El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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lunes, 20 de noviembre de 2017

Las poblaciones del corregimiento de San Clemente hacia 1692


Fosman y Medina, Gregorio (fl. 1653-1713) Chorographia del Obispado de Cuenca Que dedica, y ofrece al Yllmo. Sor. Mi Sor. D. Alonso Antonio Des. Martin, Obispo de esta Diocesis del Consejo de su Magd. El Ldo. Bartholome Ferrer Pertussa cura de la Villa de Olmeda y anejos natural de este obispado Gregorius Fosman et Medina Matritensis faciebat Matriti 1692.
BNE. MV/7     http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000035362

BIBLIOTECA DIGITAL HISPÁNICA

lunes, 3 de octubre de 2016

Los caminos en el corregimiento de San Clemente




Mapa elaborado por Gonzalo Menéndez Pidal para su obra Los Caminos de España, según los itinerarios fijados por Villuga. Hay algunos errores: donde dice El Pedroso, debe decir El Pedernoso; donde dice Molina, debe decir Motilla
(Real Academia de la Historia. Colección: Departamento de Cartografía y Artes Gráficas. Signatura: C-030-030. Nº de registro: 01101. Signatura antigua: C-V n 30). También en el siguiente enlace http://cartotecadigital.icc.cat/cdm/ref/collection/espanya/id/2618


En la red viaria de mediados del quinientos, la villa de San Clemente no ocupaba un lugar central. El mapa de caminos ya estaba diseñado de mucho antes y la Mancha conquense era lugar de paso desde el Reino de Toledo hacia Levante, sus puertos de Valencia y Alicante y la ciudad de Murcia. Tan solo una vía principal cruzaba la villa de Norte a Sur: era el camino que desde Cuenca se dirigía a Granada. Pero los principales caminos se dirigían en sentido Oeste a Este:

  • El camino de Guadalupe a Valencia (pasando por Toledo) en el repertorio de Villuga, se internaba desde el Toboso por tierras de Santiago hacia Mota del Cuervo, para continuar por Santa María de los Llanos, El Pedernoso, La Alberca, El Cañavate, Alarcón, Motilla del Palancar (Montilla en el original de Villuga y Molina en la transcripción de Gonzalo Menéndez Pidal), Campillo de Altobuey y Pesquera, para continuar hacia Valencia por Utiel y Requena.
  • El itinerario anterior se encontraba en Campillo, con el itinerario procedente de Madrid, que también iba hacia Valencia. Antes de llegar a Campillo, se internaba en Cuenca por Belinchón y Tarancón (donde un ramal se desviaba por Uclés hasta El Hito), y tras pasar por Saelices, el Hito  y Villar de Cañas, se internaba en la venta de Talayuelas y los pueblos de Buenache, Barchín y Gabaldón. Una desviación de este camino por Almodóvar del Pinar, Villar del Saz y Arcas subía hasta Cuenca.
  • Uno de los caminos más utilizados era el itinerario que procedente de Toledo llegaba hasta Murcia y el puerto de Cartagena, en especial por los soldados que se embarcaban en este puerto con destino a Italia y los presidios de África. Procedente de Toledo, y desde el Toboso, se internaba por Manjavacas en dirección a Las Mesas, El Provencio y Minaya, para continuar por tierras albaceteñas hacia La Roda, La Gineta (que soportaba los soldados que no querían sus vecinas), Albacete y Chinchilla, donde se bifurcaba hacia Alicante y Murcia. Con el tiempo el camino que iba hacia Valencia por el Pedernoso se desvío hacia Las Pedroñeras para unirse al camino murciano en El Provencio
Itinerarios alternativos que se valoraron en el viaje de Felipe IV a Valencia en 1645, según Gonzalo Menéndez Pidal**


En el sentido Norte-Sur destacaban dos caminos:
  • El más importante es el que desde Cuenca tenía por destino Granada. Pasando por Valdeganga, La Parra de las Vegas, Albaladejo del Cuende, Valverde del Júcar, atravesaba el río Júcar por el Puente de Talayuelas en dirección a Honrubia, San Clemente y Villarrobledo, desde donde por Osa y Montiel se dirigía hacia el Sur.
  • Más al Oeste, otro itinerario llevaba desde Cuenca a Alcázar de San Juan. Recorría las localidades de La Parrilla, Cervera del Llano, Villaescusa de Haro, Monreal del Llano, Mota de Cuervo, Campo de Criptana y Alcázar de San Juan
    Repertorio de Meneses de 1576
    Enlace para la consulta de la obra de Meneses

Los caminos descritos por Villuga nos indican la red viaria hacia 1540, en 1575 poco había cambiado la situación en el repertorio de caminos de Meneses de 1576, aunque incluye en el ámbito peninsular quince nuevos itinerarios; pero las Relaciones Topográficas nos dan a entender la integración de algunos pueblos, que hasta entonces habían quedado al margen, en los caminos reales, paralela a la marginación de algunos otros. Barchín del Hoyo figuraba todavía en el camino real (está en el camino real de Valencia para ir a Madrid y a Toledo), allí hizo noche en su viaje Felipe IV en 1632, camino de Valencia

estando como está la dicha villa siete leguas distante de la de San Clemente y es el paso desde nuestra Corte al Reyno de Valencia, y en muchas ocasiones avéis servido a los Reyes nuestros Progenitores: Y últimamente en la Jornada que hize a Valencia el año pasado de seiscientos y treinta y dos hize noche en la dicha villa

El Cañavate seguía siendo un lugar privilegiado como cruce de caminos (es pasajera desde Toledo a Valencia y de Murcia a Cuenca). Su importancia como núcleo de comunicaciones está atestiguado por los múltiples restos arqueológicos desde la antigüedad. Sin embargo, no disponía de venta alguna para hospedaje de viajeros. Si disponía de venta La Alberca, que situada antes de El Cañavate en el camino a Valencia, era además encrucijada de caminos comarcales entre Belmonte, las Pedroñeras, Castillo de Garcimuñoz y San Clemente.

Las Relaciones Topográficas nos muestran también la marginalidad de Iniesta (no es muy pasajero, pasan algunos especial de Toledo, y aquella partida para Valencia por más derecho camino) frente a su antigua aldea de Minglanilla, convertida en lugar de paso obligado (es muy pasajera y está en camino real para Valencia y Toledo). Aun así, Iniesta seguía siendo lugar de paso hacia Valencia por Requena y contaba con una venta propiedad del concejo, cerca del puente de Vadocañas sobre el río Cabriel, que se había construido hacía poco y dejado a la villa endeudada

En la parte occidental del corregimiento el declinar de Las Mesas, que no pasa por él otro camino real sino es de Toledo a Murcia y que no hay venta ninguna en el camino por estar cerca de aquí los pueblos a un cabo y al otro, dirán despectivamente las mismas Relaciones, mostrándonos el olvido del camino, pero sobre todo, el papel privilegiado que tenía como lugar de entrada al Marquesado de Villena desde el Reino de Toledo (porque está diez y ocho leguas de Toledo a la orilla y entrada del Marquesado de Villena). La razón era el mayor peso en la red viaria de dos poblaciones: Las Pedroñeras y El Pedernoso. Ambas poblaciones eran punto de encuentro de los caminantes que desde Madrid y Toledo se dirigían hacia Murcia. Posiblemente en el caso de Las Pedroñeras el hecho de tener que soportar el alojamiento de soldados, una carga demasiado pesada para la villa, jugaría en el futuro a su favor: está en el camino real que va de Toledo y Madrid a Murcia y que es plagado de soldados del tal manera que antes se despuebla que puebla.

El camino que iba de Cuenca a Alcázar de San Juan y de allí a Andalucía, junto al trayecto descrito por Villuga, que iba de Villaescusa de Haro a Mota del Cuervo, por Monreal del Llano, tenía otro alternativo que iba desde Villaescusa de Haro a El Pedernoso, pasando por Belmonte. Esto convertía al Pedernoso en un centro nodal de las comunicaciones

... pueblo pasajero, porque desde los puertos de Cartagena, Alicante y Valencia vienen a esta villa para ir a Toledo y a Madrid y también pasan por esta villa las gentes de Cuenca e Güete para ir a Granada y a Andalucía y a otras partes

El papel de San Clemente como capital del Marquesado de Villena le daría una importancia fundamental como centro comarcal. Las Mesas dirá que está cinco leguas de donde está la silla , que es la villa de San Clemente. Contribuía también a su carácter central el mercado franco concedido por privilegio real por los Reyes Católicos y la feria de septiembre. Aunque no parece que los caminos que recorrieran los verederos y alguaciles para llevar los mandamientos del corregidor al resto de las dieciséis villas constituyera una red de comunicaciones integrada con San Clemente como centro. No obstante, de San Clemente salían ocho caminos que comunicaban a la villa con las comarcanas (Belmonte, Pedroñeras, Provencio, Villarrobledo, Minaya, Vara de Rey, Villar de Cantos (y El Cañavate) y Santa  María del Campo Rus (o La Alberca?)


Inicio de la obra de Villuga (1)
Enlace para la consulta de la obra de Villuga

Los itinerarios de Hernando de Colón, hacia 1515 (Hernando de Colón: Descripción y Cosmografía de España, Tomo II, Padilla Libros, Sevilla, 1988, pp. 145 a 151 y 330 a 331)

