El 9 de julio de 1617, domingo, y en la plaza de Villanueva de la Jara, se anunciaba la muerte en Indias del presbítero Rodrigo Sánchez de Luna. Sus bienes estaban depositados en la Casa de Contratación de Sevilla y se buscaban herederos que los reclamasen. La misma requisitoria sería leída en la iglesia durante la misa mayor por el sacristán a ruego del doctor Pedro Hervías, cura propio de la villa. El clérigo Rodrigo había muerte en las Indias, en la provincia de Charcas, donde había emigrado treinta años antes, mientras que su hermano Juan Sánchez permanecía en Villanueva de la Jara ejerciendo el oficio de zapatero.
Rodrigo Sánchez de Luna había dejado sus bienes a su hermano Juan o a sus herederos. Quienes se presentarían a recoger la herencia serían los nietos de Juan: los hermanos Francisco Sánchez, Miguel Sánchez y Roque García. Eran hijos de Roque García Sánchez y de María Granera. El presbítero Rodrigo se había marchado a Indias en la segunda mitad de la década de 1580. Desde allí había enviado dinero a su hermano Juan, casado con María Herrera, unos 500 reales.
La estancia de Rodrigo Sánchez de Luna en Indias había sido corta, pues había fallecido el 13 de abril 1595 apenas ocho años después de haber embarcado a Indias. Había muerto en Copachuncho, jurisdicción del partido de Mizque, en la provincia de Charcas. El clérigo poseía bienes, una casa, en San Bernardo de Tarija, ciudad, entonces villa, fundada en 1574 por don Luis Fuentes de Vargas, apenas trece años antes de la llegada del clérigo desde Villanueva de la Jara, y en una zona que estaban plantando los primeros viñedos, muestra de la reciente repoblación. En Tarija, el núcleo de la vida de la nueva villa era el convento de San Agustín, fundado un año después de la nueva villa por frailes dominicos, destinados a la evangelización de los indios chiriguanos. El pase a Indias de Rodrigo Sánchez de Luna es deudor de la necesidad de evangelización de una zona de reciente colonización. De hecho, las casas de nuestro presbítero estaban junto al nuevo convento, así como dos solares, y poseía un pedazo de tierra junto al fundador de la villa Luis de Fuentes, que cederá a la iglesia mayor de la villa, la de la Concepción. Es más, junto a estas casas estaban en construcción otras en una villa, en la llamada calle real, que se reconocía todavía de poca vecindad. La evangelización se estaba haciendo desde la ciudad de La Plata, sede de un arzobispado y distante dos mil kilómetros. La zona estaba en pleno crecimiento económico y desarrollo demográfico por la explotación del centro minero de Potosí, a más de trescientos kilómetros. Era una tierra de oportunidades, allí hará fortuna, también, el sanclementino Pedro González Galindo. Aun no pudiendo valorar su incidencia de forma global, no cabe duda que la repatriación de capitales de estos indianos, en vida o ya difuntos, contribuyeron a un pequeño esplendor de la Mancha conquense en las dos primera décadas del siglo XVII y a mitigar las carencias de las dos últimas décadas del siglo XVI.
El clérigo Rodrigo Sánchez había llegado a Indias ya con más de cincuenta años, pues a su muerte en 1595 contaba con sesenta, arriba o abajo, y había dejado en su testamento aparte de las casas un ajuar de vestimentas de calidad, una cubertería de plata, anillos de oro y esmeraldas y algunos libros religiosos, entre ellos, los últimos decretos del Concilio de Trento. Perl el clérigo era un hombre de mundo y se había labrado su fortuna con la venta de caballos a los pobladores que llegaban a la nueva villa. algunos de los cuales no había acabado de pagar a la muerte de Rodrigo. Señales de una sociedad nueva como lo era que no había escribano alguno para dar fe del testamento del clérigo.
Rodrigo Sánchez de Luna dejará como albacea de sus bienes al vicario Juan Cano Paredes. La subasta posterior de estos bienes suponía una mengua en los bienes legados. En total, 2857 pesos y seis tomines de plata, a los que había que descontar los gastos de subastas y venta de bienes, 2231 pesos y cuatro tomines, para resultar un suma total de 626 pesos y dos tomines más los bienes en especie, pero el proceso se alargó muchos más años y la herencia, entre posturas, ejecutores, probanzas de jueces y otras cosas fue menguando hasta los 754 pesos. A la Casa de Contratación llegaron 108180 maravedíes, algo mas de la mitad, que sin costas, fletes y averías se quedaron en 453 pesos y seis tomines de a ocho y que fue a recoger en nombre de los nietos el sanclementino Fernando de Alarcón Fajardo
Probanza de testigos de julio de 1617
Martín Granero, vº de Villanueva de la Jara,
Antonio Martínez Beltrán, vº de San Clemente
Alonos Manzano, vº de San Clemente
Alonso de Tébar, vº de Villanueva de la Jara
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