El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

sábado, 26 de mayo de 2018

Navodres en Barchín del Hoyo o las limitaciones de la roturación de nuevas tierras

provechar porque todo él es un tremedal de aguas de que en ynuierno se hinche dura todo el verano y ansí pasa todo el año sin que sea de prouecho y aún en ynvierno es tan grande el tremedal que si entran él algunos ganados perecen y no los pueden sacar de él y si se diese licencia para se poder rromper y labrar haríanse acequias y balladales y sangraderas por donde el agua se vazíase 

Así rezaba el memorial del procurador del concejo de Barchín del Hoyo, Juan Martínez de Moya, que no logró convencer al Consejo Real sobre la necesidad de romper la dehesa de Navodrés para labrantío y que el tres de julio de 1564 negó la licencia para romper estas tierras. ¿Visión exagerada o ejemplo de lo que debería ser un paisaje salpicado de lavajos entre atochares y monte bajo de carrascas, dominante en el espacio manchego conquense hasta finales del siglo XV, y que sería abruptamente modificado en la primera mitad del siglo XVI?

En el último cuarto del siglo del quinientos, Navodres era una zona pantanosa, poco apta para el cultivo y que los ganados evitaban. Sin embargo, el concejo de Barchín estaba hambriento de tierras, dirigiéndose al Consejo Real para solicitar licencia que les permitiera desecar esta dehesa para su roturación. Los barchineros en sus memoriales presentaban a Navodres como un tremedal de aguas de que en ynvierno se hincha e dura todo el verano y ansí pasa todo el año sin que sea de provecho y aun en ynvierno es tan grande el tremedal que si entran en él algunos ganados perecen. Se pedía, pues, romper dichas tierras, poco semejantes al prado al que se querían asimilar, para dedicarlos a labranza; con sus frutos y rentas, en sospechoso desinterés, el concejo de Barchín pretendía fundar un pósito, remedio de la necesidad de sus vecinos en tiempos de carestía. Conocemos los proyectos de desecación por el memorial presentado ante el Consejo Real
y si se diese liçençia para se poder rrronper y labrar haríanse açequias y balladales y sangraderas por donde el agua se vazíase 
Barchín era un pueblo propicio para ganaderos, de mucho pasto y poca labor. Aunque las Relaciones Topográficas, doce años después,  reconocen la cría de no más de ochocientos corderos al año. Y, sobre todo, Barchín se situaba al pie de la sierra de Cuenca, donde ésta ya se abre a la Mancha, con muchos espacios agrestes de uso común y concejil, apetecidos por los intereses particulares. A pesar de ello, el Consejo Real no se dejó embaucar y negó la licencia para roturar el prado de Navodres el tres de julio de 1564.

El proceso por roturar las tierras de Navodres y su arrendamiento a particulares había comenzado en 1563. Era el 21 de enero cuando el cabildo de Barchín intentó convencer al alcalde mayor Juan Caballero de la necesidad de roturar Navodres. Juan Caballero había llegado hasta Barchín para hacer una información solicitada por el Consejo Real sobre la conveniencia de otorgar licencia. Previamente, el 22 de abril de 1562, el Consejo Real había conminado al concejo barchinero a buscar otras tierras municipales como alternativa para la labranza. Juan Caballero era alcalde mayor del Marquesado de Villena desde el dos de febrero de 1562; por aquel entonces el nombramiento de este cargo correspondía a una decisión personal del gobernador, que a la sazón era don Carlos de Guevara.

La primera decisión de Juan Caballero fue convocar un concejo abierto el domingo 24 de enero de 1563, al que invitó a todos los vecinos de Barchín, pero también a los moradores del lugar de Valverdejo y de Alcohor (o Alcohol), entonces habitado, para conocer el sentir del pueblo y sus aldeas en torno a Navodres. Celoso de su misión, Juan Caballero decidió visitar Navodres el día veintidós, acompañado de cuantos vecinos quisieran personarse con él en dicho prado. Aparte de la justicia de Barchín, los más interesados en la visita fueron los moradores del pequeño lugar de Alcohor, que en número de cinco acompañaron al alcalde mayor. Alcohor era una pequeña aldea formada en las proximidades de Navodres por agricultores que ya habían comenzado a roturar sus tierras. Pedro Gascón decía que en realidad la tierra a roturar suponía solamente una treintava parte de la superficie total de Navodres; quizás esa era la superficie ya labrada, sin licencia real. Eran estos agricultores los primeros interesados en la roturación y los que defendieron ante el alcalde mayor la necesidad de labrar las tierras que en ese momento pisaban junto a Juan Caballero.

Pero Barchín del Hoyo no era villa de labradores, pues su término era angosto y de pocas tierras para la labrança. La economía de Barchín se inclinaba más a la ganadería, aunque Barchín quiere presentarse con orgullo como una villa de labradores, condición de la que participan la mayor parte del sus vecinos. Los Reyes Católicos, habían concedido por privilegio de 26 de marzo de 1489 tres dehesas al pueblo para uso exclusivo de sus vecinos: una dehesa carnicera, la del Cuerpo, para el abasto de sus vecinos y dos dehesas más: la de Alcohor y la de Navodres. Esta última dehesa había sido concedida al común de los vecinos como dehesa boyal para pasto de sus bestias. El escaso desarrollo agrario de Barchín y la sustitución del buey por la mula se traducían en el escaso aprovechamiento de Navodres, donde de verse bueyes, éstos eran los de los vecinos de Almodóvar del Pinar, carreteros dedicados al transporte. Ahora, a principios de los sesenta la disyuntiva planteada era muy clara: o se roturaban las tierras para la labranza o se dedicaban para pastos de los ganados. Barchín decidía su futuro en la elección de ser un pueblo de labradores o de ganaderos. En un caso u otro, el interés que dominaba era el privado, rompiendo con el viejo aprovechamiento comunal de la dehesa para pasto y obtención de recursos forestales libremente., lejos de las fórmulas de arrendamiento que ahora se pretendían.

Las esperanzas de los labradores estaban puestas en Navodres, pues el resto del término labrantío de Barchín estaba formado por tierras de poco valor e preçio y tierras livianas de cuya causa se coxe poco pan. Pedro Gascón declaraba que en veinte leguas a la redonda no había pueblo con menos labores. Las Relaciones Topográficas nos dan una imagen de un pueblo pobre, con casas hechas de tierra, bajas, al tono de la pobreza de la villa, a pesar de existir canteras para obra de sillería. Claro que la villa de Barchín veía en el arrendamiento de la dehesa una oportunidad para aumentar sus rentas y propios, especialmente en un momento de necesidad de fondos para la reconstrucción de la iglesia parroquial de la villa, tal como reconocía su procurador Juan Martínez. Pero había una razón de más peso. El fuerte incremento demográfico de comienzos de siglo había hecho insuficientes las tierras labradas para la alimentación de sus vecinos. Ahora, Barchín era un pueblo que había frenado la explosión demográfica iniciada a comienzos de siglo y permanecía estancado. Los agricultores barchineros, la mayoría de la población, buscaba nuevas tierras que arrendar en los pueblos cercanos, tierras de señorío. La única parte roturable del término de Barchín era Navodres, pues el resto estaba formado por pinares e tierras de piedras que no se pueden arar. Tierras proclives al aprovechamiento ganadero, añadían interesadamente los labradores.

Barchín, villa ganadera, tenía un grave problema con el abasto de pan para sus vecinos. La mayor parte del trigo era comprado fuera de la villa. A los precios altos de compra, en especial en época de necesidad, se unían los altos costes de transporte. Para aliviar la necesidad de los vecinos se pensaba en crear un alhorí. La economía de Barchín era muy limitada. Las Relaciones Topográficas reconocen una producción de 4.500 fanegas de trigo y tres mil arrobas de vino, insuficientes para mantener una población de doscientos cincuenta vecinos
y lo que aquí falta para comer se proveen de la Mancha, diez o doce leguas de esta villa

Los días veintidós y veintitrés de enero de 1563, el alcalde mayor Juan Caballero recibió el testimonio de varios vecinos barchineros. Todos ellos eran agricultores, defensores de nuevas tierras para el cultivo a costa de los comunales. En el pueblo se fue creando un clima favorable al rompimiento de la tierra de Navodres para el concejo abierto a celebrar el domingo veinticuatro. Ese domingo, después de comer (pues los vecinos salidos de la misa dominical hubieron de esperar a que el alcalde mayor comiera) la plaza se llenó con los barchineros, que fueron invitados a entrar en la sala del ayuntamiento. El alcalde mayor expuso la razón de su presencia en la villa. Los vecinos principales comenzaron a dar su parecer. Juan López de Reillo fue el primero en tomar la palabra, se manifestó favorable a arrendar y labrar la dehesa de Navodres. A su voto siguió una cascada de votos favorables, que reproducimos por ser un censo de la villa de Barchín y su tierra en ese año de 1563:

  • Juan López Escribano
  • Fernando de la Osa
  • Francisco López Tornero
  • Benito de Villalba
  • Juan de Jábega
  • Pedro Torrente
  • Hernán Saiz
  • Alonso Gascón
  • Antonio del Castillo
  • Juan de Villalba
  • García Cabronero
  • Martín Ruiz
  • Juan Miguel
  • Alonso de la Parrilla
  • Domingo Ramírez
  • Martín de Liébana
  • Antonio López Barbero
  • Juan Navarro
  • Juan de Mira
  • Gaspar de Poveda
  • Pedro de Linuesa
  • Juan de Milla (ganadero)
  • Garci Martínez
  • Juan Piqueras
  • Sesay de Guernica
  • Martín Cabronero
  • Amador López
  • Juan López del Cano
  • Juan Redondo
  • Martín de Alarcón
  • Miguel López de Paniagua
  • Ginés de Burgos
  • Juan López del Cano el viejo
  • Andrés del Pozo
  • Juan Ruiz
  • Juanes Vizcaíno
  • Martín López
  • Juan Gascón
  • Bartolomé Herrero
  • Bartolomé Saiz
  • Miguel García de la Holeda (Olmeda)
  • Miguel García
  • Sebastián de Linuesa
  • Alonso Lucas
  • Benito Martínez
Otros vecinos presentes asintieron  o al menos no se opusieron. Sabemos que había familias con fuertes intereses ganaderos, pero a excepción del mencionado Juan de Milla, que compartía la labranza con sus ganados, ninguno voto en el concejo abierto. La familia de la Osa, ganaderos y opuestos a los intereses de los labradores, salvo Fernando, no aparecen. Detentadores del poder municipal el año anterior, ahora estaban apartados. Tampoco aparece Pedro de Buedo, instalado en la villa. Los ganaderos permanecían callados, pero la república de labradores que a simple vista pudiera parecer Barchín estaba acomplejada. En las probanzas de testigos, se insiste una y otra vez que la necesidad de nuevas tierras para la labranza no va en contra de los ganados, pues hay tierra para todos. Incluso se limitan las pretensiones de labranza de Navodres a una parte ínfima de la dehesa.

Quizás porque era consciente del conflicto entre labradores y ganaderos, el alcalde mayor Juan Caballero siguió reuniendo testimonios los días veinticuatro y veinticinco. De nuevo visitó Navodres. Esta vez los labradores le llevaron a una zona de valle anegada por el agua. Consiguieron del alcalde mayor que diera su visto bueno para que el Consejo Real diera la licencia. Sin embargo el Consejo Real denegaría la licencia para labrar Navodres el tres de julio de 1564. Con la negativa del Consejo Real vino aparejada la paralización de los proyectos de la reforma de la iglesia parroquial y creación de un pósito municipal.

