El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

jueves, 6 de febrero de 2025

VILLARROBLEDO (1628-1629)

 En agosto de 1628, los pósitos están sin trigo, incluso al de los pobres se le deben 800 fanegas. Aprovechando la cosecha se pedirá a los vecinos que vendan su trigo al pósito mayor. Villarrobledo ya no puede aportar trigo a la corte y villa de Madrid, de hecho este año, en el mes de julio, lo aportan las localidades de Mora, Quintanar de la Orden y otras comarcanas, pero el juez Espinosa Marañón sí que exige carros para el transporte del trigo, hasta cien carros, que la villa consigue reducir hasta cincuenta, para a continuación exigir otros sesenta. Villarrobledo incumplirá, alegando que sus trabajadores están en los campos, en sus cosechas, por lo que el juez se llevará preso al alcalde Pedro Montoya Vizcarra y al regidor Miguel Sánchez de los Herreros. La villa cumplirá embargando carros de vecinos y de forasteros.

Para final de año, se pagan los réditos del censo del marqués de Cañete en vellón, ante la imposibilidad de hacerlo en plata. Si la villa tenía necesidad, la corona también, por esa razón se devolvieron los oficios de regidores consumidos unos años antes, cuando la villa pasó de 36 regidores a 14. Si la villa tuvo que pagar por consumir los oficios de regidores, ahora cada uno de ellos tuvo que pagar 800 ducados por recuperar el oficio.

El año finalizará con las órdenes que llegan del Consejo de Guerra para tener prevenida la milicia del Reino, compuesta por cien hombres y ahora al mando de capitán Pedro Lozano Vargas (y que ahora se ampliará a Las Mesas y El Pedernoso), al tiempo que la villa pide trigo prestado al conde de Barajas para la sementera de los labradores y para sus vecinos. El trigo ha alcanzado el precio de 30 reales la fanega.

El año 1629 será un año en el que la villa de Villarrobledo hará esfuerzos por sanear la hacienda municipal. A ello contribuirá la pragmática de siete de agosto de 1628 con una deflación de la moneda de vellón a la mitad de su valor. Pata el pago de las mercedes reales (exención jurisdiccional, corredurías,...) la villa se veía obligada a tomar prestada dineros, pero también se le daban ciertos arbitrios para facilitar los pagos. En años anteriores, los arbitrios fueron arrendar las yerbas de los pinares de Calaverón, Bernagosa y Hoya Roldanes o establecer sisas sobre las carnes y tocino. Ahora se acotarán dos nuevas dehesas; una en el camino de Minaya, junto a la carnicera y la otra limitando con términos de Socuéllamos y Alcaraz.

De nuevo la villa, con su procurador y abogado licenciado Pedro Romero, por la injerencias de la justicia de San Clemente; esta vez, aprovechando una nueva pragmática para la conservación de los pósitos. Detrás estará tanto la administración de su caudal como las deudas impagadas por algunos notables o casos de fraude, como la causa contra Blas Morcillo por falsedad en una medida. En cualquier caso, la cosecha de 1629 se esperaba abundante y se adelantarán en mayo doce mil reales del caudal del pósito a los vecinos a devolver con la cosecha de agosto.

Estaba cambiando el panorama exterior de la monarquía hispánica. Don Gonzalo de Córdoba estaba en aprietos en el cerco de Casal y la "reputación de las armas de su majestad" en entredicho. Pero Villarrobledo ponía escusas para no acudir en socorro de su rey e incluso decía sentirse molestada por venir la orden a través del corregidor de San Clemente, dando a entender que Villarrobledo estaba subordinada a esta última villa. En una sesión "nemime discrepante" se decide aportaciones voluntarias en dinero y llevar un cuaderno con los donantes. La ceguera no dejaba ver el momento histórico que se vivía. En el otoño la corona enviará a un miembro del Consejo Real Fernando Ramírez Farina para dar licencias para la concesión de arbitrios a las villas, con las que puedan tributar, pues el real patrimonio está exhausto, es el comienzo de una sangría que ira ligada a la política militarista del conde duque de Olivares y que tendrá su primer capítulo en la guerra de Mantua y el cerco de Casal. Seis meses después Farina llega en persona con al real cédula de abril, entonces incumplida, y pidiendo dinero: 22300 reales a pagar al tesorero de Villanueva de los Infantes. La contrapartida es la perpetuación como propios de dos oficios de fieles ejecutores, dos reales por cada libra de azafrán, un real por cada fanega de trigo, un maravedí por azumbre de vino, el arrendamiento de tiendas tabernas, tiendas de aceite, pescado y traperías, cuatro maravedíes por cada cabeza de ganado vendida y arrendamiento de Matas Verdes.

