El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

Monday, May 12, 2025

Médicos en el San Clemente de 1600

 El doctor Fonte había servido en la villa de San Clemente durante dos años y tres meses. Junto a otros médicos le había tocado la peste del año 1600. Dos años y medio después exigía sus salarios, aunque no era él único, pues otros médicos, alguno de los cuales ya nos citó Diego Torrente con motivo de la peste que azotó la villa, exigían también sus salarios. Eran el doctor Pedro Alonso y el licenciado Villanueva. El cinco de marzo de 1602, el corregidor Antonio López de Calatayud ordenó pagar a los médicos con la ejecución de ciertas rentas del concejo. Al doctor Antonio Fonte se le debían 1597 reales.

Mi parte sirvió dos años y tres meses curando a los pobres de la dicha villa y ansimismo el tiempo que duró la peste que por solo la asistencia de aquel tiempo merecería mi parte un gran salario pues padeció riesgo su persona con asistir a curar la dicha enfermedad

Se aferraba la villa a que solamente tenía licencia para gastar cien ducados y 45000 maravedíes. No obstante, por carta de pago de nueve de mayo de 1602, el doctor Fonte recibirá de Pedro Xuárez Heredia, fiel de carnicerías, 58332 maravedíes. Dicho pago se hacía en concepto de paga de salario de dos años y tres meses que sirvió a la dicha villa y un camino que hiço a la villa de Yniesta a visitalla de la peste para que se guardase esta de San Clemente y las demás de su partido. Y se fundaba en un auto de remate del corregidor de tres días antes, que había juzgado el caso con es asesoramiento de un licenciado Briz Lozano, y una sentencia de su alcalde mayor Aguiar.

Los 58332 maravedíes serían solicitados que fueran devueltos por el concejo de San Clemente un año después. Una razón: el corregidor Antonio López de Calatayud, acabado su mandato, se había ido. El doctor Antonio Fonte  era un criado suyo y por tanto no pertenecía a los médicos que habitualmente servían en le pueblo.

Los médicos de la villa de San Clemente eran pagados del dinero procedente de las rentas de los bienes propios del concejo, pero hay que hacer una salvedad: se pagaba para que permanecieran en la villa y no se fueran a otra, dada la escasez de médicos preparados, pero las curas a los enfermos eran pagados por éstos. Los médicos al servicio de la villa de forma regular se consideraban médicos asentados o médicos aprobados para poder curar conforme lo disponen vuestras leies reales con títulos bastantes, luego que a la dicha villa se trajo licencia para dar salario a dos médicos por escrituras públicas lo dio y asentó al doctor Pedro Alonso de Arze y al licenciado Villanueva, médicos antiguos de muncha espiriencia y grande opinión y fama; lo otro porque el salario que la villa da a los dichos médicos no es porque curen los enfermos sino porque asistan en la dicha villa y no salgan della sin licencia y las curas que hacen se las pagan las personas a quien curan. Así, el doctor Fonte, un mallorquín, era un criado del corregidor que vivía en sus casas con su familia y al servicio de la misma. Si había prestado otros servicios había sido por interés particular y cobrando de los enfermos. Claro, que la realidad era otra, una villa apestada y sobrepasada por sus consecuencias había necesitado de sus servicios. A pesar de ello la justicia de Granada daría la razón a la villa de San Clemente el 21 de mayo de 1605, confirmada en revista el 21 de junio.

¿Afectó la peste de 1600 solamente a San Clemente en el sur de Cuenca?

Son pocos los datos que tenemos, entre ellos, el difícil andar del convento de carmelitas recién fundado en Valera de Abajo, pero sabemos por la mención a las tablillas existentes en la corte, que otros pueblos fueron afectados. Uno de ellos, y de los que ahora tenemos noticias, fue Iniesta, con la especificidad de que la villa de Iniesta fue alcanzada por la peste antes que la de San Clemente y esta villa, sabedora del contagio, intentó guardarse. Es más, envío un médico a la villa de Iniesta para informar del avance del mal, que nos narraba así su experiencia: " estando probado con el cuidado y diligencia que mi parte acudió a la cura de enfermos de la dicha villa de todas enfermedades y en tiempo de peste, puniendo su vida en tanto riesgo y aventura y que por orden y mandado de la parte contraria (de la villa de Iniesta) fue a la villa de Yniesta a saber si avía peste para que San Clemente se guardara della y mi parte se hirió de la dicha enfermedad y estuvo a punto de muerte en que gasto muchos maravedíes y le quemaron toda su ropa". De la afirmación tampoco podemos asegurar, es verdad, si el médico contrajo la peste en su viaje a Iniesta o luego en San Clemente, aunque el hecho de que fuera hasta allí es que había ya sospechas.

En este momento, el concejo de San Clemente andaba en pleitos con el licenciado Montoya y el bachiller Villamediana, que habían acudido a la Chancillería de Granada a defender el derecho de los nobles a la mitad de los oficios, en este caso, los alcaldes ordinarios, que poco después serían suprimidos.


Ayuntamiento de 17 de noviembre de 1601

Corregidor: Antonio López de Calatayud

Alcaldes ordinarios: Diego de Alfaro y Alonso de Guevara

Regidores: Alonso Martínez de Perona, don Miguel de los Herreros, el licenciado Montoya, Martín de Buedo Alarcón, Jerónimo Martínez, Francisco de Astudillo, Pedro de Tébar Ramírez, Antonio García Monteagudo, Hernando de Araque Montoya, Bernardino Oropesa, Miguel de Perona Rosillo, Bautista García Monteagudo

Alguacil mayor: Juan López de Garcilópez.


