El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

jueves, 29 de agosto de 2019

Los hidalgos de Iniesta y el puente de Vadocañas

Puente de Vadocañas, año 1941
http://www.requena.es/es/node/7551 



El nueve de abril de 1514, Alonso Castañeda, hidalgo, presentaba ante Juan de Iniesta y Pedro Garrido, alcaldes ordinarios de la villa de Iniesta, un memorial, en representación del resto de los hidalgos de la villa. El contenido de su queja era la negativa de este estado a pagar la fábrica de lo que será una de las mayores obras de ingeniería civil del obispado de Cuenca y del Reino: el puente de Vadocañas. En algún lugar se dice que este puente une comunidades autónomas; para los contemporáneos era un puente entre las Tierras de Iniesta y Requena, ambas del obispado de Cuenca, que sencillamente facilitaba el tránsito de hombres y mercancías. Algunos querían ver en este puente una construcción romana; Santiago Palomero nos avisó que cosa diferente era el trazado de las calzadas romanas de los puentes que se pudieran levantar sobre ellas (1). Erró el tino y llevó su construcción a la segunda mitad del siglo XVI y primera del siglo XVII, engañado por la pervivencia de una inscripción de este último siglo. Posteriormente documentos del Archivo de Requena desvelaron que la obra bien pudiera ser de la mitad del XVI.

Pero, ¿por qué se desprecia tanto la voluntad de hierro de aquellos hombres de inicios de siglo XVI? No cabe duda que las villas conquenses de la Mancha de Montearagón estaban en los balbuceos de una revolución económica y social, que, en apenas dos décadas le llevaría a triplicar o cuadruplicar su población. Esa voluntad era imparable; aquellas pequeñas comunidades, tan amenazadas por la crisis de subsistencias y pestífera de comienzos de siglo se lanzaron a la empresa titánica de crear su pequeño nuevo mundo. Debió ser algo similar a lo que el monje Raoul Gabler vio al pasar el umbral del año mil, pero esta vez el paisaje no se cubrió de un blanco manto de iglesias. Estos hombres, herederos del bajo medievo, quizás no tuvieran ese espíritu humanista de las élites, mas si que poseían una visión utilitarista de la vida de quienes habían sobrevivido a dos guerras y varias crisis alimentarias o epidémicas. Por esa razón, no levantaron iglesias, que también, pues levantaron el convento franciscano de San Clemente, a pesar de su fe se resfriaba; erigieron ayuntamientos (que algunos son más viejos de los que pensamos), molinos, como los levantaron los sanclementinos en el vado del Fresno y los jareños en Los Nuevos..., y, sobre todo, puentes. Se aprovechaban las viejas vías de comunicación, pero las nuevas villas de realengo creaban caminos nuevos. Villanueva de la Jara construía el puente de San Benito sobre el Júcar, que abría un nuevo canal de comunicaciones que unía el Reino de Toledo con el Reino de Valencia por San Clemente, Villanueva de la Jara e Iniesta. Era necesario salvar el Cabriel; allí confluía la nueva vía con otros caminos; el río era separación de dos suelos diferentes; obviando los intereses de Requena (o tal vez con la intención de disputar los derechos de los puertos secos con un nuevo derecho de pontaje), el concejo de Iniesta decidía en la primavera de 1514 levantar el puente de Vadocañas. Se hacía un repartimiento entre todos los vecinos, incluidos los hidalgos, para pagar en çierta forma segund peonadas. 

La obra del puente de Vadocañas era obra muy costosa, que exigía el compromiso de toda la sociedad egelestana. Se pidió aportación a los hidalgos, con los que se había llegado la década anterior a un compromiso, bastante favorable, en una sentencia arbitraria pronto discutida. La contribución quedó en un real al año por hidalgo; una burla, según denunciaba el procurador de la villa de Iniesta
porque la parte contraria (los hijosdalgo) son muy rricos e la obra de la dicha puente es muy grande e muy costosa e los propios de la villa son pocos en manera que es cosa de burla en pagar cada uno de ellos un real y no más pagando cada uno de los otros vesynos aunque son pobres a muchas mayores contías
La contribución de los hidalgos había sido decidida dejarla a un juez árbitro en un concejo de diez de enero de 1505. En aquella reunión, denunciada como farsa posteriormente, el concejo en pleno, en representación de los vecinos y moradores de la villa y de sus aldeas, y Alonso Castañeda, en nombre de los hidalgos, aceptaron la sentencia que había de pronunciar el alcalde ordinario de Iniesta, Fernando de Tórtola, que actuaba como juez arbitro. El contencioso en aquel momento venía dado por el pago del derecho terrazgo; dicho tributo se pagaba por la labranza de las tierras llecas o baldías del concejo, que se consideraban bienes propios de la villa. Desconocemos cual era la cuantía que se pagaba de común por la labranzas de estas tierras; más allá, que dicho derecho se lo arrogó el marqués de Villena, en las tierras sojuzgadas a su dominio y que en Jorquera se correspondía con un cahíz de cada doce y, en Alarcón, uno de cada quince. La contribución del terrazgo venía explicitada por el procurador de la villa egelestana
el terrazgo se paga de çiertas tierras que son públicas e comunes e los que labran en ellas pagan el dicho terrazgo al dicho conçejo
Ese año de 1505, el concejo de Iniesta solicitaba una contribución de cincuenta maravedíes a cada uno de los hidalgos, aunque esa contribución, que ya debía estar amañada de antemano, se extendía a cualquier otro repartimiento que se hubiera de hacer por fuente, puente, pozo o adarve.

La sentencia vendría dada ese mismo diez de enero de 1505: cada hidalgo habría de contribuir en los repartimientos con treinta y cuatro maravedíes, equivalentes a un real, por año, a pagar en tres tercios. La sentencia arbitral hablaba de las dichas cosas y el terrazgo; la contribución no debió sentar muy bien a los hidalgos, que, aparte de mirar con recelo un ayuntamiento dominado por los pecheros, veía como esa contribución de un real de plata adquiría un carácter perpetuo y como los pecheros no pagaban ni un solo maravedí por pechos concejiles y como de los propios se sacaba un remanente para pagar los pechos de las rentas reales. En esta aparente confusión entre el terrazgo y otras cosas se agarrará el concejo de Iniesta para pedir una contribución mayor a los hidalgos el año de 1514, pero será fuente de conflictos futuros, pues parece que el pleito de 1505 había surgido en torno al pago de los terrazgos y, únicamente una interpretación particular del alcalde Tórtola, había hecho extensiva la contribución a otras cosas como fuentes, puentes, pozos o adarves.

