El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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domingo, 20 de agosto de 2017

Vara de Rey, tierra de caballeros cuantiosos e hidalgos

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Vara de Rey
Era un nueve de mayo de 1478, la guerra del Marquesado entraba en su última fase, pero San Clemente y su aldea de Vara de Rey parecían ajenas al conflicto, que se desarrollaba con más virulencia en otros pueblos como Iniesta o Villanueva de la Jara. O eso parecía, porque el esfuerzo de la guerra exigía esfuerzos de todo el mundo; también de Fernando de Peralta, hidalgo de la aldea de Vara de Rey, que desde el mes de marzo era conminado a pagar los pechos reales y concejiles y al que se le requisó una mula valorada en siete mil maravedíes. No parece que se sacara utilidad a la bestia para la guerra, pues sería vendida en almoneda pública por el concejo vareño a un vecino llamado Mateo el Collado. Más que las necesidades militares acuciaba la misérrima situación que por aquel entonces presentaba Vara de Rey, conçejo e universidad donde auía biudas e huérfanos e menores e otras miserables personas; la aldea se quejaba de los desmanes del Marqués de Villena durante la guerra que la había dejado postrada en estado de necesidad, recibiendo munchos daños e rrouos e males e estauan muy ocupados en la guerra.

Esfuerzos pero también compromisos. Y si hay que hablar de comprometidos en la guerra del Marquesado, esos eran algunos hidalgos, o que se tenían por tales, de Vara del Rey, que se habían declarado enemigos del Marqués de Villena. Entre ellos destacaban tres. Juan López Rosillo, tal vez con solar en Pozoamargo, que levantó a la villa de San Clemente a favor de la Corona, y dos hidalgos vareños: Juan Alfonso de Palacios y Fernando Peralta. Juan Alfonso Palacios también había sido obligado a pechar y se le habían tomado prendas por valor de 1200 maravedíes. Defendiendo su hidalguía y su exención a todo pecho acudirá ante el Consejo Real, el 15 de junio de 1478, obteniendo ejecutoria de hidalguía dos años después. Parece, por las noticias vagas que tenemos de unos descendientes de la familia en Málaga, que Juan Rosillo actuó igual y obtuvo carta ejecutoria similar
Capilla de Santa Ana o de los Rosillo. Iglesia San Clemente
Juan Rosillo que vino de San Clemente, este fue nieto de Juan López Rosillo, llamado el Restaurador del Marquesado de Villena, por lo que los Reyes Católicos le dieron varios heredamientos, con privilegio executoriado, sobrecartando su nobleza en Segovia a 9 de mayo de 1503, y la de sus descendientes legítimos, declarándolos a todos por hijosdalgo de sangre de los de vengar 500 sueldos áureos a fuero de España, como dicho Juan López lo era, y que como a tales les guardasen sus preeminencias en todas partes donde hicieren asiento y morada, por lo que el dicho Juan Rosillo y sus descendientes ganaron su executoria de confirmación, de Felipe II en 9 de marzo de 1575 y 16 de abril de 1581. Son descendientes suyos como venidos de la villa de San Clemente a Málaga sus mayores, los Medina Rosillo (GARCÍA DE LA LEÑA, Cecilio: Conversaciones históricas malagueñas. Parte II. Málaga moderna. Imprenta Luis de Carreras. 1792)

Así el favor prestado a la Corona por estos enemigos del Marqués de Villena tuvo su contraprestación en el reconocimiento de su hidalguía. La duda nos quedará sobre si su hidalguía fue fruto del oportunismo o heredada de esos hidalgos de 500 sueldos, obligados a acudir al llamado del Rey para la guerra. Sobre la hidalguía de estos caballeros vareños se nos plantean muchas dudas. En algunos momentos se reconoce su obligación de poseer armas y caballo, al igual que los caballeros de cuantía, pero a la hora de presentarse en los pleitos lo suelen hacer como hidalgos en posesión, por tal se entendían aquellos hidalgos que gozaban los privilegios y preeminencias de tales, aunque no hubiera padrones de hidalgos (caso de esta zona), en esta posesión podía seguir durante generaciones mientras no se les molestase. Cosa que parece empezó ocurrir desde el mismo momento de la incorporación de Vara de Rey a San Clemente. Pero los hidalgos de Vara del rey también se llaman a sí mismos como hidalgos notorios de solar conocido de devengar 500 sueldos a fuero de España, tal consideración se ha entendido de forma diferente desde quienes quieren ver en los 500 sueldos la cantidad estimada para vengar sus injurias a otros que ven en los 500 sueldos la cantidad devengada por los hidalgos cuando iban a la guerra. En este sentido, ya se conocen algunas regulaciones desde la época de Alfonso X el Sabio, que marcan la evolución desde los caballeros villanos a estos nuevos hidalgos de soldada.