Auto del Consejo Real negando la licencia para roturar Navodres

¿Cuáles fueron las razones del Consejo Real para negar la licencia para la labranza de Navodres? Es posible que los intereses ganaderos intrigaran en la Corte, pero estos intereses solo aparecen definidos en el siglo siguiente con la figura de García de Buedo Gomendio. Nos es más convincente pensar que el Consejo Real tuviera reparos jurídicos. Las tierras de Navodres eran espacios comunales y como tales inalienables. En otras partes de Castilla, tal como ha estudiado VASSBERG (1), la Corona permitió la enajenación de las llamadas tierras baldías, sobre las que se arrogaba la propiedad. Pero las tierras que podrían responder a esta acepción eran consideradas por los barchineros como tierras incultas inapropiadas para la labranza. En el siglo siguiente, una Corona más acuciada por las necesidades militares daría la ansiada licencia para el arrendamiento de Navodres. Solo que esta vez sería para pasto de los ganados.



Concejo de Barchín de 21 de enero de 1563

Pedro Lucas y Benito Linuesa, alcaldes ordinarios; Cristóbal López y Pedro de Liébana, regidores; Blas Gómez, alguacil mayor; Miguel de Piqueras y Pedro Villalba, diputados.

Concejo de Barchín de 22 de septiembre de 1562

Miguel Piqueras y Juan de la Orden, alcaldes ordinarios; Alonso de la Osa, alguacil mayor; Pedro de la Osa, regidor; Alonso Escribano, diputado.

Moradores del lugar de Alcohor

Pascual de la Orden, Alonso Pérez, Juan Martínez Redondo, García de la Orden, Fabián Martínez.


Testigos

Miguel Piqueras el viejo, 65 años
Juan Piqueras, 54 años
Juan de Jábega, 62 años
Juan López Escribano
Pedro Gascón, 40 años
Gil Carretero, 58 años
Pedro de Liébana
Francisco Redondo
Pedro de Villalba, 63 años
Antón del Castillo
García Cabronero, 48 años
Alonso Lucas

(1) VASSBERG, D. E.: Tierra y sociedad en Castilla. Barna. Editorial Crítica. 1986

AGS. CONSEJO REAL DE CASTILLA. 352. Expediente de la villa de Barchín del Hoyo ante el Consejo Real para obtener licencia para roturar la dehesa de Navodres. 1562-1564

lunes, 21 de mayo de 2018

De los Ortega de San Clemente a los Gómez del Cañavate




Francisco Gómez era hijo de Pedro Gómez y nieto de Juan Ortega, vecino de San Clemente. Juan de Ortega casaría con Juana Gómez. Del matrimonio nació Pedro Gómez, casado con Elvira López, hija de Juan de la Roda, hacia 1500. De éste último matrimonio nacerían Francisco Gómez, avecidado en El Cañavate, que nacería con el cambio de siglo, y Juan Gómez, avecindado en San Clemente.

Juan Ortega, vecino de San Clemente, era el típico hidalgo arruinado, pero que mostraba con orgullo su condición hidalga ante sus vecinos. De su pobreza da testimonio Juan López Palomera, que recogía el recuerdo de su suegro Alonso López de Aparicio López, hombre que tenía trato y ayudó al dicho Juan de Ortega


e asy se lo dezía su suegro que el dycho Hortega hera buen fydalgo e que aunque hera pobre veya que se tenía por hidalgo espeçialmente que vido este testigo que cómo el dicho Hortega hera pobre el suegro de este testigo le dyxo un día en que tomase una bestia suya y que truxese una carga de leña para su casa e que el dicho Hortega respondyó: señor no lo faré que perderé la fidalguía por venyr tras la bestya cargada con leña que antes querría traer la leña a cuestas, que no quiso llevar la bestya e que cree que por esto no pechaba ni le enpadronarían en pecho rreal ni conçejal en demás hera muy pobre e que tenya muy poco e que este testygo le veya que syn enbargo de ser pobre tenya fantasya de hidalgo
El orgulloso hidalgo tuvo que ceder ante la necesidad que padecía su familia, entrando a servir como jornalero en casa del padre de García Martínez Ángel, Cristóbal Ángel el viejo, un rico pechero de la villa (a soldada para el canpo, carreta e viña), creemos que durante cinco años, pero este hecho lo hemos de adivinar entre líneas, pues el expediente está roto. La humillación que debió sufrir el viejo hidalgo, de los buenos de esta tierra, solo se puede entender en el contexto de una sociedad de labradores ricos, tan orgullosos o más que los hidalgos, donde emplearse a jornal era considerado un estigma.

Pocos hombres conocían la vida de sus convecinos como Alonso Álvarez de Rebe. Este hombre de ochenta y nueve años era un testigo privilegiado de su tiempo. Correo del marqués de Villena, había recorrido todo el Marquesado con sus veredas; ante sus ojos, habían pasado varias generaciones de sanclementinos. De mensajero de los Pacheco había sentado plaza como tendero de la villa de San Clemente para el abasto de la villa . Recordaba el nombre del padre de Juan Ortega, aunque fuese por su apodo: Juan el negro. Le había conocido con nueve años, es decir hacia 1455, como hombre hacendoso y procedente de Murcia, recordando sobre todo su aspecto físico
avía sydo honbre que avya tenido buena fazienda e que avya sydo justiçia en el Rreyno de Murcia e que ge lo dezía su padre deste testygo e que porque hera justiçia allá le dezían el nonbre de negro e porque dezían guartede Juan el negro pero que no hera negro salvo que hera moreno en la color
Alonso Álvarez de Rebe coincidía en el orgullo de Juan el negro y su hijo. Orgullo de hidalgo que sobrellevaban con altivez, a pesar del estado de necesidad y pobreza en el que habían caído
e asy lo a oydo dezir este testigo a su padre deste testigo Alonso Álvarez de Rebe e a otros viejos desta dicha villa que dezía que el dicho Juan el negro e el dicho su hijo Juan de Hortega heran buenos fidalgos e aun dolyéndose dellos diziendo: mirad quales Hadán estos fidalgos porque heran pobres trayendo carga de leña a cuestas que se dezía que no los querían traer en bestyas aunque ge las dauan porque dezían que su linage no avía harreado ni ydo tras bestya 
Juan el negro y su hijo Juan Ortega eran pobres de solemnidad, sin que sepamos la razón por la que habían llegado a San Clemente dos décadas antes de la guerra del Marquesado y la causa de su desdicha. Contra corriente había defendido su nobleza, negándose a pagar impuestos en la pechera San Clemente, donde cualquier hombre por mísero que fuera pagaba pechos, con tal que fuera propietario del azadón con el que trabajaba la tierra.

Pedro Gómez y Elvira López siempre habían vivido en San Clemente, aunque habían huido de la peste en esta villa y se refugiaron en Cañavate durante dos o tres meses en la década de los veinte, pero su residencia fija era San Clemente, donde a decir de Rodrigo Ortega, tenían fama de hidalgos. Ya en 1502 o 1503, se había hecho un repartimiento, a cargo de un jurado nombrado por el concejo, entre los vecinos de la villa de San Clemente (posiblemente para comprar el trigo que Alonso Castillo vendió a una villa hambrienta); Pedro Gómez, al igual que el resto de hidalgos, quedó exento. Pedro Gómez se juntaba con los otros hidalgos de la villa para la elección de alcalde de la hermandad por los hijosdalgo y mostraba albalá en las carnicerías para la refacción de la carne. A falta de padrones de hidalgos, el símbolo distintivo de hidalguía era la participación en las llamadas juntas de hidalgos. A comienzos del siglo XVI, parece que todavía no se había establecido el posterior colegio de cuatro electores para la elección de alcalde de la hermandad por los hijosdalgo; del mismo modo, los hidalgos se reunían en juntas, que elegían dos diputados y velaban por el reparto de la alcabala, entre los hijosdalgo, un impuesto universal. También participó con el resto de hidalgos en el pleito, que no se resolvería hasta 1539, para entrar en las suertes de los oficios concejiles. En Cañadajuncosa, aldea del Cañavate, fijó su residencia hacia 1522, tras casarse, su hijo Francisco Gómez.

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Alcalde ordinario de San Clemente; Pascual Simón y Alonso Astudillo
Alguaciles de San Clemente: Pedro Rosillo y Benito García
Alcaldes ordinarios de Cañavate: Juan Gómez y Pedro de Lomas

Probanza de 1535

Pedro Jiménez de Buenache, vecino de Cañavate, 60 años, alcalde, regidor y diputado de Cañavate en los últimos treinta años
Juan López Palomera, pechero de la villa de San Clemente, más de 75 años
Garci Martínez Ángel, pechero de San Clemente, 70 años
Antonio Rosillo el viejo, hidalgo de San Clemente, 66 años
Alonso Álvarez de Rebe, pechero de 89 años
Cecilia López, pechera, viuda de Gil Fernández de Alfaro, vecina de San Clemente, 70 años
Francisco Rosillo, pechero, vecino de San Clemente, 70 años


ARCHIVO DE CHANCILLERÍA DE GRANADA. HIDALGUÍAS. Probanza del pleito de hidalguía de Francisco Gómez, vecino del Cañavate. 1534. Signatura antigua: 302-297-1

viernes, 18 de mayo de 2018

La familia Gómez de Vara de Rey

Escudo de armas de los Gómez. Ejecutoria de hidalguía de 1 de agosto de 1593. A la derecha, representación de San Martín de Tours y al fondo una población y paisaje en el que la descripción bibliográfica de la obra quiere ver la villa de Vara de Rey (según la propia leyenda Toledo)
Carta ex[ecutori]a de hidalguia a pedimiento [manuscript] : de Martin Gomez y Pedro Gomez, hijos de Diego Gomez, vezinos de la villa de Valaderey. Rare Book & Manuscript Library University of Pennsylvania Ms. Codex 168




(Mi agradecimiento a Valentín Casco Fernández por haber hecho pública esta carta ejecutoria)

Los orígenes de los Gómez se remontaban a Villanueva de la Jara, aunque Martín Gómez había abandonado esta villa y el hogar de su padre García para casarse en Vara de Rey. García y su hermano llamado Juan eran hijos de Martín Gómez y Mari Álvarez de Espinosa. Este Martín ya se le conocía como un vecino principal de Villanueva de la Jara con muchas casas y hacienda en el pueblo. Procedía del El Cañavate y era conocido como Martín el hijodalgo, el del Cañavate. Su hijo García casaría con María Álvarez de Villaseñor. Del matrimonio nacería Martín, casado en Vara de Rey con Teresa Ramona, y dos hijas. Los hijos del matrimonio de Martín y Teresa, Diego y Julián, vecinos de Vara de Rey y luego moradores de Sisante, litigarían por su hidalguía. Diego y Julián fueron llamados para la campaña de Perpiñán de 1543, pero no llegaron a combatir, pues la gente reclutada en el Marquesado se volvió. El 26 de septiembre de 1582 conseguirían sentencia favorable de hidalguía, ratificada el el 18 de febrero de 1583. Diego Gómez casaría con Ana de Tébar, establecidos en Sisante tendrían por hijos a Pedro y Martín, los cuales verían ratificada su hidalguía en 1593; obteniendo carta ejecutoria hidalguía el uno de agosto de 1593 (aunque en la Ejecutoria aparece 1583, considero que el año de expedición de la misma es una década posterior).

