El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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sábado, 2 de abril de 2022

BARCHÍN DEL HOYO, SU PÓSITO Y SUS MONTES

 Cabrios y rollizos eran maderas necesarias para la construcción de las casas. Maderas escasas en el territorio de la Mancha conquense, pero existentes en los montes del pequeño municipio de Barchín. En la dehesa Vieja de Navodres los barchineros se arriesgaban a talar los árboles y sufrir fuertes multas, cargando sus carretas con los troncos que luego vendían en las poblaciones del sur.

El año 1625 los que se internaron en Navodres con ese fin fueron los labradores Miguel Gascón y Pedro Lucas. Podríamos pensar que se trataba de dos hombres llevados por la necesidad, pero ser sorprendido con una carreta de setenta troncos era relevancia delatora. Miguel Gascón trató de defenderse alegando que los troncos procedían de la vecina Almodóvar, aportando sin saberlo nuevos agravantes, pues todo el mundo sabía que los carreteros de Almodóvar no eran ajenos a este trasiego de tráfico de madera.

Barchín había tratado de defender la madera de sus montes con unas ordenanzas aprobadas por su ayuntamiento el 26 de abril de 1562, que fueron pregonadas en la plaza del pueblo ante la presencia de todos los vecinos presentes. La nueva ordenanza se hacía eco de una real provisión anterior, pero recogía en su lenguaje rimbombante la importancia que para la villa tenían sus montes

Para rremediar las cosas tocantes al seruicio de Dios nuestro señor y al uien de la rrepública, especialmente para poner horden y rremedio en la conservación de los montes por la mucha deshorden que ay en el cortar los montes y pinares de las dehesas y vedados desta villa

El concejo de Barchín del Hoyo tenía varias dehesas propias: la Quemada, Navodres y Alcohol; dispuesto a preservar su riqueza maderera, impuso fuertes penas de 2400 maravedíes por cada pie de pino doncel, rodenos y carrascas cortados. Las cuantías iban descendiendo si lo que se cortaba eran gajos de madera, tomando como medida el viejo marco de hierro, una medida de la pierna de un hombre, que marcaba el tamaño de lo que se podía cortar y no. Esta vieja medida conservada en el ayuntamiento de la villa, tenía su réplica en el ayuntamiento de Alarcón; la medida se había interpretado hacía medio siglo torticeramente para cortar los pinos nuevos y árboles jóvenes, creándose nuevos corredores para los ganados, que no eran sino excusas para abrir claros en el monte y prepararlo para la roturación de tierras por labradores.

El ayuntamiento de 1562 estaba formado por las viejas familias barchineras: como alcaldes, Miguel de Piqueras y Juan de la Orden, como regidores, Pedro de Villalba y Pedro de la Osa, que se repartían el poder con los oficios salientes del año anterior, representados en el concejo como diputados (Pedro Gascón, Francisco Redondo, Alonso Gascón y Pedro Gascón el mozo). Un concejo formado de hombres analfabetos, donde solo sabían escribir Juan de la Orden y Pedro Villalba, Pero la sensibilidad de los regidores había cambiado desde inicios de siglo, comprendiendo que la heterogénea economía barchinera y una población en expansión debía buscar un equilibrio entre las aventuras agrarias, las viejas tradiciones pastoriles y la complementariedad de recursos facilitados por el monte. Esa es la razón que les llevó a extender la jurisdicción del concejo en materia de montes sobre esos otros, en principio de realengo, con multas máximas de mil doscientos maravedíes. La preocupación de la Corona por la conservación de los montes se había manifestado en el final del reinado de Carlos V, su hijo Felipe II había promulgado una real provisión en 1557 para la conservación y replantación de montes, recordando como la Corona y la reina Juana ya habían manifestado sus inquietudes en 1518. Zarco Cuevas nos recogió esas inquietudes, sin llegar a entender que el proceso de destrucción de los montes anterior a esa fecha de 1518 fue quizás tan salvaje como el posterior a ese año.


