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En Villanueva de la Jara, la elección de los oficios municipales recaía en unas pocas familias que monopolizaban el poder. Los regidores salientes elegían a los entrantes, en lo que era una fórmula habitual en otras villas. Se intentó acabar con los abusos en el ejercicio del poder desde la tradición histórica, intentado recuperar lo que el fuero de Alarcón decía en materia de elección de oficios: por suertes entre aquellas personas ociosas que poseyeran caballo, armas y casa en la villa desde hacía un año*. Sin embargo, las protestas en 1495 no venían de una minoría de caballeros villanos. Era el común de los vecinos el que protestaba contra el abuso de una minoría de vecinos ricos que disfrutaba de los propios de la villa en beneficio propio. Por eso la contestación del Consejo Real no podía retrotraerse al fuero de Alarcón; ahora en tiempos de paz eran necesarias unas nuevas ordenanzas, que introdujeran novedades para intentar frenar los abusos: creación de nuevos oficios concejiles, ante quienes los oficiales municipales ya existentes debían responder de su actividad pasada en el ejercicio del cargo; creación del oficio de procurador síndico, que recogía las quejas de la comunidad de los vecinos, e introducir un criterio de capacidad en la elección de los cargos frente al de riqueza u otros criterios medievales de una sociedad militar. Elección por suertes que ampliaba la base de electores y las personas elegibles, que debían ser personas áuiles i sufiçientes e veçinos de la dicha villa, aunque no tobiesen ni obiesen tenido ni mantenido armas ni caballos un año antes. Así un aire de democracia se extendió por los concejos del Marquesado de Villena en las dos primeras décadas del quinientos; superando los intentos de regresión señorial a la muerte de la reina Isabel, ese carácter participativo de la vida municipal llegaría a tener su momento álgido en la época de las Comunidades.
Durante la segunda década del quinientos nos encontramos con concejos amplios, podríamos decir semiabiertos, junto a los regidores aparecen los diputados del común que se han multiplicado en número y que en ocasiones aparecen de modo indiferenciado con la presencia de otros vecinos. El único criterio para la presencia en estos concejos es más que la riqueza la propia valía de las personas. Las reuniones del concejo han dejado de llamarse solamente ayuntamiento, la nueva fórmula que los intitula es la de ayuntamiento y universidad o ayuntamiento y comunidad.
El monopolio del poder municipal por unas pocas familias en Villanueva era la norma común al resto de los pueblos de la comarca. La configuración de la naturaleza del poder municipal tuvo una evolución propia en cada villa, aunque el punto de llegada fuera el mismo: la exclusión de la mayoría de la población. Ya hemos estudiado la evolución del poder concejil en San Clemente. Para nosotros, San Clemente es una república de pecheros. Entiéndase, res pública como concepto de origen medieval confundido con el concepto de bien común, pero también como concepto moderno de que la acción política debía estar al servicio de la comunidad y del interés general. Hoy este concepto de la política nos parece ajeno, pero en aquel entonces este pensamiento impregnaba las mentalidades del común. Ni qué decir tiene, que quien accedía al cargo pronto se olvidaba de sus obligaciones con la comunidad, pero no faltaba quien se las recordara. El oficial debía servir al cargo y no servirse de él.
