El quince de febrero de 1606 se dan por cerradas ante el corregidor de San Clemente las compras de trigo acordadas en la junta de Iniesta de 16 de octubre del año anterior. Junto al trigo comprado en el exterior, los labradores eran los paganos de una situación de carestía, pues el trigo que se les compró para el pósito fue fijado a un precio de catorce reales (22 reales por debajo del precio del mercado) y hubo necesidad de compensarles pues la misma tasa de granos se subió a 18 reales la fanega. La situación de la villa era penosa, tal como se reconoce el 26 de abril, cuando se decide fijar un salario de diez mil maravedíes a los médicos para compensar la asistencia que desprendidamente están dando a los vecinos pobres, pues a avido y ay muchos enfermos y los médicos desta villa an tenido cuydado y lo tienen de presente de visitarlos sin interés alguno. Para el 29 de abril se debe comprar nuevamente trigo para el pósito, esta vez en Consuegra. Se debe acudir al trigo de la iglesia para garantizar la limosna para pobres de la fiesta del primer jueves de mayo en el Villarejo de San Nicolás.
La villa se prepara para la próxima cosecha. Era habitual que los labradores villarrobletanos acudieran a San Clemente y Belmonte a vender su trigo y disponer así de liquidez en dinero. El tema no era baladí, porque a Villarrobledo se se le exigía el pago de sus impuestos en moneda de plata y esta moneda escaseaba. Ahora se pretendía que el caudal del pósito, 22000 reales, fuera íntegramente al pago del trigo de la cosecha de agosto y destinado a llenar sus cámaras. La cifra se elevará a 3000 ducados.
Si la necesidad era grande en Villarrobledo más lo era en el resto de la comarca. Durante los años 1605 y 1606 gente de los pueblos comarcanos, llevados de la necesidad, habían acudido a Villarrobledo y se habían asentado en el pueblo. El ayuntamiento del cinco de junio de 1606 ordenará su expulsión del pueblo: que las personas que oviere en esta villa que no fueren vecinos salgan fuera della se vayan a sus tierras con sus casas dentro del terzero día de la notificación atento que se an venido a ella este presente año y el pasado mucha gente de que se a seguido y sigue mucho daño a esta villa y sus vecinos y se espera mayor.
La medida era radical y difícil de aplicar, pues ocho días después se reconoce que se espera y ya están llegando los peones para la siega. La presencia de esta mano de obra estacional agravará la falta de pan. La solución será subir el precio del pan a dieciséis mrs. la libra de catorce onzas. De cada fanega se extraerían 114 libras de pan, en lo que era evidente bajada de la calidad. Las preocupaciones del concejo es garantizar la alimentación de la población. Para aliviar la situación, la cosecha del verano ha sido mediocre, pero las necesidades son muchas; la ciudad de Cuenca intentara comprar el site de agosto de seis a siete mil fanegas de trigo en Villarrobledo, pero esta villa aún no ha conseguido llenar su pósito. El corregidor de San Clemente intentará controlar la cosecha de ese año, garantizando el depósito diez mil fanegas que se han de poner en terceras personas. Es una decisión que soliviantará a Villarrobledo, ni la Corona se ha atrevido a estas medidas allá de situaciones de emergencia o de guerra. Además, se alega que la cosecha de 1606 ha sido la cuarta parte de la habitual otros años: por aver faltado los temporales que no se a cogido la quarta parte de pan que se esperaba respecto de la dicha falta de pan y de la poca siembra que ubo para la cosecha deste año. La falta de grano en el otoño anterior para la siembra ha limitado la cosecha del verano. Villarrobledo necesita 30000 fanegas de trigo para su abasto. La intromisión de la justicia de San Clemente para intentar frenar la especulación reiterada con motivo de las cosechas veraniegas, continuará cuando el alcalde mayor Cid, el 18 de agosto, hace cumplir las disposiciones del Consejo de Castilla y ordena que el pan cocido no supere el precio de seis maravedíes la libra (ha llegado a alcanzar los dieciséis mrs.), así como que se informe de con razón verdadera de cuál ha sido la cosecha del verano y cuáles las necesidades de la villa de Villarrobledo, tanto para consumo como para siembra. Necesidades que se reconoce no están cubiertas para pobres y pasajeros así como la imposibilidad de comprar trigo, pues el mayordomo de propios cesante ha dejado una deuda de dos mil ducados en las cuenta municipales. Poco después llegará Gaspar Fonseca para embargar trigo para llevar a la corte; se intentará llegar con él a un concierto para que no saque más de 2400 fanegas de trigo, pero las confiscaciones son la norma. La cantidad final subirá a tres mil fanegas. Las intromisiones del corregidor, por mandato del Consejo real, continuarán y el uno de noviembre se pide se informe del trigo existente en el pósito disponible para que los labradores puedan sembrar sus barbechos. Una vez, más se echará mano de la rentas pontificales para garantizar la siembra, pero las constantes intromisiones del corregidor en la política de granos de la villa será el germen del descontento que conducirá a Villarrobledo a pedir su exención del corregimiento unos años después.
Ese año 1606, el más rico del pueblo, excusado mayor para el cobro del diezmo, era Pedro Sánchez de Munera, y como excusado obrero o de la obra de la iglesia fue nombrado su hermano. La lonja, junto a las carnicerías, ya estaba finalizada. Juan de la Serna nos aparece como maestro de cantería de las carnicerías (de la obra principal), pues el 29 de junio recibe una libranza de 1000 reales.
Un hecho aparentemente ajeno a la zona venía a trastocar la vida en la zona. Nos referimos a la vuelta de la corte real a Madrid desde Valladolid. Cinco años después la corte volvía a Madrid. Entre idas y venidas el duque de Lerma se enriquecerá. A Villarrobledo se pidieron treinta carros de a tres mulas para le traslado de la corte. Ya en en viaje de ida de 1601, se calcula que acompañando al rey habían llegado a Valladolid 15000 personas. Ahora volvían de nuevo a Madrid el mes de marzo. La orden llegaba del alcalde de casa y corte Silva de Torres y cayó como un jarro de agua fría en Villarrobledo, donde en esta villa no ay ni se podrán hallar mulas para que puedan servir en la dicha jornada por estar todas ellas muy flacas y decaydas de causa de la grande falta de zebada (23 de febrero).Se pedirá se escuse a la villa de dicha aportación. La cifra será rebajada a veinticinco carros, pero para el uno de abril aún no han partido para Valladolid y se les apremia. Los dueños de los carros recibiría cuatrocientos reales por cada uno. El dos de abril, los carros están listos y se relacionan en las actas municipales. El cinco parecen dispustos para partir. Pero, un mes y medio después, el 21 de mayo, se piden quince carros más, mitad con tres mulas y mitad con cuatro.
ACTAS MUNICIPALES DE VILLARROBLEDO, 1606