Reducir la presencia de Jorge Manrique a Uclés, Santa María del Campo Rus y Castillo de Garcimuñoz es simplificar demasiado la Historia.
Los documentos y referencias conservadas nos dicen que don Jorge Manrique llegaría probablemente a comienzos de 1479 a estas tierras y lo haría con el título de capitán conferido por los Reyes Católicos a finales de 1478. Nuevas evidencias nos llevan a pensar que llegaría a San Clemente, donde haría presentación de la carta de comisión real, firmada por el secretario de los Reyes Álvarez de Toledo. Dicho documento, el original, se conservaría en el archivo de la villa. San Clemente, de la mano de Juan Rosillo, había tomado un papel protagonista en la guerra. El campamento realista de 1476 se había instalado muy cerca de la villa y la reducción de la villa a la Corona ese verano contó con la presencia del Adelantado de Murcia.
Llegado a San Clemente, donde establecerá su residencia, Jorge Manrique es presumible que dedicará el mes de enero a organizar las defensas de Santa María del Campo, se construiría un cortijo, estructura de tierra en torno a la casa de Juan Castillo Portocarrero. Organizado el campamento, entre finales de enero y comienzos de febrero, Jorge Manrique recorrería La Alberca, Las Pedroñeras, El Perdernoso y Las Mesas, reuniendo concejos abiertos para prometerles el villazgo a cambio de la reducción a la Corona real. Nos ha quedado testimonio de la reunión con La Alberca y testimonio posterior en las RRTT para Las Mesas. Sólo La Alberca mantuvo su compromiso con el poeta (sería saqueada), pues el resto de pueblos citados no se atrevieron a levantar horca de tres palos, símbolo de su exención del marqués.
Luego las noticias de Jorge Manrique son muy vagas, amén de la correría que le procuró la muerte, se adivina a un Jorge Manrique que desde San Clemente, como centro nodal, mantiene una comunicación con el resto de pueblos favorables a la causa isabelina. Vislumbramos que las lanzas asentadas en Santa María del Campo tenían como finalidad ser un escudo para defender los pueblos del llano de la fortaleza del Castillo y a pesar de la narración de los hechos por Pedro Baeza creemos que tenia que temer más el cortijo de Santa María del Campo, saqueado, que la fortaleza del Castillo o la de Belmonte y su alcaide Diego Pacheco. La verdadera guerra se dio en los campos por partidas irregulares de labradores, más preocupados por unas acciones de tierra quemada que por grandes combates. Unos y otros aprovechaban la escasa fuerza militar en la mayoría de los pueblos para el saqueo. Incluso Santa María del Campo se quejará de que las lanzas asentadas en el pueblo poco podían hacer para evitar la destrucción de cosechas y robo de ganados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario