El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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lunes, 16 de abril de 2018

Villar de Cantos y el origen de los Ortega

En la executoria de Diego de Ortega, padre del dicho Pedro de Montoya Ortega, hay un escudo que tiene por armas cuatro campos, y en el campo de la mano derecha en lo más alto hay una espada, y en el otro de la mano izquierda una cruz colorada y en el de abaxo de la mano derecha hay cuatro panelas, digo cinco panelas, y en el otro vienen cuatro Oes grandes (Relaciones topográficas de Felipe II de la villa de El Cañavate)

Los Ortega pasaron el siglo XVI cambiando de residencia, entre Vara de Rey, San Clemente, Cañavate y Villar de Cantos, de donde  era originaria la familia y mantenía casas y tierras.  Rodrigo de Ortega el rico se había casado  por primera vez con María Martínez, hija de Miguel Jareño, vecino de Cañavate. Casó varias veces más, pues la desgracia le hizo enviudar, la segunda con Isabel de Perona, vecina de San Clemente. Fue entonces cuando se avecindó en San Clemente y moró casa en sus aldea de Villar de Cantos. La tercera vez, con una hija de Alonso Moreno, morador de Vara de Rey; la cuarta y última, con una vecina de la Alberca, del linaje de los Villodre. Pasaba el mayor tiempo en su casa de Villar de Cantos, lugar de San Clemente por aquel entonces, donde concentraba sus heredades. En su casa de Villar de Cantos falleció.

Rodrigo de Ortega era hijo de Gabriel de Ruy Saez de Ortega y de Elvira Sánchez, vecina de Cañavate. La casa solar de los Ortega estaba en Villar de Cantos. Lo sabía bien Miguel Saiz Gallego, que de pequeño se había criado en la aldea de Villar de Cantos. Su memoria alcanzaba hasta los años posteriores a la guerra del Marquesado. Recordaba al padre de Rodrigo de Ortega el rico, Gabriel de Ruy Sáez de Ortega el mozo, pero también a su abuelo Ruy Saez de Ortega el viejo, aunque dudaba del nombre si Juan o si Diego. Seguramente su nombre era Juan. Lo que sí recordaba  a la perfección era el reparto de la herencia de Ruy Saez de Ortega el mozo, muerto hacia 1505, entre sus dos hijos: Rodrigo de Ortega, apodado el rico, que se debió llevar la mayor parte y heredamientos en Villar de Cantos, junto a otras heredades de Vara de Rey y San Clemente, y una hija que desconocemos, casada con Alonso de Luz, vecino de Villalgordo del Marquesado
y el dicho Rrodrigo de Hortega como hijo lygytimo auía heredado sus vienes y hazienda y los heredamientos que tenía en el dicho lugar de Villar de Cantos e auían rrepartido y devidido y lo vido este testigo partir y devidir entre el dicho Rrodrigo de Hortega e Alonso de Luz vezino de la dicha villa de San Clemente su cuñado casado con hermana del dicho Rrodrigo de Hortega  hija de los susodichos (Ruy Sáez de Ortega el mozo y su mujer Elvira Sáez) y para hazer la dicha partición de los vienes este testigo con un carro truxo al dicho Alonso de Luz del lugar de Villargordo a la dicha villa de San Clemente
Así la hija marchó a Villalgordo del Marquesado, mientras el heredero Rodrigo sentaba vecindad en Cañavate, lindante de sus heredamientos de  Villar de Cantos, al casar con la hija de Miguel Jareño. Del matrimonio nacería Diego de Ortega, que a su vez, casaría con Isabel de Araque, hija de Pedro de Montoya, vecino de Vara de Rey. De un segundo matrimonio de Rodrigo, con Isabel de Perona, nacería Rodrigo de Ortega el mozo, que fijaría su residencia en el solar de Villar de Cantos. Rodrigo el mozo había elegido mantener su hacienda antes que su hidalguía. Su nieto del mismo nombre sería con el tiempo, en 1626, I señor de Villar de Cantos.

Villar de Cantos era aldea antigua del alfoz de Alarcón, que en el villazgo de 1445 había caído bajo la jurisdicción de San Clemente. En el cambio de siglo era una pequeña aldea de apenas siete u ocho vecinos. En ella habían establecido su casa solar tres familias hidalgas que serían protagonistas de la historia de la comarca en los siglos siguientes: ortegas, haros y montoyas
que en el dicho lugar de Villar de Cantos auía tres hijosdalgo conviene a saver Diego de Haro e Alonso de Montoya y el dicho Juan de Rrui Sáez y Diego de Rrui Sáez de Hortega visabuelo del que litigaba
La hacienda de los Ortega permaneció en Villar de Cantos, pero tanto Rodrigo como su hijo Diego, habido del primer matrimonio según unos testigos y del segundo matrimonio con Isabel de Perona, según otros, iniciaron una vida trashumante, consecuencia de los cuatro matrimonios del padre Rodrigo. En Vara de Rey, donde Rodrigo casó con la hija de Alonso Moreno, permanecieron padre e hijo quince años. Allí, Diego entabló amistad con dos hermanos, parientes de la familia, también hidalgos: Juan Alonso y Hernando Alonso (¿estaremos ante el fundador de Casas de Fernando Alonso?). Pero si hubo una población que Rodrigo rehuyó como residencia fue la villa de San Clemente. Allí había intentado fijar su residencia, pero el concejo de San Clemente lo empadronó como pechero, iniciándose un pleito entre ambas partes, que creemos es el ya conocido de 1512, en el que se vieron inmersos una docena de hidalgos sanclementinos.

Por nuestro testigo Miguel Saiz de Gallego conocemos los enemigos sanclementinos de Rodrigo Ortega. Era un grupo de principales que copaban los cargos de regidores y alcaldes de la villa, liderados por la segunda generación de los hermanos origüelas, Pedro y Alonso; a los que se sumaban Juan López Tendero y Alonso López de Perona. Especialmente fue enconado el conflicto con este último, con quien había emparentado con su segunda mujer, hija de Juan López de Perona. Rodrigo que se negaba a pechar, defendiendo su condición hidalga, decidió marchar y refugiarse en sus casas de Villar de Cantos y avecindarse en Cañavate. En la defensa de su hidalguía, Rodrigo mantenía la posición de su padre Gabriel. Un hombre que se paseaba hacia 1500 por las calles de San Clemente con un sombrero, símbolo de distinción, para envidia de sus adversarios, y que había ido hasta la Chancillería de Valladolid para obtener ejecutoria de hidalguía, o así lo contaba Pedro Rodríguez, según recordaba de las palabras de su padre, del mismo nombre y conocido nuestro, muerto en 1489. Y es que los Ortega eran odiados tanto por su nobleza como, mucho más, por su riqueza. Todos los testigos reconocían la inmensa hacienda que acumulaban en la aldea de Villar de Cantos, a decir de algunos, alquería de su propiedad. Aunque sabemos que otras familias como los Haro o los Olivares disponían allí de extensas propiedades

Su hidalguía era reconocida por todos. Hernando de Olivares, recordaba como su padre Juan, que vivía en Villar de Cantos, le había dicho que los Ortega venían de muy buen solar. Su riqueza se centraba en las heredades de Villar de Cantos y Casablanca. Si Rodrigo Ortega el viejo se mantuvo fiel al hogar familiar, muriendo hacia 1540 en la casa de Villar de Cantos, su hijo Diego acabó, tras pasar quince años en Vara de Rey, por afincarse en Cañavate con su mujer Isabel de Araque o Montoya. En Villar de Cantos quedó el hijo segundón, Rodrigo el mozo, que mantendría la hacienda familiar; casado con Catalina de Olivares, tendría tres hijos: Francisco, Gabriel y Diego. Los herederos de Diego*, el hijo mayor de Rodrigo el viejo, migrarían hasta Santa María del Campo, donde se establecería otra de las ramas familiares con su nieto Diego de Ortega Montoya . Rodrigo de Ortega el viejo tuvo otras tres hijas: una casada con el alcaide de Hellín, otra con un Alarcón y la última con un Villodre, todos ellos hidalgos.

Rodrigo Ortega el viejo había muerto en Villar de Cantos, pero su cuerpo había sido enterrado en el monasterio franciscano de Santa María de Gracia; una de sus capillas se convertiría en el panteón familiar.

Hacia 1527 los hidalgos obtienen sentencia favorable en El Cañavate para entrar en los oficios de alcaldes, hasta entonces reservados a los pecheros. Sentencias similares se dieron en otros lugares, hasta que en 1539, fueron los hidalgos de San Clemente los que vieron reconocido el derecho a entrar en suertes para la elección de alcaldes y alguacil. Los impedimentos que podía tener Diego de Ortega para acceder a los oficios concejiles se vieron borrados, por lo que hizo valer sus derechos a la hidalguía. En la primera mitad de los cuarenta iniciará pleito para ver reconocida su hidalguía con el concejo de Cañavate; obtendría sentencia favorable el 23 de diciembre de 1547. La sentencia debió ser ratificada en grado de revista en diecisiete de marzo de 1567. La ejecutoria tiene fecha de ocho de julio del mismo año.


*Diego de Ortega tendría dos hijos: Diego de Ortega que permanecería en Cañavate y Francisco de Ortega, cuyo hijo Diego de Ortega Montoya se trasladaría a Santa María del Campo Rus



ANEXO: testigos de la probanza 1545

Pedro de Lomas, alcalde ordinario, por los hijosdalgo de Cañavate, 70 años
Martín López, vecino de Cañavate, 57 años
Miguel Sáiz Gallego, vecino de Vara de Rey, 75 años
Pedro Rodríguez, vecino de San Clemente, 74 años
Hernando de Olivares, hombre pechero, de sesenta años
Miguel López de Benito López, sesenta años, vecino de Vara de Rey
Alonso de Olivares, vecino de San Clemente, 68 años, hijo de Juan de Olivares, que murió en la guerra de Granada hacia 1488, y nieto de Juan Sánchez de Barriga
Nuño de Abengozar, hidalgo de 69 años
Miguel López Cantero, hombre pechero, vecino de San Clemente, 60 años (año 1561)

ARCHIVO DE LA CHANCILLERIA DE GRANADA. Hidalguías. Ejecutoria de Hidalguía de Diego de Ortega, vecino de El Cañavate. 1667, Signatura antigua. 304-530-1

domingo, 15 de abril de 2018

Los Herreros: de conquistadores de Madrid a hidalgos de San Clemente



En las armas del apellido Herreros se hallan tres gradas y dos leones sobre ellas en pie y tentando con las manos una caldera y por orla unos oros y veneras*
El  licenciado y capitán don Miguel de los Herreros era muy devoto de San Frutos, patrón de Segovia, pues sus ascendientes eran originarios de esta ciudad. Su intención era hacer donación de una imagen de este patrón a la Iglesia de Santiago Apóstol de San Clemente. Fue hasta Segovia para hablar con el licenciado Colmenares, cronista de la ciudad. Por boca de este historiador conoció sus antecedentes familiares: era descendiente de uno de los principales linajes de Segovia: el conquistador de la villa de Madrid, Día Sánchez.

La casa de los Herreros estaba en un lugar del mismo nombre a un cuarto de legua del vecino lugar llamado Otero de los Herreros. En 1666, según el licenciado Colmenares, cronista de la ciudad de Segovia, el antiguo lugar de Herreros estaba en ruinas; únicamente se mantenían en pie la casa solar de la familia Herreros y la iglesia románica de San Pedro
auía llegado al sitio del dicho lugar de los Herreros y auía reconocido por sus ruinas su población así por el sitio de las casas caídas como por las que se yban cayendoy por los cimientos y por la iglesia que estaua en pie como obra más fuerte y auía visto también en el dicho sitio una casa grande mucho mayor por los solares de las demás y que su fábrica era muy buena y fuerte tanto que aunque ya estaua por dentro cayda  por estar las paredes de afuera enteras auía hecho reparo en ella ... (llegado al lugar de Otero de los Herreros) todos le auían dicho que aquella casa auía sido de unos caballeros que auía auido antiguamente en la dicha ciudad de Segouia que era familia de notorios hijosdalgo mui nobles y que se auían llamado Sánchez de los Herreros, los quales auían tenido en el dicho lugar de Herreros muchas tierras y Hazienda y que un Alonso Sánchez de los Herreros auía vendido el dicho palacio y tierras a un fulano de Cáceres, vecino de la dicha ciudad ... y se auía ydo a vivir a un lugar de la Mancha junto a San Clemente
Desconocemos las circunstancias por las que Alonso Sánchez de los Herreros, junto a su mujer Eva López decidieron abandonar su tierra natal en dirección a Santiago de la Torre, por entonces villa propiedad del doctor Pedro González del Castillo. Sabemos que hacia 1460, el viejo e histórico lugar de los Herreros fue abandonado por sus habitantes. Según los cronistas por su insalubridad, que llevó a sus habitantes a trasladarse aun otero próximo. Nosotros creemos que la razón es diferente y está en su segundo apellido. Su madre era Elvira González, de familia de hijosdalgo notorios.

Los Sánchez de los Herreros eran familia principal de Segovia, el 5 de mayo 1345 habían obtenido un privilegio de Alfonso Onceno que les otorgaba una de las regidurías perpetuas de la ciudad de Segovia, hasta entonces cargos añales
y en el dicho priuilegio estaua nombrado por regidor perpetuo de la dicha ciudad por el linaje de Día Sánchez a Juan Sánchez de Herreros en el qual dicho preuilegio se haze mención de cómo el dicho Juan Sánchez de los Herreros era noble y quando no lo hiziera solo con decir por el linaje de Día Sánchez era conocido que era notable porque el dicho Día Sánchez y Fernán García de la Torre vecinos que fueron de la dicha ciudad era tradiciçon cierta que auían ydo con gente de ella por capitanes quando se ganó la villa de Madrid a los moros, que auían sido los primeros que la auían entrado
y que auiendo vuelto a la dicha ciudad auían hecho junta de la nobleza en ella y que ellos fueron los cabezas de la dicha junta de la nobleza y que cada uno tenía su escaño y se distinguían con nombre del linaje o banco de Día Sánchez y Fernán García de la Torre y que en la dicha junta de linajes no entrauan sino caualleros hijosdalgo de sangre
¿Qué respuesta hay para que los descendientes del conquistador de la villa de Madrid se desplazaran hasta la Mancha hacia 1460? En esa época, Alonso Sánchez de los Herreros toma la decisión de vender las tierras familiares a Antón Cáceres y trasladarse a vivir con su mujer Eva López y su hijo Miguel Sánchez de los Herreros a Santiago de la Torre. El pleito por la venta de tierras continuaba unos años después, cuando Miguel Sánchez de los Herreros tuvo que volver a su ciudad natal a cobrar unas partidas pendientes de los Cáceres. Quizás estamos ante un caso más de los pueblos abandonados por esta época. En cualquier caso, abandono consciente de una hacienda que se deja para acudir a una pequeña villa de señorío en la Mancha. Nosotros estamos tentado de seguir planteando como hipótesis la relación entre Alonso Sánchez de los Herreros y el doctor Pedro González del Castillo, señor de Santa María del Campo Rus y Santiaguillo. El caso es que en la segunda mitad del siglo XV, el hijo de Alonso Sánchez de los Herreros se establece en San Clemente, abandonando el lugar de Santiago de la Torre, casa con Teresa López Macacho (apellido con reminiscencias que emparentan sin duda con el fundador de la villa, Clemén Pérez de Rus) y forma la principal hacienda de la villa de San Clemente. El símbolo de la riqueza de la familia será la capilla de San Antón de la iglesia de Santiago Apóstol, que compite con la aledaña que poseen los Pacheco, señores de Minaya.

Al igual que los Castillo Portocarrero y el señor de la villa de Santa María del Campo, don Bernardino, los hijos de Miguel Sánchez de los Herreros, Antonio y Sancho, tendrán un papel destacado en las Comunidades de Castilla en defensa de la causa realista. La familia alcanzará una notoriedad, que de los cargos minicipales de la villa les llevará, ya entrado el siglo XVII, a la administración polisinodial de los Austrias como consejeros.