Entre los enemigos del alcaide de Alarcón ocupaba un lugar destacado Fernando de Peralta. Quizás porque en una tierra de hidalgos, como era Vara de Rey, resultaba muy difícil romper las fidelidades y lazos familiares con el marqués de Villena. ¿O quizás era más fácil? Pues los hidalgos de Vara de Rey se reivindicaban como una nobleza independiente del Marqués y sus criados y anterior en el tiempo. Creemos que, aunque estaríamos tentados de pensar en sus orígenes en tiempo de la Reconquista de Alarcón, es más plausible la hipótesis de su surgimiento en tiempo de los Trastámara. El caso es que los Pacheco intentaron ganarse la fidelidad de los hidalgos de Vara de Rey, con sueldos y dineros (y también con alguna alianza matrimonial, caso de los Montoya), pero las obligaciones de los caballeros de Vara de Rey eran anteriores a la presencia de Juan Pacheco en la zona. Los caballeros de cuantía de Vara de Rey (o tal vez hidalgos de devengar 500 sueldos según fuero de Castilla) tenían obligación de poseer armas y caballos, y tal como reconocía uno de ellos, Gómez García de la Serna, mantenían un trato diferenciado respecto al resto de vecinos, juntándose en ayuntamientos propios
que sienpre auía visto al dicho Fernando de Peralta e al dicho su padre e cada uno dellos en su tienpo ayuntarse con los otros homes fijosdalgo del dicho logar sus vezinos e en sus ayuntamientos así como fijosdalgo e que así oyeron deçir que se ayuntaua su ahuelo del dicho Fernando de Peralta e que sienpre los viera a todos hellos e en el dicho tienpo que los conoçiera andar y estar como homes fijosdalgo e en áuitos de homes fijosdalgo teniendo cauallos e armas

Fernando de Peralta era hijo de Fernán Sánchez, Caballero, y Elvira Sánchez, y nieto de Fernán Sánchez Calanzo, todos moradores de Vara de Rey. Fernán Sánchez Calanzo tenía tres hijos: Fernán, García y Juan. Fernando de Peralta había nacido dos años después de que su padre se casara en 1433, el cual había nacido hacia 1409 y el abuelo, en fecha indeterminada del último cuarto del siglo XIV. Pero todos los testigos los señalaban como naturales y vecinos de Vara de Rey. Incluso el abuelo era conocido por algún testigo anciano por ser hijo de Simón García, vecino del dicho lugar.

El problema era si los mencionados que se tenían por hidalgos, eran tales o caballeros de cuantía. El padre, Fernán Sánchez, que aparece intitulado como caballero, había participado en las guerras de Granada en tiempo de Juan II. Podemos seguir el itinerario de Juan II a través de las descripciones de Pedro Carrillo de Huete el Halconero (1). La participación en la guerra de Granada debió acaecer en junio o julio de 1431 con motivo de la presencia real en la vega de Granada y la aventura de Ariza la podemos datar a comienzos de agosto de 1429. Parece que se casó con Elvira Sánchez entre ambas aventuras militares según los testigos, aunque la fecha aportada por los mismos, 1433, nos indica que el matrimonio fue posterior. Su propio hijo lo haría en las mismas guerras de Granada en tiempo de Enrique II.
e que fuera el dicho Ferrán Sánchez a la dicha guerra en la conpañía de Martín de Alarcón e de otros fidalgos de aquella tierra
que el dicho Fernán Sánchez cauallero padre del dicho Fernando de Peralta que fuera en seruiçio del señor rrey don Juan nro. padre a la gerra de harriza a seruir por fijodalgo así como fijodalgo e dixo que lo sauía porque este testigo (Miguel Sánchez Temprado) lo viera yr a la dicha guerra e seruir en ella a su costa e misión como home fijodalgo por quanto este testigo estaua a la sazón en la dicha guerra con García Rruyz de Alarcón su amo
Escudo de los Peralta. En el segundo cuartel puede verse el haz de quince lanzas sobre la acequia
http://bdh-rd.bne.es/
Pero quien nos da especial detalle de estos hechos es un vecino de San Clemente, Rodrigo Martínez de Villar de Cantos, que había acompañado en las guerras a Fernán Sánchez de sobrenombre Caballero, narrándonos como el joven había sido nombrado caballero por el propio Juan II en las guerras de Granada, tras una gesta. El padre de Fernando Peralta, que es de imaginar que al igual que el abuelo, tenía la obligación como caballero de cuantía a acudir con su caballo y armas a las guerras (del texto se constata que luchaba a caballo y de otros textos, la obligación militar de costearse estos recursos), fue armado caballero, saltándose todo el cursus honorum que tal hecho implicaba
que este testigo uiera al dicho Fernán Sánchez cauallero padre del dicho Fernando de Peralta yr por el llamamiento del señor rrey don Juan a la vega de Granada e que allí biera este testigo como el dicho Fernán Sánchez fuera harmado cauallero porque el dicho Fernán Sánchez e otros fasta de ochenta honbres de armas entrando un día en la guarda del dicho señor rrey don Juan que los moros fiçieran una açequia e estauan en una viña más de mill e quinientos dellos e puesta paliçada e que los vallos desos dichos moros les tirauan e enclabauan los cauallos fasta tant que se apeaban los dichos honbres de armas del dicho señor rrey don Juan e asimismo el dicho Fernán Sánchez cauallero e asy apeados que juntaron fasta quinze lanzas de armas e las ataran juntas con tocas e las atravesaran en la dicha açequia e pasaron por ellas como por puente para conbatir a los dichos moros fasta que los dichos moros se acoxieran e mataran a munchos de los dichos moros los dichos homes de armas e que por aquello que fiçieron que el dicho señor rrey don Juan los armara caualleros por les dar más honra entre los quales armara asimismo al dicho Fernán Sánchez porque fue él uno de ellos e que asymismo sabía que el dicho Fernán Sánchez cauallero que fuera en seruiçio del señor rrey don Juan a la guerra de hariza e que a entramas las dichas guerras fue a servir como fijodalgo 

Tanto en la guerra de Ariza como de Granada había una obligación de acudir a los llamamientos del Rey. Ahora bien, también denunciaban los pecheros y concejo del lugar de Vara de Rey que el abuelo y el padre de Fernando de Peralta siempre habían pechado y que nunca habían cumplido con los requisitos de cualquier caballero cuantioso, que el dicho Fernán Sánchez sienpre pechara e contribuyera fasta que diz que fuera armado cauallero por el señor rrey don Juan e dende en adelante se escusara llamándose cauallero como quier que no tenía armas ni cauallo ni las otras cosas que deuía según ni cómo ni de la quantía que la ley manda. Se trataba de demostrar que el hecho incidental de la vega de Granada no otorgaba las libertades y franquezas de los fijosdalgo al hijo. De hecho, se acusaba a Fernán Sánchez el caballero de imponer su hidalguía por la violencia, negándose a empadronarse en los libros de pecheros. Se denunciaba que Fernán, junto a los Ruiz de Alarcón y el alcaide de la fortaleza, llamado Juan Villodre, formaban banderiza y habían hecho apalear a un regidor del lugar de Vara de Rey, que intentó empadronarlo para pagar pechos. Tal vez en el estado de necesidad de las guerras del Marquesado, Fernando de Peralta se viera imposibilitado para mantener el coste de un caballo y unas armas y los gastos de cualquier aventura militar. El hecho de que el conflicto viniera por el embargo de una mula de arada, hasta qué punto dependía el hidalgo de la explotación de su hacienda.

