El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

lunes, 27 de julio de 2020

Los León de Santa María del Campo


Francisco y Rodrigo de León eran hijos de Esteban de León y Catalina López y nietos de Rodrigo de León.  A todos ellos se les conocía vecindad en Santa María del Campo Rus

Al abuelo Rodrigo de León se le conocía un hermano, Diego, morador en La Alberca y cuyo hijo Juan se había desplazado a vivir a Socuéllamos. Ambos eran hidalgos ejecutoriados. Esteban León, el hijo de Rodrigo, se había casado con Catalina López.

Sentencia favorable de 26 de mayo de 1578. Ejecutoria de cuatro de marzo de 1581.

Testigos: Pedro de Polan, 85 años, morador en Santa María del Campo


ACHGR. SIGN ANTIGUA, 301-66-44. 304-568-368, 304-596-342, 304-597-151. Francisco y Rodrigo León

sábado, 25 de julio de 2020

Los Castañeda de Alarcón




Pedro, Gabriel y Juan Castañeda eran hijos de Pedro Castañeda y Catalina de Páez y nietos Diego del Castillo y Catalina Granero. Diego del Castillo fue dos años alcaide de Ves, donde ya había sido alcaide el bisabuelo Pedro. La familia tenía su hacienda en Gascas, donde poseía el molino de Valdespinar, y en La Motilla del Palancar, y su aldea Gabaldón. En Motilla, la familia tenía un mesón y unas casas, así como heredades. Esta hacienda de Motilla se debió vender hacia 1530. También tenían bienes en El Peral. El bisabuelo Pedro de Castañeda se decía que había bajado de las Montañas; casado primero con una tal Marina y en segundas nupcias con Catalina Martínez, natural de El Cañavate. La hacienda que la familia poseía en El Cañavate es probable que fuera llevada al matrimonio por la mujer y ya sabemos de su litigio con Hernando del Castillo, alcaide de Alarcón.
La procedencia del bisabuelo Pedro del Castillo de las Montañas posiblemente fuera invención legendaria, pues se reconocía que el apellido lo había tomado de Castillo de Garcimuñoz
Dezían que se avya venido de las Montañas y poblado por aquella tierra en el Castillo de Garcimuñoz y avya oydo dezir que de allí le avían puesto nombre del Castillo
No obstante, sabemos que el bisabuelo Pedro del Castillo tenía un hermano llamado Juan Valverde, enemigo mortal del alcaide de Alarcón Hernando del Castillo, de quien sufriría unas represalias que le costarían finalmente la vida.
Diego del Castillo, alcaide de Ves, tenía un hermano llamado Juan de Castañeda, que asumía a veces la tenencia de la fortaleza de Ves por su padre Pedro. Otro hermano era Alonso de Castañeda, vecino de Iniesta, que había tomado testigos en Motilla del Palancar para conseguir ejecutoria de hidalguía en Iniesta. A Diego del Castillo se le conocían dos hermanos: Pedro Castañeda, que casaría con la mencionada hija de Diego Páez, y Antón Castañeda. Antón fue vecino de Barchín durante algún tiempo, donde poseía casa y ganados y algunos bienes raíces comprados a un alcalde de Barchín que no se especifica, así como casas en Iniesta, donde otra rama de la familia, procedente del mencionado Alonso tenía propiedades. Diego del Castillo había fallecido en Villanueva de la Jara, donde poseía unas casas.
Alarcón era villa franca, donde ni pecheros ni hidalgos pagaban impuestos (no así en sus aldeas con un régimen diferenciado). La hidalguía se reconocía por el desempeño del oficio de juez, en manos de hidalgos, y la reserva a este estado de unos de los dos alcaldes de la Santa Hermandad en el siglo XVI (el otro estaba reservado a pecheros).
A los Castañeda, como hemos referido, se les conocía, desde el bisabuelo Pedro, una hacienda de ganados, labor y molinos de Valdespinar. La hacienda del bisabuelo en Gascas, debió ser ampliada por su hijo Diego y nieto Pedro en la aldea de Gabaldón y en Motilla, así como en Valhermoso y El Peral. La capilla de enterramiento familiar estaba en la iglesia de San Juan Bautista de Alarcón.





