El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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lunes, 29 de noviembre de 2021

Daños en los edificios religiosos en San Clemente, durante la Guerra Civil

 Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol: fueron destruidos todos sus altares, imágenes, retablos, objetos de culto y clero y todo cuanto existía en la misma. Habiendo sido destinado el edificio de la misma a garaje al servicio de la aviación roja.

Iglesia del convento de religiosos carmelitas: fueron destruidas todas sus imágenes, altares, retablos y objetos de culto, siendo destinado el mismo a teatro al servicio de los rojos. Asimismo sufrió daños de importancia el convento.

Iglesia del convento de religiosas carmelitas: fueron destruidas todas sus imágenes, retablos, altares y objetos de culto, etc. Así como el convento que sufrió daños de bastante importancia, tanto la iglesia como el convento estuvo destinado a cuartel del ejército rojo

Iglesia del convento de religiosas trinitarias: id.

Iglesia del convento de religiosas franciscas: id.

Iglesia del Remedio: también sufrió daños de importancia, así como el interior del asilo de Nuestra Señora del Remedio, siendo destinado a Hospital de los rojos

Ermita de Nuestra Señora de Rus: La imagen fue profanada y casi destruida, así como la ermita que sufrió interiormente daños de importancia


Archivo Histórico Nacional, FC-CAUSA GENERAL,1063,Exp.4, fols. 233-234

jueves, 11 de marzo de 2021

A VUELTAS CON EL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA DE SAN CLEMENTE

 

Foto: Jesús Pinedo Saiz

Cuando el uno de septiembre de 1835 se inventarían los bienes del convento franciscano de Nuestra Señora de Gracia, únicamente quedan cinco frailes. Del viejo convento apenas queda nada. Lugar de enterramiento de grandes familias, centro de formación de las élites sanclementinas y punto de encuentro de los vecinos, el convento fue parejo en su esplendor y decadencia a la villa de San Clemente. “Los frailes” vieron crecer a San Clemente como pueblo y consolidarse a mediados del siglo XVI como capital política del sur de Cuenca y fiscal de un distrito que se extendía hasta tierras albaceteñas, alicantinas y murcianas.

El inventario de bienes de 1835 mostraba un convento sin propiedades apenas, pues, siguiendo la observancia franciscana, nunca las había tenido. Más allá de una biblioteca destrozada, las casullas y ropa clerical o los retablos e imaginería religiosa poco había que encontrar de valor entre sus paredes. Los franceses, durante la guerra de la Independencia, habían saqueado el convento, para llevarse como botín dos mil reales escondidos en una cueva, tras destrozar el órgano y desbaratar la biblioteca.

Es poco lo que había de valor en el edificio, pero el “convento de los frailes” seguía presentando en la sencillez de una pobre comunidad de monjes franciscanos, el recuerdo imborrable de la villa de San Clemente. Los bienes raíces del convento se limitaban a la fanega de tierra de su huerta contigua, una propiedad cercada, mitad arrendada y mitad explotada por la propia comunidad, y con dos norias; un granero al descubierto, un sótano y una cueva a modo de bodegas con cuatro tinajas, un pajar y una cuadra.

Tinajas, ollas de barro, una sartén y algún que otro trasto inservible es lo que quedaba de esta comunidad franciscana, ahora reducida a cinco miembros, pero que los capítulos de la orden se vieron obligados una y otra vez a fijar su número, pues las treinta y una celdas del edificio conventual no daban para más ocupación. La existencia de estos frailes transcurría entre estas celdas, un refectorio con tres mesas (y con un Divino crucificado en el frontis y sobre la puerta otro cuadro de la Purísima) y una cocina adyacente. Completaban las estancias una librería, de la que se conservaban algunos volúmenes completos, aunque veinticinco años antes había sido destruida por las tropas napoleónicas, y que era vestigio del estudio de Gramática que se creó en el convento el año 1563. La función del convento como centro de formación de las élites políticas y religiosas de su tiempo está por estudiar, más allá de su carácter local. Ortodoxia y heterodoxia se enseñaron de igual forma en esta “academia”, pues junto a las artes menores, la filosofía alcanzó cierto nivel y las doctrinas no oficiales también, como la negación del dogma de la purísima concepción por el irreverente hermano Arenas. Sin olvidar que detrás de la heterodoxia está la rivalidad franciscana con los carmelitas, pues ya avisaban los primeros que en San Clemente no había vecindad para tanta doctrina.

Parte de las celdas daban al patio porticado en dos claustros con arcos de medio punto y algo escarzanos, en la planta baja, y galería superior. Un claustro que aún recordaba la existencia de dos pequeñas capillas en su interior, una para uso de la comunidad y otra ya arruinada para uso particular, y en el que destacaban los brocales de dos pozos.

No obstante, era el conjunto de la iglesia el que deslumbraba a aquellos aprendices de inventarios de la Desamortización, incapaces de ver la belleza de las naves del templo y que nos describían así el interior del templo:

“Una iglesia con una puerta a la calle y dos en el interior del convento; tiene cinco altares en la capilla mayor con sus aras correspondientes; en el altar mayor una virgen de talla, titulada Nuestra Señora de las Angustias, con un cetro de yerro con estrellas de hoja de lata por Corona; a la mano derecha una imagen de N. P. S. Francisco también de talla y a la izquierda otra de Santa Margarita también de talla, cada una con un Santo Cristo y un poco al lado una urna con la reliquia de San Faustino, perteneciente al ilustre ayuntamiento de esta villa con dos llaves de la que una conserva dicho ayuntamiento y otra el prelado de esta comunidad. En el crucero los otros cuatro altares, cada uno con su retablo y en uno de ellos un cuadro de la Purísima, un púlpito de madera sobredorada, enfrente un cuadro de S. Diego de Alcalá con un marco de talla; en seguida cuatro capillas a un lado y tres al otro, cada una con su retablo; en una de ellas un Santo Cristo grande. Un cancel a la entrada de la puerta de la calle con sus puertas correspondientes; un coro alto con dos órdenes de sillería, y al respaldar los santos de la orden pintados; una caja para el órgano destrozada por los franceses, una torre con dos campanas, la una quebrada; otra pequeña en lo interior del convento, y la que hay en la portería para llamar. Un sagrario con una sacra campanilla para tocar a Santus, cuatro candeleros de metal, dos atriles y tres confesionarios; tres cruces de madera en los altares con un santo Cristo de metal en cada una. Un Vía Crucis, y al lado del Evangelio un panteón”.

El citado panteón era el de la familia Castillo, unos judíos procedentes de Castillo de Garcimuñoz, herederos de Hernando del Castillo, alcaide de Alarcón. Fue su hijo, Alonso, el que fundó el convento y a duras penas conservó y compartió el patronazgo del mismo con el concejo sanclementino, reservándose el ochavo. Su herencia sería recogida por los marqueses de Valera, que andado el siglo XVIII, eran acusados de tacaños por el pueblo sanclementino por no gastarse un real en la reforma del convento. El panteón de los Castillo solo tendría su igual en el sepulcro labrado de don Rodrigo de Ortega, señor de Villar de Cantos, y antecesor por línea materna de los marqueses de Valdeguerrero. Don Diego Torrente nos situaba este sepulcro en el centro de la iglesia, al lado izquierdo, y nos reproducía su leyenda: “Iacent in foxa Roderici Ortega ossa”.

Las siete capillas laterales eran lugar de enterramiento de conspicuas familias sanclementinos. Hemos de acudir a los documentos para conocerlas, pues la cerrazón a cal y canto de este convento respeta tanto la espiritualidad de un misticismo sobrecogedor como la mezquindad de unas élites políticas despectivas e ingratas con su pasado histórico y con su pueblo. Por las catas que se hicieron hace tiempo, hemos visto que tras el revocado dieciochesco de sus paredes se esconden pinturas, recuerdo en lo visible de las armas de la familia Buedo, tesoreros de rentas reales y dueños de media Vara de Rey, o a mejor decir, de Pozoamargo, y por los documentos rescatados por doña Julia Toledo sabemos de otras armas familiares, en este caso, en el ochavo y pertenecientes a la familia Pacheco, que por enlace de don Juan Pacheco Guzmán con doña Elvira Cimbrón, habían enlazado con los Castillo. Entre las capillas: la capilla del Descendimiento, del patronazgo de Alonso Ruiz de Villamediana; la capilla del señor san Juan, donde están enterrados los Origüela; o la capilla del Nazareno o de la familia Buedo.

Al fondo y en frente del altar mayor, es decir a la entrada (Portada gótica, blasonada con el cordón franciscano ciñendo el arco de entrada) y en la parte superior, el coro: con un órgano que ya no queda y con una sillería y una serie de cuadros de padres de la orden franciscana, que, tras su paso por el convento de clarisas, acabaron malvendidos en Estados Unidos o ¡vaya usted a saber donde están las cosas en un pueblo en el que si se escarbara se podría encontrar alguna pila bautismal románica de inicios del siglo XIII en casona señorial!

Completaban las dependencias del convento, la sacristía, que, a la altura de 1835, era un conjunto de armarios con cajones para guarda de casullas, cortinas, ropas y algunas cruces, cálices, patenas y aguamaniles con más madera y metal que plata. Aunque los frailes eran tan pobres como espabilados en esconder de la avaricia ajena las cosas de valor, ya fueran franceses ya desamortizadores.