Se denunciaba asimismo que Fernando de Peralta no había participado a favor de la Corona en las guerras contra el Marqués de Villena. Fernando de Peralta reconocía dicha inacción por el control que ejercían los Pacheco. Sabemos que en dicha decisión pudo pesar mucho más el miedo y los favores debidos. En el juicio de Hernando del Castillo, alcaide de Alarcón y hombre de confianza de los Pacheco, éste reconocía que Fernando de Peralta había obrado como un traidor con el Marqués de Villena por no servirle en las guerras, habiendo recibido sueldos y dineros de los Pacheco, que habían tratado de ganarse su lealtad. Es justamente la falta de esta lealtad la que había llevado al alcaide de Alarcón, Hernando del Castillo, a tomarle y prenderle los bienes. Además los hidalgos de Vara de Rey estaban divididos en la guerra del Marquesado. Pedro de Montoya, otro hidalgo de Vara de Rey, era fiel a los Pacheco. Estaba casado con una sobrina de Hernando del Castillo, alcaide de Alarcón. Fernando de Peralta acusó a esta mujer de judía. Su marido, Pedro de Montoya, respondió hiriendo en el brazo a Fernando de Peralta y dejándole manco (2).

Si San Clemente era villa de pecheros, que no admitía hidalgos, en Vara de Rey, el reparto de poder entre hidalgos y pecheros estaba más definido. En la aldea había una dehesa, la explotación de cuyas rentas iban a medias entre pecheros e hidalgos. Este reparto a partes iguales de la renta parecía remontarse a veintiocho años atrás, es decir, poco después de la incorporación de Vara de Rey como aldea de San Clemente
que auía una dehesa de yerua en el término del dicho logar, la qual dicha dehesa e la rrenta della dijo que era la mitad de los homes fijosdalgo del dicho logar e la otra mitad de los homes buenos pecheros e de ueynte e ocho años poco más o menos aquella parte e entonzes que los homes fijosdalgo del dicho logar auían leuantado e leuantauan la mitad de la dicha rrenta
Los alcaldes de los hijosdalgo darían la razón, y carta ejecutoria de hidalguía a Fernando de Peralta, obligando al concejo de Vara de Rey a devolverle las prendas tomadas y obligando a pagar unas costas judiciales que ascendía a 14456 maravedíes. Vara de Rey fue incapaz de cumplir la sentencia, por lo que se mandó ejecutor que embargó el horno de pan cocer de la villa y varias reses de ganado ovejuno y cabruno. Tras apelación, lo único que se consiguió fue aumentar las costas en 6820 maravedíes más. Fernando de Peralta obtendría carta de ejecutoria de hidalguía el 24 de noviembre de 1480. La derrota del concejo de Vara de Rey frente a sus hidalgos era total. Juan Alfonso de Palacios que también en 1478 iniciaba pleitos contra el concejo de Vara de Rey, obtendría sentencia favorable en 1494. Ambos vieron reconocida su hidalguía de padre y abuelo e devengar 500 sueldos.


Aunque quien realmente salió derrotada era la villa de San Clemente, que había ayudado a su lugar de Vara de Rey económicamente para llevar los pleitos. Cerrado su gobierno a los hidalgos desde 1445, vio como su aldea de Vara de Rey se convertía en caballo de Troya para romper esta norma: las hijas de los pecheros de San Clemente se casaban con los hidalgos de Vara de Rey, sus descendientes exigían su nueva condición hidalga y su exención tributaria (3). Así, los Castillo y Pacheco, criados del Marqués de Villena, y únicos hidalgos (discutidos en el primer caso) de la villa sanclementina, veían reforzado su núcleo nobiliario con los nuevos integrantes de Vara de Rey. pronto el grupo se reforzaría con hidalgos que, como Martín Ruiz de Villamediana, procedente de Tierra de Campos, venían de lejanas tierras. En el año de 1512, exigirían sus derechos ante la Chancillería de Granada. Pero el concejo de San Clemente no era tan débil como el de su aldea de Vara de Rey y resistiría veinticinco años para que dichos derechos se vieran reconocidos.