Miguel Gascón era un viejo conocido de la justicia y un ejemplo de cómo las élites locales hacían y deshacían en los asuntos de su pueblo, en este caso, Barchín del Hoyo. A las talas indiscriminadas de árboles en 1625 siguieron otras en 1628. Miguel Gascón, además, había aprovechado su cargo como mayordomo del pósito de San Juan de 1626 a San Juan de 1627 para malversar caudales y quedarse con parte del trigo. Sus prácticas poco honestas no eran novedad, pero sí lo eran las nuevas competencias que los corregidores del partido de San Clemente intentaban arrogarse sobre montes y plantíos y sobre los pósitos y cuentas de propios de las villas a su cargo. En este contexto, Barchín del Hoyo, es decir, sus familias principales comienzan a denunciar la intromisión de la justicia del corregimiento en su primera instancia y la defensa de los privilegios de sus alcaldes, procedentes del final de la guerra del Marquesado, como poseedores de la plena jurisdicción civil y criminal, mero y mixto imperio. Es ahora, cuando Barchín y otras villas consiguen de la Corona confirmaciones de sus privilegios de primera instancia. Para entender la situación, hemos de pensar que Miguel Gascón sería uno de tantos principales de los pueblos que fueron detenidos y dieron con sus huesos en la cárcel de San Clemente. El problema era de confrontación de poder entre las oligarquías locales y una Corona, que trataba de mutar la justicia comisarial, con plazos limitados, de sus jueces en derechos perennes de sus funcionarios intermedios, en este caso los corregidores, pero andado el tiempo con el nacimiento de una nueva figura de los superintendentes. Las oligarquías locales no lo aceptaron, denunciaron la intromisión del Consejo de Castilla y los corregidores en la primera instancia de su jurisdicción y acudieron a defender sus privilegios a la Chancillería de Granada, en largos pleitos, que acabaron por arruinar las haciendas municipales. La derrota de la jurisdicción de las villas solo vendría en un contexto de guerra y depauperación económica; entonces la Corona mandó superintendentes con plenos poderes para el reclutamiento militar, que darían paso a partir de 1645 a superintendentes de rentas para una brutal exacción de rentas que fueran sustento del esfuerzo militar. Los pueblos quedaron arruinados; Barchín perdió más de la mitad de su población: sus jóvenes muertos en el frente catalán y sus familias huyendo al Reino de Valencia. Un precio demasiado alto, pero en cuyo contexto nació una nueva administración regional, que se quiere ver importada con la Nueva Planta borbónica, pero tuvo sus raíces en tierras hispanas, si bien sus orígenes remotos se hallan en Flandes en la década de 1580 y la ocupación militar española... pero ese es ya otro tema.

Pasado el verano de 1626, Barchín del Hoyo había acudido hasta Villarrobledo para comprar doscientas fanegas de trigo para los almacenes de su pósito. Juan de Piqueras, que había ido hasta Villarrobledo, reconocía los fraudes. El trigo llegaba a Barchín de noche, pero no era depositado en su totalidad en las cámaras del pósito, sino en casas de Juan de Piqueras, desde donde era vendido en operaciones especulativas, sin ser entregado directamente a los panaderos para abasto de la villa. Además, en las libranzas expedidas a panaderos y vecinos por la entrega de trigo se falseaban las cantidades, Hasta once libranzas se reconocían enmendadas. Las acusaciones iban asimismo contra aquellos que habían tomado las cuentas a Miguel Gascón, sus convecinos García de Peralta, Garci Martínez, Andrés García, muerto por esas fechas, Pedro de la Orden y el escribano Mateo Gabaldón. Curiosamente, Pedro de la Orden no sabía leer y mal que escribía su apellido. Para el mes de setiembre de 1629, el alcalde mayor de San Clemente, Pedro Baez de Fonseca, ordenaba el ingreso de todos ellos en la prisión de San Clemente, cabeza del corregimiento. Orden que se haría efectiva contra Pedro de la Orden y Mateo Gabaldón, mientras el resto quedaban retenidos en sus casas como prisión, incluido Garci Martínez al que le valió poco su alegación de padecer gota. Miguel Gascón sería condenado a privación perpetua del oficio de mayordomo del pósito, a cuatro años de destierro y 10000 maravedíes de multa.

Miguel Gascón se desterró en Buenache de Alarcón; desde allí pleiteó junto a  Garci Martínez. Ambos se presentaban como pobres. En 1631, Garcí Martínez era un hombre enfermo desde hacía tres años y Miguel Gascón, con los pleitos, había caído en la pobreza. De aquel labrador rico quedaba poco, apenas podía mantener a sus hijos menores; había perdido sus mulas y un pollino y no podía labrar sus tierras

 


