El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

domingo, 28 de julio de 2019

Notas sobre la guerra del marquesado de Villena en Iniesta y Villanueva de la Jara


Diego González de Ocaña hizo llegar sus quejas al Consejo Real. Denunciaba las atrocidades de la guerra del Marquesado en Iniesta, consecuencia de la enemistad de bandos que se vivía en la villa. el suyo era un lenguaje de odio racial, identificador del otro por la sangre cristiana o judía que pudiera llevar en sus venas: unos eran los sebosos; otros, los almagrados. Las rencillas de antaño habían derivado en la primera fase de la guerra del Marquesado en muertes.

Iniesta confiesa en las Relaciones Topográficas ser la primera villa del norte del Marquesado de Villena que se rebeló contra don Diego López Pacheco. Es cierto que Fernando el Católico había decidido llevar la guerra al Marquesado trasladando desde el Reino de Valencia a las tropas de Juan Ruiz de Corella, duque de Cocentaina, y de los hermanos Fabra para debilitar al marqués desde un nuevo frente creado en la parte oriental y que Mosén Zarzuela había jugado un papel primordial en la guerra, pero no hemos de ver a los vecinos de Iniesta como sujetos militarmente pasivos. Lo que en el sur del Marquesado se jugaba como guerra de pugna por las fortalezas era guerra fratricida en el interior de las comunidades del norte. Las tropas valencianas no conquistaban las villas, eran los vecinos los que "entraban las tropas foráneas"; no todos los vecinos, pues las comunidades estaban partidas por las rencillas. Hemos dicho tropas, pero en el lenguaje de la época su intervención se veía como acción de malhechores y lacayos. Los vecinos de Iniesta no parecían tener en aquel momento conciencia de ser leales o traidores a la causa real. La adscripción a los bandos era previa a las divisiones políticas creadas por la muerte de Enrique IV entre seguidores de Isabel y Juana la Beltraneja. El propio Hernando del Castillo, alcaide de Alarcón e inmerso en estas querellas, se definía tiempo atrás, él que pasaba por converso declarado, como almagrado; ahora la guerra, con las nuevas fidelidades creadas delimitaba con nitidez los bandos, a pesar de aquellos que por las circunstancias se encontraban en el bando no deseado.

Fueron los almagrados de Iniesta los que facilitaron la entrada en la villa de los hombres de guerra de los vizcondes de Chelva, Roger Ladrón de Pallás, y Biota, Jimeno de Urrea. Poco antes estas tropas se habían hecho con Requena y Utiel, reconocidas como villas de realengo el 18 y 26 de marzo respectivamente. Hablamos de la primavera de 1476, pues sabemos que, si para el 18 de marzo Requena está en manos de la Corona, la fortaleza sigue en manos de los fieles al marqués y su alcaide Pedro de Arronis, que poco después acabará traicionando a su señor y entregando la fortaleza. Así, nos queda la duda de cuánto debe la incorporación de Iniesta a la Corona y a los tejemanejes de Fernando el Católico por debilitar a don Diego López Pacheco, privándole de las rentas de los puertos secos del este de Castilla y cuánto a los propios deseos de los iniestenses de expulsar a los sebosos de su villa.

La liberación de las villas de la margen izquierda entre el Júcar y el Cabriel contó con el apoyo de tropas aragonesas y valencianas; la sumisión a la Corona se hizo ante el capitán y copero real mosén Miguel de Sarzuela, barón de Jerica, que por carta real de veinte de agosto de 1476, recibía en remuneración a sus servicios 150.000 maravedíes a pagar de los bienes embargados de todos aquellos enemigos favorables al adversario de Portugal y al marqués de Villena de las fortalezas de Alarcón, Belmonte y Castillo de Garcimuñoz y de los lugares a cuya emancipación había contribuido: Iniesta, Villanueva de la Jara, El Peral, Motilla del Palancar, Barchín y, al otro lado del río, El Cañavate[1]. La intervención de las tropas aragonesas en la guerra del Marquesado de Villena había sido acordada en la junta de Alcira de seis de agosto de 1475

Por otra parte, como el rey había mandado que se hiciese guerra en el Marquesado de Villena, el conde de Corella proveyó que todos los barones de aquel Reino se juntasen en la villa de Alcira, a seis de agosto, y procurose que Sarzuela fuese con su gente a servir en aquella guerra[2]

Jimeno de Urrea y Roger Ladrón de Pallás, yerno y suegro entre sí, le acompañarían. El segundo, vizconde de Villanova y Chelva, nos consta que intervino en la liberación de Requena, Utiel e Iniesta, pues recibiría en recompensa a sus servicios el título de capitán general por el Consejo Real el 10 de julio de 1476 en la ciudad de Vitoria[3]. Miguel Sarzuela venía de la guerra por la recuperación de Ejerica o Jerica, que le había sido arrebatada a la muerte de su padre por Juan Añón, y que había ganado de nuevo por la ayuda prestada por el conde de Cocentaina, gobernador general del Reino de Valencia. La gente de guerra de Sarzuela, sus lacayos, debían constituir una fuerza militar pequeña, aunque suficientes al contar con el apoyo de los vizcondes de Biota y Chelva. El ascenso militar de Sarzuela en la guerra del marquesado fue tan fulgurante como triste su destino; rebelada de nuevo Jerica a comienzos de 1478 por Juan de Añón, Sarzuela fue a refugiarse a la pequeña localidad de Toro, perteneciente a su baronía, allí fue apresado y, junto a dos de sus criados, colgado de un palo por los hombres de Juan Añón[4]. Miguel Sarzuela pagaba con su vida lo que debió constituir una rebelión antifeudal de sus vasallos, que afectó además a la cercana Segorbe. 

Los hermanos Fabra, libertadores de Villena o Almansa han sido glorificados por la historiografía albacetense, nosotros no haremos lo mismo con los libertadores de Requena, Utiel, Iniesta o las aldeas del Valdemebra, consciente que nos encontramos ante un estrato de la baja nobleza aragonesa, cuyos miembros actuaban como bandidos y malhechores feudales. Actuaban por dinero y hacían del saqueo la paga de sus servicios. Roger Ladrón se tomó al pie de la letra la carta que le nombraba capitán general en aquello que se refería al necesario auxilio de los vecinos de las villas reducidas en posada, pertrechos y posadas para quedarse con la hacienda de los liberados. Y no hablamos solo del caso de Pedro de Ocaña, que vio requisadas doscientas cabezas de ganado, sino de otros muchos vecinos que dejaron sus ganados al otro lado de la frontera valenciana por temor a los embargos del marqués y ya no los recuperaron. Sin duda, Juan II de Aragón debió ver en la guerra castellana una salida para la nobleza aragonesa que se desangraba en luchas banderizas.

Como representante de la Corona Miguel Sarzuela fue llegando a sucesivas capitulaciones con las villas reducidas a la Corona en las que les concedía el título de villa, la jurisdicción plena y la promesa de un término impreciso de momento, si eran lugares, o el respeto a sus privilegios pasados si gozaban ya del título de villa, caso de Iniesta. Estas capitulaciones serían confirmadas poco después a su otorgamiento por el Consejo Real.

Las capitulaciones de mosén Miguel de Zarzuela con la villa de Iniesta combinaban la confirmación de derechos junto a las compensaciones de carácter económico. El asiento entre Iniesta y el capitán real se desarrollaba en varios capítulos, que conocemos por las confirmaciones posteriores de 21 de mayo de 1476 en la ciudad de Valladolid: exención de la villa para pagar el servicio de 40.000 maravedíes anuales, que los Pacheco le habían exigido en su sojuzgamiento; la recuperación de 370.000 maravedíes prestados a don Diego López Pacheco sobre las rentas reales de los tres años siguientes; exención de alcabalas a aquéllos que había contribuido con sus mantenimientos a la gente de guerra de la Corona presente en la villa; recuperación para la villa de un pozo con su ejido del que se habían apropiado los Pacheco; garantía de la integridad de los propios y rentas a favor de la villa y su no enajenación, y, por último, la no enajenación de la Corona real, dando por nulas cualesquier concesiones a favor de caballeros o prelados en tiempos pasados[5]. Una villa temerosa se hizo reconocer y confirmar los privilegios el 28 de agosto de 1476[6].

Desde Iniesta, ganada como cuartel general de las tropas realistas, se fue conquistando el resto del territorio al este del Júcar, que se apresuraron a que le Consejo Real reconociera las capitulaciones acordadas con mosén Miguel de Zarzuela y la exención de Alarcón como nuevas villas de realengo. Villanueva de la Jara obtiene el título de villa el 8 de julio de 1476; Motilla y Barchín del Hoyo, el 15 de enero de 1477 estas dos últimas villas ni El Peral, del que no tenemos carta de título de villa, no aparecen en la concordia de once de septiembre de 1476, entre las nuevas villas de realengo, aunque sabemos que fueron tomadas anteriormente por mosén Sarzuela). Villanueva de la Jara fue colmada de mercedes que la realidad dejaría en deseos postergados para comienzos del siglo siguiente. Villanueva de la Jara trató de obtener el 8 de septiembre en la ciudad de Segovia y tres días antes de la firma de la primera concordia aquellas mercedes que le permitieran andar como villa eximida, pero del análisis de las concesiones se deduce el doble filo de unas regalías que en el fondo reconocían su dependencia de Alarcón para seguir subsistiendo. Como villanueva, nacida en el último cuarto del siglo XIV, lo había hecho bajo el marco jurídico del fuero de Alarcón. Villanueva se apresuró para ver reconocida una foralidad que le daba una situación privilegiada

e porque esa dicha villa sea mejor guardada e estedes mejor poblados e mantenidos que me suplicauades e pedyades por merçed que vos dyese liçençia e facultades para que fuésedes jusgados por el fuero que tyene la dicha villa de Alarcón e que aquél fuese entre vosotros guardado segund e en la forma e manera que lo guardan e tyenen los vesinos de la dicha villa de Alarcón e sobrello vos mandase proveer de rremedio o como la mi merçed fuese e yo tóvelo por bien e mandé dar esta mi carta en la dicha rrasón por la que vos do liçençia e facultad para que en esta dicha villa e entre vosotros tengades el dicho fuero de la villa de Alarcón e por aquel vos judguedes e seades judgados para sienpre jamás[7]

