El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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sábado, 15 de octubre de 2016

Descripción de Sisante por un corregidor desagradecido (siglo XVIII)

Sisante era a mediados del siglo XVIII una villa próspera. En 1635*, se había eximido de Vara de Rey y conseguido el título de villa; ahora con sus 900 vecinos la supera demográficamente y como centro administrativo. Contaba ya con un corregidor cuya jurisdicción se extendía a Vara de Rey, Casas Benítez, Casas de Guijarro y Pozo Amargo. No veía tal prosperidad el corregidor recién nombrado que le dedicó las coplas satíricas que reproducimos a continuación. 

Ayuntamiento de Sisante
El corregimiento de Sisante era un corregimiento menor, punto de partida para la carrera administrativa de cualquier burócrata, pero, poca cosa sin duda, para el ambicioso autor de estas coplas. Describe la villa como un pueblo de casas de poco porte (pues casas de Nacimiento he visto de mayor talla), que dan poca prestancia al pueblo (la tal villa debe ser subterránea). En algún momento, llega a compararlo con una zahúrda. Tal corregidor debió llegar en un primer momento del establecimiento del corregimiento, previamente a la construcción de edificios civiles de mayor porte, como las casas de diferentes familias hidalgas o como el ayuntamiento, finalizado en 1789.


***

Relación que hizo un correxidor al recivimiento que le hizo la villa de Sisante en tierra de la Mancha, la que embió á un amigo á la Corte, pintando todo lo acaecido en el día de su entrada

LLegue Señor, y aquí empieza, 
lo que aquí nunca se acaba,
llegué, y al llegar aquí, 
ö quién aquí no llegara!

LLegué á ver no ya en ydea
la ynsula Barataria
ó fue un lunes por la noche,
ó un día por la mañana.

sábado, 6 de febrero de 2016

Sisante y La Roda según la Geografía de Tomás Mauricio López (1796)

Sisante

La población de Sisante tiene apariencias de ser muy moderna: es villa desde el año de 1635, en que se eximió de la de Vara del Rey, habiéndola sobrepujado tanto en vecindad, que en el día podía ser aquélla aldea de esta. Se compone de 900 vecinos, y se gobierna por u  corregidor que nombra S. M. y cuya jurisdicción se extiende también á la de Vara de Rey, Casas Benítez, Pozo Amargo y Casas de Guijarro, constando su ayuntamiento de 10 regidores perpetuos con los demás oficiales comunes en los otros pueblos. Es parroquia independiente desde el año de 1774, en que la separó de Vara de Rey el Ilustrísimo Señor Don Sebastián Flórez Pabón, Obispo de Cuenca: su párroco mantiene dos tenientes en esta villa y otro en Pozoamargo. Hay un monasterio de monjas de la primitiva regla de Santa Clara, fundado el año de 1714, habiendo sido béaterio 19 años antes: se fundó por dirección del V. P. Christóbal Hortelano, presbítero y vecino de esta villa, con el Excelentísimo Señor Don Guillén de Moncada, Marqués de Aytona, dexándole el primero todos sus bienes, y el segundo 300 ducados anuales, que juntos con igual cantidad, que añadió la última Señora Marquesa, componen una suficiente dotación. Se venera en la iglesia de dicho convento una Imagen de Jesús Nazareno, obra de la célebre escultora doña Luisa Roldán, de quien es también la Imagen de Nuestra Señora de los Dolores colocada en el propio convento. el ya expresado P. Hortelano fué también fundador de la Escuela de Christo en esta villa, y mirió en Madrid á 17 de marzo de 1722, habiendo sido depositado su cuerpo en la parroquia de San Sebastián, hasta que en mayo de 1723 le trasladaron á esta villa de Sisante.

