en las alcabalas de los paños de Cuenca
Thursday, November 25, 2021
Hernando de Alarcón y la prestamera de Las Pedroñeras
Fernando de Alarcón, marqués de la Valsiciliana, obtuvo del
papado licencia para construir una capilla en la iglesia de Palomares, para
sustentar el culto y capellanes de esta fundación el papado había dado letras y
bulas apostólicas a favor de Fernando de Alarcón para obtener beneficios
eclesiásticos para sostener económicamente la capellanía; en virtud de esas
letras, Martín de Guadalajara, arcediano de Talavera, había dado una prestamera a dicho marqués sobre las rentas
eclesiásticas de Las Pedroñeras. Sobre las rentas eclesiásticas de Las Pedroñeras decía tener derechos también
Antonio Ramírez de Haro, arcediano de Huete, maestro de requesta de la
cristianísima reina de Francia y abad de Arbas, poseedor de una prestamera
vacante por muerte de Gonzalo Pérez, clérigo de la diócesis de Málaga.
La prestamera a favor de Hernando del Alarcón dada por los
alcaldes de Pedroñeras se había suspendido por la intervención de la justicia
del obispado: el canónigo García de Villarreal había dado ciertos mandamientos
en favor del colegio de Santiago de Salamanca de dicha prestamera. Es el caso
es que el Consejo Real por provisión de 16 de diciembre de 1532 pidió que la
justicia eclesiástica se inhibiera y el brazo secular, léase los alcaldes
ordinarios de Las Pedroñeras, hicieran efectiva la posesión de la prestamera en
favor de Hernando de Alarcón.
AGS. CRC. Leg. 305/5
Alcaldes ordinarios de las Pedroñeras en 1532
·
Pedro Gómez y Mateo Sánchez Coronado
Bula a favor de Hernando de Alarcón
Wednesday, July 21, 2021
Las Pedroñeras y la Santa Junta
A comienzos de abril de 1521, Las Pedroñeras mostraba sus recelos al movimiento comunero. Sin embargo, hasta allí llegaba la influencia de Toledo, centro de la rebelión de las Comunidades hasta el final. Era uno de los dos alcaldes del pueblo Pedro Martínez y regidores Pedro Gómez, Pedro de Segovia y Felipe de Segovia. Estos Segovia nos son conocidos, pues esta familia levantó el estandarte de la reina Isabel frente a Belmonte y el marqués de Villena. Hasta las Pedroñeras, un nueve de abril de 1521, llegó en representación de la comunera Toledo un enviado llamado Jerónimo de Bargas. Se presento en nombre de la Santa Junta como receptor de las rentas reales, los servicios del Reino y la bula de cruzada y su cometido era recaudar las rentas reales del año anterior para mantener la causa insurrecta.
Regidores, y alcalde ordinario, dieron testimonio el diez de abril ante el escribano Francisco Gallego, que el pueblo había pagado sus rentas de 1520 ante los contadores mayores de sus sacras majestades. Era un rechazo de la Santa Junta de Valladolid y su recaudador Francisco de Alcocer.
Archivo General de Simancas, PTR,LEG,5,139
Sunday, November 22, 2020
SANTIAGO DE LA TORRE EN EL SIGLO XVI
SENTENCIA DE 5 DE JULIO DE 1538
Era 1561, y en los bajos del
ayuntamiento de Las Pedroñeras se hallaban sus dos alcaldes, Andrés Gómez y
Andrés Morales Belloso, junto a los regidores perpetuos Marco Castellano,
Andrés Zarco y Andrés Belloso, tan solo faltaba el alférez García de Montoya;
todos ellos trataban de convencer al receptor de la Chancillería de Granada
allí presente para que se desplazara con ellos a tomar posesión de los términos
de Santiago de la Torre en virtud de una ejecutoria ganada por la villa de Las
Pedroñeras. Miguel López del Corral contaba la escena. El receptor se resistía,
desde su legalismo contradecía a los pedroñeros, alegando que si don Antonio
del Castillo Portocarrero contradecía la posesión había que escucharlo,
mientras que los regidores de Las Pedroñeras aprestaban al receptor para que
diese su visto bueno a que los pedroñeros fueran con sus mulas a arar los
términos de Santiago de la Torre y con sus ganados a pacer las yerbas en un
gesto cargado de simbolismo para tomar posesión de los términos, es decir,
hacer uso de los viejos aprovechamientos comunes, que, teniendo en cuenta la despoblación
del lugar se convertía dominio de hecho. Claro que el acto tenía no poco de
ocupación invasiva, pues al parecer el número de pedroñeros intervinientes era
alto.
El receptor granadino, un tal
Juan Escudero, no se amilanó ante los regidores pedroñeros, manifestando que
“él no hera rrío para tornar atrás, que juraba a Dios que si él no les daba la
posesión no la daría e jurado a Dios en ningún tiempo”. A lo que los pedroñeros
contestaron que no estaban para nuevos pleitos; no en vano, el pleito duraba ya
veinticinco años. Volviendo a su posada, el receptor reafirmó su legalismo,
negándose a dar las escrituras de posesión que portaba, reafirmando la necesidad
de presencia y contradicción de don Antonio del Castillo Portocarrero y
solicitando el parecer de un jurisconsulto, un tal Villanueva. No tenemos
noticia de este jurisconsulto, pero por entonces el más famoso de ellos era un
tal Sobrino de Castillo de Garcimuñoz, que por la emisión de sus pareceres se
asemejaba a un embaucador de ingenuos.