La merced, que daría lugar a pleitos futuros, en especial, a lo tocante a la elección de oficios, fue acompañada del mantenimiento de los usos comunes del suelo de Alarcón[8] y la concesión de unos amplios términos que en teoría tenían por límites el Júcar al oeste, Iniesta al este, Alarcón al norte y Jorquera al sur. Eso era reconocer un gran estado de la entidad de San Clemente o Iniesta; Alarcón no lo aceptaría nunca. La concesión era ambivalente, pues junto a la concesión de unos términos definidos por realidad se apostaba por otros que respondieran, a costa de Jorquera y Alarcón, al derecho de guerra y expolio del vencedor. Entre los límites definidos se reconocía

que partades términos con las villas de Yniesta e de Alarcón e de Jorquera en esta guisa que dende el mojón de entre Yniesta e el Peral que es çerca del camino que va de Yniesta a la Noguera por el dicho camino adelante fasta en par de Aguililla e de allí que dexe el camino que vaya derecho al çerro la Pila e de allí que vaya derecho al çerro del Aspiro e de allí por ençima del Poso Seco derecho a la Balsilla que está en camino del Cadoço que va a Alarcón e de allí derecho el lauajo el Espino e de allí por ençima del alcor del Rroblesillo e de allí el entradero de la Goçeçilla de Mingo Habón e asy por debaxo de la rribera de rrío Xúcar fasta llegar al término de Xorquera que parte con el término de Xorquera e Yniesta[9]

Era una concesión de tierras enorme, más limitada al norte, donde la repoblación y roturación de tierras estaba más asentada, pero con las únicas fronteras del Júcar y de los históricos términos de Jorquera e Iniesta, al este, sur y oeste. Pero las tierras que se extendían junto al Júcar eran tierras sin roturar en su mayoría, concesiones más propias de la repoblación medieval y con los derechos recogidos en el fuero de Alarcón. Se trataba de suplantar a esta villa en el sur de su amplio alfoz, haciendo cesión a Villanueva de la Jara de los viejos derechos forales, que se apropiaría del espacio por un derecho de conquista. La redacción del Consejo Real era simple copia de las cartas de repoblación medieval

que entretanto que las dichas villas se rredusen a mi seruiçio (Alarcón y Jorquera) podades tomar los dichos términos como dicho es e los enajenar e thener por vuestros e como vuestros con todas sus entradas e salidas e usos e costunbres e derechos e pertenençias rreales e mixtos e personales quantas ha e aver deue e les pertenesçen e pertenesçer deue en cualquier manera e por qualquier rrasón que sea con todas sus dehesas e árboles con fruto e syn fruto e aguas estantes e corrientes[10]

La concesión se hacía tres días antes de la concordia firmada el once de septiembre entre el marqués don Diego López Pacheco y la Reina Católica e iba acompañada dos días después de otra carta real que concedía a Villanueva de la Jara cuantas mercedes, gracias, libertades e inmunidades gozara la villa de Alarcón[11]. Isabel la Católica estaba haciendo una apuesta que marcará el futuro de Villanueva de la Jara y también, para explicar su declinar, de la villa de Alarcón. Quizás ahora entendamos ese escudo con el águila de San Juan y las armas reales de la Reina Católica que todavía se conserva.

La apuesta era crear una gran villa y un extenso alfoz al servicio de la corona real, que hiciera sombra a Alarcón y al marqués de Villena. La decisión, en el mismo momento, que se firmaba la paz con el marqués era una invitación a continuar la guerra. La historiografía albaceteña nos dice que el casus belli de la segunda fase de la guerra fue la fortaleza de Chinchilla; pero no es cierto del todo, pues en los campos al norte y este de la ribera del Júcar no había paz, la guerra continuaba en forma de reyertas entre bandos que, nacidos en Iniesta, ahora se trasladaban a la Jara en una lucha por apropiación de la tierra a la que la carta real citada daba carta de naturaleza. Es este momento por el que apostamos como fecha de nacimiento de las aldeas jareñas como Casasimarro, Tarazona, Quintanar o Gil García. No discutimos si había o no formas aisladas de poblamiento; sencillamente creemos que los hombres son conscientes que son repobladores que acceden a la propiedad de la tierra por el derecho foral a roturarla. La villa de Alarcón no podía aceptar este hecho; liderada por su alcaide Hernando del Castillo, se vio abocada a la guerra para defender su territorio frente a la Corona y frente a la Jara, que ahora empieza a llamarse orgullosamente como tierra enemiga de hidalgos. Así surgió la segunda guerra del Marquesado que fue la primera guerra que, por su marco territorial, podríamos llamar como una guerra conquense de lucha por la libertad. Sin embargo, Isabel la Católica, que lo había confiado todo a sus capitanes Pedro Ruiz de Alarcón y Jorge Manrique y a las ansias de libertad de estas pequeñas comunidades rurales, no fue capaz de valorar la resistencia enérgica de persona como Pedro Baeza o Hernando del Castillo; hombres de hierro que suplían la débil voluntad de don Diego López Pacheco. A sangre y fuego, en especial el maquiavélico alcaide de Alarcón, estos hombres supieron defender y preservar gran parte del alfoz de Alarcón. La villa de Alarcón le debe todo a Hernando del Castillo, aunque simplemente haya que empezar por recuperar su memoria.

Las mercedes reales fueron consolidadas a lo largo del año siguiente de 1477. Destaca la licencia para la construcción de un molino propio en clara colisión de los derechos que gozaba ya no Alarcón, sino algunos señores como los Castillo o los Pacheco[12]. La construcción de ese molino se haría efectiva cuarenta años después mediante un acuerdo con los herederos de los Pacheco de Minaya, que permitía al concejo de Minaya tener ruedas propias en los llamados molinos Nuevos.

MORATALLA nos aproximó a estas luchas de bandos por el estudio de la confesión del alcaide del Alarcón, Hernando del Castillo, años después a los inquisidores[13], pero nos queda todo por saber. Si la historiografía albacetense se ha centrado en la intervención del duque de Cocentaina o los hermanos Fabra en las fortalezas de Villena o Almansa, nos falta el estudio de la intervención de valencianos y aragoneses de los vizcondes de Chelva y Biota en las tierras conquenses del marquesado del Villena entre el Cabriel y el Júcar. Ya no solo hablamos de la liberación de Iniesta sino de otros hechos de gran importancia para el futuro de la zona; tal es el nacimiento como simples alquerías de las aldeas jareñas de Quintanar o Tarazona por impulso real del propio Fernando el Católico para debilitar la posición del marqués en la zona. Aparte del testimonio difuso de algún contemporáneo sobre este hecho poco conocemos, más allá de la aparición de topónimos aragoneses en la zona y del establecimiento en la zona de militares llegados con ocasión de la guerra y cuya figura más conocida es Antón Clemente, capitán de guerra, en este caso, llegado acompañando las tropas de Juan Fernández de Heredia en el Marquesado de Moya.

Iniesta se debió reducir a finales de marzo o comienzos de abril, ya que, para el 21 de mayo de 1476, en Valladolid, el Consejo Real se apresuraba a dar por buenas las promesas de mosén Zarzuela a la villa. Pero la villa daba pocas muestras de estar pacificada. No obstante, por una de las promesas recogidas en las capitulaciones con mosén Miguel de Sarzuela se deduce que las tropas reales se asentaron en la villa que actuó como cuartel general para la conquista de la comarca oriental del Júcar y que contaron con el apoyo de vecinos para el abasto de las tropas reales; colaboración vista como imposición pues se vieron obligados a proveer a bajos precios de pan, vino y ganado a los soldados, cuando no a la simple requisa de sus bienes.

Pensamos en grandes ejércitos y grandes enfrentamientos, pero la realidad era otra. El rey Fernando podía contar con fieles para hacer la guerra y esos fieles se contaban con los dedos de la mano y la gente de guerra que les seguía no eran más numerosos. Requena, Utiel o Iniesta cayeron desde Valencia, por la intervención del vizconde de Chelva y la ayuda que a éste le dio su familia, pues Jimeno de Urrea, vizconde de Biota, antes que adalid de la causa fernandina, era el yerno de Roger Ladrón, casado con su hija Elvira Ladrón. Hacer la guerra era aventura que no siempre salía bien; aventura muy costosa, que solía financiarse sobre la rapiña de los bienes arrebatados a los vencidos. Otro de los Ocaña, el luego asesinado  Pedro, denunciaba, esta vez a la Reina Isabel, pues poca justicia esperaba alcanzar del rey Fernando, al vizconde de Biota, con la esperanza que le devolviera las ciento sesenta yeguas arrebatadas, más de veinte bestias de labor y veinte potros arrebatados el mes de junio de 1476; los Reinos no marcaban fronteras pues los equinos fueron requisados mientras pastaban en el prado de Bertolo, sito en la villa de Chelva, para ser llevados a la Villa de Manzanera. La razón era fruto del engaño, pues el conde de Chelva había ofrecido sus prados y tierras a los ganados de las villas de Iniesta y Alcalá para evitar que fueran requisados por los hombres del marqués. Las envidias y delaciones hicieron el resto[14]. Era el veinte de agosto de 1476, y aún se esperaba clemencia real, pero la corte real establecida en Segovia aquel final de agosto de 1476 era un hervidero de intrigas. Mientras Pedro de Ocaña lloraba sus agravios en la Corte, los procuradores de Iniesta trataban de consolidar la realidad nacida de la guerra y ver reconocidos los privilegios reafirmados y otorgados por mosén Miguel de Sarzuela en el momento de la reducción de Iniesta a la Corona Real[15]. Las mercedes obtenidas por Alfonso de Cubas dos meses antes, derecho de asadura y oficio de merino, eran ahora negadas el 28 de agosto. En el invierno de 1476-1477 la reina Isabel estaba en Ocaña; hasta allí fue Pedro de Ocaña pidiendo justicia y restitución de los equinos embargados

