En 1784, Iniesta era una villa de mil vecinos que apenas si podía atender a sus enfermos. Existía por entonces un hospital en una casa, de la que se dice "que su fábrica material es de bastantes anchuras". Este hospital se sustentaba con las limosnas, constaba de cuatro camas, para vecinos pobres de la villa o forasteros. El escaso dinero apenas si daba para medicinas de enfermos o para el reparo de las casas.
Ese año se propone como solución la supresión de las cofradías de la villa por su escasa utilidad. Estas cofradías, muy antiguas, están dotadas con 300 ducados sin que haya memoria de los que hicieron tales dotaciones o fundación y tan solo unas constituciones antiguas para su reglamento. Su única función es "servir de pompa y vanidad" en ceremonias religiosas inútiles de mucha cera, insignias y ornamentos y en entierros costosos y solemnes para los cofrades, que son ricos, "sin que al pobre se le admita por hermano". Se pide la dotación de sus caudales al hospital de pobres y que únicamente la cofradía hagan la fiesta de los patrones titulares y con moderación
Carta de Carlos de Machamalo, visitador del obispado y párroco de Iniesta, al obispo de Cuenca (23 de junio de 1784)
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