Las disputas entre Las
Pedroñeras y los Castillo Portocarrero se remontaban al 30 de mayo de 1534,
cuando Antón Pérez en nombre de Las Pedroñeras interpuso una demanda contra
Bernardino del Castillo defendiendo el derecho al aprovechamiento de los
términos de Santiago de la Torre, por ser parte común del suelo de Alarcón. Los
Castillo Portocarrero defendieron la tesis de que Santiago era heredamiento
cerrado, de uso privativo de sus vecinos, en cuanto correspondía a un donadío
de cesión real a la familia. A favor de Santiago de la Torre, jugaba el hecho
de que, hasta la sentencia de Sancho Jiménez de Lanclares en 1318, era parte del
suelo de Alcaraz junto a la villa de El Provencio. Esa era la razón por la que
San Clemente y Las Pedroñeras siempre intentaron llevar sus fronteras, y
hacerlas comunes hasta el Záncara, y por la que El Provencio y Santiago de la
Torre nunca pagaron diezmos ni llevaron sus cahíces a las iglesias de Alarcón.
En la década de 1530, Santiago
de la Torre tenía sus términos amojonados y cerrados. Un testigo citaba de
memoria las hitas divisorias del pueblo con sus vecinos
“que el término de Santiago se
dividía començando dende donde dizen Peña Parda a dar ençima de la Hoya de
Hernán Gil e volviendo a donde dize el Rrubielo que es un çerro e de allí al
camino del Provençio que viene a Santiago e de allí a la Puerta del Collado e
de allí va volviendo por çima del Monte, quedando el monte en el dicho término
de Santiago a Peña Parda a donde comiença a deslindar e en los dichos lugares
que tiene dicho están sus mojones”.
Otro testigo rememoraba así
los mojones
“que la dicha villa es
amojonada por la forma siguiente: començando desde Peña Parda que es un mojón
la dicha Peña Parda e de allí por el Canto del Monte a dar al camino que viene
de las Pedroñeras a Santiago donde en el dicho camino está un mojón e tomando
un carril en cabo del Monte que va fazia el Provençio a dar en la cañada donde
está otro mojón e dende el dicho mojón va a dar a donde dizen el aldea Vieja al
camino que viene del Provençio a Santiago a donde está otro mojón e de allí a
dar a Santiago a donde está otro mojón e de allí a dar a la vereda donde está
otro mojón en la Llega e de allí a dar al majuelo de Villanueva donde está otro
mojón e deste mojón va a dar entre dehesas a la Puerta del Collado e de allí a
dar el Roblello donde esta otro mojón e de allí volviendo a Peña Parda donde
començamos a deslindar”
La mención a una aldea vieja
nos hace pensar en un poblamiento primitivo y anterior a Santiago o la
posibilidad que ese poblamiento se abandonará paor un nuevo emplazamiento,
huyendo de las aguas estancadas. Algún vecino nos dirá que El Provencio y
Santiago tuvieron como primer poblador a don Juan Manuel, dando a entender su
carácter de nuevas pueblas, que para el caso de Santiago sería refundación,
pues sabemos de su existencia tres cuartos de siglo antes. Meras elucubraciones
en cualquier caso que no podemos demostrar. La aldea Vieja se situaba “fazia el
Provencio por baxo de la corriente del molino de Santiago que es un molino harinero
que está baxo de la dicha villa de Santiago en la rribera de Záncara quedando
el dicho molino dentro del dicho donadío porque el mojón yba a la sazón que era
de dos tiros de piedra bajo del dicho molino por un pozuelo que allí avía”
Y en 1560 se detallaban con
más prolijidad
“sabe que la dicha villa de
las Pedroñeras parte términos con la dicha villa de Santiago desde el Rrubielo
que es un çerro pequeño que es de tierra colorada donde dixo que ay un mojón de
cal y cantos e del dicho mojón van
partiendo con el término de las Pedroñeras a dar con otro mojón que está en un
llano que es çerca del carrascal que es de Santiago que el dicho mojón es de
cal y cantos e va por detrás del dicho carrascal a dar a otro mojón que está a
ojo de la hoya de Fernán Gil e de nava el Caballo donde dixo que está otro
mojón de cal y cantos e del dicho mojón dixo que va a dar a otro mojón de cal y
cantos que dixo se nonbra el mojón del Vino que está entre los caminos que van
de Santiago a Belmonte e al Rrobledillo de Záncara por ençima de la villa de Santiago
por lo alto de ella e va a dar a Peña Parda que es un mojón que está en una
peña que se nonbra la Peña Parda que es muy conoçida e está ençima del alcor
del Molino de las Pedroñeras donde dixo que en el dicho mojón feneçe el término
de la dicha villa de Las Pedroñeras e del dicho mojón de Peña Parda dixo que va
partiendo la dicha villa de Santiago con el término de San Clemente o el
Provençio porque sobre ello traen anbas villas pleytos e va a dar otro mojón
que se nonbra el lavajo Terçero que es donde solía aver un lavajo o
allegamiento de agua que dixo que está arado e que el dicho mojón del dicho
lavajo solía ser de cal y cantos y está al presente desecho casi todo o más del
medio e del dicho mojón del lavajo Terçero dixo que van a dar a otro mojón que
está çerca del camino que llevan de Santiago a la villa del Alverca a la mano
derecha e de allí dixo que van a dar a otro mojón que en la Puerta el Collado
que es en el camino que llevan de Santiago a la villa de San Clemente que este
mojón es de cal y cantos e del dicho mojón van a dar a otro de cal y cantos que
está entre las dehesas de Santiago e la villa del Provençio e de allí dixo que
van a dar a otro mojón que es entre las viñas de la villa de Santiago de cal y
canto e de allí dixo que a dar a otro mojón de cal y cantos que está en el
camino que llevan de Santiago al Provençio por la otra parte del rrío de
Záncara çerca de un molino armero que es del señor de la dicha villa de
Santyago e çerca de otro molino que se nonbra de Françisco Tostado veçino de la
villa del Provençio e allí a dar al pozo de la Cañada donde dixo está otro mojón
de cal y cantos a ojo del dicho pozo e de allí dixo que vuelve el dicho mojón
del Rruvielo”.