En fin, un edificio achaparrado en sus formas exteriores y aparentemente feo, pero cuyo interior, cuando sea accesible, es de belleza sin igual y cautivadora. Este es el legado que supo salvar un héroe sanclementino tan desconocido como querido por sus coetáneos: el padre Tomás, que se hizo cargo de la iglesia tras la exclaustración y permitió su preservación hasta la llegada de nuevos frailes: los padres carmelitas. Ironías de la historia, los viejos enemigos de los franciscanos ocupaban su solar casi quinientos años después. Reformarían la parte conventual hasta dejarla irreconocible, aunque sin llegar a la bárbara intervención del siglo XVIII que tapiaría los vanos de los arcos del claustro.

El convento de Nuestra Señora de Gracia es la gran asignatura pendiente del pueblo sanclementino. La villa de San Clemente recuerda aquella otra de la década de 1490, cuando sus vecinos se habían convertido en paniaguados de cuatro familias y como diversión tenían darse de cuchilladas a la salida de misa. Hoy esas cuatro familias son los poderes públicos de turno en Albacete a los que alegremente nos sometemos, confundiendo el oportunismo personal con el bien común. El marasmo que vivía San Clemente en 1490 lo resolvió la reina Isabel la Católica con unos cuantos azotes y otros tantos destierros del pueblo, pero la reina descansa en paz en Granada.


  • Inventario bienes del convento de Nuestra Señora de Gracia. Signatura AHPCu Leg. 4/2

 

domingo, 5 de enero de 2020

Testamento de Rodrigo Pacheco, señor del lugar de Torralba



Rodrigo Pacheco, el hombre más poderoso y rico de El Cañavate en el primer tercio del siglo XVI, pasó sus últimos tres años en las casas de Diego Ruiz de Alarcón, señor de Buenache, entre los cuidados de la muñoza, con la que llevaba quince años amancebada, después de dos matimionios fracasados y consumidos con María de Bayo, primero, e Isabel de Pedrola, después. Su testamento sería redactado el uno de febrero de 1539, seis meses antes de su muerte, acaecida el día de la Virgen de las Nieves en agosto. 

De las cláusulas matrimoniales destacamos una: aquella que destinaba su herencia y capital a la construcción de la iglesia de El Cañavate. Don Rodrigo Pacheco, flaco y debilitado de cuerpo, pero en su sano juicio, manifestaba como primera voluntad:

Quando Dios nuestro señor sea servido sacar mi ánima de mis carnes quiero y es mi voluntad que mi cuerpo sea sepultado en una yglesia que yo quiero edificar en una villa del Cañavate
Mientras la iglesia se edificaba su cuerpo debía ser sepultado en la iglesia de Buenache de Alarcón. Para su futura iglesia donaba un cáliz de plata con su patena de marco y medio y buena hechura. Luego pasaba a fijar las condiciones para la edificación de la dicha iglesia:

Si Dios fuere servido tengo voluntad de edificar una yglesia de la dicha villa del Cañavate en un solar que tengo en la dicha villa del Cañavate junto a las  casas prinçipales que en la dicha villa tengo, si no tuviere tiempo para lo efettuar es mi voluntad que mis executores de este mi testamento hagan hazer e edificar en el dicho lugar la dicha yglesia con la liçençia que sea nesçesaria e que sea de bóveda e muy bien labrada de piedras; se gasten en el dicho edifiçio quinientos ducados de oro y la advocación de la dicha yglesia sea Nuestra Señora de los Remedios y demás de los dichos quinientos ducados que sean de gastar de mis bienes en lo susodicho, quiero que de la plata que tengo o tuviere se haga para la dicha yglesia una cruz y dos cáliçes e dos patenas e dos pares de ampollas e un inçesario e una custodia e dos cruzes pequeñas para los altares y demás mando treynta mill maravedís para hornamentos e una campana sy los dihos hornamentos yo en mi vida yo no dexare hechos en un par de misales
La iglesia debía ser comenzada a edificar en el momento de su fallecimiento, cinco de agosto de 1539, y se pedía tal diligencia a la hora de labrarla y edificarla, que en dos años debía estar edificada, para ello encargaba tal menester a su heredero, Diego Ruiz de Alarcón, pero en un gesto de desconfianza, si se incumplía su última voluntad mandaba que sus bienes fueran al convento de San Agustín del Castillo de Garcimuñoz. Como ejecutores de su voluntad encargaba al prior de frailes de dicho convento y al vicario de las monjas de Nuestra Señora de Gracia. El patronazgo de la iglesia se lo dejaba a sus herederos, nombraba dos capellanes a sufragar sus gastos con la dehesa de Cuevas Yermas y las heredades de Atalaya; el uno sería el hijo de su mayordomo Hernando de Alarcón y el otro el clérigo Cristóbal Sepúlveda.

Pedía a continuación que los cuerpos de sus padres, Diego Pacheco, que fue alcaide de Belmonte, y María del Castillo y Toledo, hija del alcaide de Alarcón, fueren llevados a ser enterrados en la nueva iglesia en una capilla y parte principal de ella. Después, Rodrigo Pacheco se acordaba de su amante la muñoza para dejarle gran parte de los bienes, pero eso es ya otra historia.

El 28 de abril de 1542, Diego Caicedo, procurador del señor de Buenache, Diego Ruiz de Alarcón, en un memorial ante la Chancillería de Granada, nos decía que la iglesia ya estaba labrada.

La gran beneficiaria del testamento era Ana Muñoz, la muñoza. Rodrigo Pacheco reconocía que Ana Muñoz ya se había hecho con un parte de la hacienda familiar en dineros y plata, pero dicho capital lo tenía con su anuencia y se pedía se le respetara. Reconocía así, más que los servicios como amante que denunciaban sus enemigos, esos otros servicios y trabajos en su enfermedad y vejez. Le dejaba todos los muebles de su casa, aunque en su lucidez, le pedía que no tocara los dineros y plata, que tenía destinado para obras religiosas. A lo que había que sumar 8000 maravedíes y 50 fanegas de trigo.

El otro beneficiario era su mayordomo Hernando Alarcón, vecino de Montalbanejo. En una de las disposiciones su hijo era nombrado capellán de la iglesia de El Cañavate. Sus dos hijas, Ana Pacheco y Teresa de Salazar, eran dotadas de sendas rentas de 300 ducados y 20000 maravedíes y a la madre de ambas, María Muñoz, veinte ducados. Podemos hablar de una familia en su conjunto muy beneficiada, pues tanto Ana como Teresa eran sobrinas de la muñoza, hermana de su madre María. Era a la tía a la que se encargaba el control del dinero cedido a las dos niñas hasta en tanto estuvieran en edad de casarse.

Aclaraba Rodrigo Pacheco la no confusión de bienes con los de su segunda esposa Isabel de Pedrola a su muerte, detallando aquellos que había vendido en vida como suyos propios:

  • Una huerta vendida a Miguel Saiz Cañete por 35000 maravedíes en el paraje de la Cerrada, en El Cañavate
  • Unas casas en El Cañavate por 17000 maravedíes a Diego Martínez Bermejo en la calle de la Cuesta
  • Otras casas en El Cañavate a Andrés Martínez por 20000 maravedíes
  • Otras casas en El Cañavate a Pedro López de la Alberca en 6.000 maravedíes
  • Otras casas en el lugar de Honrubia por seis mil maravedíes
  • Otras casas en el lugar de Honrubia por cinco mil maravedíes
  • A continuación se detallaba otros bienes como el grano disponible y sembrado ese año antes del matrimonio, varios vestidos y otros bienes: piezas de oro, paños, alfombras, ...
Por último se instituye como heredero a Diego Ruiz de Alarcón, señor de Buenache y Villanueva del Río, y después de su muerte su hijo (y de María de Mendoza, Juan Pacheco u otro hermano de éste, o descendientes más próximos, siempre que adopten para su linaje el apellido Pacheco. En caso de falta de sucesores, los bienes quedarían para el convento de San Agustín. Sin embargo, lo que es llamativo es la condición que pone para el heredero universal con la muñoza
que cumplan con la dicha Ana Muñoz muy cumplidamente lo que les tengo mandado y demás desto que la tengan y traten por madre y hermana mayor porque esto es mi determinada voluntad y que si ansy no lo hiziere pierda por el mesmo hecho los dichos mis bienes y herencia vengan al dicho monesterio de San Agustín del Castillo

El testamento es dado el uno de febrero de 1539 ante Bartolomé de Santacruz, escribano de la villa de Buenache, en casa de Diego Ruiz de Alarcón. Fueron testigos: Francisco de Sepulveda, Alonso de la Osa, Pedro de la Osa, Bartolomé Martínez, Miguel Pinedo, Bartolomé de la Mota, Antonio del Castillo, Miguel del Carrillo, Quílez Martínez, clérigo (que firma el testamento por Rodrigo Pacheco), vecinos todos de la villa de Buenache.

