En 1639, Villarrobledo se preparaba para la guerra, armando a una población que se reconoce ser de 1749 vecinos y 2144 varones de 16 años arriba y disponiendo de nuevos arbitrios para ello, acotando una parte del término municipal. Nos aparece por primera vez una nueva figura de gran futuro; el marqués de Jodar es nombrado Superintendente General de las Milicias de estos partidos. Se desplazará a los pueblos del corregimiento de San Clemente para comprobar que la milicia esta formada este año en cada uno de ellos y hará alarde de las compañías. En Villarrobledo lo hará el 25 de marzo. La compañía tiene a su frente al capitán don Pedro Lozano Vargas, al alférez Martín de Montoya, al sargento Martín de Nieves y al atambor Miguel Pallarés. Bajo esta capitanía estarán los milicianos de cuatro villas: Villarrobledo aportará a la compañía 112 soldados; Las Pedroñeras, 33 soldados; El Pedernoso, 17 soldados, y las Mesas, 10 soldados. En total 174 soldados al mando del capitán Lozano Vargas, pero lo más destacable es que la mayoría de estos milicianos, que se han apuntado voluntariamente a la milicia para gozar de una serie de privilegios, son hombres casados con hijos a cargo, la mayoría entre dos y cuatro hijos. Muchos de ellos son labradores que en los alardes han excusado su presencia por estar labrando los campos, a pesar de ser domingo. Más grave es que solo un año después serán reclutados para la guerra de Cataluña por el despiadado Rodrigo de Santaelices. Medio millar de labradores del corregimiento de San Clemente tomarán el camino de Cataluña. Similar cantidad irá para la guerra un año después. Las familias quedan destrozadas y los campos de labor sin labrar en el otoño. El armamento y conducción de los milicianos se sufragaría con nuevos arbitrios: el acotamiento de la llamada dehesa del molino y el talar pinos en el Calaverón.
La situación de la hacienda de Villarrobledo seguía siendo ruinosa y sufría embargos por los impagos de los réditos del marqués de Cañete. El 4 de abril de 1609 se había dado licencia real a don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, y a su hijo Juan Andrés para imponer sobre los bienes del mayorazgo cuatro mil ducados de censo para así pagar los cuatro mil ducados en que había sido condenado en el pleito con doña María de Cárdenas, hija del duque de Maqueda. Su hijo tomaría otro censo en 1631 por valor de 6000 ducados. El marqués había prestado a su vez al concejo de Villarrobledo con cuyos pagos saldaba las deudas propias. Villarrobledo pagaba al marqués 149600 mrs. cada año de réditos de censo, acumulándose deudas desde 1634. Nuevos embargos seguían por impagos de las alcabalas adeudadas al conde de Barajas y se acumulaban deudas de las rentas reales.
Villarrobledo intentaba evadir el control del corregidor de San Clemente, en cuya villa se debían presentar los soldados, diciendo que pertenecía al distrito de Alcaraz, cosa cierta para los presidios. Pero el 16 de mayo se anuncia la presencia del corregidor Alonso Yáñez de Mendoza, que acudirá para pedir un nuevo empréstito (donativo) de la villa a la corona. Villarrobledo alegará que ya ha pagado no ha mucho 1350 ducados. pero la exigencia ahora es de 4000 ducados (de los 211000 repartidos al reino y provincia de Toledo).
No tenemos noticias de la cosecha de ese año, que presumimos buena, pues no hay necesidad de grano para la siembra en el otoño y los pagos de las numerosas deudas que tiene la villa se multiplican.
No comments:
Post a Comment