Mientras, la villa se divertía, el catorce de junio de 1629, día del Corpus o del Santísimo Sacramento, tras pedir licencia al cardenal infante don Fernando, arzobispo de Toledo, se celebrará la fiesta por todo lo alto, con representación de auto sacramental y comedia en la parroquia de San Blas. La fiesta era organizada por la cofradía y se celebraba una misa mayor. La representación y conversión de la iglesia en patio de comedias no hizo mucha gracia al cura, que se ausentó de la representación y del asiento privilegiado guardado a él y sus clérigos. En actitud de desprecio, el cura y sus clérigos decidieron almorzar en la sacristía, en tanto que los feligreses esperaban para comenzar la representación del auto sacramental; hartos de la espera, decidieron comenzar la representación sin el cura. El cura, obviando la representación del auto sacramental decidió sacar el Santísimo Sacramento sin música ni capilla y haciendo sonar las campanillas que guían la custodia para comienzo de la procesión, mientras el resto de vecinos asistían al auto sacramental. El pueblo atónito veía cómo la procesión comenzaba sin música, canto de órgano y en lo que se veía como indecencia sin palio y sin autoridades civiles; el cura, entretanto seguía con la procesión por el pueblo mediando algunas palabras injuriosas para sus vecinos. El pueblo tachó al cura Blas de Morales de indecente por el modo de proceder e interrumpir la representación del auto sacramental.

Las diferencias de Villarrobledo no solo venían con la justicia de San Clemente, también con sus vecinos. En junio de 1629, denunciará a Diego de Haro por talar sus criados varios pinos en el Calaverón. Diego de Haro nos aparece como poseedor de una venta próxima: hicieron ciertas cortas en el pinar del Calaverón, jurisdicción de esta villa, donde el susodicho tiene una venta y heredamientos de viñas.

A los pueblos del corregimiento de las diecisiete villas llega a finales de octubre una cédula real de 19 de octubre de 1629, anunciando el nacimiento dos días antes del príncipe Baltasar Carlos. El acontecimiento será recibido con pólvora, cohetes, luminarias y fiestas en la plaza de los pueblos del día 26 de octubre, La gente no lo sabe, pero todas las esperanzas, luego malogradas, de la monarquía hispánica están puestas en este niño.

Alonso Yáñez de Mendoza, vecino de Guadalajara, patrón de la prestamera de la iglesia de Villarrobledo.

ACTAS MUNICIPALES DE VILLARROBLEDO

EL CERCO DE CASAL Y EL COMIENZO DEL FIN
La guerra de Mantua se desarrolló entre 1628-1631. Una guerra dinástica por la falta de herederos de la familia Gonzaga, donde se enfrentaron las armas españolas y francesas. Sería el primer gran fracaso de las armas españolas por la imposibilidad de tomar la fortaleza de Casal, primero con Gonzalo de Córdoba y luego con Ambrosio de Spinola.
A nosotros nos interesa porque fue la primera vez que la guerra fue algo que se apareció a los ojos de las villas del sur de Cuenca. San Clemente, el año 1628, se vio obligada a alojar soldados heridos repatriados y, en la primavera de 1629, la Corona hace un llamamiento a las villas pidiendo su colaboración "por el aprieto" del asedio del Casal y por estar en juego "la reputación de las armas de la monarquía". Para la primavera de 1629, se pide esté preparada la milicia del Reino, un organismo militar creado en 1598, inoperativo durante años, luego la voluntariedad de las villas para aportar hombres. La respuesta de las villas fue la evasiva, evitando el compromiso con una aventura que veían lejana. En el otoño, el Corona lo que pide es dinero, nuevas sisas se imponen sobre productos de consumo básico o sobre la venta de productos "exóticos" como el azafrán. Esta vez, los servicios serán compulsivos.
Las villas no lo saben, pero han entrado en una dinámica militarista de la que ya no saldrán. Cuando el 19 de octubre reciben la noticia del nacimiento dos días antes del príncipe Baltasar Carlos y lo celebran con fiestas de pólvora y luminarias, no pueden imaginar que esas grandes esperanzas por el nacimiento del heredero serán trocadas en desesperanzas por su muerte diecisiete años después. La desgracia del príncipe Baltasar Carlos será un reflejo del triste futuro de la monarquía hispánica. Su corazón permanecerá en el altar mayor de la Seo de Zaragoza, su cuerpo embalsamado será llevado a El Escorial.

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