Por las actas de 1619, sabemos que Villarrobledo para completar los diez mil ducados, y una vez tomados a censo 8500 ducados del marqués de Cañete, la villa tomó otros 1500 ducados del capitán Francisco López de Vizcaya, que acabaron incorporándose al censo del marqués de Cañete. El año no se presentaba mejor que los pasados, pues la langosta había aovado en la cercana Torre Vejezate y se esperaba su llegada a los campos de Villarrobledo.
El seis de marzo cae una gran nevada en Villarrobledo, a la que seguirá una helada que arruina los ganados y granjerías:
por quanto de quatro días a esta parte a sobrevenido de día e de noche en toda esta jurisdicción tan grande tempestad e hartura de nieve que por la mayor parte está de la altura de un palmo e más e menos e ansimesmo sobre ella a caído e venido mucho yelo con grande frío de manera que los ganados e demás averíos que es el provecho e granjería de esta villa e se van muriendo y perezen sin podello remediar
Tal era el desastre de la falta de hierbas que se pone a disposición libre de los vecinos los montes, pinares y dehesas para que pudiera ramonear el ganado las ramas y hojas de los árboles. La langosta era una amenaza, poblaciones no muy lejanas como Consuegra, Alcázar y Madridejos estaban "langostadas", por lo que se pide a los pueblos en un radio de veinte leguas que ayuden, a Villarrobledo que aporte cien mulas para arar los campos y acabar con las larvas. El ayuntamiento de Villarrobledo denunciará que la langosta ha llegado a su término, se calculan 4000 almudes afectados, que aunque llecos en muchos casos, y que deben ser arados con sesenta pares de mulas o más para acabar con la plaga. Siendo imposible echar mano de esas mulas. Se reconoce que después de ocho días de nieves y dos hielos, ahora que la tierra empieza a estar desnuda será preciso el labrantío de las tierras durante un mes. No creemos que Villarrobledo dijera toda la verdad, pero consiguió que su aportación a labrar las tierras de los pueblos vecinos se redujera a la mitad, cincuenta. La langosta, igual que afectó a varias villas manchegas como Alcázar, Villacañas, Tembleque o Lillo debió afectar muy marginalmente a Villarrobledo. Pero el alcance de la la plaga fue muy extenso en otras zonas como Andalucía por lo que la Corona prestó a los pueblos 32000 ducados para su erradicación y nombró jueces especiales para tal cometido, entre ellos el licenciado Francisco Salvatierra que llegó a estas tierras y pediría a Villarrobledo a finales de año 1700 reales en devolución del préstamo, pero Villarrobledo alegó que no había visto ni un real y que la matanza de la langosta la había hecho con su propio dinero.
En ese estado de necesidad, el 23 de marzo, los cien soldados de la milicia de Villarrobledo son movilizados y se ordena se embarquen en Cartagena. No saldrán hasta el 27 de mayo, coincidiendo con la presencia del corregidor, ya en La Roda, se les hará llegar dos arrobas de pólvora, señal de la poca intención que tenían por salir de la villa. Los hombres no llegarán a embarcar, pues la obligación de defensa del Reino por entonces se limitaba a veinte leguas de la costa.
Para abril de 1619, el corregidor de San Clemente Félix Vallejo Pantoja recibe comisión para tomar cuentas de los pósitos y los propios. De nuevo, los regidores villarrobletanos, amparándose en la primera instancia y el odio capital que dicen les profesa el corregidor y la villa de San Clemente, protestarán ante el Consejo Real. No perderán la oportunidad para presentar el estado de la villa, azotada por calamidades los últimos diez años: esta villa está alcançada e muy pobre mediante las grandes neze sidades que en ella y por raçón de las malas cosechas de pan e vino e ganados que es el principal trato e grangería dellos como es notorio e particularmente yelo e piedra y langosta. A pesar de la oposición, el corregidor estará en Villarrobledo el día 18 de mayo para llevar a cabo su comisión y, luego, en noviembre exigirá su salario a la villa y, finalmente, entre protestas de la villa, andará juzgando a dos vecinos d ela villa en diciembre. El 26 de julio de 1619, la villa reconoce que no puede pagar sus alcabalas al conde de Barajas. Nuevos acreedores aparecían, tal el genovés Juan Andrea Spínola, que exigía ser restituido por el medio general (bancarrota de las finanzas de la corona), al tiempo que la villa se quejaba del cura Blas Morales por llevar emolumentos excesivos en los entierros de los vecinos y de una mala administración del pósito de los pobres bajo su gestión.
La plaga de langosta es para el mes de septiembre motivo de gran preocupación en la villa. La langosta afectó aquel año a las tierras de Andalucía, Campo de Montiel y priorato de San Juan. Se nos dice que la langosta ha aovado hasta en las propias casas y su destrucción se teme se extienda de panes y viñas a los ganados. Pero Villarrobledo no quiere la intervención del corregidor de San Clemente (como tampoco de los corregidores de Chinchilla y Alcaraz), con orgullo dirá que es una villa de dos mil vecinos (las cifras son siempre motivo de duda) y que, aunque no en vino, su cosecha es mayor en pan que la villa de San Clemente. El problema de Villarrobledo es que opuesta a cualquier poder externo, se perdía en las rivalidades de su treintena larga de regidores perpetuos (a finales de diciembre el que compra una regiduría perpetua es Diego Muñoz de la Calera y Tébar), aunque su participación política se reducía a la mitad. Aun así, creemos que el año 1619 fue mejor que los anteriores y la fanega de trigo había bajado su precio a once o doce reales. El malestar en la villa viene ahora por otra impopular medida; desde comienzos de año se ha aprobado el nuevo servicio de dieciocho millones. A finales de año el ayuntamiento generaliza las sisas sobre vino, vinagre, aceite y carne para la recaudación del nuevo impuesto.
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