Las crisis cerealista iba acompañada de apuestas arriesgadas y la decantación por el cultivo de viñas. A comienzos de 1631, el abogado Juan Fernández pide licencia al ayuntamiento para plantar de viñedo una superficie de 42 fanegas, sitas en la vereda del Záncara, junto al río de don Pedro. Los conflictos seguían con Munera por la dehesa de Berenguela, entre acusaciones de mover los mojones.
Las rivalidades en le elección de oficios son acompañada por la invocación de los privilegios de primera instancia o limitaciones temporales de las apelaciones para impedir la intromisión del corregidor. Si bien, las presiones, una vez más, venía de la corona y su intento de establecer un impuesto sobre la sal. Villarrobledo, como otras villas, se vio obligada a crear un estanco de la sal que monopolizara su venta y cuantificar las compras de sal necesarias para le año: 400 fanegas de sal de piedra de la Minglanilla y cien de sal líquida de la Pinilla. La sal era necesaria para el consumo humano, pero, en especial, para los animales. En los datos fiscales que se pide a Villarrobledo asegura ser villa de dos mil vecinos más o menos y treinta mil cabezas de ganado. El veinte de febrero de 1631, la villa reconocerá
otrosi dixeron que en esta villa abrá dos mil vecinos poco más o menos y treynta mil cabezas de ganado, que requieren gasto de sal por ser como es su principal trato y granxería la labor y parece ser necesario hasta ciento cinquenta fanegas de sal de piedra y cinquenta de agua y se haga obligación hasta señor San Juan de junio venidero y de doscientas de sal de piedra y ciento del agua que parece es necesario en el medio año presente.
Muestra de la confusión administrativa de la época es que, en marzo, mientras la villa intentaba evitar la presencia del alcalde mayor de San Clemente para tomar las cuentas de propios y pósitos, el administrador de las salinas de Murcia volvía a solicitar la información de la sal que ya había dado dos meses antes. Para junio se mandará un juez de comisión que ordenará el nombramiento de dos comisarios locales para el acopiamiento de sal y para que se elijan las salinas que han de proveer de sal a la villa (se mantebndrán las de Minglanilla y Pinilla). La venta de la sal se haría con dos estanqueros para la venta al por mayor y varios alhorileros; ahora, quien pone el cupo ya no es la villa, sino el jues nombrado del nuevo impuesto, que eleva el acopio para la villa a 1700 fanegas, cuando la villa a la altura de junio no ha consumido ni la mitad de lo que ella misma había previsto, pues ni los vecinos, pobres, gastan ni los ganados tampoco.
El testimonio expedido por el escribano del ayuntamiento, a petición del licenciado Márquez y con fecha dos de junio:
consta aver en esta villa dos mill ciento sesenta y tres vecinos y setenta hatos de ganado a razón cada uno de quinientas cabezas y que esta villa no se quiere acopiar conforme a las reales órdenes e instrucciones de su magestad, cumpliendo con ellas dixo que debía de dar y dio por acopiados al ayuntamiento, justicia y regimiento desta villa y demás vecinos por el gasto ordinario de cada uno de ellos y sus familias en mill ochenta y una fanegas y media por un año que començará a correr
Al final, la dependencia de Villarrobledo de las salinas de Minglanilla conllevaría que la administación del impuesto de la sal se hiciera por el administrador de las salinas de Cuenca, don Andrés de Godoy. El precio de compra de la sal será a 16 ducados la fanega y su venta al por mayor en los alhoríes o estancos en 191reales (añadidos catorce reales de costes y mermas de traerla). La sal se habría de vender al por menor, a los acopiados, a 44 maravedíes la libra. La corona pretendía sacar de la villa de Villarrobledo por el estanco de la sal alrededor de 31000 reales. Para hacer posible esa cantidad fue necesario que el acopimiento de sal se hiciera casa por casa. Pero la corona también estaba pidiendo ya soldados: quince para la nueva leva de la dotación de presidios; si bien este primer año (de los seis previstos) el licenciado Ramírez Farina, comisionado para la ocasión, solicitará se señalen arbitrios para costear el importe de los soldados. La villa señalará 500 fanegas del pósito, pero también pedirá un mercado franco un día a la semana y poder echar las yeguas al garañón para poder disponer de mulas y machos para la labor, petición esta última que iba contra los intereses militares de la corona de disponer de caballos para la guerra. Menos creíble parecía aún la idea de sacar 500 fanegas del pósito, cuando a finales de noviembre se decidía sacar 400 fanegas de trigo para panadear dado el estado de necesidad de la villa, a un precio muy barato de seis maravedíes la libra de pan.
A las deudas pasadas, se unía ahora la obligación de pagar 4200 ducados de plata por la compra de la vara de alguacil. La relación de los propios de Villarrobledo empeñados era larga:
- La escribanía del ayuntamiento
- Rentas de la correduría y almotacenía
- Casas del cabildo, pósito y carnicerías, que son en la plaza mayor, dos calles públicas y mesón de Sebastián de Losa Merchante
- Casas viejas del ayuntamiento, en que está la audiencia pública, casas del correo mayor, y casas del peso que alindan con la plaza y por las demás partes con la casa y mesón de Sebastián de Losa Merchante.
- Tres hornos de cocer pan, uno en la calle del Pedregal, el otro junto al cabildo (o carrillo?) y el otro que llaman de Villasanta (?)
- Libro del pósito
- Libro de cuentas de propios
- Libro de asentamiento de hijosdalgo y sus ejecutorias
- Libro de decretos del ayuntamiento
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