Es de temer que la sentencia arbitraria de 10 de enero de 1505 no fue bien aceptada por algunos sectores de la sociedad iniestense. El regidor Juan Martínez, estuvo ausente de la sesión del ayuntamiento de diez de enero y pediría traslado de la sentencia; Alonso de Cubas, otro de los alguaciles, la obedeció, pero tampoco estuvo presente en la reunión de los oficiales. El regidor Juan Martínez encabezaría en abril de 1514 la representación del común de Iniesta frente a los hidalgos, y también frente al alcalde mayor del marquesado Sebastián Porras, que actuaba por delegación del gobernador Luzón. Su acusación era directa, se había inmiscuido en la jurisdicción de primera instancia que tenían el concejo de Iniesta, sentenciado a favor de los hidalgos; solicitaba su apartamiento del caso, pues la justicia del marquesado no podía tomar para sí un pleito que no estaba concluso en su determinación por los alcaldes ordinarios. Además, se ponía en tela de juicio el repartimiento de maravedíes hecho por el ayuntamiento, pues al ser superior a 10.000 maravedíes necesitaba licencia real.

Lo que sí podemos asegurar es que para abril de 1514 el puente ya estaba comenzado. El costo de la obra era muy alto, se hablaba de la aportación de otros 200.000 maravedíes, y su construcción será muy dilatada en el tiempo:
segund lo mucho que fasta aquí se a gastado en todo ello y se gasta e se espera gastar fasta ser fenesçidas e acabadas en tanto que no bastaban otras dozientas mill mrs. con los dichos propios
Muestra de la desorbitada cifra que estaba alcanzando la construcción del puente es que ahora se pedía una nueva contribución  a los hidalgos de 1.600 maravedíes anuales. Es decir, del real de la sentencia de 1505 se pasaba a un nuevo repartimiento de 47 reales anuales por cabeza. El nuevo repartimiento se había acordado en unas ordenanzas en ayuntamiento, en las que se había distribuido el gasto de 200.000 mrs. entre los vecinos, una vez que las aportaciones de los propios eran insuficientes, según la asignación por cabeza de una serie de peonadas, traducidas en contribución monetaria. Es evidente que las obras del puente ya estaban iniciadas de tiempo antes y que, ahora, se pedían nuevas contribuciones para continuarlas.

Para octubre de 1516, el pleito obraba en manos del nuevo alcalde mayor Pedro Ternero, que incumpliendo los privilegios de primera instancia de la villa de Iniesta, se habían llevado los autos a la villa de San Clemente. Hasta allí se desplazaba el procurador de Iniesta, Lope García, para denunciar la parcialidad del alcalde mayor a favor de algunos hidalgos de Iniesta: Pedro y Diego Zapata y Pedro de Espinosa. El procurador de la villa intentaba presentar un estado lastimero de la misma, presentando el estado pechero con muchos miembros no contribuidores, fruto de crisis pasadas: menores, huérfanos y viudas. Las sentencias de los alcaldes mayores del marquesado eran favorables a los hidalgos, por lo que el concejo de Iniesta, de mano de su procurador Pedro Mondéjar, llevó los autos juzgados en primera instancia a la Chancillería de Granada el veintidós de noviembre de 1517. La Chancillería ya entendía en el asunto desde comienzos de año; el 30 de abril de 1517 daba la razón a los hidalgos en la validez de las sentencias arbitrarias, según fijaba la llamada ley de Madrid, marcando el devenir del proceso y la exención de los hidalgos. Sin embargo, creemos que la lectura de primera mano por los oidores de Granada del traslado de la sentencia arbitraria les llevó a mudar su opinión, al entender que esa sentencia era únicamente válida para el caso que había iniciado el pleito: los terrazgos, y dando la razón al concejo iniestense sobre que los hidalgos debían pagar en  las otras cosas, fuentes o puentes, según mandaban las leyes del Reino. El uno de diciembre de 1517, la Chancillería de Granada sentenciaba contra los hidalgos

Sentencia de 1 de diciembre de 1517
AChGr, HIDALGUÍAS, sign. antigua: 304-538-9

Los hidalgos, esta vez representados por Juan Castañeda, pedirían nueva revisión de la sentencia, consiguiendo nuevo fallo del tribunal que dio plazo para la presentación de pruebas, pero al no hacerlo, el pleito se dio por concluso el dieciocho de enero de 1518.