Del primero de los Gómez, Martín, llamado el hijodalgo del Cañavate, sabemos que procedía de este lugar y cómo la fortuna le acompañó una vez establecido en Villanueva de la Jara. Su procedencia de Cañavate viene confirmada por las Relaciones Topográficas de Felipe II, donde nos aparecen varios hidalgos ejecutoriados con el apellido Gómez.
auía sido vezino de la dicha villa de Vilanueua de la Xara e auía viuido en la dicha villa  con su casa pobladea e familia bienes e hazienda e que auía sido un hombre muy honrrado e principal en la dicha villa de Villanueua de la Xara e que como tal hombre principal auía dexado una capellanía en la yglesia parrochial de la dicha villa de Villanueva de la Xara a la mano derecha de la dicha yglesia que desçían la capilla de Sancta Catalina
La capilla de Santa Catalina también se la conocía por la capilla de Martín Gómez. La fundación conjunta por Martín Gómez y Martín Gómez Prieto de esta capellanía tiene por fecha el 30 de junio de 1477. Dicha capilla ha sido identificada actualmente con la primera capilla lateral izquierda de la iglesia de la Asunción de Villanueva de la Jara, mirando desde el coro (1). Aunque nosotros tenemos nuestras reservas. Este hombre era tenido por el único hidalgo existente en Villanueva de la Jara en su tiempo. Además de hidalgo, era rico y benefactor de la villa de Villanueva de la Jara, pues en ella fundó un hospital para pobres.

Figuras orantes de Diego Gómez y Ana de Tébar. A la derecha sus hijos Pedro y Martín con sus familias
Carta ex[ecutori]a de hidalguia a pedimiento [manuscript] : de Martin Gomez y Pedro Gomez, hijos de Diego Gomez, vezinos de la villa de Valaderey. Rare Book & Manuscript Library University of Pennsylvania Ms. Codex 168

Probanza de 1582

Juan de Higueras, vecino de Villanueva de la Jara, labrador, 93 años
Alonso de Sepulveda, hijodalgo de Vara de Rey, 86 años
Bachiller Ginés González, hombre pechero de Villanueva de la Jara, 75 años
Juan de Jábega, labrador pechero, vecino de Vara de Rey, 65 años
Pedro Alonso de Palacios, hijodalgo de Vara de Rey, 63 años, hijo de Pedro Alonso de Palacios, fallecido en 1532 con setenta años
Alonso Cardos, pechero de Villanueva de la Jara, 78 años



(1) GABALDÓN SALAMANCA, Desiderio : "El hecho religioso en Villanueva de la Jara" en Testigos de la Historia Villanueva de la Jara (Ed. Carlos Julián Martínez Soria), Villanueva de la Jara, 2009. pp. 57 y 58

Carta ex[ecutori]a de hidalguia a pedimiento [manuscript] : de Martin Gomez y Pedro Gomez, hijos de Diego Gomez, vezinos de la villa de Valaderey. Rare Book & Manuscript Library University of Pennsylvania Ms. Codex 168

ARCHIVO DE LA CHANCILLERIA DE GRANADA HIDALGUÍAS. Ejecutoria de Pedro y Martín Gómez , vecinos de Vara de Rey, 1 de agosto de 1583. Signatura antigua: 301-76-45

martes, 15 de mayo de 2018

El nacimiento de Casas Benítez y el pinar de Azaraque





Martín Parreño, de cuarenta y siete años, era un labrador de la aldea de Casasimarro, perteneciente a Villanueva de la Jara, pero había abandonado este lugar para asentarse en un nuevo núcleo poblacional que ahora empezaba a formarse: Casas Benítez. Era uno de tantos lugares que empezaban a cuajar en torno a la alquería de un labrador rico o simplemente una casa aislada que aglutinaba a otras. Así surgieron algunas aldeas en el último tercio del cuatrocientos; el ejemplo se repetiría desde mediados del quinientos, en un último coletazo, roturador de la tierra, consolidándose este fenómeno a comienzos del seiscientos, cuando entró en quiebra una economía regional basada en la especialización de cultivos y se estabilizaron pueblos más pequeños con economías autárquicas o de escaso desarrollo comarcal.

El dicho Martín Parreño, labrador vezino del lugar de Cassasimarro, aldea de Uillanueua de la Xara, estante a el pressente en las cassas que llaman de Benitez en el pinar del Açaraque, término de la uilla de Uala de Rrei

Casas Benítez es un pueblo surgido a mediados del quinientos. Ni siquiera el incipiente pueblo tenía nombre. A decir de Martín, las casas que llaman de Benítez se situaban en el pinar del Açaraque. Un antiguo pinar de San Clemente, cuando Vara de Rey estaba englobada en el término de aquélla, pero ahora, y desde 1537, Vara de Rey tenía términos propios y poseía el pinar de Azaraque tras duro pleito y sentencia favorable de la Chancillería de Granada, dada hacia 1540. La vieja Vara de Rey, tras su emancipación, no tuvo el auge esperado por sus vecinos. Mientras Vara de Rey menguaba, su aldea de Sisante, comprada a golpe de tres mil ducados, crecía. No solo Sisante. En torno al lugar de la Cabezuela, Diego de Montoya, llegado de Minaya establecía casa en el lugar de Pozoamargo. El empeño de Diego Montoya y García de Buedo, crearía un nuevo núcleo en un lugar donde la tradición establecía viejos asentamientos. Ni siquiera nos referimos a la discutida ubicación de la mansio ad Puteas, sino al asentamiento de la Edad de Bronce, donde se levanta hoy la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza o a esa otra leyenda que nos narraba el cura del pueblo muchos años después: por aquí habían pasado los Condes de Carrión, burladores de las hijas del Cid
El pueblo, que oy se llama Pozo Amargo refieren algunos de él, oieron decir a sus padres se nombró en lo primitivo Pozo Dulze, y que pasando los Condes de Carrión por él los prendieron, y preguntando estos por el sitio donde los cogieron, como les dijeren era Pozo Dulce ellos respondieron Pozo Amargo es para nosotros y desde entonces se llamó así, más no ai fundamento alguno para esto, que el dicho, se carece del libro primitivo de su erección
No ai más aguas corrientes, que una poca que sale a la falda de la referida sierra, y mirando a este lugar, y viene a parar desde su nacimiento como unos cien pasos como a rebalsarse en medio de los dos barros, que componen, y en que se divide el pueblo (1)

Pero en el siglo XVIII todavía quedaban testimonios y escrituras privadas que certificaban el nacimiento del pueblo a mediados del siglo XVI
No se tiene razón fixa de la fundación de este lugar solo se sabe por instrumentos particulares fueron sus primeros pobladores Diego de Montoia y Pedro de Montoia, Fernando de Buedo, y García de Buedo a cuyas espensas se hizo la Yglesia (la de la Santísima Trinidad), y dotó con varias alajas para el culto divino que fue bendita y consagrada por el Ylmo Sr. Don Miguel Muñoz obispo de Cuenca el año 1548.           
La afirmación del párroco del lugar ha sido certificada por el excelente trabajo de José González Sandoval Buedo, acudiendo a los documentos conservados en el archivo familiar (2). Según el autor Diego de Montoya y su mujer Catalina Alonso Palacios llegaron desde Minaya a fines del siglo XV, poco después lo haría García de Buedo, que hacia 1520 casaría con Catalina, la hija de Diego Montoya. Nosotros incluso adivinamos la presencia en los años treinta de Juan Montoya, que andaba por allí. Pero si Pozo Amargo era el solar de dos familias nobiliarias, a las que la necesidad obligó a ponerse de acuerdo; Casas Benítez era el vivo ejemplo de asentamiento nacido del hambre de tierras. No estamos ante un movimiento roturador como el de comienzos del quinientos, sino ante la desesperación de los vecinos de las grandes villas que, huyendo de la crisis urbana, buscan nuevas oportunidades en el campo.

Al igual que Martín Parreño, el labrador Francisco García de Villarrobledo, había ido hasta Casas Benítez en busca de tierras. El pinar debía presentar bastantes claros que facilitarían su roturación. Ya en 1540, los sanclementinos  habían invitado a los vecinos de la comarca a talar el pinar. Se prefería la destrucción del pinar a su entrega a los vararreyenses. La medida desalmada no consiguió acabar con el pinar, pero la idea de su preservación caló en los contemporáneos. Durante treinta años el acceso de ganados y la corta de árboles estuvo prohibida. En la dispersión poblacional de comienzos del seiscientos y el caos administrativo y gubernativo no se entendía que la ciudad (léase las grandes poblaciones del sur de Cuenca) pasara hambre. Los vecinos de San Clemente abandonaban la pequeña corte manchega tras la peste y carestía de comienzos del seiscientos; los villarrobletanos veían como los campos de trigo se abandonaban, después que la villa en una carrera desenfrenada y llevada por la avaricia se lanzarán a cultivar calveros que nada producían. Villarrobledo dejaba de cosechar trigo y San Clemente no dejaba de plantar viñas. El Consejo de Castilla avisaba: faltaban tierras para los cereales; se llamaba a cultivar las tierras incultas. Los hombres más arriesgados abandonaron las grandes poblaciones que les condenaban al hambre; comenzaron a surgir las casas, simples núcleos donde se aglomeraban las viviendas en torno a edificaciones en un principio aisladas. Los reclamos eran sencillos: la instalación de los jesuitas en torno al legado de una gran finca, caso de Casas de Fernando Alonso; los calveros abiertos en el pinar, tal Casas de los Pinos; la explotación del lugar por un gran terrateniente, así Casas de Haro o Casas Ferrer, o, sencillamente, la existencia de un foco de atracción. Tal era el caso de Casas Benítez, cercana a los molinos de la Losa. Únicamente el pinar de Azaraque limitaba las roturaciones, pero la crisis de inicios del seiscientos dio libertad para romper los montes comunes. En los treinta y cuarenta unos pueblos ahogados por la presión fiscal y la necesidad de financiar la guerra darían licencias sin fin para obtener recursos.

Pero la presencia de colonos en las casas venía de antes. Francisco García se había desplazado a Casas Benítez hacía ya treinta años, en torno a 1555. Por entonces, y tras la atroz tala de los años cuarenta de los sanclementinos, los vararreyenses habían plantado nuevas suertes de pinos donceles. La idea era hacer del pinar un bien comunal para los pobres que allí se proveían de piñas y piñones. Se prefería que los vecinos se proveyeran de madera de otros árboles. Cuando los sanclementinos iban hasta allí en busca de madera para reparar su molino del Concejo en la ribera del Júcar se les negaba tal derecho.

¿A quién debía el nombre este pueblo, nacido en medio del pinar? Nosotros apostamos por Gines Benítez, vecino de Vara de Rey, que había muerto en torno a 1570, hacía catorce o quince años con setenta años. Ginés Benítez, al igual que otro vecino de San Clemente, llamado Juan Chamocho, eran muy buenos conocedores del pinar. Para esas fechas, las Relaciones Topográficas de Felipe II nos presentan a Casas Benítez (junto a Rodenas) como un asentamiento de ocho a diez casas. Otros núcleos habían surgido, aunque con menos recorrido, tal es el caso citado de Casas de Hernando López Meneses, de otra decena de  vecinos, además del ya conocido Pozoamargo, de treinta vecinos, e otros caseríos de labradores, donde no hay concejo ni justicia ninguna por ser de poca población.