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, PLEITOS CIVILES, C 723-6

Friday, May 2, 2025

VILLARROBLEDO (1634)

 El año 1634 amanece con los campos aovados de langosta, en siete leguas alrededor de Villarrobledo. Los problemas para el pago de deudas y rentas continúan, de tal modo que el ayuntamiento se queja el poco control de las ventas en las tiendas que impide cobrar las sisas. El abasto de trigo seguía siendo un problema y se echaba mano al trigo del iglesia de Toledo, donde la villa había comprado cuatrocientas fanegas, la mitad pagadas al contado y la otra mitad para el agosto venidero, pero el trigo era el trigo añejo que se almacenaba en las tazmías y era excedentario y necesario de sacar ya de los almacenes. La necesidad llevaba a la proliferación de la devoción religiosa, con dos nuevas procesiones, acordadas en el concejo de tres de abril: una a devoción de San Agustín y otra a devoción de San Antón, que tenían como referencias las iglesias de San Blas, de los franciscanos y la ermita extramuros de San Antón.

El control de pósito por esta época ya no se hace por el corregidor de San Clemente, sino por juez enviado por la Corte, Fernando Nieto de Aragón, que recibe las consabidas quejas de los villarrobletanos: y atento la esterilidad de los tiempos, langosta y piedra, los vecinos desta villa están necesitados. Para mayo se deben sacar trescientas fanegas del pósito para hacer pan cocido a razón de 93 libras por fanega y siete maravedíes por libra. Para ese mes, la fanega de trigo se vende a 18 reales. El vino a tres reales y veinte maravedíes la arroba. No obstante, no consideramos esta época como años de necesidad extrema. Lo que faltaba entre los labradores y vecino no era trigo, sino liquidez en dinero, derivada de las nuevas imposiciones fiscales. El pósito de Villarrobledo vendía trigo (setecientas fanegas) para obtener dinero que era prestado a los labradores, obligados de nuevo a devolver ese préstamo en trigo para la cosecha de agosto. A ello se unía, que para el dieciocho de junio se reconocía que la cosecha de 1634 era una cosecha abundante por la misericordia de Dios nuestro señor. Para 24 de julio se reconoce la verdadera enfermedad de la villa es que sus haberes están muy necesitados y alcançados de tal manera que no puede pagar sus réditos y censos que deue porque están muchos executores contra ellos causando escesiuos salarios y costas y consumiendo sus rentas. La imposición fiscal y los préstamos estaban acabando con la villa, a esto se unía un donativo a la Corona el año anterior de 1633. Las intervenciones de Fernando Nieto de Aragón cada vez eran peor vistas, pues había cobrado veinte mil reales en sus ejecuciones, y sobre todo, porque incapaz de cobrar solicitaba la ayuda del corregidor de San Clemente en apelación, en lo que se veía como intromisión intolerable en su jurisdicción. 

Muestra de que las cosechas se habían estabilizado estos años es que la villa regulará las siembras de sus labradores, pues había ganado provisión real para destinar un tercio del trigo de los camarajes del pósito a la siembra de los labradores. Estos, en lo que era costumbre, se comprometían a devolver las fanegas prestadas para el agosto siguiente más un real por fanega

Ese año, cuando el marqués de los Velez pide a Villarrobledo que aporte los cien soldados de milicia, el concejo dirá que esa milicia es cosa antigua y que no tiene disponible ninguno de esos soldados. El número será recordados seis años después y esta vez el enrolamiento para la guerra será obligatorio. Ahora, las obligaciones venían del reclutamiento para los presidios, hasta un total de veinticinco hombres con destino Barcelona; el reclutamiento de estos soldados se centralizaba desde Alcaraz. La concesión del nuevo servicio de dos millones y medio de ducados por el Reino en 1632 había hecho olvidar estas viejas obligaciones, pero asimismo otras más recientes como el acopio involuntario de sal en 1631. Ahora, tres años después, se saldaban con Juan García Ferrer, administrador de las salinas de Minglanilla las deudas por el rebaje obtenido con las concesiones al Reino por el dicho servicio

 LA INMACULADA CONCEPCIÓN, LA VILLA DE SAN CLEMENTE Y EL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA: O SU DECLINACIÓN EN FAVOR DE LA VIRGEN DE RUS 


El franciscanismo había apostado por el dogma de la Inmaculada Concepción en un Capítulo General celebrado en Toledo en 1633 y en 1645 eligen a la Inmaculada como patrona de la orden franciscana. Ese voto lo hizo suyo el ayuntamiento sanclementino, cuyos oficiales juraban con su cargo defender el misterio de la Purísima Concepción; el diez de agosto de 1643 el concejo establece la festividad de la Inmaculada como preceptiva y fiesta a guardar.


El apego de los franciscanos en los siglos XVII y XVIII a la Inmaculada Concepción los llevó a adoptar un nuevo voto, el voto inmaculatista, y la incorporación de un nuevo nudo a los tres del cordón franciscano.