Ignacio Latorre parte de un documento de 27 de diciembre de 1554 para plantear la posibilidad de que la construcción del puente se postergase a 1547, siendo entonces simple puente de madera (2), sustituido antes de la década de los setenta, tal como aparece en la Relaciones Topográficas, por un puente de piedra. De la lectura del expediente de la Chancillería de Granada se desprende la complejidad y alto coste de dicho puente, que hubo de llevar varias décadas y también del inicio de las obras en fecha anterior a 1514. Ahora bien por otro expediente de la Chancillería de Granada, sabemos que, en la citada fecha de 1547, el concejo de Iniesta estaba en pleito con otros hidalgos (3), a los que consideraba pecheros (Cárcel, Zapata o Muñoz), que no querían pagar los repartimientos que estaba imponiendo el concejo, sin que sepamos el motivo (¿pagarían los hidalgos después de la sentencia de 1 de diciembre de 1517?). Es probable que la lenta construcción del puente de piedra fuera alternada con la construcción de otros de madera, sin olvidar que el armazón de madera se mantenía cuando estaba acabado el puente de piedra y ya en uso, como hemos visto en el puente de San Benito, en la zona de El Picazo y sobre el río Júcar 
Que vido en llegando por la parte que faltó el pie que es a la parte de arriba del agua que el pie que estava asentado a la parte de fasya a esta villa que estava en el agua que junto al agua en un çerviguero estava un restregadero de gente e que vio que una viga que estaua por llaue de los pies con sus cárçeles estaua en el rrío baxo de la dicha puente con una rraja e con un clavo con que estava enclauada e que este testigo cree que sy no fizieran argumento para ello para ello en la dicha llaue no se cayera e quando cayera avía de estar debaxo de toda la madera de la puente e no yrse el rrío abaxo e que el clauo que que tenía hera grande e largo e entrava un palmo en el pilar e que el clauo no estaua torçido saluo sacado derecho e a lo que cree que fue quitado por mano por persona que supiese de aquella obra mucho (4)
Los oficiales del concejo de Iniesta reconocían, en la sesión plenaria de ocho de octubre de 1572, deber a los maestros de puente de Vadocañas mil quinientos ducados (5), lo que indica que el puente no ha mucho tiempo que se había finalizado (sesenta años después). Pocos años después en las Relaciones Topográficas de 1575, Iniesta reconocía las dificultades económicas y el largo tiempo empleado en la construcción del puente, reconociéndose que su obra había sido sufragada por repartimientos entre vecinos y que su fábrica duró años
No hay en el dicho río barcos; e hay una muy principal puente y edificio que lo han los que lo ven a la parte de Vadocañas, camino de Requena y Valencia, de piedra labrada, fecha a costa de esta villa y repartimientos de vecinos, y con gran gasto, que duró años, por no tener de propios, de un solo ojo y de gran altura y anchura. Pasan carros y gentes. Tiene el ojo ciento y viente piés en güeco, de mucha largura. Dicen ser la mayor y mejor y de grandes y mayores piedras del reino, y pasan bestias, y todo lo demás, de Toledo y otras partes a Valencia y Requena donde está la aduana (6)
Se insistía el año 1572, una vez más, en lo que era motivo de fricción con la villa de Requena, en poner un derecho de pontaje sobre las personas, caballerizas y carruajes que atravesaran dicho puente, ahora, para complacer a la monarquía en su deseo de levantar cofradías de caballeros armados


Se suplica a su magestad sea servido que se den en arrendos dehesasen el término desta villa que otra vez a echo merçed dellas para paga del rreal serviçio e otros efetos e más el derecho de pontaje de la puente de vadocañas que es un marauedí de cada persona que pasare por la dicha puente y yendo a cauallos dos maravedís y de bestia cargada e baçía e de un carro e par de mulas seis marabedís y de cada manada de ganado una rres y de çien cabeças abaxo una blanca de cada rres y que esto se suele llevar y que se les pueda llevar a todos los que pasen en lo qual todo se aya de dar a los cavalleros para la dicha ayuda con voluntad de su magestad (7)


Hidalgos en 1517

El doctor Espinosa
García Zapata
Fernando de la Cueva
Leonardo Zapata
Gil Ruy de Alcaud
Pedro Vázquez
Fernando de la Cueva el mozo
Pedro de Bustamante
Pedro de Espinosa
Melchor Granero
Sebastián de Ceballos

Concejo de Iniesta de 10 de enero de 1505

Alcaldes ordinarios: Juan de Valverde y Hernando de Tórtola
Alguacil: García Castellano
Regidor: Martín Serrano
Fiel: Juan de la Peña
Procurador: Bartolomé Blasco
Diputados: Ferrán Marco y Alonso López de Talayuelas

Concejo de Iniesta de 1 de abril de 1516


Alcaldes ordinarios: Martín de Tórtola y Juan de la Parra

Alguacil: Miguel Cabronero
Regidores: Martín Martínez de Castillejo y Alonso Garrido
Diputados: Alonso Martínez de Correa, Pedro de Buenache y Alonso García de Castillejo
Escribano: Gonzalo Ruiz del Almarcha

                                                 **********************

(1) Santiago Palomero venía a contradecir las tesis de Fernández Casado, sobre la naturaleza romana de dicho puente. PALOMERO, Santiago, El puente de Vadocañas, 
(2) LATORRE, Ignacio: De cuando el puente de Vadocañas era de madera, Los datos aportados sobre los diferentes puentes sobre el Cabriel (Vadocañas, Puenseca y Pajazo), su construcción y destrucción por las avenidas no permiten sacar conclusiones definitivas.
http://www.ventadelmoro.org/historia/historia1/decuandolapuentedevadocanaserademadera_24.html
(3) AChGr, HIDALGUÍAS, sign. antigua, 304-581-132,  contra Martín de la Cárçel y Fernando de la Cueva y Juan Çapata, que viven en la Estrella, y Pedro de Çapata, que vive arriba de la plaça, y contra Diego Muñoz.
(4) AHN. NOBLEZA. FRÍAS. C. 711, D. 62
(5) deve de la puente que a hecho de vadocañas myll e quinientos ducados a los maestros (Expediente sobre formación de cofradías de 1572)
(6) ZARCO CUEVAS, Julián: Relaciones de pueblos del Obispado de Cuenca, Diputación de Cuenca, 1983
(7) AGS, CC-Diversos de Castilla, libro 25, fol. 1. Expediente sobre formación de cofradías de 1572


Fuentes: AChGr, HIDALGUÍAS, sign. antigua: 304-538-9

jueves, 22 de agosto de 2019

EL ROMPIMIENTO DE TIERRAS EN EL SUELO DE ALARCÓN A MEDIADOS DEL SIGLO XV Y EL NACIMIENTO DE LAS ALDEAS DEL SUR DEL OBISPADO DE CUENCA


Mediada la centuria del siglo XV, un nuevo movimiento roturador puso en explotación agraria tierras hasta entonces incultas. Se trataba de tierras llecas y baldías, pertenecientes a los propios de Alarcón, pero que en este momento se las apropiaban particulares. Especialmente, se citaban las tierras al sur y este de Villanueva de la Jara