Apenas había muerto Rodrigo Pacheco, el cinco de agosto, en casa de Diego Ruiz de Alarcón, cuando éste se presentó ante los alcaldes de Buenache, Hernán Saiz Carnicero y Benito Bermejo, para que se abriera el testamento y reclamar su herencia. Acompañaban a su señor Pablo Santacruz y Gil Hortelano.

martes, 14 de mayo de 2019

Sobre el origen de la casa del ayuntamiento de Uclés



En la villa de Vclés en seys días del mes de febrero de mill e quinientos e veynte años este dicho día en presençia de mí el escriuano e testigos de yhuso escritos paresçió Arias de Viana veçino de la dicha villa ante el señor liçençiado Juan Bezerra alcalde mayor en la dicha villa e dixo que por quanto oy dicho día estando en conçejo se platicó con el manífyco señor don Garçía López Pacheco governador de su provinçia de Castilla que se devía hazer en esta dicha villa una casa de conçejo e carçel para la dicha villa e su merçed mandó proveer çerca dello que pide el dicho señor alcalde mayor que le mande dar sygnado en pública forma lo que el dicho señor governador mandó çerca dello, testigos, Juan Castillejo y Garçía de Torres veçinos de la dicha villa

e luego yncontinente el dicho señor alcalde mayor mandó a mi Juan de Alarcón escriuano del conçejo de la dicha villa que saque del libro del dicho conçejo lo que el dicho governador mandó proveer e que se lo dé en pública forma al dicho Arias de Viana el qual dicho mandamiento del dicho governador e lo que proveyó es de este que se sygue

El señor governador dixo que bistos los botos de los dichos ofiçiales mandava e mandó que si hallasen alguna casa que fuese convinyente que en ella oviese casa de conçejo e ayuntamiento e carçel hasta en contía de quarenta e çinco o çinçuenta mill mrs. e de ay abaxo que se conprase e sy no que se hyziese a vysta del alcalde mayor e rregidores e veedores de la villa una casa en buen sytio e lugar en la dicha contía de hasta çincuenta mill mrs. y que esto se cunpla lo más brebe que ser pudiere, don Garçía e yo Juan de Alarcón escriuano del dicho conçejo que presente fuy a todo lo que dicho es e de mandamiento del dicho señor alcalde mayor del libro del dicho concejo lo susodicho saqué en fe de lo qual fiz aquí este myo signo a tal en testimonio de verdad (signo) Juan de Alarcón escriuano del conçejo

Archivo de la Chancillería de Granada. Hidalguías
Signatura antigua, 303-457-10

martes, 26 de marzo de 2019

EL chapitel de la iglesia de la Asunción de Villanueva de la Jara



Era el 20 de enero de 1720 y se intentaba un repartimiento de 31.600 reales para levantar un chapitel sobre la torre de la iglesia de la Asunción  de Villanueva de la Jara. La obra del chapitel de la iglesia de Villanueva de la Jara se había pregonado ya un 21 de julio de 1704, rematándose tres días después en 41.600 reales. El remate había sido echado atrás por no haberse licitado la obra de modo diferenciado entre cantería y madera y carpintería. Una nueva evaluación de los costes llevó a valorar la obra en 31.600 reales: la cantería en 8.500 reales y la madera y carpintería en 23.100 reales.

El contencioso vino por quién debía pagar el coste de la obra, ya que el obispado de Cuenca, junto al marqués de Villena y clero de las iglesias de Alarcón, alegaron que lo debían hacer los beneficiados y perceptores de la iglesia de Villanueva de la Jara pues eran los principales partícipes de las rentas decimales; se recordaba la peculiar organización del obispado conquense desde la reconquista de la ciudad
después que el señor rey don Alonso el Nono conquistó y ganó esta ciudad y sacó del poder de los moros que excede de más de quinientos años fundó en ella la Santa Yglesia Cathedral  haziendo cabeza y metrópoli del obispado y se formaron quatro arzedianatos, que son el de esta ciudad, el de Huete, villa de Alarcón y Moya. Y porque igualmente es cierto y constante que en esta ciudad se erigieron catorze parrochias, otro número considerable en la de Huete y en la expresada villa de Alarcón cinco parroquias con copia de ministros para su culto y servicio y consignaron para sus alimentos todos los diezmos de los frutos cogidos en el distrito de su arzedianato que no se allava con las poblaciones que oy tiene y hauiéndose éstas fundado y diltado con el transcurso del tiempo dividióse y separado parroquias de las primitivas matrizes de las cavezas de los arzedianatos para la educazión y administración de sacramentos y pasto espiritual de los feligreses respecto de la distancia de los dichos arzedianatos, se dispuso y ordenó que de los frutos cogidos en los distritos y términos señalados a las parroquias filiales separadas a las matrizes se acudían a estas con ciertos frutos precipuos para su dote, culto y manutención de sus ministros en recompensa y remuneración de los abundantes que alargavan, propios y su distrito, en cuia virtud se denominan y llaman pan de caíces y mitad de vezindades  que del cúmulo y montón de los diezmos de las yglesias filiales sacan los curas y beneficiados de esta ciudad de Cuenca, de las de este arzedianato, los de Huete del suyo y lo mismo mis partes del de Alarcón, cuias cantidades no se estiman ni regulan para diezmos propios de aquellas parroquias, si feudo preciso, para percivir y llevar lo restante que es el propio diezmo y frutos de aquella parrochia que se reparte y divide entre sus interesados y partícipes. Y porque en esta conformidad teniendo fundado su derecho dichas cinco parrochias de Alarcón al cobro y percepción de todos los frutos cogidos en el distrito de su arzedianato, luego que se fueron aumentando sus poblaciones y dividieron parrochias y señalaron distritos, fue con el feudo y obligación de satisfazer y contribuir a dichas parrochias de Alarcón para su dotación y congrúa de sus ministros la porzión de caízes, mitad de vezindades y siendo una de las eximidas Villanueva  la Xara que en lo primitivo sería aldea y erigida yglesia anejas a las de Alarcón, para separarla y dividirla quedaron destinados la mitad de los diezmos cogidos en su territorio para la de Alarcón y la otra mitad para la dicha yglesia filial de Villanueva la Jara, partirse y dividirse entre sus interesados y partícipes y obligazión a su reparo y manutención, sin extensión a la otra mitad que en fueza de feudo llevan y perciven dichas yglesias matrizes por no ser diezmos propios de la yglesia filial, lo qual se halla prevenido por la constitución tercera del título de décimis de las sinodales de este obispado, quedando providencia en la paga de diezmos, así prediales como personales y donde se deve egecutar y evacuado en quanto a las personales, previene que los prediales se deven a la parrochia donde la heredad está colocada, siendo distinta y separada, pero en orden a las heredades que tienen los vezinos de Cuenca en las aldeas de Cuenca, la mitad del diezmo de pan y vino que está en la aldea y la otra mitad venga a la parrochia de la ciudad, adonde es vezino aunque labre la heredad, con lo demás que previene en orden al diezmo de los ganados y concluie que en el arcedianado de Alarcón se guarde la misma costumbre que en el de Cuenca, en cuia virtud se alla quedar establecido que la mitad de los diezmos de los frutos cogidos en predios y heredades del distrito señalado a Villanueva la Jara son diezmos proprios de dichas parrochias de Alarcón y la otra mitad proprios de la parrochial de Villanueva la Jara, partibles entre su cura y beneficiados y demás partícipes sujetos y obligados a sus reparos precisos sin extensión a la otra mitad que llevan dichas parrochias matrices de Alarcón por ser diezmos proprios suios y no de Villanueva


Las cinco parroquias de Alarcón, apoyadas por el obispado de Cuenca, estaban pidiendo sencillamente que se les eximiera del repartimiento para pago de reparación  de la torre, chapitel y campanas de la iglesia de la Asunción de Villanueva de la Jara. Mientras, el chapitel y parte de la torre permanecía hundida desde hacía diecisiete años. La obra de la torre y chapitel de esta iglesia había finalizado en 1663, pero la desgracia se abatió sobre ella, pues en 1703 un rayo provocó un incendio que acabó con el chapitel. Así lo relataba el propio concejo jareño
sobre que se reedifiquen y restauren enteramente como es de su obligación la torre y capitel de ella, como estava desde el año de 1663 en que se hizo por dichos interesados hasta el año de 1703 en que se arruinó por la desgracia de un rayo que dio en la dicha torre ... dicha torre quedó muy quebrantada por la desgracia de dicho rayo se alla descubierta diez y siete años y expuesta a las inclemencias de los tiempos y los suelos de ella y capilla bautismal se han arruinado
Las violencias y saqueos de  Villanueva de la Jara en la guerra de la Sucesión habían retrasado la restauración de la iglesia. Aunque las cinco iglesias de Alarcón se negaban a contribuir a la reconstrucción del chapitel, se les recordaba que en 1660 fueron obligadas a contribuir por el Consejo de Castilla como poseedoras de la mitad del diezmo a acabar la construcción de dicha torre. Tal contribución de Alarcón ya se había hecho para las iglesias de Villagordo del Júcar, Tarazona o Quintanar del Marquesado. 

En 1660, el Consejo de Castilla para hacer efectiva su orden de acabar la torre de la iglesia de Villanueva de la Jara decidió enviar al padre Francisco Baptista de la Compañía de Jesús, que procedió a embargar el vino y corderos de Alarcón y la sexta parte del cúmulo de todos los diezmos 
en cuios términos considerando el señor deán y cabildo lo costoso que sería cumplir en todo con lo declarado por el dicho padre Francisco Baptista hicieron escritura de transacción con dicha villa mi parte en nombre de los señores el serenísimo señor don Juan de Austria arzediano de Alarcón, Dignidad episcopal, el marqués de Villena, curas, beneficiados y prestameros de Alarcón. partes contrarias en que se obligaron a hacer dicho capitel
El concejo de Villanueva de la Jara acusaba de cicatería a los cinco curas de la iglesias de Alarcón, que se quejaban de no tener congrua; sin embargo, era notorio que el cura de Santo Domingo disfrutaba de una renta de 3.000 reales del Pie del Altar del lugar de El Picazo, el cura de San Juan, otros 3.000 reales del Pie del Altar y diezmos menores del lugar de Gascas, y los demás curas el pie del altar del lugar de Olmedilla de Alarcón, Ribera del Júcar, Valhermoso y demás anejos, que todos tienen muchas huertas, ganados de tena y demás diezmos menores, con que les vale en el todo beneficio curado más de 600 ducados.