El conflicto surge en un
contexto de expansión agraria de la villa de Las Pedroñeras que está rompiendo
las tierras llecas del pueblo vecino. El impulso roturador de tierras llecas en
el primer tercio del siglo XVI fue imparable. Según contaba Martín Sánchez de
los Herreros, un labrador villarrobletano, en lo que debió ser práctica común
en toda la comarca, los pedroñeros labraban las tierras baldías para pan, haciéndolas
suyas propias, con plenos derechos de enajenación y sucesión hereditaria. El
movimiento roturador rompía los amojonamientos y, en este caso, ponía en
entredicho los títulos de propiedad de los Castillo Portocarrero sobre el donadío
de Santiago de la Torre. Este pequeño lugar, había sido un pueblo de pastores;
ahora, sus vecinos abandonaban el pueblo al desaparecer los pastos de sus
ganados y desaparecer el corredor natural para las reses que antaño se extendía
entre El Provencio y San Clemente y ahora era ocupado por las viñas. A la
altura de 1539, tal como narraba el provenciano Hernán Martínez Villamayor,
Santiago el Quebrado o de la Torre era un pueblo ya casi deshabitado con viejas
casas en pie, recuerdo de su apogeo en el siglo XV:
“syenpre la dicha villa de
Santiago a sido poblada e a visto en ella justiçia e alcaldes rregidores e
alguazil e paresçe por las casas e hedifyçios antiguos que en ella de presente
se ven e a visto desde que sabe la dicha villa que a los dichos quarenta años e
más tienpo ser pueblo antiguo poblado de más de çien años e aver en él
hedifyçios de mayor poblaçión que agora tiene, quatro vezes más que agora que
está avitado… e lo oyó dezir a su padre que llegó a hedad de noventa años el
qual dezía que en su tienpo desde su niñez avía visto poblada la dicha villa de
Santiago”
Aún no se había llegado a la
situación conocida en los años sesenta, con Santiago de la Torre únicamente
habitado por el alcaide de la fortaleza y unos vizcaínos de paso, pero los
treinta vecinos que Hernando de Colón nos da para 1517 son impensables al
finalizar la década de los treinta. Santiago de la Torre había sido un lugar
relativamente poblado en el último cuarto del siglo XV. Un anciano, Diego
Herreros, labrador de Villarrobledo, recordaba cómo Santiago de la Torre era un
lugar de setenta vecinos cuando era un niño de diez años. Juan del Castillo,
avecindado en Socuéllamos e hijo de santiagueros, daba una cifra similar,
sesenta, cuatro arriba o cuatro abajo. Otros como Alonso Sánchez de Vargas y Cristóbal
López el viejo elevaban esa población hasta 120 y 80 vecinos, respectivamente,
para el año 1470, y no faltaba testigo que llegaba a los doscientos vecinos. Lo
más probable era que Santiago saliera de las guerras del Marquesado con
cincuenta vecinos para iniciar un declinar irremediable. Un testigo nos narraba
la negativa evolución demográfica de Santiago el Quebrado, desde la época
previa a las guerras del Marquesado hasta la década de 1530
“que avrá más de çinquenta
años syendo muchacho este testigo conoçió que avía más de sesenta vezinos e que
de presente es de veynte vezinos porque se ha despoblado”
El mencionado Juan del Castillo nos presentaba una imagen idílica de Santiago de la Torre al acabar las guerras del Marquesado, con unos vecinos asentados y acomodados con nutridos hatos de ganados o dedicados a la labranza de pan llevar en Las Pedroñeras. Pensamos que los ganados eran dominantes o al menos así lo creía Juan del Castillo, cuando recordaba su infancia, pues citaba dueños de hatos de ganado, moradores en Santiago: Diego Sánchez, Andrés Herreros, Diego de las Torres, Diego Simón, Miguel de San Gil o Juan Gómez. Ganados que compartían pastos con los ganados de los pueblos vecinos, como los de Pedro Sánchez Carnicero, vecino de El Provencio, que, con sus quinientas ovejas, a comienzos de siglo, subía hasta la dehesa de Santiago de la Torre, o las de un tal Merchante de Pedroñeras que también acudía allí. Apellido, el uno y el otro, que denunciaban la finalidad para el abasto de carne de estos ganados.
