El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

martes, 18 de abril de 2023

Cañada Juncosa

 CAÑADA JUNCOSA


Probablemente, uno de los pueblos más pequeños del obispado de Cuenca al comenzar el siglo XVI sea Cañada Juncosa; aldea de El Cañavate, siempre nos aparece oscurecida por la villa madre y la otra aldea, Atalaya. pero, para tan pocos vecinos, media docena, es probable que todos ellos se definieran por la condición de hidalgos. Algunos de ellos los hemos tratado, son los Gómez, Alarcón, Serna o los Tébar. En el caballero Arias de Tébar hemos visto una figura del medievo trasnochada, que arremetía lanza en ristre contra los caballeros de sierra de Alarcón. Hay otros apellidos, que insospechadamente pueden parecer hombres llanos, pero que son hidalgos. Así, en Cañada Juncosa, moraban los López, al menos desde el bisabuelo Alonso López, su hijo Alonso López casaría con Isabel de Cuéllar. Sería este apellido el que primaría en la línea familiar, cuando Ruy López de Cuellar casa en Vara de Rey. Allí, su hijo Leonardo de Cuéllar hará gala de su hidalguía como regidor o mayordomo de la iglesia y con su escudo de armas.


Mientras que de Cañada Juncosa salían los hidalgos, desde Buenache de la Sierra, llegaban labradores a esta aldea en búsqueda de tierras. Eran los últimos años de la década de 1520

lunes, 17 de abril de 2023

En torno a Rus

 LA VIRGEN DEL REMEDIO Y "LA OTRA"

No quisiera ser iconoclasta ni ponerme en la piel de mi conocido Luis Sánchez de Origüela, cuando allá por 1516 dijo aquello sobre las imágenes: "para qué las quieren sino para colorar el mundo", pues uno corre el riesgo, al igual que él, de acabar en la hoguera, pero el estudio de las devociones marianas y de otros santos debería ser objeto de un estudio que fuera más allá de lo panegírico.


Es evidente que varios pueblos llevan el nombre de santos y santas: San Clemente, Santa María del Campo Rus o Santiago el Quebrado (y otros desparecidos como Santo Domingo el Amarguillo). La fundación de estos pueblos bajo la advocación de un santo quizás corresponda a un momento concreto de repoblación de pueblos nuevos que luego ha acabado en la leyenda, ya sea un legendario fundador como Clemente Pérez de Rus ya una ermita, la de Santa María de la Concepción, que luego da lugar a un pueblo -Santa María del Campo Rus-.


Estas devociones olvidadas nos deben avisar de que otras devociones tenidas como eternas no son tales. En el siglo XVI hay pocas noticias de la virgen de Rus, un lugar deshabitado, con iglesia sin cura o teniente que sirva su oficios ni prácticas sacramentales y dependiente de Villar de Cantos. Rus era un despoblado más, como ese otro de los Villarejos, imposible al que llegar en invierno por estar las tierras encharcadas, pero que mantenía su iglesia en pie como su castillo en ruinas. ¿Con imagen mariana en su interior? tal vez. Devociones marianas ya existían en la zona; la leyenda dice que la Virgen, luego de Trascastillo, se apareció a un pastor en 1456 que recogió esta talla desaparecida. Un embaucador, como era el converso Lope Rodríguez había tallado con sus propias manos una imagen en madera de la Virgen y con ella recorría los campos en torno a Perona y Rus, engañando a los campesinos para sacarles unas cuantas hortalizas, frutas y huevos. En el engaño participaba doña Juana de Toledo, la mujer del todopoderoso Hernando del Castillo, alcaide de Alarcón. 


Sin embargo, los sanclementinos vivían ajenos a devociones marianas al norte de su pueblo. En realidad, no encontraban ni acomodo ni santuario para la devoción. Es más, romerías típicas como la se dirigía a la ermita de Santa Catalina, en Majara Hollín, al norte de El Provencio, en la vieja tradición del mundo pastoril, acabaron mal, muy mal: las rivalidades con sus vecinos provencianos les llevó a destrozar la ermita en acto vandálico. Intentaron corregir su error en 1552 inventándose una nueva ermita de Santa Catalina, pero los provencianos no se lo permitieron. 


Aunque los sanclementinos a falta de santa iban hasta Sisante para recrear romerías que les faltaban en el pueblo, el nombre de Santa Catalina se había convertido en motivo de trasto para lanzarse a la cabeza; como le recordarían al clérigo Tristán Pallarés en sus amores con Catalina García: "ni tú eres San Jerónimo ni ella Santa Catalina de Siena".


