El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

Wednesday, March 26, 2025

La correspondencia entre el obispo de Cuenca y el duque del Infantado

 En la correspondencia del Obispo de Cuenca Alonso Antonio de San Martín (hijo natural de Felipe IV) con el duque del Infantado Gregorio Silva de Mendoza por los años 1687 y 1690, el religioso relataba la falta de moral en todo su obispado. Denunciaba al escribano Pedro Garrido de Valdeolivas por estar amancebado con la viuda Josefa Izquierdo, ambos tenían escandalizado al pueblo y se pedía al duque que echara del pueblo a la mujer. El vicario de Iniesta se dedicaba a redezmar, obtener un nuevo diezmo adicional, aunque se mandó al provisor para traerlo preso y se le multó con veinte ducados, continuaba en Iniesta. El obispo, para abril de 1688, tenía pensado crearse un coto de conejos propio y pedía al duque sacara unos cuantos gazapos de las propiedades del duque en el soto de las Heras para repoblar su bosquecillo particular. El obispo ya tenía jaulas dispuestas, pero reconocía que le faltaba persona experimentada para echar las redes y cazar los gazapos. Más de trescientos gazapos le dio el duque para capricho del obispo. Los conejos, parece que tenían su contrapartida, pues el obispo prometía al duque del Infantado, un año después, en junio de 1689, su colaboración para "aliviar" la recaudación de las alcabalas de Motilla e Iniesta, enajenadas al duque. La verdad es que la caza de conejos, aunque se habían movilizado criados y hurones, únicamente había alcanzado a ciento setenta conejos, para desconsuelo del obispo que debió conformarse con esa cantidad, si bien ya había avisado al duque que donde había oportunidad de provisión de conejos era en el sitio real de Aranjuez.

Conseguidos en parte los conejos, el obispo continuó con su cruzada particular contra la falta de moralidad en los estados del duque. Seis mujercillas de pocas obligaciones y mala vida andaban escandalizando al pueblo de Salmerón, hasta tal punto que el obispo había tenido que apresar al cura del pueblo, que estaba implicado en las andanzas. La solución del obispo: el destierro de las desvergonzadas; eran las hermanas Domínguez. La magnanimidad del obispo llevaba a perdonar a la mayor de la hermanas, ya por la edad ajada, "y que no está en edad para dar que decir". En cualquier caso, el problema de Salmerón es el que ya se avisaba en 1684, que la hechura del retablo no avanzaba por las diferencias de la villa con el cabildo eclesiástico de ella. Las diferencias venían porque los eclesiásticos hacía tratos con los arrieros fuera del pueblo para no pagar la alcabala. Sí, mostraba el obispo desde Alcohujate su preocupación con el establecimiento de un convento de padres mercedarios en Gascueña. Los vecinos de Gascueña se oponían a la presencia de los mercedarios por "un caso escandaloso que sucedió en él por ocasión de estos padres". Los mercedarios ya regentaban hospicio en el pueblo.

El "quos ego" del obispo se detenía, sin embargo, ante el cura de la Puebla de Almenara y su amancebamiento, todo eran perdones, pues "la malicia humana ha llegado a prohijarle semejante delito". No se podía dudar de un religioso que había mostrado tanta probidad en la administración del hospital de San Juan Bautista en la localidad.



AHN, OSUNA, CT, 271, D. 200-234

Extinción cofradías de Iniesta

 En 1784, Iniesta era una villa de mil vecinos que apenas si podía atender a sus enfermos. Existía por entonces un hospital en una casa, de la que se dice "que su fábrica material es de bastantes anchuras". Este hospital se sustentaba con las limosnas, constaba de cuatro camas, para vecinos pobres de la villa o forasteros. El escaso dinero apenas si daba para medicinas de enfermos o para el reparo de las casas.