ANEXO: GENEALOGÍA DE ANDRÉS DE LOS HERREROS (casado con Juana Ludeña, padres de Miguel y Antonio) y JULIÁN DE LOS HERREROS (casado con Elvira Perona, padres de Miguel y Diego)

PADRES
Miguel de los Herreros e Inés Carrasco, vecina de Villanueva de la Jara

ABUELOS
Miguel de los Herreros y Catalina García

BISABUELOS
Bernardino de los Herreros e Inés de Alarcón

ABUELOS TERCERO
Miguel Sánchez de los Herreros y Teresa López Macacho, fundadores de la capilla de San Antón de la Iglesia de Santiago Apóstol

ABUELOS CUARTOS
Alonso Sánchez de los Herreros, natural de Segovia y vecino de Santiago de la Torre, y Eva López, dueños del palacio y hacienda que tenían en el dicho lugar de Herreros, de la tierra de Segovia

ABUELOS QUINTOS
Alonso Sánchez de los Herreros y Elvira González, naturales de Segovia

ABUELOS SEXTOS
Juan Sánchez de los Herreros, uno de los primeros regidores perpetuos de la ciudad de Segovia por el estado de los caballeros hijosdalgo, por el linaje de Día Sanz y de María Sánchez de Heredia

Ejecutoria de 30 de enero de 1666 (sentencias favorables de hidalguía de 1655 para los herederos de Julián de los Herreros y 1658 para los herederos de Andrés de los Herreros)

ANEXO II: Testigos de la probanza de los hermanos Herreros (1655)

Francisco López de Huerta, 73 años
Juan González de los Herreros, 70 años
Diego de Iniesta Castañeda
Pedro de Oma y Arteaga, 58 años
Francisco Caballón, 25 años
Juan Antonio de Alarcón, 23 años
Licenciado Rodrigo de Colmenares, cura rector de la iglesia de San Juan de Segovia, cronista de esta ciudad de 64 años
Luisa Cáceres de Ribera, vecina de Segovia
Pedro de Mazarías, de Otero de los Navarros

ANEXO III: Instrumentos jurídicos y actos positivos de hidalguía


  • Testamento de Alonso Sánchez de los Herreros, vecino de Segovia, hijo de Juan Sánchez de los Herreros, regidor perpetuo de esa ciudad,y de María Sánchez de Heredia, otorgado el 20 de noviembre de 1417, declara por hijos legítimos suyos y de su mujer Elvira González a Alonso Sánchez de los Herreros y a Juan Sánchez 
  • Testamento de Alonso Sánchez de los Herreros hijo, otorgado el 28 de octubre de 1460, en él declara ser vecino de Santiago de la Torre; su hijo Miguel vive ya en la villa de San Clemente. En el testamento se deja por herederos a su hijos, habidos en matrimonio con Eva López, Miguel Sánchez de los Herreros y a Alba López de los Herreros
  • Testamento y fundación de la capilla de San Antón en la Iglesia Mayor de Santiago de Miguel Sánchez de los Herreros y Teresa López Macacho su mujer en que dejan muchas rentas capellanías y ornamentos y nombran por primer patrono a Francisco de los Herreros su hijo mayor y después de él a Antonio de los Herreros, Sancho López y Bernardino de los Herreros. Otra de las hijas herederas es María López. El testamento quizás sea de 14 de enero de 1504 (fecha en la que se saca un traslado también del testamento de Alonso Sánchez de los Herreros ante Pedro de la Fuente escribano). El testamento es completado por un codicilo de Teresa López Macacho de 26 de febrero de 1520, ratificando, aprobando y confirmando la dicha fundación y ordenando se hagan en la dicha capilla de San Antón algunas obras y ornamentación para el adorno de ella y hace diferentes mandas para concordia de sus hijos referidos que firmaron el dicho codicilo
  • Testamento de Bernardino de los Herreros e Inés de Alarcón, su mujer, en tres de marzo de 1541 a favor de sus hijos Miguel de los Herreros y Francisca y María, fundando una memoria para la capilla de San Antón y mandan se hagan algunos ornamentos para ella
  • Testamento de Miguel de los Herreros de 27 de diciembre de 1557, deja por herederos a sus hijos Francisco de los Herreros e Inés de los Herreros. El 10 de agosto de 1560 da poder para modificar su testamento a Catalina García su mujer, al doctor Alonso de los Herreros, a su tío Diego de Alarcón, dejando por herederos a Francisco, Inés y Bernardino
  • Carta o patente de 27 de marzo de 1521 del prior de San Juan, fray Antonio de Zuñiga, a Sancho López de los Herreros y a Antonio López de los Herreros, confiriéndoles el título de capitán para que acudan con gente de guerra del San Clemente y su tierra en servicio de Su Majestad
  • 22 de mayo de 1590, el licenciado Miguel de los Herreros accede como regidor perpetuo de la villa de San Clemente por renuncia de Bautista de Alarcón Fajardo
  • En las armas del apellido Herreros se hallan tres gradas y dos leones sobre ellas en pie y tentando con las manos una caldera y por orla unos oros y veneras

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. Hidalguías. Probanzas de los hermanos Herreros, 1666. Signatura antigua: 301-121-11, 12 y 13
*Imagen: http://sanclemente.webcindario.com/imgEsc.php?id=66&s=1

domingo, 8 de abril de 2018

Sobre los Haro y la presencia del marqués de Villena en la villa de San Clemente



Los Haro se habían establecido en San Clemente con Francisco de Haro, al que los mayores vecinos de ochenta años recordaban vagamente, como persona llegada desde Ocaña con su mujer Leonor del Trigo; se le suponía hidalgo, pero no había constancia particular de este hecho, aunque a la familia se le reconocía tener mucho favor de don Juan Pacheco, maestre de Santiago y I marqués de Villena. Es en el San Clemente, señorío de Juan Pacheco, en el que se asientan los Haro y bajo cuya protección consolidan una importante hacienda de bienes raíces. A pesar, de testimonios exculpatorios de hidalgos como Alonso de Palacios, que decía que los hidalgos de San Clemente no habían participado en la guerra del Marquesado, resulta poco creíble que los Haro se hubieran mantenido al margen de la guerra. Otra cosa sería dudar de su fidelidad al marqués.

Pero con los Haro ocurre lo mismo que con otros hidalgos que llegan a la llanura manchega en el siglo XV, se desconoce todo de ellos. Quizás llegados fruto de la necesidad o de la oportunidad, siempre ocultaron sus orígenes. El caso de Francisco de Haro es paradigmático. Se desconocía tanto de él, que algún testigo incongruentemente decía que había fallecido hacía 110 años, es decir poco después de 1420, antes de nacer su hijo Diego de Haro.

El sojuzgamiento de San Clemente bajo los Pacheco no era mal recordada por los ancianos o el recuerdo que había dejado en sus herederos al menos no era rechazable. En aquella época se establecieron hidalgos al servicio del marqués (que en la pechera San Clemente debieron renunciar a su hidalguía). Junto a los Haro, lo hicieron los Origuela, Ludeñas o Pachecos de Minaya. La llegada de esta élite fue acompañada de personas de todas partes en búsqueda de oportunidades. Nos han quedado algunos de sus nombres: Pedro, venido de Palomares, aldea de Huete, Juan López de Palomera, llegado desde Cañada del Hoyo, Alonso de Esteban López o los hermanos Ángel y Alonso Crespo. El caso de Alonso García es paradigmático de estos hombres errantes en busca de trabajo. Llegado hacia 1473 a la villa de San Clemente desde la Alberca, distante dos leguas, se había empleado como muchos otros a jornal en el campo. Alternando la residencia entre San Clemente y la Alberca, terminada la guerra se casó para volverse a la Alberca, pero tras un primer intento, regresó definitivamente a San Clemente en el cambio de siglo para establecerse como pastor. Como pastor estuvo al servicio de Hernán Vázquez de Haro y del suegro de éste, Miguel Sánchez de los Herreros. Hernán Vázquez de Haro, a diferencia de su padre Diego, que tenía heredad en Villar de Cantos, se había decidido por las ovejas para incrementar su hacienda familiar. Diego era un militar al servicio de los Pacheco, recompensado con tierras; Hernán era un hacendado ocupado de sus negocios. El oficio militar de Diego de Haro nos los recuerda el pastor Alonso García
que en tienpo de Diego de Haro la villa fue del marqués de Villena que hera maestre de Santyago que se dezía don Juan Pacheco que con el dicho maestre lo vyo venir a guerras que se ofresçían en el Rreyno e yva con quatro o çinco escuderos como cavallero prinçipal porque entonçes byvía con el dicho marqués de Villena hijo del maestre  de Santiago que no sabe sy llevaba acostamiento del que lo seguía como a señor en lo que le mandava
Este carácter trashumante de Alonso García nos muestra las propias vicisitudes y evolución de la villa de San Clemente en su reafirmación como pueblo en un contexto de dificultades bélicas. El pueblo, que apenas contaba con 130 casas, cuando pasa en 1445 a manos de Juan Pacheco, vivió una época, bajo su sojuzgamiento, de desarrollo y crecimiento demográfico, pero la peste que se desató en la villa y la guerra inmediatamente posterior (a pesar de que el enfrentamiento no fue tan enconado como en Villanueva o Iniesta) dejaron a la villa exhausta. La época de yugo de los Pacheco fue de desarrollo hasta la guerra, pero es de temer que de conflictos y tensiones. Ya desde 1445 la villa se guardó de excluir a los hidalgos, criados del marqués, del gobierno de la villa, pero tuvo que ver como los criados del de Villena, se asentaban en la villa: Origüelas, Castillos, Haros o Pachecos fueron recibidos con el recelo que se puede esperar hacia unos extranjeros. Una nueva élite que se superponía a la república de labriegos que para entonces era la villa. Hubo que esperar a la década de los noventa para la recuperación, interrumpida brevemente por la crisis alimentaria y pestífera a la muerte de la Reina Isabel. Solo entonces llegaría el despegue definitivo. De la vida de Alonso García se deduce que el impulso prmigenio de San Clemente vino de los pastores, que ocuparon el espacio dejado por unos campos arruinados por la guerra. El empujón definitivo lo daría la elección y predilección de las viñas como cultivo agrario.

Pocos testimonios nos ayudan a conocer la villa de San Clemente en la segunda mitad del siglo XV como el de Isabel la Rubia. Esta anciana de 85 años, había nacido hacia 1445 en Osa de la Vega. Con doce o trece años se había desplazado a San Clemente o, más bien como ella narraba la trajeron allí al servicio de la marquesa de Villena
que es natural de la Osa a nueve leguas e syendo de hedad de doze o treze años la truxeron a San Clemente en poder e casa de la marquesa de Villena con quien bivió por tienpo de nueve años e la casó después que fue de hedad de veynte años e después que la truxeron unos rregidores de la Osa a casa de la marquesa syendo de la dicha hedad de los dichos doze o treze años hasta agora a la contynua a sydo vezina y estado casada e bivda e moça en poder de la dicha marquesa en la dicha vylla de San Clemente... eçebto que andando en serviçio de la dicha marquesa fue al Castillo de Garçimuñoz e a otros lugares de la comarca pero la más rresydía en San Clemente
Así, María Portocarrero, mujer de Juan Pacheco, marqués de Villena y maestre de Santiago, tomó por residencia habitual la villa de San Clemente. Alejada de Belmonte prefería una villa abierta y de labradores. Solo de este modo se entiende la fijación de su morada en la villa de San Clemente de numerosas personas, hidalgas y pecheras, desde mediados de siglo. El hecho no es baladí, pues estamos ante la razón histórica por la que San Clemente alcanzó el prestigio que le permitiera décadas después ser la principal villa de la región. Por la casa de María Portocarrero se dejaba ver Francisco de Haro, aunque su residencia era Ocaña, y junto a la casa de María Portocarrero estableció su propia morada el hijo de Francisco, Diego de Haro. Así lo contaba Isabel la Rubia:

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. Pleito de hidalguía de Hernán Vázquez de Haro. 1531-1532. (Signatura antigua: 303- 381-15) Imagen 981

que al tienpo esta testiga fue criada de la marquesa de Vyllena e la dicha marquesa byvía çerca de las casas del dicho Diego de Haro y que esta testigo traya en los braços a don Juan Pacheco que después fue  marqués de Vyllena  e se yba con él por las calles e parava por la calle del dicho Diego de Haro e a vezes entrava en su casa
 Es evidente que Isabel la Rubia difícilmente podía llevar en sus brazos al maestre de Santiago, Juan Pacheco, que por entonces era un hombre hecho y derecho, pero tal vez estemos en un lapsus en la memoria de la anciana, que en sus años de mocedad a quien realmente llevara en brazos era a don Diego López Pacheco, II marqués de Villena. Si es así, podríamos aseverar que el nacimiento del II marqués de Villena, objeto de divergencias entre historiadores, sería en la segunda mitad de la década de 1450, una vez canonizado el matrimonio entre sus padres. La impericia de Diego López Pacheco, un adolescente a la muerte de su padre Juan Pacheco en 1474, explicaría muchas de sus desafortunadas acciones en unos momentos claves de la Historia de España.

Pedro Palomares el viejo trabajaba como jornalero para Diego de Haro. Había llegado a San Clemente hacia 1460, procedente de Palomares, aldea de Huete. Por esas mismas fechas había llegado a San Clemente Diego de Haro, donde había vivido hasta su muerte entre 1480 y 1485, con sesenta años. Juan Diente se acordaba de haber cavado su sepultura. La razón de su llegada era su matrimonio con Urraca Ludueña, procedente de Chinchilla, que cuando casó con Diego era viuda del comendador Juan de la Panda (que algún testigo decía haber sido muerto). Diego de Haro tenía dos hermanas: Una de nombre desconocido, que casó con caballero de la Alberca, un tal Villoria, que se tenía por pariente del maestre Juan Pacheco, y otra de nombre Blanca. Un tal Juan de Haro, que era señor de Villar del Saz y luego fue corregidor de Alcaraz, era primo hermano de Diego de Haro. Diego de Haro formaba parte de la baja nobleza al servicio del Marqués de Villena, don Juan Pacheco. Fue su capitán, asistente o guarda suyo en la villa de Castillo de Garcimuñoz .A decir de Alvar Ruiz del Castillo, escribano de la villa de San Clemente desde 1490,
conosçió al dicho Diego de Haro çinco o seys años asy viéndolo en el Castillo de Garcimuñoz  syendo guarda del Castillo de Garcimuñoz que hera cargo más que alcaide que hera sobre todos los que en él estaban
Diego de Haro, que pasaba gran parte de sus días, en su residencia de Villar de Cantos (donde tenía sus propiedades, tal como nos recordaba Alonso de Rebe, o el Robe, que cavaba sus viñas y sembraba sus panes), acudía a los llamamientos del maestre de Santiago con sus escuderos, participando en guerras como las de Fuenterrabía. Conocemos el nombre de algunos de estos escuderos: Martín de Parada, Pedro Tercero, Pedro de Games y Alonso Álvarez de Rebe. Durante las guerras del Marquesado tuvo una participación muy activa al servicio del marqués de Villena
que quando la vylla hera del marqués Vyllena contra el señor Rrey los hidalgos que en la dicha vylla avya  yvan a llamamiento del dicho marqués de Vyllena y entre ellos yva e fue el dicho Diego de Haro y el tienpo que el dicho Diego de Haro byvió el dicho marqués le dio cargos de corregidor en su tierra e le trató como a su criado e persona favoresçida
Una de las personas que mejor podía dar fe de la hidalguía de Diego de Haro era Juan Rosillo, el hijo de Juan López Rosillo, el libertador del Marquesado de Villena, enemigo declarado del marqués de Villena. Juan López Rosillo había fallecido hacia 1510 con ochenta años de edad. Era un contemporáneo de Juan Pacheco. Era una generación que sabía valorar las cualidades de sus enemigos. Francisco de Haro era considerado como un gran caballero e persona de mucha estyma e valor en Ocaña. En esta villa había nacido Diego de Haro, hacia la década de los treinta del cuatrocientos, de la generación de Juan Pacheco y de Juan López Rosillo.

Nos queda la duda, por la imprecisión de los testimonios, pero creemos que Diego de Haro mutó su fidelidad a favor de la Corona, una vez muerto el marqués de Villena y participó a favor de Isabel en la batalla de Toro durante la guerra de sucesión castellana. No solo él, los vecinos de San Clemente lucharon en Toro a favor de la reina Isabel
vydo como el señor don Enrrique de gloriosa memoria (quiere decir Isabel) tratava e trata guerras en este Rreyno con el Rrey de Portugal e quando fue la guerra de Toro los hidalgos e algunos labradores de la dicha villa de San Clemente fueron a la dicha guerra por llamamiento del dicho señor don Enrrique y este testigo los vydo yr a ella saliendo como salieron de la dicha villa con sus armas e cavallos y entre ellos vydo que heran Diego de Haro e quatro de a cavallo con él que heran sus escuderos que se dezían Martín de Parada e Juan de Vuedo (?) e Pedro Terçero e Pedro de Games y después los vyo venir de allá
Diego tuvo dos hijos: Hernán Vázquez de Haro y Francisco de Haro, que ya había fallecido en 1531, dejando un hijo llamado Pedro, vecino de Alcaraz. Hernán Vázquez de Haro había cumplido con sus obligaciones militares como hidalgo, en el cerco de Salses, atacada en 1503 por los franceses. Aunque Hernán, a diferencia de otros hidalgos de la villa, había excusado sus deberes, mandando a un  sustituto
dixo que puede aver veynte ocho años poco más o menos que este testigo vydo que los fidalgos que ovo en la dicha villa de San Clemente fueron llamados por mandamyento de los Rreyes Católicos para yr a la guerra de Salsas que entonçes tenía çercada el Rey de Françia e de los pecheros fueron muchos peones que tanbién fueron los escuderos de acostamiento que ay en la dicha villa
Hernán, de niño había huido de la villa de San Clemente, azotada por la peste, tal como contaba Alonso de Palacios, hidalgo de Vara de Rey. Estaríamos hablando de los años anteriores a la guerra del Marquesado, en torno al primer quinquenio de la década de los setenta
que de antes rresidió en Vala de Rrey donde conoció al dicho Hernán Vázquez de Haro e en otros lugares de la comarca syendo niño andando su padre fuyendo de la pestilençia de San Clemente 
A Vara de Rey, y a casa de un clérigo llamado Martín López Palacios,  volvería Hernán Vázquez de Haro a aprender a leer (el estudio de gramática de San Clemente es de 1495). Hacia  1490, quando no hera ganada Granada, Hernán, que contaba por entonces con una veintena de años, había casado con María, una de las hijas de los hombres más ricos de San Clemente: Miguel Sánchez de los Herreros. Del matrimonio nacieron tres hijas. Una de ellas se casó con el señor de Minaya y las otras dos con caballeros, entre ellos, un hidalgo de Campillo de Altobuey, llamado Pedro de Jaraba. El hermano de Diego de Haro, Pedro, con una tal Urraca de Alcaraz, tenida por una de las mujeres más ricas de esta ciudad. Pero el reconocimiento de la riqueza no venía acompañada de la hidalguía en la pechera San Clemente. Por eso, Hernán al igual que otros hidalgos habían tenido que acudir a la Chancillería de Granada para demostrar su naturaleza noble, al no disponer de ejecutorias, ante una villa que les había exigido en 1531, que exhibieran esos títulos. Hasta entonces los hidalgos se habían dotado de otros títulos o actos positivos de dudoso valor para el concejo sanclementino: la creación de un ayuntamiento de cuatro electores para el nombramiento en la iglesia de Santiago de alcalde de la hermandad; la confección de un padrón propio donde se anotaban los hidalgos para un reparto diferenciado del cobro de la alcabala, y la expedición de albalaes para la reducción del precio de la carne y pescado, libre de impuestos. El repartimiento de la alcabala se había convertido en todo un símbolo político. Impuesto universal que debían pagar todos, pero los hidalgos se negaban a inscribirse con los padrones de los pecheros. En un principio, los nombres de los pecheros eran leídos en los repartimientos de la Iglesia de Santiago Apóstol. En el primer tercio del siglo XVI, con la construcción de un edificio civil para las reuniones del concejo, dos representantes de los hidalgos se reunían en una sala del ayuntamiento con los cogedores de alcabalas donde elaboraban una lista propia para el reparto diferenciado de la alcabala. Mediado el siglo, los padrones incluían a unos y otros. San Clemente no quería tener padrones de hidalgos.

