El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

domingo, 12 de junio de 2016

El memorial de Juan de Perona contra el III señor de Villar de Cantos

                                       
La concesión del hábito de la orden de Santiago a don Rodrigo de Ortega, III señor de Villar de Cantos no estuvo exenta de polémica. De hecho,  al igual que el expediente de Francisco de Astudillo (con enemigos más declarados hay que reconocerlo), pasa de los 300 folios por las dos caras, superando en unos 100 a los de su primo Diego Ortega y Guerrero. A diferencia de Francisco de Astudillo Villamediana, que aglutinó en su contra a Juan Rosillo, Juan de Perona y el licenciado Villanueva, en el caso de don Rodrigo Ortega, el único que se atrevió a presentar un memorial acusatorio contra el pretendiente fue don Juan de Perona. Si bien es cierto, que con complicidades, como la del licenciado Villanueva, de cuyo memorial contra Francisco de Astudillo Villamediana, aparece una copia, que antecede al de Juan de Perona, con la clara intención de denunciar en lo que a ambas familias, Ortega y Astudillo, tocaba de Origüela.

El memorial de Juan de Perona Montoya obligaría a don Rodrigo de Ortega a una nueva información de testigos que negarán sus acusaciones. Pasando de puntillas sobre las acusaciones que pesaban sobre su primo Lope de Vera, evitando el tema de la familiatura de su tío segundo Diego (acusado de tener el apellido Avilés de los Güerta Villamayores y no de los Pacheco) y obviando cualquier relación de su expediente con el de Francisco de Astudillo, que por entonces también trataba de obtener el hábito de Santiago.

Especialmente eran graves las acusaciones que pesaban sobre su padre don Rodrigo de Ortega y Rosillo, II señor de Villar de Cantos, que había pasado nueve meses en las cárceles inquisitoriales por un incidente cuando era crío y que algunos años después el hijo explicaba así:

al padre del dicho suplicante le hauía presso la Inquisición de Quenca, cosa que fue niñería por unas pedradas que tiraron siendo muchachos a la tablilla de un mesón y agrauaron diziendo era cruz dicha tablilla y la Inquisición conoció la malicia del calumniante y la inocencia de la mocedad y lo soltó luego

Se negaba asimismo que Cristóbal García Monteagudo, primo hermano de su madre hubiera intentado ser familiar de la Inquisición y no lo hubiera obtenido o que el pretendiente o sus hermanos hubieran tenido causa pendiente alguna con la Inquisición.

Aunque lo que más llama la atención de la respuesta de don Rodrigo Ortega sea su definición de la villa de San Clemente como un lugar belicoso

y el lugar es tan velicoso, que ni se callara ni deja de hacer admirazión el dicho suplicante como no le han leuantado otros mayores inconuinientes para su despacho y cada día con la dilazión dél crezca a que no ha de dar lugar el piadoso celo y justificazión de V. A.

Claro que don Rodrigo de Ortega no era quien para presentarse como víctima, el dominio del pueblo, denunciado por Juan de Perona, de unas pocas familias: Astudillos, Ortegas, Pachecos, Alarcones y Valenzuelas, respondía con bastante acierto a la realidad, sobre todo, en lo que atañe a las tres primeras familias. Este dominio de unas pocas familias lo llamaba Juan de Perona la "confederación", el temor que debían inspirar estas familias queda reflejado en ese "porque en San Clemente no osa nayde". Los sobornos y compra de testigos para la consecución de títulos era la norma, y aunque se cita a Francisco de Astudillo como personaje prototipo de la compra de voluntades (por comprar voluntades compraba hasta la de Iñigo Pacheco, teniente general de las galeras de España), nuestro tesorero era uno más en ese juego de chantajes, y si hacía uso de él más que cualquier otro, era porque es el que más enemigos tenía y su presencia en las élites sanclementinas la peor vista.

Valga este memorial como presentación del que presentó su hijo, el licenciado Miguel Perona, antecediéndole  y con acusaciones mucho más graves. El cual publicaremos a continuación.

                                                           


                                                                       ***

Memorial de don Juan de Perona al fiscal del Consejo de Órdenes


                                                                               (cruz)


Señor don Lope de Morales

los días pasados escribí a u. sª. mobido de que el lustre de las órdenes se conserbase y supe cómo u. sª. la auía recibido y fio de su mucho celo pondrá remedio en semejantes atrebimientos, como los de don Francisco Estudillo haciéndoese nombren ynformantes que el ynterés no les mueba como a los de don Rodrigo Ortega que tiniendo la familiatura de su primo enpatada, siendo su madre pechera, tiniendo oy preso a un primo suyo que se llama don Lope de Bera en la Ynquisición de Balladolid por grabes erejías, tiniendo el pretendiente y sus ermanos causas en la Ynqusición abiendo estado el padre del pretendiente preso en la Ynqusición más de nuebe meses y Christóbal García primo ermano de la madre del pretendiente abiendo dicho que abía salido auto de la Jeneral Ynquisición en que daban por bueno el lado que a él le tocaba que era el de Sanclemente y recibieron muchas norabuenas y antes desta Nabidad fueron a acer pruebas de lo que abía dicho estaba dado por bueno con lo que se conoció la mentira y para berificación u. sª en lo dicho en el Consejo o fuera dél, llame al pretendiente u a su padre y preguntéseles lo referido y tengo por cierto preguntado que porque causa estubo preso lo dirá y de la lebe causa que él diere se reconocerá le allarán de raíz ynfecta, pues siendo tan lebe le tubieron tantos meses preso y todo lo confesará excebto las causas de sus yjos, porque acen u an echo alarde de su mala casta porque siendo enemigos a prestarle dieron el coche a don Lope de Bera quando lo llebaban a la Ynquisición y llegó asta Belmonte, tanbién esto induce y contra esto y lo que en el otro papel referían probado los ynformantes que el uno está en su curato y el otro en Pareja aguardándoles den las pruebas de don Francisco Estudillo an probado muchos y agtos de los origüelas como los tienen y traban el parentesco escapándose de Luis que es lo que le toca y lo q(u)e dejan o an querido acer lo de Alcaras siendo de allá y lo ydalgo lo traen probado con que Christóbal García tío del pretendiente tubo la bara por el estado de los nobles, yo lo confieso pero fue en birtud del prebilegio que él compró y Bautista García padre de la madre del pretendiente  tubo la bara de los pecheros esto y otras mucas cosas, que abiendo ynformantes de conciencia juro a Dios y a esta + se probarán aquí algunos y en los lugares circunbecinos con muchos y sean lugares esentos de la juridición de San Clemente como Billescusa de Aro, Belmonte y otros y los que dirán la berdad aunque caballeros que son amigos de onrar serán don Bicente Ferrer, don Pedro Baca y don Tomás Melgarejo, de la orden de Santiago, y doña Catalina Buedo monja en Billescusa porque en San Clemente no osa nayde porque a unos les acen perjurar los Pachecos a otros el tesorero don Francisco Estudillo a otros los Ortegas, Alarcones y Balençuelas que son pretendientes, a otros con lo que se acen las mayores maldades que se an bisto y para comprobación de esto don Francisco Estudillo a dado a don Yñigo Pacheco quatrocientos ducados y dado poder a su correspondiente para que le oblig(u)e a ley de depositario para las pruebas de don Yñigo que como lo merece sin embargo de aberse dicho algo porque le den dineros, le agan fiança y no tener enemigos agase perjuren quantos él puedan, estos negocios son para que enterados el Consejo de ellos diera ynformantes a el que lo merecía y a el que no se los denegara para escusar tantas ofensas como se arán a Dios con los perjuros, porque aunque es nobedad también lo es tales atrebimientos u. sª. como tan celoso dé quenta a el Consejo para que lo repare que tales desórdenes necesitan de remedio y como berá pretender a don Rodrigo conocer tan conocidamente ynfegto y que a salido bien de aquí sus pruebas quiere ábito quien de San Francisco se le denegara para comprobación de esta confederación sepa u. sª quando sea y an despachado ynformantes para don Yñigo, si don Francisco a ynbiado el poder dicho para que se oblig(u)en que Quebedo a quien dicen tienen muy obligado lo pidió así que Dios a u. sª. para conserbación del lustre que an tenido las Órdenes porque el Consejo, ábitos y la Ynquisición prisiones causas y penitencias y despacharles familiatura ninguna que de abuelo abajo no la tienen ni más agtos que la de don Diego Ortega se admirará la Mancha y todos lo que lo entienden. San Clemente 24 de mayo de 641

                                                                                     Don Juan de Perona

(P.D.) a que a u. sª no le comentan las pruebas de don Francisco Estudillo con don Andrés de Nieba porque todos temerán decir la berdad porque conocen lo que a pasado con don Rodrigo y esto ynporta a la orden su autoridad




AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, sin foliar

Partida de Bautismo de Rodrigo de Ortega y Ortega, III señor de Villar de Cantos

Presentamos la partida de bautismo de don Rodrigo de Ortega y Ortega (o Monteagudo), III señor de Villar de Cantos y Vara de Rey, que casaría con Catalina Guerrero y Cárcamo (hermana del I Marqués de Valdeguerrero). De este matrimonio nacería don Gabriel Ortega y Guerrero, II Marqués de Valdeguerrero y IV señor de Villar de Cantos y Vara de Rey, con quien continuaría la línea sucesoria.

Acompañamos una genealogía de los ascendientes del III señor de Villar de Cantos para una mejor comprensión del linaje.


Partida de Bautismo

En la villa de San Clemente a diez y seis días del mes de junio de mil y seiscientos catorce años yo el doctor Christóbal de Tebar cura propio de esta dicha villa bauticé a un niño hijo de don Rodrigo Ortega y de doña Inés Ortega, púsele por nombre Rodrigo nació a tres de mayo fue su compadre de pila Christobal García Monteagudo declarósele el parentesco fueron testigos Pedro Díaz y Esteban Sánchez y lo firme= el doctor Tébar=

(Es traslado de la partida original sacado el 27 de abril de 1641 por Francisco de Iranzo, presbítero y teniente mayor de cura de la Iglesia de Santiago de San Clemente)


AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, fol. 196 rº







Genealogía de don Rodrigo de Ortega y Ortega, III señor de Villar de Cantos

Padres

Don Rodrigo de Ortega y doña Ynés de Ortega, vecinos y naturales de la dicha villa de San Clemente

Abuelos paternos

Don Rodrigo de Ortega y doña Ana Rosillo*, vecinos y naturales de la dicha villa de San Clemente

Abuelos maternos

Bautista García Monteagudo y doña Catalina de Ortega**, vecinos y naturales de la villa de San Clemente

En Madrid, a diez y ocho de enero de hebrero de mill y seiscientos y quarenta y uno

Gregorio de Tapia (rúbrica)

*En realidad, es natural de Vara de Rey
**En realidad, natural de la villa de Cañavate


AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, fol. 5 rº

sábado, 11 de junio de 2016

Los orígenes medievales de los Ortega (II): los detractores

Don Francisco de Alarcón Fajardo procuraba enemistad a la familia del pretendiente al hábito de la orden de Santiago, don Diego Ortega Guerrero. Este hidalgo de 44 años debía mantener rencillas con el padre del pretendiente don Diego. Igual que reconocía diversos actos positivos a la familia de los señores de Villar de Cantos, primos de los Diego, padre e hijo, se los negaba a estos dos y al abuelo Miguel, a los que decía nunca había visto ejercer como alcaldes ordinarios o de la hermandad por el estado noble en la villa de San Clemente y cuya familiatura del Santo Oficio se había obtenido de forma sospechosa tras tres o cuatro pruebas. Ya no solo acusó de descender a los Ortega de la línea bastarda de los Avileses Güerta sino que se atrevió a insinuar que doña María Rosillo Mendoza, natural de San Clemente y abuela paterna del pretendiente descendía de un morisco llamado Hernando de Sanclemente, condenado por el Santo Oficio y cuyo sambenito colgaba de la Iglesia de Santiago. Hablaba de oídas, pero procuraba implicar a otros testigos contra el pretendiente don Diego. Ninguno de los testigos aportados corroboró sus afirmaciones, ni don Pedro de Tébar ni Gonzalo del Pozo y tampoco don Alonso de Valenzuela. Otros dos testigos aportados en Santa María del Campo, Miguel López de Alarcón y Rodrigo de Ortega, declararían a favor del pretendiente . El último de los testigos, el que debía ser principal acusador, Don Francisco del Castillo e Inestrosa, ya hablamos de su ausencia intencionada de la villa, aunque finalmente sería hallado en Blanca, donde tenía sus ganados, no atreviéndose a ratificar la impureza de los Ortega Guerrero. Sin embargo, las mismas insinuaciones contribuyeron a un extenso interrogatorio que nos aporta una amplia numeración de los vecinos del San Clemente de 1639 y una exhaustiva infirmación sobre la familia Ortega. Especialmente, la aportada por los Pacheco.