Descripción de los caminos locales y sus paisajes en la Mancha de Montearagón


  • Desde Villarrobledo salía un camino de tres leguas largas hasta San Clemente, de atochares y romerales, la última media legua era de viñas y la media anterior de un carrascal: otro camino salía hacia El Provencio, dos leguas, era tierra llana y de atochares, y llegaba hasta Santiago de la Torre o el Quebrado, una legua más; un último camino iba hacia Las Mesas, era una tierra doblada de atochares, aunque la labranza tenía una presencia importante, igual paisaje se ofrecía en el camino que partía hacia Las Pedroñeras, tres leguas, de donde continuaba hacia Belmonte, dos leguas más.
  • Desde El Provencio, pueblo dominado por la fortaleza de don Alonso de Calatayud y el río Záncara, que se secaba en verano, salía el mencionado camino de Santiago el Quebrado, una legua de tierra llana, la primera mitad ocupada por viñas; otro camino salía hacia Las Pedroñeras, dos leguas llanas de atochares sobre cerros y montes bajos y tierras de pan llevar; un tercer camino salía hacia San Clemente, tres leguas (la media primera y la última de viñas, la legua y media restante inculta); otro camino salía hacia La Alberca, dos leguas de tierras dobladas, atochares y salpicadas de labranzas hasta llegar a la última legua que era de monte de encinares. Al sureste, el camino que partía hacia Las Mesas se unía al que partía de Villarrobledo. 
  • Desde Las Pedroñeras, en medio de un pedregal, un camino partía hacia Belmonte, dos leguas, que pasaban por Martín Ovieco, un depoblado en una laderuela, a una legua de romerales y atochares. Por contra Robledillo de Záncara, que no de la Vega, todavía estaba poblado, a una legua de tierra doblada de romerales y atochares. Un camino salía hacia El Pedernoso de tierra doblada y vallejuelos con tierras de labranza; por contra el camino de una legua grande que se dirigía hacia Las Mesas era tierra llana de romerales y encinares. La comunicación entre Las Pedroñeras y San Clemente se hacía por Santiago de la Torre, población que quedaba a media legua a la izquierda en el camino que comunicaba Las Pedroñeras con El Provencio, dos leguas de tierras dobladas y montes bajos. 
  • Santiago de la Torre era otro centro nodal de las comunicaciones heredadas del medievo, Situado en un llano, a tres tiros de ballesta del Záncara, era propiedad de don Bernardino Castillo Portocarrero. Un camino salía hacia Belmonte; tres leguas de cerros y montes bajos, que a media legua de Belmonte eran tierras de pinares. Un camino de dos leguas llanas iba hasta San Clemente, era un paisaje más humanizado de tierras de labranza y vega pero lavajos o aguachares en torno al arroyo que bajaba de Majara Hollín y destacaba un collado a un cuarto de legua de el Quebrado. Un camino bajaba de Santiago de la Torre a El Provencio dejando a cuatro tiros de ballesta el río Záncara a la izquierda (por tanto por la parte oriental), era tierra de ribera, y se dirigía hacia Socuéllamos en medio de tres leguas de tierras llanas todavía incultas en gran parte. El camino hacia Las Mesas era tierra de atochares y encinares, mientras que el camino que iba hacia Las Pedroñeras y El Pedernoso presentaba mayor cultivo de la tierra en las proximidades a esta última localidad. Hacia La Alberca salía un camino de dos leguas llanas, salpicado de cerros, con un montecillo de cuarto de legua a la salida de Santiago y otro de encinares en la legua antes de llegar a La Alberca.
  • San Clemente, ya con novecientos vecinos en 1515 (cifra que creemos inflada) ya era un centro comarcal. Se mantenía el viejo camino que unía al pueblo con la vieja villa de Alarcón, cuatro leguas que pasaban por Vara de Rey y se encaminaban hacia Tébar y de allí a Alarcón, cinco leguas en total. El camino de dos leguas hasta Vara de Rey era de tierra doblada pero labrada y cultivada con cereales; por contra las tres legua del camino hacia el sur que iba hasta Minaya era de tres leguas de tierras incultas atochares, chaparrales y donde la recolección de la grana era una fuente de sustanciosos ingresos; de allí el camino real llegaba hasta La Roda. Un camino directo iba durante cinco leguas hasta Castillo de Garcimuñoz, pasaba por Villar de Caballeros, ya sin población, distante dos leguas, tierra de labranza alternada con cerros y tierras dobladas, ariscas al cultivo; a una legua más de distancia, Santa María del Campo Rus, camino circundado de cerros, valles llanos y donde la presencia de la encina dominando el paisaje era notable. Hasta La Alberca había dos leguas de distancia: la primera media legua y los tres cuartos postreros de legua, encinares, el espacio intermedio tierras dobladas pero labradas. Hasta Santiago de la Torre, dos leguas llanas y el espacio próximo a esta villa, de tierras de vega. El camino hasta El Provencio, dos leguas muy llanas, ya ganadas en su mayor parte por las viñas, al igual que la media legua primera que salía camino de Villarrobledo, punto intermedio en el camino hacia Alcaraz, distante cuatro leguas.
  • El camino entre San Clemente y la ciudad de Cuenca era un camino principal, doce leguas de distancia, que iban por El Cañavate, Honrubia, Valverde del Júcar, Albaladejo, Parra de las Vegas, Valdeganga y Olmedilla de Arcas. 
  • Desde San Clemente salía un camino que iba hasta Villanueva de la Jara y desde allí llegaba a Iniesta. El principal problema de ese camino era el paso del río Júcar; por esa época Villanueva de la Jara intentaba levantar un puente, aunque con la oposición de Alarcón y los Castillo, mientras San Clemente estaba levantando los molinos del Concejo y se proveía un sistema de barcaza para pasar el río Júcar. El camino que iba de San Clemente a Sisante, bordeaba y evitaba la villa de Vara del Rey que quedaba a corta distancia al norte; eran tres leguas de distancia, pero si hasta Vara de Rey el espacio agrario estaba conquistado por la labranza, el paisaje de hermosos campos que se nos presenta hoy entre Vara del Rey y Sisante era de atochares. Ese carácter de espacio inculto se extendía hasta el Júcar y cruzándolo hasta Villanueva de la Jara. Al sur de estas tierras se extendían amplios pinares: a la izquierda del Júcar y a la derecha del viejo camino romano, el de Azaraque que se extendía por tierras de las actuales Casas de Benítez: a la derecha del Júcar y llegando hasta media legua de Villanueva de la Jara, el pinar de la Losa.
  • Los cortos recorridos desde San Clemente tomaban dirección hacia El Cañavate. Si la salida del San Clemente dominaba una legua de encinares, las dos leguas siguientes eran de tierras de labranza, salpicadas de algún cerro y valle inculto alrededor del río Rus. En Villar de Cantos y Perona las tierras de pan llevar dominaban el paisaje, aunque en las inmediaciones de Perona se extendía una dehesa.
  • La Alberca de Záncara,en un altillo y sobre unas peñas, era otro núcleo nodal de viejos caminos, que salían hasta Santa María del Campo, una legua de tierra doblada y de monte; hasta San Clemente, Belmonte, Santiago de la Torre y El Provencio. El paisaje que rodeaba a estos caminos era de encinares, salvo el camino de San Clemente, ganado en algunos puntos para la labranza y las proximidades de El Provencio, ganado por las viñas, y Las Pedroñeras, en este caso, tierras de labranza en medio de cerros y tierras dobladas e incultas. Pero de La Alberca, salían también viejos caminos hacia núcleos en otro tiempo con gran importancia militar. Un camino de tres leguas, que pasaba por el Pinarejo, llegaba hasta Castillo de Garcimuñoz, el monte bajo y las tierras de labranza se alternaban. Otro camino salía hasta Vara de Rey, atravesando el río Rus, a cuya vera se levantaba un antiguo castillo derrocado; era tierra de vallejuelos y cerros.
Hoy no nos podemos imaginar la barrera que el Júcar era para las comunicaciones en sentido este-oeste. De ahí, las comunicaciones rotas y difíciles entre las poblaciones nacidas en torno al río Záncara y su afluente el río Rus, de una parte, y las nacidas en el valle del río Valdemembra, más volcadas hacia tierras de Iniesta. La única unión era Alarcón y sus tierras y molinos en torno a las riberas del río Júcar un nexo de unión vertical, nacido del viejo dominio. Pero también un elemento de separación, solo roto por el impuslo imparable de San Clemente y Villanueva de llegar hasta el río Júcar.

La descripción de las tierras entre el río Júcar y el Cabriel nos aparece separada de las anteriores tierras descritas (que tienen en la narración con los paisajes que se extienden más allá de Belmonte). Los criados de Hernando del Castillo llegan a Iniesta, aunque no sabemos desde dónde. Se toma esta villa, en tierra llana, como centro de referencia de una serie de caminos que salen hacia las poblaciones de Valdemembra por el este o hacia el sur por tierras albaceteñas. Al norte de Iniesta quedan las salinas de la Cueva de la Sal, a cuatro leguas y en peña; a tres leguas, Campillo de Altobuey, es tierra llana de labranza y de algunos montes, y cinco leguas hasta Enguidanos, al comienzo de tierras llanas incultas y las postreras agra abajada.. Desde Iniesta salía un camino hasta El Peral, era tierra doblada e inculta, con algunos llanos, alternos con montes bajos y altos de chaparrales y atochares. Hacia Villanueva de la Jara salía otro camino de tres leguas de distancia, donde el espacio agrario dominaba: el primer cuarto de legua saliendo de Iniesta era de viñas, a continuación se abría una llanura de tierras de labranzas, pero donde las extensiones de chaparrales aún no habían desaparecido. El esfuerzo roturador desde Iniesta era antiguo e igual que se había dirigido hacia el este, también los había hecho por el camino de seis leguas hasta Mahora y de siete leguas hasta Jorquera. El paisaje de estas tierras era de dominio de labranzas, abriendo el espacio agrario entre montes de chaparrales.

Desgraciadamente, de las comunicaciones norte sur en torno al río Valdemembra no se dice nada.

Los caminos del reclutamiento militar

El camino que seguían los soldados reclutados por los capitanes en la comarca y en la Mancha y el reino de Toledo era el camino murciano que ya hemos visto y que tenía como destino el puerto de Cartagena, desde allí los soldados (también los galeotes y los condenados a presidios) se embarcaban con destino a los presidios de África o hacia Italia. El puerto de Málaga, para el que se llegaba en sus inicios por el camino granadino, era una alternativa para el embarque de soldados de presidios.

Hacia los años treinta, el destino de los soldados cambió y el camino también. La declaración de guerra a Francia y posterior rebelión de Cataluña inauguró un nuevo camino hacia Aragón y Cataluña que tenía salida de Cuenca por los tortuosos caminos de la Sierra. El punto final era Barcelona, distante de San Clemente 69 leguas. El camino se realizaba en tránsitos diarios, en los que se recorría a pie o en carro  tres leguas, es decir, algo menos de veinte kilómetros. Un punto intermedio en el camino era Molina de Aragón, distante 30 leguas de San Clemente. Los pueblos por donde debían pasar los soldados tenían que tornarse en soportar la carga, pero la realidad era otra. Pueblos como Honrubia, Arcas o Tórtola soportaban a menudo el paso de soldados antes de llegar a Cuenca capital. Desde el punto de concentración de tropas en que se había constituido Molina de Aragón, los soldados se encaminaban hacia Daroca, población que evitaba los soldados, siendo otras menores como Romanos las que soportaban las cargas militares

Hacia mediados de la década de los cuarenta se fue abriendo como alternativa al camino serrano hacia Cataluña, otra vía con concentración de soldados en Requena, desde donde se dirigían por la costa mediterránea hacia Tortosa.