Testigos de Vara de Rey a favor de Fernando de Peralta en 1478

Juan López de Perona, morador de Vara de Rey, presenta los testigos
Pedro de Barriga, morador de Vara de Rey, presenta los testigos
Juan García Moreno, morador de Vara de Rey, hijo de Fernán García que Dios haya, alrededor de 63 años. Se llama a sí mismo hidalgo.
Gómez García de la Serna, morador de Vara de Rey, hijo de Juan Gómez de Cañada Juncosa. Se llama a sí mismo hijodalgo
Aparicio Sánchez, morador de Vara de Rey, hijo de Martín Sánchez de Meza
Martín García, morador de Vara de Rey, hijo de Martín García
Gonzalo Rodríguez, morador de Vara de Rey, hijo de Pedro Rodríguez; pechero
Miguel Sánchez Temprado, vecino de San Clemente, hijo de Miguel Sánchez Temprado; pechero de 90 años
Juan Sánchez de Albelda, vecino de San Clemente, hijo de Hernán Sánchez de Albelda
Rodrigo Martínez del Azoguejo, vecino de San Clemente, hijo de Lope Martínez del Azoguejo
Pascual García del Campillo, vecino de San Clemente, hijo de Juan García del Campillo
Rodrigo Martínez de Villar de Cantos, vecino de San Clemente, hijo de Pedro Rodríguez de Villar de Cantos; pechero de 67 años, había nacido y vivido hasta los treinta años en Vara de Rey, momento en que se pasa a vivir en San Clemente
Ruy López de Cañada Yncosa, vecino de Cañavate, hijo de Ruy López de Cañada Yncosa

Testigos presentados en segunda probanza por Fernando de Peralta

Miguel Martínez de Buenache, vecino de El Provencio
Miguel López de Perona, hijo de Juan López de Perona, vecino de Minaya
Alfonso de Montoya, hijo de Fernán Álvarez de Montoya, vecino de San Clemente
Alfonso López, hijo de Alfonso López de Garcilópez, vecino de San Clemente
Pedro Barriga, hijo de Martín Sánchez Barriga, morador de Vara de Rey
Gil Sánchez de Jávaga, hijo de Juan Sánchez de Jávaga, morador de Vara de Rey
Alfonso López Carrelero, vecino de Cañavate
Andrés Martínez de la Atalaya, vecino de Alarcón

Testigos presentados por el concejo de Vara de Rey, contra la hidalguía de Fernando Peralta

Pedro Sánchez de Enguidantes, hijo de Martín Sánchez de Herrera, vecino de Villanueva de la Jara
Pedro López, hijo de Alvar López, morador de Vara de Rey
Juan Martínez Collado, hijo de Juan Martínez Collado, morador de Vara de Rey
Juan de Sevilla, regidor y morador de Vara de Rey
Juan Sánchez Collado, hijo de Fernán Sánchez de Mateo Sánchez, morador de Vara de Rey
Antón López, hijo de Pedro López, morador de Vara de Rey
Pedro López de Huete, hijo de Pedro López, morador de Vara de Rey
Juan Gómez, hijo de Benito López, morador de Vara de Rey
Gil Sánchez de Jávaga, hijo de Juan Sánchez de Jávaga, morador de Vara de Rey

(1) CAÑAS GÁLVEZ, Francisco de Paula: El itinerario de la Corte de Juan II de Castilla (1418-1454). Silex. Madrid. 2007. pp. 245-246 y 264-265
(2) GARCIA MORATALLA, José Joaquín: La tierra de Alarcón en el señorío de Villena (siglos XIII-XV) IEA Don Juan Manuel. Albacete, 2003, p. 217
(3) dis que tyenen las dichas fidalguías en algunas personas syngulares de vos el dicho conçejo tenéys parte en el rregimiento e governaçión de la dicha villa e que tenéys casadas vuestras hijas e nietas con hijos e hermanos de las personas que tyenen las dichas fidalguías 
(Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 148003, 248)
BNE. Mss. 11670. Hidalguía de Fernando de Peralta. Traslado de 1488
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domingo, 24 de julio de 2016

De un hidalgo de Vara de Rey (1478)

Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción
Juan Alfonso de Palacios, morador en Vara de Rey, era hombre hijodalgo de padre y de abuelo y de devengar 500 sueldos según fuero de Castilla. Así se presentaba él mismo en el pleito con los concejos de San Clemente y Vara de Rey para ver reconocida su hidalguía y tildar su nombre en el repartimiento de los pechos.