Los tiempos de concordia cambian bruscamente ese año de 1477 y la solución dada por la Corona desde finales de 1477 también. Como gobernador del marquesado ya no estaba el pusilánime Alfonso Manuel, sustituido por el más enérgico licenciado Frías el 11 de noviembre de 1477, poco dado, al igual que la reina Isabel, a los compromisos. La carta de nombramiento del licenciado Frías como gobernador menciona específicamente el clima de debates y disputas en ese final de 1477 en la ciudad de Chinchilla y en la villa de Iniesta y dicho licenciado verá añadido a su título de gobernador el de justicia mayor de Chinchilla e Iniesta lo que demuestra la gravedad de los sucesos del otoño de 1477:

entienda en los debates e quistiones en esta dicha çibdad de Chinchilla e villa de Iniesta nueuamente acaesçidos[16]

Estos vaivenes de compromisos y actitudes beligerantes separaban al rey Fernando y a la reina Isabel. El primero confiaba en sus servidores para la guerra tanto como dudaba de su escaso número de hombres en un ambiente ajeno y hostil; la reina Isabel, sin duda, sabía del odio que despertaban las exacciones del marqués en estas tierras y se lo jugaba al todo o nada, apostando por un impreciso sentimiento de rebeldía que movía a los hombres de estas tierras. Sería ilusorio pensar que la villa de Iniesta quedó sometida a la Corona real en la primavera de 1476. La denuncia de la lucha de bandos por Diego González de Ocaña es de 27 de septiembre de 1478; la muerte de su hermano y primos debió acaecer el año de antes, pues Pedro de Ocaña se quejaba todavía en el Consejo Real para abril de 1477. Seguramente la intervención de los dos vizcondes de Biota y Chelva, inducida por el bando de los almagrados y la muerte de tres miembros de la familia Ocaña tenga lugar en el otoño de 1477.

que al tienpo que el bando de los almagrados metieron los lacayos e jentes de los viscondes de Chelva e Uiota dis que fueron muertos Pedro de Ocaña su hermano e Diego de Turiel e Ruy Gonçales sus primos e rrobado el bando de los sebosos e a él dis que le fueron rrobado de su casa en dineros e plata e joyas e otras cosas fasta en quantía de çiento e çinquenta mill mrs.[17]


Previamente y desde la primavera los ánimos estaban enconadas; a las requisas de bienes por el vizconde de Chelva, se sumó un incidente que nos demuestra cómo los bandos iniestenses iban más allá de partidarios de la Corona o del marqués. La muerte del comendador Pedro Plazuela, el licenciado Ruiz y Miguel de Ródenas en Jorquera fue seguida de una venganza cruel de partidarios del marqués en Iniesta y Villanueva de la Jara, pero algunos de los iniestenses que siguieron a los partidarios del marqués no eran de su partido. De hecho, el gobernador Alonso Manuel procedió contra estos iniestenses rebeldes, pero no contra los partidarios del marqués[18]. Algunos de los héroes de la independencia de la villa de Iniesta contra los Pacheco como Alonso García de Mingo Juan o Pascual de Játiva, partidarios realistas declarados, acabarían ahorcados en las plazas de Madrid y Cuenca, respectivamente[19]





[1] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147608,431. Merced a Miguel de Zarzuela, capitán y caballero de la Casa Real, de 150.000 maravedís sobre los bienes de los vecinos de Belmonte, Castillo de Garcimuñoz y Alarcón que los hubieren perdido por estar ayudando al 'adversario de Portugal'.
[2] ZURITA, Jerónimo: Anales de la Corona de Aragón. Libro XIX, capítulo XXXIV
[3] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147607,493.  Concesión de los lugares y villas del marquesado de Villena que redujese Roger Ladrón de Pallas, vizconde de Villanova y de Chelva, del Consejo Real
[4] ZURITA, Jerónimo: Anales de la Corona de Aragón. Libro XX, capítulo XX
[5] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147605, 309, 327, 328, 370, 378, 379 y 380
[6] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147608,561
[7] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147609,587. Merced a la villa de Villanueva de la Jara para que goce del fuero que tiene la villa de Alarcón
[8] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147609,586. Licencia a Villanueva de la Jara para pacer, segar y cortar leña en término y montes de Alarcón

[9] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147609,588. Merced a Villanueva de la Jara para que pueda partir términos con las de Iniesta, Alarcón y Jorquera
[10] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147609,588. Merced a Villanueva de la Jara para que pueda partir términos con las de Iniesta, Alarcón y Jorquera

[11] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147609,589. Merced a Villanueva de la Jara para que goce de todas las honras y preeminencias de que gozan la villa de Alarcón y las demás del reino
[12] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147703,157. Licencia y facultad al concejo y vecinos de Villanueva de la Jara para hacer un molino en término de la villa
[13] GARCIA MORATALLA, Pedro Joaquín: La tierra de Alarcón en el Señorío de Villena (siglos XIII-XV). IEA Don Juan Manuel. Albacete. 2003, pp. 188 y ss.
[14] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147608,578. Al vizconde de Chelva y al de Biota, a petición de Pedro de Ocaña, vecino de Iniesta, para que le devuelvan las yeguas que le tomaron
Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147704,153.  A Juan Ruiz de Corella, conde de Cocentaina, gobernador general del reino de Valencia, a petición de Pedro de Ocaña, vecino de Iniesta, para que haga ejecución en los bienes del vizconde de Villanova, señor de Chelva, para responder del valor de ciertas bestias que algunas gentes de dicho vizconde le tomaron

[15] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147608,561. Carta a petición del concejo y vecinos de la villa de Iniesta para que se guarden sus privilegios
[16] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147711,287.  Nombramiento de gobernador y justicia de Chinchilla a Fernando de Frías
[17] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147809,56. Comisión sobre daños causados por la lucha de bandos en Iniesta.
[18] Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147704,132. Al doctor Alfonso Manuel, del Consejo Real y gobernador del marquesado de Villena, ordenándole que sobresea y no proceda contra los que hicieron algunos daños en las villas de Iniesta y de Villanueva de la Jara en venganza de las muertes en Jorquera del comendador Pedro de la Plazuela, del licenciado Miguel Ruiz y de Miguel de Ródenas,

[19] GARCIA MORATALLA, Pedro Joaquín: op. cit., p. 193

lunes, 22 de julio de 2019

Un indulto de un preso de Villanueva de la Jara el día de Viernes Santo

El indulto o perdón de un preso y los delitos cometidos para el día de Viernes Santo es una tradición antigua. Un ejemplo lo encontramos el día de Viernes Santo de 1477; el beneficiado es un vecino de Villanueva de la Jara, Alfonso Martín de la Casa, acusado de matar Juan Sánchez de la Roda en circunstancias no aclaradas, aunque seguramente en el contexto de luchas de bandos de la guerra del Marquesado. 

El texto de la provisión real, que concede el perdón, justifica la decisión en el ejemplo de Cristo y su Pasión
por faser bien e merçed a vos Alfonso Martín, veçino de la villa de Villanueva de la Jara, e porque en tal día como el viernes santo de la cruz nuestro señor Ihesu Christo rreçebió muerte e pasión e perdonó su muerte e porque a él plega de perdonar las ánimas de los rreyes defuntos nuestros progenitores e ensalçe nuestra corona e estado rreal perdonamos vos toda nuestra justiçia asy çevil como criminal que nos hemos e podríamos aver contra vos e contra vuestros bienes en qualquier manera e por qualquier cabsa e rrasón por rrasón de la muerte de Iohan Sanches de la Rroda veçino de la dicha villa aunque sobre ello ayades seydo acusado e sentençiado e dado por fechor e condepnado a pena de muerte e esta merçed e perdón vos fasemos salvo sy en la dicha muerte ovo o intervino aleue o trayçión


Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147704,45. Perdón de Viernes Santo a Alfonso Martín de la Casa, vecino de Villanueva de la Jara. 18 de abril de 1477

martes, 16 de julio de 2019

Los mayorazgos y hacienda de los Ruipérez de Villanueva de la Jara

  Esta relación de los mayorazgos de los Ruipérez ha sido posible gracias al estudio previo de este documento del AHN por Sebastián Hernández y Julia Toledo. Va esta pequeña aportación precedida de una pregunta ¿cuál fue el origen de la fortuna de los Ruipérez? Lo desconocemos, aunque sabemos de la cercanía de la familia al bando del Marqués de Villena y al alcaide de Alarcón, Hernando del Castillo, en el último cuarto del siglo XV. Y va también precedida de una recomendación, para entender el estudio de las familias jareñas y de todo el valle del Valdemembra es necesario conocer los estudios de Sebastián y Julia, los autores citados, y la consulta de su blog, cuyo enlace dejamos







Herencia testamentaria de Catalina Solera, viuda de Pedro Ruipérez,vecino de Quintanar, y madre de Alonso de Ruipérez difunto, de 12 de mayo de 1576


Pide ser sepultada en la iglesia de San Marcos de Quintanar, en la sepultura que tiene cerca del púlpito. Deja limosnas para la iglesia nueva de Quintanar, para que se dore el Sagrario, a la cofradía del Santísimo Sacramento y a las ermitas de Santa Lucía y de la Concepción. Dispone del patronazgo fundado por su hijo difunto Alonso Ruipérez , que cede a su muerte a su otro hijo Pedro Ruipérez, que se constituye en patrón de los siguientes bienes y los tiene por vía de mayorazgo