Los caminos locales (en construcción)


  • San Clemente y Villanueva de la Jara estaban unidos por un camino que saliendo de San Clemente llegaba a Vara de Rey, desde donde se dirigía a Sisante, Desde allí atravesaba el río Júcar por los molinos de la Losa y pasando por medio del pinar que llegaba hasta la ribera del Júcar y acababa a una legua de Villanueva, llegaba  a este pueblo. El camino era suficientemente ancho como para que circularan carros por él. Destacar que Sisante al situarse en medio de dos poblaciones principales haría fortuna, alcanzando un desarrollo demográfico y económico que acabaría eclipsando a su villa madre, Vara de Rey. Desde los molinos de La Losa hasta Sisante había dos leguas, y de Sisante a San Clemente, tres leguas. Este camino seguía una vía secundaria romana: En el pueblo de Iniesta manifestaron también había existido otro camino romano que se dirigía a Vara de Rey o enlazaba con el nº 1 (véase camino romano de Vara de Rey) en su término, que pasaba por Villanueva de la Jara, cruzaba el río Júcar y por el término de Sisante enlazaba o llegaba a Vara de Rey. En la Jara tuve el gusto de ver que en la parte de la vega ha existido antigua población, así como en otros puntos de la misma dirección. En el río Júcar conocí el año 60 restos de un puente de piedra entre la Losilla y el Picazo. (J. SANTA MARIA: Itinerarios romanos de la provincia de Cuenca. Boletín de la RAH. Tomo XXXI, julio-septiembre de 1891). Otros autores como Palomino Coello ponen en duda que el camino pasara por Villanueva y cree que enlazaba con el camino principal en Pozoamargo. A lo largo del siglo XVI el viejo camino hacia Vara de Rey, fue obviado para ir a Sisante y los molinos de la ribera del Júcar, por un nuevo camino que pasaba por el sur de la villa de Vara de Rey, sin cruzarla.
  • Siguiendo el recorrido de Santa Teresa, tras su fundación de Villanueva de la Jara, sabemos que hacia el 20 o 21 de marzo de 1580 abandona la villa para coger el camino de Toledo. Para llegar hasta este camino, de Villanueva de la Jara se dirige a Casasimarro y de allí a Villalgordo del Júcar, donde cruza el puente del Júcar, para dirigirse a La Roda, desde allí las etapas obligads hasta Toledo, Minaya, El Provencio, Manjavacas y EL Toboso.
  • Motilla estaba unida a Alarcón por un camino, que pasaba por la aldea de Valhermoso, que era cruce de caminos con otro que procedía de Tarazona 
  • Santiago de la Torre, ya casi inhabitada estaba en el cruce de caminos de Las Pedroñeras a San Clemente y del Provencio a San Clemente.




El camino romano de Vara de Rey (2)

Junto a los itinerarios anteriores es de destacar la pervivencia en esta época del antiguo camino romano, que partiendo de Carthago Nova se dirigía a Segóbriga, centro de la minería del lapis specularis, para continuar hasta la antigua Complutum.

Vara de Rey, villa sita y poblada en el camino muciano que dicen haber hecho los romanos. Así se refieren las Relaciones Topográficas al camino que de Vara de Rey conducía hacia Murcia y que nos presentan como una vía todavía viva en ese momento. Su trazado tomaba como referencia una de las principales antiguas calzadas romanas, la que iba desde Carthago Nova hasta Complutum, pasando por la ciudad de Segóbriga, centro productor del lapis specularis. La calzada romana se adentraba en tierras conquenses después de recorrer la mansio de Saltigi, cerca del núcleo de Chinchilla y el llamado aljibe, construcción romana que está en el origen de la población de la Gineta, tal como recuerdan las mencionadas Relaciones Topográficas y la Carta Puebla que don Juan Manuel concedió a esta localidad en 1348. La entrada a tierras del Obispado de Cuenca se hacía bordeando la villa de la Roda, a una legua de esta localidad. De nuevo las Relaciones nos reconocen esta vía romana o camino murciano como eje de primer orden en la Edad Media:

que en término de esta villa, una legua de ella hacia la parte do sale el sol y al norte, traviesa un camino real que dicen el Murciano, que en su hechura es muy notable, porque va todo empedrado en forma de calzada con muchos aljibes. Viene desde Cartagena y pasa a Castilla la Vieja y es camino muy antiquísimo y se tiene memoria en esta tierra que lo hicieron los romanos cuando venían a conquistar España y se defendía el paso de dicho camino desde este castillo de Roda

El carácter vivo del camino se mantuvo en la Edad Moderna, como vía pecuaria y de paso de soldados para embarcar en Cartagena. Casa de los Prietos, importante yacimiento arqueológico, y Casa de Buedo son etapas intermedias antes de que la calzada llegue primero a Pozoamargo (identificada con la mansio ad Puteas) y luego a Vara de Rey, donde los restos romanos perviven en el yacimiento de los Villares, que se extiende por el casco urbano y las alturas adyacentes. La presencia de estos restos no pasó inadvertida en las Relaciones Topográficas

...junto a esta villa, en los Villares, que dicen, paresce haber sido edificio de los moros antiguos, que es lo más alto del pueblo, hay paredes recias de cal y canto donde estuvo un castillo en tiempo de los moros que parescía ser cosa fuerte, aunque de él hay poco de presente

La referencia parece indicar, más que restos romanos, un primer núcleo repoblado de la reconquista (¿sobre asentamiento musulmán previo?), que desaparecería sin duda por la intensa inmigración que provocó la conquista de Andalucía y el despoblamiento de esta zona o, simplemente por el alejamiento de la frontera que hacía innecesario un enclave defensivo. Al carácter estratégico del poblado de los Villares, se uniría la explotación de vetas de hierro, relacionadas con el relleno de cavidades cársticas existentes en el término de Vara de Rey.*

El camino continuaría por nuestra zona hacia Villar de Cantos, Villar de Caballeros y Santa María del Campo, donde se unía pasada esta villa una derivación procedente de San Clemente y La Alberca. La calzada continuaría hasta la antigua Segóbriga.


                                                                 
RODRÍGUEZ MORALES, J. et alii: "La calzada romana de Carthago Nova a Complutum: síntesis de su recorrido". El nuevo Miliario. 13. Diciembre 2011

Ventas en el camino de Madrid a Valencia






(1) Repertorio de todos los caminos de España. Autor: Villuga, Pedro Juan, Madrid, 1546. Signatura: 1152980 Res/Hisp. 148 Bayerischen Staatsbibliothek


(2) Seguimos en la exposición el trabajo de RODRÍGUEZ MORALES, J. et alii: La calzada romana de Carthago Nova a Complutum: síntesis de su recorrido. El nuevo Miliario. 13. Diciembre 2011,


* MATA PERELLO, JM, FONT SOLDEVILLA, J.: Breve introducción al estudio de las mineralizaciones industriales conquenses: los materiales geológicos metalúrgicos. GEOGACETA, 13, 1993, p. 85

Sobre la repoblación de Vara de Rey y su carácter estratégico, MARTINEZ VARA DE REY, Carlos: Cronología de la repoblación de Vara de Rey. https://independent.academia.edu/CarlosMtzVaradeRey
**MENÉNDEZ PIDAL, Gonzalo: España en sus caminos. Caja de Madrid. 1992. pág. 144

miércoles, 6 de julio de 2016

El reclutamiento militar en el corregimiento de San Clemente en la década de 1640

Este artículo es continuación de otros ya publicados sobre las levas de Rodrigo Santelices en 1640 y 1641 con motivo de la rebelión catalana. De las levas compulsivas de don Rodrigo se pasa a una regulación del reclutamiento que tiende a la profesionalización.

                                                              ******

La de 1641 es la última leva de milicias de Rodrigo Santelices que parte para su nuevo puesto de Inquisidor en Sevilla. Su labor ha mostrado a la junta de Ejecución las carencias del reclutamiento más que las fuertes resistencias locales. Las enseñanzas son dos: la poca confianza que merecen los oficiales y soldados de las antiguas milicias y la resistencia heterogénea de un patriciado concejil dividido en rencillas internas y siempre dispuesto a ocupar el vacío dejado por el oponente local.

La milicia está agotada; ha aportado todos sus hombres en dos levas continuadas. Se precisan nuevos soldados y nuevos oficiales. En agosto es reformado, es decir, cesado, el sargento mayor Diego Gutiérrez de Villegas. Este santanderino de Santa Cruz de Castañeda está demasiado integrado en la vida local y es poco amigo de aventuras militares. Para noviembre será recibido como hijodalgo y casará con Josefa Sevillano, hija de Miguel Sevillano, regidor y ganadero, dominador de la vida municipal san clementina de los años veinte y treinta. Es un matrimonio crepuscular, la vieja oligarquía de los ganaderos deja paso a los señores de tierras que medran a costa de la crisis de los labradores ricos, alejados de la villa en sus casas de campo. El nuevo sargento mayor, Francisco González de Torres, llega a finales de año (152). El vacío dejado por Rodrigo Santelices lo ocupa momentáneamente a comienzos de 1642 su hermano Juan, que intenta renovar la milicia con soldados nuevos para un nuevo servicio de seis meses, hasta que Pedro Morquecho, del Consejo de su Majestad, por delegación de su hermano Bartolomé, asume el control de las milicias de Cuenca. Desde Requena y de la mano del nuevo sargento mayor decidirá los nuevos reclutamientos hacia la ciudad de Tortosa. Con la renovación del sargento mayor llega la de los capitanes. Andrés Sanz de los Herreros pide su cese como capitán de milicia en abril; a pesar de la oposición de los regidores, que no quieren hablar de nuevos nombramientos, mientras no se solucione el llamamiento que les ha hecho el rey para su incorporación a la guerra. Pasado el peligro aceptarán el nombramiento de nuevo capitán en septiembre en la persona de Juan Santos (153) . Cuando Pedro Morquecho llega a San Clemente en abril de 1642, la milicia ya ha sido organizada por Juan Santelices quien, ausente, ha contado con la inestimable ayuda de Francisco Destudillo Villamediana, tesorero de rentas reales, encargado de financiar la milicia con los préstamos de los vecinos particulares, 2.580 reales. Pedro Morquecho autorizará al uso de los arbitrios de dehesas y pinares suspendidos por los regidores, aprovechando el vacío dejado por la marcha de Rodrigo Santelices.

En el mes de abril la situación del frente catalán se hace insostenible. Diego Obispo, presidente del Consejo de Castilla, anuncia la tan esperada jornada real para el 23 de abril, pidiendo el monarca le acompañe la nobleza al frente catalán. San Clemente que está sorteando el día tres los soldados de milicia, recibe el día nueve la orden de la aportación hidalga de cien infantes con sus 3.600 ducados de plata para el pago de seis meses y que las tres cuartas partes de los regidores salgan a seguir la real persona. El patriciado san clementino como el de otras ciudades, al que la historiografía desde los ochenta ha presentado como defensora de las comunidades locales y bastiones de la desobediencia real, en defensa de un constitucionalismo avant la lettre, parece más obsesionada por salvar su pellejo y vender su alma, en este caso al rey. Aunque han servido ya el día tres con mil ducados, no se oponen al nuevo servicio de 3.600 ducados; piden los regidores se les considere impedidos para la guerra por el corregidor, que acaba dando su consentimiento, después de reconocer no saber cómo excusarlos: “he decidido alargarme un poco más y dar por escusados los diecisiete regidores”. En esa sesión del ayuntamiento de 18 de abril le han debido adelantar el precio a pagar y que no es otro que aumentar el 25 de abril los cien infantes a ciento cincuenta, que a la postre acabarán saliendo de la población pechera (154).