Las expresiones hijodalgo de padre y abuelo y de devengar 500 sueldos no eran palabras huecas, sino que Juan Alfonso de Palacios las utilizaba intencionadamente para hacer valer una hidalguía de tiempo inmemorial. Era la suya una hidalguía de sangre, por aquello que el Rey puede fazer cavalleros más no fidalgos, fundada en tres generaciones, que la memoria oral de la familia remontaba al abuelo sesenta años más atrás.

syéndole e debiéndole ser guardadas todas las honras e franquezas e livertades e habían e deuían aver e heran guardadas al dicho su parte e a los dichos su padre e ahuelo de diez e veynte e treynta e quarenta e sesenta años aquella parte e más tienpo de tanto tienpo aquella parte que memoria de onbres no era en contrario

 Era también una hidalguía de fuero, además de inmemorial, de los que devengaban 500 sueldos, es decir, de los que tenían el derecho a cobrar 500 sueldos en caso de injurias, según costumbre que se remontaba al derecho visigodo y que sería recogida por el Fuero Juzgo. Aunque hay autores que creen que los 500 sueldos hacen referencia a la paga que recibían de los Reyes los hidalgos por acudir y servirle en la guerra.

A decir de don Juan, su hidalguía y la posesión de la misma nunca había sido discutida, pero ahora desde que en 1445, Vara de Rey había caído bajo la jurisdicción de San Clemente, se le había incluido en los padrones para los repartimientos como un pechero más. Su oposición a pagar pecho alguno, había sido respondido por la justicia de Vara de Rey, y hemos de suponer que por la de San Clemente, con la toma de prendas o secuestro de bienes. Por la cuantía de las prendas, 1200 maravedíes, es indudable que la justicia de San Clemente andaba detrás, pues aunque Vara de Rey, contaba con alcaldes pedáneos desde 1445, éstos no tenían jurisdicción más allá de las causas civiles de 60 mrs.

El concejo de Vara de Rey tenía una visión diferente, que es difícil discernir si se movía entre la verdad o las tópicas alegaciones de las villas en estos casos. Según el concejo de Vara de Rey, la familia de Juan Alfonso de Palacios era un ejemplo más de aquéllos que se hacían pasar por hidalgos por aquellos lugares que pasaban o bien procedían de lugares que por privilegios tenían otorgadas ciertas exenciones y franquezas para no pechar. No obstante, a Juan Alfonso de Palacios, los alcaldes de la Sala de los Hijosdalgo acabarían dándole la razón catorce años después, el 30 de mayo de 1492, condenando al concejo de Vara de Rey a 450 maravedíes de costas y a devolver las prendas tomadas por un valor de 1200 maravedíes. Provisto de su carta ejecutoria con su correspondiente sello pendiente de hilos de seda se presentaría Don Juan ante los concejos de San Clemente y Vara de Rey, que, lejos de impresionarse, ignoraron la ejecutoria, obligando al hidalgo a pedir nueva carta de emplazamiento para ver reconocidos sus derechos. El concejo de Vara de Rey respondería consiguiendo un interlocutoria para que las partes presentarán nuevas probanzas, aportando una probanza de testigos en contra de la hidalguía de Juan Alfonso de Palacios, que sería desechada. La sentencia definitiva reconociendo la hidalguía sería dada en Valladolid un 10 de mayo de 1494. El concejo de Vara de Rey tuvo que aceptar la condición de hidalgo de don Juan, pero quien realmente claudicó era el concejo de la villa de San Clemente.