Dista ésta de Cuenca 12 leguas, y confina su témino con Tébar, Vara del Rey, Villargordo, Alarcón y el río Xúcar, sobre el qual tiene tres molinos harineros. El término de este pueblo es muy corto, pero feráz aun siendo la mayor parte de él cantorral, guijarral y arenisco; pero la grande laboriosidad é industria de sus vecinos lo utilizan en gran manera con excelente plantíos de viñas, olivares, azafranares y zumacares. De los 900 vecinos que componen la población, 50 ó 60 son los hacendados, siendo las mugeres por lo general muy diestra en el hilazo de cáñamo. Tiene dos montes, llamado el uno de la Olivilla y cerro de la Muela, y el otro de la Sierra, forman entre los dos un valle, Al oriente de esta población siguiendo la corriente del río Xúcar, hay un bosque poblado de diferentes matas.

Los granos que produce este terreno son muy buenos, pero no se cogen los suficientes para el consumo del pueblo: el vino es tan bueno como el mejor de la Mancha, que lo venden por de Valdepeñas: el azafrán es de excelente cantidad, y los Holandeses le anteponen a lo que se coge en lo restante de la Mancha, excepto el de Albacete; el aceyte no cede al de Andalucía, y hay también bastante cantidad de esparto. Los vecinos tienen la loable costumbre de ropas fabricadas en sus mismas casas: hay un mercado el viernes de cada semana. Asimismo se halla con estudio de lengua latina, dotado de 100 ducados del caudal de propios: cuando inquirimos estas noticias se lamentaban sus naturales de no tener estudio de primeras letras. Es un pueblo bastante sano. Hay canteras de piedra blanca buena para edificar, fácil de labrar, tersa y durable: en una colina cerca del pueblo se encuentran jaspes vastos. Tiene esta villa por armas dos calderos con una cruz en medio en campo azul.

La Roda

La Roda es una villa puesta en llano, y en medio del pueblo hay un cerro que la domina, teniendo su término y jurisdicción por todos ayres quatro leguas. Es el pueblo de mucha antigüedad, y en lo eminente del cerro expresado hay señales de haber habido un castillo en el sitio que actualmente ocupa en la iglesia parroquial: en la muralla de en medio hay un epitafio de letra cursiva que dice así: "Castillo fatal á quien un rayo rompió, y el agua desmoronó". En la descripción que de orden del señor Felipe II se hizo de este pueblo el año de 1579, se llama este castillo Roba, donde cometían muchos robos. Consta por esta descrpción que hubo un Moro que rindió vasallage al rey Don Alfonso VI, que se rebeló y fortificó el Castillo, que dentro de él mataron los Moros al Infante Don Ramiro, hijo del Rey Don Sancho de Navarra año de 1083, y también al Conde de Cabra Don García, por cuyo motivo le conquistó el Rey, y volvió después a poder de los Moros, siendo recuperado por el Rey de Castilla Don Alfonso IX, quien poblándole dio á la villa el nombre de la Robda, y después del año 1500 se intitula La Roda.

Acredítase la antigüedad de esta villa en no haber sido eximida, ni sujeta á otro pueblo; y de haber estado comprehendida y señalada por la Mancha de Aragón: este castillo fue una de las mayores fortalezas que tuvo en Castilla el Rey de Aragón, y en él estuvo el Rey Zafadola, quien quedó por súbdito del Emperador Don Alonso; y se le dio en señorío al Príncipe Don Sancho, que hacía poco había nacido. Fué en lo antiguo esta villa del Marquesado de la ciudad de Villena, y sus privilegios fueron cartas de mercedes, fuerzas, firmezas, libertades, buenos usos y costumbres, confirmados por el Infante Don Manuel y Don Fernando hijo de Don Juan en 13 de septiembre de 1372. La señora Doña Isabel Reyna de Castilla, porque tomó las armas en favor de esta Real corona, la agregó a ella, prometiendo no enangenarla , cuyo privilegio fue en Toro á 25 de octubre de 1476- Colígese también la antigüedad de esta villa por el privilegio que le concedió la señora de Doña Elvira, hija del Rey don Fernando, y nieta del Infante Don Juan Manuel, para hacer una dehesa sobre el vado del Galapagar del río Xúcar y la Romerosa año de 1394. El derecho que llaman de Roda es el portazgo que pagan los caminantes que pasan por ella y su término de las mercancías que conducen.