Las acusaciones contra el pretendiente no dejaban de ser endebles. No haber sido alcalde de la hermandad poco significaba, pues los cuatro cargos de electores estaban en manos de unas pocas familias que a decir de los testigos, monopolizaban el cargo. Es más, el caso conocido de nombramiento como elector de Francisco de Astudillo Villamediana en 1640 para alcalde de la Santa Hermandad constituía un caso de intromisión en el cabildo de electores de un extraño y respondía al soborno de uno de los electores: Pedro de Tébar. Tampoco era demérito no haber sido alcalde ordinario por el estado noble, pues el cargo había estado muy devaluado (cuando no suprimido), durante el primer tercio del siglo XVII, en el contexto de la disputas por su eliminación entre el alférez mayor, Juan de Pacheco Guzmán y el resto del concejo. Ahora bien más peligrosos parecían los documentos que Francisco del Castillo e Inestrosa había sacado de casa del difunto comisario Pedro de Cuenca, conteniendo las pruebas para acceso al cargo de familiar del Santo Oficio del padre del pretendiente, Diego de Ortega. Que entre Francisco del Castillo y el dicho Diego de Ortega había un odio visceral no cabe duda. La enemistad venía por una relación recíproca de acusador y acusado. Francisco del Castillo Inestrosa había provocado con sus injurias o verdades la paralización del expediente de la familiatura del Santo Oficio de Diego de Ortega, y este no debía andar muy lejos en el proceso inquisitorial que sufrió Francisco del Castillo hacia 1613 del que salió airoso*. Algún día quizás conozcamos algo más de este singular personaje, regidor del ayuntamiento de San Clemente, estante en Roma los años previos a su proceso y con contactos peligrosos, por llamarles de algún modo, con conversos portugueses y jesuitas. Mantenía una enemistad con varias familias principales de San Clemente, entre las que se encontraban, además de los Ortega, los Pacheco. No en vano, se jactaba en público de sus ascendientes judíos y debía conocer tanto sus progenitores hebreos como los de otras familias, tal es el caso de los Pacheco, cuya reciente genealogía, originaria de los montes de Asturias pasaba por inventada en la rumorología popular. Es creíble que un hombre así tuviera pocos amigos en el pueblo, Ginés del Campillo Juera decía de él:

el qual es tenido por un gran vellaco i de poca verdad i que se iacta de ser vellaco i maldiciente

Tan comprometedor o más eran las dudas sobre el origen del apellido Avilés y la presencia del apellido Sanclemente entre los de la abuela del pretendiente, María Rosillo, pues en la Iglesia mayor de Santiago colgaba el sambenito de un Hernando de Sanclemente. Un hombre de 69 años llamado Esteban Vara de Rey salió en favor del pretendiente alegando que ninguno de los dos hermanos Avileses Güertas existentes a la sazón, Jerónimo de Avilés Güerta y Juan González Güerta, tenían parentesco alguno con los Ortega; añadía además que el expediente de la familiatura de Diego de Ortega y Rosillo, había estado detenido por la grande maldad i vellaquería de algunos, sin decir quiénes. También declaró a favor de los Ortega, el escribano y regidor Miguel Sevillano, a pesar de la enemistad que reconocía tenerles un hermano suyo. Debió pesar el testimonio favorable de Francisco de Ávalos Redondo por asentar su testimonio en la tradición oral de dos fallecidos, su padre Diego de Ávalos y Hernán Vázquez de Haro, hombres nacidos hacia la década de 1530. Hasta Diego del Castillo, hijo de Francisco, testificó a favor y dio pistas sobre su padre que estaba en Blanca, cuidando de su hacienda. Otros testimonios de peso fueron el regidor Diego López Iranzo o el capitán de la milicia don Andrés de los Herreros, que contaba 32 años. Especialmente fue significativo su declaración por acusar con nombres a los enemigos del pretendiente y plantear desde su pretendida defensa los argumentos de los detractores:

sabe que el padre y el abuelo del pretendiente fueron familiares del Santo Oficio; que sin envargo de lo dicho que tiene por cierto i verdadero i a oido decir a don Francisco del Castillo (a quien tiene este testigo por su enemigo y hombre temerario i arrojado) de los padres i abuelos del pretendiente que la familiatura de don Diego de Ortega padre del pretendiente que salía de gracia porque de iusticia no podía porque él le auía puesto impedimento verdadero por donde no saliese i asimesmo a oído decir a don Francisco de Montoya Caballón vecino de esta villa que el licenciado Diego de Montoya i Pedro de Montoya padre del dicho don Francisco le pusieron i trocaron una abuela, las cuales palabras a dicho muchas i diuersas veces i asimismo tiene al dicho don Francisco de Montoya por enemigo de los dichos padre i abuelo del pretendiente: i lo que oió decir a don Francisco del Castillo fue decir que le tenía por auilés güerta i que se trataba don Miguel por pariente de Pedro de Güerta vecino de esta villa (folio 46 vº)

Tanto don Miguel de Ortega, abuelo del pretendiente, como Rodrigo de Ortega, I señor de Villar de Cantos, tenían fama de jactarse de estar emparentados con los Pacheco de Minaya, compartir sus linajes el mismo apellido Avilés desde hacía más de doscientos años y despreciar públicamente en la villa de San Clemente a esos otros Avileses Güertas con fama poco limpia. Los Pachecos eran claves en su declaración apoyando o negando esta aseveración. El primero que declaró fue Fernando Pacheco, vecino de San Clemente y primo del señor de Minaya. En ese sentido parecía que debía ir el testimonio de los Pacheco, hasta que llegó el testimonio de Juan Pacheco y Guzmán, de treinta y seis años, señor de Valdosma y Tejada y también de la villa de Santiago de la Torre,que cuatro años antes había obtenido el hábito de Alcántara. Sus palabras, mezclando nombres, lugares y genealogías fue devastador; hasta se atrevió a acusar a los Ortega de inventarse una ascendencia originaria del fundador de San Clemente, Clemén Pérez de Rus, del que se reconocía una descendiente en el pueblo de apellido Calcerrada. Es curiosa la presentación que nos hace de la plaza mayor de San Clemente como un hervidero de rumores y polémicas; allí se presentaban los diferentes bandos con sus libelos que leían en voz alta para acusar públicamente a sus enemigos con el objeto declarado de destruirlos:

... i dixo que en quanto a la limpieza de los dichos no sabe más que lo que a oído decir a diferentes personas que una de ellas es don Francisco de Montoya  Cauallón familiar del Santo Oficio i don Andrés de los Herreros capitán de la milicia de esta villa que para que saliese la familiatura que tubo detenida don Diego de Ortega padre del pretendiente tubo necesidad de trocarse una abuela o bisabuela que no a entendido que apellido tenía la que se quitó pero a entendido que la que se puso se llamaba fulana de la Calcerrada que era descendiente de Fernán (sic) Pérez de Rus, fundador de este lugar, i la que se supuso era limpia= y que para que se halle más claridad de la verdad me remito a un papel que el comisario del Santo Oficio de esta villa Pedro de Cuenca dexó hecho de la descendencia de los dichos por quien es preguntado i se le dexó a don Francisco del Castillo i sabe esya verdad i lo cita i a don Pablo de Cuenca hermano del dicho comisario vecino de esta uilla:i asimismo cito a don Andrés de los Herreros, a don Miguel de Perona, a don Diego de Alarcón Faxardo vecinos de ella i a don Francisco, i al licenciado Miguel López de Alarcón notario del Santo Oficio, i repreguntado que no obstante lo que dice que a oído a los dichos que qué crédito les a dado i que concepto a hecho el dicho testigo de la calidad de los dichos por quien es preguntado y si a oído a otros hablar en abono o tiene otras raçones o fundamento en pro u en contra de la calidad i limpieza del pretendiente padre o abuelo paterno= dixo que a lo que tiene dicho tiene dado crédito por ser personas principales a quien lo ha oído decir= i que asimismo oi martes veintidós de este mismo mes (noviembre), estando con don Francisco Montoya Cavallón me dixo que él auía aiudado al pretendiente en lo que auía podido i que si él quisiera decir o dixera lo que sabía podía destruirlos i asimismo me a dicho esta mañana el licenciado don Miguel de Perona, abogado de esta villa, como vio un papel que sacó don Francisco de Alarcón Faxardo a la plaça i lo leyó en presencia de ocho o diez personas, que don Miguel de Perona dirá quien si que el dicho papel contenía algunas faltas en la calidad en la limpieza y tócale una descendencia de un moro Macacho al pretendiente i a su familia que se remite a quien lo oyó porque no tiene más fundamento de lo que dice pero a entendido ser cierto por decírselo quien se lo dixo que el dicho papel i el que este testigo a citado en poder de don Francisco del Castillo es todo uno= i asimismo dixo que ablando con el comisario Juan de Villanueva en casa misma del pretendiente i sus abuelos me dixo tiene entendido en quanto a la limpieza no auía en que topar a lo que él entendía i lo tengo por hombre de verdad i que si supiera otra cosa lo dixera: i asimismo me dixo el comisario en esta conversación que en quanto a la nobleça no sabía que la tubiesen antes tenía entendido eran hidalgos de huida que en empadronándolos en un sitio se iban a otro i que de esta manera se andubieron sin litigar en ninguno= i dixo más que a entendido de diferentes personas que el padre Christóval de Ortega tío del pretendiente anda mostrando en la plaça una carta que don Gaspar Pacheco señor de Minaya a escrito a don Rodrigo de Ortega diciéndole en ella que si fueren allá dirá que los auilés que tiene el dicho Miguel de Ortega i el de su casa es todo uno i que el dirá esto i que este testigo sabe esto es a fin de hacerle buena obra al pretendiente por no tocar el dicho auilés de la casa de Minaya i que si les tocase ninguno lo podía saber mexor que este testigo por ser el descendiente de Rodrigo Rodríguez de Auilés i por ser su hacienda i tener todos los papeles de la descendencia i por saber este testigo asimismo que Rodrigo Rodríguez de Auilés casó con doña Beatriz Pacheco hija de Joan Fernández Pacheco señor de Belmonte los quales tubieron por hijos a Joan  Ortega de Auilés lo mataron en la guerra moço de diez i ocho años sin auer dexado sucesión por lo qual se casó Rodrigo Pacheco su hermano menor de quien descendemos todos los Pachecos de la Mancha i que asimismo e oído siempre ser auileses los Ortegas del pretendiente de los Güertas Villamayores de este lugar i que Alonso Güerta iba i benía a las colmenas i hacienda de don Diego de Ortega i se trataba i comunicaba con él por pariente al qual se remite i a Diego de Aualos Güerta su hermano i a los de este apellido i que no sabe por donde le toca el apellido Áuiles que lo dirán ellos a quien se remite i que no a oído no entendido ni sabe más de las calidades del pretendiente padre i abuelo (fols. 52 y 53)

