Casa palacio de Oma |
Eran los llamados hidalgos en posesión, su nobleza les venía de tiempo inmemorial, la habían disfrutado sus padres y abuelos, pero el concejo sanclementino parecía dispuesto a molestar el derecho libre y quito de estos hidalgos al disfrute de su condición. Ahora, desde 1526, en tiempo de señorío sobre la villa de la emperatriz Isabel, los hidalgos habían sacado pecho. Ya no se trataba de aquellos hidalgos de la vecina Vara de Rey o los caballeros de la fortaleza de Alarcón que pelearon su hidalguía con el concejo sanclementino nada más acabar las guerras del Marquesado; a la altura de de la década de los veinte y los treinta, los que exigían su hidalguía era un nuevo estrato social que, llegados a la villa a comienzos del siglo en busca de las oportunidades que les negaban sus tierras de origen, habían hecho fortuna. Esa fortuna la habían conseguido ejerciendo trabajos viles y mecánicos; pero conseguida, sus propietarios exigían el correspondiente reconocimiento social. Entre esos extranjeros a aspirantes a hidalgos estaban los Herreros, procedentes de Segovia, los de la Fuente, de Zamora, los Ruiz de Villamediana, de Tierra de Campos, y sobre todo, los vizcaínos. Los vascos eran hombres habilidosos en el trabajo de los metales y de la piedra e imprescindibles en una villa que levantaba sus edificios civiles y religiosos, embelleciendo lo que hasta ahora era simple pueblo de labriegos. Los primeros apellidos vascos, Oma o Garnica, un maestro cantero y un soldado, comenzaron a aparecer a comienzos de siglo, pero pronto les siguieron otros en una sucesión sin fin: Orbea de Mondragón, Meztraitua, Legarra, Andute, Orzollo, Zalbide, ... y otros maestros de cantería que darían continuidad a la presencia vasca en estas tierras.
No tardó en responder don Pedro de Oma a la demanda del concejo de San Clemente de 1531, mandando procurador a la Chancillería de Granada a defender sus derechos. Su razonamiento era simple: estaba en posesión de hidalgo, como su padre y su abuelo, desde hacía veinte, treinta, cuarenta, cincuenta años y más, disfrutando las franquezas y preeminencias de tal hidalguía, siempre habían sido exentos de pechar y su familia había servido al rey en las guerras. Pidió ser considerado como hidalgo notorio e devengar quinientos sueldos según fuero de España, e que le fuesen guardadas las preuinencias e ecepciones que a los hombres hijosdalgo de los nuestros reynos se guardauan.
Aparte de su palabra, don Pedro de Oma aportó el testimonio personas ancianas que ratificaban su declaración, tanto en la villa de San Clemente como en tierras vascas. Eso implicaba que entenderían en el litigio dos tribunales. La Chancillería de Granada para el examen de testigos de aquende los puertos, enviándose al escribano Alonso de Cáceres a la villa de San Clemente a recibir los testimonios, y la Chancillería de Valladolid, para recibir testimonios de allende los puertos, allá en Vizcaya. Desgraciadamente, la villa de San Clemente no presentó probanzas de testigos contrarios, quedándonos oculto el pasado de don Pedro de Oma como cantero, que para nosotros tiene más interés que su naturaleza hidalga.
De los testimonios presentados por don Pedro de Oma en la villa de San Clemente, la ejecutoria sólo recoge dos: el del escribano Ruiz del Castillo y el del hidalgo Antonio Rosillo. Quizás el valor de ambos testimonios radica en que emanan de dos apellidos que habían mantenido fuertes diferencias a comienzos de siglo. En 1500, Juan López Rosillo, el reductor del Marquesado y posiblemente padre de Antonio, se opuso infructuosamente a que se concediera una escribanía del número de la villa de San Clemente a Alvar Ruiz del Castillo, que ya venía ejerciendo como escribano del ayuntamiento, aunque a decir de Juan Rosillo, actuando como un tirano y llevando derechos superiores a los fijados por el arancel. Juan Rosillo se quedó solo en las acusaciones al escribano, que contó con el apoyo del resto de oficiales y obtuvo del Consejo Real el título escribano del número el 27 de octubre.