 La desafección de la nobleza, de la que habla Domínguez Ortiz (155), es con sus propios vecinos, antes que con el rey. El rey está esperando en Cuenca sus soldados, pero los únicos que llegan de San Clemente son los milicianos que han partido en dos grupos hacia Molina y hacia Requena, conducidos por el cabo Alonso de Arcos. El rey parte de Cuenca el 25 de junio por los tortuosos caminos de la serranía conquense, los mismos que han tenido que recorrer los soldados reclutados desde el año 1634. Todavía tendrá que aguantar el desaire de la ciudad de Zaragoza, que le obliga a acampar al otro lado del Ebro. Hasta comienzos de septiembre no saldrán los 150 infantes de San Clemente, aprovechando el nombramiento del nuevo capitán Juan Santos. El dinero para la conducción lo custodiará de nuevo el regidor Juan López de Toledo. Desde el día uno de septiembre hay un alguacil ejecutor en la villa enviado por Antonio Miranda, decidido a embargar los tres carros con sus mulas pedidos con anterioridad y cansado del regateo de los regidores intentando sacar el mejor precio por ellos (156). Los dos meses de inexplicable inacción (157) que transcurren desde la llegada del rey a Zaragoza el 27 de julio hasta enfrentamiento de Lérida del 7 de octubre, son de larga espera a las tropas que faltaban por la irresponsabilidad de una nobleza local muy larga a la hora de mandar a sus vecinos pecheros a la guerra e incapaz de asumir sus responsabilidades (158). El resultado fue el conocido desastre de Lérida y los cuatro mil castellanos muertos.

A partir del año 1643, los superintendentes de milicias, miembros del Consejo y de las Chancillerías o fiscales de Casa y Corte, se suceden en un distrito amplio que a veces va más allá del obispado de Cuenca para incluir el Reino de Murcia (Luis de Gudiel y Peralta, Francisco Antonio de Alarcón, Diego de Zapata, Vicente Bañuelos), pero permanece el sargento mayor de los partidos de Cuenca, Francisco González Torres, actuando por delegación de aquellos. Creemos que el servicio anual de seis meses en la milicia se ha sustituido por un servicio de más larga duración y que los reclutados a partir de ahora se corresponden con las necesidades de reposición de la monarquía (159). Es el sargento mayor el que va pidiendo con regularidad los hombres necesarios. Para el año 1643, se piden a la villa de San Clemente 14 soldados, de 120 infantes repartidos a su partido (160); para 1644, 16 soldados de los 700 infantes que se mandan sacar de la provincia de Cuenca (161), para 1645 otros 16 de los 800 infantes sacados de la provincia de Cuenca con destino Cataluña, en 1646 hemos de suponer otros tantos (162) .

En el año 1645, se alude a cierta regulación de los soldados de milicia del año 1642, ordenada por Bartolomé Morquecho, por las que se excluía de la milicia a aquellos casados con tres hijos o más, y se considera soldados de milicia a aquellos que estén inscritos en las listas. Se alude una y otra vez por el sargento mayor a las listas de 1635 en poder del ayuntamiento de San Clemente, para discernir el que es soldado del que no lo es. Creemos que estas listas, que el ayuntamiento siempre procuró ocultar, son semejantes a las listas conservadas de Las Mesas y El Pedernoso, elaboradas con motivo de la movilización general ante la entrada en guerra con Francia y decretada por la real cédula de 28 de abril de 1635. De hecho, las milicias se agotaron desde la primera leva de Rodrigo Santelices que movilizó a los ochenta soldados de la villa de San Clemente y exigió nuevos sorteos en la segunda leva de 1641. Se recurría pues a unas lista de hacía 10 años que recogía todos los hombres útiles para la guerra de 18 a 50 años. La regulación del reclutamiento era una condición imprescindible para su aceptación por las comunidades locales. Como contrapartida a las actuaciones punitivas contra los fugitivos se implantó una política de exenciones que evitará la dislocación de las comunidades rurales y las arbitrariedades de los poderes locales. El fallo que cometió Rodrigo Santelices no fue el rigor de su ejecución, sino dejar en manos locales las acciones de castigo de las deserciones, abriendo la puerta a los ajustes de cuentas en los pueblos. Junto con la exención de los padres con más de tres hijos, se mantienen otras medidas como que el hermano o el padre sustituyan al soldado fugitivo, y que los soldados sorteados han de ser naturales de los pueblos (163) e inscritos como soldados de milicia e incluso se establece un sistema de declaración de inutilidad por certificación de los cirujanos (164). Lo llamativo es que las medidas punitivas, prisiones y secuestros de bienes, las aplican los regidores comisarios de las villas y el restablecimiento de la justicia corresponde no al corregidor sino al sargento mayor o al superintendente, que siguen asumiendo un papel vigilante frente a las complicidades locales con los fugitivos (165).

Finalmente, a partir de 1647 se intentó trocar el reclutamiento por una aportación pecuniaria, la composición de milicias. Rechazada por los pueblos en un principio por ser vista como una imposición más, se impondría en los años sucesivos. Para entonces el esfuerzo de la guerra había dejado a los pueblos despoblados y esquilmados (166)  . Sabemos del coste global de las guerras para una de las villas del corregimiento, Villarrobledo. Desde el año 1634, ha aportado cuatrocientos hombres y gastado 24.792 reales de vellón y 10.433 de plata; los gastos de las requisiciones de carros y mulas le han supuesto 4.932 reales de plata y en la composición de las milicias de los años 1647- 1649 gastará otros 17.129 reales de vellón y 3.700 reales de plata (167). Todavía en 1650, la composición de milicias sigue apareciendo como un servicio alternativo a la aportación de hombres. Juan Flórez y Guzmán, alcalde de los hijosdalgo de Granada y Superintendente de milicias de los partidos del adelantamiento de Murcia pide un servicio de 20 soldados a San Clemente, permutables por una aportación de 14.400 reales, mitad en plata y mitad en vellón, a razón de 72 escudos, de a 100 reales, por soldado. El mismo mandamiento del Superintendente Flórez indica que el sistema de composición de milicias está todavía en ciernes; fechado el 28 de marzo, Flórez lamenta que elegida la aportación de dinero, no se ha puesto ni un real a uno de enero en la ciudad de Murcia, para facilitar el reclutamiento de gente voluntaria antes de la campaña de primavera, cosa que no ha ocurrido, de hecho, se reconocen deudas del servicio de milicias de años antecedentes; por lo que se plantea abiertamente el reclutamiento por sorteo de quintos y el envío de ejecutores para hacerlo efectivo o su sustitución por dinero. Con la intención de evitar el sorteo de quintas propuesto y forzar su sustitución por la composición de milicias, se incluye en los padrones para dicho sorteo a los oficiales del concejo y a los privilegiados, sin dar la opción de sustitución de los quintados (168). El endurecimiento de las condiciones se había producido dos años antes, para el caso de Cuenca, sabemos que en agosto de 1648, tras la caída de Tortosa (169), el superintendente de milicias Vicente Bañuelos intenta levantar un soldado por cada 30 vecinos. Intento fracasado pues para noviembre se vuelve al reclutamiento de un soldado por cada cien vecinos, es decir 8.000 infantes para Castilla y Andalucía, sustituido por una aportación de 720 reales por soldado (170). En septiembre, el doctor Bañuelos ha pasado de superintendente de milicias a ser superintendente de rentas reales, en un intento consciente de la Corona de racionalizar y garantizar la recaudación fiscal mediante la generalización y establecimiento de esta figura de los superintendentes de rentas reales en todos los partidos de Castilla.





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152 AMSC. AYUNTAMIENTO. Acuerdos de 8 de diciembre de 1641.

153 AMSC. AYUNTAMIENTO. Acuerdos de 26 de abril, 22 de junio y 3 de septiembre de 1642.

154 AMSC. AYUNTAMIENTO. Acuerdos del mes de abril de 1642. En Alcaraz la obligación militar de los regidores se cambia por una compañía de 40 hombres a caballo, trastocada finalmente el 22 de junio por 17 infantes montados y 50 a pie en el partido. Simultáneamente a la ciudad y su partido se le están pidiendo desde Toledo los soldados que faltan de presidios; se le han repartido 97. El 10 de julio llega Luis Gudiel a la ciudad, para establecer la milicia en es ciudad y dando patente de capitán a Francisco Aguado de Córdoba para levantar 80 soldados. En los días posteriores recibirá la visita de Antonio de Miranda para exigirle los montados prometidos (AMAL. Acuerdos de junio y julio de 1642).

155 DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: “La movilización de la nobleza castellana en 1640”, Anuario de Historia del Derecho Español (1955). pp. 799-823. Es reseñable el caso de los hidalgos de Albacete que prefieren presentar como fingida su nobleza, postizos e introducidos, antes que servir en la guerra (ibídem, p. 818). De los ocho hidalgos de Las Pedroñeras, cinco alegan estar enfermos, ser viejos o pobres de solemnidad (AMSC: CORREGIMIENTO. Leg. 148/75). Una nueva petición de diciembre de 1642 pidiendo caballeros montados entre los caballeros de las órdenes o hidalgos sustitutos, a cambio de hábitos de las Órdenes, sería sustituida para mayo del año siguiente por simple aportación de jinetes sustitutos (AHN. NOBLEZA. FRIAS, C-87, D. 58-76. Cédulas reales de 31 de diciembre de 1642 y 28 de mayo de 1643)

156 AMSC. AYUNTAMIENTO. Acuerdos de 1 y 3 de septiembre de 1642.

157 DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Ídem, p.819.

158 La leva de los hidalgos de forma compulsoria se intentaría en 1646 por el XII conde de Priego, encargado de formar un tercio de 800 hidalgos. Su estudio lo dejamos para un trabajo posterior (AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 146).

159 En febrero de 1644 el superintendente de milicias Francisco Antonio de Alarcón ordena al sargento mayor Francisco González Torres, llenar las plazas de milizia (AMSC. AYUNTAMIENTO. Acuerdos 1 de marzo).

160 AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 146/54. Los arbitrios utilizados en esta ocasión para pagar con 17.052 reales la conducción y el sustento de los soldados durante seis meses son los pinares y las dehesas, a los que se añade un celemín por fanega prestada del trigo del pósito. El encargado del reclutamiento es Don Luis Gudiel, Superintendente de Milicias (AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 3/21).