El día de la fiesta de la "limpia Concepción de la Virgen María" se celebraba en el convento de frailes de San Francisco, para lo que recibía del concejo 50 reales. El año 1641 fue uno de los peores años para la villa de San Clemente; Rodrigo de Santelices es enviado para enrolar soldados para la guerra de Cataluña, había sacado de la villa a los hombres de los campos recorriendo un camino que de San Clemente los llevaba en varias jornadas a Cuenca, el campamento militar de Molina de Aragón y, de allí, por Daroca y Zaragoza, a la guerra catalana. Ese año de extrema necesidad, el concejo de la villa decidió reunirse de nuevo tras celebrar el día de la Inmaculada Concepción. La fiesta había sido poco lucida, sin la decencia que el día requiere por falta de cera; pues bien, el ayuntamiento decidirá en sesión extraordinaria después de la fiesta, celebrar de nuevo el día con la mayor ostentación y una procesión de todos sus capitulares del ayuntamiento portando velas, junto a los frailes franciscanos de Nuestra Señora de Gracia. La fiesta se repitió el domingo día once de diciembre, otorgando cien reales más el ayuntamiento a los frailes para la celebración de la fiesta y la compra de cera, que llevarán encendida los miembros del capítulo del concejo en procesión solemne. 


Aunque Diego Torrente trata de unir el dogma de la Concepción a la virgen de Rus en la villa de San Clemente. La realidad es que la festividad de Rus vino a sustituir entre la gente popular a la Inmaculada Concepción. El establecimiento de la Inmaculada el ocho de diciembre como patrona de San Clemente no llegó a cuajar en la mentalidad popular, era para los sanclementinos una fiesta demasiado fría y oficial en procesiones institucionalizadas de franciscanos y concejo. La tradición popular estaba más apegada a las romerías populares en torno a ermitas alejadas del pueblo. Conocemos varias celebraciones en este sentido. En Majara Hollín, los sanclementinos, compartiendo la devoción con los provencianos, acudían hasta la ermita de Santa Catalina. Tal celebración pareció romperse en 1524, cuando en las eternas disputas con los provencianos, y tras destrozar el pueblo, los sanclementinos causaron daños en la ermita. Sabemos de romerías compartidas también con los villarrobletanos, con El Cañavate y con Fuensanta. 


La devoción al dogma oficial de la Inmaculada Concepción se apagó en favor de estas fiestas populares. Aunque quizás el apogeo de la virgen de Rus está ligado a un hecho de carácter político social, pues el ascenso de la festividad en el siglo XVII es paralelo al ascenso social de la familia Ortega, algo tan evidente como el lazo que tanto la virgen como la familia Ortega mantienen con Villar de Cantos. 


En la imagen, virgen del Carmen, en el convento de Nuestra Señora de Gracia

Friday, April 25, 2025

Villarrobledo (1633)

 La langosta seguía siendo un problema a comienzos de 1633, se repartía entre los vecinos mil fanegas del canuto de la langosta aovada en los campos y que se temía aflorara en los campos para la primavera. La villa se quejará de los acopiamientos de sal ante el administrador de salinas Diego Gallo de Avellaneda, pues han cesado por el nuevo servicio de dos millones y medio que el Reino ha concedido.

Para el 23 de octubre se decide dar el trigo de las tercias a los labradores y vecinos necesitados. 

Tema de conflicto era el aprovechamiento de los montes. Los ganaderos villarrobletanos pedían el monopolio del aprovechamiento de las yerbas de las dehesas concedidas con motivo del donativo de 22200 ducados para las guerras de Italia. Por otro lado, los pueblos vecinos de San Clemente, El Provencio y Socuéllamos seguían talando los montes del Calaverón y la Bernagosa. Los sanclementinos formando cuadrillas de quince o veinte personas, fuertemente armados esquilmaban el monte del Calaverón: 

se juntan en quadrillas de quince, veynte y treynta hombres, viniendo de mano armada con sus escopetas y otras armas proybidas haciendo grandes resistencias y las dichas justicias (de Villarrobledo) a quien les prenda, quitándoles las prendas que les han tomado con lo qual a llegado a tanto su livertad  que al presente sin temor de la justicia hacen los dichos escesos

Thursday, April 24, 2025

La Melchora e Isabel de Pedrola

 Hubo un intento de una familia de crearse su pequeño señorío en las tierras al norte de San Clemente, en el pequeño lugar de El Cañavate. Eran los Pacheco, rama bastarda de los marqueses de Villena y alcaides de Belmonte. En 1499, el mayor de la saga, Rodrigo Pacheco, lo tenía todo: unas propiedades que se extendían por El Cañavate, sus aldeas, Tébar, Honrubia y La Alberca. Su padre Diego le preparó un gran patrimonio con su casamiento con María Vallo (la hija del arcediano Gómez Vallo, con bello sepulcro en la catedral de Cuenca), pero su mujer murió repentinamente. Se preparó un segundo matrimonio, esta vez con Isabel Pedrola, hija del comendador Tristán Muñoz (o Ruiz) Molina y Catalina Suárez, pero la mujer, aparte de aportar doce mil ducados al matrimonio, fue incapaz de aportar lo que se le pedía al matrimonio: los hijos. Rodrigo despreció a su mujer estéril, cayendo en los brazos de la cuñada de su mayordomo, Ana Muñoz o la muñoza; mientras la despreciada Isabel de Pedrola, mantenía las formas, que, en aquellos tiempos, era mantener el patrimonio heredado. La fortuna de Rodrigo, y la de su mujer, era envidiada por Diego Ruiz de Alarcón, su sobrino y señor de Buenache, y por su hermano Hernando Pacheco, alcaide de Belmonte. Mientras la muñoza urdía, no en vano tenía fama de sagaz, astuta y lisonjera, Isabel de Pedrola aguantaba los insultos de la advenediza y de su marido, para el que el matrimonio estaba consumido; pero Isabel mantenía y preservaba cada uno de los ducados de su dote matrimonial. 