*Las ordenanzas no eran tales, sino simple decisión de penas decididas por el concejo, amparándose en una provisión real anterior:

que en las dehesas voalaxes desta villa que son la dehesa de la Quemada, y la dehesa de Nauodres y la dehesa de Alcool tengan de pena los pinos donceles, rrodenos y carrascas de cada pie dos mill y quatrocientos mrs. y si fuere de pino o carrasca de dos gaxos que se pague la mitad que son mill y docientos y de cada gaxo de marco seiscientos marauedíes y de cada gaxo de los pinos diez marauedíes y derrama de carrasca que sea de rrayo abaxo veinte mrs., de cada pino doncel fuera de las dehesas en todo el término mil y docientos mrs. y si tuuiere dos gaxos y cortan el uno seiscientos mrs. y de una rrama de marco quinientos mrs. de cada pino rrodeno en lo uedado de la dehesa nueua, cien mrs. y de un gaxo cient mrs.  y que tengan pesquisa las dehesas de año y día como en las ordenanzas antes echas y los pinos del oyo tengan tres mill mrs. y los de san seuastián tengan seis mill mrs. con la pesquisa de año y día en todo lo doncel y dehesas y esto ordenaron y mandaron por virtud de la provisión rreal


Ayuntamiento de Barchín del Hoyo de 4 de junio de 1626

En la villa de Barchín en veintiquatro días del mes de junio de mil y seiscientos y veintiseis años se xuntaron en lo alto de la sala del ayuntamiento como lo an de uso y costunbre de se xuntar a canpana repicada a tratar y conferir las cosas tocantes a el servicio de Dios nuestro señor y bien y procomún desta villa especial y señaladamente Alonso de Piqueras alcalde hordinario de esta villa Andrés García Romero y Pedro de la Orden rexidores y Pedro Ximénez alguacil mayor oficiales de este dicho concejo y así juntos trataron y confirmaron las cosas siguientes

Otrosi Alonso de Piqueras alcalde dixo que atento que esta villa tiene uso y costunbre de en este día del señor San Juan en cada un año de nonbrar depositario y atento que Juan López  Cabronero que lo a siso este año pasado lo a sido este año y para cunplir con la dicha costunbre y que se le tomen quentas al dicho Juan López mandóse nonbre nuevo de depositario del dicho pósito dando cada uno su voto para que el que más tenga tuviere conforme a la costunbre quede por eleto y dando el su voto y parecer ser mayordomo del pósito desta villa para el año que viene que se començó desde hoy día hasta el dicho día de ventisiete a Miguel Gascón

Bienes embargados a Miguel Gascón

Un carro herrado

Un destral grande

Unos manteles de cáñamo

Tres tinajas vacías de 20 arrobas

Un almirez

Una sartén mediana 

Una mesa de cuatro pies

Una tinaja de ocho arrobas

Dos arcas de pino sin cerradura

Una cama de tablas

Un lenzuelo blanco

Pedro de la Orden, labrador, alcalde con 33 años en 1626 y regidor con 36 en 1629

Cien ovejas

Dos borricas, pelopardas

Una cama de madera de pino con un colchón y dos sábanas y un cobertor

Dos arcas de pino vacía

Un bufete de pino

Cuatro sillas de costillas

Bienes embargados a Garci Martínez

Una cama de pino con un colchón, dos sábanas y un paño azul

Cuatro sillas de cadera viejas

Tres arcas de pino con sus cerraduras

Dos mantas blancas medio raídas

Una mesa de pino de gonces

Dos carpetas

Una tinaja de cocer vino vacía

Embargo de bienes de Mateo Gabaldón

Una cama dorada con un colchón, dos sábanas, un cobertor y una colcha blanca

Seis sillas de respaldo de nogal viejas

Un bufete de nogal

Seis cuadros de pintura

4 sábanas, dos de lino y dos de cáñamo

Dos arcas de pino con sus cerraduras

Media docena de cojines de badana


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, PLEITOS, 653-8

sábado, 26 de mayo de 2018

Navodres en Barchín del Hoyo o las limitaciones de la roturación de nuevas tierras

provechar porque todo él es un tremedal de aguas de que en ynuierno se hinche dura todo el verano y ansí pasa todo el año sin que sea de prouecho y aún en ynvierno es tan grande el tremedal que si entran él algunos ganados perecen y no los pueden sacar de él y si se diese licencia para se poder rromper y labrar haríanse acequias y balladales y sangraderas por donde el agua se vazíase 

Así rezaba el memorial del procurador del concejo de Barchín del Hoyo, Juan Martínez de Moya, que no logró convencer al Consejo Real sobre la necesidad de romper la dehesa de Navodrés para labrantío y que el tres de julio de 1564 negó la licencia para romper estas tierras. ¿Visión exagerada o ejemplo de lo que debería ser un paisaje salpicado de lavajos entre atochares y monte bajo de carrascas, dominante en el espacio manchego conquense hasta finales del siglo XV, y que sería abruptamente modificado en la primera mitad del siglo XVI?

