Las obligaciones militares de las levas de presidios continuaban con la exigencia de 18 soldados, pero, esta vez, las exigencias iban a ser mayores. Entretanto, a mediados de abril, desde San Clemente se pedían 16 soldados que ya tenían prestos en al cárcel según la vecindad de la villa.
Las fiestas de la villa eran obligaciones. Se había de celebrar una procesión por el voto que se había hecho a San Agustín por librar a la villa de la langosta. La procesión se hacía el último día de la Pascua de Resurrección y devenía en rogativa por una buena cosecha. Un voto que prácticamente se solapaba con el tradicional de Villarejo, el primer jueves de mayo, por el que la villa daba veinte fanegas de trigo del pósito para alimento de pobres, olvidando ya el antiguo pago en dinero.
En mayo de 1640, Antonio Sevillano toma posesión como corregidor. En estos casos, la villa de Villarrobledo solía mandar un procurador a San Clemente para recordarle que debe cumplir con los privilegios de primera instancia de la villa.
La guerra de Cataluña no llega a Villarrobledo hasta el 13 de agosto, cuando se pide que los soldados de milicia alistados en las compañías deben salir de la villa para ponerse a las órdenes del sargento Diego Gutiérrez de Villegas, según manda Juan de Santelices del Consejo Real. La villa nombra comisarios para entender en el asunto sin ser consciente de la gravedad del momento, aunque esta vez se listan todos los hombres de 18 años a cincuenta años dispuestos para la guerra. El 22 de agosto, Rodrigo de Santelices pide que los soldados de milicia sean enviados para San Clemente, mientras que la villa anda protestando por sus deudas. Villarrobledo no parece entender que esta vez la movilización de hombres para la guerra va en serio y sigue con sus largas en cuanto alistamiento y armamento de los soldados. El 28 de agosto la villa se niega a aportar sus soldados armados a la ciudad de Cuenca, incumpliendo las órdenes de Rodrigo Santelices. El día 30 de septiembre se le recuerda al concejo villarrobletano que ha de tener listos 100 soldados armados, además de los oficiales, para el domingo dos de septiembre. Además la villa ha de aportara quinientos ducados, que sacará de lo procedido de la bula de cruzada. Pero los quinientos ducados acabarán siendo ocho mil reales, más de setecientos ducados, y, de nuevo, se ha de echar mano al trigo del pósito, quinientas fanegas. Entre los soldados reclutados muchos casados, lo que hizo necesario sacar trigo del pósito para socorro de las mujeres de los soldados. Para el 25 de noviembre, Rodrigo de Sanctelices suaviza las formas y ordena la vuelta a sus compañías de todos los soldados desertores a los que se perdona su delito.
Ese 25 de noviembre se nos dice que la villa tiene 2606 vecinos, como referencia para el reparto de construcción de un puente nuevo en el paso real de Granada. No obstante la villa dice tener solamente 1641 vecinos, correspondiendo la cifra de 2606 vecinos a datos de años anteriores y que obraban en manos del escribano de Almagro que hace el repartimiento.
ACTAS CONCEJILES DE 1640
El dos de septiembre de 1640 fue un día especial en San Clemente. En su plaza, bajo la atenta mirada del inquisidor apostólico de Cuenca, el cántabro Rodrigo de Santelices y Guevara se juntaron quinientos soldados de los pueblos del sur de Cuenca y de Villarrobledo. Su destino era la guerra de Cataluña y les esperaba un largo recorrido con paradas en Cuenca, Molina de Aragón, Campo Romanos, la margen izquierda del Ebro en Zaragoza y el frente de guerra Catalán. Muchos de ellos huirían por el camino para volver a sus pueblos, pero esta vez Rodrigo de Santelices sería implacable: las familias de los desertores habrían de suplir los puestos dejados.
Cuando Rodrigo de Santelices llegó a San Clemente al comenzar el mes de agosto nadie le tomó en serio, pero el rigor de la leva pronto hizo ver a los pueblos que esta vez de poco valía echar mano a forasteros y vagabundos para enrolar, pues la leva cuadruplicaba las recientes levas de presidios y pronto se fue consciente que se estaba ante el primero de un reclutamiento forzoso que iba hacia una movilización general de todos los hombres y recursos disponibles en los pueblos.
Los quinientos hombres se organizarían en cuatro compañías, heredadas de la vieja organización en milicias de 1598. No había tiempo para echar mano de las nuevas formas de levas instauradas en 1636, con alistamientos de los hombres con edades entre 16 y 60 años, así que San Clemente, Villarrobledo, Villanueva de la Jara e Iniesta como pueblos más grandes del corregimiento organizarían las compañías reclutadas. San Clemente y Villarrobledo de los pueblos de la margen derecha del Júcar: Las Mesas, Las Pedroñeras, El Pedernoso, La Alberca, El Cañavate, Vara de Rey y Minaya (que había sustituido de forma voluntaria el hueco dejado por Santa María del Campo Rus en 1608); Villanueva de la Jara e Iniesta de los pueblos de la margen izquierda: Barchín del Hoyo, Motilla, El Peral, Quintanar, Tarazona, Minglanilla. A estos pueblos se unían sus aldeas dependientes y las propias cabezas de capitanías, que aportaban el esfuerzo principal, si bien la distribución de soldados correspondía a viejas vecindades ya superadas.