FUENTE: AHN. NOBLEZA, FRÍAS, C. 765. D. 176-189

jueves, 30 de agosto de 2018

Algunas noticias históricas de Santiago de la Torre al calor de un reclutamiento

Don Antonio Pacheco Treviño era señor de Santiago de la Torre, un mayorazgo fundado por Alonso Pacheco en 1603 y que ahora andaba en disputas familiares. La pretendida jurisdicción que pretendía sobre el lugar no parecía muy asentada, pues desde la villa vecina de El Provencio era discutida una y otra vez. En 1649 el conflicto vino por el reclutamiento de soldados para la guerra. El Provencio, en el cupo de soldados asignados a cada villa, debía aportar dos soldados. Qué mejor forma de conseguirlos que en el pequeño lugar de Santiago de la Torre
que el día diez y nueve de marzo deste presente año dos oras antes de amanezer el dicho Juan Romero y Alonso Romero (alcalde ordinario y regidor de El Provencio, respectivamente) de mano armada y llevando consigo quatro o cinco pistolas cortas y escopetas y otras armas ofensivas y defensivas acompañados con otras personas sobre hecho y como pensado entraron en el término y jurisdicción de la dicha villa de Santiago de la Torre y poblado de ella y fueron a las casas de María Romana y María López mujer de Bartolmé Yubero y Francisco López y violentamente y por fuerza entraron en la dicha casa y la  miraron toda y abiendo hallado en ella durmiendo en su cama a Juan de Piqueras hijo de Bartolomé de Piqueras lo levantaron de la cama y lo prendieron y llevándolo asido lo llevaron maniatado en las ancas de un caballo y desta suerte se lo lleuaron diziendo que se lo llevauan para la leua  (ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ CAJA 2942, PIEZA 4)
El reclutamiento compulsivo de Juan Piqueras no se diferenciaba del de otros jóvenes, que literalmente agarrados cuando volvían del trabajo ya de noche o sacados de sus casas eran raptados para cumplir el cupo asignado a cada pueblo. Lógicamente los pueblos acudían a forasteros para tal reclutamiento cuando podían. El reclutamiento de hombres para los austrias menores, y más desde el levantamiento catalán de 1640, era un auténtico quebradero de cabeza. Los intentos de una aportación de vecinos enrolados en las milicias creadas medio siglo antes, cuerpo poco más que decorativo hasta ese momento, con el envío de comisarios (recordemos al santanderino Rodrigo Santelices Guevara que operó en la zona), provocó una sangría de hombres muy mal llevada por las villas, que veían como los brazos de los jóvenes dejaban el campo para ir al frente catalán. En 1646, se intentó evitar el reclutamiento de naturales con su sustitución por un impuesto destinado a la contratación de mercenarios. Era la llamada composición de milicias. Pero la aplicación de tal impuesto, tendente a la formación de ejércitos profesionales tardó en fraguar y las villas, ya acuciadas por una carga impositiva insoportable, preferían pagar con el tributo de sus jóvenes, o al menos de los jóvenes extranjeros de paso por el pueblo. El caso de Juan Piqueras añadía un nuevo elemento: la intromisión en jurisdicción ajena para el reclutamiento.

El señorío de los Pacheco en Santiago de la Torre, venía presumiblemente del año 1579, cuando los Castillo Portocarrero abandonan sus posesiones en la Mancha conquense, en esa pequeña localidad y en Santa María del Campo; aunque sí tenemos la certeza documental de la fecha para Santa María del Campo, no lo podemos asegurar para Santiago de la Torre. Alonso Pacheco recuperaba para la familia la pequeña población, que su antecesor Rodrigo Rodríguez de Avilés, preso de los moros se había visto obligado a vender para pagar su rescate en 1428.  Alonso Pacheco, casado con una Castillo volvía así a su tierra, después de que le salpicaran las graves acusaciones de judaísmo y pusiera tierra por medio hasta Toledo. En 1603 constituía mayorazgo sobre estas tierras, junto a su mujer.

Santiago de la Torre era una población pequeña; seguramente que sus habitantes se contaran con los dedos de las manos. Gente joven que trabajaba como renteros las tierras de los Pacheco. Algunos de estos renteros tenían su casa en El Provencio, desde donde se desplazaban a trabajar las tierras. No obstante, por ser de jurisdicción señorial, la villa contaba con alcalde propio, Bartolomé Gómez. La vida era rutinaria, los vecinos citaban como señor a Juan Pacheco Guzmán. El señor visitaba tan poco la villa y su castillo, que los aldeanos desconocían que su señor ya no era tal señor y que ahora el nuevo señor era Antonio Pacheco Triviño, yerno del anterior. El mayorazgo de Santiago de la Torre había sido constituido por facultad real el 13 de enero de 1603 por Alonso Pacheco Guzmán, regidor de Toledo y natural de San Clemente, y su mujer doña Leonor de Armenta y Guevara. La escritura de constitución se otorgó el cuatro de octubre de 1603. De la escritura se sacaron cuatro copias: la que quedó en San Clemente, se guardó en el convento de monjas franciscas. El mayorazgo estaba constituido por las propiedades en Santiago de la Torre de los Castillo Portocarrero, pero se añadían otros bienes familiares que habían llegado a los Pacheco por herencia de Hernán González del Castillo. Entre ellos se incluían propiedades en La Alberca y principalmente en Rus y Casablanca.




Bienes integrantes del mayorazgo de Santiago de la Torre, creado el 13 de enero de 1603
Por virtud de esta cédula por vía de tercio y quinto fundan mayorazgo de
la villa de Santiago de la Torre, en el obispado de Cuenca, juridición, rentas, tercias, alcavalas, heredamientos, fortalezas, casas, dehesas, molinos que tiene en dicha villa
Item casa en la villa de la Alberca, güertas palomar, molino de aceite, otro de viento, dos mill olivas, viñas, cercado, güerto y tierras
El molino del Castillo de tres ruedas, con sus pertenencias
La casa de Felipe Sanz en término de la villa de Las Pedroñeras, cerca del molino del Castillo.
Item varias casas principales en las labranzas y dezmerías de Rus y Casablanca en término de San Clemente que empiezan desde el camino que ba de San Clemente a Perona por las huertas de Sedeño.
Item el regimiento de la ciudad de Toledo sino le vendiere durante su vida.
Item todo el omenage de sus casas, tapizería, colgaduras, sillas, etc.
Item todas las armas ofensibas y defensibas de su fortaleza, pinturas y libros, y encargo de los subcesores de este mayorazgo que ocupen algunos ratos en leer pues en esto hallarán quien les enseñó y les diga verdad sin lisonja.
Item los materiales de piedra cal, yeso y madera
BNE, Mss/13032, fol 147
Escritura de mayorazgo de Santiago de la Torre, fol. 147


Los Pacheco recuperaban así lo que era una vieja posesión familiar. El antecesor de la familia Rodrigo Rodríguez de Avilés la había perdido en 1428 para pagar su rescate, después de ser hecho prisionero de los moros en Hurtal. Del padre de este Rodrigo Rodriguez de Avilés, del mismo nombre y casado con una tal Mencía Gómez se conoce poco, salvo que eran de Quintanar de la Orden y que el matrimonio mandó hacer una capilla en el monasterio de monjas dominicas de La Alberca para su enterramiento, así como que hizo muchos servicios a la villa de Alarcón, siendo premiados con la donación que le hace esta villa al menor de los Rodrigo de los lugares de Santiago el Quebrado y Martín Ovieco. La fecha de donación fue el 13 de septiembre de 1404.

En principio nos puede parecer una familia más de la época, pero los papeles que la Inquisición conservó de los expedientes contra los Pacheco durante el siglo XVI, denunciaban sospechas conversas sobre la familia. Los papeles del Santo Oficio decían que Rodrigo Rodríguez de Avilés fue comberso de judíos y hombre que andaua con arrendamiento de rentas. 