La lista de los que se pretendían hidalgos en 1531 era larga: Hernán Vázquez de Haro, el bachiller Francisco de Resa, Francisco de Hermosa, Diego y Felipe, hijos de Diego de Valera, Jerónimo de Montoya, Baltasar Granero, mosén Cifre, Alonso de la Serna, Hernando de Melgar, Juan Hernández de Pareja, Diego de Resa, Alberto de las Muelas, Juan de Ybarbuena vizcaíno, Pedro de Arta vizcaíno, Pedro de Oma vizcaíno, Pedro Gómez Hidalgo, Martín Ruiz y Juan Ruiz, hijos de Machín vizcaíno. Muchos de los citados eran canteros vascos; otros hidalgos en su lugar de origen, pero que no se habían preocupado de obtener ejecutoria de hidalguía en su lugar de residencia. Gracias a este macroproceso hoy tenemos varios pleitos que nos ayudan a conocer un poco más de la historia de San Clemente.

Hernán Vázquez de Haro obtendría sentencia favorable, declarando su hidalguía, de la Chancillería de Granada el 22 de abril de 1532.



Relación de testigos presentados por Hernán Vázquez de Haro

Pedro Palomares el viejo, pechero, 85 años
Juan Diente, sepulturero de 80 años
Alonso de Chinchilla, hombre pechero, 65 años
Francisco Rosillo, hombre pechero, 67 años, procurador síndico de la villa en años anteriores y alcalde de la hermandad por los pecheros (junto a Hernán Vázquez de Haro por los hidalgos)
Juan López de Palomera, hombre pechero, 70 años o más. Llegado a San Clemente desde Cañada del Hoyo, con dos años y medio de edad.
Alonso de Palacios, hombre hijodalgo, 72 años, vecino de San Clemente desde hace 44 años, antes morador de Vala de Rey. Conoce a Diego de Haro y Hernán, cuando este era un niño y huía de la pestilencia que azotó a San Clemente (antes de las guerras del Marquesado)
Alonso de Esteban López, vecino pechero, 66 o 67 años.
Alonso García de la Alberca, el pastor, 73 o 74 años
Alvar Ruiz del Castillo, hombre pechero, escribano, natural de Castillo de Garcimuñoz y vecino de San Clemente (ca. 1490). 75 años
Cecilia López, mujer de Gil Hernández de Alfaro, alcalde ordinario que fue, difunto, mujer pechera, 66 años
Teresa de Bonjorna, mujer que fue de García de Bonjorne, mujer pechera, 75 años, natural de Santa María del Campo Rus, vecina de San Clemente desde 1570, donde había llegado en compañía de sus padres
Urraca Méndez de Ludueña, mujer hijodalga que fue de Antón Granero, hidalgo; 60 años, prima hermana de Urraca Ludueña, mujer de Diego de Haro, e hija de Sancho de Ludueña, comendador de la Mota. Natural y vecina de San Clemente, estuvo ausente de San Clemente y residió con su marido en Alarcón durante 17 o 18 años. Un hijo del matrimonio fue alcalde de la hermandad por los hidalgos en San Clemente
Mencía López de Mendoza, mujer de Sebastián Navarro, hijadalgo que se dijo ser, de 70 años. Nieta de Diego Montoya
Mari López, viuda, mujer que fue de Antón Sánchez de la Fuente, 70 años
Elvira de Córdoba, mujer que fue de Suero Pallarés, hijadalgo que dijo ser y mujer de tal, 65 años
Isabel la Rubia, pechera, viuda de Juan Chinchilla, 85 años, criada de María Portocarrero, marquesa de Villena
García Martínez Ángel, alcalde ordinario de San Clemente, pechero, 65 años, hijo de Cristóbal Ángel, regidor y alcalde
Juan Rosillo, hijodalgo, 70 años, primo hermano de Hernán Vázquez de Haro, natural de San Clemente. Con diecinueve años se había casado en Chinchilla, donde se había ido a vivir, hasta que con poco más de treinta años se volvió a San Clemente
Alonso López de Rebe, trabajador, pechero, 84 años

Vecinos de Castillo de Garcimuñoz y Vara de Rey

Pero López, alcalde ordinario de Vara de Rey
Diego de Arnedo, hidalgo de Vara de Rey, de 85 a 90 años, natural de Honrubia, llegado con cuarenta años a casarse en Vara de Rey
Juan de Peralta, alcalde ordinario de Castillo de Garcimuñoz
Ortega del Castillo, libre de pechos, hidalgo de 74 años, tiene casada una hija con Sancho López de los Herreros en San Clemente
Álvaro de Villanueva, vecino de Alarcón y natural de Vara de Rey, 65 años, con catorce o quince años se pone al servicio de Diego del Castillo, alcaide de Alarcón. Es sobrino de Diego y Alonso de Montoya, vecinos de Vara de Rey
Tristán de Molina, vecino del Castillo de Garcimuñoz, comendador de la Orden de Santiago, 80 años



ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. Pleito de hidalguía de Hernán Vázquez de Haro. 1531-1532. (Signatura antigua: 303- 381-15)


domingo, 1 de abril de 2018

De los Llerena de Alcaraz a los Guedeja de San Clemente (II)



Hacia 1560 Eugenio de Salazar es enviado en comisión judicial a un lugar de Asturias llamado Tormaleo, desde allí dirigirá una carta al licenciado Agustín Guedeja, relator del Consejo y de la Cámara de Su Majestad y ahora su fiscal en la Real Audiencia de Galicia. La carta es archiconocida por mostrar con toda su rudeza, y mucho más sarcasmo, la realidad primitiva de un pueblo atrasado de Asturias.

Aparte de recomendar la lectura de la carta, nosotros pondremos nuestra atención en el destinatario, Agustín Guedeja, o tal como era conocido en su villa natal, San Clemente, el licenciado Guedeja (3). La familia tenía sus casas principales en el pueblo en la proximidad de la plaza junto a las de Juan Jiménez y allí vivirán sus herederos en 1586, tal como nos dice el padrón de alcabalas de ese año. Sus orígenes como hemos visto estaban en la ciudad de Salamanca, ciudad desde la que, fruto de una moza desflorada por un estudiante alcaraceño, una nueva rama familiar se había instalado en la ciudad de Alcaraz y luego en la villa de San Clemente de la Mancha (4).

El licenciado Agustín Guedeja, oidor de la Audiencia de Galicia, murió en la Coruña. El cuatro de agosto de 1592 dicta un testamento, que es incapaz de firmar por hallarse postrado por la enfermedad. Este hombre, ante la muerte, estaba lejos de la tierra que le vio nacer y en tierra extraña. Dejó a voluntad de su mujer el lugar de enterramiento. En su carrera, administrativa lo había conseguido todo: miembro del Consejo Real, oidor de la Audiencia de Galicia y su alcalde mayor. De su tierra natal había dejado todo. Sus padres eran Juan Guedeja y Bernardina de Valenzuela; él de Alcaraz, hijo de un padre bastardo; ella, de familia hidalga. El camino hacia la Corte se lo había preparado su padre. Al licenciado Guedeja, su buen hacer y fama como abogado, hizo que San Clemente le fuera pequeño y buscara en la Corte la proyección a su carrera profesional. En el ayuntamiento del 9 de noviembre de 1548 ya se dice que el licenciado Guedeja se lleva de la villa un salario excesivo de 9.000 maravedíes por unos negocios que en realidad no ejercita. Su ambición se vería colmada con un salario mensual de 40.000 maravedíes en la Corte, según nos consta para el año 1554.

Del matrimonio bachiller Juan Guedeja y su mujer Bernardina Guedeja conocemos seis hijos: Juan Guedeja Valenzuela, corregidor en Alcalá la Real y diversos partidos del Reino de Granada, y posteriormente, escribano mayor de rentas; Agustín de Guedeja, relator del Consejo y oidor de la Audiencia de Galicia; Jerónimo de Guedeja, racionero de la colegiata de Belmonte, y Jerónima Guedeja. Habría que añadir dos hermanas, María que profesó como monja en el convento del Espíritu Santo de la ciudad de Alcaraz, renunció a sus legítimas de la herencia, a cambio recibe 300 ducados como dote conventual (19 de abril de 1569). Y Juana Guedeja Peralta, casada y sin sucesión con el hombre quizás más influyente de la villa de San Clemente en el último cuarto de siglo: don Francisco de Mendoza, biznieto por línea varonil de Hernando del Castillo, alcaide de la fortaleza de Alarcón.

Dote conventual de María Guedeja para ingreso en el convento del Espíritu Santo de Alcaraz (1569). ARCHIVO MUNICIPAL DE SAN CLEMENTE. ESCRIBANIAS. Leg. 28/10

Jerónima de Guedeja casaría con Juan Gallo de Andrade, secretario del Consejo Real. El marido de Jerónima hemos de suponerlo clave en la conexión gallega de la familia y en las futuras aspiraciones del licenciado Agustín.

El licenciado Agustín Guedeja, sustituyó a su padre en 1563 como relator del Consejo Real. Pero su carrera administrativa le llevaría a la Coruña, donde ocuparía diversos cargos en la Real Audiencia de Galicia: fiscal, oidor y alcalde mayor. Casó dos veces. La primera con doña Catalina Muñoz Iranzo. De este primer matrimonio nacerían dos hijas, Bernardina Guedeja y María Guedeja. El segundo matrimonio sería con una noble gallega, María Pardos de Andrade, del que nacerían Juan Guedeja y Micaela Guedeja.

El  licenciado Agustín Guedeja invirtió sus ganancias en rentas y juros en su tierra de procedencia. Disponía de un censo de 750.250 maravedíes sobre los propios del concejo de Campillo de Altobuey, un juro de 1.078.650 maravedíes sobre las salinas de Iniesta (sitas en la recién emancipada villa de la Minglanilla), un juro de dos cuentos cien mil maravedíes de principal y una renta anual de 150.000 maravedíes, a catorce al millar, situado sobre las alcabalas de Utiel, cedido el 29 de abril de 1573 por Francisca Sanvítores, viuda de Luis Falaguer, vecino de Valladolid.; otro juro de un 1.312.500 maravedíes sobre las alcabalas del Marquesado de Villena, más de 870.000 maravedíes adeudados por los herederos del Alonso de Valenzuela, regidor de San Clemente; 1.130.520 maravedíes invertidos en el banco y compañía de Pedro Villamor; un censo sobre los propios de Ayna de 300.000 maravedíes; además de 266.552 maravedíes de tres juros situados sobre las rentas de las alcabalas de Alcaraz y Alcalá de Henares..

La fortuna amasada por el licenciado Agustín Guedeja era inmensa. A su muerte la debió dividir entre los herederos de sus dos matrimonios, teniendo en cuenta que el hijo varón Juan fue mejorado con el quinto y tercio. Las herederas del primer matrimonio, Bernardina y María recibieron 7.446.652 maravedíes y el juro de 2.100.000 maravedíes sobre las alcabalas del Marquesado de Villena.

Agustín de Guedeja nunca olvidó su tierra natal. La hija mayor, Bernardina Guedeja Iranzo, casó con el sanclementino Gregorio de Valenzuela, regidor perpetuo de la villa de San Clemente. Ambos fundarían capilla en la Iglesia parroquial de Santiago. Así, parte de los bienes ( cerca de 3.800.000 maravedíes y 787.500 maravedíes del juro de las alcabalas de Utiel), volverían de nuevo a unos Valenzuela. Posteriormente por testamento de Bernardina Guedeja de nueve de octubre de 1597, ésta dejaba a sus cuñados Pedro de Valenzuela y Diego de Valenzuela, hermanos de Gregorio, dos mil y mil ducados respectivamente. Pedro Valenzuela y su hermano Diego recibirían el valor de esos tres mil ducados en bienes raíces y rentas por ejecución judicial del años 1604. Gracias a la cual conocemos los bienes poseídos por la difunta en la villa de San Clemente:

  • Una era de despajar pan alinde de las beatas Alarcón y Fajardo en las eras de la Cruz
  • Una haza cebadal bajo del cerro de las Torcas, alinde de hazas de doña Catalina MUñoz, viuda del capitán Oropesa.
  • Un juro de 2.100 ducados sobre las alcabalas de Utiel y el censo sobre los propios de Campillo de Altobuey
El juro de los dos mil cien ducados serían vendidos por los hermanos Valenzuela a don Rodrigo Ortega nada más ejecutados. Don Rodrigo pagaría al contado 1.400 ducados a Pedro de Valenzuela y su mujer Juana Manuel y 700 ducados a Diego y su mujer María Muñoz.

La herencia de los Guedeja se deshacía. Juan Guedeja, hermano de Agustín Guedeja, vio finalizada su carrera administrativa en 1610. Había llegado a ser escribano mayor de rentas, encontrando la muerte un 23 de febrero de 1610; poco después, el 23 de diciembre, le siguió su mujer doña Catalina de Peñalosa. Sus cuerpos fueron enterrados en la bóveda de su capilla de la Santísima Trinidad de la villa de Madrid.

Diecisiete años antes le había precedido en la muerte su sobrina María, que dejó su testamento en Alcalá la Real (donde su tío Juan era corregidor) un 13 de julio de 1593. Su testamento se abriría el 15 de octubre, fecha sin duda posterior a la de su muerte. Dejó como heredero de todos sus bienes a su tío Juan de Guedeja Valenzuela, escribano mayor de rentas y corregidor de Alcalá la Real. entre ellos dos mil ducados para hacer frente a las mandas testamentarias. Pero no se olvidó de la villa originaria de la familia, San Clemente, dejando una renta de cincuenta mil maravedíes para casar doncellas parientes de su linaje
quiero y mando que de la dicha mi hazienda e mexor parado en ella se conpren en la dicha villa de San Clemente cinquenta mill maravedíes de rrenta en cada un año a rrazón de catorze mill mrs. el millar en juros e zensos que estén bien ynpuestos y seguros a voluntad del corregidor o su theniente o del guardián deon conuento del señor Sant Francisco de la dicha villa e rregidores della más antiguos
 AGS, CME, 0134, 016, 0048. Testamento de María Guedeja
El interés de los Guedeja por la villa de San Clemente era propio de toda la familia. Aunque con fines menos altruistas. Los tíos de María, Juan, el escribano mayor de rentas, y Juana, la viuda de Francisco de Mendoza, acudieron en socorro de la villa tras la debacle provocada por la crisis de 1600. Un concejo acuciado en 1601 por la necesidad de pagar el privilegio de la escribanía pública concedida a la villa tres años antes, empeñaba sus dehesa de Villalpardillo y los Pinares, como garantía de los 1.300 ducados prestados por Juana Guedeja de Peralta, viuda del regidor Francisco de Mendoza; previamente, había prestado otros 2.050 ducados para compra de trigo. Su hermano Juan de Guedeja, por entonces escribano mayor de rentas en Valladolid, prestará en 1605 la suma 4.000 ducados con el mismo fin, pero las garantías ahora serán desorbitadas. Prácticamente la totalidad de los propios de la villa, excluidos aquéllos ya hipotecados a su hermana, además del caudal del pósito. Diego Torrente Pérez ha calculado en cerca de 10.000 ducados la garantía; aunque podamos dudar del cálculo, tomamos como buena una cifra que marcará dos años después el umbral deficitario de la villa.

Juan Guedeja Pardo, el hijo del licenciado Agustín moriría años después de sus hermanas María y Bernardina, creemos que en 1608. Sería sepultado en una capilla del convento franciscano de la villa de Vivero.Ninguno de ellos dejó sucesión. La heredera de los bienes era pues la hermana pequeña, Micaela Guedeja, casada con Jusepe Camaño y Mendoza. En ella recaería la herencia de los Guedeja, descontados los tres mil ducados, ya mencionados, que volvieron fugazmente a los Valenzuela para acabar definitivamente en manos de don Rodrigo Ortega.

Así, los bienes de los Guedeja, en su mayoría, acabaron en manos de Jusepe Camaño y Micaela Guedeja, que los vincularon a la casa y mayorazgo de Rubiañez en el Reino de Galicia.


(3) SALAZAR, Eugenio: Cartas a muy particulares amigos suyos. Ribadeneyra. Madrid. 1866, pp. 81 y ss.
(4) RAH. Colección Salazar y Castro. Tabla genealógica de la familia Guedeja, vecina de Salamanca. [33, fº 103 v.]

AGS. CME, 134, 16, Juro a favor del licenciado Agustín Guedeja. (Mi agradecimiento a Valentín  Casco Fernández por haberme facilitado el conocimiento de este expediente)

jueves, 29 de marzo de 2018

De los Llerena de Alcaraz a los Guedeja de San Clemente (I)

                                   


El 10 de abril de 1537 el bachiller Juan Guedeja demanda al concejo de San Clemente para ver reconocida su condición hidalga. La naturaleza hidalga de la familia había sido concedida al bisabuelo Ruy González de Llerena, por el rey Juan II, y transmitida hereditariamente a sus sucesores: el abuelo, Juan de Llerena, y al padre, Ambrosio de Llerena. Ante la Chancillería de Granada se presentó el bachiller, luego licenciado, Juan Guedeja con el privilegio de su bisabuelo. No estaba dispuesto a reconocer esa condición noble, que, por boca de su procurador, manifestó que el bachiller era un extranjero en el pueblo: un vecino de la ciudad de Alcaraz, donde debía permanecer empadronado si quería mantener su condición nobiliaria, pues su casamiento con una sanclementina ni le concedía la vecindad ni mucho menos la hidalguía en un pueblo poco propenso a las cartas de hidalguías. Además, el momento no era el más propicio, pues los hidalgos pleiteaban por el acceso a la mitad de los oficios concejiles. Exigencia que solo verían reconocida dos años después.