Torre Vieja |
Juan Pacheco, I marqués de Villena http://galeon.com |
La reserva de los oficios concejiles en manos pecheras no evitó la formación a fines del cuatrocientos de una nueva oligarquía local, reducida, por testimonios de la época, a quince o veinte familias. San Clemente a fines del cuatrocientos era una población de apenas doscientos vecinos. A pesar de las amplias extensiones de terreno que poseían los Pacheco, señores de Minaya, y Alonso del Castillo, cuyo patrimonio se había visto incrementado por su matrimonio con María de Inestrosa, el extensísimo término de la villa daba oportunidades a cualquier vecino de adquirir tierras o incrementar las propias. El desarrollo agrario ya había comenzado antes de las guerras del Marquesado, en 1477, coincidiendo con la primera fase de la guerra, los Reyes Católicos conceden una dehesa boyal para pasto de los animales de labor, junto al paraje de Rus, sin duda para atraer a la causa real a aquellos agricultores que colonizaban el espacio agrario. No cabe duda, que la guerra y sus requisas provocaron un parón en este primer desarrollo agrario, pero después del fin de la guerra en 1480, una población menguada por la guerra dispuso de nuevo de los amplios recursos de la tierra. La roturación de montes y la apropiación de dehesas debió ser caótica; todos en mayor o menor medida participaron de esa rapiña. Las diferencias entre San Clemente y su aldea de Vara de Rey, que apenas si debía llegar a los cien vecinos, se olvidaron y sus poblaciones se mezclaron. La población se movía de un pueblo a otro en busca de oportunidades. Los testimonios que poseemos de mediados del quinientos nos muestran personas que habiendo nacido en cualquiera de las villas del Marquesado se desplazaron en su juventud a otras en busca de fortuna. El caso de Hernando López es paradigmático, nacido en San Clemente en 1482, había pasado su niñez entre esta villa y su aldea de Vara de Rey, de joven había cuidado ovejas en los pinares de Villanueva de la Jara, para asentarse finalmente en Motilla, donde residiría tras su matrimonio, llegando a ser regidor de esa villa. Con las oportunidades y la riqueza nacieron las primeras desigualdades y los enfrentamientos.
Castillo de Garcimuñoz, origen de los Origüela http://www.panoramio.com |
Los hidalgos, más bien habría que hablar de amalgama de excluidos, ya nobles ya pecheros, prestan su voz a los marginados ante el Consejo Real. Denuncian el expolio de los bienes comunales, el uso de las regidurías en beneficio propio, la malversación de las cuentas públicas. Son acusaciones que se repiten en la década de los noventa por todos los pueblos del Marquesado de Villena. La oligarquía local responde ante una sociedad que se está haciendo más compleja con un programa ilustrado: hospitales públicos, establecimiento de un estudio de gramática en 1494, llegada de la orden franciscana reformada desde el primitivo ideal de pobreza. Es insuficiente, ya en 1488, la comunidad e omes buenos de la villa de San Clemente denuncian a los quince o veinte hombres ricos del pueblo, que dis que mandan. Es la primera vez que aparece el término de hombres ricos. En la Mancha conquense las diferencias no son de sangre, son de riqueza. La expresión de hombres ricos volverá a repetirse en los documentos durante todo el quinientos, para denunciar lo que en la mentalidad popular es sinónimo de fraude, expropiación de los bienes comunales y desigualdad en el repartimiento de impuestos y cargas contributivas. Frente a los hombres ricos surge un concepto opuesto, el de comunidad, también se recupera el de omes buenos, pero ésta es una expresión de menos fortuna, pues se la intentan apropiar aquéllos. El concepto de comunidad no es ya medieval, no es entendido como cuerpo donde cada uno es miembro integrante y encuentra su posición y función social por su nacimiento, es un concepto que nace ante todo del rechazo y oposición frente a aquellos que dis que mandan la dicha villa, fatigan a los vesinos della e destruyen la dicha comunidad. Frente al poder de la oligarquía local se exige la creación de una nueva figura que contrarreste el poder de los regidores: el procurador síndico, que mire por las cosas tocantes a la dicha comunidad. El conflicto de 1488, ha surgido por un incidente muy grave: la dehesa boyal del pueblo ha sido arrendada a los ganaderos. Los campesinos no tienen donde llevar para pastar a sus bueyes de labranza mientras ven como los pastos de la dehesa de boalaje son comidos por los ganados lanares de Miguel Sánchez de los Herreros o Alonso Sánchez Barriga. La comunidad de los vecinos todavía está en condiciones de frenar a estos hombres ricos, que se ven en la necesidad de integrar sus ganados en las rutas mesteñas, dirección a Murcia. Otros, como Alonso López de Perona, les seguirán en esta aventura ganadera y harán fortuna.
Hasta comienzos del quinientos los conflictos parecen quedar en simples agravios en los que la Corona actúa como poder arbitral, pero con la muerte de la reina Isabel llegan los llamados años malos, años de carestía, de crisis de subsistencias y de peste. Años de regresión señorial, donde Alonso del Castillo intenta convertir los títulos de propiedad, que sobre la aldea de Perona tiene, en dominio señorial. El empobrecimiento de la primera década del quinientos afectó a muchos vecinos de la villa de San Clemente. Frente a la figura del síndico personero surge con más fuerza la nueva figura de los diputados del común. Son ellos los que deben velar por la explotación de los montes y bienes propios, el abasto de lo esencial para los pobres y el respeto de la tasa de granos establecida el 23 de diciembre de 1502. Los precios de los granos se disparaban por la especulación y por los costes de transporte. Sabemos que dos carreteros de Iniesta compraron trigo para la villa en 1503 a razón de 110 maravedíes la fanega, precio fijado por la tasa. Lo tuvieron que hacer en el Campo de Criptana, distante treinta seis leguas de Iniesta. El transporte durante el mes de abril fue penoso por caminos embarrados, en carretas cargadas con doce fanegas cada una y tiradas por bueyes. El transporte, y los portazgos, acabarían elevando el precio a 220 maravedíes. Desconocemos el precio de venta en la villa de Iniesta por los rederos municipales, pero seguramente que nuevos especuladores harían subir el precio final del trigo. Este caso, en el que los carreteros pagaron los platos rotos del malestar social, es un ejemplo de las penurias que debió pasar una población subalimentada en años de carestía, y propensa a ser víctima de epidemias como la peste; población además engañada por los especuladores en años de buenas cosechas.
En San Clemente el problema de abastecimiento se agravaba; a las malas cosechas se unía el control que sobre los cereales ejercía la baja nobleza de los Castillo y Pacheco. En especial, Alonso del Castillo, que poseía grandes posesiones de tierras en torno a Perona, Villar de Cantos, Vara de Rey y sus aldeas y también Cañavate. Es decir, la parte del término municipal de San Clemente y sus aldeas más aptas para el cultivo de cereales. Con razón recordará muchos años después, en 1584, el bachiller Rosillo, vecino de Santa María del Campo Rus, ya perdidos por la villa de San Clemente los graneros de sus aldeas, la buena calidad del trigo de su pueblo frente al trigo rubión de San Clemente, de poca calidad, de menos valor e no tan bueno para pan coçido. Justamente, sería la calidad de las tierras sanclementinas, más aptas para el cultivo de las viñas, las que decidirían su futuro vitivinícola.
La Losa (Casas Benítez) http://www.todopueblos.com |
No obstante el principal enemigo de la república pechera de San Clemente, en los comienzos de siglo fue Alonso del Castillo, y por extensión, dadas las alianzas familiares, los Pacheco de Minaya, ahora asentados en San Clemente por el matrimonio de Alonso Pacheco, hermana del señor de Minaya, con Juana de Toledo, hermana de Alonso del Castillo. Aunque ambas familias solo confluirán con el matrimonio de Juan Pacheco Guzmán y Elvira del Castillo Cimbrón, en la segunda mitad del siglo XVI. Alonso del Castillo ejercía una clara extorsión sobre los vecinos de San Clemente. Aparte de sus discutidos derechos de patronazgo sobre el convento franciscano de Nuestra Señora de Gracia y de jurisdicción señorial sobre la aldea de Perona, la base de su poder estaba en sus extensas posesiones de tierras cerealistas y en el monopolio de los molinos harineros de La Losa, en el río Júcar. De su trigo dependía, en gran parte, el abasto de pan de la villa de San Clemente. Ya en 1502, año de carestía, había prestado 518 fanegas de trigo para el abasto de la villa; la contrapartida fue que la villa de San Clemente tuvo que renunciar en un concejo abierto a su pretensión de edificar un molino propio. Ello condenó a la villa los siguientes años, que tuvo que soportar maquilas aberrantes, incrementadas en un cincuenta por ciento, por el concierto entre Alonso del Castillo y su cuñado Alonso Pacheco, propietario de otros molinos en el Batanejo.