Traemos a colación a estos dos personajes porque son un ejemplo de San Clemente a principios de siglo, cuando el vizcaíno Pedro de Oma llegó a la villa. Un pueblo que apenas si llegaba a los doscientos vecinos y se quedaba lejos de los mil habitantes, incapaz todavía de dar ese salto cualitativo que dará en el cambio de la centuria. Pero San Clemente no es sólo la villa sino también sus aldeas, la principal Vara de Rey, pero asimismo Sisante, Pozoamargo, Perona o Villar de Cantos. Salvo Vara de Rey son núcleos de escasa población, pero caso de la propia Vara, Perona o Villar de Cantos tienen sus concejos propios. Pero el control de San Clemente es abrumador y la relación que mantiene con sus aldeas es de señorío. Sería injusto hablar de relación feudal y menos en una villa que, como San Clemente, era víctima de los Castillo y los señores de Minaya. Tal vez sería acertado hablar de una sensación de desgobierno en la que participaban las aldeas. Las rivalidades por el poder se tradujeron en la formación de ligas y monipodios en lucha por el control del poder local. Contribuía a esta situación las cartas de seguro otorgadas desde los años ochenta y las correspondientes licencias de armas otorgadas. La sociedad sanclementina era una sociedad armada, fundada en la fuerza. Esa estructura mafiosa de poder se hacía extensible a las aldeas, tratadas tiránicamente como simples vasallos. La situación llegó a oídos de la Corte
que vos los dichos rregidores e caualleros de la dicha villa tenéys por allegados a muchos ofiçiales e veçinos della los quales vos aguardan los días de fiestas e vos acuden en vuestras quistiones e diferençias que unos tenéys con otros e que vosotros los ayudays e favoreçéis en las suyas lo qual diz que es cabsa de muchos rruydos e escándalos e males e diferençias en la dicha villa e que muchos dexan sus ofiçios e lavores por andarse vagamundos e faziendo muchos males e que aún no contento desto diz que tenedes por allegados conçejos de la tierra de la dicha villa porque vos sirvan e presenten como sy fuesen vuestros vasallos en lo qual la dicha villa e su tierra e veçinos e moradores della son muy fatigados e dello se pueden rrecreçer muchos ynconvinientesSan Clemente parecía tener poco futuro. Ahogado en disputas internas, luchando por el reparto de la riqueza ya existente y con el único horizonte de implementar sus recursos a costa del despojo de sus aldeas sometidas a exacciones disfrazadas de dádivas y presentes. La reacción del Consejo Real fue enérgica. Se impuso el destierro de los alborotadores y se cortó de raíz el expolio de las aldeas
mandamos... que no biuieren de continua biuienda con vos como vuestros familiares e contino comensales que no sean vuestros allegados ni vos aconpañen para tal diferençias ni salgan con armas ni syn ellas a los rroydos que en la dicha villa houieren e vengan a vuestras casas a vos aconpañar en tienpo de los dichos rruydos so pena seays desterrados de la dicha villa e su tierra por un año... e paguedes cada uno tres mill mrs. por cada vez que seays desterrado de la dicha villa e su tierra por seys meses e sy no tuuiere la tal persona de pagar los dichos tres mill mrs. que le sean dados çinquenta açotes públicamente por las plaças e mercados de la dicha villa; otrosy no tengades por allegados a los dichos conçejos de la dicha tierra ni alguno dellos ni reçibáys dádivas ni presentes por las fiestas ni en otro tienpo ni de otras personas por los dichos conçejos directa ni yndirecta so las dichas penasNo sabemos si la decisión del Consejo Real dio sus frutos, pues ya llevaba varios años intentando democratizar el gobierno municipal con la creación de procuradores del común y síndicos que evitaran el gobierno monopolizado por quince familias de ricos. No hemos de negar las acciones reales en pro del bien común, pero esos años los vecinos comienzan a adquirir una identidad grupal que les une como pueblo. Esa identidad grupal nació en primer lugar de la unidad frente a los intentos de dominio de la nobleza regional. Se defendieron los términos; en los tribunales, frente a los Pacheco de Minaya, o con las armas en la mano, frente al señor de El Provencio, don Alonso de Calatayud. Pero la villa también se sometió, hipotecando su futuro con un préstamo de 600 fanegas de trigo, bajo condiciones draconianas, otorgado por don Alonso del Castillo. La sumisión de una villa hambrienta por las malas cosechas de 1502 fue el revulsivo que actuó como acicate de unos vecinos humillados. La llegada de los observantes franciscanos un año después y la construcción del convento de Nuestra Señora de Gracia, el elemento cohesionador de esa sociedad rota y doblegada. Los proyectos comunes exigen participación en las decisiones. El pórtico sur de la iglesia de Santiago se queda pequeños para la celebración de unos concejos que son abiertos y cuentan con la participación de todos los vecinos. Ya desde comienzo de siglo se abandona el espacio sacro por otro civil para las reuniones. El abandono del lugar es simbólico, dándose la espalda a un pórtico que aparece flanqueado en su lado oeste por las tumbas de los antepasados en el cementerio y en el oeste por la casa fortificada del fundador de la villa. Parece como si la villa se liberara de las ataduras del pasado para iniciar un nuevo proyecto común, que acogerá tanto a los naturales de la villa como a los venidos de fuera, tal como se ha acogido a los franciscanos.