161 AMSC. AYUNTAMIENTO. Acuerdos de 6 de abril y 20 y 31 de mayo de 1644. JIMENEZ MONTESERIN, calcula el número de soldados aportados por la provincia en 819 para 1644. op. cit. p. 126. El encargado del reclutamiento es Don Francisco Antonio de Alarcón, caballero del Hábito de Santiago, del Consejo Real y de Cámara, Presidente del de Hacienda y Superintendente de Milicias del Reino de Murcia

162 En 1645, Francisco González requiere a San Clemente para que remita los soldados de milicia, pues la villa de Requena, con la mitad de población, ya ha entregado 25 milicianos (AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 146/57). Para 1646, es Diego Zapata, superintendente y oidor de la Chancillería de Granada, el que desde Albacete solicita los milicianos (AMSC. CORREGIMIENTO, 146/58). Tal vez , en este año 1646, San Clemente ha caído de nuevo en la órbita del Adelantamiento de Murcia, que aporta un total de 700 soldados para la guerra de Cataluña, enviados vía terrestre por Valencia RAH, Colección Salazar y Castro, A-53, fol. 33. Carta de Felipe IV a Luis Méndez de Haro, VI marqués del Carpio, III conde-duque de Olivares, comunicándole que ha recibido carta y que está conforme con lo dispuesto sobre lo que se debe hacer con las gentes de guerra de Andalucía y de Murcia para la campaña de Cataluña. 19 de enero de 1646

163 Juan López Solera, vecino de la Roda y de oficio peinador, alega el carácter accidental de su estancia en San Clemente, y pide al superintendente Diego Zapata se le exima y suelte de la cárcel como soldado de milicia por no ser natural de la villa (AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 148/23)

164 Isabel García acude a Requena ante el sargento mayor Francisco González Torres para pedir la exención de su hijo Diego López, con una certificación de manquedad (AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 148/17)

165 El 18 de mayo de 1645 San Clemente debe enviar testimonio del “estado de las diligencias, prisiones y secuestros de bienes” contra 40 soldados fugitivos y como los regidores comisarios Jusepe de Garcisánchez y Juan de Ortega han estado “tratando de prender día y noche a los soldados alistados (AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 146/56 y 148/14) y el 9 de junio son amonestados por el sargento mayor por proteger al desertor Sebastián Alcocer, fugitivo cinco veces, “y si en esa villa no tubiera quien los apadrinara no le costara tanto a sus mds. el conducirlo ni el atrebimiento para bolberse; ay le tienen, v. mds. sirbanse de prenderle” (AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 146/57)

166 Barchín manifestará su oposición a la composición de milicias con las siguientes palabras: “y forçados los vecinos de no pagar los dichos pechos reales por las causas dichas se ausentan muchos de sus casas y familias a el Reino de Valencia” (AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 148/76)

167 CAVALLERÍA Y PORTILLO, F. de la: op. cit. p. 74. Sobre la aportación militar de Villarrobledo también se puede ver LÓPEZ SALAZAR-PÉREZ, J.: Estructuras agrarias y sociedad rural en la Mancha (s. XVI-XVII). Instituto de Estudios Manchegos, Ciudad Real, 1986, pp. 86-89

168 AMSC. CORREGIMENTO. Leg. 148/40. Carta del superintendente general del Reino de Murcia sobre servicio de milicias

169 Consideramos que agosto de 1648 fue un mes capital para la toma de decisiones, que supondrían de forma inmediata un cambio en la administración territorial y la generalización en asuntos fiscales de los superintendentes en septiembre. Es en este mes cuando se intenta un nuevo esfuerzo reclutador y se constata su fracaso, por la negativa no sólo de las tierras de realengo exhaustas, sino por las reiteradas negativas de los nobles. Como ejemplo, baste decir que a comienzos de ese mes se comunica a los nobles la necesaria aportación de soldados para el sitio de Tortosa, recordando la obligatoria sustitución del servicio de lanzas por la dotación de presidios establecida en 1631. AHN. NOBLEZA. FRIAS. C-87, D. 58-76. Cédula Real de 3 de agosto de 1648, dirigida al marqués de Fuensalida, conminándole a aportar 5 soldados, pagados con 6 escudos al mes, en sustitución de la obligación de 20 lanzas

170 JIMENEZ MONTESERIN, M.: op. cit. pp. 126-127. En este momento, los superintendentes de milicias que han agregado el título de superintendentes de rentas reales desde septiembre de 1648, toman como distritos par la base de su acción los obispados: Don Vicente Bañuelos será nombrado Superintendente de Rentas Reales del Obispado de Cuenca (aunque incluya villas como las de Villarrobledo, por estar incluida en el corregimiento de las 17 villas) y Don Sancho de Torres y Muñetones es nombrado superintendente general de milicias y rentas reales del Reino de Murcia

domingo, 22 de mayo de 2016

Divisiones administrativas del partido de San Clemente en el siglo XVIII




Las divisiones administrativas que a continuación se detallan corresponden a elaboraciones propias, fundadas en la consulta de diversos documentos del Archivo Municipal de San Clemente, hace ya veinte años. Las organizaciones administrativas de las que San Clemente era cabeza nuclear eran dos desde el siglo XVI: el corregimiento de las diecisiete villas, establecido en 1586, y, otra más amplia, el distrito de rentas reales del Marquesado de Villena, con un origen medieval, pero que tuvo a San Clemente por su cabeza desde que hacia 1580 la tesorería de rentas reales recayera en vecinos de San Clemente de forma permanente. Habría que añadir otra división, que empezó a pergeñarse hacia la década de 1630, que convertía a San Clemente en centro de reclutamiento militar para la dotación de presidios o cabeza fiscal para la recaudación de los servicios de millones, con tesorería propia desde 1634. Estas divisiones que se ajustaban más a la provincia de Cuenca y comprendían las villas del sur de esta provincia, tanto de realengo como de señorío, no llegaron a cuajar.

La división política del corregimiento de las diecisiete villas comenzó a romperse muy pronto desde el siglo XVII por el paso a jurisdicción señorial de algunas villas como Santa María del Campo y, sobre todo, desde el siglo XVIII con la creación de corregimientos propios en Iniesta, Villanueva de la Jara (después con cabeza en Tarazona), Sisante o, como alcaldía mayor, Motilla del Palancar y después Villarrobledo.

Pero la verdadera dislocación del partido de San Clemente fue cuando se quebró en dos el distrito de rentas reales del Marquesado de Villena. Tal hecho ocurrió en 1718, con la llamada Nueva Planta. Recuerdo la lectura de este hecho en algún expediente del Archivo Histórico Nacional, por ser especialmente sentida por los contemporáneos como una desgracia, en sus propias palabras como la pérdida de la parte baja del Marquesado. El distrito de rentas reales del Marquesado de Villena que abarcaba un espacio que comprendía el Sur de Cuenca, Albacete y algunos pueblos de Alicante y Murcia desaparecía definitivamente y, con él, el recuerdo de aquella creación medieval que estuvo a punto de constituir un Estado propio. Sólo la creación de una Junta de Armamento y Defensa durante la Guerra de la Independencia fue capar de vertebrar de nuevo un espacio que fue más allá de los límites provinciales (hablando en propiedad episcopales).

Excluimos las divisiones militares del siglo XVIII, San Clemente, que se apartará de la vieja organización militar del adelantamiento de Murcia (con la que convivirá hasta la Guerra de Sucesión), dependerá de Cuenca, salvo en algún espacio de tiempo, como en 1762, que, dependiente de la Caja de Reclutamiento de Ciudad Real, llegó a ser distrito propio



SUBDELEGACIÓN DE RENTAS REALES DEL PARTIDO DE SAN CLEMENTE (DESDE 1718)

Este distrito fiscal de rentas reales se corresponde con la Superintendencia de rentas reales desde 1718, que desgajó la parte baja del Marquesado y sus partidos de Chinchilla y Villena, y la posterior creación en 1760 de una Subdelegación de Rentas Reales. Incluye la relación tanto villas como lugares.

San Clemente, Alarcón, Alconchel, Almonacid, Barchín, Casasimarro, Casas de Guijarro, Casas de Benítez, Casas de Haro, Casas de los Pinos, Casas de Fernando Alonso, El Peral, El Quintanar del Rey, El Pedernoso, El Cañavate y su barrio de Cañadajuncosa, El Picazo, El Cerro, Gabaldón, Iniesta, La Alberca, La Minglanilla, Las Pedroñeras, La Losa, La Puebla de San Salvador, La Motilla del Palancar, La Atalaya, La Fuensanta, La Roda, Ledaña, Las Mesas, Madrigueras, Mira, Minaya, Montalbos, Pozoseco, Pozo Amargo, Perona, Rubielos Altos, Rubielos Bajos, Sisante, Tarazona, Villanueva de la Jara, Villalgordo del Júcar, Villagarcía, Vara del Rey, Villar de Cantos, Utiel, Villalgordo del Marquesado, Villarejo de Fuentes, despoblado de Santiago de la Torre, despoblado de Villanueva de la Torre

ADMINISTRACIÓN PRINCIPAL DE LA RENTA DEL TABACO DEL PARTIDO DE SAN CLEMENTE (SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII)

Distrito de Villanueva de la Jara

Villanueva de la Jara, Casasimarro, Motilla, Alarcón, Olmedilla de Alarcón, Gabaldón, Gascas, El Peral, Barchín, Rubielos Bajos, Pozoseco, Rubielos Altos, Valhermoso, Valverdejo

Distrito de Villarrobledo

Villarrobledo, Pedro Muñoz, Munera, Las Mesas, Socuéllamos, El Provencio

Distrito de Sisante

Sisante, Vara del Rey, Perona, Villar de Cantos, Cañavate, Cañadajuncosa, Atalaya, Tébar, El Picazo, Pozo Amargo,

Distrito de Belmonte

Belmonte, Mota del Cuervo, Villaescusa de Haro, Villarejo de Fuentes, Osa de la Vega, Puebla de Almenara, El Pedernoso, Las Pedroñeras, La Alberca, Hinojosos del Marquesado, Santa María de los Llanos, Tresjuncos, Hontanaya, Almonacid del Marquesado, Fuentelespino de Haro

Distrito de Honrubia

Honrubia, Castillo de Garcimuñoz, Almarcha, Torrubia del Castillo, Hinojosa, Olivares del Júcar, Cervera del Llano, Montalbanejo, Villar de Cañas, Alconchel, Villalgordo del Marquesado, Villar de la Encina, Pinarejo, Santa María del Campo

Distrito de La Roda

La Roda, Barrax, Minaya, Fuensanta, Lezuza, Villagordo del Júcar, Casas de Benítez, Montalbos, Casas de Guijarro, Casas de Fernando Alonso, Casas de Haro

Distrito de Iniesta

Iniesta, Tarazona, Quintanar del Rey, Villa García, Madrigueras, Ledaña, El Herrumblar, Alcadozo, Villarta, Villalpardo, Graja de Iniesta, Puebla de San Salvador, Castillejo de Iniesta

PARTIDO DEL CORREGIMIENTO DE SAN CLEMENTE EN EL AÑO 1760

Aunque bajo la autoridad nominal del corregidor de San Clemente, y en algún caso sometidos también a sus visitas y comisiones,se trataba de distritos administrativos judiciales con absoluta autonomía en cuanto disponían de la primera instancia, o en su caso, del derecho de apelación. Pero sí que podemos hablar de un distrito gubernativo en el que el corregidor de San Clemente debía comunicar a través de veredas las diversas cartas, órdenes e instrucciones reales. Distinguimos corregimientos, alcaldías mayores y ordinarias. Estas divisiones fueron variables a lo largo del tiempo, tal es el caso de Villanueva de la Jara, que este año aparece fundida con el corregimiento de Iniesta, o que Utiel se encuentre integrado en la órbita del partido de San Clemente

Corregimiento de San Clemente

San Clemente y sus aldeas de Casas de Fernando Alonso, Casas de Haro, Casas de los Pinos y Perona.

