El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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sábado, 9 de febrero de 2019

El Corregimiento de las diecisiete villas, una administración bajo el signo de la corrupción (IV)

Ginés de Vala de Rey, arrendador del voto de Santiago en
Quintanar del Marquesado
La villa de Vara de Rey veía a Martín Alfonso de Buedo, vecino de la villa y tesorero del Marquesado de Villena, como figura en alza. Se acusaba al corregidor Antonio Pérez de Torres de parcialidad con él y con su padre Martín de Buedo. Especial odio les tenía a ambos Francisco González, regidor de Vara de Rey, y otro regidor llamado Rodrigo López, preso veinte días en San Clemente por negarse a entregar la ejecutoria de las mojoneras de las villas de San Clemente y Vara de Rey. Era un grupo de hombres, que junto a otros como Felipe Valero, Alonso de Jávega habían detentado el poder y ahora empezaban a perderlo. Los alcaldes ordinarios de la villa eran desaforados al sustanciarse los juicios en San Clemente. 

Las críticas más graves  contra el corregidor Antonio Pérez de Torres y la familia Buedo fueron proferidas por Alonso de Jávega. Iban dirigidas contra Diego de Buedo, tío de Martín Alfonso de Buedo, y hermano de Martín de Buedo. El hermano de Alonso, Gil Sanz de Jávaga, había recibido en depósito dos mil reales del derecho de tanteo de una venta de una heredad a Juan de Madrigal. Pedro de Andújar, alcalde ordinario, ordenó el depósito en poder del mayordomo Diego López de Andújar, pero el dinero se esfumó una vez formalizada la venta al removerse el deposito por orden de Diego de Buedo para destinarse al pago de un censo contraído contra el caudal del pósito. Aparte de la estafa, el corregidor se arrogó una causa que pertenecía al siguiente alcalde vararreyense Diego de Gabaldón para endosar la deuda de dos mil reales al concejo de Vara de Rey y exonerando a Diego de Buedo. Tan enrevesado asunto escondía, hombre de paja incluido, la venta de la regiduría perpetua de Diego de Buedo a favor del mencionado Gil Sanz de Jávega y el arrepentimiento de esta venta para intentar ceder la regiduría a favor de Hernán Pérez de Oviedo. En esta lucha por el poder había sido determinante la intervención a favor de los hidalgos, Buedo y Oviedo, del alguacil del corregimiento Juan de la Torre. La familia Buedo dominaría, con el control de la Tesorería de rentas reales, y su hacienda agraria de Pozoamargo, la política municipal de Vara de Rey y tendría una gran influencia en San Clemente en el período que va de 1580 hasta la muerte de Alfonso Martín de Buedo en 1605 y la posterior bancarrota de la Hacienda de 1607.

En el caso mencionado de las mojoneras, el conflicto había surgido por la apropiación de un trozo de término de Vara de Rey por el concejo de San Clemente. El corregidor dio la razón a San Clemente y llevó a la cárcel de San Clemente al regidor Rodrigo López por no entregar la ejecutoria original de la delimitación de términos; finalmente, Vara del Rey obtendría la restitución del término arrebatado, acudiendo al Consejo Real, que mandó un juez de comisión, el licenciado Núñez de Chabes, para entender en el pleito y que acabaría dando la razón a los vararreyenses. Aunque es erróneo pensar en un concejo vararreyense unido en la defensa de los intereses de la villa frente a un enemigo, la familia Buedo, y la parcialidad del corregidor. Los Buedo tenían solidas alianzas familiares con los Montoya; contra el regidor Pedro de Montoya Vizcarra y otro regidor Alonso Ruiz de Alarcón, además alférez de la villa, iban las críticas y acusaciones de talar los pinos del monte del Azaraque, situado en las actuales tierras de Casas Benítez. Este Alonso Ruiz de Alarcón, del que desconocemos su presencia como vecino de Vara de Rey, debía contar con el favor del corregidor, pues salía indemne de juicios por deudas con un vecino de la villa llamado Pedro López de Espinosa.

Las depredaciones de los ganados de los regidores vararreyenses se llevaban a cabo en el pinar de Azaraque, ya por entonces una dehesa, pues la mayoría de los pinos habían sido talados. Las acusaciones venían de los tres molineros de los molinos inmediatos al pinar y junto al río: La Losa, Los Nuevos y El Batanejo. Allí los ganados de Pedro Montoya Vizcarra, el capitán Martín de Buedo Montoya, Salvador de Buedo y Martín de Buedo Gomendio pastaban libremente ante los ojos de los guardas de sierra de Vara de Rey. No faltaban los ganados de algún otro regidor, como un Jávega, cuyas casas no muy lejos de allí había dado lugar a un embrión de aldea, llamada Las Talayas. El surgimiento de nuevos núcleos, como se citan en la Relaciones Topográficas, por la roturación de las dehesas era algo común. En algún caso, los núcleos surgían alrededor de los molinos como las Casas de Juan López en los molinos de EL Batanejo.

Sobre la fortuna que podía hacer un simple alguacil de corregimiento en las comisiones para la toma de cuentas de propios y del pósito encargadas por el corregidor, es paradigmático el caso de Diego de Agüero. La toma de cuentas de los años 1591 y 1592, supusieron para el alguacil, ya acusado en otras villas de llevar salarios de trescientos maravedíes frente a los doscientos estipulados, unos salarios de 2002 maravedíes por la toma de cuenta de propios al mayordomo Alonso López de Andújar, de San Miguel de 1590 a 1591, en los tres días de su comisión; añadir a ello, otros dos mil maravedíes por la toma de cuentas del pósito en 1592 al mayordomo Diego de Honrubia. El que acusaba era el escribano del concejo Martín Gómez.

En Quintanar del Marquesado los enfrentamientos del corregidor venían con Ginés Vala de Rey. Si la acción gubernativa del corregidor en la localidad era encomiada por el escribano Francisco Serrano, el alcalde de la hermandad Francisco Sainz o el regidor Juan Gómez, no era este el parecer general de la villa. Las primeras denuncias las destapó un principal como Onofre Martínez, acusando al alférez mayor de la villa, Alonso Martínez Donate de participar en sobornos junto al alguacil Diego de Agüero en la toma de cuentas. El caso de este Onofre es digno de mención; personaje que ya conocemos en otros desaguisados, sabemos de él que era boticario. Onofre no parecía muy contento con la inspección que sufrió su botica por el alguacil Cristóbal Mendoza y un vecino de Santa María del Campo, llamado Miguel López cirujano, ni con los dos mil maravedíes que se llevaron de la inspección en un proceso bastante irregular y del que no quedaba papel alguno. El boticario solo contaba en su denuncia con lo que pudieran aportar en su testimonio oral el escribano Francisco Serrano, el médico licenciado Pedro López y el cirujano Francisco de León.

Aunque el que denunciaba la rapiña e inoperancia de la burocracia sanclementina era el escribano Pedro el Royo, acusando a alguaciles como Diego de Alfaro o Alonso de la Fuente Zapata de acudir para San Miguel a la elección de oficios, únicamente para llevarse un salario de cuatro o seis ducados en presencias fugaces por la villa de Quintanar. Como en otras villas, eran los alguaciles los que visitaban las villas; de los corregidores, apenas si sabía nada. El primer corregidor de las diecisiete villas, llamado Pedro de Castilla, había pasado sin pena ni gloria por el partido; Melchor Pérez de Torres, al menos, había visitado las villas, Quintanar le acogió para el día de Todos los Santos de 1488, pero su hijo no había dado señales de vida por el pueblo.

La ausencia de los corregidores de las villas tal vez era precaución. Si tomamos como ejemplo el caso de Quintanar, vemos un pueblo entero que se negaba a pagar las rentas reales al cogedor de las mismas. Éste, llamado, Martín Gómez reconocía que los vecinos deudores de las alcabalas eran un total de cuatrocientos. Por esta razón, Antonio Pérez de Torres evitaba su presencia en Quintanar, que quedaba a expensas de las actuaciones de alguaciles como el ya reiterativo e insaciable Diego de Agüero. Sus actuaciones eran denunciadas por Ginés de Vala de Rey, ya no solo por contravenir la común provisión del salario diario de doscientos maravedíes, sino porque el alguacil, además de llevarse cuatrocientos salarios diarios, solía recibir sendos pares de gallinas o capones por arreglar las cuentas de la villa en casa de Juan Parreño Talaya. Ginés de Vala de Rey no era un testigo cualquiera, arrendador del voto de Santiago, conocía bien su comarca y era bien conocido en ella; no solo las tierras de las aldeas antiguas de Villanueva al sur, también comarcas como la de Motilla del Palancar. Sabía de un hecho ocurrido allí por Juan Sainz Moreno, alcalde ordinario de Motilla, cuando unos arrieros se vieron obligados a pagar una imposición de ochenta reales a los alguaciles del corregimiento, añadida a la que ya habían pagado en los puertos secos de Valencia por las mercaderías que de aquel Reino traían; dieciocho reales llevaba otro alguacil en Tarazona por una comisión contra Martín Sánchez de Talaya.

Pero las denuncias de Ginés de Vala de Rey afectaban a sí mismo. Ginés de Vala de Rey había ganado paulina de Su Santidad para actuar contra los deudores del voto de Santiago, del que era arrendador. Los deudores eran moradores del lugar de Gil García; hasta allí se desplazaron Gines de Vala de Rey y su amigo Martín Sánchez de Talaya, tras entregar la paulina al sacristán de Gil García, esta admonitoria contra los deudores fue leída en la iglesia de Gil García. El intento de ejecución de deudores por Ginés de Vala de Rey y su amigo debió ser visto como una intromisión eclesiástica en las competencias propias de la justicia civil del corregimiento; el alguacil Francisco de Cárdenas metería en prisión a Gines de Vala de Rey y procedió del mismo modo contra Martín Sánchez de Talaya, arrendador de alcabalas por haber colaborado en la publicación de la paulina. El calvario que sufrieron los dos amigos fue sangría de maravedíes en salarios a los alguaciles Francisco Cárdenas y su sobrino Francisco de Santiago. El asunto acabaría en la Chancillería de Granada.