A las razones políticas del momento se unían otras de carácter personal: se tenía al bachiller Juan Guedeja por descendiente de padre bastardo. Pero el bachiller Guedeja, a diferencia del concejo de San Clemente aportó las pruebas que le daban la razón. Entre ellas, la ejecutoria de su bisabuelo Ruy González de Llerena, otorgada por el rey Juan II. Encabezaba la ejecutoria el escudo de armas de la familia
una carta de previllegio e confirmaçión del señor Rrey don Juan de gloriosa memoria que santa gloria aya escripta en pargamino de cuero e firmada de su rreal nonbre e sellada con su rreal sello de plomo pendiente en filos de seda e colores e al fin del dicho previllegio estaban pintado en el escudo de sus armas rreales de castillos e leones con dos círculos de letras de oro e colores e al prinçipio del dicho previllegio estaba un escudo de armas con el canpo la mitad azul e la mitad dorado y dentro una venera 

Ejecutoria de Ruy González de Llerena  de 6 de marzo de 1447 (traslado de 1540)
 La ejecutoria de Ruy González de Llerena es un tratado de filosofía política de la época: entre la teoría del Reino como un cuerpo místico y los deseos absolutistas de un rey atenazado por la realidad de sus limitaciones y dependencias. El Rey se presenta como el corazón, alma del Reino, que con la impartición de justicia da vida y mantiene unido al cuerpo, que es el Reino
que el rrey es señor puesto en la tierra en lugar de Dios para cunplir la justiçia e dar a cada uno su derecho, por ende es corazón e alma del pueblo, que así como el alma está en el corazón del ome e por ella vive el cuerpo e se mantiene así en el rrey está la justiçia que es vida e mantenimiento del pueblo de su señoría e otrosi como el corazón es uno e por el rresçiben todos los otros mienbros unidad para ser cuerpo bien así todos los del rreygno maguer sean muchos porque el rrey es e debe ser uno deben de ser todos uno con él para lo servir e ayudar en las cosas que a de hazer
El Rey también como cabeza que dirige al Reino representado por el cuerpo
el rrey es cabeza del rreyno porque asi como en la cabeça nasçen todos los sentidos porque se mandan todos los miembros del cuerpo bien así por el mandamiento que nasçe del rrey que es ser e cabeça de todos los del rreygno se deben mandar e guiar e obedeçer e grande es el derecho del poderío del rrey que todas las leyes e los derechos tiene so sí porque el su poderío no ha de los omes más de Dios cuyo lugar tiene en todas las cosas prinçipalmente pertenesçe amar e honrrar e guardar sus pueblos
Esa dependencia de los servicios de sus vasallos es lo que llevaron a conceder el título de hidalgo a Ruy González de Llerena, escribano de cámara y contador de la casa del príncipe Enrique. Ruy González de Llerena acompañó al futuro Enrique IV por todo el territorio peninsular en las luchas intestinas que desangraban al Reino
acatando los muchos e buenos e continos seruiçios que vos Rruy González de Llerena mi escribano de cámara e contador e secretario del prínçipe don Enrrique mi muy caro e mi muy amado fijo me abedes fecho así en el tienpo del dicho prínçipe mi fijo procuraba mi libertad e yo estaba opreso en las villas de Tordesyllas e de Portyllo e fuystes con él en mi seruiçio çerca de la villa de Pampliega con vuestros caballos y armas en el rrecuentro que uvo con el rrey de Navarra e con sus secaçys e que fueron desbaratados algunos de la conpañía del dicho rrey de Navarra y después asimismo estovistes con el dicho prínçipe mi fijo en el conbate y entrada que yo fize de la villa de Peñafiel e ansimismo de la entrada que el dicho prínçipe mi fijo fizo de la villa de Rroa que estaban rrebeladas e alçadas contra mí e después fuystes al Rreyno de Murçia e Marquesado de Villena e al Maestrazgo de Calatrava y en el tomamiento y apoderamiento de todo ello que el dicho prínçipe mi fijo e con el don Álvaro de Luna, maestre de Santiago y mi condestable de Castilla hizieron con mis poderes e después fuystes en la conpañía del dicho prínçipe mi fijo en la batalla que yo ove con los dichos rrey de Navarra e ynfante don Enrrique su hermano en el rreal de sobre Olmedo donde por la graçia de Dios nuestro señor yo e el dicho prínçipe mi fijo ovimos vitoria e los dichos rreyes de Navarra e ynfante don Enrrique su hermano fueron vençidos e desbaratados e fueron arrancados del canpo
Tras lo cual, venía la concesión de la hidalguía para Ruy González de Llerena y sus descendientes y de un escudo de armas familiar
seades e sean fijosdalgo notorios de solar conoçido e devengar quinientos sueldos según fuero e costunbre de España,... e que podades traer e trayades un escudo la mitad dorado y la otra mitad azul y en medio una venera las quales vos do e otorgo por armas e ynsignias e que vos llamedes del apellido que agora vos llamades
La ejecutoria, dada en la villa de Valladolid, tiene por fecha el seis de marzo de 1447, era un reconocimiento, más que a los servicios prestados, al mérito personal, pues los buenos se fazen por ellos mejores rresçibiendo galardones e rremuneraçiones. La ejecutoria se concede en un momento de euforia de la Corona, tras la victoria de Olmedo en 1445 sobre los infantes de Aragón, el poder incontestable del condestable don Álvaro de Luna, seis años antes de su conocido infortunio. En la ejecutoria es de destacar la secuencia de todos los grandes del Reino confirmando la voluntad real. Entre ellos, una figura de gran porvenir: Juan Pacheco, mayordomo del príncipe don Enrique. La fortuna de Ruy González de Llerena iría ligada a don Juan Pacheco, I marqués de Villena, de quien sería secretario, tras serlo del príncipe Enrique.


Confirmantes de la Ejecutoria de hidalguía de Ruy González de Llerena

Ruy González de Llerena había nacido en la ciudad de Alcaraz, a decir de los testigos, aunque parece más probable que llegara de Extremadura, tal como delata su apellido, con algún corregidor de la ciudad. Había ocupado los principales cargos municipales, como el de alcalde ordinario por el estado noble y procurador universal de la ciudad. Sus hijos el licenciado Juan, Diego y Alonso fueron regidores. El licenciado Juan Llerena había estudiado Leyes en la Universidad de Salamanca. Allí conoció a una salmantina de la que se enamoraría; con cuarenta años volvió a su ciudad natal, acompañado de esta mujer, llamada Catalina Guedeja, de veinticinco años, y el pequeño Ambrosio, fruto de la relación entre ambos, padre de nuestro protagonista. En concubinato vivieron el licenciado Juan y Catalina Guedeja, hasta que las presiones familiares y vecinales forzaron al licenciado Llerena a contraer matrimonio con Leonor de la familia alacaraceña de los Guerrero. El hijo Ambrosio cayó en la condición de bastardo. La madre Catalina de Guedeja se vería repudiada por segunda vez, cuando el licenciado Llerena casó de nuevo
el dicho liçençiado como ombre soltero se casó primera vez con la Guerrera que auía dicho e fallesçida se casó segunda con Bernaldina de Villena
Ambrosio de Llerena casaría con Catalina Gómez. Conocemos un poco mejor la vida de los Llerena por una criada llamada Catalina Sánchez. Esta mujer era natural de Ayna; con cinco años había entrado a servir en casa de Ruy González de Llerena, al que había visto enterrar en Santo Domingo. En una situación privilegiada, Catalina vio el discurrir de la vida de la familia Llerena. La familia Llerena, una vez muerto Ruy, se organizaba en torno a la viuda Mayor González de Teruel, judía conversa y hereje confesa, cuyos huesos serían desenterrados en 1504, para ser quemados. Fue la viuda quien acogió a Catalina Guedeja y quien permitió una relación de concubinato con su hijo Juan. En casa de la viuda y bajo su protección se crió el bastardo Ambrosio y otra hija habida de la relación entre Juan y Catalina. La buena suerte de Catalina Guedeja duró dos años, hasta que el licenciado Juan Llerena casó con Leonor Guerrero. Bruscamente el trato de Catalina Guedeja como señora de la casa se quebró
que un negro que tenía la madre del dicho liçençiado le llevaba la falda y entonçes no se llevaban faldas sino a personas de muchos mereçimientos
Catalina Guedeja fue obligada por su amante y sus hermanos a tomar los hábitos como monja, desterrada a casa de un pariente de la familia en Chinchilla, acabaría tomando dichos hábitos en el monasterio de Santa Clara de la ciudad de Alcaraz, de la orden de Santo Domingo. Parece que los lazos entre Mayor González de Montiel y la Guedeja continuaron muy vivos, tanto por las visitas continuas de la viuda al convento como porque ésta procuró dar una educación esmerada a sus nietos bastardos, dejándolos a cargo de un  preceptor llamado Montesino. La despreciada Catalina Guedeja encontraría su vocación en el convento, donde permaneció siete u ocho años, trasladándose posteriormente al convento de la orden en Sevilla, donde sería priora, y participando en la reforma de otro convento de la orden en Jérez de la Frontera, donde murió. En este carácter itinerante de la monja debieron ser determinantes sin duda las pesquisas inquisitoriales contra su protectora Mayor González de Montiel.

Pero la suerte de la familia Llerena había cambiado ya antes. Su apoyo al marqués de Villena en las guerras por la sucesión al trono de Castilla fue castigada con la pérdida de bienes e favor de la familia Reolid. Para entonces Ruy había fallecido; la desgraciada suerte la padecieron sus hijos Juan, Alonso, Diego, Rodrigo y Francisco. En especial, Diego y Francisco comprometidos con el marqués y que vieron confiscados sus heredamientos de Povedilla. Aunque pronto supieron acertadamente cambiar de bando, asegurar su fidelidad a la Corona y recuperar sus bienes (1). La fortuna cambiaría de nuevo a finales de siglo, cuando la familia sufrió los embates de la Inquisición, siendo procesada la madre, Mayor González de Montiel, que vería expropiada la propiedad de Pinilla. Es posible que muriera durante el proceso. En cualquier caso, sus huesos exhumados serían quemados (2).

El padre del bachiller Juan Guedeja, Ambrosio, abandonaría la ciudad de Alcaraz al casarse con Catalina Sánchez; aunque parece que luego volvió de nuevo a la ciudad hasta la muerte de su mujer. El bachiller, luego licenciado, Guedeja abandonaría el hogar familiar de Alcaraz para casarse en San Clemente, donde se asentaría. Allí daría el salto; de procurador de la villa pasaría a relator del Consejo Real. Pero la presencia de los Guedeja en estas tierras sobrepasaba la fortuita llegada de una madre deshonrada por el estudiante Juan de Llerena y sus herederos. En Belmonte, protegidos por el marqués de Villena, se establecían otros familiares de los Guedeja, llegados de Salamanca, que hacía de la capilla de la Purificación de la Colegiata su capilla familiar. Su estudio lo desarrollaremos más adelante.

Capilla de la Purificación de la Colegiata de la villa de Belmonte, fundación de su racionero y mayordomo don Jerónimo de Guedeja hacia 1560 (trazada por Esteban Jamete)




(1) PRETEL MARÍN, Aurelio: Los judeoconversos de Alcaraz entre los siglos XVI y XVII: Llerenas y Barreras, Álvarez y Toledos, Vandelviras, Sabucos y Parejas ante la Inquisición. Asociación cultural Alcaraz. Siglo XXI. 2017. Obra imprescindible para el estudio de las minorías conversas en Alcaraz y de los Llerena, en particular.
(2) PRETEL MARÍN, Aurelio: op. cit. pp 37 y ss.

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. HIDALGUÍAS. Ejecutoria de Hidalguía de Juan Guedeja González de Llerena. 1540. Signatura antigua301-14-2


Anexo: testigos de Alcaraz a favor de Juan Guedeja

Pedro de Penilla, portero del ayuntamiento de la ciudad de Alcaraz, hidalgo de 85 años
Cristóbal López , pechero de 55 o 60 años, vive cabo el monasterio de Santa Clara
Catalina Sánchez, mujer de Juan Sánchez Peral, moradores de Ayna, aldea de Alcaraz, 70 años
Jerónimo de Segura, hidalgo, 66 años, juez en çiertos pueblos e alcayde en Baños (de la Encina, Jaén)
Diego Cantarero, pechero de 87 años
Sancho Palomo, pechero de 80 años
Fernando de Vígara, hombre hijodalgo del Arrabal de la ciudad de Alcaraz

domingo, 25 de marzo de 2018

La familia Resa, de Alconchel de la Estrella


Escudo en lo que fue casa de los Resa en la villa de San Clemente (Foto, Laura Mainar). El escudo se encuentra en la calle Cruz Cerrada 11; la casa, propiedad de los Manzanares en el siglo XVIII, fue morada anterior del regidor don Pedro Pacheco Guzmán y su mujer doña Isabel de Resa. Era la casa familiar de los Resa, ... y aunque este testigo no se acuerda de conocer a Doña Isabel de Resa, sabe muy bien de cierto fue mujer legítima de Don Pedro Pacheco y que cuando se casaron la dieron en parte de dote la casa de Resa, en término de dicha villa, a mano izquierda del camino de Santiago... y vivió en la Calle Cruz Cerrada en las casas que poseen Pedro de Manzanares y Francisco Escobar (BNE, Ms. 13092. Genealogía de los Pacheco de Minaya)

Antonio Rosillo conocía bien a Diego de Resa, pues estaba casado con su madre, aunque el hijo no era natural del matrimonio. El niño tenía tres años cuando Antonio Rosillo y la viuda María de Haro se casaron, la fecha de la boda fue hacia 1503 o 1504. Así contaba Antonio Rosillo su matrimonio con la viuda
que este testigo se avía ydo a casar desde la dicha villa (de San Clemente) a Alconchel con la dicha su madre (de Diego Resa) y vivió en ella dos años en temporadas, estando allá la dicha su muger y este testigo en San Clemente, yendo allá en temporadas los dichos dos años e que conosçió a Françisco de Resa padre del que litiga de vista e abla, que le avía visto en Alconchel e le avía visto este testigo solo una vez pasando de camyno e le abraçó por amystad y entonçes supo como hera hijo de Alonso de Resa e marido de la muger deste testigo e después que lo avía visto e ablado desde a pocos días, creya que un año o dos falleçió y este testigo se casó con la dicha su muger y hera de edad de poco más de veynte años e que ansy mesmo conosçió a Alonso de Resa, abuelo del que litiga e a su muger viéndolos e tratándolos en el dicho lugar de Alconchel que hera a çinco leguas de San Clemente
Vista de Alconchel. Ruinas del Castillo al fondo.
Imagen tomada del blog: http://www.elarteencuenca.es/blog/

El bisabuelo, también de Alconchel, era Juan de Resa. Dejó tres hijos, Alonso, que siguió en Alconchel, y otros dos hijos que marcharon a Villalgordo y Montalbanejo. El abuelo, Alonso de Resa estaba casado con Catalina Pinarejo, mujer natural de la aldea del mismo nombre y criada de Garci Hernández de Tébar, morador en Montalbanejo. Del matrimonio había nacido un hijo llamado Francisco de Resa que casaría con María de Haro, hija del hidalgo Alonso de Haro, establecido en Alconchel. Antonio Rosillo casaría con la viuda María de Haro, que por entonces, hacia 1503, tenía ya dos hijos de su primer matrimonio: Diego de Resa y Alonso de Haro. Ambos se criarían con su padrastro y su madre; Diego permanecería en San Clemente y Alonso de Haro se avecindaría en Montalbanejo.

Locuaz en la información sobre los Resa es el hidalgo Rodrigo de Luz, hidalgo de setenta y dos años, vecino de Villalgordo del Marquesado, distante una legua de Alconchel, donde además tenía una heredad. Rodrigo conocía a a todos los vecinos de Alconchel, hacia 1530 un pueblo pequeño de cincuenta vecinos, y en especial, al abuelo de Diego, Alonso de Resa, que jugaba a los dardos en Villalgordo, y que había muerto de pestilencia con cincuenta y seis años (hacia 1509, aunque debemos poner en cuarentena esta fecha, tanto como su edad). Como otros testigos,conocía a los Resa como familia hidalga, asentada en Alconchel y con hacienda de hazas trigales y viñas, desde el bisabuelo Juan de Resa. Pero a este último ya no se le conocían parientes. Es aquí, donde Rodrigo de Luz nos aporta un supuesto origen familiar en Valdeganga y Beteta
e que el dicho Juan de Resa no lo avía conoçido nyngunos hermanos ni parientes e que avía unos que se deçían los rresas vezinos de Beteta e Valdeganga e que aquellos avían estado e estavan allá
No obstante, otro testigo, García de Pinedo, de ochenta y seis años, atestiguaba que era cierto que una de las ramas familiares estaba extendida por la Sierra conquense, pero que el hogar familiar y casa solar radicaba en la aldea de Sotoca
e que avía oydo dezir que aquellos rresas tenían otros parientes en la sierra de Quenca e que avía oydo dezir a personas que no se acordaba que avían sido y heran hidalgos e que estaban en posesión dello e que Garçi Hernández de Tébar y el bachiller Resa avía oydo deçir que avían sydo y eran sus parientes no sabía en qué grado y sy de barón e que no les conoçió otros parientes que este testigo se acordase e que avía oydo dezir que la generaçyón del que litigaba avía sido de un lugar que se deçía Sotoca, que hera haçia Torralba e que avía oydo deçir a personas, que no se acordaba, que venían de camyno e deçían que heran de aquella parte de açia Sotoca e que en él tenían parientes los rresas

Ermita de San Roque. Sotoca


Asentados en Alconchel, los Resa habían hecho de este pequeño pueblo su solar, desde allí se habían extendido por Villalgordo, Montalbanejo, Villanueva de Alcorón, y posteriormente, Villaescusa de Haro. En las gradas de la iglesia del lugar de Alconchel estaban enterrados Juan y su hijo Alonso. Juan de Resa había tenido tres hijos: el mencionado Alonso (abuelo del sanclementino Diego), Diego de Resa, avecindado en Montalbanejo, y Juan de Resa, que se avecindó en Villalgordo del Marquesado. Rodrigo de Luz, como otros testigos, insistía en que la única tacha familiar había sido el matrimonio del abuelo Alonso con una pechera, Catalina Pinarejo (la criada de Garci Hernández de Tébar). No eran guerreros estos Resa, pues no habían participado en la guerra de Granada, aunque sí habían hecho valer sus derechos para no pagar los servicios extraordinarios establecidos por los Reyes Católicos con motivo de tal guerra.