  • Casas principales de la villa de Quintanar, linde de los herederos de Juan Sánchez Serrano y de Aparicio de Almansa difuntos, 
  • Un cebadal en la Cañadilla de la Membrilla, en el término de Alarcón. linde de la casa que va camino de Alonso Martínez difunto y linde de haza de Martín Parreño, y de herederos de Juan Gómez de Barchín que cabe 16 almudes
  • Un cebadal en la cañadilla Carrasca Morena de siete almudes a la parte que va a la casa de Martín Donate el sordo y linde de haza de Benita de Monteagudo
  • Una haza cebadal en la Bahanilla de catorce almudes, linde con herederos de Martín Donate el sordo y Pedro Donate
  • Haza cebadal de siete almudes en la cañada en la Angostura, que linda con el camino que va a Tarazona y tierras de Juan de Gabaldón y Alonso López
  • Haza de cuatro almudes bajo de la Angostura, que linda con haza de Francisco Gómez y de Diego Pérez de Oviedo
  • Haza en la Matosa de 40 almudes trigales que lindan con hazas de Martín Parreño y de Alonso García el rico difunto y de Gabriel de Buendía y viña de Amador Cuartero
  • Haza en los bancales de Carrasca Morena, diez almudes de cebada, linde de Juan de Gabaldón, de Antón Martínez y de Martín Pérez
  • Haza cebadal de diez almudes en la cañadilla de don Gil, linde de viñas de Ginés López y Mari García y de Pedro Clemeinte
  • Cuatro almudes en la cañada orilla del camino de Tarazona, linde de hazas de Ginés López y Francisco Donate
El 14 de mayo de 1580 se anula la concesión del patronato a Pedro de Ruipérez y se concede el patronazgo a su nieto Andrés de Ruipérez, excluyendo a su otro nieto Pedro Ruipérez, hijo del anterior patrón. Además se incorporan los siguientes bienes:
  • La mitad de una era de trillar pan con la mitad del cebadal que está junto a la ermita de Santa Lucía





Vínculo y patronato de legos, instituido por Alonso de Ruipérez el viejo, vecino de Villanueva de la Jara,  4 de noviembre de 1594


Tras saldar cuentas con Juan Gómez de Pozoseco, Jerónimo Espínola (un genovés) y Tomás Clemente, instituye un vínculo con los siguientes bienes

  • Haza cebadal de nueve almudes, en la Vega, en el camino que va de Villanueva de la Jara a El Peral, junto a haza de la capellanía de Martín Gómez y Julián de Ruipérez
  • Una era junto a la ermita del señor San Idelfonso y linde de haza del Hospital
Con carga de tres misas perpetuamente, una cantada y dos rezadas


Vínculo y patronato de legos fundado por Benita Ruipérez, viuda de Juan Saenz de Pozoseco, vecina de Villanueva de la Jara, por testamento de 3 de noviembre de 1594

  • (Tierras de la Moheda, cedidas a su sobrino Julián Ruipérez, no vinculadas al patronato; se venden otras tierras en Quintanar)
  • Una haza, no vinculada la patronato, a favor del convento de Nuestra Señora del Carmen, en la Vega y linde con huerta de dicho convento
  • Un haza de veinte almudes, no vinculada a patronato, cedida a su sobrino Juan de Ruipérez, en lo hondo de la Cañada, lide con la Cabezada, con tierras de Martín Saiz Barriga y haza de la capellanía de Andrés López clérigo
  • Una haza en la Vega, linde huerta de Martín González, y otra haza donde dicen el palomar de Valera, camino de Pozoseco, linda con Agustín de Valera; las dos hazas de diez almudes de cebada
  • Media casa familiar integrada en el hogar familiar de su hermano Alonso Ruipérez
Carga de una misa cantada el día de San Idelfonso y cede cincuenta ducados al cabildo de la Limpia Concepción

Vínculo y patronato de legos fundado por Alonso de Ruipérez el mayor, vecino de Villanueva de la Jara, por testamento de 17 de septiembre de 1599

  • Una viña con su casa, que son más de dos mil vides, linde de viña de su tía Juana Navarro y en del Camino Real
  • En el llano de la Balsa y Vallejo y alrededor de la dicha viña, 28 almudes de tierras trigales
  • Al lado de la anterior, 4 almudes de tierra trigal
  • Otra tierra trigal a la mano derecha de la Balsa, la Cañadilla arriba, que es de 84 almudes que linda con el dicho camino e montes llecos y Millán García

Carga de tres misas, una cantada el día de Nuestra Señora de Agosto, y otras dos rezadas el día de Nuestra Señora de las Nieves y de Marzo. 

Pide ser enterrado en la capilla fundada por su abuelo Martín López de Tébar

Segundo vínculo y patronato de legos fundado por Alonso de Ruipérez el mayor, vecino de Villanueva de la Jara, por testamento de 16 de septiembre de 1599

  • Tres almudes de tierra en el alto del Villar, linde de Giraldo Borgoño y herederos de Francisco García y Simón López
  • Una haza trigal de 23 almudes en la hoya el Blancar, linde de herederos de Diego García y Juan de Sancho y el camino que va desde villa a casas de Ginés García
  • Una haza trigal de veintinueve almudes, junto a la casa de Simón Martínez, linde del mencionado y Tomás Clemente y camino que va a la casa de Simón Martínez
  • Una haza trigal de treinta almudes, linde del vallejo de los Bravos y la capellanía de Santana y herederos de Damián Peinado

Carga de dos misas, la una el día de San Martín y la otra el día de Nuestra Señora de las Candelas

Tercer vínculo y patronato de legos fundado por Alonso de Ruipérez el mayor, vecino de Villanueva de la Jara, por testamento de 16 de septiembre de 1599

  • Casas de morada en la calle Ancha, linde de Damián Peinado y Sebastián Martínez y dos calles públicas
  • Ocho almudes de tierra cebadal en la Vega. camino del Quintanar, linde con capellanía de Juan Tabernero
  • Siete almudes de tierra cebadal en la Cañada, cerca del majuelo de Villodre, linde del haza del Pie y de Catalina Monteagudo, y del camino de Quintanar
  • Cuatro almudes trigales en la Cabezada que linda con los Llecos
  • Huerta de arboleda en la Vega con la viña que en ella hay, que linda con huerta con Juan Saiz de Pozoseco
  • Tierra de 35 almudes trigales, linde herederos de Francisco García y Asensio Gómez
  • Sesenta almudes, que son veinte almudes en el Aguililla a la otra parte del camino que va de El Peral a la casa de Mari Simarro, linde con Sebastián Gómez y la Navarra
  • 25 almudes de tierra cebadal en las Eras Altas, linde con Olivares de Juan García del Olmeda
  • Cinco almudes cebadales en el Vallejo de Iniesta 
  • Tres almudes cebadales arriba de Santa Lucía, linde del camino de La Motilla y viña de Julián de Alcócer 
  • Dos almudes cebadales bajo de Santa Lucía, junto al camino de El Peral
  • Catorce almudes de tierra trigal, a la mano derecha del Calderón, linde de Pedro López de Tébar
  • 66 almudes de tierra trigales linde del camino que va de El Peral a las Casas de Mari Simarra, linde de herederos de Juana Navarro y Clemente Pardo
  • Diez almudes trigales bajo del carril que va bajo el arroyo a la parte de la casa de Sebastián Gómez, que linda con Jorge de Minaya y Martín Monedero y herederos de Miguel Ruipérez
  • 17 almudes trigales que ahora son cebadales en el vallejo de Vara de Rey, linde de herederos de Cosme García y camino que va a Gil García
  • Diez almudes trigales a la mano derecha del Aguililla 
  • Siete almudes trigales más abajo del camino del Palancarejo, linde del dicho camino, de Juan Mateo y Agustín Valera
  • Cuatro almudes de tierra trigal en la rada de Diego Simón, linde de Pedro Jiménez, Pedro García de Lope García
  • Cinco almudes de tierra trigal, a la izquierda del camino de los Tamarales y linde de herederos de Martín de Navalón, Miguel Martínez y Jorge de Minaya
  • Cuatro almudes de tierra trigal, junto al camino del Palancarejo, linde Juan de Mateo y Diego de Tresjuncos
  • 33 almudes de tierras cebadales y trigales en los Villares
  • Cuatro almudes trigales, linde del camino que va de El Peral a Gil García, linde de la de Contreras
  • Cinco almudes de la mano izquierda del camino de El Peral a Gil García, linde Catalina Monteagudo y la de Contreras
  • Ochenta almudes de tierra trigal a la mano derecha de la casa de Pedro Clemente y de la de Felipe García
  • Cuatro almudes entre el camino de Iniesta y el carril que va a la casa de Pedro Clemente, linde de herederos de Francisco García de Lope García
  • Seis almudes de tierra trigal en el lavajo los Salegones, linde de herederos de Juan de Engra (?) y el camino de EL Peral y el carril que va a los Villares
  • Ocho almudes de tierra cebadal en la cañada arriba de huerta de Francisco Cardos que linda con el camino de Quintanar

Vínculo y patronato de legos fundado por Martín de Ruipérez, vecino de Villanueva de la Jara, por testamento de 22 de enero de 1586

  • Unas parte de la casa que tengo en las casas de mi padre, linde de Julián Ruipérez mi hermano
  • 14 almudes de tierras trigales en la Moheda, linde de Tomás Clemente y de Juan Saiz de Pozoseco
  • Ocho almudes más adelante, linde de Giraldo Borgoño y Julián Ruipérez, su hermano
  • 27 almudes de tierra trigales  a la par del majuelo de Miguel Saiz de Honrubia, linde de Alonso Ruipérez y herederos y de Pedro Donate
  • Siete almudes y medio en la Cañadilla de la Olmeda, linde de Bartolomé Río
  • Once almudes de tierras plantadas de olivas en el camino de la Casasimarro y Benito García castrador
  • Cinco almudes junto a los anteriores, linde de Catalina Monteagudo
  • Seis almudes de tierras cebadales en la Vega a la par de la Cabezuela, linde de herederos de Alonso de Villena
  • Cinco almudes cebadales en la dicha cañada, linde de Alonso Ruipérez y herederos de Alonso Villena, y el cordel del Pobre
  • Siete almudes en el vallejo los Bravos, linde de Julián de Ruipérez y su hermana
  • Tres o cuatro almudes de tierra trigales junto a la casa de Alonso de Ruipérez, su abuelo, linde de Francisco Cardos y Juan López de Martín López
  • La mitad del pedazo de la hoya del Asno, que linda con las monjas de Santa Clara
  • Cuatro almudes de tierras cebadales bajo del Quintanar hacia Pozo Llorente, linde de herederos de Ana García, viuda de Esteban Espila
  • Una cañada de hasta mil viñas en la cañada de las Leguas, linde de Julián de Ruipérez 
Con carga de dos misas rezadas cada año y limosna de un real a las Ánimas del Purgatorio en el día de San Idelfonso

Vínculo y patronato de legos fundado por Juan Sanz de Ruipérez, vecino de Quintanar del Marquesado