Con el villazgo de 1537, atrás quedaron los viejos derechos de San Clemente, cuando Vara de Rey era aldea suya. Un anciano Andrés González de Tébar, un hidalgo, ordenado como clérigo, recordaba sus tiempos como regidor, cuando el concejo de San Clemente daba las licencias para corta de pinos y el las firmaba. Ahora el viejo Andrés era incapaz de estampar firma alguna en papel por la gota que le inmovilizaba las manos. Juan de Montoya, hidalgo de ochenta y seis años recordaba cómo estando en Pozo Amargo, veía prendar a los vecinos de Vara de Rey, que iban hasta el pinar. La cicatería de San Clemente (o más bien protección del pinar) le llevaba a permitir un máximo de cinco piñas recogidas por vecino con licencia. Así fue desde el año 1523 hasta que se eximió en 1537. Pero luego vino la tala indiscriminada de 1540, favorecida por el concejo sanclementino antes de entregar el pinar de Azaraque a Vara de Rey en cumplimiento de la sentencia de la Chancillería de Granada. Vara de Rey procuró replantar el pinar con pinos donceles, de los que estaba prohibida la tala y cuyos aprovechamientos de piñones mitigaban las necesidades de los vecinos.

Si estamos en lo cierto, el origen del actual pueblo de Casas de Benítez reside en un doble fenómeno: la construcción de una casa por un hombre muy apegado al pinar, Ginés Benítez,  y tal vez encargado de preservar los pinos donceles plantados por los vararreyenses para restaurar un pinar talado por los sanclementinos antes de su entrega. Y la posterior consolidación, en torno a esta casa, levantada por Ginés Benítez, de un núcleo poblacional de casas erigidas por agricultores venidos de otras partes, caso de Martín Parreño desde Casasimarro o Francisco García de Villarrobledo desde Vara de Rey. Otro caso sería el de Alonso Rabadán, pero la rotura del expediente no nos permite ir más allá. Estas nuevas vecindades tenían lugar en un contexto del impulso roturador de la primera mitad del quinientos, que todavía daba sus últimos estertores a mediados de siglo. Tal vez la plaga de langosta de finales de los cuarenta actuara como revulsivo para estos hombres en el abandono de sus hogares y su afán por buscar nuevas tierras. Quizás les llevara la necesidad. Martín Parreño, en 1584, declaraba cómo de más de treinta años que se sabe acordar a estado en el dicho pinar (de Azaraque). Martín Parreño ni siquiera se defínía como morador en Casas Benítez sino como simple estante. Francisco García de Villarrobledo, de 54 años, recordaba como siendo un rapaz de catorce años, hacia 1545, pastaba con los ganados por el pinar de Azaraque, hasta que diez años después estableció su morada en Casas Benítez, que, a su decir, vivía en las casas que están en el dicho pinar, haciéndonos ver que los pinos rodeaban a estas edificaciones. Recordaba a los múltiples infractores que acababan presos en la cárcel de Vara de Rey. Posiblemente Francisco García auxiliara a Ginés Benítez en las tareas de guarda del Pinar de Azaraque y siguiera su ejemplo poniendo casa en medio de los pinos. En especial les preocupaba la salvaguarda de las suertes de pinos donceles, recién plantados. Ginés era un vecino de Vara de Rey, fallecido hacia 1569 o 1570 con setenta años.

Después de los ganados y los guardas de los pinos, llegaron los labradores. La colonización de nuevos terrenos como Pozoamargo por las familias Montoya y Buedo, sirvió de acicate para la deforestación del pinar de Azaraque y el surgimiento de Casas Benítez, pero tanto o más importancia tuvo la proximidad de los molinos en la ribera del Júcar, los de la Losa y los llamados Nuevos, y el surgimiento de importantes núcleos de población al otro lado del río.

Probanza del año 1584

Alonso Rabadán
Martín Parreño, labrador de 47 años, vecino de Casasimarro y estante en Casas de Benítez
Francisco García de Villarrobledo, vecino de Vara de Rey y morador en Casas de Benítez, 54 años
Andrés González de Tébar, clerigo del estado de los hijosdalgo, más de 80 años
Martín de Albendea, labrador de San Clemente
Juan de Montoya, hidalgo de San Clemente de 86 años
Pedro López de Tébar, labrador de San Clemente, 67 años; hijo de regidor
Pedro Juárez el viejo, 67 años, vecino de San Clemente
Julián Gómez el viejo, hidalgo, 64 años, vecino de Vara de Rey
Francisco González, labrador, vecino de Vara de Rey; hijo de Pedro Martínez Pintor, escribano de la villa de Vara de Rey, y padre de regidor
Francisco de Alarcón, hijodalgo, vecino de Vara de Rey


(1) LÓPEZ, Tomás: Diccionario Geográfico de España: Cuenca. (BNE, Mss. 7298, fols. 664 y 665)
(2) GONZÁLEZ SANDOVAL BUEDO, José: Pozo Amargo (Cuenca). Aproximación histórica. Edición del autor. 1997, pp. 69 y ss.

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ CAJA 523, PIEZA 7. Probanzas del pleito entre Vara de Rey y San Clemente por corta de pinos para reparo de los molinos del Concejo. 1584

domingo, 13 de mayo de 2018

Los Abengoza

Jerónimo de Montoya Abengoza era uno de los hidalgos que el 28 de febrero de 1531 demandados por el concejo de San Clemente para que exhibieran sus cartas ejecutorias de hidalguía. Jerónimo era hijo de Diego de Abengoça, natural del Castillo de Garcimuñoz, y que se había mudado de joven a la villa de San Clemente para casar con Teresa, una hija de Alonso Montoya. Diego murió pasado el año 1510. Era hijo de Nuño de Abengoça, vecino del Castillo y con hacienda en Villalgordo. casado con Leonor de Céspedes. Nuño Abengoça estaba al servicio del maestre de Santiago, don Juan Pacheco, ocupando algún tiempo el cargo de alcaide de Villena.

La proyección social de los Abengoça debía mucho de sus servicios a los marqueses de Villena. Rodrigo de Luz recordaba a un joven Jerónimo de Montoya Abengoça en la casa de Alarcón de Diego López Pacheco, pero también se acordaba del padre Diego de Abengoça, que poseía una tierra de labor en Villar de Cantos, junto a la de su hermano, Alonso de Luz, el cual había heredado una heredad en Villar de Cantos por su matrimonio con la hija de Ruy Saez de Ortega el mozo.
y estando ya casado el dicho Diego de Abengoça este testigo (Rodrigo de Luz), thenía un hermano en la dicha villa de Sant Clemeynte  casado que se dezía Alonso de Luz y thenía una lavor de pan en una granja que se dezía Villar de Cantos y en ella este testigo avía estado algunas vezes yendo a ver a su hermano y vido como el dicho Diego de Abengoça assimismo thenía allí lavor y entonçes lo avía tornado a tratar y comunicar y lo avía tratado y comunicado con amystad y lo mismo en la dicha villa de Sant Clemeynte por tienpo de quatro o çinco años en tenporadas y que quando el dicho Diego de Abengoça se casó este testigo estaua en Villalgordo porque se avía venido desde Alarcón y desde entonçes este testigo estaua y rresidía en Villalgordo
Pero Rodrigo Luz, que a pesar de su residencia temporal en Alarcón, se declaraba natural de Villalgordo, había conocido con quince años  (hacia 1470) al abuelo de los Abengoça, Nuño, que desde Villena había llegado hasta el lugar de Villalgordo para establecer su morada, aprovechando las heredades aportadas por su mujer Leonor, natural de este pueblo.
el qual (Nuño de Abengoça) venía de Villena con su mujer y casa poblada  y traya consigo dos honbres de pie y una mula y un cauallo, el qual se vino al dicho lugar de Villargordo a poner lavor de pan y en él avía tomado casa porque hera de su mujer y çierta heredad adonde quería començar a labrar 
No se conoce la procedencia de Nuño de Abengoça, pero sí que su ascenso social debe mucho a su servicio al maestre de Santiago don Juan Pacheco, tal como recordaba en su ancianidad más de setenta años después Tristán Molina, caballero de la orden de Santiago
que el dicho Nuño Abengoça avía seydo ayo del dicho don Juan Pacheco que después fue maestre de Santiago y que vido este testigo siendo paje del dicho marqués que el dicho Nuño Abengoça entraua en la cámara del dicho marqués como persona privada con él 
Nuño Abengoza alternó su residencia en Villalgordo con su cargo de alcaide de Villena. El matrimonio duro poco, Pues Rodrigo Luz recordaba que hacía ya 60 años que Nuño había fallecido con apenas cincuenta años de edad en el lugar de Villalgordo, desde donde fue llevado su cuerpo a enterrar al Castillo de Garcimuñoz. Cuando fallece, su mujer Leonor de Espinosa se vuelve a casar; esa vez con un criado del marqués de Villena, un tal Espinosa.

Isabel Rubia, criada de los marqueses de Villena, conocía bien a los Abengoza. A Diego de Abengoza lo recordaba con quince años como trinchante de don Juan Pacheco.  Isabel Rubia estaba al servicio de la marquesa de Villena, doña María de Portocarrero; con ella y con el marqués, Isabel se desplazaba por las villas de Belmonte, Castillo, Villena o San Clemente (que por entonces ya era lugar de residencia continuada de María Portocarrero). Junto a ellos iba Nuño Abengoza, que era maestresala en la corte del maestre de don Juan Pacheco, hasta que fue nombrado alcaide de Villena por un periodo de tres o cuatro años. A Nuño se le conocía un hermano de nombre Alonso, al servicio del marqués de Villena, hasta que casado marchó al reino de Aragón. ¿Cual era el origen de los Abengoza? Isabel Rubia recordaba que la naturaleza del padre de Nuño, un tal García, era Villaverde, sin determinar más. Este tal García ya había detentado el cargo de alcaide de Villena

Los hijos de Nuño fueron el citado Diego y otro conocido por Céspedes. Diego Abengoza estableció su residencia en San Clemente. Posiblemente tras vender su hacienda en Villalgordo y el Castillo, aunque algún testigo remonta esa enajenación a Nuño. Casado con Teresa Montoya, tuvo tres hijos; Jerónimo, Nuño, que vivió en Villar de Cantos algún tiempo y luego se mudó a Vara de Rey, García, en Vara de Rey, y una hija llamada Luisa.

Jerónimo Montoya tenía su casa en San Clemente, en medio de dos pecheros Francisco Aguado y Francisco Rosillo (aunque éste hubiera podido renunciar a su hidalguía para participar en los oficios concejiles). El 20 de octubre de 1545 obtenía carta ejecutoria de hidalguía, trece años después que la Chancillería de Granada reconociera dicha hidalguía por sentencia de 22 de abril de 1532.



Probanza de testigos de 1531


Ortega del Castillo, vecino de Castillo de Garcimuñoz, libre de pechos, 74 años. Suegro de Sancho López de los Herreros

Rodrigo de Luz, hombre hijodalgo, vecino de Villalgordo que es de Juan Pacheco, 78 años
Tristán de Molina, caballero de la orden de Santiago, vecino de Castillo de Garcimuñoz, de 88 años
Isabel Rubia, vecina de San Clemente, viuda de Juan Chinchilla, de más de 80 años
Alvar Ruiz del Castillo, escribano de San Clemente, 74 años
Alonso Álvarez de Rebe, vecino de San Clemente, 84 años
Sancho Rodríguez, vecino pechero de San Clemente, 62 años
Antón García, el viejo, hidalgo de San Clemente, 70 años. Llega a San Clemente desde Iniesta en 1493

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, HIDALGUÍAS. Ejecutoria de hidalguía de Jerónimo Montoya de Abengoza. 1545. Signatura antigua. 301-17-22


La crueldad de la justicia en el siglo XVI



Descuartizamiento de Damiens, regicida, en 1757


Es poco lo que sabemos del pleito entre María de Cáceres, viuda de Diego de Abengoça, tutora de sus hijos y acusadora de don Manuel de Calatayud, señor de El Provencio, y de su hijo Manuel, y de sus criadosel comendador Hernando Camargo y Gabriel Murillo. Desgraciadamente no contamos con las probanzas de testigos, tan solo con las sentencias dadas por el juez de comisión licenciado Zaballos y los jueces de la Chancillería de Valladolid.