Santiago de la Torre era asímismo un
pueblo de encuentro, descanso y placer; así nos lo recordaba el mencionado
testigo de Socuéllamos
“solía ser un pueblo de mucho
placer e pasatienpo porque dixo que avía en ella de vivienda y estantes dos
tanborileros e un gaytero e un atabalero”
El avance roturador de Las
Pedroñeras ponía en peligro las posesiones de los Castillo Portocarrero en
Santiago. Sin embargo, el avance roturador también venía desde Santiago y era
más antiguo, tanto Bernardino del Castillo como los vecinos de Santiago tenían
propiedades en Las Pedroñeras, es más los de Santiago se habían establecido en
la villa vecina, donde sus tierras llegaban hasta las paredes y eras de Las
Pedroñeras. Bernardino del Castillo poseía en este pueblo, herencia del mayorazgo del doctor Pedro González del Castillo, una hacienda valorada
en dos mil ducados: “tenía tierras que poseya en la dicha villa de las
Pedroñeras, así en los çebadales de alrrededor como por otras partes que a
pareçer deste testigo valen más de dos mil ducados”. A las tierras se sumaban
los solares de casas que don Bernardino del Castillo poseía en los mismos
cebadales de Las Pedroñeras. Se decía que los vecinos de Santiago poseían más
tierras en la villa de Las Pedroñeras que en la suya de Santiago. Unas veces, explotaban en
arrendamiento las tierras de los Castillo Portocarrero; otras labraban las
propias por rompimiento de los llecos del suelo de Alarcón, aprovechando las
ventajas del fuero de esta villa. De los labradores de Santiago, el caso más
antiguo conocido es el de Garci Martínez de la Osa, que roturaba los llecos de
Las Pedroñeras ya a mediados el sigo XV. Quizás no sea aventurado decir que el
auge demográfico de Las Pedroñeras en el siglo siguiente se deba a un traslado
a esta villa de los vecinos de Santiago. Es más, creemos que fueron los hijos
de los emigrados de Santiago a la villa de Las Pedroñeras los que sostuvieron
el impulso roturador en sentido opuesto en los años treinta. Ese movimiento
migratorio hacia Las Pedroñeras debió ocurrir a comienzos de la segunda década
de siglo, coincidiendo con la huida generalizada de tierras de señorío en la
comarca, aunque en este caso concreto, las fronteras entre ambos pueblos eran
muy permeables, como lo era con El Provencio o San Clemente, donde emigró hacia
1490 Diego Simón, que daría lugar a linaje señalado en esta última villa;
otros, como Juan de Robles el viejo, siguieron el mismo camino treinta años
después. Creemos que, frente al antiguo espacio del suelo común de
Alarcón, ahora nace un nuevo espacio común con intercambios de vecindad,
propiedades y comerciales que incorpora a estas tierras del sur de la actual
provincia de Cuenca las de Socuéllamos y Villarrobledo. Un ejemplo es la
presencia del apellido Herreros, al que situamos a a mediados de siglo en el
donadío de Santiago para verlo después, Sánchez de los Herreros o López de los
Herreros, en San Clemente, El Provencio o Villarrobledo. Sabemos de Miguel Sánchez de los Herreros,que se establece en San Clemente, abandonando el hogar de su padre Alonso en Santiago, y de un villarrobletano
llamado Alonso López de los Herreros, que se trasladó a vivir a esta villa en
los años anteriores a la rebelión de las Comunidades en 1520, siendo
anteriormente pastor de un vecino de El Provencio, Alonso Sánchez de Vargas,
durante nueve años, y, seis años después, explotando unas tierras en Santiago
de la Torre, que poseía el licenciado belmonteño Inestrosa. La explotación se
hacía en régimen de aparcería, repartiendo a mitades las treinta y seis fanegas
de trigo cosechadas. La vida de este Alonso López de los Herreros es prototipo
de la de otros coetáneos: pastor en su adolescencia, arrendando tierras ajenas
hasta en su juventud, para conseguir ahorrar el caudal suficiente que le
permitiera acceder a la propiedad de tierras propias en la villa de
Villarrobledo. El sueño, hecho realidad, de muchos hombres de comienzos de
siglo, por acceder a la propiedad de la tierra. Es ese deseo el que provoca una
onda migratoria que rompe las antiguas tierras comunes e integra en un espacio
económico común las tierras de Alcaraz o ciudarrealeñas.
“que el señor de la dicha
villa de Santiago tiene muchas tierras de pan llevar en el término de Las
Pedroñeras en mucha cantidad e aun dixo que tiene solares de casas alrrededor
de la dicha villa que se harían e hizieron en tierra de los çevadales de la
dicha villa de Las Pedroñeras de manera que tanto aprovechamiento e aún dixo este
testigo que más tienen los vezinos de la dicha villa de Santiago en el término
de Las Pedroñeras que no en el término de Santiago lo qual todo dixo este
testigo que ansy lo a visto ser e pasar asy labrando en algunos tienpos en los
canpos e tierras del dicho lugar de Alarcón”.
Otro de los pueblos donde
migraron los santiagueros fue a Villarrobledo, siguiendo la misma ruta y
corredor que seguían sus ganados. Al contexto general, de unos hombres que
huían del señorío, se unió la especificidad de Santiago de la Torre, su
geografía no invitaba al poblamiento. Era una zona de aguas estancadas; lo que
era una ventaja para un pueblo ganadero, y donde crecía la masiega que los
provencianos aprovechaban para sus camas, pronto se convirtió en desventaja con
el avance agrario y la desecación de estos lavajos, devenidos en aguas
residuales e infectas, pues ya no encontraban salida a la red hidrográfica,
fuente de enfermedades que diezmaron la población e invitaron a los vecinos a
abandonar el pueblo. Juan Lozano recordaba el cataclismo poblacional de un
lugar que bebía un agua contaminada
“e de causa de enfermedad de
las aguas de las marismas que tiene en derredor se despoblaua muchas vezes e se
quedaba en muy poca vezindad”
Era una paradoja, pero era el
contrapunto de la revolución agraria que vivió la zona. Mientras los pueblos de
la Mancha conquense cuadruplicaban su población en el primer tercio de siglo
XVI, Santiago de la Torre quedaba como un enclave aislado. Su fidelidad a la
tradición ganadera fue causa de su ruina. Mientras sus vecinos provencianos y
sanclementinos plantaban las primeras viñas en el arroyo Majara Hollín,
provocando su desecación, y sus tierras de pan llevar ganaban el espacio
geográfico de Marcelén, los ganados santiagueros se veían obligados a beber las
pocas aguas residuales remanentes al bajar el nivel freático, fruto de la
expansión agraria. Los ganados enfermos transmitían sus males a los hombres.
