El año 1635 ya marcaba el rumbo de la integración de las villas en la guerra. Si el año empezaba regulando el cobro de las sisas de los productos básicos, el de enero se recibe mandamiento del corregidor de San Clemente mandando que los pueblos de su corregimiento informen de la gente de milicia y su armamento que les corresponde de esta vieja institución; Villarrobledo informará de los cien soldados asignados de antaño, cuyo alistamiento ha caído en el olvido. Además, alegará que está libre de dicha obligación por estar alejada veinte leguas de la costa. Además, Villarrobledo, para el mes de enero, aún no ha entregado los 25 soldados de presidios a Alcaraz, que finalmente se encaminaran para el presidio de Barcelona, aunque para el mes de mayo se anuncia que nueve de ellos han escapado y desertado. Para el treinta de noviembre serán diez soldados.
Las necesidades militares llevan a una mayor intromisión del corregidor de San Clemente, que, a falta de los cien soldados alistados, pedirá el 21 de enero se tenga listo el armamento para su dotación. De momento, los arbitrios concedidos tres años antes a las diecisiete villas se prorrogarán tres años más para facilitar ese armamento.
Los gastos seguían marcando la política municipal, desde los habituales como los diez mil maravedíes empleados para la fiesta del Corpus, organizada por la cofradía del Santísimo Sacramento, hasta los seis mil reales que se debían de la reciente compra de la vara de alguacil mayor, o low ciento veinte reales para la procesión a la ermita de la Caridad por el voto hecho por el consumo de la langosta o seis mil maravedíes para la tradicional fiesta en Villarejo. Nuevas obligaciones se sumaban como la obligación de armar a la octava parte de los vecinos, para lo cual se buscaban nuevos arbitrios. Esta nueva contribución nos aporta un nuevo dato demográfico: por entonces, Villarrobledo tenía 2144 vecinos mayores de 16 años (en el mismo recuento, San Clemente dio una cifra de 1610); 268 soldados pues a armar. Por entonces, más que una mala situación económica pesaba más las constantes exacciones sufridas que se cifraban en más de sesenta mil ducados y la escasa colaboración de una vecindad, cuando se intenta un concejo abierto para la concesión de la octava parte de soldados solo acuden cien vecinos. Se pedirá que los 8640 reales que cuestan los arcabuces y picas de los soldados se saquen de la leña del pinar de la Bernagosa. Mientras, el 17 de mayo, el corregidor de San Clemente mandará en todas las villas de su jurisdicción un recuento de los vecinos comprendidos entre 16 y 50 años para tener preparada gente d de armas para una nueva jornada del rey
Las necesidades de trigo no eran tan acuciantes como otros años, pues a a finales de abril se sacan 200 fanegas de trigo del pósito para hacer pan cocido para los extranjeros, cada fanega a 16 reales y cada libra de pan cocido a 6 mrs, y luego otras 1000 fanegas para vecinos en similares condiciones.
Mientras la villa daba las gracias por heberse librado de la langosta el año anterior de 1634 con dos nuevos votos a San Agustín y a San Antonio de Padua. A San Agustín se le haría una procesión el tercer día de Resurrección de desde San Blas a la ermita de la Caridad. A San Antonio de Padua, una procesión en el convento de San Francisco.
El cinco de julio se nos presenta un estado de necesidad en la villa con motivo del cobro del subsidio y cruzada, no tanto la queja viene de la coyuntura como de los últimos cinco años: los vecinos venden sus bienes y lauores para pagar otros que no necesitan y de poco valor y aprovechamiento por quanto la dicha villa y sus vecinos a causa de la esterilidad de los tiempos y auer avido los cinco años pasados langosta que a destruido los panes
Villarrobledo sufría un juez de cuentas que imponía soluciones gravosas para pagar sus deudas, en una villa que reconocía haber dado de donativo a la Corona cuatro mil ducados dadivosamente, y ahora, se veía obligada a ver como sus vecinos vendían sus labores para hacer frente a las deudas. Así, la crisis de Villarrobledo era más fiscal que otra cosa, agravada por la presencia de la langosta los últimos años. Las deudas del servicio de dos millones y medio, de la vara de alguacil mayor comprada o del censo del marqués de Cañete, aparecen una y otra vez. El salario de los ejecutores se comía la renta de los vecinos de la villa; por ejemplo, a Blas de Olmedo juez ejecutor de la sal se le debían de costas y salarios 2200 reales. No hay referencias a malas cosechas este año. Pero la pobreza crecía, el ayuntamiento cederá en noviembre a los agustinos el llamado corral de la Mesta para instalar una hospedería que sustente a los pobres.
No obstante, para septiembre se reconoce la mala cosecha del agosto pasado, de tal manera que los labradores no tienen trigo para sembrar: la cosecha del pan del agosto pasado deste año fue estéril de cuya causa los labradores están nescesitados y no podrán sembrar sus barbechos. Pero la escasa cosecha parece responder a otras causas que no son las climáticas. El treinta de octubre la villa pide una moratoria de cinco años para pagar sus deudas.
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