Así, a falta de devociones externas, los sanclementinos las tuvieron que buscar muros adentro. Es de temer que los franciscanos del pueblo les recordaran a la Virgen una y otra vez y que su mensaje calara entre las capas populares. La devoción de la que estaba falta el pueblo se encontró muy cercana: en la ermita de la virgen del Remedio. El santuario se situaba junto al puente de Chinchilla, pues el camino que iba hacia el sur lo hacía hacia esta ciudad y fortaleza, ya que, en el medievo, Villarrobledo, aparte de aldea de Alcaraz no era nada. Era tal la devoción hacia esta virgen que llegaría a ser declarada en el siglo XVI como patrona del pueblo. Creemos que por entonces serían pocos los que se atrevieran a poner huerta junto al río Rus, pero si los franciscanos lo habían hecho por qué no lo iban a hacer los del lugar, pero es cierto que los que se llaman hortelanos escasean en padrones como el de 1586. Aun así, la virgen del Remedio causaba furores, su fiesta se conmemoraba por todo lo alto el 25 de marzo; los gremios la tomaban como patrona y el pozo dulce junto a la ermita era lugar preferido de encuentro. San Clemente tenía su patrona y esa era la virgen del Remedio. Hasta que llegó la otra y esa era la virgen de Rus, de la que empezaba a decirse que tenía fama de milagrera sin que se le conociera milagro alguno.


Llegó la peste de 1600; fue atroz varios hospitales se habilitaron para recoger a los apestados, entre ellos, uno en la ermita del Remedio para los moriscos del pueblo; los muertos se sucedían cada día y la desesperación también. Los sanclementinos aterrorizados por la peste fueron hasta Rus y trajeron la imagen allí presente en contra del parecer de las autoridades y después de largas discusiones. Fue este rapto el que inició la romería de hoy; aunque la virgen  pasa a la carrera hacia un convento de carmelitas, entonces inexistente, en 1600, la imagen se detuvo en ese mismo lugar o fue detenida por los regidores y los clérigos que no veían con buenos ojos el rapto. Se habló y se decidió que el lugar de llegada de la Virgen debía ser Santa Ana, donde se acumulaban los muertos por la peste y que se había convertido en lazareto con casa cedida por don Juan Pacheco Guzmán en la Celadilla. Mientras, el susodicho andaba libre de la peste en su casa de Perona... ¿Y si la llegada de la virgen de Rus hubiera sido burda manipulación de los Ortega, luego  señores de Villar de Cantos, en disputas con don Juan Pacheco, para ganarse la voluntad del pueblo?


En fin, el caso es que los sanclementinos andaban huérfanos de devociones y la encontraron en Rus, pero, para olvidar o hacerles olvidar lo que era su única e inseparable compañera, la virgen del Remedio, que ha devenido injustamente en ser "la otra", la olvidada, papel que había de corresponder a la virgen de Rus

domingo, 16 de abril de 2023

Araques de El Cañavate

 Abuelo: Gonzalo de Araque casado con Elvira Fernández

Padre: Alonso de Araque casado con Catalina López

Hijos: Gregorio, Alonso y Lope de Araque


Probanzas de 1535

Pedro Jiménez de Buenache

Esteban Sánchez de Alarcón

Juan Martínez de Lozuza el cojo

Andrés López de la Roda

Juan Sánchez del Ramo

Bernardino López, hijodalgo de Cañada Juncosa

Probanzas de 1557

García Prieto el viejo

Pedro López de Santiago el viejo

Hernán López de Lozoya

Francisco Sanz de Alarcón el viejo

Pedro López de La Alberca

Diego de Ortega el viejo, hijodalgo. 80 años, nacido, pues, hacia 1577.

Alonso de Piqueras, labrador, 65 años. Detenta los oficios concejiles del El Cañavate

Martín López de Pascual López, labrador

ACHGR, HIDALGUÍAS, sign. ant. 302-330-12

sábado, 8 de abril de 2023

Blas de Espinosa Alonso

 Blas de Espinosa Alonso es hijo de Martín Alonso y María Briceño, de Vara de Rey. Era nieto de Hernando Alonso (casado con una hija de Juan Sáez, vecino de San Clemente), el hermano de este, Juan, había obtenido ejecutoria de hidalguía en la Chancillería de Valladolid.