De las dichas informaciones consta que los dichos Pachecos trahen su origen y descendencia de Rodrigo Rodríguez de Avilés, natural de Quintanar de la Orden, y de su mujer Beatriz Hernández alias la Pachequita, hija de Juan Hernández y Beatriz Sánchez, ama que crió de leche a doña María Pacheco, hija de Juan Fernández Pacheco y de doña Inés Téllez de Meneses, señores de la villa de Velmonte, y porque la dicha Beatriz Hernández se criaua y estaua también con la dicha ama su madre en casa de los dichos señores la llamaban la Pachequita, la qual tubo del dicho Rodrigo Rodríguez Avilés su marido entre otros hijos a Rodrigo que después de muerto el dicho su padre se llamo Rodrigo Pacheco, tronco y origen de los dichos pachecos de la villa de San Clemente y otras partes y el primero que uso este apellido, y alguno de sus descendientes usaron juntamente el de Avilés, y parece que el dicho Rodrigo Rodríguez de Avilés fue comberso de judíos y hombre que andaua con arrendamiento de rentas y el dicho Rodrigo, el primero Pacheco, y doña Cathalina de Alarcón su muger tubieron por hijos entre otros a Juan y Diego Pacheco, alcayde de Velmonte, que casó con doña María del Castillo, hija de Hernando del Castillo, que llamaron el sauio alcayde de Alarcón, penitenciado por judaísmo en este Santo Oficio año de 1498. el qual fue hixo de Violante González relaxada por judía año de 1491. que fue muger de Alonso de Luz, vezino del Castillo de Garci Muñoz: y asímismo fueron penitenciados por este Santo Oficio, Diego del Castillo, hijo de Hernando del Castillo, y hermano de la dicha doña María del Castillo en el año 1519= Christoual Pacheco año de 1529= Rodrigo Pacheco en el dicho año de 1529= Fernán González Pacheco año de 1556= Don Francisco Pacheco año de 1561= Don Alonso Pacheco año de 1562= Don Juan Pacheco señor de Minaya año de 1544= y otro don Francisco Pacheco año de 1582; todos los quales Pacheco descienden del dicho Rodrigo, el primero que vio este apellido (AHN. INQUISICIÓN, 1391, Exp.5. Informaciones genealógicas de Andrés Cerdán de Landa, natural de Cuenca, pretendiente a oficial del Santo Oficio, y de su mujer, Rosa María Portillo Pacheco y Mendoza, natural de Picazo (Cuenca). 1709)

Claro que peor que ser judío y recaudador era ser víctima de las burlas de sus vecinos. El hijo Rodrigo Rodríguez de Avilés estaba casado con Beatriz Hernández, cuya madre llamada Beatriz Sánchez era nodriza de María Pacheco, hija de Juan Fernández Pacheco, I señor de Belmonte, e Inés Téllez de Meneses. En la nodriza Beatriz Sánchez no solo debió poner los ojos su marido, un tal Juan Hernández, sino el propio señor de Belmonte. Los belmonteños comenzaron a llamar maliciosamente a la hija nacida de unión bastarda, Beatriz Hernández, como la Pachequita. Razón no parece que les faltara pues el hijo de Rodrigo Rodríguez de Aviles y Beatriz Hernández, de nombre Rodrigo (que adoptaría el apellido Pacheco y luego sería señor de Minaya) se crió con el maestre don Juan Pacheco en la corte de Enrique IV y era tenido por nieto del señor de Belmonte.

A las desgracias personales de Rodrigo Rodríguez de Avilés se sumaron las desgracias políticas. Preso de los moros en aventura militar tuvo que pagar un fuerte rescate por su libertad. El precio del rescate lo conseguiría de la venta de Santiago el Quebrado y Martín Ovieco. El comprador fue el doctor Pedro González del Castillo; Juan II confirmaría la venta el 3 de enero de 1428, aunque la cesión por parte de Rodrigo Rodriguéz de Avilés, preso en 1407, creemos que se hizo antes. Desahuciado en su honra y en su hacienda y enfermo del cuerpo, Rodrígo Rodríguez de Avilés fue a refugiarse en Alarcontejo, aldea de la villa de El Pedernoso, donde murió. En su testamento otorgado el 6 de julio de 1417 se acordó de sus padres y de su bastarda mujer, la Pachequita,

Real Academia de la Historia, Signatura: 25, fº 200 (2ª foliación).  Signatura antigua: D-25, fº 200 (2ª foliación)


mándase enterrar con sus padres en la fosa de sus hermanos a la puerta de la capilla (del convento de  La Alberca), manda que las lanzas dice de su señor el rey las aya Juan de Ortega su hijo maior, dize que su mujer Beatriz Fernández era hija bastarda de Juan Fernández Pacheco señor de Belmonte, mándala a Martín Ovieco y déjala por cabezalera con Juan de Villodre y Juan de Salazar sus primos y Juan Ruiz de Belmonte bachiller (Real Academia de la Historia, Signatura: 25, fº 200 (2ª foliación).  Signatura antigua: D-25, fº 200 (2ª foliación).)
Torre Vieja, San Clemente




Torre homenaje, castillo Santiago de la Torre

Santiago el Quebrado pasaría así al doctor Pedro González del Castillo, mientras los bastardos de los Pacheco se hacían con el señorío de Minaya. El doctor Pedro González del Castillo soñó con hacer de Santiago el Quebrado el centro de su señorío. Levantó una castillo y torre de homenaje, que debió ser coetánea, dadas sus similitudes, de la Torre Vieja, que levantó su hermano Hernán González del Castillo en la villa de San Clemente (al que luego los Pacheco, que recibieron su herencia, le cambiaron el segundo apellido por el de Avilés). Se reconocía la labor edificadora del doctor muchos años después en la recreación de un linaje inventado en las Montañas. A nosotros nos queda la intriga de saber cuál fue esa alma gemela que el doctor Pedro González del Castillo construyó en Salamanca, pues castillos similares (como el de Miranda del Castañar, atribuido a los Zuñiga) quedan fuera de las propiedades del doctor en Salamanca en torno a Palacios Rubios. No obstante y muy reformada del edificio original se nos conserva la casa palacio de los Castillo Portocarrero en Salamanca, ciudad que es en la que al fin y al cabo nos dicen los documentos que el doctor levantó su segunda fortaleza. También conocida como Palacio de los Fermoselle, pues fue por esa población por la que los Castillo Portocarrero cambiaron la suya de Santa María del Campo en 1579, hartos de los conflictos con los contumaces santimarieños. El actual palacio debe estar sito en las llamadas casas principales de los Castillo Portocarrero, incorporadas al mayorazgo fundado por el doctor y su mujer en 1443.

Casa de los Castillo Portocarrero o Palacio Fermoselle (o Torre del Aire) en la ciudad de Salamanca.
Foto de Juan de Orellana Pizarro González, descendiente de la familia Castillo Portocarrero



Escudo Castillo en la casa palaciega de los Fermoselle en Salamanca. Las armas de los Castillos a la izquierda y de los Portocarrero a la derecha
Fotografía de Juan de Orellana Pizarro González

El doctor Pedro Gonçalez del Castillo. El doctor Pedro Gonçález del Castillo fue doctor en la uniuersidad de Salamanca y gran letrado y después alcalde en la corte y casa del rey don Juan el segundo y después fue de su real consexo, i del hace mención la corónica en el capº 155 del año ueyntinueue y en el capº 37 del de quarenta y dos fue fauorescido el dicho rey don Juan el segundo y mui cabido y amigo del maaestre de Santiago don Albaro de Luna hiçole el rey don Juan mucho fauor y mercedes con que pudo edificar dos fortaleças una en Santiago de la Torre en la diócesis de Quenca y otro en la ciudad de Salamanca que se llaman las Torres del Castillo, fue señor de Santa María del Campo y de otros muchos heredamientos y bienes como por las dichas escrituras parece, casó con doña Ysabel Puertocarrero y deste matrimonio procrearon a Juan del Castillo Puertocarrero y Alonso Rodríguez Puertocarrero.
Mención a la construcción de la fortaleza de Santiago de la Torre por el doctor Pedro González del Castillo
BNE. Mss/3251, folio 305 vº

La erección del castillo de Santiago de la Torre provocó tal cambio en el paisaje y horizonte, que Santiago el Quebrado comenzó a ser conocido por Santiago de el Quebrado, de la Torre alias en 1435, y ya en 1436 simplemente Santiago de la Torre (MORATALLA, pág, 283, nota 205)

En su castillo de Santiago de la Torre pidió ser enterrado el doctor Pedro Sánchez del Castillo y bastaron sus dudas para que sus herederos no respetaran sus deseos
Otrosy mando que el mi cuerpo sea sepultado e enterrado en la yglesya de mi lugar de Santiago de la Torre pero quiero e hordeno que sy por doña Ysabel Puertocarrero mi muger e por el corregidor Fernand Gonçález del Castillo mi hermano e por el maestro frey Martín de Logroño mi padre espiritual o por los dos dellos fuere acordado que mi cuerpo sea enterrado en otra parte e non en la yglesya del dicho mi lugar Santiago
Voluntad de enterramiento del doctor Pedro González del Castillo en la iglesia de Santiago de la Torre. Su deseo sería incumplido por la familia, tal como señalaba la cláusula siguiente. Su cuerpo sería enterrado en el convento de San Agustín del Castillo de Garcimuñoz
Archivo Histórico de la Nobleza, LUQUE, C. 112, D.1 Escritura de fundación de mayorazgo hecha por Pedro González del Castillo e Isabel Portocarrero, su mujer, en cabeza de su hijo Juan del Castillo; este mayorazgo comprende, entre otros bienes, las villas de Santa María del Campo (Cuenca), Santiago de la Torre (Cuenca), Palaciosrubios (Salamanca) y Robledillo fol 19 vº
El traslado del cuerpo del doctor Pedro González del Castillo al  convento de San Agustín del Castillo de Garcimuñoz fue un símbolo, pues aun manteniendo su valor defensivo la fortaleza, después de las guerras el declinar del lugar sería irreversible. El centro del señorío de los Castillo Portocarrero se trasladaría a la villa de Santa María del Campo.

