Para el 19 de abril de 1620, Villarrobledo andaba buscando un clérigo para conjurar la langosta aovada en el pueblo. Para el 28 de mayo se reconoce la necesidad de sacar trigo del pósito para abastecer de pan a una población muy necesitada. No todo era "trigo limpio" en Villarrobledo. Las crisis de carestías eran ciertas pero la especulación en el comercio de granos permanecía oculta. Cuando el 11 de mayo llega un juez de residencia a examinar los libros de acuerdos y cuentas de los escribanos de la villa, la oposición del ayuntamiento será frontal y se negará a presentar los libros. Asuntos particulares, como el que hemos mencionado en otro lugar, el pleito en torno al censo de Alonso Muñoz de Oropesa y las tierras hipotecadas a dicho censo, privadas y del ayuntamiento, se convertía en nuevo motivo de discusión con la villa de San Clemente y su corregidor. El ayuntamiento había comprado tiempo atrás a Francisco Vázquez Carretero esas tierras en la dehesa de Calaverón.
Llegado el mes de julio se reconoce de nuevo una cosecha catastrófica, la plaga de langosta, lejos de ser erradicada, ha asolado los campos por la llegada de insectos de otros términos (Socuéllamos debió padecer en sobremanera esta plaga), las cosechas están perdidas y la villa no puede pagar sus deudas y rentas:
dixeron que la langosta que aovó en los términos de esta villa y la mucha cantidad que a venido de vuelo y aova en los dichos términos a destruido totalmente toda la siembra de trigo, cebada y centeno que abía este presente año sembrada de manera que no se puede coger pan ninguno y ello será la destruición e despoblación desta villa por estar los labradores e vecinos de ella muy alcaçados de los años de atrás de manera que no pueden acudir a las pagas a los repartimientos de las alcabalas e servicio e deudas particulares que deben e réditos de censos de que están cargadísimos
Las soluciones a la crisis eran muy limitadas. Entre ellas, el aprovechamiento de dos dehesas comunales, la de Berenguela y la de los Jarales, donde los villarrobletanos roturaban tierras y se enfrentaban a las acciones judiciales del corregidor de Alcaraz para evitarlo y, sobre todo, a los acotamientos y roturaciones que estaban haciendo los vecinos de Munera, y la petición de licencia para que en las dehesas propias de Calaverón y Bernagosa pudieran pastar quinientas cabras en cada una de ellas, em tanto que, caso de Calaverón, Alonso Muñoz de Oropesa pretendía propiedad sobre parte de las tierras por impago de censo. Pero Villarrobledo estaba dividido, ahora se seguía pleito ejecutivo contra Diego Muñoz de la Calera, ¡que acudía a la justicia del corregidor de San Clemente para que le diera la razón!
Mientras la villa se despoblaba, se veía obligada por orden real a asentar cinco familias gitanas en el pueblo, en un intento más por acabar con la trashumancia de esta etnia. Las penurias de la villa no impedían que la villa siguiera divirtiéndose. El 8 de septiembre de ese año 1620 se decide celebrar la virgen de la Caridad por todo lo alto con una fiesta de toros, dando 16000 maravedíes para ayuda de la cofradía a organizar dicha celebración. Poco después está pidiendo al arzobispo de Toledo, en estos momentos el cardenal infante don Fernando trigo de las rentas decimales para que los labradores villarrobletanos puedan sembrar. El cuatro de noviembre se hace una misa solemne en San Blas, conde todos los oficiales del ayuntamiento formalizan voto y juramento ante la imagen de la Inmaculada en lo que queremos ver un gesto de desesperación.
Con el año nuevo de 1621, nuevas elecciones, pero esta vez intervenidas por el alcalde mayor de San Clemente, Quintano, presente en Villarrobledo con comisión real. Un año más, Villarrobledo pagará su salario al corregidor. Nuevos pagos obligados a los deudores, a los ya citados, añadir otros como Juan López Palavesín por la correduría y almotacenía y el censo del capitán Francisco López Urazaga. El privilegio que otorgaba como propio la almotacenía y correduría a Villarrobledo fue un quebradero de cabeza más. La villa fue incapaz de pagarlo a la hacienda real y tuvo que soportar ejecutores que incrementaban la carga. Para 16 de febrero de 1521, decide tomar dinero a censo: un total de dos mil ducados, pero Villarrobledo no tiene ya quien le preste y andará buscando por Belmonte y San Clemente. El ir y venir de aquí para allá se repetía con los procuradores enviados a la corte y tribunales reales con la única finalidad de negociar los pagos de una villa que no podía más y a la que el servicio de millones había supuesto una losa demasiado pesada para sus vecinos pues afectaba a su consumo diario, mientras las obras de caridad se debían multiplicar para paliar la necesidad de los pobres. Para agravar la situación, la villa ve pasar una nueva compañía de soldados, la de Lope Sánchez, que exigirá carros y bagajes a la villa.
El año se cerrará con una presentación del estado calamitoso de la villa
otrosi mandaron se escriba al conde de Barajas que de presente es señor de las alcabalas de esta villa que teniendo consideración a los malos años que an sobrevenido en esta Villarrobledo y casos fortuitos de langosta que le an comido sus sementeras e piedras que se an llevado los panes a los vecinos e malas cosechas que por favor del temporal a abido que a sido causa de que se ayan ido della la mitad de los vecinos desta villa de que a resultado quedar tan perdidos que no an podido pagar sus repartimientos y alcabalas y maravedíes que dellas se deben e an debido y conllevado más de quatro mil ducados de salarios.
A pesar de todo, la villa trataba de quitarse deudas y a comienzos del año siguiente redimirá los 1100 reales que el convento del Santo Spiritu de Alcaraz tiene contra los propios.
ACTAS MUNICIPALES 1620-1621
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