Tiene por armas esta villa un castillo con corona abierta, una R en medio, con una F que rodea el castillo, y por orla tiene un rótulo que dice: "la muy noble y leal villa de la Roda": significan la R y la F abreviadamente, Roda Fuerte, goza esta villa por costumbre inmemorial tres días de feria franca, que son el 10, 11 y 12 de septiembre de cada año, y en virtud de Real Privilegio usa mercado el sábado de cada semana. Hállase en la carrera de Valencia, Cartagena y otras partes. Se compone su población de 1400 vecinos, Dista 16 leguas de Cuenca, confinando con Fuensanta, La Gineta, Montalbos, Barraxa, el Cerro, Minaya y Vara de Rey. A dos leguas hacia oriente pasa por su término el río Xúcar, en cuya ribera está el molino llamado del Concejo con 7 piedras de moler y su barca para transitar á la otra parte. Hay un convento de religiosas Trinitarias calzadas, un hospicio  de religiosos Franciscos, con dos cátedras dotadas, una de gramática y otra de teología moral, y tambie´n un hospital para los pobres transeúntes. Esta abierto este pueblo, con calles muy anchas, hermosos edificios y casas. La tierra de este término es llana, toda de labor y por estar distantes de la población tienen sus vecinos para recoger las labores y ganados de más de 100 cortijos ó casas de campo que se llaman aldeas. Ascienden los corderos que se crían a 5000: son excelentes y mejores que los de toda la Mancha.

Hay cerca el pueblo unas minas que llaman los Terreros, de tierra muy blanca y fuerte, de la que se sirven en la Mancha para blanquear las casas, sacar manchas y purificar los vinos. Es este pueblo muy sano, sus ayres puros y gente de muy avanzada edad, excediendo todos los años en dos partes el número de nacidos al de muertos, por lo que desde el año de 1579 de la citada descripción hasta el día, se ha aumentado en 600 vecinos. Hay fábrica de teja y de ladrillo, lienzos y paños los que gastan sus habitantes. Fue natural de este pueblo Don Juan de Rojas, Colegial Mayor de Cuenca en Salamanca, Inquisidor de Cuenca y Valencia, Visitador General del a Inquisición de Palermo, Obispo  Gergento: murió electo Arzobispo de Palermo el año de 1578, dexando escritas varias obras. Fué también  esta villa Pedro Carrasco Brabo, el qual en la guerra de Xátiva, siendo capitán, se señaló en el servicio de S. M. Hernando Ramón de Perona señalóse en el puerto de Campeche por sus hazañas. Juan de la Torre de Alarcón en la expedición de los moros contra las Alpujarras gastó su patrimonio. Juan Zapata de Castañeda mantuvo en dicha expedición de las Alpuxarras 20 hombres. Fueron memorables en las guerras de Italia otros muchos, tales como los Manoveles, Moragones, Thomás López, Thomás Prieto, &c. Son anexos de esta parroquia las villas de la Fuensanta, el Cerro y la aldea de Montalbos.