El tiempo pasó, el ardor de los amoríos de Rodrigo Pacheco fueron apagados por la vejez, la enfermedad y la irremediable ceguera. Poco antes de morir, cuando solo era un títere en manos de la muñoza y del señor de Buenache, tuvo un momento de lucidez, dejando parte de su fortuna para la edificación de una nueva iglesia en El Cañavate, y garantizando, vía testamentaria los bienes de su repudiada mujer. Isabel de Pedrola siguió los pasos de su difunto marido, dejando los doce mil ducados de su fortuna para la fundación del convento de clarisas de San Clemente, donde ingresaría. 


Era el año 1539; la verdad es que el convento ya existía, pero no como lo conocemos hoy, pues las beatas se congregaban en torno a la casa que les había dejado Martín Ruiz de Villamediana, uno de esos hombres que forjó el San Clemente de 1500: mercader de Zamora, hidalgo sin guerras en las que luchar, noble por diferenciarse en algo de los demás y, sin saber cómo, líder de la rebelión comunera en San Clemente. Figura tan heterodoxa solo tiene su parangón en otra mujer llamada la melchora, que junto a otras dos beatas, las llamadas toledanas, fueron sin edificio que las cobijara las verdaderas fundadoras de las clarisas. Eran tiempos en los que dominaba la herejía, que es tanto como decir la libertad de pensamiento, entre el erasmismo y esos radicales llamados los alumbrados; hombres y mujeres que hicieron suyo el espíritu de pobreza que intentó infundir en la orden franciscana el gran Cisneros.


Pero una cosa era la pobreza y otra la irreverencia. La melchora era indomable; hasta San Clemente mandó la orden franciscana una sor Ana Sánchez, de Villanueva de los Infantes, para poner orden en aquel grupo en torno a la melchora que vivía la fe tan rudamente como los tiempos que les tocó vivir; el enfretamiento fue tan violento, que el Padre Provincial tuvo que intervenir para que la melchora no acabara con sor Ana. Triunfante, sor Ana, vivió veinte años de santidad, o eso nos dice el cronista de la orden padre Ortega, porque la vida de esta santa mujer ha sido barrida de la historia. La melchora, de hecho, despojada de sus hábitos conservaba aún el poder. La pobre sor Ana tuvo que emprender el camino de Villanueva de los Infantes. 


Es entonces cuando Isabel de Pedrola queda viuda e inicia su ministerio religioso. Es entonces cuando, con los doce mil ducados donados por Isabel, comienzan las obras de uno de los edificios más bellos de San Clemente: el convento de la Asunción.


Alguno de los lectores puede pensar que este clima de intrigas es similar al clima que se vive hoy en San Clemente, pero hay una diferencia: en aquellos tiempos pasados había mujeres, ... y hombres

EL OLVIDADO SIGLO XVI

 EL OLVIDO DE LA HISTORIA PASADA. Hay un desconocimiento profundo del siglo XVI, que se rellena con los datos de la época medieval, parcos de por sí, y esos otros ya del siglo XVIII. Es este, quizás, el peor presentismo de todos. El siglo XVI es ralo en fuentes. O tal vez no tanto, pues el problema es que, aunque mutiladas, las fuentes del siglo XVI ya ilusionan por mostrar testimonios que luego doscientos años después se generalizan.


El siglo XVI es un incomprendido. Quitas a los grandes reyes, el emperador Carlos y su hijo Felipe II, y parece no haber nada. Si vemos las recreaciones históricas de hoy, sobran soldados y faltan labradores; si nos aventuramos en otras recreaciones ya del siglo XVII, lo que abundan son los espacios cerrados, lo cual es más certero. El siglo XVI es un siglo de la calle, donde la clausura no tiene cabida, ni la religiosa ni la secular. Me decían, no hace mucho, que el intento de meter a las monjas canonesas de Zaragoza en clausura fue respondido por estas con procesiones por las calles de la ciudad expresando el malestar. Santa Teresa ha dejado una riada de fundaciones en sus conventos, pero ella tenía fama de andariega y de culo de mal asiento, sabedora que sus experiencias místicas, dejadas en manos ajenas podían derivar en libertinaje, y que ensoñaciones de diablos de su sierva Ana de San Agustín estaban mejor encerradas en conventos. Las primeras monjas sanclementinas de la Tercera Orden odiaban el encierro, y las reglas, y aguantaron todo lo posible, antes de ser encerradas en el monasterio de la Asunción, mientras que Nuestra Señora de Gracia era convento dúplice, con una coexistencia entre frailes y monjas que nos ha sido borrada de la memoria. Los mismos franciscanos andaban todo el día en la calle y sus pasillos y claustros era el lugar de encuentro de los primeros escarceos de los novios, por allí se movía todo el mundo. Incluso, los amores prohibidos tenían sus lugares tan secretos como públicos: el clérigo Tristán Pallarés alargaba sus encuentros enamoradizos con la viuda y rica Catalina García por los parajes de la ermita de Rus.


