sábado, 11 de julio de 2020
domingo, 7 de junio de 2020
Cañadas mesteñas
Tomo 12 de Apeos de Cañadas.
Archivo Histórico Nacional, DIVERSOS-MESTA,387,N.1
1.- Cañada de la Roda, Vara de Rey, Sisante (noventa varas)
La Roda
Desde el sitio de la casa de Torrecillas o Mondragona hasta dar entre la Carrasquilla y la casa del Fiel, prosiguiendo por cerca de la casa de la Lobera, cruzando la manga que llaman de Minaya por entre la casa de Mojorne y la de la Lobera, desde allí se entra en el término de Alcaraz.
Vara de Rey
Otro ramal iba de los llanos de Juan López en Sisante hasta la Rodenada en Vara de Rey, de allí al sitio del Socarradillo, prosiguiendo junto al alto de Montoya por encima del Navarcón de Buedo y dar al haza de las Doncellas, por la parte de arriba de Sanchón, entrar en una hijuela estrecha de San Clemente y cerca de la casa de Torrecillas o Mondragona entrar en La Roda.
Sisante
La Cañada entraba por el puntal del Calvillo en Sisante, prosigue a la derecha del camino de La Mancha y llega al pino de Juana, hasta llegar en par de Casas Benítez y prosigue a dar vista al cerro de la Perra hasta el Carmen y el cerro del Cubo, luego por las lomas de las Torcas, el vallejo del Galgo y cruzando el carril del Marañal hasta el sitio de la Lobera para entrar en término de Minaya hasta el sitio de la Reguera
2.- Cañadas de Buenache de Alarcón, Valera de Abajo, Albaladejo del Cuende y Valera de Arriba (noventa varas)
BUENACHE: Puente de don Juan>> Fuente Blanca>>Peña del Buey Rico>> Senda que va a Gascas>> La Tajada>>Camino que va a Olmedilla de Alarcón>> Villarejo>> El Candelar>> El Carril Blanco
VALERA DE ABAJO: Camino de Cuenca >> Boca del Carril
ALBALADEJO DEL CUENDE: Cerrillos Blancos>> El Caorzo>> El Alto Teresa>> El Roble>> El Padrón
VALERA DE ARRIBA: Pino del Carril>> Campo de la Torre>> La Lancha>> Pinos Altos>> Llueros de Cuenca
Buenache de Alarcón
De la ermita de San Sebastián por el carril Blanco, del puerto de Galeán al camino del Candelar hasta el camino del Villarejo, hasta el sitio del Palmero, camino de Olmedilla, hasta el sitio de la Tajada del Pozo, de aquí a la peña del Boyerizo, a la par de senda de Gascas, y luego hasta la Fuente Blanca, de aquí a la boca del Arroyo Rubio, hasta llegar a la puente de don Juan "y entrar después de pasada en términos diferentes y por baldíos, pinares muy dilatados, no haber labores ni ocupaciones ningunas, respecto de ser tierra arenisca e infructífera.
Valera de Abajo
De la cañada de Albaladejo, en la heredad de Melchor Carrillo en el vallejo el Cuende,, desde allí adelante, prosiguiendo el camino real de Cuenca, hasta la boca del Carril,
Albaladejo de Cuende
De la Boca del Carril a los cerrillos Blancos, de allí al sitio del Caorzo, hasta el alto de Teresa y el alto de Vallejo el Roble, y de allí al Padrón.
Valera de Arriba
Del sitio del Padrón(o el Paredón) hasta la majada de los Carniceros, luego hasta los sitios del Costar y el Pinos Altos, de aquí al campo de la Torre y al prado de la Torre, cerro de la Nava, pinos altos, entrando por unos montes llecos y baldíos de la ciudad de Cuenca
Cañada de Honrubia (Archivo Histórico Nacional, DIVERSOS-MESTA,368,N.1, Apeos y cañadas tomo II)
Del cerro Judío, hasta llegar al sitio de la Vuelta, hasta dar a la aldea de Valdespinar, para dar en la Fuente del Puerco y entrar en la jurisdicción de Tébar.
3.- Cañada de La Alberca
Sitio del Garremaial, de allí a la Fuente del Caballero, de allí al sitio de las Casillas, hasta el puente de Santo Domingo, hasta entrar en término de Las Pedroñeras.