La dicha villa de Alarcón tiene e poseye por suyas e como suyas çiertas tierras e términos llecos e baldíos, las quales dis que algunas dellas están en el poso de las Madrigueras e otras que están açerca de Villanueva de la Jara e parten término con la dicha villa de Yniesta e otras que dis que están en Taraçona e otras en el Quintanar e otras en la rribera del Xúcar desde el val de Espinar fasta la Motilla que parte términos con Xorquera, las quales dichas tierras en llecos e heredades disen que eran propias de la dicha villa de Alarcón e que los moradores e vesinos de la dicha villa e de su tierra los entrauan a labrar e los poseyan por la dicha villa e qualquier vesino que las posee por la dicha villa non le perturba ninguno la dicha posisión pero sy las dexa anno e día dis que bueluen dichas tierras a la dicha villa e qualquier otro vesino las puede entrar e labrar con este uso e costunbre e agora dis que es venido a noticia del conçejo de la dicha villa que algunos entraron a labrar las dichas tierras no quieren guardar el dicho huso en costunbre de la dicha villa e su tierra antes dis que por posisyón que dellas tienen que son suyas e que las pueden vender e enagenar por suyas e como suyas por lo qual dixo que venya grand perjuysio de la dicha villa e tierra[1]
Las tierras llecas y baldías se consideraban como propios de la villa de Alarcón, que se garantizaba un derecho eminente de propiedad sobre las mismas. Se garantizaba el labrantío de este tipo de tierras siempre supeditada al reconocimiento de la propiedad por la villa de Alarcón, que dejaba se labraran libremente por los colonos, siempre que la tierra no fuera abandonada por más de un año y un día. Ni que decir tiene que el viejo uso fue entendido al revés, de modo que los colonos tendieron a considerar como de su propiedad las tierras labradas dos años consecutivos. En cualquier caso, lo que el texto anterior demuestra es que el labrantío en lo que luego serán aldeas jareñas como Quintanar, Tarazona y Madrigueras, a la altura de 1462 ya hay una ocupación del espacio agrario permanente, pues los colonos entendían el derecho de ocupación de las tierras como título de propiedad, entendido en el sentido quiritario, que comprende el uso de las mismas y el abuso, o derecho a su enajenación.
Las tierras llecas y baldías de Alarcón se extendían ampliamente por el suelo de Alarcón, pero el concejo de esta villa, por boca de su procurador Juan Sánchez Gallego, demostraba preocupación grave por el proceso de usurpación de estas tierras del sur y distantes de la villa. Nosotros hemos apostado por el nacimiento de las aldeas jareñas durante la guerra del Marquesado; es evidente que los topónimos geográficos existen ya y por sus nombres son mencionadas en el mandamiento que el corregidor del Marquesado de Villena, Diego de Heredia, emite el diez de octubre de 1462, aunque no podemos determinar la existencia núcleos poblados, pues aparte de los topónimos y la cita de un pozo en Madrigueras poco más se dice, ni siquiera se menciona la calificación de alquerías que se citan en los amojonamientos de 1481; ahora bien, es difícil pensar que una ocupación permanente del espacio agrario no fuera acompañado ya del levantamiento de alguna casa o edificación de morada por aislada que fuera, por la sencilla razón de que la misma distancia del núcleo poblado más próximo hacía poco menos que inviable los desplazamientos para el labrantío de la tierra (y más si pensamos que el animal de arada era el buey). Además, el proceso roturador de tierras había llegado por el sur hasta el término del Júcar y los límites de Jorquera, (se cita expresamente desde el Valdespinar hasta la Motilla), aunque en este caso creemos que se trata de colonos llegados desde Iniesta.
La confirmación del poblamiento de la zona nos viene dada en otro documento seis años posterior, aunque en este caso hace mención a la zona de la Ensancha de Alarcón, limítrofe con Iniesta, y la aparición por primera vez de Casa de Gil García. Certificación de poblamiento, pero también del escaso número de moradores. De hecho, en otros lugares del obispado de Cuenca, tal como nos aparece en otro documento, el arcediano de Alarcón era incapaz de cobrar los diezmos de aquellos núcleos que se movían entre la despoblación y un escaso número de moradores que no iba más allá de la media docena, tales eran Rus, Villar de Caballeros, las incipientes aldeas de El Cañavate o Robredillo de Záncara[2].
En el caso de la Ensancha de Alarcón, el movimiento de roturación de tierras venía desde Iniesta, cuyos vecinos se aprovechaban de los usos comunes de la tierra de Alarcón por su integración en el Marquesado
Çiertos vesinos de la villa de Yniesta e otras partes que labran e cojen pan e vino e otras symillas e otras qualesquier cosas en los llecos que dicen de las Madrigeras e de la casa de Gil Garçía e la casa de Albarrilla, en el villar de Domingo Peres[3]
La zona de la Ensancha y Madrigueras era variada en la producción agraria, además de pan y vino, se cultivaban las hortalizas, el lino y el cáñamo. El arcipreste de Alarcón era conocedor del desarrollo agrario de la zona, pero también de la inestabilidad de la producción; por esa razón, la recaudación del diezmo tomaba la forma de renta fija con los colonos a pagar, expresamente se decía, independientemente de circunstancias sobrevenidas, naturales o de guerra[4]. La cuantía del diezmo quedaba estipulada en diez fanegas de trigo y cinco arrobas de vino.
Aparte de la preocupación del concejo de Alarcón por la usurpación de sus tierras, con toda probabilidad hemos de ver el deseo del marqués de Villena de controlar el auge de este movimiento de colonización de tierras en beneficio propio. Sabemos de sus intentos de considerar las tierras llecas como de su propiedad y la imposición de un impuesto por su cultivo, llamado terrazgo y consistente en el pago de un cahiz de cereal por cada quince cahíces cosechados[5]. El movimiento roturador de mediados de siglo debió ser generalizado en todo el Marquesado de Villena. Tenemos testimonios de nuevas vecindades en las aldeas de Castillo de Garcimuñoz, que se prolongaron hasta los momentos previos a la guerra[6]. A la altura de 1462, podemos confirmar ese movimiento de rompimiento de tierras que fue acompañado de un crecimiento demográfico. Sí es cierto que, por testimonios orales posteriores, los núcleos principales como San Clemente o Villanueva de la Jara apenas si demuestran crecimientos espectaculares de su población. No cabe duda que la guerra actuó como elemento corrector negativo y que la misma actividad agraria tuvo que ceder ante la ganadería, pero tal fenómeno aparente de contracción está escondiendo en realidad cómo las roturaciones de mediados de siglos dieron lugar a un fortalecimiento de aldeas insignificantes, caso de Sisante, o a la aparición de formas de población dispersas que darán lugar a casas aisladas, por ejemplo Casasimarro, o a alquerías que serán el elemento aglutinador en torno al que crecerán las futuras aldeas de Tarazona, Quintanar o Madrigueras.
Para determinar el proceso de usurpación de tierras se tomó declaración jurada a veintidós vecinos de Alarcón y su tierra, como determinadores, que incluían además de vecinos de la villa madre, de otras aldeas y villas desde donde se estaban llevando a cabo las roturaciones: San Clemente, Vara de Rey, La Roda, Villanueva de la Jara, El Peral, Motilla e Iniesta. Los testimonios nos aportan los llecos y baldíos en el horizonte de la roturación de tierras, su extensión y los labradores que labraban esos terrenos. Aunque curiosamente hay un silencio llamativo en lo que luego serán aldeas jareñas del sur; quizás se intentó evitar entrar en colisión con un proceso de asentamiento muy consolidado.
La descripción de este grupo de peritos nos enumera una a una las roturaciones del momento. En un vallejo de la Calera, camino del Picazo, encontraron tierras labradas por Alonso Díaz González, que también había labrado tierras en el vallejo de los Arenalejos. Ambas tierras estaban incluidas en la redonda que la villa de Alarcón había cercado en torno a ella.