Todo era vida y todo era compartido. Las mozas se dejaban cortejar en los pozos de agua. Cuando Trento censuró estas prácticas, esos cortejos se trasladaron a las tiendas y sus compras y las más arriesgadas buscaron el amparo del lugar sagrado, ya fueran las moriscas y sus historias granadinas en la ermita del Remedio ya fueran esas libertinas, que la Inquisición catalogó de brujas y que se reunían junto a las ermitas.


Se temía a la noche, pero la oscuridad era transgredida. Los alguaciles se quejaban de que la prohibición de portar armas por la noche fuera negada por las luminarias de las casas que anunciaban bodas inexistentes o encuentros ilícitos con canciones y acompañamientos de guitarras. Los receptores de Granada llegaban a los pueblos para hospedarse en mesones, siendo sus cometidos profesionales comidilla de todos y cuando tomaban declaración a los testigos de probanzas, todos se salían del guion de las preguntas predispuestas: todos había oído decir algo novedoso, desvirtuado por las numerosas versiones que cada cual edulcoraba. Era una sociedad de múltiples relatos, ajena a los controles de la moral tridentina. Todo era posible: el delincuente podía ser soldado de fortuna; el labrador, regidor de su pueblo; el fraile, maestro de letras y ensayador de alquimista. 


Todo estaba lleno de vida y de desorden creativo: tratos comerciales, devaneos amorosos, enseñanzas no regladas, disputas no escondidas y muertes "celebradas" en familia.


POR ESA RAZÓN, HOY NO SE QUIERE SABER NADA DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA. PORQUE TODO ESTÁ TAN CONTROLADO COMO MUERTO Y SE QUIERE ESCONDER CON UN DÍA DE FESTIVIDAD LA ANODINA EXISTENCIA DE LOS TRESCIENTOS SESENTA Y CUATRO DÍAS RESTANTES DEL AÑO... LAS RUINAS DE UN CONVENTO QUE RECUERDAN ESA TRISTE REALIDAD MOLESTAN Y MUCHOS DESEAN SU HUNDIMIENTO CUANTO ANTES. ES LA MUERTE EN VIDA DE LOS QUE NOS PRESENTAN COMO JÚBILO LO QUE ES EXISTENCIA ANODINA.

Sunday, April 20, 2025

¿EL POR QUÉ DE LA VIRGEN DE RUS?