Concejo abierto |
Sin embargo, el apogeo de los pecheros, esconde sus propias diferencias y las contradicciones de una sociedad que, recuperado el bache de la crisis de comienzos de siglo, va ganando en número de habitantes y se va haciendo más compleja. A engrosar la población de la villa acuden numerosos vecinos de señorío, que cuentan con la licencia de la reina Juana para abandonar las tierras de los Calatayud, Portocarrero, Pacheco, Castillo o Ruiz de Alarcón. Una nueva ola roturadora de tierras baldías y llecas y de ejidos, acompañada de la desecación de lavajos, pone en explotación nuevas tierras. De nuevo, aparecen los conflictos por el dominio de la tierra y la lucha entre ganaderos y agricultores. San Clemente sigue ganando su espacio interior, pero pierde el acceso a las tierras comunes del suelo de Alarcón frente al resto de villas de realengo que empiezan a cerrar sus términos. Antonio de los Herreros, el hijo de Miguel Sánchez de los Herreros, asume los intereses generales de la villa ante el Consejo Real. ¡Qué contradicción, el hombre más rico de los pecheros de la villa defendiendo los intereses generales de la comunidad!
En 1512 la confrontación de intereses contrapuestos se nos presenta como un revivir de la vieja lucha entre pecheros e hijosdalgo de fines del siglo anterior. Los hidalgos protestan ante la Chancillería de Granada su exclusión de oficios públicos. Juntos, y en torno a Alonso del Castillo, aparecen los apellidos que pronto marcarán las élites dirigentes de San Clemente en el futuro: Guzmán, Vázquez de Haro, Ruiz de Villamediana, Alarcón, Mejía, Rosillo, Ortega, Valenzuela, Abengoça y otros, procedentes de Vara de Rey, de menos futuro, como de la Serna o Palacios. Junto a ellos, un Antón García, que ha defendido en la década anterior los intereses de la villa como procurador y cuyo hijo Francisco no tendría descendencia masculina y acabaría legando a mediados de siglo su patrimonio a los Haro, y el vizcaíno Pedro de Oma. Este cantero vasco hará una gran fortuna con la fiebre edificadora de comienzos de siglo, su presencia está constatada en San Clemente, pero también inicialmente en Belmonte y en zonas más distantes como Jumilla. Pero los pecheros tienen razones sobradas para excluirlos de los oficios concejiles. Acusan a los hidalgos de ser los protagonistas de los procesos de rapiña de los bienes comunales y propios de la villa, pues tenían tomados muchos términos comunes e baldíos de la dicha villa e dehesas del coonçejo, e que cada día tomavan e ocupavan arándolos e senbrándolos, e los apropiavan ansy, e comyan con sus ganados los panes de los vezinos, e cortavan los montes públicos e vedados.
La acusación de los pecheros era cierta, pero solo en parte. Del proceso de rapiña participaban hidalgos, pero también pecheros como los Herreros, cuyos intereses comenzaban a confluir. La solidaridad de los pecheros se resquebraja. La traición viene de los Herreros. Grandes ganaderos, sus intereses son similares a los de los hidalgos. En el campo pechero, los Origüela se quedan solos. ¿Cuál era el patrimonio de los Origüela? Lo desconocemos, pero sí sabemos por la sucesión de sus testamentos que su patrimonio estaba alejado de los bienes raíces. De la lectura de los testamentos destaca sobre todo una prolífica descendencia que en cada generación supera la decena de hijos. Parece como si su única herencia fuera inundar con la sangre de sus hijos las venas de las familias sanclementinas... infectarla dirán sus enemigos. La acusación llega contra el más señalado de los Origüela, Luis Sánchez de Origüela. Al primogénito, Pedro, casado en segundas nupcias con Ana de Tébar, se le respeta, pero no así a los familiares que el clan tiene en Castillo de Garcimuñoz. El órgano ejecutor es el Santo Oficio; los procesos inquisitoriales se multiplican en toda la comarca.
Sambenitos http://blogs.periodistadigital.com |
La derrota de los Origüela, que aún resistirán de modo marginal en los oficios públicos, es el triunfo de los Herreros, que abandonan la causa pechera. Antonio de los Herreros reivindica la condición noble como cofrade de la orden de San Juan, la familia ya había fundado su memoria en la capilla de San Antón, lindante con la de San Antonio de los Pacheco y, aparte de la rama familiar que pervive y mantiene el apellido, lega su patrimonio a tres de las principales familias del pueblo, por casamiento de las tres hijas de Antonio de los Herreros con los antecesores de tres linajes de la villa: Pacheco, Haro y Villamediana.
