El trigo que faltaba el año anterior se consiguió comprar en Villacastín a comienzos de 1585. Mil fanegas que fueron entregadas a los villarrobletanos en el puerto de Guadarrama. Es difícil imaginar hoy en día aquellos viajes, cuando todavía, sin llegar a los embargos posteriores, prevalecía la buena fe y se llegaba a conciertos con labradores del pueblo para que prestarán sus mulas y carros y dos regidores comisarios organizaban estos costosos y peligrosos viajes. El trigo era necesario para completar la siembra del otoño. Difícilmente se entienden estas operaciones si no comprendemos el contexto general del Reino. Los pueblos de la gobernación del marquesado de Villena habían intentado comprar el trigo en Andalucía y Córdoba, primero, donde el encontrado fue insuficiente, después en Extremadura, en Medellín, operación que se abortó de antemano ante las pocas expectativas, después se buscó y requisó el trigo de los molinos para alimentar la población y, ante la escasez de la cosecha del verano de 1584, se fue hasta donde el trigo era excedentario en ese momento: Castilla la Vieja. De nuevo, el comportamiento era desigual entre las dos mesetas; el trasvase del trigo excedentario del norte al sur supuso la implicación de la corte que organizó la "logística" de la época, haciendo del puerto del Guadarrama el punto de intercambio del trigo. Hemos de pensar que ese intercambio, compra a precios de la pragmática (lejanos a los 34 reales la fanega que se habían alcanzado unos meses antes), se hizo en el mes de enero, en pleno invierno. Hasta el puerto de Guadarrama llegaron los carros y mulas de los pueblos del sur de Cuenca o de Villarrobledo en un esfuerzo desesperado por hacerse con el trigo para una última sementera. La implicación de la corona era la constatación que después de enviar jueces y ejecutores para hacer lo que en el argot de la época se llamaban calas y catas no se encontraba más trigo en el granero de los labradores y que la lucha con los especuladores ya no conseguía sacar más trigo. La langosta era, además, un grave problema que afectaba especialmente a los pueblos de la parte de abajo del marquesado, bajo jurisdicción del alcalde mayor Vázquez. Villarrobledo solicitará en mayo la prorrogación del licenciado Gascón, juez para matar la langosta. La dinámica del abasto del trigo jugaba con la necesidad y también con la especulación. Como la carestía del trigo venía de años anteriores, los labradores comarcanos de los pueblos cercanos acudían con sus carros hasta Villarrobledo en el mes de agosto, recién recogida la cosecha por los villarrobletanos que vendían su trigo en las mismas eras o, sencillamente, iban a los pueblos vecinos a proponer la venta de su trigo. El principal pueblo comarcano interesado por hacerse con el trigo villarrobletano era San Clemente, porque lo necesitaba. Por el ayuntamiento del 19 de junio sabemos de la razón de la presencia del alcalde mayor Jaramillo en Villarrobledo: controlar las ventas de granos, en especial manda la prohibición de las ventas de agosto hasta que él no lo autorice. El uno de agosto el que es enviado por el gobernador del Marquesado es el alguacil mayor Antón Martínez, su cometido recoger trigo de los labradores para el pósito y garantizar que paguen todo lo que deben. Además, se nos dice que la cosecha es abundante (que no quiere decir buena, pues probablemente se refiera a la capacidad productiva de Villarrobledo respecto a otras zonas), contradiciendo las informaciones de los villarrobletanos que denunciaban unos campos asolados por la langosta.
La necesidad contrastaba con los proyectos faraónicos del rey, que pretendía hacer navegable el río Tajo desde Lisboa a Toledo, repartiendo su coste entre las villas del Reino, que, a mediados de abril, recibían las cantidades a aportar para el proyecto de navegación.
No comments:
Post a Comment