La villa de Quintanar andaba en pleitos con la de Tarazona por haber hecho esta villa una dehesa para pagar el nuevo servicio de millones, dentro de los arbitrios que la Comisión del Reino concedió para el pago de este servicio.  En realidad, Tarazona había adehesado dos términos, la Torquilla, en disputas con Quintanar, y la Cardosa, hacia la parte de Madrigueras. El caso es que el corregidor Antonio Pérez de Torres entendió en este asunto que no era de su competencia, según ambas villas para expoliarlas con gastos judiciales de cien ducados. Aparte de las quejas comunes, la cuestión es que las decisiones del corregidor, hasta ser contradichas por el Consejo, fueron favorables a los pastores de Quintanar que seguían pastando en la dehesa de las Torquillas, en algunos casos, protegiendo a los pastores con cuatro hombres armados con arcabuces. Otras veces la colisión de intereses era entre las necesidades fiscales de la Corona y el obligado abasto de la villa. El corregidor decidió dejar en depósito para su embargo con destino a la recaudación del servicio de millones los dos mil reales del arca de tres llaves del pósito de Tarazona, sin embargo el dinero fue utilizado para comprar trigo en las villas de Montalbo, Villar de Cañas y Carcelén y hacer pan cocido para gasto de sus vecinos. El corregidor Antonio Pérez de Torres respondería condenando a los oficiales tarazoneros a multas de cinco mil maravedíes a cada uno y llevándolos presos a Ineista y Villanueva de la Jara.

El acotamiento de dos dehesas por la villa de Tarazona entró, además, en conflicto con la villa de Alarcón, pues las tierras cercadas eran propios históricos de esta villa: una, cerca de Villalgordo, donde dicen los Pozos de la Cañada hasta la Cardosa, y la otra en el término de Pozo LLorente y la Abanilla. Alarcón pidió la restitución de sus términos y lo consiguió por provisión de dos de mayo de 1591. Curiosamente, la villa de Alarcón no otorgaba más término a Tarazona que aquel de los canales y goteras adentro. Se contradecía así la confesión que la propia villa de Tarazona había hecho en las Relaciones Topográficas en que pretendía por derecho de villazgo habérsele concedido una legua de término hacia el oeste y media legua hacia el norte y este, amén de toda la tierra que hasta el río Júcar se extendía por el sur, obviando que el propio villazgo de 1564 reconocía el derecho de Alarcón a usar de su derecho y jurisdicción como hasta entonces lo había usado y fijaba los límites en los mojones que ya se habían establecido en 1483 por el licenciado González Molina y que Tarazona se había cuidado de derribar. La villa de Tarazona no reconoció estos límites y recurrió a Granada la propiedad de las dehesas de Alarcón, que ahora consideraba suyas. Mientras decidía la Chancillería, Tarazona hubo de acotar las ya referidas dehesas de las Torquillas, en disputa con Quintanar, y la de la Cardosa, esta vez en dirección hacia Madrigueras.

En Tarazona era importante la opinión de Dionisio Clemente, vecino de Villanueva de la Jara pero que gozaba del ejercicio de una regiduría en aquella villa. Era hombre de confianza del corregidor, pero no por ello dejó denunciar la arbitrariedad y cohechos del alguacil Diego de Agüero y la injusticia del embargo de los sesenta mil maravedíes del pósito de Tarazona, decisión que había quebrantado la paz social en el pueblo y causado gran alboroto. Denunciaba Dionisio Clemente cómo no todo era opresión real para esquilmar al pueblo con el servicio de millones, pues la concesión de arbitrios y arrendamiento de dehesas eran excusas para que los regidores hicieran uso de estos bienes en beneficio propio. Así, denunciaba cómo se los regidores Diego Tabernero, Luis Caballero y Francisco Cépedes habían utilizado a García Picazo para concederle el arrendamiento de una dehesa a muy bajo precio para que los ganados de los regidores pastaran libremente en los pastos adehesados. La almoneda de la dehesa se había hecho en el mesón que el alférez Juan Mondéjar tenía en la plaza pública. La realidad era que los tarazoneros habían comprado su libertad y villazgo de los jareños a costa de endeudar a la villa; no era extraño que los tres regidores mencionados y el alférez Juan Mondéjar anduvieran por las calles de Tarazona pidiendo  a los vecinos aportaciones de veinte a treinta reales para pagar los réditos de los censos tomados para comprar le villazgo. Las aportaciones de veinte a cincuenta reales sumaron hasta ciento cincuenta ducados, repartidos entre cincuenta y seis vecinos, y es que en la villa el año 1591 había tres ejecutores para cobrar las deudas de los censos del villazgo, cuyo tenedor era Urgenio Conejero. El repartimiento, entendido como préstamo, se cargaría a costa de los propios del concejo. El caso es que las denuncias de Dionisio Clemente, que había contribuido con cincuenta reales, ante el juez de residencia Gudiel .acabarían con los oficiales del concejo de Tarazona en prisión

Dionisio Clemente, regidor de Tarazona y
vecino de Villanueva de la Jara


sábado, 29 de diciembre de 2018

Amojonamiento de Vara de Rey en 1478



El presente documento ya fue estudiado por don Diego Torrente, transcribiendo el documento original existente en el Archivo Histórico de San Clemente (1). Se corresponde con la delimitación de los términos de San Clemente en 1459, coincidente con los llamados cinco pozos, que a juicio del cura, en su indefinición, era un recorte de los términos de San Clemente dados en 1445, así como con el nuevo amojonamiento llevado a cabo por el licenciado Hernando Frías en 1478. La importancia de este amojonamiento es que delimitaba la parte oriental y sudeste de los límites de San Clemente con los términos de la villa de Alarcón. El contencioso surgía sobre a quién pertenecía la margen derecha del río Jucar. De hecho, el pleito se originó por la construcción en 1499 de un batán, en la puente del río Júcar, sobre el que Alarcón se arrogaba los derechos de lo que consideraba suelo de su propiedad. Las diferencias surgirían quince años después por la construcción por la villa de San Clemente de los molinos del Concejo en el vado del Fresno. Aquí aportamos la parte no transcrita por el sacerdote don Diego Torrente, que fijaba lo que serian los límites entre los términos de la aldea de Vara de Rey, en la parte de sus futuras aldeas de Sisante y Pozoamargo, entonces integrada en San Clemente, y los de la villa de Alarcón. La transcripción se ha hecho sobre un amplio expediente de la Chancillería de Granada, que daremos a conocer más detalladamente en un futuro.
Fallo que por los dichos testigos e depusiçiones de testigos e scripturas pareçió e se prueba que el lugar de Vala de Rrey con su término es aldea e juridiçión de la villa de San Clemente la qual fue e deuida e apartada de la dicha villa de Alarcón e de su juridiçión por el bachiller Mateo Hernández de Medina por vertud de las cartas e poderes que para ello tovo de los señores Rrey don Juan e Rrey don Enrrique que Dios aya seyendo prínçipe cuya hera  a la sazón la dicha villa de Alarcón el año de mill e quatroçientos e quarenta e çinco años e le dio e amojonó çierto término e lo aquitó e apartó de la dicha villa de Alarcón e por los dichos límites e mojones tovo y poseyó el dicho término la dicha villa de San Clemente e su aldea Vala de Rrey fasta que puede aver quarenta años que pareçe e se prueva que el corregidor Hernán Gonçalez Macacho de Diego de Villaseñor alcaide de Alarcón fizieron otro amojonamiento por los çinco pesos (quiere decir pozos) que es el pozo de Perona y el pozo del Aguadulçe que es en la nava el Cobo y el poço prinçipal de Sysante y el poço de la cabeçuela que se dize Pozoamargo e el poço prinçipal de la villa de Minaya y por los dichos çinco poços las dicha villa de Alarcón y los veçinos della tovieron e poseyeron el dicho término de los dichos quarenta años hasta de veynte e un años acá que fue año de setenta y ocho que el liçençiado Hernando de Frías gouernador que fue del Marquesado de Villena e carta e çedula y mandamiento de la rreyna nuestra señora rrenovó los primeros mojones que el dicho bachiller Mateo Hernández avía hecho por devisión de términos entre la dicha villa de Alarcón e la dicha aldea de Vala de Rrey que son el primero mojón que está en la boca de la senda de Ualaçote en el aojado de Minaya e otro mojón en la senda fazia el conpinllo del Cordero e otro mojón como van de Minaya al conpillo del Cordero otro mojón en una aluariza que está a surco de una cañada que va del Pozuelo fazia el Conpinllo del Cordero çerca de la Losa del Conpinllo otro mojón en un alto arriba Losarejo a ojo del camino rreal que ua de San Clemente a la Rrouda que parte término entre la Rrouda e San Clemente otro mojón que está en el camyno rreal que va de San Clemente a la Rrobda junto en el dicho camyno a ojo del pozo de Domingo Hernández y los algibes de las Horcas e de una hoya honda otro mojón que esta en un vallejo de piedra alto que se myra del dicho camino rreal el dicho algibe del dicho pozuelo otro mojón que está en unas peñas çerca del camyno de Myguel Rrico otro mojón en el çerrito luego adelante un poco en lo alto otro mojón que está çerca de una hoya que dizen de Hernán Gonçales en el alto del çerrillo otro mojón cabo la balsa que está çerca cabo el aljibe otro mojón que está en el camino que ba de Bala de Rrey a la Rroda e la senda que ba de la Rroda al llano de la Rredoma que está a tres trechos de Ballestera de la albariza del çerro y dizen la Laguna el qual está en un çerrico alto que está en un villarejo çerca del dicho camino e senda e otro mojón que está a ojo de la senda de la peña del Ág(u)ila e de las oyas de Santa Águeda ençima hazia la parte del rryo e deste mojón va a dar a otro mojón en las oyas que dizen del Casarejo donde se juntan dos cañadas y la cañada ayuso el camino de Alarcón que ba a Chinchilla derecho a una carrasca seca que ay un mojón arrimado a ella de la qual carrasca no ay memoria della el qual dicho mojón do está asentado está como en forma de pedrera otro mojón junto al rryo cabe unos frexnos altos e deste mojón ba rryo arriba por mytad del rryo que parte término entre la villa  de Alarcón e la dicha villa de San Clemente e de su lugar Vala de Rrey fasta llegar a otro mojón que se dize del vado del Frexno que está ençima del pino que dizen del Canpo que parte término con la dicha villa de Alarcón y la dicha villa de San Clemente e su lugar Vala de Rrey otro mojón que está ençima del camino que viene de Sysante al vado del Fresno en un alto Rranilles el qual aoga al rryo otro mojón en el camino que atrabiesa y haze cruz en el camyno del Picazo e de la cabeça Telar que viene de la Losa entre los dos carriles otro mojón entre los majadales que dizen de los Calbillos e de la Trenilla que sale al pozo de la Olibilla otro mojón en un çerro alto que se dize Pedernales otro mojón que está en la Cruz de los camynos que va de Vala de Rrey a la villa de Alarcón e de Perona a la cabeça Tébar e deste mojón va a otro mojón a las Modorras por los quales dichos límites e mojones paresçe e se prueba que de los dichos veynte e un años a esta parte la villa de San Clemente e su aldea de Vala de Rrey e los vezinos e moradores dellas han tenydo e poseydo el dicho término e otrosi paresçe e se prueba que çiertos veçinos de la villa de Alarcón que por parte del dicho conzejo de San Clemente fueron acusados por mandamiento del dicho conzejo alcaldes rregidores ofiçiales e vezinos de la dicha villa de Alarcón derrocaron e destruyeron el vatan que Alonso de Belmonte e Fernando de Anguix fazían en el rryo de Júcar al pye de la puente del dicho rryo fazia la villa de San Clemente que avía  e fazen a lado e dado a tributo al dicho Alonso de Belmonte que está dentro de los límites e mojones que avía rrenovado el dicho liçençiado Frías
A continuación se refiere a la confirmación de los Reyes Católicos de estas donaciones tras la toma de la villa de San Clemente por Pedro Manrique y la capitulación posterior de 1480 entre los Reyes Católicos y Diego López Pacheco. Vara de Rey y sus términos se mantienen bajo la jurisdicción de San Clemente. Al mismo tiempo, los vecinos y moradores de la villa de Alarcón mantienen sus derechos sobre los aprovechamientos comunales de la villa de San Clemente como parte integrante del suelo de Alarcón
quedando al dicho conçejo de la villa de Alarcón a veçinos de él e de su tierra el derecho de paçer e labrar e coger grana en el dicho término (de San Clemente y Vara de Rey) después dende rronpimiento e desvedado que fuere fecho de la dicha grana por la dicha villa de San Clemente e de las otras cosas que gozan e suelen gozar los lugares e vezinos dellos que están puestos y asentados en el suelo de la villa de Alarcón
La sentencia de 1499 sería apelada por Alarcón, pero la villa de San Clemente obtendría sentencia confirmatoria de la Chancillería de Ciudad Real el 30 de octubre de 1504 y una nueva sentencia definitiva favorable de la Chancillería de Granada el treinta de junio de 1512.
(1) TORRENTE PÉREZ, Diego: Documentos para la Historia de San Clemente. Madrid. 1975. Tomo I, páginas 254 y 255