Vara de Rey es un pueblo de hidalgos. Los apellidos Alfonso y Palacios nos aparecen citados cien años después en las relaciones topográficas de Felipe II, junto con otros, hasta reconocer que en la villa había ochenta familias de hidalgos. La cifra viene corroborada por las declaraciones de testigos de un año antes. Pero lo llamativo es que la presencia de hidalgos en Vara de Rey se adivina en sus inicios más numerosa y significativa que en San Clemente. Es llamativo que cuando Vara de Rey (junto con Pozoamargo y Sisante) pasa a depender de San Clemente y se han de contar los vecinos que pasan a jurisdicción señorial del Marqués de Villena, solo se cuentan diecinueve vecinos pecheros (por ciento treinta de San Clemente). La cifra no parece irrisoria, y más comprendiendo tres lugares, si la comparamos con los 156 vecinos de 1528 o los 210 vecinos que tiene Vara de Rey en 1537, cuando obtiene el título de villa e infravalorada con la población que debía tener el pueblo en 1445. Hemos citado el caso de los vecinos principales y pecheros de San Clemente que hacia 1480 casaban sus hijas con los hidalgos de Vara de Rey; el ejemplo de Juan Alfonso Palacios es un temprano ejemplo de la defensa de los hidalgos de Vara de Rey de sus exenciones y franquezas frente a la pechera San Clemente. Pero lo significativo es que la defensa de la hidalguía se hace desde la justificación de una condición inmemorial, que el concejo de Vara de Rey no pudo rebatir con la probanza de testigos presentada, y que don Juan Alfonso Palacios pedía simplemente lo que era algo común en el lugar: el respeto a las franquezas y exenciones de que gozaban otros hidalgos, sus vecinos. Hidalgos de tiempo inmemorial de los que devengaban 500 sueldos y podían mostrar con orgullo su nobleza, tal como nos recordará don Quijote de sí mismo muchos años después:

Bien, es verdad que yo soy hijodalgo de solar conocido, de posesión y propiedad, y de devengar quinientos sueldos




Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, REGISTRO DE EJECUTORIAS, CAJA 69,16. Ejecutoria del pleito litigado por Juan Alonso de Palacios, vecino de Vara del Rey (Cuenca), con el concejo, justicia y regimiento de Vara del Rey, sobre hidalguía. 1494

sábado, 23 de enero de 2016

Hidalgos vascos en San Clemente: los Mondragón

Juan de Orbea y Mondragón debió llegar, procedente de Guipúzcoa, a la villa de San Clemente hacia 1525. Desconocemos los motivos que le obligaron a venir a estas tierras. Aunque el oficio que aparece asociado a su apellido en otro expediente, platero, nos hace suponer que vería su oportunidad de negocio para su trabajo en una villa en expansión y que en las décadas siguientes iniciaría la primera fase de remodelación de su iglesia parroquial de Santiago, a cargo de su paisano vizcaíno y arquitecto Domingo de Meztraitúa. El caso es que, a pesar de su artesanal oficio, unos veinte años después se sentía lo suficientemente integrado en esta villa manchega como para hacer valer, como buen vasco, sus orígenes hidalgos. Hasta entonces había sido tratado y se había comportado como un pechero más. Ni siquiera había hecho valer su condición hidalga a la hora de avecindarse en la villa, o al menos presuponemos este hecho, pues no se referirá a esta posibilidad cuando litigue su nobleza. La razón estaría en su falta de ambición, o sus limitaciones, para ocupar oficios concejiles. Así cuando en la década de los cuarenta, al calor de los numerosos pleitos entre el concejo de San Clemente y los vecinos principales del pueblo que luchaban por su hidalguía, intento hacer valer su sangre nobiliaria, se encontró con la oposición y desprecio de la oligarquía cerrada de los regidores perpetuos que estaban accediendo por compra de sus oficios al poder municipal.