Ese año se propone como solución la supresión de las cofradías de la villa por su escasa utilidad. Estas cofradías, muy antiguas, están dotadas con 300 ducados sin que haya memoria de los que hicieron tales dotaciones o fundación y tan solo unas constituciones antiguas para su reglamento. Su única función es "servir de pompa y vanidad" en ceremonias religiosas inútiles de mucha cera, insignias y ornamentos y en entierros costosos y solemnes para los cofrades, que son ricos, "sin que al pobre se le admita por hermano". Se pide la dotación de sus caudales al hospital de pobres y que únicamente la cofradía hagan la fiesta de los patrones titulares y con moderación

Carta de Carlos de Machamalo, visitador del obispado y párroco de Iniesta, al obispo de Cuenca (23 de junio de 1784)


Archivo Histórico Nacional, CONSEJOS,7090,Exp.1

BUEDO DE BARCHÍN DEL HOYO

 Juan Girón de Buedo y Ruiz de Alarcón optará a la orden de caballería de Montesa en 1688


  • PADRES: FERNANDO DE BUEDO GIRÓN, natural de Barchín, y LORENZA RUIZ DE ALARCÓN, natural de Piqueras.
  • ABUELOS PATERNOS: GARCÍA DE BUEDO, natural de Barchín, y RUFINA GIRÓN, natural de Barchín y criada en Piqueras
  • ABUELOS MATERNOS: JUAN RUIZ DE ALARCÓN, natural de Albaladejo o de Piqueras, y ÁNGELA CERVANTES, natural de Madrid (hija de Pedro Cervantes y María de Rojas, nacida el 4 de junio de 1576).
OTROS DOCUMENTOS PROBATORIOS EN LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES DE BARCHÍN DEL HOYO
  • Partida de bautismo de García de Buedo, 8 de febrero de 1577, hijo de Pedro de Buedo y Juana Gomendio
  • Partida de Bautismo de Rufina Girón, 20 de enero de 1582: hija de Fernando de Alarcón y María
  • Partida de bautismo de Fernando de Buedo, 20 de mayo de 1613
  • Partida de bautismo del pretendiente, Juan José, 28 de noviembre de 1639: hijo de Fernando de Buedo y Laurencia Ruiz de Alarcón
OTROS DOCUMENTOS PROBATORIOS EN LA IGLESIA DE PIQUERAS
  • Partida de bautismo de Juan Ruiz de Alarcón, 20 de diciembre de 1582, hijo de Fernando de Alarcón y doña María de Mendoza
  • Partida de bautismo de Laurencia Ruiz de Alarcón, 6 de enero de 1617, hija de Juan de Alarcón Mendoza y Ángela de Cervantes.
EJECUTORIA DE HIDALGUÍA DE PEDRO DE BUEDO de 26 de enero de 1594



CONCEJO DE BARCHÍN DEL HOYO EL AÑO 1583

Martín Cabronero, alcalde por los labradores
García Cabronero, don Pedro Girón de Alarcón, don Fernando Girón de Alarcón, Miguel de Piqueras y Cristóbal López, regidores perpetuos


Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_MONTESA,Exp.234

Tuesday, March 25, 2025

UN CONFESIONARIO PARA SORDOS


 Bartolomé Belinchón era cura de la parroquia de Barchín del Hoyo, durante dos años sufrirá prisión por la delación de un feligrés. Las acusaciones eran graves; unas, de incumplimiento de sus obligaciones; otras, llevadas por el chisme. No cantar la salve, no decir maitines el día de Navidad, asistir con manteos en una procesión, pasear con su ama... y no tener confesionario para los sordos.

El acusador era Félix de Padilla, que era cuñado de Cristóbal de Perea, un principal del pueblo. Los hechos acontecieron en 1785. Es probable que al dicho Padilla no le gustará que no se guardará el secreto de confesión por su sordera, pero lo que es evidente es que el cura pasó su martirio particular de cárcel en cárcel por la inquina que le profesó el ordinario eclesiástico que llevó el caso.


AHN. CONSEJOS,31317,Exp.8

VILLARROBLEDO (1604)

 El año 1604 verá pasar "a la ligera" a las dos compañías de los capitanes don Francisco Luzón y Castro. Iban rápido, en Villarrobledo repondrán fuerzas: pan, vino y queso.

