La verdad es que sobre la Virgen de Rus y sus andares anteriores al siglo XVII se desconoce todo. Rus como población es anterior a San Clemente, su castillo aún lo vio, ya semiderruido, Hernando de Colón en 1517, y su ermita se mantuvo en pie con tanta continuidad en el tiempo como desconocimiento de la devoción religiosa en torno a la imagen de su interior. Rus era un lugar gran parte de año aislado, tal como nos dicen las visitas eclesiásticas, la zona permanecía embarrada y anegada en épocas de lluvias y en el invierno, permitiendo al cura de Villar de Cantos la celebración de oficios muy de vez en cuando.
Son ralas las noticias de la devoción de la Virgen de Rus anteriores al 1600. Don Diego Torrente, a pie de página, habló de unas cuentas de Rus en 1528, a cargo del regidor comisario Miguel Muñoz. De este Miguel Muñoz tenemos su existencia constatada, pero de las cuentas don Diego no nos dejo referencia alguna donde poder localizarlas. La devoción a la Virgen de Rus aparece de nuevo en la década de 1540, esta vez junto a la celebración de santa Quiteria y otra vez la necesidad de ajustar cuentas por un concejo que tuvo que desprenderse de algunos maravedíes para ambas celebraciones. ¿Romerías como las presentes en esa época con intercambio de vírgenes? no lo creemos. Estas festividades se movían en las viejas tradiciones de las celebraciones extramuros de los pueblos que tenían mucho de solidaridad con los más desfavorecidos, pues se solía repartir pan para los pobres a costa del erario público.
Luego se quieren ver noticias sueltas en torno a Rus y las cofradías existentes: la de la Concepción (que se confunde y es Nuestra Señora de Septiembre) o la Sangre de Cristo y el derecho que se arrogará después para llevar las andas de la Virgen. Pero la realidad es que tenemos más noticias de la Virgen del Remedio que de Rus. Gremios y cofradías llevaban el estandarte desde la iglesia de Santiago hasta la ermita del Remedio para la fiesta de la Virgen de Marzo. Vírgenes no han faltado en San Clemente, y más teniendo en cuenta la presencia franciscana en la villa, aunque no entenderemos cómo el franciscanismo renunció a su alegría, dejando presidir su altar mayor por una virgen del sufrimiento, pues qué es si no la Quinta Angustia que era el motivo central de su retablo. Tal vez, es este abandono de una virgen jovial y alegre la causa del éxito de la devoción de Rus. Ese querer engañarse de los sufrimientos de la vida y poder compartir comunitariamente la alegría en torno al rostro sonriente de una imagen.
Pero si hablamos de abandonos, hay que decir que los sanclementinos "se dejaron arrebatar" la Virgen del Remedio. La ermita donde se ubicaba fue pronto lugar de reunión de los moriscos llegados al pueblo en 1571. El Remedio y el barrio del Duz era lugar donde nadie quería vivir, lugar de marginalidad, donde las viejas moriscas se contaban sus confidencias, y lugar peligroso por las avenidas del río Rus. Sería su ermita el lugar elegido para almacenar los cuerpos dolientes de los apestados moriscos el año 1600, apartados de los otros tres hospitales que recogieron al resto de enfermos. Por cierto, no se debió portar mal la Virgen del Remedio con los moriscos, pues los padrones nos dicen que su mortalidad durante la peste fue inferior al resto de la población. O eso o tenían más higiene.
Con envidia debió ver el resto de la población sanclementina que "esos perros moros" y "malos cristianos" (así los llamaba el doctor Tébar) sortearan el mal. Acusando al que escribe estas líneas del dicho "de fabula narratur" en lo que voy a decir, puede plantear este autor que una población agobiada, martilleada por el discurso de ser hombres antiguos de la tierra, honrados y cristianos viejos, viera en la imagen de Rus aquello a lo que había renunciado en su propio pueblo. Rus era la Virgen milagrera, remediadora de todo mal y, entre tanto abandono de la fe y de identidades (véanse los múltiples procesos inquisitoriales y la irreverencia de las élites sanclementinas en la segunda mitad del Quinientos), la única esperanza para un pueblo desesperado. La fe que faltaba en la villa se buscó en esa otra que supieron mantener los labradores de Villar de Cantos, Perona o Rus. Serían ellos los que verían arrebatada su Virgen ese año de 1600, "raptada" por los sanclementinos y llevada al pueblo para salvarlos de la peste. No lo olvidemos, Sancho diría el célebre "voto a Rus", pero alguien se ha parado a pensar en esta expresión, aparte de juramento. La tradición del voto o promesa está muy presente en toda la Mancha, muy ligada a epidemias pestíferas y las promesas de unos habitantes aterrorizados que hacen voto o promesa a la Virgen si los salva del mal. Uno de los votos más corrientes es dar comida o cobijo a los pobres en determinada fecha para agradecer la intercesión mariana. Tal vez, ese voto ya se pronunciara en 1348, cuando Rus desaparece como entidad poblada, siendo absorbido por San Clemente 39 años después. La nueva villa se quedó con los vecinos (sus ancestros, de hecho), la espiritualidad de Rus y viejas tradiciones de caridad a pobres y enfermos.
El afianzamiento del culto y devoción a la Virgen de Rus coincide en el tiempo con disputas de principales en el pueblo, Pachecos y Ortegas, rivales en el afán por dominar la vida de San Clemente. La vida política y la vida espiritual. Basta con ver los escudos de armas en el altar de Rus, patronazgos y tradiciones propias de maestranzas para rescatar ese "carácter nobiliario" de la devoción de Rus, pero no olvidemos que la Virgen de Rus se ha impuesto por el "apoyo" popular, que es devoción: la Virgen que se rapta, la Virgen que se esconde en convento de carmelitas, como antaño en Santa Ana, donde yacían apestados, vivos y muertos, la Virgen de los ágapes comunitarios y la Virgen que se intercambia por esa otra del Remedio.
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