Es en este contexto de integración, cuando llega a la villa don Pedro de Oma, tal como lo hacen otros extraños. Era un hombre mayor, un treintañero, cuando decide residir, que no tomar vecindad, en la villa de San Clemente. Su llegada a la villa había ocurrido, a decir de los testigos que declararon en 1531, hacía veinticinco o treinta años, o sea, hacia 1505. La presencia de este vasco se dejó notar en el pueblo; según el escribano Alvar Ruiz, hablaba habla de vizcaíno, mala lengua castellana y peor vizcaína, nos dirá Cervantes, cien años después. Pedro de Oma había nacido alrededor de 1469 en las casas solares llamadas de Oma, pertenecientes a la anteiglesia de Cortézubi. Era hijo de Juan Pérez de Oma y una tal doña Gracia (tal vez apellidada Loyola) y nieto de Juan Pérez Balza y María Martínez. Todos ellos hijodalgos notorios y por tales eran tenidos, que en sus tiempos se vengaran los quinientos sueldos, que ellos e cada uno de ellos los vengaran como todos los otros fijosdalgo aunque a sus personas pusieran a todo peligro por no reciuir vergüença. Los dos hijos varones, Juan y el propio Pedro, habían abandonado la casa solar paterna en Oma. Allí había quedado una hermana, que mantenía el linaje familiar
que el dicho solar de Oma era e se llamaua solar ynfançonado e conosçido e señalado de omes fijodalgo notorio esento de pagar qualquier tributo o pecho que los otros solares que no eran ynfançonados pagauanLa diferencia entre solares infanzonados y no infanzonados venía porque antiguamente en los llamamientos de los reyes para la guerra, a los miembros de las casas solares que no habían acudido a los llamamientos se les obligó a pagar un tributo, a pesar de su condición hidalga. No ha mucho tiempo, en la última guerra de Granada, que dio fin a la Reconquista peninsular, los hermanos Oma, Juan y Pedro, habían estado presentes. Aunque para otros testigos el que había estado presente era el padre. Cosa que nosotros damos por más creíble. Pero a partir de su llegada a la Mancha se conoce muy poco de Pedro de Oma, las declaraciones de Alvar Ruiz del Castillo y de Antonio Rosillo son interesadas, su insistencia en que no pagaba pechos es continua, Alvar Ruiz fue escribano del secreto del concejo, o sea, del ayuntamiento, en el periodo que va de 1500 a 1511, y decía que por sus papeles no había pasado asiento alguno de Pedro de Oma en repartimiento alguno. Pero por noticias que tenemos de otros expedientes Pedro de Oma, aunque con residencia en la villa, donde está casado prácticamente desde su llegada, no aparece como vecino en sus inicios. En cualquier caso, sí que posteriormente procuró estar allí donde había juntamiento de hidalgos, tal era la elección de dos hidalgos para el control de los cogedores de la alcabala y sobre todo interviniendo en los años veinte en el colegio de electores de alcalde de la hermandad por los hijosdalgo, llegando a ser alcalde de la hermandad el año de 1529. A partir de aquí todo son conjeturas, que podemos asentar bien es verdad sobre datos fidedignos.