4.- Cañada de Iniesta
Campillo de Altobuey a Jorquera
Rincón de la Parra (en el límite con Iniesta)>>Casas de la Peraleja, >>y el lavajo que dicen casa de Don Pedro de Mirabueno, >>y por la Calera al corral de Juan Ruiz, >>puntal de la Muela >>y Loma de Ledaña >>hasta el sitio que confina con el término de Jorquera
Iniesta
La Balsa o Balsilla, hasta el Horno y de allí al sitio del cerro del Gato, y camino de La Puebla, debajo del cerro Blanco, hasta llegar al sitio del Viso del Retamal la Hoya, cruzando los caminos que vienen de la Puebla hasta la villa de Iniesta, hasta el cerro de las Llaves, por la casa de Rabades hasta llegar a la cañada de la Graja, hasta el sitio pasado el barranco la Raíz Alta, al Humilladero y al sitio de Moreno, a la vista de las casas de Villaharta, hasta los prados de la casa que llaman de Gordín, hasta el mojón Alto, a la vista del corral que dicen del Mal Tiempo, hasta límites y senda que dicen de la villa de Jorquera, hasta llegar al sitio de la Ribera, hasta llegar al sitio de las casas del Castillo (?), a la Lomilla, adelante por el camino que viene de Villaharta a Ledaña, hasta el lugar que mataron al francés y de aquí al sitio de Casablanca, y al camino de Villamalea, hasta el barranco de la cueva del Agua, y a la ermita de San Roque, extramuros de Ledaña, de allí a las casas de Ledaña, en el pozo del Rincón, que es dentro del pueblo,
5.- Cañada de Las Pedroñeras (Archivo Histórico Nacional, DIVERSOS-MESTA,368,N.1, Apeo de cañadas, Tomo II)
Viene de Villar de la Encina, pasa por la Herrada (la Rada), aldea de Villaescusa de Haro
Las Pedroñeras
Desde el pozo de Ramos entra en el término de Las Pedroñeras, hasta el sitio de la Losilla, y el corral de Piedraseca, hasta el alto del Rayo, de allí al sitio de Pinar y Losares, luego hasta el vallejo Largo, luego hasta la Boca del Pinar, de allí hasta la encrucijada de los Caminos cabo la cañada de las Varas, y al Donadío, de allí al cerro Mojón a vista del Calderón hasta el alto del Hijoso, hasta el camino real del Provencio, y llegar al cerro de Valcuerno, siguiendo por el carril de Valcuerno, avanzando la cañada de los Serranos y pasando el camino de Villarrobledo, hasta el sitio del Larguillo, cruzando el camino del Barbecho y llegando a la entrada de las Cañadas, hasta la casa de Ambrosio López, entrando en el término de las Mesas.
Las Mesas
Desde la casa de Ambrosio López, cruzando baldíos, atravesando el carril de Navato, continuando por el sitio de la Cabañuela, cruzando el carril del Pedernoso, hasta lo alto de la casa de Juan Herranz, junto al cerrillo del Aliagar, prosigue por el sitio de la Alista hasta el carril de la Raya, donde concluye el término y entra en el de Socuéllamos por las Hoyalejas y el Jaenal de los Frailes.
domingo, 24 de mayo de 2020
Pedro Cañavate, negador de la transubstanciación
La casa de Ávila era una alquería situada al norte de Casasimarro, junto a la ribera del río Júcar. Era propiedad de la familia Castillo, los herederos de Hernando, el alcaide de Castillo. Por el año 1547, el propietario era su nieto Hernando del Castillo y Toledo, que ostentaba el título de señor de Valera, en nombre de su hija.
En esta casa de campo, moraban algunos renteros que labraban las tierras del señor de Valera: eran los hermanos Diego del Cañavate y Alonso Martínez Cañavate, junto a su hija Catalina, y otro matrimonio formado por Francisco Gibel y su mujer Elvira Sánchez. Allí, poco antes de la Pascua de Navidad, en una velada nocturna, Diego del Cañavate disertó sobre cuestiones religiosas, obviando las implicaciones heréticas de su conversación. Con total naturalidad hablaba que no creía en la presencia de Cristo en la Hostia consagrada ni en cuerpo ni en alma, más allá de la semejanza y figura que dicha Hostia representaba. La afirmación era delicada por doble motivo: primero, por negar el dogma de la transubstanciación en la Eucaristía, por el que media Europa andaba dividida y a palos en la época; el segundo motivo, era proclamar tal herejía en casa de los Castillo, una familia conversa que ya se las había visto con varios miembros encausados en el tribunal del Santo Oficio. Sus compañeros de velada repararon en seguida en el peligro de las afirmaciones, le pidieron que se callase, pues el caso era Inquisición. Su propio hermano Alonso le amenazó con denunciarle.
dixo que no cree que en la Hostia que consagraba el sacerdote estaba el cuerpo de nuestro señor Ihesu Christo, sino que era su figura pintada y que esto era como una ymagen que traían los que pedían limosna que la podían tambien alçar
Diego del Cañavate había nacido hacia 1510 en la Ribera del Júcar, detrás de tal denominación se escondía un conjunto de casas aisladas o alquerías que no llegaron a formar un núcleo con entidad suficiente para formar una aldea y que acabaron girando en torno a otra alquería que nacida en el último tercio del siglo anterior tendría mayor fortuna: el lugar de Casasimarro. Diego del Cañavate, había nacido en una de estas casas aisladas, quizás en la de Ávila, propiedad de la familia y luego de los Castillo, y se había criado en Casasimarro, donde vivía con su padre en una casa alquilada. Hombre desclasado, había ejercido el oficio de carbonero, aprovechando los recursos del cercano pinar de La Losa, complementando este oficio con el de bracero al servicio de otros propietarios de tierras. Con veinte años se había empleado como labrador al servicio de Juan de Enguídanos, con cuya hija casó, viendo la oportunidad de labrar sus propias tierras, pero la mujer falleció tempranamente, y los sueños de este segundón se desvanecieron. Su segundo matrimonio fue más desdichado, por la poca aportación de bienes de su suegro; enlazando con María Navarra, hija de un alpargatero, Miguel Gómez y su mujer la Navarra. Con ella permaneció casado catorce años viviendo de trabajos esporádicos en el pinar, en los campos ajenos de labranza y de las pocas ganancias del oficio de su suegro. Hasta que la mujer falleció y Diego se hallaba al servicio de Hernando del Castillo y Toledo.