Juan Sanz de Ruipérez había fundado mayorazgo en la villa de Quintanar. Los bienes integrantes de dicho mayorazgo eran unas casas junto a la ermita de la Concepción y unos cebadales junto a la Puente, sujetas a una misa cada mes y perpetua.  Disponemos de descripción de 1702 de los bienes que componían este mayorazgo
  • Casas desde la esquina que está al callejón del Sol de Mediodía, lindantes con casas de Martín de Iniesta y el licenciado Ignacio de Tovar con todo el corral y pajar que alinda con dicho callejón y los susodichos subcesores la puerta que diuide la parte de los corrales de las bodegas y puertas falsas y la cozina de los mozos que da fuera; la casa incorporaba una cueva.
  • Casas, huerta y cebadal de junto a Santa Lucía, viña y bancal de Carrasca Morena





Árbol de los Ruipérez de Villanueva de la Jara

Archivo Histórico Nacional,CONSEJOS,35175,Exp.2 - 222 - Imagen Núm: 222 / 676


Archivo Histórico Nacional, CONSEJOS, 35175, Exp. 2.  Pleito Antonio Cardós, presbítero y vecino de Villanueva de la Jara (Cuenca), contra Diego Rodríguez Ruipérez, vecino de Tobarra (Albacete) sobre la tenuta y posesión de los vínculos y mayorazgos fundados por Alonso de Ruipérez que vacaron por muerte de María de Ruipérez. Ante el escribano de cámara, José Gómez de Lasalde.


domingo, 14 de julio de 2019

Santa María del Campo Rus y los Castillo de Portocarrero en la guerra del Marquesado

(Estos no son sino unos breves apuntes a desarrollar en el futuro sobre cuál fue la participación de los Castillo Portocarrero en la guerra del Marquesado)

La fijación de términos al finalizar la guerra del Marquesado entre Santa María del Campo Rus y Castillo de Garcimuñoz no estuvo exenta de conflictos.  Para la fijación de mojones entre ambas villas fue comisionado Fernando Díaz del Castillo, miembro del Consejo Real. Pero cuando los alcaldes de Santa María del Campo llegaron a fijar los mojones, junto al citado Díaz del Castillo, fueron recibidos de forma agresiva por los gente de caballo y de pie armada del Castillo de Garcimuñoz que tras insultar a los santamarieños, arrebataron las varas de sus alcaldes, símbolo de jurisdicción.

Fernando Díaz del Castillo, que había sustituido a su padre Diego Sánchez del Castillo en el Consejo Real, no debió convencer en su actuación de amojonamiento de términos de Santa María del Campo Rus a las villas limítrofes de Alarcón, Castillo de Garcimuñoz y San Clemente, pues se negaron a pagar su parte de salario que de la comisión les correspondía. Ya previamente villas como Garcimuñoz daban lugar a dilaciones para evitar el amojonamiento que obligó al Consejo Real a una prorroga del la comisión de Fernando Díaz del Castillo, esta vez usando un lenguaje de mayor severidad.

Pero, ¿cuál fue el compromiso de Santa María del Campo Rus durante la guerra del Marquesado? Santa María del Campo Rus era villa perteneciente al mayorazgo fundado por el doctor Pedro González del Castillo y que al advenimiento como Reina del Isabel I estaba en poder de su hijo Juan del Castillo Portocarrero. Quizás por la misma situación geográfica de este pequeño señorío formado por Santa María del Campo Rus y Santiago de la Torre, rodeada por las tierras del Marquesado de Villena, Juan del Castillo Portocarrero tomó partido en un principio por Juana la Beltraneja, lo que le valió el secuestro de todos sus bienes tanto en la Mancha como en Salamanca por provisión de 14 de agosto de 1475. Si la familia mantuvo el mayorazgo fue por la fidelidad del hermano segundón Alfonso de Portocarrero, maestresala de la Reina Isabel, y por la hábil mutación de fidelidades del primogénito. Las diferencias entre los hermanos se trasladarían al derecho de posesión del mayorazgo que acabaría decantándose por Bernardino Castillo Portocarrero,  hijo de Juan, ya difunto.

El concejo de Santa María del Campo Rus arrastraba una situación penosa ya antes de llegar a la guerra. En 1468, año de extrema necesidad, se vio obligado a tomar de un vecino de Castillo de Garcimuñoz, Fernando García de Alcaraz, ochocientas fanegas de trigo y cien de cebada y centeno, que se comprometió a devolver primero multiplicada esa cantidad por más del doble (2107 fanegas de pan a devolver por vecinos singulares). El caso es que Fernando García de Alcaraz al tomar partido en la guerra del Marquesado por la causa portuguesa fue privado de sus bienes en favor de Alfonso Portocarrero, que se igualó con los vecinos para saldar la deuda al concejo de Santa María. Mientras llegado el año 1477, las fidelidades y situaciones de los perdedores de la guerra cambiaban en un ambiente de treguas. Llegado el momento, y seguramente aprovechando el conflicto entre los dos hermanos Castillo, Juan y Alfonso, Fernando García de Alcaraz, con la complicidad de los alcaldes ordinarios del Castillo de Garcimuñoz, decidió tomarse la justicia por su mano y exigir de nuevo el pago de la deuda, tomando como rehén a un vecino llamado Juan Carnicero como garante del pago, al cual llevó preso a Castillo de Garcimuñoz. Esta vez quien defendió la causa de los santamarieños fue Juan del Castillo Portocarrero, que en el ínterin había obtenido el perdón real y recuperado sus vasallos. Pero el caso es que en esta volubilidad de guerras y treguas, Fernando García de Alcaraz ganaría ejecutoria del Consejo Real reconociendo la deuda a su favor y obligando al concejo santamarieño a pagar en el plazo de tres meses y dando por nulo el compromiso alcanzado con Alfonso Portocarrero.

La ejecutoria a favor de Fernando García de Alcaraz es de 28 de enero de 1478. Un año después, Santa María del Campo Rus se convertía en cuartel general de las tropas reales al mando de Jorge Manrique







Archivo General de Simancas,RGS,LEG,148603,58 Comisión al doctor Fernando Díaz del Castillo sobre lo acaecido en Santa María del Campo al tratar de amojonar sus términos con los de Castillo de Garcí-Munoz y de otras villas

Archivo General de Simancas,RGS,LEG,148603,30-31 Provisión a la villas de Alarcón, Castillo de Garci-Muñoz y San Clemente para que paguen la mitad de su salario al doctor Fernando Díaz del Castillo que va entender en el debate que tenían con la villa de Santa María del Campo para amojonar sus términos

Archivo General de Simancas,RGS,LEG,148603,53 Prorrogación al doctor Fernando Díaz de Castillo, del Consejo, del plazo para partir y señalar los términos de la villa de Santa María del Campo y lugares comarcanos

Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147508,582 Ordenando que el contador de rentas Gonzalo Chacón tenga en secuestro los bienes, vasallos, maravedís de juro y oficios de Juan del Castillo Portocarrero

Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147702,202 Emplazamiento al bachiller Fernando García de Alcaraz, vecino de Castillo de Garcimuñoz, a petición de Juan del Castillo Portocarrero, sobre la prisión que hizo a algunos vecinos de su villa de Medina del Campo.

Archivo General de Simancas,RGS,LEG,147801,187 Ejecutoria en pleito por deudas con el concejo de Santa María del Campo.

El Cañavate y Alarcón por la dehesa de Atalaya

El pleito entre El Cañavate y Alarcón sobre el aprovechamiento de la dehesa de Cañavate se venía arrastrando desde el año 1537, pero no se pronunció sentencia hasta 19 de marzo de 1549. La sentencia daba la razón, aparentemente, a El Cañavate
declaramos que los veçinos de la dicha villa de Alcañavate pieden paçer con sus ganados de lavor en la dehesa de la Atalaya sobre que es este pleyto aunque esté arrendada por el conçejo de la villa de Alarcón e no estando arrendada puedan hazer e hagan la dicha dehesa los dichos veçinos de Alcañavate todos los usos e aprovechamientos según e como hazen e puedan hazer los veçinos de la dicha villa de Alarcón e no les pongan ympedimentos algunos so pena de dosçientos mill maravedís

Sentencia de 19 de marzo de 1549
ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ CAJA 1976, PIEZA 7. El Cañavate vs. Alarcón por la dehesa de Atalaya. 1537

La dehesa de Atalaya se tenía por un propio de Alarcón, y como tal de libre arrendamiento para herbaje y reservándose el derecho a conceder cualquier uso o aprovechamiento solo con licencia previa del concejo de la villa de Alarcón. La sentencia no convenció a ninguna de las villas; ni a Alarcón que se reservaba el uso exclusivo de la dehesa, y limitaba los derechos de EL Cañavate y sus aldeas a las dehesas boyales que ya poseían, ni a El Cañavate que quería un libre aprovechamiento de sus ganados en todo el término de Alarcón, incluidas las dehesas adehesadas o privilegiadas, también cuando estuvieran arrendadas. Este derecho a la comunidad de aprovechamientos, acordado en 1480 y sentencias de años poseriores, lo limitaba el procurador de Alarcón a los terrenos baldíos con exclusión expresa de las dehesas cerradas
porque la dicha comunidad no se estiende a la dicha dehesa ni a las otras que mis partes tienen en los dichos sus términos salvo en los términos valdíos de la dicha villa
La sentencia sería confirmada en grado de revista, pero no sería aceptada por ninguna de las partes, que, a través de sus procuradores siguieron pleiteando en la Chancillería de Granada


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ CAJA 1976, PIEZA 7. El Cañavate vs. Alarcón por la dehesa de Atalaya. 1537

sábado, 13 de julio de 2019

Las dehesas de Valhermoso y Pozoseco a comienzos del siglo XVI


Pedro Navarro, alcalde de la Motilla, en junio de 1538, reconocía que no sabía si su pueblo traía mal o buen pleito con la villa de Alarcón, para cargarse a continuación de razón y afirmar que no sería el concejo de Motilla del Palancar el que presentase escrituras o testigos falsos.