La cosecha del año 1604 sería nefasta: que este presente año en esta villa por causa de la esterilidad del tiempo y otros infortunios de yelos y tempestades de piedras y granizos que en este año an suzedido en esta villa y sus términos  a auido muy poca cosecha de pan y los vecinos están muy alcanzados (30 de septiembre de 1604). Para remediar la escasez de trigo se pedirá al arzobispo de Toledo disponer del trigo de las rentas decimales. Para el 26 de octubre se reconoce que algunos labradores no tienen trigo para sembrar; se pide echar mano de un tercio del trigo del pósito, donde hay mucha cantidad. Pero pocos días después, el ocho de noviembre, se reconoce que, a causa de la poca cosecha habida en la villa y en toda la comarca, no hay suficiente trigo en el pósito para el abasto de vecinos y forasteros. El Arzobispo de Toledo acabará dando 800 fanegas de trigo y 1000 de cebada para sembrar, sacadas de los despoblados de Villarejo, Villavachos, Fuente el Espino y Sotuélamos. Es un regalo envenenado, pues se reconocen que esas propiedades están en manos de foráneos (caso de Sotuélamos, Juan Pacheco Guzmán) que no diezman en Villarrobledo y entregan el diezmo directamente en sus heredades. Se pedirá se saquen de las pontificales de Villarrobledo, a cambio los regidores han de embargar sus bienes como garantía. Finalmente se embargará el trigo de los despoblados perteneciente a las tercias, La realidad es que las adversidades climatológicas y la roturación constante de tierras (un alcalde entregador de la Mesta denunciará esos rompimientos) no garantizan ni la siembra ni el consumo de pan de los vecinos y viajeros.

ACTAS MUNICIPALES DE VILLARROBLEDO

Monday, March 24, 2025

Los Ramírez Ponce de León de las Mesas

 Los Ramírez de Las Mesas, en su ascendencia, nos llevan hasta la familia León, del poeta fray Luis. Antonio Ramírez Ponce de León era hija de Andrés Ramírez y de Ana Gaona (natural de Hontanaya, hija de Rodrigo de Escalante y nieta del comendador Gaona, de la orden de Santiago); el abuelo era Antonio Ramírez y la abuela Juana de Montoya, y el bisabuelo era Gómez de León (o Ponce de León). El origen de la familia era obviamente Belmonte, pero el abuelo Antonio Ramírez, hijo de Gómez de León, y su mujer Juana de Montoya se habían ido a vivir a Las Mesas, donde la familia León tenía una sustanciosa hacienda, y se había establecido en unas casas que hacia 1612 eran ya las cárceles públicas de la dicha villa de Las Mesas. Así mientras Lope de León, el padre de fray Luis, hacía carrera como oidor de la Chancillería de Granada, su hermano Antonio, ahora con el apellido Ramírez, mantenía parte de la hacienda familiar en Las Mesas.

La hacienda originaria de los León creemos ubicarla en Monreal, pero con Gómez de León (el añadido Ponce se tenía por falsario) se había incrementado enormemente a otros pueblos como Santa María de los Llanos, El Pedernoso, Tresjuncos, Belmontejo y El Provencio, además de la citada hacienda de Las Mesas.

Estos sucesores de Gómez de León habían procurado entablar alianzas matrimoniales con la nobleza regional: una hermana del litigante Antonio Ramírez había casado con Baltasar Inestrosa y otra con Martín de Espinosa y de las hermanas de Andrés Ramírez, una había casado con Alonso de Araque, otra con don Pedro de Olmos, otra con don Francisco Melgarejo y otra con Jerónimo de Céspedes. Deudos de la familia eran Juan Ponce de León, señor de Polvoranca, y el oidor Lope León.

ACHGR. HIDALGUÍAS, 302-330-8

ACHGR, HIDALGUIAS 301-107-12

TRES MOMENTOS DE SAN CLEMENTE

* 1503: San Clemente ha embargado el pan de las rentas decimales de Vara de Rey (su aldea), autorizados por una pragmática de los RRCC. En la carta de compromiso que el concejo de San Clemente llega con el canónigo de Cuenca  Gonzalo Sánchez de Inestrosa, este entrega el pan de la rentas decimales de Vara de Rey a pagar por el precio de la tasa. En el compromiso que se llega don Luis Pacheco es juez árbitro para garantizarlo. Gonzalo de Sánchez de Inestrosa actúa por sí mismo y en nombre de  Diego de Iniesta que es prior de Belmonte y arcipreste de Alarcón. Es un año de esterilidad y carestía que dará lugar a varios de crisis. El concejo se compromete en un concejo abierto.