Los determinadores avanzaron por la senda del Castellar hasta llegar a la cueva del Castellar. Desde la peña del Castellar, río abajo, hasta el barranco de la Higuera, se tenía por tierras llecas de Alarcón, pero ahora no estaban cultivadas, aunque lo habían estado anteriormente por Juan Sánchez de Chinchilla, aunque el concejo de Alarcón le había revocado la licencia para explotar estas tierras en un contencioso poco amistoso
E después que Gonçalo Sánchez de Alarcón en nonbre del dicho conçejo e otros muchos omes ge la rreuocaron[7]
La zona, en los límites actuales entre Gabaldón y Motilla, respondía a roturación de tierras por los labradores motillanos.
Fueron de aquí adelante por la senda del Castellar e llegaron a la cueva del Castellar, cerca del rrío e dixeron los desterminadores que desde la peña del Castellar fasta el barranco de la Figuera que es el rrío abaxo que es de Alarcón e lleco del conçejo[8]
Quizás no se perdonaba la intrusión de un forastero en un territorio que los motillanos consideraban propio. En el momento de la visita de los determinadores estaba cultivando esta tierra Diego Sánchez Sastre, vecino de Alarcón; el terreno cultivado era de ciento cincuenta almudadas. Más abajo del barranco de la Figuera hasta la rambla Honda, varios colonos cultivaban una superficie menor de cincuenta almudadas, aunque a la hora de citar a los colonos se repite el nombre de Diego Sánchez junto al de Juan Sánchez Gallego. De allí camino a unas salegas en el llamado asómate[9] de la casa del Picazo, población que nos aparece en este momento como simple casa. El total de tierras llecas pertenecientes a Alarcón en este paraje era de doscientas almudadas.
Desde las salegas hasta el camino de Tébar, por uno y otro lado del río, quinientas almudadas, labradas de nuevo por Juan Sánchez Chinchilla y Juan Sánchez Ballestero. Desde allí, dos mil almudadas más
Como va el dicho camino de la dicha Téuar e entra en la cañada que va el camino que labra Gil López morador en Villanueva fasta la choça que labraua Martín Sánchez del Picaço de la senda abaxo e agora labra Juan Sánchez Ballestero e derecho al vallejo de la fuente Arenosa de un cabo del río e del otro[10]
Los llecos de Alarcón se extendían desde la Choza, (¿Las Chozas, granja de Alarcón?) de Martín Sánchez del Picazo hasta el carril que sale del vado del Fresno y va hasta Sisante. Un total de mil quinientas fanegas que caían en la órbita de una aldea de gran porvenir, Sisante, y que partían del vado del Fresno, donde San Clemente construirá cincuenta años después los molinos del Concejo. Más abajo del carril que iba del vado del Fresno y hasta los molinos de la Losa, posesión por entonces de Hernando del Castillo, el futuro alcaide de Alarcón; en total mil setecientas almudadas más. Sobre estas almudadas había puesto sus ojos Hernando del Castillo, provocando bastante recelo de los vecinos de los lugares comarcanos. Los propios determinadores para negarle cualquier derecho al futuro alcaide de Alarcón añadieron, apoyados en el juramento de tres testigos, que
nunca vieron que los dichos molinos touieran exido ninguno de yerua nin de lauor, saluo de un año a esta parte que oyeron desçir que Fernando del Castillo auía puesto unos molinos en el canpo susodicho pero que nunca lo conosçieron por suyo
El siguiente espacio llegaba hasta el molino de los Nuevos, pero las tierras llecas se extendían por la margen derecha del Júcar, el llamado rincón de Alonso García, labrado en otro tiempo, pero que a la altura de 1462 había sido convertido en dehesa, unas setecientas almudadas, que se unían a otras quinientas almudadas incultas entre rincones y vallejos. Más al este, y siguiendo la cañada de la Losa en dirección a Casasimarro, entonces casa de Simarro a secas, los pinos “gordos” daban paso a tierras de labrantío, llecos propios de Alarcón. Al sur camino del molino de la Foz (¿del Batanejo?), trescientos almudes más, de los que no se conoce colonos. Bajando hasta el término de La Roda por la margen derecha del río Júcar y hasta la dehesa de Galapagar, mil setecientas almudadas más de tierras llecas. Al sur de la dehesa de Galapagar hasta limitar con el río Júcar se extendían dehesas de yerba y caza hasta la Motilla, actual Motilleja, límite con los términos de Jorquera.
Eran los mismos términos que Alarcón defenderá como propios al finalizar la guerra del Marquesado en 1480. Pero, en este momento, Alarcón en virtud de la sentencia de fijación de términos con San Clemente en 1455 pretende la margen derecha del Júcar hasta llegar al vado del Fresno, y más allá, intenta reducir los derechos de Hernando del Castillo sobre los molinos de la Losa a la casa y piedras levantadas por el río, mientras recuerda su posesión sobre los territorios al sur de Villanueva de la Jara y los lindantes con Iniesta, que después de 1480 ambicionará la aldea la Jara, pero que ahora es simple pretensión de particulares. Aun así, los terrenos próximos al Júcar muestran una incipiente roturación hasta llegar a El Picazo o los impulsos que llegan desde la aldea de Sisante hasta el vado del Fresno; hasta llegar a la casa de Simarro dominan todavía los pinos “gordos”. Desde Galapagar, al sur de la actual Villalgordo del Júcar, hasta los límites de Jorquera todo es dehesas de yerba y caza.
Significativo es que las tierras llecas de Alarcón son explotadas, cedidas tal vez en arrendamiento, por unos pocos labradores de los que nos han quedado los nombres que las labraban de forma monopolística: Alonso Díaz. Juan Sánchez de Chinchilla, Juan Sánchez Ballestero. Estas cesiones del concejo de Alarcón a favor de particulares debieron chocar con los moradores de las aldeas más próximas a estos llecos y baldíos que ambicionaban la explotación de estas tierras y que se remitían al fuero de Alarcón para defender el libre uso de unas tierras que consideraban comunales y de libre aprovechamiento. Hemos señalado el conflicto con Juan Sánchez de Chinchilla en la senda del Castellar, pero los conflictos debieron ser más graves en Quintanar, Tarazona, Madrigueras o la llamada luego Ensancha de Alarcón, en los límites de Iniesta, donde un movimiento de rompimiento de tierras más intenso era visto por el concejo de Alarcón como simple usurpación de sus términos.
A los viejos conflictos de las aldeas con la villa de Alarcón, se unía uno de mayor calado: la intromisión señorial, no solo del marqués, sino también de sus criados. Nos aparece la figura de Hernando del Castillo, por entonces camarero del maestre de Santiago[11], que se arrogará el monopolio de los molinos en la ribera del Júcar entre la Noguera y la Losa, por concesión de don Juan Pacheco. Aunque la concesión es de 18 de junio de 1462, del propio texto se deduce que la apropiación de los molinos es de un año anterior; algo que fue mal digerido tanto por los particulares como por los vecinos de Alarcón, que intentan cortar de raíz cualquier derecho añadido de apropiación de la tierra que vaya más allá de los molinos. Es más, la donación de los molinos habría de ser ratificada tres años después. A las apetencias señoriales de Hernando del Castillo, se sumaban otras como el legado del doctor Pedro González del Castillo, que poseía las de Galapagar y Olivilla.
Un tercer conflicto era con el estado eclesiástico, que veía cómo la usurpación por los vecinos de estas tierras le restaba los ingresos procedentes de los diezmos. El cobro de los cahíces de Tarazona o Quintanar se haría integrando estas nuevas poblaciones en Villanueva de la Jara y en el caso de la Ensancha de Alarcón, como hemos visto, a través de una cantidad fija determinada de antemano.
El presente inventario de tierras llecas y baldíos del concejo de Alarcón, bajo juramento de veintidós vecinos y moradores del suelo común y ante dos de sus alcaldes ordinarios, muestra el interés y persistencia de la villa por mantener sus propios frente a las usurpaciones señoriales, pero también frente a aquellas otras de particulares. El inventario de llecos a ambos márgenes del Júcar sería el apoyo de la villa de Alarcón para mantener sus propios tras la derrota de la guerra del Marquesado, infructuosamente, caso de la disputa con San Clemente, y con más éxito, caso de la disputa con Villanueva de la Jara. Alarcón conservaría íntegros los llecos de la margen izquierda del Júcar.