Miguel de Perona, abogado de 36 años, corroboraría las acusaciones de Juan Pacheco. Contrasta el respeto que mantenía hacia don Rodrigo de Ortega, I señor de Villar de Cantos, con el desprecio que manifestaba por la rama Ortega Guerrero del pretendiente. Según él, la familiatura del Santo Oficio de Diego, padre del pretendiente, había estado suspendida cuatro años por haber falsificado los papeles trocando su abuela natural por la mencionada descendiente del primer fundador de San Clemente. Además establecía relación parental directa entre los Ortega y los Güerta. Un tal Pedro de Güerta el viejo, que había sido alcalde ordinario pechero y alguacil mayor, era primo del abuelo Miguel de Ortega, quien le había ayudado a obtener esos oficios. El hijo de Pedro, Alonso Güerta Villamayor seguía manteniendo un trato de primo con el padre de Diego de Ortega Guerrero. Nos presentaba, por último, a Juan Pacheco y Guzmán aislado y enemistado con la familia Pacheco, en especial el señor de Minaya, y con todos los Ortega.

que el dicho señor de Minaya si dice esta conformidad (estar emparentado con los Ortega) será por acer bien i por un disgusto que tubo con don Juan Pacheco, señor de la villa de Santiago y cavallero del  háuito de Alcántara con quien los dichos Ortegas tienen enemistad grande y el dicho don Juan con los dichos Ortegas (fol. 55 rº)

Pero el resto de testigos se echaron atrás en las acusaciones. La polémica ahora andaba en torno a los papeles acusatorios contra los Ortega, existentes a la muerte del comisario Pedro de Cuenca en su oficio. Estos papeles trataban de genealogías y ascendencias y eran bastantes comprometedores para algunas familias del pueblo. Según Francisco Alarcón Fajardo, dichos papeles habían sido sacados del oficio del comisario por el regidor Pedro González de Tébar, un Origüela, que los había destruido. Éste último negaba la destrucción, pero implicaba a don Rodrigo de Ortega, señor de Villar de Cantos, denunciando su presencia en el momento de sacar los papeles del difunto Pedro de Cuenca, y de nuevo salía a colación el nombre de don Francisco del Castillo de Inestrosa. Por supuesto don Rodrigo de Ortega, al que se tomó declaración un veinticuatro de noviembre de 1639, no aportó nada nuevo, salvo su ejecutoria de hidalguía, de la que desgraciadamente no se sacó traslado, y mencionar una ascendencia común con el pretendiente que llegaba vía paterna a los bisabuelos Diego y Francisco.

Tres miembros de la familia Güerta, en declaraciones calcadas una de otra, no reconocieron parentesco con la familia Ortega y un tal Jerónimo de Avilés, que mantenía dicho apellido, reconoció no tener ningún parentesco con los Ortega a los que reconocía lazos con el Señor de Minaya y el marqués de los Vélez de Murcia, que según decía se había alojado en casa de los Ortega en sus visitas a San Clemente. Los comisarios del Consejo de Órdenes habían concluido sus interrogatorios en San Clemente sin pruebas concluyentes contra el pretendiente, así que decidieron ir a Blanca en busca del que todos decían que podía ser el testigo clave: Don Francisco del Castillo e Inestrosa. Antes se pasaron por Alcaraz y Caravaca para hacer informaciones de la ascendencia materna del pretendiente. Sería en esta última localidad donde toparían con un testimonio no buscado, pero de enorme valor, el padre de la Compañía de Jesús Francisco Romero.

El padre Francisco Romero, jesuita y rector del Colegio de Caravaca, había residido años antes en el Colegio de la Compañía de Jesús de San Clemente. Había asistido en el momento de su muerte, hacia 1625, a don Miguel de Ortega, abuelo del pretendiente, y a petición de éste había intentado una reconciliación de última hora, en aras de favorecer la salvación de su alma, con sus enemigos, concretamente con uno de ellos, don Francisco del Castillo e Inestrosa, que había despreciado la reconciliación. Del testimonio del jesuita se refleja el odio entre ambos personajes, presentándonos a un Francisco del Castillo, que además era clérigo, obstinado en incumplir con su obligación cristiana de aceptar el perdón de su enemigo moribundo:

dicho día el padre Francisco Romero de la Compañía de Jesús retor que a sido de este Collegio de Carauaca juró de que lo que diría era la verdad= y fue el caso al dicho padre Francisco Romero que vivía en el Collegio de San Clemente le llamaron para disponer i andar a bien morir a don Miguel de Ortega el dicho padre lo hiço i saliendo de confesarle varias personas le admitieron que dicho don Miguel tenía algunos enemigos en la dicha villa en especial don Francisco del Castillo con el qual auía tenido grandes pesadumbres i que sería bien traerlos i en especial al dicho Francisco para reconciliarlos i acerlos amigos i quitar la nota i escándalo grande que auía en la dicha villa de San Clemente el padre Francisco Romero lo hiço i buscó a don Francisco del Castillo i le dio el siguiente recado de parte de don Miguel de Ortega= como se estaba muriendo i deseaba asegurar su salvación de todas maneras i perdonar a sus enemigos i que bien sabía que auía tenido enemistades capitales que hiciese merced de venirle a uer para perdonarle y pedirle perdón i el dicho don Francisco del Castillo nunca se quiso dexar persuadir con las raçones diuinas y humanas que el dicho padre le alegó para irle a uer como de hecho no quiso ir i el dicho padre le respondió= señor don Miguel de Ortega a cumplido con la obligación de cristiano i io con la de mi oficio como no quiere cumplir con la suia a Dios dará la cuenta i con eso lo dexo (folio 94 rº y vº)


Pero la obstinación de Francisco del Castillo de unos años antes había desaparecido cuando los comisarios del Consejo de Órdenes le encuentran en Blanca un doce de diciembre. Ahora es un anciano de 65 años, refugiado en el cuidado de sus ganados, y que, aunque se presenta a sí mismo como el mayor enemigo que an tenido padre y abuelo del pretendiente, quiere olvidar las afrentas pasadas. Reconocía que la familiatura de Diego de Ortega había estado empatada varios años tras la denuncia de un tal Juan de Gemio ante el comisario del Santo Oficio Pedro de Cuenca, que emparentaba a los Ortega con los Avileses Güertas, conocidos en el pueblo como judíos notorios, pero lo atribuía a una invención de los enemigos de los Ortega sin darle veracidad a este papel como tampoco se la daba a lo que el llamaba el truco de la abuela. Su declaración dejaba el camino libre para la obtención del hábito de Santiago a don Diego de Ortega y Guerrero. A continuación todos los Pachecos de la comarca saldrían en su apoyo, recordando el glorioso pasado común de la familia de asentadas raíces en los años de la Reconquista.


*La información de dicho proceso nos la da el profesor Vincent Parelló. Según su estudio de los Castillo y, en concreto, el expediente 5416 del legajo 381 del Archivo Diocesano de Cuenca, nos refiere a don Francisco del Castillo e Inestrosa como descendiente de Violante González, cuyos huesos fueron quemados en la plaza Mayor de Cuenca en 1497. En 1613 Francisco del Castillo que era regidor de San Clemente y miembro de la compañía de Jesús sufrió un proceso inquisitorial por criptojudaísmo y blasfemia. Ya entonces considerado como notorio descendiente de judíos (de lo cual él no se arrepentía: boto a Dios que sé mui bien que soi judío de señal o descendiente de judíos de señal) y hombre desvergonzado y bellaco, cuyas opiniones heréticas eran propias de un arriero. Sus blasfemias iban contra Dios, la Virgen o los Evangelios, negando por ejemplo la resurrección de Lázaro. De San francisco decía que tocándole a la honra perdía la paciencia. Aunque más peligrosas eran sus amistades: mantenía relaciones con Simón Rodríguez y la comunidad portuguesa, que ya hemos estudiado, y había estado en Roma al servicio del marqués de Villena, lo que al parecer había aprovechado para visitar la sinagoga de esta ciudad.



La información sobre Francisco del Castillo y la persecución inquisitorial que sufrió la familia se puede ver en el magnífico trabajo del profesor Vincent Parelló:


Vincent Parello, «Los Castillos ante el tribunal de la Inquisición de Cuenca (siglos xv-xvii)», Les Cahiers de Framespa [En ligne], 18 | 2015, mis en ligne le 26 juin 2015, consulté le 11 juin 2016. URL: http://framespa.revues.org/3220 ; DOI : 10.4000/framespa.3220


Anexo: fe de bautismo de don Diego de Ortega Guerrero

En la villa de San Clemente a veinte i siete días del mes de mayo de mil i seiscientos i veinte i tres años yo don Juan de Cavallón teniente mayor del beneficiado bapticé a Diego hijo de don Diego de Ortega y de doña Beatriz Guerrero su legítima muger nació a primero de mes de abril de dicho año fue su compadre de pila el moço declarósele la obligación i parentescofueron testigos Esteban Sánchez y Bartolomé López y lo firmé Juan de Caballón i a la margen de la dicha partida dice don Diego Ortega i Guerrero (fol. 57 vº)



AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6009. Don Diego de Ortega Guerrero, 1639, folio 21 rº y vº.

domingo, 5 de junio de 2016

Los orígenes medievales de los Ortega (I)

La aspiración a un hábito de las órdenes militares era la aspiración principal de cualquier familia sanclementina en la búsqueda de su reconocimiento social. A veces, caso de Francisco Astudillo Villamediana en 1641, ser reconocido como caballero de la orden de Santiago era la alternativa al fracaso de conseguir la ejecutoria de hidalguía de su padre, pero también el paso previo para el reconocimiento de su hijo como Gentil Hombre de Boca de Su Majestad. Otras, tal en 1636, se intentaba asegurar a temprana edad el título de caballero de la orden de Alcantara para el nieto, Benito Piquinoti Galindo, y evitar el rosario de acusaciones de sangre judaica y condición pechera del abuelo, Pedro González Galindo

En otras ocasiones, caso de los Ortega, la ejecutoria de hidalguía ya se había logrado hacia 1609*, por Francisco de Ortega y su hijo don Rodrigo de Ortega y Avilés, I señor de Villar de Cantos. Ahora, hacia 1640, la familia conseguirá para dos jóvenes vástagos de la familia, Diego y Rodrigo, de apenas 16 y 27 años respectivamente, los hábitos de la orden de Santiago. La finalidad, además del reconocimiento, no cabe duda que era callar bocas en su villa natal de San Clemente sobre las acusaciones del origen plebeyo de algunos de sus apellidos. Concretamente, el apellido Avilés, tachado de pechero, y el apellido Tébar (y también Rosillo), ligado a la familia conversa de los Origüela.