domingo, 18 de noviembre de 2018

El hidalgo de Hontecillas




Iglesia de Hontecillas

le abía començado a conozer mozo en la dicha villa de Hontezillas que hera a media legua de la dicha villa de Vala de Rrey y que heran todas de un señor (el testigo se refiere a Valverde y Hontecillas, de los Ruiz de Alarcón) y después se abía casado en Buenache con hija de Juan Rruipérez y auía estado casado en la dicha villa de Ontezillas que lo que se acordaua auía estado casado hasta que la dicha su muger auía falleszido más de quinçe años y después de fallesçido el susodicho se abía casado segunda vez en la dicha villa de Vala de Rrey y que a lo que se acordaba abía que se abía ydo de la dicha villa de Ontezillas a la dicha villa de Vala de Rrey veynte años poco más o menos e que en el dicho tiempo abía conozido estando casado con su casa y su muger y bienes y fazienda y hato de ganado en la dicha villa de Fonteçillas de contino e que vivía del ofizio de labrador e que a lo que se acordava  y según su aspecto el que litigaua sería entonçes de sesenta y zinco años poco más o menos e que ansimismo abía conozido a Alonso de Alarcón padre de Antonio Alarcón  que litigaua más tiempo de zinquenta y zinco años viviendo en la dicha villa de Hontezillas de vista habla y trato y conversazión y quando lo abía comenzado a conoçer se acordaua que estava casado con María Delgado hixa de Benita López natural de la dicha villa de Hontezillas y que su marido se dezía Pedro Delgado y que le auía conoçido casado con la dicha María Delgado mucho tiempo hasta que la susodicha auía falleszido e que no se acordaban quantos años abían sido e después se abía tornado a casar segunda vez el dicho Alonso de Alarcón con una muger que hera natural de Valera de Yuso e que no auía auido en ella hijos podía aber que auía falleszido el dicho Alonso de Alarcón seis o siete años y que quando abía fallesçido le pareszía a este testigo que sería hombre de edad de ochenta años poco más o menos el qual auía vivido en el ofizio de labrador y que asimismo auía conoçido a Juan de Alarcón padre del dicho Alonso de Alarcón agüelo del dicho Alonso de Alarcón en la dicha villa de Ontezillas tiempo de diez años... e lo auía conoçido casado con Elvira Garzía el qual podía aber entonçes que auía falleszido más tiempo de zinquenta años al qual abían conozido vivir del ofizio de labrador y que tenía ganado 
El apellido Alarcón era un sobrenombre toponímico que recordaba a la vieja fortaleza, pero aportaba también unas resonancias hidalgas, que no habían de pasar por alto unos labradores enriquecidos y con ansia de ennoblecimiento. Tales eran los Alarcón de Hontecillas, labradores y ganaderos, que hacia 1530, vía casamiento de Antonio, habían marchado hacia Vara de Rey. La notoriedad de los Alarcón era innegable, a falta de la seguridad de que fueran hidalgos, era indudable que se comportaban como tales. Los convecinos de Alonso de Alarcón, no sin cierta malicia, se referían a él como ahí va el hidalgo de Hontecillas. No obstante, se tenía por naturaleza de los Alarcón las villas de Hinojosa y Castillo de Garcimuñoz.

¿De dónde le venía la hidalguía a los Alarcón? El padre, Alonso de Alarcón, se le veía con siete u ocho años como paje en Valverde, en casa del señor Pedro Ruiz de Alarcón. La vida de Alonso de Alarcón es la de un hombre de su tiempo: criado de un gran señor de niño, la falta de guerras hacía fútiles las esperanzas de medrar en las cortes señoriales; casado con una vecina de Hontecillas, María Delgado, durante treinta años, dedicado a sus tierras y ganados, viudo después, se volvería a casar con una vecina de Barchín (¿o Valera de Yuso?), hasta su muerte hacia 1545. En aquella época, los hombres mostraban su horror al vacío de la soltería. Las mujeres estaban a expensas de los vaivenes demográficos que les fueran más favorables, la escasez de género, y lo que era algo más común, la hacienda de la viuda casamentera.

La relación de los Alarcón con los señores de Valverde y Hontecillas era de antaño. Mari García, criada en la casa de Pedro Ruiz de Alarcón, recordaba como el abuelo Juan de Alarcón se dejaba ver por casa del señor. Juan de Alarcón (que había fallecido viejo hacia 1490) actuaba como mayordomo, que administraba la hacienda del señor de Valverde y Hontecillas
porque le daba cargo de su hazienda porque hera hombre ábil

En la hacienda de los señores debía intervenir tanto el marido como su mujer Elvira García, que era conocida como la mayordoma. Juan era hombre principal de la villa de Hontecillas, participaba con otros, a los que los testigos querían ver como hidalgos, en la recepción de los señores de la villa cuando tomaban posesión de ella y juraban respetar sus privilegios.
que este testigo auía visto en los libros del conçexo (de Hontecillas) que Pero Rruiz de Alarcón señor que auía seydo en la dicha villa de Honteçillas e Valverde que quando auían venido a ser señores que auían jurado ante el dicho Jhoan de Alarcón y antes otros hijosdalgo como hijosdalgo que guardaran los previlegios e costumbres de la dicha villa
 Juan dejó a su hijo como paje en casa del señor de Valverde. El niño seguiría de adulto al servicio de su señor como alcalde mayor y como escudero y de todo lo que se ofrecía, añadía un testigo. La cercana posición de Alonso en casa del señor de Valverde le había permitido acumular una sustanciosa hacienda en Hontecillas de heredades y viñas. Alonso procuraba presentarse con la prestancia de un caballero, así cuando iba a cazar al carrascal de Valverde
y siendo este testigo mozo auía ydo a caza a un carrascal que estaba en término de la villa de Valverde y venía el dicho Alonso de Alarcón a la caza a el dicho carrascal en su caballo e auía sido alcalde mayor en las dichas villas de Vlaverde y Hontezillas

Antonio de Alarcón había casado con una hija de Juan Ruipérez en Buenache, María Ruipérez, con la que había vivido veinte años en su oficio de labrador. Al morir su mujer, había casado de nuevo con la hija del hidalgo vararreyense Martín Moreno. A decir de Juan Redondo, un testigo natural de Honrubia, el primer epíteto que definía a los Alarcón era su oficio de labradores. Tal concepto definía a los Alarcón como poseedores de una consolidada hacienda de heredades y viñas en las que se apoyaba el poder de la familia. Es de temer, que la proyección social que les dio el cobijo de los Ruiz de Alarcón, fuera aprovechado por la familia, con el añadido de unas acertadas alianzas matrimoniales para consolidar e incrementar el patrimonio familiar. La fortuna hizo el resto. El patrimonio familiar pasaría a herederos únicos. Juan solo tuvo un varón, Alonso, y dos hijas que casaría con hidalgos de la zona. Alonso tendría como único heredero a Antonio.

La figura de Antonio de Alarcón plantea muchos interrogantes. Parte de ellos nos los resuelve Francisco del Castillo e Inestrosa, el nieto menor de Hernando del Castillo, el alcaide de Alarcón, que hacia 1551 contaba con 45 años. Francisco recordaba cómo Antonio había llegado a Vara de Rey hacía dieciocho años, hacia 1533, para casarse. Lo había visto pasar por su hacienda de Perona.

Testimonio de Francisco del Castillo e Inestrosa, vecino de San Clemente, nieto menor de Hernando del Castillo, alcaide de Alarcón.