Cuando en 1516, Hernando Colón escribe su Cosmografía, no puede sino reflejar la decadencia del lugar. Nos dice que Santiago de la Torre ha pasado de doscientos vecinos a treinta. Aun dudando de sus cifras, de aquéllas y de éstas, su testimonio es claro
Santyago de la torre es un lugar de treinta vecinos e esta en llano salvo por la parte de hazia Belmonte o Socuéllamos e pasa  a tres tiros de vallesta un Río dicho záncara que se seca cada verano e tiene buena fortaleza e es de don Bernaldino de Puertocarrero e solya ser lugar de doscientos vecinos (COLÓN, Tomo II,  pág. 148)
El censo de pecheros de 1528 nos muestra una población para Santiago de la Torre de apenas  diecinueve vecinos. En otro lugar hemos dado una visión del castillo de Santiago de la Torre en 1566, usado como cárcel y predisponiendo para tal fin su torre de homenaje. Para entonces la fortaleza estaba deshabitada prácticamente. Aparte de un carcelero que cuidaba de los presos y dormía en el patio de armas, en el castillo no vivía nadie, salvo unos vizcaínos de paso y la hija del alcaide que dormía con una ama vizcaína. El alcaide, figura más simbólica que efectiva, tenía casa apartada en el pequeño pueblo. La descripción de la torre y su uso como mazmorra la hemos hecho en otra parte, que ahora reproducimos
Miguel García fue encerrado en la mazmorra, sita en lo hondo de la torre de la fortaleza, que era un habitáculo con un único agujero en la parte superior, desde donde se bajaba al preso con una cuerda. Sobre el techo de la mazmorra había una primera pieza y desde aquí por unas escaleras se accedía a una piso superior, la cámara de armas, encima de la sala de armas había otras piezas superiores, aunque no se dice cuántas, todas ellas sin puertas y de libre acceso. Los testigos decían que para sacar a un hombre de la mazmorra eran necesarios otros tres o cuatro hombres tirando de una soga. Difícilmente podía escapar de allí el preso, aparte que el acceso exterior a la torre donde se hallaba era por una puerta con llave y un guarda de vigilancia. Sin embargo, la vigilancia del preso parecía relajada, pues recibió la vista de sus padres y cuñada al menos dos veces, que le llevaban comida, en la que no faltaba la carne y el vino, ropa, sábanas y un almadraque (colchón pequeño) y almohada de lana. Las visitas eran habituales, sobre todo, de la madre y su cuñada, que acudían hasta Santiago con un cherrión (carro de la época). Para el día de Santiago, el preso recibió la visita de su padre y una sobrina llamada Cristina Redonda. Desplazados hasta la fortaleza en un macho y un pollino, llevaron al preso una camisa limpia, una pierna de carne y un pan de una libra. Posiblemente en el pan, esta vez, iba una lima para serrar los grillos de sus pies. Tal vez la lima entró escondida en el pequeño colchón o la almohada, al igual que una soga, o, sencillamente, lima y soga se pasaron al preso a través de una lumbrera en la torre, a poca altura, y que daba luz a la mazmorra. Dicha lumbrera era de cierta anchura, pues por ella metía la cabeza Cristina Redonda, la joven sobrina del reo, de dieciocho años (ROSA FERRER, Ignacio de la)
Los Castillo Portocarrero marcharon, o más bien creemos que los echaron los díscolos santimarieños y, tal como hemos dicho, los Pacheco fundaron mayorazgo. Pero la fortuna fue adversa a la familia, el hijo de Alonso Pacheco y su mujer Leonor de Armenta murió y la sucesión recayó en la hija Beatriz, casada con su primo Juan Pacheco Guzmán, caballero de Calatrava. Un hombre débil, al que los sanclementinos consideraban como un pelele en manos de su madre. A su muerte, se inició un pleito por la posesión del mayorazgo, que es anuncio de la situación a la que ha llegado hoy la fortaleza. Antaño disputas entre herederos; hoy, olvido en su multiplicidad.

Cuando llegamos a 1649, Santiago es una villa con unos señores ausentes, explotada por renteros. De las probanzas de testigos se deduce que los vecinos de Santiago no llegan a superar la media docena y que gran parte de la explotación de sus tierras se hace por renteros del vecino pueblo de El Provencio. De la iglesia donde quería ser enterrado el doctor González del Castillo no hay ni rastro. La relación de las pilas del arciprestazgo de Alarcón de 1591, recogida por Tomás López doscientos años después no hay rastro de pila alguna para Santiago de la Torre.

Aun así, Santiago de la Torre tenía una jurisdicción diferenciada propia como villa de señorío diferenciada de otras, mal que le pesase a la justicia de El Provencio. Cuando en 1649 la justicia provenciana debe aportar dos soldados, sus alcaldes tienen más miedo a don Vicente Bañuelos que al señor de Santiago de la Torre. Don Vicente Bañuelos es superintendente de milicias (y también de rentas reales) una figura novedosa, que del campo militar se ha extendido al fiscal, anunciando el surgimiento de una nueva administración regional. En un primer momento, se recluta un joven de El Provencio de dieciocho años, Juan de Salvatierra, que supuestamente huye a Santiago de la Torre, pero allí no se le halla, por lo que el alcalde y regidor provencianos que han ido en su persecución apresan un nuevo recluta, Juan Piqueras en casa de la Ramona. No sabemos la ocupación de Juan Piqueras, si era rentero, jornalero o simple prófugo del vecino Provencio, pero su apresamiento nos ha dejado la constancia del apilamiento de varias familias en una casa: la vieja María Ramona, dos matrimonios jóvenes y el recluta preso.

El apresamiento de Juan Piqueras provocó un grave conflicto de jurisdicción entre el concejo de El Provencio y el señor de Santiago de la Torre, don Antonio Castillo Triviño, que pronto se convirtió en conflicto con la villa de San Clemente, que hizo piña en torno a los Pacheco. Si renteros había de El Provencio en Santiago de la Torre, tantos o más había criados sanclementinos de su antiguo señor don Juan Pacheco y Guzmán. El conflicto se acabó resolviendo en perjuicio de los provencianos que vieron como su alcalde Juan Romero de la Roda y su regidor Alonso Romero eran conducidos a la cárcel de la Chancillería de Granada. Su delito: quebrantar la jurisdicción propia de la villa de Santiago de la Torre.



FUENTES

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ CAJA 2942, PIEZA 4, Conflicto jurisdiccional entre don Antonio Pacheco Triviño, señor de Santiago de la Torre, y la justicia de El Provencio, 1649)

AHN. INQUISICIÓN, 1391, Exp.5. Informaciones genealógicas de Andrés Cerdán de Landa, natural de Cuenca, pretendiente a oficial del Santo Oficio, y de su mujer, Rosa María Portillo Pacheco y Mendoza, natural de Picazo (Cuenca). 1709

BNE, Mss/13032

Real Academia de la Historia, Signatura: 25, fº 200 (2ª foliación).  Signatura antigua: D-25, fº 200 (2ª foliación)

GARCIA MORATALLA , Pedro Joaquín: La tierra de Alarcón en el señorío de Villena (siglos XIII-XV). IEA "Don Juan Manuel". Albacete. 2003

COLÓN, Fernando: Descripción y cosmografía de España. Padilla libros. Sevilla, 1988. Edición facsímil

ROSA FERRER, Ignacio de la: "Santa María del Campo Rus en 1566: ¿delincuencia común o subversión social?" en https://historiadelcorregimientodesanclemente.blogspot.com/2017/09/santa-maria-del-campo-rus-en-1566.html, 10 de septiembre de 2017

viernes, 8 de diciembre de 2017

Escudos de los Austrias de los ayuntamientos de San Clemente y de Chinchilla de Montearagón: demasiadas semejanzas

Escudo, uno de los dos escudos gemelos de los Austrias del Ayuntamiento de San Clemente, situado bajo la torre
Escudo de los Austrias en la fachada renacentista del Ayuntamiento de Chinchilla de Montearagón




Escudo central de los Austrias en el Ayuntamiento de San Clemente

Escudo imperial de Carlos V en Cuenca, Casa del Corregidor, con el águila bicéfala


Los dos primeros escudos, salvo por el detalle del águila de San Juan que enmarca el escudo sanclementino, son idénticos. El escudo de Chinchilla se sitúa sobre una fachada que tenemos perfectamente datada en 1590.

Ubicación del escudo chinchillano en la fachada renacentista de la calle Fernán Núñez Robres

Las propias inscripciones, además del reinado de Felipe II, nos informa del corregidor de la época Jerónimo Guzmán, que ocupaba el oficio desde noviembre de 1589, y al que cupo el honor de dejarnos su nombre sobre la fachada de un ayuntamiento iniciada con anterioridad a su mandato. Los datos, que disponemos más recientes de las obras del ayuntamiento de San Clemente se refieren a 1558, época del gobernador Francisco de Osorio Cisneros, y llevadas a cabo por el vasco Zalbide.

Lo más fácil sería para nosotros concluir que ambas obras fueron realizadas en época de Felipe II, y, desde luego, lo que se nos presenta en los documentos, inscripciones y ante nuestros ojos así es. Las guías de turismo se encargan del resto, recordándonos al gran Andrés de Vandelvira detrás de estas obras. Sin duda, un autor de este calibre aumenta las visitas y el caso de Chinchilla presenta más semejanzas a su obra.