La obtención del hábito de la orden de Santiago para don Diego Ortega y Guerrero en 1639 debió ser pensada como el reconocimiento definitivo de la aceptación de esta familia en el círculo reducido de nobles y adinerados de la villa. Doscientos testigos darían fe de los orígenes medievales de esta familia, con casa solar en Asturias y su parentesco y antepasados comunes con los Pacheco. Solo había una persona que parecía saber demasiado  para aguar la fiesta a aquel joven de 18 años; se trataba de Francisco Castillo e Inestrosa, pero sin duda este hombre que ya había tenido problemas veinte años antes con el Santo Oficio decidió ausentarse de la villa con motivo de las pruebas y evitarse complicaciones innecesarias; pudiendo más el miedo que el odio y resentimiento que tenía hacia los Ortega, de los que sospechamos que habían sido los instigadores de su proceso inquisitorial. No en vano el abuelo Miguel había sido desde 1592 comisario del Santo Oficio, puesto en el que le había sucedido su hijo Diego, padre del pretendiente. Pero con lo que no podía contar don Diego Ortega era con que uno de los Pacheco rompiera con el consenso de esta familia para su aceptación como caballero de las órdenes militares. Hablamos de Juan Pacheco y Guzmán, señor de Valdosma y Tejada y caballero de la orden de Alcántara.

Las dudas sobre la hidalguía de los Ortega las sembró Francisco de Alarcón Fajardo, comisario del Santo Oficio, haciéndose eco de unas palabras oídas a Francisco del Castillo e Inestrosa y la existencia de unos papeles acusatorios que le había legado el difunto comisario Pablo Cuenca. Según esta versión, las pruebas harían descender a los Ortega de los Avileses Güerta, una familia pechera, emparentada con los Origüela, y a la abuela paterna de don Rodrigo, María Rosillo, natural de Santa María de Campo, de un morisco. Las pruebas endebles, pues al igual que Francisco del Castillo, no daban señales de vida, no suponían ningún riesgo para el pretendiente Diego de Ortega y Guerrero. Pero el testimonio de don Juan Pacheco y Guzmán, que añadió a las acusaciones anteriores la de que don Diego procedía ni más ni menos que del moro Macacho**, obligó a la realización  de nuevas pruebas. Todos los Pachecos declararon, el señor de Minaya, los de Belmonte, los de San Clemente, los del Provencio e incluso Don Iñigo Pacheco, teniente general de las galeras de España y nieto del difunto alférez mayor de la villa Juan de Pacheco y Guzmán, cuyo título de alférez conservaba.

¿Qué razones habían llevado a don Juan Pacheco para acusar de pechería y falta de limpieza al pretendiente? Las desconocemos o al menos las que aportan los comisarios del Consejo de Órdenes nos parecen insuficientes, aunque dejaban muy mal parado al caballero de Alcántara presentado como un títere en manos de su mujer. Visión simplista de nuestro personaje, pues tuvo el valor de insistir por segunda vez con más contundencia en sus acusaciones, sin tener en cuenta, quizás por desconocimiento, que sobre los Pacheco existían sospechas de haberse inventado un  pasado glorioso con origen en las montañas de Asturias. Cómo era manejado don Juan Pacheco y Guzmán por su mujer, lo expresaba así el licenciado Iranzo:

que se auía de escusar de decir porque su muger se lo abía pedido que no digese y que botado a Christo que si decía que le auía de abrir por medio porque para dios le tenía perdonado y para el mundo no le quería perdonar y que las dichas palabras auían sido con pasión

Las dudas que aportaba Juan Pacheco obligó a los comisarios del Consejo de Órdenes a iniciar nuevos interrogatorios. Se decidió empezar por el comisario licenciado Juan Villanueva Merchante, que en su anterior declaración había aseverado la limpieza de sangre e hidalguía de don Diego Ortega y Guerrero, pero ahora aportaría toda la información que antes había callado. El valor de su declaración como tantas otras veces es que, aunque desprovista de matices acusatorios, por la información que aportaba, sembraba las dudas:

fue preguntado si sabía por donde le tocaba a don Miguel de Ortega, abuelo paterno del pretendiente el apellido Auilés: dixo que solo sabe que en esta villa ai dos apellidos auilés, uno que anda junto con Güertas y Origüelas i este es de mala opinión i otro que está iunto a los Pachecos que es el que dicho don Miguel de Ortega tenía i al principio de la executoria de don Rodrigo de Ortega señor de Villar de Cantos hace mención en las estampas de la dicha executoria del capitán Juan de Ortega i Auilés aunque en ella no está probado por donde le toca lo Auilés i tiene por cierto i sabe constantemente que el Auilés que tiene don Miguel de Ortega i lo contenido en la executoria en las dichas estampas es Auilés de la casa de Minaya y no Auilés Güerta i Origüela y repreguntado por donde le consta que lo Auilés de dicho don Miguel de Ortega sea como dicho tiene de la casa de Minaia i no de los Auileses Güerta: dixo que a entendido que don Miguel Ortega se trataua de pariente con los de la casa de Minaia i que sabe con certeça la ascendencia y descendencia de los Auileses Güertas i que por ninguna línea está cierto no le toca i que asi aunque no sabe por qué casamiento se iunto lo Auilés con lo Ortega tiene por cierto no puede dexar de ser de la casa de Minaya o de otra parte que sea mui limpio i mui bueno respeto de no ser de los dichos Güertas como tiene dicho

La declaración  del licenciado Villanueva mostraba la solidaridad corporativa debida al pretendiente, cuyos abuelo y padre eran familiares del Santo Oficio como el licenciado, pero por la imprecisión de afirmaciones como que la ejecutoria (de la que curiosamente no se aporta traslado ni en este expediente ni en el de don Rodrigo Ortega Monteagudo) no probaba la relación del apellido Avilés con el de Ortega o su incapacidad de recordar casamiento entre ambos apellidos, creaba nuevas dudas.

Ya en los interrogatorios llevados a cabo en 1593 con motivo del matrimonio entre Jorge de Mendoza, futuro Marqués de Agrópoli, y María de Garnica, hija de Hernando de Avilés, se reconocía la naturaleza de hombre llano de este último. Además don Pedro de Oma, aportaba que los Avileses Güertas había llegado a la villa hacía entre ciento cincuenta y doscientos años. Cosa constatable, así como su buena relación con los Origüelas, pues el año de 1515 el alcalde de la villa eran Alonso González de Origüela  y regidor Alonso González de Güerta.

Así el apoyo incondicional que el licenciado Villanueva había otorgado en su declaración se volvía en contra del pretendiente, tanto por los nuevos datos aportados como por las dudas que planteaba. La solidaridad de clase cerró filas con don Diego Ortega Guerrero. Los principales nobles de la villa declararían a su favor; los Pachecos de toda la comarca también, excepción hecha de don Juan Pacheco y Guzmán que seguía en sus trece. En cualquier caso, la solidaridad que recibió don Diego en 1639, le faltaría a don Rodrigo año y medio después cuando pretendió el mismo hábito de Santiago.

Se iniciaba un nuevo y tortuoso camino de toma de declaraciones que se extendieron durante todo el mes de diciembre de 1639 y que estudiaremos a continuación.

* La carta de ejecutoria de hidalguía se presentó junto con otros documentos en el expediente para la obtención del hábito de Santiago de don Rodrigo de Ortega, III señor de Villar de Cantos. No se copió traslado en el expediente, aunque aparece citada al final con fecha de expedición de la Chancillería de Granada de 9 de junio de 1609.
**El moro Macacho era el moro derrotado por Alfonso Martínez del Castillo Macacho, hijo de Clemén Pérez de Rus, en el cerco de Algeciras; tomando el sol que el moro traía por divisa para su escudo de armas,



Anexo

Genealogía de don Diego de Ortega Guerrero, natural de la villa de San Clemente, a quien su Magestad hiço merced del áuito de Santiago

                                                  Padres

Don Diego de Ortega, natural de la dicha villa de San Clemente, y doña Beatriz Guerrero Xirón, natural de la ciudad de Alcaraz, 

                                            Abuelos paternos

Don Miguel de Ortega y Auilés***, natural de la villa de San Clemente, y doña María Rosillo de Mendoça, natural de la villa de Santa María del Campo

                                           Abuelos Maternos

Don Antonio Guerrero, natural de la ciudad de Alcaraz, y doña María Muñoz Xirón, natural de la villa de Carauaca

                                         Actos positivos

 El padre y el abuelo paterno del pretendiente familiares del Santo Oficio de la Inquisición

En Madrid a veynte y tres de octubre de 1639

Gregorio de Tapia (rúbrica)


*** Miguel de Ortega y Avilés era hijo de Diego de Ortega, a su vez hermano de Francisco de Ortega, que tuvo por hijo a don Rodrigo de Ortega, primer señor de Villar de Cantos


AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6009. Don Diego de Ortega Guerrero, 1639, folio 21 rº y vº.

sábado, 4 de junio de 2016

La infame memoria de Luis Sánchez de Origüela.

Mencionar el nombre de Luis Sánchez de Origüela y recordar las gotas de su sangre judía que podía llevar cualquier sanclementino era la mayor afrenta que podía sufrir cualquier vecino de la villa. Una sola gota de su sangre en las venas podía acabar con las aspiraciones de cualquiera que quisiera ocupar una posición principal en la villa, pero también un golpe a su buen nombre, a su honra y a su consideración de cristiano viejo. Y sin embargo eran muchos los que participaban de esta sangre; incluso los descendientes de Juan López Rosillo, el reductor del Marquesado, se hallaban contaminados. No es extraño, que cuando Juan de Rosillo, alcalde ordinario el año 1641, lanzó un furibundo ataque contra Francisco de Astudillo Villamediana, sacará a colación una retahíla interminable de parientes judíos del susodicho, penitenciados y relajados, pero evitará mencionar el maldito nombre de Luis. Sí lo hará con motivo del expediente para la obtención del hábito de Santiago de don Rodrigo de Ortega, pero para decirnos que a Luis Sánchez de Origüela lo quemaron por soberbio no por hereje. Todos conocían su historia y su nombre, pues su sambenito colgaba de la puerta principal de la Iglesia Mayor de Santiago. El sambenito denunciaba la herejía, pero ante todo la mezcolanza de una sociedad en rápido crecimiento demográfico, donde todos, adquirido cierto poder, se intentaban presentar como cristianos viejos y donde siempre había enemigos dispuestos a recordar los turbios orígenes sociales de cada cual.