Santiago se despobló, en el horizonte de aquellos hombres la única escapatoria
fue abandonar las tradiciones pastoriles para buscar fortuna como labradores,
primero en pueblos comarcanos, donde ya habían adquirido propiedades, caso de
Las Pedroñeras, luego el destino elegido sería más lejano: Las Mesas,
Socuéllamos o Villarrobledo. Quizás, Santiago de la Torre fue un caso más
extremo, pero la realidad de pastores arruinados, con sus pequeños hatos de
ganados, era propia de toda la comarca. Es ahora, en el primer tercio del
siglo, coincidiendo con la ruina de los pequeños pastores, cuando se forjan lo
que hemos llamado “señores de ganados”, que alquilan, a precios prohibitivos
para otros, las yerbas de las dehesas privilegiadas. Aun así, es una solución
transitoria, antes de su integración en las rutas trashumantes.
La reacción de don Bernardino
Castillo Portocarrero fue tajante, impidiendo a los vecinos foráneos labrar sus
tierras; entre los perjudicados estaba el provenciano García Sánchez que poseía
en propiedad varias hazas en el donadío de Santiago de la Torre, y, sobre todo
su propio alcaide de la fortaleza, un tal Oviedo, al que ahorcó en una almena
de su castillo por ser poco diligente en su labor de impedir la entrada de
extraños en el donadío. Sabemos que los provencianos con propiedades en
Santiago sacaban su trigo del donadío hasta las eras de El Provencio para
evitar las exacciones de los Castillo Portocarrero. Entre ambos contendientes
se debió llegar, en los primeros años de la década de 1520, a acuerdo, que no
era sino reforzamiento del poder señorial de los Castillo Portocarrero tras la
guerra de las Comunidades, con la obligación de los labradores de ceder una
oncena parte de su cosecha a don Bernardino del Castillo. La solución vino
después de pleito entre los provencianos y don Bernardino del Castillo
Portocarrero, sustanciado en la Chancillería de Granada, que reconocía a los
provencianos a sacar sus mieses del donadío y a don Bernardino cobrar un onceno
de cada fanega cosechada. Era un punto de inflexión que acababa con una época,
en la que santiagueros o pedroñeros se consideraban un mismo pueblo, como
hermanos y revueltos se decía (de hecho, era común que los pedroñeros hicieran
un alto con sus mulas y carros en Santiago, donde, convidados, comían en común),
y en la que los provencianos no conocían de fronteras. Hacia sus dos montes de
encinas, el viejo, en el camino de las Pedroñeras, y el nuevo, en el camino de
La Alberca, acudían los convecinos a por la bellota, y hacia la dehesa de Majara
Hollín y sus humedales habían acudido hasta los años veinte los provencianos,
los pedroñeros y sanclementinos con sus carretas para recoger la masiega
empleada para rellenar los colchones de sus camas, mientras sus mulas pacían, o
para buscar espárragos entre las primeras viñas plantadas. Ahora, Majara Hollín
se desecaba, sus ganados se perdían y lo que era dehesa santiaguera era objeto
de disputas entre provencianos y sanclementinos por su control. Entre los
provencianos que compraban tierras en Santiago el Quebrado destacaba Julián
Grimaldos, además del citado García Sánchez, y otros como Pedro Sánchez de
Bartolomé Sánchez que se dedicaban a romper los llecos en el camino de La
Alberca, que se avinieron a pagar el onceno a don Bernardino, según recogía el
testimonio de un labrador provenciano que andaba entre su pueblo y Santiago
para recoger limosnas para el ermitaño que guardaba la ermita de Santa
Catalina. Mientras El Provencio y Las Pedroñeras crecían en la década de los
treinta, con trescientos diez y ciento ochenta vecinos, respectivamente;
Santiago de la Torre, apenas si llegaba a los veinte. El empuje roturador de
los vecinos de Las Pedroñeras se centraba en la hoya de Hernán Gil y en el
camino de Santiago a Robredillo de Záncara.
Una primera sentencia
favorable a Las Pedroñeras para romper los llecos de Santiago y los aprovechamientos comunes, el cinco de julio de 1538, sería, no obstante,
apelada por Las Pedroñeras hasta conseguir en revista una nueva sentencia
favorable de 25 de noviembre de 1541 que hacía extensivos los usos comunes a
cualquier aprovechamiento. Dicha sentencia no sería aceptada por don Bernardino
del Castillo Portocarrero que acudiría a la Sala de las Mil Quinientas Doblas. Las
pretensiones de los Castillo Portocarrero, ahora defendidas, por su hijo Antonio
del Castillo serían denegadas el 23 de noviembre de 1560, en sentencia
confirmada por ejecutoria de 26 de marzo de 1561 y los derechos de Las
Pedroñeras repuestos en un acto formal el 28 de febrero de 1562 ante escribano
receptor y en presencia de don Antonio del Castillo Portocarrero que protestó
los derechos otorgados a la villa vecina.
El conflicto se reavivó en la
semana previa a la Navidad de 1560, cuando fueron prendadas a un pastor de
Canalejas del Arroyo, al servicio de Bartolomé Díaz, vecino de La Pedroñeras,
varias cabezas de ganado que pastaban en la dehesa Vieja o de la Asperilla de
Santiago de la Torre. Las circunstancias del hecho, de noche y aprovechando una
nevada antes de la Navidad del año 1560, que quedó en la memoria de los
coetáneos, fueron entendidas como alevosía por el alcaide y alcalde mayor de la
fortaleza, Gonzalo de Cisneros, quien de hecho ejercía la justicia en nombre de
su señor, ya que Juan Moreno, nominado alcalde ordinario, era simple hombre de
paja. Y es que Santiago de la Torre tenía formalmente una organización concejil
que contrastaba con su despoblación: el otro alcalde era Sebastián de la
Fuente, como alguacil Antón de Moya y como regidor, Juan Sánchez, todos ellos
paniaguados de los Castillo Portocarrero. Una estructura creada para mantener
la exclusividad de unas tierras frente a foráneos, pues los incidentes
continuaron; así cuando Juan Bonillo fue sorprendido cortando leña en la hoya
de Hernán Gil. Las desavenencias entre pedroñeros y don Antonio del Castillo
Portocarrero se hicieron visible en el mismo acto de posesión de 28 de febrero de
1562. Amén de ritos oficiales, la posesión se intentó hacer efectiva por los
pedroñeros y su procurador Diego de Segovia, metiendo en Santiago los mismos
ganados de Bartolomé Díaz que habían sido penados en la Navidad de 1560,
provocando la ira del alcaide santiaguero Gonzalo Cisneros, que hubo de ser
reconvenido por su señor don Antonio del Castillo y llevado preso a San Clemente.