Pero Juan de Orbea Mondragón podía alegar lo que pocos podían presumir en el pueblo, y menos los advenedizos al poder local: un tronco familiar sin una mancha de raíz infecta y una casa solar en pie allá en Orbea, jurisdicción de Éibar, testimonio de sus orígenes. Es más, y esto debió doler a los hidalgos sanclementinos, en Gupúzcoa, dada la condición general de hidalguía de su población, no había lugar para los pecheros. Si el grupo de nobles sanclementinos era cerrado, aún así, era bastante permeable con respecto a la exclusividad de una sociedad vasca que no aceptaba al foráneo. Dicho de otro modo la sociedad sanclementina empezaba a cerrarse, pero la vasca se negaba a abrirse:

la provincia de guipúzcua haze siempre muy grande pesquisa e inquisición quando quiera que venía a vivir a ella alguno de fuera de ella para saber si hera hombre fijodalgo o pechero o de linage de pecheros y si parescía que era hidalgo le dexavan vivir en la dicha provincia y si no, no le consentían vivir en ella

Uno por uno los testigos vascos presentados por Juan Orbea Mondragón, todos ellos hidalgos por supuesto, declararon a favor de las raíces nobles del pretendiente; haciendo hincapié que por cada hidalgo vasco siempre existía, atestiguando la condición, la correspondiente casa solar. Además allí todos sabían quién era cada cuál; conocedores de su pasado y del ajeno:

conoscía al dicho juan de orvea mondragón desde niño pequeño e que ansímismo conosció al bachiller juan de orvea su padre e que también conosció a ochoa de orvea su abuelo y padre de su padre y que al que litigava conoscía dende niño pequeño acá al qual conosció viviendo con su padre de la villa de mondragón donde él hera casado a la dicha villa de ybar muchas vezes y que al dicho su padre le conosció en la dicha villa de ybar en casa de su padre criándose en la dicha su casa y después le conosció casado en la dicha villa de mondragón por tiempo y espacio de treynta años poco más o menos fasta que fallesció diez e ocho años poco más o menos y que al dicho su avuelo padre de su padre del que pleyteaba le conosció por tiempo y espacio de quinze años poco más o menos fasta que fallesció quarenta años poco más o menos...
... y que conoscía y conosció deudos y parientes de partes del padre y avuelo del que pleyteaba por línea rreta de varones que avían sido y heran hombres fijosdalgo notorios y conoscidos porque especialmente conosció juan pérez de orvea que fue dueño de la casa solar de orvea sorayn que es en la juresición de la dicha villa de ybar, que era primo carnal del que pleyteaba donde venían y dependían todos los de orvea padre y avuelo 
(Declaración  de Francisco Ibáñez de Ibarra, escribano de la villa de Éibar)

Juan de Orbea Mondragón obtendría sentencia favorable de hidalguía de la Chancillería de Granada el 24 de mayo de 1547, y algún tiempo después la correspondiente ejecutoria (sin  que podamos saber la fecha exacta por encontrarse parcialmente roto el pergamino que la contenía). El ayuntamiento de San Clemente lo aceptaría como hidalgo en su sesión de trece de junio de 1551. Pero una vez más, en esa reunión contaban tanto o más las ausencias que las presencias. Ninguno de los Herreros o de los Pachecos asistió a la sesión, actuando como anfitriones la rama lateral de los Origüela, los Tébar, y sus aliados. Allí estaban Andrés González de Tébar, alcalde ordinario, y los regidores Alonso de Valenzuela, Gregorio Castillo, y Pedro de Tébar. El resto de regidores prefirió ausentarse de la villa, antes que sufrir el oprobio de recibir un nuevo advenedizo en su círculo:

...syn los demás señores del ayuntamiento que ginés de moya portero de dicho ayuntamiento dio fee que no están en la villa ...

San Clemente, tierra de oportunidades, veía una vez más el ascenso social de uno de sus vecinos recién llegados. Pero poco duraría a la familia Mondragón su reconocimiento; un turbio incidente del hijo de Juan de Orbea en el prostíbulo de la villa, truncaría el ascenso social de los Mondragón. Es lo que pretendemos narrar en próximos capítulos con la lectura del expediente judicial que al respecto se conserva en el Archivo de Simancas.

                                                                                 (continuará)






ACHV (Archivo de la Chancillería de Valladolid), PERGAMINOS, CAJA 14, 2.  Ejecutoria de hidalguía de Juan de Orbea Mondragón. 1547