La veracidad de los testimonios sobre los Resa es creíble, pues corresponde a vecinos de pueblos pequeños y próximos donde se conocían todos. Así lo aseguraba García Pinedo, un pechero de Montalbanejo, que conocía uno por uno a los setenta vecinos de su pueblo en 1530, pero también a los vecinos de Alconchel. Según Juan Ruiz de Requena, Alconchel era una aldea de apenas catorce vecinos hacia 1500, aunque lo que más destacable es la permeabilidad entre los pueblos de la zona: las haciendas de los vecinos se reparten indistintamente entre Alconchel, Villalgordo o Montalbanejo,distante una legua, e incluso en Villaescusa de Haro, distante dos leguas. Así, las propiedades familiares rompen los límites que los señoríos imponían.

Diego de Resa vería reconocida su hidalguía por sentencia de la Chancillería de Granada de 19 de abril de 1532. De la fecha de la carta ejecutoria, solo conocemos el día, 1 de febrero; hemos de suponer que el año es 1533. Unos cuarenta años después, Francisco de Resa Haro, hijo de Alonso de Haro y sobrino de Diego, se había mudado a Villaescusa de Haro; ante el concejo de esta villa, apelando de nuevo a la Chancillería de Granada, intenta ver reconocida su hidalguía. Por entonces, la carta ejecutoria familia anda en poder de un nieto de Diego Resa, llamado también Francisco, era el único heredero que quedaba de Diego, un hombre casado apenas hacía dos años, en 1572, y muy ocupado en sus labores del campo. La ejecutoria se la había dado su abuela, Isabel López, viuda de Diego de Resa, ambos se habían casado en 1521. Estos Resa acabarían enlazando, con el tiempo, con los Pacheco en la villa de San Clemente. El apellido familiar acabaría desapareciendo. La integración en la villa de San Clemente no fue fácil, amparados por la protección del padrastro de Diego, Antonio Rosillo, vieron, sin embargo, como hidalgos viejos de la villa, tal que Antón García, de setenta años en 1531, los aceptaban a regañadientes en el reducido grupo de hidalgos sanclementinos de la primera mitad de siglo.





Archivo de la Real Chancillería de Granada. HIDALGUÍAS. Caja 4498, Pieza 9. Real Ejecutoria de hidalguía de Diego de Resa, vecino de San Clemente. 1531. (Signatura antigua: 304-526-2)

jueves, 22 de marzo de 2018

Francisco Sedeño, un hidalgo segoviano al servicio de Jorge Manrique

Francisco Sedeño había llegado a San Clemente con gente de guarnición en la capitanía de don Jorge Manrique en tiempos de la guerra del Marquesado. Era pues un defensor de la causa de la Reina Isabel. La presencia de Jorge Manrique en la villa de San Clemente era recordada todavía en 1493, por Garci Martínez Ángel, un anciano de sesenta y cinco años, que recordaba cómo el capitán real se había hospedado en la casa aledaña de un vecino suyo
que conosçe al dicho Françisco Sedeño desde que vino con la gente de don Jorge Manrrique a la dicha villa de San Clemente, que posó en casa de Juan Gallego
Francisco se acabaría quedando en la villa de San Clemente, casando con una hija de Pedro Sánchez de Bailén, llamada Catalina Sánchez. De familia hidalga de Arévalo, no fue recibido como tal hidalgo, siendo empadronado con los pecheros por los alcaldes Juan López Tendero y Alonso López Rosillo. Sin embargo, Francisco Sedeño hizo valer su hidalguía públicamente en la plaza del pueblo ante el alcalde Juan López Tendero que le pedía pagara los pechos, discutiendo la naturaleza hidalga de Francisco
que todos los hidalgos desta villa an de se mostrar como lo son
La respuesta de Sedeño fue clara y altanera
do graçias a Dios por ello e quando caso se ofresca  e esos señores lo hizieren saber yo se lo mostraré de manera que sepan que soy de los buenos hidalgos desta tierra e de donde nasçí
Tal actitud se traducía que, cuando los recaudadores de impuestos topaban con su casa, la dejaban por casa de hidalgo.

Francisco Sedeño era hijo del bachiller Hernán González Sedeño, morador en el lugar de Marugán, y después en el de Cobos, casado con doña Catalina González, hija del abad don Juan de Parraces. Del matrimonio nacieron cuatro hijos: Juan de Ludeña, Hernando Sedeño, Martín de Cuéllar y Francisco Sedeño. Su abuelo era Lope González de Mesa, vecino de la ciudad de Segovia, donde llegó a ser alcalde, y casó con una hija de un tal Sedeño, vecino de Arévalo, llamada Mencía Vázquez de Arévalo, de condición nobiliaria. En la familia había hechos militares, aparte de Francisco Sedeño, enrolado en la capitanía de Jorge Manrique, el padre, el bachiller Hernán González, había acudido a un llamamiento de hidalgos para la guerra en tiempos del rey Enrique IV. En la batalla había recibido una herida en la cara. La hacienda familiar era de importancia, el abuelo Lope tenía heredades en Tierra de Segovia y en Arévalo
e que tenía hazienda e muchas heredades en Martín Muñoz de las Posadas e en Espinosa e en otros lugares de tierra de Arévalo e de Segovia
Francisco Sedeño vería reconocida su hidalguía el 9 de marzo de 1493. Años después, en 1522, sus hijos pidieron confirmación de la ejecutoria. Eran Hernando Sedeño, Juan de Ludeña, Martín de Cuéllar, Lope González de Arévalo, Gabriel de Espinosa y Ana González. Les fue expedida ejecutoria por la Chancillería de Valladolid con fecha 12 de mayo de 1522.
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Archivo de la Real Chancillería de Granada. HIDALGUÍAS. Caja 4942, Pieza 6. Real Provisión ejecutoria de hialguía de Francisco Sedeño. 9 de marzo de 1493

Archivo de la Real Chancillería de Granada. HIDALGUÍAS. Caja 4942, Pieza 6. SEDEÑO, Hernando y Gabriel de Espinosa, Juan de Ludeña, Martin de Cuellar, Lope González de Arévalo y Ana Gonzalez, hermanos, 12 de mayo de 1522





Testigos de la villa de San Clemente en 1493


Garci Martínez Ángel, pechero de 65 años
Juan López Tendero, pechero de 56 años
Juan González de Medina, cura de San Clemente
Martín López el rico,
El bachiller Sexmero,
Juan Merchante el viejo

Testigos de 12 de mayo de 1522

Pedro Ruiz de Segovia, alcalde ordinario
Garci Martínez Ángel
Pedro de Alarcón
Martín del Campo
Juan Rosillo
Sancho Rodríguez, escribano

miércoles, 21 de marzo de 2018

Hidalgos de Tierra de Campos en la villa de San Clemente: Los Ruiz de Villamediana y los de la Fuente

MARTÍN RUIZ DE VILLAMEDIANA: EL HIDALGO CONVERTIDO A MERCADER QUE FUNDÓ EL CONVENTO DE CLARISAS DE SAN CLEMENTE

Hasta la Chancillería de Granada fue don Antonio Ruiz de Villamediana el año de 1545 en busca de una ejecutoria que reconociera la hidalguía que le negaba el ayuntamiento de San Clemente. Buscó el testimonio de los grandes hombres de la villa, que lo habían sido todo en la primera mitad de siglo, pero a decir de sus enemigos eran hombres ya viejos y cansados. Alonso Pacheco Guzmán, hermano del difunto señor de Minaya, era un anciano de setenta y cinco años, doliente de la hijada; Juan de Caballón,  de apellido hidalgo y de Castillo de Garcimuñoz había asentado hacienda como agricultor, contaba con ochenta años, era un anciano derrengado que apenas se tenía en pie; Pedro de la Fuente, antiguo escribano de sesenta y cinco años, o Miguel Sáiz Sevillano, que será padre de escribanos y de sesenta y cinco años, eran personas que apenas salían del pueblo ni siquiera de su casa; Francisco de Olivares o Pedro de Albelda contaban con setenta años, hombres ya muy mayores para testificar en Granada. Claro que, curiosamente, quien tachaba a estos testigos era Antonio de la Fuente, de sesenta y dos años, humillado en su pretensión de hidalguía por el concejo sanclementino.

Ese año también pleiteaba por su hidalguía Alonso de Valenzuela, que vio como sus testigos eran tachados de viejos e impedidos. En este caso, estaban Antonio Rosillo y Hernán Vázquez de Haro el viejo, los dos de setenta y siete años, viejos y pesados, gotosos tal como también se decía, o Alonso González de Origüela, de setenta y cinco años, un hombre quebrado por la perlesía. Parecía como si toda una generación que había levantado la villa desde la nada o se había aprovechado del pueblo para sus ambiciones personales era ahora condenada al desván de la memoria olvidada de la villa de San Clemente. Sin embargo, eran estos hombres ancianos y desvencijados los que podían dar fe de la llegada de tierras lejanas de hombres desarraigados en busca de fortuna. Algunos eran hombres con un pasado familiar glorioso, pero en San Clemente de comienzos del quinientos valía poco el apellido y todo se fiaba al mérito personal.

Cuarenta años después las cosas había cambiado radicalmente. La venta de regidurías perpetuas desde 1543 había dejado en papel mojado la exclusión que sufrían los hidalgos para acceder a los oficios concejiles. Al igual que Alonso Valenzuela o Antonio Ruiz de Villamediana, Juan Granero también acudió a la Chancillería de Granada y asimismo recusó a varios testigos, quizás alguno de ellos todavía recordará la revocación de la hidalguía concedida a Antón Sánchez Granero.

Pero treinta años, en 1512 los hidalgos sanclementinos ya intentaron que su reconocida condición hidalga se viera reflejada en la reserva de la mitad de los oficios públicos y conseguir así su acceso al poder. No lo consiguieron, aunque entre los que no cejaron en el empeño y yendo contra las leyes pecheras de la villa sanclementina destaca Martín Ruiz de Villamediana, que sorprendentemente aparece, sin que tengamos explicación racional, como alcalde de los hijosdalgo en la villa de San Clemente el año de 1517 (tal vez, porque su verdadero cargo era alcalde de la hermandad). Cuatro años antes, un veintiuno de julio de 1513, presentaba demanda ante la Chancillería de Granada para ver reconocida su nobleza, heredada de padre y abuelo y demostrada en las guerras. Cinco meses antes, los regidores Alonso Manzano, Juan López, Pedro Sánchez de Origüela y Pascual Simón lo habían inscrito en el padrón de pecheros (el único que había, pues en San Clemente nunca hubo libro de hidalgos), obligándole a pagar las diez centenas, un tributo concejil de diez reales, como hombre postero que era. Que el concejo sanclementino no permitía veleidades hidalgas quedó demostrado cuando el jurado y mayordomo del concejo, Alonso de las Mesas, acompañado de escribano y alguacil, se presentó en el domicilio de Martín Ruiz de Villamediana para embargarle una alfombra. La escena, en el domicilio de Martín, fue ejemplo del tesón y orgullo que podía mostrar un hidalgo, consciente de su naturaleza. Ante el escribano, alguacil y mayordomo reafirmó su condición hidalga y su negativa a pechar, antes perpetuar su libertad e posesión. Amenazó con quejarse de los regidores ante la reina Juana. El era un mandado, le respondió el jurado Alonso de Mesas, o dinero o prendas. Acabaron por llevarse la mencionada alfombra, ante un desafiante Martín que pidió al escribano traslado de los hechos. Con dicho testimonio se presentó en el ayuntamiento un diez de julio para anunciarles su decisión de defender sus derechos ante la Reina. Juan de Olivares y Benito García, alcaldes aquel año, le respondieron que si era hidalgo mostrase el privilegio de tal.

No tardaría Martín Ruiz de Villamediana en presentarse ante el concejo sanclementino con una carta real citatoria, con sello de placa de las armas de la reina Juana (las mismas de los escudos laterales del edificio del actual ayuntamiento)


Sello de placa con las armas de la Reina Juana. Año 1513
                                     

Escudo bajo la torre del Ayuntamiento de San Clemente
                                       
Para el veintiocho de agosto los regidores sanclementinos deciden personarse con procurador en el pleito para frenar las pretensiones del pretendiente. Martín Ruiz de Villamediana había llegado como muchos otros con el cambio del siglo. Había llegado a la Mancha no a guerrear, sino traído por la necesidad de buscar hogar familiar propio y las amplias oportunidades que estas tierras ofrecían. El calificativo de postero indicaba su reciente llegada. Pero alcanzada una posición social exigió ver reconocida su nobleza. La disparidad de pareceres entre el pretendiente y el concejo sanclementino se trató de esclarecer con la probanza de testigos que la Chancillería de Granada ordenó el 28 de septiembre. El primero de febrero de 1514 la Chancillería reconocía por hidalgo a Martín Ruiz de Villamediana e imponía silencio perpetuo al concejo de San Clemente. El día nueve de febrero, Martín obtenía ejecutoria con sello de plomo pendiente de hilos de seda.

¿Quién era este hombre que se pretendía hidalgo de solar conocido y posesión? Martín Ruiz de Villamediana había llegado de Tierra de Campos. Sus orígenes se repartían entre la villa de Tiedra y la de Tordehumos. El abuelo de Martín, Lope Ruiz, era vecino de la villa de Tiedra, donde había muerto hacia 1475; veinte años después en el mismo lugar había fallecido su padre Diego Ruiz. En el hogar paternal de Tiedra vivió Martín, hasta que joven se desplazó a Tordehumos, donde casó con la hija de un mercader, llamada Constanza Ruiz, allí vivió durante diez años. De Tordehumos saldría en busca de nueva oportunidades hacia San Clemente. Era el año de 1502.

Castillo de Tordehumos

El abuelo de Martín, Lope Ruiz, había llegado a Tiedra siendo un niño, acompañaba a su madre viuda y a otros dos hermanos. Llegados en la pobreza más extrema, la madre sin embargo supo litigar y ganar la hidalguía para sus hijos de su difunto marido, un tal Cristóbal, según aseguraba un vecino de San Cebrián de Mazote, llamado Alonso de la Rosa. Esa hidalguía fue la que salvó a la familia, pues fue el reclamo para que un rico del pueblo, llamado Diego Alonso de la Rosa, casara a su hija única María con Lope Ruiz. Del matrimonio de ambos, nació Diego Ruiz, que casó con una vecina de Urueña, Catalina Sánchez, y se rodeó de los símbolos de un buen hidalgo: poseía dos caballos y era asistido por un escudero. Diego era un caballero auténtico, partícipe de la vida militar como alférez del maestre de Calatrava.

Si alguien conocía bien a Martín Ruiz de Villamediana era Antonio de la Fuente, nacido hacia 1484, el cual había emprendido junto a sus hermanos el viaje para asentarse en San Clemente, acompañado de Martín. Había coincidido en Tordehumos y hasta el fallecimiento de Martín, en 1523, en la villa de San Clemente. Antonio de la Fuente había vivido en Tordehumos al servicio y en casa del suegro de Martín Ruiz, un tal Rodrigo Sánchez. Nos queda en la oscuridad aquel viaje. Sabemos que los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente traían con ellos a su madre ciega, aunque luego lo negaran en el pleito de hidalguía de 1526. Martín Ruiz de Villamediana venía con su mujer Constanza y sus hijos. Si la necesidad podía ser causa de la emigración de los hermanos de la Fuente, no parecen tal los motivos de la llegada de Martín, con fama de rico ya en origen. Unos y otros haría gran fortuna en la villa de San Clemente. Seguimos con la duda cuando llegaron a la villa de San Clemente. Solo podemos hacer conjeturas con las declaraciones de testigos. Antonio de la Fuente declaraba en 1546 conocer a Antonio Ruiz de Villamediana desde hacía cuarenta y cinco años en Tordehumos. Allí había Martín vivido con su mujer durante un periodo de siete a diez años, es decir, haciendo cuentas, la llegada a San Clemente fue en el periodo de 1500 a 1510. Periodo demasiado amplio e incierto, sobre todo, si pensamos que detrás de todas estas conjeturas lo que se esconde es nuestro anhelo de certificar el nacimiento de Constantino Ponce de la Fuente.

Para mayor desgracia nuestra, la probanza de testigos de Antonio Ruiz de Villamediana, a comienzos de 1546, se desarrolla en un hervidero de pasiones y conflictos en la villa de San Clemente. La inquina que debían guardar a Antonio algunos regidores era mucha. Entre ellos, los regidores Cristóbal de Tébar y Francisco Jiménez o el alcalde bachiller Avilés. Si añadimos el resto de cargos municipales, los regidores Hernando del Castillo Toledo, Alonso García o Francisco de los Herreros, comprenderemos que bastantes disputas existían entre ellos como para ceder el poder que detentaban a esos otros de la Fuente y Ruiz de Villamediana, a los que habían cortado las alas y ambiciones hacía veinte años. El clan de los zamoranos tenían vedado el acceso al poder, pero contaban con el apoyo de varios hidalgos que en esos vaivenes de la política sanclementina se decantaban por unos u otros según la oportunidad. Bien se preocupó el concejo de evitar la declaración de estos testigos, coetáneos del fallecido Martín Ruiz de Villamediana; hombres ancianos que por su misma vejez podían decir cosas inconvenientes. Viejos pero hombres respetados: Pedro de la Fuente, escribano (el hombre que hizo de reclamo para el viaje de los inmigrantes de Tierra de Campos), Alonso Pacheco o Hernán Vázquez de Haro o simplemente dos labradores, Miguel Sánchez Sevillano, hombre muy respetado en el pueblo, y Juan de Caballón, pechero por las circunstancias, pero cuyo apellido era rancio y de abolengo.