Aparte de don Antonio Castillo
Portocarrero, quien más parecía beneficiarse de la dehesa de Santiago el
Quebrado era el licenciado Mendiola y los Balmaseda, de familias de origen
vasco, y sus ganados, que no debieron ver con buenos ojos la presencia de los
ganados pedroñeros de Bartolomé Díaz. Es difícil saber la importancia de estos
ganados locales, más allá de saber que eran dos manadas y que las cabezas
embargadas fueron dos cabras y diecisiete ovejas y que en otros casos conocidos
llegaban a las quinientas cabezas. Aunque el mencionado debía tener una
hacienda consolidada pues a su servicio trabajaban dos pastores, uno de
Canalejas y otro de Cañamares. Eran ganados destinados al abasto de carne de
los pueblos. El hecho es que Santiago de la Torre se cerraba definitivamente a
los ganados de los pueblos de los alrededores. A comienzos de la década de los
sesenta, el propio don Antonio del Castillo Portocarrero, acompañado de su
alcaide Cisneros y otros hombres a caballo, recorrían sus tierras echando a los
pastores intrusos entre amenazas de pelarles las barbas, cortarles las orejas o
quemarlos vivos, encerrando a los pedroñeros en las mazmorras de su fortaleza
de Santiago o tirando arcabuzazos contra un negro, esclavo de un tal Castellano,
vecino de Las Pedroñeras. El caso es que el conflicto continuaba para mayo de
1568, pero los Castillo Portocarrero desaparecen de la escena conquense en
torno a los años 1579 y 1580, habían puesto tierra por medio, vendido sus
posesiones en Cuenca y marchado a Salamanca, aunque se resistían a vender Santiago
de la Torre. El concejo de Santiago, representación virtual de una población
inexistente, y cuyo gobierno, al igual que el de Santa María del Campo, en este
caso por poco tiempo pues sería vendida a la Corona en 1579, recaía en la
figura de un gobernador, Francisco de Urriaga, hombre de confianza de don
Antonio del Castillo, era impotente para enfrentarse a Las Pedroñeras. La villa
de Las Pedroñeras impondrá sus condiciones; el juez ejecutor Juan Román dará
posesión de todos los términos de Santiago de la Torre, para su libre aprovechamiento,
el 22 de agosto de 1569. Don Antonio del Castillo Portocarrero recurrirá esa
sentencia y por nueva sentencia de la Chancillería de Granada de 24 de mayo de
1583, confirmada el 19 de junio, consigue excluir de esos aprovechamientos “la
dehessa que llaman boalaxe ni en la del carnicero ni en el exido que por este
nombre llaman redonda”
El viejo donadío se disponía
ahora a pasar a mano de los Pacheco sanclementinos. Santa
María del Campo Rus pasaría a formar parte de la gobernación del Marquesado de
Villena, hasta que en 1607 San María del Campo Rus pasará a manos de los Ruiz
de Alarcón, mientras que Santiago, en fecha que desconocemos pasará a ser
propiedad de Alonso Pacheco, de la rama sanclementina de esta familia, que
además del donadío heredará sus pleitos con la villa de Las Pedroñeras. Don
Alonso Pacheco Guzmán reconocerá haber comprado, en mayo de 1590, con anterioridad
el donadío a Antonio Castillo Portocarrero, que por esas fechas es difunto. El tres de junio
don Alonso consigue ejecutoria en los términos de las sentencias de 1583. El donadío pasará a ser mayorazgo de los Pacheco en 1603.
ANEXOS
Testigos 1535
Julián de Grimaldos, vecino de
El Provencio, 60 años
Hernán Martínez Villamayor, vecino
de El Provencio, 52 años
Juan Martínez de Benito
Martínez, vecino de El Provencio, más de 60 años
Juan Sánchez de Buendía,
vecino de Castillo de Garcimuñoz y natural de El Provencio, 60 años
García Sánchez Pellejero,
vecino de El Provencio, 60 años
Sebastián del Río, vecino de
Villarrobledo, 48 años
Martín Sánchez de los
Herreros, 48 años
Sancho López de Villena, vecino
de Socuéllamos, procedente de EL Provencio, desde donde pasa a Las Mesas y
luego a Socuéllamos.
Fabián de Poyatos, vecino de
Villarrobledo, 62 años, nacido en Socuéllamos e hijo de un vecino de Las Pedroñeras
Diego Herreros, labrador de
Villarrobledo,
Juan del Castillo, vecino de
Socuéllamos. 60 años. Hijo de vecinos de Santiago
Juan de Culliga, vecino de
Socuéllamos. 58 años.
Juan García del Amo, vecino de
Socuéllamos. 50 años
Esteban Sánchez del Provencio,
vecino de San Clemente.
Juan Lozano, vecino de San
Clemente, 65 años
Pedro Hernández, vecino de San
Clemente.