Corregimiento de Iniesta

Iniesta y sus aldeas, Villanueva de la Jara (en otros momentos aparece como corregimiento propio)

Corregimiento de Tarazona

Tarazona, Madrigueras, Quintanar del Rey

Corregimiento de Sisante

Sisante, Vara del Rey y sus aldeas (Casas de Benítez, Pozo Amargo), Casas de Guijarro

Corregimiento de Utiel

Utiel

Corregimiento de Alarcón

Alarcón y sus aldeas Picazo y Rubielos Altos (?)

Alcaldía Mayor de Motilla del Palancar

Motilla del Palancar

Alcaldías Ordinarias (villas dotadas con alcaldes ordinarios y la primera instancia)

Alberca, Pedernoso, Villlarrobledo (poseteriormente sería dotado de alcalde mayor), Ledaña, Cañavate, Gabaldón, Puebla de San Salvador, Rubielos Bajos, Pedroñeras, Las Mesas, Minaya, Villalgordo del Júcar, Villagarcía, Casasimarro, Atalaya, Barchín, Mira, Minglanilla, EL Peral, Pozo Seco,



Acompañamos a continuación algunos enlaces de la organización territorial del partido de San Clemente en el siglo XVII, expuesta en diversos artículos de este blog:



Distrito Militar de la Milicia General del Reino


Distrito de Rentas Reales del Marquesado de Villena


Distrito Militar de Dotación de Presidios


Corregimiento de las diecisiete villas

sábado, 21 de mayo de 2016

Villarrobledo en 1604 y 1605: los años del hambre, el desabastecimiento y la especulación (III)

                                                                           y por ser como es la nezesidad y poca cosecha de pan tan general si no se acude a el rremedio con tiempo tercia mucha dificultad y esta villa estaría en  peligro de perderse y despoblarse


De esta guisa rezaba la queja de los regidores villarrobletanos en el ayuntamiento celebrado el 11 de julio de 1605. La escasez se había apoderado del Reino. Hasta Villarrobledo había llegado petición de los Inquisidores del Tribunal de Murcia, pidiendo 1.500 fanegas de la próxima cosecha, pero la cosecha se esperaba nefasta, Los labradores todavía disponían de algún trigo pero se negaban a venderlo. El corregidor de San Clemente había suspendido la almoneda para panadear el trigo del pósito en el año venidero y había impuesto el control directo por el concejo del trigo panadeado. Los regidores daban cartas de poder para acudir ante el Consejo Real en Valladolid para obtener licencia para tomar a censo de 20.000 a 24.000 ducados. Por fin, el 21 de julio, quizás para emular la decisión del canónigo Yáñez, con más probabilidad para adelantarse a sus intenciones, se acuerda requisar el grano a los labradores que ya empiezan a cosechar:

mandaron que dos oficiales de este ayuntamiento juntamente con el rregidor Antonio Téllez alcalde ordinario al campo por las heredades de esta villa por su jurisdición a ver el pan que cada un labrador coje y los pegulajeros y a cada uno tomen para el dicho pósito la quantidad de trigo y centeno que les paresciere pueden dar y hagan cala y cata en las dichas heredades sin exceptar persona alguna

Se les pagará a catorce reales la fanega, cuatro reales por debajo del precio fijado por la tasa; sólo se les compensará esa diferencia de cuatros reales medio año después. El embargo se hizo extensivo a las rentas del diezmo e incluso al trigo acumulado por uno de los regidores, Francisco Martínez Bonillo. Se enviaron comisarios a Aragón y Valencia para la compra de trigo, pero previamente se intentó en Toledo cambiar  por plata la moneda de vellón existente en el caudal del pósito; la plata había desaparecido de la circulación en Villarrobledo. Para obtener el pan se mezcló el escaso trigo con el candeal, pero el precio se mantuvo en diez maravedíes la libra, pues la fanega de trigo ya superaba la tasa del año 1600, fijada en 18 reales, yendo más allá de los treinta reales. Se hicieron ensayos para ver la cantidad resultante de la mezcla del trigo con el candeal, por una fanega del primero se obtenían alrededor de 110 libras de pan, por una fanega del segundo, no llegaba a noventa. Se habilitaron 53 panaderos con licencia para la venta, distribuidos en tres puntos de ventas: uno en la plaza del Pozo y dos en la plaza Mayor. En uno de estos últimos puntos se situaba la venta a forasteros, a los que se vendía la libra a doce maravedíes.

El trigo necesario para el pósito se encontró por fin a comienzos de agosto en manos de un vecino de Villar del Águila, tierra de Huete, y sobre todo, en la comarca de Molina de Aragón, donde se envío a dos frailes para tratar la compra de cerca de 10.000 fanegas. Simultáneamente cuatro regidores, cumpliendo órdenes del corregidor, acompañados de alguacil y regidor, registraban el trigo de los labradores.

Los dos frailes se encontraban en la tierra de Molina a fines de agosto, comprando el trigo para el pósito. Los precios, con la cosecha recién recogida, ascendía ya a 30 y 36 reales la fanega de trigo; el doble del fijado por la tasa. Para evitar pérdidas, el concejo villarrobletano decidió subir el precio del pan a doce maravedíes la libra; el mismo que pagaban los forasteros, que pronto, el 2 de septiembre se subiría en dos maravedíes más. Pero los informes que desde Molina mandaba el padre Serrano, uno de los frailes, avisaban de la escasez de trigo en la zona de Molina obligaría a completar las compras en Aragón y que los costes de acarreo elevarían el precio de la libra de pan cocido a 17 maravedíes. Las noticias del fraile y otras negativas, como las del alférez Sebastián de Losa que se había desplazado a Medinaceli, llevaron a desechar la opción aragonesa e intentar comprar el trigo de Cartagena, ofrecido por el Marqués de la Vélez, gracias a la mediación del corregidor. Pero de nuevo se chocaba con la falta de numerario en plata. De hecho, el único dinero aceptado. la generalidad de las transacciones y pagos se hacía con moneda de vellón. Así se volvió de nuevo a la requisa y embargo del trigo del diezmo, que obraba en poder de los fieles, procedente de la reciente cosecha. Claro que el trigo que se procuraba embargar era el correspondiente a las tercias reales, pues el concejo bien se cuidaba de incluir en este embargo la cuarta parte de las rentas decimales, que se pensaba dedicar a la sementera. Para disponer de esta parte se procuraba utilizar el camino de la mediación con la Iglesia de Toledo. En cualquier caso, la parte de trigo embargado correspondiente a las tercias para comienzos de octubre ya estaba en el pósito. Dicho trigo daría lugar a un pleito con la villa de Almagro, a quien se habían arrendado los frutos decimales. En cuanto al trigo para la sementera sería cedido a finales de octubre por la iglesia de Toledo, pero de fiado y a pagar en la cosecha de agosto de 1606, en unas condiciones tan leoninas en los intereses que se decidió pagar al contado. Aunque el problema era el dinero.

Como un agravio en la villa, se debió ver el requerimiento del corregidor de San Clemente, que, con cargo de la parte del diezmo correspondiente a las tercias, decidió asignarse la dotación que, de los cereales villarrobletanos, hacía uso anualmente para su casa y para la casa del alcalde mayor (doscientas fanegas de trigo y ciento cincuenta fanegas de cebada para el corregidor y cien fanegas de trigo y cincuenta de cebada para el alcalde mayor).

El problema de la escasez afecta a todo el corregimiento. El corregidor decide convocar, en la vieja tradición de las juntas del Marquesado, una junta de las diecisiete villas del corregimiento. Se celebrará el domingo 16 de octubre de 1605 en Iniesta y acudirá un regidor o alcalde por villa. Deben acudir con las necesidades de trigo de cada uno de los pósitos locales. Por primera vez, se intenta dar una solución general a las malas cosechas. Se ha concedido licencia real para sacar 300.000 fanegas de trigo del Reino de Aragón para provisión del Reino de Toledo y otras tierras, entre ellas el corregimiento. La junta acordó que el corregidor escribiese al Consejo Real sobre la necesidad de trigo en el corregimiento. La petición sería defendida por Pedro Durango, estante en la Corte, que recibiría un salario de 50 ducados a repartir entre las villas. Las desavenencias vinieron cuando San Clemente y otras villas pidieron socorro económico al resto de villas por la plaga de langosta que estaba azotando sus frutos; Villarrobledo se negó a dárselo con la justificación de que ellos no padecían de esta plaga.

Villarrobledo disponía de otro pósito, el llamado pósito de los pobres, fundado por el doctor Uceda y Torres, cura de la villa. El caudal del dicho pósito, diecisiete mil reales, que obraban en poder del regidor Pedro de Montoya Vizcarra, sería requisado y agregado al caudal del pósito municipal, a cargo de su mayordomo Juan Rosillo. A marchas forzadas, se intentaba acumular suficiente dinero para la compra de trigo para la siembra a la Iglesia de Toledo. Así se conseguía recuperar más de 2.000 reales de algún deudor atrasado del pósito y la villa debió respirar aliviada cuando se conoció la rebaja en un millón de maravedíes del encabezamiento de las rentas reales del suelo de Alcaraz, tierra a la que fiscalmente pertenecía Villarrobledo. Pero a fecha de 13 de noviembre todavía había labradores sin simiente. De nuevo, se intentó obtener la cuarta parte de las rentas decimales de sus tenedores a precio de la tasa.

Durante el invierno, la escasez que vive la villa apenas si se trata  las reuniones del cabildo, hasta que el 13 de febrero de 1606 se recibe mandamiento del corregidor de San Clemente tasando el precio de la venta del pan, a petición del procurador sindico que se queja de que la libra de pan se está vendiendo a un precio superior a doce maravedíes la libra. Pero la situación que se vivía debía ser desoladora. En la vecina San Clemente, sin duda con menos provisiones de trigo que Villarrobledo, el panorama que se nos presenta el 21 de febrero, cuando se decide el reparto de dos mil ducados entre los pobres, es de hambruna:

y este presente año avía sido el más estéril en essa dicha villa y su tierra, que xamás se avía visto, y la gente pobre passava grandísima necesidad y se cayan muertos de anvre: y aunque algunos andavan clamando por las calles, no avía quien tuviesse posibilidad para socorrerlos, ni los que tenían heredades las cultivaban; y se temía que avría de suceder, por la dicha ocasión de aver tanta anvre, alguna enfermedad de peste como la que avía sucedido en essa dicha villa el año de 600 (1)

Las quejas de la villa de Villarrobledo se reavivan el 23 de febrero, cuando llega la noticia de que Villarrobledo debe aportar 30 carros y 90 mulas para la mudanza de la Corte de Valladolid a Madrid.

en esta villa no ay ni se podrán hallar mulas para que puedan servir en la dicha jornada por estar todas hellas muy flacas y decaydas de causa de la gran falta de zebada 

Lógicamente el Rey no podía recibir una simple negativa. Así que a la ritual exposición de motivos, bastante cierta, sobre la esterilidad de los tiempos y la pobreza de los vecinos, se añadía la petición de concesión de arbitrios para sufragar los costes de los carros y mulas, en una decisión que para nada beneficiaba a aquéllos en  cuyo nombre se solicitaban los mencionados arbitrios. La dehesa carnicera se roturaba para tierras de labor por tiempo de ocho años y se arrendaba por el mismo tiempo para pasto la dehesa de Calaverón. A corto plazo, la decisión tomada fue más tajante, para el uno de abril se decidió el embargo de 25 carros a varios vecinos con una compensación de 400 reales a pagar en agosto o septiembre del dinero obtenido con la próxima cosecha. En las actas del doce de abril aparecen los 25 carros finalmente embargados y el nombre de los vecinos afectados con todo detalle. Finalmente en mayo la aportación quedaría en quince carros.