Los hermanos Pedro y Juan debieron llegar a la Mancha juntos, pero mientras Juan se asentó en Belmonte, Pedro lo hizo en San Clemente, donde casó con Juana de Valderrama. Ambos eran maestros canteros y esa es la verdadera razón de su presencia en la Mancha. Pero antes de llegar a tierras conquenses han estado en Jumilla, villa murciana. A partir de aquí las noticias son muy aisladas. En 1514, Pedro de Oma aparece como maestro de obras de las casas de los molinos del concejo, que se están construyendo en la ribera del Júcar, lleva consigo una cuadrilla de veinte hombres. Por su declaración sabemos que es un hombre de 45 años, ocupado en la obra de los molinos en régimen de iguala con el concejo de la villa, es decir, predeterminando un precio único y fijando los periodos de pagos y finalización de los trabajos. En 1520, su hermano Juan de Oma, entonces en Belmonte, donde acaba de construir la capilla de la Inmaculada de la Colegiata, es llamado para las proseguir las obras inacabadas desde 1500 de la Iglesia de Santiago en Jumilla, y hacia 1530 aparece acompañado por su sobrino Pedro, les vemos allí los hasta el año 1537, año que muere Juan, continuando Pedro.
Hay quien quiere ver la presencia de los hermanos en Jumilla desde finales del siglo XV (2), lo cual parece bastante plausible por las citas de autores antiguos y la existencia de documentos. La presencia de los Oma se quiere ver en otros templos, pero hemos de pensar en ellos como maestros canteros sin que nunca alcanzarán un nivel superior de teóricos o tracistas, aunque Pedro de Oma nos aparece dirigiendo las obras de la nave única de la iglesia de Santiago de la villa de Jumilla, hasta que las obras se interrumpen en el cambio de centuria. La finalización de los trabajos en Murcia le obligarían a desplazarse y buscar trabajo en la villa de San Clemente. Pero todo se nos queda en la penumbra, pudiendo únicamente afirmar que la llegada y asentamiento de Pedro de Oma en San Clemente coincide con el levantamiento de la Iglesia franciscana de Nuestra Señora de Gracia, y poco más que aseverar, pues de momento tenemos un vacío documental en el período que recoge los tres primeras décadas del siglo.
Iglesia Santiago de Jumilla |
Iglesia de los franciscanos San Clemente |
Pedro de Oma, pudo alternar el trabajo de la iglesia franciscana con otros encargos del concejo, tenemos constatada la presencia, ya mencionada, con su cuadrilla de veinte hombres construyendo los molinos del concejo de San Clemente en el campo del Picazo, término de Sisante, desde febrero o marzo de 1514. La villa había recaudado previamente entre sus vecinos mil escudos de oro. La construcción de la iglesia y convento de los frailes se hizo gracias a las aportaciones, limosnas, de los sanclementinos, sobre un terreno aportado por Alonso del Castillo. En 1523, se funda un nuevo convento de clarisas. Desde comienzos de siglo los oficiales del ayuntamiento se reúnen en unas casas, que aparecen ya descritas de dos plantas y con una galería superior en 1526, al llegar el representante de la Emperatriz Isabel. Intentamos decir que no hay que esperar a mediados de siglo para escuchar esa saga de canteros vascos que parecen renovar el espacio urbano que, eso sí, imponen su voluntad y tendencias al gran Vandelvira. Ya desde comienzos de siglo los Oma, Juan, en Belmonte, y Pedro, en San Clemente, y luego sus hijos, son protagonistas de una actividad edificadora, que prepara la explosión de mediados de siglo.
La apuesta de Pedro de Oma como un cantero capaz de construir algo más que molinos y complementar esta actividad con obras de mayor consideración nos viene reafirmada por documentos que nos hablan de su presencia en tierras de Villanueva de la Jara (3). Recordemos que, en 1514, San Clemente construirá los molinos llamados del Concejo (construcción que se prolongará todavía en 1525), siendo maestro de obras el cantero vasco Pedro de Oma, pero ya unos años antes, hacia 1510, después de una riada del río Júcar, había dirigido la reconstrucción de los molinos Nuevos, como el mismo reconocía en su declaración:
este testigo hizo las dichas dos paradas de molinos y sabe que la una parada está a la parte de Villanueva de la Xara tiene seys rruedasLa labor constructora de Pedro de Oma fue frenética, interviniendo también en los molinos del Batanejo, propiedad de Rodrigo Pacheco
estando este testigo haziéndoles una casa (a Rodrigo Pacheco y su mujer Mencía) una casa de cantería en el BatanejoClaro que Pedro de Oma, analfabeto, pues no sabía firmar, sigue siendo una incógnita. A pesar de todo, su participación en la construcción de los edificios religiosos o civiles de la comarca es una apuesta segura, tal como él nos reconoce en su declaración con motivo de un pleito entre Alonso Pacheco y la villa de Villanueva de la Jara:
dixo este testigo oyo dezir a los alcaldes y rregidores de la villa de Villanueva de la Xara estando este testigo obrando en la torre de la dicha villa que los dichos molinos rrentaban en cada un año más de seys çientas hanegas
Ayuntamiento de Villanueva de la Jara A la izquierda, Torre del Reloj |
De lo que sí tenemos constancia, por las declaraciones de Alvar Ruiz del Castillo y Antonio Rosillo, es que Pedro de Oma se asentó y vivió regularmente en San Clemente hasta su muerte, aunque parece que volvió a Jumilla para la construcción del crucero y la cabecera de la Iglesia de Santiago, pero el concejo jumillano claudicaría ante la ruptura estilística de Quijano.