Pero esos escudos de los Austrias tan idénticos nos siguen planteando nuestras dudas. ¿No serán anteriores a las propias construcciones, tal como para el ayuntamiento de San Clemente tenemos constancia de salas capitulares previas? ¿Si asociamos el escudo de la portada de Chinchilla a la fecha grabada en su dintel, MDXC, dónde está el escudo de la casa Avis de Portugal, que Felipe II asoció a su escudo desde la conquista de este Reino en 1580? ¿El escudo frontal del ayuntamiento de San Clemente se corresponde con el mandado labrar por el concejo en 1565 con las armas reales? Estaríamos hablando entonces de un escudo filipesco que ha abandonado ya el escudo de Navarra y el águila bicéfala, mantiene las armas del Emperador; pero ¿dónde están los otros dos escudos que con las armas de la villa y las del propio gobernador se mandaron labrar? Don Diego Torrente no dio por labrado ninguno de los tres. Además, aunque los propios escudos del pósito de la villa de San Clemente, de 1586, ya incorporan las armas de Avis de Portugal, anexado en 1580, y han eliminado las del escudo de Navarra, hacia 1570 las armas reales de Felipe II todavía mantienen las cadenas del escudo navarro, que incorporó su padre desde 1520, cosa que no hace el escudo de los Austrias de la villa de San Clemente, si damos buenas las fechas en torno a los años de las obras de Zalbide en 1558 a 1565. Irse a fechas tan tempranas como las de 1520, en las que el Emperardor aún no había incorporado las columnas de Hércules o el águila bicéfala es quizás demasiado aventurado. Mucho antes de la división en 1586 de la gobernación de lo reducido del Marquesado de Villena en dos corregimientos (el de las diecisiete villas de San Clemente y el de las nueve villas y dos ciudades de Chinchilla), ambas localidades eran lugar de impartición de la justicia real por dos alcaldes mayores. Demasiadas dudas y pocos documentos. Quizás muchos interrogantes equivocados, pero solo de ellos pueden surgir las respuestas. La aportación del escudo de la Casa del Corregidor de Cuenca, mandada edificar en 1541 ( y rehecha por Juan Martín en el siglo XVIII) nos presenta un modelo heráldico similar, pero más avanzado en el tiempo con águila bicéfala y la corona imperiales, por tanto es de suponer posterior a los dos escudos gemelos del ayuntamiento de San Clemente (corona castellada y águila de San Juan.

Abajo se pueden ver los escudos de armas de Felipe II, en 1570 y en 1586, que corresponden a un modelo propio ya asentado, más simplificado que el de su padre. El de 1570, mantiene las cadenas del escudo de Navarra, que desaparecen en el segundo, para incorporar las armas portuguesas. Sirva de curiosidad que la disposición del vellocino de oro del escudo de Felipe II es con la cabeza a la derecha y no a la izquierda como en los escudos del Emperador.

Recebimiento que hizo la muy noble y muy leal Ciudad de Seuilla a la C.R.M. del Rey D. Philipe N.S., compuesto por Iuan de Mal Lara. En Seuilla, en casa de Alonso Escriuano. 1570

Pósito de San Clemente. 1586. Las armas de Avis en el primer cuartel entre las de Castilla y León
(Foto: webcindario.sanclemente)

martes, 29 de agosto de 2017

San Clemente (1920)

Diccionario enciclopédico Espasa-Calpe. 1922

                                                                               










domingo, 27 de agosto de 2017

Notas sobre la capilla de San José o de Pallarés de la Iglesia parroquial de Santiago en San Clemente

La capilla de Pallarés ocupa la parte suroeste de la iglesia parroquial de Santiago de San Clemente. Es una capilla que, en su arquitectura, rompe la traza gótica de la Iglesia. Al igual que la sacristía, y una de las capillas con bóveda casetonada, es un irrupción brusca, y marginal, del Renacimiento en el edificio. Artísticamente símbolo de novedades renacentistas de cubrición de la iglesia, mal aceptadas por unos canteros vascos que, en continuidad con tradiciones tardogóticas, preferían las bóvedas de nervaduras, menos costosas para un concejo que soñaba con grandes proyectos y no podía. Ni quería. La sesión del concejo de 3 de noviembre de 1554 es esclarecedora. A los problemas de costes se unían las preocupaciones relativas a que la prolongación de la iglesia rompiera el espacio urbano de la Plaza Mayor. Las quejas de los regidores eran interesadas, caso de Rodrigo Pacheco que puso voz a las protestas y al que el plan de Vandelvira afectaba notoriamente (hasta el punto de que la capilla de los Pacheco se debió levantar de nueva planta en 1573), pero sus quejas tienen asimismo un sesgo de modernidad en la defensa de un espacio urbano, la Plaza Mayor, al que amenazaba con comerse el macroproyecto de Vandelvira. Que el proçeder de la obra, que está traçada e començada a edificar . no se deve proçeder della. por ser en perjuyçio de la plaça pública desta villa, porque se a tomado mucha cantidad de la dha plaça (1). En nuestra opinión, las quejas de Rodrigo Pacheco difícilmente se entienden sin la existencia previa de un edificio ya levantado del ayuntamiento, dando carácter y uniformidad al espacio urbanístico. El patriciado urbano sanclementino impuso la primacía de unos espacios públicos que condenó a la Iglesia a cerrarse en su lado norte en lo que hoy vemos: un muro que asemeja un palacio renacentista en algunos de sus detalles. Pero un muro que en su interior encierra un templo que niega el Renacimiento y solo lo admite marginalmente. El dinero de la Iglesia fue a la reforma del ayuntamiento por Zalbide.

Sonia Jiménez Hortelano nos mostró cómo el proyecto de Vandelvira tuvo que claudicar ante los canteros vascos. El proyecto de una iglesia más prolongada en sus dos últimos tramos, rematada la capilla mayor por una cúpula oval con casetones, se olvidó en favor de una iglesia de tipo salón con bóvedas de crucería, que permitía alcanzar una mayor elevación pero con menor coste. Sí se encuentran reflejos de las trazas del arquitecto alcaraceño marginalmente en la bóveda oval de  la capilla de Pallarés, que fue un pequeño ensayo del proyecto de cúpula oval de la capilla mayor y que en nuestra opinión tiene similitudes con la bóveda oval que cubre la escalera del Hospital de Santiago de la ciudad jiennense de Úbeda. Creemos que la semejanza entre ambas bóvedas, a pesar de la mayor complejidad de la bóveda ubetense, es más evidente que las similitudes que se han buscado con otros proyectos de Jerónimo Quijano como la cúpula ovalada de Santa María del Salvador de Chinchilla, obra, por otra parte, realizada por Esteban Jamete, próximo a Vandelvira. En cualquier caso la proximidad estilística entre las tres obras es innegable. Nos faltan fuentes documentales sobre la construcción de la capilla de Pallarés, pareja en sus inicios a la construcción de la antigua iglesia. Pero la capilla con su cubrición renacentista corresponde a un proyecto posterior que, al igual, que otras capillas, caso de la capilla de los Pachecos, se levantaron de nueva planta sobre el solar de las originarias o se reformaron. Para el caso de la capilla de Pallarés sabemos que en 1565 estaba en obras (2).




Cúpula sobre la escalera del Hospital de Santiago de Úbeda


Colegiata de Belmonte. Cúpula de capilla de la Purificación atribuida a Jamete
                 
Cúpula de la capilla de Pallarés de la Iglesia de Santiago Apóstol de San Clemente (Foto. JL Brox)
http://broxfotos.blogspot.com.es


                         
Iglesia Santa María del Salvador en Chinchilla

Monumento funerario de García Pallarés, fallecido el 17 de diciembre de 1523

Históricamente la capilla de Pallarés no se entiende sin conocer la figura de García Pallares y su mujer. María de Sotomayor, casada con García de Pallarés, era hija de Diego de Sotomayor de la baja nobleza de Alcaraz, y Catalina Monroy, posiblemente pariente de Alfonso de Monroy, maestre de la orden de Alcántara. Las propiedades aportadas al matrimonio, a partes iguales, estaban situadas en Lezuza y la actual Villarrobledo, así como propiedades urbanas en Alcaraz (3). La muerte temprana de su mujer, llevó a García Pallarés esta vez a casarse con la sanclementina María de Haro. La doble alianza matrimonial del alcaide de Chinchilla tendría sus consecuencias en los litigios de ambas ramas familiares por la capilla de San José.

García de Pallarés era alcalde de la fortaleza de Chinchilla, su servicio al Marqués de Villena no le impidió mantener una actitud templada en el conflicto, que abonó el terreno para su integración acabada la guerra. Lo vemos entre los personajes principales que aparecen en la recepción junto al puente del Arrabal a los Reyes Católicos un 8 de agosto de 1488. Su vinculación a los Haro la conocemos en un primer momento por el matrimonio de su hija Catalina con un miembro de la nobleza regional, un Coello. Los Haros aparecen como testigos del evento y García Pallarés como vecino de San Clemente. La muerte temprana de su mujer María de Sotomayor, el llevó a un segundo matrimonio con María de Haro. Con las dos mujeres tuvo descendencia, El mayorazgo fundado por García Pallarés recayó en Velasco Pallarés, alejado de San Clemente. Los intereses de la familia en la villa de San Clemente quedaban en mano de los Haro, pero la memoria de García y Pallarés y su mujer María de Sotomayor la conservó su hija Isabel de Monroy. Por eso hoy la capilla de Pallarés ( y también la fachada exterior) aparece presidida por los escudos heráldicos de la familia alcaraceña de los Sotomayor,

Isabel de Monroy, parece que se constituyó en albacea testamentaria para cumplir con la última voluntad de su padre. Pero la cumplió a medias, pues su padre aunque enterrado en San Clemente, no lo fue en el convento de Nuestra Señora de Gracia, sino en una capilla propia en la Iglesia de Santiago bajo la advocación de San José, pegada y con acceso al cementerio anejo a la iglesia. Los conflictos entre las ramas familiares por el patronazgo de la capilla surgirían pronto y ya para 1553 vemos litigando a Hernán Vázquez de Haro. El apellido se mantuvo en la villa de San Clemente, ligado a una de las ramas de los Pacheco, pero sobre todo en las figuras de Tristán Pallares el viejo y su sobrino Tristán Pallarés el mozo, ambos clérigos. El primero teniente de cura de la iglesia de Santiago hacia 1553, y el segundo un presbítero más apegado a los intereses mundanos.Nos queda la duda cuál de los dos es el Tristán Pallarés que funda un patronato de legos en la capilla para cumplimiento de las obligaciones religiosas. Aunque en alguna ocasión hemos apostado por Tristán Pallarés el joven, también se podría tratar de Tristán el viejo, que ya nos aparece en 1523, firmando como testigo en el codicilo que modifica el testamento de García Pallarés. Para fines de siglo, las que aparecen litigando por el patronato de legos vinculado a la capilla son las hijas de Hernán Vázquez de Haro como herederas del patronazgo de su padre, que sabemos es hermano del joven Tristán Pallarés. Esta vez el nuevo opositor al patronazgo del vínculo es un Rosillo de nombre Alonso.