LÓPEZ, Tomás Mauricio: Geografía Histórica Moderna. Tomo II. Comprehende las provincias de Toledo, Guadalaxara y Cuenca. Imprenta de la viuda de Ibarra. Madrid. 1796. BIBLIOTECA DE LA ABADIA DE MONTSERRAT. pp. 288-292

viernes, 8 de enero de 2016

Los oficios de regidores de Vara de Rey: ¿hidalgos frente a pecheros o el bien común al servicio de los ricos? (1574)

El 16 de junio de 1574 el gobernador del marquesado de Villena, licenciado Santotis, por entonces en Albacete, recibe la visita de Juan Lucas, vecino de Vara del Rey, provisto de una cédula real, pide para él y para su convecino Felipe Valero se les concedan dos oficios de regidores que han de ser acrecentados en su pueblo. Ese mismo día, y poco después, se presentó también ante el gobernador y con la misma real cédula, un hidalgo de Vara del Rey, que tenía casa en una aldea de esa villa, Pozo Amargo, llamado Álvaro de Montoya; su petición, no declarada en el expediente que analizamos, era que no se debían acrecentar los dos oficios de regidores sin una información de testigos previa, pues se consideraba que la entrada de dos nuevos regidores pecheros rompía el equilibrio entre el estado de los pecheros o, como se decía, labradores, y el estado de los hidalgos. Tanto Juan Lucas como Álvaro de Montoya presentarían testigos para defender sus opuestos puntos de vista.

Para hacer esa información de testigos el licenciado Santotis, acompañado del escribano de comisiones y órdenes del marquesado, Francisco Rodríguez de Garnica, se desplazó a Vara del Rey el día 22 de junio de 1574. Allí escucharía las opiniones divididas de labradores e hidalgos sobre el proceder de la provisión de oficios. Vara de Rey contaba con alrededor de quinientos cincuenta vecinos, distribuidos según uno de sus vecinos, entre los trescientos cincuenta de Vara de Rey, y los doscientos de sus aldeas y tierra, Sisante y Pozo Amargo. Añadía que había alrededor de sesenta o setenta casas de hidalgos. Otros testimonios rebajaban la cifra a cuarenta o cincuenta, pero el vecino Juan Escribano, antiguo alcalde, elevaba la cifra a ochenta o noventa, haciéndola coincidir con las de las Relaciones Topográficas de dos años después (1).

Los testigos presentados por Juan Lucas, pertenecientes al estado de los labradores, fueron Garci Fernández, Juan López, escribano del ayuntamiento, Alonso López de la Plaza y Pedro Rodríguez escribano de la villa. Todos ellos reconocían que la villa de Vara del Rey contaba con once regidores, de los que tres de ellos desempeñaban además los oficios de depositario, alférez y fiel ejecutor. De los once regidores, siete estaban en manos de los labradores y cuatro en poder de los hidalgos. ¿Por qué razón se había roto el equilibrio a favor de los pecheros? Según los testigos, porque los hidalgos acuciados por la necesidad o llevados por el afán de lucro habían vendido tres de sus oficios a los labradores:

       e que la causa porque los hijosdalgo dieron los dichos tres oficios a los dichos labradores fue porque les dieron por ellos más cantidad de dineros que les habían costado

De hecho los hidalgos Diego Pérez de Oviedo y Diego Montoya de Espinosa habían vendido sus oficios de regidores por 216 ducados. El primero lo había comprado a la Corona por 60.000 maravedíes, unos 160 ducados, y el segundo lo tenía por venta de su propietario, el también hidalgo Martín de Buedo. El otro hidalgo que había vendido su oficio a un labrador había sido Martín de Villamediana, que a su vez lo había comprado a Juan de Porras por doscientos ducados para revenderlo por 240 ducados. No cabe duda, que en este mercadeo de oficios participaban todos, independientemente de su condición hidalga o pechera. Garci Fernández no dudaba en poner precio al oficio de regidor en ese momento, doscientos veinte ducados.

