No era fácil entrar como monja en el convento trinitario de Nuestra Señora de los Ángeles de la villa de San Clemente, fundado por el canónigo de Salamanca Francisco Sánchez, que unos años antes había ejercido como cura de la parroquia de San Clemente. Francisco Rosillo, aquel joven que en 1553 había abierto con el pomo de su espada la cabeza al alcalde Hernando Montoya, y que había expiado sus culpas con una fuerte multa monetaria, doce años después ya estaba de vuelta e integrado como ciudadano honrado de la villa de San Clemente. Para confirmar su reconocimiento social, había comprado el oficio de depositario general y de penas de cámara de la villa de San Clemente el 10 de octubre de 1565. El oficio que daba derecho a ocupar un regimiento por dos generaciones, había sido cedido por Francisco Rosillo a su sobrina Ginesa Rosillo para su segunda vida, que lógicamente en manos de una mujer no era la depositaria más adecuada, salvo que se casara. Así que el oficio tras el intento de Ginesa de pasarlo a su padre Alonso había acabado en manos de Miguel Perona en 1588. Pero Ginesa no se casó, sino que decidió ingresar como monja trinitaria ese año de 1588, viendo que se le pasaba el arroz. Quiso expresar su vocación al fundador Francisco Sánchez, que, como era costumbre, le pidió la correspondiente dote si quería ser monja. Ginesa le recordó al canónigo la posibilidad de entrar en uno de los puestos reservados a las doncellas sin dote, pero el canónigo salmantino sabía de los derechos de nuestra novicia al oficio concejil de depositaria y regidora durante una vida, así que pergeñó su tela de araña para beneficiar de algún modo al convento: doña Ginesa Rosillo cedería el oficio concejil a Francisco Jiménez, el compañero de su tío Francisco Rosillo en las andanzas de 1553, cuando descalabraron al alcalde Hernando de Montoya. La razón era que Francisco Jiménez era patrón del convento trinitario y, por tanto, los beneficios que podría aportar el oficio concejil irían al nuevo cenobio. Aceptaría el fundador y canónigo Francisco Sánchez, no sin expresar su malestar porque el referido Francisco Jiménez era doce años mayor que Ginesa y con su muerte (con alta probabilidad había de acontecer antes que la de la mujer), se perderían las rentas del oficio. Claro que el perdedor en este galimatías era el que de hecho ejercía el oficio Miguel de Perona, cuyas rentas perdía en favor del convento.
AGS, CCA, CED. 167-239
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En 1606, por muerte de Francisco Jiménez de la Torre, el oficio de depositario general recaerá en Diego Dávalos Rosillo, por dos vidas.
El apellido de la Torre es común tanto a Francisco Jiménez de la Torre como al canónigo Francisco Sánchez de la Torre, cura de San Clemente y fundador de las trinitarias, lo que nos lleva a pensar que ambos eran primos por vía materna.
QUIÉN ESTÁ DETRÁS DE LA FUNDACIÓN DE LAS TRINITARIAS DE SAN CLEMENTE
Curiosamente, para saberlo, creemos que nos debemos retrotraer a los sucesos de julio 1553; lo que hemos llamado la "sublevación del arrabal". Entonces, varios hombres de este barrio sanclementino, comandados por el clan de los Origüela, se dirigieron a la iglesia de Santiago con el fin de linchar a los refugiados allí, que habían intentado matar al alcalde Hernando de Montoya. Entre las posibles víctimas estaban dos primos: los jóvenes Francisco Rosillo y Francisco Jiménez. Nos detenemos en el segundo. Francisco Jiménez el mozo era hijo de una de las personas más ricas de San Clemente a mediados del siglo XVI y de las que menos sabemos, Francisco Jiménez, poseedor de ganados y de viñas y poseedor de una de las primeras regidurías perpetuas establecidas en 1543. Los hechos desgraciados de 1553 truncarían el ascenso social de la familia, pues los hijos tuvieron que huir del pueblo y solamente regresarían seis años después tras pagar fuertes multas.
Francisco Jiménez de la Torre, que era su segundo apellido, junto a su primo Francisco Rosillo volverán a la escena política de San Clemente en la década de 1560. El segundo comprará el título de depositario del ayuntamiento que cederá al primero. Aunque ambos, al parecer, morirían sin descendencia (y probablemente, dadas sus andanzas, sin contraer matrimonio). Francisco Jiménez de la Torre era en 1553 estudiante en Salamanca, pues se acogió al fuero universitario para eludir la justicia. Aunque lo que destacamos de él es su segundo apellido "de la Torre". Es un apellido ajeno para nosotros en la primera mitad del siglo XVI sanclementino, pero es un apellido que llevará en segundo lugar también Francisco Sánchez de la Torre, cura de San Clemente hasta mediados de 1580 y fundador de las trinitarias. Ya dijimos en su día que Francisco Sánchez no era ajeno a San Clemente, el puesto de doctor y profesor en Salamanca lo ejerce tras abandonar el curato de San Clemente. Curiosamente, cuando funda el convento de trinitarias de esta villa, nombra por patrón del mismo a Francisco Jiménez de la Torre, a quien tenemos por su primo, ambos hijos de dos hermanas.
Hoy creemos que el sitio donde se levanta el convento de las trinitarias de San Clemente responde a las casas de estas familias, Jiménez y de la Torre (quizás la primera familia fuera depositaria de parte de la hacienda de los Rosillo). Curiosamente, uno de los primeros censos de cuyas rentas gozarán las trinitarias sería cedido por Francisco de la Torre.
Pero es que el apellido de la Torre nos lleva a La Roda... y a los trinitarios.
PD. Gracias a Manuel Torres Álvarez , a quien debo el dato del apellido de la Torre