Barchín del Hoyo estaba a 84 leguas de la ciudad de Sevilla, pero hasta el pueblo llegó la noticia de la Casa de la Contratación que anunciaba en 1640 la muerte en 1636 y en el Perú de un vecino de la villa, Cristóbal Gómez, que había emigrado a Indias. Aunque la heredera es su hermana Juana García, al haber muerto los herederos serán sus sobrinos, un total de 990 pesos.
Cristóbal Gómez era un sastre, hijo de Hernán Gómez de la Jara y de Elvira de Liébana, vecinos de Barchín del Hoyo y emigrado a la Ciudad de los Reyes o Lima. En su testamento dejará como albaceas al almirante Andrés de las Infantas, del hábito de Santiago, al padre Jerónimo de Bohórquez y a Andrés Muñiz. Nombrará por heredera a su hermana Juana García, viuda de Cosme Peinado, y si fuere muerta a sus sobrinos Juan Gómez de Villanueva y Carmen Peinado. Si su herencia no fuera enviada a España a su alma.
Cristóbal Gómez era hermano veinticuatro de la cofradía de la Concepción con capilla en el convento franciscano de Lima, donde pedirá ser enterrado y amortajado con el hábito franciscano. De las cuentas de sus deudores y lo que él debía se deduce que Cristóbal había conseguido una posición social e innumerable tratos con mercaderes. Vivía en una casa de alquiler en la calle llamada de los Mercaderes en la Ciudad de los Reyes (Lima).Para su servicio doméstico contaba con una esclava negra, Antonia; también tenía en la condición de esclavo a un criollo llamado Nicolás, que era oficial de sastre y le ayudaba en el oficio, y poseía además otros tres esclavos negros, dos hombres y una mujer. Circunstancialmente, trabajaban para él indios en la sastrería como el indio Juan Alonso.
Cristóbal Gómez tenía una vida llena de relaciones sociales. Su esclava negra, Gracia (y su cría Isidora), procedía de Angola. Su casa estaba repleta de todo tipo de objetos de plata y oro, muebles, ajuar, vestidos y armas. Adornada con cuadros de pinturas y esculturas: dos cuadros de emperadores romanos, una imagen de Cristo, un cuadro de la Concepción, otro de la Adoración, un cuadro del beato Francisco Solano y otro de San Francisco.
Gran parte de la fortuna se quedó en manos de los albaceas o de las misas encargadas tras su muerte, un total de setecientas. Para que nos hagamos una idea la almoneda de un esclavo negro y de la esclava negra y su niña se adjudicaron por 900 pesos de ocho reales, después de ser pregonada su venta por otro negro en la plaza de Lima.
Cristobal Gómez se había ido a Indias con treinta años, al morir su padre. Allí había hecho una gran fortuna y enviaba a su hermana, junto a las cartas, cantidades periódicas de dinero. En su pueblo de Barchín del Hoyo tenía fama de ser poderoso y rico