Hoy la capilla de Pallarés es la más bella de todas las capillas de la parroquia de Santiago Apóstol. Un refugio de clasicismo ajeno al espíritu religioso del resto del templo. Un espacio, a la medida del hombre, que nos invita a hacer un receso para recordar la memoria del alcaide de Chinchilla García Pallarés, muerto el 17 de diciembre de 1523 (4). Un hombre que simbolizaba el espíritu de los sanclementinos de comienzos de siglo, orgullosos de sus logros que, antes que a Dios, se amaban a sí mismos



Testamento de García Pallarés (Es un traslado del siglo XVIII). 

In Dei nomine amen, sepan quantos esta carta de testamento vieren como yo García de Pallarés, alcaide que fue de la cibdad de Chinchilla, estando sano i libre de las enfermedades corporales que a los hombres suelen venir, con voluntad después de y aparejada para el seruicio de mi señor Jesu Christo temiendo el último y postrimero día de mi vida, ni me tome ocupado mi juicio para la dicha ación de mi conciencia, no siendo forzado ni costrinido sino estando con mi libertad, teniendo ante mis ojos a Dios todopoderoso, ordeno este mi testamento i última voluntad, el qual quiero que vala i otro no, tanto quanto de derecho testamentario puede baler y si valiere por testamento vala por codecillo y mi última voluntad y revoco todos los otros testamentos i codecillos que antes deste ya aya fecho así cerrados como abiertos de palabra i en escrito los quales derogo i anulo no embargante la cláusula o cláusulas que en ellos se fallaren derogatorias, porque es mi voluntad que este vala y otro no, el qual yo agora fago escribir que quiero que vala para agora y para siempre jamás como si yo mismo con mi propia mano lo escriviese salvo si en él se pusiere cláusula derogatoria, que se derogue este porque es mi voluntad agora ni en otro tiempo no facer otro testamento ni codecillo salvo éste, en el qual suplico a mi Dios me dé gracia que le sirva si más en esta vida viviere porque en él último día de mi vida mi ánima sea por su santíssima piedad colocada en su santíssima gloria e así suplico a la gloriosa Virgen Santa María Madre de Dios y Señora Nuestra con todos los Santos de la Corte del Cielo me sean abogados y intercesores ante el acatamiento de Dios todopoderoso

Primeramente mando que si muriere en Sant Clemente que mi cuerpo sea sepultado en el Monasterio de Sant Francisco donde mis fijos quisieren tomar sepultura y si muriere en este lugar Lezuza do agora vivo ruego a mi fija doña Isabel me haga tanto placer si posible fuere me mande llebar a la dicha villa de Sant Clemente y entierre como dicho es 

Yten mando que el día de mi enterramiento me sean dichos unos oficios de finado complidos i las misas que se pudieren decir

Yten mando que me digan mi nobena y que me sea lebado un añal complido sobre mi sepoltura i que lo llebe mi fija doña Isabel por mi ánima do fuera su voluntad 

Yten mando que entre el año de mi finamiento dos pares de misas reveladas por mi ánima y de mis mugeres que ayan santa gloria

Yten mando que sean dichas por mi ánima y de las dichas mis mugeres veinte misas de la cruz

Yten mando me sea dicho un treintenario abierto

Yten mando que en cabo del año de mi finamiento me sean dichos otros oficios complidos y que todo esto sea complido de pan i vino i cera 

Yten dejo por mis hijos y legítimos herederos e sucesores a Velasco de Pallarés y a Dª Catalina de Pallares y a Dª Ysabel de Monroy mis hijos e de mi primera muger Doña María de Sotomaior y a mis hijos Diego López de Haro y a Dª María de Pallarés y a Dª Urraca i a Dª Beatriz hijos ansimismos de mi segunda muger Dª María de Haro, los que les quiero y es mi voluntad que ayan y hereden mis bienes, así como legítimos herederos y sucesores

Yten mando a mi hija Dª Isabel las tercia parte de mis bienes y quiero y mando que sea mejorada en quinta parte de los dichos mis bienes, a la qual mando so pena de mi maldición que en tanto que las dichas mis fijas Dª Urraca y Dª Beatriz estubieren doncellas sin casar y ellas quisieren estar en su compañía, que las tenga y ampare y les dé lo necesario y que si ansí no lo hiciere la dicha manda y mejora sea en sí ninguna, salvo que sea repartida entre las dichas Dª Urraca y Dª Beatriz

Yten mando que esta mejora y manda que a la dicha mi hija Dª Isabel hago, que le sea dado en la parte que yo en el molino de Enmedio tengo, y esto por los buenos y leales servicios  que me ha fecho

Yten mando que le sea dado a mi fija a Violantica que la a criado y a Dª Beatriz mi hija mando que le sea dada Anita, la qual está está en poder de Dª Catalina mi hija

Yten aclaro que tiene recivido la dicha Dª Catalina mi hija ochenta mil mrs. para en parte de su legítima

Yten aclaro que debo a los herederos de Miguel Sánchez de los Herreros quinze mil mrs., mando que le sean pagados de mis bienes

Yten mando que qualquier otra debda que se fallare por buena berdad que yo deba, que sea pagada de los dichos mis bienes 

Y dejo por mis albaceas testamentarios a Francisco de Hermosa mi hijo y Dª Isabel y Dª Urraca mis hijas a los quales y a cada uno de ellos in solidum doi otorgo todo mi poder complido para que sin licencia de ningún juez eclesiástico ni seglar puedan entrar y entren por todos mis bienes muebles y raizes y facia dellos todo aquello que cumpliere para complimiento de mi testamento. Y esta es mi voluntad y quiero que vala por mi testamento según dicho es. Y pido a qualquier juez o juezes eclesiásticos o seglares ante quien este mi testigo fuere presentado, que lo reciva por tal testamento y lo mande cumplir, esecutar i guardar según que en él es contenido, el qual yo dejo firmado de mi nombre cosido y cerrado y sellado con el sello de Juan Martínez escriuano de este lugar de Lezuza ante quien me obligo de lo tener por firme, rato y grato y valedero para que agora y par siempre jamás. Fecho en Lezuza en 12 días del mes de junio de 1521 años. Pallarés.

Se añade un codicilo de 12 de septiembre de 1523, por el cual se vincula un palomar y una huerta al mayorazgo que hereda el hijo mayor Velasco. Hasta la muerte del García Pallarés estos bienes van a sostener a sus hijas Isabel y Urraca. Firmando el codicilo aparece un tal Tristán Pallarés como testigo (5).


(1) TORRENTE PÉREZ, Diego: Documentos para la Historia de San Clemente Tomo I, 1975, p. 371

(2) Sobre el proyecto de Vandelvira y su modificación u olvido en la construcción de la Iglesia se puede ver:
JIMÉNEZ HORTELANO, Sonia: "La iglesia parroquial de San Clemente Cuenca. Nuevos datos para su estudio" en Ars Longa,nº 22, 2013, pp. 119-129
HERRERA MALDONADO, Enrique; ZAPATA ALARCÓN,Juan. “Andrés de Vandelvira en la Mancha”. En PRETEL MARÍN, Aurelio (coord.). Andrés de Vandelvira. V Centenario.  Albacete: Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”, 2005, pp. 47-69

(3) María Sotomayor recibiría en herencia de su padre Diego: un ajuar de 40.000 maravedíes, 20.000 maravedíes en dineros, viñas, tierras y  las casas y molinos de Lezuza, valorados en 90.000 maravedíes (AYLLÓN GUTIÉRREZ CARLOS: "Lectura de caballerías y usos familiares en el siglo XV" en Miscelánea Medieval Murciana. XXIX-XXX. 2005-2006, pp. 39-56

(4)
 Inscripción de García Pallares, fallecido el 17 de diciembre de 1523: Esta urna, aunque pequeña, la que estás viendo, caminante, guarda los huesos de un varón conocido por su nobleza, llamado Pallarés, de familia ilustre, a quien la virtud le concedió abandonar el reino de Nápoles (?). Murió en Lezuza , el día 17 de diciembre, año del nacimiento de Cristo de 1523 (Transcripción de Diego Torrente Pérez). Este epitafio también ha sido estudiado por José Manuel Cañas Reillo, en la Revista Lope de Barrientos. Nº 12
Imagen: http://sanclemente.webcindario.com

(5) RAH, Colección Salazar y Castro, M-171, fol. 1-3. Testamento otorgado por García de Pallarés, alcaide de Chinchilla. 12 de junio de 1521