En el último cuarto del siglo del quinientos, Navodres era una zona pantanosa, poco apta para el cultivo y que los ganados evitaban. Sin embargo, el concejo de Barchín estaba hambriento de tierras, dirigiéndose al Consejo Real para solicitar licencia que les permitiera desecar esta dehesa para su roturación. Los barchineros en sus memoriales presentaban a Navodres como un tremedal de aguas de que en ynvierno se hincha e dura todo el verano y ansí pasa todo el año sin que sea de provecho y aun en ynvierno es tan grande el tremedal que si entran en él algunos ganados perecen. Se pedía, pues, romper dichas tierras, poco semejantes al prado al que se querían asimilar, para dedicarlos a labranza; con sus frutos y rentas, en sospechoso desinterés, el concejo de Barchín pretendía fundar un pósito, remedio de la necesidad de sus vecinos en tiempos de carestía. Conocemos los proyectos de desecación por el memorial presentado ante el Consejo Real
y si se diese liçençia para se poder rrronper y labrar haríanse açequias y balladales y sangraderas por donde el agua se vazíase 
Barchín era un pueblo propicio para ganaderos, de mucho pasto y poca labor. Aunque las Relaciones Topográficas, doce años después,  reconocen la cría de no más de ochocientos corderos al año. Y, sobre todo, Barchín se situaba al pie de la sierra de Cuenca, donde ésta ya se abre a la Mancha, con muchos espacios agrestes de uso común y concejil, apetecidos por los intereses particulares. A pesar de ello, el Consejo Real no se dejó embaucar y negó la licencia para roturar el prado de Navodres el tres de julio de 1564.

El proceso por roturar las tierras de Navodres y su arrendamiento a particulares había comenzado en 1563. Era el 21 de enero cuando el cabildo de Barchín intentó convencer al alcalde mayor Juan Caballero de la necesidad de roturar Navodres. Juan Caballero había llegado hasta Barchín para hacer una información solicitada por el Consejo Real sobre la conveniencia de otorgar licencia. Previamente, el 22 de abril de 1562, el Consejo Real había conminado al concejo barchinero a buscar otras tierras municipales como alternativa para la labranza. Juan Caballero era alcalde mayor del Marquesado de Villena desde el dos de febrero de 1562; por aquel entonces el nombramiento de este cargo correspondía a una decisión personal del gobernador, que a la sazón era don Carlos de Guevara.

La primera decisión de Juan Caballero fue convocar un concejo abierto el domingo 24 de enero de 1563, al que invitó a todos los vecinos de Barchín, pero también a los moradores del lugar de Valverdejo y de Alcohor (o Alcohol), entonces habitado, para conocer el sentir del pueblo y sus aldeas en torno a Navodres. Celoso de su misión, Juan Caballero decidió visitar Navodres el día veintidós, acompañado de cuantos vecinos quisieran personarse con él en dicho prado. Aparte de la justicia de Barchín, los más interesados en la visita fueron los moradores del pequeño lugar de Alcohor, que en número de cinco acompañaron al alcalde mayor. Alcohor era una pequeña aldea formada en las proximidades de Navodres por agricultores que ya habían comenzado a roturar sus tierras. Pedro Gascón decía que en realidad la tierra a roturar suponía solamente una treintava parte de la superficie total de Navodres; quizás esa era la superficie ya labrada, sin licencia real. Eran estos agricultores los primeros interesados en la roturación y los que defendieron ante el alcalde mayor la necesidad de labrar las tierras que en ese momento pisaban junto a Juan Caballero.

