La aspiración a un hábito de las órdenes militares era la aspiración principal de cualquier familia sanclementina en la búsqueda de su reconocimiento social. A veces, caso de Francisco Astudillo Villamediana en 1641, ser reconocido como caballero de la orden de Santiago era la alternativa al fracaso de conseguir la ejecutoria de hidalguía de su padre, pero también el paso previo para el reconocimiento de su hijo como Gentil Hombre de Boca de Su Majestad. Otras, tal en 1636, se intentaba asegurar a temprana edad el título de caballero de la orden de Alcantara para el nieto, Benito Piquinoti Galindo, y evitar el rosario de acusaciones de sangre judaica y condición pechera del abuelo, Pedro González Galindo
En otras ocasiones, caso de los Ortega, la ejecutoria de hidalguía ya se había logrado hacia 1609*, por Francisco de Ortega y su hijo don Rodrigo de Ortega y Avilés, I señor de Villar de Cantos. Ahora, hacia 1640, la familia conseguirá para dos jóvenes vástagos de la familia, Diego y Rodrigo, de apenas 16 y 27 años respectivamente, los hábitos de la orden de Santiago. La finalidad, además del reconocimiento, no cabe duda que era callar bocas en su villa natal de San Clemente sobre las acusaciones del origen plebeyo de algunos de sus apellidos. Concretamente, el apellido Avilés, tachado de pechero, y el apellido Tébar (y también Rosillo), ligado a la familia conversa de los Origüela.
La obtención del hábito de la orden de Santiago para don Diego Ortega y Guerrero en 1639 debió ser pensada como el reconocimiento definitivo de la aceptación de esta familia en el círculo reducido de nobles y adinerados de la villa. Doscientos testigos darían fe de los orígenes medievales de esta familia, con casa solar en Asturias y su parentesco y antepasados comunes con los Pacheco. Solo había una persona que parecía saber demasiado para aguar la fiesta a aquel joven de 18 años; se trataba de Francisco Castillo e Inestrosa, pero sin duda este hombre que ya había tenido problemas veinte años antes con el Santo Oficio decidió ausentarse de la villa con motivo de las pruebas y evitarse complicaciones innecesarias; pudiendo más el miedo que el odio y resentimiento que tenía hacia los Ortega, de los que sospechamos que habían sido los instigadores de su proceso inquisitorial. No en vano el abuelo Miguel había sido desde 1592 comisario del Santo Oficio, puesto en el que le había sucedido su hijo Diego, padre del pretendiente. Pero con lo que no podía contar don Diego Ortega era con que uno de los Pacheco rompiera con el consenso de esta familia para su aceptación como caballero de las órdenes militares. Hablamos de Juan Pacheco y Guzmán, señor de Valdosma y Tejada y caballero de la orden de Alcántara.
Las dudas sobre la hidalguía de los Ortega las sembró Francisco de Alarcón Fajardo, comisario del Santo Oficio, haciéndose eco de unas palabras oídas a Francisco del Castillo e Inestrosa y la existencia de unos papeles acusatorios que le había legado el difunto comisario Pablo Cuenca. Según esta versión, las pruebas harían descender a los Ortega de los Avileses Güerta, una familia pechera, emparentada con los Origüela, y a la abuela paterna de don Rodrigo, María Rosillo, natural de Santa María de Campo, de un morisco. Las pruebas endebles, pues al igual que Francisco del Castillo, no daban señales de vida, no suponían ningún riesgo para el pretendiente Diego de Ortega y Guerrero. Pero el testimonio de don Juan Pacheco y Guzmán, que añadió a las acusaciones anteriores la de que don Diego procedía ni más ni menos que del moro Macacho**, obligó a la realización de nuevas pruebas. Todos los Pachecos declararon, el señor de Minaya, los de Belmonte, los de San Clemente, los del Provencio e incluso Don Iñigo Pacheco, teniente general de las galeras de España y nieto del difunto alférez mayor de la villa Juan de Pacheco y Guzmán, cuyo título de alférez conservaba.