Pero el paso de Antonio por Perona no había sido fugaz. En Perona se había empleado como rentero de los Castillo y sus propiedades durante cinco años. Decía de Antonio que era hijodaldo y como tal no había pagado las quince centenas del servicio ordinario que pagaban los pecheros de Perona,
que el dicho Antonio de Alarcón que litigaba auía venido a ser rrentero viniendo a vivir en Vala de Rrey a la dicha aldea de Perona jurisdizión de San Clemente que podía aber diez y ocho años poco más o menos ... que diz que hera suya la dicha aldea y de un hermano suyo (de Francisco del Castillo y de su hermano Hernando) y los renteros que allí vivían heran suyos y puestos por su mano
En Perona, Antonio de Alarcón había permanecido como rentero cinco años al servicio de los Castillo. Justamente ese año Francisco del Castillo, recién casado con Ana Cimbrón, discute con su hermano Hernando para marcharse a vivir en Guadalajara. Todo se nos queda en la oscuridad: el valimiento de Antonio por la poderosa familia Castillo de San Clemente. El matrimonio de Antonio con la familia de Pérez Ruipérez de Buenache, tenidos por David Gómez de Mora* como conversos; la razón de la llegada de Antonio a Vara de Rey, una vez enviudado, para enlazar con la familia hidalga de los Moreno. El trabajo como rentero de Antonio Alarcón al servicio de Francisco del Castillo, que en esto seguía los pasos de otro hidalgo, Rodrigo Zamora, que había servido al padre Alonso del Castillo. Y, sobre todo, el paralelismo en el tiempo del pleito de hidalguía de los Alarcón con ese otro de los hermanos Castillo de San Clemente.

El testimonio de Francisco del Castillo y otros convecinos valió a Antonio del Castillo una sentencia favorable de hidalguía el día 10 de febrero de 1553, que venía a revocar otra negatoria anterior.  La sentencia definitiva no llegaría hasta el 18 de febrero de 1556




Testigos de probanza de 1551

Miguel Sáiz de la Blanca el viejo, vecino de Valverde, pechero de 75 años
Mari García, mujer que fue de Lázaro Coronado, 80 años, vecino de Valverde (a media legua de Hontecillas)
Martín Sáiz de la Cámara el viejo, vecino de Hontecillas, 80 años
Juan Redondo, natural de Honrubia, lugar de Alarcón, pechero de 80 años
Juan Fernández de Pareja, vecino de San Clemente, hijodalgo, 76 años, natural de Buenache (a una legua de Hontecillas)
Francisco del Castillo e Inestrosa, hombre hijodalgo que se dijo ser, vecino de San Clemente. 45 años (nacido hacia 1506)




ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. HIDALGUÍAS. 302-316-19. Ejecutoria de hidalguía de Antonio de Alarcón. 



*Para un estudio de los linajes de Buenache de Alarcón, véase GÓMEZ DE MORA, David:  Las élites de Buenache de Alarcón siglos atrás

lunes, 12 de noviembre de 2018

López de Garcilópez de Vara de Rey


Pedro López de Garcilópez y María López, padres de Pedro López, casado con Catalina Jiménez. A su vez, padres de Juan y Pedro. Pedro casaría con Ana de Lezana, que tendrían como hijo a otro Pedro




El pleito sobre la hidalguía de los López de Garcilópez se había iniciado en agosto de 1597, cuando el concejo de Vara de Rey, empadronó a Juan López de Garcilópez y a su sobrino Pedro con los pecheros. El abuelo Pedro López de Garcilópez procedía de El Provencio, donde sus vecinos no sabían o no querían saber de la familia. A decir de un testigo, el regidor Francisco de la Plaza, era de procedencia pechera. Había llegado siendo un niño a Vara de Rey y entrado al servicio como criado de un hidalgo poderoso de Vara de Rey, Miguel López de Huete. Tal cariño le cogió Miguel López de Huete a su pupilo, que entre uno y otro se llamaban tío y sobrino y que, en el pueblo, le llamaban al joven Pedro con el apodo del hidalguillo. El favor de este hidalgo y del regidor Garci Hernández a Pedro y su mujer María López hizo que pasaran como hidalgos en Vara de Rey. Ese mismo favor de no ser empadronado con los pecheros parece que gozó el padre Pedro, que contaba en Vara de Rey con el favor del escribano Antón López, una figura muy influyente en el pueblo en la segunda mitad del siglo XVI. La razón del favor del escribano era el matrimonio de Pedro con Catalina Jiménez, conocida como la Jimena, y familia del citado escribano.

¿Qué pechos se pagaban en Vara de Rey? El testimonio de Rodrigo López no distaba del que hubiera dado cualquier repartidor de otro pueblo; distinguiendo entre pechos reales y concejiles
que a su magestad se sirue con el seruicio ordinario y extraordinario que son las centenas que se reparten entre los pecheros y la moneda forera que se reparte de siete en siete años y ansimismo se echan soldados y vagajes y otros hospedajes de particulares que se hazen entre los buenos hombres pecheros y otros repartimientos generales de fuentes puentes y adobo de caminos
De estos pechos, parece que se pudieron escusar los hermanos Pedro y Juan López de Garcilópez, pero no de una contribución especial que soportaba Vara de Rey, tal como atestigua el padrón de pecheros de 1575. Se trataba del precio que había tenido que pagar Vara de Rey, por someter a su jurisdicción a su aldea de Sisante
 par repartir dos mill ducados que esta villa está obligada a su magestad por la merzed que ffizo a esta villa por le perpetuar la jurisdición de Sisante porque otros mill ducados están pagados
El repartimiento de ese año se hizo en un contexto de necesidad. De hecho para suplir la necesidad de los vecinos se sacaron de las tercias reales 1940 almudes de trigo. De nuevo los López de Garcilópez sufrieron un repartimiento en 1599 por el servicio ordinario. Pero esta vez protestaron, ya en 17 de noviembre de 1597, los Garcilópez habían llevado su caso a la Chancillería de Granada. Once días antes, ni el carnicero ni el pescatero de Vala de Rey, inducidos por los regidores, habían aceptado las cédulas de refacción que llevaban para no pagar la sisa de la carne y pescado. Un mes antes, Juan y su sobrino Pedro habían sido empadronados en los libros de los pecheros y se les había negado las cédulas de refacción. Cuando el ocho de octubre elevan sus protestas al alcalde ordinario Hernán Pérez de Oviedo, obtienen la negativa por respuesta

Firma de regidores de Vara de Rey en 1601


El 21 de agosto el concejo de Vara de Rey había conminado a varios vecinos a presentar sus ejecutorias para demostrar su hidalguía. Además de Juan Lópéz de Garcilópez y su sobrino Pedro, fueron citados a presentar sus ejecutorias los hermanos Fernando y Pedro Díaz, Francisco Díaz, morador en Sisante, y Juan Collado y su hermano Miguel Sáiz de Lesundi. El concejo vararreyense se hallaba dividido. Los Montoya y los Buedo se decantaron por mantener como hidalgos a los susodichos, aunque Martín de Buedo se mantuvo indeciso. Pero la mayor oposición a los pretendidos hidalgos vino del alcalde Francisco de la Plaza, que tenía especial odio por los litigantes, los regidores pecheros Felipe Valero y García de Jábega, aunque en este último caso mostró su solidaridad con la familia Díaz Meneses, y del alguacil mayor Francisco López.

Signo de Martín Gómez, escribano del ayuntamiento de Vara de Rey en 1597

El doce de octubre el ayuntamiento había cambiado, pero no la oposición a los Garcilópez. Aunque hidalgos como Hernán Pérez de Oviedo, Alonso Ruiz de Alarcón, Pedro de Buedo, Pedro Ruiz y Alarcón y Juan Pérez de Peñalosa o Diego de Montoya Vizcarra apoyaron a los Garcilópez; la oposición pechera fue unánime: Alonso de Jábega, Felipe Valero, Miguel de Jábega y Miguel Gallego se opusieron a aceptar como hidalgos a tío y sobrino.

Francisco Sánchez, escribano del número de Vara de Rey
A pesar de las acusaciones de pechero y de una contrastada actividad como mercader de un miembro de la familia, Antonio, como mercader en San Clemente., Los López de Garcilópez supieron luchar su hidalguía en Granada en un largo proceso. El cuatro de junio de 1603 obtienen sentencia favorable de hidalguía. Sin embargo, la carta ejecutoria no se despachará hasta 22 de diciembre de 1621


Concejo de Vara de Rey de 21 de agosto de 1597

Francisco de la Plaza, alcalde ordinario; Pedro de Montoya, Felipe Valero, Martín de Buedo Gomendio, Pedro de Buedo, García de Jábega, regidores; Pedro de Cuenca, alguacil; Rodrigo López, alguacil mayor.

Concejo de Vara de Rey 12 de octubre de 1597

Hernán Pérez de Oviedo y Alonso de Jábega, alcaldes ordinarios; don Alonso Ruiz y Alarcón, alférez; Felipe Valero, Pedro de Buedo, Miguel de Jábega, Miguel Gallego, don Pedro de Alarcón y Diego de Montoya Vizcarra, regidores perpetuos; y don Juan Pérez de Peñalosa, alguacil mayor

Concejo de Vara de Rey de 18 de febrero de 1598

Hernando Pérez de Oviedo, alcalde ordinario; Pedro de Buedo, Miguel de Arjona, Fernando de Gabaldón Montoya, Gonzalo Martínez Almao, regidores.

Julián Gómez, escribano del ayuntamiento de Vara e Rey en 1598


Concejo de Vara de Rey de 20 de junio de 1601

Alonso Ruiz de Alarcón y García Sainz de Jábega, alcaldes ordinarios; Felipe Valero, Martín de Buedo Gomendio, Fernando Díaz y Diego Ruiz de Villamediano, regidores.

Testigos de 1601 en Vara de Rey

Hernán Sanz Escribano, 73 años
Francisco de la Plaza, hombre pechero de más de cuarenta años
Pedro López de Espinosa, 68 años
Diego de Buedo, natural y vecino de Vara de Rey, de 75 años
Simón Pérez, natural de Tebar, morador en la Fuensanta, jurisdicción de La Roda
Pedro López Álvaro López
Blas Díaz Meneses, 72 años
Bartolomé de Celada, 58 años
Diego de Montoya Amengorza (Abengoza), hidalgo de 70 años
Alonso López Girón, 80 años

Testigos de 1601 en El Provencio

Pascual Sánchez Merchante, 70 años
Pedro Valero, 81 años
Florián Ruiz, 76 años
Francisco Ortega de Losa, 75 años

Testigos de 1601 en la Chancillería de Granada

Francisco de Sepúlveda, vecino de Vara de Rey, hijodalgo, vive en la plazuela de San Sebastián, 54 años
Alonso Jiménez, vecino de Vara de Rey, hijodalgo, vive en la carrera de San Sebastián, 43 años

Testigos de 1603 en la Chancillería de Granada

Pedro de la Plaza, vecino de Vara de Rey,  hombre pechero, 50 años,  hijo de Pedro de Jábega y Catalina de la Plaza, vive de su hacienda; nieto de Miguel López de la Plaza, vecino de Vara de Rey, aunque natural de El Provencio

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. Signaturas antiguas: 304-577-20 y 301-7-27

sábado, 6 de octubre de 2018

El beneficio curado de la iglesia de Vara de Rey




El beneficio curado de la iglesia de Vara de Rey fue concedido por el papa Nicolás V al obispo de Cuenca Lope Barrientos, en el contexto de una bula papal de 1452 que autorizaba a proceder por censuras y recurrir al brazo secular para recuperar cualesquier rentas eclesiásticas usurpadas por los lasicos. Lope Barrientos redactaría un estatuto en la Navidad de 1453 que hacía efectiva la mencionada bula y restituía a la iglesia de Cuenca y en su nombre a los canónigos y beneficiados del obispado de Cuenca los mencionados bienes, entre ellos las tercias de la iglesia del beneficio curado de Vara de Rey.