Hoy menospreciamos el valor de los símbolos en aquélla sociedad del seiscientos, pero para los contemporáneos eran muy importantes. Recuerdo que el primer documento que leí sobre la villa de San Clemente, allá por el año 1985, fue un testamento que hoy sería incapaz de situar en los protocolos notariales del Archivo Histórico Provincial de Cuenca, por aquel entonces en la Casa de la Cultura. Inmerso en los estudios de las mentalidades y los cambios en la religiosidad, me encontré con este documento tan curioso y su protagonista tan singular. El protagonista era un hombre que, como última voluntad testamentaria, mandaba se le enterrara cubierto por una estera en el suelo de la entrada principal de la Iglesia mayor de Santiago para ser pisoteado por todos los feligreses; pretendía así redimir su principal pecado en vida: su vanidad en el vestir.

Valga la digresión para entender cómo impresionaban en aquella sociedad las imágenes visuales o los simples gestos rituales. Todavía en 1641, ciento veinticuatro años después de su muerte, se conservaba colgado a la entrada de la Iglesia de Santiago el raído sambenito del quemado Luis Sánchez Origüela. Hasta allí fueron los comisarios del Consejo de Órdenes, don Antonio Pimentel y Sarmiento y don Andrés de Nieva y Salazar, un veinticuatro de abril de 1641, con motivo de la pruebas para el hábito de Santiago del III señor de Villar de Cantos, encontrando fijado en la puerta principal de la Iglesia el mencionado sambenito:

sambenito que está fixado sobre la puerta principal de la iglesia mayor de esta billa que mira a medio día ... 
"Luys Sánchez de Origüela vecino de San Clemente hereje y judaiçante quemado año de mil i quinientos i diez i siete"

(AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, fol. 182)*

¿Sería aventurado decir que la construcción de la fachada norte de la Iglesia de Santiago esconde la intención de ocultar la infame memoria de Luis Sánchez de Origüela y su sambenito? Ese lienzo de muro corrido de la Iglesia de Santiago que da su espalda a la plaza del ayuntamiento nos parece el símbolo de una construcción celosa de sus secretos que quiere ocultar su pasado a la modernidad.

Las dudas nos surgen a la hora de determinar la verdadera razón del proceso inquisitorial que acabaría con Luis Sánchez de Origüela en la hoguera. La versión de la figura del judío falsamente convertido, que se burlaba de las imágenes de Semana Santa y comía carne los viernes, rivalizaba con la propia versión de los Origüela y sus aliados, que recordaban a su antepasado en la viva memoria oral como víctima de las rivalidades políticas de aquellos años de comienzos del quinientos. Nosotros nos quedamos con esta segunda versión, sin dudar de los orígenes judíos de la familia Origüela.

La presentación de Luis Sánchez de Origüela como víctima de las rivalidades políticas fue recordada por Miguel Sevillano en 1641. Miguel Sevillano, que había nacido hacia 1579 y contaba por entonces sesenta y dos años, fue uno de los hombres más influyentes de la vida sanclementina de la primera mitad del seiscientos. Escribano y regidor del ayuntamiento de la villa, era hijo de forasteros que habían llegado a la villa en la segunda mitad del siglo XVI y ejemplo de hombre hecho a sí mismo. Su proximidad al poder local y al corregidor, su propio oficio de escribano, que le permitía controlar todas las transacciones económicas, y su habilidad para mantener un equilibrio entre las rivalidades de las familias le había servido para medrar personalmente. No faltó alguna afortunada alianza matrimonial. Su padre del mismo nombre, había recibido una rica herencia de su suegra María de Montoya; era hijo de Martín Sánchez de Posadas, que de Socuéllamos había ido a vivir a San Clemente, donde casaría con Elvira Sainz Sevillana, que a su vez, como delatan los apellidos era hija de dos foráneos: Clemén Sainz Sevillano y María Catalana. El caso es que Miguel Sevillano, el hijo, consolidará una gran fortuna personal, en la que no faltará el negocio ganadero, y será determinante en la política sanclementina de la primera mitad del siglo XVII, apoyando la política central del corregidor y ayudando al encubramiento de las dos familias que dominarán los años centrales del seiscientos: Astudillos y Ortegas.

Miguel Sevillano, conocedor como nadie de las rivalidades por el poder, supo presentarnos a Luis Sánchez de Origüela, como una víctima más de las mismas. Exagerando en su defensa como cristiano viejo, acertaría en la valoración política de los hechos ocurridos ciento veinte años antes, aprovechando para lanzar una clara acusación de mestizaje no deseado contra los Rosillo y dudando así de la limpieza de sangre de una familia de las rancias y de abolengo, que hacía de su capilla de Santa Ana el símbolo de su pureza:

preguntado si sabe que Luys Sánchez de Origüela fue relaxado al braço seglar por el Santo Oficio de la Ynquisición y por qué= dixo que el dicho Luys Sánchez de Origüela siendo como era christiano biejo e noble abía tenido algunos enemigos e conspiraron contra él diciendo auía dicho mal de los monumentos de la Semana Santa y abía comido carne en biernes y otras cosas que en aquellos tiempos debieron de sonar mal e por ello fue relaxado y quemado en esta villa año de mill e quinientos e diez y siete y sabe este testigo que el dicho Luys Sánchez de Origüela era como tiene dicho christiano viexo e hidalgo porque era nieto por baronía de Juan González de Origüela caballero de la banda y espuela dorara en tiempo del rey don Juan el segundo e porque era ermano de don Gonçalo de Origüela que casó una hija con hijo de Juan López Rosillo  por donde entró el apellido en casa de los Rosillo

(AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, fol. 174)

Ser hidalgo, y más en esta zona, no significaba ser cristiano viejo. En San Clemente contaba más la segunda condición que la primera. San Clemente no aceptaba a los hidalgos: nunca tuvo, a diferencia de otras villas, un padrón de hidalgos. Cuando un jovenzuelo llamado Pedro Sánchez de Origüela, el primero de los Origüela, llegó con pretensiones nobiliarias a la villa de San Clemente el 30 de junio de 1455, tuvo que renunciar a ellas para ser aceptado como vecino, además de pagar dos mil maravedíes:

Pedro Sánchez de Origüela el qual fue reçiuido por veçino hidalgo y hauiendo pedido en su petiçión que le metiesen en los ofiçios deste conçejo no se le conçedio hasta que rrenunçiase su hidalguía y él la rrenunçió y con esto fue rresçiuido con condiçión que diese dos mill mrs. para el dicho concexo 

(de la copia de ejecutoria e hidalguía de Pedro González Galindo, folio 12 vº, inserta en el expediente del hábito de Santiago de Francisco de Astudillo Villamediana. AHN. ÓRDENES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 2798)

La renuncia a su hidalguía posibilitó el ascenso de los Origüela a los oficios municipales. Su acceso a las alcaldías está constatada. La participación de esta familia en los cargos municipales en los años previos a la condena de Luis fue muy activa. Dos hijos del primer Origüela accedieron a los cargos de alcaldes ordinarios en 1514 y 1515, Pedro Sánchez de Origüela y Alonso Hernández de Origüela. Por aquella época la lucha banderiza entre familias era el pan de cada día. Don Diego Torrente Pérez ya atisbó algo de esta situación. Los documentos que nos aporta sobre Lope Rodríguez, macero real, nos hablan de la familia Origüela, de los hijos de Pedro, como aliados y hemos de suponer defensores oportunistas de los intereses políticos de los Reyes Católicos. Pero también de las luchas de dos hombres defensores de los intereses reales, Alonso López Rosillo, hermano del reductor del Marquesado, Juan López Rosillo, y Juan López Tendero. No olvidemos que con la hija de este López Tendero, de nombre Elvira, casaría el primogénito de los Origüela, Pedro. Por eso la situación de los Origüela cambia. De perseguidos y solicitadores de seguro y amparo real en 1478, pasan a triunfadores de la vida municipal de la villa de San Clemente en 1491. La situación tras la muerte de Isabel la Católica en 1504 y las dos décadas siguientes desataría las rivalidades. Perona o Herreros y también los Rosillo, en un bando, y Tendero y Origüela, en otro.

Las alianzas y las rencillas entre Rosillo, Origüelas y otras familias se fraguaron en esta época, en la que alternan los odios y matrimonios según los intereses de cada momento. Pero, los odios de los Rosillo (que vienen de estos años ochenta del siglo XV, embarcados en pleitos con los vecinos de Castillo de Garcimuñoz y con la comunidad judía), pudieron más que las alianzas matrimoniales. Y es de suponer que renacerán en la segunda década del quinientos con Alonso López Rosillo, el hijo de Juan, alternando y rivalizando en la alcaldía del pueblo con los Origüela. Dicho de otro modo, Alonso López Rosillo, casado con la hija de un Origüela, rivalizaba y compartía el poder municipal.

En las rivalidades intervino un segundo factor, como fue la marginación del poder local de los hidalgos. Estos en su mayoría se había refugiado en la aldea de Vara de Rey, pero ya en 1480, habían intentado participar en el poder local de San Clemente con matrimonios con las hijas de los vecinos principales sanclementinos. Aunque fueron rechazados en aquel momento, por la exención fiscal que pretendían, los sanclementinos llegados por vía matrimonial a la nobleza.

El conflicto se plantearía años después en la Chancillería de Granada. En los años que van de 1512 a 1519, los hidalgos de San Clemente intentarán vía judicial el acceso al poder local. Curiosamente los Rosillo harán valer su condición hidalga en el pleito, pero no los Origüela ni Alonso López Rosillo, casado con una Origüela, que prefieren seguir controlando el poder municipal desde su condición pechera. La sentencia no vendría hasta 1537, en una época que ya no tenía mucho sentido, pues pocos años después el acceso al poder se haría a través de regidurías perpetuas. Ese mismo año los hidalgos de Vara del Rey conseguían una parcela propia de poder con el título de villa de este lugar y la exención jurisdiccional de la villa de San Clemente. El hecho es que durante todo el primer tercio del siglo XVI, se impidió el acceso al poder, al menos sobre el papel, de varias familias principales, tentados de acceder a él vía matrimonial. Eran los años del inicio de la pujanza de la villa, que recibía numerosos inmigrantes, vecinos de las villas comarcanas o de lejanas tierras.

Es en ese contexto, de una sociedad temerosa de perder su identidad por la avalancha de recién llegados, donde se dan los procesos inquisitoriales contra los Origüela, no sólo en San Clemente, también en su tierra solar del Castillo de Garcimuñoz. Ya en 1510, el presbítero Alonso González de Origüela había sido penitenciado por decir misa sin guardar el ayuno. Los procesos inquisitoriales entre 1518 y 1521 persiguieron a los Origüela tanto en San Clemente como en su villa natal de Castillo de Garcimuñoz. En la Iglesia mayor de esta villa, la de San Juan Bautista, colgarían varios sambenitos de esta familia condenados en esas fechas. La condena de Luis Sánchez de Origüela vino precedida por un cambio en los cargos municipales en San Clemente. que, aparte de la natural rotación del poder, mostraba la marginación de los Origüela: Francisco de los Herreros sustituiría a Alonso González de Origüela como alcalde ordinario en 1516.

Los intentos de aproximación al poder de los Origüela a mediados de siglo, serían respondidos con nuevos procesos inquisitoriales. Entre las condenas de ese momento destaca la de Pedro González de Origüela en 1561, el nieto del quemado Luis, acusado de palabras contra el Santo Oficio e inhabilitado para desempeñar oficios públicos. Conocedor de la inhabilitación y temeroso del Santo Oficio, se hallaba en Córdoba ejerciendo de alguacil.