No siempre había sido así. La venta de regidurías perpetuas, que oscilaban en un principio entre 80 y 100 ducados, había roto el equilibrio entre los dos estados a favor de los primeros compradores, hijosdalgo. Pero hemos de suponer que la crisis generada por la guerra de los moriscos de Granada hizo especialmente mella en algunas familias hidalgas que cedieron el poder municipal a los labradores (entiéndase también ganaderos enriquecidos). Los citados Diego Pérez de Oviedo, Diego Montoya Espinosa y Martín de Villamediana vendieron sus oficios a los labradores Rodrigo López, Garci Fernández el viejo y Juan Escribano. Una renuncia, añadían los testigos del bando de los labradores, guiada por un interés puramente crematístico en el contexto de unas excelentes relaciones de vecindad entre todos los vecinos, hidalgos o pecheros, donde no había lugar para pasiones o bandos; tan sólo diferencias de opiniones. Aunque se reconocía que ambos estados aspiraban a tener el mayor número de regidores. No debería haber inconveniente, se añadía,  en que se acrecentaran dos oficios en manos de los mencionados Juan Lucas y Felipe Valero, por ser personas honrradas e rricas e de buen zelo.

Pero no era ese el parecer de los hijosdalgo de Vara de Rey. La presentación de testigos correspondió a Álvaro de Montoya, que pidió se agregaran a las preguntas de la información del gobernador otras propias del estado de los hijosdalgo y que denunciaban el malestar de los hijosdalgo:

si saben que en esta villa Su Magestad tiene hecho merçed y probeído de ocho rregidores perpetuos los quales son seis pecheros e dos hijosdalgos e tres ofiçios con boto que es alférez depositario e fiel executor e de estos tres no goza más que el uno de hijodalgo e que los diez botos de estos honçe son de una opinión sólo uno ay en contra y se elijen los ofiçios por botos hechan los alcaldes y alguaçil de su mesma opinión  e bando desta causa compran los ofiçios con los propios de conçejo e soliçitan sus negocios  a costa de la villa la qual tienen tiraniçada y se comen las dehesas e cotos puniendo todos los ofiçiales de su mano y quieren tomar los ofiçios para que no aya quien le baya a la mano
Yten si saben que de que los hijosdalgo an tenido mano en la rrepública a sido más bien rregida e gouernada que tenyendo la opinión sola de los labradores como de presente la tienen
Yten si saben que de tres ofiçios dalgo an bendido a pecheros solo uno se ubo por merçed de su magestad que fue diego pérez el qual rregimiento hera de los propios labradores por quellos se obligaron a la paga y así se lo bolbió e no lo quiso dar a hombre hijodalgo, el otro que bendió billamediana hera de diego de porras hombre pechero y el dicho villamediana lo dio de henojado de ber que no serbía más que de testigo abiendo tratado que se tratase cosa que conbenía a la rrepublica e no se hizo y hecha la rrenunçiaçión luego otro día la rrebocó y se litigó en consejo rreal e se mando colar

La realidad política que nos mostraba Álvaro de Montoya no era de disputas entre hidalgos y labradores, sino de una minoría de ricos que dominaba la vida local mas allá de su sangre, diez votos contra uno, donde alguno de los regidores hidalgos eran simples hombres de paja al servicio de esta oligarquía. Una oligarquía con suficiente poder como para provocar la renuncia de uno de los regidores, Martín de Villamediana, un hombre bien yntençionado e uno de los mejores rrepublicanos e que más benefyçio hazía a esta villa .

Las preguntas, afirmaciones de hecho, fueron ratificadas por varios testigos del estado de los hidalgos, Francisco de Alarcón, Blas Díaz Meneses y Hernando Collado Gabaldón, y un pechero Juan Escribano (tío de uno de los regidores del mismo nombre). Los labradores habían aportado el dinero para que Diego Pérez de Oviedo comprara su oficio de regidor, condicionado a su traspaso. La operación era aún mas enrevesada, pues otro hidalgo del pueblo, Martín de Buedo, había prestado el dinero previamente con un censo que obligaba a los labradores. Así, una operación que aparentemente beneficiaba a los labradores, escondía el papel dominante de un hidalgo en la sombra:

e para ello tomaron los dichos labradores el dinero a zenso de martín de buedo e de su suegra mujer que fue de juan collado e dello hizieron escritura de censo por manera que aunque tenya en su cabeça el ofiçio de rregidor se entendió por esta villa no ser suyo sino comprado por los dichos labradores