El motivo del litigio eran las dehesas de Pozoseco y Valhermoso y el Hero de Enmedio, dehesas propias y de herbaje para Alarcón y dehesas boyales de uso común para Motilla del Palancar. El derecho que se arrogaba Motilla para disfrutar de las vecinas villas de Alarcón, se lo negaba a los foráneos para disfrutar de su propia dehesa de boalaje, sita en el paraje del Palancar. La actitud del alcalde motillano era altanera, reconociendo que su dehesa boyal era suficiente para sus vecinos, y para más que fuesen a ella. No obstante, Motilla era término cerrado e imponía fuertes multas a los que osaran entrar en su dehesa boyal: cinco reses de día y diez de noche para ganado menudo y, en el caso de ganados mayores, vacas, bueyes, o mulas un real de pena de día y dos reales de noche. Pero esas multas no eran sino las que imponía Alarcón, según mandaban sus ordenanzas.

El conflicto había nacido por las prendas tomadas por los caballeros de sierra a los motillanos en la dehesa de Valhermoso. En un principio, el pleito se sustanció a favor de Motilla, que, en sentencia dada el dos de abril de 1533 por el alcalde mayor del marquesado de Villena licenciado Ordóñez, en medio del campo, en la llamada vereda de Hocecillas hacia Villanueva de la Jara y en término de Alarcón, daba la razón de los motillanos y condenaba a los caballeros de sierra de Alarcón. Pero esta última villa apelaría ante la Chancillería de Granada, iniciándose un largo pleito de cinco años. La sentencia del licenciado Ordóñez era demasiado humillante, pues había mandado a un motillano ejecutarla. Así Juan Guerrero, con vara de alguacil y acompañado de otros dos, Francisco el Largo y Antón Collado,se presentaron en el campo de Valhermoso, en el llamado despoblado de La Rada, donde labraban Gabriel Salvador y Juan Peralta, preguntando por las personas de Martín Valbuena, Juan el Rubio, Diego el Rubio y Cristóbal de la Fuente, para embargar sus bienes y así resarcir las penas impuestas a los motillanos por entrar en la dehesa de Valhermoso. No era casualidad que se buscara a estos dos labradores, pues había participado previamente en el embargo de ganados motillanos y, ahora, además de testigos de cargo, serían objeto de la requisa de tres machos y una mula. Era aquel un paisaje agrario, que, poco tiene que ver con el actual. El núcleo principal era Valhermoso, granja o arrabal de Alarcón, con sus moradores con plenos derechos como vecinos de Alarcón y, en algún caso, como los Granero, participando de su gobierno concejil. Aunque ahora, las granjas de Alarcón, devenidas en aldeas, estaban en un proceso de emancipación de la villa madre, dotándose de una organización propia. Cerca de la granja de Valhermoso, existían antiguos vestigios de poblamiento, como La Rada, donde los agricultores, labraban las hazas de trigo. Es creíble que la pujanza de Valhermoso evitara el nacimiento de nuevas alquerías, aunque sabemos de la existencia de casas aisladas como la de Juan Cardenete. Además del espacio amojonado de la dehesa, existían pastos comunes de la Tierra de Alarcón, donde pastaban ganados de vecinos de Alarcón, como los de Alonso de Olmeda, llevados por un pastor de Madrigueras, llamado Juan Martínez. Una muestra más de cómo el amplio término de Alarcón formaba un espacio económico integrado. Este paisaje de hazas de pequeños labradores y rebaños compartiendo un espacio, del que también participaban los motillanos, y otros, con sus tierras, ganados y bestias de labor, pues los mojones ni limitaban los movimientos de los hombres ni sus propiedades, era un paisaje que estaba cambiando por dos fenómenos nuevos: la revolución agraria vivida desde comienzos de siglo, que convertía la tierra en bien escaso, y, ligado al fuerte crecimeinto demográfico, la aparición de "señores de ganado", propietarios de rebaños de varios miles de cabeza de ganado menudo y otras tantas de ganado mayor (ya bueyes ya yeguas para la procreación de mulas), necesitados de pastos en exclusividad para sus reses. Era la vieja lucha de Caín y Abel, del agricultor y el ganadero, pero con la salvedad, que los grandes propietarios participaban de ambas condiciones y estaban rompiendo, en detrimento de los pequeños propietarios, el equilibrio nacido a comienzos de siglo de una revolución agraria que había procurado tierras a todos.

El licenciado Ordóñez, alcalde mayor del Marquesado, buscaba en cada una de sus decisiones la humillación de Alarcón, o. al menos, evitar problemas de jurisdicción. Su escribano también era motillano, Ginés Navarro. Había establecido su audiencia en La Roda, pero para pronunciar sus sentencias y autos se desplazaba a término de Alarcón. Así lo hizo, por ejemplo para decidir la venta de los machos y mula embargados a los labradores de Valhermoso. La sentencia se dio en medio de la dehesa de Galapagar, a dos leguas de La Roda; la más meridional de las dehesas de Alarcón. Estas decisiones arbitrarias de la justicia las pagaban los culpados, pero también los ejecutores de la misma. El alguacil Juan Guerrero calculaba en más de doscientos maravedíes el gasto del embargo de las mulas de Antón Salvador y Juan Peralta en Valhermoso y su traslado hasta La Roda, donde estaba el alcalde mayor, el cual decidía que los pagase Motilla de sus propios, a sabiendas que la villa de Alarcón no lo iba  a hacer. Del periplo de Juan Guerrero para llevar las mulas desde Valhermoso a La Roda, sabemos un poco más de la vida y los precios de aquel año de 1533:

  • La noche del sábado cinco de abril la pasó en El Peral, donde consumió 75 maravedíes de cebada y paja
  • La mañana del domingo estaba en Villanueva de la Jara, donde gasto de doce celemines de cebada y posada 22 maravedíes
  • Nueva escala en los molinos de los Nuevos, donde de posada paja y herrén gasto 23 maravedíes. Allí se debió vadear el río Júcar, para iniciar el camino hacia La Roda por la margen derecha.
  • En La Roda, donde estaban el martes ocho de abril, siete celemines de cebada a diez maravedíes cada uno; mientras que los gastos de posada y lumbre ascendieron a 22 maravedíes.
Los tres machos y la mula de Valhermoso fueron subastados en la plaza pública de La Roda, con un precio de salida de nueve mil maravedíes. No obstante, el remate definitivo recayó en un vecino de Motilla del Palancar, Pedro Bonilla, por trece mil maravedíes.  El montante fue a pagar el salario del licenciado Ordóñez y su escribano.


La situación a la salida de la guerra del Marquesado y el nacimiento de nuevas villas de realengo se plasmó en un reparto en el uso de las yerbas. Las villas eximidas cerraron sus términos y sus pastos a la villa de Alarcón; se dotaron de dehesas boyales de uso exclusivo, aparte de aquellas redondas y cotos que con el tiempo cerraron. La villa de Alarcón exigió contrapartidas; inmediatamente cerró el pinar que se extendía una legua a la redonda de la villa y consiguió que el concejo real le concediera la propiedad de nueve dehesas, de los que vamos conociendo su nombre (Gascas, Martín Ruiz, Valverdejo, Valhermoso, Pozoseco, Galapagar, La Losa, Villalgordo -éstas dos últimas en litigio con los Castillo-). A ellas se sumaba la llamada dehesa de Francisco el Castillo de Guzmán. Eran las llamadas dehesas adehesadas o privilegiadas, concedidas en virtud de la carta real de 25 de marzo de 1480, que garantizaba los términos de Alarcón, dejando a las nuevas villas términos muy reducidos en torno a sus núcleos poblados, y cuya concesión se debió concretar en documento posterior, que desconocemos, pero que dio lugar a numerosos pleitos. Un amplio espacio que se extendía dieciocho leguas, aguas abajo del Júcar. La cuestión no es baladí, pues fue en ese juego de contrapartidas donde se jugó el futuro de Alarcón: derecho de las nuevas villas al antiguo suelo común de Alarcón, pero derecho de esta villa a dotarse de espacios adehesados y cerrados propios; así como limitación al uso de los frutos de esos espacios comunes con el desvedamiento en determinadas fechas por Alarcón. Hablamos de la bellota, la grana y la piña. Así, Alarcón se reservaba el arrendamiento de estas yerbas a particulares o su aprovechamiento, previa concesión de licencia previa. El pago de estas tasas lo hacía extensivo a los moradores de sus aldeas. Las penas citadas en sus ordenanzas: cinco reses para ganado menudo, o diez si era de noche, y un real para ganado mayor, o dos reales si era de noche. Decir que se consideraba como ganado menudo, las ovejas y cabras, y como ganado mayor, las vacas o bueyes y los equinos. Aunque dichas multas se aplicaban  a la hora de prendar a las reses, la realidad era, que una vez llevadas las cabezas de ganados a la villa de Alarcón, los penados se solían concertar con la justicia de Alarcón y la multa solía ser menor. Es más, lo normal era que aquéllos que quisieran pacer las yerbas de las dehesas del término de Alarcón, se igualaran con la justicia de esta villa para gozar del aprovechamiento libre o, dicho en palabras de la época, se iban con Dios. A estas penas, marcadas por las ordenanzas, se sumaba el derecho de Alarcón, según fuero, a quintar los ganados que pasaban por sus términos, pero ese derecho se había diluido en el llamado derecho de borra, que se aplicaba por partida doble: una borra, cordera joven, por cada hato de ganado, de un mismo caldero se decía, y el derecho de asadura, que correspondía al alcaide de la fortaleza. Aunque las villas de realengo intentaron apropiarse de este derecho de borra, la verdad fue que el licenciado Molina, al dirimir en 1483 este derecho, se inclinó en su concesión a la villa de Alarcón.