ARCHIVO DE LA CATEDRAL DE CUENCA (ACC), I, caja 41, nº 3, Inventario de las tierras llecas de Alarcón realizada por mandato de Diego de Heredia, corregidor del Marquesado de Villena.
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Relación de personas que aparecen (14 de octubre de 1462)
  • Diego de Heredia, corregidor del Marquesado de Villena por don Juan Pacheco
  • Juan Sánchez Gallego, procurador de la villa de Alarcón
  • Juan de Iniesta, escribano público de la villa de Alarcón
  • Gil de Olmedilla, alcalde ordinario de Alarcón
  • Diego de Almansa, alcalde ordinario de Alarcón
Determinadores de las tierras llecas y baldíos:
  • Martín Sánchez de Tébar, vecino de San Clemente
  • Antón López de Fuentelespino, vecino de San Clemente
  • Martín Sánchez Barriga, vecino de Vara de Rey
  • Pedro Sánchez Fraile, vecino de Vara de Rey
  • Gonzalo Sánchez vecino de Vara de Rey
  • Alfonso Fernández Notario, vecino de La Roda
  • Jaime Martínez de la Mota, vecino de La Roda
  • Benito Sánchez Pescador, vecino de Alarcón
  • Juan Sánchez Ballestero, vecino de Alarcón
  • Juan Sánchez Rubio, vecino de Alarcón
  • Juan Martínez de la Casa, morador en Villanueva de la Jara
  • Juan Martínez Prieto, morador en Villanueva de la Jara
  • Gómez Pérez, morador en Villanueva de la Jara
  • Bartolomé Sánchez Fajardo, morador en Villanueva de la Jara
  • Juan Sánchez del Pozoseco, morador en Villanueva de la Jara
  • Juan Martínez de Sancho Martínez, morador en EL Peral
  • Martín Sánchez Lázaro, morador en El Peral
  • Gonzalo Sánchez de Arnedo, vecino de La Motilla
  • Juan Martínez Guerrero, vecino de la Motilla
  • Juan Garrido, vecino de Iniesta
  • Alonso García de Ibáñez Gil, vecino de Iniesta
  • Pedro Jiménez, vecino de Iniesta
Otros vecinos:
  • García Arévalo, vecino de Alarcón
  • Juan Catalán, vecino de Alarcón
  • Alonso López, pregonero, vecino de Alarcón
  • Juan García de la Casa, vecino de Alarcón
  • Mateo, hijo de Alonso López, cardador, vecino de Alarcón
  • Martin Sánchez de Medina, vecino de Alarcón
  • Martín Fajardo, vecino de Vara de Rey
  • Martín de Vala de Rey, vecino de Vara de Rey
  • Juan de Vala de Rey, padre del anterior, vecino de Vara de Rey
  • Gil de Francia, vecino de Iniesta
  • Juan de los Heras, morador de Villanueva de la Jara
  • Juan del Provencio, molinero de la Losa