Desconocemos cual era la raíz de las diferencias entre el señor de El Provencio y el hidalgo sanclementino Diego de Abengoza. Pero estando don Diego de Abengoça en Toledo fue llamado allá por el año 1564 a la posada donde se alojaba don Manuel de Calatayud. Allí se inició una trifulca que acabaría con la muerte de Don Diego. Asesinato premeditado y planeado previamente por don Manuel de Calatayud y sus dos criados para la viuda de Diego de Abengoza; muerte dada en defensa propia, en palabras de Hernando Camargo, que se limitó a acudir en defensa de su señor ante un Diego de Abengoza agresor. No obstante, tal como se recoge en las diligencias practicadas por el licenciado Zaballos, la razón parece estar de parte de la viuda


estando el dicho diego de abengoçar en la dicha çibdad de toledo el dicho don manuel le auía enbiado a llamar por engaño y ansí auía ido a su posada y estando en ella él e los demás que con él estaban theniéndolo ya acordado sobre acuerdo y caso pensado auían arremetido a él y asídole de los pechos y con una daga dádole muchos golpes e cuchilladas así por el cuerpo como por la cabeça
Diego de Abengoça, que malherido acudió a su posada, acabó muriendo a los quince días.

La sentencia del juez de comisión licenciado Diego Zaballos en 1565 fue durísima para los dos criados del señor de Calatayud, no tanto para don Manuel, que se vio libre en todo el proceso. La dureza de las penas se expresaban en las vergüenzas públicas de unos reos paseados por las calles principales de Toledo, mientras que el pregonero en altas voces manifestaba su delito, para ser llevados hasta la horca y rollo de justicia situados junto a la puerta toledana de la Bisagra. Allí serían clavadas las cabezas de Hernando Camargo y Gabriel Morillo y la mano del primero; el cuerpo del segundo sería descuartizado en cuatro cuartos, que clavados en cuatro palos, serían expuestos a la vista de los que accedían por los caminos principales a la ciudad de Toledo. La crueldad, sin llegar a los extremos que nos describe Foucault en Vigilar y castigar de los suplicios sufridos por el regicida francés Damiens en 1757, es muestra de una justicia ejemplarizante


en el pleito criminal que ante mi pende entre partes de la una autora acusante mari lópez de cáceres viuda muger que fue de diego de abengoçar difunto veçino que fue de la dicha villa de san clemente como madre y tutora de nuño y diego y maría de abengoçar menores sus hijos e hija del dicho diego de abengoçar y melchor de rrojas su procurador en su nonbre y ernando camargo preso en la carçel rreal de la çibdad de toledo y matía de la fuente su procurador en su nonbre rreo acusado de la otra fallo que por la culpa que contra el dicho hernando camargo rresulta deste proçeso que le debo condenar y condeno a que de la carçel donde está sea sacado en un asno de albarda atado pies y manos y con una soga a la garganta sea llebado por las calles públicas desta çibdad con boz de pregonero que manyfieste su delito al canpo a la puerta de bisagra y al rollo y orca donde se açen semejantes justiçias y dél el dicho hernando camargo sea aorcado asta que naturalmente muera y después de muerto mando que le corten la cabeça y la pongan y se enclabe en el dicho rrollo y orca y mando que ninguna persona de ningún estado y condizión que sea la quite so pena de muerte e perdimiento de todos bienes... y ansi mesmo mando que le corten la mano derecha la qual se enclabe en la dicha orca y rollo y no se quite della so la dicha pena más le condeno en perdimiento de todos sus bienes
... por la culpa que contra el dicho gauriel de morillo rresulta deste proçeso que debo condenar y condeno a que de la carçel donde está preso sea sacado caballero en un asno de albarda atados pies y manos y con una soga a la garganta con boz de pregonero que manyfieste su delito sea llebado por las calles públicas acostunbradas de la dicha çibdad al canpo a la puerta de bisagra al rrollo y orca donde se haçen semejantes justiçias y della el dicho grauiel de morillo sea ahorcado de la garganta hasta que naturalmente y después de muerto mando que sea echo quartos y cada quarto se ponga en un camino prinçipal en un palo alto y ninguna persona sea osado de los quitar so pena de muerte e perdimiento de bienes ... e la cabeça del dicho grauiel de morillo sea puesta y enclabada en el dicho rrollo y orca y ninguna persona la quite so la dicha pena
pronunçiada por el dicho juez de comysión en la çibdad de toledo a treçe días del mes de nobienbre del año pasado de mill y quinientos y sesenta y çinco años
La sentencia apelada, sería mitigada en parte por los jueces de la Corte y Chancillería de Valladolid. Hernando Camargo y Gabriel Morillo serían condenado a seis años de galeras, sirviendo de soldados, y en pena cada uno de quinientos ducados para indemnizar a la mujer e hijos de Diego Abengoza. La pena sería rebajada de nuevo en agosto de 1568, aunque en este caso solamente para Gabriel Morillo (sin que tengamos noticia de nueva apelación por parte de Hernando Camargo), a tres años de destierro en las cinco leguas del término y jurisdicción de Toledo y en pena de cien ducados para la viuda e hijos de Diego Abengoza, así como 63.220 maravedíes de costas judiciales. En la disminución de las penas intervino sin duda don Manuel de Calatayud, que en todo momento eludió el proceso.





Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, REGISTRO DE EJECUTORIAS, CAJA 1148, 43. Ejecutoria del pleito litigado por María de Cáceres, viuda de Diego de Abengoza y sus hijos, vecinos de San Clemente (Cuenca), con Manuel de Calatayud, señor de El Provencio (Cuenca), Gabriel Morillo, vecino de la dicha villa, preso en la cárcel pública de Toledo y consortes, sobre el asesinato de Diego de Abengoza. 1568

sábado, 12 de mayo de 2018

Noticias sueltas de los Araque

Ejecutoria de hidalguía de por la Chancillería de Granada a Juan de Araque, vecino de Castillo de Garcimuñoz.  Incorpora en el cuarte superior izquierdo, las armas de los Melgarejo. AHN, Nobleza, Casal de Griegos, C.11,D.1


Los Araque estaban instalados en Villalgordo del Marquesado. Pero hacia 1540 Hernán de Montoya Araque se instala en San Clemente, tras su matrimonio con María Muñoz. Su padre Hernando de Araque había casado con Violante de Montoya, natural de Vara de Rey, que había fallecido en el parto. Violante de Montoya era de linaje de los Montoya, conocido en Vara de Rey. A decir de Pedro del Castillo, el paje, que de mozo había servido a esta familia, Violante era hijo de Hernando de Montoya, fallecido a comienzos de siglo. Juan de Luz aseguraba haber oído a su madre decir que la tenençia de Rrequena se le abía dado al dicho Hernando de Montoya (padre de Violante)

El abuelo era Alonso Hernández de Araque, casado con Juana de Piñán, había fallecido a comienzos de siglo. El bisabuelo también se llamaba Alonso Hernández de Araque.

En Villalgordo del Marquesado se pagaba el llamado rediezmo a los Pacheco, Luis y su hijo Juan, consistente en pagar de cada quince fanegas una (aunque en otros casos la proporción era de veinte una). Impuesto fluctuante según el rigor señorial del momento. Pues Hernando de Araque, a diferencia de sus convecinos no pagaba una cantidad menor a quien fuera también señora de la villa, la condesa de Medellín (Beatriz Pacheco, hija ilegítima del maestre Juan Pacheco)
çiertos rrediezmos que se pagaban a la condesa de Medellín cuya hera la dicha villa por ynpusiçión que hera de hoze fanegas ... una hanega más del diezmo

Los Araque tenían un escaño en la iglesia de Villalgordo junto al altar mayor a la parte de la mano yzquierda en la delatera de todos el qual dicho escaño hera conosçido que estaba a la parte derecha donde se dezía el ebangelio

Hernando de Montoya y Araque obtuvo ejecutoria de 14 de febrero de 1545. Establecería su residencia en San Clemente, donde casó con María Muñoz de los Ángeles. Sus descendientes enlazarían de nuevo con los Montoya, el hijo mayor, mientras que los menores casaban con las hijas del capitán Martín de Buedo, tesorero de rentas reales del Marquesado de Villena. El apellido y los bienes de los Araque, no obstante, se mantendría por el segundo matrimonio de su padre con con Leonor de Melgarejo. De este matrimonio nacería Francisco de Araque, establecido en el Castillo de Garcimuñoz, y casado con María de la Gruesa, natural de Belmonte, que fundaría el 14 de enero de 1577 mayorazgo en favor de hijo Juan de Araque (casado en San Clemente con la hija del licenciado Muñoz, Francisca). Dicho mayorazgo estaba formado por las casas principales de la familia en Villagordo del Marquesado y 1300 almudes de tierra en esa villa y las casas familiares en el Castillo de Garcimuñoz. Con el tiempo, las ramas familiares se extenderían por otras localidades como Moya, tras el enlace con los Caballón,  o Pozoamargo (1)



(1) RAH. Tabla genealógica de la familia de Araque, vecina de Castillo  Garci Muñoz. [Manuscrito]  Signatura: 9/304, fº 234 v. — Signatura antigua: D-29, fº 234 v.    Tabla genealógica de la familia de Araque, vecina de San Clemente (Cuenca) [Manuscrito] Signatura: 9/304, fº 234. — Signatura antigua: D-29, fº 234.

ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE GRANADA. HIDALGUÍAS. Ejecutoria de Hernán Montoya Araque Fernández. Signatura antigua, 301-15-8, 14 de febrero de 1545



Relación de Testigos

Juan de Villanueva, morador en la Puebla de los Frailes, lugar del Castillo de Garcimuñoz,  70 años
Juan de Luz, hidalgo de 67 años de Villagordo del Marquesado.
Juan de la Osa, pechero del lugar de Pinarejo, 65 años, vivía de niño con su padre en la Puebla de los Frailes, situada a media legua de Villalgordo
Juan de Cuenca, morador de Pinarejo, 65 años, antiguo morador de la aldea de la Puebla de los Frailes
Diego de Liébana, hijodalgo de Villalgordo del Marquesado, más de 60 años
Pedro del Castillo, el paje

martes, 8 de mayo de 2018

El capitán Juan Zapata Castañeda, un héroe de Iniesta en la guerra de las Alpujarras






Zapata: un escudo con cinco zapatas negras y oro a jaquelas en campo colorado, que traen ocho escudetes del mismo oro, cada uno a banda negra, atravesado (Relaciones Topográficas de Felipe II, Iniesta)



Los Zapata habían llegado a Iniesta hacia 1430. Juan Zapata el viejo ocupó el cargo de alcaide de la fortaleza de Iniesta, procedente de Requena. Eran los tiempos de don Enrique de Villena, señor de Iniesta de 1418 a 1434. Aunque los testigos sitúan a Juan como alcaide en los años inmediatamente posteriores a la muerte de Enrique el nigromante. De alcaide de Iniesta, Juan Zapata el viejo pasaría a serlo de Ves.