Mientras los problemas de aprovisionamiento de pan se agudizan, viéndose obligada la villa a establecer el 13 de marzo un estricto racionamiento del trigo. Se fija un único punto de entrega del pan a los vecinos, las casas dejadas por el doctor Uceda, antiguo cura de la villa, con asistencia continua de dos regidores para evitar el descontrol en la distribución. A los problemas de distribución se unían los de malversación de fondos. Tal como se reconocía en la sesión de 13 de abril de 1606, varios vecinos encargados de la compra de trigo para el pósito se habían quedado con parte del dinero, tan necesario ahora para la realización de nuevas compras.

Para el 26 de abril la gravedad de la crisis ya nos aparece en toda su crudeza, reconociéndose la labor desinteresada de los médicos por atender el número creciente de los pobres de la villa:

dixeron que de causa de la nezesidad que padezen los vecinos pobres desta villa a avido y ay muchos enfermos y los médicos desta villa an tenido cuydado y lo tienen de presente de visitarlos sin ynterés alguno

Las condiciones de distribución de pan para los forasteros se endurecen, aumentándose el precio a 16 maravedíes la libra. Se intenta restituir la falta de trigo en el pósito con nuevas compras; esta vez en Alcázar de San Juan, que por entonces se llamaba Alcázar de Consuegra. Como el año anterior, aprovechando la procesión de San Nicolás de los Villarejos para el once de mayo, se repartirá pan cocido a los vecino pobres, panadeado del trigo veinte fanegas existentes en el pósito, correspondientes al beneficio curado de la villa, y que cedidas en un contexto de necesidad ahora el párroco pretende cobrar a precio tasado de 18 reales, aunque eso sí, en plata.

Pero ya se sabe que la cosecha del mes de agosto va a ser muy buena. La escasez presente con la abundancia futura desata los procesos especulativos. Desde villas como San Clemente o Belmonte se disparan las ofertas de compra por el grano de la venidera cosecha villlarrobletana. Son los propios vecinos ricos de Villarrobledo, que dando la espalda a la necesidad de sus convecinos, los que se desplazan a las villas comarcanas ofreciendo su futura cosecha al mejor postor. En saco roto caen las peticiones que las ventas se hagan primero entre compradores de la villa. El concejo solo puede ofrecer 22.000 reales para las compras de agosto para proveer el pósito con sus caudales. Se aportarán tres mil ducados más (¿del dinero obtenido a censo?), que se prestarán a vecinos de la villa para que compren trigo a partir del quince de agosto y se comprará más trigo para el pósito para abastecimiento de la villa para el periodo de junio a agosto. Mientras la necesidad y el hambre continúa, el cinco de junio de 1606, Villarrobledo, el granero de España, acuerda que para remediar el hambre se provea a sus vecinos de pan de cebada, se compren cuatro mil fanegas para el pósito, pero esta vez de centeno, y, en una medida sin precedentes en la villa se manda la expulsión de todos los forasteros en un plazo de tres días. La expulsión sería más gesto propagandístico que otra cosa, pues difícilmente podía prescindir Villarrobledo de los peones para la siega. No es de extrañar que pocos días después en otro ayuntamiento se volviera a decisiones anteriores de mantener el precio de pan a los forasteros a 16 maravedíes pero bajando la libra de 16 a 14 onzas.

El desabastecimiento iba acompañado de la especulación, el hambre presente de los vecinos era parejo a unos campos que ese verano mostraban una cosecha abundante como no se recordaba desde hacía tiempo.






Archivo Municipal de Villarrobledo (AMVi), Actas municipales del 1 de julio de 1605 hasta el 29 de junio de 1606



(1) TORRENTE PÉREZ, Diego: Documentos para la Historia de San Clemente. Tomo II. Madrid, 1975. pp. 164


sábado, 6 de febrero de 2016

San Clemente según la Geografía de Tomás Mauricio López (1796)


                                                                    V
                                                PARTIDO DE SAN CLEMENTE

Confina por el norte con el partido de Cuenca; con el mismo por el oriente y el reyno de Murcia; al mediodía con dicho reyno y la provincia de la Mancha; y al occidente con la de Toledo.Tiene de norte a sur como 10 leguas y media desde la villa de Barchín hasta los términos meridionales de la Roda: cuentan de occidente á oriente 20 leguas desde la villa de las Mesas hasta la Puebla de San Salvador. Los ríos principales de este partido son Xúcar, que corre de norte a sur unas 10 leguas y baña los pueblos de Alarcón, Picazo, Pozo Amargo, Casas Benítez y Fuensanta . Rus que fertiliza este partido como unas 7 leguas, pasa por la villa de la Atalaya, Villar de Cantos y San Clemente. Záncara, que fertiliza el partido como 5 leguas, y el río que entra por Gabaldón, y pasa por Motilla del Palancar, el Peral, Villanueva de la Xara, Quintanar del Rey,  y después desagua en el río Xúcar, riega 11 leguas. El terreno de este partido es bastante llano, y generalmente abundante en granos y vinos que se extrae á otras partes.

San Clemente

Se compone la villa de San Clemente de 950 vecinos en su casco, sin otros 440 que hay en las aldeas. Ocupa un llano espacioso y está en latitud de 39º 30' y en longitud de 14º  10'. Es de la corona real, y para no ser enagenada de ella tiene seguridades de la Reyna Doña Isabel por su Real cédula despachada en Segovia a dos de septiembre de 1476, y confirmada a esta villa cuando al pasar por ella los Reyes Católicos les confirmaron con juramento todos sus privilegios y el expresado: hallándose confirmados por los Reyes sucesores. Es cabeza de partido a que están sujetas 39 villas y, 5 lugares, 4 aldeas, un barrio y un despoblado. La Real administración de rentas, que reside en esta villa, tiene mayor jurisdicción, y aún mayor la demarcación de la del tabaco.

Hay en ella una parroquia y por adjutrices, las iglesias de San Sebastián y Santa Quiteria en sitios proporcionados para la administración de Sacramentos. Tiene cinco conventos; uno de religiosos observantes de San Francisco, otro de Carmelitas descalzos, que es casa de Noviciado en esta provincia; y los de religiosas Trinitarias, Franciscas Isabelas y Carmelitas descalzas, todas sujetas a los superiores de sus órdenes. El santuario más famoso es el de Nuestra Señora de Rus, cuyo sitio se halla á distancia de una legua al norte. Dista San Clemente 12 leguas de Cuenca, y está respecto de ésta al mediodía, confinando con Vara del Rey, Minaya, Villarrobledo, el Provencio y Villar de Cantos. Tiene su término 5 leguas de Norte a Sur y tres de Este a Oeste. Hállase esta villa á orilla del río Rus, que suele secarse en el estío, corriendo por el parage así denominado, desde el qual a esta población tiene 5 molinos y 3 puentes de piedra muy capaces. Desagua en el Záncara dos leguas al sur: tiene de propios tres montes.

Clemente Pérez de Rus fundo este pueblo á fines del siglo XI o principios del siglo XII. Tiene por escudo y armas un castillo en campo azul, con dos estrellas colaterales á su remate, y abajo en el lado derecho de él una S y al izquierdo una C, en que se cifra su nombre de San Clemente. Siempre ha tenido personas insignes por sus naturales; pues en la descripción general del reyno, hecha de órden del rey Felipe II en 1575, cuenta su autor con 82 casas nobles, y pasaba entonces de 4.000 vecinos (Dato erróneo, las Relaciones Topográficas dan una cifra de 1200 o 1300 vecinos),  hasta que la peste del año 1600 fue menoscavando su vecindario. Son, pues, dignos de la memoria de la Excelentísima Señora Marquesa de San Gil, los Ilustrísimos don Juan Esteban, Obispo de Thelesi, y don Diego Ramírez de Fuenleal, Obispo de Pamplona; el Doctor don Sebastián Fernández Tribaldos, prior de Roncesvalles, fundador del colegio de San Clemente en la Univesidad de Alcalá; el Doctor Don Christóbal González de Tébar, cura de esta villa, capellán mayor de Cuenca y fundador del Colegio de Jesuitas que hubo en el pueblo; el Doctor Don Francisco Sánchez, Canónigo magistral de la universidad de Salamanca, quién fundó el colegio de estas Trinitarias.

Son varios los escritores, Consejeros y Militares, que han hecho famosa a esta villa; por lo que sólo haremos mención al Teniente general Don Francisco Pozobueno; Miguel Macacho, que ascendió a Gobernador de Mallorca; Don Iñigo Pacheco de Guzmán, Quatralbo de las Galeras de España, nieto del Duque del Infantado; y Mateo Serrano, que de soldado raso ascendió por sus méritos y grados a Teniente General de Artillería, Gobernador del fuerte de la Inclusa y su castillo en Flandes y del Consejo Supremo de Guerra en aquellos estados.

Es el terreno medianamente fértil, espacioso y seguro de especial calidad para las cosechas de grano y vino de buen gusto. El jueves de cada semana hay mercado franco, continuado desde la concesión que hizo de él la reyna Doña Isabel: hay feria franca anualmente en los días 14, 15 y 16 de septiembre por privilegio del Señor Felipe V, quien la concedió los timbres de muy noble, muy leal y fidelísima, en atención al zelo, gastos y peligros  de sus vecinos quando vino al trono de España. El estudio de gramática corrió de cuenta de los Regulares expulsos, y aún el de teología moral: costéase al presente el preceptor de latinidad con los residuos de las temporalidades; y en el convento de San Francisco hay lector de cátedra moral. Son dos los jueces que hay para el gobierno, corregidor de capa y espada, y alcalde mayor, que es asesor del primero.