[1] ARCHIVO DE LA CATEDRAL DE CUENCA (ACC), I, caja 41, nº 3, Inventario de las tierras llecas de Alarcón realizada por mandato de Diego de Heredia, corregidor del Marquesado de Villena. Alarcón, 1462, octubre, 14. Hay copia posterior, aunque con errores de transcripción (ACC, I, caja 41, nº 2)
[2]  ACC, I, caja 41, nº 1. Pedro de Escamillo, clérigo cura de Algarra, Fernando de Fuenterabia, clérigo cura del Robladillo de Zancara, y Fernando de Aguerlo, cura de Pajarón, otorgan poder a Alfonso de Pinarejo para obligarse a pagar los marevedís a los refitores de Zafra, Alcañavate, Santa María del Campo Rus, Villar de Ceballos y Villanueva de Alcorón. Castillo de Garcimuñoz, 1466, julio, 1
[3] ACC, I, caja 41, nº 17 (Olim Cajón 5, Legajo 19, Nº 264). Compromiso y arrendamiento de los diezmos de los llecos entre el Cabildo de Cuenca y Diego de Iniesta, Arcipreste de Alarcón. Cuenca, catedral Sala Somera, 1468, julio, 6
[4] Poco o mucho lo que Dios diere e a todo caso fortuito e ynopinado de piedra e nibla seca langosta yelo quema e a toda guerra de rrey a rrey o de ynfante heredero o de hermandad o de otro qualquier señor o señora poderoso o non poderoso e a otra qualquier que sea et a todo rrobo fuerça toma pestilençia (Ibídem)
[5] ORTUÑO MOLINA, Jorge: Realengo y señorío en el Marquesado de Villena. Real Academia Alfonso X el Sabio. Murcia, 2005. pág. 257
[6] AHN. CONSEJOS, 31760, 44 y 33: Junto a los que desempeñan oficios vinculados a los paños hay numerosos vecinos que se asientan en las aldeas dependientes de Pinarejo, La Almarcha o Torrubia, favorecidos por las ventajas fiscales que se otorgan: los cinco primeros años se pagan tributos por la mitad de los bienes dejados en el lugar de origen y los siguientes cinco por los bienes poseídos.
[7] ARCHIVO DE LA CATEDRAL DE CUENCA (ACC), I, caja 41, nº 3, Inventario de las tierras llecas de Alarcón realizada por mandato de Diego de Heredia, corregidor del Marquesado de Villena. Hay copia posterior, aunque con errores de transcripción (ACC, I, caja 41, nº 2)
[8] Ibídem
[9] “Asomadero” en la copia posterior del documento
[10] Ibídem
[11] ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ CAJA 1628, PIEZA 15. Pleito entre Alonso del Castillo y la villa de San Clemente por la edificación de un molino en el vado del Fresno. 1515, folios 25 y 26 vº

sábado, 17 de agosto de 2019

Noticias sobre los Haro y Villar del Saz de don Guillén


Juan Alfonso de Haro era además de Señor del Busto y de Revilla de Campos, también de la villa de Villar del Saz de don Guillén. Reproducimos las mandas testamentarias de su última voluntad dada el 12 de octubre de 1492


Sepan quantos esta carta de testamento vieren como yo don Juan Alonso de Haro , comendador de Carauaca y señor de la villa del Busto, y Guarda Mayor del rey nuestro señor y del su Consejo... que entierren el mi cuerpo y sea sepultado y enterrado en la mi villa de Reuilla de Campos...

ytem mando a la Iglesia de Villar del Saz de don Guillén 3000 mrs para que fagan una custodia para que traigan el cuerpo de nuestro señor

ytem mando a Santa María de la Fuensanta hermita desta villa de Villar de Saz sea pintada de una imagen de Nuestra Señora la Virgen María que se llama la Quinta Angustia y que sea muy bien fecho un retablo dello y que paguen lo que costare

ytem mando a Santa Quiteria y San Blas hermitas de la villa de Villar del Saz para las obras de ellas cada sendos reales

Se nos plantea asimismo la relación de estos Haro con los de San Clemente, a los que se ha querido ver como descendientes directos de los señores del Busto. El primero de los Haro que llegó a San Clemente,  se llamaba Diego de Haro. En las probanzas de la hidalguía de su hijo Hernán Vázquez de Haro se nos dice que Diego de Haro era primo hermano del citado Juan Alonso de Haro, IV señor del Busto, e hijo de Francisco de Haro, natural de Ocaña, aunque en genealogías del siglo XVII se le hace descender de otro Haro, Juan el bastardo, que nos aparece en este testamento como uno de los beneficiarios, pero sin ninguna filiación.

La figura de Juan de Haro el bastardo ya aparece en el testamento del padre de Juan Alonso de Haro, Diego López de Haro (o simplemente Diego de Haro), III señor del Busto, que dona a este personaje (seguramente su hijo no reconocido), 10.000 maravedíes. Pero no cita a ningún hijo de nombre Francisco, con lo que el misterio de la ascendencia de los Haro de San Clemente sigue sin discernirse. Los únicos hijos que cita don Diego López de Haro en su testamento de 1460 son : don Juan de Haro, don Lope de Haro (fallecido), Teresa de Haro, Diego de Haro y Blanca de Haro. Ninguna noticia de Francisco de Haro, vecino de Ocaña, y antecesor del los Haro de San Clemente y que por los testimonios posteriores debía ser de la edad de Diego López de Haro, señor del Busto.

Un hecho a considerar son las donaciones monetarias que Juan Alonso de Haro hace a favor de su criado Luis de Montoya y a favor de los herederos de Alonso de Montoya, que coloca a esta familia en la órbita de los Haro.