El problema de fondo radicaba en que los labradores ganaban tierras poco a poco en estos espacios adehesados. Ya en 1500, Juan Cabañero el Viejo, vecino de Villanueva de la Jara, tenía un terreno de labor junto a la dehesa de Pozoseco y por costumbre llevaba sus bueyes a la misma para pacer la yerbas. No olvidemos el litigio que por la misma época disputaba Hernando del Castillo con el concejo de Villanueva, en el término próximo de Roblecillo; tierra expropiada, a su favor, por el alcaide a Pascual García con la excusa que era una dehesa y no tierra de labor. Eran estos rompimientos de tierras la causa del conflicto; el aprovechamiento del suelo común no era solo disponer de las aguas, yerbas y frutos del monte, también recogía el viejo derecho de apropiarse de la tierra roturada, labrada y que pasados dos años ya daba cosecha. Los únicos límites eran dehesas, panes y viñas. Sin embargo, los testigos aseveraban una y otra veces que los derechos comunes eran beber y pacer, pero también rozar y labrar. La realidad era que los derechos inmemoriales permanecían, hacia 1510, siendo regidor Antón Granero y jurado de Valhermoso Benito Díaz, el uso de la dehesa de Valhermoso estaba restringido, pero asimismo se desvedaba una época del año para libre aprovechamiento de los vecinos, incluidos los de Motilla del Palancar y El Peral. Este uso compartido como dehesa boyal de Valhermoso o Pozoseco, poco a poco fue negado por los intereses ganaderos de familias como los Castañeda, especialemente en el caso de Pozoseco, que pretendían un uso exclusivo de las yerbas, al igual que en Valhermoso; pero aquí, al menos hacia 1515, la dehesa estaba arrendada a Melchor Granero y sus hermanos, por la cantidad de 4150 maravedíes. Seis años después el arrendador era Miguel de Olivas y pasados dos años, Martín Gabaldón, vecino de Alarcón. Los tenentes de ganados y los arrendamientos muestran en cualquier caso la dependencia de la ganadería de la economía de Alarcón.

La diferencia entre dehesas boyales y dehesas de herbaje, se entiende privilegiadas, ocultaba una diferenciación en el aprovechamiento de las mismas. Era común que cada villa y aldea tuviera su dehesa boyal, así se reconocía para aldeas como Cañadajuncosa y Atalaya, aldeas de Cañavate, o Gascas, Tébar, Honrubia y Olmedilla, aldeas de Alarcón. Aunque si el concejo de Alarcón consideraba que dichas dehesas eran de uso exclusivo para los vecinos de los pueblos, las villas de realengo consideraban que el uso era común para todos los lugares de la Tierra de Alarcón, al menos el aprovechamiento de las dehesas ajenas, pues las propias se cerraban a los bueyes y mulas de las otras villas. Es más, Alarcón pretendía un derecho de propiedad eminente sobre estas dehesas boyales, si estaban en aldeas dependientes o en villas, como El Cañavate, cuyo término (especialmente el de sus aldeas de Cañadajuncosa y Atalaya) pertenecía a Alarcón. En reconocimiento de ese derecho eminente, los de Valhermoso pagaban por introducir sus ganados mayores doscientos maravedíes anuales y la villa de El Cañavate, quinientos maravedíes. Curiosamente, el tributo anual que pagaba El Cañavate a Alarcón por el uso de sus dehesas boyales se llamaba "parias". Los doscientos maravedíes que pagaba Valhermoso coincidía con la cantidad que pagaban otras granjas de Alarcón a la villa, teniéndose por costumbre inmemorial, que no se formalizaba en acto escrito ante escribano y dándose derecho a las aldeas de Alarcón a recibir juramento del nombramiento de guardas propios para sus dehesas boyales. A diferencia de las dehesas boyales, las dehesas de herbaje, adehesadas o privilegiadas, eran de libre arrendamiento al mejor postor, aunque es cierto que una misma dehesa, y tal es el caso estudiado de Valhermoso complementaba ambos usos: boalaje y herbaje. No era el caso de Pozoseco, donde los labradores jareños que entraban sus bueyes y mulas eran prendados, aunque ésta tampoco era la regla general. Mateo Sánchez de Hortún o Marcos Sánchez tenían su domicilio en Villanueva de la Jara, pero sus tierras de labor las araban en El Picazo, granja de Alarcón, en cuya dehesa boyal pacían sus bueyes. Y es que junto a los títulos ganados por Alarcón en 1480, estaban esos otros títulos de propiedad de los particulares que se acomodaban a la jurisdicción más favorable según sus intereses.

Para defender sus intereses y los de sus ganaderos, la villa de Alarcón hizo uso de los viejos escuderos del marqués de Villena y criados del alcaide de Alarcón, que sustituyeron la guerra por la guarda de las dehesas, empleándose como caballero de sierra. Oficio más formal, con poder y buen recabdo del honrado concejo de Alarcón, dando una apariencia de legalidad a estos servidores de los viejos señores, que, en palabras de la época, en modo alguno actuaban a lumbre de pajas. Estos caballeros de sierra, auxiliados por guardas,  y por otros cabaleros y escuderos alarconeros, llegado el caso, era la antigua milicia concejil, en este momento, al servicio del alcaide de la fortaleza, que, a caballo, y armados con lanzas y espadas, recorrían las dieciocho leguas del término de Alarcón en busca de intrusos en las dehesas cerradas, bien paciendo ganados bien robando la grana. Era un cuerpo de jinetes temido por labradores y pastores de la villa de realengo que dependían del suelo de Alarcón para sus economía, y que, en muchos casos, acababan con sus espaldas molidas a palos; otras veces, en especial, los jareños y los moradores de sus aldeas, se organizaban en pequeños ejércitos de hombres de pie, armados ya con piedras ya con destrales u otros objetos punzantes o con las lanzas traídas desde la Jara en carretas, para luchar contra los caballeros de Alarcón en improvisadas escaramuzas en aldeas como Tarazona o en los molinos de la ribera del Júcar. Pero esta capacidad de dotarse de una organización militar solo la tenían en esta zona Villanueva de la Jara o San Clemente; pequeños ejércitos concejiles que Carlos V no dudaría en desarticular tras la guerra de las Comunidades y la cesión de este espacio en señorío a la Emperatriz Isabel en 1526.

A Motilla, su término se le hacía muy pequeño, por lo que debía valerse de las dehesas de Alarcón. En especial, Valhermoso, donde motillanos como Julián Navarro arrendaban sus yerbas para pastos. Tal como había hecho antes el ganadero Juan el Rubio y harán luego otros vecinos de Gabaldón.  Aunque lo común era que la villa de Alarcón arrendara la dehesa para abasto de sus carnicerías, solía mantenerla como dehesa de boalaje para los vecinos de su aldea, contra pago de doscientos maravedíes.  Alrededor de 1500, la economía seguía siendo pastoril, Jaime Pastor, natural de Villora, reconocía haber servido como pastor a Juan de Castañeda, que tenía arrendada la dehesa de Pozoseco, y posteriormente había conducido los ganados de Juan Ruipérez. Los Castañeda gozaron a principios de siglo de cierto monopolio del arrendamiento de la dehesa de Pozoseco, donde trabajaban a su servicio dos pastores motillanos, los hermanos Miguel y Juan Martínez, que acabaron trasladando su vecindad a Buenache, siguiendo los ganados de sus amos. Hemos de pensar que, por aquel entonces, los ganados que pastaban eran bueyes y vacas; al fin y al cabo la mula, a pesar de su avance constatado, aun no había sustituido a la la yunta de bueyes en los campos de cereal. No obstante, Juan el Rubio reconocía haber visto de mozo, en la década de los noventa como se prendaba a un morador de Gabaldón con cinco yeguas, aunque para reconocer a continuación que lo normal eran las prendas que él tomaba a los labradores motillanos hacia 1520: un par de bueyes tanto a Miguel López como a Benito García. De hecho, todavía en 1530, caso de un vecino apellidado Jara, o 1538, a otro llamado Salvador, las cabezas de ganado embargadas eran bueyes. El mantenimiento de los bueyes de arada y la insuficiencia de la dehesa boyal de Motilla para su herbaje explican la necesidad de buscar nuevos pastos para los animales de labor. Y es que si la mula se había extendido con suma rapidez en pueblos como San Clemente al unísono de la plantación del viñedo, no ocurría lo mismo a este lado del Júcar, donde el buey era el animal de arada.

En  este juego de intereses, Alarcón no se veía en la necesidad de demostrar nada, pues excluía por la vía de los hechos; Motilla, cargada de razones, hacía valer el simbolismo del juramento de sus testigos, que colocaban a aquellos hombres ante su conciencia y ante Dios, delante de escribanos ajenos y llegados desde Granada:

por Dios e por Santa María e por la señal de la Cruz, donde corporalmente puso su mano derecha, dirá verdad dello que supiere en este caso que es presentado por testigo o sy ansy lo hiziere, Dios nuestro señor le ayude en este mundo al cuerpo y en el otro al ánima, donde demás, que de dezir lo contrario, hiziendo Dios nuestro señor se lo demande más e caramente como a mal cristiano que a sabiendas se perjura e jura el santo nonbre de Dios en vano, el qual a la conclusión del dicho jurmento dixo sí juro e amén
Alarcón respondía, sus argumentos podían ser corroborados por simples labriegos de lugares tan diferentes como Pinarejo, Villaescusa de Haro o los campos de Rus, aún dominados por la silueta de un semiderruido castillo, y bajo cuya protección labraban sus campos hombres como Francisco García del Cañavate o Alonso el Rubio; así como por testigos de Vara de Rey, La Roda, Tarazona, Casasimarro, Pozoseco, Villanueva de la Jara, El Peral, Valhermoso, Buenache o Piqueras; muestra de la influencia de la fortaleza sobre las tierras y dehesas del suelo común.

Pero en torno a las dehesas ya había intereses ganaderos que traspasaban el interés local de la villa de Alarcón. La dehesa de Pozoseco era ambicionada tanto por los principales de Alarcón como por los de Villanueva de la Jara. Estos principales eran lo que el alarconero Blas Serrano  o el bonachero Hernán Sánchez Tejedor llamaban los "señores de ganados". En 1530 dicha dehesa había sido arrendada a Pedro de Castañeda por setenta mil maravedíes y para diez años; pero antes el arrendador había sido el jareño Juan Saiz de Pozoseco, que había disfrutado de sus yerbas varios años, al menos desde 1509, y tal como contaba Melchor Granero,
que este testigo a visto por escritura en lo libros de propios e rrentas del conçejo de la villa de Alarcón e que algunas vezes vido a lo moradores de las casas de Pozoseco en tener sus bueyes e mulas del hero en la dicha dehesa porque Juan Sánchez de Pozoseco la tovo arrendada mucho tienpo el qual dicho Juan Sánchez les podría dar liçençia porque entrasen  a la paçer

En fechas similares, 1523, la dehesa de Valhermoso era arrendada por Martín Gabaldón por 5300 maravedíes, con el compromiso de abastecer las carnicerías de Alarcón. Era este nuevo uso, junto al de dehesa boyal del que se servían los moradores de Valhermoso, lo que estaba haciendo insuficientes las yerbas de la dehesa para los ganado, obligando algunos años al concejo de Alarcón a suspender el arrendamiento de los pastos para los ganaderos. Aunque, a decir de Melchor Granero, las quejas contra dicho arrendamiento venían de los labradores de Valhermoso, obligados a pagar las alcabalas del lugar y que veían con malos ojos la entrada de forasteros.