Blas de Espinosa Alonso se establece en Villarrobledo

Ejecutoria de Hidalguía, 2 de noviembre de 1546


ACHGR, HIDALGUÍAS, sig. ant. 301-18-37

Martín de Oñate

Martín de Oñate, litigante. Es hijo de Juan de Uribarri Balzategui, casado con María de Miñozategui, y el abuelo es Rodrigo de Balzategui, casado con Domenza, (Balzategui es casa solar en el barrio de Uribarri).

Balzategui es casa del barrio de Balzategui, perteneciente a la villa y condado de Oñate.

Martín de Oñate de Uribarri Balzategui había marchado para Castilla, no dice nada de su probable profesión de cantero o así lo afirma Rokiski. Para mediados de siglo está asentado con mujer e hijos en Canalejas del Arroyo.

No se ha encontrado relación con los Donate de Tarazona de la Mancha, pero no se excluye


Ejecutoria de hidalguía: 25 de agosto de 1567

ACHGR, HIDALGUÍAS, SIGN. ANT. 301-43-29

domingo, 26 de marzo de 2023

LA APERTURA

 Ayer, coincidieron dos espectáculos en la villa de San Clemente, aparentemente muy lejanos, y, sin embargo, muy próximos: las jornadas de teatro Francisco Nieva y la escenificación de la reapertura de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia. Dos mundos y dos escenarios similares, creación de judíos, es decir, espacios comunes y negados. En Nuestra Señora de Septiembre, residía vieja cofradía donde se esperaba salvar las almas del purgatorio condenadas; en Nuestra Señora de Gracia, se pretendía encauzar almas pérdidas y errantes en una villa acogedora y transformadora de hombres.

Hay tantas imágenes como actores; hay tanta tramoya y luz como puesta en escena. A mi memoria vienen los sanclementinos malditos, son los sanclementinos socarrones: Hernando del Castillo, Luis Sánchez de Origüela, Constantino de la Fuente o fray Julián de Arenas. Hernando se veía a sí mismo como el mayor de los diablos del mundo, y aun haciendo mal, no se consideraba peor que los demás; Luis Sánchez de Origüela veía con desagrado a aquellos que coloraban el mundo; Constantino de la Fuente denunciaba con su poquedad y miseria la arrogancia ajena, y fray Julián de Arenas exclamaba en su desierto frente a aquellos que despreciaban en su estulticia al pueblo.
El pasado de San Clemente es un pasado de negación colectiva, pero lo fue de reconocimiento individual. Cuando los fieles descendían humildemente a la iglesia de Nuestra Señora de Gracia lo hacían para elevar la mirada a las bóvedas celestes de su salvación, que era reivindicación personal; cuando los sanclementinos del siglo XVII pasaban a la iglesia de Nuestra Señora de Septiembre se encontraban con los reflejos de la lámpara de plata del indiano Pedro González Galindo, recordando a todos que los desprecios del pasado eran las desgracias revertidas de los espectadores presentes.
Parece un escarnio que San Francisco no presida su iglesia de Nuestra Señora de Gracia, pero se trata de una venganza. Rezagado en el lado del Evangelio quiere recordar la vieja constitución de la villa, que no se olvidaba nunca de los rezagados, aquellos de los que la participación política se había olvidado más de tres años. Es San Francisco el que ha elegido su lugar, junto al desaparecido mausoleo, busca la compañía de la familia Castillo y la sabiduría de su patriarca Hernando el sabio, que aleccionaba a su hijo con el "no te ensoberbezcas", y busca en las imágenes pintadas de la pared a su compañero y bromista fraile Junípero. San Francisco, de frente, mira los escudos afrentosos de los Herreros; en su humildad, se escabulle de la virgen del Carmen, que nunca anduvo bien con los carmelitas pues él la virgen la llevaba dentro y no en los altares. Empequeñecido queda San Francisco en su hornacina como don Diego Torrente en su vitrina, pero, uno y otro, socarrones y clarividentes miran de reojo el espectáculo, seguros que los escenarios cambian, pero no un alma colectiva que permanecerá invariable en el tiempo.
Revivirán los cantes andaluces próximamente en loas a la virgen de Rus y renacerán una y otra vez los enjalbegados sureños en las paredes de las iglesias sanclementinas, pero el esqueleto de arenisca y caliza, apenas balbuciente, de la vieja iglesia de Nuestra Señora de Gracia nos recordará para siempre el viejo espíritu de una villa, San Clemente, tan manchega como castellana.