En 1530 el beneficio era disfrutado por el canónigo de la Catedral de Cuenca Gonzalo González Cañamares Las rentas del beneficio se situaban sobre las tercias de Vara de Rey y era una jugosa renta, que en 1530 se vio usurpada por el corregidor Jerónimo Álvarez de Sotomayor y el concejo de San Clemente
digo que seyendo como el dicho mi parte es (el canónigo Gonzalo González de Cañamares) canónigo beneficiado en en esta dicha yglesia e notorio clérigo presbítero e tenyendo como tenía e poseía el dicho mi parte de su hazienda e benefiçio en el lugar de Vala de Rey aldea de la dicha villa de San Clemente trezientas fanegas de trigo pel de buey y encamarado en la terzia del dicho lugar e debaxo de llaves el qual tenía para sustentaçión de su casa e familia
Las trescientas fanegas de trigo fueron embargadas por el concejo sanclementino, después de descerrajar la cámara donde estaban depositadas en el lugar de Vara de Rey. La requisa respondía a razones que se nos escapan, pero el hecho de que el corregidor también fuera acusado nos indica que las motivaciones iban más allá de las necesidades de trigo de la villa de San Clemente y su lugar Vara de Rey.

El provisor y vicario general del obispado de Cuenca el licenciado Diego Ramírez dio, el 22 de marzo de 1530, tres días de plazo para que se restituyeran las tercias embargadas. Los emplazados eran el corregidor Álvarez de Sotomayor y el regidor Cristóbal Ángel, en nombre de sus compañeros del concejo de San Clemente, Pasados los tres días, los emplazados serían excomulgados.

Para entender el caso expuesto debemos aducir que desde 1445 hasta 1537 Vara de Rey estuvo como aldea bajo la jurisdicción de San Clemente y que en 1526, hasta 1539,  Albacete, Villanueva de la Jara, San Clemente y Vara de Rey conformaron una unidad político administrativa, gobernada por un corregidor, bajo el señorío de la emperatriz Isabel de Portugal, que recibió estas tierras en concepto de dote matrimonial por su matrimonio con Carlos V.

El mandamiento del provisor sería comunicado al corregidor en su posada de San Clemente el 23 de marzo de 1530, un domingo. Le acompañaban Cristóbal Ángel y Alonso Rosillo. El mandamiento fue comunicado en las casas de otros regidores a la sazón y del año anterior del ayuntamiento de San Clemente: Juan López de Perona, Miguel Muñoz, Sancho Rodríguez, Ginés de Haro, Alonso Astudillo, Pascual Simón, Juan Ruiz, Miguel Sánchez de los Herreros y Francisco de Perona.


Fuente:

Bula de Nicolas V de 1452 y estatuto del obispo Barrientos de Navidad de 1453 para la recuperación de los bienes del obispado de Cuenca usurpados por los laicos. Inserto en mandamiento del provisor del obispado de 1530 para recuperación de 300 fanegas de trigo del beneficio curado de la iglesia de Vara de Rey, perteneciente al canónigo Gonzalo González de Cañamares y usurpadas por el corregidor Álvarez de Sotomayor y el concejo de San Clemente (Archivo Histórico de San Clemente -Cuenca- AMSC. AYUNTAMIENTO, Leg. 4/4)

martes, 14 de agosto de 2018

Fernando Caballón y el concejo de Vara de Rey (1480)

Vara de Rey en 1480 se quiso dotar de un horno de pan cocer. En lo que era práctica habitual hizo repartir entre sus vecinos los veinticinco mil maravedíes que valía su construcción. Es aquí donde llegaron los conflictos con Fernando Caballón, que se pretendía hidalgo y exento de pechos. La cuestión acabó llegando al Consejo Real de Castilla. Previamente Fernando Caballón había obtenido ejecutoria favorable de la Sala de los Hidalgos de Valladolid. En virtud de ella, y del nombramiento de un juez ejecutor llamado Diego de Astudillo, pudo hacer ejecución de bienes contra varios vecinos, que es de temer, que como oficiales habían hecho el repartimiento. Estos vecinos solicitaron que la ejecución favorable a Fernando de Caballón se hiciera sobre el citado horno, pero bien por la tardanza bien por desacuerdo la ejecución se hizo sobre los bienes de los oficiales del concejo. En total, mil cabezas de ganado, propiedad de Antón López, Juan de Moratalla y Miguel Sánchez el Ramo. Fernando Caballón las señaló con su hierro las cabezas de ganado y posteriormente las vendió. El Consejo Real obligaría a Fernando Caballón a devolver las prendas tomadas y daños causados. La decisión del Consejo Real. 20 de marzo de 1480, es apenas medio mes posterior a la firma de la concordia entre los RRCC y el marqués de Villena. El gobernador Pedro de Vaca fue encomendado de hacer restituir los bienes embargados a los vecinos de Vara de Rey.



Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 148003, 125. Sobre prendas tomadas a vecinos de Vara del Rey por Diego de Astudillo. 20 de marzo de 1480

martes, 10 de julio de 2018

El linaje de los Montoya, de Vara de Rey

Escudo de los Montoya en Pozoamargo
El distintivo familiar son las diez panelas,
rodeadas del cordón franciscano (primer cuartel)



Los testigos más ancianos conocían a Hernando de Montoya desde hacía setenta y cinco años. Hernando, junto a su padre Juan Montoya, había morado en tres villas del Marquesado: Vara de Rey, La Alberca y Las Pedroñeras

Hernando de Montoya, cuarenta años había establecido su casa en La Alberca, donde se había casado. Allí disponía de su hacienda y tierras de labor, los veinticinco años que estuvo casado y los siguientes quince que permanecía viudo. Tenía buena hacienda de labor de pan y ganados. Su padre Juan de Montoya era natural de Vara de Rey. Pueblo que es presentado como pueblo pequeño de menos de ochenta vecinos*. Hacía setenta y tres años que se había casado, viviendo con su mujer Urraca Saiz diez años en esa aldea, hasta que se desplazó a vivir a La Alberca. Allí estuvieron catorce años hasta que se volvió a vivir a Vara de Rey. Allí permaneció otros ocho años hasta que viudo marchó a Las Pedroñeras donde casó por segunda vez, Juan Montoya había pasado dieciocho años de su vida casado en Vara de Rey, catorce en La Alberca, distante tres leguas, y nueve años en la villa de Las Pedroñeras, distante cinco leguas. Esa itinerancia y mal acomodo a cualquier lugar son los responsables de que los Montoya nos aparezcan diseminados por todas las poblaciones del sur de Cuenca.

Miguel Gallego, que con trece años había marchado desde San Clemente a Vara de Rey, había conocido al progenitor del familia: el abuelo Hernando de Montoya, quizás más orgulloso de su hidalguía que sus descendientes, pues se paseaba por Vara de Rey e traya su persona en ábito de ome hijodalgo. Otro testigo recordaba verlo muy viejo paseando por las calles de Vara de Rey con un palo bordón y vivir en la casa que luego heredaría su nieto Luis de Arnedo. Hernando el abuelo estaba casado con Constanza García y había fallecido hacía cincuenta años. Tenía dos hermanos, Diego y Alonso, que vivían en San Clemente. Uno de ellos, creemos que Alonso, fue alcaide de Manzanares.

El abuelo Hernando Montoya tuvo varios hijos. El conocido Juan Montoya, otro llamado Pedro, casado con una sobrina del alcaide de Alarcón, uno más llamado Diego que de Vara de Rey se trasladó a vivir a Pozoamargo (el fundador de Pozoamargo, que según Sandoval llegó desde Minaya), y otros cuatro hijos llamado Lope, Alonso, Francisco y Hernando.

Su hijo Juan de Montoya se había casado con Urraca Saiz, moradora del lugar de Víllora, donde se había celebrado la boda, lugar que era aldea de la ciudad de Chinchilla. Con ella vivió en La Alberca y se mudo a Vara de Rey cuando falleció su padre y al enviudar casó en Pedroñeras, donde había fallecido hacía 38 años

Pedro de Montoya tuvo tres hijos, de nombres Hernando, Villamediana, que vivieron en Vara de Rey, y otro último llamado Pedro de Montoya, que de Vara de Rey pasó a La Alberca y dejó, a su vez, tres hijos: primero de ellos llamado Pedro, que se movió entre Villarrobledo y Vara de Rey, y dos más llamados Alonso y Antonio.

La sucesión de Diego de Montoya, su establecimiento en Pozoamargo y su enlace con los Buedo es conocida gracias al estudio de SANDOVAL. Aunque la descendencia de Diego fue muy prolífica y marcaría el devenir de los Montoya en toda la zona. Tuvo en total siete hijos: Alonso de Montoya, clérigo de misa; Martín y Diego, casados en Villarrobledo; Hernando de Montoya, casado en Minaya; Juan de Montoya, casado en San Clemente (que era alcalde en 1553, herido en los graves altercados de la villa de julio de ese año); Gaspar y Pedro, casados en Pozoamargo.

El cuarto hijo de Hernando de Montoya, llamado Lope de Montoya se marchó a vivir a Valverde. Otros hijos fueron  Alonso de Montoya, casado en la Parrilla, Francisco de Montoya casado en Villanueva de los Escuderos y Hernando de Montoya, casado en la villa de Alarcón y con un hijo llamado Hernando, que marchó a casar a Las Pedroñeras.

Aquí nos interesa la sucesión de Juan de Montoya, que tuvo tres hijos con Urraca Saiz. El mayor de ellos era Hernando, de cuyo periplo por las villas de Vara de Rey, La Alberca y Las Pedroñeras, ya hemos hablado. El mediano García de Vizvarra, casado en Pedroñeras, que dejó dos hijos y una hija. El tercero era Cristóbal de Montoya, casado en Montalbanejo.