Alonso Sánchez de Vargas, vecino
de San Clemente, 72 años
Cristóbal López el viejo,
vecino de La Alberca, 85 años
Pedro Martín Grande, vecino de
La Alberca. 67 años
Alonso de Zorita, vecino de
Belmonte. 70 años
Probanzas de 1561, sobre
prendar ganados pedroñeros, propiedad de Bartolomé Díaz, en la dehesa vieja o
de la Asperilla de Santiago y corta de leña
Gonzalo de Cisneros, alcalde
mayor y alcaide de Santiago de la Torre por don Antonio del Castillo
Portocarrero y Santisteban
Francisco Rodríguez, vecino de
El Provencio
Juan Miguel, estante en El
Provencio
Antón Hernández, vecino de
Robredillo, aldea de Las Pedroñeras
Precio del ganado en 1560
·
La borrega a seis reales
·
El murueco quince reales
·
La cabra a trescientos maravedíes
·
La oveja a ducado
·
Un igüedo a treinta reales
UNA DESCRIPCIÓN DEL DONADÍO DE
SANTIAGO DE LA TORRE EN 1535
“syenpre la dicha villa de
Santiago a sido poblada e a visto en ella justiçia e alcaldes rregidores e
alguazil e paresçe por las casas e hedifyçios antiguos que en ella de presente
se ven e a visto desde que sabe la dicha villa que a los dichos quarenta años e
más tienpo ser pueblo antiguo poblado de más de çien años e aver en él
hedifyçios de mayor poblaçión que agora tiene, quatro vezes más que agora que
está avitado… e lo oyó dezir a su padre que llegó a hedad de noventa años el
qual dezía que en su tienpo desde su niñez avía visto poblada la dicha villa de
Santiago”
CARTAS DE DONACIÓN POR ALARCÓN
DE SANTIAGO DE LA TORRE
A la altura de 1535, los
privilegios de la villa de El Provencio se conservaban, según costumbre de la
época, pero la ubicación de dicha arca no tenía de casa consistorial ni de
archivo en el que guardarse. Tal era la realidad de un pueblo, cuyo sojuzgamiento
a los Calatayud, le impedía tener casas de concejo y celebrar las reuniones de
sus oficiales en casas privadas.
Por esa razón, cuando el alcalde
Julián de Grimaldo fue a buscar unas escrituras tuvo que ir a casa de Juan
Romero, regidor a la sazón, y en cuyo poder obraba el arca con las escrituras y
privilegios de la villa. Cuando se abrió el arca, entre las escrituras
destacaba un privilegio otorgado por don Juan Manuel escrito en pergamino de
cuero, en letra castellana, con un sello de cera blanca, en el que se hallaban
impresas las armas de don Juan Manuel: como un león con unas alas blancas, se
decía. Este sello colgaba de una trenza de hilo colorado, blanco y azul. Junto
a ella, otra escritura en pergamino de las mismas características, aunque aquí las
armas de don Juan Manuel en el sello de cera blanca eran más visibles: dos
leones y dos alas, con una espada en una mano en una de las alas. Esta
escritura era ilegible para aquellos hombres, deslumbrados por el hilo de
colores verde y blanco, aunque sabía que dicho privilegio era confirmación del
anterior. Estamos ante la carta fundacional de El Provencio de 1319, y, en el
segundo caso, venía acompañada por una confirmación de doña Blanca, nieta de
don Juan Manuel e hija de don Fernando del año 1352.
TRANSCRIPCIÓN
Aquí la escritura de don Juan,
hijo del infante don Manuel
Sepan quantos esta carta
vieren como yo don Johan fijo del ynfante don Manuel, mayordomo mayor del Rrey
e adelantado mayor del Rreyno de Murçia, otorgo a todos los que vinieren morar
al Provençio de fuera de la mi tierra que yo no les demande pecho ni pedido ni
otro tributo ninguno por sienpre jamás salvo ende que me den el diezmo ansí del
pan e del vino e de las otras cosas que en el dicho logar cogieren como de los
ganados que nasçieren en cada año en el dicho logar e por les hazer más merçed
tengo por bien que puedan labrar por pan en los heredamientos e términos de
Santiago e de San Clemente e de las Pedroñeras e de las Mesas en los logares
que sean liego que no sean de señores señalados; otrosi tengo por bien e mando
que sus ganados que pazcan las yerbas e beban las aguas en término de Alarcón
ansí como los ganados de aquellos que moran en el dicho término; otrosy tengo
por bien que non aya Alcayde ninguno en el dicho logar synon un honbre bueno su
vezino que porné yo e que rrecavde los mis derechos dende; otrosy los
pleytos que acaeçieren entre ellos tengo
por bien que los libren los alcaldes y el juez que ellos pusieren de sus
vezinos e que los libren por el fuero de las leyes e que sean las alçadas para
ante mí e non para otro ninguno e para que esto sea firme e non venga en duda
mandeles en de dar esta carta sellada con mío sellado colgando. Dada en el
Castillo veynte e tres días de março era de mill e ccc e çinquenta e syete años
e yo Gonçalo Martines que la fiz escrevir por mandado de don Johan. Gonçalo
Martines.