Concejo de San Clemente de 12 de diciembre de 1503

Benito López y Alonso López de Perona, alcaldes ordinarios

Juan de Olivares, alguacil

Juan Sánchez de Andrés Sánchez, Francisco de los Herreros, Martín Sánchez de Monteagudo, regidores

Juan Sánchez de Olmedilla, procurador sindico de la villa

Miguel López de Perona, Pedro Sánchez de Origüela, Pedro Ruiz de Segovia, Francisco de Perona, Gil Fernández de Alfaro, Juan López, Martín López y muchos otros hombres buenos



*1510: Carta de casamiento entre Aldonza Xuárez, hija de Alonso González de Origüela, y Fernando de Molina, hijo de Alonso Núñez de Molina, escribano público de Cuenca. La dote de la novia será 70000 maravedíes, la mitad en dinero y la otra mitad en ajuar (Cuenca, 10 de julio de 1510).

Alonso González de Origüela tiene, además, por hijos a Pedro Xuárez y Hernando de Origüela (al que conocemos por Hernando de Origüela).

Los dos documentos anteriores se los debo a Julia Toledo (AHPCu)

*¿1516?: Notificaciones de un auto a diversos oficiales del ayuntamiento: Juan López de Perona el viejo, Miguel Muñoz, Alonso López de la Alberca, Diego Simón (todos ellos regidores y alcaldes del año pasado). Sancho Rodríguez,  Rosillo (testigos y procuradores). Ginés de Haro, Alonso Astudillo, Pascual Simón, Juan Ruiz, Miguel Sánchez de los Herreros, Francisco de Perona (regidores y alcaldes de este presente año.

Testigos: Juan de la Huerta, Pedro Fuero (?), Juan de Sandoval, Francisco de Carboneras, Jerónimo de Montoya, Alonso de las Mesas, Alberto García de Illana, Juan López Lencero, Francisco Sánchez, Juan de Illana.

El documento no está fechado, AHMSC. Ayuntamiento




La supresión de los alcaldes ordinarios de San Clemente

 La oposición de las villas a la intromisión del gobernador del marquesado de Villena en la impartición de justicia en primera instancia fue una constante. Ya sabemos como echaron atrás el establecimiento de un escribano de provincia ante quien pasaran los autos judiciales del gobernador. Un pleito que se desarrolló en la década de 1550. El establecimiento de los corregidores en 1586 mantuvo las fricciones, de tal manera que las villas fueron pagando y ganando sobrecartas de exención jurisdiccional y primera instancia para evitar el entendimiento del corregidor o su alcalde mayor en los pleitos. Pero en San Clemente, la situación fue diferente. Los regidores de la villa, dirigidos por el alférez de la villa Juan Pacheco de Guzmán solicitaron la supresión de los alcaldes ordinarios de San Clemente y que sus funciones fueran asumidas por el corregidor y el alcalde mayor. En la sesión municipal del 29 de septiembre de 1603, que había de elegir nuevos alcaldes, los dos salientes, Diego de Agüero y Gonzalo Ángel, entregaron sus varas de justicia al corregidor don Diego López de Mendoza, renunciando la villa así a la impartición de justicia con alcaldes propios. Juan Pacheco de Guzmán, ariete de los intereses de la Corona justificó la supresión en que la elección de alcaldes era motivo de bandos y parcialidades en la villa. Bandos manejados por hombres ricos para defender sus intereses particulares y sus haciendas. La acusación, que no era falsa, sí era chocante por venir de quien venía, el dueño de Perona. El panorama político, desde luego, era criticable: alcaldes ordinarios elegidos por regidores que habían comprado su oficio y que ponían hombres de paja a su servicio. Detrás de todo esto estaban las denunciaciones por talas y ocupación de montes, desiguales repartimientos de rentas o soldados y costosos juicios, inalcanzables para los pobres. 