Es difícil encontrar los orígenes remotos de los Montoya, las probanzas hacen referencia a un Hernando Montoya anterior, alcaide de Manzanares, cuyo único hijo varón lo mataron (¿en la guerra?). Hernando de Montoya el viejo tenía unos ochenta años cuando murió (habían pasado cincuenta años desde la probanza). Los testigos no aciertan a aseverar si era natural de Vara de Rey o había llegado de fuera como tantos otros. Aunque uno de los testigos aseguraba que una hermana de Hernando, llamada Juana Díaz era natural de Vara de Rey. En cualquier caso, parece que estamos ante una generación que posiblemente sea anterior o coetánea al Maestre Juan Pacheco, quizás su presencia en la zona sea anterior. Creemos que el hermano de Hernando, de nombre Diego (muerto hacía sesenta años), nos aparece presente en el momento que Hernando del Soto, representante de Juan Pacheco, toma posesión de la villa de San Clemente en 1445 y como procurador de la villa de San Clemente para solicitar en 1476 que la villa ni fuera enajenada de la Corona real. De Hernando de Montoya sabemos que era muy respetado por sus vecinos, que todavía le recordaban ya viejo de ochenta años vestido con su zamarro y su capa de cáñamo, paseando por la villa de Vara de Rey.

La probanza se desarrolla ante Rodrigo de Angulo, alcalde ordinario de Vara de Rey, en 1539?

Miguel Gallego, hombre llano pechero de 89 años, labrador y morador de Vara de Rey vecino de la villa de San Clemente
Diego González, labrador, vecino de Vara de Rey y morador de Sisante, 82 años
Diego Escudero, natural de Chinchilla y vecino de Vala de Rey y morador en Sisante, labrador,82 años
Fabián de Gabaldón. vecino de Vara de Rey, labrador, 66 años. Hijo de Hernán Sánchez de Gabaldón


*La aseveración de 80 vecinos para Vara de Rey debe referirse a comienzos de siglo. En 1528, Vara de Rey disponía de 156 vecinos pecheros


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA- HIDALGUÍAS, Hernando de Montoya, vecino de Vara de Rey, Signatura antigua, 303-388-4  

martes, 26 de junio de 2018

Los Zamora, de labradores a hidalgos

La primera demanda por su hidalguía de Diego Zamora ante el concejo de Vara de Rey fue el 16 de noviembre de 1516. Diego Zamora era hijo de Rodrigo Zamora, que desde el lugar de Hontecillas, distante cinco leguas hacia 1485 había venido a Vara de Rey, donde se había desposado con una hija de Gil Sánchez de Jábaga, llamada Elvira. Rodrigo murió hacia 1500, era hijo de Diego Sánchez de Zamora y Leonor Sánchez. Leonor se quedó viuda, marchando con su hijo Rodrigo a vivir a Vara de Rey, allí se había casado con un escudero e hidalgo llamado Hernando Alonso.

Iglesia de Hontecillas
El abuelo, Diego Sánchez de Zamora había vivido en Albaladejo y en Hontecillas, bajo la protección de Lope de Alarcón, señor de Hontecillas y Valverde. Había fallecido  con sesenta años. Su mujer, Leonor Sánchez quedó viuda, morando en el lugar de Valverde, como mujer de hidalgo no pechaba, pero su origen era pechero, como demuestra los impuestos que pagaba su hermana, que vivía en Albaladejo.

Si Diego Sánchez de Zamora había hecho fortuna al servicio del señor de Valverde y Hontecillas, su hijo Rodrigo hizo fortuna como labrador al servicio de Alonso del Castillo, el hijo segundo de Hernando del Castillo, el alcaide de Alarcón. Así nos lo contaba el hidalgo Pedro de Villanueva, que vio venir a Rodrigo de Zamora a Vara de Rey
con un cauallero que se dezía Alonsso del Castillo que vivía en San Clemente y tenía heredades zerca del dicho lugar (de Vala de Rey) y que el dicho Rrodrigo de Zamora tenía cargo de su hazienda e de hazer e criar las heredades del dicho Alonsso del Castillo e que con él le conozió uivir tres o quatro años e que así antes como después auía estado munchos tienpos sin uivienda de ningún cavallero teniendo rrazonable hazienda con que se mantenía labrando y senbrando e que al dicho Diego de Zamora su hijo nunca le auía uisto viuir con ningún cauallero saluo uivir por labranza como el dicho su padre y que nunca supo ni oyó que el dicho Diego de Zamora ni el dicho su padre por la dicha uivienda que avía tenido fuesen libre ni exsentos de los dichos pechos
Los dardos envenenados de Pedro Villanueva también iban contra Elvira Sanchez de Jávega, mujer pechera, a la que sin embargo reconocía el tratamiento como hidalga respetando la naturaleza de su difunto marido Rodrigo. Pero Vara de Rey no ponía tantas objeciones como San Clemente para el reconocimiento de la hidalguía. Vara de Rey era lugar con gran número de hidalgos, con una fuerte conciencia de grupo diferenciado, que se veía en gestos como repartirse el pago de un capellán propio o el hecho de la existencia de un padrón de hidalgos. Cuando vieron como fueron apartados del gobierno municipal de la villa de San Clemente, sus esfuerzos se concentraron en controlar el lugar de Vara de Rey con un gobierno propio. Ya desde comienzos de siglo los hidalgos vareños lucharán por una jurisdicción independiente de la villa madre.

Los Zamora, a pesar de ser labradores, estaban asentados en el padrón de hidalgos de Vara de Rey. La oposición a su hidalguía no la encontraban en ese lugar, donde los regidores o el procurador del común hacían oídos sordos a cuantos protestaban por el favor de la refacción de la sisa de la carne, que gozaban los Zamora. Otra cosa, era la villa de San Clemente, donde difícilmente se podía aceptar la hidalguía de una familia al servicio de los Castillo. Por eso, el fallo de la sentencia de hidalguía se hizo esperar hasta el 19 de marzo de 1535. La ejecutoria es de 24 de octubre de 1541.

Rodrigo y Leonor habían tenido tres hijos: Diego de Zamora, un tal Aguilar y otro de nombre desconocido. Diego se desplazaría a El Cañavate,  a su aldea de Atalaya, donde casaría con María Martínez. Del matrimonio nacería un nuevo hijo: Francisco Zamora, que volvería a San Clemente al casarse con una hija de Alonso García Moreno (hijo del hidalgo Antón García). En 1563 se vio obligado a pleitear por su hidalguía, cuando fue encarcelado por una deuda de algo más de cinco mil maravedíes al herrero Miguel Galves.



Probanza de 1535 en Vara de Rey

Diego de Montoya, hidalgo de 50 años
Alonso de Sepúlveda, hidalgo, 45 años
Pedro de Villanueva, hidalgo, 60 años

Probanza de 1563 en San Clemente

Cristóbal de los Herreros, 53 años
Pedro González de Córdoba, 55 años
Juan García de Manzanares, 35 años
Mateo de Sacedo, 45 años

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. HIDALGUÍAS. Ejecutoria de hidalguía de Diego Zamora. 24 de octubre de 1541 Signatura antigua: 302-260-11

Un estudio completo sobre los Zamora se puede ver en:
ESPEJO ZAMORA, Antonio: Linaje y apellido Zamora, heráldicay genealogía
http://parroquiasierranevada.blogspot.com/2015/06/linaje-zamora.html

viernes, 8 de junio de 2018

Juan de la Serna, hidalgo de La Roda

Juan de la Serna ya había pleiteado por su hidalguía con el concejo de la Roda un dos de octubre de 1511. El proceso que se prolongó durante seis años, concluiría en un primer término con una sentencia de cuatro de diciembre de 1517, que declaraba hombre pechero a Juan de la Serna. Una nueva probanza llevaría a la sentencia favorable de los Serna el doce de julio de 1521. Las reticencias del concejo de La Roda harían esperar la ejecutoria de hidalguía hasta el cuatro de julio de 1532.

Alvar Ruiz, sacristán de Vara de Rey, conocía a los Serna. Al abuelo Juan lo conocía de Vara de Rey y al padre Leonardo de San Clemente. Pero Alvar Ruiz había sido escribano en Cañavate. Allí conoció a un pariente de los Serna llamado Martín, que había ganado ejecutoria en la Chancillería de Valladolid. Del Cañavate, según Alvar Ruiz, procedían los Serna. El abuelo Juan de la Serna había acudido hasta Vara de Rey, aprovechando que allí tenía un sobrino llamado Juan García Moreno. el padre Leonardo se había mudado a La Roda para casarse con Mari González, hija de un hidalgo de La Roda llamado Juan Sánchez de Hernán González. Del matrimonio nacieron Martín y Juan. En el matrimonio de Leonardo y Mari González pesó más la hidalguía del primero que su riqueza, pues Leonardo poco aportó al matrimonio más de su sangre azul; la riqueza al matrimonio fue aportada por su suegro.

La figura más enigmática quizás sea la del abuelo. Juan de la Serna había llegado hasta Vara de Rey, pero no desde Cañavate, sino desde Cazorla. Su paso por Vara de Rey había sido transitorio aprovechando la presencia allí de dos familiares: el ya mencionado Juan García Moreno, su sobrino, y Martín Alonso de la Serna. Después había vuelto a Cazorla, donde estaba casado.