Real Academia de la Historia — Signatura: 9/286, fº 51 a 60. — Signatura antigua: D-11, fº 51 a 60. Testamento otorgado por don Diego de Haro (III), señor de Busto de Bureba y Revilla de Campos. [Manuscrito]

RAH, Colección Salazar y Castro, M-46, fol. 42-44 , 12 de octubre de 1492. Testamento otorgado por Juan Alonso de Haro (IV), señor de Busto, comendador de Caravaca, en la Orden de Santiago, y guarda mayor del Rey.

viernes, 2 de agosto de 2019

Francisco Ruiz Escalante (El Cañavate)

Francisco Ruiz de Escalante, vecino de El Cañavate

Origen: Cuéllar (Segovia)

Padre: Fernando de Escalante

Abuelo: Ruy Gutiérrez de Escalante (aparece en el testamento de Diego López de Haro, III señor del Busto, como marido de la hermana de éste, María Alfonso de Baeza)

Ejecutoria, 1 de septiembre de 1494

Testigos de El Cañavate: Pedro López del Cañavate, Gil García, Pascual López, Rodrigo Sánchez de Solera, Juan Martínez de Piqueras
Testigos de Cuéllar: Juan JIménez, Pedro del Amo, Pedro Fernández del Postigo, Andrés Velázquez, Juan Serrano,


Archivo de la Real Chancillería de Valladolid,REGISTRO DE EJECUTORIAS,CAJA 74,4 Ejecutoria del pleito litigado por Francisco Ruiz de Escalante, vecino de El Cañavete (Cuenca), con el concejo, justicia y regimiento de El Cañavete, sobre hidalguía

jueves, 1 de agosto de 2019

La toma de Cuenca, San Mateo 1177



Esta memoria sacada de un letrero antiguo, que estaua escripto ençima de la puerta del Coro a la mano derecha por donde entra la proçessión y es la que se sigue

Este es el tiempo que ha que se ganó la çibdad de Cuenca
 Dize don Rodrigo, Arçobispo de Toledo, después que este Rei don Alonso ganó la çibdad de Cuenca mantóuola con grandes afanes y des que fue suya en su poder guarnesçióla de todas las cosas que menester fueron y hizo la çibdad ca ella mereçe y asentó en ella cáthedra  de fe y ensalçó en ella nombre del obispo y ayuntó gentes de muchas partes y hizo pueblo de grandez y estableçió en ella fotaleza de firmedumbre e apostó en ella palaçio de hermosura, diole aldeas que fuesen suyas, ensanchóla de muchos pastos, alçó en ella altos muros y çerróla de fortaleza segura y creçió en ella çibdad de muchedumbre, ensanchada de términos de pueblos. Marauillóse el antiguo morador de la vista della, se espantó el alarabe la grandeza della en las peñas della. La barbacana della en las aguas de sus ríos, la gloria de ella su Prínçipe y la sanctidad della en la silla de su diginidad, los deleites de ella en los pastos de las sus greyes y el abondo della en pan y vino. 

Torna el Arçobispo don Rodrigo con Cuenca y dize ansi

Cuenca miémbrate de los días de tu Prínçipe, en la tu remembrança dél te solazarás toda y relumbrará tu faz en el nombre y en las tus alabanças, la gloria dél sea la tu remembraça, amor y defendimiento a los tus términos e ensancha el derecho de la tu cáthedra obispal.

Este Rey don Alonso Noueno que ganó a Cuenca miércoles día de San Mateo veinte y un días de setiembre año del nasçimiento de nuestro señor Ihesu Christo de mill y çiento y setenta y siete años, bibió en el Reyno çinquenta y tres años, finó en Gutier Muñoz, aldea de Arévalo el día de Santa Fe  Virgen, a veinte días del mes de setiembre año del señor de mill y dozientos y catorze años y fue enterrado en el Monasterio de las Huelgas de Burgos, avía este Rei don Alonso que ganó a Cuenca diez y seis años que reinaua en Castilla y en León, quando ganó la dicha çibdad, que hera villa y la pobló de christianos y fízola çibdad y bibió él después que la ganó treinta y siete años.




Una notizia simple de quando el señor Rey don Alonso el 9º ganó a los moros la ziudad de Cuenca, su exortazión a nuestra Santa Yglesia y la poblazión de gentes de muchas partes, cuia razón fue sacada de un letrero antiguo que estava escripto enzima de la puerta del Coro a la mano derecha por donde entra la prozesión, sin expresar en que convento, ni ziudad, villa o lugar sea y sí que se ganó la expresada ziudad miércoles San Matheo 21 de septiembre año del nazimiento de Nuestro Señor Jesuchristo de 1177 años



Archivo Histórico de la Nobleza,OSUNA,C.455,D.102 

Descripción de una lápida que narra la conquista de Cuenca por Rodrígo [Jiménez de Rada], arzobispo [de Toledo] el 21 de septiembre de 1177.




Las defensas de la fortaleza de Alarcón










Alarcón, en manos del gobernador Antonio Bermúdez por entonces, era, ante todo, una plaza militar, dotada de artillería para su defensa. En 1715 conservaba varias piezas de artillería, descritas en un inventario. La dotación de piezas de artillería había tenido lugar como consecuencia de la guerra de Sucesión


  • Una culebrina de bronce de cuatro libras de calibre entre el puente y la puerta del castillo, traída desde Belmonte
  • Otra culebrina igual que la anterior en la parte de dentro del castillo, traída desde Belmonte
  • En la parte de dentro del castillo, dos pedreros de hierro de una vara de largo
  • Junto a la puerta de la villa, un pedrero de dos vara de largo, descompuesto
  • 120 quintales de pólvora
  • 200 arrobas de plomo en plancha y bala menuda
  • No se hace inventario de las zonas cerradas
En la fortaleza del Castillo de Garcimuñoz, cuyas llaves obran en poder de don Julián Poveda y Serna
  • Dos tiros pedreros de hierro, de una vara de largo, sin culatas

ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL. NOBLEZA. FRÍAS. C. 702, D. 8