AMSC, AYUNTAMIENTO, LEG. 42/41

Para la supresión de los alcaldes había una razón de peso y es que en los reinos de Castilla allí donde había corregidor este asumía las funciones de la villa donde residía, caso de San Clemente. Los deseos centralizadores de la Corona chocaron con los defensores de la vieja república pechera y sus constitución de 1445, que veían en los alcaldes una persistencia de las viejas libertades y en regidores como Juan Pacheco un traidor a los principios que había tenido que jurar para acceder al cargo. Los estratos medios de la sociedad sanclementina defendieron la continuidad de sus dos alcaldes ordinarios (uno pechero y otro hidalgo). Hasta trescientos sanclementinos se opusieron a la supresión, encabezados por Alonso de Iniesta Romero, el labrador Juan Martínez, Francisco González Gano, Francisco Ballestero, Antonio de Iniesta, el mesonero Juan Martínez y Juan Martínez Ángel. Un grupo medio que sabía de su capacidad de influencia en las decisiones de la política municipal y que intentó llevar el asunto por la Chancillería de Granada, sabedor de que el Consejo Real de Castilla encarnaba los intentos centralizadores. Este grupo conseguiría que el concejo de San Clemente y sus regidores, desdiciendo la decisión de 29 de septiembre de 1603, defendiera la permanencia de los alcaldes y dejara solo a don Juan Pacheco en su supresión. Sería este Consejo el que por auto dado en Valladolid el 27 de julio de 1604 suprimiera los oficios de alcaldes ordinarios, auto confirmado el 25 de septiembre. El 28 de mayo de 1605 se expedía ejecutoria.


Los dos alcaldes ordinarios se volverían a restablecer de nuevo en 1636, previa compra y aprovechando las necesidades financieras de la monarquía.

Sunday, March 23, 2025

RELIGIOSIDAD Y VIRGEN DE RUS

 LA VIRGEN DE RUS, ENTRE LA DEVOCIÓN POPULAR Y EL CONSERVADURISMO SOCIAL.