Carlos V |
Carlos V e Isabel de Portugal http://arquehistoria.com |
La integración de San Clemente en un distrito propio, junto a Villanueva de la Jara y Albacete, y separado del resto de la gobernación del Marquesado, contribuyó a fijar los límites de su territorio frente a las villas comarcanas, de forma no querida en el caso de Vara de Rey, que con sus aldeas de Sisante y Pozo Amargo, fueron amputadas con el proceso de villazgo de 1537. Ese mismo año, los hidalgos obtienen el reconocimiento a disfrutar del acceso a la mitad de los oficios municipales. Pero la victoria hidalga ya no tiene mucho sentido, pues tan solo seis años después se venden las primeras regidurías perpetuas a cuatrocientos ducados cada una. El gobierno ya no es un gobierno ni de pecheros ni de hidalgos; es un gobierno de ricos.
Ayuntamiento de Vara de Rey http://www.varaderey.es/ |
A pesar de los reveses económicos de los años cuarenta o cuarenta y uno, la villa siguió un proceso de desarrollo económico continuo. San Clemente empezó a rivalizar como centro administrativo y político del Marquesado. La venta de los oficios de regidores devuelve a primer plano de la política local a los Castillo y, en concreto, a Hernando, uno de los hijos de Alonso del Castillo. Las regidurías perpetuas suponen una crisis de las formas tradicionales de gobierno y de elección de los oficios. La justificación doctrinal del nuevo gobierno lo hará un miembro de una de las familias más favorecidas por el establecimiento de los regidores perpetuos. El doctor Alonso de los Herreros defenderá el gobierno de los escogidos por su capacidad y suficiencia, visible en su riqueza, frente al gobierno de los inhábiles e idiotas, al que lleva la elección por suertes de los oficios, defenderá la autonomía local frente a la intromisión de la justicia real en el gobierno municipal, negando su papel de defensores del bien común de la República, para acabar mostrándose favorable a la transmisión hereditaria de los oficios. Su propuesta era dejar el gobierno municipal en manos de un patriciado urbano, capaces y suficientes, y ricos añadiríamos nosotros. La república de pecheros ha devenido en república de patricios. Pero la sociedad sanclementina no estaba dispuesta a dejar el poder en manos de unas pocas familias que se transmitieran los cargos hereditariamente. Todavía les quedaba una baza: defender la autonomía de los oficios alcaldes, alguaciles, escribano o mayordomo frente a los intentos de convertirlos en cargos añales al servicio de los ricos.
El año de 1547 había un divorcio entre los cargos perpetuos de los regidores y los oficios anuales de alcaldes, alguacil y mayordomo de propios. Los representantes de los oficios anuales del ayuntamiento se estaban haciendo eco de un sentir popular que añoraba los viejos tiempos en que los oficios concejiles estaban al servicio de la res pública y del bien común. Rodrigo de Ocaña en nombre de la villa de San Clemente, cuya representación se arrogaba, además de la de los cargos añales, defendía ante el Consejo Real los viejos tiempos en los cuales los mayordomos de los propios y alhorí y escriuano del concejo y procurador de la rrepública de la dicha villa los eligiese el pueblo y justiçia dél y que la dicha justiçia y dos personas nonbradas por las personas pobres de la dicha villa diesen alvalaes para cortar en los montes y que no tuuiesen mano ny voto en todo ello los rregidores perpetuos de la dicha villa.
Escribano https://archivoshistoriapatrimonio.blogspot.com.es |
Alarcón, de donde fue alcaide el primer Hernando del Castillo |
Escudo de los Melgarejo. RAH |
Para noviembre de 1548, la situación de desabastecimiento de la villa era calamitosa, el trigo alcanza los catorce reales la fanega. De nuevo, en el pleno de 9 de noviembre estaban los mismos actores de 1545. La excusa era pedir un nuevo préstamo de dos mil ducados al siete por ciento de interés, para redimir los censos que la villa tenía contraídos al diez por ciento. El licenciado Melgarejo, que aportaba el dinero, acudió a la reunión sin un real. No importaba, el dinero era virtual, mil ducados, más los intereses, los aportaba con el dinero del censo de 1545, que ahora se redime, el resto con la aportación de varios cientos de fanegas de trigo excedentario que posee y a las que tiene necesidad de dar salida. En la operación intervienen los regidores que obtienen liquidez, en un momento crucial de operaciones especulativas, recuperando el dinero prestando a su propia villa unos años antes. Los precios del pan se hunden, contentando a un pueblo que ha pagado precios de oro desde la primavera del año anterior. Se liberan las doscientas fanegas de trigo del alhorí para abastecimiento de la villa, resultado de las requisas de las cosechas de agosto, para pago de las tercias, de los agricultores y que ahora, habiendo retenido parte del trigo restante para la venta, esperando precios altos, veían como se hundía hasta los nueve reales y medio.