Otra de las dehesas que Alarcón arrendaba era la que poseía en la granja de las Tejeras; uno de sus beneficiarios era el mencionado Hernán Sánchez Tejedor de la villa de Buenache, que procuraba aventar de ganados intrusos en las yerbas por las que había pagado. El testigo agregaba que en la villa de Alarcón había justicia harta para defender sus dehesas de foráneos, citando los cuatro alcaldes de su gobierno, los dos de la hermandad y el corregidor, delegado del marqués. Sabemos que Alarcón, en algún momento, daba un estatus jurídico distinto a sus aldeas y sus granjas, pero para los hombres que declaran en 1533, ambos conceptos se confunden, quizás por la poca entidad de estas poblaciones hacia 1500. Es más para el caso mencionado de Tejeras no sabemos si constituía un núcleo poblado permanente o existía como tal; al menos no de reconocida existencia por Alarcón y sin organización concejil propia. Otros como Valdehermoso, ya como aldeas, se dotaban de una incipiente organización concejil con la figura de un jurado. La vieja fortaleza ya no solo cedía ante las villas de realengo sino ante sus antiguas granjas que se intentaban dotar de espacios propios.

Ayuntamiento de Motilla, 13 de mayo de 1538


Alcaldes ordinarios: Hernando López y Pedro Navarro
Regidores: Andrés Gómez y Benito Martínez Cejalbo
Diputados: Pascual de Cardenete, Benito Martínez del Cortijo y Pascual Martínez de los Paños

Ayuntamiento de Alarcón de 21 de marzo de 1533

Álvaro de Villanueva y Fernando de Padilla, alcaldes ordinarios; Garci Vizcarra, juez; Juan Martínez Rubio, Juan Ruipérez, Pedro de Castañeda, Miguel Sánchez de Villora, Juan Ballestero y Lope del Amo, diputados;

Ayuntamiento de Alarcón de 14 de junio de 1538 

García Zapata, Pedro de Castañeda y García Vizcarra, alcaldes ordinarios
Diego López de Flomesta y Blasco Martínez, regidores
Melchor Granero, juez
Juan Pérez de Villanueva, procurador síndico
Gabriel de Castañeda, Martín de Espinosa, Hernando de Espinosa, Pedro de Montoya, García Martínez y Juan Martínez de la Casa, diputados
Melchor Granero, alguacil mayor.
El contador Andrés del Castillo Quijano, corregidor y hombre del marqués de Villena

Caballeros de sierra de Alarcón

Rodrigo de Padilla
Ginés Pérez, regidor asimismo, vecino de Alarcón entre 1520 y 1531
Diego de la Serna, escudero, también alcalde ordinario y de la Santa Hermandad, entre 1524 y 1532
Ortega Sevilla, ya fallecido.
Hernando de Mendoza, caballero de sierra hacia 1498
García Zapata, Alonso Granero, Hernando de Montoya y Hernando de Padilla, caballeros de sierra hacia 1490
Martín de Valbuena y Cristóbal de la Fuente, Juan el Rubio, Diego el Rubio, caballeros de sierra hacia 1533

Testigos favorables a Alarcón en 1533

Lope de Lama, 40 años, vecino de Alarcón
Juan de Iniesta, 50 años, vecino de Alarcón, hijo de Juan de Iniesta y nieto de Juan de Iniesta, escribanos de la villa de Alarcón
Gómez de Albaladejo, vecino de Alarcón, 60 años
Alonso de Moya, sesenta años, vecino de Alarcón
Cristóbal Díaz, vecino de Alarcón, 50 años
Miguel Sánchez de Villora, vecino de Alarcón, 65 a 70 años
Martín López de Flomesta, vecino de Alarcón, 50 años
Martín López, vecino de Barchín, 80 años
Martín de Gabaldón. más de 50 años, vecino de Alarcón.
Miguel de Olivas, más de 50 años, vecino de Alarcón
Melchor Granero, más de 45 años, vecino de Alarcón, hijo de Antón Granero.
Blas Serrano, 53 años, vecino de Alarcón, natural de Albaladejo y criado de Antón Granero en su mocedad
Cristóbal de la Parrilla, vecino de Alarcón, 65 años
Mateo Sánchez Hortún, vecino de Villanueva de la Jara, tiene labor en EL Picazo, 50 años
Marco Sánchez, vecino de Villanueva de la Jara, 40 años
Hernán Sánchez Tejedor, vecino de Buenache de Alarcón, 50 años
Ortega Sevilla, vecino de Alarcón, 70 años; hijo de Hernán Gómez, propietario de la heredad de Vallincoso, junto a la dehesa de Valhermoso
Diego López Granero, procurador de Alarcón
Alonso Granero, vecino de Villaescusa de Haro, 60 años; hermano de Diego López Granero
Agustín Granero, vecino de Villaescusa de Haro, 40 años
Martín Pérez, vecino de Tébar, 60 años
Pedro Hernández de la Orden, vecino de Tébar, 75 años
Martín Gil, vecino de Tébar, 60 años
Antonio de Villanueva, vecino de Alarcón, 40 años
Diego González, morador en Sisante, 60 años
Pero López de Álvar López, vecino de Sisante,


Testigos favorables a Alarcón en 1538

Ginés Pérez escudero, vecino de Castillo de Garcimuñoz, 45 años
Alonso Granero, vecino y labrador de Villaescusa de Haro, más de setenta años, hijo de Hernán García Granero, y natural de Valhermoso.
Diego de la Serna, escudero, vecino de Belmonte, vive en Alarcón de 1524 a 1532,
Pedro Muñoz, alcaide de Ves, 60 años, y vecino de Buenache. Hijo de Alonso el Rubio, vecino de Alarcón
Martín Zamora, labrador de San Clemente, 45 años, hacia 1520 se traslada a San Clemente, hijo de Alonso el Rubio, fallecido hacia 1508 con más de treinta años
Francisco García de Cañavate, vecino de San Clemente, labrador en Rus, natural de Alarcón, también vivió en Valhermoso antes de trasladarse a San Clemente. Más de 40 años. Hijo de Pedro García del Cañavate, vecino de Alarcón
Alonso el Rubio, vecino de San Clemente, natural de Valhermoso, 34 años. Hijo de Juan el Rubio de Valhermoso, muerto hacia 1520 con 50 años
Juan de la Mote, trabajador, vecino de Motilla, 60 años, pastor de Juan el Rubio
Juan Ballestero, arriero, vecino de Alarcón. Más de 55 años. Pastor años atrás de Pedro de Castañeda. Regidor y diputado de Alarcón.
Hernando de Mendoza, escudero, vecino de Buenache, 60 años, vecino de Valhermoso durante cuarenta años, hasta que se cambia a vivir a Buenache hacia 1532
Jaime Pérez, pastor de Buenache, al servicio de los ganados de Juan de Castañeda y Juan de Ruipérez, vecinos de Alarcón. Natural de Villora
Miguel Martínez, pastor, natural de Buenache y vecino de este pueblo, 60 años
Alonso Luis, labrador, natural de Piqueras, más de 65 años, pastor de Diego Páez y Antón Granero
Miguel Sáez Peinado, labrador de Piqueras, 70 años; pastor de Diego Páez
Pedro Ballestero, caballero de sierra y vecino de Alarcón, 40 años
Álvaro de Villanueva, escudero, vecino de Alarcón, 78 años
Cristóbal de la Fuente, labrador de Valhermoso, 50 años
Martín de Valvuena, alguacil, vecino de Alarcón, 68 años
Juan Rubio, caballero de sierra, vecino de Alarcón, 60 años. Natural de Valhermoso, hijo de Juan el Rubio, fallecido hacia 1495 con setenta años
Juan Martínez de la Casa, labrador de Alarcón, hijo de Juan Martínez de la Casa, vecino de Alarcón, muerto hacia 1518 con setenta años



ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ CAJA 1890, PIEZA 12. Alarcón contra Motilla del Palancar por las dehesas de Valhermoso y Pozoseco. 1538

martes, 2 de julio de 2019

Barchín y la Mesta, 1593

Las quejas por el cerramiento de los pastos de Barchín vino de los hermanos de la Mesta de Hontecillas y Valverde. El hecho causante había sido las multas impuestas un pastor llamado Bartolomé que guiaba los ganados del licenciado Alonso Méndez y a los rebaños de Mateo Díaz, ambos vecinos de Valverde. Alegaban los penados su derecho a disfrutar de las yerbas de Barchín, por pertenecer todos los pueblos al mismo suelo de Alarcón, incluidos ellos como hermanos de la Mesta. Al parecer Barchín, desde 1587, había vedado una parte de su término, convirtiendo unos pastos en dehesa carnicera, arrendada al abastecedor de carnes del pueblo.

La sentencia del alcalde entregador Lázaro de Ocaña, dada en Santa María del Campo el 11 de octubre de 1589, obligaba a Barchín a abrir sus pastos y a su libre aprovechamiento por los hermanos de la Mesta, tanto los ganados pasajeros que iban a los extremos como los de los hermanos de Valverde y Hontecillas.  Dicha sentencia sería ratificada el 7 de agosto de 1593. Tras ser ratificada en revista, el 11 de marzo, la ejecutoria tiene fecha de 6 de abril de 1594





Barchín (Cuenca). Ejecutoria contra esta villa por haber penado a los ganados que entraban en su término.


Archivo Histórico Nacional,DIVERSOS-MESTA,31,N.15