 ¿¿EL POR QUÉ DE LA VIRGEN DE RUS? Los orígenes a la devoción a la Virgen de Rus se pierden en el tiempo y en la leyenda. Don Diego Torrente daba como fecha de referencia el año 1528 y unas cuentas del regidor Miguel Muñoz. Esas cuentas, hasta donde yo sé, han desaparecido, pero, por mi parte, les doy bastante veracidad, pues cuentas similares existen en Villanueva de la Jara para ese año (entonces, bajo señorío como San Clemente de la emperatriz Isabel de Portugal). Juez fue enviado desde la Corte para entender en los desarreglos de unas haciendas municipales, descontroladas desde la época de las Comunidades. Hay una segunda razón para dar veracidad a dichas cuentas y es que cuatro años antes, en 1524, los sanclementinos se habían quedado sin el lugar de culto de la pequeña ermita de Santa Catalina en Majara Hollín, que ellos mismos habían destrozado un 16 de agosto en sus eternas peleas con los provencianos. ¿Y qué era de Rus en estos tiempos? Devoción mariana existía. Lope Rodríguez, macero real y un tahúr que dio con sus huesos en las cárceles de la Inquisición, tallaba con sus manos una imagen de la Virgen por 1490 y paseándola entre los labradores de Perona recogía huevos y otros presentes para dárselos a doña Juana Toledo (la madre del fundador del convento de Nuestra Señora de Gracia). Bueno, este Lope era un auténtico trilero, pues predicando por la Jara se ganaba unos buenos quesos. Rescatamos viejos tahúres que se aprovechaban de la devoción popular porque siempre han existido. Volvamos a Rus. La búsqueda de refugio espiritual en Rus de la segunda mitad de la década de 1520 no debió durar tanto, pues los sanclementinos, destruida la ermita de Santa Catalina, buscaron devoción a la santa en Sisante, donde también se profesaba devoción. Pero Sisante, desde 1537, cayó en manos de Vara de Rey y por allí no se quiso ver más a los sanclementinos que, en esa querencia por la violencia, destrozaban esta vez no ermitas sino el pinar de Azaraque. Muy propio de ellos: ¡o mío o de nadie! Curiosamente, en esa década de 1540 vuelve a surgir la noticia de una procesión a la Virgen de Rus (con otra a Santa Quiteria,... que los sanclementinos no lo tenían muy claro) y el intento de los sanclementinos de edificar una nueva ermita de Santa Catalina (mala conciencia tenían, pues habían destruido la anterior ermita), que no se pudo llevar a cabo por la oposición de los provencianos. Debemos recordar que la destrucción de El Provencio y de la ermita de Santa Catalina les costó a los sanclementinos setecientos juicios a otros tanto vecinos por la inquina de un emperador Carlos que ya estaba cansado de una villa que soñaba con destruir a sus vecinos y cuya fidelidad era bastante dudosa. Entre pérdidas de devociones y ausencias afloraba la devoción a la Virgen de Rus, para confundirse en lo que era una práctica habitual en toda la comarca al inicio del mes de mayo. La Pasión de Semana Santa recordaba a los pobres su propio sufrimiento, ni siquiera el colorido de los Monumentos servía para aliviar las penas. La vida era gris y esos intentos de colorar el mundo, que denunciará Luis Sánchez de Origüela, poco consolará a los afligidos, más, si pensamos, que a esa altura del año, ya faltaba el grano de la cosecha del año anterior. No es casualidad que en esos inicios de mayo (o finales de abril) coincidan varias festividades en Villarrobledo, Villarejo de San Nicolás, en Sisante, Santa Catalina o en Pozoseco y que en todas la finalidad es la misma: la comunidad, o los concejos en su nombre, daban limosna, o sea, trigo para que los pobres pudieran comer y aguantar hasta la cosecha del verano, donde los pobres recogían los granos remanentes del suelo (¿se acuerdan de la historia bíblica de Ruth?) Pero el culto de Rus, tal como nos ha llegado, es algo diferente. Hoy se han pagado 122000 euros por las andas de Rus. Los sanclementinos de 1600 hubieran visto esta postura como un escándalo... y mire usted que por la época eran comunes pujas o posturas y remates al mejor postor, con fianzas (que por eso hoy se da el dinero en metálico, que no todos los que pujaban antaño eran capaces de pagar después). Los primeros portadores de la Virgen de Rus eran los cofrades de la Sangre de Cristo, que, entre otras cosas, hacían lo que no quería nadie: recoger los cadáveres no reclamados para enterrarlos. La cofradía tuvo trabajo el año 1600, cuando las calles de San Clemente se llenaron de los cadáveres de los sanclementinos muertos por la terrible peste de ese año. Es 1600, cuando Enrique Fontes Fuster, haciéndose eco de la tradición y memoria oral, quiere ver el nacimiento de la devoción de Rus. Entonces, un pueblo desesperado por la peste y sin respuesta de sus autoridades, decide ir a Rus y traerse la Virgen (y es que éstos de San Clemente tenían precedentes en el asalto a santuarios). Traerán la Virgen al pueblo para sanar con sus milagros a los vecinos enfermos de la peste, pero las autoridades (seguramente el doctor Tébar y algún próximo a los Pacheco, pues don Juan andaba escondido en Perona, donde no había peste, cosa que los sanclementinos achacarían a la protección de la Virgen), pues bien decíamos que esas autoridades se plantarán a la entrada del pueblo, probablemente en la Herroyuela (donde hoy están las carmelitas) para negociar con los "ladrones" de vírgenes. Sería demasiado pensar que los raptores huyeron a la carrera con la Virgen, pues el resultado final sería llevar a la Virgen de Rus hasta Santa Ana, centro de apestados. Lo que está claro es que el rapto de la Virgen fue algo no querido, pues la celebración de Rus se venía celebrando para el mes de mayo y el rapto debió coincidir en la fase final de una peste que ocurrió desde junio a diciembre de 1600. Acabara la peste por "agotamiento" o por prodigio, los sanclementinos ligarían su suerte definitivamente a Rus. Hasta Sancho proclamaría su "voto a Rus"; lo del voto es o era un juramento de la comunidad de reconocimiento a perpetuidad de una obligación contraída con una Virgen que había salvado al pueblo. Además, la Virgen tuvo suerte, pues coincidió con nuevas formas de religiosidad que se iban imponiendo con el concilio de Trento, donde la imagen y la reliquia podían más que la fe interior. Así lo entendían las familias principales que no veían otra forma de controlar a un pueblo cada vez más harapiento que la taumaturgia de las imágenes. Así, la Virgen de Rus se iba imponiendo entre disputas (a cuchillada limpia) entre los Pacheco y los Ortega, que dominando Perona y Villar de Cantos, respectivamente, veían con recelo el santuario del medio: Rus. Los Pacheco tenían las de perder, todo el mundo sabía que eran los Castillo de antaño, los "perros judíos" para todos; los Ortega, se les presuponía cristiandad vieja, ya que nadie sabía bien de sus orígenes, y sus enlaces con los Origüela, eran "lavados" por el doctor Tébar con fundación jesuita. Pero, digámoslo así, los Ortega eran más "cabrones": supieron presentar a los Pacheco como enemigos de la villa de San Clemente , ya que pretendían quedarse con la jurisdicción de Perona. Con Perona debieron pensar se iría el seno materno de Rus, pero lo que se marchó, fue Villar de Cantos, finca de los Ortega y de la que dependía eclesiásticamente Rus. Que el pueblo no se fiaba ni de unos ni de otros es evidente. En 1620, un fulano Jareño se hacía eco de la procesión de Rus de ese año y del malestar popular, hasta el punto de decir que "o la villa salía con el pleito de Perona o las mujeres habrían de ir a Sevilla". O se ganaba a los Pacheco o se iría donde hiciera falta si la Virgen de Rus no abogaba por la villa. El pueblo de San Clemente ganaría el pleito, a su Virgen de Rus y perdería su tradición religiosa. Los Ortega, que, en 1626 se harán con Villar de Cantos (y controlarán la iglesia de Rus), pronto transigirían con la tradición de una "traída" que les beneficiaba políticamente, pero exigían un "rehén", que era la Virgen del Remedio, la misma que en la terrible peste de 1600 se había convertido en protectora de esos que el doctor Tébar llamaba "perros moros". Una Virgen, la del Remedio, que fue ganando en una popularidad que supliera la perdida de antaño con los nuevos pobladores del barrio del Duz o de los Duces, los marginados de los marginados. Los hortelanos se contaban con los dedos de las manos, pues para huerta la de los franciscanos, unos pasos más arriba o esas otras de familias con bastante abolengo... que una huerta entonces era algo más que cuatro hileras de judías y tomates. Viejas familias que recuperaban viejas devociones a la Virgen del Remedio, sin máculas de manchas de las viejas familias moriscas y recuperando devociones tradicionales apropiadas por los Ortega, una familia ajena al siglo XVI sanclementino, bien por estar recluida en Villar de Cantos bien porque la joven promesa, Rodrigo el mozo, fallece hacia 1540, un año después que su padre. Por fin, los Ortega encontraban su devoción y se reconciliaban con el pueblo. Estos Ortega, por no tener, no tenían ni capilla de enterramiento familiar, más allá de dos arcosolios en "los frailes" y tumbas compradas bajo el coro de los franciscanos. Y es que los sanclementinos no tenían en qué reconfortarse por el año 1600 y los Ortega supieron aprovecharse de ello. La Virgen del Remedio "en manos" de los moriscos; los franciscanos, monopolizadores del voto inmaculatista, pero que veían su altar mayor usurpado por una Virgen de las Angustias que presidía el retablo de su convento, y que era una Virgen de dolor y sufrimiento, y un Santiago matamoros en el centro del retablo de la iglesia de Santiago que expresaba bien el clima de una villa que se mataba a cuchilladas en sus rencillas internas. Solo quedaba la Virgen de Rus, la Virgen de rostro amable que hacía olvidar, aunque fuera por un día las pesadumbres. Su triunfo fue parejo a la desnudez de los atributos que le acompañaba: las limosnas y comidas de pobres fueron sustituidas por los ágapes familiares: unos ágapes festivos que se olvidaron de esos otros "aniversarios" donde la comida y el vino se compartía con los difuntos. Los cofrades de la Sangre de Cristo, expulsados por aquellos nuevos portadores que podían pagar el privilegio de llevar las andas. Caballeros y camareras por viejos ermitaños, que permitían la anarquía de una devoción espontánea,... viejas y toscas imágenes por otras "más andaluzas", como las que buscaban en Sevilla las mujeres sanclementinas allá por el año 1620.