El año de mil quinientos cuarenta y ocho es el año del divorcio entre las capas populares de la sociedad sanclemetina y sus élites dirigentes. Mientras las élites dirigentes entran en disputas por el control del poder municipal, con la compra de regidurías perpetuas, las capas populares comprenden la importancia de la elección de los cargos municipales de alcaldes ordinarios para la defensa de sus intereses y que la oligarquía, en expresión de la época, intenta reducir a cargos añales. Esas mismas capas populares focalizan su odio hacia Hernando del Castillo y sus hermanos Alonso y Francisco, que, en estos momentos intentan conseguir ejecutoria de hidalguía en la Chancillería de Granada. Las acusaciones de criptojudaísmo afloran de nuevo, con una violencia y expresividad que obligarán a sus sucesores, desde sus cargos en el Santo Oficio, a intentar destruir estos expedientes o al menos dejarlos olvidados en las cámaras del secreto. El resultado es que los Castillo son apartados del poder municipal y solo volverán veinte años después, diluidos en los Pacheco, de la mano del alférez mayor de la villa Juan Pacheco Guzmán, casado con Elvira Cimbrón, la hija de Francisco del Castillo. Francisco Mendoza, el hijo de otro de los hermanos, Alonso, casado con doña Juana Guedeja, aprovechará la notoriedad de su suegro en la Corte, para adquirir allí influencia y evadirse de los asuntos locales de su villa natal.
Antes, en las elecciones para alcaldes del año 1549, la alianza circunstancial entre Herreros y Castillos, compartiendo y repartiéndose el poder municipal, se ha roto. Pachecos y Castillos intentan imponer dos testaferros como alcaldes, pero los Herreros deciden tomar el poder con la elección de dos familiares directos como alcaldes: Sancho López de los Herreros y Miguel de los Herreros. El Arrabal no acepta esta elección y su presión consigue imponer como alcalde por los pecheros a un Origüela, Andrés González de Tébar. Será encarcelado y los Herreros se mantendrán en el poder. En la elección de 1552, los Origüela consiguen poner un próximo como alcalde, Hernando de Montoya. La elección ha contado con la oposición de los Herreros, apoyados por familias como los Rosillo, Oviedo o Jiménez Dávalos y un regidor que cada vez tiene más peso, Francisco García, hijo del hidalgo Antón que ya en 1512 se había personado con el resto de hidalgos para obtener la mitad de los oficios de la villa. La lucha de bandos se radicaliza, es una lucha por el poder pero asimismo un conflicto social donde los sectores populares del Arrabal no quieren ser marginados.
Edificio del pósito y carnicerías http://www.turismosanclemente.com |
Los grandes beneficiarios de 1553 no serán ni Herreros ni Origüelas, sino los Pachecos. Los años hasta final de siglo, son años en los que nuevos actores intervienen en la vida del pueblo. Los Origüela serán marginados por una nueva ola de procesos inquisitoriales en los años sesenta, entre los condenados el nieto de Luis Sánchez de Origüela; varios miembros de la familia emigran a América en busca de fortuna; otros, como la rama de los Astudillos, medrarán desempeñando cargos públicos como escribanos a la sombra del poder de la justicia del Marquesado; unos y otros, irrumpirán con fuerza en la primera década del seiscientos. Mientras tanto, nuevas familias, se hacen un hueco en el panorama sanclementino, destaca entre ellos los Ortega, Francisco intenta patrimonializar el cargo de fiel ejecutor, pero la villa lo reserva para sí por privilegio real. Varios ganaderos como los Monteagudo, Oropesa, Alfaro, Perona o de la Osa incrementan su poder en la villa gracias a su aumento de riqueza, pero tendrán que esperar a la primera década de siglo para dar la batalla en torno a la primera instancia al alférez mayor de la villa, don Juan Pacheco Guzmán, que ahora es el hombre fuerte del pueblo. San Clemente, además de centro administrativo,será centro fiscal. El control de las rentas reales recae en una familia de Vara de Rey, los Buedo. Su ruina será, a comienzos de siglo, la ascensión definitiva al poder de Francisco Astudillo y de Rodrigo de Ortega, primer señor de Villar de Cantos.