Los Ruiz de Villamediana era una familia que sobraba en el San Clemente de mediados de siglo. En ese mundo de rivalidades, donde los hijos habían asentado el poder que los padres les habían dejado con la forja de sus fortunas y hacienda, la mayor arma arrojadiza de unos y otros era asomarse al gaznate del vecino a oler o no oler el resuello a tocino y acusar al adversario de sangre judía. Los Ruiz de Villamediana, a diferencia de sus vecinos, podían mostrar sus indiscutibles credenciales como caballeros y cristianos viejos. Viejos cristianos y piadosos, pues entre las mandas testamentarias de Martín Ruiz de Villamediana estaba la fundación de un convento de clarisas en 1523.

A pesar de las oposiciones de los regidores, Antonio Ruiz de Villamediana sacó adelante su probanza de testigos, que de impedidos, gotosos y viejos dementes pasaron a recuperar su condición de hombres respetados, y con algunos años menos de los que decían sus delatores. En tal circunstancia, parece que fue decisivo el apoyo de Antonio Ruiz de Villamediana recibió de un hombre llamado Juan Guerra, alcalde de la hermandad por el estado pechero aquel año de 1546. Hombre respetado, y cómo no, zamorano, que posiblemente había llegado con otro parroquiano llamado Francisco Fernández, destinado a procrear la estirpe más rica del pueblo y la más odiada: los Astudillo.

Hernán Vázquez de Haro fue el primero en declarar un ocho de marzo de 1546, tenía alrededor de sesenta y cuatro años (sus enemigos le daban trece años más). No podía ser imparcial, pues una hija de su cuñado estaba casada con Antonio Ruiz. Declaraba que el patrimonio de los Ruiz de Villamediana era el de cualquier otro hombre de la villa: ganados y granjerías, pero en mucha cantidad. Como hidalgos, los Villamediana se paseaban a caballo por la villa, a la que a su decir, habían llegado hacía cincuenta años (¿antes de 1500, pues?). Martín Ruiz de Villamediana había fallecido con más de cincuenta años, sesenta según otros, dejando viuda a Constanza, que había sobrevivido casi veinte años más a su marido, refugiada, como beata, en el convento de clarisas que la familia había fundado. Martín Ruiz de Villamediana había formado parte del colegio de cuatro electores que nombraba cada año para San Miguel, en la capilla de los Herreros de la iglesia de Santiago, alcalde de la hermandad por el estado de los hijosdalgo, cargo que él mismo había desempeñado en muchas ocasiones. Su condición de elector y elegido la había heredado su hijo Antonio, que además, aprovechando que los hidalgos habían visto reconocido por provisión real hacia 1540 su derecho a ocupar uno de los dos cargos de alcalde ordinario, había sido elegido en el periodo de 1543 a 1544 como alcalde por los hidalgos. Demasiada ambición para no estar en la mirada de sus rivales.

Alonso Pacheco se presentó como un hidalgo, pues era hijo y pariente de los señores de Minaya,  de sesenta y cinco años. Contaba cómo Martín Ruiz había procurado dar una buena educación a su hijo Antonio, llevándole a la escuela en San Clemente (el estudio de gramática que se fundó en 1495) y, posteriormente, prosiguiendo los estudios en Belmonte. Martín también buscó buen casamiento para su hijo Antonio, enlazándole matrimonialmente con una hija de Antonio de los Herreros. Alonso Pacheco fue capaz de darnos la fecha exacta de la llegada de Martín Ruiz de Villamediana a San Clemente: el año de 1498, aunque para desdecirse poco después y asegurar que había tratado con él durante veintiocho años, es decir retrotrayendo la llegada al año 1495. Fechas ambas inciertas. Por entonces, ya no había guerras. Y es que Martín Ruiz de Villamediana no llegó como militar sino como mercader de paños y sedas. Instalándose en la villa y poniendo tienda propia. Eso explica el gran caudal que había hecho, más bien incrementado, en tan poco tiempo, invertido después en ganados y viñas. El labrador Miguel Sánchez Sevillano, que recordaba la venida de Martín a la villa, le acompañó a la compra de ganados. Alonso Pacheco daba como fecha de fallecimiento de Martín el año de 1523, a los sesenta años. Martín. pues, era un mercader, pero que nunca olvidó los signos de distinción de su hidalguía. Hombre que paseaba a caballo por la villa y que poseía varios criados. Martín ya había llegado como hombre rico a San Clemente y con criados; éstos eran los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente.

Castillo de Tiedra, lugar de origen de los Ruiz de Villamediana

En una sociedad abierta como la de San Clemente, ¿cómo diferenciar un hidalgo de un pechero? Es evidente que el signo incontestable era la ejecutoria de hidalguía. No todos podían sobrellevar el coste de un juicio en la Chancillería de Granada. De ahí el interés en visibilizar esa hidalguía en la presencia en el colegio de electores de alcaldes de la hermandad y, en estos tiempos en los que, tal como diría Miguel Perona, cien años después, el carnicero, concediendo las libranzas de refacción de la sisa, todavía no despachaba sus propias cartas ejecutorias, el interés de los pretendiente a hidalgos se dilucidaba en el momento del repartimiento de la alcabala, un impuesto universal a pagar por todos, nobles o pecheros. El concejo se reunía para nombrar seis pecheros que redactaban un padrón de pecheros para el repartimiento de la alcabala entre los vecinos. Poco después lo hacían dos hidalgos que formaban un padrón propio y decidían el modo de pago y la cuantía. Este padrón se tomaba como base para la exención del servicio ordinario y la expedición de cédulas para no pagar la sisa de la carne. Por supuesto que la villa de San Clemente nunca reconoció estos padrones de hidalgos, pero tampoco se enfrentó claramente a ellos, en la medida, que por el hecho de pagar impuestos reales, los hidalgos eran coaccionados en cualquier momento para pagar los pechos concejiles. Parece que esa autonomía de los hidalgos para repartir sus impuestos, fue aprovechada por el concejo sanclementino en 1514 para exigir una contribución a los nobles con motivo de la construcción del molino del Concejo, en el vado del Fresno.

Otro de los testigos fue el escribano Pedro de la Fuente, hombre pechero de sesenta y cinco años. Pedro de la Fuente era de la familia zamorana de la Fuente. A diferencia de Antonio o Cristóbal, no se había preocupado de su condición hidalga, pues le procuraba más beneficios el ejercicio del oficio mecánico de su escribanía. Por él sabemos que Martín era factor de su futuro suegro Rodrigo Sánchez en el negocio de mercader de telas y sedas. Esto nos hace de Martín un hombre viajero, tal vez en el vecino Portugal (¡el cristiano viejo en contacto con las comunidades judías del país vecino!), donde buscaba los contactos para proveer de mercancías y contactos al negocio de su suegro, pero también en el resto de la Península y por supuesto en las sociedades manchegas que ahora tomaban impulso, convirtiéndose en mercado a conquistar. Sobre la complejidad de los negocios de su suegro solo podemos asegurar que trataba con cierta compañía de otros mercaderes. Pedro de la Fuente nos desvela definitivamente la llegada de los de la Fuente y Ruiz de Villamediana a San Clemente. Era el año de 1502
e que en el año de quinientos e dos este testigo vido que el dicho Martín Rroyz se vino a la dicha villa de San Clemeynte con la dicha Constança Rroyz su muger y con hijos y venido a la dicha villa compró la casa que de presente tiene el dicho Antonio Rroyz  e le vido que vivió en la dicha villa de mercadurías teniendo tienda de paños e sedas e de ganados e viñas e otras grangerías, porque quando vino a la dicha villa truxo cabdal para ello y con su muger este testigo tuvo conversaçión e trato dende que vinyeron fasta que fallesçió que fue en el año de veynte e tres años e que entonces serya de edad de sesenta años. 
Pedro de la Fuente ya vivía en San Clemente donde ejercía como escribano, fue él quien sirvió como lazo de unión con sus dos hermanos, Cristóbal y Antonio, criados de Martín Ruiz de Villamediana, para que todos ellos acudieran a la villa de San Clemente. La razón pudiera ser la unión no consentida de Martín con Constanza, por el padre de la mujer, Rodrigo Sánchez, que veía con muy malos ojos cómo su fortuna podía acabar en manos de su factor, un hombre ya viejo, treinta y cinco años, cuando decide casarse con Constanza hacia 1498. Pero de la declaración de Pedro es difícil deducirlo
supo e fue público que el dicho Martín Rroyz se avía casado a ley e bendiçión con la dicha Constança Rroyz su muger en la dicha villa de Tordehumos e lo oyó dezir a Antonio de la Fuente e Christóbal de la Fuente sus hermanos naturales de la çibdad de Çamora criados que fueron del dicho Martín Rroyz e vinieron con él desde la dicha villa de Tordehumos a la dicha villa de San Clemeynte e a Françisco Rroyz e a otros parientes del dicho Martin Rroyz e a un bachiller hermano de la dicha Costança Rroyz que les oyo dezir que hellos los avían visto velar e casar e que al tienpo que fallesçió el dicho Rrodrigo Sánchez de Tordehumos padre de la dicha Costança Rroyz e suegro del dicho Martín Rroyz paresçió ante este testigo como escriuano que a la sazón hera de la dicha villa la dicha Costança Rroyz dio poder al dicho Martín Rroyz su marido para que fuese a cobrar la herencia que le pertenesçía de dicho su padre e vido que lo truxo e cobró
Quien realmente nos da una información definitiva de Martín Ruiz de Villamediana es el labrador y antiguo regidor Juan de Caballón, de setenta años en 1546, que por vivir al lado de la casa de Martín conocía todos sus secretos. Entre esos secretos estaba un turbio asunto: la muerte del hijo del bachiller Rodríguez en que Antonio, el hijo de Martín, se vio implicado. La familia Rodríguez era de origen judía y los Ruiz se lo recordaron, pero aquellos acusaron a éstos de moros. No era la primera vez que se recurría a esta acusación para desprestigiar a alguien. Las averiguaciones no fueron más allá. Juan Caballón nos desveló el pasado de Martín y confirmó los motivos de su venida a la villa de San Clemente. Martín ya conocía la villa de San Clemente de mozo, pues la había visitado en compañía de su futuro suegro, Rodrigo Sánchez. Era su criado, actuando como factor para las compras y ventas, en San Clemente compraba la lana de los ganados de la villa y vendía telas
e lo conosçió que venía con el dicho Rrodrigo Sánchez a la dicha villa de San Clemente a tratar en paños e lanas e lo traya por su criado más tienpo avrá de sesenta años (al finalizar las guerras del Marquesado)
Por Juan Caballón sabemos que la compañía comercial de Rodrigo Sánchez estaba formada por tres socios; el citado, Alonso de Palacios y Andrés de Dueñas. Martín, enamorado de la hija de Rodrigo, acabó mal con su amo y presumiblemente con la moza preñada; tal eventualidad pudo ser el desencadenante de la venida de Martín a San Clemente, aunque no lo creemos pues convivió tres o cuatro años en Tordehumos, o simplemente la decisión pudo estar marcada por las posibilidades de negocio que ofrecía una zona en expansión que conocía bien. De hecho, los desencuentros con su amo acabaron en colaboración. Martín Ruiz de Villamediana llegó así a una tierra que conocía, donde su suegro era respetado como mercader de prestigio y donde tenía el terreno abonado para establecerse independientemente con su propio negocio
el dicho Martín Rroyz se avía casado por amores con una hija del dicho Rrodrigo Sánchez su amo y que avía estado muy mal con él sobre lo susodicho e que después lo perdonó e ovo por bien su casamiento e que después avrá quarenta e quatro años (en 1502) poco más o menos que el dicho Martín Rroyz se vino a la dicha villa de San Clemeynte e truxo consigo a la dicha Costança Rroyz su muger y venidos como su suegro le fazía cara e favoresçia le fiaban en la tierra todo lo que quería e puso tienda de paños en la dicha villa 
Así Martín Ruiz de Villamediana llegó a San Clemente con su mujer Constanza y dos criados, unos jovenzuelos, los hermanos de la Fuente, Antonio de dieciocho años y Cristóbal, del que desconocemos la edad. En San Clemente les esperaba el hermano mayor Pedro de la Fuente, escribano del concejo, que ya tenía residencia en la villa. Pedro apenas si llevaba unos meses en la villa de San Clemente, pues el 18 de noviembre había sido nombrado por la Corona como escribano de esa villa. Tenía veintidós años. El traslado de ese documento se nos ha conservado en el Registro General del Sello de Simancas

Signo concedido a Pedro de la Fuente como escribano de la villa de San Clemente
(Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 150111, 27)
La figura de Pedro de la Fuente ha pasado demasiado inadvertida hasta ahora. Quizás nuestra visión de él cambie, si apostamos que estamos ante el padre de uno de los mayores intelectuales del siglo XVI: el doctor Constantino Ponce de la Fuente.

Con Martín Ruiz de Villamediana llegó su mujer y en brazos de Costanza iba su hijo recién nacido, Antonio, que según otros ya tenía cuatro o cinco años. A la larga él es quien recibirá la herencia familiar. Además de las casas principales, heredó el patronazgo de la capilla familiar del Descendimiento de la Cruz del monasterio de San Francisco y una sustanciosa hacienda que no podemos cuantificar, formada por ganados, viñas, esclavos y la propia tienda familiar. Atrás, en la villa de Tiedra, manteniendo el linaje familiar quedaron sus hermanos Sebastián, Diego, Pedro y Gregorio. Diego defendería los intereses de su hermano en la Chancillería de Valladolid. Antonio Ruiz de Villamediana entroncaría con una de las familias principales del pueblo, al casar con Teresa, hija de Antonio de los Herreros. Decía Antonio Rosillo, un hidalgo de ochenta años en 1546, que el dicho Antonio de los Herreros nunca hubiera dado su hija a un converso, para justificar la naturaleza de cristiano viejo de Antonio Ruiz y su padre. Del matrimonio de Antonio y Teresa nació el bachiller Alonso Ruiz de Villamediana.

A la sombra de los Ruiz de Villamediana otros hicieron fortuna. Además de los hermanos de la Fuente, destaca la figura de Miguel Sánchez Sevillano, un labrador que compraba y vendía ganados para los Villamediana y que acabó instalándose en su casa, donde durante seis años devino en administrador de sus negocios. En su día analizamos la figura de Clemén Saíz Sevillano como antecesor de los Sevillano, hoy estamos tentados de ver en Miguel, nombre repetido una y otra vez, el patriarca de esta famosa familia de escribanos sanclementinos.

El principal legado, sin embargo, por el que se conoce a Martín Ruiz de Villamediana no es por sus dotes como mercader ni por su hidalguía, sino la fundación del convento de monjas clarisas de la Asunción de la villa de San Clemente. Tal hecho los recogió el Padre Ortega en 1740
A este tiempo, murió un Hombre Noble, natural de la misma Villa de San Clemente, llamado Martín Ruiz de Villamediana: y en su testamento, que otorgó el día ocho del mes de octubre, del año de 1523 dexó determinado,que una Casa, muy capaz, que él avía heredado de un deudo suyo, y al presente, servía de Hospital, para recoger los pobres, ésta se convirtiesse en un Monasterio de nuestra Orden: añadiendo que si el Monasterio, fuesse de Santa Clara, dexaba también, de su misma hacienda, para ayudar a formarle veinte mil maravedís, y si fuesse de la Tercera Orden, diez mil (BNE, 2/1127-2/1129. ORTEGA, Pablo Manuel. Chrónica de la Santa Provincia de Cartagena, de la Regular Observancia de N. S. P. S. Francisco. Volumen I. Libros III y IV. Entre 1740 y 1753. Pp.  165)
La fundación necesitaría de refundación medio siglo después para mantener un convento un tanto desvencijado. Que la andadura del convento fuera tan tortuosa en sus principios se debió a la rivalidad entre la Melchora, una rica hacendada viuda, poco dispuesta a someterse a reglas y la fuerte personalidad de Sor Ana Sánchez empeñada en imponer el orden en la pequeña congregación. La historia de los primeros pasos la describió detalladamente el Padre Ortega (ver ANEXO I)


LOS HERMANOS DE LA FUENTE Y EL ORIGEN ZAMORANO DEL DOCTOR CONSTANTINO PONCE DE LA FUENTE


Con Martín Ruiz de Villamediana llegaron a San Clemente dos hermanos con su madre ciega. Eran los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente, criados de Martín al que ayudaban en su oficio de mercader. Ya hemos hablado de ellos y cómo les esperaba su hermano Pedro, escribano en la villa de San Clemente. Queremos iniciar un primer acercamiento desde las pruebas de limpieza de sangre del biznieto de Antonio, un militar llamado Francisco de la Fuente Zapata, que también era natural de San Clemente. En una prodigiosa carrera militar había llegado a ocupar el cargo de castellano de Pavía. Ahora, poco antes de que prendiera la guerra de Mantua con los franceses, el sanclementino se dirigió al Consejo de Órdenes para la obtención de un hábito de la Orden de Santiago que reconociera sus méritos militares y su ascendencia hidalga. Hasta ciento nueve testigos fueron examinados, aunque no todos, en una sociedad tan dividida, declararon a favor de la nobleza del pretendiente.