Decía don Luis Martínez Lorente que, en los días claros, desde Santa Quiteria en Tébar se podía ver el santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Pozoamargo. Nos recordaba a Santa Quiteria como santa querida por los pastores, recordando estos santuarios colocados en atalayas como el lugar primitivo donde los pastores se sentaban para vigilar a su ganado allá en el llano. Sobre el viejo lugar donde descansaban los pastores se levantaron ermitas: refugios para las inclemencias del tiempo y lugares de sosiego para reflexionar sobre la existencia y la deidad en los largos tiempos muertos del rumiar de las ovejas. En estas tierras, Santa Quiteria debió disputar su primacía con otros santos, como San Nicolás o San Cristóbal, aunque entre todos ellos destacaba Santa Catalina. En lo alto de Majara Hollín, una pequeña ermita dedicada a Santa Catalina era lugar de reunión de pastores y hasta Sisante, lugar de paso de ganados, los sanclementinos iban en romería hasta la ermita de Santa Catalina. Los pastores, al menos los tradicionales, de cayado y pequeño hato de ganado desaparecieron, como lo hicieron sus veredas comidas por los campos, condenando a Santa Quiteria o Santa Catalina a ser un recuerdo del pasado. El idílico pasado del pastor con sus ovejas, tal "imitatio Christi" se dio de bruces con la nueva realidad. El labrador tan pronto imploraba al cielo como lo maldecía; la soledad del pastor fue suplantada por el bullicio de la ciudad y los tahúres que anidaban en sus calles. Lope Rodríguez es ya en 1490 un adelantado a su tiempo: juega con las supersticiones de los labradores, ya predica la Biblia por Villanueva de la Jara a cambio de un queso ya hace pasear improvisada imagen de la Virgen por Perona a cambio de una cesta de huevos.
El pastor, en su soledad, hablaba con Dios todos los días; el labrador habla de Dios con sus vecinos a diario y calla ante Dios en los oficios divinos del domingo. El labrador necesita una nueva espiritualidad y no sabe donde encontrarla: descerraja y destroza viejas ermitas, aplaude las condenas de los vecinos, que no considera sus iguales, por el Santo Oficio y hace de la imagen el fetiche sanador de sus desgracias. Luis Sánchez de Origüela denuncia a aquellos que quieren colorar el mundo con los monumentos de Semana Santa y él, denunciado, participa como víctima del espectáculo de las hogueras. La naturaleza florece en colores en la primavera y los hombres necesita colorar su mundo para olvidar amargas existencias.
La amargura de la existencia es presencia viviente de la muerte. En los campos y sus amplios horizontes se vive un presente de esperanza; en las villas urbanitas y el hermetismo de sus casas se padece la realidad de la muerte. Aquí, el hombre pasa del espacio cerrado de su casa a la cripta de la iglesia. Y es que las iglesias y sus cementerios anejos son "enclosures" de la muerte. De la apertura de los campos en la naturaleza que se regenera cada día a las iglesias del olor cadavérico, apenas ocultado por el incienso.
Los hombres quieren salir de la opresión de los pueblos y salen a las viejas ermitas olvidadas. Pero no a los santuarios de los pastores sino a esos otros ahora ya desvencijados. Confunden su necesidad con la ajena y temerosos de caer en la indigencia no olvidan a los que han caído en ella. A los mismos pobres, de los que se rehúye en los pueblos, se les acoge en santuarios apartados para darles limosnas en fechas señaladas. Quizás el caso más señalado es el de los jareños que se reúnen en Pozoseco. Los hombres pueden engañarse a sí mismo con la conmiseración de la pobreza, en la que todos pueden caer. Pero ¿cómo engañar a la muerte, que iguala a todos? La muerte es aceptada en los testamentos y teatralizada en los entierros, pero en el instante de enfrentarse a ella es horror insoslayable. La muerte a veces llega como amenaza para la existencia de misma comunidad en episodios epidémicos pestíferos. En Motilla del Palancar , se teme el fin de la comunidad de vivos. Es la llama de la lámpara del Santísimo Sacramento la que mantiene viva a la comunidad y es ese Santísimo Sacramento el que desprovisto de luz viaja hacia el hogar de los moribundos. Y es que, cuando los muertos son muchos e inabarcables nadie quiere saber nada de ellos. Cual flagelantes y sin rumbo fijo, es entonces cuando los cofrades de la Sangre de Cristo recogen cadáveres yacientes, que han perdido la vida y la filiación de esos otros familiares también muertos. ¿Qué fue entonces de aquellas deidades que habían surgido para la esperanza? ¿Qué fue de aquellas vírgenes, que, donde brotaba el agua, daban Remedio a los sedientos?
Los hombres y los pueblos quieren escapar de los espacios insoportables de las villas urbanizadas y volver a los campos. Recuperan viejos votos y juramentos en la fe ciega de una salvación milagrosa. Quieren sortear las cadenas del control social, aunque solo sea por un día y hacer posible la libertad en los campos que se les niega en su pueblo. Raptan imágenes y las pasean ante las autoridades, disfrutan de ágapes celebrando la vida y olvidando de esos otros de los aniversarios y comuniones con los muertos. Es el estallido de la vida y de la alegría, donde todos son iguales.
Los sueños, sueños son. Por un momento parece que la romería tiene algo de carnaval pero sin el corsé de las máscaras. Los nuevos ricos, tal Francisco Rodríguez Garnica, sufren las burlas del pueblo. Rus es lugar de irreverencias, donde los Pacheco salen mal parados. Pero allí donde unos se sienten libres un día al año, otros disponen de trescientos sesenta y cuatro para organizar la libertad ajena. Un día de jolgorio devendrá en cuarenta de rezos; una virgen suelta exigirá de otra rehén. No hay caballeros ni camareras aún, pero es cuestión de tiempo. Pero no es el final, ese fin llegará cuando los cofrades de la Sangre de Cristo dejen de llevar las andas de Rus. Ese día, al llegar, los hombres habrán olvidado la razón de ser de la fiesta. Olvidándose de los muertos, serán zombis errantes en la fiesta.