Palacio Pedro González Galindo, abuelo de Benito Galindo Piquinoti I conde de Villaleal http://www.turismosanclemente.com |
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Anexo: la añoranza del buen gobierno desde un documento de 1547
Don Carlos por la diuina clemençia enperador de los rromanos, augusto rrey de Alemania, doña Juana su madre y el mismo don Carlos por la misma graçia rreyes de Castilla, ... a vos el que soys o fuéredes nuestro gouernador e juez de rresidençia del marquesado de Villena o vuestro lugarteniente en el dicho ofiçio, salud y graçia, sepades que Rrodrigo de Ocaña en nonbre de la villa de San Clemente y de los alcaldes, alguasyl e mayordomo della nos hizo relaçión diziendo que para el bien de la rrepública de la dicha villa y vezinos della convenía que los mayordomos de los propios y alhorí y escriuano del conçejo y procurador de la rrepública de la dicha villa los eligiese el pueblo y .justiçia dél y que la dicha justiçia y dos personas nonbradas por las personas pobres de la dicha villa diesen alvalaes para cortar en los montes y que no tuuiesen mano ny voto en todo ello los rregidores perpetuos de la dicha villa y que se deshiziese una tienda que los dichos rregidores tenían hecha y se proueyese como la dicha villa se estuuiese proueyda de bastimentos por los grandes dapnos que de lo contrario se seguirían a la dicha villa como nos podría constar por una petiçión de capítulos de que ante nos hizo presentaçión y nos suplicó lo mandásemos rremediar mandando proueyésedes lo susodicho como por la dicha petiçión él en nonbre del dicho su parte nos lo suplicava e proveer sobre ello como la nuestra merçed fuese lo qual visto por los del nuestro Consejo fue acordado que deviamos mandar dar esta nuestra carta para vos en la dicha rrazón e nos tuvimoslo por bien por la qual vos mandamos que luego veais la dicha petiçión de capítulos que de suso se haze minçión que va firmada de Blas de Saavedra nuestro escriuano de cámara de los que rresiden en el nuestro Consejo y os ynforméys y sepáis la horden que sobre lo en ello contenido se tenía en la dicha villa antes que en ella oviese rregidores perpetuos y de lo que agora se vsa y guarda y de lo que sobre todo convernía proveerse para para el bien y pro común de la dicha villa y vezinos della y de lo que más os paresçiere çerca dello y dentro de quinze días primeros siguientes ynbiéys ante los del nuestro Consejo rrelazión verdadera dello juntamente con vuestro paresçer de lo que en ello se deve proueer çerrado y sellado en pública forma en manera que haga fee para que por ellos visto se prouea lo que sea justo e no fagades ende al por alguna manera so pena de la nra. mrd. y de diez mill mrs. para la nra. cámara, dada en la villa de Aranda de Duero a diez días del mes de dizienbre de mill y quinientos y quarenta y syete años
AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 3/4 http://www.sanclemente.es/ |
*Tº commo fagan iuez e alcaldes
Mando que el primer domingo después de la fiesta de San Miguel el conçeio ponga iuez e alcaldes e notario e andadores e sayón e almotaçán en cada un anno por fuero. Et cada anno dezimos por esto que ninguno non deue tener offiçio de conçeio nin portiello si non por anno o si todo el conçeio non rogas por él. Et aqueste mismo domingo la collaçión onde el iudgado daquel anno fuere del iuez tal que sea sapient y entendido de partir el derecho del tuerto e la uerdat e de la mentira e aya casa enna çipdat e cauallo
BNE, Mss/282. Fuero de Alarcón otorgado por Alfonso VIII. fol. 38 rº. Entre 1201 y 1300?
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