Más esclarecedor era el caso de Martín Villamediana. Había comprado el oficio por traspaso de su propietario, un pechero llamado Juan Porras. No hay que dudar de la limpieza de la operación y de que este hombre tuviera sus ambiciones por hacerse un lugar en la vida política de su pueblo, pero enseguida chocaría con una oligarquía cerrada que no veía bien la incorporación de nuevos miembros:

y el dicho villamediana biéndose con el ofiçio e que hera la menor parte e que en nynguna de las cosas que proponía aunque fuese muy justo no salía con ello por ser los otros mayor parte

Vanos serían sus intentos de recuperar el oficio ante el Consejo Real. La preponderancia de esta oligarquía en Vara del Rey, donde la división entre pecheros e hidalgos había mutado en la marginación de un grupo de hidalgos locales que había perdido su poder en mano de unos afortunados por la coyuntura económica, entre los que había labradores, pero también hidalgos como Martín de Buedo. La renuncia del otro hidalgo Diego de Montoya Espinosa, motivada por el matrimonio de su hermano, que le había traspasado el oficio, en El Bonillo, más allá de las conveniencias, se presentaba como la salida de un miembro de esa minoría perdedora que buscaba la fortuna en otros lugares.


El desequilibrio del poder a favor de la nueva minoría tenía su traducción en la elección de oficios de cargos añales al servicio de los intereses de un nuevo grupo social, que en el lenguaje de la época, se llamaba el de los ricos. Curiosamente en el caso de Vara del Rey eran los hidalgos marginados los que defendía el bien común y el interés general de la república, revalorizando los viejos tiempos frente a estos otros nuevos en los que esa minoría de ricos confundía su interés privado con el público,

es cosa pública que con el dinero e caudal del alhorí compran los ofiçios e soliçitan sus negoçios enbiando personas con poca ocasión a seguir negoçios de la villa e a costa de propios para hazerlos suyos e se comen con sus ganados las dehesas públicamente e binas de vezinos todo por tener la justiçia hechada de su mano de tal manera que tienen esta villa arrobinada e destruida

Entre los testigos a favor de los hidalgos se encontraba el de Juan Escribano, tío de uno de los actuales regidores labradores. A diferencia de su sobrino, Juan añoraba los viejos tiempos en que la república se encontraba bien gobernada. La defensa de lo tradicional no sólo era cosa de hidalgos. Una muestra más de lo que habían cambiado los tiempos; una sociedad muy dinámica había roto los viejos consensos sociales y el orden tradicional. El interés privado se había impuesto al bien común. La ruptura del mundo de la tradición y lo viejo, que se añoraba como antigua edad de oro, había traído la injusticia y el desgobierno:

porque al tiempo que los dichos hijosdalgo tenían la mayor parte de los oficios e heran iguales abía más quenta con el alhorí e propios del concejo y era mejor rregida e gouernada esta villa e menos fatigados los veçinos porque este testigo fue alcalde en aquel tiempo e lo bido ser ansy e después que los dichos labradores cargaron e quedaron con la mayor parte de los ofyçios no está esta villa bien gouernada ny ay tab buena horden en el alhorí del pan ny en las cosas de la républica e que todos están a un bando e los labradores elijen de su mano la justicia hordinaria a quien quieren e se comen las dehesas panes y lo más públicamente e lo destruyen syn que aya justiçia que los castigue ny guardas que los osen prendar y por ser todos puestos por su mano y estar aunados e que por esta causa comberná ygualar los ofiçios porque obiese personas que contradixesen lo mal hecho e para que saliesen alcaldes que que executasen los daños que hazen e tubiesen quenta con el alhorí del pan e que de acreçentarse ofiçios de hijosdalgo por ygualarse con los labradores no bienen daños ny ynconbenyentes antes prouecho