Pedro de Oma, obtendría sentencia favorable de 17 de junio de 1532, reconociendo su hidalguía, confirmada por carta ejecutoria de 3 de julio de 1535. La saga familiar de los Oma, la continuó Martín de Oma, hijo de Pedro, que casó con Juana de la Fuente. Su hijo, de nombre Antonio de Oma Zapata cambio su residencia a Belmonte, siendo reconocido como hidalgo un 19 de diciembre de 1575, como mayordomo del marqués de Escalona. Con Antonio se pierde la tradición de canteros de la familia. En Belmonte, nacería Pedro de Oma Arteaga, nacido en 1598 y que en 1626 volvió a San Clemente para dar de nuevo continuidad a la familia en esta villa.
(1) Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 150010, 179. Prohibición a los regidores de San Clemente de tener allegados entre los vecinos y oficiales de la villa y su tierra. 1500.
(2) De Pedro de Oma, se nos dice: Arquitecto director de la fábrica de la iglesia de Santiago, de Jumilla, a fines del siglo XV. Consta, del padrón del concejo de Jumilla, el cual lo registra, determinando de ese modo su personalidad. Y hasta consigna su salario: dos reales y medio. "Pedía tres (añade) y se le ofrecieron dos. Oma era vizcaíno, lo mismo que un hermano suyo Juan, que también figura en el padrón como "maestro de cantería" (BAQUERO ALMANSA, A. : Los profesores de las Bellas Artes murcianos. Imprenta sucesores de Nogués. Murcia. 1913
Ya en 1800, el canónigo Juan Lozano Santa sitúa a Pedro de Oma como arquitecto de la obra a fines del siglo XV y a Juan de Oma como maestro de cantería a sus órdenes (LOZANO SANTA, J.: Historia antigua y moderna de Jumilla. Manuel Muñiz. Impresor de la Marina. Murcia. 1800)
Véase un resumen de la bibliografía sobre la iglesia de Santiago de Jumilla en:
DELICADO MARTÍNEZ, Francisco Javier: "La Iglesia mayor de Santiago apóstol, de Jumilla (Murcia)espacio arquitectónico, patrimonio artístico y liturgia (I)", Archivo de arte valenciano, nº 90, 2009, pp. 103-128
(3) ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ CAJA 5390, PIEZA 5. Pleito entre Alonso Pacheco y la villa de Villanueva de la Jara por la propiedad de la rueda de un molino en los Nuevos. 1525-1530
BNE, Mss. 11727, papeles genealógicos. Ejecutoria de hidalguía de Pedro de Oma, vecino de San Clemente, 1627 (h. 110-140v)
Testimonios favorables a Pedro de Oma en 1631
Marco Terléguiz, vecino de la anteiglesia de Cortézubi, 75 años
Juan Manuel de Itunendo, vecino de la anteiglesia de Gautiguiz, 85 años
Martín de Iturrieta, vecino de la anteiglesia de Santiago de Cortézubi, 77años
Juan Ochoa de Gaceaga, vecino de la anteiglesia de Santa María de Gautiguiz, 85 años
Alvar Ruiz del Castillo, escribano del concejo y del número, vecino de San Clemente, 75 años
Antonio Rosillo, natural y vecino de San Clemente, hidalgo, 67 años
Magnífico Ignacio. La casa de los Omq en la fotografía, es de la familia de estos hidalgos?