Diego trabajaba a jornal las tierras de su amo. El trabajar a soldada era una deshonra para la época, y en el caso de Diego más todavía, pues las tierras que labraba habían sido propiedad de su abuelo y de su padre. En la persona de Diego se plasmaba el fracaso de toda una sociedad y los sueños de crear una república de labradores en la Mancha de Montearagón. Diego era nieto de labradores, Bartolomé Sáez Romo, por parte paterna, y Juan Cañavate, por parte materna. Los abuelos, habiendo vivido en el cambio de siglo, les tocó roturar las tierras del la ribera del Júcar, como muchos otros, en la ambición por conseguir el derecho a la propiedad, habían levantando, caso del abuelo materno, una casa propia, la de Ávila, más abajo del puente de San Benito y un poco más arriba de la que había levantado Fernán Simarro junto a la levantada por los Barriga de Vara de Rey. El padre de Diego, Bartolomé Sáez Romo, consiguió mantener la hacienda familiar, pero el nieto Bartolomé Sánchez Cañavate, y hermano de Diego, fue incapaz de mantener las tierras y casa heredada. No lo sabemos, pero presuponemos la situación. Los Castillo, y en este caso, Hernando que había heredado los censos familiares de su hermano Alonso, se había hecho con las propiedades de los Cañavate, por impago de los réditos de los censos. Aun así, creemos que se buscó una solución amistosa, pues el hermano mayor Bartolomé Sánchez Cañavate vendió las tierras a Hernando del Castillo, mientras que encontraba cobijo y seguridad personal como mayordomo de los señores de Minaya. La fortuna del hermano mayor fue la desgracia de los dos hermanos menores: Diego se empleaba como bracero en las propias tierras familiares; Alonso, aprovechando sus habilidades, marchó a Las Mesas a ejercer de herrero. Algún día sabremos de lo que pasó en los años veinte, mediada la década, pero la crisis y la peste quebrantaron las sociedades de Montearagón y lo que fue un episodio circunstancial, dio origen a una gran migración de hombres, camino de las tierras de Ciudad Real en busca de oportunidades. Alonso seguramente fue uno de esos hombres, que sin llegar a su destino final se quedó en Las Mesas.
Genealogía de Diego del Cañavate
Padres:
Bartolomé Sáez Romo, labrador, vecino de Villanueva de la Jara
Quiteria López,
Abuelos por parte del padre
Bartolomé Sáez Romo, labrador, vecino de Villanueva de la Jara
Quiteria o Catalina Martínez,
Abuelos por parte de madre
Juan del Cañavate, labrador, vecino de Villanueva de la Jara
Su mujer, no aparece nombre
Tíos, hermano de padre
Alonso Martínez Romo, pastor
Tíos hermano de madre
Juan del Cañavate, labrador y carretero, que vive en Caravaca
Antón López del Cañavate, trabajador
Lucía López, vecina de Caravaca
Hermanos de Diego
Bartolomé Sáez del Cañavate, mayordomo de don Francisco Pacheco, señor de Minaya
Alonso del Cañavate, herrero y hortelano en Las Mesas
Hijos con su segunda mujer
Quiteria López, diez años
Ana Sáez, siete años
Lucía López, cinco años
TORMENTO Y SENTENCIA
TORMENTO Y SENTENCIA
AUTO DE LOS INQUISIDORES
Fallamos atentos los actos y méritos deste dicho parte que debemos mandar y mandamos poner a quistión de tormento al dicho Diego del Cañabate para que en él diga la verdad de las cosas de que ha seydo amonestado, el qual dicho tormento mandamos le sea dado por tanto tiempo y espacio quanto a nos bien visto fuere y con protestaçión que le hazemos que sy en él muriere o se trujiere efusión de sangre o detruncación de miembro sea a su cargo y culpa e no a la nuestrea y por esta nuestra sentencia juzgando asi lo pronunciamos y mandamos en estos escritos y por ellos (firma de los dos inquisidores y del fiscal, con presencia de los testigos)
CONTESTACIÓN DEL REO
El dicho Diego del Cañavate dixo que no tiene más que dezir de lo que tiene dicho
INTERROGATORIO BAJO TORMENTO
Inquisidores:
Y ansí les mandaron sus reverencias a la cámara del tormento donde sus reverencias también baxaron con él y estando en él, sus reverencias le dixeron que mire lo que se la ha dicho y se ponga en su libertad y con toda verdad declare la crehencia e intención que tuvo diziendo las dichas palabras de la proposición que se la ha referido dado no que le mandan desnudar
Reo:
Dixo que está a merced de us reverencias, que no tiene más que dezir de lo que tiene dicho
Inquisidores:
Y ansí fue desnudo hasta quedar en camisa y ansi desnudo le mandaron que diga la verdad, dado no que le mandar atar los braços por las muñecas con cordeles de cañamo flojamente
Reo:
Dixo que no tiene más que dezir, syno que se encomienda en Dios y su madre para que le dé esfuerço que en ello pueda sufrir
Inquisidores:
Sus reverencias mandaron al ministro le apriete los dichos cordeles por las muñecas
Reo:
Y estándole apretando dezía: Oh justo señor en vuestras manos me encomiendo y que es más pecador que otro alguno y que dicha tiene la verdad
Inquisidores:
Sus reverencias, que sea cuerdo y no se querrá dexar maltractar, pues solamente se le demanda declare la verdad y dexándolo de hazer demás de querer perseverar en el pecado aún permite que su persona sea maltratada, que es cosa ajena de los hombres racionales
Reo:
Dixo que él tiene confesada la verdad y que es pecador y que no tiene más que dezir de lo dicho y ansí mandaron al dicho ministro que continuase en el dicho tormento