domingo, 19 de marzo de 2023

Arnedos de Vara de Rey

 Los Arnedos de Lezana, García y sus hermanos, en 1558 vivían en Villanueva de Alcaraz, pero su procedencia era de Vara de Rey. Pero el origen de la saga de los Arnedos hay que buscarla en Honrubia. Allí vivía a mediados del siglo XV, Hernando de Arnedos, que había casado con Inés de Montoya, hija de Hernando Álvarez de Montoya, el progenitor de esta familia de Vara de Rey. El matrimonio tuvo por hijo a Hernán Sánchez de Arnedo, que había casado con Inés de Lezana. Este matrimonio tuvo por hijo a Diego de Arnedos que se fue a vivir hacia 1500 a Vara de Rey al casar con otra Inés de Montoya, hija de Hernando de Montoya. El nuevo matrimonio tuvo por hijos a Diego de Arnedos, Luis de Arnedos y Henando de Lezana. La familia tenía también algunos de sus miembros en la villa de El Cañavate.

Del matrimonio de Hernán Sánchez de Arnedos con Inés de Lezana, además de Diego, nacieron otros hijos como Juan de Arnedos, García de Arnedos y Lezana. Este último había sido alcaide de Aledo.

La familia obtiene una primera carta ejecutoria de hidalguía en 1573


Testigos de 1558

Martín de Honrubia, pechero de Vara de Rey, natural de Honrubia, de 95 años

Juan Escribano, pechero de Honrubia, 77 años


ACHGR, HIDALGUÍAS, 301-54-39

sábado, 18 de marzo de 2023

Garay de La Alberca

 Juan de Garay estaba casado con Catalina de Ortiz (hija del bachiller Valdés, de Villar del Águila), eran vecinos de Albaladejo, y padre de Diego de Garay, que se fue a casar a La Alberca con Ana de Montoya, hija de Pedro de Montoya y Ana Saiz de Valladolid. Diego y Ana vivieron en Montalbanejo, antes de trasladarse a La Alberca. Diego era el padre del litigante Juan de Garay y sus hermanos Diego y Julián en 1562 (creemos que la fecha real es 1586)

Juan de Garay había llegado desde Vizcaya, con su tío Perucho de Garay. La familia era natural de Unzueta, en el Duranguesado, a media legua de Ermua. Perucho Garay se había casado en los Hinojosos de la Orden y era maestro de cantería. La familia tenía buena relación con fulano de Chavarría, que creemos ejercía de maestro cantero en Montalbanejo.

Juan de Garay había intervenido en la batalla de Carboneras de 14 de noviembre de 1520 para sofocar a los comuneros de Moya


AChGr. Hidalguías, 303-375-18

jueves, 9 de marzo de 2023

Los Solana de Santa María del Campo

 La familia Solana procedía de Cervera, villa bajo la jurisdicción de Juan Álvarez de Toledo. Los litigantes Antonio y Martín de la Solana eran hijos de Antonio, que había marchado a casar a La Almarcha, y eran nietos de Martín de la Solana. El bisabuelo era Martín de la Solana.

El bisabuelo Martín de la Solana estaba casado con Catalina de Alarcón. El matrimonio tuvo por hijo a Martín de la Solana, casado con Catalina de Buedo, hija de Antonio de Buedo. El matrimonio de Martín de la Solana y Catalina de Buedo tuvo por hijos a Antonio, casado con María de Araque, padre de los litigantes, y a Martín, junto a otras hijas. Cuando muere el padre, la madre María de Araque casa por segunda vez en Santa María del Campo y se lleva a este pueblo sus hijos.




Testigos de 1564, 

Juan Álvarez de Toledo, 78 años, padre del señor de Cervera, Alonso Álvarez de Toledo

Francisco de Valencia, labrador, vecino de Cervera

María de la Orden, viuda de Pedro Bordallo, vecina de Cervera

Luis Carrillo de Guzmán, hidalgo, vecino de Cervera, 74 años

Francisco de Checa, labrador de la Hinojosa, lugar de Alarcón, 67 años

Diego Redondo, labrador de la Almarcha, lugar de Castillo de Garcimuñoz

Cristóbal de Chillarón, vecino de Cervera

Francisco de Espinosa, hijodalgo de Cervera

ACHGR, HIDALGUÍAS, 301-65-23