Pero Barchín del Hoyo no era villa de labradores, pues su término era angosto y de pocas tierras para la labrança. La economía de Barchín se inclinaba más a la ganadería, aunque Barchín quiere presentarse con orgullo como una villa de labradores, condición de la que participan la mayor parte del sus vecinos. Los Reyes Católicos, habían concedido por privilegio de 26 de marzo de 1489 tres dehesas al pueblo para uso exclusivo de sus vecinos: una dehesa carnicera, la del Cuerpo, para el abasto de sus vecinos y dos dehesas más: la de Alcohor y la de Navodres. Esta última dehesa había sido concedida al común de los vecinos como dehesa boyal para pasto de sus bestias. El escaso desarrollo agrario de Barchín y la sustitución del buey por la mula se traducían en el escaso aprovechamiento de Navodres, donde de verse bueyes, éstos eran los de los vecinos de Almodóvar del Pinar, carreteros dedicados al transporte. Ahora, a principios de los sesenta la disyuntiva planteada era muy clara: o se roturaban las tierras para la labranza o se dedicaban para pastos de los ganados. Barchín decidía su futuro en la elección de ser un pueblo de labradores o de ganaderos. En un caso u otro, el interés que dominaba era el privado, rompiendo con el viejo aprovechamiento comunal de la dehesa para pasto y obtención de recursos forestales libremente., lejos de las fórmulas de arrendamiento que ahora se pretendían.

Las esperanzas de los labradores estaban puestas en Navodres, pues el resto del término labrantío de Barchín estaba formado por tierras de poco valor e preçio y tierras livianas de cuya causa se coxe poco pan. Pedro Gascón declaraba que en veinte leguas a la redonda no había pueblo con menos labores. Las Relaciones Topográficas nos dan una imagen de un pueblo pobre, con casas hechas de tierra, bajas, al tono de la pobreza de la villa, a pesar de existir canteras para obra de sillería. Claro que la villa de Barchín veía en el arrendamiento de la dehesa una oportunidad para aumentar sus rentas y propios, especialmente en un momento de necesidad de fondos para la reconstrucción de la iglesia parroquial de la villa, tal como reconocía su procurador Juan Martínez. Pero había una razón de más peso. El fuerte incremento demográfico de comienzos de siglo había hecho insuficientes las tierras labradas para la alimentación de sus vecinos. Ahora, Barchín era un pueblo que había frenado la explosión demográfica iniciada a comienzos de siglo y permanecía estancado. Los agricultores barchineros, la mayoría de la población, buscaba nuevas tierras que arrendar en los pueblos cercanos, tierras de señorío. La única parte roturable del término de Barchín era Navodres, pues el resto estaba formado por pinares e tierras de piedras que no se pueden arar. Tierras proclives al aprovechamiento ganadero, añadían interesadamente los labradores.

Barchín, villa ganadera, tenía un grave problema con el abasto de pan para sus vecinos. La mayor parte del trigo era comprado fuera de la villa. A los precios altos de compra, en especial en época de necesidad, se unían los altos costes de transporte. Para aliviar la necesidad de los vecinos se pensaba en crear un alhorí. La economía de Barchín era muy limitada. Las Relaciones Topográficas reconocen una producción de 4.500 fanegas de trigo y tres mil arrobas de vino, insuficientes para mantener una población de doscientos cincuenta vecinos
y lo que aquí falta para comer se proveen de la Mancha, diez o doce leguas de esta villa

Los días veintidós y veintitrés de enero de 1563, el alcalde mayor Juan Caballero recibió el testimonio de varios vecinos barchineros. Todos ellos eran agricultores, defensores de nuevas tierras para el cultivo a costa de los comunales. En el pueblo se fue creando un clima favorable al rompimiento de la tierra de Navodres para el concejo abierto a celebrar el domingo veinticuatro. Ese domingo, después de comer (pues los vecinos salidos de la misa dominical hubieron de esperar a que el alcalde mayor comiera) la plaza se llenó con los barchineros, que fueron invitados a entrar en la sala del ayuntamiento. El alcalde mayor expuso la razón de su presencia en la villa. Los vecinos principales comenzaron a dar su parecer. Juan López de Reillo fue el primero en tomar la palabra, se manifestó favorable a arrendar y labrar la dehesa de Navodres. A su voto siguió una cascada de votos favorables, que reproducimos por ser un censo de la villa de Barchín y su tierra en ese año de 1563:

  • Juan López Escribano
  • Fernando de la Osa
  • Francisco López Tornero
  • Benito de Villalba
  • Juan de Jábega
  • Pedro Torrente
  • Hernán Saiz
  • Alonso Gascón
  • Antonio del Castillo
  • Juan de Villalba
  • García Cabronero
  • Martín Ruiz
  • Juan Miguel
  • Alonso de la Parrilla
  • Domingo Ramírez
  • Martín de Liébana
  • Antonio López Barbero
  • Juan Navarro
  • Juan de Mira
  • Gaspar de Poveda
  • Pedro de Linuesa
  • Juan de Milla (ganadero)
  • Garci Martínez
  • Juan Piqueras
  • Sesay de Guernica
  • Martín Cabronero
  • Amador López
  • Juan López del Cano
  • Juan Redondo
  • Martín de Alarcón
  • Miguel López de Paniagua
  • Ginés de Burgos
  • Juan López del Cano el viejo
  • Andrés del Pozo
  • Juan Ruiz
  • Juanes Vizcaíno
  • Martín López
  • Juan Gascón
  • Bartolomé Herrero
  • Bartolomé Saiz
  • Miguel García de la Holeda (Olmeda)
  • Miguel García
  • Sebastián de Linuesa
  • Alonso Lucas
  • Benito Martínez
Otros vecinos presentes asintieron  o al menos no se opusieron. Sabemos que había familias con fuertes intereses ganaderos, pero a excepción del mencionado Juan de Milla, que compartía la labranza con sus ganados, ninguno voto en el concejo abierto. La familia de la Osa, ganaderos y opuestos a los intereses de los labradores, salvo Fernando, no aparecen. Detentadores del poder municipal el año anterior, ahora estaban apartados. Tampoco aparece Pedro de Buedo, instalado en la villa. Los ganaderos permanecían callados, pero la república de labradores que a simple vista pudiera parecer Barchín estaba acomplejada. En las probanzas de testigos, se insiste una y otra vez que la necesidad de nuevas tierras para la labranza no va en contra de los ganados, pues hay tierra para todos. Incluso se limitan las pretensiones de labranza de Navodres a una parte ínfima de la dehesa.

Quizás porque era consciente del conflicto entre labradores y ganaderos, el alcalde mayor Juan Caballero siguió reuniendo testimonios los días veinticuatro y veinticinco. De nuevo visitó Navodres. Esta vez los labradores le llevaron a una zona de valle anegada por el agua. Consiguieron del alcalde mayor que diera su visto bueno para que el Consejo Real diera la licencia. Sin embargo el Consejo Real denegaría la licencia para labrar Navodres el tres de julio de 1564. Con la negativa del Consejo Real vino aparejada la paralización de los proyectos de la reforma de la iglesia parroquial y creación de un pósito municipal.

Auto del Consejo Real negando la licencia para roturar Navodres

¿Cuáles fueron las razones del Consejo Real para negar la licencia para la labranza de Navodres? Es posible que los intereses ganaderos intrigaran en la Corte, pero estos intereses solo aparecen definidos en el siglo siguiente con la figura de García de Buedo Gomendio. Nos es más convincente pensar que el Consejo Real tuviera reparos jurídicos. Las tierras de Navodres eran espacios comunales y como tales inalienables. En otras partes de Castilla, tal como ha estudiado VASSBERG (1), la Corona permitió la enajenación de las llamadas tierras baldías, sobre las que se arrogaba la propiedad. Pero las tierras que podrían responder a esta acepción eran consideradas por los barchineros como tierras incultas inapropiadas para la labranza. En el siglo siguiente, una Corona más acuciada por las necesidades militares daría la ansiada licencia para el arrendamiento de Navodres. Solo que esta vez sería para pasto de los ganados.



Concejo de Barchín de 21 de enero de 1563

Pedro Lucas y Benito Linuesa, alcaldes ordinarios; Cristóbal López y Pedro de Liébana, regidores; Blas Gómez, alguacil mayor; Miguel de Piqueras y Pedro Villalba, diputados.

Concejo de Barchín de 22 de septiembre de 1562

Miguel Piqueras y Juan de la Orden, alcaldes ordinarios; Alonso de la Osa, alguacil mayor; Pedro de la Osa, regidor; Alonso Escribano, diputado.

Moradores del lugar de Alcohor

Pascual de la Orden, Alonso Pérez, Juan Martínez Redondo, García de la Orden, Fabián Martínez.


Testigos

Miguel Piqueras el viejo, 65 años
Juan Piqueras, 54 años
Juan de Jábega, 62 años
Juan López Escribano
Pedro Gascón, 40 años
Gil Carretero, 58 años
Pedro de Liébana
Francisco Redondo
Pedro de Villalba, 63 años
Antón del Castillo
García Cabronero, 48 años
Alonso Lucas

(1) VASSBERG, D. E.: Tierra y sociedad en Castilla. Barna. Editorial Crítica. 1986

AGS. CONSEJO REAL DE CASTILLA. 352. Expediente de la villa de Barchín del Hoyo ante el Consejo Real para obtener licencia para roturar la dehesa de Navodres. 1562-1564