Tras los testimonios de los bandos enfrentados vinieron los de aquellos vecinos que mostraban una mayor independencia de juicio. Sólo uno de ellos, el licenciado Torres, clérigo, teólogo y predicador de la villa, apostaría por acrecentar los oficios pedidos por Juan Lucas y Felipe Valero. La siguiente declaración fue del labrador Pedro de Jábaga. Su declaración nos ofrecía una visión diferente a las anteriores, pues defendía la vuelta a la tradicional elección anual de regidores por suertes, considerando dañoso para la república el establecimiento de regidores perpetuos:

que conberná que no ubiese ningunos rregidores perpetuos sino que se tornasen añales e que los vecinos desta villa pagasen el ynterés e de lo que les costó e que se rrescatasen e questo le paresçe e no acrecentar

El testimonio de Pedro de Jábaga, vino apoyado y corroborado por Hernán Sanz Herrero, vecino e regidor del lugar de Sisante, que, además de devolver el cargo de regidor a su duración anual, abogaba por igualar a la mitad los oficios entre labradores e hidalgos. Francisco de Aranda, labrador, era del mismo parecer

conbiene al bien de la rrepública e quietud e buen gobierno que los que ay su magestad los mandase quitar e tornar a ser añales como antes estaban porque quando heran añales esta villa estaba bien gobernada e bien rreparada e después que su magestad perpetuó está esta villa perdida e llena de rrencores e parçialidades sobre estos ofiçios e sobre quien sea la mayor parte e sobre las baras de alcaldes... e que la costa de quitarlos (los regidores perpetuos) fuese rrepartido entre ellos veçinos de la dicha villa y este testigo aunque pobre daría quatro ducados porque se juntasen

El malestar en el común de los vecinos era generalizado  contra las regidurías perpetuas. Los hidalgos habían intentado sacar partido de ese malestar en provecho propio, pero se habían visto desbordados por las quejas del común. El gobernador Santotis no podía permanecer ajeno a la realidad. Por eso el memorial que envío desde San Clemente al Consejo Real el 25 de junio de 1574 no ocultó el malestar, pero desde la ambigüedad defendió un difícil equilibrio de los intereses enfrentados en la justificación del memorial para hábilmente decantarse por el acrecentamiento de los dos oficios a favor de los peticionarios. Al fin y al cabo estaban dispuestos a pagar 240 ducados cada uno y había que elegir entre el bien común de la república y el interés financiero de la Corona.