Hay un hospital asistido por los hermanos de la Congregación del Divino Pastor, que habitan el colegio que fué de los jesuitas, y en el tiene la Real junta de caridad las suyas: la Real sociedad las tiene en la casa del ayuntamiento. También hay un excelente quartel para caballería que hizo construir del Señor Don Carlos III. Es bastante saludable este pueblo, y en su pueblo se hallan muchas aguas apreciables. Al deshacer el arco de la bóveda en la iglesia vieja para hacer la que hoy tiene, lo qual fue antes del año 1575, según el ya citado documento del real monasterio del Escorial; se encontró una lápida sepulcral que decía: "aquí yace el honrado caballero Clemente Pérez de Rus, el primero hombre que hizo casa en este lugar, é le puso por nombre San Clemente, é falleció en la Era de N. S. J. C. de 1136 (año de 1098)"


LÓPEZ, Tomás Mauricio: Geografía Histórica Moderna. Tomo II. Comprehende las provincias de Toledo, Guadalaxara y Cuenca. Imprenta de la viuda de Ibarra. Madrid, 1796. BIBLIOTECA DE LA ABADÍA DE MONTSERRAT. pp. 280-285

miércoles, 6 de enero de 2016

Visitas de escribanías de San Clemente y partido: 1653 y 1694

Los escribanos de la villa de San Clemente y su partido estaban sometidos a visitas o inspecciones para comprobar el estado en que guardaban sus papeles. Se conservan en el Archivo Histórico Nacional las visitas de 1653, 1675 y 1694. Gracias a ellas podemos hacernos una idea de los escribanos existentes en las diferentes villas del partido de San Clemente y la conservación de los registros de escrituras en sus oficios.

La visita de 1653 nos permite saber que en el periodo de 1642 a 1653 actuaban en la villa de San Clemente actuaban tres o cuatros escribanos del número, a pesar que gozaba de privilegio para tener  once escribanos reales, un escribano de comisiones y órdenes, ejercido por Diego Ruiz de Alarcón y José Felipe de Ávalos, un escribano de millones, Esteban de Herreros, y dos escribanos del ayuntamiento, uno de los cuales de la familia Sevillano acumulaba la escribanía de rentas reales del marquesado de Villena. La escribanía del ayuntamiento la ejercían Diego de Llanos y Juan Sevillano, que habían sucedido en el oficio a los fallecidos Bartolomé de Atienza y Miguel Sevillano.

Por aquel año de 1653 se hizo una relación de las villas y lugares existentes en el partido dotados de escribanías. Las villas eran veintiuna: San Clemente, La Alberca, Vara de Rey, Sisante, Atalaya de Cañavate, Cañavate, Villarrobledo, Las Mesas, Las Pedroñeras, El Pedernoso, Villanueva de la Jara, Quintanar, Tarazona, El Peral, Madrigueras, Casasimarro, Iniesta, Puebla de San Salvador, Minglanilla, Motilla, Barchín. A estas villas había que añadir las aldeas de Motilla, Gil García y Gabaldón, y de Iniesta, Herrumblar y Ledaña.

Se les pidió a los escribanos que exhibieran el registro de escrituras de sus protocolos y libro de conocimientos de las causas judiciales pasadas ante su oficio. Juan Guijarro, escribano del número, dio la siguiente relación: registro y protocolo de escrituras ordenadas cronológicamente, libro de escrituras de 1644 a 1651 relacionando la entrega de presos entre los alcaides de la cárcel, un legajo de causas civiles y en apelación. un legajo de diferentes pleitos, otro de causas criminales y por último un legajo de pleitos ejecutivos. Alegaba no tener libros de conocimientos.

Diego de Llanos, escribano del ayuntamiento, además del registro de escrituras, presentó un legajo de cuentas del caudal del pósito en nueve cuadernos anuales que iban de 1643 a 1652, otro legajo de cuentas de los propios del concejo y sí decía tener libro de conocimientos.

Juan Sevillano, hijo del escribano y regidor Miguel Sevillano, aunaba en su persona las escribanías del ayuntamiento y rentas reales, presentó el registro de escrituras, unía en un mismo legajo las causas civiles y criminales, mantenía diferenciado el legajo de pleitos ejecutivos del pósito y contaba con un libro de hacimiento de rentas y abastos y disponía de libro de conocimientos. Cuando es requerido para entregar los libros de acuerdos de la villa contesta que los tiene la villa en su archivo.

Juan Castañeda era escribano del número de San Clemente y de comisiones del partido, mantenía la tradicional división entre registro de escrituras y los diferentes tipos de pleitos, añadiendo un cuadernos de denunciaciones. Disponía de dos cuadernillos de conocimientos de pleitos hechos por los procuradores. La misma disposición de papeles tenían Pedro de Alarcón y Ginés Sánchez de Olivares, escribanos del número.

Esteban de los Herreros era escribano del número y de millones. Este carácter fiscal se traducía en la singularidad de la documentación: un legajo de arrendamiento y posturas de millones y cuentas en once cuadernillos, legajos de aforos de vino, cuaderno de relaciones de los valores de sisas de millones del partido, cuaderno de posturas de sisas de millones, legajo en cuadernillo de testimonios de las sisas de millones, un cuadernillo de repartimientos del servicio de millones a los vecinos de San Clemente y legajillo de testimonios de las sisas remitidos a esta villa por las del partido de la moneda que halló por registro y en arcas de nuevo resello.

La residencia de escribanos continuó en el resto de villas del partido. Los diferentes escribanos mantenían la diferenciación de registros de escrituras y los pleitos divididos en civiles, con la singularidad de las particiones, ejecutivos y criminales. Añadían cuando eran escribanos de sus ayuntamientos libros de cuentas y posturas de ramos arrendables. Citaremos algunos de los escribanos residenciados: Simón Díaz de Castro, escribano del número y ayuntamiento de Vara de Rey, Ginés de Ojeda, escribano del número, del ayuntamiento y de alcabalas de la misma villa, Francisco Sáez Valverde, escribano del número de Cañavate, Esteban Villora, escribano del número y ayuntamiento de La Alberca, Gregorio del Castillo y José Jareño, escribanos de Sisante, ambos del número y el primero del ayuntamiento, y Francisco de Cantos, escribano del número y ayuntamiento de Tarazona.

Las visitas a escribanos tenían una periodicidad de diez años, tal como se reconocía en la visita de 1693:
       estando preuenido por leies del Reino que de diez en diez años se despachen las visitas de escriuanos y por condición expresa de millones el que hubiesen de despachar siempre por el tiempo dispuesto por dichas leies sin que por causa ni razón alguna dejasen de ser visitados los dichos escribanos por fin de diziembre del año pasado de mill seiscientos y nouenta y dos hauían cumplido porque las últimas visitas fueron desde primero de enero de mill seiscientos y sesenta y tres hasta fin de diciembre de mill seiscientos setenta y dos....

Al no haberse realizado la residencia correspondiente a 1683, la visita de 1693 se hizo para los años 1673 a 1692. La comisión judicial para esta visita estaba compuesta por Tomás Alfonso de Morales, juez visitador, el alguacil Diego de Argandoña y el escribano Juan Serrano Simón. De nuevo se pidió a los escribanos que exhibieran los inventarios de registros, escrituras, pleitos, causas y demás autos que hubieran pasado ante ellos y entregados por otros escribanos, los libros de conocimientos y los recibos de pleitos. El resultado final de la visita fue la confección de un Cuaderno de autos generales (relación de papeles en las escribanías, relación de escribanos, fianzas, tasación de costas, ...), de un cuaderno de información sumaria de pesquisa secreta con 179 preguntas a la que respondían los vecinos principales de cada villa y un cuaderno de los autos obrados de oficio contra los diferentes escribanos de San Clemente y pueblos de su partido.

Sabemos que San Clemente seguía contando con un número inflado de escribanos hasta un total de quince: Pedro Sánchez Villamayor, Alonso de Ojeda, que lo era también del ayuntamiento, Pedro Muñoz Horcajada, Manuel López Chicano, Pedro Montón y Abarca, Julián Herraiz, Antonio Dávalos Llanos, Juan Parreño, también de millones, Felipe Antonio de la Torre, José Antonio Muñoz, Juan Muñoz Horcajada, Gregorio Gabaldón Palacios, Pedro de Losa Haro, Manuel Muñoz Ángel y el escribano real Pedro García Alarcón.
Villanueva de la Jara contaba con la mitad de escribanos que San Clemente: Juan Lorenzo, Martín García Gabaldón, Martín Cañavate, José Cañavate, Rodrigo Carpintero, Juan García Espada y Alonso de Alarcón. Conocemos los escribanos existentes en otras villas; en Iniesta, Motilla y Quintanar, había en cada una tres escribanos del número; dos, en Barchín del Hoyo y Madrigueras y uno en Gabaldón, El Peral, Gil García, Casasimarro y el Pedernoso. Llama la atención de escribanos específicos en villas menores; Tarazona tenía a Ginés Lozano como escribano de millones y comisiones y Motilla contaba con Manuel Gómez, escribano de millones.

Las acusaciones más comunes se pueden ver en el siguiente pliego de cargos contra el escribano de San Clemente Alonso de Ojeda, que le costó mil maravedíes de multa:

       Hízosele cargo de no haber hecho ymbentario al tiempo que entró en dicho oficio de escribano de todos los registros de escripturas y papeles que hauía en él y que después entraron en su poder de otros escriuanos y de los que an pasado ante él, y sobre no tener como es de su obligazión en papel sellado de cada un año libros de zitaziones hechos a pedimento de parte y reciuos de pleitos para que los procuradores ni las partes puedan ocultar autos ni quitar oxas de los pleitos

En un sentido similar iban las acusaciones contra Pedro Muñoz de Horcajada:

      Hízosele cargo sobre no tener numeradas las foxas de dos pleitos de demandas ante él puestas sobre mrs. y tener en blanco y por rayas en la una dos llanas de dos foxas del sello quarto que están todas blancas y en la otra llana y una foxa entera

El desorden de los papeles en los escribanos de Villarrobledo era la norma, los pleitos estaban sin orden en piezas sueltas. No obstante, el escribano del ayuntamiento, Antonio Ramírez de Arellano, reconocía tener a buen recaudo en el archivo de la villa los papeles tocantes al ayuntamiento. Pero los autos del concejo no siempre pasaban ante este escribano, así Manuel Portillo, escribano del número, conservaba una denuncia contra el vecino Damián Pérez sobre exceder en los precios de las mercaderías y aber allado una pesa falsa en su tienda.

Cuarenta años después de la visita de 1653, los escribanos había dejado de llevar libros de conocimientos, como reconocían los escribanos de Iniesta:

      no tienen ni han tenido los ymbentarios y libros que el auto refiere y los dichos Manuel de la Peña, Luis González y Alfonso García dijeron que cuando entregan alguna pieza de autos a procuradores da recibo y éste se rompe cuando la buelben y dicho Lucas Martínez dijo tiene un libro de caja en papel blanco que los procuradores han dado y dan dichos reciuos y todos que no tienen dichos libros y ymbentarios por no ser estilo en esta tierra y paréceles no ser de su obligación

El juez de residencia estableció su sede en tres villas, San Clemente, Villarrobledo e Iniesta, para el examen de los escribanos, pero hizo extensivos sus autos al resto de villas y a los escribanos de otras villas de señorío incluidas en la tesorería del papel sellado.

FUENTES

AHN. CONSEJOS. Leg. 25043-1, Visita de escribanos de San Clemente y partido de 1653
AHN. CONSEJOS. Leg. 26057-58, Visita de escribanos de San Clemente y partido de 1675
AHN. CONSEJOS. Leg. 26395-89, Visita de escrbanos de San Clemente y partido de 1694