Tuesday, April 15, 2025

Las dos líneas de los Herreros de San Clemente

 Los hijos varones de Miguel Sánchez de los Herreros fueron cuatro (Francisco, Bernardino, Antonio y Sancho), pero solo dos de ellos mantuvieron la línea varonil hasta entrado el siglo XVII, fueron los citados Francisco y Bernardino. Vaya aquí estas dos líneas con los datos recopilados por Valentín Casco  


MIGUEL SÁNCHEZ DE LOS HERREROS CASÓ CON TERESA LÓPEZ MACACHO, fundadores de la capilla de San Antón en la iglesia parroquial de Santiago de San Clemente


PRIMERA LÍNEA

1.- Francisco de los Herreros casó con Elvira Carrasco

    2.- Francisco de Herreros casó con María de Montoya

       3.- Jerónimo Carrasco de los Herreros casó con doña Jerónima Portero

          4.- Francisco de los Herreros, familiar y consultor del Santo Oficio, del Consejo de Hacienda (fue aprobado para entrar en suertes para procurador en Cortes por Madrid), casó con doña Luisa Solorzano

             5.- Don Alonso de los Herreros, pretendiente al hábito de Santiago (al igual que su hermano Francisco). Hay otras dos hermanas: María de los Herreros, monja en San Clemente, tuvo hechas pruebas para religiosa de Calatrava en Madrid) y doña Ana de los Herreros, se le hicieron pruebas mayores para ser mujer de oficial de la Suprema del Consejo de la Inquisición.


SEGUNDA LÍNEA

1.- Bernardino de los Herreros casó con Inés de Alarcón

    2.- Miguel de los Herreros casó con Catalina García 

       3.- El licenciado don Miguel de los Herreros casó con doña Inés Carrasco

          4.- Andrés de los Herreros ganó ejecutoria de hidalguía. Tenía un hermano llamado Julián cuyos hijos litigaron, junto a su tío Andrés, la ejecutoria de hidalguía ganada. 

Monday, April 14, 2025

VILLARROBLEDO (1632)

 La langosta estaba aovada en los campos Villarrobledo, pero asimismo en veinte leguas a la redonda de esta villa. Fray Pedro de Góngora, provincial de la provincia agustina de Andalucía, llega a la villa con la intención de fundar un convento en hospedería donde se puedan acomodar los dos o tres primeros frailes. La villa, aprovechando la cosecha anterior del año anterior y la previsible excelente cosecha venidera, veía como el precio del trigo por fin caía a quince reales la fanega. Buenas cosechas, pero una y otra vez se mencionaba la falta de agua y otros infortunios para justificar que llegado el mes de mayo había escasez de pan y se hacía necesario proveer a los vecinos con trigo para panadear del pósito... ¿movimientos especulativos?