¿Cuál era la procedencia de los Serna? García Carretero, regidor de La Roda, nos decía que eran naturales de hazia Cordoba. No obstante, en un pleito de 1478 de un hidalgo de Vara de Rey llamado Fernando de Peralta nos aparece como testigo un Gómez García de la Serna, hijo de Juan Gómez de Cañadajuncosa, lo que nos lleva a ubicar a la familia en Cañavate. La construcción de una genealogía años después en torno al apellido Serna los hacía proceder de un caballero de Alarcón casado con una doncella de Carrión de los Condes, que aportó el apellido. Pero por nuestra parte no hemos encontrado la más mínima relación entre ambas ramas familiares.
Balthazar de la Serna, Luis Dimás y Christoval tres hermanos son hidalgos; según pareze con provanza hecha ante el juez ordinario de esta ciudad de Valencia a 18 de septiembre año 1563 con que provaron ser todos tres hermanos  e hijos de Antonio de la Serna, hidalgo de solar conocido, hijo que fue de Martín de la Serna, hidalgo de solar conocido en la villa de Alarcón, donde fueron avidos por hidalgos sin reproche y que el dicho Antonio sirvió al Rey en la presa de Bugía año 1510 y después de Fuenterrabía y la reducción de los comuneros de Castilla año 1521. El origen de esta casa de Serna en Alarcón fue así, que el dicho Martín Alonso tenía su casa y rica hazienda en Alarcón y una sola hija que por su hermosura y honestidad, juntamente con su dote, muchos mancebos hidalgos de Alarcón y de otras villas cercanas servían con fiestas y galas a la doncella, empero Martín Alonso a todos respondía y decía que quería, que le procuraría dar marido a su hija, hombre que fuese tan buen hidalgo como él, y así el dicho Martín Alonso fue a Carrión de los Condes por buscar marido a su hijo, que se lo deseaba, y estando en Carrión preguntó de los linajes de hidalgos que allí avía y de los mancebos virtuosos por casar y de todos escogió a Martín circa Medín Serna por ser gentil mancebo bien acostumbrado e hidalgo de solar conocido de vengar 500 sueldos, de la casa del señor de la villa de Macintos cabe Carrión y le desposó con su hija, de este matrimonio procedió el dicho Antonio y de aquel los arriba nombrados
Las armas de esta familia son un escudo, campo de sinople, banda de plata encima y baxo de la banda una S borde cortissa de gules con cinco aspas en centor y por timbre una flor de lis de oro y una correa de que cuelga el escudo
(Libro Segundo de la Chrónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y su reyno,
compilada por Martín de Viciana. Año MDLXIV, BNE, Mss. 9978, folio 142)
                                                                         
Armas de los Serna. Aportación de las armas y texto supra: Sebastián Hernández de Luján
Libro Segundo de la Chrónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y su reyno, compilada por Martín de Viciana. Año MDLXIV. BNE. Mss. 9978, folio 142


Testigos en 1518

Alvar Ruiz, vecino de San Clemente, 65 años, y sacristán en Vara de Rey, pechero
Gómez de Gualda, vecino de La Roda. sesenta años
Fernán Alonso, vecino de San Clemente, 63 años, hidalgo
Juan García, vecino de la Roda, 50 años
García Carretero, vecino de la Roda, pechero de 65 años

viernes, 18 de mayo de 2018

La familia Gómez de Vara de Rey

Escudo de armas de los Gómez. Ejecutoria de hidalguía de 1 de agosto de 1593. A la derecha, representación de San Martín de Tours y al fondo una población y paisaje en el que la descripción bibliográfica de la obra quiere ver la villa de Vara de Rey (según la propia leyenda Toledo)
Carta ex[ecutori]a de hidalguia a pedimiento [manuscript] : de Martin Gomez y Pedro Gomez, hijos de Diego Gomez, vezinos de la villa de Valaderey. Rare Book & Manuscript Library University of Pennsylvania Ms. Codex 168




(Mi agradecimiento a Valentín Casco Fernández por haber hecho pública esta carta ejecutoria)

Los orígenes de los Gómez se remontaban a Villanueva de la Jara, aunque Martín Gómez había abandonado esta villa y el hogar de su padre García para casarse en Vara de Rey. García y su hermano llamado Juan eran hijos de Martín Gómez y Mari Álvarez de Espinosa. Este Martín ya se le conocía como un vecino principal de Villanueva de la Jara con muchas casas y hacienda en el pueblo. Procedía del El Cañavate y era conocido como Martín el hijodalgo, el del Cañavate. Su hijo García casaría con María Álvarez de Villaseñor. Del matrimonio nacería Martín, casado en Vara de Rey con Teresa Ramona, y dos hijas. Los hijos del matrimonio de Martín y Teresa, Diego y Julián, vecinos de Vara de Rey y luego moradores de Sisante, litigarían por su hidalguía. Diego y Julián fueron llamados para la campaña de Perpiñán de 1543, pero no llegaron a combatir, pues la gente reclutada en el Marquesado se volvió. El 26 de septiembre de 1582 conseguirían sentencia favorable de hidalguía, ratificada el el 18 de febrero de 1583. Diego Gómez casaría con Ana de Tébar, establecidos en Sisante tendrían por hijos a Pedro y Martín, los cuales verían ratificada su hidalguía en 1593; obteniendo carta ejecutoria hidalguía el uno de agosto de 1593 (aunque en la Ejecutoria aparece 1583, considero que el año de expedición de la misma es una década posterior).

Del primero de los Gómez, Martín, llamado el hijodalgo del Cañavate, sabemos que procedía de este lugar y cómo la fortuna le acompañó una vez establecido en Villanueva de la Jara. Su procedencia de Cañavate viene confirmada por las Relaciones Topográficas de Felipe II, donde nos aparecen varios hidalgos ejecutoriados con el apellido Gómez.
auía sido vezino de la dicha villa de Vilanueua de la Xara e auía viuido en la dicha villa  con su casa pobladea e familia bienes e hazienda e que auía sido un hombre muy honrrado e principal en la dicha villa de Villanueua de la Xara e que como tal hombre principal auía dexado una capellanía en la yglesia parrochial de la dicha villa de Villanueva de la Xara a la mano derecha de la dicha yglesia que desçían la capilla de Sancta Catalina
La capilla de Santa Catalina también se la conocía por la capilla de Martín Gómez. La fundación conjunta por Martín Gómez y Martín Gómez Prieto de esta capellanía tiene por fecha el 30 de junio de 1477. Dicha capilla ha sido identificada actualmente con la primera capilla lateral izquierda de la iglesia de la Asunción de Villanueva de la Jara, mirando desde el coro (1). Aunque nosotros tenemos nuestras reservas. Este hombre era tenido por el único hidalgo existente en Villanueva de la Jara en su tiempo. Además de hidalgo, era rico y benefactor de la villa de Villanueva de la Jara, pues en ella fundó un hospital para pobres.

Figuras orantes de Diego Gómez y Ana de Tébar. A la derecha sus hijos Pedro y Martín con sus familias
Carta ex[ecutori]a de hidalguia a pedimiento [manuscript] : de Martin Gomez y Pedro Gomez, hijos de Diego Gomez, vezinos de la villa de Valaderey. Rare Book & Manuscript Library University of Pennsylvania Ms. Codex 168

Probanza de 1582

Juan de Higueras, vecino de Villanueva de la Jara, labrador, 93 años
Alonso de Sepulveda, hijodalgo de Vara de Rey, 86 años
Bachiller Ginés González, hombre pechero de Villanueva de la Jara, 75 años
Juan de Jábega, labrador pechero, vecino de Vara de Rey, 65 años
Pedro Alonso de Palacios, hijodalgo de Vara de Rey, 63 años, hijo de Pedro Alonso de Palacios, fallecido en 1532 con setenta años
Alonso Cardos, pechero de Villanueva de la Jara, 78 años



(1) GABALDÓN SALAMANCA, Desiderio : "El hecho religioso en Villanueva de la Jara" en Testigos de la Historia Villanueva de la Jara (Ed. Carlos Julián Martínez Soria), Villanueva de la Jara, 2009. pp. 57 y 58

Carta ex[ecutori]a de hidalguia a pedimiento [manuscript] : de Martin Gomez y Pedro Gomez, hijos de Diego Gomez, vezinos de la villa de Valaderey. Rare Book & Manuscript Library University of Pennsylvania Ms. Codex 168

ARCHIVO DE LA CHANCILLERIA DE GRANADA HIDALGUÍAS. Ejecutoria de Pedro y Martín Gómez , vecinos de Vara de Rey, 1 de agosto de 1583. Signatura antigua: 301-76-45

martes, 15 de mayo de 2018

El nacimiento de Casas Benítez y el pinar de Azaraque





Martín Parreño, de cuarenta y siete años, era un labrador de la aldea de Casasimarro, perteneciente a Villanueva de la Jara, pero había abandonado este lugar para asentarse en un nuevo núcleo poblacional que ahora empezaba a formarse: Casas Benítez. Era uno de tantos lugares que empezaban a cuajar en torno a la alquería de un labrador rico o simplemente una casa aislada que aglutinaba a otras. Así surgieron algunas aldeas en el último tercio del cuatrocientos; el ejemplo se repetiría desde mediados del quinientos, en un último coletazo, roturador de la tierra, consolidándose este fenómeno a comienzos del seiscientos, cuando entró en quiebra una economía regional basada en la especialización de cultivos y se estabilizaron pueblos más pequeños con economías autárquicas o de escaso desarrollo comarcal.

El dicho Martín Parreño, labrador vezino del lugar de Cassasimarro, aldea de Uillanueua de la Xara, estante a el pressente en las cassas que llaman de Benitez en el pinar del Açaraque, término de la uilla de Uala de Rrei

Casas Benítez es un pueblo surgido a mediados del quinientos. Ni siquiera el incipiente pueblo tenía nombre. A decir de Martín, las casas que llaman de Benítez se situaban en el pinar del Açaraque. Un antiguo pinar de San Clemente, cuando Vara de Rey estaba englobada en el término de aquélla, pero ahora, y desde 1537, Vara de Rey tenía términos propios y poseía el pinar de Azaraque tras duro pleito y sentencia favorable de la Chancillería de Granada, dada hacia 1540. La vieja Vara de Rey, tras su emancipación, no tuvo el auge esperado por sus vecinos. Mientras Vara de Rey menguaba, su aldea de Sisante, comprada a golpe de tres mil ducados, crecía. No solo Sisante. En torno al lugar de la Cabezuela, Diego de Montoya, llegado de Minaya establecía casa en el lugar de Pozoamargo. El empeño de Diego Montoya y García de Buedo, crearía un nuevo núcleo en un lugar donde la tradición establecía viejos asentamientos. Ni siquiera nos referimos a la discutida ubicación de la mansio ad Puteas, sino al asentamiento de la Edad de Bronce, donde se levanta hoy la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza o a esa otra leyenda que nos narraba el cura del pueblo muchos años después: por aquí habían pasado los Condes de Carrión, burladores de las hijas del Cid
El pueblo, que oy se llama Pozo Amargo refieren algunos de él, oieron decir a sus padres se nombró en lo primitivo Pozo Dulze, y que pasando los Condes de Carrión por él los prendieron, y preguntando estos por el sitio donde los cogieron, como les dijeren era Pozo Dulce ellos respondieron Pozo Amargo es para nosotros y desde entonces se llamó así, más no ai fundamento alguno para esto, que el dicho, se carece del libro primitivo de su erección
No ai más aguas corrientes, que una poca que sale a la falda de la referida sierra, y mirando a este lugar, y viene a parar desde su nacimiento como unos cien pasos como a rebalsarse en medio de los dos barros, que componen, y en que se divide el pueblo (1)