Iglesia de San Esteban en Fuente el Carnero (Zamora), aldea de procedencia de la familia de la Fuente


No era extraño, pues aunque los de la Fuente remontaban su hidalguía a una ejecutoria de la Chancillería de Granada de 7 de diciembre de 1526 (ya en 1522 habían sido llamados a la guerra como hidalgos), la oposición que ya entonces presentó el concejo de la villa fue muy pertinaz. Los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente eran hijos de inmigrantes, como tantos otros, en la sociedad sanclementina de principios del quinientos, procedentes de Zamora, en un momento de renacimiento demográfico y económico de la villa. La obtención de carta de naturaleza nobiliaria iba paralela a su enriquecimiento personal, hasta cuatro mil ducados se les reconocía de patrimonio, que por supuesto, estaban interesados en evadir con su hidalguía en el pago de pechos. No parecía dispuesto a admitirlo el concejo de San Clemente que entabló un interminable pleito de más de dos décadas hasta obtener sentencia favorable en 1547 y confirmación en 1550. Entretanto, los hermanos, celosos de su patrimonio, habían huido a Santa María del Campo (1).

La inquina que había mostrado el concejo de San Clemente por no admitir hidalgos, había desaparecido a comienzos del siglo XVII. Si en los cuarenta del siglo anterior los procuradores de San Clemente habían ido hasta Fuente el Carnero, pequeña localidad zamorana, para demostrar que los antecesores de los de la Fuente eran pecheros (tan solo un miembro de la familia, el abuelo, que había servido como criado a un hidalgo llamado Pedro Ledesma, comendador de la Orden de Santiago en la encomienda de Peñausende, parecía no darles la razón); ahora en 1629, se reconocía la existencia en Fuente el Carnero de
unos fuentes ixosdalgo con poca distinción en la nobleça más que no pecharon y éstos abrá poco más o menos cien años que salieron.
Pero para esa fecha la casa familiar estaba en ruinas y el último miembro de la familia había muerto hacía 34 años.

Los hermanos de la Fuente, acompañados de su madre ciega, habían llegado a San Clemente en el cambio del siglo, en torno a 1500. No eran los únicos zamoranos que habían llegado a la villa. Un tal, Francisco Fernández del Maestro, el ascendiente de los Astudillo, lo había hecho veinticinco años después, procedente de San Martín de Terroso. Es más, el primer de la Fuente, de nombre Antonio, parece que había llegado acompañando a Martín Ruiz de Villamediana, también zamorano, que fundará con el tiempo el convento de las clarisas. Los de la Fuente ya ejercían como hidalgos a comienzos del siglo XVII. Los viejos resquemores de los sanclementinos, muy vivos contra los Astudillo, habían desaparecido hacia esta familia. Tan solo un testigo de los ciento nueve se atrevió a recordar cómo la ejecutoria de Granada de 1526 había sido contradicha por sentencia posterior de 1547. Ahora los de la Fuente habían dejado de pagar las sisas de la carne, símbolo, por la vía de los hechos, de naturaleza nobiliaria en la villa de San Clemente; el padre del pretendiente, Antonio, llegó a formar parte del pequeño colegio de cuatro electores para la elección de alcalde de la hermandad, y un hermano suyo y su sobrino, avecindados en la cercana Olías, gozaban de la condición hidalga. Además la familia había ingresado de antiguo en la Cofradía de la Madre de Dios, otro modo de llamar a la cofradía de la Natividad o de Nuestra Señora de Septiembre, para la que se exigía limpieza de sangre. El abuelo Antonio de la Fuente figuraba como cofrade ya en 1531.

Menos discutible parecía el origen de los Zapata, apellido materno y de rancio abolengo. Pero en San Clemente había una total ignorancia de esta familia. A decir de los testigos, no sabían quienes eran o no querían saberlo. Sin embargo en los padrones de alcabalas de la villa de 1586 ya nos aparecen varios zapatas. En la tradición oral, la familia Zapata se asociaba a El Provencio. En la tradición de la propia familia también. Era un apellido que venía por vía materna y que ahora a fines del siglo XVI se había recuperado. Alonso Sánchez de Calatayud, señor de El Provencio, había llegado acompañado de una criada llamada Teresa Zapata, que casó con otro criado del señor llamado Fernán Martínez. Su hijo Diego Martín estableció residencia en San Clemente y su descendiente Alonso la mantuvo, a diferencia de los otros dos hijos Francisco y María que casaron en Cuenca. Una hija de Alonso, llamada Bárbara, sería la madre de nuestro pretendiente al hábito de Santiago, Francisco de la Fuente Zapata. Pero los zapatas era una familia inclasificable en San Clemente, que por su insignificancia estaba rodeada de confusión. No se le conocían cargos concejiles en el pasado, el apellido ya aparecía mezclado con el de la Fuente, pero como pecheros, y para colmo el nombre de Alonso Zapata, padre de Bárbara, se confundía intencionadamente por la propia familia, con otro Alonso Zapata, que ahora pasaba por bisabuelo, y que no había pagado pechos reales, aunque sí concejiles a comienzos del quinientos. Se aportaba como testimonio una copia de ejecutoria de Pedro Valenzuela en la que el tal Alonso Zapata aparecía como testigo, intitulándose hijodalgo que se dixo ser y una relación de hidalgos de 1501. En suma, ni la familia parecía acordarse de su ascendencia troncal.

Pero los méritos propios de Francisco de la Fuente Zapata, ya un anciano de alrededor de 66 años, eran apabullantes. Su carrera militar traspasaba la fama de los estrechos límites de la villa, donde nadie discutía su fama de cristiano viejo y valerosísimo soldado en Flandes. La carta de presentación de su hidalguía la hizo el comisario de la Inquisición Pedro de Cuenca, que bien procuró entroncarle con familias notorias del pueblo como los Oma, los Garnica o los Zomeño y con la familia Simón, con pedigrí de cristianos viejos por ser cofrades de Nuestra Señora de Septiembre y deudos de los Ángel, familia cuyos miembros ocupaban diversos cargos como familiares y notarios en el Santo Oficio
sus hechos lo han dado a conocer no solo en esta villa pero en los Reynos de España y Flandes ha estado y está muy conocido, ... Francisco de Zapata Çomeño soldado que fue en Flandes y a Pedro Garnica Çapata y Antonio de Oma sus primos.
Todavía se recordaban las casas familiares de los de la Fuente, sitas enfrente de la Plaza Mayor del pueblo, aunque en 1628 eran anejas y pertenecían al convento de la Santísima Trinidad. Una muestra de ser familia principal. En ayuda del parentesco limpio de la familia vino Martín Ruiz de Villamediana, que reconocía por deudos suyos a los de la Fuente de antiguo y que habían llegado con su bisabuelo Martín, el fundador de las clarisas, a comienzos de siglo desde Tierra de Campos, lugar de procedencia de ambas familias. No era tan fácil defender la sangre noble de los Zapata, aunque en el pueblo se decía que una familiar, Catalina de Perona Zapata, guardaba ejecutoria de hidalguía, la distinción parece le venía de poseer el apellido Serna, hermana como era de un capitán de guerra de la villa con este apellido. Pero en San Clemente no había zapatas por línea varonil y difícilmente se les podía relacionar con una familia de abolengo con raíces en Iniesta y que también se había asentado en Villanueva de la Jara y las Pedroñeras. Así los testigos venían a reconocer que si algo de hidalguía existía en la sangre de las venas del pretendiente por vía materna, procedía de la abuela Catalina de Valera, que ese sí que era apellido de resonancias hidalgas y a cuyo hermano Diego se tenía por tal.

Francisco de la Fuente y Zapata había dejado San Clemente nada más alcanzada la mocedad, para ir a la guerra en busca de fortuna. Sin duda de la mano de su tío Francisco de la Fuente Zomeño, soldado en Flandes, que se hizo cargo del mozalbete, que con apenas dos años de edad había quedado huérfano de su padre Antonio. Su hermano mayor de nombre Antonio, acompañado de otro hermano menor, había ido en busca de fortuna a Toledo, llevándose la ejecutoria de hidalguía familiar. Francisco, buen soldado en las guerras de Flandes, llegaría a capitán de caballos y luego de corazas, comisario general de la caballería de Milán, antes de ocupar el cargo de castellano de Pavía.

Quien mejor podía dar razón de los antecedentes familiares del pretendientes era Miguel Carrascosa, con noventa años, uno de los hombres más viejos de la villa. Su longevidad le venía de familia, su padre había fallecido con 94 años y su abuelo con cien, o eso decía. Aportó con su testimonio lo que en su larga vida había visto, que no era otra cosa que los de la Fuente se habían comportado como hidalgos y los Zapata como pecheros. También era muy creíble la opinión del teniente de cura Juan Bautista del Castillo, que manejaba los libros de bautismo. No le constaba que hubiera relación entre Bárbara Zapata, madre del pretendiente, y un tal Alonso Zapata, anterior en el tiempo y con fama de hidalgo. Pero el mismo teniente de cura reconocía que los libros de bautismo sólo se conservaban desde 1580 por haberse llevado los libros anteriores una riada del río Rus, custodiados como estaban en casa del mayordomo de la iglesia que vivía en el barrio de Roma. También se reconocía que la Iglesia de Santiago era la única dedicada a los bautismos, hasta que se decidió en 1612 que dos parroquias más ayudaran en este sacramento.

Sí es claro que la familia de la Fuente en todo momento intentó que pasara inadvertido uno de los miembros más insignes del linaje: el doctor Constantino de la Fuente, que a la historia ha pasado por un error del historiador Llorente en la transcripción de su nombre latino como Constantino Ponce de la Fuente. Sabemos que nació hacia 1502 o 1505 y que murió 58 años después en Sevilla. Estudiante en Alcalá, se trasladó en 1533 a Sevilla, donde se doctoró en Teología. Su protestantismo declarado, interrumpió una carrera que le llevaba al arzobispado de Sevilla, cuando era ya canónigo magistral, abocándole a ser condenado por la Inquisición y sus huesos desenterrados para ser quemados en auto de fe en Sevilla un 22 de diciembre de 1560. Pero si la familia de la Fuente ocultaba a este hombre, su memoria pervivía en la lejana aldea zamorana de Fuente el Carnero, de donde procedía la familia. Los aldeanos apenas si se acordaban de los familiares que abandonaron la aldea allá por inicios del siglo XVI, pero recordaban la memoria de este hereje por un sermón de un monje bernardo:
que abrá quarenta años que predicando en la iglesia deste lugar un monge bernardo día de santo Tomé dixo alabando el auditorio y lugar que bien correspondía el auditorio con una persona que auía salido deste pueblo para San Clemente que se llamaua fulano de la Fuente el qual auía hecho una fuente y un carnero que auía en ella y que este tal no era persona de como quiera porque auía sido confesor y misionero del emperador Carlos Quinto
Encerrado en la prisión de Triana en agosto de 1558, se enfrentó al juicio inquisitorial hoy desaparecido y que nos impide saber si nos encontramos ante un luterano o simplemente ante un erasmista, víctima del rigor de la Inquisición por cortar de raíz los focos luteranos en España. Sabemos que ese carácter cínico, que mantuvo en la duda a los inquisidores a la hora de condenar sus ideas, lo llevó también al extremo en su vida personal; siendo recluido por la Inquisición, no se inhibió lo más mínimo para decir aquello de quisiéranme quemar estos señores, pero me hallan muy verde. Predicador real del Emperador desde 1548, recorrió en los años sucesivos Italia, Alemania, Flandes o Inglaterra en compañía del príncipe Felipe. Gran predicador, intelectual, políglota y autor de obras que acabaron en el Índice de libros prohibidos era ante todo un hombre de principios firmes, que supo manifestar en la contestación a sus acusadores de la Inquisición: "Reconozco mi letra y, por tanto, confieso que yo he escrito todas estas cosas las cuales también manifiesto sinceramente que son verdaderas. Y no tenéis por qué esforzaros más en buscar contra mí otros testimonios: aquí tenéis ya una confesión clara y amplia de mi opinión, actuad en consecuencia y haced de mí lo que mejor os parezca.".

Sevilla en el siglo XVI. Hoefnagel (detalle del castillo de la Inquisición en Triana)


Se da por bueno su nacimiento en San Clemente, aunque en la fecha se difiere (¿1502 o 1505?), al igual que la de su muerte,pero no hay constatación de este hecho. Es más los datos que ahora aportamos nos llevan a creer que era uno de los hijos de Pedro de la Fuente que llegó en noviembre de 1501 como escribano un poco antes que sus hermanos a la villa de San Clemente (2). A fuerza de repetirlo se ha sentenciado que el doctor Constantino era un converso, pero sus paisanos de Fuente el Carnero consideraban a la familia como cristiana vieja. Es más no se conocía de conversos en la aldea zamorana. Antonio de la Fuente y su hermano Cristóbal llegarían a San Clemente en compañía del también zamorano (hoy diríamos vallisoletano, en cualquier caso de Tierra de Campos) Martín Ruiz de Villamediana, cuya condición de cristiano viejo nadie discutía. La afirmación de que Constantino era converso se funda en su contundente declaración contra los estatutos de pureza de sangre al ser propuesto como canónigo para la catedral de Toledo y en nada más
Respondió él, sin pararse a deliberar, que les quedaba muy agradecido por haberle juzgado digno de tanta honra, ...Pero, que los huesos de sus padres y abuelos descansaban sepultados ya hacía muchos años y que él no quería admitir ningún cargo, por ocasión del cual, se turbase aquel reposo
Para nosotros no es una afirmación que ponga en duda su limpieza de sangre, sino más bien una reafirmación de orgullo personal del derecho a los cargos por los méritos propios de cada cual.

¿Cuándo llegaron los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente a la villa de San Clemente? En el año de 1502, acompañando como criados a  Diego Ruiz de Villamediana, aunque parece, por testimonios posteriores, que eran familia, así lo aseveraba el propio Pedro de la Fuente, que había llegado unos meses antes como escribano. En 1502, Pedro tenía 22 años, Antonio tres menos y desconocemos la edad de Cristóbal. Teniendo en cuenta estas edades, y los testimonios aseverando que los casamientos de Antonio y Cristóbal son posteriores, es casi seguro que el padre de Constantino Ponce de la Fuente, fuera el escribano Pedro de la Fuente. Todos ellos procedían de un lugar próximo a Zamora, Fuente el Carnero. El abuelo de Antonio y Cristóbal de la Fuente era Benito de la Fuente, parece que alcaide de la fortaleza de Peñausende, y criado al servicio de Pedro de Ledesma, que era Montero Mayor del rey Enrique IV en los años finales de su reinado, y comendador santiaguista de la encomienda de Peñausende a partir de 1468.

Las probanzas de testigos del expediente de limpieza de sangre de Francisco de la Fuente Zapata están muy lejanas en el tiempo a la llegada de los hermanos de la Fuente y sus afirmaciones son muy dudosas o erróneas. Según sus testimonios, no creíbles por el siglo largo transcurrido, el primero que llegó a San Clemente fue Francisco, padre de Antonio y Cristóbal, de los cuales tenemos una primera noticia en 1522, cuando son llamados a la guerra por el señor de Valverde y Hontecillas. Se afirma erróneamente que el padre Francisco de la Fuente llegó con Martín Ruiz de Villamediana, y acompañado de otros familiares entre los que iba su madre ciega. La primera noticia que tenemos de Martín Ruiz de Villamediana en el Archivo de San Clemente es de 1512, cuando es de suponer que ya desde unos años antes ha entablado pleito con otros catorce nobles de la villa por su derecho a ejercer los oficios concejiles. Tanto Antonio como Cristóbal aparecen como naturales de la villa de San Clemente, es decir nacidos en el pueblo. Hoy sabemos que no es así.  Llegaron siendo dos mozos al servicio de Martín Ruiz de Villamediana, que por entonces ejercía de mercader con tienda propia. El detalle de llegar con una madre ciega puede ser conmovedor pero es falsa, pues, como veremos, la madre permaneció en Zamora. En las propias informaciones de testigos pedidas por la villa de San Clemente hacia 1547 se nos dice que eran pecheros cuando llegaron a la villa y que solamente al abuelo se le conocía un servicio a favor del citado comendador Pedro de Ledesma, que le permitió dejar de pechar en su aldea.

Las informaciones de testigos nos aportan datos vagos. El testimonio de Martín Ruiz de Villamediana afirmaba que
el bisagüelo que se llamó Antonio de la Fuente el qual vino a esta villa a biuir con el bisagüelo deste testigo que se llamaua Martín Ruiz de Villamediana y esto consta por la executoria que tiene este testigo (del año 1513) ... y a oído decir que eran algo deudos y que el dicho Antonio de la Fuente uino de Tierra de Campos de la uilla de Tiedra Tor de Humos y Zamora (las villas de Tiedra y Tordehumos, actualmente en Valladolid)
Martín Ruiz de Villamediana posiblemente se estaba refiriendo a la localidad origen de su bisabuelo. Los testimonios dados por los naturales de Fuente el Carnero jugaban más con el recuerdo de sus antepasados que con datos fidedignos. Sí tenían reciente el sermón del monje bernardo, que se refirió a un de la Fuente que había llegado a ser confesor del Emperador, pero nadie estaba interesado en rescatar a estas alturas la memoria del doctor Constantino de la Fuente, condenado por la Inquisición; ni el pueblo, con fama de limpio, ni un pretendiente al hábito de Santiago.