Será en 1632, cuando se ejecuten los arbitrios aprobados en 1629 y en 1630, en contrapartida de los 22300 ducados en moneda de vellón aportados a la Corona para sostener el esfuerzo militar, aunque quien los recibía directamente era el factor de los Fúcares, en Villanueva de los Infantes: se consentía que el ganado pasara a las viñas para comer la pámpana, una vez alzada la uva, y a los agostaderos e invernaderos; el arrendamiento de dehesas. Era este último aspecto el que se estaba generalizando en todos los pueblos. Los arrendadores podían rozar las dehesas acotadas o permitir la entrada de ganados en esta tierra, pagando los ganaderos una oveja o doce reales, a su elección, por cada 22 almudes que sirvieran de pasto. Se concedía el monopolio a la villa para poner tiendas y estancar los productos por veinte años. Entre los que se gravaban, el azafrán (dos reales por libra) y el vino (un maravedí en cada azumbre de vino). Se gravaban también las ventas en el exterior de los granos (un real por fanega de trigo y medio real por fanega de cebada o centeno). Se añadían otras sisas sobre la carne y la lana. Los arbitrios se establecían por veinte años. Los nuevos arbitrios se unían a otros tomados desde 1616 para pagar la exención jurisdiccional de la villa o las nuevas necesidades de la Corona (el pescado o el aceite eran otros productos gravados o la octava del vino y el reciente estanco de la sal, que se denunciaba el excesivo acopiamiento hecho a la villa) y para la compra de la almotacenía y escribanía. Otros arbitrios concedidos por la corona eran la posibilidad de hipotecar sus propios y rentas, establecer nuevas tasas sobre las ventas de la tercera parte del trigo de su pósito, y la posibilidad de establecer repartimientos de dinero entre los vecinos

1000 fanegas de trigo para armar y el sueldo de 21 soldados de los presidios: Se reclutaban soldados y se hospedaban 65 galeotes de paso por la villa.

El año 1632 ha tenido también una pobre cosecha: que de causa de la esterilidad del tiempo y mucha langosta que a avido este presente año en la juridición desta villa los vecinos della son probísimos e impusibilitados de poder sembrar sus barbechos y pagar las deudas que se deben así al pósito como a personas particulares (19 de octubre). Sin embargo, dudamos de estas afirmaciones como rotundas, pues la fanega de trigo se vende por diecisiete reales en Navidad.


ACTAS MUNICIPALES DE VILLARROBLEDO, 1632

Friday, April 11, 2025

VILLARROBLEDO (1608)

 El año 1608, se inició con nuevas injerencias de la justicia del corregimiento en los asuntos de la villa. En este caso, en un proceso por las heridas recibidas en la cárcel por Juan Sánchez Ortiz y causadas por el capitán Francisco de Montoya o ese otro de las heridas causadas por Pedro de Vargas a Juan Ortiz de Funes. Aparte de la vulneración de la primera instancia, el asunto era una toma de partido del corregidor y su alcalde mayor, el doctor Fernando de Vera, por el capitán, partidario del poder central. Los encontronazos venían, sobre todo, con el alcalde mayor; por eso, en el ayuntamiento de 26 de febrero, se había decidido acudido a la Chancillería de Granada para que se respetase la primera instancia de la villa. Las disputas se centrarán el el regidor Pedro de Vargas, acusado por otros regidores de malversación del dinero de las tercias en el proyecto urbanístico que ha visto cómo se levantaban nuevas casas del ayuntamiento, carnicerías y pósito y cómo la plaza de la villa era ensanchada. Los poderes que Pedro de Vargas tenía para representar a la villa en la corte serán revocados a favor de Rodrigo de Llerena.

Las diferencias con San Clemente se agudizarán el mes de julio por la sacas de leña por los sanclementinos en el monte del Calaverón y la justicia parcial del alcalde mayor Francisco de Astudillo (que está ocupando el oficio, cuando los naturales están excluidos).

Seguían los problemas de abasto de trigo. De las 1500 fanegas pedidas por el pósito de Madrid, únicamente se habían allegado 500. El pósito, controlado por el corregidor, estaba lleno, pero el problema era que los labradores no tenían dinero en efectivo para comprar trigo y no acababan de terminar de sembrar. El estricto control del pósito para garantizar el abasto de la población provocaba muchos roces, pues los labradores que podían acudían por el trigo a los pueblos vecinos para garantizar la siembra. Los ganados de Villarrobledo también veían cómo sus pastos se reducían, pues tanto el Bonillo como Munera cerraban dos leguas de su término. Para junio se denuncia la presencia de unas compañías de soldados, cuyo hospedaje contribuye a agravar la situación de los más pobres y que será motivo de fricción con la corte en los próximos años, por negarse a pagar su alojamiento la villa.

El año 1608, a pesar de las dificultades de las actas, por las tintas corridas, debió aportar una cosecha aceptable. El pósito tenía en sus cámaras 12000 fanegas, de las cuales se dieron 4000 a los labradores para la siembra. Un año más, aunque desconocemos la cantidad, salió trigo de Villarrobledo para el pósito de Madrid.


ACTAS MUNICIPALES DE VILLARROBLEDO 1608-1609 (el año 1609 es ilegible)