Hoy planteamos muchas de las rivalidades citadas como hipótesis, el tiempo y la consulta de los documentos de la época nos dará o nos quitará razones. Pero creemos que estamos obligados a plantear hipótesis que animen a la investigación del pasado histórico olvidado de la villa de San Clemente. Las luchas banderizas en las ciudades y villas en Castilla a la muerte de Isabel Católica fue algo común en todas ellas; la lucha por el poder de las oligarquías locales a costa de los recién encumbrados conversos también. Si conocemos estas disputas quizás lleguemos a saber qué fue de San Clemente en 1521 con ocasión de la guerra de las Comunidades.

 Mientras, olvidado y esperando nuestra curiosidad, permanece en una de las estanterías del Archivo Diocesano de Cuenca el proceso de Luis Sánchez Origüela. Su infame memoria que sería recordada durante ciento cincuenta años por las familias rivales sanclementinas como la mancha y raíz infecta de la que había que huir, hoy reposa plácidamente junto a un puñado de legajos. Es un reto y una obligación moral recuperar la memoria de este hombre, víctima de sus ideas y sus ambiciones personales y políticas.

* También en el expediente para la obtención del hábito de la orden de Santiago de Francisco de Astudillo, se puede leer sobre el mencionado sambenito:
hallamos uno con llamas que es el primero de la segunda ilera que dice ansí= Juana Hernández de Astudillo, muger de Pedro Hernández de Hellín vecina de San Clemente hereje judaiçante quemada año 1521= iten hallamos otro sambenito con llamas que es el quinto de la primera hilera y dice ansí= Luis Sánchez de Origüela vecino de San Clemente hereje judaiçante quemado año de 1517 (fol. 123 vº)

viernes, 3 de junio de 2016

La ascendencia conversa de los Ortega y los Marqueses de Valdeguerrero

El licenciado Juan Villanueva Merchante era hacia mediados de siglo XVII comisario del Santo Oficio de la villa de San Clemente. Por el mismo oficio que desempeñaba era muy dado a los árboles genealógicos de los vecinos de la villa y, en concreto, parecía tener especial obsesión por la ramificación del apellido Origüela entre los diferentes linajes de San Clemente. La difusión de estas genealogías entre los contemporáneos era auténtica munición contra aquellos que pretendían llegar al poder local en manos de sus enemigos. Los conocimientos que el licenciado Villanueva tenía del pasado de Francisco de Astudillo Villamediana convirtió su camino para lograr el hábito de Santiago en calvario. Algo parecido le sucedió a don Rodrigo de Ortega y Monteagudo, III señor de Villar de Cantos. Pero don Rodrigo, que participaba del apellido Avilés, contó con el apoyo de los Pacheco, no de todos, en la defensa de su limpieza de sangre e hidalguía; Francisco de Astudillo Villamediana solo contó con su dinero.

En una sociedad con unas familias ricas tan mezcladas, donde primaba más el dinero que la limpieza de sangre, no tardaría en encontrar nuestro licenciado Villanueva sangre judía en la bisabuela paterna de don Rodrigo, Jimena de Llanos Tébar, y en el abuelo materno, Baustista García de Monteagudo. Otros apellidos que daban gloria al linaje, como el de Avilés que los entroncaba con los siglos de la reconquista también fueron objeto de debate. Ocasión tendremos para hablar de ello Reproducimos el testimonio de Juan de Villanueva por su interés para el conocimiento de la participación Origüela en la familia Ortega y, por ende, en sus sucesores, los marqueses de Valdeguerrero. La declaración del licenciado Villanueva nos acerca también a la sucesión familiar de los Rosillo:

En la dicha villa dicho mes i año para la dicha información recibimos juramento en forma de derecho al comisario Joan de Villanueba vecino i natural de esta villa i lo hiço de decir verdad i guardar secreto i dixo lo siguiente

Preguntado si en años pasados a tenido algún pleito con don Rodrigo de Ortega, padre del pretendiente vecino de esta villa i sobre qué materia i de que se originó: dixo que abrá cinco o seis años poco más o menos que don Fernando Rosillo natural i vecino de la villa de Leçuça diócesis de Toledo capituló a este testigo en el Consejo Supremo de la Inquisición imputándole abía echo áboles de  genealogías de todos los linages de esta villa de San Clemente i veinte leguas en su contorno quiándoles la onrras y este pleito debió de fomentar don Rodrigo de Ortega padre del pretendiente por ser primo segundo del dicho don Fernando u el origen fue según piensa este testigo por auer ellos entendido que este que declara auía dispuesto contra la limpieza de don Alonso de Rosillo pretendiente residente en Indias hermano entero del dicho don Fernando Rosillo que pretendía ser comisario del Santo Oficio

Preguntado si sabe obtuviese el dicho Alonso Rosillo el título de comisario i que se despachasen las pruebas en su fabor dixo que Alonso Rosillo natural de esta villa i abuelo del dicho  Alonso Rosillo pretendiente de la dicha comisiatura casó en Alcaraz con Veatriz Cano abuela ansimesmo del dicho Alonso Rosillo pretendiente de comisiatura i a entendido que este testigo que se probó por dicha Veatriz Cano tenía ascendientes penitenciados con sanbenitos en la dicha ciudad de Alcaraz i que no saldría con su intento el dicho Alonso Rosillo demás que por auer de hacerse el despacho en Murcia i residir como dicho tiene en Indias puede auer salido sin que este testigo lo sepa i que dicho don Rodrigo Ortega pretendiente no es descendiente de dicha Veatriz Cano y preguntando por donde tienen el parentesco de primos segundos que lleba de esto dixo que Joan Rosillo que llaman el reductor del Marquesado de Villena tuvo entre otros hijos a Fernando Rosillo que casó con Elvira González en San Clemente i estos entre otros tubieron a Alonso Rosillo i Fernando Rosillo y este Fernando Rosillo casó en Bara de Rei con María de Gabaldón= y estos tubieron entre otros a doña Ana Rosillo abuela paterna del pretendiente i dicho Alonso Rosillo abuelo i dicho Alonso Rosillo abuelo del dicho Alonso Rosillo que pretendiente de la comisiatura que como dicho es casó con Beatriz Cano era hermano de Fernando Rosillo padre de la dicha doña Ana Rosillo i así por lo Rosillo son primos segundos como lleba dicho sin tocarle nada de la dicha Veatriz Cano=

Preguntado si al dicho don Rodrigo de Ortega le toca el apellido de Origüela i si tal apellido es limpio sin raça ni mezcla de moro judío ni converso en ningún lado por remoto i apartado que sea= dixo que el dicho pretendiente don Rodrigo de Ortega es hijo de don Rodrigo de Ortega i doña Ines de Ortega i nieto de don Rodrigo de Ortega i de doña Ana Rosillo: y dicho abuelo fue hijo de Francisco de Ortega i Joana Ximénez de Llanos i esta Joana Ximénez fue hija de Cristóbal de Tébar i de Ginesa de Llanos: i dicho Cristóbal fue hijo de Pedro Sánchez de Origüela i de Ana de Tébar natural de la villa del Castillo i dicho Pedro Sánchez de Origüela fue hijo de Pedro Sánchez de Origüela el primero de este apellido que vino a esta villa de la del Castillo i allí que es su origen se sabrán las calidades a que por aora  se remite=

Preguntado si por otra parte toca al pretendiente dicho apellido de Origüela dixo= que Bautista García abuelo materno del pretendiente fue hijo de Antón García i de María de Tébar i esta fue hija de Cristóbal de Tébar i de Ginesa de Llanos de manera que el abuelo paterno y materno del pretendiente eran primos hermanos por lo Origüela: y la decendencia del dicho Cristóbal de Tébar ya la tiene dicha= y preguntado si los apellidos de Tébar, Llanos  Origüela i Rosillo es limpio dixo que los Rosillos y Llanos son de esta villa i los tiene por limpios de toda raça: i que para los Origüela y Tébar se remite al Castillo donde son originarios donde se podrá probar la verdad= i preguntado si del dicho Pedro Sánchez de Origüela de quien deciende el pretendiente ay algunos decendientes con actos positivos de limpieza dixo= que Pedro González Galindo vecino de Madrid i natural de esta villa fue familiar del Santo Oficio i este tiene un nieto hijo de Francisco María Piquinoti del háuito de Alcántara: i fray Pedro de Tébar religioso franciscano i fray Bartolomé de Tébar de la orden de San Agustín consultores del Santo Oficio i lo fue don Gaspar de Garnica prior de Santiago i don Francisco de Montoya vecino de esta villa es familiar: i un hijo suyo don Diego de Montoya fue del háuito de San Joan i don Alonso de Montoya sobrino del dicho don Francisco es Inquisidor de Murcia todos los cuales son descendientes de Pedro González de Origüela el primero que vino a esta villa i Aldonça Sánchez su muger cada uno en grado diferente pero todos dentro del sesto y el pretendiente es quinto nieto del dicho Pedro Sánchez de Origüela que para que conste de los grados y actos positiuos le pedimos hiciese un árbol y lo dixo lo daría firmado de su nombre i juro sería cierto i verdadero leyósele lo ducho ratificóse en él i lo firmó

Don Antonio Pimentel i Sarmiento (rúbrica)
Licenciado Juan de Villanueva Merchante (rúbrica)
Don Andrés de Nieba Salazar (rúbrica)


Árbol genealógico

1.-Pedro Sánchez de Origüela natural de la villa de Castillo de Garcimuñoz vino a San Clemente y casó con Aldonça Sánchez

     2.- Gonzalo de Origüela casó en Albacete con Leonor González

                   3.- Gonzalo de Origüela casó en el Castillo casó con Francisca Fernández de Valenzuela
                          4.- Hernando de Avilés casó en San Clemente con doña Juana de Valderrama
                                 5.- Don Gaspar de Garnica, prior de Santiago y calificador Sto. Oficio

    2.- Pedro Sánchez de Origüela casó iº en San Clemente con Elvira López Tendero i 2º en el Castillo con Ana de Tébar

                    3.- Gonzalo González de Tébar casó en el Castillo con María de Araque Valenzuela
                           4.- Diego de Tébar casó con doña María Aldana
                                 5.- Fray Pedro de Tébar religioso franciscano calificador Sto. Oficio

                    3.- Christóbal González de Tébar casó en San Clemente con Xinesa de LLanos
                          4.- Bartolomé Llanos de Tébar casó en S. Clemente con Dª Gerónima de Garcilópez
                                 5.- Fray Bartolomé Llanos de Tébar religioso agustino calificador Sto. Oficio 
                          4.- Joana Ximénez de Llanos casó en S. Clemente con Francisco de Ortega
                                 5.- Don Rodrigo de Ortega casó con doña Ana Rosillo
                                        6.- Don Rodrigo de Ortega casó en San Clemente con doña Inés de Ortega
                                              7.- Don Rodrigo de Ortega que pretende un hábito de Santiago

                     3.- Pedro Sánchez de Origüela casó en Santa María de Campo con María Galindo
                          4.- El licenciado Pedro González Galindo casó en San Clemente con Isabel García de Monteagudo
                                  5.- Pedro Galindo familiar del Sto. Oficio casó con doña María de Tébar
                                        6.- Doña Antonia González de Tébar casó en Madrid con Francisco María Piquinoti
                                              7.- Don Benito Piquinoti del hábito de Alcántara

    2.- María Sánchez del Origüela casó en el Castillo con Gabriel Caballón

                     3.- María Sánchez de Origüela casó con el Castillo con Gabriel de Caballón
                          4.- Juan de Caballón casó en el Castillo con Inés Sánchez
                                 5.- Isabel de Caballón casó con Juan de Montoya
                                         6.- Don Pedro de Montoya casó en el Castillo con doña Ana Fernández   Cobos
                                               7.- Don Francisco de Montoya familiar del Santo Oficio casó en   Cuenca con doña Isabel de Salazar
                                                        8.- Don Diego de Montoya del hábito de San Juan
                                               7.- Don Pedro de Montoya casó en Cuenca con doña María Ana de Salazar
                                                       8.- Don Alonso de Montoya inquisidor de Murcia
                       
     2.- Alonso de Origüela
                              .... Rama de los Astudillo.


AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, fols. 62-64 vº. (Árbol geneálogico del licenciado Villanueva en folio 258 rº)

sábado, 28 de mayo de 2016

Incredulidad religiosa a fines del siglo XVIII en El Cañavate

Ermita de Trascastillo
La imagen del pasado histórico se mueve dentro de los tópicos. El librepensamiento lo reducimos a aquellas minorías más ilustradas de la sociedad y las actitudes o creencias religiosas del pueblo llano las limitamos a su devoción de la misa, procesiones o romerías o, en el otro extremo, a la blasfemia o al ex abrupto. Con razón decía el hispanista Pierre Vilar que los españoles, con un palo o con una vela, siempre hemos ido detrás de los curas.

Pero por qué no podemos imaginarnos a unos simples labradores, enzarzados en discusiones teológicas en el discurrir diario de sus labores de siembra y labranza. Tal ocurrió en El Cañavate un día seis de noviembre de 1790.  Domingo Casas, natural de Alarcón y residente en El Cañavate, de oficio mayoral de mulas, tuvo la osadía de discutir todos y cada uno de los dogmas que pasaron por su cabeza y lo hizo delante de los labradores que le acompañaban. Su incredulidad no pasaría desapercibida al Santo Oficio.

Domingo Casas se encontraba a mediados de noviembre de 1790, como mayoral de mulas que era, en casa de Pedro de la Torre, un rico hacendado de El Cañavate. Antes de salir a sembrar y rodeado de otros labradores del lugar llamados Juan Francisco Rubio, Pedro Domingo de la  Fuente, Gregorio Reillo, Juan de Dios López y Antonio Moreno, Domingo Casas comenzó una discusión en la que sin tapujos puso en duda los dogmas de la Iglesia:

Domingo Casas: Pues vuestras mercedes creen que hay infierno, pues yo no lo creo, si lo hubiera no obraran mal y que según obraban los sacerdores se infería que no había infierno y en lo que dicen del infierno que es un fuego todo es mentira y si lo hay nos condenamos todos clérigos, frailes y obispos, pues ninguno cumple con su obligación

Labrador: Pues hombre no hemos de creer que hay infierno, porque aunque no lo hemos visto lo enseña la fee y nos lo dicen los libros

Domingo Casas: ¿Pues que todo que dicen los libros se puede creer? pues yo no he visto que ninguno buelba  (del infierno)a decir lo que para allá

Labrador: Pues hombre Jesuchristo y María Santísima estubieron en el mundo en cuerpo y alma como nosotros y no lo vimos pero lo creemos, y que fue virgen antes del parto, en el parto y después del parto

Domingo Casas: Esa es la errónea en que están algunos, ¿quién sabe si estubieron? ¿y cómo puede ser parir y quedar virgen?

Labrador: Pues hombre a quién a oído vuestra merced todos esos disparates, ha sido a su amo (hablando por un sacerdote que tiene el señor don Pedro para administrar su hacienda)

Domingo Casas: que no, que lo oyó a un predicador muy hábil, que lo que predicaban era para contenernos, pero que no eran tanto como decían, y que también oyó decir a un hombre muy ábil, que no hay Dios y que no podemos hablar, que nos delatarán a la Inquisiciòn, y nos tienen con esto metidos en un puño, y que lo hacen por aterrar y pasmar a las gentes

Las invectivas de Domingo Casas iban, desde unas convicciones muy esquemáticas, contra las creencias religiosas, pero lanzaban sus dardos contra la Iglesia y sus ministros como controladores de la conciencia y del librepensamiento, a los que acusaba de no creerse sus propios principios de fe, y difusores de invenciones para dominar las conciencias y la gentes. El asunto, por supuesto, acabó en manos de la Inqusición; que los autos salieran del tribunal de Cuenca y estén presentes en grado de apelación en la Suprema indica que, a pesar de nuestro desconocimiento, debieron estar implicados o bien el señor Pedro de la Torre o bien algún sacerdote del pueblo, pues aparecen en la declaración de los delatores inmersos en la sombra de la duda de ser posibles propagadores de tan irreverentes pensamientos.



Archivo Histórico Nacional,INQUISICIÓN, 3722, Exp. 252. Proceso contra Domingo Casas, residente en El Cañavate, por palabras heréticas, 1790

Oficios concejiles de Villanueva de la Jara en 1521

Reproducimos la composición de los oficios del concejo de la villa de Villanueva de la Jara con motivo del poder concedido a Juan Romo, vecino de la villa, para encabezar sus rentas reales el 16 de enero de 1521. La estructura de los oficios de la villa estaba compuesta por dos alcaldes ordianarios, tres regidores, dos alguaciles, un procurador del común y siete diputados del concejo y de la comunidad, que debían representar a los diferentes vecinos y aldeas de la extensa tierra de Villanueva de la Jara, que incluía aldeas como Tarazona, Quintanar del Marquesado, Gil García, Casasimarro o Madrigueras.


Sepan cuantos esta carta de poder vieren como nos el conçejo justiçia rregidores comunidad e oficiales e omes buenos de la villa de villanueva de la xara estando ayuntados en conçejo en la sala del ayuntamiento a campana rrepycada según que lo hemos de uso e de costumbre de nos ayuntar e estando en el dicho ayuntamiento los honrrados señores alonso de olmeda e pedro garçia alcaldes hordinarios en la dicha villa ... pedro del atalaya e pedro de beamud e lope garçia rregidores de la dicha villa e pedro peynado e alonso sais alguasiles de la dicha villa e pedro montagudo procurador de la comunidad de la dicha villa e juan sánchez del atalaya e clemeinte pardo e alonso garçia del cañavate e sebastián de cavallón e miguel garçía e alonso descobar e juan de la osa diputados del conçejo e de la comunidad de la dicha villa e otros vecinos de la dicha villa...



Archivo General de Simancas, PTR, LEG, 5, DOC.95 . Poder otorgado por la Villa de Villanueva de la Jara a Juan Romo para encabezar las rentas de la villa. 1521


La escritura de obligación para encabezar a la villa por sus alcabalas de los años 1520 y 1521, se puede encontrar en 

Archivo General de Simancas, PTR, LEG, 5, DOC.92

La Tercera Guerra Carlista: el combate de Minglanilla (1874)

Aunque la Tercera Guerra Carlista en la ciudad de Cuenca, y en la misma provincia,  ha sido estudiada ampliamente*, aportamos aquí la descripción del combate de Minglanilla por el general carlista Manuel Salvador y Palacios, Jefe del Ejército del Centro, en una carta mandada el 17 de marzo de 1874 al Infante Carlos Alfonso de Borbón y narrando los hechos militares acaecidos unos días antes. La misiva tiene no poco de justificación de la actuación militar de Manuel Salvador y Palacios, responsabilizando a su subordinado Cid.

(Imagen: sentado, el pretendiente Carlos VII)






Serenísimo Señor

Con motivo de la toma de la importante villa de Vinaroz y de la inexpugnable Amposta, el enemigo fuerte de ocho a nueve mil hombres, con diez y seis piezas de artillería y trescientos caballos divididos en dos columnas principió su movimiento de avance, la una en dirección de Vinaroz y la otra de San Mateo para introducirse en el corazón del Maestrazgo, la una apoyada por el mar, marchando paralelos tres vapores y la otra por el único llano que tiene el Maestrazgo, viéndome en la imposibilidad de atacarlas por la situación topográfica que ocupaban, dispuse que los batallones 3º y 4º  del Maestrazgo a marchas forzadas se dirigieron a la rivera de Valencia con el objeto de llamar la atención del enemigo y proporcionarse recursos de armas, caballos y dinero y con la brigada de Cucala seguir el mismo movimiento, tan luego como el enemigo tuvo conocimiento de mi marcha, retrocedió rápidamente para proteger a Valencia y ver si podía evitar que los batallones 3º y 4º recorriesen la rivera.

Sabedor de que se encontraban los referidos batallones en terreno donde no podían ser alcanzados, me dirigí con la brigada Cucala a Chelva, donde supe que la columna del rebelde Calleja, fuerte de cuatro mil hombres y cuatro piezas de artillería y doscientos caballos se encontraba en el pueblo de Landete provincia de Cuenca y puesto en combinación con el 2º Comandante General de Valencia, coronel Santes, dispuse marchase a Utiel, donde recibiría mis órdenes, yo me dirigí  con la brigada Cucala hacia la parte en que se encontraba el enemigo que ya había salido de Landete por Mira, Camporrobles y Villalgordo se dirigían a Minglanilla, siguiéndola en su marcha hasta colocarme en el expresado pueblo de Villalgordo, junto el más avanzado de su dirección en la noche del ocho y hora de las ocho mandé uno de mis ayudantes con ocho caballos al pueblo de Utiel donde se hallaba el 2º Comandante General de Valencia con su división para que al amanecer se me incorporase y reunidas las fuerzas mande la Brigada de Cucala con mi Jefe de Estado Mayor Coronel Belda, que pasare el Cabriel por el puente de Pajazo para que pudiera atacarla por la retaguardia, al primer Batallón de Cazadores del Cid que lo verificase por la izquierda por el puente de Vadocañas y ya por la carretera a pasarla por el de Contreras con cuatro batallones y la caballería llevando de vanguardia una sección de tiradores escolta del 2º Comandante General.

Serían las nueve de la mañana, cuando ya había pasado el puente de Contreras cuya subida por las zis-zas que forma la carretera es una verdadera fortaleza; tuve aviso por la descubierta de caballería que el enemigo avanzaba a la carrera y no pudiendo tomar la altura retrocedí a colocarme en las posiciones de los dos lados del puente para no dejarme el Cabriel a la espalda, en esta situación se rompió el fuego, que duró cinco horas, sin que el enemigo pudiera avanzar un solo paso de sus posiciones.

