El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

domingo, 2 de enero de 2022

Constantino Ponce de la Fuente

 "Vosotros de vuestro padre el diablo sois"

Estas palabras del Evangelio de San Juan e incorporadas por Constantino Ponce de la Fuente al margen de su Doctrina Cristiana serán la base de su concepción del hombre como "imago diaboli" y una visión de la poquedad y miseria humana, que conducirá a nuestro autor hacia el protestantismo. El texto, entendido por los exegetas en el contexto del primer cristianismo como ataque de los cristianos a los judíos, viene a reafirmar en mi opinión, la no naturaleza conversa de Constantino. Y es que en el pensamiento futuro de Constantino debió influir, y mucho, las enseñanzas y vivencias de las que bebió en la villa de San Clemente a comienzos del siglo XVI. Los preceptores conversos no eran ajenos en aquella villa, no solo las enseñanzas que la comunidad conversa recibía en las cuevas bajo sus casas, sino las propias que preceptores como el bachiller Alonso del Castillo daba en la misma iglesia de Santiago. La colisión de la comunidad zamorana que llegó a esta villa a comienzos de siglo con la comunidad conversa fue inmediata. Los de la Fuente o Ruiz de Villamediana entraron en conflicto con las familias conversas de los Rodríguez u Origüela; es de imaginar que las diferencias venían de la propia competencia en el acceso a oficios como el de escribanos y en la actividad de mercaderes o en la negación a los zamoranos de los oficios concejiles. Coincidiendo con el nacimiento de Constantino, el converso Hernán Rodríguez fue sacado de la iglesia de Santiago para ser colgado en la plaza aneja (no lo sabemos, pero creemos que los zamoranos no fueron ajenos al hecho), los zamoranos participaron en persona en la muerte del bachiller Rodríguez años después, mientras acusaban de judíos a sus enemigos y estos de moros a aquellos, en lo que será un apelativo común a todos aquellos que vienen de Zamora o Tierra de Campos. Las disputas se debieron extender a la construcción de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, en la que los Ruiz de Villamediana intentaron encontrar acomodo y sepultura junto a los Castillo.
Es este ambiente de violencia el que vivió Constantino de la Fuente. Violencia, descreimiento y perversión de las costumbres que le llevaría a una teología del hombre como pecador y a la imagen negativa de la naturaleza humana. Uno de los hechos que más debió impresionar a Constantino fue el auto de fe de 16 de abril de 1517. Era la primera vez, y quizás la última, que se celebraba esta representación en San Clemente: ante los ojos de Constantino desfilaron todas las miserias humanas: los excesos sexuales del clérigo provenciano con Isabel de Moratalla, revestido de experiencia mística alumbrada; o el relativismo moral de Luis Sánchez de Origüela que aconsejaba a su sobrino Lope Rodríguez mentir, pues un fariseísmo a tiempo salvaba vidas, aunque no la suya. El San Clemente de comienzos de siglo que vivió Constantino de la Fuente no debía distar de los mercaderes del Templo de la Jerusalén de la época de Jesús: el afán por la riqueza más descarnada (sigue la Ley de Moisés y serás rica decía Aldonza a sus hijos los Origüela), el relativismo de ideas del averroísmo converso o la aparición de unos frailes franciscanos, que desde su ideal de pobreza hacían tambalear la Tradición bíblica representada por la iglesia oficial. Téngase en cuenta que parte de ese poder eclesiástico, muy contestado desde comienzos de siglo, estaba en manos de conversos, que copaban los oficios de clérigos y las rentas de los diezmos.
Es ese relativismo que llevaba a Luis Sánchez de Origüela a mofarse de las imágenes religiosas, es la impresión que debió causar en Constantino adolescente los primeros sambenitos que se colgaban en la iglesia de Santiago o es el mesianismo milenarista que vivió el pueblo con motivo de las comunidades de Castilla (donde los intereses más bastardos e inmediatos de las élites fueron superados por el irredentismo de unas masas que dieron el poder a una junta de trece miembros, cual Jesús y doce apóstoles), es todo ello lo que llevó a Constantino de la Fuente a su visión de hombre como ser de poquedad y miseria e indigno de Dios y a la construcción de una teología que poco tenía de deudora de sus viajes por Europa con el príncipe Felipe en la década de 1540. Es el San Clemente que aún no había revestido de artificiosas grandezas sus miserias humanas, pero era el San Clemente consciente de la poquedad humana y espoleado por negar esa "imago diaboli" con la necesidad hacer de la naturaleza humana un sujeto creador. En el recuerdo de Constantino de la Fuente, permanecieron las conversaciones de sus mayores sobre aquel hombre llamado Hernando del Castillo que se llamaba a sí mismo como "el mayor de los diablos de este mundo".

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