ResponderEliminarEs de los Oma, aunque en la época de la construcción ya han enlazado con otras familias, como los Haro. Los Oma, después de irse a Belmonte en la segunda mitad del siglo XVI, para entrar al servicio de los duques de Escalona y marqueses de Villena, vuelven a San Clemente ya entrado el siglo XVII, se harán con una gran hacienda, en gran parte, en un pueblo como Tomelloso, pues sus intereses eran regionales
ResponderEliminarLa casa del arrabal la construyó Diego López de Haro, una de sus hijas casó con un Oma, y por eso alguien la llama así, pero jamás se ha conocido hasta hace pocos años ese nombre por los habitantes de San Clemente, pero la casa siempre fue de los Lopez de Haro, siendo las últimas propietarias Consuelo y Gloria Lopez de Haro Echegoyen, hermanas de mi bisabuela, casandose esta útima con el marqués de Chinchilla y vendiendo en 1917 a los Puig, que era tratante de mulas cuando vino a San Clemente, por 25.000 pesetas, todas sus posesiones, La Gallega, el Jaral y la casa.
EliminarEl escudo que hay sobre la puerta es de los Lopez de Haro.
El escudo tiene cuatro cuarteles: el superior de la izquierda es de los Oma, el superior de la derecha lo desconozco, el inferior de la izquierda, de los Haro, y el inferior de la derecha, de los Herreros
EliminarHola Ignacio, soy descendiente de una de la hermanas de Consuelo Lopez de Haro Echegoyen, me gustaría contactar con Julian (que comenta tu comentario). Me gustaría ponerme en contacto con él. Mi email es jlalcolea@gmail.com
EliminarNo le puedo ayudar, solo esperar que vea el comentario
EliminarEn realidad, los López de Haro provenían de Chinchilla de Montearagón. El 4 de abril de 1709 en la ciudad albaceteña se casaron Pedro Manuel Oma Prego de Montaos (hijo de Antonio Oma Villamediana C.O. de San Juan y de Catalina Prego de Montaos Mena) con María Josefa de Haro y Oma (hija de Josep Manuel de Haro Casteñeda Ferrer, C.O. de Montesa y de Catalina Antonia Oma López de Haro(Chinchilla 1710 - Almansa 1735). Tuvieron al menos tres hijos:
ResponderEliminar1 Alejandra Oma López de Haro casada con Francisco Joaquín Galiano Gisbert
2 Antonio María (Socuéllamos 1711- casado con Antonia Pareja Marín Aliaga
3 Joseph (San Clemente 1712 Madrid 1789), soltero religioso, del Consejo de SM , presidente del Tribunal de la Contaduría Mayor
Los descendientes de ambos hermanos pleitearon por los Mayorazgos de los Oma y Mena
En realidad, los López de Haro procedían de Chinchilla. Pedro Manuel Oma Prego de Montaos (San Clemente 1687, hijo de Antonio Oma Villamediana y de Catalina Prego de Montaos Mena) casó el año 1709 en Chinchilla con María Josefa Haro Oma (Vara de Rey hija de Josef Haro Castañeda Ferrer y de Catalina Antonia Oma López de Haro) nieto y bisnieta de Pedro Oma Calvid (hijo de Antonio Oma Zapata y nieto de Martín Oma Valderrama). Tuvieron tres hijos:
ResponderEliminar1. Alejandra (San Clemente 1710), casada con Francisco Joaquin Galiano Spuche Gisbert de Alcoy y Almansa
2. Antonio María (Socuéllamos 1711) casado con Antonia Pareja Marín Aliaga de Murcia
3. Josef (Chinchilla 1712), soltero, del Consejo de SM, Presidente del Tribunal de la Contaduría Mayor y uno de los organizadores del Catastro de la Ensenada.
Los descendientes de Alejandra y Antonio pleitearon por la acumulación de mayorazgos en Antonio, quedando el de los Menas en poder de los Galiano.
Hijos de Antonio fueron Juana María Oma Pareja, casada con Josef López de Haro Galiano, y Gregorio, casado con María Francisca López de Haro Galiano, hermana a su vez de Josef.
Pascual Galiano Almunia, nieto de Alejandra, pasá a residir a Socuéllamos en 1840 dónde falleció en 1847. Su único hijo Bernardo Galiano fué el último poseedor del Mayorazgo de Mena o de Socuéllamos y pasó a residir a Tomelloso, donde radicaba la mayor propiedad, la finca Don Diego de unas 3.000 fanegas de extensión.