EL NACIMIENTO DE LAS ALDEAS DE VILLANUEVA DE LA JARA
En este rústico mapa, nos podemos hacer una idea de la Villanueva de la Jara a comienzos del siglo XVI. Villanueva no se entiende sin la existencia previa de Alarcón, su villa madre. Los términos de Villanueva de la Jara fueron fijados por el licenciado González Molina en 1481, con protestas sonoras de los procuradores jareños. La razón era que a Villanueva de la Jara se le había prometido por límites en 1476, el río Júcar, Iniesta y Jorquera; la realidad fue que Villanueva de la Jara consiguió unos términos de una legua alrededor de su población y como único logro a la extensión de su término un corredor que le daba acceso a la ribera izquierda del Júcar, donde se habían asentado varios jareños décadas antes en casas aisladas, alrededor de la ribera de San Benito.
Sin embargo, observará el lector en este mapa del siglo XVIII (y que no se responde a la realidad del siglo XVI), cómo hay pequeños puntos amarillos alrededor de Villanueva de la Jara. En los amojonamientos de 1481, contra lo que pudiera parecer, Alarcón, la villa supuestamente derrotada, conservó la mayoría de su suelo; las nuevas villas se les dio apenas una legua alrededor de ellas, caso de la propia Jara y El Cañavate, e incluso, en el caso de San Clemente, luchó por mantener la ribera derecha del Júcar.
Para el caso de Alarcón, lo que fue victoria presente se convirtió en derrota futura. Los pequeños puntos amarillos eran enclaves poblacionales nuevos donde había jareños, pero las tierras alrededor de estos enclaves eran de Alarcón. Es decir, Quintanar, Tarazona o Gil García (Villagarcía del Llano) solo tenían por territorio propio el suelo ocupado por las casas que habitaban sus moradores, los campos eran de Alarcón. Se daban casos curiosos, como que al construirse nuevas casas aledañas a las antiguas de estos pueblos quedaron, por falta de espacio, en término de Alarcón. Es más en Tarazona había una casa edificada en término jareño su mitad y término de Alarcón la otra mitad y en Pozoseco el mojón estaba situado en el interior de la misma iglesia.
La colonización de estos pueblos correspondió a iniciativas particulares. Pozoseco existía desde comienzos del siglo XV, pero cayó en manos de la Jara porque sus tierras las labraba la familia jareña de los Saiz de Pozoseco (por esa época Rubielos Bajos, pues los Altos quedarán en término de Alarcón, no tendrán entidad propia hasta la década de mediados 1520). La zona de Gil García y Madrigueras fue colonizada desde mediados del siglo XV por colonos de Iniesta, sin embargo, el impulso de los jareños en la década de los setenta decantó este territorio a favor de Villanueva (en esta zona, las llamada Casas de María Simarro, luego de Santacruz, como las del Olmo, creemos que corresponden a una colonización tardía de entrado el quinientos, aunque tenemos dudas si ciertas referencias se refieren a estas casas o a las de Casasimarro). Decían los vecinos jareños que la datación y nacimiento de las principales aldeas de Villanueva de la Jara: Casasimarro, Quintanar del Rey, Tarazona Y Casasimarro (aparte de Villalgordo del Júcar, ya existente en 1480, pero con muy poca entidad) fue iniciativa de Fernando el Católico durante los años de la guerra del Marquesado (1475-1480). El rey fomentó la colonización de estas tierras al sur de Villanueva de la Jara para debilitar a Alarcón; los testimonios que poseemos (especialmente para el caso de Tarazona así lo indican), aunque los topónimos de Quintanar y Tarazona ya existen en las roturaciones de llecos de los años 1460. Otro pueblo, Casasimarro, lo tenemos por fundación y casa familiar de Fernán Simarro, que es, además, el padre fundador de Villanueva de la Jara, a la que dotó de sus primeras ordenanzas en 1481, que declaraban a la villa de Villanueva como "tierra enemiga de hidalgos". No debemos olvidar que el futuro de Casasimarro fue paralelo al fracaso de varias casas en la ribera del Júcar que únicamente llegaron a formar una entidad reconocida en los documentos en los inicios del siglo XVI y conocida como la Ribera del Júcar. Un caso ejemplar del fracaso de ir más allá de una casa aislada es la llamada casa de Ávila.
Así, Villanueva de la Jara, o Villanueva de la Jara y su tierra, que es como gustaba llamarla a sus vecinos, era un término pequeño. Una villa con muy poco término y unas cuantas casas en las aldeas, cuyos labradores explotaban en régimen de arrendamiento, mayormente, las tierras de Alarcón. Pero el logro de Villanueva de la Jara fue que allí donde había un jareño se extendía la jurisdicción de Villanueva. Los colonos jareños llevaron a la villa madre junto a sus personas la jurisdicción de sus tierras, usurpadas o compradas a la villa de Alarcón. Hacia 1520, la suma de los habitantes de las aldeas jareñas equivalía a los que habitaban en la villa madre.
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