¿Qué razones habían llevado a don Juan Pacheco para acusar de pechería y falta de limpieza al pretendiente? Las desconocemos o al menos las que aportan los comisarios del Consejo de Órdenes nos parecen insuficientes, aunque dejaban muy mal parado al caballero de Alcántara presentado como un títere en manos de su mujer. Visión simplista de nuestro personaje, pues tuvo el valor de insistir por segunda vez con más contundencia en sus acusaciones, sin tener en cuenta, quizás por desconocimiento, que sobre los Pacheco existían sospechas de haberse inventado un pasado glorioso con origen en las montañas de Asturias. Cómo era manejado don Juan Pacheco y Guzmán por su mujer, lo expresaba así el licenciado Iranzo:
que se auía de escusar de decir porque su muger se lo abía pedido que no digese y que botado a Christo que si decía que le auía de abrir por medio porque para dios le tenía perdonado y para el mundo no le quería perdonar y que las dichas palabras auían sido con pasión
Las dudas que aportaba Juan Pacheco obligó a los comisarios del Consejo de Órdenes a iniciar nuevos interrogatorios. Se decidió empezar por el comisario licenciado Juan Villanueva Merchante, que en su anterior declaración había aseverado la limpieza de sangre e hidalguía de don Diego Ortega y Guerrero, pero ahora aportaría toda la información que antes había callado. El valor de su declaración como tantas otras veces es que, aunque desprovista de matices acusatorios, por la información que aportaba, sembraba las dudas:
fue preguntado si sabía por donde le tocaba a don Miguel de Ortega, abuelo paterno del pretendiente el apellido Auilés: dixo que solo sabe que en esta villa ai dos apellidos auilés, uno que anda junto con Güertas y Origüelas i este es de mala opinión i otro que está iunto a los Pachecos que es el que dicho don Miguel de Ortega tenía i al principio de la executoria de don Rodrigo de Ortega señor de Villar de Cantos hace mención en las estampas de la dicha executoria del capitán Juan de Ortega i Auilés aunque en ella no está probado por donde le toca lo Auilés i tiene por cierto i sabe constantemente que el Auilés que tiene don Miguel de Ortega i lo contenido en la executoria en las dichas estampas es Auilés de la casa de Minaya y no Auilés Güerta i Origüela y repreguntado por donde le consta que lo Auilés de dicho don Miguel de Ortega sea como dicho tiene de la casa de Minaia i no de los Auileses Güerta: dixo que a entendido que don Miguel Ortega se trataua de pariente con los de la casa de Minaia i que sabe con certeça la ascendencia y descendencia de los Auileses Güertas i que por ninguna línea está cierto no le toca i que asi aunque no sabe por qué casamiento se iunto lo Auilés con lo Ortega tiene por cierto no puede dexar de ser de la casa de Minaya o de otra parte que sea mui limpio i mui bueno respeto de no ser de los dichos Güertas como tiene dicho
La declaración del licenciado Villanueva mostraba la solidaridad corporativa debida al pretendiente, cuyos abuelo y padre eran familiares del Santo Oficio como el licenciado, pero por la imprecisión de afirmaciones como que la ejecutoria (de la que curiosamente no se aporta traslado ni en este expediente ni en el de don Rodrigo Ortega Monteagudo) no probaba la relación del apellido Avilés con el de Ortega o su incapacidad de recordar casamiento entre ambos apellidos, creaba nuevas dudas.
Ya en los interrogatorios llevados a cabo en 1593 con motivo del matrimonio entre Jorge de Mendoza, futuro Marqués de Agrópoli, y María de Garnica, hija de Hernando de Avilés, se reconocía la naturaleza de hombre llano de este último. Además don Pedro de Oma, aportaba que los Avileses Güertas había llegado a la villa hacía entre ciento cincuenta y doscientos años. Cosa constatable, así como su buena relación con los Origüelas, pues el año de 1515 el alcalde de la villa eran Alonso González de Origüela y regidor Alonso González de Güerta.
Así el apoyo incondicional que el licenciado Villanueva había otorgado en su declaración se volvía en contra del pretendiente, tanto por los nuevos datos aportados como por las dudas que planteaba. La solidaridad de clase cerró filas con don Diego Ortega Guerrero. Los principales nobles de la villa declararían a su favor; los Pachecos de toda la comarca también, excepción hecha de don Juan Pacheco y Guzmán que seguía en sus trece. En cualquier caso, la solidaridad que recibió don Diego en 1639, le faltaría a don Rodrigo año y medio después cuando pretendió el mismo hábito de Santiago.
Se iniciaba un nuevo y tortuoso camino de toma de declaraciones que se extendieron durante todo el mes de diciembre de 1639 y que estudiaremos a continuación.
* La carta de ejecutoria de hidalguía se presentó junto con otros documentos en el expediente para la obtención del hábito de Santiago de don Rodrigo de Ortega, III señor de Villar de Cantos. No se copió traslado en el expediente, aunque aparece citada al final con fecha de expedición de la Chancillería de Granada de 9 de junio de 1609.
**El moro Macacho era el moro derrotado por Alfonso Martínez del Castillo Macacho, hijo de Clemén Pérez de Rus, en el cerco de Algeciras; tomando el sol que el moro traía por divisa para su escudo de armas,
Anexo
Genealogía de don Diego de Ortega Guerrero, natural de la villa de San Clemente, a quien su Magestad hiço merced del áuito de Santiago
Padres
Don Diego de Ortega, natural de la dicha villa de San Clemente, y doña Beatriz Guerrero Xirón, natural de la ciudad de Alcaraz,
Abuelos paternos
Don Miguel de Ortega y Auilés***, natural de la villa de San Clemente, y doña María Rosillo de Mendoça, natural de la villa de Santa María del Campo
Abuelos Maternos
Don Antonio Guerrero, natural de la ciudad de Alcaraz, y doña María Muñoz Xirón, natural de la villa de Carauaca
Actos positivos
El padre y el abuelo paterno del pretendiente familiares del Santo Oficio de la Inquisición
En Madrid a veynte y tres de octubre de 1639
Gregorio de Tapia (rúbrica)
*** Miguel de Ortega y Avilés era hijo de Diego de Ortega, a su vez hermano de Francisco de Ortega, que tuvo por hijo a don Rodrigo de Ortega, primer señor de Villar de Cantos
AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6009. Don Diego de Ortega Guerrero, 1639, folio 21 rº y vº.
Por no ser muy pesado, no he querido hacer más comentarios en otras entradas. Muy interesante. Muchas gracias por compartirlo y cómo siempre, impaciente por ver la otra parte. Un saludo.
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