La cofradía de Santiago de la villa de Iniesta

 De la existencia de una cofradía de Santiago en Iniesta ya sabíamos el año 1572 con motivo del intento de la Corona de crear cofradías de hidalgos con fines militares. Entonces se planteaba que esta cofradía, muy antigua, estaba muy caída y cómo era apropiado crear la nueva cofradía, aprovechando lo que quedaba de la antigua. Nuevas noticias nos llegan de la cofradía de Santiago con motivo de una disputa por unas tierras el año 1611. La hermandad contaba con cuarenta cofrades y se reunía en la ermita del mismo nombre, a la salida del pueblo, que estaba bastante destartalada, por lo que la hermandad decidió vender en 1597 cuatro pequeñas hazas de su propiedad por las que sacó 56 ducados y reparar así el edificio. No obstante, la composición de la cofradía por una reunión de 1612 estaba formada por las personas principales de la villa de Iniesta:

  • Juan de Guzmán Castilblanque, prioste
  • Mayordomos: Alonso Martínez del Peral y Juan Risueño Soria
  • Cofrades presentes: el doctor Pedro López Cantero, Alonso Ponce, Andrés Monteagudo Ponce, Juan Polo, Julián Martínez del Peral, Antonio de Albarrilla, Martín de Cubas, Benito Pajarón Merchante, licenciado Jorge Lorca y Alonso Cano
Las hazas eran:
  • Una de cuatro almudes alinde de casa  y tierras de Alonso Martínez Sebastián
  • Una de un almud en la cañada del Encina cerca de tierra del licenciado Granero, alinda con haza de Juan Zapata
  • Otra de un almud donde dicen la Sangradera, linde de Alonso Garrido y herederos de Andrés Honrubia.
  • Un almud cebadal en la vega, bajo San Ildefonso y alinde de Julián Martínez del Peral
El pleito era entre el cabildo de Santiago y Catalina Martínez, viuda de Alonso Martínez Sebastián, y Martín Ibáñez Tórtola como marido de María Martínez, hija de Alonso.

la dicha ermandad es de legos y no goçan de los preuilegios que tienen las yglesias y bienes eclesiásticos quando se trata de enajenallos y vendellos y basta que todos juntos en su congregación unánimes y conformes acordaron que las dichas tierras se vendiesen por ser inútiles y de ningún provecho para su hermandad y cofradía y advocación que tenían del señor Santiago y porque eran más el gasto que hacían en las paredes y reparos por estar a la salida del pueblo y ansi dieron comisión a Andrés Merchante y Andrés de Santacruz para que las pusiesen en almoneda y las hiciesen vender y rematar en el dicho Alonso Martínez Sebastián en precio de cinquenta y seis ducados que rescibieron del comprador en nombre de la dicha hermandad y los impusieron a censo y convirtieron en utilidad y provecho de la dicha hermandad la qual a ydo rescibiendo los corridos del dicho censo y convirtiendo el precio en su utilidad y provecho lo qual le a sido de más utilidad y provecho que no las dichas tierras 

Se acusaba a la cofradía de no querer devolver los réditos de los censos y recuperar la propiedad de las hazas y esta alegaba que unas tierras y rentas destinadas al culto divino no se podían enajenar. Las tierras habían sido vendidas por dos cofrades en 1597, Andrés de Santacruz y Andrés Merchante, y ahora la cofradía pretendía dar por nula dicha venta. Si bien la cofradía obtuvo sentencia favorable de Pedro de Espinosa, alcalde ordinario, en 1612, la Chancillería de Granada revocaría esa sentencia, declarando válida la venta y dejando la posibilidad de la que cofradía pidiera cuentas a los herederos de los mayordomos de la cofradía que habían vendido las hazas. La cofradía apelará sin resultados, entre otras cosas dirá que fue un mal trato y que las hazas valían más de 200 ducados.


Sentencia contraria a la cofradía de Santiago


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. PLEITOS. C 356-16