Inquisidores:
Sus reverencias dixeron que a ellos les parece que el tesón que tiene dexando de dezir la verdad sobre la intención que se le demanda debe ser más con la zozobra de apretarale con el dicho cordel que debe tener porque otra razón alguna y porque que confían que puesto en su libertad terná mejor cuidado de lo que hasta aquí para descargar su consciencia, hogaban de se la dar en lo que les es posible, con apercibimiento que le hazían e hizieron que no satisfaziendo a la dicha su esperança y dexando de hazer lo que es obligado le tornarán a mandar continuar el dicho tormento por quanto no le han por suficientemente fecho no conforme a lo que se debe
Reo:
Dixo que ya tiene dicho a sus reverencias y a Dios y que hagan lo que mandaren y que no tiene más que dezir ni que hablar y ansí fue desatado y mandado a la cárcel
Por ante mí, Juan de Ibañeta, notario.
Diego del Cañavate, el veintisiete de julio, volvió a negar las acusaciones por dos veces. El día 24 de agosto de 1547 era condenado por los Inquisidores:
que el dicho Diego del Cañavate salga al cadahalso con los otros penitentes el día del auto, donde le sea leyda la sentencia estando en cuerpo y sin cinto e sin bonete e descalço y con una mordaza a la lengua y abjure de vehementi y sea açotado públicamente en esta cibdad y si toviere algunos v bienes pague la costa... y fecho el dicho auto que subido a un asno y atados los pies y las manos e una soga a la garganta y desnudo fasta la cinta le sean dados cient açotes públicamente trayendo vergüença por las calles acostumbradas de esta cibdad a voz de pregonero
Un tormento inquisitorial
21 de julio de 1547: Diego del Cañavate es sometido a tormento para que declare su pecado: negar el sacramento de la Eucaristía por haber dicho que en la Hostia no está ni el cuerpo ni la sangre de Jesucristo sino una imagen de él y que la consagración de la Hostia por los sacerdotes tenía el mismo valor que la imagen pintada de aquellos pobres que pedían limosna.
AUTO DE LOS INQUISIDORES
Fallamos atentos los actos y méritos deste dicho parte que debemos mandar y mandamos poner a quistión de tormento al dicho Diego del Cañabate para que en él diga la verdad de las cosas de que ha seydo amonestado, el qual dicho tormento mandamos le sea dado por tanto tiempo y espacio quanto a nos bien visto fuere y con protestaçión que le hazemos que sy en él muriere o se trujiere efusión de sangre o detruncación de miembro sea a su cargo y culpa e no a la nuestrea y por esta nuestra sentencia juzgando asi lo pronunciamos y mandamos en estos escritos y por ellos (firma de los dos inquisidores y del fiscal, con presencia de los testigos)
CONTESTACIÓN DEL REO
El dicho Diego del Cañavate dixo que no tiene más que dezir de lo que tiene dicho
INTERROGATORIO BAJO TORMENTO
Inquisidores:
Y ansí les mandaron sus reverencias a la cámara del tormento donde sus reverencias también baxaron con él y estando en él, sus reverencias le dixeron que mire lo que se la ha dicho y se ponga en su libertad y con toda verdad declare la crehencia e intención que tuvo diziendo las dichas palabras de la proposición que se la ha referido dado no que le mandan desnudar
Reo:
Dixo que está a merced de us reverencias, que no tiene más que dezir de lo que tiene dicho
Inquisidores:
Y ansí fue desnudo hasta quedar en camisa y ansi desnudo le mandaron que diga la verdad, dado no que le mandar atar los braços por las muñecas con cordeles de cañamo flojamente
Reo:
Dixo que no tiene más que dezir, syno que se encomienda en Dios y su madre para que le dé esfuerço que en ello pueda sufrir
Inquisidores:
Sus reverencias mandaron al ministro le apriete los dichos cordeles por las muñecas
Reo:
Y estándole apretando dezía: Oh justo señor en vuestras manos me encomiendo y que es más pecador que otro alguno y que dicha tiene la verdad
Inquisidores:
Sus reverencias, que sea cuerdo y no se querrá dexar maltractar, pues solamente se le demanda declare la verdad y dexándolo de hazer demás de querer perseverar en el pecado aún permite que su persona sea maltratada, que es cosa ajena de los hombres racionales
Reo:
Dixo que él tiene confesada la verdad y que es pecador y que no tiene más que dezir de lo dicho y ansí mandaron al dicho ministro que continuase en el dicho tormento
Inquisidores:
Sus reverencias dixeron que a ellos les parece que el tesón que tiene dexando de dezir la verdad sobre la intención que se le demanda debe ser más con la zozobra de apretarale con el dicho cordel que debe tener porque otra razón alguna y porque que confían que puesto en su libertad terná mejor cuidado de lo que hasta aquí para descargar su consciencia, hogaban de se la dar en lo que les es posible, con apercibimiento que le hazían e hizieron que no satisfaziendo a la dicha su esperança y dexando de hazer lo que es obligado le tornarán a mandar continuar el dicho tormento por quanto no le han por suficientemente fecho no conforme a lo que se debe
Reo:
Dixo que ya tiene dicho a sus reverencias y a Dios y que hagan lo que mandaren y que no tiene más que dezir ni que hablar y ansí fue desatado y mandado a la cárcel
Por ante mí, Juan de Ibañeta, notario.
Diego del Cañavate, el veintisiete de julio, volvió a negar las acusaciones por dos veces. El día 24 de agosto de 1547 era condenado por los Inquisidores:
que el dicho Diego del Cañavate salga al cadahalso con los otros penitentes el día del auto, donde le sea leyda la sentencia estando en cuerpo y sin cinto e sin bonete e descalço y con una mordaza a la lengua y abjure de vehementi y sea açotado públicamente en esta cibdad y si toviere algunos v bienes pague la costa... y fecho el dicho auto que subido a un asno y atados los pies y las manos e una soga a la garganta y desnudo fasta la cinta le sean dados cient açotes públicamente trayendo vergüença por las calles acostumbradas de esta cibdad a voz de pregonero
domingo, 17 de mayo de 2020
Alonso Rosillo, blasfemo
Signos de los escribanos de Villanueva de la Jara Francisco Navarro y Andrés Navarro y firma de Alonso Rosillo
Alonso Rosillo había nacido en la Navidad de 1527, en Villanueva de la Jara. Era un hombre sin oficio conocido; viviendo en casa de su padre, se limitaba a hacer lo que este le mandaba. En su familia, la educación era una prioridad y una obsesión por hacer de sus miembros unos buenos escribanos. Alonso Rosillo había estudiado las primeras letras en su pueblo de Villanueva de la Jara e incluso había recibido rudimentos de gramática. Pero el deseo de su padre de hacer de él un buen letrado al mandarlo a la Universidad de Alcalá se había traducido en un fracaso. Hacia 1546 llegó a Alcalá, donde estudió gramática durante dos años, pero tal vez mal estudiante, tal vez simple crápula, abandonó los estudios para volver a su pueblo, donde ayudaba a su padre en el oficio de escribano y en la administración de su hacienda. Su altivez le llevó a comienzos de 1551 ante el Santo Oficio por blasfemar en público. Su error blasfemar ante el alcalde mayor del Marquesado en el momento que se hacían ciertas cuentas de su padre, que para Alonso eran simples trampas que si no fuera Dios del Cielo otro no las podría averiguar o acabar. Una de tantas frases que se decían sin más importancia, pero no si alguien estaba dispuesto a denunciar. Fue el diablo quien le turbo la lengua, diría Rosillo entre lágrimas en su confesión ante la Inquisición. Decían los Inquisidores que las lágrimas del reo les habían conmovido, cosa improbable, pero sentimiento que anunciaba la sentencia benigna de nueve de marzo de 1551: simple advertencia. Este joven de veintitrés años ya había pasado su calvario particular, preso en la cárcel de su pueblo y en las del Santo Oficio en el Castillo de Cuenca.
la familia de Alonso Rosillo era un ejemplo de superación, o al menos la mitad de ella, pues eran dos familias destacadas las que se habían encontrado: los Navarro y los Rosillo. Los Navarro, de sastres se convirtieron en labradores y escribanos. Los Rosillo, de origen incierto, de reductores del Marquesado de Villena en dilapidadores de su fortuna.
GENEALOGÍA DE ALONSO ROSILLO, en 1551
Padres
Francisco Navarro, escribano real y labrador que entiende en su hacienda en Villanueva de la Jara.
María López de Montoya, difunta
Abuelos paternos
Sebastián Navarro que fue sastre y luego vivió de su hacienda
Benita Simarro
Abuelos maternos
Alonso Rosillo, que vivió de su hacienda, fue hijodalgo y vivió en San Clemente
Mencía López
Tíos hermanos de padre
Andrés Navarro escribano, vecino de Villanueva de la Jara
Juan Navarro, labrador de Villanueva de la Jara
María Navarro, que fue mujer de García Gómez, herrero
Catalina Navarro, mujer de Francisco de Córdoba, labrador de Villanueva de la Jara
Isabel Navarro, mujer de Pedro Rodríguez, labrador de San Clemente
Tíos hermanos de madre
Juan Rosillo, labrador y vecino de San Clemente
Otro que fue casado con Isabel Navarro su tía
Teresa Rosillo, mujer que fue de Andrés Navarro
Hermanos
Francisco Navarro, que está estudiando en Salamanca
Hermanas
Mencía López, doncella
María López de Montoya, doncella
Benita Navarro, doncella
Mi agradecimiento a Julia Toledo por hacerme llegar este expediente
domingo, 10 de mayo de 2020
El converso Pedro de Moya
Los inquisidores de Cuenca
decretaron el ocho de octubre la prisión de Pedro de Moya, vecino, por entonces,
de Villanueva de la Jara. Los Moya eran varios hermanos: Isabel, Catalina, Luis,
Diego, Gonzalo, Juana y Pedro. Sus padres eran Juan de Moya e Isabel, la
familia estaba establecida en Iniesta. Pedro era tejedor, su padre Juan tenía
el oficio de carpintero. Una minoría que de lugares diversos había recalado en
Castillo de Garcimuñoz, donde desempeñaban oficios manuales y que tras las
persecuciones inquisitoriales de 1489 en adelante se había dispersado por la comarca,
si bien en Iniesta tenían una existencia anterior. Jaime Zaragozano era
carpintero, converso él mismo, había casado con Isabel Sánchez, otra conversa
de Ocaña, hija de Isabel Sánchez y Alvar Sánchez. Los matrimonios eran endógamos,
dentro del círculo converso. Una hija de Jaime Zaragozano se llamaba María
Sevilla, tomando el apellido del marido Diego Sevilla, judío, asimismo.
Pedro de Moya fue objeto de la
delación de sus vecinos, pues en Villanueva de la Jara pasaba por un hombre
piadoso, que acogía en su casa a los frailes que allí acudían a pedir a la vez
que actuaba de hospital de menesterosos y enfermos. A Pedro de Moya se le
acusaba de practicar el ayuno mayor, para finales de septiembre. La práctica,
aparte de atenerse a la ley mosaica, era negación del sacramento de la confesión:
Seyendo este confesante de fasta quatorze
años uno más o otro menos, su madre deste confesante, que se decía Ysabel Sánchez
de Moya le mandó una vez que ayunase no comiendo en todo el día hasta la noche,
lo qual le decía que hiziese porque Dios padre se sentaba aquel día a juizio e
perdonaba a todos
El día del ayuno mayor un candil
permanecía encendido toda la noche, al igual que en las noches de los viernes a
los sábados. La fiesta del sabath era respetada en toda la familia que holgaba.
Los Moya comenzaron a ocultar sus prácticas mosaicas en cuanto llegaron los
primeros autos de fe de la Inquisición en Sevilla, donde se quemaban los
primeros herejes, alertados por los conversos que llegaban a la fortaleza de Alarcón
desde Sevilla y Ciudad Real. Gonzalo y Luis procuraron contraer matrimonio con
cristianas viejas. No obstante, en Iniesta había un círculo converso muy
importante, en el que las mujeres mantenían las prácticas mosaicas. Conocemos
el nombre de estas mujeres: la mujer de Alonso Hernández de Alarcón, Blanca
Hernández; Isabel, mujer de Juan de Moya; Violante, la mujer de Antón Sánchez de
Santorcaz, todas ellas difuntas en 1519. Pero también otras como María, mujer
de Lope de Alarcón; Leonor, la de Perálvarez de Ciudad Rodrigo; Isabel, mujer
de Pedro Navarrete, y la mujer de Juan López, platero, la conocida por la Platera
vieja. A estas mujeres se sumaba una nueva generación: Isabel de Moya, hija de
Juan e Isabel, casada con Juan López del Castillo; María Sánchez, casada con
Alonso Herrero, e hija de Blanca Sánchez, de los Fandarines de Priego.
Por la confesión de Pedro Moya,
sabemos de la nutrida comunidad judía en Iniesta a fines del siglo XV, si es
que no nos encontramos incluso ante proselitismo entre cristianos viejos.
Recordaba como la ceremonia del ayuno del Yon Kippur se juntaban en casa de su
madre varias mujeres, cuyos maridos ejercían oficios artesanos diversos: Blanca
Ruiz, la mujer de Garci Ruiz, el zapatero; Elvira Sánchez, mujer de Hernando de
Molina, el tendero; Blanca, mujer de Hernando Ruiz, recuero; la de Lope
Martínez zaragozano; Mencía de Moya, mujer de Diego López de Moya, zapatero; la
de Lope Martínez, sastre. En otras ocasiones, el ayuno se hacía en casa de Juan
de Santorcaz, un zapatero, bajo la dirección de su mujer Leonor, hija de Hernán
García de Villarreal, con la presencia de su hijo Antón Sánchez de Santorcaz,
que seguiría la tradición con su mujer Violante, y con presencia de Alonso Díaz
y su hijo Hernando de Iniesta. El organizador de las reuniones era el citado
Lope Martínez Zaragozano. La tradición familiar fue mantenida por Isabel de
Moya, que al igual que su madre andaba descalza el día del ayuno mayor y encendiendo
el candil; Isabel estaba casada con el citado Juan López del Castillo, al que
algún vecino veía dándose cabezazos contra las piedras, cual, si fueran muros
de lamentaciones, en los tiempos muertos que le quedaban en sus quehaceres de
regatón, vendiendo carneros o cualquier otra cosa que se prestase.
Esta minoría conversa fue víctima
de la guerra del Marquesado, Pedro de Moya recordaba haber salido de Iniesta con
sus padres, destino a Alarcón, con motivo de las disputas entre sebosos y
almagrados. El rencor antisemita obligaría después a la familia a emigrar a
Villanueva de la Jara, donde los odios antisemitas pronto despertarían de nuevo.
La solidaridad religiosa iba
acompañada de los lazos de sangre. De la declaración de Pedro de Moya se ve
hasta que grado la endogamia del grupo era cerrada y cómo sería causa de la
caída de todo el complejo converso en manos de la Inquisición:
E luego el dicho Pedro de Moya dixo que
se acuerda que estando en la villa de Yniesta, seyendo este declarante de hedad
de diez u siete años o diez e ocho años, seyendo moço por casar teniendo mucha
amistad con Antón de Santorcaz susodicho que hera su primo hermano yva muchas veces
en casa de Juan de Santorcaz, padre del dicho su primo, tío y hermano de su
madre de este confesante e que lo más al año dormía este confesante en la dicha
casa e fazían su ofiçio de çapateros en casa del dicho Juan de Santorcaz, en el
qual tiempo vio este testigo como se juntaban en casa del dicho Juan de
Santorcaz la madre de este declarante e su padre susodichos e Lope Martínez e
Juan de Santorcaz e su muger Leonor e sus hijos Antón de Santorcaz, que hera de
los días de este testigo, defunto, e Ysabel, hija del dicho Juan de Santorcaz,
e mujer que agora es de Martín Sánchez carpintero, e que podría ser de edad de
treze o quatorze años, e Fernán Garçia, hijos del dicho Juan de Santorcaz, el
qual Fernán Garçía sería de edad de diez o honze años e Leonor muger de Pedro
Blasco el viejo, que fue antes mujer de Almarco, hermana del dicho Juan de
Santorcaz e que la muger del dicho Juan de Santorcaz, no tenía allí parientes
ningunos e que estaba allí Alonso Diaz, veçino de la casa del dicho Juan de
Santorcaz, los quales todos se juntaban en la dicha casa de Juan de Santorcaz e
antes que cayese el ayuno de los dichos judíos, el dicho Juan de Santorcaz y el
dicho Lope Martínez, el qual hera el negoçiante, el qual hera hermano de la
agüela de este confesante e que también venía allí Jaime Zaragozano e Ysabel su
mujer e Juana su hija, mujer de Alonso de Estudillo tendero, vezino de Yniesta e
después de Cuenca y María de Sevilla, muger de Diego de Sevilla, vezina de
Yniesta e que después se vino a vivir a Cuenca, viuda e aquí murió la qual hera
mayor que de las hijas del dicho Jaime Zaragozano e que la Juana que hera la
menor que ya estaba casada e que venía allí asimismo María, muger de Lope de
Alarcón, veçina de Yniesta sobrina de la de Jaime Zaragozano e que venía
asimismo allí Leonor, muger de Perálvarez de Çibdad Rodrigo y que asimismo venía
allí Ysabel, muger de Pedro Navarrete, vecinos de Yniesta, y que a todos los
dichos Juan de Santorcaz e el dicho Lope Martínez les dezían a todos como tal
día hera el ayuno mayor e que lo ayunase que hera muy bueno
Una primera persecución contra
los judeos conversos de Iniesta, estudiada por MORATALLA, se inició en 1489;
entonces fueron encausadas Mayor García, mujer del sastre Alfonso de Huete e
hija de Fernán García de Villarreal, Leonor García, mujer de Juan de Santorcaz,
e Isabel Sánchez, mujer de Jaime Zaragozano. Es esta figura la que enlaza a la
minoría conversa de Iniesta con el bando de los sebosos de Iniesta, pues fue
muerto en los sucesos de otoño de 1477 junto a Pedro de Ocaña[1].
Unos sucesos que, según confesión de Isabel Sánchez, implicaron a más de cien
hombres y que creemos que se reproducen en menor escala en los sucesos citados
por Moratalla en 1485, presentados como una subversión social, donde vemos
implicados varios conversos como Juan de Moya, Alonso de Villarreal o Lope el
platero, pero también otros apellidos iniestenses de abolengo que demuestran
una marginación de ciertos estratos sociales del gobierno de Iniesta[2].
La comunidad conversa, a pesar de las primeras persecuciones, siguió firme, aunque
empezó a salir de su aislamiento con las alianzas matrimoniales con cristianos
viejos de otras localidades, como Enguídanos, estableciendo una solidaridad
familiar fundada en el oficio más que en la sangre. Es esta nueva forma de
proceder la que lleva a Moratalla a pensar en el abandono de ciertos ritos
judaicos e integración religiosa. La realidad era que el conflicto religioso se
mutaba en social.
En realidad, la transformación que se
produce en estas tierras. Existía una minoría conversa muy estructurada en
Castillo de Garcimuñoz y Belmonte, bajo la protección del marqués de Villena. En 1478, con
el establecimiento de la Inquisición, llegan nuevos judíos conversos, huyendo
de Sevilla y Ciudad Real (entonces llamada Villarreal), que son acogidos por las
comunidades locales existentes. Hay una primera persecución contra estas
comunidades a partir de 1489, que supone una pequeña diáspora de estos grupos,
huyendo de Castillo de Garcimuñoz, cuya "aljama" conversa se rompe.
La solidaridad judeoconversa se extiende desde San Clemente a Hellín, Alcaraz o
Iniesta donde son acogidos muchos de los perseguidos. Apellidos como los Moya,
en el oficio de plateros, o Astudillo, aparecen enlazados con los Valdolivas y
Peñafieles de Castillo de Garcimuñoz[3]. Pero
también se acoge a huidos de la expulsión de judíos de 1492, que ahora se hacen
pasar por cristianos, y que esconden a grandes familias judías como los abrabaneles.
El cambio de siglo, estas familias consiguen medrar de nuevo, desempeñando oficios
de menestrales (zapateros, carpinteros, tejedores, ...), constituyendo el
embrión de una pequeña burguesía artesanal muy productiva. Su fe empieza a
confundirse con la de los reformadores de la Iglesia, que en estas tierras son
los franciscanos de la orden terciaria y su recuperación del viejo ideal de
pobreza, así como con ciertos movimientos místicos, tales las beatas o
alumbrados. Este grupo comienza a intervenir en los gobiernos municipales, con
los diputados del común, en la segunda década del siglo XVI; es entonces,
cuando se despiertan las envidias y rencores, que ya no son aquellos de los
procesos de los años ochenta, basados en las diferencias de bandos entre
sebosos y almagrados. Ahora las disputas tienen un marcado carácter social,
entre capas productivas y esas otras que hacen de la renta su bienestar. El
resultado es el movimiento comunero.
Un atemorizado Pedro Moya se acusó
de nuevos cargos: profanación de la Hostia, rezo de oraciones judías,
separación de la carne de los animales de las liendrecillas, antes de cocinar,
e implicación en las prácticas judaicas. El fiscal pedía para él el
relajamiento al brazo secular y la confiscación de bienes, así como la
inhabilitación de todos sus descendientes. Pedro de Moya, el 31 de octubre de
1519, se hincó de rodillas ante los inquisidores, puestas las manos
devotamente e pidiendo misericordia a Dios e penitençia a sus rreverencias.
La sentencia inquisitorial dada en el
Castillo de Cuenca a seis de noviembre de 1519 le condenaba a dos años de
penitencia llevando el sambenito o hábito con la cruz roja de San Andrés, a la
inhabilitación para una serie de oficios: procurador, arrendador, boticario,
especiero, físico, cirujano, sangrador, corredor, alcalde, corregidor, abogado,
alguacil, relator, oidor o escribano, ni pueda traer oro ni plata ni corales ni
perlas ni otras piedras preciosas ni vista seda ni grana ni chamelote y no ande
a caballo ni traiga armas ni use de las otras cosas que están prohibidas a los
reconciliados. La condena fue acompañada de la abjuración pública de Leví, en
presencia de los canónigos de la catedral de Cuenca el doctor Muñoz, el
licenciado Carrascosa y Juan del Pozo, junto a gran público que se concentró
para la ocasión.
Pedro de Moya en pleno movimiento
de las Comunidades pidió rebajar su pena. En enero de 1521, alegaba que se
había llegado a un acuerdo entre letrados para aminorar su pena seis meses a
cambio de una iguala o prestación en dinero. Era una muestra que estaba
incumpliendo su pena desde hacía tiempo y que había sido denunciado de nuevo en
el contexto del movimiento comunero.
ANEXO: GENEALOGÍA DE PEDRO DE MOYA,
vecino de Villanueva de la Jara (edad de 58 a 60 años en 1519, nacido en 1459-1461)
PADRES
Juan de Moya e Isabel
MUJER
María Sánchez, hija de Alonso
Herrero, vecino de Alarcón, y Blanca Sánchez de los Fandarines de Priego
HERMANOS
Catalina, mujer de Juan Delgado,
vecino de Valencia
Isabel de Moya, presa de la
Inquisición
Luis de Moya, vecino de Iniesta
Diego de Moya, vecino de Villar de
Humo
Juana de Moya, vecina de Iniesta,
mujer de Jaime Carrión, carpintero
HIJOS DE PEDRO DE MOYA
Juan de Moya, casado en
Villanueva de la Jara
Juana de Moya, moza de edad de 30
años
Pedro de Moya, 25 años
Diego de Moya, de edad 23 años
Mari Sánchez de Moya, de edad 16
años
Cristóbal de Santiago, de edad 11
años
Francisca de Moya, de edad 7 años
TIOS POR PARTE DE SU MADRE
Juan de Santorcaz vecino de
Iniesta
Leonor, mujer de Pedro Blasco el
viejo, vecino de Iniesta
[1] GARCÍA
MORATALLA, Pedro Joaquín: Iniesta en el siglo XV. Estudios iniestenses
nº 10, Centro de Estudios de la Manchuela, 1999, pp. 299-315
[2] Ibídem,
pp. 292 y ss.
[3] MORENO
KOCH, Yolanda: La comunidad judaizante de Castillo de Garcimuñoz, 1489-1492,
Sefard.
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