Su hijo, de nombre asimismo Juan Zapata, continuó con la la tradición militar de su padre, siendo llamado y participando en la batalla de Olmedo en 1445 , bajo el reinado de Juan II. Le acompañaba otro caballero de Iniesta, llamado Ruy Díaz de Mendoza, futuro señor de Iniesta, villa que cambiaría con el maestre Juan Pacheco por la Castrojeriz en 1452.

que quando el dicho señor rrey don Juan nuestro padre llamara a los hombres hijosdalgo para la guerra de Olmedo el dicho Juan Çapata fuera a serbir por hidalgo en la dicha guerra con Rruy Diaz de Mendoça con quien a la sazón bibía

A diferencia del abuelo, este Juan Zapata fijó su residencia en Iniesta, al casar con Juana Fernandez, de cuyo matrimonio nacería García Zapata. Todavía en 1498, se recordaba el fasto de las bodas de Juan y Juana con numerosos invitados llegados de Moya y Requena.

García Zapata vería reconocida su hidalguía por sentencia de 17 de febrero de 1500. La ejecutoria se expidió en Ciudad Real el uno de octubre de 1500. Este hombre, pequeño de cuerpo, tal como lo describía el pastor Alonso López, al servicio de la familia, murió con más de ochenta años.

La posición social de los Zapata en Iniesta se mantuvo durante el siglo XVI, pero los descendientes de García Zapata cedieron su primacía social ante la llegada de los Espinosa. Pasado el tiempo, a finales del siglo XVI sus descendientes se vieron obligados a pelear por su hidalguía. La figura más destacada en el siglo XVI de la familia fue el capitán Juan Zapata Castañeda, que murió con cuarenta y cuatro años, luchando en la rebelión de los moriscos de Granada a finales de 1569; estaba casado con Catalina Villanueva Carrasco; en sus apellidos llevaba dos de los principales y más ricos linajes de la villa de Albacete. Serían sus hijos, Juan y García, los que se vieron obligados a pleitear en 1587 con el concejo de Iniesta por su nobleza, al volver a la villa, después de un periodo de residencia en la Gineta. Además de estos dos hijos, el matrimonio del capitán Juan Zapata y Catalina Villanueva procrearon a doña María Zapata, casada con el doctor Diego Zapata, Ana Zapata, mujer de Martín Villanueva, y doña  Catalina Zapata. El capitán Juan Zapata no hacía sino seguir la tradición de la familia, pues su padre ya había acudido a los llamamientos a la guerra con Francia del emperador Carlos, pero su protagonismo fue destacado en la rebelión morisca, al asumir el mando de las tropas reclutadas en el Marquesado de Villena y siendo nombrado capitán de las milicias del Marquesado, en las Juntas Generales del Marquesado, celebradas en Albacete el 3 de marzo de 1569. Los soldados reclutados en esta primera leva fueron mil en todo el Marquesado. Posiblemente, la aportación de soldados de Iniesta fue un número similar al de San Clemente, que aportó cincuenta y cinco, aunque tal vez la cifra se aproximara algo más a los noventa de Albacete. La gente de guerra reclutada, bisoña e inexperta corrió una suerte similar a la de su capitán
el dicho Juan Çapata Castañeda por ser hijodalgo y ser tan prinçipal al tiempo de la rrebelión y alçamiento de los moriscos del nuestro Rreyno de Granada fue nombrado capitán de toda la gente del marquesado de Villena y que nos sirbió en ella hasta que murió en la dicha guerra peleando con los moros
Por entonces, Juan Zapata ya tenía fijadas su residencia en La Gineta. Los otros capitanes nombrados fueron Andrés de Cantos y Francisco Cañavate, vecinos de Albacete, Juan de Barrionuevo, vecino de Chinchilla, y como capitán de caballería, Jorge Cañavate (1). Las Relaciones Topográficas de Iniesta nos dicen que Francisco de Espinosa también salió como capitán de la villa de Iniesta, pero esta aseveración no es creíble. Nos añaden la participación de otros hidalgos como Pedro de Espinosa, Ruy Gómez de Espinosa y Francisco Lóopez Cantero, que murió en la contienda. La participación de los vecinos de Iniesta está por estudiar (sabemos que la gobernación de lo reducido del Marquesado reclutó otros 3000 hombres de la mano del comisario Juan Mosquera), pero de los testimonios se deduce que su participación fue numerosa y que el propio capitán Zapata empeñó en tal aventura parte de su hacienda
porque le auía visto (al capitán Zapata) en la dicha villa de Yniesta con su gente e sacar della para la dicha guerra de nuestro Rreyno de Granada con munchos soldados, ... que auía gastado mucho de su haçienda en la dicha guerra
El testimonio de Lorenzo Villaseñor , escribano y amigo de la familia, nos hablan de que Juan Zapata dirigía una compañía de trescientos hombres, que salieron de Iniesta, posiblemente en su mayoría de los pueblos del norte del Marquesado, correspondientes al obispado de Cuenca
el dicho capitán Juan Çapata auía rrecogido treçientos honbres con su bandera e cajas auía sacado de la dicha villa de Yniesta e benido a nuestro Rreyno de Granada y este testigo le a uisto salir de la dicha villa de Yniesta y aconpañádole hasta la villa de Hellín que hera fuera del término del marquesado y desde allí se despidió del dicho capitán Juan Çapata

Juan Zapata murió cerca de la venta de doña María en el río del Albolodui. Las Relaciones Topográficas de la Gineta nos han dejado testimonio del valor de Juan Zapata Castañeda, durante la guerra de Granada
que en el año de sesenta y nueve, quando se alçaron los moros de las Alpujarras, con orden de su magestad este Marquesado eligió quatro capitanes y el vno dellos salió desta villa, que fue el capitán Juan Çapata de Castañeda, onbre hijodalgo y fue en serviçio de su magestad y estuvo en la dicha guerra sin haçer avsençia, y se señaló en cosas, en espeçial que por orden y mandado del marqués de los Vélez, su general fue a descubrir tierra con veynte y dos soldados que le avían quedado, hazia el rrío Albuluduy, çerca de la venta de Santa María, don salió una enboscada de más de quinientos moros, y por no dexar su gente, avnque yba a cavallo y pudiera librar, como hizieron otros, peleó como hidalgo y onbre de ánimo hasta que murió en serviçio de su magestad (2)

El capitán Juan Zapata Castañeda tenía un hermano llamado asimismo García Zapata, que casó con Isabel de la Torre, natural de Tragacete y una hermana, Catalina Zapata, casada con Francisco Carrillo, vecino de Cuenca. Todos eran hijos de Juan Zapata, casado con María de Castañeda, natural de Alarcón, conocida como la Canega.  El citado Juan a su vez era hijo del nacido del matrimonio de García Zapata, el de la ejecutoria de 1500, con María Teresa Montoya, llamada la Montañesa. Los Zapata establecieron su domicilio en la calle de la Huerta del Rey; era una casa con dos puertas. La segunda de ella daba a la calle de los Crespos, conocida así por vivir allí hacia 1500 Hernando Crespo y su mujer Catalina García.

Más allá de su suerte, los Zapata era una familia orgullosa de su linaje y sangre. A sí mismos se declaraban descendientes por línea rrecta de barón del rrey (Sancho) Abarca. Y se tenían por deudos de Francisco Zapata Cisneros, conde de Barajas y presidente del Consejo de Castilla. Los Zapata se encontraron lo que todos los hidalgos de las villas eximidas del Marquesado: unas oligarquías pecheras poco dispuestas a compartir su poder con hidalgos. Pero los pecheros de Iniesta eran tan tozudos o más que el resto; incluso don Sancho de la Cerda, pariente de grandes de España, fue avecindado en Iniesta con los pecheros.

Es posible que la familia Zapata fuera una víctima más de la guerra de los moriscos. La muerte del capitán Juan, que perdió además de la vida, su hacienda en la guerra y la posterior muerte, muy seguida, de su hermano García, que dejó viuda a Isabel de la Torre, condenó en el desamparo a los hijos huérfanos del capitán. Creemos que en auxilio de la familia vino el escribano de la Gineta Lorenzo Villaseñor. Este hombre procedía de familia hidalga de Iniesta; su padre era Francisco de Carrión, amigo de la familia y del abuelo Juan Zapata Montoya. No obstante, pensamos que la residencia de los Zapata en la Gineta está más relacionada con los intereses económicos que, en dicha villa, tenía Catalina Villanueva Carrasco, motivo que había ya llevado al capitán Juan Zapata a asentarse en esa villa para mejor administración de la hacienda familiar. Pero la guerra de Granada fue un mazazo para esa misma hacienda. El capitán Juan Zapata de Castañeda era hombre de generosidad desprendida, desembolsó de su propio bolsillo las pagas de los soldados, pues las villas habían faltado a su compromiso de afrontar los gastos de las campañas granadinas
e como las uillas del dicho marquesado de Villena no auían acudido con dineros a los soldados para las pagas como auía quedado tratado el dicho Juan Çapata auía hecho a los dichos sus soldados dos pagas de sus propios bienes y haçienda en lo qual auía gastado muncho... e dicho Juan Çapata de su propia letra bido este testigo escrito un memorial de le que auía dado a cada soldado para que se cobrase de las uillas e nunca se cobró
La suerte de los hijos del capitán Zapata, comenzó a cambiar con la muerte de su padre, no obstante que la defensa de los intereses familiares cayó en su tío García Zapata. Pero la muerte de García hacia 1585 debió dejar en una situación de debilidad a sus sobrinos. Parece en estos años que el nombre que realmente asume el protagonismo de la familia es su cuñado: el doctor Zapata. La familia Zapata se ve inmersa en un conflicto por el poder local, que les deja en la marginación. Los pecheros se oponen a las exigencias hidalgas (sin duda, de la familia Espinosa) de ocupar la mitad de los oficios y responden imponiendo la obligación de hacer frente a las cargas concejiles por igual, sean pecheros o hidalgos. Detrás de las exigencias pecheras, hay un protagonista principal, el síndico general Pedro Cebrián Garrido. En torno a él, forman partido el alcalde Francisco García y los regidores Alonos Garrido, Alonso de Cubas, Gil Hernández y Pedro Clemente, así como el alguacil mayor Juan de Atienza. Imponen a los hidalgos la necesidad de obtener nuevas ejecutorias en la Chancillería de Granada. Los hidalgos protestarán ante el concejo pero en vano, ante los oficiales pecheros que detentan el poder en 1585
escriuano presente dad testimonio en forma pública y en manera que haga fee ansí el bachiller Jorge de Lorca y Antonio Granero y Diego de Torralba y Baltasar de Cuenca rregisdores desta villa deste rrequerimiento que en vuestra presençia hazemos a Françisco Garçía alcalde hordinario y a Juan de Atiença alguaçil y Alonso Garrido e Pedro Clemente y Antonio Garrido Françisco de las Casas Gil Hernandez Alonso de Cubas Julián de Cubas Benito Paxaron rregidores desta villa en que desçimos que bien sauen o a lo más deben sauer cómo el liçençiado Martín Gómez de Espinosa del Consejo de Su Magestad y alcalde de su Casa y Corte y alférez desta villa y el dotor Françisco de Espinosa y Françisco de Espinosa Gregorio de Espinosa y don Pedro de Espinosa y Pedro de Espinosa Castañeda y el dotor Çapata y Juan Çapata y Garçía Çapata y Françisco de la Peña Parra Pedro Alcavd y Martín de Alcavd y Françisco de Alcavd y Rruy Gómez de Espinosa y Andrés de Espinosa y el bachiller Pedro López Cantero y Bartolomé López Cantero y Martín de Espinosa son todos hijosdalgo en posesión y propiedad de que tienen executorias notificadas a este conçejo
Hasta la Chancillería de Granada acudirán los dos hijos del capitán Juan Zapata. Obtendrán ejecutoria de hidalguía en 1493, pero para entonces el poder de Iniesta es objeto de enfrentamiento abierto entre las dos familias más ricas del pueblo: Espinosa y López Cantero. Se impondrán los segundos.