En este estado la Brigada Cucala, con mi Jefe de Estado Mayor que había emprendido su marcha a las cinco de la mañana, pasando el puente de Pajazo y el puerto de Salinas, consiguió colocarse a retaguardia del enemigo después de unas seis horas de marcha forzada. En el alto del puerto se detuvo esta brigada, esperando a que yo con la división Santes apareciese en lo alto de la carretera que donde el puente de Contreras conduce a la Minglanilla, pero no habiendo oído el fuego que yo había roto hacía algún tiempo emprendió la marcha a la carrera, pasando por la Pesquera y cayendo de improviso sobre Minglanilla lograron después de un ligero tiroteo apoderarse de la población y de cuarenta y siete soldados de la Lealtad y Cazadores de Mérida, que con un teniente se había dejado el enemigo, sin duda para custodiar los efectos que allá había dejado, con los prisioneros logró apoderarse de nueve caballos, cincuenta fusiles Remington con sus correspondientes municiones, dos sables, varias lanzas y más de doscientos morrales que allí había, y a seguida salió por la carretera al expresado puente de Contreras, en donde suponía había roto yo el fuego; más al poco tiempo de su salida divisaron al enemigo que tomaba posiciones a derecha y a izquierda de la carretera en la alturas de las Cabrillas. La Brigada Cucala en vistas de esto, formó sus batallones en masa desplegando algunas compañías en guerrilla, emprendiendo desde luego el ataque, quedando de esta manera el enemigo cortado, pero a consecuencia de haber sido ocupadas por él formidables posiciones, le fue imposible arrollarlo, debiendo su salvación no al número y artillería que tenía, sino a haber agotado las municiones después de tres horas de fuego, comprendiendo entonces aquella Brigada, que algo había que impedía la llegada de las fuerzas de la División Santes y herido Cucala en un brazo, emprendió la retirada en el mayor orden, recogiendo todos sus heridos.

De haber cumplido con mis instrucciones su deber el primer Batallón Cazadores del Cid, es indudable que la columna hubiera sido completamente derrotada, pero éste en vez de atacar la izquierda, volvió a repasar el Cabriel dejando abandonado su puesto sin disparar un tiro.

Nuestras pérdidas han consistido en diez y ocho muertos y cincuenta y un heridos, muchos de ellos leves; las del enemigo, han sido más considerables, pues a más de haber dejado en el campo gran número de efectos y nueve caballos según relación de la Cruz Roja ha tenido igual número de muertos y setenta y seis heridos conducidos a Albacete, más los cuarenta y siete prisioneros que antes se mencionan.

Lo que tengo el honor de poner en su conocimiento de V. A. en cumplimiento de mi deber.

Dios guarde la preciosa vida de S. A. R. Tales, 17 de marzo de 1874

Serenísimo Señor

Manuel S. Palacios

Serenísimo Señor Ynfante Don Alfonso de Borbón y Austria de Este, General en Jefe del Ejercito Real de Cataluña, Valencia y Murcia





Archivo Histórico Nacional,DIVERSOS-ARCHIVO_CARLISTA,115,Exp.3 - 516. Correspondencia de la Tercera Guerra Carlista. 1774


*ROMERO SAIZ, Miguel: El saco de Cuenca. Boinas rojas bajo Mangana. Diputación Provincial de Cuenca. 2011

domingo, 22 de mayo de 2016

Divisiones administrativas del partido de San Clemente en el siglo XVIII




Las divisiones administrativas que a continuación se detallan corresponden a elaboraciones propias, fundadas en la consulta de diversos documentos del Archivo Municipal de San Clemente, hace ya veinte años. Las organizaciones administrativas de las que San Clemente era cabeza nuclear eran dos desde el siglo XVI: el corregimiento de las diecisiete villas, establecido en 1586, y, otra más amplia, el distrito de rentas reales del Marquesado de Villena, con un origen medieval, pero que tuvo a San Clemente por su cabeza desde que hacia 1580 la tesorería de rentas reales recayera en vecinos de San Clemente de forma permanente. Habría que añadir otra división, que empezó a pergeñarse hacia la década de 1630, que convertía a San Clemente en centro de reclutamiento militar para la dotación de presidios o cabeza fiscal para la recaudación de los servicios de millones, con tesorería propia desde 1634. Estas divisiones que se ajustaban más a la provincia de Cuenca y comprendían las villas del sur de esta provincia, tanto de realengo como de señorío, no llegaron a cuajar.

La división política del corregimiento de las diecisiete villas comenzó a romperse muy pronto desde el siglo XVII por el paso a jurisdicción señorial de algunas villas como Santa María del Campo y, sobre todo, desde el siglo XVIII con la creación de corregimientos propios en Iniesta, Villanueva de la Jara (después con cabeza en Tarazona), Sisante o, como alcaldía mayor, Motilla del Palancar y después Villarrobledo.

Pero la verdadera dislocación del partido de San Clemente fue cuando se quebró en dos el distrito de rentas reales del Marquesado de Villena. Tal hecho ocurrió en 1718, con la llamada Nueva Planta. Recuerdo la lectura de este hecho en algún expediente del Archivo Histórico Nacional, por ser especialmente sentida por los contemporáneos como una desgracia, en sus propias palabras como la pérdida de la parte baja del Marquesado. El distrito de rentas reales del Marquesado de Villena que abarcaba un espacio que comprendía el Sur de Cuenca, Albacete y algunos pueblos de Alicante y Murcia desaparecía definitivamente y, con él, el recuerdo de aquella creación medieval que estuvo a punto de constituir un Estado propio. Sólo la creación de una Junta de Armamento y Defensa durante la Guerra de la Independencia fue capar de vertebrar de nuevo un espacio que fue más allá de los límites provinciales (hablando en propiedad episcopales).

Excluimos las divisiones militares del siglo XVIII, San Clemente, que se apartará de la vieja organización militar del adelantamiento de Murcia (con la que convivirá hasta la Guerra de Sucesión), dependerá de Cuenca, salvo en algún espacio de tiempo, como en 1762, que, dependiente de la Caja de Reclutamiento de Ciudad Real, llegó a ser distrito propio



SUBDELEGACIÓN DE RENTAS REALES DEL PARTIDO DE SAN CLEMENTE (DESDE 1718)

Este distrito fiscal de rentas reales se corresponde con la Superintendencia de rentas reales desde 1718, que desgajó la parte baja del Marquesado y sus partidos de Chinchilla y Villena, y la posterior creación en 1760 de una Subdelegación de Rentas Reales. Incluye la relación tanto villas como lugares.

San Clemente, Alarcón, Alconchel, Almonacid, Barchín, Casasimarro, Casas de Guijarro, Casas de Benítez, Casas de Haro, Casas de los Pinos, Casas de Fernando Alonso, El Peral, El Quintanar del Rey, El Pedernoso, El Cañavate y su barrio de Cañadajuncosa, El Picazo, El Cerro, Gabaldón, Iniesta, La Alberca, La Minglanilla, Las Pedroñeras, La Losa, La Puebla de San Salvador, La Motilla del Palancar, La Atalaya, La Fuensanta, La Roda, Ledaña, Las Mesas, Madrigueras, Mira, Minaya, Montalbos, Pozoseco, Pozo Amargo, Perona, Rubielos Altos, Rubielos Bajos, Sisante, Tarazona, Villanueva de la Jara, Villalgordo del Júcar, Villagarcía, Vara del Rey, Villar de Cantos, Utiel, Villalgordo del Marquesado, Villarejo de Fuentes, despoblado de Santiago de la Torre, despoblado de Villanueva de la Torre

ADMINISTRACIÓN PRINCIPAL DE LA RENTA DEL TABACO DEL PARTIDO DE SAN CLEMENTE (SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII)

Distrito de Villanueva de la Jara

Villanueva de la Jara, Casasimarro, Motilla, Alarcón, Olmedilla de Alarcón, Gabaldón, Gascas, El Peral, Barchín, Rubielos Bajos, Pozoseco, Rubielos Altos, Valhermoso, Valverdejo

Distrito de Villarrobledo

Villarrobledo, Pedro Muñoz, Munera, Las Mesas, Socuéllamos, El Provencio

Distrito de Sisante

Sisante, Vara del Rey, Perona, Villar de Cantos, Cañavate, Cañadajuncosa, Atalaya, Tébar, El Picazo, Pozo Amargo,

Distrito de Belmonte

Belmonte, Mota del Cuervo, Villaescusa de Haro, Villarejo de Fuentes, Osa de la Vega, Puebla de Almenara, El Pedernoso, Las Pedroñeras, La Alberca, Hinojosos del Marquesado, Santa María de los Llanos, Tresjuncos, Hontanaya, Almonacid del Marquesado, Fuentelespino de Haro

Distrito de Honrubia

Honrubia, Castillo de Garcimuñoz, Almarcha, Torrubia del Castillo, Hinojosa, Olivares del Júcar, Cervera del Llano, Montalbanejo, Villar de Cañas, Alconchel, Villalgordo del Marquesado, Villar de la Encina, Pinarejo, Santa María del Campo

Distrito de La Roda

La Roda, Barrax, Minaya, Fuensanta, Lezuza, Villagordo del Júcar, Casas de Benítez, Montalbos, Casas de Guijarro, Casas de Fernando Alonso, Casas de Haro

Distrito de Iniesta

Iniesta, Tarazona, Quintanar del Rey, Villa García, Madrigueras, Ledaña, El Herrumblar, Alcadozo, Villarta, Villalpardo, Graja de Iniesta, Puebla de San Salvador, Castillejo de Iniesta

PARTIDO DEL CORREGIMIENTO DE SAN CLEMENTE EN EL AÑO 1760

Aunque bajo la autoridad nominal del corregidor de San Clemente, y en algún caso sometidos también a sus visitas y comisiones,se trataba de distritos administrativos judiciales con absoluta autonomía en cuanto disponían de la primera instancia, o en su caso, del derecho de apelación. Pero sí que podemos hablar de un distrito gubernativo en el que el corregidor de San Clemente debía comunicar a través de veredas las diversas cartas, órdenes e instrucciones reales. Distinguimos corregimientos, alcaldías mayores y ordinarias. Estas divisiones fueron variables a lo largo del tiempo, tal es el caso de Villanueva de la Jara, que este año aparece fundida con el corregimiento de Iniesta, o que Utiel se encuentre integrado en la órbita del partido de San Clemente

Corregimiento de San Clemente

San Clemente y sus aldeas de Casas de Fernando Alonso, Casas de Haro, Casas de los Pinos y Perona.

Corregimiento de Iniesta

Iniesta y sus aldeas, Villanueva de la Jara (en otros momentos aparece como corregimiento propio)

Corregimiento de Tarazona

Tarazona, Madrigueras, Quintanar del Rey

Corregimiento de Sisante

Sisante, Vara del Rey y sus aldeas (Casas de Benítez, Pozo Amargo), Casas de Guijarro

Corregimiento de Utiel

Utiel

Corregimiento de Alarcón

Alarcón y sus aldeas Picazo y Rubielos Altos (?)

Alcaldía Mayor de Motilla del Palancar

Motilla del Palancar

Alcaldías Ordinarias (villas dotadas con alcaldes ordinarios y la primera instancia)

Alberca, Pedernoso, Villlarrobledo (poseteriormente sería dotado de alcalde mayor), Ledaña, Cañavate, Gabaldón, Puebla de San Salvador, Rubielos Bajos, Pedroñeras, Las Mesas, Minaya, Villalgordo del Júcar, Villagarcía, Casasimarro, Atalaya, Barchín, Mira, Minglanilla, EL Peral, Pozo Seco,



Acompañamos a continuación algunos enlaces de la organización territorial del partido de San Clemente en el siglo XVII, expuesta en diversos artículos de este blog:



Distrito Militar de la Milicia General del Reino


Distrito de Rentas Reales del Marquesado de Villena


Distrito Militar de Dotación de Presidios


Corregimiento de las diecisiete villas