Testigos en 1533

Martín de Segovia, 75 años, clérigo en Quintanar, donde había llegado a finales del siglo XV, se casó y luego enviudó, haciéndose clérigo. De muchacho, vivió en Alarcón, donde fue sacristán dos años.
Juan García de Olmedilla, por sobrenombre Teyllo, vecino de Villanueva de la Jara y natural de Olmedilla de Alarcón. 80 años.
Pascual Carretero, pechero de 73 años de Motilla del Palancar.
Mateo Sánchez, pechero de Alarcón, 72 años.
Garci Zapata el viejo, vecino de Alarcón. Hidalgo de 68 años.
Juan de Iniesta, pechero de Alarcón de 63 años
Bernaldino Villalba, vecino de Barchín, 75 años.
Cristóbal de la Parrilla, vecino de Alarcón, 80 años
Cristóbal Díaz, morador de Valhermoso.
Juan Guerrero, vecino de Motilla del Palancar. + 60 años. Nieto de Alonso Mateo
Juan Sánchez de Barchín, vecino de Motilla, 60 años
Alonso de la Jara el viejo, vecino de La Motilla, 82 años, nieto de Antón Sánchez, en casa del abuelo, se alojaban Pedro del Castillo y Juan Valverde, que fue asesinado en Ocaña. Uno de los dos hermanos había tenido la tenencia de la fortaleza de Cuenca.


ACHGR, HIDALGUÍAS, SIGN. ANT. 301-22-09. Juan de Castañeda
ACHGR, HIDALGUÍAS, SIGN. ANT. 301-23-10. Gabriel de Castañeda

viernes, 17 de julio de 2020

Juan Rabadán, solicitador en Villarta


Josefa Pérez era mujer casada de Villarta, de 27 años, moradora en Villapardo. Para San Mateo de 1734 acudió a confesarse a la iglesia del pueblo de Villarta, ante el monje dominico Juan Rabadán. Poco pudo hablar la mujer en el confesionario, pues el clérigo la asaltó declarándole su amor y unos deseos libidinosos, a los que la mujer no había de temer, pues para eso estaba el clérigo: para absolver sus pecados. Rabadán ya había puesto sus ojos en la mujer, cuando Josefa acudió a cumplir su obligación del precepto anual de la confesión para Pascua; desde ese momento, inició un atosigamiento continuo con la mujer, buscando unos favores no correspondidos, pero suficiente para desestabilizar a una débil Josefa, que para San Mateo acudió de nuevo al confesionario con sentimiento de culpa por despertar los deseos sexuales del religioso y esperando del mismo su absolución. Fue la oportunidad esperada por José Rabadán que expresó sin tapujos sus deseos: “y acusándose de sus culpas la dijo no se admiraua della, porque él era hombre y tenía los ojos puestos en ella y que se hauía de aprovechar della incitándola a cosas torpes y deshonestas”. La conseguiría en su casa o en la sacristía añadió, ante la pusilánime mujer que invocaba su honradez.
No se arredró el viejo cura rijoso, sesenta y cinco años de edad, que dos meses después asaltó a Josefa en su casa besuqueándola, mientras se deshacía del marido mandándolo a unos recados en Valencia. El monje tenía ya un currículum sólido como solicitador de mujeres en su convento de la ciudad de Alcaraz. Allí, en el confesionario, ofreció su manga a una tal Vicenta Guerrero para que la besara, aprovechando para tomar su cuerpo. La mujer casada, de veintitrés años había acudido a confesar no sus pecados sino su necesidad de conseguir ocho reales para desempeñar una prenda. Juan Rabadán se aprestó a dárselo de las limosnas, aconsejando a la joven, “que más valía ser mala de cuerpo que hurtar”. No paraba el monje, ducho en juegos eróticos: estando invitado con otro monje en la casa de Vicenta por su marido, aprovechaba para acariciar con su pie entre las faldas la entrepierna de Vicenta.
Las aventuras del monje acabaron cuando Josefa Pérez de denunció a un compañero suyo de convento, que traslado la denuncia a la Inquisición. Terminaron así las andanzas de Juan Rabadán, el monje alcaraceño que andaba por las aldeas de Iniesta buscando el favor de jovenzuelas casadas.

Archivo Histórico Nacional, INQUISICIÓN,3728,Exp.41