(1) SANTAMARIA CONDE, A.:"Participación de Albacete en la lucha contra la sublevación de los moriscos granadinos", Al-Basit. Revista de Estudios Albacetenses, 6, (1979), p. 180
(2) CARRILERO MARTINEZ et alii: Pueblos de la provincia de Albacete en las Relaciones Topográficas de Felipe II. IEA Don Juan Manuel. Albacete, 2014, p. 108

Archivo de la Chancillería de Granada. Hidalguías. Ejecutoria de Hidalguía de García Zapata. 1 de octubre de 1500. Signatura antigua: 303-441-14 y 21 de enero de 1593. Signatura antigua: 301-84-18


Probanzas de testigos 1498

Gil Martínez de Ladona, vecino de Iniesta, pechero de 74 años
Álvaro de Sevilla, vecino de Iniesta, pechero de 80 años
Juan Gómez de Villanueva, vecino de Iniesta, pechero de 80 años
Juan Navarro, vecino de Iniesta, pechero de 80 años
Miguel López de Talayuelas, vecino de Iniesta, pechero y regidor
Juan García del Campillo, vecino de Iniesta, pechero
Juan Rico el viejo, vecino de El Peral, pechero, 60 años

Probanza de testigos de 1587

Juan de Bustamente, clérigo de Iniesta, 76 años
Alonso López de las Tercias, ganadero, pechero, más de ochenta años
Juan de Teruel, hombre llano pechero. familiar del Santo Oficio, 81 años
Lorenzo Villaseñor, escribano de la Gineta y hombre hijodalgo, 58 años, natural de Iniesta
Juan del Olmeda Pajarón, labrador, pechero, 72 años
Martín de la Torre, clérigo de Iniesta, descendiente de pecheros, 78 años
Lázaro Hernández. escribano público del cabildo de Iniesta, pechero de 63 años


Concejo de Iniesta de 20 de mayo de 1587

Benito Risueño, alcalde ordinario, doctor Zapata, doctor Francisco de Espinosa, bachiller Jorge de Lorca, bachiller Antonio Graciano, Diego de Torralba, Baltasar de Cuenca, Juan Zapata de Castañeda, Gregorio de Espinosa, regidores


domingo, 6 de mayo de 2018

Hidalgos ejecutoriados de Iniesta en 1587


Relación de hidalgos con ejecutoria en Iniesta, el año de 1587

escriuano presente dad testimonio en forma pública y en manera que haga fee ansí el bachiller Jorge de Lorca y Antonio Granero y Diego de Torralba y Baltasar de Cuenca rregidores desta villa deste rrequerimiento que en vuestra presençia hazemos a Françisco Garçía alcalde hordinario y a Juan de Atiença alguaçil y Alonso Garrido e Pedro Clemente y Antonio Garrido Françisco de las Casas Gil Hernandez Alonso de Cubas Julián de Cubas Benito Paxaron rregidores desta villa en que desçimos que bien sauen o a lo más deben sauer cómo el liçençiado Martín Gómez de Espinosa del Consejo de Su Magestad y alcalde de su Casa y Corte y alférez desta villa y el dotor Françisco de Espinosa y Françisco de Espinosa Gregorio de Espinosa y don Pedro de Espinosa y Pedro de Espinosa Castañeda y el dotor Çapata y Juan Çapata y Garçía Çapata y Françisco de la Peña Parra Pedro Alcavd y Martín de Alcavd y Françisco de Alcavd y Rruy Gómez de Espinosa y Andrés de Espinosa y el bachiller Pedro López Cantero y Bartolomé López Cantero y Martín de Espinosa son todos hijosdalgo en posesión y propiedad de que tienen executorias notificadas a este conçejo



ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. HIDALGUÍAS. Sign. antigua: 301-84-18, 21 de enero de 1593

sábado, 5 de mayo de 2018

Los Melgarejo: alcaides de fortalezas, terratenientes y letrados


Escudo de armas de los Melgarejo


Los hermanos Juan, Diego y Francisco Melgarejo eran hijos del bachiller Francisco Melgarejo Mula y Juana de Olivares. El padre había fallecido hacia 1540, según los testigos. El abuelo era Juan de Melgarejo Mula, casado con Juana de Arboleda, que siempre vivió en Castillo, salvo al poco de casar, razón por la que se mudó cuatro o cinco años a la aldea de Torrubia.

El bisabuelo era Rodrigo Melgarejo de Mula, alcaide de Belmonte en tiempos de los dos primeros marqueses de Villena, Juan Pacheco, maestre de Santiago, y de su hijo Diego López Pacheco. Rodrigo Melgarejo se había ganado la confianza del maestre de Santiago, desempeñando el cargo de ayo de su hijo menor Diego, posición que le daba gran influencia sobre el futuro II marqués de Villena. Había casado con Teresa Sánchez de la Gruesa. Los más ancianos decía que Rodrigo Melgarejo procedía de Sevilla*. Del matrimonio de Juan de Melgarejo y Juana de Arboleda habían nacido tres hijos, Valeriano, que permaneció en Belmonte, donde ganó ejecutoria de hidalguía frente al concejo de esta villa, un licenciado Alonso Melgarejo que andaba en la corte y el bachiller Francisco.

Valeriano Melgarejo acabaría trasladándose a Santa María de los Llanos, donde litigaría con el concejo por su hidalguía, obteniendo carta ejecutoria el 24 de noviembre de 1542.

Los Melgarejo ya están instalados en Castillo de Garcimuñoz con el abuelo Juan Melgarejo de Mula, o Juan de Mula, como era más conocido, que, alrededor de 1470 o 1475 había acudido a esta villa, procedente de Belmonte, para casarse con Juana Arboleda, hija del doctor Arboleda. Juan de Mula moriría hacia 1525. Su hijo Francisco inicia su educación en el estudio existente en la villa en casa de un hombre llamado Diego Sánchez de Cucarón. Estudio de gramática no reconocido o escuela, como nos decía Cristóbal de Tébar, que con diez años, allá por 1480, había sido compañero de estudios de Francisco. El matrimonio del bachiller Francisco con Juana de Olivares, hija del comendador Diego de Alcaraz, en el cambio de siglo consolidaría la riqueza familiar. El matrimonio duraría 35 años, hasta la muerte del bachiller. Hacia 1540, Juana de Olivares, acompañada de su hijo el licenciado Juan, nos aparece dirigiendo los negocios familiares.

En Castillo de Garcimuñoz, el gobierno municipal se hallaba repartido entre hidalgos y pecheros. Aunque el reparto era desigual en favor de los hidalgos, pues se partía de una reserva inicial de los oficios concejiles a éstos. Teóricamente como en otras ciudades andaluzas o en la villa de Belmonte existía un número de caballeros veinticuatro, hidalgos a los que estaba reservado el gobierno municipal. En tiempos de Juan Melgarejo de Mula, en el último cuarto del siglo XV, todavía se conservaba esta forma de gobierno municipal. Así nos los contaba el hidalgo Cristóbal de Tébar
que avía en ella (la villa de Castillo de Garcimuñoz) veynte e quatro hijosdalgo cavalleros e personas generosas que entravan y eran governadores de la dicha villa en cada un año sin que en nyngunos oficios entrasen nyngunos pecheros y despues que los quitaron los dicho veynte e quatros
Ese cambio en el gobierno municipal debió acaecer a comienzos del quinientos por la presión pechera. El gobierno de los caballeros veinticuatro desapareció y el gobierno municipal recayó en dos alcaldes ordinarios, tres regidores y un alguacil mayor del estado de caballeros y escuderos hijosdalgo y dos regidores por el estado de los pecheros. Los dos oficios de alcaldes de la hermandad eran compartidos cada uno de ellos por hidalgos y pecheros. Los Melgarejo supieron reservarse un puesto en el reducido número de oficiales de Castillo de Garcimuñoz. que al igual que otras villas del reino de Murcia, estaba poblada y fundada al fuero de la çibdad de Sevilla. Esto explicaba que la sisa de los mantenimientos de la carne y el pescado, que complementaba a los propios de la villa, cuando no llegaban para pagar los pechos, fuera pagada por todos, pecheros e hidalgos, incluido el marqués de Villena, durante su estancia en la fortaleza. Castillo de Garcimuñoz tenía, además, un régimen foral diferenciado de sus aldeas (Almarcha, Torrubia, Pinarejo y la Nava), regidas por el fuero de Alarcón. Así, Castillo de Garcimuñoz estaba exento de la moneda forera para todos sus vecinos, impuesto de dieciséis maravedíes que se pagaba cada siete años; sus aldeas pagaban dicho impuesto, del que estaban excluidos hidalgos y clérigos.

Con el cambio de naturaleza del gobierno municipal, el viejo fuero de Sevilla se fue olvidando. El marcado carácter estamental de la aristocracia de Castillo de Garcimuñoz fue mutando en una oligarquía de ricos, indistintamente de su condición hidalga o pechera. Y aquí es donde más a gusto se sentían los Melgarejo, convertidos en familia de terratenientes, pero con una sólida formación jurídica en leyes de sus miembros que les permitía influencias en la Corte.

El Castillo de Garcimuñoz vivió una época de declinación a comienzos del quinientos. Esta crisis se enmarca en el contexto del declinar de las viejas fortalezas frente a sus propias aldeas, como Torrubia, y villas eximidas de la llanura. Los propietarios de mayorazgos, como los de Cervera, Piqueras o Albaladejo, abandonaron las casas que poseían en el Castillo. En el declinar del Castillo, influyó un régimen fiscal diferenciado de sus aldeas. En Castillo de Garcimuñoz, poblada según el fuero de Sevilla, pagaban todos indistintamente de su condición hidalga o pechera; en sus aldeas, tales como la Almarcha y Torrubia, regidas por el fuero de Alarcón, únicamente pagaban los pecheros. Los hidalgos se trasladaron a las aldeas, donde además tenían sus heredamientos y podían llevar su gestión directa, alejados ya de aventuras militares y de servidumbres a un marqués de Villena, que no pisaba la villa de Castillo de Garcimuñoz. No sabemos hasta qué punto el diferenciado régimen fiscal entre el Castillo y sus aldeas provocó el debilitamiento demográfico en favor de sus aldeas, pero sin duda fue un acicate más en la irremediable crisis de la fortaleza frente al impulso agrario de aquéllas.

El licenciado Juan Melgarejo había estudiado Leyes en la universidad de Salamanca. Hasta 1541 vivió con sus padres, hasta que el bachiller Francisco falleció; entonces, el licenciado Juan vivió hasta 1550 con su madre, Juana Olivares, momento en que abandona el hogar familiar para casarse con Ana Carrillo, hija del señor de Valera, Melchor Carrillo de Alarcón.