Los aldeanos de Fuente el Carnero tenían reciente también en la memoria la relación de un clérigo llamado Francisco del Pozo, muerto a los 94 años, que decía que antaño hubo unos de la Fuente al servicio de Pedro Ledesma y que se fueron de la aldea llevándose a su madre ciega. La relación que hace mención indirecta al doctor Constantino de la Fuente viene dada por dos testigos. Uno de ellos ya referido y otro llamado Martín de Tébar el viejo, que nos dice
que oió a un fraile bernardo que no sabe si murió predicando en esta aldea en la iglesia della que auía salido deste lugar gente mui honrrada y particularmente un fulano de la Fuente, un descendiente del qual estuvo para ser arçobispo de Seuilla
La salida de los de la Fuente viene relatada así por un aldeano de Fuente el Carnero
que de aquí abían salido unos Fuentes y que llebaron una madre ciega que tenían y que los dichos Fuentes sirbieron a unos caballeros Ledesmas que tenían aquí casa y los dichos Fuentes también cerca de la de los dichos señores Ledesmas, los quales se serbían de jente hijadalgo y así se serbieron de los dichos Fuentes los quales se fueron a bibir hacia la Mancha y fueron con un fulano Ruiz de Billamediana y se quedaron por allá
Sobre el origen de los hermanos de la Fuente, Antonio y Cristóbal (y también Pedro, el escribano) tenemos datos más cercanos en su expediente de hidalguía de 1526, que se nos conserva en la Chancillería de Granada. Todos ellos eran hijos de Francisco de la Fuente y Beatriz Gutiérrez, vecinos de Zamora. Francisco era vecino de Zamora, de mozo estuvo al servicio del comendador Pedro de Ledesma, con armas y caballo, hasta que se casó con Beatriz Rodríguez, con quien estuvo casado más de veintitrés años. Francisco de la Fuente fue asimismo alcaide de la fortaleza de Peñausende; falleció en torno al cambio de suglo. Francisco era hijo de Benito de la Fuente, que vivía en Fuente el Carnero, en Tierra de Zamora,  a cuatro leguas de la ciudad, y que según Cristóbal Almeida era quien servía como escudero al comendador de Pedro de Ledesma (le sucedió su hijo Francisco como paje y luego escudero del comendador). Benito murió luchando en una batalla el año de 1479. También su hijo llegó a luchar en la llamada guerra de Ponferrada.

Los hermanos de la Fuente obtendrían carta ejecutoria de hidalguía el siete de diciembre de 1526. Aunque un miembro de la segunda generación, Francisco, tuvo que litigar de nuevo por su hidalguía. Siéndole negada.

Hoy solo hemos pretendido hacer una aproximación a este linaje de los de la Fuente, que, procedentes de Zamora, dieron a la villa de San Clemente dos de sus hijos más ilustres: el soldado Francisco de la Fuente Zapata y el predicador doctor Constantino de la Fuente. Esta última figura es la más señera y la más atrayente, si es hereje, gran hereje será, había dicho de él Carlos V desde su retiro de Yuste. A pesar de que don Marcelino Menéndez Pelayo denunciará la tierra de Cuenca como tierra fecunda de herejes, iluminados, fanáticos y extravagantes personajes de todo género, hoy la olvidada historia de esta tierra echa de menos a estos hombres singulares y atrevidos que proyectaron el nombre de Cuenca en el orbe universal.
(1) TORRENTE PÉREZ, Diego: Documentos para la historia de San Clemente. Tomo II. 1975, p. 73
(2) En 1501 nos aparece un Pedro de la Fuente, vecino de San Clemente, y nombrado como escribano del número de la villa.RGS, LEG, 150111, 27




ANEXO I. Fundación del Monasterio de Religiosas de la Tercera Orden de Penitencia de N. P. S. Francisco, de la Villa de San Clemente (también llamado de las clarisas o de la Asunción)




Convento de Nuestra Señora de la Asunción



La Fundación de este Monasterio de Religiosas Terceras, de N. P. S. Francisco, de la villa de San Clemente, la pone el R. P. Laguna, con mucha claridad, por aver tratado, y comunicado, á muchas Religiosas, que conocieron a las mismas Fundadoras; y passó en esta forma. Una Muger principal, vecina de este Pueblo, llamada la Melchora ( no sé si por nombre, apellido, ó cognominación), quedó Viuda, sin Hijos, y con una competente hacienda. Movida de aquellos primeros fervores, que suelen traer, solamente la apariencia, y sobreescrito de desengaño, y viene á ser efecto de un sentimiento natural, determinó, vestir el Ábito penitente de la Tercera Orden, de N. P. S. Francisco, y consagrar, su hacienda, á Dios, convirtiendo su Casa, en un Monasterio de dicha Orden. Comunicó, estos intentos, con el M. R. P. Fr. Pedro de Limpias, Provincial, que era, en la ocasión, de esta Provincia: y éste, prudente, y Doctíssimo Prelado, presumiendo, que su vocación era perfecta, le alabó mucho la resolución, de abandonar, de aquel modo, las aparentes delicias del mundo, aspirando a las inamissibles, y verdaderas, del Cielo. Vistióle, pues el Ábito de dicha Orden Tercera; y poco después, a otras dos Mugeres, que se le juntaron, y les llamaban las Toledanas: y supuestas las precissas diligencias, que corrieron á la dispossición de este Doctor Prelado, admitió baxo de su amparo, régimen y obediencia, dicha Fundación; porque assí fueron desde el principio, los intentos de esta Muger.

Para que dicha Fundación, se fuesse anivelando á la vida Regular, determinó. el mismo Prelado, que passasse, del Monasterio de Villanueva de los Infantes, que era del mismo Instituto, una Religiosa, de mucha virtud, y especialíssimo Don de govierno, llamada Sor Ana Sánchez; de la que á su tiempo, escriviremos, con alguna extensión. A esta Religiosa, nombró, el mismo Provincial, por Madre, y Prelada, del nuevo Monasterio, para que le governasse, y fuesse instruyendo, en las regulares Leyes, aquellas nuevas Racionales Plantas, para que, á su tiempo, diessen maravillosos frutos de virtudes. Aquí fue, donde se conoció aver sido muy bastarda la vocación de la referida Viuda: pues sintiendo, con notable extremo, el que no la huviessen nombrado á ella, por Prelada de la nueva Comunidad, cometió una baxeza, muy extraña de una Muger de sus prendas. Hechó, ignominiosamente, de dicha su Casa, a la referida Religiosa, Sor Ana Sánchez, como a algunas otras virtuosas Mugeres, que ya se le avían juntado, con ánimo de seguir aquella Santa Vida. Viendo el Guardián, que era, del Convento de N. P. San Francisco, de la misma Villa de San Clemente, que este desayre, no se quedaba en aquellas pobres Beatas, sí que se encaminaba, y dirigía, principalmente, a su Prelado Provincial, tomó la mano en el desempeño, explicándose éste, en dos diligencias, ayrosamente desenfadadas. La primera, fué quitarle el Ábito de la Orden á la dicha Viuda, con no menor ignominia, que ella, avía quitado la habitación, a aquellas pobres Religiosas. Y la segunda, buscarles una decente Casa, donde se mantuviessen, hasta que, por los Prelados Superiores, se tomassen otras providencias.

A este tiempo, murió un Hombre Noble, natural de la misma Villa de San Clemente, llamado Martín Ruiz de Villamediana: y en su testamento, que otorgó el día ocho del mes de octubre, del año de 1523 dexó determinado,que una Casa, muy capaz, que él avía heredado de un deudo suyo, y al presente, servía de Hospital, para recoger los pobres, ésta se convirtiesse en un Monasterio de nuestra Orden: añadiendo que si el Monasterio, fuesse de Santa Clara, dexaba también, de su misma hacienda, para ayudar a formarle veinte mil maravedís, y si fuesse de la Tercera Orden, diez mil. Como las referidas Beatas, se hallaban sin Casa, para su habitación determinaron, con parecer de los Prelados, admitir esta limosna, y aplicarse a poner, dicha Casa, en forma de Monasterio; lo que se consiguió, con ayuda, de algunas otras devotas Personas, y por la buena disposición, de la dicha Religiosa, Sor Ana Sánchez. Estuvo, esta Venerable Muger, governando este monasterio 20 años; en los quales padeció, indecibles trabajos, los más de ellos, ocasionados de la la repulsa de la dicha Melchora, la que, para esto, no olvido al Monasterio, ni á sus Habitadoras. Passados los dichos 20 años, se bolvió esta Religiosa, á su Monasterio de Infantes, en el qual acabó la carrera de esta mortal vida, con grandes créditos de Santidad, como bolveremos a escrivir, con más dilatada pluma, conformándonos al orden chronológico. La antigüedad de este Monasterio de S. Clemente, señalan, y determinan, assí el Illmo. Señor Gonzaga, como el R. P. Laguna, á este año referido, de 1523, en el qual otorgó su Testamento, el dicho Cavallero Villamediana; pero ciertamente, me parecía a mí, devérsele dicha antigüedad, desde el año, en que el M. R. P. Provincial, de esta Provincia, admitió, dicho Ministerio, á su obediencia: y á lo menos, desde que entró en él, la referida Religiosa, Sor Ana Sánchez.

Passados algunos años, vino este Monasterio, de San Clemente, á una notable, y lastimosa pobreza; á cuyo tiempo una Señora, muy principal, llamada Doña Isabel de Pedrola, hija del Comendador Tristán Ruiz de Molina, y, de doña Catalina Suárez, vecinos de la Villa del Castillo de Garcimuñoz; aviendo quedado Viuda, de un Hombre Noble, llamado Rodrigo Pacheco, vecino de la villa del Cañavate, despreciando quanto el mundo aprecia, se retiró a este Monasterio, a poner fin el curso de su vida mortal. Llevó esta Señora, consigo, como unos doce, ó catorce mil ducados, en diversas possessiones: y con esto, pudo repararse el Monasterio, y assimismo dar principio á la Iglesia, que aún no la tenían. Estas Religiosas o Beatas, como no guardaban clausura, por este tiempo, passaban todas, en Comunidad, al Convento de N. P. S. Francisco, que está muy cercano: y allí, recibían los Santos Sacramentos; y las que murieron, hasta aquel tiempo, se enterraron en nuestra Iglesia. Por esta razón, aviendo muerto la dicha Doña Isabel de Pedrola, antes que se finalizase la dicha Iglesia de dicho Monasterio, dexo dispuesto, que fuesse depositado antes que se finalizasse la Iglesia de dicho Monasterio, dexó dispuesto, que fuesse depositado, su cuerpo, en la de nuestro Convento, y finalizada la nueva de su Monasterio, se trasladasse á ella, como con efecto, se executó, el día 23 de Abril, del año de 1606. En el de 1586 siendo Provincial de esta Provincia, el M. R. P. Fr. Juan Malo, tomaron, estas Beatas, el Velo, y assimismo, hicieron el voto de clausura. El Título de este Monasterio, es la Assumpción de N. Señora: y suelen habitarle, ordinariamente, unas 30 Religiosas, aunque el tiempo, y otras circunstancias, varían este número.


BNE, 2/1127-2/1129. ORTEGA, Pablo Manuel. Chrónica de la Santa Provincia de Cartagena, de la Regular Observancia de N. S. P. S. Francisco. Volumen I. Libros III y IV. Entre 1740 y 1753. Pp. 163 a 165




ANEXO II.- Documentos sobre la hidalguía de Zapata y de la Fuente en el Archivo de San Clemente (ya desaparecidos en su mayor parte)

Las elecciones que aportamos además de mostrar la condición hidalga o pechera de los hermanos de la Fuente, detallan la primera elección de oficios a mitad entre pecheros e hidalgos por primera vez el 29 de septiembre de 1536 y el establecimiento de un nuevo modo de proceder a la elección de dichos oficios concejiles desde septiembre de 1549, según ejecutoria del emperador Carlos V

Año 1501: este dicho sábado ix de otubre i(mil)di años los dichos señores del ayuntamiento mandaron que por quanto aquí en esta dicha villa ay algunas personas que se escusan por fixosdalgo esentos lo qual no tienen probado e si algunos dellos pueden gozar de las tales libertades será en los pechos rreales e no en los gastos de el conzejo por nuevamente libertados por ende que se nombren aquí todos los que de tal calidad son e los ponga los rregidores que aora son por ante su escriuano en el libro de la partida e de sus rrepartimientos los quales son los siguientes = y fueron señalados quinze personas y entre ellos ay un nombre que dize= Alonso de Çapata

Año 1536: a los veinte y nueve de setiembre de mill y quinientos y treinta y seis años la dicha justiçia y rregimiento se juntó a hazer eleczión de los ofizios de alcaldes hordinarios e alguazil y rregidores mayor que en aquel tiempo se nombraban= y por el corregidor que a la sazón era les fue propuesto nombrassen hijosdalgo a quien dar la mitad de los ofizios y los dichos ofiziales no vinieron en ello diziendo estaban en costumbre los tuviesen los buenos hombres pecheros por cuya causa el dicho corregidor mandó traer ante sí el libro de rrepartimiento de alcabala donde dixo estar escripto los hijosdalgo y por tales sacó y hizo poner en la dicha eleczión diez y seis personas por el dicho estado y entre ellos aun hombre que se dize Antonio de la Fuente.

Año 1549: en virtud de la executoria de su magestad pareze se dio nueva forma a la dicha eleczión (para el 29 de septiembre) mandándose nombrase para los dichos ofizios de alcaldes ordinarios y alguazil mayor diez y seis personas, las quatro de los hijosdalgo y los otro doze pecheros y que entre todos diez y seis se hechase en suertes para los dichos ofizios y en esta conformidad fue hecho el dicho nombramiento en el qual por el estado de los hijosdalgo pareze ay un nombre que dize= Antonio de la Fuente

Las sucesivas elecciones que aparecen después, a partir del año 1553, los de la Fuente ya aparecen en todas ellas como pecheros.

ANEXO III: Los hermanos Antonio y Cristóbal de la Fuente son llamados a la guerra como hijosdalgo. 1522

Yo George Rruyz de Alarcón, señor de las villas de Valverde e Hontezillas, capitán de toda la gente de cavallo e de pie de todo el Marquesado de Villena por sus magestades etc, digo por la presente que por quanto Antonio de la Fuente e Christóval de la Fuente su hermano veçinos de la villa de Sant Clemente fijosdealgo fueron señalados pareçer con sus armas e cavallos en seruiçio de sus magestades en el exérçito que yo por su mandado lievo deste dicho marquesado sobre las civdad de Xátiva e villa de Alzira a las rreduzir e a llamar en su seruiçio e me los do el conçejo de la dicha villa e partieron della con mi capitán e dieron al capitán Capitán Granada que en su nonbre e lugar vaya e sirvan en esta jornada e yo soy contento por sí persona tal pareçiendo que les libro al dicho camino e mandó que los ayan por bien seruido e no molesten sobre ello, fecho en Sant Clemente a xxiiii de setienbre de i(mil)dxxii años

ANEXO IV: los de la Fuente como cofrades de Nuestra Señora de Septiembre

Yo Diego de Llanos escribano por el rrey nuestro señor y público del número de la villa de san clemente i ayuntamiento della certifico que oy ago fee a los señores que este vieren como ayer trece del presente juntamente con pablo de cuenca vezino y rregidor perpetuo vecino desta dicha villa, mayordomo de la cofradía de nuestra señora de la conzepción y natividad della y con el licenciado pedro de cuenca comisario del santo oficio de la Inquisición de cuenca en esta dicha villa y christóual ángel oliuares notario del dicho santo ofizio cofrades de la dicha cofradía fuimos al colexio de la compañía de jesús desta villa donde tiene sus archivos el dicho cavildo y cofradía haviendo havierto las llaues dellos con asistenzia de los señores don fernando rruiz de alarcón cauallero de la horden de santiago señor de las villas de santa maría del campo valera de arriua la torre i paxarilla i el lizenciado don francisco de la rrocha presvítero de la horden de santiago conventual en su convento de la ziudad de león rresidentes en esta villa por su mandado se vieron los libros de la dicha cofradía donde están escriptos y sentados los cofrades antiguos della particularmente el del año de mil y quinientos y treinta y uno y en cada uno dellos se hallaron de los nombres y apellidos = de fuente = simón y valera = rrecividas por cofrades las personas siguientes

libro de nuestra señora de la conzepción y natividad de septiembre que comenzó en el año de mil y quinientos y treinta y un años = antonio de la fuente = jorxe simón = diego simón el viexo = diego de valera = francisco de la fuente = franzisco simón = antonio de la fuente =

matrícula de los cofrades vibos pasados del libro más viexo que éste en el año de mil quinientos y sesenta años
= antonio de la fuente simón = diego simón el viejo = diego de valera = francisco de la fuente pallares = francisco de la fuente comeño = el lizenciado antonio de la fuente sin pitanza por ser letrado de cavildo =

los quales dichos nombres de los dichos cofrades están escritos y sentados en los dichos libros en diferentes foxas ... y doy fee que la dicha cofradía está fundada baxo el estatuto de limpieza y que para rrezivir los cofrades della se hazían por mandado de los ofiziales de la dicha cofradía informaziones de limpieza como pareze de muchas dellas que están en el dicho archivo



ANEXO V.- Genealogía de la familia de la Fuente


Pretendiente al hábito de Santiago (año 1628)


Francisco de la Fuente Zapata, castellano de Pavía, natural de San Clemente. Nacido hacia 1560


Padres


Antonio de la Fuente Simón y Bárbara Zapata, naturales y vecinos de San Clemente


Abuelos paternos


Antonio de la Fuente y María Simón, hermana de Jorge Simón, vecinos y naturales de San Clemente


Abuelos maternos


Mauricio Zapata y Catalina de Valera, hermana de Diego de Valera, vecinos y naturales de San Clemente


Bisabuelo paterno


Antonio de la Fuente, vecino de San Clemente y originario de Fuente del Carnero, aldea a tres leguas de la ciudad de Zamora


Bisabuelo Materno


Alonso de Zapata, vecino y natural de San Clemente (genealogía dudosa, presentada por Cristóbal de la Fuente, sobrino del pretendiente)


FUENTES.

Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_SANTIAGO, Exp. 3178 Fuente y Zapata, Francisco de la. 1629
Archivo de la Real Chancillería de Granada. HIDALGUÍAS. Caja 4995, Pieza 4. Probanza de Antonio Ruiz de Villamediana. 1646 (Signatura antigua: 303-488-4)
Archivo de la Real Chancillería de Granada. HIDALGUÍAS. Caja 4498, Pieza 9. Real Ejecutoria de hidalguía de Antonio y Cristóbal de la Fuente. 1526. (Signatura antigua: 301-6-9)