El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

sábado, 17 de octubre de 2015

El control de las tercias reales del Marquesado de Villena: San Clemente vs. Albacete

El abasto de trigo fue un problema recurrente en la San Clemente durante el siglo XVI. La fundación del pósito de Quiñones en 1572 contribuyó a paliar el problema de la villa, pero no a solucionarlo. La crisis de subsistencia de finales del siglo, la epidemia de 1600 y la riada que anegó cuatrocientas casas del cuartel de Roma recrudecieron el estado de necesidad que vivía el pueblo.
Ya en 1598, según nos cuenta don Diego Torrente, los alcaldes ordinarios de la villa Francisco de Ludeña y Gonzalo Martínez Ángel, autorizados por una provisión real, habían accedido a las cámaras de las tercias reales para, rompiendo cerraduras y candados, apoderarse de 502 fanegas de trigo.
El cura del pueblo, a la sazón el doctor Tébar, tuvo que limitar su resistencia a levantar ante notario acta del expolio. La necesidad de la que salió el pueblo después de la crisis del inicio de siglo obligaría a tomar prestados nuevos censos en los años 1604 y 1605, que fueron de gran esterilidad, y un año después a dar limosnas por valor de 2.000 ducados, tomados del caudal del pósito de don Alonso de Quiñones. Del estado de necesidad da fe el expediente conservado en el archivo municipal, con el reparto de raciones para mil familias, de las que la cuarta parte el cabeza de familia era la viuda. La reacción de la Corona vendría dos años después ordenando se hiciera información de las tierras que se habían dejado de sembrar y las causas.
El problema no era exclusivo de San Clemente sino que se extendía a todo el Maquesado. Mª Pilar Córcoles refiere cómo en 1605, el concejo de Albacete se vio obligado a buscar trigo en la zona de la Alcarria e incluso en el Reino de Aragón. Cinco años antes se había decidido el embargo de trigo a los vecinos que lo acaparaban para especular y venderlo a precios más altos.
Albacete iniciaría un proceso de decadencia imparable, al igual que otras villas cerealistas como Villarrobledo, con una pequeña inflexión marcada por la recuperación de los años veinte. Esa tendencia también se dio en San Clemente, pero la crisis no fue tan aguda. La recuperación de la fase depresiva de 1600 fue más rápida y la decadencia solo se mostró con toda agudeza en los años cuarenta. El declinar de San Clemente en el siglo XVII fue más lento que el de Albacete. Esta villa sufriría una rápida pérdida de población en la primera década del siglo XVII, para no recuperar, ni siquiera en la década de 1620, los niveles demográficos de 1600. San Clemente, por contra, alcanzará mediados los años veinte el máximo de población, unos dos mil vecinos. La guerra de Italia, en los últimos años de los veinte, supondría el punto de inflexión, pero habría que esperar a los años cuarenta para hablar de catástrofe poblacional. La razón reside en que la crisis de principios de siglo se resolvió a favor de San Clemente, que supo diversificar mejor su economía e imponerse como centro administrativo y fiscal frente a Albacete, por el control de las rentas reales. Las diferencias que habían llevado a la división de la Gobernación del Marquesado en dos corregimientos se saldarán a favor de San Clemente y el partido de arriba en 1605. El corregimiento de Chinchilla o partido de abajo viviría la primera mitad del siglo supeditado al centro administrativo de San Clemente; la distancia entre ambas villas se produce en la segunda mitad y se certificará con la nueva planta de 1718.
Una de las explicaciones al desigual comportamiento de ambas villas se puede ver en el conflicto que surgió en 1605 entre el tesorero de rentas reales del Marquesado de Villena, Martín de Buedo Gomendio, y el corregidor de Chinchilla, Ginés de Rocamora. El motivo de divergencia era el control del trigo y la cebada de las tercias reales.

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