Traslado de otra escritura con
la confirmaçión
Sepan quantos esta carta
vieren como yo doña Blanca fija de don Fernando vi una carta de don Juan Mns. (quiere
decir Manuel) abuelo escrita en pergamino de cuero e sellada con su sello de
çera colgado el thenor de la qual es este que se sigue
(transcribe la carta anterior)
E agora el dicho conçejo
embiaron me pedir merçed que les confirmase la dicha carta e ge la mandase
guardar segund que en ella se contiene e yo tóvelo por bien e por esta mi carta
mando a qualquier o qualesquier que ayan de coger e de rrecavdar los pechos e
derechos en tierra de Alarcón en qualquier manera que vean la dicha carta que
el dicho conçejo tienen del dicho mio avuelo en esta rrazón e que ge la guarden
en todo segund que en ella se contiene e non fagan ende al so pena de la mi
merçed e de seysçientos maravedíes de esta moneda vsual a cada uno dellos e
porque esto sea firme e non venga en duda mandeles en de dar esta carta sellada
con mi sello colgando. Dada en el Castillo, veinte e ocho días de henero era de
mill e trezientos e noventa años e yo Johan López scriuano de doña Blanca la
fiz escrevir por mandado de Clemén López de Orozco su tutor
Estavan baxo de la dicha
escriptura dos firmas la una con un nonbre e parece dezir en ella Gonçalo
Martines o Garçía Martines e otra firma que dezía Johan López e baxo dellas
estava el dicho sello dendiente colgando como dicho es
*****************************************
LA TIERRA DE ALCARAZ QUE PASÓ
A ALARCÓN
En las arcas del archivo de
Alcaraz se encontraba su fuero original, en pergamino. No constaban fecha, ni
día ni mes ni año, pero sí una confirmación del rey Alfonso X, de un fuero ya
otorgado por su bisabuelo, acompañada del amojonamiento de la Tierra de
Alcaraz. Era un amojonamiento anterior a la sentencia de Sancho de Lanclares,
hombre de confianza de don Juan Manuel, de 1318, dictada en San Clemente y que
cercenaría los términos de Alcaraz en favor de Alarcón, dando lugar al nacimiento
de dos nuevas pueblas, El Provencio y Minaya, para consolidar el nuevo espacio
ganado a favor de la fortaleza de Alarcón.
El fuero confirmado fue
romanceado por orden del rey Alfonso X a Millán Pérez Ayllón. El amojonamiento
de Alcaraz mencionado se hacía eco del equilibrio de fuerzas existentes en la
zona. Se reconocía grandes contiendas sobre los términos con las órdenes de
Santiago y de San Juan y con los concejos de Alarcón y de Chinchilla y el
reconocimiento del rey sabio a Alcaraz por su apoyo en sus disputas con los
reyes de Aragón y Granada. El amojonamiento fue un acuerdo entre los diversos
intereses del reino y los hombres que lo encarnaban, en un reinado donde la
autoridad regia estaba en cuestión. Alfonso X reconocía la complejidad de ese
acuerdo:
“e yo sobre esto ove un
acuerdo con el ynfante don Manuel mi hermano e con don Gutierre Hernández e con
don Pelay Hernández maestre de la orden de Santiago e con don Enrrique Pérez mi
rrepostero mayor e con don Alfonso García adelantado mayor del Rreyno de Murçia
e del Andaluzía e con caballeros e otros omes buenos e de Alcaraz e de Alarcón
e de Chinchilla sabidores de la tierra”.
La extensa de mojones y su
enumeración nos interesa a nosotros en su parte norte, pues los mojones
determinados entonces serían reivindicados por villas como El Provencio para
definir sus propios términos frente a San Clemente (Atalayuela de Majara
Hollín) y la reivindicación de la mencionada villa y otras como la de Santiago
de la Torre de su pertenencia al suelo de Alcaraz y no al de Alarcón, ya
entrado el siglo XVI. En la misma ambigüedad se apoyarán otras villas como
Minaya para defender términos propios (el pozo de Minaya) y, aunque no lo
podemos asegurar la villa de Las Mesas (Peñarrubia de las Mesas o Las Rubias
tal como se la recordará el viejo nombre en las Relaciones Topográficas). Todas
ellas tomarán como referencia el fuero romanceado de Alcaraz y su amojonamiento
anejo, que para la parte norte era este:
“en la Peñarrubia de las Mesas
dende adelante da en la enzina de los Ballesteros a la cabeça del Pinarejo e al
atalaya e la Blanquylla dende adelante al rrío Záncara encima de las labores
del Quebrado término de Alcaraz, e dende al adelante al atalayuela de Majara
Hollín e en su derecho como va al pozo del Arenal e el Pozo Mojón e dende
adelante al Pozoseco en el villar de Guillamón e dende adelante va por el
camino derecho al pozo de Minaya mojón e dende adelante anda en derredor todo
el llano e va a la cabeça de la Espartosa que dizen de la Coscoxa e dende
adelante a la Espartosilla Fondonera e deste mojón adelante parte términos Alcaraz
con Chinchilla”.
Es en este amojonamiento en el
que se apoyará El Provencio en sus pleitos con San Clemente para hacerse con
las tierras de Majara Hollín y expulsar a los sanclementinos del culto
compartido en la ermita de Santa Catalina (¿posible origen real del culto de
Rus, que sustituye al perdido santuario de Santa Catalina?), en el que se
apoyará don Antonio Portocarrero en 1541 para denunciar la intromisión de Las
Pedroñeras en las labores del Qubrado, es decir, su donadío de Santiago el
Quebrado o de la Torre, y en el que se apoyará Minaya para desplazar sus
mojones frente a San Clemente, en la imprecisión de la ubicación de Minaya, para
los sanclementinos un pozo ubicado junto a la población que era para ellos
simple cortijo (entiéndase fortaleza de tierra) y para los minayeros pozo de
pastores más al norte.
La sentencia de Sancho de
Lanclares, en la medida que arrebataba una porción de tierra a Alcaraz,
decantaría estas poblaciones hacia el suelo de Alarcón y su devenir histórico,
y por herencia al de la provincia de Cuenca.
(Véase
“Alcaraz y su Tierra en el siglo XIII” de Aurelio Pretel sobre la evolución
histórica de esta Tierra y “El Año Mil Quinientos de la Mancha Conquense” de
Ignacio de la Rosa Ferrer, para el nacimiento de los espacios propios de El
Provencio y Minaya)
nº. 11
Concejo de las Pedroñeras de
1561
Alcaldes ordinarios: Andrés
Saiz de Pedro Gómez y Andrés Morales Belloso
Regidores: Marco Castellano,
Andrés Zarco, Andrés Velloso
Alférez: García Montoya
Alguacil: Juan Lozano
FUENTE:





