"Y si el peor insulto que puede arrojarse contra una persona es llamarle "hijo de p...padre desconocido", y por contraste el mayor timbre de gloria para cualquier familia es presentar una larga serie de antepasados que llevaron, con la cabeza muy alta, el mismo apellido, igual ocurre en la vida de los pueblos" (Don Diego Torrente Pérez: Documentos para la Historia de San Clemente")
La historia de la villa de San Clemente comienza un 29 de enero de 1439, ese día, con la presencia de Hernán González del Castillo en el pueblo o para evitar sus intromisiones, se decide levantar acta de las reuniones del concejo o ayuntamiento. Hasta entonces poco más, alguna sentencia arbitral, algún acta de notario en tiempos de don Juan Manuel y referencias escasas posteriores, como esa de la donación de Rus. Luego desde mediados del siglo XV comienzan a abundar los papeles, si bien es verdad que son muy pocos los que se han conservado.
En San Clemente, una villa principal, pues era capital de uno de los ochenta y tres corregimientos de Castillo y cabeza de una de las pocas decenas de tesorerías de rentas reales, no hay historiador que cuente su historia o se haya preocupado por recopilarla a lo largo de los siglos. ¿Desidia o despreocupación? No. En la época de Carlos III hubo quien en el ayuntamiento se dedicó a encuadernar las actas municipales. Tal vez, aquí, los destrozos de la guerra de Sucesión no fueron tantos. Por el contrario, el archivo sí que debió sufrir con la guerra de la Independencia; hasta tal punto, en el ambiente historicista del siglo XIX, el secretario del ayuntamiento de San Clemente, don Lucio López, era el año 1852, redactó un inventario de la documentación que el archivo conservaba, dado el caos que reinaba entre tanto papel antiguo. Su labor será recogida en los años veinte por el cura Juan José Bautista, que mostró su preocupación por hacer que la historia del pueblo fuera reconocida. Con él se encontró don Enrique Fontes y Fuster, cuando en 1932 recaló en esta villa y, apoyándose en las notas de don Lucio López, redactó su "Resumen histórico de la villa de San Clemente (Cuenca)", una breve, pero certera crónica de la histórica villa. Este revival de la historia del pueblo se vio interrumpida por la guerra Civil y, lo que es peor, por la desaparición de 1000 kgs. de papel -histórico-, vendidos el año 1938 y de los apuntes que el padre Juan José Bautista había recopilado durante años.
El desierto de la historia de San Clemente sería llenado por la investigación de don Diego Torrente Pérez. Antes, en 1959, Luis Astrana Marín, con una conferencia pronunciada en 1959, había colocada a la villa y su lugar de Rus en el centro de los estudios cervantinos. La presencia de don Luis fue aldabonazo anunciador de la obra de don Diego Torrente y el apoyo en ambos casos del alcalde Emiliano Fernández Ayuso el catalizador que devolvió a su lugar a la historia de San Clemente. Don Diego era un cura que pacientemente desgranó cuatrocientos documentos del archivo histórico -y lo que quedaba de las actas concejiles- para recuperar los privilegios de la villa y pasear por los aspectos más variopintos de la historia de San Clemente. En el empeño no debió ser ajeno el apoyo brindado por el hijo de don Enrique Fontes y Fuster o del cura Tomás Redondo, como si el testigo fuera pasando de mano en mano para no olvidar un pasado que hoy parece despreciarse y que, en palabras de don Diego, era obra artesanal, realizado gota a gota.
Don Diego Torrente no llegó a abarcar la ingente cantidad documentación que el archivo conservaba ni a acabar sus planes de trabajo. Hemos de creer que fue don Abel López quien ha dado por acabada la obra que sobre la virgen de Rus don Diego comenzó. La documentación no consultada por don Diego fue conservada en treinta voluminosos legajos, envueltos en grueso papel y atados. Sobre lo que quedaba por investigar, si no ha desaparecido, basta consultar el inventario realizado por José Manuel Martínez Millán a la muerte del cura, y que a este que escribe correspondió desgranar documento a documento (en ocasiones, recomponer cual rompecabezas) hasta llegar a una descripción de cuatro mil entradas y otras tantas de sus correspondientes índices. De aquel trabajo (luego por otros corregido con una tabla de concordancias entre mi visión y la de don Diego), surgieron nuevos instrumentos de descripción y de trabajo para posibilitar futuras investigaciones y un nuevo cuadro de clasificación que colocaba a San Clemente como un centro nodal de la monarquía hispánica: política, fiscal y militar. Luego ha venido lo demás: el archivo como fuente de consulta para completar otros estudios, la realización de estudios locales (así, Victor de las Heras y la guerra de Sucesión) o, simplemente, aprovechar el acervo adquirido en la clasificación de los documentos para dar el salto a otros archivos e intentar un estudio de la Mancha alta conquense en la Edad Moderna en toda su integridad, caso en el que me hallo.
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