Pero en el siglo XVIII todavía quedaban testimonios y escrituras privadas que certificaban el nacimiento del pueblo a mediados del siglo XVI
No se tiene razón fixa de la fundación de este lugar solo se sabe por instrumentos particulares fueron sus primeros pobladores Diego de Montoia y Pedro de Montoia, Fernando de Buedo, y García de Buedo a cuyas espensas se hizo la Yglesia (la de la Santísima Trinidad), y dotó con varias alajas para el culto divino que fue bendita y consagrada por el Ylmo Sr. Don Miguel Muñoz obispo de Cuenca el año 1548.           
La afirmación del párroco del lugar ha sido certificada por el excelente trabajo de José González Sandoval Buedo, acudiendo a los documentos conservados en el archivo familiar (2). Según el autor Diego de Montoya y su mujer Catalina Alonso Palacios llegaron desde Minaya a fines del siglo XV, poco después lo haría García de Buedo, que hacia 1520 casaría con Catalina, la hija de Diego Montoya. Nosotros incluso adivinamos la presencia en los años treinta de Juan Montoya, que andaba por allí. Pero si Pozo Amargo era el solar de dos familias nobiliarias, a las que la necesidad obligó a ponerse de acuerdo; Casas Benítez era el vivo ejemplo de asentamiento nacido del hambre de tierras. No estamos ante un movimiento roturador como el de comienzos del quinientos, sino ante la desesperación de los vecinos de las grandes villas que, huyendo de la crisis urbana, buscan nuevas oportunidades en el campo.

Al igual que Martín Parreño, el labrador Francisco García de Villarrobledo, había ido hasta Casas Benítez en busca de tierras. El pinar debía presentar bastantes claros que facilitarían su roturación. Ya en 1540, los sanclementinos  habían invitado a los vecinos de la comarca a talar el pinar. Se prefería la destrucción del pinar a su entrega a los vararreyenses. La medida desalmada no consiguió acabar con el pinar, pero la idea de su preservación caló en los contemporáneos. Durante treinta años el acceso de ganados y la corta de árboles estuvo prohibida. En la dispersión poblacional de comienzos del seiscientos y el caos administrativo y gubernativo no se entendía que la ciudad (léase las grandes poblaciones del sur de Cuenca) pasara hambre. Los vecinos de San Clemente abandonaban la pequeña corte manchega tras la peste y carestía de comienzos del seiscientos; los villarrobletanos veían como los campos de trigo se abandonaban, después que la villa en una carrera desenfrenada y llevada por la avaricia se lanzarán a cultivar calveros que nada producían. Villarrobledo dejaba de cosechar trigo y San Clemente no dejaba de plantar viñas. El Consejo de Castilla avisaba: faltaban tierras para los cereales; se llamaba a cultivar las tierras incultas. Los hombres más arriesgados abandonaron las grandes poblaciones que les condenaban al hambre; comenzaron a surgir las casas, simples núcleos donde se aglomeraban las viviendas en torno a edificaciones en un principio aisladas. Los reclamos eran sencillos: la instalación de los jesuitas en torno al legado de una gran finca, caso de Casas de Fernando Alonso; los calveros abiertos en el pinar, tal Casas de los Pinos; la explotación del lugar por un gran terrateniente, así Casas de Haro o Casas Ferrer, o, sencillamente, la existencia de un foco de atracción. Tal era el caso de Casas Benítez, cercana a los molinos de la Losa. Únicamente el pinar de Azaraque limitaba las roturaciones, pero la crisis de inicios del seiscientos dio libertad para romper los montes comunes. En los treinta y cuarenta unos pueblos ahogados por la presión fiscal y la necesidad de financiar la guerra darían licencias sin fin para obtener recursos.

Pero la presencia de colonos en las casas venía de antes. Francisco García se había desplazado a Casas Benítez hacía ya treinta años, en torno a 1555. Por entonces, y tras la atroz tala de los años cuarenta de los sanclementinos, los vararreyenses habían plantado nuevas suertes de pinos donceles. La idea era hacer del pinar un bien comunal para los pobres que allí se proveían de piñas y piñones. Se prefería que los vecinos se proveyeran de madera de otros árboles. Cuando los sanclementinos iban hasta allí en busca de madera para reparar su molino del Concejo en la ribera del Júcar se les negaba tal derecho.

¿A quién debía el nombre este pueblo, nacido en medio del pinar? Nosotros apostamos por Gines Benítez, vecino de Vara de Rey, que había muerto en torno a 1570, hacía catorce o quince años con setenta años. Ginés Benítez, al igual que otro vecino de San Clemente, llamado Juan Chamocho, eran muy buenos conocedores del pinar. Para esas fechas, las Relaciones Topográficas de Felipe II nos presentan a Casas Benítez (junto a Rodenas) como un asentamiento de ocho a diez casas. Otros núcleos habían surgido, aunque con menos recorrido, tal es el caso citado de Casas de Hernando López Meneses, de otra decena de  vecinos, además del ya conocido Pozoamargo, de treinta vecinos, e otros caseríos de labradores, donde no hay concejo ni justicia ninguna por ser de poca población.

Con el villazgo de 1537, atrás quedaron los viejos derechos de San Clemente, cuando Vara de Rey era aldea suya. Un anciano Andrés González de Tébar, un hidalgo, ordenado como clérigo, recordaba sus tiempos como regidor, cuando el concejo de San Clemente daba las licencias para corta de pinos y el las firmaba. Ahora el viejo Andrés era incapaz de estampar firma alguna en papel por la gota que le inmovilizaba las manos. Juan de Montoya, hidalgo de ochenta y seis años recordaba cómo estando en Pozo Amargo, veía prendar a los vecinos de Vara de Rey, que iban hasta el pinar. La cicatería de San Clemente (o más bien protección del pinar) le llevaba a permitir un máximo de cinco piñas recogidas por vecino con licencia. Así fue desde el año 1523 hasta que se eximió en 1537. Pero luego vino la tala indiscriminada de 1540, favorecida por el concejo sanclementino antes de entregar el pinar de Azaraque a Vara de Rey en cumplimiento de la sentencia de la Chancillería de Granada. Vara de Rey procuró replantar el pinar con pinos donceles, de los que estaba prohibida la tala y cuyos aprovechamientos de piñones mitigaban las necesidades de los vecinos.

Si estamos en lo cierto, el origen del actual pueblo de Casas de Benítez reside en un doble fenómeno: la construcción de una casa por un hombre muy apegado al pinar, Ginés Benítez,  y tal vez encargado de preservar los pinos donceles plantados por los vararreyenses para restaurar un pinar talado por los sanclementinos antes de su entrega. Y la posterior consolidación, en torno a esta casa, levantada por Ginés Benítez, de un núcleo poblacional de casas erigidas por agricultores venidos de otras partes, caso de Martín Parreño desde Casasimarro o Francisco García de Villarrobledo desde Vara de Rey. Otro caso sería el de Alonso Rabadán, pero la rotura del expediente no nos permite ir más allá. Estas nuevas vecindades tenían lugar en un contexto del impulso roturador de la primera mitad del quinientos, que todavía daba sus últimos estertores a mediados de siglo. Tal vez la plaga de langosta de finales de los cuarenta actuara como revulsivo para estos hombres en el abandono de sus hogares y su afán por buscar nuevas tierras. Quizás les llevara la necesidad. Martín Parreño, en 1584, declaraba cómo de más de treinta años que se sabe acordar a estado en el dicho pinar (de Azaraque). Martín Parreño ni siquiera se defínía como morador en Casas Benítez sino como simple estante. Francisco García de Villarrobledo, de 54 años, recordaba como siendo un rapaz de catorce años, hacia 1545, pastaba con los ganados por el pinar de Azaraque, hasta que diez años después estableció su morada en Casas Benítez, que, a su decir, vivía en las casas que están en el dicho pinar, haciéndonos ver que los pinos rodeaban a estas edificaciones. Recordaba a los múltiples infractores que acababan presos en la cárcel de Vara de Rey. Posiblemente Francisco García auxiliara a Ginés Benítez en las tareas de guarda del Pinar de Azaraque y siguiera su ejemplo poniendo casa en medio de los pinos. En especial les preocupaba la salvaguarda de las suertes de pinos donceles, recién plantados. Ginés era un vecino de Vara de Rey, fallecido hacia 1569 o 1570 con setenta años.

Después de los ganados y los guardas de los pinos, llegaron los labradores. La colonización de nuevos terrenos como Pozoamargo por las familias Montoya y Buedo, sirvió de acicate para la deforestación del pinar de Azaraque y el surgimiento de Casas Benítez, pero tanto o más importancia tuvo la proximidad de los molinos en la ribera del Júcar, los de la Losa y los llamados Nuevos, y el surgimiento de importantes núcleos de población al otro lado del río.

Probanza del año 1584

Alonso Rabadán
Martín Parreño, labrador de 47 años, vecino de Casasimarro y estante en Casas de Benítez
Francisco García de Villarrobledo, vecino de Vara de Rey y morador en Casas de Benítez, 54 años
Andrés González de Tébar, clerigo del estado de los hijosdalgo, más de 80 años
Martín de Albendea, labrador de San Clemente
Juan de Montoya, hidalgo de San Clemente de 86 años
Pedro López de Tébar, labrador de San Clemente, 67 años; hijo de regidor
Pedro Juárez el viejo, 67 años, vecino de San Clemente
Julián Gómez el viejo, hidalgo, 64 años, vecino de Vara de Rey
Francisco González, labrador, vecino de Vara de Rey; hijo de Pedro Martínez Pintor, escribano de la villa de Vara de Rey, y padre de regidor
Francisco de Alarcón, hijodalgo, vecino de Vara de Rey


(1) LÓPEZ, Tomás: Diccionario Geográfico de España: Cuenca. (BNE, Mss. 7298, fols. 664 y 665)
(2) GONZÁLEZ SANDOVAL BUEDO, José: Pozo Amargo (Cuenca). Aproximación histórica. Edición del autor. 1997, pp. 69 y ss.

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ CAJA 523, PIEZA 7. Probanzas del pleito entre Vara de Rey y San Clemente por corta de pinos para reparo de los molinos del Concejo. 1584