                                                  Católica Real Magestad

Por vuestra magestad fue mandado que en la villa de bala de rrey deste vuestro marquesado vbiese ynformación si conbenía acreçentar çiertos rregimientos que pidieron çiertos veçinos de la dicha villa del estado de los pecheros o si conbenía ygualar los ofiçios entre los dos estadosde hijosdalgo y labradres yo la  hiçe llamadas las partes a quien tocaba e por ella paresçe que la dicha villa y su tierra tendrá quinientos veçinos y que en ella ay honçe rregimientos que para pueblo de tan poca beçindad es sufiçiente número y el común e vecinos della dizen que no sólo no conbendría aceçentar rregimientos más que conbiene quitar los que ay y que ellos de muy buena boluntad pagarán la cantidad con que sirbieron a vuestra magestad las personas que los tienen e tornasen a ser añales como antes heran por la diferençia que hallan en el gobierno de la rrepública del tiempo que eran añales a como son de presente y pareçe que destos honçe rregimientos tubieron el estado de los hijosdalgo los siete que heran la mayor parte y que tres de los hijosdalgo los siete que hera la mayor parte y que tres de los hijosdalgo bendieron los tres ofiçios a el estado de los pecheros por mucha más cantidad del preçio con que abiendo serbido a vuestra magestad e agora el estado de los hijosdalgo pide que en caso que vuestra magestad quiera acreçentar algunos rregimientos se les a de dar a ellos para ygualarse con los pecheros como esto constará a vuestra magestad por estas ynformaçiones fechas por las partes dentramos estados y de mi ofiçio mi pareçer es que si vuestra magestad fuere serbida de açer merçed de acreçentar más rregimientos aunque dello no ay necesidad por aber número bastante mandase ygualar al estado de los hijosdalgo con los que tienen los pecheros i tanto a los unos como a los otros porque estando de por medio la villa estará más bien gobernada y las personas que del estado de los pecheros piden los ofiçios declarados en vuestra rreales çedulas son hombres bastantes y de las calidades que deben tener para el gobierno de aquella rrepública y si vuestra merçed ubiere de haçer merçed de se les dar le podrán serbir por cada ofiçio con doçientos e quarenta ducados porque a este presçio se an bendido entre ellos e mandar proveer lo que más conbenga a vuestro rreal serbiçio nuestro señor la católica y rreal persona de vuestra magestad conserbe en su santo serbiçio con aumento demás rreynos como los criados de vuestra magestad deseamos de san clemente de vuesro marquesado de Villena a los beynte e çinco de junio de mill e quinientos e setenta e quatro años
                                                            c. r.m.
de v. mgt. su muy humilde criado que sus rreales pies y manos besa
                             el liçençiado Martínez santotis (rúbrica)

Las Relaciones Topográficas de Felipe II nos muestran apenas dos años después un regimiento en el que ha entrado Felipe Valero, aunque no Juan Lucas,o al menos no está presente (2); la venta de regidurías perpetuas se ha consumado como práctica generalizada, al igual que la patrimonialización de los oficios en manos de unas pocas familias. El viejo orden tradicional de elección por suertes enterrado y el siempre difícil equilibrio en la posesión de cargos entre labradores e hidalgos roto en favor del gobierno de los ricos. Estos, pecheros o hidalgos, pronto se igualarán con el ennoblecimiento de los primeros.

(1) en esta villa y arrabales hay ochenta casas de hijosdalgo, que se llaman Montoyas, Buedos, Cuéllares, Díaz, Oviedos, Alfonsos, Angulos, Gabaldones, Alarcones, Güetes, Meneses, Gómez de la Serna, Pachecos, Hurtados, Resas, Sepúlvedas, Palacios, Rosillos, Lesundis, Remírez, Peraltas, Graneros,...
ZARCO CUEVAS, Julián: Relaciones de pueblos del Obispado de Cuenca, Diputación Provincial de Cuenca, 1983 (Edición de Dimas Pérez Ramírez), pág. 155.

(2) El 20 de diciembre de 1575, la composición del ayuntamiento, tal como aparece en las Relaciones Topográficas es la siguiente: Leonardo de Cuéllar y García Hernández, alcaldes ordinarios, Pedro Ruiz de Alarcón, alférez mayor, Diego de Buedo, Gonzalo de Xábega, García Hernández el mayor, Rodrigo López, Felipe Valero, Ortega de Angulo, fiel ejecutor, Alonso de Andújar, el capitán Martín Alfonso de Buedo (que a partir de 1580 nos aparece como tesorero de rentas reales del marquesado de Villena), todos ellos regidores perpetuos de la villa, Alfonso Montoya de Abengoza, alguacil mayor. No obstante los oficios se habían acrecentado en cuatro más en el corto espacio de año y medio, como recoge la respuesta 44: que hay en esta villa dos alcaldes ordinarios y un alguacil mayor y un alférez, e diez regidores y dos fieles executores e un depositario general, perpetuos ZARCO CUEVAS, J. op, cit, pág. 155

FUENTE

AGS. EXPEDIENTES DE HACIENDA, Leg. 210, fol. 7. Información del licenciado Santotis, gobernador del Marquesado de Villena, sobre acrecentar oficios de regidores en Vara del Rey. 1574