Las propiedades de los Melagarejo se extendían por todos los pueblos comarcanos, fundando su riqueza en el cultivo del cereal y el abastecimiento a grandes villas como San Clemente
que conosçió al dicho bachiller Françisco Melgarejo su padre e a Juan Melgarejo de Mula su abuelo asy los unos como los otros los vido tener ansy en las villas de Santa María del Canpo e Alconchel e huerta e lugar de Honrrubia y en sus términos que eran villas e lugares comarcanos  a la dicha villa del Castillo de Garcimuñoz, heredamientos de casas e tierras e viñas e molinos e mesones e otros muchos bienes rrayzes
A estas propiedades, añadir otras que la familia poseía en la Hinojosa, lugar de Alarcón. Pero los testigos no dejaban de referirse a la madre de los hermanos Melgarejo, Juana Olivares, como aportadora de una importante dote a la familia (e la dicha su madre como cosa suya propia). La aportación de Juana Olivares quizás sea más significativa si tenemos en cuenta que la hacienda del abuelo Juan Melgarejo estaba centrada únicamente en las casas y propiedades de Castillo de Garcimuñoz y los heredamientos que de tierras de pan llevar poseía en el lugar de Torrubia. Los heredamientos de Torrubia, que se extendían por la vecina Honrubia, aldea de Alarcón, acabaron en manos de Fernando de Araque, vecino de Villalgordo, que los recibió como dote por casamiento con una hija del abuelo Juan Melgarejo, concretamente, Isabel de Mula. Hacia el año 1552, Torrubia era una aldea de veinticinco o treinta vecinos; apenas solo tres de ellos habían nacido en el lugar, lo que da idea del despoblamiento de este lugar a comienzos de siglo. Despoblamiento sin duda debido a algún suceso extraordinario, por muertes y enfermedades y años malos que había habido; referencia que hace mención a algún evento pestífero. Por los datos aportados por los testigos, estaríamos hablando de la peste iniciada a la muerte de la Reina Católica. Aquel periodo, que va de 1502 a 1508, tan desconocido en la zona, fue una catástrofe, o al menos en algunos pueblos. La carestía de las malas cosechas y la peste llevaron al pequeño lugar de Torrubia, de los cuarenta vecinos del año 1500 al despoblamiento. Cincuenta años después solo quedaban tres vecinos que hubieran nacido en el pueblo en la primera década del siglo. Este era el testimonio de Juan Redondo un vecino de Honrubia
lo conosçió poblado (a Torrubia) de quarenta veçinos en el tienpo que vivió en él el dicho Juan de Mula e que después aca se abía despoblado por muertes y enfermedades y años faltos que abía abido en el dicho lugar que sabía que no abía de presente vezinos en él que fueran de hedad de quarenta años arriba más de Martín López pastor e Miguel Millán e María Millán e Martín Garçía que fueron naturales del dicho lugar 
La peste, u otras enfermedades que en la mentalidad de la época se confundían con ella, eran un azote. Las clases privilegiada huían de ella. Tal hizo, aunque no sepamos la fecha exacta y al igual que su padre, el bachiller Francisco. Tal hecho pestífero debió ocurrir en la época de las Comunidades de Castilla. El bachiller Francisco se refugió en Villalgordo del Marquesado, la huida debió ser muy improvisada, pues Villalgordo era un pequeño lugar con muchas limitaciones. El bachiller mandaba a sus criados a comprar carne a la vecina Montalbanejo. A pesar de que Montalbanejo tuviera cerradas sus puertas para prevenir el mal contagioso, no parece que el bachiller tuviera impedimentos para conseguir la carne, y sin sisa.

La peste parece que fue la causa por la que el abuelo de los Melgarejo y sus hijos abandonaron la aldea de Torrubia, donde habían vivido unos cinco años, y por la que volvieron a Castillo de Garcimuñoz, abandonando el patrimonio familiar, cedido como dote a la mencionada hija, Isabel casada con un Araque. Aunque volvieron a la aldea algunas temporadas. Esta primera aventura de los Melgarejo como propietarios de tierra, parece que dio paso a la decisión de Juan de Mula de formar a sus hijos como letrados. Las ganancias de este oficio, posibilitaría la compra de nuevas tierras. Los bienes raíces de la familia en Honrubia aparecen ya con el bachiller Francisco Melgarejo. El bachiller había adquirido en Honrubia un mesón, una huerta y tierras de labor, que luego pasarán a sus hijos el licenciado Juan y Diego. El patrimonio familiar se había ampliado con nuevas tierras en Alconchel, Santa María del Campo, Honrubia, Montalbanejo y,por último, los bienes raíces de la Hinojosa, que posiblemente eran tierras adquiridas muy recientemente por los Melgarejo y que motivaron el pleito con el concejo de este lugar de la Hinojosa por la negativa de los hermanos Melgarejo a pechar.

En Alconchel la familia poseía un molino harinero. Alconchel era señorío de don Juan Pacheco, sus vecinos y otros vecinos de los pueblos próximos de Montalbanejo, Villar de Cañas o Villaescusa de Haro, que poseían heredades en el citado lugar, pagaban, además de los pechos concejiles y reales, un tributo adicional al señor de la villa: el llamado rediezmo, de cada quince fanegas de granos cosechadas, una acababa en manos del señor don Juan Pacheco. Hoy, se nos escapa la relación entre el bachiller Francisco Melgarejo y don Juan Pacheco, pero lo que no cabe duda es que la exacción señorial del Pacheco iba acompañada de la maquila del molino de los Melgarejo. Alconchel era hacia 1550 un  pequeño pueblo de cincuenta vecinos. Al igual que Torrubia, sabemos que fue afectado por la peste y carestía del final del reinado de Isabel la Católica y años posteriores. Tenemos el testimonio de la muerte de Alonso de Resa, por el mal pestífero, según los testigos en 1509 (posiblemente algún años antes). Más allá de las diferentes jurisdicciones o señoríos que imperaban en cada pueblo, Alconchel estaba integrada económicamente con otros pueblos comarcanos como Villalgordo, Montalbanejo, Villar de Cañas o la propia Villaescusa de Haro. Alconchel, desde un punto de vista geográfico estaba en la intersección de estos pueblos; el molino de los Melgarejo, también; sumándose a otros molinos en la ribera del río Záncara. Hoy nos es difícil imaginar la existencia de molinos en la ribera del Záncara, y menos aún en su cabecera. Pero el bachiller Francisco Melgarejo, no solo se aprovechaba de las moliendas, sino que represando el agua, controlaba el riego de los vecinos de Alconchel tierras abajo. El conflicto entre los de Alconchel y los Melagarejo acabó por estallar, tal como nos contaba el labrador de Montalbanejo, Andrés Núñez
cómo los molineros del dicho bachiller Mula represavan el agua de él para poder rregar los caminos de los labradores que estavan de la parte vaxa del dicho molino y de henojo dellos este testigo estando en conçejo en la dicha villa de Alconchel un Pedro Castaño rregidor e Pasqual de Arriba alguazil e otros muchos se tratavan que pues el dicho bachiller Mula padre de los que litigavan no dexavan pasar el agua a los dichos caminos que le enpadronasen e rrepartiesen como a los otros pecheros de la dicha villa fuera della por el dicho molino e sobre ello abía abido en el dicho conçejo diferençia entre los dichos ofiçiales , ... pues el dicho bachiller no quería dexar pasar el agua a los dichos cáñamos e al fin vido que el dicho conçejo avía mandado al dicho alguazil que le sacara prenda por el dicho pecho e dende a çiertos días vido cómo el dicho bachiller Mula avía ydo a la dicha villa de Alconchel e avía hablado con algunos de los rregidores e ofiçiales del dicho conçejo e les dezía que avía sido ynformado que les mandava sacar prendas por pechero e que no lo podían hazer porque hera hidalgo
El contencioso del bachiller Francisco Melgarejo Mula y el concejo de Alconchel acabó por la intromisión de la justicia señorial de Juan Pacheco y su representante, el alcalde mayor Ginés Ruiz, declarando exento de pagar al bachiller. La sentencia dada en presencia de todos los vecinos de Alconchel no debió gustar nada a sus vecinos, que veían cómo el bachiller, además de arrebatarles el agua, conseguía un régimen fiscal diferenciado del resto de forasteros de Villar de Cañas, Montalbanejo o Villaescusa de Haro.

Los Melgarejo supieron aunar su reciente riqueza agraria, centrada en el cultivo de trigo, con sus conocimientos como letrados. Pero lejos de convertirse en burócratas pisapapeles, devinieron en prestamistas de grandes villas como San Clemente a las que extorsionaban en épocas de carestía con el abasto de granos. En estas operaciones especulativas contaban con ciertos miembros de la oligarquía local, como Hernando del Castillo. Como ya hemos estudiado en otro lugar, las operaciones consistían en jugar con los precios del grano, vendiéndolo en los momentos de mayor carestía. Previamente, los Melgarejo concedían préstamos al concejo de San Clemente, con fuertes intereses, que iban destinados a la compra de su propio grano excedentario. Los Melgarejo recuperaban el dinero y una importante cantidad adicional, fruto de intereses leoninos y cláusulas draconianas de los contratos de préstamo. En el ínterin, algunas familias menores, como los Rosillo, abastecedores de panaderías, veían su capital arruinado. Es en este clima especulativo, del que participaran otras familias como los Tébar en la venta de vino, en el que se va generando un clima anticonverso contra las familias procedentes de Castillo de Garcimuñoz, Castillo, Melgarejo u Origüela, a los que se identifica, más allá de su sangre judía o no, con la figura del semita usurero. Aún así, los Melgarejo tardarían un siglo en asentarse en San Clemente, lo harían como servidores públicos de la Hacienda: contadores de rentas reales.

La sentencia de la Sala de los Hijosdalgo de la Chancillería de Granada, reconociendo la hidalguía de los Melgarejo es de 18 de diciembre de 1549. Confirmada el 29 de febrero de 1552 y en grado de revista el 29 de octubre del mismo año. Las sentencias de la Chancillería de Granada acallaban las críticas de sus enemigos, que recordaban cómo el predecesor de la familia, Rodrigo Pacheco, había sido empadronado en la villa de Belmonte con los pecheros y que todos los vecinos tenían por privilegio el no pechar en la dicha villa de Belmonte, según sus ordenanzas, una vez haber residido en la misma con casa poblada y mujer durante siete meses. Por último los detractores, recordaban a los Melgarejo que debían su hidalguía a una merced de los Pacheco, a quienes Rodrigo había servido como ayo del menor Diego López Pacheco. Después de nuevo auto confirmatorio de 22 de noviembre, los Melgarejo obtenían carta ejecutoria de hidalguía con fecha 2 de marzo de 1553

Ejecutoria de hidalguía de los Melgarejo, propiedad familiar.
Foto: José Enrique Melgarejo Merino


* RAH, Signatura: 9/304, fº 241. Signatura antigua: D-29, fº 241. Colección Salazar y Castro. Tabla genealógica de la familia de Melgarejo, vecina del Castillo de Garci Muñoz. [Manuscrito]

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, HIDALGUÍAS. Ejecutoria de hidalguía de los hermanos Melgarejo, vecinos de Castillo de Garcimuñoz. 1553. Signatura antigua: 301-17-6


ANEXOS

Probanzas de testigos de la probanza de 1545, vecinos de Castillo de Garcinuñoz

Alonso López, clérigo presbítero, pechero de 68 años
Pedro González, clérigo presbítero, pechero de 73 años, al fuero de Sevilla
Bernardino de Guadarrama pechero de ochenta años
Pedro de la Pastora, 60 años
Cristóbal de Tébar, hombre hijodaldo de 75 años, hijo de Juan Álvarez de Tébar

Nueva probanza de 1552

Juan de Gil Gómez, pechero de más de 80 años
Miguel Millán vecino del lugar de Torrubia, 60 años
Martín López pastor, vecino del lugar de Torrubia, 70 años
Juan Redondo, vecino de Honrubia de 78 años
Hernando de Origüela, hombre pechero, más de 70 años. En 1523, se desplaza a Honrubia desde Castillo de Garcimuñoz
Fabián Pérez Herrero, vecino de la villa de Alconchel (que era de don Juan Pacheco), vecino pechero de 50 años
Andrés Núñez, labrador, vecino de Montalbanejo
Pedro Cabero, el viejo, labrador de Valera de Yuso, setenta años